Padres de la Iglesia

GREGORIO NACIANCENO

Homilía 40 sobre la Natividad

Ayer celebramos el espléndido día de la luz. Era conveniente poner de manifiesto que la alegría que nos da nuestra salvación es mucho mayor que la que proporcionan a los que aman la carne las fiestas por un matrimonio, un nacimiento, una onomástica, una mayoría de edad, la inauguración de una casa nueva. Hoy, a su vez, nos entretendremos hablando sobre el Bautismo y sobre el beneficio que nos procura. Nuestro discurso de ayer sobre este punto fue breve, porque apremiaba el tiempo y, además, porque no deseábamos extendernos, ya que la excesiva duración de un discurso es tan dañina para los oyentes como un exceso de comida para el cuerpo. Importa prestar atención a lo que se dice y escuchar la predicación de cosas tan importantes no de pasada, sino con gran empeño, ya que la iluminación consiste también en esto, en advertir la fuerza del misterio.

2. La Escritura conoce tres tipos de nacimientos: el que proviene del cuerpo, el del Bautismo y el de la resurrección. De éstos, el primero está en relación con la noche, con la esclavitud y la pasión; el segundo, propio del día, de la libertad y de la destrucción de las pasiones, aparta, como si de un velo se tratara, todo lo adquirido desde el nacimiento y conduce a la vida suprema. El tercero es mucho más temible y breve. Reúne a todo el género humano en poco tiempo para que se coloque al lado del Creador y rinda cuentas de su servidumbre, de su comportamiento en la tierra, de si se ha dejado llevar sólo por la carne o si se ha alzado junto con el Espíritu y ha agradecido el don de la Creación. Yo creo que Jesucristo enalteció cada uno de estos nacimientos. El primero por aquel soplo primero y vivificante 1. El segundo por la Encarnación 2 y por el Bautismo 3 con el que El mismo fue bautizado. El tercero por la Resurrección 4, a la cual El mismo dio comienzo: de la misma forma que fue el primogénito entre muchos hermanos 5, así también fue considerado digno de serlo entre los muertos 6.

3. No es éste, sin embargo, el momento adecuado para hablar sobre dos de estos tres tipos de nacimiento, el primero y el último. Es menester que meditemos acerca del que está en medio, el que recibe el nombre de Día de la Luz 7. El Bautismo es esplendor de las almas, transformación de la vida, pregunta hecha a Dios por nuestra conciencia. El Bautismo es ayuda a nuestra fragilidad. El Bautismo es abandono de la carne, compañía del Espíritu, unión al Logos, restauración de la naturaleza humana, cataclismo del pecado, participación de la luz y destrucción de la tiniebla. El Bautismo es vehículo que conduce a Dios, peregrinación junto a Cristo 8, apoyo de la Fe, perfección de la mente, llave del Reino de los cielos, cambio de vida, destrucción de la esclavitud, liberación de las ataduras, mudanza en nuestra composición. En fin, ¿a qué hacer más enumeraciones? El Bautismo 9 es el más bello y el mayor de los dones de Dios. A la manera como determinadas cosas, en atención a la amplitud de su significado y a su importancia, pueden ser llamadas "santo entre los santos" o "cantar de los cantares", así también el Bautismo es la más santa entre todas las iluminaciones que existen entre nosotros.

4. Como Cristo, dador de este don, es nombrado con muchos y diferentes apelativos, así también el don por El concedido recibe multitud de denominaciones diversas, ya sea por la alegría que experimentamos cuando se nos concede, pues los que aman algo apasionadamente se recrean en nombrar el objeto de su amor, ya sea porque la variedad de sus beneficios nos mueve a emplear muchos nombres distintos para designarlo. Lo llamamos don, gracia, bautismo, unción, iluminación, vestidura de incorrupción, baño de regeneración, sello, cuanto de precioso hay. Don, porque se otorga a quienes nada habían; gracia, porque se da a los deudores; bautismo, porque el pecado es sumergido en el agua a la par que nosotros; unción, porque es sagrado y real, que tales eran las dignidades que requerían la unción; iluminación, porque es esplendor; vestidura, porque vela nuestra vergüenza; baño, porque purifica; sello porque significa y conserva el poder. Por él los ciegos se alegran junto a nosotros, los ángeles lo glorifican porque su esplendor es semejante al de ellos e imagen de la felicidad de lo alto. Deseamos exaltarlo con himnos, mas no podemos hacerlo con la dignidad requerida.

5. Dios es la luz suprema, inalcanzable e inefable. No se puede comprender con la mente ni expresarse con palabras. Es la luz que ilumina toda naturaleza racional 10. Dios es entre las naturalezas inteligentes lo que el sol entre las sensibles. Se nos muestra en proporción a nuestra purificación; lo amamos en proporción a nuestra contemplación; lo comprende nuestra mente en la medida en que lo hayamos amado; El mismo se contempla y se comprende, difundiéndose muy escasamente entre lo que queda fuera de El. Mas cuando hablo de la luz, hablo de la que se contempla en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, cuya riqueza consiste en su única naturaleza y en el estallido único de su resplandor. La segunda luz es el ángel, que es emanación o participación de la luz primera. Posee su propia luz, por su sumisión y servicio a Dios. No sé si se difunde la luz según el orden de su colocación o si, por el contrario, cada ángel es colocado en un lugar conforme a su luminosidad. Por fin, la tercera luz es el hombre, como resulta evidente también a quienes no son cristianos. Estos llaman luz al hombre 11 con arreglo a la fuerza de su razón. Para nosotros, reciben el nombre de luz sobre todo aquellos hombres que más se parecen a Dios y se le acercan más. Y aún cabe hablar de otra luz: la que dispersó las tinieblas primitivas, la luz anterior a la creación visible, el movimiento rotatorio de las estrellas y aquel supremo esplendor que ilumina todo el mundo 12.

6. Luz era también la orden primera dada al primer hombre 13, ya que "lámpara y luz es la ley" 14 y "luz son tus mandatos sobre la tierra" 15. Mas después, las tinieblas envidiosas la convirtieron en mal. Para quienes la seguían, luz ejemplar y oportuna era la ley escrita, que esbozaba la verdad y el misterio de la gran luz, si es verdad que el rostro de Moisés fue glorificado por ella 16. Por ilustrar más nuestras palabras diremos que luz era lo que apareció a Moisés en llama de fuego, cuando ardía la zarza sin consumirse 17 revelando así su naturaleza y su fuerza. Luz lo que guió a Israel en la columna de fuego y mitigó el rigor del desierto 18. Luz lo que arrebató a Elías en un carro de fuego, que no abrasaba al raptado 19. Luz lo que alumbró a los pastores 20 cuando la luz que está fuera del tiempo se mezcló con la que es temporal. Luz la hermosura de la estrella que precedía el camino de Belén 21, para conducir a los Magos y revelarles a la luz que estaba sobre nosotros y habitó a nuestro lado. Luz la naturaleza divina mostrada en el monte a los discípulos, que no pudieron resistir su esplendor 22. Luz la visión que rodeó a Pablo que por aquel resplandor en sus ojos quedó curado de las tinieblas del alma 23. Luz es también el esplendor que, cuando los justos resplandezcan como el sol 24 y Dios se siente en medio de dioses 25 y reyes para determinar y juzgar quiénes y qué cosas son dignos de la felicidad de lo alto, sobrevendrá desde el cielo a quienes se hayan purificado aquí en la tierra. Además de todo esto y de manera muy particular, luz es la iluminación del Bautismo de que ahora tratamos, que comprende el grande y admirable misterio de nuestra salvación.

7. No cometer pecado es exclusivo de Dios, de la naturaleza primera y sin composición 26, pues la simplicidad es pacífica y no conoce sediciones ni revueltas. Me atrevería a decir que es conforme también a la naturaleza angélica, o al menos que le conviene, dada su proximidad a Dios. Por el contrario, propio es el pecar de la humana condición y de su composición terrena, pues la composición es el principio de separación. No estimó conveniente el Señor abandonar sin ayuda a lo que El había creado, ni mirar con desdén cómo corría peligro de apartarse de El 27. Así, igual que nos creó antes de que existiéramos, cuando ya nos había dado la existencia nos creó con una forma más divina y sublime que la primera. Ella es, por una parte, señal para quienes comienzan y por otra, para los avanzados en edad y gracia, es enmienda de la imagen que ha cometido un error a causa del mal 28. Y ello al objeto de que no llegáramos a ser peores por la desesperación dejándonos caer de nuevo hacia el mal, hasta precipitarnos finalmente por completo fuera del bien arrastrados por la desesperación, despeñándonos en un abismo de males, tal y como se dice en la Escritura. Mas a la manera como quienes recorren un largo camino reposan de la fatiga en alguna posada, así nosotros debemos continuar nuestro peregrinaje frescos y de buena gana. Esto es la fuerza y la gracia que el Bautismo trae consigo, no un diluvio como antaño, sino la purificación de nuestro pecado y la completa purgación de las ataduras y mancillas que, a causa del mal, se nos adhieren.

8. Como quiera que estamos constituidos de dos partes, de alma y cuerpo, de una naturaleza visible y de otra invisible, doble ha de ser también nuestra purificación, esto es, con agua y con Espíritu 29. La primera debe recibirse de modo visible y corpóreo, la segunda de modo incorpóreo e invisible. La primera es tipo 30 de la segunda, real y purificadora de las entrañas. El Espíritu actúa como remedio del primer nacimiento, sustituye lo antiguo por lo nuevo, lo que ahora somos por semejanza con Dios. Revivifica sin necesidad de fuego y reconstruye sin previa destrucción. Por resumirlo en pocas palabras, diremos que la eficacia del Bautismo consiste en pactar con Dios una segunda vida, una conducta más recta. Ha de temerse mucho y guardar su alma cada uno con sumo cuidado para evitar que nos comportemos como farsantes en este convenio. Pues si Dios confirma su pacto con los hombres ofreciéndose El mismo como prenda ¿cuán grande no sería el delito de ser hallado transgresor del acuerdo que hemos firmado con Dios y responsable de esta falacia, además de culpable del resto de los pecados? Y ello sin una segunda regeneración, reconstrucción o restablecimiento en el antiguo estado, aunque la busquemos con muchos suspiros y lágrimas que sólo con gran dificultad nos lograrán una completa cicatrización. Es verdad que yo creo que la cicatrización tiene lugar y me alegraría muchísimo que consiguiéramos incluso borrar las cicatrices, pues también yo estoy necesitado de misericordia 31. Mas lo mejor es no tener que recurrir a una segunda purificación y mantenerse en la primera 32. Esta es igual para todos y no resulta penosa. Es igual para esclavos y señores, para pobres y para ricos, para los humildes y para los grandes, para los del noble linaje y para los del común, para los deudores y para los que no lo son 33. En esto se asemeja al soplo del aire, a la luz, a las transformaciones de la edad y a la contemplación de la creación, o sea, a todos los grandes deleites que nos son comunes a todos, y, proporcionalmente, también a la Fe.

9. Necio es procurarse una curación penosa cuando se dispone de otra fácil y desechando la gracia de la piedad, hacerse deudor de un castigo y buscar una reparación proporcionada al pecado. ¿Cuantas lágrimas será preciso derramar para que igualen a la fuente que es el Bautismo? ¿Quién nos garantiza que el fin de nuestra vida esperará a que estemos curados y que no nos llegará el Juicio cuando seamos aún deudores necesitados del fuego de allá? Tú que eres un buen agricultor, suplicarás al Señor que tenga compasión de la higuera y que no la arranque todavía aunque se le reproche ser estéril, sino que permita abonarla otra vez 34, esto es, que acepte las lágrimas, los suspiros, las invocaciones, el dormir sobre el suelo, las vigilias, la consumición del alma y del cuerpo, la enmienda de la confesión y de una vida más honesta. Y aún así seguiremos sin saber si el Señor tendrá compasión del árbol que ociosamente ocupa su lugar y ello cuando otro, necesitado de misericordia, empeora por culpa de la paciencia derrochada con aquél. Seamos sepultados juntamente con Cristo por medio del Bautismo para que también resucitemos con El 35. Descendamos con El para que junto a El ascendamos. Subamos con El para que con El seamos glorificados. 10. Si te atacare después del Bautismo aquel que persiguió y tentó a la misma luz 36, y sin duda te acosará pues asedió incluso al Logos, a mi Dios, a lo que de la Luz oculta se mostraban, tú cuentas con el remedio para vencerlo. No temas la contienda37. Opónle el agua, el Espíritu 38 que apagará los dardos encendidos del maligno 39. Es Espíritu, pero funde los montes. Es agua que apaga el fuego. Si te presenta la pobreza, que hasta eso osó, y pide que las piedras se conviertan en pan poniendo ante tus ojos el hambre 40, no ignores lo que se propone. Argúyele con lo que no ha podido aprender. Pon ante él la palabra que da vida, que es el pan bajado del cielo que da la vida al mundo 41. Si te tienta con la vanagloria, pues también recurrió a ella conduciéndolo sobre el pináculo del templo y diciéndole "arrójate" para que revelara así su naturaleza divina 42, no permitas que el orgullo te haga caer. Si lo consiguiera, no se detendría ahí. Es insaciable, todo lo ambiciona. Halaga con suavidad, mas luego emplea malevolencia. Esa es su forma de combatir. Y el ladrón es también conocedor de la Escritura. De allí saca el "escrito está" acerca del pan. De allí el "escrito está" sobre los ángeles. "Escrito está", dicen, "que encargará a sus ángeles que te alcen sobre sus manos"43. ¡Oh hábil maestro del mal! ¿Por qué te callaste lo que sigue? Aunque lo silencias me lo sé muy bien: "yo haré que pises sobre el áspid y el basilisco, que pisotees serpientes y escorpiones" 44, porque estás defendido por la Trinidad. Si te tentare con la avaricia, ofreciéndote en un momento y de una sola mirada todos los reinos, como si fueran tuyos, pidiéndote que a cambio le adores, despréciale por indigente. Di, confiado en el sello 45: "yo soy imagen de Dios, no se me ha dejado al margen de la gloria divina como por tu orgullo sucedió contigo. Yo me he revestido de Cristo 46, me he transformado en Cristo por el Bautismo: "adórame". Se alejará, bien lo sé, vencido y avergonzado a causa de estas palabras, propias de Cristo, Luz primera, y de quienes por El están iluminados. Tales cosas concede el Bautismo a quienes lo han comprendido. Este es el banquete oportunamente ofrecido a los hambrientos.

