Catena Áurea
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← Lc 3, 10-14 →
Y preguntándole las gentes: "¿Qué es, pues, lo que debemos hacer?" Les respondió diciendo: "El que tiene dos vestidos dé al que no tiene ninguno, y haga otro tanto el que tiene qué comer". Y vinieron también a él publicanos para que los bautizase, y le dijeron: "Maestro, y nosotros, ¿qué debemos hacer?" Respondióles: "No exijáis más de lo que os está ordenado". Le preguntaban también los soldados: Y nosotros, ¿qué haremos?" A éstos dijo: "No maltratéis a nadie, ni le calumniéis, y contentaos con vuestras pagas". (vv. 10-14)
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Consta por las precedentes palabras de Juan Bautista que se turbaron los corazones de los oyentes que le pedían al Bautista consejo, como se ve por lo que sigue: "Y preguntándole, etc."
Orígenes, in Lucam, 23
Tres clases de personas preguntan a San Juan acerca de su salvación: Una a quien la Escritura llama turba, otra a quien llama publicanos, y la tercera la comprendida bajo el nombre de soldados.
Teofilacto
Previene a los publicanos y a los soldados que se abstengan de obrar mal, pero a las turbas -como no tenían malicia- les mandó que hiciesen algo bueno, por lo cual prosigue: "Les respondía diciendo: El que tiene dos vestidos, dé", etc.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Como la túnica nos es más necesaria que la capa corresponde a un digno fruto de penitencia que partamos con el prójimo no sólo lo que no nos es necesario, sino también lo necesario, como el vestido que nos ponemos, o el alimento con que vivimos materialmente, según se ve en las palabras: "Y haga otro tanto el que tiene que comer".
San Basilio
Aquí se nos enseña que todo lo que nos sobra, después de cubrir nuestras propias necesidades, estamos obligados a darlo por Dios a aquel que no tiene, porque El es el que nos ha dado todo lo que tenemos.
San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20
Porque está escrito en la ley: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lv 19, 18), no puede decirse que ama a su prójimo el que no parte con él, en caso de necesidad, aun aquello que le es necesario: por esto se nos dice que demos al prójimo una túnica cuando tengamos dos; porque, si sólo tenemos una y la dividimos, ninguno se viste. De todo esto debemos aprender cuanto sea el valor que tienen las obras de misericordia, cuando se nos prescribe entre todas las otras como dignos frutos de penitencia.
San Ambrosio
Para cada estado hay preceptos particulares; pero el de la misericordia es común para todos, por tanto a todos se les manda que den al que no tiene. La misericordia es la perfección de las virtudes; sin embargo, la misericordia se mide según la posibilidad de cada uno, para que nadie se prive de todo lo que tiene sino que dé parte de ello al pobre.
Orígenes, in Lucam, 23
Este pasaje tiene un sentido más profundo, porque así como no debemos servir a dos señores, tampoco debemos tener dos vestidos, para que así no sea uno de hombre viejo, y otro del nuevo; sino que debemos desnudar al hombre viejo y dar su vestido al que está desnudo. Así uno tiene uno, pero el otro no tiene ninguno, y nos fortaleceremos contra el enemigo. Y como está escrito que precipitemos nuestros pecados en lo profundo del mar, así conviene alejemos de nosotros los vicios y los pecados, y los arrojemos sobre aquel que fue causa de que los cometiéramos.
Teofilacto
Alguno interpreta esto de las dos túnicas, por el espíritu y la letra de la Escritura; y San Juan aconseja al que tiene las dos que instruya al ignorante y le enseña por lo menos la letra.
Beda
Se demuestra el gran valor que tiene la palabra del Bautista, cuando obligó a los publicanos, y los soldados a que le pidiesen consejo respecto de su salvación, por lo que sigue: "Y vinieron también a él publicanos", etc.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 24
Grande es el poder de la virtud, cuando los ricos buscan en el pobre el camino de la felicidad.
Beda
Les manda que no exijan más de lo que les está prescrito. Por lo cual sigue: Les respondió: "No exijáis más de lo que os está ordenando". Se llaman publicanos los que recaudan las contribuciones públicas, o los que arriendan los impuestos del fisco o de las rentas públicas, y también los que obtienen ganancia por medio de los negocios de la vida; a todos los cuales, según su oficio, aparta igualmente de todo fraude, para que desde luego no deseen los bienes ajenos, y lleguen después a repartir los suyos con el prójimo. Prosigue: "Le preguntaban también los soldados", etc. Les aconseja una templanza justa, para evitar que calumnien ni exijan botín de aquellos a quienes debieran ayudar con sus pagas. De aquí prosigue: Y les dijo: "No hagáis extorsiones a nadie (esto es, por violencia), ni lo calumniéis (a saber, por malicia fraudulente) y contentaos con vuestras pagas".
San Ambrosio
Enseña por tanto que el ejército tiene sueldo señalado, para impedir que merodee o robe.
San Gregorio Nacianceno, oratio 19
Llama sueldo a la provisión del emperador y a los premios que por ley se daban a los jefes.
San Agustín, contra Faustum, 22, 74
Sabía pues, que cuando aquéllos obraban como soldados, no eran homicidas, sino ministros de la ley, no vengadores de injurias, sino defensores de la tranquilidad pública. Porque de otro modo les hubiese contestado: Abandonad las armas, dejad la milicia, no hiráis, no maltratéis, ni matéis a nadie. ¿Qué es lo que hay de culpable en la guerra? ¿Acaso la muerte de los que han de morir, para que manden en paz los que han de vencer? Vituperar esto es propio de los temerosos, no de los religiosos. El deseo de dañar, la venganza cruel, el ánimo duro e implacable, la ferocidad cuando se pelea, el deseo de dominar, y otras cosas semejantes, he aquí lo que se considera culpable en la guerra; para castigar lo cual, resistiendo a la violencia de los enemigos (por mandato de Dios, o de algún poder legítimo), los buenos emprenden guerras cuando se encuentran en un orden de cosas que los obliga a mandar hacer la guerra o a obedecer la orden de hacerla.
San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 11
Cuando hablaba a los publicanos y a los soldados San Juan quería elevarlos a conocimientos más profundos; pero como todavía no estaban preparados para ello, les enseña cosas menos importantes; porque no hubiesen entendido lo primero y hubiesen quedado privados de lo último.