Catena Áurea
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← Lc 15, 11-16 →
Mas dijo: "Un hombre tuvo dos hijos. Y dijo el menor de ellos a su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me toca. Y él les repartió la hacienda. Y no muchos días después, juntando todo lo suyo el hijo menor se fue lejos a un país muy distante, y allí malrotó todo su haber, viviendo disolutamente. Y cuando todo lo hubo gastado, vino una grande hambre en aquella tierra, y él comenzó a padecer necesidad. Y fue, y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra. El cual lo envió a su cortijo a guardar puercos. Y deseaba henchir su vientre de las mondaduras que los puercos comían y ninguno se las daba". (vv. 11-16)
San Ambrosio
San Lucas expone sucesivamente tres parábolas: la de la oveja que se había perdido y se encontró; la de la dracma que también se había perdido y se halló y la del hijo que había muerto y resucitó, para que estimulados por estos tres remedios curemos las heridas de nuestra alma. Jesucristo, como pastor, te lleva sobre su cuerpo. Te busca la Iglesia, como la mujer. Te recibe Dios, que es tu padre. La primera es la misericordia, la segunda los sufragios y la tercera la reconciliación.
Crisóstomo
También hay en las parábolas antedichas cierta distinción entre las personas que pecan. En un caso, el padre recibe al hijo penitente que usa de su libre albedrío para conocer de dónde ha caído; en el otro, el pastor busca la oveja perdida que no sabe volver, llevándola sobre sus hombros, comparando al animal irracional con el hombre imprudente que, llevado del engaño de otro, se había perdido como la oveja. Esta parábola se expone diciendo: "Entonces dijo: Un hombre tuvo dos hijos". Hay quien dice -refiriéndose a estos dos hijos- que el mayor figura a los ángeles y el menor al hombre, que se fue a tierras lejanas cuando cayó a la tierra desde el cielo y el paraíso; y aplican la consecuencia a la caída o al estado de Adán. Pero este significado parece ciertamente piadoso, aunque ignoro si será verdadero. Porque el hijo menor se arrepintió espontáneamente al acordarse de la abundancia pasada que había en la casa de su padre. Pero el Señor, cuando vino, invitó a la humanidad a que hiciera penitencia, cuando no pensaba en volver por su voluntad al lugar de donde había caído. Después, el hijo mayor se entristece por la vuelta y por la salvación de su hermano, cuando dice el Señor que habrá alegría entre los ángeles cuando se convierta un pecador.
San Cirilo
Otros dicen que el hijo mayor figura al pueblo de Israel según la carne y que el otro, que se separó de su padre, es el pueblo de los gentiles 1.
San Agustín
Se entiende que este hombre que tiene dos hijos es Dios, que tiene dos pueblos, como dos ramas del género humano. Una, la de los que permanecieron fieles en el culto del verdadero Dios y otra, la de los que lo abandonaron hasta el punto de adorar a los ídolos. Desde el principio de la creación del hombre mortal, el hijo mayor da culto al verdadero Dios. Pero el menor pidió que se le diese la parte de la fortuna que le tocaba por su padre. Por esto sigue: "Y dijo el menor de ellos a su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me toca". Como un alma que se complace con su poder, pide aquello que lo hace vivir, entender, recordar y distinguirse por su ingenio especial; cosas todas que son dones de Dios y que recibió para usar de ellas a su voluntad. Por esto sigue: "Y él les partió la hacienda".
Teofilacto
La hacienda del hombre es la razón, a la que acompaña el libre albedrío. Del mismo modo podemos creer que todas las cosas que el Señor nos ha dado nos pertenecen, como son el cielo, la tierra, todas las criaturas, la ley y los profetas.
San Ambrosio
Ve cómo se da el patrimonio divino a quienes lo piden. Y no creas que fue un error del padre el que le diera su parte al hijo más joven. No hay edad alguna que sea débil en el reino de Dios, porque la fe no se cuenta por los años. El se creyó idóneo cuando pidió su parte. ¡Ojalá no se hubiese separado de su padre! porque entonces hubiese desconocido los inconvenientes de la edad. Y sigue: "Y no muchos días después, juntando todo lo suyo, el hijo menor se fue lejos a un país muy distante", etc.
