Padres de la Iglesia

GREGORIO NACIANCENO

Homilía 39 sobre la Natividad

1. De nuevo mi Jesús, de nuevo el misterio, un misterio que no es falaz ni indecente como lo son los del error y embriaguez de los griegos -de tales motejo yo a sus sacrificios y pienso que lo mismo harán todas las personas cuerdas-, sino que es un misterio sublime y divino, adecuado al supremo resplandor. Pues el sagrado día de la luz que hoy nos ha congregado y de cuya celebración hemos sido considerados dignos tiene por objeto el Bautismo de mi Cristo, luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo 1, lleva a cabo mi purificación y presta ayuda a la luz que al principio recibimos de lo alto y que por el pecado oscurecemos y ofuscamos.

2. Escucha, por tanto, la palabra divina que resuena vehemente dentro de mí, iniciado e iniciador de estos misterios, aunque bien pudiera ser que a vosotros os suceda otro tanto. "Yo soy la luz del mundo" 2 y, por este motivo, "acércate a El y sé iluminado y tu rostro no se avergonzará" 3, porque estará signado con la luz verdadera 4. Es tiempo de regeneración: ¡nazcamos de nuevo! Tiempo para nuestra reforma: ¡retomemos el primer Adán! 5. No sigamos siendo como ahora somos, ¡seamos como fuimos! "La luz resplandece en las tinieblas" 6, es decir, en esta vida, en esta vida carnal. Es perseguida, por las tinieblas, mas no apresada 7. Me refiero al poder del enemigo que si, imprudente como era, atacó a quien parecía Adán, enfrentado con Dios fue vencido 8 para que nosotros, apartados de las tinieblas, nos acerquemos a la luz y luego lleguemos a ser luz perfecta, o sea, engendrados por la luz perfecta. ¿Advertís la gracia en este día? ¿Veis la eficacia de este misterio? ¿Acaso no sois levantados de la tierra? ¿No fuisteis, por ventura, puestos en el cielo, a la vista de todos, merced a mi voz y a mis consideraciones? 9 Y aún más altos seréis colocados cuando el Logos dirija por buen camino mi discurso.

3. ¿Es ésta la purificación conforme a la ley, la que es sombra 10, que actúa mediante purificaciones pasajeras y en virtud de las cenizas de una ternera 11 purifica a los manchados? ¿O es, tal vez, los misterios de este linaje que celebran los griegos? Celebraciones e iniciaciones que a mí se me antojan simplezas, invenciones sombrías de los demonios, ficción de mentes desgraciadas afianzada por el paso del tiempo y cubiertas de mitos. Adoran todas estas cosas como verdaderas, las encubren como míticas. Sin embargo, si realmente son verdaderas no conviene que se les llame "mitos", ya que no son vergonzosas 12. En cambio, si son falsas no son dignas de respeto ni cabe tener sobre una misma cuestión opiniones encontradas, como si estuvieran entreteniéndose con una pandilla de muchachos o en un corro de hombres privados por entero de juicio y no hablando con personas sensatas, adoradores del Logos aunque desprecien el hábil y sucio arte de la persuasión 13.

4. Nosotros nada tenemos que ver ni con la estirpe ni con los hurtos de Zeus, el tirano de los cretenses –aunque a los griegos les moleste esta interpretación 14–. Ni con los estruendos, aplausos y danzas armadas de los Curetes 15, destinados a ocultar los sollozos del dios para que pase inadvertido a su padre, odiador de sus hijos. Pues indigno era que quien debía ser devorado como una piedra llorase igual que un niño. No se trata aquí de las mutilaciones de los frigios, de sus flautas 16, de los Coribantes 17, ni de todo aquello que, estando fuera de sí, hacen los iniciados en los misterios de Rea en honor de la madre de los dioses. A nosotros no nos es raptada ninguna muchacha 18, ni tenemos Deméter que ande errante, ni sacamos a relucir Celeos, Tritolemos 19, ni dragones, ni, en fin, tantas otras cosas que aquella hace y padece. Me avergüenzo de poner a la luz del día la nocturna celebración de los misterios y de hacer de la vergüenza un misterio 20. Eleusis conoce tales cosas y también los iniciados en esos misterios, silenciosos y realmente dignos de silencio. Nada tenemos que ver con Dioniso, ni con el muslo que sufre dolores de parto al alumbrar a un feto no llegado a término 21, ni, por ende, con la cabeza que ya antes había parido otro feto 22. Ni con un dios afeminado y su coro de borrachos, ejército de disolutos, ni con la necedad de los tebanos que lo veneran 23, ni con el rayo adorado de Semele 24. Tampoco con los obscenos misterios de Afrodita, engendrada de forma vergonzosa, y según la opinión de sus propios adoradores, también vergonzosamente venerada 25. Ni con ciertos Falos e Itífalos, depravados de aspecto y hechos 26. Tampoco con los asesinos de extranjeros de Taúride 27, ni con la sangre de los adolescentes espartanos desgarrados con látigos, que se derrama sobre los altares. Adolescentes adoradores de una diosa, virgen por más señas 28, que sólo se comportaban virilmente ante una cosa: el mal. Pues en unas solas personas se juntaban el honor a la molicie y la veneración del coraje.

5. ¿Dónde dejas el canibalismo de Pélope, gracias al cual se sacian los hambrientos dioses, y su hospitalidad cruel e inhumana? 29 ¿Dónde las horribles y sombrias apariciones de Hécate? 30 ¿Dónde los oráculos y los vaticinios subterráneos de Trofonio 31, las necias parlerías del roble de Dodona 32, las astutas mañas del trípode de Delfos 33, el agua de la fuente de Castalia, que presagiaba el futuro? 34 Ninguno de éstos fue capaz de adivinar su propio porvenir: el silencio 35. En nada tenemos los sacrificios de los magos, ni los augurios fundados en el examen de vísceras 36. En nada la astrología y la genealogía de los caldeos quienes, incapaces de conocerse a sí mismos y de saber qué son y qué serán, vinculan nuestro futuro a los movimientos celestes 37. Nuestras fiestas no guardan relación alguna con las orgías de los tracios de las que, según es fama, derivan las prácticas religiosas de los cultos 38. Ni con las celebraciones y misterios de Orfeo 39, a quien los griegos admiran por su sabiduría, atribuyéndose la invención de la lira con cuyo tañido atraía a sí todas las cosas. Ni con el justo castigo que Mitra impone a los iniciados en sus misterios 40. Ni con los descuartizamientos de Osiris o con cualquier otro suplicio venerado por los egipcios 41. Ni con los infortunios de Isis 42, ni con los machos cabríos adorados por los mendesios 43, ni con el pesebre de Apis, el buey cebado por la necedad de los habitantes de Menfis 44, ni con las injurias con que se honra al Nilo, el dador de frutos, como le llaman, rico en espigas y que mide la felicidad por cubos de agua 45.

