Parte Segunda. LA INFANCIA

CAPÍTULO VI. LA VISITA DE LOS MAGOS Y SUS CONSECUENCIAS

1 CIASCA, Tatiani evangeliorum harmonía arabica, Roma, 1888.
2 Sermo 203, 1. Aceptaron esta teoría Santo Tomás de Aquino, Suárez, Maldonado y otros.
3 La palabra mag, que significa «grande, ilustre», tiene la misma etimología que la griega μέγας, la latina magnus, la sánscrita malla y la persa magh.
4 CICERÓN, De divin., 1, 1; 2, 42: Magos..., quod genus sapientum ac doctorum habetur in Persis; STRABON, 16, 6; PLINIO, Hist. nat., 6. 123. etc.
5 Dn 2, 48.
6 STRABON, 11, 9, 3; 18, 3, 1.
7 Hch 8, 9-12, Simón el Mago; Hch 13, 6,-24, Barjesus, llamado el Mago.
8 Experiméntase cierta extrañeza al observar que SAN JUSTINO, Dial. c. Tryph., 78; ORÍGENES, Contr. Cels., 1, 60; SAN AGUSTÍN, Serm., 20, 3-4, y aun S. JERÓNIMO, Comm. in Is., 19, 1, consideran a los Magos del Evangelio como magos vulgares o hechiceros convertidos por la gracia. SANTO TOMÁS DE AQUINO, 3.ª pan., q. 36, art. 3, ad. 2, es más justo con ellos y los trata de sabios y prudentes.
9 Sal 71, 10 : «Los reyes de Tarsis y de las islas le ofrecerán dones: los reyes de Arabia y de Sabá le traerán presentes», Is 60, 3-6: «Los reyes caminarán al resplandor de tu aurora... ; todos los de Sabá vendrán, trayendo oro e incienso.» Cfr. Sal 68, 31.
10 MARTIGNY, Dictionnaire des antiquités chrétiennes, 2.ª, pp. 440-442. F. X. KRAUS, Real-Encyklopiddie der Christl. Alterthümer, 2, pp. 348-352.
11 Acerca de estos diversos puntos se hallarán noticias bastante completas en losDiccionarios de la Biblia, en la palabra «Magos», y sobre todo en PATRIZI, Evangeliis libri tres, t. 2, pp. 309-354.
12 En griego άπό άνατολών en plural y sin artículo. La locución es sumamente vaga.
13 Esta es la opinión más común. Entre los Padres, sus principales defensores son ORÍGENES, Contr. Cels., 1, 24; CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Strom., 1, 15, 71; SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homil in Matth., h. 1.; el poeta JUVENCO, Evangel., 1, 241.
14 SAN CLEMENTE papa, 1, 25, 1; SAN JUSTINO, Dial. c. Tryph, 77, 78, 88, etc.;TERTULIANO, Adv. Marc., 3, 13, y Adv. jud., 9. Pero hay también fuera de Arabia incienso y mirra, y no se dice que los Magos llevasen estas sustancias de su propio país.
15 Especialmente Orígenes, San Epifanio, Eusebio de Cesarea. Este es también el parecer del Ev apócrifo atribuído a S. Mt: Transacto secundo anno.
16 Contr. Cels., 1, 58.
17 FILLION, S. Matthieu.
18 Nm 9, 15-23.
19 En particular SAN JUSTINO, Dial c. Tryh., 106, y SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. in Matth., h. 1.
20 Pronto se apoderó la leyenda de la estrella de los Magos. SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Epist. ad Ef 19, 2, cuenta que sobrepujaba en claridad a los demás astros, incluso a la luna y el sol, que danzaban en torno de ella. O bien, es un ángel que se apareció a los Magos en figura de estrella. Cfr. el Evangelio árabe de la Infancia, 7; El Protoevangelio de Santiago, 21; Pseudo-Mtth., 13.7.
21 En griego, el pronombre está muy acentuado: αύτοϋ τόν άστέρα.
22 Cfr. el historiador JUSTINO, Histor., 36, SUETONIO, Caesar, 88, etc. Esta creencia existía principalmente en Asiria y Caldea, como se ve por numerosos textos de las inscripciones cuneiformes.
