Catena Áurea
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← Lc 2, 15-20 →
Luego que los ángeles se apartaron de ellos y volaron al cielo, los pastores se decían unos a otros: "Pasemos hasta Belén, y veamos este prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado". Vinieron, pues, a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al Niño reclinado en el pesebre. Y viéndole, se certificaron de cuanto les había dicho de este Niño. Y todos los que lo oyeron se maravillaron igualmente de lo que los pastores les habían contado. María empero conservaba todas estas cosas dentro de sí, ponderándolas en su corazón. En fin, los pastores se volvieron, no cesando de alabar y glorificar al Señor por todas las cosas que habían oído y visto, según se les había anunciado por el ángel. (vv. 15-20)
Griego
Todo lo que habían visto y oído los pastores causó en ellos tal asombro que abandonaron sus rebaños y, a pesar de ser de noche, marcharon a Belén buscando la luz del Salvador. Por esto dice: "Los pastores se decían unos a otros", etc.
Beda
No dijeron verdaderamente: Veamos al Niño, sino que dijeron porque velaban: "Veamos al verbo que ha sido hecho". Esto es, cómo el Verbo, que ha existido siempre, ha sido hecho carne por nosotros, porque este mismo Verbo es el Señor. Prosigue pues: "Y veamos este prodigio que acaba de suceder, y que el Señor nos ha manifestado", esto es, veamos cómo el Verbo se ha hecho a sí mismo, y se nos ha mostrado en su carne.
San Ambrosio, in Lucam, 1, 2
Es de notar de qué modo tan especial pesa la Escritura el sentido de cada palabra. Porque cuando se ve la carne del Señor, se ve al Verbo que es su Hijo. Y no se crea que este ejemplo de fe de los pastores es de poca importancia, a causa de que sus personas sean tan humildes. Se busca la sencillez y no la ostentación. Y continúa: "Vinieron, pues, a toda prisa" para manifestar que el que busca a Jesucristo no debe andar con pereza.
Orígenes, in Lucam, 13
Como fueron de prisa, y no poco a poco, prosigue: "Y hallaron a María", que era la que había dado a luz al Salvador, "y a José" que era el protector del nacimiento, "y al Niño reclinado en el pesebre", esto es, al mismo Salvador.
Beda
Está en el orden natural que, una vez celebrada dignamente la encarnación del Verbo, se venga a contemplar su misma gloria. Sigue, pues: "Y viéndole, se certificaron de cuanto se les había dicho", etc.
Griego
No satisfechos los pastores con creer la dicha que les había anunciado el ángel y cuya realidad vieron llenos de asombro, manifestaban su alegría no sólo a María y a José, sino también a todo el mundo. Y lo que es más, procuraban grabarla en su memoria. "Y todos -continúa- los que lo oyeron se maravillaron". ¿Y cómo no habían de maravillarse viendo en la tierra a Aquel que está en los cielos, y reconciliado en paz lo celestial con lo terreno, a aquel inefable infante, uniendo entre sí lo que era celestial por su divinidad con lo que era terreno por su humanidad, y haciendo en esta unión una alianza admirable?
Glosa
No sólo se admiran por el misterio de la encarnación, sino también por el gran testimonio de los pastores, que no podían inventar lo que no hubieran oído, y que publican la verdad con una elocuencia sencilla.
San Ambrosio
No son, por lo sencillas, despreciables las palabras de los pastores, puesto que María les prestaba fe, según se ve por lo que sigue: "María, empero, conservaba todas estas cosas dentro de sí, recogiéndolas en su corazón". Aprendamos la castidad en todas las cosas de la Santa Virgen, la cual reunía en su corazón las pruebas de la fe con no menos modestia en sus palabras que en su cuerpo.
Beda, in hom in nativ. Dom
Guardando, pues, las leyes del decoro virginal, no quería decir a nadie los misterios de Cristo que conocía, pero comparaba lo que ella había leído que debía suceder con lo que veía que venía sucediendo, no explicándolo con palabras, sino conservándolo encerrado en su corazón.
Griego
Todo lo que le había dicho el ángel, y todo lo que había oído a Zacarías, Isabel y los pastores, todo lo conservaba en su corazón. Y comparando unas cosas con otras, esta Madre de la Sabiduría veía que en todas ellas se probaba que era verdaderamente Dios quien había nacido de ella.
San Atanasio
Todos, pues, se alegraban en el nacimiento de Jesucristo, no de una manera humana (como suelen regocijarse los hombres cuando nace un niño), sino por la presencia de Jesucristo y por el brillo de la luz divina. "En fin -prosigue- los pastores se volvieron, no cesando de alabar y glorificar al Señor por todas las cosas que habían oído".
Beda
Esto es, de los ángeles. "Y que habían visto" (a saber, en Belén), según se les había anunciado por el ángel. Es decir, que glorificaban a Dios porque habían encontrado lo que se les había dicho; y, como se les había advertido, daban gloria al Señor y le dirigían sus alabanzas, porque así se lo habían enseñado los ángeles, no mandándoselo con la palabra, sino mostrándoles el ejemplo de su devoción cuando cantaron: "Gloria a Dios en las alturas".
Beda, in hom. in nativ. Dom
En sentido místico, los pastores de los rebaños espirituales, o más bien todos los fieles, van a imitación de estos pastores con su contemplación hasta Belén, y celebran la encarnación de Cristo con grandes homenajes. Vamos también nosotros, renunciando a todas las concupiscencias carnales y con todo el fervor de nuestra alma hasta la Belén del cielo. Es decir, hasta la casa del pan vivo, para que merezcamos ver reinando en el solio de su Padre a Aquel a quien vieron los pastores suspirando en el pesebre. No debe buscarse tanta felicidad con tibieza e indiferencia, sino que deben seguirse las huellas de Jesucristo con alegría. Cuando los pastores lo vieron, le conocieron. También nosotros debemos abrazar con suma diligencia y alegría todo lo que se nos ha dicho de nuestro Salvador, para que podamos comprenderlo con pleno conocimiento en la otra vida.
Beda, super Luc
Los pastores del rebaño divino se transportan a las puertas de Belén contemplando la vida de los antiguos patriarcas, que es en la que se conserva el pan de vida, y no encuentran allí otra cosa que la pureza virginal de la Iglesia, representada en María; la poderosa congregación de los doctores espirituales, representados en José; y la humilde venida de Jesucristo, expuesta en las páginas de la Sagrada Escritura como al Niño Jesús reclinado en el pesebre.
Orígenes, in Lucam, 13
El pesebre era también aquello que Israel no conoció, según las palabras de Isaías: "Conoció el buey a su amo y el asno el pesebre de su Señor" ( Is 1, 3).
Beda, in hom. in nativ. Dom
Los pastores no guardaron en silencio lo que habían visto, en lo que se manifiesta que los pastores de la Iglesia se ordenan para enseñar a sus oyentes lo que aprenden en las Sagradas Escrituras.
Beda, sup. Luc
También los maestros de los rebaños espirituales, ora se elevan contemplando las cosas del cielo, mientras los demás duermen, ora recorren con estudio los ejemplos de los fieles, ora vuelven a su ministerio pastoral para enseñar al pueblo.
Beda, in hom. in nativ. Dom
Hasta el que parece observar una vida retirada ejerce el cargo de pastor si, reuniendo gentes de buenas acciones y de pensamientos puros, se propone gobernarlas con una moderación perfecta, nutrirlas con el pasto de las Escrituras y preservarlas de las asechanzas de los demonios.