6. Y paso por alto el culto tributado a los reptiles y a las bestias salvajes, así como el precio pagado a la obscenidad. Cada uno de éstos tenía ceremonias y fiestas propias, sólo les era común la insensatez. Dado que deseaban ser impíos hasta el extremo y apartarse por completo de Dios, entregándose a la adoración de ídolos producto de su arte, creación de sus manos, nada mejor podían apetecer las personas sensatas sino que aquellos honrasen y venerasen sus cosas tal y como lo hacían, de suerte que, como dice San Pablo 46, recibieran por recompensa un premio adaptado al error que adoraban: que a causa de sus divinidades se hicieran tanto más despreciables cuanto más las honraban. Detestables eran por su error. Más aún por la vileza de lo que adoraban y veneraban. De manera que llegaban a ser más necios que los objetos de su adoración, superándolos en necedad tanto cuanto ellos los superaban en vileza.

7. Los hijos de los griegos y sus demonios diviértanse con estas cosas que acarrean su desgracia y, divididos por la diversidad de opiniones e imágenes vergonzosas, dirijan a ellas el honor digno de Dios. Todo esto comenzó a suceder desde el punto en que fuimos expulsados del árbol de la vida 47 por haber comido su fruto en momentos que no era oportuno ni conveniente 48. Al instante los demonios asaltaron a los hombres incitándoles para que, como débiles que eran, se olvidaran de guiarse por la razón y abrieran las puertas a las pasiones. Pues, envidiosos y enemigos del hombre o, mejor dicho, hechos tales por su maldad, no querían permitir que los hombres, una vez hechos terrenos por su caída desde el cielo a la tierra, alcanzasen los bienes celestes. Ni llevaban tampoco a bien ser desposeídos de su gloria y condición de primeros. Por ello persiguieron a la naturaleza humana, para injuriar en ella a la imagen de Dios. Y como no elegimos observar la ley, fuimos dejados al albedrío de nuestro error; como nos equivocamos, obtuvimos la deshonra conveniente al objeto de nuestra veneración 49. No sólo es indigno que habiendo sido creados para las buenas obras, para la alabanza del Creador, para imitar a Dios en la medida en que nos es posible, nos hayamos convertido en instigadores de toda suerte de pasiones que devoran al hombre interior y lo consumen miserablemente, sino que también es igualmente indigno que inventemos dioses patronos de las pasiones, a fin de que la comisión de los pecados no sea considerada una necedad, sino algo divino. Pues algunos pretenden justificarse con el ejemplo de aquellos a quienes adoran.

8. Mas como a nosotros, por beneficio divino, se nos ha concedido huir del error supersticioso y permanecer en la verdad y servir a Dios vivo y verdadero y estar por encima de la creación, sobrepasando a cuanto está sometido al tiempo y al movimiento, conocemos a Dios y meditamos sobre las cosas divinas. Y comenzamos nuestra meditación por donde más conviene hacerlo. El punto de arranque más adecuado nos fue indicado por Salomón al decir 50: "principio de la Sabiduría: adquiere la Sabiduría". ¿A qué se refiere con "principio de la Sabiduría"? Al temor 51. En efecto, no es menester que quien se inicia en la contemplación desemboque en el temor, aunque una contemplación sin mesura podría empujar hasta el precipicio. Lo que resulta necesario es que mediante el temor, quien contempla se instruya en los principios básicos, se purifique y, por así decirlo, se disponga para elevarse a las alturas. Allí donde existe temor, se da también la observancia de los mandatos; cuando está presente la observancia de los mandatos, se encuentra la purificación de la carne, esto es, de la nube que obnubila al alma y no le permite ver la luz divina en toda su pureza donde hay, en fin, purificación, hay iluminación. Esta constituye la plenitud del deseo para quienes aspiran a las cosas o a la cosa más grande, o a lo que está por encima de lo que es grande 52.

9. Por este motivo, en primer lugar cada uno debe purificarse y luego acostumbrarse a ser puro, si no queremos que nos suceda lo mismo que a Israel, que no soportaba la gloria de Moisés 53 y, por ende, éste debía usar un velo. O si no queremos exponernos a sentir y decir aquello que Manóaj cuando se le presentó Dios en una visión 54: "mujer, vamos a morir porque hemos visto a Dios". O, como Pedro en la barca, tendremos que apartarnos del Señor porque no somos dignos de su presencia 55 (mas cuando hablo de Pedro ¿de quién hablo? De aquel que anduvo sobre las aguas) 56. O quedaremos ciegos como le sucedió a Saulo, cuando antes de ser purificado de las persecuciones, habló con el perseguido, o sea, con un breve resplandor de la gran luz 57. O si no estamos dispuestos a hacer como el centurión que, aunque pretendía una curación, no se abrevió a recibir en su casa al médico 58 por un temor digno de alabanza. Diga también alguno de nosotros, todavía no purificado, que es centurión con mando sobre muchos vicios y soldados del César, es decir, del dueño del mundo, de los que andan a ras de tierra: "no soy digno de que entres bajo mi techo" 59. Sólo cuando vea a Jesús, cuando, aún siendo pequeño en edad espiritual, se suba como Zaqueo a una higuera 60 por la mortificación de estos miembros de barro y la superación del cuerpo de humillación, sólo entonces podrá recibir en su casa al Logos y escuchar de El: "hoy ha venido la salvación a esta casa" 61. Reciba entonces la salvación y produzca frutos perfectos, distribuyendo y desprendiéndose por completo de cuanto había adquirido deshonestamente.

