Catena Áurea
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← Lc 19, 37-40 →
Y cuando se acercó a la bajada del monte del Olivar, todos los discípulos, en tropas, llenos de gozo, comenzaron a alabar a Dios en alta voz por todas las maravillas que habían visto. Diciendo: "Bendito el Rey, que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo y gloria en las alturas". Y algunos de los fariseos que estaban entre las gentes le dijeron: "Maestro, reprende a tus discípulos". El les respondió: "Os digo, que si éstos callasen las piedras darán voces". (vv. 37-40)
Orígenes, in Lucam hom. 37
Todo el tiempo que el Salvador permaneció en el monte estuvo solo con los apóstoles; pero cuando empezó a bajar le salió al encuentro una turba de gentes; por esto dice: "Y cuando se acercó a la bajada del monte del Olivar, todos los discípulos en tropas", etc.
Teofiactus
Llama discípulos, no sólo a los doce o a los setenta y dos, sino también a todos los que seguían a Cristo, por sus milagros o por lo que les complacía su doctrina, habiendo niños entre ellos, como refieren los demás evangelistas. Por esto sigue: "Por todas las maravillas que habían visto".
Beda
Habían visto muchos milagros del Señor, pero estaban especialmente asombrados por la resurrección de Lázaro; porque, como dice San Juan: Venían muchas gentes detrás de El, porque sabían que había hecho este milagro ( Jn 21, 18). Debe advertirse que no era ésta la primera vez que el Salvador iba a Jerusalén, sino que había ido muchas otras veces, como dice San Juan.
San Ambrosio
Como las multitudes ya conocían al Señor, le llaman rey, repiten las palabras de las profecías, y dicen que ha venido el hijo de David, según la carne, tanto tiempo esperado. Por esto sigue: "Diciendo: Bendito el rey, que viene en el nombre del Señor".
Beda
Esto es, en el nombre de Dios Padre; aun cuando también puede entenderse que en su propio nombre, porque El es Dios mismo; pero sus palabras dirigen mejor nuestro entendimiento cuando nos dice por medio de San Juan: "Yo he venido en el nombre de mi Padre" ( Jn 5, 43). Jesucristo es, por tanto, el maestro de la humildad. No se dice que el Salvador sea rey que viene a exigir tributos, ni a armar ejércitos con el acero, ni a pelear visiblemente contra los enemigos; sino que viene a dirigir las mentes para llevar a los que crean, esperen y amen, al Reino de los Cielos; y que quisiera ser rey de Israel es un indicio de su misericordia y no para aumentar su poder. Pero como Jesucristo apareció en carne mortal para hacerse propicio a todo el mundo, cantan perfectamente a la vez en alabanza suya los cielos y la tierra. Cuando nació cantaron las legiones celestiales; y cuando ha de volver al cielo, los mortales repiten a su vez sus alabanzas. Por esto sigue: "Paz en el cielo".
Teofiactus
Esto es, la guerra antigua que hacíamos al Señor ha concluido. Y el gloria en las alturas es una alabanza de los ángeles a Dios por tal reconciliación. Porque en el mero hecho de andar Dios visiblemente por territorio de sus enemigos, se da a conocer que ha establecido la paz con nosotros. Pero cuando los fariseos oían esto murmuraban, porque la turba le llamaba rey y le alababa como a Dios; creían que el nombre de rey era una sedición y el de Dios una blasfemia. Por esto sigue: "Y algunos de los fariseos le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos".
Beda
Es admirable la locura de los envidiosos. Aquel a quien no dudan que debe llamarse maestro, porque conocían que enseñaba verdaderas doctrinas, creen que, como si ellos fueran más sabios, debe reprender a sus discípulos.
San Cirilo
Pero el Señor no impuso silencio a los que le alababan como a Dios, sino más bien a los que los reprenden; con lo cual atestigua la gloria de su divinidad. Por esto sigue: "El les respondió: Os digo que si éstos callaren, las piedras darán voces".
Teofiactus
Como diciendo: No me alaban así los hombres sin motivo, puesto que han aprendido en los milagros que han visto.
Beda
Una vez crucificado el Señor, como callaron sus conocidos por el temor que tenían, las piedras y las rocas le alabaron, porque, cuando expiró, la tierra tembló, las piedras se rompieron entre sí y los sepulcros se abrieron.
San Ambrosio
Y no es extraño que las piedras, contra su naturaleza, publiquen las alabanzas del Señor, siendo así que se confiesan más duros que las piedras los que lo habían crucificado; esto es, la turba que poco después había de crucificarle, negando en su corazón al Dios que confesó con sus palabras. Además, como habían enmudecido los judíos después de la pasión del Salvador, las piedras vivas, como dice San Pedro, lo celebraron.
Orígenes, in Lucam hom. 37
También cuando nosotros callamos, esto es, se enfría la caridad de muchos, las piedras levantan la voz; porque Dios puede hacer que de las piedras broten hijos de Abraham.
San Ambrosio
Sabemos bien que las turbas que alababan al Señor, le salieron al encuentro cuando bajaba del monte, para dar a conocer que bajaba del cielo el que obraba el misterio espiritual.
Beda
También cuando bajaba el Señor del monte de los olivos, bajaban las turbas; porque una vez humillado el autor de la caridad, se hace preciso que los que necesitan de ella imiten sus pasos.