Catena Áurea

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"Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino finísimo y cada día tenía convites espléndidos. Y había allí un mendigo llamado Lázaro, que yacía a la puerta del rico, lleno de llagas. Deseando hartarse de las migajas que caían de la mesa del rico, y ninguno se las daba: mas venían los perros y le lamían las llagas". (vv. 19-21)


Beda
Había advertido el Señor que nos granjeásemos amigos con las riquezas de la iniquidad y los fariseos que lo habían oído se reían de El. Pero después les confirma lo que había predicado por medio de un ejemplo, diciendo: "Había un hombre rico", etc.

Crisóstomo, hom. de divite, ex Luca
Era, no es, porque pasó como una sombra que huye. No toda pobreza es santa, ni todas las riquezas son pecaminosas, pero así como la lujuria deshonra las riquezas, así la santidad recomienda la pobreza.

Prosigue: "Que se vestía de púrpura y de lino finísimo".

San Ambrosio
La púrpura tiene el color de manto real y sale de las conchas marinas abiertas con hierro. La gasa es una especie de lino blanco muy delicado.

San Gregorio, in Evang hom. 40
Si no fuese una falta el abuso de los vestidos finos y preciosos, nunca la palabra de Dios se hubiese ocupado de ellos. Ninguno se pone vestidos preciosos sino por vanidad y por aparecer más digno de consideración que los demás y ninguno gusta de ponerse vestidos preciosos cuando ha de ir a donde no pueda ser visto de nadie.

Crisóstomo, hom. de divite, ex Luca
Encubría la ceniza, el polvo y la tierra con la púrpura y la seda. O lo que es lo mismo: la ceniza, el polvo y la tierra llevaban la púrpura y la seda. Según son sus vestidos así son las comidas. Lo mismo sucede con nosotros. Las comidas corresponden a los vestidos. Por ello sigue: "Y cada día tenía banquetes espléndidos".

San Gregorio, Moralium 1, super Jb 1, 5
En lo que se debe ver claramente que apenas pueden celebrarse banquetes sin incurrir en culpa, porque siempre se mezcla en ellos la voluptuosidad, porque cuando el cuerpo se entrega a los placeres de la mesa, el corazón experimenta una alegría desordenada.

Prosigue: "Y había allí un mendigo llamado Lázaro".

San Ambrosio
Esto parece más bien una historia que una parábola, porque se expresa el nombre.

Crisóstomo, ut sup
Hay parábola cuando se pone un ejemplo y se callan los nombres. Lázaro quiere decir el que es ayudado, porque era un pobre y Dios le favorecía.

San Cirilo
Este relato del rico y de Lázaro se ha escrito a modo de parábola para que se vea que los que abundan en riquezas terrenas, se hacen reos de una gran condena si no quieren socorrer las necesidades de los pobres. Refiere la tradición de los judíos que había entonces en Jerusalén un tal Lázaro, sumamente afligido por la pobreza y por la enfermedad, de quien hace mención el Señor poniéndolo por ejemplo para mejor comprensión de su discurso.

San Gregorio, in Evang hom. 40
También debe advertirse que entre el pueblo son más conocidos los nombres de los ricos que los de los pobres, pero el Señor no cita el nombre del rico, sino el del pobre, porque el Señor conoce y ama a los humildes y desconoce a los soberbios. Para probar mejor al pobre, le embargaron a la vez la pobreza y la enfermedad. Prosigue: "Que yacía a la puerta del rico, cubierto de llagas".

Crisóstomo, ut sup
Estaba recostado a la puerta para que el rico no dijese: yo no lo he visto, nadie me lo ha anunciado. Lo veía ir y venir y estaba cubierto de llagas para dar a conocer en su cuerpo la crueldad del rico. ¡Oh el más infeliz de todos los hombres, que ves el cuerpo moribundo de tu semejante tendido delante de tu puerta y no te compadeces! Si no respetas los mandatos del Señor, compadécete al menos de tu naturaleza y teme no vengas tú a parar a lo mismo. La enfermedad encuentra algún consuelo cuando hay riquezas. Pero ¿cuánta pena hay en aquel que, hecho su cuerpo una llaga, no siente tanto sus dolores como su hambre? Prosigue: "Deseando hartarse de las migajas", etc. Como diciendo: al menos da de limosna lo que tiras de tu mesa y haz en vez de un daño, una ganancia.

San Ambrosio
Lo que sigue da a conocer la insolencia y la vanidad de los ricos por señales evidentes. Dice pues: "Y ninguno se las daba". Y de tal modo se olvidan de la condición humana, que, como si fueran de una naturaleza superior, encuentran en las miserias de los pobres un incentivo a su voluptuosidad y se burlan del indigente, insultan al necesitado y despojan a aquellos de quienes se debe tener compasión.

San Agustín, De verb. Dom. serm. 25
Porque la insaciable avaricia de los ricos no teme a Dios, ni respeta al hombre, ni perdona al padre, ni guarda fidelidad al amigo; oprime a la viuda y se apodera de los bienes del huérfano.

San Gregorio, ut sup
Además, el pobre veía que el rico salía rodeado de aduladores mientras él por nadie era visitado en su enfermedad y en su pobreza. Que ninguno iba a visitarlo lo demuestran los perros que lamían sin obstáculo sus heridas. Sigue "Mas venían los perros y le lamían las llagas".

Crisóstomo, ut sup
Las llagas, que ningún hombre se dignaba lavar ni tocar, eran lamidas por un animal compasivo.

San Gregorio, ut sup
De este modo ejerce Dios omnipotente dos juicios en uno, cuando permitió que el pobre Lázaro estuviese tendido a la puerta del rico. Porque el rico impío aumenta el castigo de su condenación, mientras que el pobre, en la prueba, aumenta su derecho al premio; Pues aquél veía todos los días a quien debía compadecer y éste veía a quién ponía a prueba su virtud.


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