Padres de la Iglesia

GREGORIO NACIANCENO

Homilía 38 sobre la Natividad

1. Cristo ha nacido: ¡Glorificadlo! Cristo ha descendido del cielo: ¡Salid a su encuentro! Cristo está en la tierra: ¡Exaltadlo! "Cantad al Señor toda la tierra" 1, porque para traer a unidad estas dos cosas, "alégrese el cielo, goce la tierra" 2, quien era celeste se hizo terreno. Cristo se ha encarnado: ¡Regocijaos con temor y alegría! Con temor por vuestra culpa, con alegría por la esperanza vuestra. Cristo ha nacido de la Virgen: mujeres, sed vírgenes para que lleguéis a ser madres de Cristo. ¿Quién no se prosterna ante quien es desde el principio? ¿Quién no glorifica al que es el final?.

2. De nuevo la tiniebla se disuelve, de nuevo se anuncia la luz, de nuevo es Egipto castigado con la oscuridad 3, de nuevo Israel alumbrado con columna de fuego 4. El pueblo que permanece en la oscuridad de la ignorancias vea la gran luz del conocimiento5. "Han pasado las cosas antiguas, todo cuanto existe ha sido recreado" 6. La letra cede, el espíritu es superior, las sombras declinan, amanece la verdad. Se adivina a Melchisedec 7: el que no tiene madre aparece sin padre. Primero sin madre, luego sin padre. Las leyes de la naturaleza tocan a su fin. Debe cumplirse el mundo superior. Cristo lo ordena, no nos opongamos "Pueblos todos, batid palmas" 8, porque "nos ha nacido un niño, un hijo se nos ha dado, lleva el poder sobre sus hombros" –en efecto, fue alzado juntamente con su cruz– es llamado "ángel del gran consejo" 9 –esto es, del consejo del Padre–. Grite Juan: "preparad el camino del Señor" 10. Yo pregonaré el significado de este día: se encarnó quien era incorpóreo, el Logos toma cuerpo, el invisible es visto, se hace tangible el intangible, comienza quien está fuera del tiempo. El Hijo de Dios se convierte en Hijo del Hombre. "Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos"11. Que se escandalicen los judíos, búrlense los griegos, hablen sin mesura los herejes. Creerán cuando vean que desciende del cielo, y si ni siquiera creen entonces, creerán cuando lo contemplen descendiendo del cielo sentado como juez.

3. Pero tales acontecimientos sucederán más tarde. Ahora es la fiesta de la Teofanía o Natividad12, que ambas denominaciones indistintamente se utilizan para designar un mismo acontecimientos Dios se mostró a los hombres por medio de su Natividad. Por una parte es y es siempre y proviene del que es siempre, por encima de toda causa y razón –no había, en efecto, razón alguna superior al Logos 13–. Por otra, nace por nosotros para que quien nos dio el ser nos conceda también el ser rectos o mejor, para que quienes por el mal nos hemos apartado de la vida recta, seamos por El a Si mismo conducidos mediante su Encarnación. Por consiguiente, por un lado recibe el nombre de Teofanía porque se muestra y, por otro, el de Natividad, porque nace.

4. Esto es nuestra fiesta, esto celebramos hoy: la venida de Dios a los hombres para que nosotros nos acerquemos a Dios o más propiamente, para que volvamos a El, para que despojados del hombre viejo nos revistamos del nuevo 14 y muertos en Adán, vivamos en Cristo 15. Con Cristo, también nosotros nacemos, somos también crucificados, con El somos sepultados y resucitamos con El. Es menester que yo siga el camino inverso, lleno de hermosura: porque como de las dotes más altas proviene el dolor, del dolor dimanarán las dotes más altas. "Allí donde abundó el pecado sobreabundó la gracia" 16 y si gustar el árbol 17 fue nuestra condenación ¿cuánto más no habrá de justificarnos la pasión de Cristo? Celebramos, en suma, la fiesta. No una fiesta pública, sino divina, no mundana, sino por encima del mundo. No las cosas de nuestra enfermedad, sino las de nuestra curación, no las de nuestra creación, sino las de nuestra restauración18.

5. ¿Cómo es esto? No enguirnaldaremos los zaguanes, ni organizaremos danzas, ni adornaremos las calles, ni ofreceremos placer a los ojos, ni nos deleitaremos con cantos, ni afeminaremos nuestro olfato, ni prostituiremos nuestro gusto, ni agradaremos al tacto: todas estas cosas son caminos fáciles para el alma y veredas que conducen al pecado. No nos daremos a la molicie con vestidos delicados y sedosos, tanto más caros cuanto más inútiles, ni con el brillo de las piedras preciosas o el oro, ni con artificios y colores que falsean la belleza natural y han sido diseñados contra la imagen de Dios No con orgías y borracheras a las que, a ciencia cierta, se añaden el libertinaje y la insolencia, pues de sórdidos maestros proceden enseñanzas sórdidas o, dicho de otra forma, malas semillas dan frutos perversos No construyamos altos lechos que den cobijo en nuestro vientre a la molicie. No estimemos con exceso los aromas del vino, los encantos del arte culinario y los ungüentos costosos Que la tierra y el mar no nos brinden estiércol caro -por tal tengo yo el lujo- 19. No rivalicemos unos contra otros por ver quien aventaja a los demás en destemplanza, entendiendo que yo juzgo intemperancia cuanto sea inútil y falto de provecho. Y todo ello mientras otros, formados del mismo barro nuestro 20 y con nuestra misma composición, pasan hambre y fatiga a causa de su pobreza.

