Catena Áurea
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← Lc 18, 24-30 →
Y Jesús le dijo cuando le vio triste: "¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen dineros! Porque más fácil cosa es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios". Y dijeron los que le oían: "¿Pues quién puede salvarse?" Les dijo: "Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios". Y dijo Pedro: "Bien ves que nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido". El les dijo: "En verdad os digo, que ninguno hay que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna". (vv. 24-30)
Teofilacto
Después que el rico escuchó que debía dejar sus riquezas, se marchó entristecido. El Señor, admirándose, habló, según prosigue: "Y Jesús le dijo cuando le vio triste: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen dineros!". No dice que es imposible que entren, sino difícil, porque pueden alcanzarse las cosas del cielo por medio de las riquezas (o adquirirse), pero es difícil, porque las riquezas son más pegajosas que la liga y con dificultad puede desprenderse de ellas el alma, a la cual preocupan. Pero luego indica que esto es imposible, diciendo: "Porque es cosa más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja", etc. El nombre que se pone en el texto griego se puede entender del animal que se llama camello y del cable grueso de un barco. De cualquier modo que se entienda esto, es imposible que pase un camello por el ojo de una aguja. Por tanto, si esto es más fácil que el que se salve un rico y esto que es más fácil es imposible, será más imposible que un rico se salve. ¿Y qué decir a esto? En primer lugar que es cierto que el rico no puede salvarse. Y no se me diga que se ha salvado un rico porque ha dado cuanto tenía, puesto que no se ha salvado sino porque se ha hecho pobre distribuyendo sus bienes. Una cosa es ser rico y otra el ser ecónomo o administrador, porque es rico el que guarda para sí, administrador o ecónomo el que tiene un depósito para distribuirlo a los demás.
Crisóstomo In Ioamen hom. 18
Abraham tenía, ciertamente, riquezas para los pobres. Aquellos que las poseen en justicia las reciben de Dios y las distribuyen según los mandamientos divinos. Pero aquellos que las adquieren contra Dios, las distribuyen del mismo modo, dándolas a las mujeres públicas, a los perezosos, o escondiéndolas en la tierra, sin dar nada a los pobres. No prohibe, pues, enriquecerse, sino hacerse esclavo de las riquezas. Quiere que usemos lo necesario, pero no que guardemos. Es propio del que sirve el guardar las cosas y propio del Señor el darlas. Si hubiese querido conservarlas no se las hubiese entregado a los hombres, sino que las hubiese dejado sepultadas en la tierra.
Teofilacto
Observa que dice es imposible se salve un rico y que es difícil la salvación del que posee riquezas. Como si dijese: el rico que se deja dominar de las riquezas y vive esclavizado de ellas, no se salvará, pero el que las posee, esto es, el que las domina, con dificultad se salvará, a causa de la fragilidad humana. Porque el diablo se esfuerza en perdernos mientras poseemos riquezas y es difícil huir de sus tentaciones. Por tanto, es un bien la pobreza y puede decirse que está libre de aquéllas.
Crisóstomo
Las riquezas no proporcionan comodidad ninguna cuando el alma vive en la pobreza y cuando nada en las riquezas no le hace mella la pobreza. Si es una señal de riqueza no necesitar de nada y lo es de pobreza necesitar, claro está que uno es más pobre cuanto más rico, porque es más fácil que desprecie las riquezas el pobre que el rico. Y la abundancia de riquezas no sólo no sacia la ambición del rico, sino que la aumenta, como sucede con el fuego, que se fomenta más cuando encuentra mayores elementos que devorar. Por otra parte, los males que parecen propios de la pobreza son comunes a las riquezas, mientras que los de las riquezas son propios exclusivamente de ellas.
San Agustín, De quaest. Evang. 2, 47
Llama rico al que ambiciona las cosas temporales y se enorgullece de ellas. Los pobres de espíritu, de quien es el reino de los cielos, son contrarios a esta riqueza. En sentido espiritual es más fácil que Jesucristo padezca por los amantes del siglo, que éstos puedan convertirse a Jesucristo. Da a entenderse a sí mismo con el nombre de camello, porque espontáneamente sostuvo humillado la carga de nuestra debilidad. La aguja significa las punzadas. Por las punzadas debe entenderse los dolores que sufrió en su pasión, y la angustia de ella (está simbolizada) por el ojo de la aguja.
