Antología de Textos

COMUNION

1. Nos habla el Evangelio de cierto Centurión que pidió a Jesús a través de otros -a quienes consideraba más dignos- la curación de un criado a quien estimaba mucho (cfr. Lc 7, 1 ss). Y cuando Jesús, que ha atendido su petición, se encuentra cerca de la casa, le envía de nuevo a sus amigos porque tampoco se considera digno de que Jesús entre en ella. Tiene un concepto altísimo de Jesús. La fe, la humildad y el respeto hacia Jesús se unen en el alma de este hombre. Por esto, la Iglesia nos propone las mismas palabras de este Centurión como preparación inmediata para recibir a Jesús: No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya... Son también estas palabras una invitación a llenarnos nosotros de fe, humildad y delicadeza al recibir este Sacramento. Y para tener un altísimo concepto del que viene: Dios, pues creemos firmemente que bajo las especies del pan y vino se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo glorioso de Cristo con su alma y su divinidad.
2. Toda buena comunión presupone, en primer lugar, recibir al Señor en gracia. La Iglesia enseña que "nadie debe acercarse a la Sagrada Eucaristía con conciencia de pecado mortal, por muy contrito que le parezca estar, sin preceder la confesión sacramental" (Dz 880, 693). Tan alto don requiere que nos preparemos para recibirlo lo mejor que podamos en el alma y en el cuerpo: la confesión frecuente, aunque no existan faltas graves; deseos de purificación; fomentar los actos de fe, de amor y humildad...
También puede ser una excelente preparación la lucha ascética por vivir en presencia de Dios durante el día y el hecho mismo de cumplir lo mejor posible nuestros deberes diarios, teniendo presente al Señor; desagraviar por nosotros y por los demás; hacer abundantes acciones de gracias y comuniones espirituales; acordarnos con frecuencia del Sagrario más próximo al lugar donde nos encontramos.
Junto a estas disposiciones interiores, y como su necesaria manifestación, están las del cuerpo: el ayuno prescrito, las posturas, el modo de vestir, etc., que son signos de respeto y reverencia al Señor.
3. Son muchos los frutos de este Sacramento en el alma.
La Comunión conserva la vida de la gracia y preserva del pecado: quien come mi carne y bebe mi sangre vive en mí y yo en él...; el que me come, vivirá por mí (Jn 6, 56 ss). Aumenta la gracia santificante y las virtudes sobrenaturales. Eleva la vida sobrenatural y mueve a realizar actos eficaces, actos constantes de virtud. Borra del alma los pecados veniales y disminuye las malas inclinaciones. Es "el remedio de nuestra necesidad cotidiana" (SAN AMBROSIO), "medicina de la inmortalidad, antídoto contra la muerte y alimento para vivir por siempre en Jesucristo" (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA). Concede al alma la paz y la alegría de Cristo, "un anticipo de la bienaventuranza eterna" (cfr. Jn 6, 58; Dz 875).
También la Sagrada Comunión, de modo análogo al alimento natural, conserva, acrecienta, restaura y fortalece la vida sobrenatural (cfr. CONC. DE FLORENCIA, Decr. pro armeniis, Dz 698).
4. Entre todos los ejercicios y prácticas de piedad, ninguno hay cuya eficacia santificadora pueda compararse a la digna recepción de este Sacramento. En la Sagrada Eucaristía no solamente recibimos la gracia, sino el Manantial y la Fuente misma de donde brota. Todos los sacramentos se ordenan a la Sagrada Eucaristía y la tienen como centro (cfr. S.Th. III, q. 65, a. 3).
Oculto bajo los accidentes de pan, Jesús espera que nos acerquemos con frecuencia a recibirle: el banquete, nos dice, está preparado (cfr. Lc 14, 15 ss). Son muchos los ausentes y Jesús nos espera y, a la vez, nos envía a anunciar a otros que les espera también a ellos en el Sagrario. Nuestra comunión ha de ser, por tanto, frecuente, "y si los mundanos te preguntan por qué comulgas con tanta frecuencia, diles que lo haces para aprender a amar a Dios, para purificarte de tus imperfecciones, para consolarte en tus aflicciones, para apoyarte en tus debilidades. "Diles que son dos las clases de personas que han de comulgar con frecuencia: las perfectas porque, estando bien dispuestas, faltarían si no se acercasen al manantial y a la fuente de perfección, y las imperfectas, precisamente para que puedan aspirar a ella; las fuertes para no enflaquecer, y las débiles para robustecerse; las enfermas para sanar, y las que gozan de salud para no caer enfermas; y tú, como imperfecta, débil y enferma, tienes necesidad de unirte con frecuencia con tu Perfección, con tu Fuerza y con tu Médico.
"Diles que quienes no están muy atareados han de comulgar con frecuencia porque tienen tiempo para ello, y quienes tienen mucho trabajo también, porque lo necesitan, pues quienes trabajan mucho y andan cargados de penas han de tomar manjares sólidos y frecuentes. Diles que recibes el Santísimo Sacramento para aprender a recibirlo bien, porque no se hace bien lo que no se hace con frecuencia" (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, II, 21).

