Antología de Textos
VIGILANCIA
1. San Lucas cierra el tiempo de la predicación pública del Señor precisamente con este llamamiento: velad, tened cuidado. Son palabras dirigidas a todos los hombres de todos los tiempos. El cristiano ha de estar vigilante porque dará cuenta a Dios de sus días, quizá cuando menos lo espere. No podemos dejar que se ofusquen nuestros corazones con la glotonería y embriaguez, y los cuidados de esta vida (Lc 21, 34).
Para el cristiano vigilante no vendrá ese último día como ladrón en la noche (1Ts 5, 2), no habrá sorpresas, porque cada día habrá sido un encuentro con Dios. Para mantener ese estado de alerta es necesario luchar. San Pablo compara esta vigilia a la "guardia" que hace el soldado bien armado que no se deja sorprender (cfr. 1Ts 5, 4-11). Y San Pedro advertía a los primeros cristianos: hermanos, sed sobrios y estad en vela, porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros, en basca de presa que devorar (1P 5, 8).
2. Es necesario estar vigilantes contra los enemigos de Dios, pero también contra la complicidad que ofrecen nuestras malas inclinaciones: vigilad y orad para no caer en la tentación, porque si bien el espíritu está pronto, la carne es débil (Mt 26, 41).
Estamos alerta cuando cuidamos la oración personal, que evita la tibieza y con ella la falta de deseos de santidad, y cuando vivimos la mortificación, que nos mantiene despiertos para las cosas de Dios.
Dios mismo cuida de nosotros con especial solicitud, mientras caminamos. "Vela sobre nosotros, incansable y cuidadoso" (SAN BERNARDO, Sermón sobre el Salmo 90). Yenvía a sus ángeles cerca de ti, dice el Salmo, para que te guarden en todos tus caminos (Sal 90, 11). "Por eso mismo hemos de velar con más cuidado -añade San Bernardo-, ya que no habría tanta solicitud por nosotros en el cielo si no nos viesen tan necesitados. No pondrían tantos guardianes si no fuera tanta la asechanza" (Ibídem).
3. Nuestra vigilancia ha de estar en las cosas pequeñas que llenan el día. "Ese modo sobrenatural de proceder es una verdadera táctica miliar. -Sostienes la guerra -las luchas diarias de tu vida interior- en posiciones, que colocas lejos de los muros capitales de tu fortaleza.
"Y el enemigo acude allí: a tu pequeña mortificación, a tu oración habitual, a tu trabajo ordenado, a tu plan de vida: y es difícil que llegue a acercarse hasta los torreones, flacos para el asalto, de tu castillo. -Y si llega, llega sin eficacia" (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Camino, n. 307). Si consideramos en nuestro examen de conciencia "las pequeñas cosas de cada día", encontraremos nuestro camino y las raíces de nuestros posibles descaminos. Las cosas pequeñas son siempre antesala de las grandes.
Hemos de rezar siempre, pero hay momentos en que esa oración se ha de intensificar. Abandonarla sería dejar a Cristo y quedar a merced del enemigo.
Y siempre, y en toda circunstancia, pidiendo ayuda al Señor. Velad, pues, orando en todo tiempo, nos dice el Señor...
Este tiempo de la vida es corto. Y el Señor debe encontrarnos en estado de vigilia y no adormecidos.
Citas de la Sagrada Escritura
Vela sobre ti, atiende a la enseñanza, insiste en ella. Haciendo así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchan. 1Tm 4, 16
Yo sé que después de mí partida vendrán a vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño, y que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que enseñen doctrinas perversas para arrastrar a los discípulos en su seguimiento. Velad, pues, acordándoos de que por tres años, noche y día, no cesé de exhortaros a cada uno con lágrimas. Hch 20, 29-31
Yo duermo, pero mí corazón vela. Es la voz del amado que llama: ¡Ábreme, hermana mía, amada mía, paloma mía, inmaculada mía!. Que está mí cabeza cubierta de rocío y mis cabellos de la escarcha de la noche. Ct 5, 2
Amo a los que me aman, y el que me busca me hallará. Pr 8, 17
Entonces estarán dos en el campo, uno será tomado y otro será dejado. Dos molerán en la muela, una será tomada y otra será dejada
Velad, pues, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor. Pensad bien que si el padre de familia supiera en qué vigilia vendría el ladrón, velaría y no permitiría horadar su casa. Por eso vosotros habéis de estar preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre. Mt 24, 40-44
Llegaron más tarde las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. Velad, pues que no sabéis el día ni la hora. Mt 25, 11-13
Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y angustiarse. Entonces les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. Mt 26, 37-38
Y viniendo a los discípulos, los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no caigáis en la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca. Mt 26, 40-41
Estad alerta, velad, porque no sabéis cuándo será el tiempo. Como el hombre que parte de viaje, al dejar su casa, encargó a sus siervos a cada uno su obra, y al portero le encargó que velase. Velad, pues, vosotros, porque no sabéis cuándo vendrá el amo de la casa, si por la tarde, si a medianoche, o al canto del gallo, o a la madrugada, no sea que, viniendo de repente, os encuentre dormidos. Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad. Mc 13, 33-37
