2Tm

2Tm 1, 1-2. Saludo epistolar

Este saludo, salvo ligeras variantes, coincide con el de la carta anterior a Timoteo. La variante más característica es el añadido "según la promesa (?at' ?pa??e??a?) de vida en Cristo Jesús". Esa "vida" no es otra que la vida divina, la que llamamos vida de gracia para la época de la tierra y vida de gloria para la época del cielo (Rm 5, 1-5). San Pablo fue elegido apóstol "según la promesa de vida," es decir, en orden a anunciar a los seres humanos la promesa divina de comunicarles esa vida (Rm 6, 4-5; Ga 2, 20; 1Tm 1, 16; 1Tm 6, 12.19; Tt 1, 2).

2Tm 1, 3-5. Acción de gracias a Dios por la fe de Timoteo

Doy gracias a Dios, a quien sirvo, a ejemplo de mis mayores, con pura conciencia, y sin cesar hago memoria de ti en mis oraciones noche y día, deseoso de verte, acordándome de tus lágrimas, para llenarme de gozo, avivando el recuerdo de tu sincera fe, que fue también la de tu abuela, Loide, y la de tu madre, Eunice, y que no dudo es la tuya.
Esta acción de gracias que, como es normal en las cartas paulinas, sigue al saludo, aquí tiene un matiz totalmente especial de intimidad. Son toda una serie de recuerdos, alegres y tristes, que se agolpan en la mente de Pablo, y que constituyen para él motivo de acción de gracias a Dios, pues le recuerdan la sincera fe de su fiel discípulo.
Notemos primeramente la alusión o recuerdo de sus "mayores" (2Tm 1, 3). Jamás Pablo ocultó o renegó de su origen hebreo (Hch 24, 14; Rm 9, 3; 2Co 11, 22), a pesar de la guerra a muerte que le tenían declarada los judíos (Hch 17, 13; Hch 20, 3; Hch 21, 28). El verbo "servir" (?at?e?e??) tiene cierta resonancia litúrgica, como en (Rm 15, 16; Flp 2, 17). De origen hebreo era también la madre y la abuela de Timoteo, cuyos nombres Pablo le recuerda con cariño (2Tm 1, 5; Hch 16, 1). No es claro a qué momento de la vida de Timoteo aluda San Pablo cuando dice que se acuerda de "sus lágrimas" (2Tm 1, 4). Parece que es alusión a una circunstancia concreta y bien precisa, quizás la del momento del arresto de Pablo, si Timoteo estaba presente (2Tm 4, 13), o quizás simplemente la despedida cuando le dejó al frente de la iglesia de Éfeso (1Tm 1, 3). Le dice que está deseoso de verle (2Tm 1, 4), y luego le dirá concretamente que venga a encontrarse con él (2Tm 4, 9-21).