Crisóstomo In Matthaeum hom. 64
Este discurso, como era tan profundo, superaba la capacidad de comprensión de los discípulos. Por esto sigue: "Y dijeron los que le oían: Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Los discípulos dijeron esto, no refiriéndose a sí mismos, sino temiendo por todo el mundo.
San Agustín, ut sup
A pesar de que sea incomparablemente mayor la muchedumbre de los pobres que los ricos que se pierden, puede (tal muchedumbre) salvarse. Comprendieron que todos los que aman las riquezas, aun cuando no puedan conseguirlas, deben contarse en el número de los ricos. Prosigue: "Les dijo: Lo que es imposible para los hombres", etc. Lo cual no debe entenderse de tal modo que el rico deba entrar con su ambición y su soberbia en el reino de Dios, sino que es posible para Dios que se conviertan de la ambición y de la soberbia a la caridad y a la humildad.
Teofilacto
Para los hombres, pues, cuya atención se fija en las cosas de la tierra, es imposible la salvación (como se ha dicho), pero para Dios es posible. Cuando el hombre oye los consejos de Dios y su justicia, cuando se embebe en su doctrina sobre la pobreza, e invoca su auxilio, todo se hace posible para él.
San Cirilo
Cuando el rico menosprecia muchas cosas, deberá esperar con razón la recompensa. Pero aquel que poseyendo poco, renuncia a ello, ¿qué es lo que debe esperar? Por esto sigue: "Y dijo Pedro: Bien ves que nosotros hemos dejado todas las cosas". San Mateo añade ( Mt 19, 27): "¿Cuál será nuestra suerte?"
Beda
Como diciendo: Hemos hecho lo que has mandado, ¿qué premio nos darás, pues? Y como no es suficiente el dejarlo todo, añadió lo que es perfecto, diciendo: "Y te hemos seguido".
San Cirilo
Es necesario decir también que los que renuncian a lo poco, en cuanto que se apunta a un nuevo modo de vida y a la obediencia, son pesados en la misma balanza que los ricos, pues tienen los mismos afectos, pero fueron más lejos que los ricos en el rechazo de las cosas que poseen. Por esto sigue: "En verdad os digo, que ninguno hay que haya dejado su casa, etc., que no haya de recibir mucho más", etc. Con esto eleva a todos los que le oyen a que esperen con confianza, prometiéndoles con juramento, cuando añade a sus palabras: "en verdad". Cuando la Palabra Divina llamó al mundo a la fe de Cristo, sucedió que algunos, mirando a sus padres infieles, no quisieron disgustarlos abrazando la fe, como lo hicieron también otros por sus hermanos. Algunos hay que dejan a su padre y a su madre y menosprecian el amor de todos sus parientes por el amor de Jesucristo.
Beda
El sentido de esto es como sigue: aquel que dejase todos sus afectos, todas las riquezas y las complacencias de la vida y prescindiese de las delicias y de los placeres por alcanzar el reino de Dios, recibirá -aun en esta vida-, mayores beneficios. En virtud de esto, algunos han inventado la fábula judaica de los mil años que seguirán a la resurrección de los justos; en cuyo tiempo todo lo que dejemos por Dios nos será devuelto con creces en tanto que se nos da la vida eterna. Y no ven los ignorantes que, si en las demás cosas la promesa puede ser digna respecto de las mujeres -según los demás evangelistas, se recibirá centuplicadamente- parece ser una torpeza, sobre todo porque el Señor asegura que en la resurrección no habrá ya matrimonio y -según San Marcos-, nos será devuelto lo que hubiéremos dejado en este tiempo con las persecuciones, que en aquellos mil años dicen que no existirán.
San Cirilo
Decimos esto porque, prescindiendo de las cosas temporales y carnales, alguno podrá obtener para sí otras mucho mejores, puesto que, aunque los apóstoles dejaron poco, obtuvieron muchos dones de la gracia y se han hecho célebres por todas partes. Seremos semejantes a ellos: si alguno dejase su casa, obtendrá las mansiones eternas; si deja su padre, tendrá al Padre celestial; si se separa de sus hermanos, recibirá a Jesucristo por hermano suyo; si deja a su mujer, encontrará la sabiduría divina, de la que obtendrá frutos espirituales y si deja a su madre, encontrará a la Jerusalén celestial, que es nuestra madre. Y aun en esta vida recibirá el cariño más afable de sus hermanos y de sus hermanas, unidos con un lazo espiritual por su propósito.