4314 Es preciso convencerse de que Dios está junto a nosotros de continuo. -Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado. Y está como un Padre amoroso –a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos–, ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y perdonando. ¡Cuántas veces hemos hecho desarrugar el ceño de nuestros padres diciéndoles, después de una travesura: ¡ya no lo haré más! -Quizá aquel mismo día volvimos a caer de nuevo... -Y nuestro padre, con fingida dureza en la voz, la cara seria, nos reprende..., a la par que se enternece su corazón, conocedor de nuestra flaqueza, pensando: pobre chico, ¡qué esfuerzos hace para portarse bien! Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro es el Señor, que está junto a nosotros y en los cielos. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER Camino, 267).
4315 Dios está en todas partes, es inmenso y está cerca de todos, según atestigua de si mismo: Yo soy –dice– un Dios cercano, no lejano. El Dios que buscamos no está lejos de nosotros, ya que está dentro de nosotros, si somos dignos de esta presencia. (S. COLUMBANO, Instrucciones sobre la fe, 1).
4316 ¿Cuál es la explicación de que nos alegremos con el Señor, si él está lejos? Pero en realidad no está lejos. Tú eres el que hace que esté lejos. Ámalo y se te acercará; ámalo y habitará en ti. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna. (S. AGUSTÍN. Sermón 21).
4317 Nuestro Dios no nos pierde de vista, como una madre que está vigilando al hijito que da los primeros pasos. "Abraham, dice el Señor, anda en mi presencia y la hallarás en todas partes". "¡Dios mío!, exclama Moisés, servios mostrarme vuestra faz: con ello tendré cuanto puedo desear" (Ex 23, 13). Cuán consolado queda un cristiano, al pensar que Dios le ve, que es testigo de sus penalidades y de sus combates, que tiene a Dios de su parte. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el Corpus Christi).
4318 Si quieres tener espectadores de las cosas que haces, ahí los tienes: los ángeles, los arcángeles y hasta el mismo Dios del Universo. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 344).
4319 No calles, no guardes silencio en su presencia. Háblale para que también El te hable (S. BERNARDO. Hom. en la Natividad de la B. Virgen María, 15).
4320 Quien ama a Jesús está con Jesús y Jesús está con él. (S. ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Visitas al Stmo. Sacramento, 12).
4321 Porque como yo temía tanto la honra, todas mis diligencias eran en que fuese secreto, y no miraba que no podía serlo a quien todo lo ve. ¡Oh, Dios mío, qué daño hace en el mundo tener esto en poco y pensar que ha de haber cosa secreta que sea contra Vos! Tengo por cierto que se excusarían grandes males si entendiésemos que no está el negocio en guardarnos de los hombres, sino en guardarnos de descontentaros a Vos. (SANTA TERESA, Vida 2, 4).
4322 Todo lo ve, incluso los pensamientos y los secretos de la voluntad. De aquí que también a los hombres de manera especial les alcanza la necesidad de obrar bien, porque todo lo que piensan y hacen está patente a la mirada divina. Todas las cosas están desnudas y descubiertas a los ojos de Él (Hete, 4, 13). (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1, l.c., p.36).
4323 Llega sin ser visto y se aleja sin que se le sienta. Su presencia, por si sola, es luz del alma y del espíritu: en ella se ve lo invisible y se conoce lo incognoscible. (BEATO GUERRIC, Sermón 2.° de Adviento).
4324 Cuando Dios os concede la gracia de sentir su presencia y desea que le habléis como al amigo más querido, exponedle vuestros sentimientos con toda libertad y confianza. Se anticipa a darse a conocer a los que le anhelan (Sb 6, 14). Sin esperar a que os acerquéis a él, se anticipa cuando deseáis su amor, y se os presenta, concediéndoos las gracias y remedios que necesitáis. Sólo espera de vosotros una palabra para demostraros que está a vuestro lado y dispuesto a escucharos y consolaros: Sus oídos están atentos a la oración (Sal 34, 16) [...]. LOS demás amigos, los del mundo, tienen horas que pasan conversando juntos y horas en que están separados; pero entre Dios y vosotros, si queréis, jamás habrá una hora de separación. (S. ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Cómo conversar continua y familiarmente con Dios).