11. Seamos, por tanto, bautizados para obtener la victoria. Tomemos parte en las aguas purificadas, más aptas para limpiar que el hisopo, más puras que la sangre legal, más sagradas que las cenizas de ternera 47, purificadoras de lo corrompido con una purgación sólo momentánea y corporal, pero incapaces de la completa aniquilación del pecado. De lo contrario ¿qué razón habría para que fuesen de nuevo purificados quienes habían recibido ya una purificación? Aceptemos hoy ser bautizados para evitar que mañana nos veamos obligados a hacerlo. No aplacemos el beneficio, como si de una injuria se tratara. No aguardemos a ser peores para conseguir mayor perdón 48. No hagamos de Cristo objeto de negocios y ganancias. No carguemos más de lo que podemos soportar, no sea que se nos hunda nuestra nave y perdamos toda la gracia, quedando privados de todo por haber deseado más de lo que era decoroso. Corre hacia el don mientras aún seas señor de tus pensamientos, cuando aún no estés enfermo de cuerpo y de mente, mientras no te consideren tal quienes te rodean 49. En efecto, mientras tu bien no dependa de otros, tú eres su dueño. Mientras tu lengua no vacile o esté seca o, por no decir más, cuando aún no esté impedida para pronunciar las palabras de este misterio. En tanto que puedas ser fiel, no cuando se sospeche que no lo eres, sino cuando seas conocido como tal. No cuando suscites compasión, sino mientras eres tenido por feliz. Cuando para ti sea evidente el don y no ambiguo. Cuando la gracia llegue hasta tus entrañas, no cuando estén a punto de lavar tu cuerpo con el agua fúnebre. Cuando todavía te rodeen las lágrimas, indicio de tu partida, reprimidas quizá por deferencia hacia ti, mientras tu esposa e hijos tratan de apartar la muerte y buscan tus últimas palabras. Cuando no haya a tu lado un médico inexperto tratando de alargar tus horas sin ser dueño de ellas y con un movimiento de cabeza sopese tu salvación y medite sobre tu enfermedad después de tu muerte o aumente su salario por las salidas o insinúe la ausencia de esperanza. Mientras no disputen a tu cabecera el que bautiza y el que pretende un lucro, intentando el primero darte el viático y el segundo ser designado heredero. Ninguna de tales situaciones es adecuada al momento.

12. ¿Por qué confías como bienhechor en la fiebre y no en Dios? ¿Por qué te guías por la ocasión y no por lo que es razonable? ¿Por qué atiendes al amigo insidioso y no al deseo que salva? ¿Por qué no aprovechas la ocasión propicia en vez de hacer las cosas a la fuerza? ¿Por qué no actúas sin embarazo y dejas este asunto para cuando te resulte arduo? ¿Por qué te es necesario pensar en tu muerte con ocasión de la de otro y no reflexionas sobre ella como si estuviera ya presente? ¿Por qué buscar remedios que no servirán para nada? ¿Por qué esperas al sudor del momento crucial, cuando la muerte es ya inminente? Cúrate antes de que sea necesario, apiádate de ti, único médico de tu enfermedad. Procúrate la medicina que da realmente la salvación. Teme al naufragio mientras navegas con vientos favorables y estarás menos expuesto a naufragar porque el viento te prestará ayuda. Sea el don celebrado, no llorado. Sea cultivado el talento, que no escondido en tierra 50. Medie cierto tiempo entre la gracia y la muerte para que no sólo sean borradas las malas palabras, sino que dé tiempo a escribir encima las buenas. Para que no sólo tengas la gracia, sino también la gratificación. Para que no sólo huyas del fuego, sino que te hagas también heredero de la gloria. Al don se debe el cultivarla. Huir del sufrimiento parece grande a los de alma mezquina. Para los de nobles sentimientos, sólo es grande lograr el premio.

13. Conozco tres clases de personas que se salvan: los esclavos, los mercenarios y los hijos. Si eres esclavo teme los golpes. Si mercenario, mira sólo por tu interés. Si, en cambio, eres hijo y superior a otros, respeta a quien es padre. Cultiva el bien porque es bueno obedecer al padre. Aunque nada obtuvieres, ésta será precisamente la recompensa: complacer a tu padre. ¡Ojalá no despreciemos estas cosas! Así como es absurdo preocuparse de la riqueza antes que de la salud, purificar el cuerpo y descuidar la purificación del alma, buscar la libertad de la esclavitud terrenal y no aspirar a la del mundo superior, así también lo es poner empeño por tener una casa suntuosa o por vestirse con lujo y no preocuparse de ser uno mismo. Si el bien fuera venal, no escatimarías riqueza alguna para comprarlo. Mas cuando la misericordia está a tu disposición, desprecias la caridad que tan a mano te queda. Todo momento es apto para tu baño, como también lo es para la muerte. Te grito con Pablo 51, es decir, con voz poderosa: "Aquí está, ahora, el momento propicio. Este es el día de la salvación". El no define "ahora" como un momento concreto, sino que lo aplica a todos los momentos. Y luego: "despierta tú que duermes 52 y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo", disolviendo la noche del pecado. Porque en la noche mala es la esperanza, como afirma Isalas 53 y al rayar el alba es más útil ser apresado.

14. Siembra cuando sea el momento oportuno y cosecha y llena tus graneros cuando llegue el tiempo propicio para ello. Planta en la estación adecuada y vendimia el racimo de uvas cuando esté maduro. Hazte a la mar confiado en la primavera y una vez llegado el invierno y embravecido el mar saca tu nave a tierra. Ten momento para la guerra, para la paz, para el matrimonio, para las cosas fuera del matrimonio, para la amistad, para la discordia si es que te ves movido a ella, y para cualquier otra circunstancia, según recomienda Salomón 54. Ha de acatarse su consejo, ya que es útil. Procúrate la salvación y considera cualquier oportunidad como apta para el Bautismo. Si nunca prestas atención al hoy y acechas el mañana, te pasará inadvertido que el maligno, según es en él costumbre, te engaña cada poco tiempo. "Dame a mí el presente y el futuro a Dios. A mí la juventud, a Dios la vejez. A mi los placeres, a él la inutilidad". ¡Cuán grande es el peligro que te rodea! ¡Cuán grandes las desgracias! ¡Mayores de lo que piensas! Fuiste víctima de la guerra, te sepultó un terremoto, te tragó el mar, te devoró una fiera, te consume una enfermedad o, tal vez algo diminuto: se te ha atragantado una migaja de pan. ¡Qué hay más fácil que hacer morir a un hombre, por muy orgulloso que esté de ser imagen de Dios! Tal vez acabó contigo una fiesta inmoderada, o te derribó del viento, o quizás una medicina que en vez de saludable resultó dañina, o un juicio inhumano, o un verdugo inexorable, o, en fin, cualquiera de las cosas que produce una muerte súbita y más poderosa que el socorro con que se acude a remediarla.

15. Mas si te previenes con el sello y aseguras tu futuro con la más sólida y bella de las ayudas, marcado en alma y cuerpo con Espíritu y ungüento al igual que antaño hiciera Israel durante la noche con la sangre que protegía a los primogénitos 55, ¿qué podrá sucederte? ¿Qué es lo dispuesto para ti? Escucha los Proverbios 56: "si te acostares", dice, "no sentirás temor. Te acostarás y dormirás un dulce sueño". Recibe de David la buena nueva 57: "no temerás al terror de la noche, ni a la desgracia y el demonio del mediodía". Para ti que aún estás en la vida, es esto importantísimo a fin de obtener seguridad. Pues difícilmente puede alguien adueñarse de un ganado marcado, en tanto que el que no lo está resulta asequible a los ladrones. Y una vez muerto, tu entierro te será favorable, más brillante que el vestido, más precioso que el oro, mayor que la sepultura, más piadoso que estériles libaciones, más adecuado que las primicias de frutos en sazón que los muertos ofrecen a sus muertos 58 haciendo la costumbre ley. Piérdase todo para ti, todo se te arrebate: riquezas, propiedades, tronos, honores, todo cuanto pertenece al tumulto de este mundo. Atiende tú, sin embargo, a que tu vida termine con seguridad sin quedar privado de ninguna de las ayudas dispuestas para nuestra salvación.

16. ¿Temes acaso la gracia y demoras la purificación por no corromperla 59, con temor de no disponer de otra? ¿Qué pues? ¿No te inspira mayor temor correr peligro en la persecución y verte privado de lo más importante que posees, que es Cristo? ¿Por tal motivo huyes de ser cristiano? ¡Recházalo! Tal miedo no es propio de una persona sana, es razonamiento de demente. ¡Oh imprudente precaución, si es menester decirlo! ¡Ah, mañas del maligno! ¡Es oscuridad y cómo finge! Si no puede vencer en enfrentamientos abiertos conspira en la oscuridad. Se presenta como consejero, como si fuera bueno, procurando que de ningún modo podamos escapar a su acoso. Esto es, sin duda alguna, lo que trama también en este caso. Pues no pudiendo persuadir manifiestamente a despreciar el Bautismo, desea causar daño mediante una falsa seguridad para que tu propio temor te haga olvidar lo que temes: temeroso de destruir el don, por tal motivo precisamente, te privas de disfrutarlo. Falso es el maligno y jamás dejará de serlo hasta que no compruebe que nos apresuramos hacia el cielo del que él fue arrojado 60. Mas tú, varón de Dios, descubre la estrategia del enemigo y entabla combate contra él por defender lo que verdaderamente importa 61. Mientras seas catecúmeno, estarás a la puerta de la religión cristiana 62. Es preciso que estés dentro, que traspases el umbral, que examines las cosas santas de los santos y que habites con la Trinidad. Grandes son las cosas por las que luchas. Has menester de una gran seguridad. Defiéndete con el escudo de la Fe. Se atemorizará en tu presencia cuando emplees tales armas. Por eso quiere despojarte de la gracia, para una vez desarmado y sin amparo, dominarte con facilidad. Busca adueñarse de cada edad, de cada forma de vida por un medio distinto. Recházalo recurriendo a todos los procedimientos.

17. ¿Eres joven? levántate contra las pasiones con la ayuda de Dios, sé contado entre los de su ejército, compórtate ante Goliat como el más valiente, vence a mil o a diez mil. Disfruta así de la flor de la vida sin permitir que tu juventud se marchite, muerta por tener una fe imperfecta. ¿Eres anciano y estás próximo al fatal desenlace? Respeta tus canas. Muestra la sensatez que se te pide en lugar de la debilidad que ahora exhibes. Ayuda a la escasez de tus días, cree en la purificación de la ancianidad. ¿Por qué estando en lo profundo de la vejez y en los últimos alientos temes las cosas de la juventud? ¿Esperas acaso que tú, más odiado que compadecido, serás bañado una vez muerto? ¿O es que, siendo tú mismo un residuo de vida, amas aún los residuos de los placeres? Es vergonzoso que se haya marchitado tu juventud y, en cambio, demores tu purificación, o lo aparentes al menos, porque no se ha marchitado igualmente el libertinaje. ¿Eres niño? Que no se aproveche el mal de esa circunstancia. Sé consagrado siendo aún feto, dedicado al Espíritu mientras eres diminuto. Tú, temeroso del selIo por la debilidad de la naturaleza humana, eres una madre mezquina y con poca fe. Ana, al contrario, antes de que Samuel naciera prometió a Dios que, una vez nacido, lo consagraría al instante y lo criaría con las vestiduras sacerdotales 63. Ella no temía la naturaleza humana porque tenía fe en Dios. No necesitas amuletos ni encantamientos. Por ellos entra el maligno en los hombres imprudentes y toma para si la veneración a Dios debida. Entrégate tú en persona a la Trinidad, amuleto poderoso y lleno de hermosura.