Estad atentos, no sea que se emboten vuestros corazones por la crápula, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, y de repente venga sobre vosotros aquel día como un lazo; porque vendrá sobre todos los moradores de la tierra. Velad, pues, en todo tiempo y orad, para que podáis evitar todo esto que ha de venir y comparecer ante el Hijo del hombre. Lc 21, 34-36
Tened ceñidos vuestros lomos y encendidas las lámparas, y sed como hombres que esperan a su amo de vuelta de las bodas, para que, al llegar él y llamar, al instante le abran. Dichosos los siervos aquellos a quienes el amo hallare en vela; en verdad os digo que se ceñirá, y los sentará a la mesa, y se prestará a servirlos. Ya llegue a la segunda vigilia, ya a la tercera, silos encontrare así, dichosos ellos. Vosotros sabéis bien que, si el amo de casa conociera a qué hora habría de venir el ladrón, velaría y no dejaría horadar su casa. Lc 12, 35-40
Velad y estad firmes en la fe, obrando varonilmente y mostrándoos fuertes. 1Co 16, 13
El fin de todo está cercano. Sed, pues, discretos y sobrios (para prepararse) a la oración. 1P 4
Sed sobrios y vigilad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda rondando y busca a quien devorar. 1P 5, 8
Por lo cual, ceñidos los lomos de vuestra mente y viviendo sobriamente, tened vuestra esperanza completamente puesta en la gracia que os ha traído la revelación de Jesucristo. 1P 1, 13
Cuanto a vosotros, hermanos, no viváis en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Por consiguiente, no durmamos como los otros, sino que estemos vigilantes y vivamos sobriamente. Los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, hijos del día, seamos sobrios, revestidos de la coraza de la fe y de la caridad y del yelmo de la esperanza en la salvación. Que no nos destina Dios a la ira, sino a la adquisición de la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros para que, ya velemos, ya durmamos, vivamos unidos a El, 1Ts 5, 4-10
Al ángel de la iglesia de Sardes escribe: Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras y que tienes nombre de vivo, pero estás muerto. Estáte alerta y consolida lo demás, que está para morir, pues no he hallado perfectas tus obras en la presencia de mi Dios. Por tanto, acuérdate de lo que has recibido y has escuchado, y guárdalo y arrepiéntete. Porque, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás la hora en que vendré a ti. Ap 3, 1-3
He aquí que vengo como ladrón; bienaventurado el que vela y guarda sus vestidos para no andar desnudo y que se vean sus vergüenzas. Ap 16, 15
Tomad el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios, con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo tiempo en espíritu, y para ello velando con toda perseverancia y súplica por todos los santos. Ef 6, 17-18
Aplicaos a la oración, velad en ella con hacímiento de gracias, orando a una también por nosotros; para que Dios nos abra puerta para la palabra, para anunciar el misterio de Cristo, por amor del cual estoy preso. Col 4, 2-3
"No sabemos ni el día ni la hora"
5355 [...] cada cual ha de ser juzgado en el estado en que salga de este mundo; y por esto ha de velar todo cristiano, para que la llegada del Señor no le encuentre dormido: y le encuentra en esta situación al que en el último día de su vida le encuentra desprevenido (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. III, p. 202).
5356 Quiso el Señor que nos fuese desconocida la última hora, para que, no pudiendo preverla, estemos siempre preparándonos para ella (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 106).
5357 Siempre hemos de tener presente la hora de nuestra salida; siempre hemos de tener ante los ojos del alma este consejo de Nuestro Redentor: Velad, porque no sabéis el día ni la hora (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 12 sobre los Evang.).
5358 Estad vigilantes, pues no sabéis cuándo llegará vuestro Señor. Pensad bien que si el padre de familias supiera en qué vigilia vendría el ladrón [...]
Con esto parece confundir a aquellos que no ponen tanto cuidado en guardar su alma, como en guardar sus riquezas del ladrón que esperan (SAN JUAN CRISÓSTOMO en Catena Aurea, vol. III, p. 204).
5359 A nadie se le ha prometido nunca el día de mañana (SAN AGUSTÍN, Sermón 87).
Vigilancia en la doctrina
5360 Se dejaron seducir por el brillo de un lenguaje acicalado y por ciertas máximas de los filósofos. Estas, a primera vista, no parecían estar en pugna con nuestros sentimientos religiosos ni en desacuerdo con nuestra santa fe. Tenían el brillo del oro; pero en realidad era un brillo falso, postizo. Por eso, después de haberse dejado engañar con esta apariencia de doctrina que, en la superficie, parecía inocua y verdadera, se encontraron de pronto en la miseria más absoluta, como quienes se han provisto sólo de moneda falsa (CASIANO, Colaciones, 1).
