Catena Áurea
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← Lc 7, 23-28 →
Y cuando se hubieron ido los mensajeros de Juan, comenzó a decir de Juan a las gentes: "¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña movida del viento? ¿Mas qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido de ropas delicadas? Ciertamente los que visten ropas preciosas, y viven en delicias, en las casas de los reyes están. ¿Mas qué salisteis a ver? ¿Un profeta? En verdad os digo, y más que profeta. Este es, del que está escrito: He aquí envío mi Angel delante de tu faz, que aparejará tu camino delante de ti; Porque yo os digo que entre los nacidos de mujeres no hay mayor profeta que Juan el Bautista: mas el que es menor en el reino de Dios, es mayor que él". (vv. 23-28)
San Cirilo
El Señor comprendió (como que conocía los secretos de los hombres) que algunos dirían: si hasta hoy San Juan no conoce a Jesús, ¿cómo es que nos lo ha predicado diciendo: He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo ( Jn 1, 29)? Para curar este mal que les había acometido, alejó el daño que procedía del escándalo. Por lo que se dice: "Y cuando se hubieron ido los mensajeros de Juan, comenzó a decir a las gentes, refiriéndose a San Juan: ¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña movida por el viento?" Como diciendo: Os habéis admirado del Bautista y habéis recorrido muchas veces las inmensas distancias del desierto para poder llegar a donde estaba él. En vano habéis hecho esto si habéis creído que era un hombre variable, que pueda compararse a una caña agitada por el viento, pues tal parece ser si dice por ligereza que ignora lo que ha conocido.
Tito Bostrense
No habríais dejado las ciudades para ir al desierto (donde todo falta), si no hubiérais tenido confianza en ese hombre.
Griego
El Señor dijo todo esto después que se hubieron marchado los discípulos de San Juan. No quiso decirlo cuando ellos estaban delante para que no creyesen que adulaba.
San Ambrosio
El Bautista no es alabado aquí sin razón, porque prefirió la justicia a la vida, y no temió la muerte. Aquí parece que se compara el mundo a un desierto estéril y sin cultivar, en el cual dice el Señor que no debemos marchar por las huellas de los hombres que, vacíos de toda virtud interior, están llenos de pensamientos carnales y orgullosos con la frágil gloria del siglo. Con razón se les compara a una caña, por su exposición a las tempestades del mundo y la vida móvil que los inquieta.
Griego
El vestido y la prisión son también un testimonio infalible de la vida de San Juan, pues no hubiera sido encerrado en la cárcel si hubiera buscado el favor de los príncipes. Por lo que sigue: "Pero qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido de ropas delicadas? Ciertamente los que visten ropas preciosas, y viven en delicias, en las casas de los reyes están". Da a entender con esto que los que visten bien viven entre las delicias.
Crisóstomo hom. 24 in Epist. ad Hbr
El vestido agradable descompone la rectitud del alma y si un cuerpo rígido y áspero viste esta clase de ropas, concluye por volverse muelle y delicado. Cuando el cuerpo se enerva, también es necesario que el alma sufra detrimento, porque las acciones del cuerpo están en perfecta armonía con las disposiciones del alma.
San Cirilo in Thesaurus, ut sup
¿Cómo tanta diligencia religiosa para contener las pasiones de la carne podría venir a parar a tanta ignorancia, sino por la veleidad de un espíritu que no busca la austeridad sino las delicias mundanas? Luego si imitáis a Juan porque huye de las delicias, concededle la firmeza que conviene a su continencia. Si, por el contrario, nada más se debe a la honestidad de su vida, ¿por qué, despreciando el culto de lo que es delicado, admiráis a ese salvaje del desierto con grosero vestido de pelo de camello?
Crisóstomo in Mat. hom. 38
Por medio de una y otra cosa nos da a entender el Salvador que San Juan ni se doblegaba fácilmente ni gustaba de la vida regalada.
San Ambrosio
Y aun cuando a la mayoría afemine el cuidado del vestido muelle, sin embargo, parece que aquí se significa otra clase de vestido, a saber, los cuerpos humanos con los que se visten nuestras almas. Así, los vestidos muelles son los placeres y las costumbres regaladas. Por consiguiente, aquellos que deleitan sus miembros con los placeres, desterrados son del reino de los cielos. Los príncipes de este mundo y de las tinieblas se apoderan de ellos, pues éstos son los reyes que dominan a los emuladores de sus obras.
San Cirilo in Thesaurus ut sup
Acaso es inútil excusar en esto a San Juan, puesto que confesáis que es digno de imitación. De donde añade: "¿Mas qué salisteis a ver? ¿Un profeta? En verdad os digo, y más que profeta". Porque los profetas predicaban que Jesús había de venir, pero San Juan no sólo predicó que vendría, sino que indicó que estaba presente, cuando dijo: "He aquí el Cordero de Dios" ( Jn 1, 29).
