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Rt 1, 1-5. Dios prueba a la familia de Elimelec

"Al tiempo en que gobernaban los jueces" tuvo lugar la edificante historia, que un autor anónimo recogió de una tradición popular antigua. Había en Belén una familia compuesta del matrimonio .y dos hijos varones, que, acuciada por el hambre que siguió a una pertinaz sequía, vióse constreñida a emigrar a las altiplanicies de Moab, al otro lado del Jordán. Otras veces, idénticas causas provocaron el éxodo de la población, o bien hacia Egipto (Gn 12, 10; Gn 42, 1-Gn 46, 34), Guerar (Gn c.26), Siria (1R 17, 7-24) o a la tierra de los filisteos (2R 8, 1). Los cuatro componentes de la familia eran efrateos, es decir, miembros del clan Efrata que se instaló en Belén (1S 17, 12; Mi 5, 2; 1Cro 2, 51; 2Cro 4, 4). Al poco tiempo de vivir como extranjeros en los campos de Moab, murió el jefe de la familia, Elimelec. Después de su muerte, sus dos hijos, Majalón y Quelyón, tomaron por esposas a dos mujeres moabitas, Rut y Orfa respectivamente. Poco tiempo duró su vida matrimonial, por cuanto a los diez años de permanencia en Moab murieron ambos, quedándose Noemí sin hijos y sin marido. No reprueba el autor sagrado estos matrimonios con extranjeras ni tampoco insinúa que la muerte sobreviniera como castigo de este matrimonio.

Rt 1, 6-14. Regreso a la tierra de Judá

Un cúmulo de desgracias se habían abatido sobre Noemí. Había ido de Belén "con las manos llenas" y ahora veíase en el trance regresar a su patria "con las manos vacías" (Rt 1, 21). Antes, aunque, poseída de bienes de fortuna, con un campo que no les daba ara vivir, tenía a su marido y a sus dos hijos; ahora carece de ambas cosas. Ella decide abandonar la tierra en que "el Omnipotente la ha afligido."(Rt 1, 21) y regresar a Belén para olvidar penas. Además habían llegado a sus oídos rumores de que "Dios había mirado (con benevolencia) a su pueblo (Gn 21, 1; Lc 1, 68; Lc 7, 13), dándole pan. Allí, con sus compatriotas y parientes, le sería más fácil proveer a sus necesidades personales. Las dos nueras quedarían en libertad en casa de su madre para practicar su religión, contratar un segundo matrimonio y asegurar de este modo su porvenir. El texto hebraico dice: "En casa de su madre," porque entre los hebreos cada mujer tenía su propia tienda (Gn 24, 67; Gn 31, 33; Jc 4, 16), en las cuales habitaban con las hijas. Noemí había formado sus planes sin comunicar nada a sus nueras hasta el día de la marcha. Pero era tanta la afección que las nueras sentían por su suegra, que decidieron acompañarla, lo cual significaba que se expatriaban voluntariamente. Noemí trató de convencerlas para que se quedaran, extendiéndose en una serie larga de consideraciones. De ella nada podían esperar ya, aludiendo a las leyes del levirato (Dt 25, 5-10); era, pues, mejor que se quedaran y que enderezaran la vida conforme a las leyes de sus connacionales. Orfa quedó convencida de su razonamiento; la besó y se volvió.

Rt 1, 15-18. Piedad filial de Rut

El amor que profesaba Rut a su suegra pudo más en ella que las ventajas que podía esperar si regresaba a su pueblo. Noemí insiste, pero ella porfía en acompañarla. Mira, le dice, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios. En estas palabras encontramos la idea antigua que cada pueblo tenía sus dioses, que ejercían sobre el mismo poder absoluto. No solamente el pueblo bajo de Israel, sino todos los Que no estaban en contacto íntimo con los medios estrictamente monoteístas, admitían la existencia real de los dioses extranjeros. Sin duda, Yahvé era el Dios de los padres, más poderoso que todos los dioses juntos de los pueblos vecinos, que aun en tierra extranjera defendía a los suyos; pero se creía que los dioses extranjeros estaban en su derecho de ejercer un poder incontestable sobre sus propios territorios l. A esta creencia alude Jeremías (Rt 2, 10). Rut, al acompañar a Noemí a su tierra, se obliga a trocar sus dioses por el Dios de Israel y a refugiarse bajo sus alas (Rt 2, 12). Tu pueblo, dice a Noemí, será mi pueblo y tu Dios será mi Dios (Rt 1, 16; Rt 2, 12). Incorporándose a la familia de Noemí tiene derecho a ser sepultada en el sepulcro de los que desde ahora considera como sus padres (Rt 1, 17). Rut rubrica con un juramento imprecatorio su incorporación a la familia de Noemí, con todos sus derechos y obligaciones: Que Yahvé me castigue con dureza si algo, fuera de la muerte, me separa de ti (Rt 1, 17). Cf. 1S 3, 17; 1S 14, 44; 2S 3, 9.