Citas de la Sagrada Escritura

1. Figuras en el Antiguo Testamento:
- Pan y vino de Melquisedec: Gn 14, 18
- Cordero pascual: Ex 12, 1-44
- Mana en el desierto: Ex 16, 13-21, Sb 16, 20; Jn 6, 31, 49, 58
- Pan que restaura las fuerzas de Elias: 1R 19, 1-18
2. Prometida por Jesucristo: Jn 6, 22-60
3. Institución de este Sacramento: Mt 26, 26-29; Mc 14, 22-25; Lc 22, 15-23; 1Co 11, 23-25
4. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Si alguno come de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi carne, vida del mundo. Jn 6, 51
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo le resucitare en el ultimo ida. Jn 6, 54
El que come mi carne y bebe mi sangre esta en mi y yo en el. Jn 6, 56
[...] el que come este pan vivirá para siempre. Jn 6, 58
5. (Unidad y fraternidad) ...pues todos participamos de este único pan. l Cor 16-17
6. Para hacer una buena comunión..
Cuidadosa preparación para recibir al Señor: 1Co 11, 27-29
7. Era recibida con frecuencia por los primeros cristianos: Hch 2, 46; Hch 20, 7
8. (Jesucristo) el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Jn 1, 29
(Mas citas en: EUCARISTIA)

Preparación del alma y del cuerpo

965 Para hacer una buena comunión es preciso tener una viva fe en lo que concierne a este gran misterio; siendo este sacramento un " misterio de fe ", hemos de creer con firmeza que Jesucristo esta realmente presente en la Sagrada Eucaristía, y que esta allí vivo y glorioso como en el cielo. Antiguamente, el sacerdote, antes de dar la Sagrada Comunión, sosteniendo en sus dedos la santa Hostia, decía en alta voz: " ¿Creéis que el Cuerpo adorable y la Sangre preciosa de Jesucristo están verdaderamente en este sacramento? " Y entonces respondían a coro los fieles: " Si, lo creemos " (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

966 Amad la Misa, hijos míos, amad la Misa. Y comulgad con hambre, aunque estéis helados, aunque la emotividad no responda: comulgad con fe, con esperanza, con encendida caridad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 91)

967 ...Hemos de concebir un gran deseo de unirnos a Jesucristo. Ved la gran diligencia de los Magos en buscar a Jesús en el pesebre; mirad a la Santísima Virgen; mirad a Santa Magdalena buscando con afán al Salvador resucitado (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

967b ¿Has pensado en alguna ocasión cómo te prepararías para recibir al Señor, si se pudiera comulgar una sola vez en la vida?

- Agradezcamos a Dios la facilidad que tenemos para acercarnos a Él, pero... hemos de agradecérselo preparándonos muy bien, para recibirle (SAN JOSEMARÍA ESCRIVA, Forja, n. 828).

968 Es necesario que todo nuestro porte exterior dé, a los que nos ven, la sensación de que nos preparamos para algo grande (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

969 Para acoger en la tierra a personas constituidas en dignidad hay luces, música, trajes de gala. Para albergar a Cristo en nuestra alma, ¿como debemos prepararnos? ¿Hemos pensado alguna vez en como nos conduciríamos, si solo se pudiera comulgar una vez en la vida? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 91)

970 Digo también que debemos presentarnos con vestidos decentes; no pretendo que sean trajes ni adornos ricos, mas tampoco deben ser descuidados y estropeados: a menos que no tengáis otro vestido, habéis de presentaros limpios y aseados. Algunos no tienen con que cambiarse; otros no se cambian por negligencia. Los primeros en nada faltan, ya que no es suya la culpa; pero los otros obran mal, ya que ello es una falta de respeto a Jesús, que con tanto placer entra en su corazón. Habéis de venir bien peinados, con el rostro y las manos limpias (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

971 Y mi Padre le amara, y vendremos a el, y haremos mansión en el. Considerad bien que inefable dicha es dar hospedaje en nuestro corazón a Dios. Si cualquier persona distinguida o que ocupe algún puesto elevado, o algún amigo rico y poderoso nos anunciara que iba a venir a visitarnos en nuestra casa, ¡ con que solicitud limpiaríamos y ocultaríamos todo aquello que pudiera ofender la vista de esta persona o de este amigo! Lave primero las manchas y suciedades que tiene el que ha ejecutado malas obras, si quiere preparar a Dios una morada en su alma (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 30 sobre los Evang.)

972 Para que alcance en ti su perfección, pinta tu casa interior con la moderación y la humildad, hazla resplandeciente con la luz de la justicia, adórnala con buenas obras como con excelentes laminas de metal, y decórala con la fe y la grandeza de animo, a manera de paredes y mosaicos; por encima de todo coloca la oración, como el techo que corona y pone fin al edificio, para disponer así una mansión acabada para el Señor y poderlo recibir como en una casa regia y espléndida (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 6 sobre la oración)

973 Habreis de convenir conmigo en que, si para comulgar son tan necesarias las disposiciones del cuerpo, mucho mas lo habrán de ser las del alma, a fin de hacernos merecedores de las gracias que Jesucristo nos trae al venir a nosotros en la Sagrada Comunión. Si en la Sagrada Mesa queremos recibir a Jesús en buenas disposiciones, es preciso que nuestra conciencia no nos remuerda en lo mas mínimo, en lo que a pecados graves se refiere (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

974 Para no acercarnos sin preparación a la celebración del rito festivo y para ser dignos de acercarnos al divino Cordero y gustar los manjares celestiales, purifiquemos nuestras manos, limpiemos nuestro cuerpo y tengamos la conciencia libre de todo engaño (SAN ATANASIO, Carta 5)

975 Cuando comes la carne y bebes la sangre del Señor, entonces el Señor entra en tu casa; y tu, lleno de humildad, di: Señor, no soy digno... (ORIGENES, en Catena Aurea, volt 1, P. 475)