2Tm 1, 6-18. Motivos que deben animar a Timoteo

Uno de los mayores peligros para el apóstol cristiano es la tentación de desaliento cuando se encuentra con la incomprensión y las persecuciones. Pablo trata de precaver a Timoteo contra ese peligro.
Le recuerda primeramente "la gracia de Dios" (t? ????sµa t?? Te??) que hay en ti "por la imposición de sus manos" y que debe esforzarse por "reavivar" (2Tm 1, 6). Esto, en sustancia, es repetición de lo que ya le había dicho en la primera carta (1Tm 4, 14), con la diferencia de que allí le hablaba de "imposición de manos" del colegio de presbíteros, mientras que aquí le habla de "imposición de mis manos." Evidentemente, Pablo se está refiriendo al rito de la ordenación de Timoteo, como entonces explicamos. El verbo "hacer revivir" (??a??p??e??), evocando la imagen de un fuego que languidece y hay que reanimar, es sumamente expresiva; pues el Espíritu Santo, autor de los carismas, es semejante a un fuego (Hch 2, 3; 1Ts 5, 19). Lo que se añade en el (2Tm 1, 7) parece ser una alusión a los principales efectos de la "gracia" de la ordenación: fortaleza, caridad, prudencia, tres virtudes que necesita de modo especial el ministro del Evangelio. Adornado de esas virtudes, a buen seguro que Timoteo no se avergonzará del Evangelio ni de sus relaciones con un prisionero, como Pablo (2Tm 1,8; Rm 1, 16; 1Co 1, 23).
Otro motivo que debe animar a Timoteo a ser esforzado en el ejercicio de su ministerio es el pensamiento de la elección divina (v.8). Esto da pie a Pablo para hacer (v.9-10) una síntesis apretada de la obra de la salud o mensaje evangélico, apuntando conceptos conocidos ya por otras cartas: vocación a la fe (Ef 4, 1), no en virtud de nuestras obras (Rm 3, 20; Tt 3, 5), sino según propósito divino (Rm 8, 28; Ef 1, 4), manifestado ahora (Rm 16, 26), con abolición del dominio de la muerte (Rm 6, 23; 1Co 15, 54). Notemos la expresión "por la aparición" (d?a t?ß ep?fa?e?a?) de nuestro Salvador" (2Tm 1, 10), con referencia a la venida de Cristo mortal en la encarnación (Tt 2, 11; Tt 3, 4), no a la de Cristo glorioso en la parusía, sentido que esta expresión suele tener ordinariamente en San Pablo (1Tm 6, 14; 2Tm 4, 1.8; Tt 2, 13). Hay autores que, dado su estilo hierático e incluso rítmico, creen que en estos (2Tm 1, 9-10) Pablo utiliza fórmulas preexistentes de la catequesis cristiana. Es difícil llegar a nada concreto.
Finalmente, San Pablo apunta otro motivo a Timoteo: su propio ejemplo (2Tm 1, 11-18). Después de aludir a su elección para apóstol y heraldo del Evangelio (2Tm 1, 11; 1Tm 2, 7), hace memoria de las penalidades que tal misión ha llevado consigo, sin que por eso haya desfallecido, pues sabe a quién "se ha confiado," y está seguro de que guardará su "depósito" (t?? pa?a3????) para el gran día de la retribución final en la parusía (2Tm 1, 12; 2Tm 4, 8; 1Tm 6, 14; Tt 2, 13). No es del todo claro qué entienda aquí San Pablo por la palabra "depósito." Lo más obvio, atendido el contexto, parece ser referirlo al "depósito" de buenas obras y méritos que Pablo ha ido acumulando durante su vida y cuya recompensa espera (2Tm 4, 7-8); sin embargo, algunos autores prefieren retener el mismo sentido que en (1Tm 6, 20) y aquí mismo en el v.14, es decir, el "depósito" del evangelio confiado a Pablo, del que diría que permanecerá intacto y victorioso hasta el final. Estas palabras, encargando a Timoteo que guarde como precioso "depósito" el mensaje evangélico que oyó de Pablo, están indicando que Pablo lo ha previsto como sucesor suyo de alguna manera.
No tenemos más datos sobre esos cristianos de la provincia de Asia, entre los cuales Figelo y Hermógenes, que dice San Pablo que le han abandonado (v.15). Tampoco sabemos nada más sobre Onesiforo, del que teje tan magnífico elogio (2Tm 1, 16-18; 2Tm 4, 19). En cuanto al término "Señor," que aparece dos veces en el v.18, probablemente el primero se refiere al Padre, principio primero de la obra de la salud (Ef 1, 3; Col 1, 13), y el segundo se refiere a Cristo, cabe el cual los cristianos esperan su recompensa (2Co 5, 10; 1Ts 4, 17).