Rt 1, 19-22. Entrada de Noemí y Rut

Al entrar Noemí en Belén fue reconocida inmediatamente por sus compatriotas. Diez años había demorado su ausencia. De pronto circuló la voz entre el elemento femenino de que Noemí había regresado acompañada de una joven moabita. Toda la ciudad se conmovió al verlas llegar solas, sin que las acompañara ningún hombre. Además, los años y los sufrimientos habían hecho mella en el físico de Noemí, tanto que las mismas mujeres se decían: ¿Es ésta Noemí? queriendo significar: ¿Cómo llega tan necesitada y pobre, envejecida y sin marido e hijos y con una mujer moabita por compañera? Por la narración siguiente se deduce que las betlemitas acosaron a Noemí con preguntas sobre las incidencias de su vida en Moab y que ella hizo un elogio de la conducta de Rut. La alusión a su nombre, Noemí (que significa mi graciosa), en aquellas circunstancias desagradables le llegaba al alma. Para que entre su nombre y su condición actual hubiera correspondencia, prefería que la llamaran Mará (amargada, la cenicienta). El Omnipotente (Sadday) la ha afligido. Reconoce Noemí que Dios la ha castigado, aunque no tiene conciencia de que haya pecado contra El. Pero, cuando Dios se ha comportado de esta manera, sus razones tendrá, pues es justo en su proceder. Noemí no se rebela contra la justicia divina.
Al final del capítulo se dice que las dos mujeres llegaron a Belén cuando comenzaba la siega de la cebada, es decir, hacia el mes de mayo. Esta aclaración no tiene otra finalidad que la de preparar la narración siguiente y acaso aludir a la rapidez con que se sucedieron los acontecimientos.

Rt 2, 1-7. Rut espiga en los campos de Booz

En contra de lo que el texto masorético podría hacer sospechar, Booz no era solamente conocido de Elimelec, sino un pariente suyo (2R 10, 11; Sal 31, 12; Sal 55, 14). Con relación a Noemí, era pariente por alianza. Booz era affinis de Noemí y cognatus de Elimelec Qouon, l.c. 46). Era un hombre poderoso de Belén. Noemí y Rut eran pobres y viudas, tanto que tenían derecho de acogerse a la ley mosaica (Lv 19, 9-10; Lv 23, 22; Dt 24, 19-22) de ir a espigar en los campos al tiempo de la cosecha. Esta costumbre, amparada por una ley, restringíase en la práctica por la voluntad del propietario del campo. Casualmente, el campo adonde se dirigió Rut pertenecía a Booz. El autor sagrado créese obligado a hacer esta aclaración para indicar que la Providencia divina dispuso la marcha de los acontecimientos a su beneplácito, sin que hubiera por parte de Noemí un plan astutamente preconcebido.
Mientras Rut estaba ocupada en espigar llegó Booz a su heredad y, después de saludar a sus criados, preguntó por la parentela de aquella joven espigadora. Probablemente había muchos otros pobres espigando en el campo, a los cuales Booz conocía; pero ignoraba la condición familiar de aquella joven. El que estaba al frente de los segadores le aclaró que era la (con artículo, según el texto griego) joven moabita. Toda la ciudad había comentado el caso de las dos mujeres; todos las conocían; pero, en concreto, la joven moabita acaparaba la atención de las gentes. El capataz pondera a Booz la tenacidad de Rut en el trabajo: Está ahí, le dice, desde la mañana hasta el presente, sin darse reposo alguno. Todo el v.7 presenta algunas dificultades tanto en el texto hebreo como en las versiones. La lección que hemos adoptado parece la más conforme (Vincent, Jouon).

Rt 2, 8-17. Deferencia de Booz hacia Rut

Estaba Booz al corriente de las historias que se rumoreaban entre el pueblo en torno a las dos mujeres advenedizas. Gran señalación había causado la conducta de Rut -referida, sin duda, por Noemí- para con su suegra. Booz era el primero en reconocer lo heroico de su conducta y trata ahora de recompensarla. En adelante no será una espigadora como las otras. Ella podrá tomar la refección con los segadores, juntarse con las sirvientas de Booz y apagar su sed bebiendo de lo que beban los criados. Booz mismo, presente a la hora de comer, le alargó buena ración de pan tostado, de que comió hasta saciarse, y le sobró. Le autorizó a espigar entre los haces, lo que estaba terminantemente prohibido a los otros espigadores. Su deferencia hacia ella llegó hasta mandar a los criados que, al tener entre sus manos el puñado de espigas, dejaran caer adrede algunas al suelo para que las recogiera Rut. Al llegar al atardecer, y después de batir lo que había espigado, halló que había recogido cerca de 36 litros de cebada (un efá).

