Catena Áurea
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← Lc 11, 5-8 →
Les dijo también: "Si alguno de vosotros tuviere un amigo y fuese a él a media noche, a decirle: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa, y no tengo nada que darle; aunque aquél desde dentro le responda: No me molestes; ya está cerrada la puerta, y mis criados están como yo, acostados; no puedo levantarme a dártelos: si el otro porfía en llamar y más llamar, yo os aseguro que cuando no se levantase a dárselos por ser su amigo, a lo menos por librarse de su importunidad, se levantará al fin y le dará cuantos panes hubiere menester". (vv. 5-8)
San Cirilo, in Cat. graec. Patr
Había enseñado a petición de sus apóstoles cómo conviene orar. Pero podía suceder que los que recibían esta saludable enseñanza hiciesen sus preces, según la forma prescrita, mas con negligencia y descuido; y después, si no eran oídos a la primera o la segunda oración, dejasen de orar. A fin, pues, de que tal cosa no nos suceda, nos manifiesta en una parábola que la pusilanimidad es perjudicial en las oraciones, siendo muy conveniente esperar con paciencia en ellas. Por esto dice: "Les dijo también: Si alguno de vosotros tuviere un amigo".
Teofilacto
Este amigo es Dios que a todos ama y desea la salvación de todos.
San Ambrosio
¿Quién es más amigo nuestro que aquel que ha entregado su cuerpo por nosotros? Aquí se nos da a conocer otro precepto, es decir, que oremos en todo momento (no sólo durante el día sino también de noche). Sigue pues: "Y le irá a él a media noche". Como pidió David cuando decía ( Sal 119, 62): "Me levantaba a media noche a tributarte gracias". Y no temió que se despertase del sueño, porque sabe que siempre está despierto; pues si aquél tan santo y que estaba ocupado en las cosas del reino, alababa al Señor siete veces al día (según se nos dice en el mismo salmo 118), ¿qué debemos hacer nosotros? ¿No debemos orar tanto más, cuanto que con tanta facilidad pecamos por la fragilidad de nuestro cuerpo y de nuestro espíritu? Si amas al Señor tu Dios, no sólo puedes merecer para ti, sino también para los demás. Sigue, pues: "Y le dirá: amigo, préstame tres panes", etc.
San Agustín, De verb. Dom., serm. 29
¿Qué son estos tres panes, sino el alimento del misterio divino? Puede suceder que no pueda alguno responder a la petición de un amigo, pues no tiene lo que está obligado a darle. Sucede con frecuencia que viene a nosotros un amigo nuestro de camino, esto es, de la vida del siglo; aquel camino en que todos pasan como peregrinos y ninguno permanece como poseedor, porque se dicen a todo hombre: "Pasa, y deja lugar al que ha de venir" (Si 29, 33 Vulg.). También puede suceder que venga fatigado del mal camino (esto es, de la mala vida) un amigo, que todavía no ha encontrado la verdad, la cual, una vez oída y recibida, se convierta y te diga como a cristiano: "Instrúyeme". Y acaso te pregunte lo que tú ignores por la sencillez de tu fe y no puedas satisfacer su deseo; entonces te verás obligado a buscar en los libros del Señor. Acaso lo que te pregunta se encuentra en el libro, pero no de un modo claro. No dejarías entonces de consultar a San Pablo o San Pedro, o alguno de los profetas; pero ya descansa esta familia con este su Señor y es grande la ignorancia de este siglo, ésta es la media noche; e insta el sediento amigo, a quien no basta ya la fe sencilla. ¿Acaso será preciso abandonarlo? Acude, pues, al mismo Dios por medio de la oración, con el cual descansa la familia. De quien se dice: "El que está adentro responde: no me seas molesto". El que tarda en dar, quiere excitar más tu deseo con la tardanza, para que no parezca de poco mérito lo que da.
San Basilio, in Const. monast., cap. 1, versus finem
Acaso lo difiere con el fin de que, repitiendo con asiduidad y frecuencia tu plegaria, conozcas lo que es la casa de Dios y conserves con celo las gracias concedidas. Todo lo que se adquiere con mucho trabajo se conserva con grande empeño puesto que si se pierde se hace infructuoso el trabajo que ha costado.