2Tm 2, 1-13. Total entrega al ministerio

Pablo sigue insistiendo sobre Timoteo para que se entregue de lleno y con toda fidelidad al desempeño de su ministerio. Su fuerza le vendrá de la "gracia" divina, que a él y a todos se comunica mediante la unión a Cristo (v.1; cf. 2Co 3, 5-6; Ef 6, 10; Flp 4, 13).
Apoyado en esa gracia divina, debe Timoteo preocuparse (v.2) por transmitir a otros lo que de Pablo "ha oído ante muchos testigos" (? ????saß pa?3 ?µ?? d?a p????? µa?t????). Evidentemente, Pablo está refiriéndose al "depósito," de que habló antes (2Tm 1, 14; 1Tm 6, 20), conjunto de verdades que constituyen el mensaje evangélico. No es clara la expresión "ante muchos testigos." Quizá Pablo se refiera a que el mensaje evangélico no es algo transmitido en secreto y entre particulares, sino algo que se hace a la luz pública (Jn 18, 20). Bastantes autores, sin embargo, apoyados en el significado que tiene corrientemente la preposición d?a, ven ahí una alusión al testimonio de los demás apóstoles y otras personas que vieron personalmente a Cristo (1Co 15, 5-7). Pero, en este contexto, ¿cómo armonizar ese sentido con la expresión "lo que de mí oíste"? Más bien parece que hemos de dar a ésta el sentido de acompañamiento o ambiente circundante, como en (1Co 16, 3; 2Co 2, 4).
Pablo insiste en que ese depósito sea confiado a "hombres fieles" (v.2). Dentro de su vaguedad, sin especificar nombres ni funciones, es éste un texto sumamente importante en orden a fundamentar bíblicamente la doctrina de la sucesión apostólica.
A continuación San Pablo, valiéndose de tres expresivas imágenes (soldado-atleta-agricultor), exhorta a Timoteo a entregarse totalmente a su ministerio (2Tm 2, 6; 1Co 9, 6-7.24-27). No quiere que otras preocupaciones le distraigan del apostolado. No es buen soldado, ni buen atleta, ni buen agricultor quien se dedica a otros menesteres fuera de su oficio. Así también el apóstol cristiano. Es posible, como suponen algunos autores, que haya ahí una alusión al trabajo manual con que Timoteo, a imitación de Pablo (1Co 9, 6; 1Ts 2, 9), procuraba ganarse el sustento. Sin embargo, eso era una excepción; y Pablo sabía que, como norma, no era conveniente, pues distraería demasiado al apóstol de sus cuidados pastorales. Pero, sea de eso lo que fuere, lo que ciertamente trata de inculcar Pablo es que el apóstol debe renunciar a todo lo que pudiera ser un obstáculo a su misión.
En los v.8-13, a fin de animar más y más a Timoteo, Pablo le recuerda el ejemplo de Cristo, que, si antes hubo de padecer, luego resucitó glorioso, y es tipo y modelo de nuestra futura resurrección. Idea fecunda, que Pablo recuerda muchas veces (Rm 6, 5; Rm 8, 17; 2Co 4, 10). Para la expresión "mi evangelio" (v.8), véase lo dicho al comentar (Ga 1, 11). Las últimas frases (2Tm 2, 11-13), introducidas con la fórmula ya conocida (1Tm 1, 15): "verdadero es el dicho," están probablemente tomadas de algún himno cristiano primitivo (1Tm 3, 16), y, en el fondo, no hacen sino repetir lo dicho en (Rm 6, 1-22).
La insistencia sobre la filiación "davídica" de Jesús (v.8), de que en muchos otros textos bíblicos (Rm 1, 3; Hch 2, 25-33; Mt 12, 23; Jn 7, 42), es debida probablemente al deseo de combatir cierto docetismo que ya apuntaba.

