Domingo I Adviento (B)

Primera Lectura

¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses!
Lectura del profeta Isaías (Is 63, 16b-17.19-64, 3b-8)
Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre desde siempre es «nuestro Libertador».
¿Por qué nos extravías, Señor, de tus caminos, y endureces nuestro corazón para que no te tema?
Vuélvete, por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.
¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses!
En tu presencia se estremecerían las montañas.
«Descendiste, y las montañas se estremecieron».
Jamás se oyó ni se escuchó, ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por quien espera en él.
Sales al encuentro de quien practica con alegría la justicia y, andando en tus caminos, se acuerda de ti.
He aquí que tú estabas airado y nosotros hemos pecado.
Pero en los caminos de antiguo seremos salvados.
Todos éramos impuros, nuestra justicia era un vestido manchado; todos nos marchitábamos como hojas, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre, nadie salía del letargo para adherirse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa.
Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú nuestro alfarero: todos somos obra de tu mano.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del Salmo 79 (cfr. Sal 80, 1 y ss)
R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Deus, convérte nos, illústra fáciem tuam, et salvi érimus.

Pastor de Israel, escucha;
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos.

Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Deus, convérte nos, illústra fáciem tuam, et salvi érimus.

Dios del universo, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó
y al hijo del hombre que tú has fortalecido.

Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Deus, convérte nos, illústra fáciem tuam, et salvi érimus.

Que tu mano proteja a tu escogido.
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.

Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Deus, convérte nos, illústra fáciem tuam, et salvi érimus.

Segunda Lectura

Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 3-9)
Hermanos:
A vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Doy gracias a mi Dios continuamente por vosotros, por la gracia de Dios que se os ha dado en Cristo Jesús; pues en él habéis sido enriquecidos en todo: en toda palabra y en toda ciencia; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo, de modo que no carecéis de ningún don gratuito, mientras aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Él os mantendrá firmes hasta el final, para que seáis irreprensibles el día de nuestro Señor Jesucristo.
Fiel es Dios, el cual os llamó a la comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.
Aleluya.

Evangelio

Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 13, 33-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡Velad!».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo II Adviento (B)

Primera Lectura

Preparadle un camino al Señor
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 40, 1-5.9-11)
Consolad, consolad a mi pueblo –dice vuestro Dios–; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados».
Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale.
Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos juntos –ha hablado la boca del Señor–». Súbete a un monte elevado, heraldo de Sion; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios.
Mirad, el Señor Dios llega con poder y con su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño, reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el pecho; cuida él mismo a las ovejas que crían».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 84 (cfr. Sal 85, 1 y ss)
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paza su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra.

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino.

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.

Segunda Lectura

Esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (2P 3, 8-14)
No olvidéis una cosa, queridos míos, que para el Señor un día es como mil años y mil años como un día.
El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión.
Pero el Día del Señor llegará como un ladrón.
Entonces los cielos desaparecerán estrepitosamente, los elementos se disolverán abrasados y la tierra con cuantas obras hay en ella quedará al descubierto.
Puesto que todas estas cosas van a disolverse de este modo, ¡qué santa y piadosa debe ser vuestra conducta, mientras esperáis y apresuráis la llegada del Día de Dios!
Ese día los cielos se disolverán incendiados y los elementos se derretirán abrasados.
Pero nosotros, según su promesa, esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva en los que habite la justicia.
Por eso, queridos míos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, intachables e irreprochables.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos.
Toda carne verá la salvación de Dios.
Paráte viam Dómini, rectas fácite sémitas eius; vidébit omnis caro salutáre Dei.
Aleluya.

Evangelio

Enderezad los senderos del Señor
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 1-8)
Gloria a ti, Señor.
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos"»; se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo III Adviento (B)

Primera Lectura

Desbordo de gozo en el Señor
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 61, 1-2a.10-11)
El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad; para proclamar un año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha puesto un traje de salvación, y me ha envuelto con un manto de justicia, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Lucas (Lc 1, 46)
R/. Me alegro con mi Dios.
Exsúltat ánima mea in Deo meo.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones.

Me alegro con mi Dios.
Exsúltat ánima mea in Deo meo.

Porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Me alegro con mi Dios.
Exsúltat ánima mea in Deo meo.

A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia.

Me alegro con mi Dios.
Exsúltat ánima mea in Deo meo.

Segunda Lectura

Que vuestro espíritu, alma y cuerpo se mantenga hasta la venida del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1Ts 5, 16-24)
Hermanos:
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis las profecías. Examinadlo todo; quedaos con lo bueno.
Guardaos de toda clase de mal. Que el mismo Dios de la paz os santifique totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, se mantenga sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que os llama es fiel, y él lo realizará.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
El Espíritu del Señor está sobre mí: me ha enviado a evangelizar a los pobres.
Spíritus Dómini super me: evangelizáre paupéribus misit me.
Aleluya.

Evangelio

En medio de vosotros hay uno que no conocéis
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 1, 6-8.19-28)
Gloria a ti, Señor.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él.
No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.
Y este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?».
El confesó y no negó; confesó: «Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo: «No lo soy».
«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió: «No».
Le dijeron: «¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?».
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo IV Adviento (B)

Primera Lectura

El reino de David se mantendrá siempre firme ante el Señor
Lectura del segundo libro de Samuel (2S 7, 1-5.8b-11.14.16)
Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán:
«Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda».
Natán dijo al rey: «Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo». Aquella noche vino esta Palabra del Señor
a Natán: «Ve y habla a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Tú me vas a construir una casa para morada mía?
Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa.
En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.
Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre"».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 88 (cfr. Sal 89, 1 y ss)
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades».

Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.

«Él me invocará: "Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora";
le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable».

Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in ætérnum cantábo.

Segunda Lectura

El misterio mantenido en secreto durante siglos eternos ha sido manifestado ahora
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 16, 25-27)
Hermanos:
Al que puede consolidaros según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la obediencia de la fe; a Dios,único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Ecce ancílla Dómini: fiat mihi secúndum verbum tuum.
Aleluya.

Evangelio

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 26-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  La Sagrada Familia (B)

Primera Lectura

Uno salido de tus entrañas será tu heredero
Lectura del libro del Génesis (Gn 15, 1-6; 21, 1-3)
En aquellos días, el Señor dirigió a Abrán, en una visión, la siguiente palabra: «No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante».
Abrán contestó: «Señor Dios, ¿qué me vas a dar si soy estéril, y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?».
Abrán añadió: «No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará».
Pero el Señor le dirigió esta palabra: «No te heredará ese, sino que uno salido de tus entrañas será tu heredero».
Luego lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas».
añadió: «Así será tu descendencia».
Abrán creyó al Señor y se le contó como justicia.
El Señor visitó a Sara, como había dicho. El Señor cumplió con Sara lo que le había prometido. Sara concibió y dio a Abrahán un hijo en su vejez, en el plazo que Dios le había anunciado. Abrahán llamó Isaac al hijo que le había nacido, el que le había dado Sara.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Del salmo 105 (cfr. Sal 105, 1 y ss)
R/. El Señor es nuestro Dios, él se acuerda por siempre de su alianza
Ipse Dóminus Deus noster, memor fuit in saéculum testaménti sui.

¡Dad gracias a Yahveh, aclamad su nombre,
divulgad entre los pueblos sus hazañas!
¡Cantadle, salmodiad para él,
recitad todas sus maravillas!

El Señor es nuestro Dios, él se acuerda por siempre de su alianza
Ipse Dóminus Deus noster, memor fuit in saéculum testaménti sui.

Gloriaos en su santo nombre,
se alegre el corazón de los que buscan a Yahveh!
¡Buscad a Yahveh y su fuerza,
id tras su rostro sin descanso!

El Señor es nuestro Dios, él se acuerda por siempre de su alianza
Ipse Dóminus Deus noster, memor fuit in saéculum testaménti sui.

¡Recordad las maravillas que él ha hecho,
sus prodigios y los juicios de su boca!
Raza de Abraham, su servidor,
hijos de Jacob, su elegido

El Señor es nuestro Dios, él se acuerda por siempre de su alianza
Ipse Dóminus Deus noster, memor fuit in saéculum testaménti sui.

Él se acuerda por siempre de su alianza,
palabra que impuso a mil generaciones,
lo que pactó con Abraham,
el juramento que hizo a Isaac.

El Señor es nuestro Dios, él se acuerda por siempre de su alianza
Ipse Dóminus Deus noster, memor fuit in saéculum testaménti sui.

Segunda Lectura

La fe de Abrahán, de Sara y de Isaac
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Hebreos (Hb 11, 8.11-12,17-19)
Hermanos:
Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba.
Por la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo vigor para concebir cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.
Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas.
Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac: ofreció a su hijo único, el destinatario de la promesa, del cual le había dicho Dios: «Isaac continuará tu descendencia».
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder hasta para resucitar de entre los muertos, de donde en cierto sentido recobró a Isaac.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
En muchas ocasiones habló Dios antiguamente a los padres por los profetas.
En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo.
Multifáriam et multis modis olim Deus locútus pátribus in prophétis, in novíssimis his diébus locútus est nobis in Fílio, quem constítuit herédem universórum, per quem fecit et sæcula;
Aleluya.

Evangelio

El niño iba creciendo, lleno de sabiduría
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 22-40)
Gloria a ti, Señor.
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor .
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, Jesús y sus padres volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Bautismo del Señor (B)

Primera Lectura

Acudid por agua; escuchadme y viviréis
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 55, 1-11)
Esto dice el Señor: «Sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y de balde, vino y leche.
¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos.
Inclinad vuestro oído, venid a mí: escuchadme y viviréis.
Sellaré con vosotros una alianza perpetua, las misericordias firmes hechas a David: lo hice mi testigo para los pueblos, guía y soberano de naciones.
Tú llamarás a un pueblo desconocido, un pueblo que no te conocía correrá hacia ti; porque el Señor tu Dios, el Santo de Israel te glorifica.
Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca.
Que el malvado abandone su camino, y el malhechor sus planes; que se convierta al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Porque mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos –oráculo del Señor–.
Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los vuestros, y mis planes de vuestros planes.
Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo».
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

Salmo Responsorial

Is 12, 2-3
R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Haurietis aquas in gaudio de fóntibus Salvatoris.

«Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Haurietis aquas in gaudio de fóntibus Salvatoris.

«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso».

Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Haurietis aquas in gaudio de fóntibus Salvatoris.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sion,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.

Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Haurietis aquas in gaudio de fóntibus Salvatoris.

Segunda Lectura

El Espíritu, el agua y la sangre
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 5, 1-9)
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos.
Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo.
Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo.
No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo.
Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios.
Este es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
Vio Juan a Jesús que venía hacia él, y exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo».
Vidit Ioánnes Iesum veniéntem ad se et ait: "Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit peccata mundi".
Aleluya.

Evangelio

Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 6b-11)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Y sucedió que por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán.
Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma. Se oyó una voz desde los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.