976 El pecado venial no es causa de que comulguemos indignamente; pero si lo es de que saquemos poco fruto de la Sagrada Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

977 Si te acercas bien purificado recibes gran beneficio, si te acercas manchado de culpa (de pecado grave) te haces acreedor a la pena y al castigo eterno. Porque [...] con tus culpas le vuelves a crucificar (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. Evang. S. Juan, 45)

978 El que se acerca a este sacramento ha de estar también movido por la oración, pues nadie debe llegar a el con un corazón tibio [...] (SAN BUENAVENTURA, Sobre el Stmo. Cuerpo del Señor)

979 Cuando os acerquéis a aquella tremenda y divina mesa, a los sagrados misterios, hacedlo con temor y temblor, con pura conciencia, con oración y ayuno (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 7 en la Natividad del Señor)

980 Los aromas que llevaron las mujeres al sepulcro significan el buen olor que deben producir nuestras virtudes y la suavidad de nuestra oración, con los que debemos aproximarnos al altar (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt VI, p. 528)

981 Después de haber rezado las oraciones indicadas, ofreced la Comunión por vosotros y por los demás, según vuestras particulares intenciones; para acercaros a la Sagrada Mesa, os levantareis con gran modestia, indicando así que vais a hacer algo grande; os arrodillareis y, en presencia de Jesús Sacramentado, pondréis todo vuestro esfuerzo en avivar la fe, a fin de que por ella sintáis la grandeza y plenitud de vuestra dicha. Vuestra mente y vuestro corazón deben estar sumidos en el Señor. Cuidad de no volver la cabeza a uno y otro lado [...]. Si aun debieseis aguardar algunos instantes, excitad en vuestro corazón un ferviente amor a Jesucristo, suplicándole con humildad que se digne venir a vuestro corazón miserable.
Después que hayáis tenido la inmensa dicha de comulgar, os levantareis con modestia, volveréis a vuestro sitio y os pondréis de rodillas...; ante todo, deberéis conversar unos momentos con Jesucristo, al que tenéis la dicha de albergar en vuestro corazón, donde, durante un cuarto de hora, esta en cuerpo y alma como en su vida mortal (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

982 Si conviene acercarse a las sagradas funciones con santidad, cuanto mas el cristiano descubra la santidad divina de este sacramento celestial, tanto mas diligentemente debe acercarse a su recepción con gran reverencia y santidad, sobre todo cuando leemos en el Apóstol aquellas palabras temibles: El que come y bebe indignamente, sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su condenación (1Co 11, 29). Por eso hay que recordar al que quiere comulgar su precepto: Pruébese cada uno a si mismo (1Co 11, 28). La costumbre de la Iglesia declara que es necesaria esta prueba, para que nadie, con conciencia de pecado mortal, por mas contrito que este, se acerque a la sagrada eucaristía sin haber hecho una confesión sacramental. Esto, por decreto del santo concilio, han de observarlo siempre todos los cristianos, aun los sacerdotes que por obligación han de celebrar, a condición de que no les falte la facilidad de confesor. Y si, por urgir la necesidad, el sacerdote celebrase sin previa confesión, confiésese cuanto antes (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 7)

983 Hay que recordar al que libremente comulga el mandato: Que se examine cada uno a si mismo (1Co 11, 28). Y la practica de la Iglesia declara que es necesario este examen para que nadie, consciente de pecado mortal, por contrito que se crea, se acerque a la Sagrada Eucaristía sin que haya precedido la confesión sacramental (PABLO VI, Instr. Eucharisticum Mysterium, 37)

" Porque te ves frío quieres apartarte del fuego? "

984 Habrá quien diga: por eso, precisamente, no comulgo mas a menudo, porque me veo frío en el amor [...]. Y, ¿porque te ves frío quieres alejarte del fuego? Precisamente porque sientes helado tu corazón debes acercarte mas a menudo a este sacramento, siempre que alimentes sincero deseo de amor a Jesucristo. " Acércate a la Comunión –dice San Buenaventura– aun cuando te sientas tibio, fiándolo todo de la misericordia divina, porque cuanto mas enfermo se halla uno, tanto mayor necesidad tiene del medico " (SAN ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Practica del amor a Jesucristo, 2)

985 Te apuras y entristeces porque tus Comuniones son frías, llenas de aridez –Cuando vas al Sacramento, dime: ¿te buscas a ti o buscas a Jesús?– Si te buscas a ti, motivo tienes para entristecerte... Pero si –como debes– buscas a Cristo, ¿quieres señal mas segura que la Cruz para saber que le has encontrado? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 710)

Recibimos al mismo Cristo

986 En primer lugar, el santo concilio enseña y profesa abiertamente y con simplicidad que, una vez consagrados el pan y el vino, nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, esta presente verdadera, real y sustancialmente en el santo sacramento de la eucaristía bajo la apariencia de estas realidades sensibles (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 1)

987 Considera, pues, ahora que es mas excelente, si aquel pan de ángeles o la carne de Cristo, que es el cuerpo de vida. Aquel mana caía del cielo, este esta por encima del cielo; aquel era del cielo, este del Señor de los cielos; aquel se corrompía si se guardaba para el día siguiente, este no solo es ajeno a toda corrupción sino que comunica la incorrupción a todos los que lo comen con reverencia [...]. Aquello era la sombra, esto la realidad (SAN AMBROSIO, Trat. sobre los misterios, 48)

