Catena Áurea
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← Jn 19, 19-22 →
Y Pilatos escribió también un título, y lo puso sobre la cruz. Y lo escrito era: "Jesús Nazareno, Rey de los judíos". Y muchos de los judíos leyeron este título, porque estaba cerca de la ciudad el lugar en donde crucificaron a Jesús. Y estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Y decían a Pilatos los Pontífices de los judíos: "No escribas Rey de los judíos, sino que El dijo: Rey soy de los judíos". Respondió Pilatos: "Lo que he escrito, he escrito". (vv. 19-22)
Crisóstomo, in Ioannem, hom. 84
Así como se escribe sobre los trofeos el nombre del que alcanzó la victoria, así puso Pilato el título sobre la cruz de Jesucristo. Por eso dice: "Y escribió Pilato un título", etc. constituyéndose Pilato como apologista de Cristo, separando su causa de la de los ladrones, y vengando la manifiesta malicia de los judíos insurrectos contra su rey. Lo escribió. "Había, pues, escrito: Jesús Nazareno, Rey de los judíos".
Beda
Esto demuestra que desde entonces su reino se engrandecía, lejos de desaparecer como ellos pensaban.
San Agustín, in Ioannem, tract., 118
¿Pero es que Jesucristo tan sólo es rey de los judíos, o lo es también de los gentiles? Ciertamente también de los gentiles, pues había dicho: "Yo he sido constituido por Dios, Rey sobre el monte santo de Sión" ( Sal 2, 6), añadiendo después: "Pídeme a mí, y te daré en herencia las naciones" ( Sal 2, 8). Queremos penetrar en este título 1 un gran misterio 2, porque en verdad, el olivo silvestre 3 ha sido hecho partícipe en la pinguosidad del olivo cultivado, y no éste de la savia del olivo silvestre (Rm 11, 17). Cristo, pues, Rey de los judíos, establece la circuncisión, no de la carne, sino del corazón; no de la letra, sino del espíritu (Rm 2, 29).
Sigue: "Muchos de los judíos leyeron este título, porque estaba cerca de la ciudad el lugar", etc.
Crisóstomo, ut supra
Creíble es que con motivo de la festividad acudirían muchos gentiles, juntamente con los judíos; y para que nadie lo ignorara, no escribió el título en una lengua, sino en tres, y por eso añade: "Y estaba escrito en hebreo, en griego y en latín".
San Agustín, ut supra
Estas tres lenguas eran las que predominaban: la hebrea, por la ley judaica; la griega, por la sabiduría de aquella nación, y la latina, por la dominación romana en casi todo el mundo.
Teofilacto
También significa esta inscripción, en tres lenguas, que Cristo es el Señor de tres ciencias: la práctica, la física y la teológica; pues por la inscripción latina está figurada la ciencia práctica, por cuanto el imperio romano era poderosísimo y conquistador; la inscripción griega representa la sabiduría en las ciencias especulativas; y, por fin, la hebrea, supone el conocimiento de las cosas divinas encomendado a la nación judaica.
Crisóstomo, ut supra
Crucificado el Señor, era todavía perseguido por la envidia de los judíos: "Decían, pues, a Pilato: No escribas Rey de los judíos, sino que El dijo: Yo soy el rey de los judíos". En verdad, esta inscripción no se diferenciaba de la sentencia y si se le añadía "El ha dicho", venía a ser la demostración de una ambición necia y criminal. Pero Pilato insistió en su primer pensamiento, y por eso respondió: "Lo que escribí, escribí".
San Agustín
¡Oh inefable poder de Dios, aun en los corazones de los que no le conocen! Esto no puede llamarse sino una voz secreta que silenciosamente resonaba en el alma de Pilato, repitiendo lo que tanto tiempo antes estaba escrito en los salmos: "No alteres el título de la inscripción". Pero, ¿qué decís, insensatos Pontífices? ¿Acaso no es esto una prueba de la verdad, de lo que Jesús dice: ¿Yo soy el rey de los judíos? ¿Si no puede corregirse lo que Pilato ha dicho, podrá alterarse lo que dijo la verdad? Si Pilato ha escrito lo que ha escrito, es porque el Señor ha dicho lo que ha dicho.
Notas
1. Se refiere al título: "Jesús Nazareno, Rey de los Judíos".
2. Sacramentum.
3. El olivo silvestre o acebuche es menos frondoso que el cultivado y su fruto, conocido como oliva acebuchina es más pequeña y menos sustanciosa que la aceituna del olivo cultivado. El pasaje de Romanos 11, 17, que sirve de trasfondo, permite una mayor intelección de la figura que usa San Agustín. El acebuche u olivo silvestre son los gentiles que llegan a la fe, y son injertados en el olivo cultivado, el Pueblo escogido, del que han sido desgajadas algunas ramas por su falta de fe.