Rt 2, 18-23. Coloquio entre Noemí y Rut

Rut muestra a su suegra la cantidad recogida y le entrega lo sobrante de la comida. Dada la abundancia de cebada recogida, Noemí barrunta que algo extraordinario ha sucedido. Al decirle que estuvo en el campo de Booz y al referirle las atenciones que tuvo para con ella, Noemí cae en la cuenta de que aquel hombre era pariente carnal de Elimelec y de que tenía, por consiguiente, el derecho de levirato sobre ellas. El goel está obligado por la ley de solidaridad del clan a respetar al pariente que ha caído en la esclavitud (Lv 25, 47-48), a comprar el campo o herencia que fue alienado (Lv 25, 25-28), a vengar la sangre (Nm 35, 19; Jc 8, 18-21), a casarse con la viuda de su hermano para asegurar su posteridad (Dt 25, 5-10). En el caso presente, Booz, como goel más próximo, según creía Noemí, venía obligado a comprar el campo de Elimelec (Rt 4, 4) y casarse con Rut (Rt 3, 9-13; Rt 4, 6). Siguiendo la invitación de Booz, y conforme al consejo de su suegra, Rut siguió espigando en los campos de Booz hasta el fin de la siega del trigo, que empieza dos o tres semanas después de la siega de la cebada.

Rt 3, 1-5. Noemí Aconseja a Rut

La situación en que se encontraba Rut preocupaba a Noemí, la cual quería darle aquella paz que le deseaba de parte de Yahvé (v.8.19) "en la casa de su marido," y a este efecto le expone el plan que ella ha meditado y que le ha sugerido su parentesco con Booz. Sabe que Booz "esta noche va a hacer en su era la limpia de la cebada." Para esta operación se aprovechaba la brisa del mar, que sopla hacia media tarde en los montes de Judá.
El término noche debe entenderse, como en otros pasajes (Jos 2, 2), Por tarde, hacia el crepúsculo. Terminada la operación de la limpieza, entrada ya la noche, Booz cenaría en el campo y se entregaría al descanso junto a uno de los montones de grano, gozando del fresco de una noche de junio. Booz pernoctaba en el campo, o bien por razón de comodidad o para proteger la cosecha de los posibles ladrones. Rut irá a juntarse a él en la era y recordarle su derecho de levirato. Por respeto a tan gran señor (Rt 2, 13) debe lavarse, ungir su cuerpo con aceite aromatizado (Jdt 10, 3), signo de buena reputación (Ct 1, 3; Qo 7, 1), y cubrir su cuerpo con un gran manto (simlah), posiblemente lujoso (mitppahat, ?.16), para ocultar ante las gentes su personalidad. Se acercó Rut calladamente y, levantando la porción del manto que cubría los pies de Booz, se acostó junto a ellos. Nada de indecoroso hay en esta acción, que a los ojos de Noemí es el único medio para obligar a Booz a que cumpla con el deber que le impone la ley del levirato. La acción de Rut equivalía a pedir a Booz que la tomara por esposa.

Rt 3, 6-15. En la era de Booz

El plan de Noemí cumplióse en todos sus pormenores. A media noche, a consecuencia del frío o por una providencia divina, tuvo Booz un sobresalto, e incorporándose, vio que a sus pies estaba acostada una mujer, que no podía identificar por la oscuridad. A la pregunta: ¿Quién eres tú? Rut dióse a conocer y le pidió que, conforme a la ley del levirato, la tomara por esposa. Booz no reprocha a Rut su comportamiento; al contrario, la bendice por su conducta hacia su suegra (Rt 2, 11) y por el deseo legítimo y justo de querer asegurar una descendencia legal a Elimelec, prefiriendo casarse con un viejo que buscar a un joven, pobre o rico. Booz, no tiene inconveniente alguno en casarse con Rut, pero existe un goel más próximo que él y, por consiguiente, con más derecho sobre ella. Booz prometa activar cuanto antes la cuestión del levirato, obligando al pariente más próximo a que ejerza su derecho, o, en caso de negarse, hacer él uso del mismo. Booz dictó a Rut las precauciones que debía tomar para asegurar su buena reputación, enviándola a su casa después de haber depositado en la extremidad del manto de Rut seis medidas (homer, un poco más de tres litros) de cebada.