988 Adoradle con reverencia y con devoción; renovad en su presencia el ofrecimiento sincero de vuestro amor; decidle sin miedo que le queréis; agradecedle esta prueba diaria de misericordia tan llena de ternura, y fomentad el deseo de acercaros a comulgar con confianza. Yo me pasmo ante este misterio de Amor: el Señor busca mi pobre corazón como trono, para no abandonarme si yo no me aparto de El (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 161)

989 El que comulga recibe todo el Cuerpo y toda la Sangre del Señor, aun cuando no reciba mas que una parte del sacramento: así como un sello transmite toda su figura a todos los cuerpos a quien se aplica y continua existiendo después de la transmisión, y así como una sola voz penetra en los iodos de muchos, del mismo modo no puede caber duda de que el Cuerpo y la Sangre del Señor todo entero se encuentra dentro de nosotros todos a un mismo tiempo: la distribución del Pan celestial representa su pasión (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, volt VI, p. 340)

990 Una cosa es tener dentro de nosotros a Jesucristo por participación y otra que El se hiciese carne, esto es, que tomase cuerpo de la Virgen, existiendo en un verdadero cuerpo. Convenía, pues, que El se uniese a nuestros cuerpos en cierto sentido, por la participación de su cuerpo sacratísimo y de su sangre adorable, que recibimos como bendición vivificante, en los accidentes de pan y de vino (SAN CIRILO, en Catena Aurea, volt VI, p. 437)

991 No nos concedió solamente el verle sino tocarle también, y comerle, e hincar los dientes en su carne y unirnos a El de la manera mas intima. (Es evidente que San Juan Crisostomo utiliza un lenguaje en este caso no del todo preciso, ya que el comulgante no hinca los dientes en la carne de Cristo, sino en los accidentes del pan y del vino. Se trata de una homilía dirigida al pueblo, en la que quiere recalcar muy gráficamente que en la Eucaristía se come el verdadero Cuerpo de Cristo) (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. Evang. 5. Juan 46)

992 ¡Jesús no es una idea, ni un sentimiento ni un recuerdo! ;Jesús es una " persona " siempre viva y presente entre nosotros! Amad a Jesús presente en la Eucaristía. Esta presente de modo sacrificial en la Santa Misa, que renueva el sacrificio de la cruz. Ir a misa significa ir al Calvario para encontrarnos con El, nuestro Redentor. Viene a nosotros en la santa comunión y queda presente en los sagrarios de nuestras iglesias, porque El es nuestro amigo, es el amigo de todos, y desea ser especialmente el amigo y la fortaleza en el camino de vuestra vida, muchachos y jóvenes que tenéis tanta necesidad de confianza y amistad. (JUAN PABLO II, Audiencia general, 8-XI-1978)

993 Lo que parece pan no es pan, aunque así sea sentido por el gusto, sino el cuerpo de Cristo, y lo que parece vino no lo es, aunque el gusto así lo quiera, sino la sangre de Cristo (SAN CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis sobre los misterios, 4)

Efectos de la Sagrada Comunión en el alma

994 El efecto propio de este sacramento es la conversión del hombre en Cristo, para que diga con el Apóstol: Vivo, no yo, sino que Cristo vive en mi (SANTO TOMÁS, Coment. IV al Libro de las Sentencias, d. 12, q. 2, a. 1)

995 El Cuerpo de Cristo vivifica a los que de el participan: aleja la muerte al hacerse presente en nosotros, sujetos a la muerte, y aparta la corrupción, ya que contiene en si mismo la virtualidad necesaria para anularla totalmente (SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, Coment. Evang. S. Juan, 4)

996 No hay ningún sacramento mas saludable que este, pues por el se borran los pecados, se aumentan las virtudes y se nutre el alma con la abundancia de todos los dones espirituales
Se ofrece, en la Iglesia, por los vivos y por los difuntos, para que a todos aproveche, ya que ha sido establecido para la salvación de todos (SANTO TOMÁS, Opusculo 57, fiesta del Corpus Christi)

997 [...] la participación en la "Mesa del Señor" toca siempre muy de cerca su conciencia del bien y del mal, y lo pone frente a las propias responsabilidades en lo que se refiere a las personas cercanas o lejanas, así como al mundo circundante. Por ello, la comunión en el " Pan partido " compromete a cada uno a ofrecer sus propia contribución en orden a construir un "mundo nuevo" [...]
Es una invitación evangélica y, al mismo tiempo, eucarística. "Partir el pan" con Cristo significa construir ida tras ida una vida plenamente humana y cristiana –vida de fe, de esperanza y de amor–, vida ciertamente no desprovista de dificultades y de cruces, pero llena de sentido, de ese sentido: llena de alegría. (JUAN PABLO II Angelus 19-VII-1981)

998 Nadie alimenta a los convidados con su misma persona; pero esto es lo que hace Cristo el Señor: el mismo es a la vez anfitrión, comida y bebida (SAN AGUSTÍN, Sermón sobre el natalicio de los mártires, 1-2)

999 Así; como cuando uno junta dos trozos de cera y los derrite por medio del fuego, de los dos se forma una sola cosa, así también, por la participación del Cuerpo de Cristo y de su preciosa Sangre, El se une a nosotros y nosotros nos unimos a el (SAN CIRILO DE ALEJANDRÍA, Coment. Evang. S. Juan, 10)

1000 Es lo mas saludable que se nos podía mandar. Este sacramento es el fruto del árbol de la vida, y el que lo come con la devoción de una fe sincera no gustara jamas la muerte. Es árbol de vida para los que la abrazan, son dichosos los que la poseen. Quien me come vivirá por mi (SAN ALBERTO MAGNO, Coment. Evang. S. Lucas, 22)

