Catena Áurea
1 2 Cap. 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24
← Lc 3, 21-22 →
En el tiempo en que concurría todo el pueblo a recibir el bautismo, habiendo sido también bautizado Jesús, y estando en oración, sucedió el abrirse el cielo y bajar sobre El el Espíritu Santo en forma corporal como de una paloma, y se oyó esta voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo puestas todas mis delicias". (vv. 21-22)
San Ambrosio
San Lucas reasume todo lo que han dicho los demás evangelistas, y más que referirlo da a entender que el Señor fue bautizado por San Juan; por esto dice: "En el tiempo en que concurría todo el pueblo a recibir el bautismo", etc. El Señor fue bautizado, no para purificarse, sino para purificar las aguas, a fin de que, purificadas por la carne de Jesucristo, que no conoció el pecado, tuviesen virtud para bautizar a los demás.
San Gregorio Nacianceno, oratio 39
Jesucristo se bautizó tal vez para santificar al Bautista, y sin duda ninguna para sumergir en las aguas a todo el viejo Adán.
San Ambrosio
Cual fuese la causa por qué Jesucristo quiso ser bautizado, lo especifica el mismo Señor diciendo: "Así debemos cumplir toda justicia" ( Mt 3, 15). ¿Y qué es sino justicia hacer primero uno lo que quiere que otro haga, exhortándolo con su ejemplo? Por tanto, que ninguno se niegue a recibir el bautismo de la gracia, puesto que Jesucristo no se negó a recibir el bautismo de la penitencia.
San Juan Crisóstomo
Había un bautismo de los judíos que limpiaba las inmundicias de la carne, pero no las culpas del alma; en tanto que nuestro bautismo libra de todos los pecados, purifica nuestra alma, y derrama la gracia del Espíritu Santo. El bautismo de San Juan era mejor que el de los judíos, porque no consistía en la observancia de las purificaciones corporales, sino que exhortaba a convertirse del vicio a la virtud. Pero era de menos valor que el nuestro, porque ni concedía la gracia del Espíritu Santo, ni el perdón que se obtiene por la gracia. Pero Jesucristo no fue bautizado ni con el bautismo de los judíos ni con el nuestro -porque ni necesitaba el perdón de los pecados, ni su carne, que había sido concebida desde el principio por el Espíritu Santo, tenía necesidad de él- pero fue bautizado con el bautismo de San Juan, para que comprendamos, por la naturaleza misma de este bautismo, que no fue bautizado porque hubiera cometido alguna culpa, ni tampoco porque necesitase el don del Espíritu Santo. Dice el evangelista: "Bautizado y estando en oración", para que se comprenda que una vez recibido el bautismo, es muy conveniente orar.
Beda
Porque aunque en el bautismo todos los pecados se perdonan, todavía la fragilidad de la carne no queda fortalecida, porque, cuando pasado el mar Rojo nos felicitamos por la inmersión de los egipcios, nos encontramos con otros enemigos en el desierto de la vida mundana, a los que debemos vencer con nuestro esfuerzo por la gracia de Cristo, hasta que lleguemos a la patria celestial.
San Juan Crisóstomo
Dice, pues: "Se abrió el cielo", como si hasta entonces hubiera estado cerrado. El redil del cielo y el de la tierra ya se habían reunido, y habiendo un sólo pastor de todas estas ovejas, el cielo se abrió, y el hombre terreno se juntó con los ángeles.
Beda
No se abrió el cielo entonces para Aquél cuyos ojos veían el interior de los cielos; pero allí se manifiesta la virtud del bautismo, del cual cuando cada uno sale encuentra que se abre para él la puerta del reino de los cielos, y mientras que la carne inocente es bañada con las aguas frías, se extingue el fuego de la espada que nos amenazaba en otro tiempo.
San Juan Crisóstomo
Bajó el Espíritu Santo sobre Jesucristo, porque era como el principio de nuestra especie para estar primero en El, el cual no lo recibió para sí, sino para nosotros. De donde prosigue: "Y bajó sobre El el Espíritu Santo", etc. No se crea que lo recibió porque no lo tenía, porque El mismo, como Dios, lo enviaba del cielo, y a la vez como hombre lo recibía en la tierra. Así voló desde El hasta El, es decir, desde su divinidad hasta su humanidad.
San Agustín, de Trinitate 5, 26
Es un gran absurdo suponer que recibiese el Espíritu Santo cuando ya tenía treinta años. Llegó al bautismo sin pecado, pero no sin el Espíritu Santo. Porque si de San Juan ha escrito San Lucas, "que fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su Madre" ( Lc 1, 15), ¿qué debemos creer de Jesucristo, cuya concepción, según la carne, no fue carnal, sino espiritual? Ahora, pues, se ha dignado figurar su cuerpo, esto es, su Iglesia, en la cual los bautizados espiritualmente reciben el Espíritu Santo.
San Juan Crisóstomo
Este bautismo tenía algo de antiguo a la vez que aparecía como nuevo; lo primero, porque lo recibía de un profeta, y lo último por la venida del Espíritu Santo.