4325 Cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores, entender que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudándoos en lo interior y exterior. (SANTA TERESA, Fundaciones, 5, 8).
4326 No se os pide aplicación continua del espíritu que os haga olvidar vuestros asuntos y vuestros descansos. Sin descuidar vuestras ocupaciones, no se os pide más que hacer por Dios lo mismo que hacéis siempre por los que os aman y vosotros amáis. (S. ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Cómo conversar continua y familiarmente con Dios).
4327 Conviene que la atención de nuestra mente no se limite a concentrarse en Dios de modo repentino, en el momento en que nos decidimos a orar, sino que hay que procurar también que cuando está ocupada en otros menesteres, no prescinda del deseo y el recuerdo de Dios. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 6 sobre la oración).
4328 No te preocupes demasiado por saber quién está por ti o contra ti; busca más bien que Dios esté contigo en todo lo que haces. (Imitación de Cristo, 11, 2, 3).
4329 Cuando dice: no andéis solícitos..., no quiere decir que no trabajéis, sino que las cosas del mundo no absorban nuestra alma: porque podemos trabajar sin que nos turbe la inquietud. (S. JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 87).
4330 Persuadíos de que no resulta difícil convertir el trabajo en un diálogo de oración. Nada más ofrecérselo y poner manos a la obra, Dios ya escucha, ya alienta. ¡Alcanzamos el estilo de las almas contemplativas, en medio de la labor cotidiana! Porque nos invade la certeza de que El nos mira, de paso que nos pide un vencimiento nuevo: ese pequeño sacrificio, esa sonrisa ante la persona inoportuna, ese comenzar por el quehacer menos agradable pero más urgente, ese cuidar los detalles de orden, con perseverancia en el cumplimiento del deber cuando tan fácil seria abandonarlo, ese no dejar para mañana lo que hemos de terminar hoy: ¡todo por darle gusto a El, a Nuestro Padre Dios! Y quizá sobre tu mesa, o en un lugar discreto que no llame la atención, pero que a ti te sirva como despertador del espíritu contemplativo, colocas el crucifijo, que ya es para tu alma y para tu mente el manual donde aprendes las lecciones de servicio. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 67).
4331 Mis delicias, leemos en el libro de los Proverbios, son estar con los hijos de los hombres (Pr 8, 31). El paraíso de Dios, por decirlo así, es el corazón del hombre. Dios os ama: amadlo. Sus delicias son estar con vosotros: que las vuestras sean estar con él y pasar el tiempo de vuestra vida junto a aquel con quien esperáis pasar la eternidad en su amable compañía
Tomad la costumbre de hablarle a solas, familiarmente, con confianza y amor, como a vuestro amigo, como al que más queréis y el que más os quiere. (S. ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Cómo conversar continua y familiarmente con Dios).
4332 Cuando de dos cosas una es la razón de la otra, la ocupación del alma en una no impide ni disminuye la ocupación en la otra [...].Y como Dios es aprehendido por los santos como la razón de todo cuanto hacen o conocen, su ocupación al percibir las cosas sensibles o al contemplar o al hacer cualquiera otra cosa, en nada les impide la divina contemplación ni viceversa. (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, Supl., q. 82, a. 3).
4333 Acaecíame en esta representación que hacía de ponerme cabe Cristo, que he dicho, y aun algunas veces leyendo, venirme a deshora un sentimiento de la presencia de Dios que en ninguna manera podía dudar que estaba dentro de mí, o yo toda engolfada en El. (SANTA TERESA, Vida, 10, 1).
4334 ¡Oh alma hermosísima más que todas las criaturas! Ya sabes el lugar que deseas. ¡Ya sabes dónde se encuentra tu Amado para buscarte y unirte con El! Tú misma eres su morada. Tú misma el escondite donde está escondido. ¡Alegría grande debe darte saber que está en ti misma! No puedes tú estar sin El: Mirad, ¡dentro de vosotros está el reino de Dios! (Lc 17, 21); porque nosotros somos templo de Dios vivo (2Co 6, 16). (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 1, 7).