10. Ciertamente, el Logos es por su naturaleza terrible para quienes no son dignos de El y por su amor a los hombres, comprensible para cuantos estuvieran bien dispuestos, es decir, los que han arrojado de sus almas al espíritu impuro y material y las han barrido y adornado con el conocimiento 62. No han dejado al alma ociosa e inactiva, dando lugar a que con mayor aparato se apoderaran de ella los siete espíritus malignos, iguales en número a los espíritus de la verdad 63. Tanto más se desea algo, cuanto más difícil es su consecución. Sino que, para apartar el mal y que obrase el bien, han acogido a Cristo tanto como les ha sido posible, a fin de que las fuerzas del mal no pudiesen dominarlos de nuevo al encontrarlos vacíos, llegando a ser la situación segunda peor que la primera 64, porque el asalto ha sido más impetuoso y la vigilancia mayor y más difícil de sorprender. Mas si hemos custodiado nuestra alma con todo esmero 65 y hemos dispuesto nuestro corazón para el ascenso 66 y limpiado nuestro barbecho para sembrar en el la justicia 67y si, según comenta Salomón, David y Jeremías, nos hemos iluminado con la luz del conocimiento, podremos hablar de la Sabiduría de Dios escondida en el misterio 68 e iluminar también a los demás. Entre tanto, habremos de purificarnos e iniciarnos en el Logos para procurarnos todo el bien posible, haciéndonos semejantes a Dios y recibiendo al Logos cuando venga a nosotros, a fin de que no sólo lo admitamos en nosotros sino que teniéndolo en abundancia, podamos también mostrarlo a otros.

11. Purificado ya con la palabra nuestro auditorio, ¡ea! meditemos acerca de la fiesta de hoy y celebrémosla con el ánimo de quien ama la fiesta y a Dios. Dado que el punto capital de la fiesta es la conmemoración de Dios, evoquémosle. Pues entiendo que el clamor de quienes celebran la fiesta allá arriba, es decir, en el lugar donde está la morada de los que saltan de júbilo 69, ese clamor, digo, no es otra cosa que un himno de gloria a Dios entonado por quienes han sido considerados dignos de habitar tal lugar. Que nadie se sorprenda si mi discurso repite cosas ya dichas: no sólo hablaré sobre las mismas cosas, sino que emplearé idénticas palabras 70, mientras mi lengua y mi corazón y mi pensamiento tiemblan al referirme a Dios. Os ruego además, que vosotros por vuestra parte adoptéis una actitud santa y digna de alabanza. Mientras yo esté hablando de Dios, vosotros debéis dejaros iluminar por la luz que es una y tres. Tres, de acuerdo con la diversidad de condiciones, esto es, de personas, o de hipóstasis, si alguno prefiere este término, que no discutiremos sobre palabras cuando todas ellas expresan una misma idea 71. Una, conforme a la unidad de sustancia o naturaleza divina. Esta única, se divide de forma indivisa, se une, por así decirlo, separadamente. Porque la naturaleza divina es una en tres y la trinidad constituye una unidad. En las tres se halla la naturaleza divina o, por ser más exacto, las tres constituyen la naturaleza divina. Olvidémonos de cualquier superioridad o insuficiencia 72: no hagamos de la unidad una confusión y de la diversidad una división 73. Queden lejos de nosotros tanto la confusión de Sabelio, cuanto la división de Arrio, errores ambos opuestos diametralmente entre sí pero merecedores de una condenación semejante. ¿A qué viene reunir equivocadamente a Dios o separarlo mediante una desigualdad?.

12. "Para nosotros no hay más que un Dios Padre, de quien todo procede, y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas" 74 y un solo Espíritu Santo en el que todas las cosas están. Los términos "de quien", "por quien", "en el que" no afirman distinción de naturaleza, pues de ser así no podría alterarse el orden ni la disposición de tales partículas. Sino que mediante la definición de la naturaleza de una persona, se obtiene la caracterización del conjunto de la naturaleza, sin que ello implique confusión 75. Que las tres personas se unen en una sola naturaleza resulta obvio a quien lea con detenimiento lo escrito por el Apóstol: "De El, por El y para El son todas las cosas, a El la gloria por los siglos. Amén" 76. El Padre es padre y no tiene principio, porque no proviene de nadie. El Hijo es hijo y tiene principio, porque proviene del Padre. Mas si por "principio" entiendes algo inserto en el tiempo entonces habrás de negar que El tenga principio, ya que es El quien ha creado el tiempo y, por tanto, no puede someterse a lo temporal. El Espíritu Santo es realmente espíritu y proviene del Padre 77, pero no por generación como el Hijo, sino por procesión, si se nos concede inventar esa palabra para expresarnos con alguna claridad 78. Ni el haber engendrado supone algo contrario a la condición de no engendrado del Padre, ni contra la condición de engendrado del Hijo supone algo su procedencia de quien no ha sido engendrado. ¡No podria ser de otra manera! Ni el Espíritu Santo se transforma en Padre o Hijo porque proceda de ambos y sea Dios. Aunque los impíos se resistan a creerlo, la peculiaridad de la persona es inmutable. Pues, en efecto, ¿cómo seria peculiaridad si se moviera y transformara? Quienes consideran la peculiaridad de no ser engendrado o la de serlo como reductibles a la naturaleza de dioses que tienen el mismo nombre se verán forzados a reconocer que Adán y Set pertenecen a naturalezas distintas, ya que el primero no nació de carne, sino que fue creado por Dios, y el segundo nació de Adán y Eva 79. En resumen, un solo Dios en tres Personas y tres Personas en un solo Dios, tal y como ya hemos dicho.