2Tm 2, 14-26. Lucha contra el peligro de los falsos doctores

Timoteo se encuentra frente a una situación muy delicada: la que provocaban las predicaciones de los falsos doctores. A ese peligro aludió ya San Pablo varias veces en su anterior carta a Timoteo (1Tm 1, 4; 1Tm 4, 7; 1Tm 6, 4). Ahora insiste de nuevo en el mismo tema, exhortando a Timoteo a que se esfuerce por evitar las disputas vanas, a las que esos falsos doctores eran tan aficionados, acompañando su predicación de la verdadera doctrina con el ejemplo de una vida intachable.
Le pide que sea firme en enseñar la doctrina recibida y que cuide de presentarse ante Dios como obrero "probado," que no tiene de qué avergonzarse ni en cuanto al trabajo ni en cuanto al modo de llevarlo a cabo (v.15). Nada de "profanas y vanas parlerías," mezclando lo sagrado y lo profano, que es camino para la impiedad (?. 16), como le ha sucedido a Himeneo y a Fileto, que se han extraviado de la verdad y arrastrado consigo también a otros (2Tm 2, 17-18; 1Tm 1, 20). San Pablo cita una verdad concreta, la de la resurrección, que esos falsos predicadores negaban, diciendo que "ya se ha realizado" (v.18). Sabemos que el dogma de la resurrección era particularmente difícil de aceptar al espíritu griego (Hch 17, 32; 1Co 15, 12). Probablemente los dos cristianos citados aquí por San Pablo suponían una resurrección puramente espiritual, la resurrección mística operada en el bautismo (Rm 6, 4; Ef 2, 6; Col 3, 1), al modo como lo harán luego ciertos autores gnósticos del siglo II.
No obstante esas desviaciones, la Iglesia permanecerá firme, manteniendo incólume su doctrina (2Tm 2, 19-21). Pablo contempla primeramente a la Iglesia (1Tm 3, 15) como un edificio que lleva, sobre su sólido fundamento, una doble inscripción-sello: "El Señor conoce a los que son suyos" (Nm 16, 5) y "Apártese de la iniquidad quien tome en sus labios el nombre del Señor" (Nm 16, 26; Is 52, 11; Sal 6, 9). La imagen está tomada de la costumbre antigua de insculpir en los edificios, particularmente en los templos, alguna inscripción indicando su destino y su carácter. Las dos inscripciones -sellos que lleva el edificio de la Iglesia indican que ésta no desviará jamás de la recta doctrina (primera inscripción) y que es santa por naturaleza (segunda inscripción). Verdad y santidad, dos notas de la Iglesia que nadie le podrá quitar, aunque algunos de sus miembros, por debilidad o por malicia, se aparten de la verdad y de la santidad. Pablo está apuntando de modo especial a la comunidad de Éfeso, pero contempla a esa comunidad dentro de la Iglesia universal, realizada y hecha presente allí en Éfeso. Los v.20-21 continúan la metáfora de la Iglesia-edificio, aunque cambiando un poco la perspectiva, comparando a los fieles con las diversas vasijas usadas en una casa (Rm 9, 21). La aplicación es clara: en la Iglesia hay cristianos buenos y hay cristianos malos, en mayor o menor grado. Nadie, pues, se escandalice de la presencia en ella de falsos doctores y de pecadores.
Pablo torna a hablar directamente a Timoteo, exhortándole a huir las "pasiones juveniles" (?e??te????? ?tpae?µ?aß) y a evitar las "cuestiones necias y tontas," que "engendran altercados," al mismo tiempo que le recomienda practicar las virtudes cristianas (2Tm 2, 22-26). Esas "pasiones juveniles," en este contexto, parecen ser cierta ligereza y vanidad, un poco por afán de novedades, más corrientes en los jóvenes que en las personas maduras. A la "juventud" de Timoteo ya aludió Pablo en (1Tm 4, 12).
Son de notar las expresiones "los que invocan al Señor" (v.22), para designar a los cristianos en general (Rm 10, 9; 1Co 12, 3; Hch 9, 14-21; Hch 11, 20-24), y "siervo del Señor" (v.24), para designar a un responsable de la comunidad (Tt 1, 1; Rm 1, 1; Col 4, 12), más bien que a los cristianos en general (1Co 7, 22; Ef 6, 6). Lo que sobre todo resalta en esta perícopa es la insistencia de Pablo, con unas u otras palabras, a que no hagamos un apostolado agresivo como tratando de triunfar sobre quien nos contradice, sino que tratemos de llevarle a Dios y que se adhiera libremente a la verdad.

2Tm 3, 1-17. Puesta en guardia contra los seudoprofetas.