4335 Nada hay escondido para el Señor, sino que aun nuestros secretos más íntimos no escapan a su presencia. Obremos, pues, siempre conscientes de que él habita en nosotros, para que seamos templos suyos y él sea nuestro Dios en nosotros, tal como es en realidad y tal como se manifestará ante nuestra faz; por esto tenemos motivo más que suficiente para amarlo. (S. IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a los Efesios).
4336 ¿Cómo he podido yo saber que estaba presente? Porque está vivo y es eficaz; apenas entra en mí, despierta mi alma adormecida, vivifica, enternece y excita mi corazón embotado y duro como una piedra. Comienza por arrancar y destruir, por edificar y plantar, por regar mi sequedad, por iluminar mis tinieblas, por abrir lo que estaba cerrado, por inflamar mi frialdad, y también por enderezar los senderos tortuosos y allanar las rugosidades de mi alma, de tal suerte que pueda bendecir al Señor y que todo lo que hay en mí bendiga su santo Nombre (cfr. Sal 103, 1). (S. BERNARDO, Sermón 74 sobre el Cantar de los Cantares).
4337 Considerad, pues, que hay sin duda dentro del alma de cada uno un pozo de agua viva [...]. Dios está cerca de vosotros; mejor, está dentro de vosotros, y quita la tierra del alma de cada uno para hacer saltar en ella el agua viva (ORIGENES, Hom. sobre el Génesis, 13).
4338 Porque yendo con consideración todo es amor. (SANTA TERESA, C. de perfección, 7, 7).
4339 Si nunca te desvías del buen camino, aunque calle tu lengua, habla tu conducta; y los oídos de Dios atienden a tu corazón. Pues, del mismo modo que nuestros oídos escuchan nuestra voz, así los oídos de Dios escuchan nuestros pensamientos. (S. AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 148).
4340 Nada hay mejor, que la oración y coloquio con Dios [...]. Me refiero, claro está, a aquella oración que no se hace por rutina, sino de corazón; que no queda circunscrita a unos determinados momentos, sino que se prolonga sin cesar día y noche. (S. JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 6, sobre la oración).
4341 Así, pues, todo hombre que vive entre los hombres busque a Aquel a quien ama de modo que no abandone a aquel con quien camina; y preste a éste su auxilio de tal manera que bajo ningún motivo se separe de aquel a quien se dirige. (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 38 sobre los Evangelios).
4342 Debemos considerar como una infidelidad a nuestros ojos el alejarnos, aunque no sea más que un instante, de la contemplación de Cristo. (CASIANO, Colaciones, 1).
4343 Aspira, pues, a Dios muy a menudo [...], con breves pero ardientes suspiros del corazón, admira su hermosura; implora su auxilio, arrójate en espíritu a los pies de la cruz, adora su bondad, consúltale continuamente sobre tu salud espiritual, entrégale mil veces al día tu alma, fija la vista interior en su dulzura; extiende hacia El los brazos como un niño chiquito a su padre, para que El te lleve; ponle como delicioso ramillete sobre tu pecho, fijare en tu alma como bandera y ejercita todos los movimientos del corazón para concebir amor de Dios y excitar en ti una tierna y apasionada dilección del divino Esposo. (S. FRANCISCO DE SALES. Introd. a la vida devota, 2, 13).
4344 Así como los que están enamorados con amor humano y natural casi siempre tienen empleado el pensamiento en recordar, el corazón en estimar y la boca en alabar al objeto de sus amores, y cuando se hallan ausentes no pierden ocasión de manifestar su afecto por cartas, y en cualquier árbol que encuentran escriben el nombre de la persona amada, así los que aman a Dios no pueden dejar de pensar en El, suspirar por Él, aspirar a Él y hablar de Él, y quisieran, si fuese posible, grabar en todos los corazones del mundo el santo y sagrado nombre de Jesús (S. FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 11, 13).
4345 Este debe ser nuestro principal objetivo y el designio de nuestro corazón: que nuestra alma esté unida a Dios y a las cosas divinas. Todo lo que aparte de esto, por grande que pueda parecernos, ha de tener en nosotros un lugar puramente secundario o, por mejor decir, el último de todos. Inclusive debemos considerarlo como un daño positivo. (CASIANO, Colaciones, 1).