23 Eglog., 4, 4-52. Célebre pasaje, inspirado, según se cree, en los libros de las Sibilas, Oracles sibylins, 3, 784-794.
24 Hist., 5, 13.
25 Vespas., 4.
26 Bell. jud., 6, 5, 4. SCHÜRER, 2, pp. 518-519.
27 Sermo, 201, 2.
28 SAN AGUSTÍN, Sermo 97: Stellam Christi esse cognocerunt per aliquam revelationem. SAN LEÓN, Serm. 4 de Epiph.: Dedit Deus aspicientibus intellectum, qui praestitit signum. Según ORÍGENES' c. Cels., I, 60, los Magos habrían conocido la profecía de Balaam: «De Jacob nacerá una estrella y de Israel se levantará un cetro» (Nm 24, 17), lo que habría contribuido a formar su convicción. Pero este hecho parece poco verosímil. Por lo demás, se admite comúnmente que en este vaticinio no se trata de un astro propiamente dicho, destinado a anunciar el advenimiento del Mesías. La palabra estrella se emplea en sentido figurado para designar al Mesías mismo. SAN JUSTINO, Dialog., c. Tryph., SAN IRENEO, Adv. Haer., 3, 9, 2; EUSEBIO DE CESAREA, Demonstr. evang. 9, 1, 1-10, establecen la misma relación que Orígenes entre la estrella y la profecía de Balaam.
29 Muchos exegetas contemporáneos prefieren traducir las palabras έν τή άνατολή por «a su salida», es decir, en el momento en que la estrella, cualquiera que fuese, se hizo visible. Pero si el evangelista hubiese pensado en esta significación parece obvio que hubiera añadido el pronombre posesivo.
30 Προσχυνείν: a la letra, «prosternamos delante de él». De esta manera rendían homenaje los orientales a sus reyes y a los grandes personajes, lo mismo que a la divinidad. Cfr. Gn 27, 29; Gn 33, 3 ; Gn 33, 6-7.
31 Según algunos comentaristas, la turbación de la ciudad habría sido de la misma índole que la del rey, por cuanto también la ciudad habría -temido ver a Herodes desposeído por el Mesías. Esta interpretación nos parece poco natural. Si el tirano tenía bastantes partidarios en Jerusalén, andaba lejos de contar con la simpatía de la mayor parte de los habitantes. Los fariseos, sobre todo, le detestaban de corazón.
32 Como el evangelista no menciona aquí más que a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas o doctores de la ley, han creído algunos que estas dos clases de la suprema Asamblea fueron las únicas convocadas por Herodes, ya que a ellos especialmente incumbía el responder a su pregunta. Pero parece más probable que, dada la importancia del asunto que se debía tratar, fuese plenaria la sesión y que asistiesen también a ella los ancianos o notables. Tampoco en otras ocasiones en que la reunión fue ciertamente completa cita S. Mt todas las clases del sanedrín. Cfr. Mt 20, 18; Mt 26, 59; Mt 27, 1.
33 Mi 5, 2. He aquí cuál era el pensamiento del profeta : Por más que Belén sea una aldea demasiado insignificante para ser contada entre las principales ciudades de la tribu de Judá, tendrá, sin embargo, la gloria de ser la cuna del Mesías. El evangelista lo modifica levemente, para decir: No es Belén una aldea insignificante, pues en ella nacerá el Mesías. El sentido es, pues, el mismo en ambas partes.
34 Esto es lo que expresa muy bien el griego ήχρίβωσε (Vg diligenter didicit).
35 «Se alegraron con muy grande alegría», dice el texto sagrado, empleando un expresivo hebraísmo.
36 No es necesario admitir que la estrella hubiese servido de guía a los Magos para ir a Jerusalén.
37 O, por lo menos, parecía caminar, si la estrella consistió en un fenómeno puramente natural.
38 SAN AGUSTÍN, Sermo CC: «Isti in parvis membris Deum adoraverunt.» Cfr. SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. VIII in Matth.; KNABENBAUER, in Matth., 2.a, 1, pp. 99-100.