18. ¿Qué pues? ¿Eres virgen consagrada? Sella tu virginidad con la purificación. Haz de ella la compañera de tu vida, tu amiga. Que ella te dirija, que disponga ordenadamente tus actos, tus palabras, tu cuerpo entero, cada uno de sus movimientos y sentidos. Hónrala para que te adorne, para que corone tu cabeza con una diadema de gracias 64 y te custodie con una corona de alegría. ¿Estás sujeto por el vinculo del matrimonio? Únete al sello: haz que conviva contigo como guardián prudente. ¿Cuántos eunucos y vigilantes calculas que serian necesarios para ofrecerte una protección segura como la que éste te brinda? ¿Estás muy íntimamente unido a la carne? No temas la perfección. Tú eres puro también después del matrimonio. Mío es el riesgo, yo soy el testigo. Si bien la virginidad es un tesoro precioso, no por ello el matrimonio ha de contarse entre las cosas deshonrosas 65. Imito a Cristo, esposo purísimo y comensal en unas bodas, que hace milagros en unos esponsales y dignifica a los esposos con su presencia 66. Sea el matrimonio puro y sin mezcla de malos deseos. Sólo te pido una cosa: ampárate en la seguridad del don y ofrécele la castidad que es decorosa. De común acuerdo 67 fijad un plazo para la oración que es la más valiosa de todas la ocupaciones. No estoy ahora promulgando leyes, sino aconsejando y si deseo ligar algunos de tus derechos, es por tu bien y por vuestra seguridad 68. Diré, en fin, que no existe vida ni tarea, para las cuales el Bautismo no sea provechoso en extremo. Si eres libre, recibe un freno. Si esclavo, la equiparación en la estima. Si estás abatido, recibe ánimos. Si despreocupado, la disciplina. Si eres pobre, recibe una riqueza que no se te arrebatará. Si rico, la buena administración de tus posesiones. No conspires hábilmente contra tu propia salvación, no emplees astucias contra ella. Aunque engañáramos a los demás, no podríamos engañarnos a nosotros mismos. Arriesgado es e insensato jugar con la propia salvación.

19. ¿Vives, acaso, de una actividad pública? ¿Te manchas con el cuidado de la cosa pública y corres el riesgo de malbaratar la benevolencia divina? Simple es mi consejo. Si te es posible, evita el foro y toda su bella cohorte, ceñido con alas de águila, o de paloma, por mejor decir. Pues ¿qué tienes que ver tú con el César ni con lo que es el César? 69 Huye y no descanses hasta que encuentres un lugar donde no haya pecado, ni exista la culebra que muerde en el camino para impedirte enderezar tus paso hacia Dios. Aparta tu alma del mundo. Abandona Sodoma, huye del incendio. Camina sin volver atrás la vista, no sea que quedes convertido en estatua de sal. Escapa al monte, para no ser arrebatado ni quedar atrás 70. Mas si ya estabas entregado a los deberes públicos y estás ligado por ellos, habla de eso contigo mismo. O mejor, seré yo quien hable contigo. Lo óptimo es conservar los bienes propios y la purificación. No obstante, si ello no es posible, vale más contaminarse un poco con los afanes públicos, que verse por completo privado de la gracia. Al igual que, según yo, es mejor recibir reproches del padre o del señor, que ser rechazado por él, y es mejor recibir una iluminación pequeña que permanecer en la más completa oscuridad 71. Mas con todo propio es de los prudentes elegir lo mejor y más perfecto del bien y lo más insignificante y llevadero del mal. Por tanto, no te atemorices en exceso ante la purificación. Siempre aquellas ocupaciones nuestras que están rectamente dirigidas son juzgadas por quien es juez y benevolente de todas nuestras cosas. Y a menudo, quien en el desempeño de las tareas públicas se comportó con rectitud, obtuvo más que quien, libre de afanes, no dispuso todo con prudencia. Pues, a mi entender, tiene más valor el que avanza un poco cuando tiene los pies atados, que el que corre sin que nada le agobie, más puro es quien está cubierto de fango que aquél que está limpio porque ha recorrido un camino limpio. Y como prueba de lo dicho aportaré que la prostituta Raab quedó justificada por una sola acción: por su hospitalidad 72, aunque el resto de sus cosas no mereciera alabanza. Y aunque el publicano no mereciera ser enaltecido por su comportamiento, fue ensalzado por una sola cosa: su humildad 73. Y ello para que tú aprendas que no debes desesperar fácilmente de ti mismo.

20. Mas quizás alguien diga: "¿qué gano yo con recibir el Bautismo con prontitud y con apartarme pronto de los placeres de la vida, cuando aún me sería posible disfrutarlos y postergar la recepción de la gracia? No se beneficiaron más los trabajadores tempranos de la viña, pues les fue dado el mismo salario que los últimos" 74. Quien quiera que seas tú que te expresas así, has resuelto todas las dificultades al descubrir cuál era el motivo oculto por el que retrasabas tu purificación. No apruebo yo tu conducta, que es perversa, pero sí la sinceridad de tus palabras. Mas ¡ea! interpretemos esa parábola para que tu ignorancia no te cause daño al leer lo que está escrito. Considera en primer lugar que este pasaje no trata del Bautismo, sino de los que reciben la Fe en diferentes momentos y, por consiguiente, también en momentos diferentes entran en la viña bellísima que es la Iglesia. Pero el trabajo le reclama a cada uno a partir del día y de la hora en que se convierte. Ciertamente, los primeros aportaron un mayor esfuerzo, pero en cuanto a la disposición no superan a los últimos. Es más: quizás a éstos, aunque parezca paradójico, se les deba mayor paga. El único motivo de haber llegado el último al trabajo de la viña es haber sido llamado también el último. Examinemos con detenimiento lo que a unos y a otros distingue. Los que creyeron en primer lugar, no entraron a la viña hasta que no se ajustó el salario. En cambio los otros, sin convenir nada, fueron a trabajar, dando así prueba de una mayor fe. Unos mostraron un talante envidioso y murmurador. Nada de eso puede reprocharse a los otros. Aquellos tuvieron como salario lo entregado, aunque eran perversos y por culpa de la necedad quedaron privados de un mayor premio, como era lógico. Estos, por el contrario, recibieron la gracia como jornal. Observemos qué aconteció a quienes llegaron tarde: es claro, recibieron igual salario. ¿Por qué entonces los tempranos acusan de inicuo a quienes les contrató, reprochándole esa igualdad? Todo ello deja a los primeros desprovistos de la gracia ganada con su sudor, a pesar de que fueron antes a trabajar. Se desprende de todo ello que fue justa la distribución de un paga igual, pues se atenta el salario al esfuerzo de la voluntad.

21. Y aunque la parábola, con arreglo a tu interpretación, ensombreciera la eficacia del Bautismo ¿qué habría de malo en que quienes se entregaron antes a la tarea y sufrieron el calor de la jornada no envidiaran a los últimos, logrando precisamente por esto tener más que ellos, a saber, un mayor amor a los hombres, consiguiendo así que el pago fuera verdaderamente salario y no gracia? Por otro lado, para cobrar el jornal, la parábola exige que los trabajadores entren a la viña y excluye a quienes se dispersan por los caminos, error éste que es, precisamente, el que tú corres el riesgo de cometer. De suerte que, si fuese seguro que tú habrías de obtener el don pensado de ese modo y procurando sustraerte a parte de la labor que se te ha asignado, tal vez sería comprensible que te refugiaras en tales razonamientos y pretendieras sacar alguna ganancia a espaldas de tu Señor. Y ello por no hablar de que una mayor fatiga será considerada siempre una gran merced por todo aquél que no tenga mentalidad de mercader. Mas puesto que estás expuesto a ser definitivamente expulsado de la viña por ese mercantilismo tuyo y a que, mientras corres en búsqueda de lo menor, seas castigado con la privación de lo que es más importante, escucha mis amonestaciones. Deja estar tantas explicaciones equivocadas y tantas objeciones. Acércate al don sin hacer silogismos, no sea que con tantos sofismas acabes por elegir en perjuicio tuyo antes de haber obtenido el cumplimiento de tu esperanza.

22. "¿Qué, pues? ¿No es acaso Dios amador de los hombres? El conoce los pensamientos, sopesa los deseos y toma el deseo del Bautismo mismo". Tus palabras son como un enigma. ¿Crees que Dios, por su bondad, estima igual a quien está iluminado y a quien no lo está? ¿O que piensa que alguien que no cumple aquellas cosas que abren el camino del cielo se afana realmente por alcanzarlo? Me atreveré a decir cuanto pienso al respecto y entiendo que las personas sensatas serán de mi misma opinión. De cuantos obtienen el Bautismo, unos estaban completamente ajenos a Dios y a la salvación y se entregaban a todo linaje de maldades, afanándose en ellas. Otros sólo a medias eran malos y estaban entre la virtud y el pecado. Algunos obraban mal, más no se conformaban con sus obras, sino que las soportaban como soporta la enfermedad quien tiene fiebre. Algunos ya antes de su purificación eran dignos de alabanza. Había quienes, por naturaleza o imponiéndose violencia, se purificaban antes del Bautismo con vistas a recibirlo y, después de lograda la perfección, se mostraban mejores y más seguros, fuera para alcanzar el bien, fuera para conservarlo. De todos éstos, los mejores son los que siendo realmente malos abandonan su pecado, al menos en parte. Quienes se comportan así y se purifican antes del Bautismo, son los más dignos de honra y quienes reciben una mayor recompensa. Pues aunque el Bautismo aniquile los pecados, no destruye las buenas acciones. Así pues, los mejores de todos son los que cultivan la gracia y se pulen lo más posible a sí mismos para alcanzar de este modo la belleza mayor.

23. Por consiguiente, de entre quienes no llegan al Bautismo, algunos son completamente bestiales o animales, según su necedad y su maldad. Estos y el resto de los malvados no tienen el menor respeto por la gracia que han recibido, que es, a mi parecer, una verdadera gracia, en cuanto que si se concede es querida y si no se concede, despreciada. Otros, conocen y honran la gracia que reciben, pero la retrasan, unos por pereza y otros porque son insaciables para los placeres. Algunos hay que ni siquiera están en situación de recibirla, sea porque son aún de tierna edad, sea porque alguna grave e inesperada desgracia les pone en el trance de no poder recibir la gracia ni aunque la desearan. Al igual que hemos encontrado grandes diferencias entre los diversos tipos de hombre que antes hemos examinado, las encontraremos también entre éstos. Los peores de todos son quienes desprecian totalmente el Bautismo. Son peores que los perezosos y los insaciables. Y éstos, a su vez, son peores que quienes no llegan al Bautismo por ignorancia o porque están impedidos, pues el impedimento no es sino un pecado involuntario. Entiendo yo que los primeros deberán rendir cuenta no sólo del resto de sus malas acciones, sino también de su desprecio por el Bautismo, mientras que los segundos, ciertamente habrán de rendir cuenta, pero menos que aquellos, pues su necedad y no su malevolencia es lo que les ha privado de la salvación. Los últimos, por fin, no obtendrán la gloria del cielo, pero tampoco serán castigados por el Juez justo, porque aunque estén sin el sello del Bautismo, ello no les es reprochable, porque más que procurarla, han padecido esta privación. En efecto, no por no ser digno de castigo se merece ya el premio porque, al contrario, el hecho de no merecer premio no significa que se merezca castigo. Considera, además, este otro punto: si tú juzgaras reo de la pena capital a quien ha sido asesino sólo con la intención, pero sin cometer el asesinato, entonces también podría considerarse bautizado a quien ha querido recibir el Bautismo sin llegar a recibirlo. Si no vale el primer caso, tampoco el segundo. O míralo de este otro modo: si para obtener la eficacia del Bautismo basta sólo con desear recibirlo y por tal título pretendes obtener la gloria del cielo, entonces para disfrutar la gloria te será suficiente el desearla. ¿Qué te importa si no la obtienes dado que, en cualquier caso, la has deseado ya?.