1001 La comida material primero se convierte en el que la come y, en consecuencia, restaura sus perdidas y acrecienta sus fuerzas vitales. La comida espiritual, en cambio, convierte en si al que la come, y así el efecto propio de este sacramento es la conversión del hombre en Cristo, para que no viva el sino Cristo en el; y, en consecuencia, tiene el doble efecto de restaurar las perdidas espirituales causadas por los pecados y deficiencias, y de aumentar las fuerzas de las virtudes (SANTO TOMÁS, Coment. 1 al Libro de las Sentencias, d. 12, q. 2, a. 11)

1001b Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de Cristo resucitado, "vivificada por el Espíritu Santo y vivificante" (PO 5), conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo. Este crecimiento de la vida cristiana necesita ser alimentado por la comunión eucarística, pan de nuestra peregrinación, hasta el momento de la muerte, cuando nos sea dada como viático (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1392).

1002 Todos los Santos Padres están conformes en reconocer que, al recibir a Jesucristo en la Sagrada Comunión, recibimos todo genero de bendiciones para el tiempo y para la eternidad; en efecto, si pregunto a un niño: ¿Debemos tener ardientes deseos de comulgar? -Sí, Padre, me responderá. -Y, ¿por que? -Por los excelentes efectos que la comunión causa en nosotros .-Mas, ¿cuales son estos efectos? -Y el me dirá: la Sagrada Comunión nos une íntimamente a Jesús, debilita nuestra inclinación al mal, aumenta en nosotros la vida de la gracia, y es para los que la reciben un comienzo y una prenda de vida eterna. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

1003 Jesucristo, durante su vida mortal, no paso jamas por lugar alguno sin derramar sus bendiciones en abundancia, de lo cual deduciremos cuan grandes y preciosos deben ser los dones de que participan quienes tienen la dicha de recibirle en la Sagrada Comunión; o mejor dicho, que toda nuestra felicidad en este mundo consiste en recibir a Jesucristo en la Sagrada Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

Institución

1004 Nuestro Salvador, habiendo de pasar de este mundo al Padre, instituyo este sacramento en el que derramo, por así decirlo, las riquezas de su divino amor para con los hombres, dejando el memorial de sus maravillas (Sal 111, 4); ordeno que al recibirlo venerásemos su memoria y anunciásemos su muerte hasta que El venga a juzgar el mundo (1Co 11, 24 y 26). Quiso que las almas tomaran este sacramento como su alimento espiritual (Mt 26, 26), que nutre y fortifica a los que viven de la vida de Aquel que dijo: Quien me come vivirá por mi (Jn 6, 58), y que fuese el antídoto para librarnos de las faltas de cada día y preservarnos de los pecados mortales. Además, quiso que fuese la prenda de nuestra futura gloria y perpetua felicidad, y también el símbolo de aquel cuerpo único, cuya cabeza es El mismo (1Co 11, 3; Ef 5, 23), al cual, como miembros, nos quiso unidos en lazo estrecho de fe, esperanza y caridad para que todos tengamos un mismo modo de hablar y no haya en nosotros disensiones (1Co 1, 10) (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 2)

Recibimos a la misma Fuente de toda santidad

1005 El supremo perfeccionamiento lo alcanzan las cosas por unión a su primer principio y ultimo fin, ya que el primer agente es a la vez el ultimo perficiente. Y como Cristo es la fuente de la vida cristiana, la eucaristía la perfecciona uniéndonos a Cristo. Así, como dice Dionisio, este sacramento es la perfección de todas las perfecciones (SANTO TOMÁS, Comentario 1 V al libro de las Sentencias, d . 8, q. 1, a. l)

1006 Ningún acto enriquece tanto a nuestro cuerpo en orden al cielo, como la Sagrada Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

1007 No se nos ofrece (en la Comunión) el Cuerpo de Cristo como premio, sino como comunicación de la gracia y de la vida celestial (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, volt VI, p. 447)

La comunión frecuente, fortaleza contra las tentaciones

1008 Nada hay que nos haga tan temibles al demonio como la Sagrada Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

1008b La comunión nos separa del pecado. El Cuerpo de Cristo que recibimos en la comunión es "entregado por nosotros", y la Sangre que bebemos es "derramada por muchos para el perdón de los pecados". Por eso, la Eucaristía no puede unirnos a Cristo sin purificarnos al mismo tiempo de los pecados cometidos y preservarnos de futuros pecados:
"Cada vez que lo recibimos, anunciamos la muerte del Señor (1Co 11, 26). Si anunciamos la muerte del Señor, anunciamos también el perdón de los pecados. Si cada vez que su Sangre es derramada, lo es para el perdón de los pecados, debo recibirle siempre, para que siempre me perdone los pecados. Yo, que peco siempre, debo tener siempre un remedio" (S. AMBROSIO, sacr. 4, 28) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1393).

1008c Como el alimento corporal sirve para restaurar la pérdida de fuerzas, la Eucaristía fortalece la caridad que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales (cfr. Cc. de Trento: DS 1638). Dándose a nosotros, Cristo reaviva nuestro amor y nos hace capaces de romper los lazos desordenados con las criaturas y de arraigarnos en El:
"Porque Cristo murió por nuestro amor, cuando hacemos conmemoración de su muerte en nuestro sacrificio, pedimos que venga el Espíritu Santo y nos comunique el amor; suplicamos fervorosamente que aquel mismo amor que impulsó a Cristo a dejarse crucificar por nosotros sea infundido por el Espíritu Santo en nuestros propios corazones, con objeto de que consideremos al mundo como crucificado para nosotros, y sepamos vivir crucificados para el mundo [...] y, llenos de caridad, muertos para el pecado, vivamos para Dios" (S. FULGENCIO DE RUSPE, Fab. 28, 17) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1394).