39 Cfr. SAN IRENEO, Adv. Haeres, 3, 9, 2; ORÍGENES, C. Cels., 1, 60. Este era también el parecer de San Hilarión, de San Jerónimo, de San Agustín, etc. El poeta JUVENCO, Evan., 1, 249-250, lo expresó también en verso. «Thus, aurum, myrrham regique hominique DeoqueDona ferunt.»
40 Cfr. Mt 3, 9; Mt 11, 12; Mt 22, 5-10; Mt 24, 14; Mt 28, 19.
41 Per viam eremi, dice el Pseudo-Mateo, 17, 2.
42 Acerca de las peripecias legendarias de este viaje, cfr. el Evangelio árabe de la Infancia, 9, 25; el Evangelio de la Natividad de María, 17-24.
43 La antigua Matarea, a 10 km. al nordeste de El Cairo. Todavía se ve allí un venerable sicomoro descendiente de otro que habría dado sombra al Hijo de Dios.
44 Cfr. A. FERNÁNDEZ, Vida, pp. 68-70.
45 Esta última cifra es la de la liturgia etiópica y de los menologios griegos, que aplican a la letra, aunque por error, a los Santos Inocentes el texto de Ap 14, 1, que la Iglesia canta el día de su fiesta.
46 Es el mismo número que señala D. BUZY en su reciente estudio sobre Jesús (Jésus comme il était, París, 1964, p. 48). El mismo autor defiende la historicidad de la narración de los Magos, porque «forma parte de todo el contexto evangélico». Va precedida de la genealogía y concepción virginal y va seguida de la huída a Egipto, de la muerte de los Inocentes y el establecimiento en Nazaret, hechos todos ellos de la historia, Mateo tiene aquí un fin esencialmente apologético: Jesús es el Mesías, porque es hijo de David y ha nacido de una Virgen, según las Escrituras; ha nacido en Belén, patria de los descendientes de David, como estaba profetizado; ha ido a Egipto y de allí ha vuelto, según los profetas; finalmente, ha sido ocasión de nuevos liamos para Raquel, según estaba profetizado. El propósito apologético de Mateo le obliga a fundarse en la realidad de la historia y no en la leyenda. Este ambiente apologético «da al episodio de los Magos una presunción de historicidad» (p. 45).
47 Jr 31, 15.
48 Jr 40, 1. Cfr. A. FERNÁNDEZ, Vida, p. 67.
49 Gn 35- 19.
50 JOSEFO, Ant., 17, 8, 1.
51 JOSEFO, Ant., 17, 6, 5.
52 JOSEFO, Ant., 17, 8, 3; Bell. jud., 1, 33, 9.
53 Mt 2, 13.
54 Estas últimas palabras son probable reminiscencia del Ex 4, 19, donde las emplea Dios para decir a Moisés que podía volver a Egipto. Están en plural de majestad, para designar a Herodes o al Faraón; o en de categoría (los perseguidores de Jesús o de Moisés).
55 Os 11, 1.
56 Cfr. Ex 4, 22-23; Jr 31, 9; etc.
57 JOSEFO, Ant., 17, 9, 3.
58 Bell. jud., 2, 6, 1-3. Cfr. pp. 136-137.
59 Cfr. SCHÜRER, 1, pp. 431-432.
60 En griego Ναζωραϊος; Nazareus según la Vg.
61 Is 4, 2; Jr 23, 5 ; Jr 33, 15; Za 3, 8 ; Za 6, 12.
62 Cfr. Nm 6, 1-21; Jdt 13, 5, etc. Tal era la opinión de TERTULIANO, C. Marc., 4, 8, y de EUSEBIO, Demonstr. evang., 7, 2, 46-51.
63 Se encuentra aquí y allá en la traducción de los LXX (ναζιραίος). Cfr. Jdt 12, 5, y Lm 4, 5.
64 Cfr. A. FERNÁNDEZ, Vida, p. 73; A. MEDÉBIELLE, Studia Anselmiana 27-28, Roma, 1951, pp. 301-326.