6. Nosotros, sin embargo, dejamos todas estas cosas a los griegos, al lujo y las fiestas helenas. Ellos dan el nombre de Dios a seres que se regocijan con el olor de los sacrificios 21 y por tanto, en buena lógica, adoran lo divino con el vientre. ¡Desatinados escultores, sacerdotes y adoradores de horribles divinidades! 22 Nosotros por el contrario, como adoramos al Logos, cuando debemos gozar lo hacemos con la palabra y con la ley divina 23 y, muy particularmente, con las explicaciones correspondientes a la fiesta de hoy, de suerte que en manera alguna queden nuestras delicias lejos de Aquél por quien fuimos llamados O, puesto que soy yo quien invita hoy, ¿preferís acaso, nobles invitados, que pronuncie sobre este asunto un discurso tan prolijo y solemne como fuere posible, a fin de que lleguéis a conocer cómo puede el extraño hospedar a los nativos, el campesino a los ciudadanos, quien es frugal a los espléndidos y el pobre que carece de hogar a quienes nadan en la abundancia? 24. Comenzaré al punto. Purificadme entre tanto vosotros la mente, el oído, el pensamiento. Vosotros, cuantos gozáis con tales cosas. Pues cuando de Dios se habla, divino es también el discurso 25. Así, os marcharéis de aquí regocijados con cosas que no son vanidades. Será mi discurso, a la par completo y brevísimo, para que no resulte molesto por breve ni se os haga pesado por demasiado extenso.

7. Dios siempre ha sido, siempre es y siempre será o más exactamente, siempre es. Porque "fue" y "será" significan fragmentos de tiempo, propios sólo de nuestra naturaleza fluyente, en tanto que Dios siempre es 26 y, precisamente, El mismo se otorga este nombre cuando contesta a Moisés en el monte 27. Pues todo cuanto existe lo abarca El, que no tuvo principio ni tendrá final, como un mar ilimitado e infinito que excede todo pensamiento sobre el tiempo y la naturaleza, por grande que sea. En nuestro entendimiento nos representamos a Dios, bastante oscura y limitadamente, no concibiendo los atributos que le son propios, sino valiéndonos de los seres que hacen referencia a El28. Mas si la imagen de algo se alcanza a partir de otra cosa, se llega solamente a una figura de la verdades que escapa antes de poder retenerla, huye antes de que la comprendamos Tal figura de Dios ilumina lo mejor de nosotros mismos –con tal de que lo hayamos purificado–, al modo como un fugaz relámpago da luz a los oJos Sucede esto, según mi parecer para que, por una parte, por aquello por lo cual El puede ser comprendido por nosotros, nos atraiga a Si, pues nadie espera ni pretende conseguir lo que no le es dado conocer en modo alguno. Por otra, por cuanto nos es inasequible, se constituye en objeto de nuestra admiración, para que siendo admirado, sea deseado; deseándolo, nos purifique y purificados, nos haga divinos a fin de tener relación con quienes han sido hechos semejantes a El. Mi discurso aventura algo inusitado: que Dios se une y se da a conocer a dioses 29 y, quizás, se une en la misma proporción en que conoce a los que ya son por El conocidos Dios es inabarcable y difícil su contemplación. Únicamente podemos percibir su infinitud. Mas como tal vez crea alguno que Dios, por tener una naturaleza simple, es o absolutamente inasequible o comprensible por entero, nos detendremos a analizar qué es Este que tiene una naturaleza simple. Porque, a todas luces, su simplicidad no es su naturaleza al igual que tampoco en las cosas compuestas la naturaleza se reduce a la composición.

8. Bajo dos aspectos puede considerarse la infinitud: según se atienda al principio o al fin –pues por encima de ambas cosas y no entre ellas está lo infinito–. Por una parte, cuando la mente, colocada en el fondo de un abismo, mira hacia arriba y no encuentra asidero ni le sirven como referencia las imágenes que concibe sobre Dios, designa como infinito o inexpugnable a lo que no tiene principio. Por otra, cuando atendemos a lo que está debajo de nosotros y nos sucede, hablamos de lo inmortal e imperecedero. Mas cuando se dan ambas condiciones, hay que hablar de eternidad. Pues la eternidad no es tiempo ni una parte de tiempo, ya que no es mensurable. Sino lo que para nosotros es tiempo medido por el movimiento del sol, eso es la eternidad para los seres eternos La eternidad es como un movimiento y un intervalo de tiempo que se prolonga tanto cuanto lo subsistente. Por ahora, es esto todo lo que quiero exponer acerca de la naturaleza divina. No es éste el momento para hablar de ella, pues lo que nos hemos propuesto no es tratar de la naturaleza divina, sino de su economía. Cuando hablo de Dios, hablo del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La divinidad no puede predicarse de más realidades, pues de lo contrario admitiríamos la pluralidad de dioses. Pero tampoco hablamos como si una de estas tres Personas fuera inferior a las otras. En uno u otro caso, actuaríamos o como judíos, que creen en una sola Persona divina, o como griegos, que creen en multitud de divinidades. Aunque estas dos opiniones sean entre sí contrarias, en ambas encontramos por igual el error 30. Pues el Santo de los santos, que se cubre con las alas de los serafines, es glorificado por su triple santidad 31, reunida en una sola potestad y naturaleza divina. Otro antes que yo interpretó esto también así, de manera perfecta y magnifica 32.