13. Siendo así las cosas, según las hemos expuesto, era necesario que no fueran los únicos adoradores los seres superiores 80, sino que convenía que hubiera también adoradores terrenales, para que todo se llenase de la gloria de Dios, pues suyo era todo. Por tal motivo fue creado el hombre honrado con la mano y la imagen divinas. Ahora bien, cuando el hombre se apartó miserablemente del Dios que lo había creado, no hubiera sido digno de Dios desinteresarse de su criatura. ¿Qué sucedió entonces? ¿Cuál es el gran misterio que nos atañe? Las naturalezas se renuevan y Dios se hace hombre. El que cabalga sobre el cielo más alto hacia el oriente de su propia gloria y esplendor 81, es glorificado en el occidente de nuestra simpleza y humildad y el Hijo de Dios acepta ser Hijo del Hombre y ser así llamado. No porque cambiase lo que era, que es inmutable, sino porque adquiría lo que no era, por amor al hombre, a fin de que lo incompresible fuera comprendido. Se nos unió mediante la carne, que actuaba de velo, pues no es propio de la naturaleza creada y corruptible llevar la pureza de la naturaleza divina. Por tanto, se mezcló lo que no podía mezclarse. No sólo Dios con lo que tiene origen, la mente con la carne, lo que está por encima del tiempo con el tiempo, lo que no admite límite con lo mensurable, sino también el nacimiento con la virginidad, la deshonra con lo que excede a todo honor, lo impasible con lo sometido a toda suerte de sentimientos, lo inmortal con lo corruptible. Y el autor del mal que, tras engañarnos con el espejuelo de una naturaleza divina, se creía invencible, es engañado por la apariencia de carne, de manera que, creyendo atacar a Adán, tropezó con quien era Dios al mismo tiempo. así el nuevo Adán salvaba al antiguo 82, así se rompía la atadura de la carne 83, así, la carne era condenada a muerte por la carne.

14. Yo, que presido esta celebración, y vosotros y cuanto está en el mundo y por encima del mundo hemos celebrado, según convenía, la Natividad de Cristo. Corrimos con la estrella, adoramos con los Magos 84, con los pastores fuimos iluminados, lo glorificamos junto con los ángeles 85, como Simeón lo tomamos en brazos, con Ana, aquella anciana y casta mujer 86, lo alabamos. Gracias fueron dadas a quien vino a su patria como extranjero 87, pues así glorificó a quienes realmente éramos extranjeros. Mas ahora nos hallamos ante una nueva acción de Cristo y ante un nuevo misterio. No puedo sofocar mi entusiasmo. Me siento lleno de Dios. Poco falta para que anuncie el Evangelio como Juan 88, que si bien no soy yo el Precursor, vengo también del desierto 89. Cristo es iluminado: comportémonos así nosotros. Cristo es bautizado: sumerjámonos también nosotros para que juntamente con El salgamos del agua 90. Es bautizado Jesús. ¿Esto sólo? ¿O también es necesario considerar el resto de sus acciones? ¿Quién es el bautizado? ¿Por quién? ¿Cuándo? ¿Siendo puro es bautizado por Juan cuando da inicio a las señales divinas? ¿Qué hemos de aprender? ¿Cómo debemos instruirnos con este acontecimiento? Debemos purificarnos, ser humildes y anunciar su palabra en la madurez de la edad física y espiritual 91. Aludo a quienes improvisan la administración del Bautismo, no la preparan, no procuran que, mediante la disposición para recibir la gracia, se logre la seguridad que otorga el Bautismo. Pues si la Gracia, que de Gracia se trata, confiere el perdón de los pecados, urge prevenirse para no recaer en el antiguo vómito. En segundo lugar, me refiero a quienes se alzan contra quienes administran los misterios, en el caso de que se distingan por una especial dignidad. Por fin, aludo en tercer lugar a quienes presumen de su juventud y piensan que toda edad es buena para enseñar o para asumir un cargo presbiteral. Se purifica Jesús: ¿despreciarás tú la purificación? Es purificado por Juan: ¿te rebelarás tú contra quien te enseña el Evangelio? Tenía treinta años, ¿enseñarás a los ancianos tú, que aún eres imberbe? ¿Crees que para enseñar no se requiere el respeto que dispensan la edad y la forma de ser? Entonces acuden al caso de Daniel o al de cualquier otro juez joven, y tales ejemplos corren de boca en boca. En efecto, nunca falta justificación a quien quiere obrar injustamente. Mas la excepción no ha de ser hecha ley en la Iglesia. Una golondrina no hace primavera, ni un solo trazo hace al geómetra, ni una sola travesía al buen marino.

15. Juan bautiza y se le acerca Jesús, quizá para santificar al que bautiza, en cualquier caso, es evidente que para santificar a todo el antiguo Adán 92, sumergiéndolo consigo en el agua del Bautismo. Pero antes que a éstos y por su causa, santifica al río Jordán. Como era espíritu y carne, comienza por el espíritu y el agua. Juan se resiste y Jesús le convence. "Soy yo quien tiene necesidad de ser bautizado por ti" 93, dice la luz al sol, la voz al Logos 94, el amigo al esposo 95, el que está por encima de todos los nacidos de mujer 96, al Primogénito de toda criatura 97, el que saltó de alegría en el vientre de su madre al adorado cuando estaba aún en el seno materno 98, el Precursor que precedería 99 a quien se muestra y habrá de mostrarse. "Soy yo quien tiene necesidad de ser bautizado por ti" 100°. Y añade también: "en favor tuyo". Pues sabía que sería bautizado con el martirio o que, como Pedro, no lavaría sólo sus pies 101. Y sigue: "¿y vienes tú a mí?" También esto es profético: sabía que, tras Herodes, enloquecería Pilatos 102 y de ese modo Cristo seguiría a aquel que ya antes había sido muerto. ¿Qué contesta Jesús? "Déjame ahora" 103, esto se ajusta a lo convenido. Conocía bien que, poco después, El bautizaría al Bautista 104. ¿Qué significa el bieldo? 105 La purificación. ¿Y el fuego? 106 La destrucción de lo mudable y el fervor del Espíritu. ¿Y el hacha? 107 Que será arrancada el alma que permanezca estéril tras recibir el estiércol. ¿Qué significa la espada? 108 El corte hecho por el Logos, la división establecida entre lo peor y lo mejor, la que separa al creyente del incrédulo, la que enfrenta al hijo, a la hija, a la esposa, con el padre, la madre, la suegra 109, la que distingue las cosas nuevas y recientes de las viejas y sombrías. ¿Qué significa la correa de la sandalia, esa que no osas desatar tú 110 que bautizas a Jesús, que vienes del desierto y no te alimentas, que eres el nuevo Elías 111, incluso superior al profeta 112, pues has visto al profetizado, tú, mediador del Antiguo y el Nuevo Testamento? 113 ¿Qué significan todas estas cosas? Se trata, tal vez, de explicaciones sobre la venida de Cristo y su Encarnación, explicaciones cuya interpretación no es fácil, ni siquiera en lo fundamental y ello no sólo para cuantos son aún carnales e infantiles en Cristo, sino también para los que, como Juan, están ya en el Espíritu.