Habla aquí San Pablo de hombres perversos (v.2-4), que surgirán "en los últimos días" (v.1) y que tendrán "apariencia de piedad," aunque en realidad estarán "muy lejos de ella" (v.5). ¿A quiénes se refiere aquí San Pablo? Pues, de una parte, parece anunciar la aparición de esos hombres como algo futuro (cf. v.1); de otra, parece presentarlos como algo ya presente (cf. v.6).
Creemos que es exactamente el mismo caso que en (2Ts 2, 3-7), hablando del "hombre del pecado" (anticristo) en futuro y del "misterio de iniquidad" actuando ya en presente. Esos "últimos días," conforme al significado corriente de la expresión (Is 2, 2; Hch 2, 17; 1Tm 4, 1), es la era mesiánica en que vivimos, último período de la historia humana. Pablo no sabe si ese período será largo o corto (1Ts 5, 1-11); lo que sí sabe, pues ya lo había anunciado Jesucristo (Mt 24, 11-12.24; Lc 18, 8), es que antes de la parusía o final de ese período surgirán hombres perversos, seudoprofetas con apariencia de piedad, con peligro de seducir incluso a los elegidos, si ello fuese posible. Conviene, pues, vivir vigilantes. Es lo que encarga a Timoteo (2Tm 3, 5- 7). El catálogo de vicios de los v.2-4 recuerda otras enumeraciones parecidas, como ya hicimos notar al comentar (1Tm 1, 9-10).
A partir del v.10, Pablo propone una vez más a Timoteo su propio ejemplo. Muchas persecuciones, pero de todas le "libró el Señor" (2Tm 3, 11; Hch 13, 50-51; Hch 14, 5.19). No sabemos por qué Pablo, entre tantas penalidades y persecuciones como sufrió, mencione precisamente esas de Antioquía, Iconio y Listra. Quizá porque eran las primeras de su recién estrenado apostolado, y todo lo del principio suele quedar más grabado; o quizá también porque tocaban más de cerca a Timoteo, habiendo tenido lugar en su país natal. Entre las cosas que Timoteo ha podido apreciar en Pablo (v.10), se alude expresamente a la "fe," "caridad" y "paciencia" (?p?µ???), virtud esta última que constituye como una forma privilegiada de la "esperanza" (2Tm 2, 10; 2Co 6, 4), formando así la trilogía de las virtudes teologales, mención que es frecuente en Pablo, como ya hicimos notar al comentar (1Ts 1, 2-3).
Lo que el Apóstol añade en los v.14-15 es de suma importancia doctrinal. Ahí tenemos indicado el cauce como llega a nosotros la verdad revelada o mensaje evangélico: tradición, Sagrada Escritura. Entre los maestros de la fe de Timoteo hay que contar, sin duda, a su abuela y a su madre (2Tm 1, 5), pero sobre todo a Pablo (2Tm 2, 2; 2Tm 3, 10). De la Escritura dice el Apóstol (v.16) que es "divinamente inspirada" (3e?p?e?st??), afirmación básica, en virtud de cuya realidad los Libros Sagrados están por encima de cualquier otro libro, por profundo y bien compuesto que lo supongamos. De esa realidad que la hace estar exenta de todo error, fluye como consecuencia necesaria su utilidad para enseñar la verdadera doctrina, para combatir los errores, para corregir los vicios y para hacer progresar en la vida moral. Bien pertrechado con su conocimiento, el "hombre de Dios" o ministro del Evangelio (v.17) estará en condiciones de desempeñar debidamente su ministerio. Directamente Pablo está refiriéndose al Antiguo Testamento, que era el que Timoteo había aprendido desde su infancia (v.14-15); pero su afirmación del v.16 vale igualmente para el Nuevo, una vez que el catálogo de libros veterotestamentarios haya sido ampliado con los neotestamentarios.

2Tm 4, 1-8. Solemne exhortación final a Timoteo.

Este final de la carta es de lo más dramático y solemne que salió de la pluma del Apóstol. Pablo, que prevé próximo su fin, insiste con redoblada energía sobre su predilecto discípulo Timoteo para que cumpla con valentía y decisión su deber de ministro de Cristo. Es como su testamento.
Primeramente le pone ante la vista el gran día del juicio final, cuando aparecerá Cristo para juzgar a "vivos y muertos" e inaugurar su reino (2Tm 4, 1; Hch 10, 42; 1Co 15, 24; 2Co 5, 10; 1Tm 6, 14). La expresión "vivos y muertos," que ha entrado en nuestros símbolos de fe, refleja la doctrina expuesta en varios lugares por San Pablo de que los que se hallen con vida en el momento de la parusía no pasarán por la muerte (1Co 15, 51; 2Co 5, 3; 1Ts 4, 17).
Después de esta como introducción, con cinco vibrantes imperativos (v.2), seguidos luego de otros cuatro (v.5), Pablo conjura a Timoteo a que se entregue de lleno a su ministerio, pues se acercan tiempos difíciles y adversarios muchos (2Tm 4, 3-4; 2Tm 3, 1; 1Tm 4, 1-2).
Cerrando la exhortación, presenta el cuadro o balance de su vida, a punto de "derramarse en libación" (2Tm 3, 6-8). Evidentemente, Pablo prevé ya casi como seguro un resultado adverso en su proceso. El lenguaje es muy distinto del empleado cuando la primera cautividad romana, no obstante aludir también entonces a posible "libación" (Flp 2, 17). La imagen de "libación" es muy significativa. Pablo no quiere decir solamente que ha llegado al término de su vida, sino que deja entender, además, que su muerte es en cierto modo una ofrenda "sacrificial," unida a la de Cristo (Col 1, 24; Rm 12, 1).
Las imágenes de "combate" y "carrera," tomadas de las competiciones atléticas, nos son ya conocidas (2Tm 2, 5; 1Tm 4, 7-8). Feliz el apóstol del Evangelio que al final de sus años de apostolado pueda exclamar con San Pablo: "He combatido el buen combate, he terminado mi carrera, he guardado la fe" (v.7), esa "fe" (p?st??) que, en este contexto, parece estar equivaliendo a fidelidad a la fe, no omitiendo ninguna de sus exigencias, como no debe omitir las suyas el atleta en el combate, si quiere recibir la corona de la victoria (2Tm 2, 5; 2Ts 1, 4).

