1366 Un hombre vale lo que vale su corazón, podemos decir con lenguaje nuestro. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa 164).
1367 Dios nos ha dado un corazón para vivir y para todo lo que nos puede llenar, sobre todo el tu. Pero sin El, todo es demasiado poco. O buscamos en El nuestra felicidad, o nos equivocarnos lanzados a la caza de la felicidad, de desengaño en desengaño, hasta el hastío y la nausea, (JUAN PABLO II, Hom. en Attotting, 18-XI-1980).
1367b La tradición espiritual de la Iglesia también presenta el corazón en su sentido bíblico de "lo más profundo del ser" "en sus corazones" (ter 31, 33), donde la persona se decide o no por Dios (cfr. Dt 6, 5; Dt 29, 3; Is 29, 13; Ez 36, 26; Mt 6, 21; Lc 8, 15; Rm 5, 5) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 368).
1367c El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito (según la expresión semítica o bíblica: donde yo "me adentro"). Es nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de nadie; solo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del encuentro, ya que, a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la Alianza (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2563).
1368 Yo no cuento con un corazón para amar a Dios, y con otro para amar a las personas de la tierra. Con el mismo corazón con el que he querido a mis padres y quiero a mis amigos, con ese mismo corazón amo yo a Cristo, y al Padre, y al Espíritu Santo y a Santa María (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 166).
1386b La sexta bienaventuranza proclama: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Mt 5, 8). Los "corazones limpios" designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad (cfr. 1Ts 4, 3-9; 2Tm 2, 22), la castidad o rectitud sexual (cfr.1Ts 4, 7; Col 3, 5; Ef 4, 19), el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe (cfr. Tt 1, 15; 1Tm 1, 3-4; 2Tm 2, 23-26). Existe un vínculo entre la pureza del corazón, la del cuerpo y la de la fe:
Los fieles deben creer los artículos del Símbolo "para que, creyendo, obedezcan a Dios; obedeciéndole, vivan bien; viviendo bien, purifiquen su corazón; y purificando su corazón, comprendan lo que creen" S. Agustín, fid. Et symb. 10, 25) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2518).
1369 De ti proviene esta atracción a tu alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descansa en ti (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 1, 1, 1).
1370 El hombre no puede vivir sin amor. El permanece para si mismo un ser incomprensible, su vida esta privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en el vivamente (JUAN PABLO II, Enc. Redemptor Hominis, 2, 10).
1371 Es una pena no tener corazón. Son unos desdichados los que no han aprendido nunca a amar con ternura. Los cristianos estamos enamorados del Amor: el Señor no nos quiere secos, tiesos, como una materia inerte. ¡Nos quiere impregnados de su cariño! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 183).
1372 La tierra, si no se la cultiva, produce espinas y abrojos; igualmente, el alma del pecador, si no es cultivada por la gracia, solo lleva abrojos y zarzas de pecados. Espinas y abrojos te producirá (Gn 3, 18) (SANTO TOMÁS Sobre el Padrenuestro, 1. c., 135).
1373 Nuestro corazón se dilata. Del mismo modo que el calor dilata los cuerpos, así también la caridad tiene un poder dilatador, pues se trata de una virtud cálida y ardiente. Esta caridad es la que abría la boca de Pablo y dilataba su corazón [...]. Nada encontraríamos mas dilatado que el corazón de Pablo, el cual, como un enamorado, estrechaba a todos los creyentes con el fuerte abrazo de su amor, sin que por ello se dividiera o debilitara ese amor, sino que se mantenía integro en cada uno de ellos. Y ello no debe admirarnos, ya que este sentimiento de amor no solo abarcaba a los creyentes, sino que en su corazón tenían también cabida los infieles de todo el mundo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la 2.a Epístola a los Corintios, 13).
1374 Tened unos para con otros un corazón grande, con mansedumbre, como lo tiene Dios para con vosotros (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a S. Policarpo de Esmirna, 5, 1 ss.).
1375 Preséntame un corazón amante y comprenderá lo que digo. Preséntame un corazón inflamado en deseos, un corazón hambriento, un corazón que, sintiéndose solo y desterrado en este mundo, esté sediento y suspire por las fuentes de la patria eterna, preséntame un tal corazón y asentirá en lo que digo. Si, por el contrario, hablo a un corazón frío, este nada sabe, nada comprende de lo que estoy diciendo (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 26).
1376 ¿Y que cosa mas cercana al hombre que su corazón? Allá en el interior es donde me han descubierto todos los que me han encontrado. Porque lo exterior es lo propio de la vista. Mis obras son reales y, sin embargo, son frágiles y pasajeras; mientras que yo, su Creador, habito en lo mas profundo de los corazones puros (ANONIMO DEL s. XIII, Meditación sobre la Pasión y Resurrección de Cristo, 38; PL 184, 766).
1377 No se encuentra vestigio alguno de bondad en el corazón del que la avaricia ha hecho su morada (SAN LEON, Sobre la Pasion, 9).
1378 Oh, Dios, crea en mi un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro hay que quebrantar antes el impuro (SAN AGUSTÍN, Sermón 19).
1379 Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tu no lo desprecias. Este es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las mas lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar (SAN AGUSTÍN, Sermón 19).
1380 Me das la impresión de que llevas el corazón en la mano, como ofreciendo una mercancía: ¿quien lo quiere? -Si no apetece a ninguna criatura, vendrás a entregarlo a Dios. ¿Crees que han hecho así los santos? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 146).
1381 Nada mas familiar y mas intimo como mi propio corazón. Y también ningún enemigo mas grande para mi como el (CASIANO, Colaciones, 18, 16).
1382 Si tuvieras el trigo en lugares bajos, para que no se pudriese lo levarías a locales altos. Cambiarías de lugar el trigo, ¡y dejas que el corazón se estrague con las cosas inferiores! (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 122).
1383 No es pequeño el corazón del hombre capaz de abarcar tantas cosas. Si no es pequeño y si puede abarcar tantas cosas, se puede preparar en el un camino al Señor y trazar una senda derecha por donde camine la Palabra, la Sabiduría de Dios. Prepara un camino al Señor por medio de la buena conciencia, allana la senda para que el Verbo de Dios marche por ti sin tropiezos y te conceda el conocimiento de sus misterios y de su venida (ORIGENES, Hom. 21 sobre S. Lucas).
1384 La sabiduría que conduce al conocimiento y, por tanto, al amor de Dios, florece en el corazón limpio (JUAN PABLO II, Hom. 14-11-1980).
1385 ¡Que grande es el corazón del hombre! ¡Que anchura y que capacidad, con tal que sea puro! (ORIGENES, Hom. 21 sobre S. Lucas).
1386 La posibilidad de abrirse con amor a las obras de misericordia es fruto de una prolongada y dura lucha con el orgullo propio, con los malos pensamientos, con el propio egoísmo. Solo quien sabe conservar el corazón "intacto" sustrayéndole a las sugestiones de los entusiasmos pasajeros y dispersos, puede expresar en su vida una autentica capacidad de donación. Por otra parte, tal empeño encontrara el secreto de una plena realización personal, porque "quien ama al prójimo perfecciona su caridad hacia Dios, porque el mismo recibe en si lo que hace por el prójimo (San Basilio)" (JUAN PABLO II, Hom. 14-II-1980).