Catena Áurea

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 Cap. 24  
  ←   Lc 24, 45-49   →  

Entonces les abrió el sentido para que entendiesen las Escrituras, y les dijo: "Así está escrito, y así era menester que el Cristo padeciese y resucitase al tercer día de entre los muertos, y que se predicase en su nombre penitencia y remisión de pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas, y yo envío al Prometido de mi Padre sobre vosotros; mas vosotros permaneced aquí en la ciudad, hasta que seáis vestidos de la virtud de lo alto". (vv. 45-49)


Beda
Después que el Señor se dejó ver y tocar, les recordó lo que decían las Escrituras, y a continuación les abrió el entendimiento para que entendiesen lo que leían. Por esto sigue: "Entonces les abrió el sentido para que entendiesen las Escrituras".

Teofilacto
De otro modo ¿cómo hubiesen podido sus almas turbadas y vacilantes estudiar los misterios de Jesucristo? Pero les enseñó también con palabras; prosigue, pues: "Y les dijo: así está escrito, y así era menester que el Cristo padeciese", esto es, por medio de la cruz.

Beda
Jesucristo hubiese perdido el fruto de su pasión si su resurrección no hubiese sido verdadera. Por ello dice: "Y resucitase de entre los muertos", etc. Después de probar la realidad de su cuerpo, recomienda la unidad de su Iglesia, añadiendo: "Y que se predicase en su nombre penitencia y remisión de los pecados a todas las naciones".

San Eusebio
Se había dicho: "Pídeme y te daré todas las gentes en herencia" ( Sal 2, 8). Convenía, por lo tanto, que los convertidos de entre los gentiles fuesen purificados por medio de la virtud divina de todo contagio y mancha, por haber estado contaminados con la malicia de la idolatría del demonio, y como recién convertidos de aquella vida detestable e inmoral. Por lo tanto, dice que primero se debe predicar penitencia, y después conceder el perdón de los pecados a todas las gentes. Concedió, pues, el perdón de sus pecados por medio de su gracia, a todos los que hicieron antes penitencia de sus pecados, y por quienes había sufrido la muerte de la cruz.

Teófil
Cuando dice penitencia y remisión de pecados hace mención también del bautismo, en el que, por la deposición de las culpas pasadas, sigue el perdón de los pecados. Pero ¿cuál es la razón por la que se entenderá que el bautismo se confiere sólo en el nombre de Cristo, cuando en otro lugar dice que debe bautizarse en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? En primer lugar decimos que no se entiende que el bautismo se administre sólo en el nombre de Cristo, sino que alguien sea bautizado con el bautismo de Cristo, es decir, espiritualmente. No según los judíos, ni como San Juan, que bautizaba invitando sólo a penitencia, sino para participar del Espíritu divino como cuando Jesucristo se bautizó en el Jordán, cuando apareció el Espíritu Santo en forma de paloma. Por lo tanto, entiéndase esto del bautismo administrado en nombre de Cristo (esto es, por la muerte de Jesucristo). Así como el Señor resucitó al tercer día después de muerto, así nosotros somos tres veces sumergidos en las aguas y somos sacados de ellas, recibiendo como prenda de incorruptibilidad la gracia del Espíritu Santo. También esto contiene en sí el nombre de Cristo: el Padre como el que unge, el Espíritu Santo como unción y el Hijo como ungido (esto es, según la naturaleza humana). No era conveniente que siguiese dividido el género humano en judíos y gentiles, por lo tanto, para unirlos a todos en un solo pueblo, mandó que se empezase a predicar desde Jerusalén para culminar en los gentiles. Por ello sigue: "Comenzando desde Jerusalén".

Beda
No sólo porque a los de Jerusalén venía confiada la revelación divina y tenían la gloria de haber sido adoptados como hijos, sino porque como se habían contaminado con algunos de los errores de los gentiles, debían ser los primeros llamados a tener la esperanza de alcanzar la piedad divina, en virtud de la que podían obtener el perdón aun aquéllos mismos que habían crucificado al Hijo de Dios.

Crisóstomo homil. in acta
Además, para que no dijesen algunos, que abandonando a los suyos había ido a manifestarse -y aún con cierta ostentación, a alardearse- a los extraños, ordenó que se diesen a conocer las pruebas de su resurrección primeramente a los mismos que habían matado a Jesús en la ciudad en la que se cometió el temerario atentado; porque si los que habían crucificado al Señor mostraban que creían, se tendría una gran prueba de la resurrección.