16. Sale Jesús del agua 114. Consigo lleva levantado el mundo y ve cómo se abren los cielos que Adán se había cerrado a sí mismo y a cuantos de él descendieran, como había cerrado también el Paraíso con flameante espada 115. El Espíritu da testimonio de la naturaleza divina de Jesús: acude a encontrarse con su igual. Y otro tanto la voz del cielo 116, pues de allí procedía Aquél de quien se da testimonio. El Espíritu se manifiesta corporalmente en forma de paloma 117, honrando así al cuerpo, honrado ya antes por Dios mediante la deificación. Por otra parte, ya desde antiguo la paloma estaba acostumbrada a anunciar el final del diluvio 118. Claro que si tú estimas la naturaleza divina atendiendo al peso y al volumen, te ha de parecer insignificante el Espíritu, pues se presenta en forma de paloma. ¡Ah, mezquino para contemplar tales grandezas! Incluso cuentas con la posibilidad de despreciar el reino de los cielos, que es comparado con un grano de mostaza 119. Y, por supuesto, advertirás que el enemigo aventaja en grandeza 120 a Jesús, porque aquel recibe los nombres de "monte alto" 121, "Leviatán" 122 y rey de lo que se halla en las aguas 123, mientras que Jesús es el cordero 124, la perla 125, la gota 126 y otros nombres semejantes. 17. Es decoroso que en la fiesta del Bautismo del Señor nos aprestemos para sufrir un poco por Aquél que por nosotros asumió una cierta forma 127, fue bautizado y crucificado. ¡Ea! Consideremos las diversas maneras en que puede recibirse el Bautismo, para que así nos vayamos de aquí purificados. Bautizó Moisés, pero en el agua 128. Y antes aún, en la nube y en el mar 129. Como nota San Pablo 130, esto era una figura: el mar era figura del agua del Bautismo; la nube, del Espíritu; el maná, del pan de vida; la bebida, de la bebida divina. También Juan bautizó. Mas ya no lo hizo a la manera de los judíos, puesto que no bautizaba sólo con agua, sino además en función del arrepentimiento 131. No obstante, no era todavía enteramente espiritual, pues no bautizaba en nombre del Espíritu Santo. Por último, bautiza Jesús y lo hace en el nombre del Espíritu 132. Este es el bautismo perfecto. Detengámonos un poco en este punto: ¿cómo es posible que no sea Dios Aquél gracias al cual llegas tú a ser dios? 133. Aún conozco un cuarto tipo de bautismo: aquel que se obtiene por el testimonio y la sangre. Cristo también fue bautizado según este cuarto modo, que es mucho más venerable que los anteriores, porque no admite ser mancillado después con mancha alguna 134. Por fin diré que hay todavía un quinto bautismo. Es el de las lágrimas 135. Este resulta en extremo penoso, pues riega cada noche con lágrimas el propio lecho y el estrado 136. Este es propio de aquel cuyas llagas son fétidas 137, que camina llorando y entristecido 138 y reproduce el arrepentimiento de Manasés 139 y la humillación con que Ninive 140 alcanzó el perdón. Es el bautismo perteneciente a quien pronuncia en el templo las palabras del publicaNo, que es juzgado por contraposición con la arrogancia del fariseo 141. El bautismo propio de quien, como la cananea, se ampara en la misericordia y suplica migajas, esto es, el alimento de un perro hambriento 142.

18. Por mi parte, yo reconozco que, como hombre que soy, soy un animal voluble y de frágil naturaleza. Acepto el bautismo de buen grado, venero a quien me lo ha concedido y procuro que los demás participen de él, mostrándome misericordioso para poder alcanzar misericordia. Pues me sé rodeado de debilidad y recuerdo que seré medido según midiere 143. Mas ¿qué dices, qué dispones tú, nuevo fariseo, puro de nombre, que no de comportamiento, que nos echas a la cara las doctrinas de Novato mas te dejas llevar también por sus debilidades? 144 ¿No aceptas el arrepentimiento? ¿No das lugar a los lamentos? ¿No te mueven a llanto las lágrimas ajenas? ¡Que no topes con un juez como tú! ¿No respetas la misericordia de Jesús, que soportó nuestras enfermedades 145, cargó con nuestros dolores y vino no por los justos, sino por los pecadores 146, para conducirlos a penitencia, que prefirió la misericordia al sacrificio 147 y manda perdonar los pecados hasta setenta veces siete 148? ¡Bendita arrogancia la tuya si es pureza y no vanidad, que pone preceptos que superan la capacidad humana y aniquila con la desesperación el deseo de enmienda! Son malas por igual una absolución imprudente y una condenación que no admita el arrepentimiento. La primera suelta las riendas por completo. La segunda ahoga con su violencia. Muéstrame tu pureza y aceptaré tu severidad. Mas mucho me temo que, estando tú lleno de heridas, no admitas la posibilidad de curación. ¿No aceptas el arrepentimiento de David, gracias al cual conservó la gracia que le había sido profetizada? 149 ¿Rechazas al gran Pedro, que durante la Pasión del Salvador se dejó arrastrar por un sentimiento meramente humano? 150 Le perdonó Jesús, sin embargo, y mediante tres preguntas y tres respuestas sanó su triple negación 151. ¿No es acaso prueba de que le aceptó el que llegara a la perfección merced a su muerte en el martirio? También esto es propio de tu presunción. ¿Tampoco aceptarás a aquél que en Corinto transgredió la Ley? 152 Mas Pablo con la enmienda de su vida ratificó su caridad. Y éste fue el motivo: "para que no se viera consumido por excesiva tristeza" 153 si era castigado con excesivo rigor. ¿No toleras el matrimonio de las viudas jóvenes arguyendo que, por su edad, son fáciles de conquistar? Pablo sí osó hacerlo 154. Claro que tú, sin duda, eres su maestro, pues has alcanzado el cuarto cielo, has visto otro paraíso y escuchado palabras secretas 155 y has rodeado tu evangelio con un gran círculo 156.

