Antología de Textos

CARIDAD

1. Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; como yo os he amado, así también amaos mutuamente. En esto reconocerán todos que sois mis discípulos: si tenéis caridad unos para con otros (Jn 13, 34-35). La caridad será la señal por la que reconocerán al cristiano. Nuestro trato con el Señor se manifiesta inmediatamente en el trato con los demás. Por eso, la caridad se alimenta principalmente en el trato personal con Jesucristo.
Con la parábola del buen samaritano (cfr. Lc 10, 30-37), el Señor ha querido enseñarnos que, si es auténtico el amor que tenemos a Dios, también amaremos a quienes nos vamos encontrando en el camino de la vida.
Los que pasaron de largo, dieron más importancia a sus asuntos que al hombre herido. Iban a lo suyo -quizá cosas importantes- y no quisieron complicaciones. Sin embargo, aquel servicio que no prestaron habría merecido del Señor estas palabras: una buena obra ha hecho conmigo (Mc 14, 6), porque todo lo que hacemos por los demás lo hacemos por Él. Jesús es el objeto de la caridad; en los demás vemos a Él.
La caridad exige realidades prácticas. El samaritano puso los medios para una ayuda concreta y eficaz: le vendó las heridas, derramando en ellas aceite y vino, le hizo montar sobre su propia cabalgadura, le condujo al mesón y cuidó de él. A la mañana siguiente, sacando dos denarios se los dio al mesonero y dijo: Cuida de él, y lo que gastares, a la vuelta te lo pagaré (cfr. Lc 10, 33-35). La caridad se demuestra en las obras. Realiza lo que se debe hacer en cada caso concreto. Dios nos pone al prójimo con sus necesidades en el camino de la vida, y la caridad lleva a cabo lo que el momento y la hora exigen. No siempre son actos heroicos o difíciles; muchas veces son cosas sencillas de la vida ordinaria. Por eso, las obras de la caridad serán tan diversas como necesidades pasa el hombre.
Los quehaceres del buen samaritano de la parábola pasaron a segundo término, y sus urgencias también; empleó su tiempo, sin regateos, en ayudar a quien lo necesitaba.
La preocupación por ayudar a los demás nos sacará de nuestro egoísmo y ensanchará nuestro corazón, impidiéndonos ser mezquinos. Ni la falta de tiempo, ni el exceso de ocupaciones, ni el miedo a complicarnos la vida, podrán justificar las omisiones de la caridad. Quienes pasaron de largo junto al hombre malherido no le hicieron ningún daño positivo; su pecado fue ese: pasaron de largo.

2. La caridad se ha de manifestar, en primer lugar, con las personas que Dios ha puesto a nuestro lado y con los más necesitados. Consistirá frecuentemente en preocuparnos por su salud, por su descanso, por su alegría. Los enfermos merecen una atención especial: compañía, interés verdadero por su curación, facilitarles el que ofrezcan a Dios su dolor, el que recen según sus posibilidades, etc.
La caridad ha de extenderse a todas las manifestaciones de la vida. También en el juicio: no juzgar precipitadamente, excusando la intención si no podemos excusar la acción, pensar que lo habrá hecho por ignorancia o por sorpresa, etc.
La caridad debe manifestarse en detalles de atención, de cortesía, de educación. La falta de educación, las incorrecciones, suelen revelar una ausencia de finura interior, falta de caridad. Vivir bien la caridad nos exigirá muchas veces dominar nuestro estado de ánimo, fomentar la cordialidad, el buen humor, la serenidad, el optimismo, etc.
La misma convivencia con los demás ha de tener como fundamento la caridad. Cada día habremos de convivir con personas de diversos caracteres, gustos, inclinaciones y también defectos. Y hemos de aprender de Jesús a tratar bien a todos, a saber comprender a los demás, también con sus defectos. Donde no llegue el interés humano ha de llegar el amor a Dios. Así aceptaremos a los demás como son y pasaremos por alto muchas cosas, de poca importancia la mayoría de las veces. En otras ocasiones les ayudaremos con la corrección fraterna, con alguna indicación oportuna, discreta y paciente.
También con nuestros enemigos, con quienes nos hacen mal, con quienes nos difaman, con los que nos quitan la honra, con quienes buscan positivamente nuestro mal, debemos ejercitar la virtud de la caridad. El Señor nos dio ejemplo en la Cruz (cfr. Lc 23, 34) y el mismo camino siguieron sus discípulos, comenzando por el protomártir San Esteban (cfr. Hch 7, 60), quien por su caridad heroica con el que más tarde sería San Pablo "mereció tener por compañero en el cielo al que tuvo en la tierra como perseguidor" (SAN FULGENCIO, Sermón 3).
La caridad adquirirá en estas ocasiones diversas manifestaciones que no se oponen a la defensa justa. Pero siempre el cristiano debe tener un corazón grande, capaz de perdonar y de comprender a los demás.