Crisóstomo
El hijo menor se marchó a un país lejano. Se separó de Dios, no por el lugar, pues Dios está en todas partes, sino por el afecto; así huye el pecador de Dios y se pone lejos de El.
San Agustín
El que quiera ser semejante a Dios para conservar su fuerza en El, que no se separe, sino que se una a El, si ha de conservar la imagen y semejanza con quien le ha creado. Pero si quiere imitar a Dios culpablemente; es decir, si quiere ser independiente como Dios y vivir sin reconocer autoridad ninguna, ¿qué le queda sino enfriarse por la separación de su calor y extraviarse por el abandono de la verdad?
San Agustín
Lo que dijo que sucedió a los pocos días, esto es, que reunió todo lo que era suyo y que se marchó en seguida a una región muy distante, representa el olvido de Dios. Es decir, que poco después de haber creado al género humano, quiso el hombre por su libre albedrío llevar consigo la potencia de su naturaleza y abandonar a Aquel por quien fue creado, confiando en sus fuerzas. Estas fuerzas consumió tan pronto como abandonó a Aquel de quien las había recibido. Por esto sigue: "Y allí derrochó todo su haber, viviendo disolutamente". Llama vida disoluta o pródiga a la que derrama o disipa su afecto en las pompas exteriores, teniendo el vacío en su interior. Vida con la cual se emprenden siempre nuevas cosas y se abandona al que está dentro de nosotros. Y prosigue: "Y cuando todo lo hubo gastado, vino un grande hambre en aquella tierra". El hambre es la necesidad de la palabra de verdad.
Prosigue: "Y él comenzó a padecer necesidad".
San Ambrosio
Con razón empezó a tener hambre el que se había alejado de los tesoros de la sabiduría y de la ciencia de Dios y de la abundancia de las riquezas celestiales. Prosigue: "Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra".
San Agustín
Este ciudadano de aquella región es algún príncipe del aire, perteneciente a la milicia del diablo, cuyo cortijo se somete a su poder. Acerca de esto sigue: "El cual lo envió a su cortijo a guardar puercos". Los puercos son los espíritus inmundos que estaban bajo su poder.
Beda
Apacentar los puercos es hacer como una obra de las que gozan los espíritus inmundos. Prosigue: "Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que los puercos comían".
San Ambrosio
Las algarrobas son un género de legumbre vacía en lo interior y tierna en lo exterior, con la que el cuerpo no se alimenta, sino que se llena, sirviéndole más bien de peso que de utilidad.
San Agustín, ut sup
Las algarrobas con que apacentaba los puercos eran las doctrinas mundanas que enseña la vanidad, en las que rebosan las alabanzas de los ídolos y de las fábulas con que honraban a sus dioses los gentiles en sus cantos y sus discursos; con ellos complacen a los demonios. Y como el hijo pródigo deseaba saciarse, buscaba algo sólido y recto que se refiriese a la felicidad y no podía encontrarlos en estas cosas. Y prosigue: "Y ninguno se lo daba".
San Cirilo
Como los judíos son acusados tantas veces en la Sagrada Escritura (Jr 2, 5; Is 29, 13) de muchos crímenes, ¿cómo pueden referirse a aquel pueblo las palabras del hijo mayor, que dice: "He aquí tantos años ha que te sirvo y nunca he traspasado tus mandamientos?". El sentido de la parábola es éste: Arguyendo los fariseos y los escribas al Salvador porque recibía a los pecadores, les propuso la siguiente parábola, en la cual compara a Dios con un hombre que es padre de dos hermanos (de los justos y de los pecadores), de los que el primero representa a los justos -que desde el principio han obrado con justicia- y el segundo a los que por la penitencia vuelven a la justicia.
San Basilio
La madurez y gravedad del juicio del mayor, influyen en su perseverancia más que la blancura de sus cabellos. Y no es increpado quien es joven por la edad, sino quien es joven por las costumbres y vive según las pasiones.
Tito Bostrense
Se marchó el más joven, que aún no era adulto por el juicio y le pidió a su padre lo que le pertenecía de la herencia para no verse obligado a servir, porque somos seres racionales dotados de libre albedrío.