San Ambrosio
Es también el más grande de los profetas (o más que profeta), porque en él concluyeron y porque muchos deseaban ver a quien éste vio y a quien éste bautizó.
San Cirilo
Cuando el Salvador hubo hablado del lugar, de los vestidos, y de las gentes que lo seguían, habló de sus costumbres, citando el testimonio del profeta Malaquías, diciendo: "Este de quien está escrito: He aquí que mando a mi ángel".
Tito Bostrense
Llama ángel a un hombre no porque fuese ángel por naturaleza, puesto que era un hombre, sino porque obraba como un ángel, anunciando la venida del Señor.
Griego
En cuanto dice: "Delante de tu faz", designa la proximidad, pues apareció a los hombres cerca de la venida de Jesucristo. Debe ser considerado más que profeta, así como aquellos que están en la milicia más cerca del rey son considerados como los más dignos y como sus familiares.
San Ambrosio
Preparó el camino al Señor no sólo cuando iba a nacer según la carne, naciendo antes que El y siendo su precursor, sino también precediéndolo en su gloriosa pasión. Por lo que sigue: "Que preparará tu camino delante de ti". Pero si Jesucristo es profeta, ¿cómo puede decirse que San Juan es el mayor de los profetas? Fue el más grande entre los nacidos de mujer no virgen. Fue mayor que todos éstos, con quienes pudo igualarse en el modo de nacer. Por lo que sigue: "Por tanto, yo os digo, que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta, que Juan el Bautista".
Crisóstomo in Mat. hom. 38
Es muy suficiente la palabra del Señor dando testimonio de la supremacía de San Juan entre todos los demás hombres. No obstante, si alguno quiere ver realizado ese oráculo, lo hallará considerando los alimentos que tomaba, la vida que observaba y la excelencia de su alma. Vivía en la tierra como si hubiese bajado del cielo. Casi no tenía cuidado alguno de su cuerpo. Su mente siempre estaba elevada en la contemplación de la otra vida. Unicamente estaba unido con Dios, y separado de todo cuidado de la tierra. Su conversación era severa y agradable, pues cuando hablaba con el pueblo de los judíos, lo hacía varonil y fervorosamente; cuando hablaba con el rey, lo hacía de una manera atrevida; y a sus discípulos hablaba con sencillez. No hacía nada en vano ni inútilmente, sino que todo lo hacía con la mayor prudencia.
Isidoro Abad
También puede decirse que San Juan es el mayor entre los nacidos de mujer, porque ya profetizó desde el vientre de su madre y, cuando todavía estaba en tinieblas, no desconoció la luz que ya había venido.
San Ambrosio
En fin, de tal modo no podía compararse Juan al Hijo de Dios, que se estima inferior a los ángeles. Por lo que sigue: "Mas el que es menor en el reino de Dios, es mayor que él".
Beda
Esta sentencia puede entenderse de dos maneras. O llamó reino de Dios al que todavía no poseemos (en el que viven los ángeles), y en el que cada uno de ellos, por pequeño que sea, es mayor que el primer justo que todavía soporta un cuerpo que oprime a su alma. O bien, por ese reino de Dios ha querido significar la Iglesia de este tiempo y, entonces, el Señor habló de sí mismo, que era menor que Juan por el tiempo de su nacimiento, pero que era mayor que él por la autoridad divina y por el soberano poder. De allí que según la primera exposición, el sentido es éste: "El que es menor en el reino de los cielos, es mayor que él", y según la segunda: "El que es menor, es más grande que él en el reino de Dios".
Crisóstomo ut sup
Y añadió esto para que no tuviesen ocasión los judíos de creer que San Juan era mayor que Jesucristo, en atención a las muchas alabanzas. No creáis, sin embargo, que haya dicho comparativamente que era mayor que Juan.
San Ambrosio
Esta naturaleza es diferente y no debe compararse con las naturalezas humanas. No puede haber comparación alguna entre Dios y el hombre.
San Cirilo
Místicamente, al mismo tiempo que manifiesta la preeminencia de Juan sobre los nacidos de mujer, presenta en contra algo que es mayor, a saber: El que ha nacido Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo, pues el reino de Dios es el Espíritu de Dios. Aun cuando por nuestras obras y por nuestras virtudes somos menores que aquellos que conocieron los secretos de la ley (a quienes el Bautista representaba), sin embargo, nosotros llegamos a mayor altura por medio de Jesucristo, cuando nos hacemos partícipes de su naturaleza divina.