9. Mas como no le bastaba a la bondad divina con moverse solamente en la contemplación de Sí misma, sino que era necesario que su bien se difundiese y divulgase para que fueran muchos los que recibieran su beneficio –en esto consiste el culmen de la bondad–, piensa primero en potencias angélicas y celestes. Este pensamiento debía ser cumplido por el Verbo y consumado por el Espíritu. Así fueron creados segundos esplendores, ministros del primero, ya fueran espíritus inteligentes, ya un fuego inmaterial e incorpóreo, ya otra naturaleza que, en cualquier caso, conviene concebir como cercana a éstas que acabamos de enunciar. Quiero decir que son inmóviles para el mal y sólo tienen movimiento para el bien, pues permanecen junto a Dios y brillan por su primer resplandor, mientras que el resto, que viene después, brilla por un segundo resplandor. El caso de Lucifer, no obstante, me mueve a sospechar y a decir que no son inmóviles para el mal 33, sino de difícil movimiento, pues Lucifer 34 se convirtió en tenebroso por su soberbia y por ello recibió ese nombre y otro tanto las potencias rebeldes que están bajo su poder y son origen del mal, pues huyendo del bien nos atrajeron al mal a nosotros.

10. Por todos estos motivos, Dios construyó el mundo inteligible 35, al menos a lo que yo puedo juzgar sobre él, meditando con pequeño discurso cosas grandes. Después de que el principio fue bellamente dispuesto por Dios, concibió el segundo mundo, material y visible. Está compuesto por la combinación y reunión de cielo y tierra y de las cosas que se hallan en medio de ambos Es digno de loa por el buen ingenio de cada una de sus partes, pero más digno de alabanza es por la armonía y acuerdo de todas ellas, ya que cada una guarda proporción con otra y todas con el conjunto para la formación de un único mundo. Dios muestra así que es capaz no sólo de crear una naturaleza semejante a El, sino también una que le es completamente extraña 36. Pues son propias de la divinidad las naturalezas inteligentes y que sólo son concebidas por la mente, pero le son ajenas todas las cosas que están sometidas a la percepción sensible y aún caen más lejos de ella cuantas carecen de alma y movimiento. Mas de todo esto, ¿qué es lo que realmente nos interesa a nosotros?, dirá al punto alguno de los amantes de la fiesta y de los más apasionados "¡Fustiga al caballo hacia la meta! Reflexiona sobre lo que mira a la fiesta y sobre lo que hoy nos ha congregado". Precisamente es esto lo que, movido por mi deseo y por el argumento, pretendo hacer. Pero convenía tratarlo desde su origen.

11. Porque, ciertamente, la mente y la percepción sensible, tan distinta la una de la otra, constreñidas en sus propios límites, llevaban ya en sí la magnificencia del Logos creador, ensalzadoras silenciosas y sonoros mensajeros de su grandeza. Aún no había mezcla de una y otra, ni unión de contrarios Ambas, mezcla y unión, habrían sido signo de una sabiduría grandísima y de la excelencia de las naturalezas, pero no hubiera sido fácil reconocer toda la riqueza de la bondad de Dios Sin embargo, deseoso el Logos artífice de mostrar un ser viviente formado de ambas cosas, es decir, de una naturaleza visible y otra invisible, crea al hombre, toma el cuerpo de una materia ya creada y le introduce su propio espíritu –lo que la Escritura llama "alma inteligente" "e imagen de Dios" 37–. Era como un segundo mundo, un mundo grande en uno pequeño 38, que Dios colocó sobre la tierra como otro ángel, un adorador de naturaleza mixta, espectador de la creación visible que intuía las cosas inteligibles, rey de todas las cosas que se hallan sobre la tierra, aunque sometido al reino supremo. Terrestre y celeste, efímero e inmortal, visible e inteligente, entre la grandeza y la humildad. Es espíritu y carne: espíritu por la gracia, carne por la soberbia 39. Por un lado espíritu, para que mientras viva glorifique a su Hacedor; por otro, carne, para que sufra y sufriendo recuerde que fue castigado por vanagloriarse de su grandeza. Este viviente, después de ser gobernado aquí en la tierra, es conducido a otro lugar y, lo que constituye el punto final del misterio cristiano, llega a ser divino por su inclinación a Dios A esta conclusión me lleva el mínimo resplandor que de la verdad poseemos aquí en la tierra para ver y gozar el resplandor divino, digno de Aquél que nos ató y nos desatará para unirnos a El de nuevo de forma sublime.