2Tm 4, 9-18. Noticias personales.

En la rigurosa cárcel de Roma, Pablo se encuentra aislado. De los que le acompañaban, unos, como Crescente y Tito, han tenido que partir para diversas misiones (2Tm 4, 10); otros, como Demás, le han abandonado "por amor de este siglo" (2Tm 4, 10). Sólo Lucas está con él (2Tm 4, 11). Por eso, encarga a su fiel y querido Timoteo que se dé prisa a ir a él (2Tm 4, 9), y que lleve también a Marcos (2Tm 4, 11). Para sustituirle mientras tanto en Éfeso, le envía a Tíquico (2Tm 4, 12). De estos nombres, la mayoría nos son ya conocidos (Ga 2, 1; Col 4, 7.10.14); únicamente de Crescente no tenemos ningún otro dato.
Pablo encarga también a Timoteo que le lleve el "capote" (fe-?????) que dejó en Tróade, en casa de Carpió, así como los "libros" (escritos en papiro) y los "pergaminos" (2Tm 4, 13). Este dato, desde el punto de vista histórico, creemos que reviste gran importancia. En efecto, esa precipitada salida de una casa amiga, como la de Carpió, hasta el punto de no recoger siquiera el capote y los libros, permite conjeturar que Pablo fuera arrestado precisamente ahí por las autoridades romanas, siendo luego conducido a Éfeso, al tribunal del procónsul de la provincia, y, finalmente, a Roma, por su condición de ciudadano romano. El Alejandro tan duramente aludido en los (2Tm 14-15) es probable que sea uno de los testigos que depusieron contra Pablo, sea en Éfeso, sea también en Roma, adonde habría acudido prosiguiendo su tarea de acusador.
La "primera defensa" (t? p??t? µ?? ap?????a) a que el Apóstol alude (2Tm 4, 15) parece que se refiere a la comparecencia o prima actio ante el tribunal romano. Dice que todos le abandonaron, sin que se presentase nadie como testigo en su ayuda. Pero el Señor le "dio fuerzas," y en su autodefensa, que ya en tiempos anteriores había tenido que hacer varias veces (Hch 23, 1-10; Hch 24, 10-23; Hch 25, 8-12; Hch 26, 1-32), aprovechó la ocasión para dar a conocer el Evangelio (2Tm 4, 17). No obstante las circunstancias adversas, esa primera defensa resultó bien, y de momento no tuvo lugar la condena. Eso parece significar la expresión "fui librado de la boca del león" (2Tm 4, 17; Sal 22, 22). Seguramente el tribunal terminó su sesión con el ritual non liquet, pidiendo más información (amplius), y dejando la resolución definitiva para la secunda actio.
La situación no tardaría en cambiar, cosa que a Pablo no cogía de sorpresa (2Tm 4, 6). Lo importante no era la vida material, sino la consecución del "reino celeste" (2Tm 4, 18).

2Tm 4, 19-22. Saludos y bendición final.

Tampoco en esta carta se olvida Pablo de mandar saludos para personas conocidas y dar noticias sobre otras.
Prisca y Aquila (2Tm 4, 19) es un matrimonio, muy viajero, que ya nos es conocido (Hch 18, 2.18; Rm 16, 3; 1Co 16, 19). También nos es conocido Onesíforo (2Tm 4, 19; 2Tm 1, 16-18). Erasto (2Tm 4, 20) probablemente es el mismo mencionado en (Rm 16, 23); Y quizá se haya de identificar con el de (Hch 19, 22). De Trófimo (2 m 4, 20) se ha hablado ya en (Hch 20, 4; Hch 21, 29). En cuanto a Eubulo, Pudente, Lino y Claudia (2Tm 4, 21) no hay nada seguro. Según San Ireneo y Eusebio, este Lino habría sido obispo en Roma. Es de notar la insistencia de Pablo en que Timoteo "se dé prisa" a ir a él (2Tm 4, 21; 2Tm 4, 9), diciéndole que vaya "antes del invierno," cuando la navegación era peligrosa y casi imposible Hch 27, 9. Probablemente teme que, si no se pone pronto en camino, llegue demasiado tarde, dado como se iban presentando las cosas de su proceso.
La bendición final (2Tm 4, 22) es semejante a la de otras cartas (cf. Ga 6, 18; Flp 4, 23), y va dirigida a Timoteo y a todos los demás de la comunidad de Éfeso.