Rt 3, 16-18. Rut regresa a su casa

Noemí muestra impaciencia por conocer el desenlace de las gestiones de Rut. Al llegar le pregunta: ¿Qué has hecho, hija mía? (Sobre el sentido del interrogatorio hebraico en este lugar, véase Jouon, Lc 7, 8.) Acaso la pregunta de Noemí tenga el sentido de: ¿Cuál es tu condición actual? ¿Eres ya esposa de Booz o sigues siendo, como antes, mi nuera viuda? (Tamisier). No cabe duda que, si no hubiera existido un goel más próximo, Booz la hubiera desposado aquella misma noche, por concederle aquel derecho la legislación hebraica. Los deseos de Noemí no se realizaron tal como ella había soñado por ignorar la existencia del pariente más próximo.

Rt 4, 1-7. El pariente más próximo renuncia a sus derechos

Al poco tiempo de partir Rut para su casa, Booz se fue a Belén para activar el asunto de su matrimonio. Era muy posible que alguno de los criados o cualquier otra persona de Belén hubiese visto a Rut en el campo de Booz en las horas intempestivas de la noche y hubiera dado ocasión a las habladurías del pueblo. Con ello se menoscababa la virtud de Rut y la buena reputación de Booz. Llegado Booz a Belén, dirigióse a la puerta de la ciudad y se sentó allí, esperando a que saliera el pariente más próximo de Elimelec. En Israel, los negocios públicos y privados se ventilaban en la puerta de la ciudad, lugar por donde tenían que salir o entrar todos los ciudadanos. En Dt 25, 7 se dice que la cuestión del levirato debía resolverse en público, en la puerta de la ciudad, en presencia de los ancianos o notables de la misma. Diez fueron los llamados por Booz para que fueran testigos del contrato que iba a formularse entre los dos parientes más próximos. El autor no ha conseguido el nombre del otro pariente, probablemente porque lo ignoraba. Este detalle, como hemos anotado en la introducción, es una prueba de la honorabilidad del autor sagrado.
Ante los diez testigos y el pueblo que se había reunido, Booz planteó al goel más próximo la cuestión de esta manera: Si él quiere hacer valer el derecho que le concede la ley del levirato, debe obligarse a dos cosas: 1) comprar la porción del campo que fue de su pariente (hermano, dice el texto masorético) Elimelec, que Noemí pone en venta, y 2) tomar a Rut por esposa, como mujer del difunto, para hacer vivir el nombre del difunto en su heredad. No puede acogerse a un derecho y renunciar al otro. Los dos son inseparables.
Según Nm 27, 8-11: "Si uno muere sin dejar hijos, haréis pasar la heredad a su hija; y si no hay tampoco hija, pasará a sus hermanos la heredad. Si no hay hermanos, daréis la heredad a los hermanos de su padre; y si no hay hermanos de su padre, pasaréis la heredad al más próximo pariente de la familia; de éste será." La herencia, como se ve, no se retransmitía a las viudas. Únicamente tenían sobre la misma el derecho de usufructo mientras vivieran, pasando a su muerte automáticamente al pariente más cercano. Esta fue la situación de Noemí. No podía ella enajenar una herencia que no le pertenecía; únicamente, en caso de necesidad, podía ceder el usufructo por un tiempo determinado, "Si tu hermano empobreciere y vendiere algo de su propiedad, vendrá el que tenga derecho, el pariente más próximo, y rescatará lo vendido por su hermano" (Lv 22, 25). Noemí quiere vender el campo, en el sentido que hemos indicado arriba, y el pariente más próximo tiene la obligación de impedir que lo compren personas extrañas a la familia o clan. Sin embargo, no puede contentarse con abonar cierta cantidad y hacerse con el campo, sino que está obligado también, como primer goel de Majalón, difunto el marido de Rut, a tomar esta por esposa "para hacer vivir el nombre del difunto en su heredad." Si de este matrimonio naciere un niño, pasará a él la propiedad, por considerarse legalmente hijo de Elimelec, hijo de Malón En este caso, el goel se quedaría únicamente con Rut como posa, pero sin el campo. En estas condiciones no ve el goel más proximo mucho provecho en reclamar sus derechos, y renuncia a ellos en favor a Booz. En el v.5 se considera a Rut como si fuera la esposa de Elimelec, jefe de familia, no teniéndose en cuenta a Majalón, que sólo es un intermediario.