12. Dios puso al hombre en el Paraíso 40, cualquiera que éste fuera, considerándolo digno de libre arbitrio para que el bien perteneciera a quien lo elige tanto como a Quien había sembrado en él la capacidad de hacerlo. Lo hace hortelano de árboles inmortales –quizá los pensamientos divinos, los más simples y más perfectos 41–. Estaba desnudo por su sencillez y su forma de vida sin artificio, lejos de todo encubrimiento y recelo. Pues era conveniente que fuera así quien había sido creado al principio 42. Le es dada la ley, que es el objeto sobre el que ejercer su libertad. Consistía en la orden de comer de algunos árboles y abstenerse de otros En concreto, debía abstenerse del árbol de la ciencia 43, no porque desde el principio éste hubiera estado mal plantado, ni que se les prohibiera por envidia –no desaten aquí sus lenguas los enemigos de Dios, imitando a la serpiente 44–, sino porque comer de él era bueno sólo en el momento oportuno, porque, creo, este árbol representaba la contemplación de Dios, cuya posesión era segura sólo para quienes fueran de disposición perfecta. No era bueno, por el contrario, para los demasiado simples ni para los en exceso deseosos, al igual que no es conveniente una comida completa para quienes son todavía pequeños y sólo necesitan leche 45. Mas enseguida, por envidia del diablo, mediante la ofensa de la mujer, a la que se tentó por más débil y se empleó para tentar por más persuasiva –¡ay de mi debilidad, que mía es la debilidad de mi progenitor!–, el hombre se olvidó del mandato establecido por Dios y se dejó tentar por la amarga comida y consiguientemente, a causa de su maldad, fue expulsado al mismo tiempo del árbol de la vida, del Paraíso y de Dios Se vistió con túnicas de piel, que significan quizás una carne más grosera, tosca y mortal 46. Conoce al punto la vergüenza y se esconde de Dios De todo ello, no obstante, se saca algún provecho: la muerte que, poniendo fin al pecado, evita que sea inmortal el mal. El suplicio, pues, adquiere razón de benevolencia. Estoy persuadido de que Dios castiga así 47.

13. De muchas formas fue el hombre amonestado a causa de la muchedumbre de pecados que, por diversos motivos y circunstancias, tomaron raíz del mal. Fue advertido por la palabra de Dios, por los profetas, con beneficios, con amenazas, con desgracias, inundaciones, incendios, guerras, victorias, derrotas, con señales procedentes del cielo, con señales procedentes del aire, de la tierra, del mar, de los hombres, de las guerras, con inesperadas mudanzas de pueblos Lo que por medio de todo esto se pretendía era destruir el mal. Finalmente, tuvo el hombre necesidad de un remedio más eficaz, pues sus enfermedades se hicieron más graves, esto es, homicidios, adulterios, perjurios e idolatría, que es el primero y el peor de todos los males pues traslada a las criaturas la adoración debida al Creador 48. Como tales cosas requerían un remedio mayor, mayor lo recibieron. Tal remedio fue el mismo Hijo de Dios, que es eterno, invisible, insondable, incorpóreo, principio que proviene del principio, luz que de la luz proviene, fuente de la vida y de la inmortalidad, expresión del prototipo de belleza, sello inmóvil, imagen inmutable, fin y palabra del Padre 49. Este se inclina a quien es imagen suya 50, toma sobre Sí carne a causa de mi carne, a causa de mi alma se une a un alma inteligente, para purificar lo semejante por medio de lo semejante 51. Se hizo hombre en todos los aspectos, menos en el pecado 52. Nació de la Virgen, purificada primero en alma y cuerpo 53 por el Espíritu –pues era necesario que fuera honrada la generación humana y aún más la virginidad 54–. Siendo Dios se presentó con una naturaleza humana, un solo ser formado de dos naturalezas contrarias, carne y espíritu, de las que una era divina y la otra estaba divinizada. ¡Oh, inaudita mezcla! ¡Oh, extraña unión! El que es, nace; se hace creado quien no lo es; el infinito se hace extenso merced al alma racional que hace de mediadora entre la divinidad y la gravedad de la carne. El que enriquece mendiga. Se empobrece tomando mi carne para que yo me enriquezca con su naturaleza divina. Se vacía 55 quien está repleto de todas las cosas, pues, verdaderamente, durante un breve tiempo se vació de su gloria para que yo participara de su plenitud. ¿Cuál es la riqueza de su bondad? ¿Qué misterio es éste que me rodea? Yo participé de la imagen de Dios y no la guardé. El participó de mi carne para salvar la imagen y hacer inmortal la carne. El tomó parte de una segunda unión con el hombre, más extraordinaria que la primera por cuanto entonces me hizo participar de una naturaleza mejor y ahora es El quien toma parte en una naturaleza inferior. Esto es con mucho más divino que lo primero. Esto, para quienes son sensatos, es mucho más sublime. 14. A propósito de todo ello ¿qué nos dicen los calumniadores, los calculadores rigurosos de la naturaleza divina, los que critican las cosas laudables, los que están ciegos para la luz, los ignorantes cuando de la Sabiduría se trata, por quienes murió Cristo inútilmente, criaturas ingratas, reproducciones del diablo? ¿Acaso reprochas a Dios todo este beneficio? ¿Es acaso insignificante porque se humilló por ti? ¿Porque el buen pastor que da su vida por el rebaño, por montes y colinas, sobre los que tú sacrificaste, va en busca de la que se ha extraviado 56 y cuando la halla la pone sobre sus hombros, sobre los que cargó también su cruz, y cogiéndola la lleva a la vida suprema y llevándola la cuenta entre las que no habían huido? ¿Porque encendió la lámpara, esto es, su carne, limpió su casa purificando de pecado al mundo y buscó el dracma, esto es, la imagen regia enterrada bajo las pasiones y después de haberlo encontrado llama a todas las amigas para hacerlas partícipes de su alegría (Lc 15, 8) 57, esto es, convoca a cuantos habían sido también hechos conocedores de su salvación? ¿Porque la luz más brillante sigue a aquella que le precede y el Verbo a la voz 58 y el esposo al desposado que dispone para el Señor un pueblo elegido purificando primero con agua a quienes más tarde habrían de ser purificados por el Espíritu? ¿Reprochas esto a Dios? ¿Supones que es inferior por estos motivos? ¿Porque se ciñe una toalla y lava los pies de sus discípulos 59 y pone de manifiesto que el mejor camino para la exaltación es la humildad? ¿Porque se humilla para levantar al alma arrojada al suelo por el pecado? ¿Por qué no criticas también el hecho de que coma con publicanos 60 y les adoctrine en su casa con miras a sacar algún provecho? ¿Cuál, en concreto? La salvación de los pecadores. Tal vez alguno acusará también al médico que se inclina ante los enfermos y soporta el hedor para devolver la salud a los contagiados, o acusará quizás a quien, llevado por un sentimiento de amor hacia los hombres, se arroja a un pozo para salvar a las bestias que han caído en su interior, tal y como la Ley prescribe 61.