24. Por consiguiente, después de haber oído esas palabras de "volveos a El y sed iluminados y vuestros rostros no se avergonzarán 75" por haberse apartado de la gracia, recibid la iluminación mientras aún sea tiempo a fin de que las tinieblas no os persigan y se apoderen de vosotros 76 apartándoos de la iluminación. Después de abandonar la vida viene la noche 77, en que nadie puede trabajar. Aquellas palabras de David, éstas de la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo 78. Tomad en cuenta los reproches que Salomón dirige con dureza a quienes son perezosos o excesivamente lentos 79. "¿Hasta cuándo, perezoso, seguirás acostado?" ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Alegas esto y aquello y pones como excusa tus pecados 80. Dices: voy a esperar a la fiesta de la luz; me resulta especialmente querida la Pascua; aguardo el día de Pentecostés; es mejor, puesto que se es bautizado con Cristo, resucitar con Cristo el día de la Resurrección o venerar la venida del Espíritu Santo. ¿Y qué? Vendrá de pronto el final, en el día que no supones y a la hora que desconoces. Te sobrevendrá, como un mal compañero de viaje, la escasez de gracia y pasarás hambre entre tanta abundancia de bienes. Te hubiera sido preciso prepararte con la actitud opuesta a gozar de los opuestos beneficios. Procurarte con empeño una cosecha abundante y remediar tu sed en la fuente, como hace la cierva sedienta 81 corre con diligencia hacia los manantiales y apacigua con el agua la fatiga de su carrera. Más te vale eso que padecer lo mismo que Ismael, secarse por falta de agua 82 o, según el mito, sufrir el castigo de la sed en medio de fontanas 83. Es terrible dejar a un lado el comercio y afanarse sólo en el trabajo. Es terrible desdeñar el maná y desear alimentos. Es terrible cambiar de opinión y darse cuenta del daño cuando ya no hay remedio, es decir, después de salir de este mundo, al tiempo del amargo final de todo lo vivido por cada uno, al momento del castigo para los pecadores y del esplendor para quienes se han purificado. Por tanto, no dudéis en acercaros a la gracia, apresuraos para que no se os adelante el ladrón, ni os aventaje el adúltero, ni el insaciable os sobrepase en estima, ni el asesino se apodere del bien por delante de vosotros, ni el publicano, ni el libertino, ni ninguno de los que arrebatan con violencia el reino de los cielos 84 y lo saquean. Que el reino de los cielos requiere una violencia voluntaria, aunque sea gobernado con bondad.

25. Si quieres hacerme caso, seas quien fueres, sé lento para el mal y veloz para ganar la salvación, que igualmente perversas son la presteza para obrar el mal y la demora en hacer el bien. Si fueres convocado a un banquete, no te apresures. Si a negar tu fe, apártate. Si por caso algún horrible compañero te dijere 85: "ven con nosotros, participa en un derramamiento de sangre, sepultemos injustamente a un hombre inocente", tú no prestes atención. Ganarás dos cosas muy importantes: conocer su pecado y apartarte de su compañía. Pero, en cambio, si fuere el gran David quien te dice 86: "vamos, regocijémonos con el Señor"; o si otro profeta 87: "venid, subamos al monte del Señor"; o si el mismo Salvador te invitara diciendo 88: "venid a mí cuantos estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré" o "levantaos, vayámonos de aquí 89", esplendorosamente radiantes, brillantes más que la nieve, más blancos que la leche, resplandecientes más que el zafiro 90, entonces no te resistas, no te retrases. Seamos como Pedro y Juan que corren al sepulcro y a la resurrección 91. A ejemplo suyo, corramos nosotros al Bautismo, corramos juntos, rivalicemos, disputemos por alcanzar el bien los primeros. No digas: "Me voy y volveré. Mañana recibiré el Bautismo", si puedes recibir hoy el beneficio. "Estén presentes mi madre, mi padre, mis hermanos, mi mujer, mis hijos, mis amigos, todo cuanto me es querido. Sólo entonces me salvaré. Ahora no tengo tiempo para ser iluminado 92". Teme, no sea que te resulten compañeros de desgracia aquellos a quienes quisiste tener como camaradas de tu alegría. Si están presentes, acógelos con cariño. Si faltan, no los esperes. Debe darte vergüenza decir: "¿qué ventajas obtendré con el Bautismo? ¿Dónde está la vestidura bautismal con que resplandeceré? ¿Dónde está lo que protege a quienes me bautizan y qué me garantiza que seré bien considerado por ellos?". Sin duda, en tu opinión éstas son cosas indispensables. Por eso mismo será menor la gracia que recibas. No repares en minucias cuando de grandezas se trata, no te permitas nada mezquino. Lo mayor de cuanto se ve es el misterio. Ocúpate de producir fruto para ti mismo. Revístete de Cristo 93, aliméntate con una vida honesta. A la manera como yo me complazco en ser tratado con deferencia, Dios, que concede las cosas más grandes, se goza también de eso. Para Dios nada es tan grande que no pueda ser dado a quien es pobre. No menosprecien los pobres tales cosas, pues en ellas no encontrarán qué disputar a los ricos. En todo lo demás hay diferencia entre pobres y ricos, mas en ésta sólo es rico el que está decidido a serlo.

26. Que nadie detenga tu marcha hacia delante, que nadie reprima tu buena voluntad. Mientras el deseo sea vehemente, arrebata lo deseado. Sea endurecido con el frío el hierro aún caliente, no sea que de repente ocurra algo que rompa el deseo. Yo soy Felipe, sé tú Candace. Di: "ahí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?" 94. Aprovecha el momento oportuno, alégrate por el bien y, dicho esto, sé bautizado y tras bautizado, salvado. Aunque seas etíope de cuerpo, sé de alma blanco. Alcanza la salvación, que para las personas sensatas nada hay más alto ni venerable. No digas: "que me bautice un obispo, que sea metropolitano 95, peregrino a Jerusalén 96". La gracia no obedece al lugar sino al Espíritu. Ni digas: "que sea de noble cuna, pues seria terrible que mi noble linaje fuera injuriado por quien me bautiza. Que sea presbítero, pero no casado y que su comportamiento sea moderado 97 y su vida angélica. Seria espantoso que en el mismo momento de mi purificación recibiera yo una mancha". No atiendas a la probidad del que evangeliza ni a la de quien te bautiza. Otro es el juez de éstos, otro quien examina lo oculto, que si el hombre ve las apariencias, Dios distingue en el corazón 98. En lo que atañe a tu purificación, tú fíate de cualquiera, reparando solamente en que quien te bautice sea persona autorizada por la Iglesia 99 y no uno de los que públicamente se han apartado de ella y, por ende, han sido por ella condenados. Estando necesitado de curación, no te ocupes en juzgar a los jueces, no te pongas a distinguir sobre los méritos de quienes te purifican, ni a discernir entre tus progenitores. Tal vez haya uno que sea mejor o más miserable que otro. En cualquier caso, son superiores a ti. Reflexiona como sigue: si un anillo de hierro y otro de oro tienen grabada la misma imagen, una vez que hayan imprimido su efigie en la cara ¿quién distinguirá qué imagen pertenece a cada uno de ellos? Por muy sabio que seas ¿reconoces en la cera la materia de la imagen acuñada? Dime cuál es la marca producida por el anillo de hierro y cual por el de oro. Una sola es la efigie, pues la diferencia estribaba en la materia, no en la imagen impresa. Esto ha de servirte de ejemplo por lo que respecta a cada uno de los que bautizan. Aunque uno sea superior por su modo de vida, la eficacia del Bautismo es siempre la misma. Cualquiera que esté constituido en la misma Fe, ha de ser considerado por ti como poseedor de la misma perfección.

27. Aunque seas rico, no desprecies recibir el Bautismo junto con alguien que sea pobre, ni porque tengas linaje noble desdeñes ser bautizado junto a uno de humilde cuna, no porque seas señor creas que es indigno acercarse a la fuente bautismal con quien ha sido esclavo hasta hace poco. No superarás en humildad a Cristo, por quien eres tú bautizado hoy y que por ti tomó apariencia de esclavo 100. A partir de este día tú te has transformado, se han transformado todas las antiguas características de tu temperamento y Cristo se ha sobrepuesto a todos, imponiendo una sola forma. Sabedor de cómo bautizaba Juan, no te niegues a revelar tus pecados, para que con la vergüenza de esta vida, evites la de la venidera, que esto forma parte del castigo en la vida futura. Mostrarás que realmente odias al pecado cuando lo reveles y aparecerá claro que has triunfado sobre él, pues lo consideras digno de violencia. No desprecies someterte al exorcismo, ni renuncies a él por su larga duración. El es prueba de legitimidad en la gracia. ¿Te fatigarás tanto como la reina de los etíopes que vino desde los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón? Y para quienes rectamente lo entienden "aquí hay algo mayor que Salomón 101". No retrocedas ante la longitud del camino, ni ante la anchura del mar, ni ante el fuego si es que llegara a darse, ni ante ninguna otra cosa, ante ningún impedimento pequeño o grande, hasta que alcances la gracia. Mas siéndote posible alcanzar lo deseado sin necesidad de fatigas ni trabajos, ¿no sería gran necedad aplazar la posesión del don? "Los sedientos", dice la Escritura, "acudid al agua", es Isaías quien te exhorta 102 "y los que no tenéis dinero, venid, venid, comprad y bebed vino" de balde. ¡Oh, premura de la bondad! ¡Oh, magnifica disposición de quien contrata! Este bien sólo te cuesta el quererlo. El acepta este deseo en lugar de una gran fortuna. Está sediento de ser deseado con ansia, da de beber a quienes lo quieren. Dispensa favores reclamando favor para sí mismo. Es un bienhechor servicial. Da más de lo que cualquiera sería capaz de coger. Sólo se nos reprocha la mezquindad de pedir cosas pequeñas e indignas de quien nos las da. Bienaventurado aquél a quien Cristo pide de beber, como hizo con aquella samaritana, a la que dio "una fuente de agua que salta hasta la vida eterna 103". "Bienaventurado el que siembra al lado de las aguas 104", al lado de todas las almas, que mañana serán labradas y regadas, pero que hoy son pisadas por el asno y el buey, improductivas, secas y atormentadas por el desprecio. Bienaventurado quien, aunque sea torrente de juncos, bebe en la casa del Señor 105. Así pasa de ser portador de juncos a portador de trigo, cultiva alimentos aptos para el hombre, en vez de frutos amargos e inútiles. A procurar esto ha de enderezarse toda nuestra diligencia, impidiendo que nos apartemos de esta gracia común.

28. "De acuerdo", dirá alguno, "con que todas estas cosas se apliquen a quienes desean el Bautismo. Mas ¿qué pensar de quienes son aún niños e incapaces para apreciar el castigo y la gracia? ¿habremos de bautizarlos también?" Sin lugar a dudas, si es que nos apremia algún peligro. Mejor es ser santificado sin percibirlo, que morir sin el sello de la perfección. Hallamos un claro modelo en la circuncisión, practicada a los ocho días 106. Era un símbolo del sello, que se practicaba a quienes no tenían aún uso de razón. Otro tanto sucedía con las señales puestas en los dinteles 107, que protegieron a los primogénitos mediante cosas carentes de conocimiento. Por lo demás, entiendo que cumplida la edad de tres años poco más o menos, tan pronto como sea capaz de escuchar algún contenido del misterio y de dar alguna respuesta y cuando pueda uno figurarse algo, aunque no lo entienda perfectamente, ha de procederse a santificar los cuerpos y almas con el gran misterio de la perfección. En efecto, aunque comienzan a rendir cuentas de su vida sólo cuando su razón esté completa y hayan entendido el misterio, pues la ignorancia propia de la edad les disculpa de pecado, no obstante, bajo todos los puntos de vista, es más ventajoso protegerse con el Bautismo. Y ello a causa de los repentinos ataques de los peligros, que caen sobre nosotros con mayor ímpetu que cualquier socorro 108.

29. Mas arguyes: "Cristo, siendo Dios, fue bautizado a los treinta años 109. ¿Exigirás tú que el Bautismo se reciba antes de esa edad?". Al decir que era Dios, tú mismo has resuelto la cuestión. El era la pureza misma, y no necesitaba de purificación, pero se purificó por ti, al igual que se encarnó por ti aunque era incorpóreo. No corrió ningún peligro que hiciera imprudente retrasar su bautismo, pues como sucedió con su nacimiento, él era el administrador de su propia pasión. En cambio tú estuviste sometido a un peligro no pequeño por el mero hecho de nacer de la sola corrupción, sin estar recubierto de incorruptibilidad. Repara en esto: a El le convenía aquel momento para su bautismo, cosa que no puede decirse de ti. El se manifestó a la edad de treinta años y no antes, para no parecer ostentoso, sentimiento éste propio de las personas ineptas, y porque a esa edad estaba en posesión de una perfecta prueba de virtud y convenía que lo manifestara. Era necesario que se sometiera a la pasión salvadora del mundo y que a tal pasión concurriesen cuantas cosas son propias de ella: la manifestación que se dio en su bautismo, el testimonio del cielo, el anuncio, la reunión de multitudes, los milagros. Era preciso que todas estas cosas formaran un todo, sin división ni separación de intervalos. A partir del bautismo y de la manifestación se desató el terremoto de cuantas cosas ocurrieron, que terremoto es llamado por la Escritura ese momento 110. A partir de la multitud se desencadenó la ostentación de signos y prodigios que conducían al Evangelio. Mas de los milagros se siguió la envidia, de la envidia el odio, del odio la maquinación y la traición, de esto, por fin, la cruz y cuanto nos ha salvado. En la medida en que nos resultan comprensibles, así fueron las cosas referentes a Cristo. No excluyo, con todo, que pueda encontrarse alguna otra explicación, más secreta que ésta.