19. Mas tú podrías decir: "tales cosas no proceden después del Bautismo". ¿En qué te basas? Pruébalo o no lo condenes. Si la cuestión es ambigua sea nuestra guía la misericordia. Según tú dices, Novato "no recibió a quienes habían cometido apostasía en el momento de la persecución" 157. ¿Y qué? Actuó ciertamente con rectitud si los tales no se habían arrepentido. Tampoco yo acepto a quienes no se someten o no lo hacen dignamente o no compensan el mal con su enmienda. Cuando los acepto asigno a cada uno de ellos el puesto que le convienen158. Mas si Novato no admitió a quienes se consumían en llanto por su pecado, no seré yo quien le imite. ¿Por qué he de tomar como norma la crueldad de quien no condenaba la avaricia, que es una forma de idolatría, y sin embargo castigaba cruelmente la fornicación, como si él no fuera de carne y hueso? ¿Qué decís? ¿Os han convencido nuestras palabras? Poneos entonces junto a nosotros que somos hombres. Exaltemos todos juntos al Señor. Que ninguno de nosotros, por mucha confianza que tenga en sí mismo, ose decir: "nadie me toque, yo soy puro" 159, ni "¿quién como yo?". Hacednos partícipes de vuestro esplendor. ¿No os hemos persuadido? Lloraremos, entonces, por vosotros. Quienes lo deseen vengan por nuestro camino, que es el de Cristo. Quienes no, vayan por el suyo. Tal vez en el otro mundo sean bautizados con fuego, padeciendo el último Bautismo, el más penoso y largo, el que devora la materia como pasto y consume la ligereza de todos los males.

20. Honremos hoy nosotros el Bautismo de Cristo y celebrémoslo bien, no deleitándonos con el vientre sino alegrándonos espiritualmente. Mas ¿cómo podremos deleitarnos? "Lavaos, sed puros" 160. Si sois de color púrpura por el pecado o de un tono menos sanguinolento, volveos blancos como la nieve 161. Mas si sois del color escarlata y casi perfectos en la sangre, alcanzad la blancura de la lana. En cualquier caso, purificaos y aumentad vuestra pureza, porque nada alegra a Dios tanto como la corrección y la salvación del hombre. En favor de él fue dada toda palabra y todo misterio, para que actuara como luz del mundo, como fuerza vivificadora para el resto de los hombres 162, para que colocados como luces perfectas junto a la gran luz, seáis iniciados en la luz que proviene del cielo, iluminados de una forma más pura y clara por la Trinidad, de quien recibís ahora el único resplandor de la única naturaleza divina en Cristo Jesús, Señor nuestro, a quien la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Notas