5361 Como piezas falsas que imitan la moneda del rey legitimo, parecen estas obras, a primera vista, impresas con el troquel de la piedad o acuñadas con ella. Pero en realidad no llevan la impronta de la moneda autorizada, quiero decir, de los Padres católicos, reconocidos universalmente, ni proceden de la oficina legal de los antepasados, ya que no forman parte del genuino legado de sus enseñanzas. Al contrarío, son piezas fabricadas clandestinamente y en forma fraudulenta por los mismos demonios, que las hacen circular en seguida para engatusar a los ingenuos e ignorantes (CASIANO, Colaciones, 1).
Parte de la virtud de la prudencia
5362 A la vigilancia se opone la negligencia o falta de solicitud debida, que procede de cierta desgana de la voluntad, lo cual impide que el entendimiento sea impulsado y movido a imperar lo que debe o en la forma que debe (SANTO TOMÁS, S.Th. II-II, q. 54, a. 3).
5363 Cuidad que no se os oscurezcan las luces de vuestra inteligencia: porque los cuidados de esta vida ahuyentan la prudencia, hacen vacilar la fe y causan el naufragio (TITO BROCENSE, en Catena Aurea, vol. VI, p. 420).
5364 La prudencia está en guardia y en vigilancia diligente, no sea que insinuándose poco a poco una mala inclinación, nos engañemos y caigamos (SAN AGUSTÍN, De las costumbres de la Iglesia, 24).
Para custodiar el amor a Dios
5365 Vela con el corazón, vela con la fe, con la caridad, con las buenas obras [...]; prepara las lámparas, cuida de que no se apaguen, alímentándolas con el aceite interior de una recta conciencia; permanece unido al Esposo por el Amor, para que El te introduzca en la sala del banquete, donde tu lámpara nunca se extinguirá (SAN AGUSTÍN, Sermón 93).
5366 Me pondré de centinela, me plantaré en la atalaya, velaré para escuchar lo que me dice, lo que responde a mis quejas. Procuremos, hermanos, ponernos también nosotros de centinela, porque la vida presente es tiempo de lucha (SAN BERNARDO, Sermón 5).
5367 Para custodiar el Amor se precisa la prudencia, vigilar con cuidado y no dejarse dominar por el miedo. Entre los autores clásicos de espiritualidad, muchos comparan al demonio con un perro rabioso, sujeto por una cadena: sí no nos acercamos, no nos morderá, aunque ladre continuamente. Sí fomentáis en vuestras almas la humildad, es seguro que evitaréis las ocasiones, reaccionaréis con la valentía de huir; y acudiréis diariamente al auxilio del Cielo, para avanzar con garbo por este sendero de enamorados (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 180).
5368 No sabemos cuán grande es un pecado. No sabemos cuán sutil y penetrante es un mal. Da vueltas a nuestro alrededor y entra por cada rendija, o mejor, por cada poro. Es como el polvo, que todo lo cubre. contaminándonos por todos lados, y hace necesaria una atención y limpieza constantes (CARD. J. H. NEWMAN, Dom. de Septuagésima, Serm. del juicio).
Para no caer en la tentación
5369 Estad en vela, porque cuando el cuerpo duerme es nuestra naturaleza la que domina y obramos no guiados por nuestra voluntad, sino por los impulsos de nuestra naturaleza. Y cuando un pesado sopor, por ejemplo, la pusilanimidad o la tristeza, domina el alma, ésta es dominada por el enemigo y, bajo los efectos de ese sopor, hace lo que no quiere. Los impulsos dominan a la naturaleza y el enemigo al alma (SAN EFREN, Coment. al Diatéssaron, 18, 15-17).
5370 En fin, es menester siempre velar y orar, porque no hay mejor remedio para descubrir las cosas ocultas del demonio y hacerle dar señal que con la oración (SANTA TERESA, C. de perfección, 7, 6).
5371 El diablo no permite a aquellos que no velan, que vean el mal hasta que lo han consumado (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 111, p. 345).
5372 Si estás dormido y tu corazón no está en vela, se marcha sin haber llamado; pero si tu corazón está en vela, llama y pide que se le abra la puerta (SAN AMBROSIO, Coment. sobre el Salmo 18).
5373 Pero tened presente que, cum dormirent homines, mientras dormían los hombres, vino el sembrador de la cizaña, dice el Señor en una parábola (Mt 13, 25). Los hombres estamos expuestos a dejarnos llevar del sueño del egoísmo, de la superficialidad, desperdigando el corazón en mil experiencias pasajeras, evitando profundizar en el verdadero sentido de las realidades terrenas. ¡Mala cosa ese sueño, que sofoca la dignidad del hombre y le hace esclavo de la tristeza! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 147).
5374 Este adversario enemigo nuestro por donde quiera que pueda procura dañar; y pues él no anda descuidado, no lo andemos nosotras (SANTA TERESA, C. de perfección, 19, 13).