30. ¿Qué necesidad tienes tú de decidir mal por seguir ejemplos que te exceden, cuando conocemos muchas otras cosas de aquel tiempo, cuya narración nos las presenta como realizadas en el tiempo y de manera diferente a como ahora las hacemos? Te pondré algunos ejemplos. El ayunó inmediatamente antes de la tentación 111, nosotros antes de la Pascua. El ayuno, ciertamente, es idéntico, pero no es pequeña la diferencia entre ambos momentos. El opone a las tentaciones los ayunos, mientras que para nosotros ayunar equivale a morir juntamente con Cristo y nos sirve como purificación que precede a la fiesta. El, como era Dios, ayunó cuarenta días, mientras nosotros ayunamos con arreglo a nuestra limitación, bien que el celo estimule a algunos a lanzarse por encima de sus propias fuerzas 112. Junto a eso, El enseñó a sus discípulos el misterio de la Pascua en el cenáculo, después de la cena, el día inmediatamente anterior a la Pasión 113. A nosotros, en cambio, nos enseña eso mismo en las casas de oración, antes de la cena y cuando ya ha resucitado. El resucitó a los tres días, nosotros al cabo de mucho tiempo. No es que nuestras cosas sean distintas de las que El hizo, ni que estemos sometidos al tiempo, sino que lo que se nos ha transmitido es como una reproducción que dista mucho de ser igual al original. ¿Qué tiene de extraño que recibiendo el Bautismo por nosotros, respecto al momento en que lo hizo difiera del modo en que lo recibimos nosotros? Lo que propones me parece grande y admirable, pero va en detrimento de tu propia salvación.

31. Si en algo tenéis mi doctrina, permitid que os exhorte a esto, a que os superéis a vosotros mismos por buscar el bien. Comenzad un doble certamen, uno que os purifique antes del Bautismo y otro que conserve el Bautismo. En efecto, os halláis ante una doble dificultad: adquirir un bien que no poseéis y conservarlo una vez que lo hayáis adquirido. Pues a menudo la negligencia destruye lo adquirido con esfuerzo o al contrario, la diligencia logra recuperar lo que había destruido la pereza. Buenos son para alcanzar lo que deseas las vigilias, los ayunos, dormir en el suelo, las oraciones, las lágrimas, la lamentación por los necesitados y compartir algo con ellos. Que todo ello sirva como expresión de agradecimiento por lo que has recibido y también para su salvaguardia. Cuentas con un beneficio que te permitirá recordar muchos mandatos. No lo descuides ¿Se te acerca un menesteroso? Recuerda cuánto has mendigado tú y cuánto te has enriquecido. ¿Se te acerca tal vez alguno necesitado de pan o de bebida, un Lázaro 114, quizás, o cualquier otro que esté echado ante tu puerta? Respeta la mística mesa a la que te has acercado, el pan en que tomaste parte, la bebida de que has participado una vez llegado a perfección con los sufrimientos de Cristo. ¿Te ha llegado de improviso un extraño, un extranjero sin casa? Acoge en él a quien por ti peregrinó en su propia heredad 115, a quien, merced a la gracia, se ha establecido en ti y te transporta a la morada celestial. Sé Zaqueo, aquél que hasta ayer era publicano y hoy se ha hecho generoso 116. Cosecha todos los frutos que vienen con el advenimiento de Cristo a fin de que, después de verle, parezcas grande, aunque seas pequeño en lo referente a la edad corporal 117. ¿Yace ante tu casa un enfermo, un herido, quizás? Honra la salud que Cristo te ha concedido, las heridas de que El te restableció. "Si vieres a alguien desnudo, vístele" 118, dando así honor a tu vestido de inmortalidad, que es Cristo, pues "cuantos en Cristo habéis sido bautizados, os habéis revestido de Cristo 119". Si encuentras a un deudor postrado ante ti, rompe todo contrato, justo o injusto 120. Ten memoria de los diez mil talentos que Cristo te condonó 121. No quieras ser recaudador cruel de una deuda insignificante. ¿Con quién todas estas cosas? Con quienes contigo son siervos, pues si del Señor has recibido más que ellos, ten presente que habrás de rendir cuentas de la benevolencia de Aquél cuya misericordia no imitaste aunque te dio ejemplo de ella.

32. Baña tu imagen 122 y no sólo tu cuerpo. Que junto a la absolución de los pecados quieras también adoptar la reforma de tu vida. Que no sólo se limpie el fango que te cubre, sino que además quede purificada la fuente de que brota. No se grabe en tu alma solamente el deseo de cobrar algo de honra, sino también el de perder con honra algo o, lo que es más fácil, el de desprenderte de lo injustamente adquirido. ¿Qué provecho lograrías si se te perdonase el pecado, mas no quedara reparado el daño que causaste a quien padeció tu injusticia? ¿No son acaso dos tus faltas, adquirir injustamente y conservar lo adquirido? Has sido absuelto de lo primero, pero sigues siendo injusto por lo que hace a lo segundo. Dado que aún sigues en posesión de lo ajeno, tu pecado no ha sido destruido, sino sólo temporalmente suspendido. Osaste cometer uno antes del Bautismo. Permanece el otro tras haber sido bautizado, que el baño perdona lo cometido antes de su recepción, no lo que al presente se comete. Se requiere que la purificación no sea una argucia tramada astutamente, sino un sello. Debes brillar de verdad, no sólo en apariencia. No te ha de servir la gracia como velo de tus pecados, sino para liberarte de ellos. "Bienaventurados aquellos cuyas injusticias han sido perdonadas", o sea, quienes han obtenido una completa purificación, "y aquellos cuyos pecados han quedado ocultos 123", que son quienes aún no están purificados anteriormente. "Bienaventurado el hombre al que el Señor no le imputa su pecador 124". Esta es la tercera clase de pecadores: aquellos cuyas acciones no son loables, pero tienen una forma de pensar irreprensible.

33. ¿Qué digo? ¿Cuál es mi discurso? Ayer eras la cananea 125 cuya alma estaba encorvada a causa del pecado 126. Hoy has sido erigido por el Logos. No vuelvas a encorvarte hasta caer por tierra, oprimido por el maligno con un collar de madera, no sea que resulte imposible levantarte de tu postración. Ayer desfallecías a causa de un flujo de sangre 127, pues de ti manaba el rojo pecado. Hoy, secado ya el flujo, floreces. Tocaste la orla del manto de Cristo y detuviste el flujo. Conserva tu pureza, no sea que recaigas en la hemorragia al querer apoderarte de Cristo por la fuerza para robar tu salvación. Por mucha que sea su benevolencia, Cristo no quiere ser robado en exceso. Ayer yacías acostado en un lecho, abandonado y quebrantado, sin que nadie te echase a la piscina cuando se agitaban las aguas 128. Hoy te has encontrado con el hombre que es Dios o, mejor dicho, con quien es Dios y hombre. Te levantó del camastro, incluso has cargado al hombro tu yacija y has esculpido en una columna el beneficio recibido. No te acuestes de nuevo en tu camastro volviendo a pecar, no regreses al miserable descanso del cuerpo entregado a los placeres. Tal como estás, camina recordando el precepto de "estás curado. Anda y no peques más para que no te suceda algo peor 129", es decir, para que no seas peor después de haber recibido el beneficio. "Lázaro, sal fuera 130". Estando en el sepulcro escuchaste esa potente voz, ¿qué voz más poderosa que la del Logos?, y saliste. Aunque no eras un cadáver de cuatro días 131 sino de muchos, resucitaste con quien lo hizo al tercer día y te viste libre de las ataduras fúnebres. No quieras morir de nuevo y permanecer junto a quienes habitan los sepulcros 132. No te ates con las vendas de tus pecados, pues no tienes garantizado que vayas a resucitar otra vez de entre los muertos antes de que llegue el momento de la última y común resurrección, cuando El reclame a todas las criaturas no para curarlas, sino para juzgarlas y para que rindan cuentas de si han administrado bien o mal sus tesoros 133.

34. Si antes estabas cubierto de lepra, o sea, de un mal que te deformaba, y te has apartado de esa materia miserable y has recuperado una imagen sana, muéstrame la purificación a mí, que soy tu sacerdote, a fin de que advierta cuánto más honrosa es ésta que la prescrita en la ley 134. No seas uno de los nueve ingratos. Imita al décimo que, aún siendo samaritano, era el más noble de todos. Robustécete para que no se renueve tu enfermedad y se haga difícil curar la deformidad de tu cuerpo. Aún hace poco que la mezquindad y la tacañería secaban tu mano (Lc 6, 6) 135. Extiéndala hoy la generosidad y la misericordia. Buena medicina es para una mano enferma distribuir lo que se posee, repartir a los menesterosos, prodigar el agua de que tenemos abundancia, sin miedo a llegar hasta el fondo. Quizás éste te proporcionaría alimento, como le ocurrió a la de Sarepta, sobre todo si por casualidad aconteciere el caso de tener que alimentar a Elías 136. Buena medicina es estimar como un bello estado la pobreza padecida por Dios, que por nosotros se hizo pobre. Si fueres sordo o mudo 137, que sople en tus oídos el Logos, y, todavía mejor, si puedes quedarte con El después de que te haya soplado. No cierres tus oídos a las enseñanzas y amonestaciones del Señor, como una serpiente a los encantamientos. Si eres ciego 138 y estás falto de luz, esclarece tus ojos para no dormirte en la muerte 139. Contempla la luz en la luz del Señor 140, ve al Hijo en el Espíritu de Dios, contempla la triple e indivisible Luz. Si por entero acoges al Logos, reunirás en tu alma todos los cuidados de Cristo, los mismos con los que El fue curando una a una todas las enfermedades. Mira que no ignores la medida de la gracia. Mira que el adversario no siembre en torno tuyo la cizaña mientras duermes descuidado 141. Mira que no te conviertas en digno de lástima por el pecado, al haber sentido el maligno envidia de tu pureza. Mira de no alegrarte excesivamente por el bien para que no te ensalces sin modestia y caigas en la presunción. Mira por trabajar siempre con todo empeño por tu purificación, colocando en tu corazón las gradas 142, y por conservar con sumo cuidado la remisión que conforme al don obtuviste. Así, tu perdón será obra de Dios y conservarte en ese estado, obra tuya.

35. ¿Cómo será esto? Recuerda la parábola 143 y te ayudarás de la forma mejor y más perfecta. Expulsado por el Bautismo, salió de ti el espíritu impuro y material. No soporta la persecución, no se aviene a permanecer sin hogar y sin techo. Camina por lugares áridos, carentes de la divina irrigación, y no quiere continuar en ellos. Vaga en busca de descanso sin encontrarlo. En su camino da con almas bautizadas cuya maldad fue sepultada por el baño. Se atemoriza ante el agua, se ahoga en la purificación como legión en el mar 144. Vuelve otra vez a la casa de la que salió. Es un espíritu desvergonzado y pendenciero. Ataca de nuevo, lo intenta una vez más. Si ve que Cristo vive allí, que el espacio que él abandonó lo habita Cristo, se retira fracasado y su perpetuo vagar suscita lástima. Mas si halla en ti un lugar barrido y aderezado, mas vacío y estéril, dispuesto para recoger a uno u a otro inquilino, se arroja sobre él, se establece en su interior con mayor aparato y llega a ser esta situación peor que la primera. Y aún más grave, porque al principio habrá esperanza de corrección y seguridad y, sin embargo, ahora la maldad es evidente y en ausencia del bien se presenta la perversión de suerte que posee aquel lugar con toda seguridad.

36. Volveré a recordarte las iluminaciones valiéndome de lo que recogen los oráculos divinos. A mi también me agrada recordar tales cosas, pues ¿qué más dulce que la luz, para quienes la han gustado? Te iluminaré con las divinas palabras. "Ha amanecido la luz para el justo" y "la alegría 145" es su compañera. "La luz permanecerá para siempre con los justos 146". Se le dice a Dios: "desde los montes eternos iluminarás de forma admirable 147". Se trata, a mi entender, de las potencias angélicas que con nosotros colaboran para nuestra mejora. "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré 148?". Has oído a David suplicar que le fueran enviadas la luz y la verdad 149. Se alegra porque las ha obtenido ya. Cuando dice que le ha sellado la luz de Dios 150 se ha de interpretar que la luz se ha revelado y que ha conocido signos que se le ha concedido la iluminación. De una sola luz debemos huir: de aquélla que es producto del fuego cruel. No caminemos en la luz de nuestro fuego y con la llama que nos consume. Conozco un fuego purificador. Es aquél que Cristo, llamado también místicamente fuego, vino a traer a la tierra. Es un fuego destructor de lo material, de la naturaleza perversa. El quiere que se extienda con la máxima rapidez posible, desea la veloz difusión del beneficio, porque las brasas de este fuego son nuestro socorro. Conozco, en cambio un fuego que no purifica, que reprende. Es ya el de Sodoma 151 que llovió sobre los pecadores mezclados con azufre y pez 152, ya el fuego preparado para el diablo y sus ángeles 153, ya el que rodea el rostro del Señor y abrasa en torno suyo a todos sus adversarios 154. Este es el más terrible de todos y unido al gusano infatigable 155, jamás se apaga, es eterno para los perversos. Todo ello es propio del poder destructor divino, a no ser que se entienda que Dios prefiere una actitud más benevolente y conforme con su dignidad 156.