15. Fue enviado como hombre ciertamente, pues doble era su naturaleza: se cansó 62, tuvo hambre 63, sed 64, se angustió 65, lloró 66, tal y como corresponde al cuerpo. Mas si también fue enviado como Dios ¿qué significa todo esto? Piensa que esta misión es deseo del Padre. Cristo devuelve al Padre todas sus cosas, sea porque honra al principio que está fuera del tiempo, sea por no parecer enemigo de Dios De la misma forma que se dice 67 que fue entregado, se dice también que El mismo se entregó. Se dice que por el Padre fue resucitado 68 y ascendido al cielo y, a su vez, que El mismo resucitó y subió al cielo 69. Las primeras expresiones significan la Voluntad del Padre. Las segundas, la potestad de Cristo. Tú sólo hablas de las cosas inferiores y cuando refieres que El padeció, callas que lo hizo voluntariamente. Y, en verdad, ¡cuánto sufre ahora también el Verbo! Algunos, ciertamente, lo honran como Dios, pero lo reasumen 70 en la divinidad. Otros, atendiendo a su carne, lo deshonran y lo separan del Padre 71. ¡Contra quiénes se irrita más? O, por mejor decir, ¿a quiénes perdona más? ¿a quienes unen mal o a quienes separan? En efecto, sería necesario que aquellos lo separaran y éstos lo unieran. Aquellos en lo que toca al número. Estos por cuanto a la naturaleza divina ¿Te escandaliza su carne? Lo mismo sucedió también a los judíos ¿También tú le darás acaso el nombre de samaritano? No hablaré sobre lo que sigue 72. ¿Dudas de su naturaleza divina? ¡Ni siquiera los mismos demonios ponen esto en duda! ¡Oh, más incrédulo que los demonios, más insensato que los judíos! Estos advirtieron que el título del Hijo era un nombre de igual dignidad. Aquellos respetaban como Dios a quien los expulsaba y las mismas cosas que padecían los forzaba a creer 73. Pero tú no admites la igualdad, no confiesas la naturaleza divina. Mejor te sería estar circunciso y endemoniado -por decir algo en extremo ridículo-, que incircunciso y con buena salud estar poseído por el demonio y sin Dios.

16. Y al poco podrás ver también que Jesús se purifica en el río Jordán 74 por mi expiación. O, para ser exactos, santifica las aguas con su purificación, que no estaba necesitado de purificación quien quita el pecado del mundo. Verás que se abren los cielos 75 y que el Espíritu, que es de su misma naturaleza, da testimonio de El 76. Lo verás tentado y victorioso, servido por los ángeles 77, curando toda enfermedad y debilidad 78, devolviendo la vida a los muertos 79 –¡ojalá hiciera otro tanto contigo, que estás muerto por tu falsa creencia!–. Lo verás expulsando a los demonios, a unos El en persona 80, a otros por medio de sus discípulos 81. Alimenta con unos pocos panes a una muchedumbre 82. Anda sobre el mar 83. Es traicionado 84 y crucificado 85, crucificado El y con El crucificada mi culpa. Conducido como cordero 86, como sacerdote ofrece el sacrificio 87. Sepultado como hombre, como Dios resucitado, sube después al cielo y tornará con toda su gloria. ¡Cuántas fiestas necesitaría para celebrar cada uno de los misterios de Cristo! Punto fundamental de todas ellas será uno solo: mi perfección y restauración y el regreso a la primitiva condición de Adán.

17. Ahora ten noticia de su concepción y salta de gozo, si no como Juan, en el vientre materno 88, sí como David, al detenerse el arca 89. Aprecia el censo 90 en virtud del cual serás registrado en el cielo. Honra la generación 91 merced a la cual serás librado de los vínculos de la generación. Venera a la pequeña Belén, que te condujo al Paraíso. Adora el pesebre 92 gracias al cual tú, que estabas desprovisto de cordura, fuiste nutrido del Logos Conoce, como el buey, a quien te posee. A esto exhorta Isaías 93. Conoce, como el asno, el pesebre de tu Señor. Ya seas uno de los puros, sujeto a la Ley, de los que meditan la palabra y son aptos para los sacrificios, que pertenecen al linaje de los gentiles. Corre junto con la estrella 94, junto con los Magos 95 obsequia oro, incienso y mirra a quien es rey y Dios y ha muerto por ti. Glorifícalo con los pastores 96, con los ángeles cántale himnos 97, forma coros con los arcángeles: sea común la fiesta a los cielos y a las potencias terrenales. Estoy convencido de que aquellos, juntamente con nosotros, exaltan y celebran esta fiesta, porque aman a los hombres y aman a Dios, según los presenta David cuando, después de la Pasión, ascienden con Cristo, le salen al encuentro y unos a otros se ordenan que abran las puertas 98.