Rt 4, 8-12. El derecho de levirato pasa a Booz

El goel más próximo cede todos sus derechos y obligaciones a Booz. Como prueba de esta transmisión o cesión de derechos y deberes, aquél se quitó el zapato y se lo dio a Booz. En Dt 25, 9-10 se dice que, "si el hermano se negara a tomar por mujer á su cuñada viuda, y porfiare en ello, la cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará del pie un zapato y le escupirá en la cara., y su casa será llamada en Israel la casa del descalzado." En el caso de Rut no hubo necesidad de esto último, por cuanto de una manera u otra se solventaba su situación. Booz muestra interés en ejercer él personalmente el derecho de levirato, y en cierta manera fuerza al goel más cercano a que le ceda sus derechos.
Los nobles llamados para ser testigos de esta cesión de derechos y el pueblo que se había congregado allí hacen votos por la prosperidad del nuevo matrimonio. Desean que Rut sea como Raquel y Lía, las cuales, personalmente y por mediación de sus sirvientas Bala y Zelfa, edificaron la casa de Israel (Gn 35, 23-26). Evocan el recuerdo de Tamar, la cual, por su unión levirática con Judá (Gn c.38), dio a su difunto marido Er dos mellizos, Zaray y Fares, antepasados de Booz (1Cro 2, 5; 1Cro 2, 9-10) y de los efrateos (1Cro 2, 5; 1Cro 9, 1-44; 1Cro 19, 1-19).

Rt 4, 13-22. Matrimonio de Booz y nacimiento de Obed

Dios hizo que Rut concibiera y diera a luz un hijo. La fecundidad o esterilidad de las mujeres está en manos de Dios (Gn 29, 31; Gn 30, 2, etc.). Las mujeres felicitan a Noemí con motivo de este nacimiento y alaban la piedad filial de Rut. Aunque esta última sea la madre natural del niño, Noemí es su madre legal, lo que deja entender el texto al decir: "Tomó (Noemí) el niño, se lo puso al seno y fue su madrina." Las vecinas comprendían bien esta maternidad legal de Noemí al exclamar: "A Noemí le ha nacido un hijo." Por lo mismo, el gesto de Noemí para con el hijo de su nuera no quiere significar que ella lo adopte. Ni tiene por qué hacerlo, por cuanto el niño, en cierta manera, es suyo. El texto del v.17 es incoherente en hebreo: "Y las vecinas le dieron un nombre, diciendo: A Noemí le ha nacido un hijo, y le pusieron por nombre Obed." La lección original parece ser: "Y las vecinas dijeron: "¡A Noemí le ha nacido un hijo!" y ella (Noemí) le puso por nombre Obed" Qouon, Vincent).
Una vez nacido el niño, Rut y Booz desaparecen totalmente de la narración. La causa de ello radica en que el autor sagrado quiere resaltar la maternidad legal de Noemí, esposa de Elimelec. Obed (el siervo, se sobrentiende, de Yahvé) engendró a Isaí, que engendró a David. La última frase: Isaí engendró a David, indica la razón o una de las razones de la narración: el interés que concede el autor al gran rey David Qouon, Lc 9, 5).
Es muy probable que, originariamente, el libro de Rut terminara en el v.17, con la mención del rey David, y que los v. 18-22 se añadieran posteriormente a base de los datos consignados en 1Cro 2, 5-25. Saber ceñirse es un arte, y el narrador de esta historia, que es un artista, ha terminado hábilmente su relato con la genealogía breve de Obed a David. El narrador insiste sobre el punto de vista según el cual el niño (Obed) es hijo de Elimelec (Rt 4, 5) y de Noemí (v.14-17). Según Tamisier, el glosador no incurre en ningún contrasentido, ni su genealogía se opone a la del v.17.
El primogénito del matrimonio Booz-Rut es al mismo E hijo legal de Majalón y real de Booz, heredero de uno y En Obed se une la línea de Majalón y la de Booz, proveniente, en definitiva, los dos de Judá y Fares y terminando en David.
Todos los nombres que figuran en esta genealogía ampliada reaparecen, aunque con algunas pequeñas diferencias, en las genealogías Joaías del Mesías que nos han dejado los evangelistas San Mateo (Mt 1, 5) y San Lucas (Lc 3, 31). El nombre de Rut se menciona en la genealogía de San Mateo. Aunque extranjera, merece figurar entre antepasados del Mesías, que era "luz para la iluminación de los gentiles" (Lc 2, 32), por su fe en Dios, su devoción hacia Noemí y por su piedad filial.