37. Además de dos clases de fuego, conozco también dos géneros de luz. Es la primera la que procede del principio conductor que endereza nuestros pasos hacia Dios. La otra es engañosa, imprudente y enemiga de la luz verdadera. Finge ser ésta para apropiarse de su resplandor, pero aunque aparente ser luz de mediodía y más brillante que la luz, es tenebrosa hasta el extremo. A mi entender, por esto se dice que algunos huirán en la oscuridad del mediodía 157. Ciertamente es noche, mas quienes están corrompidos por el lujo la consideran como luz. ¿Qué dice David? "La noche me rodeaba y, mísero de mí, no lo sabía, pensaba que el lujo era luz 158". Lo mismo les sucede a quienes se entregan a la molicie. En cambio nosotros estamos iluminados por la luz del conocimiento. Esto es "sembrar la justicia 159" y recolectar el fruto de la vida, pues la acción nos procura la contemplación. Así aprenderemos todas las cosas y también a distinguir cuál es la verdadera luz y cuál la falsa y cuando tropecemos con ésta no creeremos que se trate de aquélla. Seamos luz, que los discípulos oyeron cómo les decía la gran luz: "vosotros sois la gran luz del mundo 160". Seamos luminarias del mundo llevando en nosotros al Logos de vida, la fuerza que a todos vivifica. Apoderémonos de la naturaleza divina, de la más primitiva y pura luz. Vayamos a su esplendor sin que nuestros pies tropiecen en los montes oscuros y enemigos. Mientras luzca el día "caminemos con decoro propio del día, no en festines y borracheras, no en amancebamientos y libertinajes 161", pues los robos pertenecen a la noche.

38. Hermanos, purifiquemos todo nuestro cuerpo, santifiquemos nuestros sentidos todos. Nada haya en nosotros de imperfecto, nada de nuestro primer nacimiento. Que nada quede privado de la luz. Iluminemos nuestros ojos para ver rectamente, sin admitir en nuestro interior ninguna imagen disoluta procedente de una contemplación curiosa e indiscreta. Bien que no rindiéramos culto al placer, mancillaríamos nuestra alma. Haya en nosotros viga o paja 162, hemos de purificarnos para poder ver también las cosas de los demás. Iluminemos nuestro oído y nuestra lengua para que escuchemos lo que dice el Señor Dios 163 y se nos haga audible su misericordia matutina 164 y captemos el júbilo y la alegría que invaden los oídos divinos. No seamos espada punzante 165 ni afilada daga 166, no acojamos bajo nuestra lengua a la fatiga y al trabajo 167. Respetando las lenguas de fuego 168, hablemos de la sabiduría de Dios oculta en el misterio 169. Guardemos nuestro olfato para no acabar afeminados y cubiertos de polvo en vez de sumergidos en aromas agradables. Aspiremos el ungüento que se ha derramado en nosotros 170 para apropiarnos espiritualmente de él y transformarnos en él hasta el punto que de nosotros exhale el mismo perfumado olor. Purifiquemos el tacto, el gusto, el paladar. Nada suave toquemos, nada nos alegre por su tersura. Acariciemos al único digno de ser acariciado, al Logos que por nosotros se encarnó, haciéndonos en esto imitadores de Tomás 171. Evitemos ser tentados por infusiones y golosinas que son hermanas de las tentaciones más cruentas. Gustemos sólo y probemos al buen Señor 172, cuyo gusto es el más dulce y perdurable. No atendamos a refrescar por breve plazo el cruel conducto que nos da placer, pero descuida lo que se le da y no lo retiene. Alegrémonos, en cambio, con estos discursos, más dulces que la miel 173.

39. Además de cuanto queda dicho, bueno es que purificando nuestra cabeza en la medida en que puede ser purificada la que es taller de las sensaciones, alcancemos a Cristo cabeza, a partir del cual se entrama y ordena todo el cuerpo 174, y que disminuyamos el pecado que pretende alzarse sobre nosotros y hacerse con lo mejor de nosotros mismos. Es menester santificar y purificar al hombre que somos para que sea capaz de levantar la Cruz de Cristo, cosa que no resulta fácil para todos. Bueno es que pies y manos lleguen a la perfección. Las manos para que se alcen santas en todos los lugares y se aferren a las enseñanzas de Cristo, para que no se irrite el Señor 175 y para que merced a nuestras obras se haga creíble la palabra de Dios, como aquélla que fue puesta en manos del profeta 176. Los pies, para que no se apresuren a verter sangre 177 y a hacer el mal, sino que estén prontos para el Evangelio y para el galardón de la vocación suprema 178, para que reciban a Cristo, que lava y purifica los pies 179. Si existe una purificación del vientre, capaz de contener y digerir los alimentos que provienen del Logos, bueno es también que no llegue el vientre a hacerse dios por el lujo y los alimentos que lo dejan inactivo, sino que se purifique cuanto pueda, que se haga pequeño para acoger en su interior al Logos y padecer con justicia por el error de Israel. Imagino también que el corazón y cuanto está en el interior del hombre es digno de honra. A ello me persuade David, que quería crear dentro de sí un corazón puro y que un espíritu recto renovara sus entrañas 180. Con ello, según mi parecer, se refería a lo intelectual, a los movimientos del alma o pensamientos.

40. ¿Qué decir de los lomos y de los riñones 181? No olvidemos tales partes. También ellas han de someterse a la purificación. Tengamos los lomos ceñidos y sujetos por la continencia, con arreglo a lo que la Ley prescribía a Israel para celebrar la Pascua 182. Sin educarse en tales cosas, nadie puede huir limpiamente de Egipto ni escapar al exterminio. Sométanse los riñones a una hermosa transformación, trasladando a Dios todo su deseo, para poder decir: "Señor, en ti todo mi deseo 183" y "no ambicioné el día del hombre 184". Es preciso ser hombre de deseos del Espíritu 185. Si consiguiéramos esto, parecería la serpiente, cuya fuerza, en gran parte reside en los ojos y en los lomos, puesto que ella morirá junto a su poderío sobre tales lugares. No te asombres si rindo veneración extraordinaria a nuestras partes indignas 186, matando y reprendiendo con mi palabra levantada contra la materia. Entreguemos a Dios todos nuestros miembros sobre la tierra, consagrémosle todos, no sólo un lóbulo del hígado, o los riñones, o la grasa de una u otra parte de nuestro cuerpo. ¿Por qué despreciar el resto de nuestro cuerpo? Ofrezcámonos enteros como oblaciones racionales y víctimas perfectas. No hagamos una ofrenda sacerdotal reducida a nuestro brazo o a nuestro pecho. Sería poco. Si nos damos enteros, enteros nos recibiremos, que recibir es entregarse a Dios y celebrar la ceremonia de nuestra salvación.

41. Sobre todo esto, antes de ello, conserva el depósito 187 por el que vivo y soy ciudadano, aquél que deseo tomar como compañero, por el que soporto toda clase de sufrimientos y desprecio todo placer. Consiste en la confesión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto es lo que hoy te confío, con esto te bautizo y te ensalzo. Te lo entrego como compañero para toda la vida y como patrono. Que hay una sola naturaleza divina y una única potencia, que se halla unitariamente en las tres personas y las abarca de forma separada. No hay desigualdad en cuanto a sus esencias o naturalezas, no hay aumento ni disminución por sobreabundancia o ausencia. Por todas las partes es igual y lo mismo 188, como una es la hermosura y grandeza de los cielos. Es una naturaleza unida e infinita para tres seres infinitos. Considerados separadamente, como Padre e Hijo, como Hijo y Espíritu Santo, en cuanto que cada uno mantiene su peculiaridad 189, cada uno de ellos es Dios. Los tres, considerados cada uno con el otro, son Dios. Son tres por su igualdad en la sustancia, son Dios por su única soberanía. No alcanzo a concebir la unidad y estoy iluminado por la Trinidad. No alcanzo a distinguir la Trinidad y me veo transportado a la unidad. Cuando contemplo a uno de los tres, pienso que se trata de la totalidad y colmo mi vista, pero se me escapa lo que es más importante. No puedo abarcar la grandeza de uno, ¿por qué debo dar más al resto? Cuando reúno a los tres en mi mente veo un solo esplendor y no puedo calcular ni distinguir a la luz que se hace única.

42. ¿No quieres hablar de sufrimiento por que no sufra Dios, ajeno a todo sufrimiento? Pues yo me niego a hablar de creación 190 para no destruir a Dios con esa violenta e injusta división que separa al Hijo del Padre o al Hijo de la naturaleza del Espíritu Santo 191. No sólo es absurdo que quienes son calculadores 192 de la naturaleza divina unan a Dios una criatura, sino también que dividan a esa misma criatura. Y así como el Hijo es separado del Padre por los abyectos y terrenos, así, a su vez, algunos separan del Hijo la naturaleza del Espíritu Santo, de suerte que Dios mismo y la creación entera padecen violencia a manos de esta nueva teología 193. Nada, oh, hombres, hay en la Trinidad que sea servil, creado o accidental 194. Eso es lo que aprendí de un sabio 195. "Y si agradare aún a los hombres no sería siervo de Cristo" dice el apóstol divino 196. Si adorase a una criatura o en su nombre fuere bautizado, no llegaría a ser divino ni a transformar mi primera generación. ¿Qué podría reprochar entonces a los adoradores de Astarté o de Camos, ídolo de los sidonios? 197 ¿Qué a quienes veneran la imagen de una estrella, ser ciertamente superior a las imágenes fabricadas por quienes adoran ídolos 198, mas con todo algo creado y hecho? ¿Qué puedo reprocharles si yo o no adoro a dos de los seres en cuyo nombre he sido bautizado, o adoro a quienes son siervos como yo soy? 199 Ciertamente son siervos, aunque superiores a mí en honor. Pero ello nada obsta, porque también entre los esclavos existe diversidad de categorías.

43. Quiero decir que el Padre es mayor en cuanto de El procede el ser igual y el existir de los seres iguales a El. Todos me concederán esto. Temo la palabra "principio", no sea que haga al Padre principio de lo que le es inferior200. En tal caso, queriendo honrarlo, le ofendería, pues no hay gloria para aquél de quien deriva la humillación de quienes proceden de él. Miro además con desconfianza tu deseo insaciable no sea que, amparado en la palabra "mayor", dividas en dos la naturaleza y emplees esa palabra para todo. El término "mayor" no hace referencia a la naturaleza, sino a la causalidad. Entre seres de igual naturaleza nada significa "mayor" o "menor". Aunque quisiera honrar al Hijo, en cuanto Hijo, más que al Espíritu Santo, no me lo permitiría el Bautismo, que me hace perfecto merced al Espíritu. ¿Temes, acaso, ser tachado de triteísta? Mantén lo bueno, o sea, la unidad entre los tres. Pásame a mí la lucha. Permíteme ser constructor de la nave de que haces uso. Y si ya tienes un constructor para tu nave, permíteme que construya tu casa, aunque tú luego la habites con tranquilidad y sin haber experimentado fatiga alguna. Navegarás bien o bien habitarás la casa si yo te la preparo, aunque no hayas trabajado en ello con empeño. ¿Ves cuánta es mi benevolencia? ¿Ves cuánta la bondad del Espíritu? Sea mía la batalla y la victoria tuya. Saldré yo a la palestra, mientras tú vives en paz encomendando al que combate por ti, echándome una mano con tu fe. Tres piedras tengo para lanzarlas con honda contra el invasor 201. Tres veces soplaré en el hijo de la viuda de Sarepta para devolver la vida a los muertos 202. Tres veces lloverá sobre los leños 203 con que consagré el sacrificio. Con agua encenderé fuego 204, cosa realmente sorprendente. Haciendo uso de la fuerza del misterio, derribaré a los profetas de la vergüenza.

44. ¿A qué prolongar más mi homilía? Es éste momento de enseñar, no de rebatir. En presencia de Dios y de los ángeles elegidos doy testimonio de que serás bautizado en esta Fe 205. Si crees algo distinto de lo que enseña mi predicación 206, ven y corrígete. No en vano escribo lo ya escrito, enseño lo que he aprendido, lo que me fue entregado en mi juventud y he mantenido hasta las canas. Míos son el peligro y el honor. Yo soy el administrador de tu alma, quien te ha hecho perfecto mediante el Bautismo. Si realmente eres así y has sido sellado con tan hermosas palabras, custodia lo que está escrito y, en medio de lo mudable, permanece inmutable para aquello que requiere inmutabilidad. Aprende lo bueno de Pilato. El había escrito injustamente, tú con justicia. Di a quienes pretenden disuadirte: "lo escrito, escrito está" 207. Digno es de reproche que cuando lo decoroso es pasar fácilmente del mal al bien y con dificultad del bien al mal, nos prestemos a abandonar el bien y opongamos resistencia a dejar el mal. Si eres bautizado con arreglo a mi enseñanza, "no cerraré mis labios" 208, prestaré mis manos al Espíritu. Apresurémonos hacia la salvación, levantémonos en busca del Bautismo. Palpita en él el Espíritu de perfección. Ya está el don preparado y dispuesto. Si aún renqueas y te niegas a acoger perfectamente a Dios, busca tu bautismo y a quien te quiera bautizar. Yo no tengo tiempo para dividir la divinidad, ni para hacer de ti un muerto en el mismo instante de tu generación. Tal serás si haces naufragar al momento tu salvación, privándote de gracia y de la esperanza de gracia. Pues si suprimes de la Trinidad algo de naturaleza divina, habrás destruido todo y, en lo que a ti se refiere, tu propia perfección.