18. Algo nos resulta odioso al hablar del nacimiento de Cristo y es la matanza de los inocentes llevada a cabo por Herodes 99. Mas si bien se considera, debe respetarse el sacrificio de los niños contemporáneos de Cristo, sacrificados antes de la nueva víctima. Si Cristo huye a Egipto 100, huye con El de buen grado, que bello es huir con Cristo cuando El es perseguido. Si se demora en Egipto, llámalo, aunque allí debidamente se le adora 101. Como discípulo sin tacha de Cristo, recorre cada una de sus edades y virtudes. Purifícate 102, circuncídate 103, despójate del velo de tu nacimiento. Después enseña en el Templo 104 y expulsa de él a los sacrílegos, a los que trafican con las cosas de Dios 105. Si es necesario ser lapidado para sufrir, ten por seguro que pasarás inadvertido a quienes quieran apedrearte y, como el mismo Dios, huirás por medio de ellos 106. Si te acercares a Herodes, no le contestes 107. Tu silencio será más respetado que el largo discurrir de otros Si eres flagelado 108, exige las cosas que vienen después. Prueba la hiel 109, por ver qué gusto tiene. Bebe vinagre 110. Reclama los salivazos 111. Recibe las bofetadas y los golpes 112. Corónate de espinas 113, sea, con la aspereza de la vida de Dios Arrópate con el manto escarlata 114. Ase la caña 115, que se arrodillen ante ti quienes se mofan de la verdad 116. Finalmente hazte crucificar con El crucificado 117, muere con El 118. De buena gana hazte sepultar con El 119 para que también resucites con El 120 y seas glorificado y con El reines, viendo así a Dios tal y como El es y, siendo visto tú por El, por el Dios que es adorado y glorificado en la Trinidad, a quien ahora nosotros suplicamos que nos ilumine. A éste en cuanto es accesible a nosotros los encadenados a la carne, a Cristo Jesús, Señor nuestro, a quien la gloria es por los siglos de los siglos Amén.