Glosa
No se quita con esto la libertad de impetrar, sino que se enciende más el deseo de orar, una vez conocida la dificultad de alcanzar lo que se pide. Sigue pues: "Ya está cerrada la puerta".
San Ambrosio
Esta es la puerta que también pide San Pablo se le abra ( Col 4), no sólo orando él, sino suplicando al pueblo que lo ayude en sus oraciones; pide así a fin de que se le abra la puerta de la palabra para anunciar el misterio de Cristo. Y acaso esta puerta es aquella que vio abierta San Juan, a quien se le dijo ( Ap 4): "Sube aquí y te manifestaré lo que conviene hacerse".
San Agustín, De quaest. Evang., lib. 2, 21
En esto se da a entender el tiempo en que se tiene hambre de la divina palabra cuando se oscurece la inteligencia, y cuando los que reparten la sabiduría evangélica como el pan, predicando por todo el orbe, están ya en reposo misterioso con el Señor. Y esto es lo que añade: "Y los muchachos están como yo en la cama".
San Gregorio Niceno
Llama muy oportunamente muchachos a aquellos que han alcanzado la impasibilidad por medio de las armas de la justicia, enseñando que el bien que adquirimos por medio del fervor, lo teníamos desde el principio en nuestra naturaleza. Porque cuando alguno, renunciando a la carne, combate con el ejercicio de una vida virtuosa la pasión por la razón, se hace como un niño insensible respecto de las pasiones. El lecho es el descanso del Salvador.
Glosa
Y en seguida añade: "No puedo levantarme a dártelos", lo cual se refiere a la dificultad de conseguir.
San Agustín, De quaest. Evang., lib. 2, quaest. 21
O de otro modo: el amigo a quien se viene a la media noche para que nos dé tres panes, también se pone como un símil de aquel que, cuando se encuentra en alguna tribulación, pide a Dios le conceda conocer el misterio de la Santísima Trinidad para consolarse en las penas de la vida presente. Porque la tribulación es como la media noche, en la que es preciso instar mucho para conseguir los tres panes; y en éstos se representa también que la Trinidad es de una sola sustancia. El amigo que viene de camino es el apetito del hombre que debe servir a la razón, pues servía a las cosas temporales, a las que llama camino -porque todas son pasajeras, siendo así que se aparta de ellas aquel apetito por la conversión del hombre a Dios-. Pero si no consuela interiormente la alegría de la doctrina espiritual en que se anuncia la Trinidad del Creador, experimenta grandes aflicciones el hombre, a quien oprime una pena mortal. Así sucede cuando se le manda prescindir de las cosas que le agradan en el exterior e interiormente no pueden saciarse con la alegría de la doctrina espiritual. Y sin embargo, rogando y deseando recibe del Señor la inteligencia, aunque no tenga hombre que le anuncie la sabiduría. Sigue pues: "Y si el otro porfía", etc. Esta comparación es inferior a la realidad, porque si el hombre amigo se levanta de su lecho y da, no impulsado por la amistad, sino por el fastidio, ¿cuánto más da Dios, que sin fastidio da con largueza lo que se le pide?
San Agustín, De verb. Dom., serm. 29
Cuando obtengas, pues, los tres panes (esto es, el alimento y la inteligencia de la Trinidad), tendrás para alimentarte tú y para dar a los demás. No temas, no ceses, porque aquel pan no concluirá y tu indigencia sí. Aprende y enseña; aliméntate y alimenta a los demás.
Teofilacto
O bien, la media noche representa el fin de la vida en el que muchos llegan a Dios; y el ángel es el amigo que recibe el alma. También puede entenderse por media noche lo profundo de las tentaciones en que se encuentra aquel que pide a Dios tres panes; esto es, la necesidad del cuerpo, del alma y del espíritu, para que no peligremos en las tentaciones. El amigo que viene de camino es el mismo Dios, quien prueba por medio de las tentaciones, y a quien no tiene qué ofrecer el que cae en ellas. Respecto a lo que dice: "Y está cerrada la puerta", debe entenderse que nos enseña a estar preparados antes de las tentaciones; porque después que caemos en ellas, se cierra la puerta de la preparación; y hallándonos desprevenidos, si Dios no nos ayuda, peligramos.