Catena Áurea

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Y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos juntaron concilio y decían: "¿Qué hacemos? porque este hombre hace muchos milagros. Si lo dejamos así, creerán todos en El; y vendrán los romanos y arruinarán nuestra ciudad y nación". Mas uno de ellos, llamado Caifás, que era el sumo pontífice de aquel año, les dijo: "Vosotros no sabéis nada. Ni pensáis que os conviene que muera un hombre por el pueblo, y no que toda la nación perezca". Mas esto no lo dijo de sí mismo, sino que siendo sumo pontífice aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación, y no solamente por la nación, mas también para juntar en uno los hijos de Dios, que estaban dispersos. Y así, desde aquel día pensaron cómo le darían la muerte. (vv. 47-53)


Teofilacto.
Era conveniente admirar y ensalzar a Aquel que tales prodigios obraba, pero ellos más bien maquinan darle la muerte. "Y los príncipes de los sacerdotes y los fariseos juntaron concilio", etc.

San Agustín In Ioannem tract., 49.
Ellos no dicen: "Creemos". Estos hombres perdidos se ocupaban mejor de hacer daño y de matar, que de la manera de salvarse a sí mismos. Y, sin embargo, temían y se consultaban unos a otros: "¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchos milagros".

Crisóstomo In Ioannem hom., 64.
Todavía lo llaman hombre los mismos que acababan de tener una prueba tan grande de su divinidad 1.

Orígenes In Ioannem tom., 28.
Es de considerar, oídas sus palabras, su necedad y su ceguera. Su necedad, porque ellos habían sido testigos de los muchos milagros que había hecho y, sin embargo, creían poder conspirar contra El, como si El mismo no tuviera poder para burlar sus maquinaciones. En esto consistía también su ceguedad, porque era preciso que Aquel que había hecho tantos milagros se desembarazase de sus asechanzas, a no ser que creyesen que realmente hacía milagros, pero que estos milagros no los hacía en virtud del divino poder. Así, ellos determinaron no dejarlo ir, creyendo que esto sería un gran impedimento para los que creían en El, y que así los romanos no les quitarían su ciudad y nación. "Si lo dejamos así, creerán todos en El", etc.

Crisóstomo ut supra.
Con estas palabras querían atemorizar al pueblo, haciéndoles ver el peligro en que estaban de que se sospechase que querían declararse en poder independiente; palabras que equivalen a estas otras: Si los romanos lo ven seguido de la muchedumbre, sospecharán que queremos erigirnos en poder independiente, y destruirán la ciudad. Pero todo lo que decían era pura ficción, porque ¿cuáles eran los motivos para sospechar esto? ¿Iba El acaso rodeado de gente armada y seguido de escuadrones? ¿Acaso no buscaba los desiertos? Pero para que no se pensara que esto lo decían con el intento de preparar su muerte, dicen que toda la ciudad está en peligro.

San Agustín ut supra.
O bien, temían que si todos creían en Cristo no quedase nadie para defender la ciudad y el templo de Dios contra los romanos, porque bien sabían que la doctrina de Cristo era contraria al mismo templo y a las leyes de sus antepasados. Temían, pues, perder los bienes temporales, y nada les importaba perder la vida eterna, en que no pensaban. Pero a pesar de todo esto, finalmente los romanos, después de la pasión y de la resurrección del Señor, hicieron desaparecer la ciudad, destruyéndola.

Orígenes ut supra.
Mas, según el sentido místico, los gentiles ocuparon el lugar de los circuncisos, pues por la caída de éstos vino la salvación a las naciones. En lugar de los gentiles son puestos los romanos, pasando de este modo la soberanía a quienes hasta entonces habían ejercido allí sus derechos. También la gente fue arrebatada de entre ellos, porque el que fue pueblo de Dios dejó de serlo.

Crisóstomo ut supra.
Pero mientras ellos vacilaban y proponían ese consejo para deliberar, diciendo: "¿Qué hacemos?", uno, descaradamente y con la mayor crueldad, gritó: "Mas uno de ellos, llamado Caifás, que era el sumo pontífice de aquel año".

San Agustín ut supra.
Podía uno preguntar, ¿cómo es que se dice que era pontífice de aquel año, siendo así que el Señor había establecido un único sumo sacerdote, que no debía tener sucesor sino después de su muerte? Es preciso admitir que la división y la ambición habían conducido más tarde a los judíos a tener muchos pontífices, que servían alternativamente cada año, y quizá en un mismo año había muchos, a los cuales sucedían otros en el año siguiente.

Alcuino.
Cuenta Josefo, que este Caifás había comprado por dinero el pontificado de aquel año.

Orígenes In Ioannem tom., 30.
Una prueba de la maldad de Caifás son las palabras "pontífice de aquel año", porque exponen que bajo su pontificado nuestro Salvador ejerció el ministerio de su pasión. Y sin embargo, como fuese pontífice de aquel año, les dijo: "Vosotros no sabéis nada, ni pensáis que os conviene que muera un hombre".

Crisóstomo In Ioannem hom., 65.
Como si dijera: Vosotros estáis tranquilos y miráis esto con poco interés, pero tened en cuenta que es preciso despreciar la salvación de un solo hombre para salvar el bien común.

Teofilacto.
Esto lo dijo él con una intención depravada. Sin embargo, la gracia del Espíritu Santo se valió de sus palabras para presagio del porvenir: "Mas esto no lo dijo de sí mismo, sino que siendo pontífice profetizó", etc.