Crisóstomo, ut sup
Dice, pues, la Escritura que el padre dividió igualmente entre sus dos hijos su fortuna, es decir la ciencia del bien y del mal, que son las verdaderas y perpetuas riquezas del alma cuando usa bien de ellas. En efecto, todos los hombres al nacer reciben de Dios la sustancia racional del mismo modo, pero después en el transcurso de la vida, se ve que cada uno tiene mayor o menor cantidad de esta sustancia. Porque unos, creyendo que lo que han recibido es de su padre, lo guardan como propiedad paterna, mientras que otros, creyendo que lo que reciben es suyo propio, lo disipan licenciosamente. Se da, pues, a conocer aquí el libre albedrío, porque el padre no retiene al que quiere marcharse, ni le quita su libertad. Y no obliga a que se marche al que quiere quedarse para no aparecer él mismo como autor de los males que puedan sobrevenirle. Se marchó lejos, no por la distancia de los lugares, sino por el extravío de su mente. Prosigue: "Y se fue a un país muy distante".
San Ambrosio
¿Qué cosa hay más lejana que separarse de sí mismo, no separándose por razón de territorio sino por la diferencia de costumbres? Y el que se separa de Jesucristo es desterrado de su patria y ciudadano del mundo. Así que disipa su patrimonio el que se separa de la Iglesia.
Tito Bostrense
Por tanto, se llama pródigo el que disipa sus tesoros, esto es, su recta inteligencia, las enseñanzas de la castidad, el conocimiento de la verdad, el recuerdo de su autor y el pensamiento de su origen.
San Ambrosio
Sobrevino allí, pues, el hambre, no de los alimentos, sino de las virtudes y de las buenas obras, que es la más miserable, porque el que se separa de la palabra de Dios, tiene hambre, supuesto que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra de Dios ( Mt 4, 4) y el que se separa de este tesoro queda en la indigencia. Empezó, pues, a estar en la indigencia y a padecer hambre, porque nada basta a una voluntad pródiga. Y se marchó y entró a servir a un habitante del país; pero el que sirve es esclavo y el habitante del país parece ser el príncipe de este mundo. Finalmente, el ser enviado a la finca (del habitante del país) es lo que compra el que se excusa de asistir al festín del reino ( Lc 14).
Beda
Ser enviado al cortijo, equivale a subyugarse a la codicia de las cosas mundanas.
San Ambrosio
Apacienta a aquellos puercos en los que pidió entrar el diablo siendo animales, porque viven en las inmundicias y en la corrupción ( Mt 8; Mc 2; Lc 8).
Teofilacto
A éstos apacienta el que aventaja a otros en sus vicios, como son los corruptores, los jefes de ladrones y los de los publicanos, que enseñan a otros a obrar mal.
Crisóstomo, ut sup
O bien: se dice que el desprovisto de riquezas espirituales -como son la prudencia y la inteligencia- apacienta a los puercos, porque equivale a alimentar en su alma pensamientos sórdidos e inmundos. Y come los alimentos irracionales de un trato depravado -dulces en verdad para el que ha abandonado el bien- porque a los perversos les parece dulce toda obra de voluptuosidad carnal, que enerva y destruye en absoluto las virtudes del alma. La Sagrada Escritura designa con el nombre de algarrobas a estos alimentos fatalmente dulces, propios de los puercos: las complacencias de las delectaciones carnales.
San Ambrosio
Deseaba, pues, llenar su vientre de aquellas algarrobas. No es otro el cuidado de los lujuriosos sino el llenar su vientre.
Teofilacto
Pero ninguno puede saciarse del mal, pues está muy distante de Dios el que se alimenta de tales manjares y los demonios tienen gran cuidado de que nunca llegue la saciedad de los malos.
Glosa
Y ninguno le daba; porque el diablo, cuando se apodera de alguno, no le procura la abundancia sabiendo que ya está muerto.
Notas
1. El original latino dice multitudo gentium, "la multitud de las naciones". Es la gentilidad, la humanidad que no ha recibido directamente la Alianza de Dios, y que mediante la Iglesia, pasará a formar parte del nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia, que une en su seno a los judíos y a los gentiles.