San Ambrosio
Con razón se presentó el Espíritu Santo en forma de paloma, porque no es visible en la sustancia de su divinidad. Observaremos el misterio de mostrarse en figura de paloma. La gracia del bautismo exige la sencillez, para que seamos sencillos como la paloma; la gracia del bautismo requiere la paz, la que llevó representada la paloma en la rama de oliva al arca, que sola fue la que quedó libre del diluvio.
san Juan Crisóstomo
Ahora, para expresar la mansedumbre del maestro, aparece en forma de paloma; mientras que en Pentecostés se presenta en forma de fuego, para representar la pena. Cuando convenía perdonar los pecados, era necesaria la mansedumbre; pero cuando hemos alcanzado la gracia, sólo queda el tiempo del examen y del juicio.
San Cipriano, ecclesie unitate
La paloma es un animal sencillo y alegre, no tiene hiel amarga, no hace daño con sus picadas, ni hieren sus uñas, gusta de vivir entre los hombres, conocen la unión de una sola casa, cuando engendra sus hijos está siempre con ellos, cuando se desplazan permanecen juntas, llevan su vida en comunidad, conocen la concordia con el beso de la paz, y cumplen en todo con la ley que prescribe la unión.
San Juan Crisóstomo
Jesucristo también aun desde su nacimiento se había dado a conocer por medio de muchas profecías, pero como no quisieron entenderlas, habiéndose ocultado algún tiempo se vuelve a manifestar de una manera más clara por otro principio. Pues la estrella lo había revelado ya en el cielo, mas en las aguas del Jordán el Espíritu Santo desciende sobre El en forma de paloma y al Padre lo proclama haciendo resonar su voz sobre la cabeza de aquel que era bautizado; de donde sigue: "Se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo amado", etc.
San Ambrosio
Hemos visto al Espíritu Santo, pero bajo una forma corporal; y el Padre, a quien no podemos ver, oigámoslo. El Padre es invisible y el Hijo es invisible según la divinidad; mas quiso darse a conocer en el cuerpo, y como el Padre no tenía cuerpo, por eso quiso enseñarnos que El estaba presente en el Hijo, diciendo: "Tú eres mi hijo".
San Atanasio
La Sagrada Escritura emplea el nombre de Hijo en dos sentidos. Uno como se dice en el Evangelio: "Les dio potestad de convertirse en hijos de Dios" ( Jn 1, 12); el otro, según el cual Isaac es hijo de Abraham. Jesucristo, pues, no se llama simplemente Hijo de Dios sino con adición de artículo, para que comprendamos que sólo El es el que en realidad y según la naturaleza es Hijo, por lo cual se llama unigénito. Pues si se llamase hijo en el sentido absurdo de Arrio, como los que consiguen este nombre por gracia, en nada parecería diferenciarse de nosotros. Resta, pues, el segundo sentido, el cual consiste en decir que Cristo es Hijo de Dios, como Isaac es hijo de Abraham. El que es engendrado por otro naturalmente y no toma su origen de afuera, es hijo por naturaleza. Pero se dice: ¿Por ventura la natividad del Hijo es pasible como la del hombre? De ningún modo; sino que Dios, siendo indivisible, es Padre del Hijo de una manera impasible; por lo que se dice: "Verbo del Padre"; porque ni el verbo humano se produce pasiblemente; y siendo simple la naturaleza divina, es Padre de un solo Hijo, y por esto añade: "Amado".
Crisóstomo
Cuando alguno tiene un solo hijo, lo ama mucho más; pero si es padre de muchos, su afecto se debilita dividiéndose.
San Atanasio
Habiendo anunciado antes el profeta las promesas de Dios, diciendo: "Enviaré a Cristo mi Hijo", ahora a orillas del Jordán, como cumplido ya lo prometido, añade: "En ti me he complacido".
Beda
Como diciendo: He constituido en ti mis complacencias, es decir, cumpliré por medio de Ti lo que me place.
San Gregorio Magno, Homiliae in Hiezechihelem prophetam, 8
O de otro modo, todo el que arrepentido corrige algunas cosas que hizo, por lo mismo que se arrepiente, indica que le han desagradado, porque enmienda lo que hizo; así el Padre Omnipotente habló de los pecadores, a manera de los hombres, diciendo (Gn 6, 7): "Me arrepiento de haber hecho al hombre"; como si se hubiese desagradado a sí mismo en los pecadores que creó. Así es que sólo en Cristo se ha complacido, porque sólo en El no halló culpa, en la que como arrepintiéndose se reprenda.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 14
Lo que dice San Mateo: "Este es mi hijo" ( Mt 3, 17), y San Lucas: "Tú eres mi hijo amado"; tiene el mismo sentido. En efecto, la voz del cielo dijo una de estas cosas, pero San Mateo quiso demostrar que lo que se ha dicho: "Este es mi Hijo" tenía el mismo valor para indicar, especialmente a los oyentes, que El era el Hijo de Dios. No se dirigía a Cristo lo que ya sabía; sino que oían los que estaban presentes, para quienes también fue hecha la misma voz.