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Notas

1 Sal 96, 1.
2 Sal 96, 11.
3 Cf. Ex 10, 21.
4 Cf. Ex 13, 21.
5 Cf. 1S 9, 2.
6 2Co 5, 17.
7 Según una simbología bastante difundida en el cristianismo antiguo, habiendo sido definido Melchisedec, rey de Salem, "Sacerdote del Altísimo" (cf. Gn 14, 18; Sal 110, 4), fue considerado como una prefiguración de Cristo. En efecto, es a Cristo a quien se refieren las condiciones de ser sin padre ni madre que aquí se leen. La definición de "sin padre ni madre" está tomada de Hb 7, 3
8 Sal 47, 1.
9 Is 9, 5.
10 Mt 3, 3.
11 Hb 13, 8.
12 En tiempos antiguos, anteriores, desde luego, a San Gregorio Nacianceno, la fiesta de la Natividad era celebrada junto con la de la Epifanía, el 6 de enero.
13 En el texto griego hay un juego de palabras de difícil traducción: "logos" significa también "explicación", "causa racional" y "Logos", "razón". San Gregorio emplea aquí las dos acepciones del término.
14 Cf. Ef 4, 22-24.
15 Cf. 1Co 15, 22.
16 Rm 5, 20.
17 Cf Gn 3, 6.
18 Cf. Rm 13, 13
19 La violenta condena del lujo es típica de las homilías de San Gregorio, que había pasado cerca de cinco años en la soledad del desierto junto a Seleucia antes de ser llamado a Constantinopla. También después de retirarse a su patria, tras la conclusión, tan triste para él, del Concilio constantinopolitano del 381, pasó los últimos años de su vida entregado a la vida solitaria y a la mortificación.
20 Cf Gn 2, 7
21 Conforme a una concepción bastante difundida sobre todo en la apologética cristiana, los ídolos a los cuales la religión pagana ofrecía sus victimas no eran sólo imágenes vanas, sino que contenían en su interior al demonio, que se alimentaba de la carne y del humo del animal sacrificado. Por lo demás, la misma poesía homérica solía representar a los dioses paganos como seres humanos que se alegraban del olor y de la carne de las hecatombes
22 Las divinidades de las religiones paganas y del culto oficial del Estado no eran para los cristianos otra cosa que demonios que pretendían la adoración de los hombres para desviarlos del culto verdadero de Dios y para perderlos con la idolatría.
23 Obsérvese, aquí y en la siguiente homilía (cf. 39, 2), el juego de palabras entre Logos divino, al que adora San Gregorio, y logos humano, o sea, palabra, discurso, razonamiento. Ambos conceptos están unidos entre si según San Gregorio, para quien el verdadero adorador del Logos divino posee también plenamente el arte del discurso, la retórica.
24 Sobre el discutido significado de estas afirmaciones, en relación con la cronología de estas homilías, se ha hablado en la introducción.
25 Otro concepto fundamental en el Nacianceno: no es lícito hablar de Dios ni posible comprenderlo, si no se está purificado de los pecados y de todas las escorias terrenas.
26 Sobre el significado filosófico de este largo fragmento y sobre el contenido típico de la filosofía platónica, cf. lo que se ha dicho en la introducción.
27 Cf. Ex 3, 14.
28 Es éste un objeto teológico propio de San Gregorio y de los otros padres capadocios: Dios no puede ser conocido en su naturaleza, sino sólo en algunos de sus atributos, a través de aquello que El mismo deja conocer de Sí.
29 Cf. Sal 83, 6. San Gregorio elabora en sentido espiritual un pasaje escriturístico que, ciertamente, no tenía ese significado. Según el Nacianceno, el hombre purificado retoma la condición de haber sido hecho a imagen de Dios En esta doctrina nuestro autor aparece bastante próximo a su gran amigo, Gregorio de Nisa.
30 Es frecuente en las homilías del Nacianceno la presentación de la doctrina ortodoxa, o sea, la de Nicea, como el justo medio entre dos extremos; su mentalidad y su educación equilibrada se manifiestan también en el discurso trinitario.
31 Cf. Is 6, 2.
32 La alusión es incierta. Según una glosa que se encuentra en el manuscrito Coislinianus 51, del siglo XI, Gregorio se refería aquí a San Atanasio. Es ello posible, dada la gran autoridad de que aquél gozaba entre los autores ortodoxos Sin embargo, dado que esta interpretación del Trisagio como prefiguración de la Trinidad se encuentra también en San Basilio (cf. Contra Eunomio, lll, 2) y considerando la autoridad de que también San Basilio gozaba ante San Gregorio, unida a la relación de amistad y devoción sincera que éste último abrigaba con respecto aquel, yo estaría más inclinado a pensar que la alabanza que aquí se encuentra está dirigida a San Basilio y no a San Atanasio
33 El problema al cual hace aquí referencia San Gregorio, es bastante delicado: ¿cómo es posible que hayan pecado los ángeles? La cuestión implicaba, de hecho, toda la doctrina de Orígenes sobre la preexistencia de las almas, las cuales, en cuanto inteligentes (noes) eran consideradas por el alejandrino, no distintas, sustancialmente, de los ángeles. La explicación que aquí aparece presentada es desarrollada con buen sentido, pero sin rigor filosófico: el ángel no es inmóvil para el mal, sino sólo difícilmente movible hacia él (se evita, por tanto la dificultad en que había caldo Orígenes, pero, sustancialmente, se hace del ángel una criatura análoga al hombre). La misma problemática se repite en Orat. 28, 31; 31, 15; 40, 7; 41, 11 CaRm 1, 1, 7, 35 ss. y presenta siempre esta fundamental aporía. El problema era irresoluble según ha notado Danielou, puesto que estaba determinado por aquella concepción del pecado según la cual el pecado está ligado a lo sensible. San Gregorio de Nisa lo resolverá de otro modo: el ángel es mudable en cuanto él mismo es criatura (cf. J. Danielou, L'etre et le temps chez Gregoire de Nysse, Leiden 1970, p. 115)
34 Cf. Is 14, 2 ss.
35 El "mundo inteligible" es el compuesto por las naturalezas inteligibles, esto es, privadas de cuerpo y de materia: los ángeles, como antes se ha dicho. Sin embargo, este término era empleado por los platónicos para designar el mundo de las ideas.