45. Mas aún no posee tu alma señal alguna de palabra, buena ni mala. ¿Será acaso necesario que, al objeto de que alcances la salvación, grabe yo y modele hoy en ti la doctrina? Entremos al interior de la nube 209. Dame las tablas de tu corazón 210. Soy para ti Moisés, aunque parezca osado decirlo. Con el dedo de Dios escribiré un nuevo decálogo 211 Escribiré para ti un compendio de la doctrina salvadora. Si eres una fiera herética o salvaje, quédate abajo o te expondrás a ser lapidado por la palabra de la verdad 212. Te bautizaré enseñándote en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Uno es el nombre común a los tres: Dios. Aprenderás a repudiar con palabras y gestos toda falta de fe en Dios, para que de ese modo puedas unirte a la naturaleza divina. Cree que todo el mundo, lo visible y lo invisible 213, ha sido creado por Dios de la nada y que es gobernado por la Providencia del Creador y que será transformado en una más favorable condición. Cree que no existe una sustancia del mal, ni un reino del mal, que el mal no tiene principio, ni existe por si mismo o por Dios, sino que es obra nuestra y del maligno, que entra en nosotros por descuido nuestro, pero no por obra del Creador 214. Cree que el Hijo de Dios, el Logos anterior al tiempo, que procede del Padre fuera del tiempo y del cuerpo, al final de los tiempos nació por ti como hijo del hombre. Que proviene de la Virgen María de forma misteriosa y sin mancilla, pues no es posible que haya mancha alguna en donde habita Dios y en el cauce a través del cual actúa la salvación. Es hombre perfecto y perfecto Dios aquél que sufrió por ti para ganarte una perfecta salvación, para disolver toda condena de pecado. Impasible en su naturaleza divina, padeció en la humanidad adquirida. Por ti se hizo hombre tanto cuanto tú por El llegarás a ser Dios. Por las injusticias es conducido a la muerte, crucificado y sepultado, tanto cuanto es capaz de gustar la muerte. Resucitó al tercer día, subió a los cielos para llevarte con El a ti que permaneces en la tierra. Retornará con una venida gloriosa para juzgar a vivos y muertos. Entonces no será carne ni incorpóreo, sino, según dijo con palabras cuyo sentido El conoce, tendrá un cuerpo divinizado, para que puedan mirarle quienes le traspasaron y permanezca Dios sin el espesor de la carne. Admite, además de lo anterior, la resurrección, el juicio y la retribución, acorde con las justas balanzas de Dios. Esta recompensa es luz para quienes han purificado su mente, es decir, Dios verá y conocerá la medida de su pureza y les retribuirá con lo que llamamos Reino de los cielos. Habrá oscuridad, en cambio, para aquellos cuyo principio conductor esté ciego, para quienes sean extraños a Dios, y ello estará en proporción con su ceguera en la tierra. El décimo punto es: sobre la base de estas doctrinas, haz el bien, porque "la fe sin obras está muerta" 215, al igual que los hechos sin fe. He ahí lo que del misterio puede darse a conocer, lo que no es misterio para los oídos de muchos 216. El resto lo aprenderás cuando estés dentro, pues te lo concederá la Trinidad y tú lo ocultarás dentro de ti, velado por el sello.

46. Pero he de anunciarte algo. El estado al que llegarás después del Bautismo y antes del gran estrado, es una prefiguración de la gloria futura 217. La salmodia que te recibirá es preludio del himno del cielo. Las lámparas que encenderás simbolizan el misterio de la iluminación celeste con que iremos al encuentro del Esposo, como almas luminosas y vírgenes, con las radiantes lámparas de la Fe. Almas que no se queden dormidas por pereza 218, haciendo que les pase inadvertida la inesperada presencia de aquél al que aguardaban. Almas que no estén carentes de alimento o aceite, desprovistas de obras buenas, para que no se vean expulsadas de la cámara nupcial 219. Veo su sufrimiento digno de lástima. Llegó aquél cuya venida era a voces reclamada. A su encuentro saldrán unas, prudentes, con lámparas encendidas y con suficiente provisión de aceite para ellas. Otras, en cambio, se agitarán pidiendo aceite en momento inoportuno a aquellas que lo tienen. Llegará rápido el Esposo. Unas entrarán con El y las otras encontrarán las puertas cerradas porque mientras se preparaban, habrán desperdiciado el tiempo conveniente. Muchos llorarán, porque comprenderán demasiado tarde el daño que les ha causado su negligencia. No podrán entrar en la cámara nupcial por mucho que supliquen, pues se la cerraron con su necedad. Habrán imitado en cierto modo a quienes despreciaron el banquete que el buen padre preparaba para el buen hijo que iba a casarse 220. Uno, porque había tomado mujer. Otro, porque había comprado un campo. Otro, porque había adquirido una yunta de bueyes. Poco provecho les hicieron sus compras, que por cosa de poca importancia se vieron privados de lo que mucho valía. Ninguno haya tan orgulloso y descuidado que lleve un vestido sucio, impropio de un convite nupcial. Aunque en la tierra se considere a si mismo digno del esplendor del cielo y entre, inconsciente, en el banquete, engañándose con vanas esperanzas, ninguno de éstos tiene un lugar en el cielo. ¿Y después? Cuando estemos dentro sólo el Esposo sabe qué enseñará y qué será de las almas que con El entraron. Yo pienso que estará con ellas, enseñándoles lo más perfecto y puro. De eso también podremos tener parte nosotros, maestros y discípulos de cosas tales, en Cristo mismo Señor nuestro, a quien la gloria y el poder por los siglos. Amén.