1008d Por la misma caridad que enciende en nosotros, la Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales. Cuanto más participamos en la vida de Cristo y más progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper con Él por el pecado mortal. La Eucaristía no está ordenada al perdón de los pecados mortales. Esto es propio del sacramento de la Reconciliación. Lo propio de la Eucaristía es ser el sacramento de los que están en plena comunión con la Iglesia (Catecismo der la Iglesia Católica, n. 1395).

1009 Mas Jesucristo y la Iglesia desean que todos los fieles cristianos se acerquen diariamente al sagrado convite, principalmente para que, unidos con Dios por medio del Sacramento, en el tomen fuerza para refrenar las pasiones, purificarse de las culpas leves cotidianas e impedir los pecados graves a que esta expuesta la debilidad humana [...]. Por ello el Sagrado Concilio de Trento llama a la Eucaristía antídoto, con el que somos liberados de las culpas cotidianas y somos preservados de los pecados mortales (SAN Pío X, Decr. Sacra tridentina Synodus, 20-X11-1905)

1010 Pues entendiendo el buen Jesús cuan dificultoso era esto que ofrece por nosotros, conociendo nuestra miseria [...] pídenos al Padre Eterno remedio tan soberano como es este pan de cada día del Santísimo Sacramento, que da fuerza y fortaleza (SANTA TERESA, C. de perfección, 33, 1)

1011 Recibiendo a Jesucristo, nuestro espíritu se fortalece, en nuestras luchas somos mas firmes, nuestros actos están inspirados por la mas pura intención, y nuestro amor va inflamándose mas y mas (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

1012 Graciosa fue la respuesta de Santa Catalina de Siena a los que, desaprobando que comulgase con tanta frecuencia, alegaron el dicho de San Agustín, que ni alaba ni vitupera el comulgar todos los días. " Puesto que San Agustín no lo vitupera –dijo–, no lo vituperéis vosotros tampoco, y me doy por contenta " (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 11, 20)

1013 (La Sagrada Comunión es) el remedio de nuestra necesidad cotidiana (SAN AMBROSIO, Sobre los misterios, 4)

1014 (La Sagrada Comunión es) medicina de la inmortalidad, antídoto contra la muerte y alimento para vivir por siempre en Jesucristo (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Epístola a los Efesios. 20)

La Comunión espiritual

1015 Y cuando, hijas, no comulgaredes y oyeredes misa, podéis comulgar espiritualmente, que es de grandísimo provecho, y hacer lo mismo de recogeros después en vos, que es mucho lo que imprime el amor ansi deste Señor; porque, aparejándonos a recibir, por muchas maneras que lo entendamos, jamas deja de dar (SANTA TERESA, C. de perfección, 35, 1)

1016 ¡ Que fuente de gracias es la Comunión espiritual!-Practícala frecuentemente y tendrás mas presencia de Dios y mas unión con El en las obras (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 540)

1017 La comunión espiritual consiste en un deseo ardiente de recibir a Jesús Sacramentado y en un trato amoroso como si ya lo hubiésemos recibido (SAN ALFONSO Mª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento)

1018 La comunión espiritual se puede hacer sin que nadie nos vea, sin ser preciso estar en ayunas, y se puede hacer en cualquier hora; porque no consiste mas que en un acto de amor; basta decir de todo corazón: [...] " Creo, mi Jesús, que estas en el Santísimo Sacramento; te amo y deseo mucho recibirte, ven a mi corazón; yo te abrazo; no te ausentes de mi " (SAN ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento)

Responsabilidad de quienes administran o reciben indignamente este sacramento

1019 Esto os lo digo a vosotros, los que comulgáis, y a vosotros los que administráis la comunión. Porque es preciso hablaros también a vosotros para que distribuyáis estos dones con mucha diligencia. No se os reserva pequeño castigo si, sabedores de la maldad de alguno, le permitís participar de esta mesa. ;Aunque sea jefe militar, aunque sea prefecto, aunque sea el mismo que se cine la diadema, si se acerca indignamente, apartare; mayor potestad tienes que el! (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 82)

1020 Por eso, vosotros, sacerdotes, vosotros los ministros y dispensadores del Santo Sacramento, acercaos con temor, custodiadlo con ansia, administradlo con mente y servidlo con esmero; tenéis un tesoro real; cuidadlo por tanto y custodiadlo con gran temor, pues también para vosotros están dictados castigos inexorables si conocéis la malicia de alguno que se atreve a acercarse al cuerpo de Cristo, y tu faltas a tu oficio de exhortarle a que se mantenga lejos y de reprenderlo. Vuestra pereza y vuestra parcialidad serán culpables de que deis el cuerpo de Cristo a los impíos e indignos y de que lo arrojéis como a perros y a puercos. `, Con que podéis disculparos, como podéis conseguir el perdón; mas aun, que castigos y tormentos inexorables descargaran sobre vosotros, pues os habéis hecho traidores y pecadores contra el cuerpo del Señor? Ved: tenéis el poder de Cristo, entregáis a Cristo a los impíos y le maltratáis con la mala vida de los impíos (JUAN MANDAKUNI, Sobre devoción y respeto al Stmo. Sacramento)