San Eusebio
Pero si todo lo que Jesús había predicho ya debía producir efecto, y ya su palabra, viva y eficaz, empezaba a verse por todo el mundo por medio de la fe, era llegado el momento en que no hubiese incrédulos respecto de Aquel que había producido esta fe. Conviene, pues, que lleve una vida muy santa aquél cuyas obras vivas deben estar conformes con sus palabras. Todo esto se cumplió por el ministerio de los apóstoles. Por esto añade: "Y vosotros, testigos sois de estas cosas", etc.. Esto es, de la muerte y de la resurrección del Señor.

Teófil
Por lo tanto, para que no se turbasen pensando: ¿de qué modo nosotros, hombres ignorantes, daremos testimonio de esto a los gentiles y a los judíos que te han crucificado?, añade: "Y yo envío al Prometido de mi Padre", etc. Esto lo había prometido por medio de Joel, diciendo: "Derramaré mi Espíritu sobre toda carne", etc ( Jl 3, 1).

Crisóstomo hom. 1 in act
Así como cuando un ejército se dispone a atacar al enemigo, el general no permite salir a nadie hasta que todos estén armados, así Jesús no permite que sus Apóstoles salgan a pelear, hasta que sean armados con la venida del Espíritu Santo. Por esto añade: "Mas vosotros permaneced aquí, en la ciudad, hasta que seáis vestidos de la virtud de lo alto".

Teofilacto
Esto es, de un poder no humano, sino divino. No dijo recibáis, sino seáis revestidos, indicando así toda la protección de la gracia divina.

Beda
Acerca de este poder, es decir, del Espíritu Santo, el ángel dijo también a María: "Y la virtud del Altísimo te cubrirá" ( Lc 1, 35). Y el mismo Señor en otro lugar: "Porque he conocido que ha salido de un poder de mí " ( Lc 8, 46).

Teofilacto
¿Por qué no vino el Espíritu Santo cuando Jesús estaba presente, o apenas se marchó? Convenía que lo deseasen, y que recibiesen la gracia para ello. Nos aproximamos a Dios tanto más, cuanto la necesidad más lo exige. Convenía también que nuestra naturaleza se presentase en el cielo y que se realizasen las alianzas, y que después viniera el Espíritu Santo y se celebrasen los eternos gozos. Obsérvese también, con qué fuerza les impuso la necesidad de permanecer en Jerusalén, pues les había ofrecido que allí les concedería el Espíritu Santo. Y para que no volviesen a separarse después de su ascensión, los detuvo con esta expectación, como ligados allí con un vínculo especial. Dice pues: "Hasta que seáis vestidos de la virtud de lo alto". Y no les dijo cuándo, para que estuviesen siempre velando. ¿Por qué te admiras si no nos dice cuál será este día próximo, cuando no quiso que se supiese?

San Gregorio Reg. pastor part. 3, cap. 26
Amonéstese a aquellos a quienes su precipitación les empuja a predicar, cuando sus malas dotes o sus muchos años los excusan de esta obligación. No sea que, mientras ponen sobre sí esta carga, dejen de lograr la enmienda de las costumbres. La Verdad divina, después de haber instruido suficientemente a sus discípulos acerca del valor de la predicación, les mandó que permaneciesen en la ciudad hasta el momento en que fuesen investidos del poder divino. Al preparar de este modo a los que quería que predicasen, ha dado ejemplo a los demás para evitar que predicasen sin preparación. Permanecemos en la ciudad, cuando nos recogemos interiormente para no disiparnos hablando exteriormente, pero cuando somos investidos del poder divino, debemos como salir de nosotros mismos, instruyendo a los demás.

San Ambrosio
Consideremos cómo, según San Juan, recibieron el Espíritu Santo. Aquí, sin embargo, se les manda que permanezcan en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto. Pero ya sea que insufló el Espíritu Santo a aquellos once -como a los más perfectos- y los envía a repartirlo después al resto, o ya sea que allí insufló sobre los mismos lo que aquí prometió, no parece que haya en esto contradicción, habiendo reparticiones de gracias. Luego, allí insufló un tipo de gracia, aquí ofrece otra, pues allí se dio la gracia de perdonar los pecados, lo cual parece más augusto y, por esto, es dado por Cristo para que creas que es el Espíritu de Cristo y que el Espíritu procede de Dios, puesto que sólo Dios perdona los pecados. San Lucas, en cambio, describe el modo como se les infundió el don de lenguas.

Crióstomo
Dijo el Salvador a sus discípulos: "Recibid el Espíritu Santo"( Jn 20, 22); para hacerlos así idóneos, como era necesario, les indicó al presente lo que después se proponía concederles.

San Agustín De Trinit. 15, 26
El Señor concedió su Espíritu Santo dos veces después de su resurrección. Una vez, estando aún sobre la tierra, en señal de su amor al prójimo; y otra desde el cielo, como testimonio de amor divino.


  ←   Lc 24, 45-49   →  
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 Cap. 24  
Catena Aurea