Catena Áurea
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← Lc 17, 1-2 →
Y dijo a sus discípulos: "Imposible es que no vengan escándalos. ¡Mas ay de aquel por quien vienen! Más le valdría que le pusiesen al cuello una piedra de molino y le lanzasen en el mar, que escandalizar a uno de estos pequeñitos". (vv. 1-2)
Teofilacto
Como los fariseos, tan avarientos, combatían a Jesucristo porque predicaba la pobreza, les propuso la parábola del rico y de Lázaro. A continuación habla con sus discípulos de los fariseos, diciéndoles que eran cismáticos y que obstruían los caminos del Señor, por ello sigue: "Y dijo a sus discípulos: Es imposible que no vengan escándalos", esto es, impedimentos de la predicación buena y agradable a Dios.
Crisóstomo
Hay dos clases de escándalos, unos que impiden la gloria de Dios y otros que sólo aprovechan para ofrecer obstáculos a nuestros hermanos. Porque las invenciones de los herejes y toda palabra que se dice en contra de la verdad, se opone a la gloria de Dios. Pero aquí no parece que se trate de estos escándalos, sino más bien de los que ocurren entre los amigos y los hermanos, como son las riñas, las detracciones y otras cosas por el estilo. Por esto añade después: "Si pecare tu hermano contra ti, corrígele", etc.
Teofilacto, super Necesse est ut veniant scandala
O bien, da a entender que es necesario que se susciten muchos obstáculos a la predicación y a la verdad, así como los fariseos estorbaban la predicación de Jesucristo. Pero se preguntará: Si es necesario que se susciten escándalos, ¿por qué condena el Señor al autor de ellos? Sigue pues: "¡Mas ay de aquel por quien venga el escándalo!". Porque todo lo que nace de la necesidad es venial o digno de perdón, si bien hay que observar que esta necesidad procede del libre albedrío. Viendo, pues, el Señor se esfuerzan cómo los hombres por obrar mal y que no piensan en hacer algo bueno, dijo que los escándalos son una consecuencia necesaria de semejante conducta; como el médico que, viendo la intemperancia de alguno, dice: Preciso es que éste enferme. Por lo tanto, el Salvador dice: ¡Ay de aquel que cause escándalos! Y le amenaza con el castigo diciendo: "Más le valdría que le pusiesen al cuello una piedra de molino y le lanzasen en el mar", etc.
Beda
Habla como era costumbre en la Palestina, porque los mayores crímenes entre los antiguos judíos se castigaban así, atando una piedra al cuello y arrojándola al fondo del mar. En realidad sería mucho mejor que sufriese inocente esta pena que, aunque tan atroz, al fin es temporal y concluye su vida corpórea, que dar a su hermano inocente la muerte eterna de su alma. Y con razón aquel que puede escandalizarse se llama pusilánime, porque el que tiene grandeza de alma, vea lo que viere y ocúrrale lo que le ocurra, no se aparta de la fe. Siempre que podamos, debemos evitar -sin pecar- el escándalo de nuestros prójimos, pero si el escándalo toma ocasión de la verdad, más vale permitir el escándalo que abandonar la verdad.
Crisóstomo
Por la pena del que escandaliza se puede conocer el premio del que salva. Si la salvación de una sola alma no fuese para El de tanta importancia, no amenazaría a los que escandalizan con un castigo tan grande.