Catena Áurea
1 2 3 4 5 Cap. 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24
← Lc 6, 17-19 →
Y bajando con ellos, se paró en un llano, y la turba de sus discípulos, y un gran gentío de toda la Judea, y de Jerusalén, y de la marina, y de Tiro y de Sidón, que habían venido a oírle, y a que los sanase de sus enfermedades. Y los que eran atormentados de espíritus inmundos eran curados. Y toda la muchedumbre quería tocarle, porque salía de El virtud, y los sanaba a todos. (vv. 17-19)
San Cirilo
Una vez realizada la reunión de los apóstoles, y congregados otros varios de entre los judíos, y de la región marítima de Tiro y de Sidón, -que eran idólatras-, los constituyó en doctores de todo el mundo, para libertar a los judíos de la servidumbre de la ley y apartar a los idólatras del error gentil, llevándolos al conocimiento de la verdad; por lo que dice: "Y bajando con ellos, se paró en un llano, y la turba de discípulos y un gran gentío de toda la Judea, y de Jerusalén, y de la marina", etc.
Beda
No dice marina a causa del mar de la Galilea, que estaba próximo, lo cual no sería extraordinario, sino que quiere hablar del gran mar -en el cual ponían también a Tiro y Sidón-, de quienes se dice: "Y de Tiro, y de Sidón", cuyas ciudades, como estaban ocupadas por gentiles, con razón se las llama por su nombre, para que se vea cuánto se había extendido ya la fama y el poder del Salvador, el cual, como había venido a predicar a todas las ciudades, quería enseñar a todas a recibir y a aceptar su doctrina; y así prosigue: "Que habían venido a oírle".
Teofilacto
Esto es, a curar sus almas, y a sanar de todas sus enfermedades, o sea del cuerpo.
San Cirilo
Después que hubo escogido los apóstoles, hizo muchos y grandes milagros, para que los judíos y los gentiles, que habían venido, conociesen que ellos habían sido distinguidos por Jesucristo con la dignidad del apostolado; y que El no era como los demás hombres, sino más bien Dios, como Verbo encarnado; y prosigue: "Y todas las gentes procuraban tocarle; porque salía de El virtud y los sanaba a todos". Cristo no recibía la virtud de otro, sino que, siendo Dios por naturaleza, curaba a todos los enfermos, derramando sobre ellos su propia virtud.
San Ambrosio
Observese todo diligentemente: de qué manera también asciende con los apóstoles y desciende hacia la muchedumbre, de qué modo lo seguía la muchedumbre hacia lo alto; luego, a donde descendía, llegaban los enfermos: pues, en las alturas no pueden estar los enfermos.
Beda
Rara vez se observará que las turbas hayan seguido a Jesús a las alturas, ni que haya curado algún enfermo en la cumbre de un monte; sino que una vez curada la fiebre de las pasiones, y encendida la luz de la ciencia, ha hecho subir a cada uno hasta la cumbre de la perfección evangélica. Las gentes, que pudieron tocar al Salvador, se curaron por la virtud de Este, como ya hemos visto que el leproso se curó, cuando le tocó el Señor. El tacto del Salvador equivale a la curación, porque el tocarle es tanto como el creer en El, y aquel por quien es tocado se cura en virtud de la gracia del Señor.