4346 Reflexionad bien qué es en lo que estáis pensando a todas horas. Unos piensan en los honores, otros en el dinero, otros en la extensión de sus posesiones. Todas estas cosas están en lo bajo, y cuando el alma se ocupa de tales cosas queda doblada de la rectitud de su estado; y como no se eleva a los deseos celestiales, no puede mirar hacia arriba, como la mujer encorvada (S. GREGORIO MAGNO, Hom. 31 sobre los Evang.).
4347 La oración se hace continua, como el latir del corazón, como el pulso. Sin esa presencia de Dios no hay vida contemplativa; y sin vida contemplativa de poco vale trabajar por Cristo, porque en vano se esfuerzan los que construyen, si Dios no sostiene la casa (cfr. Sal 127, 1). (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 8).
4348 Y creedme, mientras pudiéredes no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos y Él ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis –como dicen– echar de vos, no os faltará para siempre, ayudaros ha en todos vuestros trabajos, tenerle heis en todas partes; mirad que es gran cosa un tal amigo al lado. (SANTA TERESA, C. de perfección, 26, 1).
4349 Si este comportamiento es frecuente, ¡cuántos pecados se evitarían y cuántas acciones buenas se realizarían! [...]. Porque si el recuerdo de un hombre valiente y sabio nos incita a imitarlo y reprime nuestra tendencia al mal, cuánto más nos ayudará en la oración el recuerdo de Dios, nuestro Padre, si estamos convencidos de su presencia y de que nos escucha y nos habla. (ORIGENES, Tratado sobre la oración, 8-9).
4350 Del mismo modo que la pureza y la atención durante el día preparan una noche santa, así las vigilias nocturnas nos hacen atesorar energías para toda la jornada. (CASIANO, Instituciones, 6).
4351 Oremos con acción de gracias al despuntar el nuevo día, al salir de casa, antes de comer y después de haber comido, a la hora de ofrecer incienso y entregarnos al descanso. Y aun en la misma cama quiero que alternes los salmos con la oración dominical, ya antes de que el sueño domine, ya cuando despiertes, para que el sueño te coja libre de pensamientos mundanos y ocupada en los divinos. (S.AMBROSIO, Sobre las vírgenes, 3).
4352 Antes de que amanezca el día en el firmamento, luzca el sol de la gracia en nuestro pecho y salga de nuestros labios la confesión del Símbolo, como signo de defensa y amparo contra los peligros que rodean la vida. ¿Qué soldado va a la guerra sin llevar su santo y seña? (SAN AMBROSIO, Sobre las vírgenes, 3).
4353 Emplea esas santas "industrias humanas" que te aconsejé para no perder la presencia de Dios: jaculatorias, actos de Amor y desagravio, comuniones espirituales, "miradas" a la imagen de Nuestra Señora... (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 272).
4354 Brotarán de tu alma más actos de amor, jaculatorias, acciones de gracias, actos de desagravio, comuniones espirituales. Y esto, mientras atiendes tus obligaciones: al descolgar el teléfono, al subir a un medio de transporte, al cerrar o abrir una puerta, al pasar ante una iglesia, al comenzar una nueva tarea, al realizarla y al concluirla; todo lo referirás a tu Padre Dios. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios 149).
4355 Las criaturas son como un rastro del paso de Dios. Por esta huella se rastreará su grandeza, poder, sabiduría y todos sus atributos. (S. JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 5, 3).
4356 ¡Qué felices seriamos de no tener sino a Jesús en el entendimiento, a Jesús en la memoria, a Jesús en la voluntad, a Jesús en la imaginación! Jesús estarla por todo en nosotros, y nosotros estaríamos por todo en El. Tratemos de que sea así; pronunciémosle tan a menudo como podamos. Aunque no sea sino tartamudeando [...]. (S. FRANCISCO DE SALES, Epistolario, fragm. 20, 1.c., p. 654).
4357 Rezaremos algunas preces en honor del santo Angel de la Guarda, y no dejaremos nunca de bendecir la mesa, ni de dar gracias después de la comida, de rezar el Angelus, y el Ave María cuando dan las horas: todo lo cual nos va recordando nuestro último fin, nos hace presente que en breve ya no estaremos en la tierra, y así nos iremos desligando de ella [...]. Ya veis, cuán fácil es orar constantemente, practicando lo que hemos dicho. Esta es la manera como oraban siempre los santos. (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la oración).