1021 Mas ¡ay de aquel hombre por quien va a ser entregado! Pero hay también de aquel hombre que se acerca a la sagrada mesa en pecado, porque, a imitación de Judas, entrega al Señor, no a los judíos, sino a unos miembros pecadores! (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt VI, p. 442)

Poder comulgar, un gran honor que nos hace Cristo

1022 Considera cuan crecido honor se te ha hecho, de que mesa disfrutas. A quien los Angeles ven con temblor y por el resplandor que despide no se atrever a mirar de frente, con Ese mismo nos alimentamos nosotros, con El nos mezclamos y nos hacemos un mismo cuerpo y carne de Cristo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 82)

1023 Si en la Comunión tu corazón esta inflamado de amor divino, tu espíritu debe estar penetrado de sentimientos de verdadera humildad. ¿Como no asombrarse al considerar que un Dios infinitamente puro e infinitamente santo llegue a esos extremos de amor por una miserable criatura como tu, y se te de a Si mismo, en alimento? Abísmate en las profundidades de tu indignidad [...]; pero que el sentimiento de tu pobreza y de tu miseria no te lleve a cerrar tu corazón y a menguar en nada esa santa confianza que debes tener en tan celestial banquete (J. PECCI –León XIII–, Practica de la humildad, 49)

1024 [...] lo que nos causara mayor admiración durante la eternidad, será ver como nosotros, siendo tan miserables, hemos podido recibir a un Dios tan grande (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

La Sagrada Comunión, precepto pascual

1025 Previendo la Iglesia el abandono de muchos cristianos, abandono que los llevaría hasta perder de vista la salvación de sus pobres almas, confiando en que el temor del pecado les abriría los ojos, les impuso un precepto en virtud del cual debían comulgar tres veces al año: por Navidad, por Pascua y por Pentecostés. Pero, viendo mas tarde que los fieles se volvían cada día mas indiferentes, acabo por obligarlos a acercarse a su Dios solo una vez al año. ¡Oh, Dios mío!, ¡que ceguera, que desdicha la de un cristiano que ha de ser compelido por la ley a buscar su felicidad! (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

La Sagrada Comunión, " prenda de vida eterna "

1026 Nuestro Salvador, en la ultima cena, la noche que le traicionaban, instituyo el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz, y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vinculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum concilium, 47)

1027 La sagrada Eucaristía tiene suma virtud para alcanzarnos la gloria eterna. Porque esta escrito: El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y Yo le resucitare en el ultimo día (Jn 6, 55). Quiérese decir que los fieles, mientras viven en este mundo, por la gracia de este Sacramento disfrutan de suma paz y tranquilidad de conciencia; reanimados después con su virtud suben a la gloria y bienaventuranza eterna, a la manera de Elías, quien, fortalecido con el pan cocido debajo de la ceniza, anduvo cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar a Horeb, monte de Dios, cuando le llego el tiempo de salir de esta vida (Catecismo Romano, II, cap. IV, 54)

1028 [...] la Sagrada Comunión es para nosotros prenda eterna, de manera que ello nos asegura el cielo; estas son las arras que nos envía el cielo en garantía de que un día será nuestra morada; y, aun mas, Jesucristo hará que nuestros cuerpos resuciten tanto mas gloriosos, cuanto mas frecuente y dignamente hayamos recibido el suyo en la Comunión (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la Comunión)

Nuestras debilidades deben llevarnos a buscar fortaleza en la Sagrada Comunión

1029 Se quedo para ti.-No es reverencia dejar de comulgar, si estas bien dispuesto.-Irreverencia es solo recibirlo indignamente (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 539)

1030 Comulga.-No es falta de respeto.-Comulga hoy precisamente, cuando acabas de salir de aquel lazo.-¿Olvidas que dijo Jesús: no es necesario el medico a los sanos, sino a los enfermos? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 536)

1031 Aunque tengamos conciencia de ser pecadores, no por eso debemos privarnos de la comunión del Señor. Al contrario, tenemos que ir a recibirla con mas avidez, para encontrar en ella la santidad del alma y la pureza del espíritu. Si bien tenemos que alimentar sentimientos de humildad y de fe, juzgándonos indignos de gracia semejante y buscando únicamente el remedio para nuestras heridas. Si esperamos a ser perfectamente dignos no comulgaremos ni una vez al año (CASIANO, Colaciones, 23)

La Comunión frecuente

1032 [...] el pan nuestro de cada día dánosle hoy. Toma todos los días lo que todos los días aprovecha, y vive de tal modo que todos los días merezcas recibirle (SAN AGUSTÍN, Sobre el Sermón de la Montaña, 28)

1033 Procuremos no apartarnos, ni perder de vista a nuestro amado pastor Jesús, porque así como aquellas ovejas que están mas cerca de su pastor son siempre las mas regaladas y amadas, así nosotros recibiremos grandes favores siempre que nos acerquemos a Jesús en el Santísimo Sacramento (SAN ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, ll)

1034 Si el pan es diario, ¿por que lo recibes tu solo una vez al año? Recibe todos los días lo que todos los días te es provechoso; vive de tal modo que diariamente seas digno de recibirle (SAN AMBROSIO, Sobre los Sacramentos, 5)

