Catena Áurea
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← Jn 14, 12-14 →
"En verdad, en verdad os digo: El que en mí cree, él también hará las obras que yo haga, y mayores que éstas hará; porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre yo lo haré, para que sea el Padre glorificado en el Hijo; si algo me pidiereis en mi nombre lo haré". (vv. 12-14)
Crisóstomo In Ioannem hom., 73.
Al decir el Señor: "Creed por las obras", demuestra que no solamente puede realizar éstas conocidas, sino otras mayores. Dice además (y esto aumenta la admiración), que puede conceder esta facultad: "En verdad, en verdad os digo: Quien cree en mí, las obras que yo hago él también las hará, y mayores que éstas hará", etc.
San Agustín In Ioannem tract., 81.
Pero ¿cuáles son éstas mayores? ¿Acaso el que los enfermos se curasen, cuando ellos pasaban, con la sombra únicamente? En realidad, es más curar con la sombra que con el vestido. Sin embargo, cuando esto dice, lo que hace es recomendar sus palabras y obras. Y cuando dijo: "El Padre que está en mí, El practica las obras", ¿qué otras obras podía significar si no se refería a las palabras? El fruto de sus palabras era ciertamente la fe de ellos. Y con todo, cuando los discípulos predicaban el Evangelio, los creyentes no eran en tan escaso número como ellos, sino que las naciones creyeron. Además, ¿no se apartó aquel rico de su presencia lleno de tristeza? Pues sin embargo, lo que uno no practicó habiéndolo oído de sus labios, luego lo hicieron muchos cuando habló por boca de sus discípulos. Véase cómo realizó mayores cosas predicado por los creyentes que escuchado por los presentes. Mas no debemos fijarnos solamente en que obró mayores cosas por apóstoles, siendo así que no se refiere a ellos solos cuando dice "El que cree en mí". ¿Y acaso no debemos contar entre los fieles a los que no hayan llevado a efecto mayores cosas que Cristo? Duro es esto si no se comprende. El Apóstol dice: "Al que cree en Aquel que justifica al impío, su fe le es imputada a justicia" ( Rm 4, 5). Aun en esta sola operación obramos en Cristo, porque es obra de Cristo el que creamos en El, y obra esto en nosotros, pero no sin nuestra cooperación. Atiéndase, pues: "El que cree en mí, las obras que yo hago él también las hará", porque yo hago que él haga. ¿Qué obras son éstas sino que de la impiedad pase a la justicia? Y esto lo hace Cristo en él, pero no sin él. Me atrevería a decir que esto es mucho más grande que crear el cielo y la tierra, porque el cielo y la tierra pasarán, pero la salvación y justificación de los predestinados serán eternas. Pero en los cielos los ángeles son también creados por Cristo. ¿Y hacen algo mayor que ellos los que cooperan con Cristo a su justificación? Discierna el que pueda qué es mayor, si crear justos o justificar impíos. Pues si lo uno y lo otro suponen igual poder, lo segundo implica mayor misericordia. Mas tampoco hay necesidad de entender en absoluto todas las obras de Cristo, cuando decía "Hará mayores que éstas", porque acaso aludía a las que en aquel instante obraba. Y en ese caso verdaderamente es de menos cuantía el predicar las palabras de la justicia (cosa que hace sin nosotros), que el justificar a los impíos, que se hace en nosotros para que nosotros lo hagamos.
El Señor prometió, a los que le pidiesen, una gran esperanza diciendo: "Porque yo voy al Padre".
Crisóstomo ut supra.
Esto es, no muero, sino que permaneceré con igual poder y estaré en los cielos. Tal vez quiso significar: En adelante, el hacer milagros es cosa que a vosotros toca, porque yo me voy.
San Agustín ut supra.
Y para que ninguno se atribuyese las cosas mayores que según su promesa harían, dice: "Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré". Antes había dicho hará y ahora dice haré, como diciendo: no os parezca esto imposible. No será mayor que yo el que en mí cree, pero yo haré entonces cosas mayores que las que hago ahora; realizaré más por el que crea en mí, que lo que ahora realizo por mí mismo. Lo cual no supone disminución de poder sino dignación.
Crisóstomo In Ioannem hom., 73.
Dice, empero, en mi nombre, porque los mismos apóstoles se expresaban así ( Hch 3, 6): "En el nombre de Jesucristo, levántate y anda". En efecto, todo lo que hacían, lo hacía Jesús, y el poder del Señor estaba con ellos.
Teofilacto.
En estas palabras nos enseña la doctrina de los milagros, que todos pueden realizar por la oración y por la invocación de su nombre.
San Agustín ut supra.
Y ¿cómo dice "cuanto pidiereis", cuando vemos que muchos fieles piden y no reciben? ¿Acaso es porque piden mal? El que ha de convertir en su daño lo que pide, no lo recibe, por la misma piedad de Dios. ¿Cómo, pues, ha de entenderse "Todo lo que pidiereis, lo haré", si Dios no concede algunas cosas a los que se las piden mirando por su bien? ¿Por ventura se dijo esto solamente a los apóstoles? De ninguna manera, porque más atrás había dicho: "Quien cree en mí, las obras que yo hago, él mismo las hará" ( Jn 14, 12). Porque, concretándonos a los mismos apóstoles, vemos que a aquel que hizo más que los otros se le rogó que se apartase de él el espíritu de Satanás, y no consiguió lo que había pedido. Oigase lo que en este lugar se dice: "En mi nombre" (que es Cristo Jesús); Cristo significa Rey, y Jesús, Salvador. Por esta razón todo aquello que pidiéremos en contra nuestra, no es pedido en nombre del Salvador. Porque El es Salvador no sólo cuando concede lo que pedimos, sino también cuando no lo concede, porque más Salvador se muestra cuando deja de hacer aquello que va contra nuestra salvación, a la manera que el médico conoce si lo que pide el enfermo es nocivo o provechoso para su salud. Véase por qué, cuando pedimos algo perjudicial, no concede la petición por acudir a la salvación. También es cierto que muchas cosas que en su nombre pedimos no las concede en el momento que nosotros la pedimos, pero las concede después; las difiere, no las niega. Inmediatamente añade: "Para que sea glorificado el Padre en el Hijo, lo que pidiereis en mi nombre esto haré". Es decir, que el Hijo nada hace sin el Padre, puesto que lo hace para que sea glorificado.
Crisóstomo ut supra.
Al ostentarse el Hijo tan poderoso, se glorificará el que lo engendró. Pone esto también para dar más fuerza a sus propias palabras.
Teofilacto.
Atiéndase al orden que sigue la glorificación del Padre. En el nombre de Jesús se verifican los milagros por los cuales los apóstoles han de dar autoridad a su predicación. Y así, llegando al conocimiento del Padre, el Padre se glorificaba en el Hijo.