36 Que la belleza del mundo creado y la armonía de sus partes atestiguan la presencia de una mente ordenadora y providencial era ya una doctrina propia de las filosofías platónico-aristotélica y estoica. Cf. cuanto comenta a este propósito el mismo San Gregorio al inicio del cp. 11
37 Cf Gn 1, 26
38 El hombre es un microcosmo, el "segundo mundo", como había enseñado ya Filón de Alejandría (Cf. De poSt Caini, 16, 58; Quis rer. diu. heres, 31, 155; De Abr. 15, 71 etc.) El concepto, que en un último análisis se remonta a Platón (cf. Tim. 81a; 88d), se encuentra también en San Gregorio Nacianceno (cf. Oral. 28, 22).
39 Esta expresión resulta poco clara: San Gregorio parece querer decir que la carne fue dada al hombre para que no se enorgulleciera ni ensoberbeciera por su particular dignidad, la misma que fue después objeto de la envidia de Lucifer. Sino que, estando expuesta a las pasiones, pudiera la carne constituir un freno a la soberbia y un instrumento de educación para poder elevarse a Dios
40 Cf. Gn 2, 15.
41 Esta interpretación de los árboles del Paraíso ha sido tomada por San Gregorio, probablemente, de Filón de Alejandría que (De plant. 36-40) habÍa afrontado en forma semejante el problema de la interpretación alegórica del Paraíso terrenal.
42 Sobre la condición de Adán en el Paraíso terrenal y sobre su caÍda por obra del demonio cf. lo que se ha apuntado en la introducción.
43 Cf. Gn 2, 17.
44 Esta afirmación suena a una famosa sentencia de Platón, quien (Fedro 247e) habÍa dicho: "la envidia permanece fuera del coro de los dioses". De nuevo aludirá otra vez a Platón nuestro autor en Orat. 28, 11. Los enemigos de Dios que aventuran esta interpretación de atribuir al Creador la responsabilidad de la culpa del hombre, serían quizá cristianos de inspiración vagamente gnóstica. Tal vez, San Gregorio se esté dirigiendo polémicamente a los maniqueos
45 Cf. 1Co 3, 2
46 La interpretación de las "túnicas de piel" con que se vistieron Adán y Eva después del pecado (cf. Gn 3, 21) es, como se sabe, de Origenes (cf. Method. De resurr. 1, 29). San Gregorio de Nisa la recoge con algunas modificaciones, entendiendo por "túnicas de piel" no el cuerpo en sí, porque Dios no pudo crear nada malo, sino las condiciones sensibles y corpóreas que inclinan a la pasión y al pecado (cf. J. Danielou, Platonisme et Théalogie Mystique, Paris 1954, pp. 56 ss.). San Gregorio Nacianceno, como se ve, está, por el contrario, menos convencido de esta interpretación
47 Por consiguiente, la muerte tiene un valor positivo, porque impide al hombre pecar infinitamente: esta interpretacción de la pedagogía de Dios respecto a la muerte tal vez fuera recogida por el Nacianceno, de los escritos de su gran amigo San Gregorio de Nisa. Cf. Orat. catech. 8; De an. et resurr. 125. El Nacimiento retorna sobre la cuestión en CaRm 1, 1, 7, 82-91.
48 Cf. Rm 1, 25.
49 Esta serie de términos aplicados al Hijo de Dios tiene como fin subrayar –en polémica con los arrianos– la plena divinidad y el origen antes del tiempo.
50 Cf. Gn 1, 26.
51 Sobre la discusión a propósito de la Encarnación de Cristo cf. lo apuntado en la introducción. 52 Cf. Hb 4, 15.
53 Cf. Lc 1, 27 ss.
54 Estas palabras revelan cual era la actitud del Nacianceno respecto a la virginidad y el matrimonio: éste era definido contra las condenas y las acusaciones de los herejes mas, aunque se lo considere bueno, se prefiere la virginidad como cosa de mayor estima. Por lo que hace el Nacianceno, cf. Homilía 37.
55 Cf. Flp 2, 7
56 Cf. Jn 10, 11.
57 Cf. Lc 15, 8.
58 Cf. Lc 3, 4.
59 Cf. Jn 13, 4-5.
60 Cf. Lc 5, 27 ss.
61 CF. Dt 22, 4.
62 Cf. Jn 4, 6.
63 Cf. Mt 4, 2.
64 Cf. Jn 4, 7.
65 Cf. Lc 22, 44
66 Cf Jn 11, 35
67 Cf. Ga 2, 20.
68 Cf. 1Co 15, 15
69 Cf. Hch 1, 9
70 Este término, que nos resulta extraño, es un tecnicismo de la herejía modelista de Marcelo de Ancira (siglo IV), quien al oponerse al arrianismo, cae en el error opuesto (y esta equivalencia de las dos herejías fue siempre subrayada, como un topos, por los escritores niceos). Marcelo sostiene que el Hijo, generado por el Padre con miras a la creación del mundo, será "reasumido" en el Padre (y perderá, por tanto, la propia hipóstasis y la subsistencia personal) al fin del mundo; para más detalles y una visión más profunda, cf. M. Simonetti, La crisi ariana nel quarto secolo, Roma 1975, pp. 66-71.
71 Referencia a los arrianos que, basándose en la humildad que caracterizó la vida del Hijo encarnado, negaron su naturaleza divina y por ende, lo separaron del Padre.
72 Cf. Jn 8, 48.
73 Cf. Lc 4, 41.
74 Cf. Mt 3, 13.
75 Cf. Mt 3, 16.
76 Cf. Mt 3, 17.
77 Cf. Mt 4, 6 ss.
78 Cf. Mt 4, 11.
79 Cf. Jn 11, 1 ss
80 Cf. Lc 8, 27 ss
81 Cf. Lc 10, 17
82 Cf. Mt 14, 13 ss
83 Cf. Mt 14, 26
84 Cf. Mt 26, 47 ss
85 Cf. Mt 27, 35
86 Cf. Is 57, 2.
87 Cf. Hb 3, 1.
88 Cf. Lc 1, 41. 62
89 Cf. 2S 6, 14.
90 Cf. Lc 2, 1 ss
91 Cf. Lc 2, 7
92 Cf. ibid
93 Cf. Is 1, 3
94 Cf. Mt 2, 2
95 Cf. Mt 2, 11
96 Cf. Lc 2, 20
97 Cf. Lc 2, 13
98 Cf. Sal 24, 7-9.
99 Cf. Mt 2, 16.
100 Cf. Lc 2, 22
101 Alusión a la actitud del patriarcado de Alejandría que desde que se encontraban allí Alejandro y después Atanasio, había sido siempre un acérrimo enemigo de la herejía arriana y un ferviente defensor de la fe niceNa San Gregorio se dirige con sentimientos de amistad al obispo de Alejandría, Pedro, que era hermano de San Atanasio, muerto pocos años antes (en el 373), aunque entre San Gregorio y Pedro habían tenido lugar disensiones.
102 Cf Lc 2, 22
103 Cf. Lc 2, 21.
104 Cf. Lc 2, 46.
105 Cf. Mt 21, 12.
106 Cf Jn 8, 59; Lc 4, 30.
107 Cf. Lc 23, 9.
108 Ct Mt 27, 26.
109 Cf. Mt 27, 34.
110 Cf. Mt 27, 48.
111 Cf. Mt 27, 30.
112 Cf. Mt 27, 29-30
113 Cf. Mt 27, 29.
114 Cf. ibid.
115 Cf. ibid.
116 Cf. ibid.
117 Cf. Mt 27, 35
118 Cf Mt 27, 50
119 Cf. Mt 27, 60.
120 Cf Mt 28, 6 ss.