1035 El comulgar cada día y participar del cuerpo y sangre de Cristo es bueno y muy útil (SAN BASILIO, Epístola 93)

Cristo es el pan de los que entramos en contacto con su Cuerpo

1036 Pedimos que se nos de cada día este pan, a fin de que los que vivimos en Cristo y le recibimos cada día como alimento saludable no nos veamos privados, por alguna falta grave, de la comunión del pan celestial (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la oración, 18)

1037 Es evidente que por medio de la recepción frecuente o diaria de la Santísima Eucaristía se aumenta la unión con Cristo, se alimenta abundantemente la vida espiritual, el alma se enriquece con las virtudes y se da al que la recibe una prenda mas segura de la felicidad eterna; por eso los párrocos, confesores y predicadores exhorten al pueblo cristiano, frecuente y encarecidamente, a tan religiosa y tan saludable costumbre (PABLO VI, Eucharisticum Mysterium, 25-V-1967; cfr. SAN Pío X, Decr. Sacra. Tridentina Synodus)

Acciones de gracias, después de recibido este Sacramento (Ver también n. 37 a 49)

1038 Agradezcamos [...] todo lo que Dios Nuestro Señor nos concede, por el hecho maravilloso de que se nos entregue el mismo. ¡Que venga a nuestro pecho el Verbo encarnado!... ;Que se encierre, en nuestra pequeñez, el que ha creado cielos y tierra!... La Virgen María fue concebida inmaculada para albergar en su seno a Cristo. Si la acción de la gracia ha de ser proporcional a la diferencia entre el don y los méritos, ¿no deberíamos convertir todo nuestro día en una Eucaristía continua? No os alejéis del templo apenas recibido el Santo Sacramento. ¿Tan importante es lo que os espera, que no podéis dedicar al Señor diez minutos para decirle gracias? No seamos mezquinos. Amor con amor se paga (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Hom. Sacerdote para la eternidad, 1. c., 13-IV-1973)

1039 No perdáis tan buena razón de negociar como es la hora después de haber comulgado (SANTA TERESA, C. de perfección, 34, 10)

1040 Que no perdamos tan buena razón y que nos lleguemos a El; pues si cuando andaba en el mundo de solo tocar su ropa sanaban los enfermos, ¿que hay que dudar que hará milagros estando dentro de mi –si tenemos fe– y nos dará lo que le pidiéramos, pues esta en nuestra casa? Y no suele Su Majestad pagar mal la posada si le hacen buen hospedaje (SANTA TERESA, C. de perfección, 34, 8)

1041 Sentía grandemente la ligereza con que procedían algunos sacerdotes, los cuales, en acabando de decir Misa, apenas están dos credos hincados de rodillas, y a veces con una sola, dando gracias; y con este ejemplo, ¿que harán los populares, sino pensar que no es menester sino comulgar e irse a comer o pasear, sin mas mirar lo que se ha recibido, ni dar mas gracias por tan gran merced? (SAN JUAN DE AVILA, Obras completas, 1, p. 250)

1042 Que miseria y que desorden es ver como se conducen tantos sacerdotes, acabada la Misa... No bien llegados a la sacristía, los labios todavía teñidos con la sangre divina y rezada de cualquier modo cualquier breve oración, sin devoción ni atención alguna, ponerse a charlar de cosas inútiles o de negocios mundanos, o salen del templo y se van a pasear a Jesucristo por las calles, pues aun le llevan en el pecho (SAN ALFONSO M. DE LIGORIO, Misa y Oficio atropellados, 1. c., p. 422)

1043 El amor a Cristo, que se ofrece por nosotros, nos impulsa a saber encontrar, acabada la Misa, unos minutos para una acción de gracias personal, intima, que prolongue en el silencio del corazón esa otra acción de gracias que es la Eucaristía. `, Como dirigirnos a El, como hablarle, como comportarse?
No se compone de normas rígidas la vida cristiana [...]. Pienso, sin embargo, que en muchas ocasiones el nervio de nuestro dialogo con Cristo, de la acción de gracias después de la Santa Misa, puede ser la consideración de que el Señor es, para nosotros, Rey, Medico, Maestro, Amigo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 92)

1043b Cuando le recibas, dile: Señor, espero en Ti; te adoro, te amo, auméntame la fe.
Sé el apoyo de mi debilidad, Tú, que te has quedado en la Eucaristía, inerme, para remediar la flaqueza de las criaturas (SAN JOSEMARÍA ESCRIVA, Forja, n. 832).

El culto y veneración debidos al Santísimo Sacramento

1044 Nadie puede dudar que todos los cristianos, según la costumbre siempre en boga en la Iglesia católica, deben rendir, al venerar este santísimo sacramento, el culto de labia debido al verdadero Dios [...]. Creemos que en el esta presente aquel mismo Dios, de quien dice el Padre eterno al introducirlo en el mundo: Y adórenle todos los ángeles de Dios (Hb 1, 6; Sal 97, 7), a quien los Magos postrándose adoraron (Mt 2, 11), al que, según testimonio de la Escritura, fue adorado en Galilea por los Apóstoles (Mt 28, 17) (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 5)

La reserva del Santísimo Sacramento

1045 La costumbre de guardar en el sagrario la santa eucaristía es tan antigua que era conocida hasta en el siglo del Concilio de Nicea. Añádase que el llevar la eucaristía a los enfermos y, para este fin, conservarla cuidadosamente en las iglesias, además de ser cosa muy puesta en razón, se encuentra en muchos concilios como precepto y ha sido observado por la antiquísima costumbre de la Iglesia católica (CONC. TRENTO, Ses. XIV, cap. 6)