4358 No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de meterte dentro de cada Sagrario cuando divises los muros o torres de las casas del Señor. El te espera. No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de rezar a María Inmaculada una jaculatoria siquiera cuando pases junto a los lugares donde sabes que se ofende a Cristo. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 269).
4359 Tu Crucifijo.-Por cristiano, debieras llevar siempre contigo tu Crucifijo. Y ponerlo sobre tu mesa de trabajo. Y besarlo antes de darte al descanso y al despertar: y cuando se rebele contra tu alma el pobre cuerpo, bésalo también. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 302).
4360 ¿Cuándo llegará la hora de su presencia? Cuando le veamos cara a cara, como dice el Apóstol; esto es lo que nos promete Dios como premio a nuestros trabajos. Cuando trabajas para esto lo haces: para llegar a la visión. (S, AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 90).
4361 Ayuda para la memoria continua de Dios y el andar siempre en su presencia, el uso de aquellas breves oraciones que S. Agustín llama jaculatorias, porque éstas guardan la casa del corazón y conservan el calor de la devoción. (S. PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 2, 2).
4362 Se dice que los monjes de Egipto hacen frecuentes oraciones, pero muy cortas, a manera de jaculatorias brevísimas, para que así la atención, que es tan sumamente necesaria en la oración, se mantenga vigilante y despierta. (S. AGUSTÍN, Carta 130, a Proba).
4363 Acaecíanos estar muchos ratos tratando de esto y gustábamos de decir muchas veces: ¡Para siempre, siempre, siempre! En pronunciar esto mucho rato era el Señor servido me quedase en esta niñez impreso el camino de la verdad. (SANTA TERESA, Vida, 1, 4).
4364 En otras ocasiones nos bastarán dos o tres expresiones, lanzadas al Señor como saeta, iaculata: jaculatorias, que aprendemos en la lectura atenta de la historia de Cristo: Domine, si vis, potes me inundare (Mt 8, 2.), Señor, si quieres, puedes curarme; Domine, tu omnia nosti, tu scis quia amo te (Jn 21, 17), Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te amo; Credo, Domine, sed aditiva incredulitatem meam (Mc 9, 23), creo, Señor, pero ayuda mi incredulidad, fortalece mi fe; Domine non sum dignus (Mt 8, 8), ¡Señor, no soy digno!; Dominus meus et Deus meus (Jn 20, 28), ¡Señor mío y Dios mío!... U otras frases, breves y afectuosas, que brotan del fervor intimo del alma, y responden a una circunstancia concreta. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 119).
4365 Yo estaré con vosotros [...]. El que en la vida presente permanece con sus escogidos, protegiéndoles, también estará con ellos después que esto haya concluido, premiándolos. (SAN BEDA, en Catena Aurea, vol. 111, pp. 432-433).
4366 Sus ovejas encontrarán pastos, porque todo aquel que le sigue con un corazón sencillo es alimentado con un pasto siempre verde. ¿Y cuál es el pasto de estas ovejas, sino el gozo infinito de un paraíso siempre lozano? El pasto de los elegidos es presencia del rostro de Dios, que, al ser contemplado ya sin obstáculo alguno, sacia para siempre el espíritu con el alimento de vida. (SAN GREGORIO MAGNO Hom. 14 sobre los Evang.).
4367 Podemos decir que el Señor viaja con aquellos que viven dentro de la fe [...], y estará con nosotros (en este mundo) hasta que, saliendo de nuestros cuerpos, nos reunamos con El (en el cielo). (ORIGENES, en Catena Aurea, vol. 111, p. 225).
4368 [...] no nos importe repetirlo durante el día –con el corazón, sin necesidad de palabras– pequeñas oraciones, jaculatorias. La devoción cristiana ha reunido muchos de esos elogios encendidos en las Letanías que acompañan al Santo Rosario. Pero cada uno es libre de aumentarlas, dirigiéndole nuevas alabanzas, diciéndole lo que –por un santo pudor que Ella entiende y aprueba– no nos atreveríamos a pronunciar en voz alta. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 294).
4369 Si te acostumbras, siquiera una vez por semana, a buscar la unión con María para ir a Jesús, verás cómo tienes más presencia de Dios. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 276).