Notas

1 Esto es, cuando Dios sopló en el compuesto terreno que constituía el cuerpo humano su propio hálito, para hacer del hombre un ser viviente. Cf. Gn 2, 7.
2 Cf. Lc 2, 7.
3 Cf. Lc 3, 21.
4 Cf. Lc 24, 1 ss.
5 Cf. Rm 8, 29
6 Cf. Col 1, 18
7 En la fiesta de las Luces, como ya se ha dicho en la introducción, se celebraban simultáneamente la Epifanía (cf. Homilía 39) y el Bautismo de Cristo, al cual está dedicada esta Homilía.
8 En cuanto el Bautismo nos arranca al dominio del adversario y nos introduce en el Reino de Dios.
9 En todo este pasaje San Gregorio ha empleado el término "iluminación" que designaba normalmente al bautismo, según una sinología difundida entre el cristianismo antiguo
10 La terminología de la luz tiene aquí una eficacísima aplicación.
11 En la lengua homérica, que San Gregorio había estudiado como todos los griegos cultos de su tiempo, y en la lengua poética de carácter más elevado, el término phós, photós (gen.) designaba al hombre. Era habitual relacionarlo con el término phôs, phôtós que significaba luz. Esta derivación seudoetimológica se lee también en Clemente de Alejandría, Paedag. 1, 6, 28, 2.
12 Cf. Gn 1, 17.
13 Cf Gn 2, 16-17.
14 Cf. Sal 119, 105.
15 Cf. Pr 6, 23.
16 Cf. Ex 34, 29.
17 Cf. Ex 3, 2.
18 Cf. Ex 13, 21.
19 Cf. 2R 2, 11.
20 Cf. Lc 2, 9.
21 Cf. Mt 2, 9.
22 Cf. Mt 17, 1 ss.
23 Cf. Hch 9, 3.
24 Cf. Sb 3, 7.
25 Cf. Sal 82, 1 y 6
26 Según la enseñanza del neoplatonismo, (asumida aquí por San Gregorio y que puede encontrarse igualmente en San Gregorio de Nisa, cf. El alma y la resurrección, la naturaleza divina es simple, o sea, no compuesta de partes, que implicarían la necesidad de postular en Dios la existencia de algo distinto a Dios mismo.
27 Se hace referencia de nuevo a la interpretación de la historia de la humanidad y de su calda, dominadas por la visión providencial de Dios.
28 El Bautismo, en efecto, es purificación de los pecados cometidos. Recuérdese que todavía en tiempos de San Gregorio era costumbre, costumbre que el propio San Gregorio intenta limitar, bautizarse sólo a edad adulta e incluso avanzada. En cambio, para quienes están al comienzo de su vida, y, por consiguiente, probablemente no han cometido pecado, el Bautismo es un "sellos", signo de pertenencia a Cristo.
29 Cf. Jn 3, 5.
30 Término técnico de la exégesis cristiana antigua. El Typos era un acontecimiento, un hecho, una cosa concreta que "prefiguraba" otro acontecimiento, otro hecho, otra cosa, igualmente concretos, pero dotados de un significado más profundo y mayor. El paso de los hebreos a través del mar Rojo era tipo del Bautismo. La piedra que suministraba milagrosamente a los hebreos el agua en el desierto, era tipo de Cristo (cf. 1Co 10, 1-4). Así, el agua del Bautismo tiene un significado típico por cuanto es, como el agua del mar Rojo, prefiguración de la purificación espiritual del cristiano
31 Referencia a la penitencia que San Gregorio concede a quien se arrepiente y que espera obtener él mismo, en cuanto pecador. Cf. lo leído en la Homilía 39, cp. 16-19.
32 Mejor gozar de la purificación del Bautismo, que es más asequible, que no de la penitencia, más penosa.
33 De esta referencia a la realidad social de Constantinopla extraemos una noticia sobre el empobrecimiento de las clases más débiles, en época de graves desequilibrios sociales
34 Cf. Lc 13, 8.
35 Cf. Rm 6, 4.
36 Cf. Mt 4, 2 ss.
37 Esto es, a través de la carne humana. De nuevo otra referencia al "engaño" de Cristo, que se escondió bajo la envoltura de la carne humana para desconcertar al demonio que quería apoderarse de él. Cf. Homilía, 39, 1 y 14.
38 El Espíritu, que está presente en el Bautismo. Cf. Jn 3, 5.
39 Cf. Ef 6, 16
40 Cf. Mt 4, 3.
41 Cf. Jn 6, 33.
42 Cf. Mt 4, 6.
43 Cf. Sal 91, 11.
44 Cf. Sal 92, 13.
45 Sobre este término empleado para designar el Bautismo, cf nota 28.
46 Cf. Ga 3, 27.
47 Esto es, los ritos de purificación minuciosamente prescritos por la Ley. Cf. Hb 9, 13
48 O sea, esperar a los últimos años de la vida antes de recibir el Bautismo, significa gravarse todavía más con los pecados y tener necesidad de una mayor gracia por parte de Dios.
49 Era costumbre postergar el Bautismo hasta los últimos momentos de la vida, permaneciendo hasta entonces como simple catecúmeno, precisamente por una equivocada interpretación del significado del Bautismo como purificación de todas las culpas cometidas en el pasado.
50 Cf Mt 25, 14-30
51 Cf. 2Co 6, 2.
52 Ef 5, 14.
53 Cf. Is 38, 13.
54 Cf. Qo 3, 1 ss.
55 Cf. Ex 12, 22 ss.
56 Pr 3, 24.
57 Sal 91, 5.
58 Cf. Mt 8, 22
59 El retraso en recibir el Bautismo puede ser debido al temor a perder la gracia que el Bautismo confiere, al volver a pecar de nuevo.
60 Cf. Lc 10, 18.
61 El texto está corrompido. Lo hemos traducido siguiendo una conjetura de los editores Maurinos.
62 La condición de catecúmeno era la correspondiente al cristiano que estaba a la espera del Bautismo. En época paleocristiana el catecumenado tenía la función precisa de preparar para el Bautismo al recién convertido. En el siglo IV, cuando la población era ya cristiana, al menos de nombre, la condición de catecúmeno era aquélla en que se encontraba quien esperaba el Bautismo. Pero las situaciones eran intrínsecamente distintas, pues la espera del catecúmeno en el siglo IV no era aquélla tan exigente de la época preconstantiniana.
63 Cf. 1S 1, 11 ss.
64 Cf. Si 32, 2.
65 En la actitud común del cristianismo en la edad antigua, al menos del ortodoxo, que evitaba los excesos rigoristas de ciertas sectas heréticas. Como puede verse, acentuaba la actitud tomada por San Pablo en I Cor. 7.
66 Cf. Jn 2, 1 ss
67 Cf. 1Co 7, 5
68 Si hemos entendido bien este pasaje, esto significa que, dado el carácter de la cuestión afrontada (las relaciones matrimoniales) el escritor se desenvuelve entre alusiones, San Gregorio admite revocar algunos de los derechos de los esposos, aconsejándoles la continencia y se excusa poniendo por delante que lo hace por su propio bien.
69 Cf. Lc 20, 20 ss.
70 Cf. Gn 19, 18-26.
71 Todavía en el s. IV la vida política se desarrollaba reclamando la corresponsabilidad de cristianos y paganos juntos y ciertas funciones oficiales (por ejemplo las de la religión y el culto) eran todavía paganas. El cristiano debía preguntarse cómo conjugar simultáneamente las leyes del Estado y las de su fe. La respuesta había sido absoluta (y dramática), en la época preconstantiniana: Tertuliano había excluido cualquier participación del cristiano en la vida pública, en sus obligaciones y prácticas idolátricas. Mas lo que era admisible en las reducidas comunidades cristianas de los siglos segundo y tercero, resultaba impracticable en el siglo IV, cuando la participación del cristiano en la vida política, comenzando por el emperador, era una cosa normal.
72 Cf Jos 2, 1 ss; Jos 6, 17ss.
73 Cf. Lc 18, 9-14.
74 Cf. Mt 20, 1 ss
75 Cf. Sal 34, 6.
76 Cf Jn 12, 35
77 Jn 9, 4.
78 Cf. Jn 1, 9.
79 Cf. Pr 6, 10.
80 Cf. Sal 141, 4.
81 Cf. Sal 42, 2.
82 Cf Gn 21, 15-19
83 Alusión al mito de Tántalo que fue castigado por haber ofrecido a los dioses un banquete en que se sirvió la carne de su propio hijo, Pélope, con la condena a permanecer sumergido en el agua del Tártaro, rodeado de suculentas viandas y de bebidas restauradoras, pero sin poder probarlas.
84 Cf. Mt 11, 12.
85 Pr 1, 11.
86 Sal 95, 1.
87 Mi 4, 2
88 Mt 11, 28.
89 Jn 14, 31.
90 Cf. Lm 4, 7.
91 Cf. Jn 20, 3.
92 Nótese la vivacidad de estas referencias concretas que nos representan una sociedad sólo superficialmente cristianizada, que en las ceremonias más significativas y esenciales del cristianismo veía sólo un medio para explayar su propio lujo
93 Cf Ga 3, 27
94 Hch 8, 36.
95 Observa Bernardi, op. cit. p. 214, que en aquella época Constantinopla dependía aún del metropolitano de Heraclea. Esta afirmación manifiesta la vacuidad de las excusas aducidas por tales personas, pues era poco probable que el obispo metropolitano de Nicea se desplazase expresamente para administrar un bautismo.
96 O sea, un obispo que había ido en peregrinación a los lugares santos y había adquirido así un titulo de mérito. La peregrinatio ad loca sancta era una costumbre de gran significado espiritual para los cristianos, a partir del siglo IV.
97 Con este término, que originariamente (s. II) designaba la secta instituida por el hereje Taciano, se aludía generalmente a quienes llevaban una vida de rigurosa abstinencia, más dura de lo prescrito por las normas de la propia Iglesia.
98 Cf 1S 16, 7.
99 Por consiguiente, no es válido el bautismo administrado por un hereje. Es ésta una precaución que era necesario seguir con cuidado en la época en que San Gregorio regía la iglesia de Constantinopla
100 Cf. Flp 2, 7.
101 Cf. Mt 12, 42.
102 Cf. Is 55, 1.
103 Cf. Jn 4, 7.
104 Cf. Is 32, 20.
105 Cf. Jl 4, 18
106 Cf. Gn 17, 12
107 Cf. Ex 12, 22.
108 El hecho de que San Gregorio aconseje esperar tres años antes de administrar el bautismo a los niños, que en cualquier caso, pueden ser bautizados antes si hay necesidad de ello, no significa que crea que no existe, de hecho, el pecado original. Lo que San Gregorio mantiene es que antes de esa edad el niño sustancialmente no es capaz de pecar, aunque por efecto del pecado de Adán, tenga la inclinación al pecado.
109 Cf. Lc 3, 23.
110 Cf. Mt 21, 10.
111 Cf. Mt 4, 2.
112 Un reproche contra quienes, a la manera de los "encratitas" a que se ha hecho referencia antes (cf. 26), se imponían normas rigurosas de vida que no secundaban, e incluso tal vez se oponían soberbiamente, a los preceptos y costumbres de la Iglesia.
113 Cf. Lc 22, 17 ss
114 Cf. Lc 16, 20 ss.
115 Cf. Jn 1, 11.
116 Cf. Lc 19, 2 ss.
117 Otra alusión al concepto de aetas spiritalis. Zaqueo era de cuerpo menudo, aunque en rigor no se pueda hablar de edad por la baja estatura de Zaqueo, pero fue espiritualmente grande. En cualquier caso, el texto griego habla expresamente de la "edad".
118 Is 58, 7
119 Ga 3, 27
120 Cf Mt 18, 26
121 Cf. Mt 18, 23 ss.
122 Esto es, del alma, hecha a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1, 26).
123 Sal 32, 1.
124 Sal 32, 2.
125 Cf Mt 15, 22
126 Cf. Lc 13, 11.
127 Cf Lc 8, 43 ss
128 Cf Jn 5, 7
129 Jn 5, 14.
130 Jn 11, 43
131 Cf. Jn 11, 39.
132 Cf. Sal 67, 7
133 Cf. Mt 25, 14-30.
134 Cf. Lc 17, 12 ss.
135 Cf. Lc 6, 6.
136 Cf. 1R 17, 9.
137 Cf. Mc 7, 32.
138 Cf. Lc 18, 35.
139 Cf. Sal 13, 4.
140 Cf. Sal 36, 10.
141 Cf. Mt 13, 25
142 Cf Sal 84, 6.
143 Cf. Lc 11, 24 ss.
144 Cf Mc 5, 9 ss.
145 Sal 97, 11.
146 Is 60, 19.
147 Sal 76, 5
148 Sal 27, 1.
149 Cf. Sal 43, 3.
150 Cf. Sal 4, 7.
151 Cf. Gn 19, 24.
152 Cf. Sal 11, 7
153 Cf. Mt 25, 41.
154 Cf. Sal 97, 3.
155 Cf. Mc 9, 48.
156 San Gregorio se pregunta si no será un pensamiento más lógico y consonante con la bondad y generosidad de Dios creer que el castigo del infierno no tenga como fin la destrucción del hombre pecador, sino purificarlo y cancelar las culpas por él cometidas. Las penas del infierno, por consiguiente, no serían eternas ni definitivas, sino que tendrían como fin mejorar al hombre. En último término, este pensamiento se remonta a la doctrina de Orígenes, ampliamente profundizada por San Gregorio de Nisa en su diálogo El alma y la resurrección.
157 Cf. Is 5, 20.
158 Sal 139, 11 ss.
159 Os 10, 12.
160 Mt 5, 14.
161 Rm 13, 13.
162 Cf. Mt 7, 2-5.
163 Cf. Sal 85, 9.
164 Cf. Sal 143, 8.
165 Cf. Sal 57, 5.
166 Cf. Sal 52, 4
167 Cf. Sal 11, 7
168 Cf. Hch 2, 3.
169 Cf. 1Co 2, 7
170 Cf. Ct 1, 3.
171 Cf. Jn 20, 27.
172 Cf. Sal 34, 9.
173 Cf. Sal 19, 11.
174 Cf. Col 2, 19.
175 Cf. Sal 2, 12
176 Cf. Jr 50, 1
177 Cf. Sal 14, 3
178 Cf Flp 3, 14
179 Cf.Jn 13, 5 ss
180 Cf Sal 51, 12
181 Cf. Ef 6, 14
182 Cf. Ex 12, 11
183 Sal 39, 10.
184 Jr 17, 16.
185 Cf. Dn 9, 23
186 Cf 1Co 12, 23
187 Cf. 2Tm 1, 14.
188 A partir de este punto, en la exposición del símbolo de la Fe que ocupa todo el capitulo 41 y el siguiente, San Gregorio retoma la polémica contra los arrianos.
189 Término técnico (idiótes), que indica en qué una hipóstasis se distingue de la otra, aunque las tres sean Dios. La polémica está dirigida no sólo contra los arrianos, sino también contra los pneumatómacos quienes, aunque reconocían la naturaleza divina del Hijo, negaban al Espíritu Santo esa prerrogativa.
190 Los arrianos se escandalizaban al oír hablar de generación del Hijo, porque el término implicaba, según ellos, una pasión por parte del Padre. Mas, objeta San Gregorio, aún es más grave hablar de creación del Hijo, cosa que le rebajaría a la categoría de simple criatura
191 En efecto, según los arrianos el Hijo era una criatura, aunque distinta de los demás. Lo mismo sostenían los pneumatómacos. En cambio, para ambos, el Espíritu era poco más que una criatura angélica, de dignidad infinitamente inferior a la del Hijo.
192 O sea, distinguiendo la suprema naturaleza del Padre, único Dios, de las del Hijo y el Espíritu Santo, creaturas ambos, pero de diferente dignidad
193 La teología nueva es la de los arrianos, naturalmente. El término "nuevo", que los Capadocios aplican con frecuencia a los arrianos, connota que los herejes se han apartado de la enseñanza tradicional de la Iglesia.
194 Siervas de Dios son, lógicamente, todas las criaturas y tales serian el Hijo y el Espíritu Santo si hubieran sido creados. Es ésta una argumentación habitual en San Gregorio.
195 No sabemos a quién se refiere San Gregorio con esta alusión. Según un escolio, que no sabemos en qué se apoya, nuestro escritor se estaría refiriendo a San Gregorio Taumaturgo.
196 Ga 1, 10
197 Astarté era una divinidad adorada por los fenicios. Camos un ídolo de los moabitas (cf. núm. 21, 29) al que Salomón edificó un templo (cf. 1R 11, 7).
198 Alusión a la teología solar, ampliamente difundida en la última edad imperial. El culto al sol, nota San Gregorio, es más noble que el culto al resto de los ídolos, pero sigue siendo el culto a una criatura. Los arrianos se colocan al mismo nivel que los paganos.
199 En cuanto creaturas, el Hijo y el Espíritu Santo serian tan siervos de Dios como los hombres
200 Sobre este fragmento de teología trinitaria, cf. la introducción
201 Cf. 1S 17, 40
202 Cf. 1R 17, 21.
203 Cf 1R 18, 34.
204 O sea, el fuego del Espíritu Santo que se nos entrega en el Bautismo, con el agua que es instrumento de ese sacramento.
205 En tono solemne, San Gregorio garantiza la perfecta ortodoxia de la profesión de Fe que deberá pronunciar el bautizado.
206 Esto es, si ha sido instruido de manera distinta a como requiere la ortodoxia nicena.
207 Jn 19, 22.
208 Sal 40, 10.
209 Cf. Ex 33, 9 ss. 2
210 Cf Cf. Ex 31, 18. 2
211 Cf. ibid.
212 Cf. Ex 19, 13.
213 El mundo invisible es aquél que en la Homilía 38 (cap. 8), ha sido llamado "mundo intelectual", el de los ángeles, que son sustancias intelectuales e invisibles, pero también creadas.
214 Una afirmación dirigida, sobre todo, contra los maniqueos, que creían en la existencia de dos principios originantes contrapuestos, uno para el bien y el otro para el mal. El mal, sin embargo, no tiene subsistencia, según enseñaba el neoplatonismo y como se lee a menudo en las obras de San Gregorio de Nisa (cf. Gran homilía catequética, cp. 7; El alma y la resurrección.)
215 St 2, 20.
216 Estas palabras de San Gregorio han hecho pensar en la existencia de un misterio cristiano, más escondido e importante, en la enseñanza de nuestro escritor. En realidad el Nacianceno quiere decir simplemente que la fórmula de Fe expuesta hasta ese momento, indica sólo sumariamente lo capital de la doctrina cristiana, lo necesario para que sea conocida por los extraños. Otras doctrinas igualmente importantes están contenidas en la doctrina de la Iglesia.
217 Como ha notado Bernardi op. cit. pp. 215-216, Gregorio describe aquí la procesión de los recién bautizados. A la salida del baptisterio entrarán en la Iglesia, que les había estado prohibida hasta ese momento, y se detendrán ante el tabernáculo, ante el estrado en que están el obispo y el clero, a una y otra parte. En el medio se encuentra el altar para el sacrificio. Durante la entrada de los bautizados en la iglesia, el clero y los demás fieles entonarán las salmodias, prefiguración de los dulcísimos cantos del cielo, mientras la procesión se detendrá llevando en las manos las lámparas encendidas, símbolo de la Fe.
218 Cf. Mt 25, 1 ss.
219 Cf. Mt 22, 11-14.
220 Cf. de nuevo Lc 14, 15 ss. Todo este pasaje evoca los textos de San Mateo y San Lucas, entretejiéndolos entre si