Orígenes ut supra.
No todo el que profetiza es profeta, como no todo aquel que sigue la justicia es justo, como por ejemplo el que hace alguna obra por la gloria humana. Caifás, pues, profetizó, es verdad, y sin embargo no era profeta, como sucedió a Balaam ( Núm 23). Alguno podrá decir que Caifás no profetizó por inspiración del Espíritu Santo, ya que el espíritu maligno puede también dar testimonio de Jesús y profetizar acerca de El conforme a aquellas palabras ( Lc 4, 34): "Sabemos quién eres, santo de Dios". Porque su intención no es hacer fieles a los que lo escuchan, sino incitar en el pretorio contra Jesús a los que confiaban en El, para hacerlo morir. Por otra parte, las palabras "os conviene" -que forman parte de su profecía-, o son verdaderas o falsas. Si son verdaderas, se sigue que se salvarán todos aquellos que se esfuerzan en el pretorio por incitar al pueblo contra Jesús y, después de su muerte por el pueblo, llegarán a conseguir lo que les conviene. Si no son verdaderas, es evidente que el Espíritu Santo no inspiró esta profecía, porque el Espíritu Santo no puede mentir. Pero si alguno cree que Caifás es en esto verídico, (Hb 2, 9) hallará claro que Jesús ha abrazado la muerte por todos, y que El es Salvador de todos los hombres, principalmente de los fieles. Encontrará también que todas las palabras que están en este lugar, comenzando por aquellas ( 1Tim 4, 10): "Vosotros nada sabéis", son una verdadera profecía. Porque nada sabían los que ignoraban que Jesús es la verdad, la sabiduría, la justicia y la paz. Y lo que a ellos convenía era que éste solo -en cuanto hombre- muriera por el pueblo, pero no en cuanto imagen de Dios invisible ( Col 1, 15), bajo cuyo respecto no está sujeto a la muerte. Y como poderoso que es, quiso destruir y borrar en sí mismo la culpa de todo el género humano. En las palabras "mas esto no lo dijo de sí mismo", se nos ha enseñado que nosotros, hombres, decimos algunas cosas por nosotros mismos sin que ninguna fuerza extraña nos induzca a ello, mientras que hay otras que las proferimos por influencia de otro poder, aun cuando nosotros no lo podamos apreciar en toda su extensión, disponiéndonos así a escuchar lo que se dice, pero sin fijarnos en la intención de las palabras. Así Caifás no dijo nada de sí, ni conoció que lo que decía era una profecía, porque ignoraba el sentido de las palabras que proferían sus labios ( 1Tim 1, 7). Así, en la Epístola de San Pablo a Timoteo se encuentran algunos doctores de la Ley que ni saben lo que dicen ni lo que afirman.

San Agustín ut supra.
Aquí también podemos aprender que los hombres malos pueden también vaticinar lo futuro con espíritu profético, lo cual, sin embargo, el evangelista atribuye al sagrado ministerio, porque Caifás era pontífice, esto es, sumo sacerdote.

Crisóstomo ut supra.
¡Mira cuán grande es la virtud del Espíritu Santo, que de una inteligencia depravada hace salir palabras proféticas! Mira también cuán grande es la virtud y la dignidad del pontificado, pues hecho pontífice, aunque indigno, Caifás profetiza sin saber lo que dice. La gracia no toca más que a la boca, pero no llega al corrompido corazón.

San Agustín ut supra.
Caifás, pues, sólo profetizó de la nación judía, en la que estaban las ovejas de que el mismo Señor había dicho ( Mt 15, 2): "No soy enviado sino a las ovejas que perecieron de la casa de Israel". Pero el evangelista sabía que había otras ovejas que no eran de este redil, a las cuales convenía conducir, y por eso añadió: "Y no solamente por la nación, mas también para juntar en uno los hijos de Dios que estaban dispersos". Esto se dijo de la predestinación, pues entonces no había ni ovejas ni hijos de Dios.

San Gregorio Moralium 6, 13
Los perseguidores hicieron, pues, todo lo que maliciosamente habían maquinado. Prepararon su muerte para arrancar la fe que en El tenían los creyentes, pero la fe creció por los mismos medios que los incrédulos habían empleado para extinguirla. No convirtió en obsequio de su piedad, lo que la crueldad humana fraguó contra El.

Orígenes
Llenos de ira por las palabras de Caifás, decretaron la muerte del Señor. "Y así, desde aquel día pensaron cómo le darían la muerte". Y en verdad, si Caifás no profetizó por inspiración del Espíritu Santo, fue otro espíritu el que pudo a la vez hablar por la boca de un impío y excitar a sus camaradas contra Cristo. Mas el que ve aquí la inspiración del Espíritu Santo, dirá que así como muchos para constituir su depravada doctrina, se acogen a la palabra de las Escrituras dirigidas al bien general, así los oidores de esta verdadera profecía pronunciada contra Cristo, no tomándola en su verdadero sentido, se reúnen en consejo para dar muerte a Cristo.

Crisóstomo ut supra
Primero lo buscaban para darle la muerte, y ahora dan la sentencia.

Notas

1. Según la definición del Concilio de Calcedonia (451): "ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado (Hb 4, 15); engendrado del Padre antes de todos los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad, y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo" ( Dz 148).

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