1 Cf. Jn 1, 9.
2 Jn 8, 12.
3 Sal 34, 6.
4 Cf. Jn 1, 9.
5 Cf. 1Co 15, 45.
6 Jn 1, 5.
7 Cf. Jn 1, 5.
8 Aquí se alude a lo que San Gregorio explicará más detenidamente después (cf. cp. 13), esto es, al encuentro victorioso de Cristo con el demonio. Este último, engañado por el aspecto humano (de Adán, como se dice aquí y en el capitulo 13) del Hijo de Dios, cayó sobre El a fin de apoderarse de aquella presa que, como hombre, consideraba le pertenecía. Mas quedó burlado porque bajo la envoltura de la carne humana, se escondía la naturaleza divina.
9 Hemos traducido así el término griego (anagoghé), aunque la versión no sea del todo precisa: en griego indica una interpretación espiritual del hecho bíblico y San Gregorio añade también al término el significado de "conducir a lo alto", implícito en el verbo anághein.
10 Alusión a la Ley, considerada comúnmente como "sombra del futuro", de la nueva ley, desde los tiempos de la apologética.
11 Cf. Hb 9, 13.
12 Alusión a los cultos mistéricos paganos que contaban con una amplia difusión en la época imperial y constituían para el cristianismo un peligro mayor aún que el de la religión tradicional.
13 Referencia polémica al arte retórica, tenida en gran consideración en la época en que escribía San Gregorio
14 Una tentativa de interpretación racionalizante de la adolescencia de Zeus, alimentado y educado en Creta a espaldas de su padre Crono, que quería devorarlo como al resto de sus hijos por temor a que, como luego sucedió, lo destituyese. Según San Gregorio, Zeus no habría sido sino un rey de Creta, divinizado después
15 Según la tradición, los Curetes eran guerreros que danzaban con sus armas, a fin de que el fragor de su baile ocultase a los oídos de Crono los vagidos de Zeus niño
16 Alusión a los ritos de los sacerdotes frigios que al son de flautas se mutilaban en honor de Rea (o Cibeles). Este culto orgiástico había tenido origen en Asia Menor y difundido por el mundo grecorromano, gozaba de muy poca estima.
17 Los Coribantes eran los sacerdotes de Rea que danzaban y batían palmas durante las procesiones.
18 Alusión al rapto de Proserpina efectuado por Plutón y a la búsqueda que de aquélla hizo por todo el mundo su madre Deméter.
19 El rey Celeo, padre de Tritolemo, había acogido y hospedado a Deméter durante su peregrinaje.
20 Oscuras alusiones a los ritos mistéricos de Eleusis, que representaban el mito de la peregrinación de Deméter y del descubrimiento de Proserpina. Era fama que este rito se celebrara en los misterios eleusinos con prácticas obscenas.
21 Dioniso, concebido por Zeus y Semele, fue extraído del cuerpo de su madre antes de que se cumpliera el tiempo de su nacimiento y fue escondido por Zeus en uno de sus muslos, cuando Semele fue asesinada por Era, airada contra ella por el adulterio de Zeus.
22Referencia al nacimiento de Atenea de la cabeza de Zeus, para significar su origen virginal e intelectual.
23 Alusión polémica a Baco y a sus desenfrenados coros. En Tebas se celebraban fiestas sagradas en honor de Baco, conocidas de todos por la posesión dionisíaca y la ebriedad de sus participantes.
24 Cf. supra, nota 21.
25 No se sabe exactamente a qué se refiere aquí San Gregorio. Tal vez se trata sólo de que el hecho de ser Afrodita la diosa del amor le hiciera suponer la existencia de misterios obscenos.
26 Personajes míticos del séquito de Afrodita y cuyo nombre es de por sí suficientemente expresivo.
27 Según la leyenda, existía en Taúride, entre los escitas, en la región correspondiente más o menos a la actual Rusia, un altar consagrado a Artemis, sobre el cual eran inmolados todos los extranjeros
28 Alusión al culto a "Artemis Orthia", la "diosa virgen" de que se habla, en Esparta. En su honor los jóvenes espartanos se flagelaban a veces ante los ojos de los espectadores que los animaban.
29 La expresión griega que acabamos de traducir es ambigua. El acto de canibalismo fue preparado para los dioses por Tántalo, quien les ofreció como comida la carne de su hijo Pélope, iniciando con este atroz delito la serie de maldiciones que arruinaron a todos sus descendientes.
30 Los misterios de Hécate no son bien conocidos. En cualquier caso, Hécate era considerada la diosa de la noche y del infierno.
31 El beocio Trofonio, deseoso de gloria, se habría escondido hasta el fin de sus días en una gruta subterránea en Lebadea, en Beocia. En aquel mismo lugar, habría establecido su morada un demonio quien, fingiéndose Trofonio, ofrecía a quienes lo solicitaban los vaticinios requeridos.
32 En Dodona, célebre ciudad del Epiro, se encontraba un bosque de robles consagrados a Zeus, de cuya fronda se extraían los vaticinios.
33 El famoso oráculo del Apolo de Delfos, donde había un trípode a cuyo lado la Pizia, sacerdotisa del Apolo pítico, poseída por el dios, vaticinaba.
34 Una fuente del monte Parnaso consagrada a Apolo y a las musas. Era designada con frecuencia como la fuente de la poesía y de la inspiración poética.
35 Alusión al hecho de que en los tiempos de San Gregorio muchos de los oráculos más famosos se habían reducido al silencio, esto es, no vaticinaban ya y estaban abandonados, testimonio de la difusión del cristianismo y del abandono de la religión tradicional.
36 Con el nombre genérico de magos se designaba a los sacerdotes persas u orientales en general, expertos en la práctica de las predicciones basadas en el examen de vísceras de victimas sacrificadas al efecto. Esta práctica, con todo, era típica también de otros sacerdotes paganos.
37 También los caldeos eran sacerdotes orientales, expertos en astrología. Recuérdese que el estudio de la astronomía era particularmente cultivado desde la antigüedad sobre todo por los babilonios, a quienes se consideraba antepasados de los caldeos.
38 Según la tradición, los tracios habían sido los primeros en enseñar las prácticas del culto divino.
39 Alusión a los misterios y a las iniciaciones a los ritos de Orfeo, cubiertos de secreto al igual que los misterios eleusinos.
40 Los iniciados en el culto al dios persa Mitra, equivalente al sol, debían superar una serie de pruebas y experiencias particularmente arduas. No parece, sin embargo, que San Gregorio esté bien informado sobre el particular.
41 Osiris, dios de Egipto, había sido despedazado por su enemigo Tifón, dios de la violencia y de la fuerza irracional.
42 Isis, mujer de Osiris, recorrió todo el mundo buscando los miembros despedazados de su marido, para recomponerlos y devolverlo a la vida.
43 Los habitantes de la ciudad de Mendes, en el bajo Egipto, veneraban como dios a un macho cabrio
44 En Menfis, por el contrario, era objeto de particular devoción el buey Apis
45 Referencia a los beneficios reportados a Egipto por el Nilo, que con sus crecidas fertiliza su vega.
46 Cf. Rm 1, 23 ss.
47 Cf Gn 3, 22.
48 Reaparece la interpretación del árbol de la vida que se encontraba en el paraíso y de su significado que ya se ha visto en la Homilía 38, cp. 12.
49 Cf. Rm 1, 24-25.
50 Pr 4, 7.
51 Cf. Qo 1, 16.
52 Sobre el significado y el valor de la purificación, previa a todo conocimiento de Dios, cf. cuanto se ha dicho en la introducción.
53 Cf. Ex 34, 30 ss.
54 Jc 13, 22.
55 Cf. Lc 5, 8
56 Cf. Mt 14, 29
57 Cf. Hch 9, 4 ss.
58 Cf. Mt 8, 5 ss.
59 Mt 8, 8.
60 Cf. Lc 19, 2 ss.
61 Lc 19, 9.
62 Cf. Mt 12, 44-45.
63 Cf. Is 11, 2-3
64 Cf. Mt 12, 45
65 Cf Pr 4, 23.
66 Cf. Sal 81, 6.
67 Cf. Jr 4, 3.
68 Cf. 1Co 2, 7.
69 Cf. Sal 87, 7
70 Referencia a cuanto el mismo San Gregorio había dicho ya antes en la Homilía 38, donde se había apuntado la historia de la Creación del universo, del hombre, de su caída y de su salvación gracias a la Encarnación del Hijo de Dios
71 Sobre estas líneas de teología trinitaria, cf. cuanto se ha dicho en la introducción.
72 Alusiones a la diversidad de naturalezas entre el Padre y el Hijo sostenida por la herejía arriana, que consideraba mayor al primero, en cuanto Dios, e infinitamente inferior al segundo en cuanto criatura.
73 El contexto es, simultáneamente, de polémica contra los arrianos y contra los modelistas. La confusión de que aquí se habla y la reducción a la que enseguida se hará referencia, describe el modalismo, que hace del Hijo un modo de ser del Padre y, por ende, lo reduce, lo resuelve en el Padre; la diversidad, la división, el truncamiento indican la separación de sustancia o naturaleza entre el Hijo y el Padre, según la herejía arriana, que considera al Hijo una criatura y a Dios solamente el Padre.
74 1Co 8, 6.
75 Sobre este pasaje, cf. cuanto se ha observado en la introducción.
76 Rm 11, 36.
77 Cf. Jn 15, 26.
78 San Gregorio había sido, en efecto, el primero en formular con esta terminología la Pneumatología ortodoxa. Frente a San Basilio que se limitaba a considerar al Espíritu Santo como "par en honor" al Padre y al Hijo, y por consiguiente Dios, el Nacianceno sostiene que el Espíritu Santo proviene del Padre, pero no como el Hijo, sino por "procesión". Aunque derivado de Jn 15, 26, el término es un neologismo de San Gregorio, en la medida en que pretende indicar "el modo de ser" del Espíritu Santo.
79 El mismo ejemplo es empleado en la Homilía 31, 11, para ilustrar los diversos orígenes del Hijo y del Espíritu Santo, que, aunque proceden ambos del Padre, no son los dos Hijos. Los pneumatómacos argüían que si el Espíritu tenía su origen en el Padre, debía ser Hijo y, por consiguiente, había dos Hijos.
80 Esto es, los ángeles; cf. lo dicho por San Gregorio en la Homilía 38, 9.
81 Cf. Sal 68, 34
82 Cf. 1Co 15, 45.
83 Cf. Rm 5, 16. 18.
84 Cf. Mt 2, 11.
85 Cf. Lc 2, 9 ss.
86 Cf. Lc 2, 28-38.
87 Cf. Jn 1, 11.
88 Cf. Mt 3, 1 ss.
89 También San Gregorio, en efecto, antes de ser llamado a guiar la comunidad nicena de Constantinopla había pasado casi cinco años en la meditación y en el silencio del desierto, junto a Seleucia, en Siria.
90 Cf. Mt 3, 16.
91 La contraposición de la "edad física" y la "edad espiritual" representa un argumento muy difundido en el cristianismo antiguo, según el cual la madurez espiritual, del hombre interior, no se corresponde necesariamente con la madurez física, la del hombre exterior. Se solía interpretar con arreglo a esto a algunos personajes del Antiguo Testamento, como Daniel, citado aquí un poco más adelante, Jacob u otros que, a pesar de su juventud. mostraban una madurez intelectual y, sobre todo, espiritual, desproporcionada con su aspecto físico externo
92 Cf. 1Co 15, 45.
93 Mt 3, 14.
94 Cf. Mt 3, 3.
95 Cf. Mt 9, 15.
96 Cf. Mt 11, 11
97 Cf. Col 1, 15
98 Cf. Lc 1, 41.
99 Cf. Lc 1, 17
100 Mt 3, 14
101 Cf. Jn 13, 6 ss
102 Cf. Mt 27, 11
103 Mt 3, 15
104 Lo que equivale a decir que también Juan Bautista seria bautizado con el Bautismo de Cristo, o sea, con el bautismo de sangre del martirio, porque fue asesinado por Herodes
105 Cf. Mt 3, 12
106 Cf. Mt 3, 10
107 Cf. ibid.
108 Cf. Mt 10, 34
109 Cf Mt 10, 35
110 Cf. Mt 3, 11
111 Cf. Mt 11, 14.
112 Cf. Mt 11, 9.
113 Cf. Lc 16, 16.
114 Cf. Mt 3, 16.
115 Cf. Gn 3, 24.
116 Cf. Mt 3, 17.
117 Cf. Mt 3, 16.
118 Cf. Gn 8, 10.
119 Cf. Mt 13, 31.
120 Cf. Za 4, 7.
121 Cf. Dn 2, 45.
122 Cf. Jb 3, 8.
123 Referencia insegura.
124 Cf. Jn 1, 29.
125 Cf Mt 13, 46.
126 Lo que San Gregorio presenta como una cita bíblica no ha sido identificado hasta ahora. Ni siquiera los editores Maurinos han podido indicar el pasaje a que hace referencia San Gregorio.
127 O lo que es lo mismo, asumió una forma humana, mientras una forma, en cuanto limitación, no puede adaptarse a la naturaleza divina del Hijo.
128 Cf. Ex 17, 6.
129 Cf. Ex 13, 21; Ex 14, 22.
130 Cf. 1Co 10, 1 ss.
131 Cf. Mt 3, 2
132 Cf. Mt 28, 19.
133 Es la función que tiene el Espíritu Santo en la celebración del Bautismo: vuelve al hombre perfecto como Dios, según la pneumatología enseñada sobre todo por San Basilio (cf. De Spiritu Sancto, 16, 38; 26, 61), que retama el Nacianceno también en la Homilía 33, 17 y 34, 12. Y otro tanto San Gregorio de Nisa en su trabajo Sobre el Espíritu Santo contra los Macedonianos.
134 Se trata del martirio, considerado desde los tiempos más antiguos como el "bautismo de sangre"
135 Esto es, la penitencia.
136 Cf. Sal 6, 7.
137 Cf. Sal 38, 6.
138 Cf. Sal 38, 7.
139 Cf. 2Cro 33, 13.
140 Cf. Jon 3, 5.
141 Cf. Lc 18, 13.
142 Cf. Mt 15, 22 ss.
143 Cf. Mt 7, 2.
144 Novato, hereje que vivió en Roma durante la segunda mitad del siglo III, fue condenado por su excesivo rigorismo y se convirtió enseguida en el símbolo de toda actitud excesivamente severa en la administración de la penitencia.
145 Cf. Is 53, 4.
146 Cf. Lc 5, 32.
147 Cf. Os 6, 6.
148 Cf. Mt 18, 22
149 Cf. 2S 12, 13
150 Cf Mt 26, 70
151 Cf. Jn 21, 15.
152 Cf 1Co 5, 1 ss.
153 2Co 2, 7.
154 Cf 1Tm 5, 14.
155 Cf. 1Co 7, 8.
156 Cf. 2Co 12, 1 ss
157 Durante la persecución de Decio (249-250 d. C.).
158 Parece poder deducirse de este ligero apunte que los penitentes tenían en la comunidad cristiana gobernada por San Gregorio de Nacianzo un lugar reservado a ellos. Para más detalles sobre este punto cf. H. Althaus, Die Hellslebre des Gregors von Nazianz, Münster 1972, p. 196.
159 Is 65, 5.
160 Is 1, 16.
161 Cf. Is 1, 18
162 Cf. Flp 2, 15