3. El mayor enemigo de la caridad es la soberbia, el egoísmo de pensar solo en uno mismo, que nos hace olvidar la presencia y las necesidades de los demás. Las faltas más pequeñas del prójimo se ven entonces aumentadas, y las mayores faltas y errores propios tienden a disminuirse y a justificarse.
La humildad, "morada de la caridad", ve las cosas con objetividad, y brota fácil la disculpa ante los errores ajenos y la ayuda mediante la corrección fraterna. El soberbio, en cierto modo, está incapacitado para ayudar a los demás. Hipócrita-dice el Señor-, quita primero la viga de tu ojo, y entonces verás de quitar la paja que hay en el de tu hermano (Lc 6, 42).
Los santos han aconsejado luchar en la propia vida personal en aquellas virtudes que pensamos faltan en los demás. Entonces estamos en excelentes condiciones de poder ayudarles.
El Señor nos ha dado una regla sencilla, pero exacta, para vivir la caridad: Haced vosotros con los demás hombres todo lo que deseáis que hagan con vosotros (Mt 12). La experiencia de lo que me agrada o me molesta, de lo que me ayuda o me hace daño, es una norma segura de lo que debo hacer con los demás.
Y todos deseamos unas palabras de aliento cuando las cosas no han ido bien, y comprensión de los demás cuando, a pesar de la buena voluntad, nos hemos vuelto a equivocar; que se fijen más en lo positivo que en los defectos; cordialidad en el lugar de trabajo o al llegar a casa; que haya alguien que nos defienda cuando se nos critica por la espalda; que se preocupen de verdad cuando estamos enfermos o necesitados; que se nos haga la corrección fraterna de las cosas que hacemos mal, en vez de comentarlas con otros; que recen por nosotros; que... Esto es también lo que hemos de hacer por los demás.
Virtudes anejas a la caridad son: la fidelidad, la gratitud, la amistad, la veracidad, la sinceridad, la lealtad, la afabilidad, la corrección fraterna, la deferencia, el respeto, la delicadeza en el modo de tratar a los demás... Son apoyo y defensa de la caridad y, a la vez, manifestaciones de esta virtud.

Citas de la Sagrada Escritura

1. Excelencia de la caridad
Sabemos que hemos sido trasladados de la muerte a la vida porque amamos a los herman.El que no ama permanece en la muerte. Jn 3, 14
Si, hablando lenguas de hombres y de ángeles, no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. 1Co 13, 1
Pero por encima de todo esto, vestíos de la caridad, que es vinculo de perfección. Col 4, 14
Porque toda la ley se resume en este solo precepto: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. Ga 5, 14
Ante todo, tened los unos para los otros ferviente caridad, porque la caridad cubre la muchedumbre de los pecados. 1P 4, 8
Ahora permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y la caridad: pero de las tres, la caridad es la mas excelente de todas. 1Co 13, 13
2. El amor al prójimo
Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; como yo os he amado, así también amaos mutuamente. En esto conocerán todos que sois mis discípulos: Si tenéis caridad unos para con otros. Jn 13, 34-35
Amaras a tu prójimo como a ti mismo. Mc 12, 31
En esto se conocen los hijos de Dios y los hijos del diablo. El que no practica la justicia no es de Dios, y tampoco el que no ama a su hermano. 1Jn 3, 10
Amar al prójimo como a si mismo, es mucho mejor que todos los holocaustos y sacrificios. Mc 12, 33
Si alguno dijere: Amo a Dios, pero aborrece a su hermano, miente. Pues el que no ama a su hermano a quien ve, no es posible que ame a Dios a quien no ve. Y nosotros tenemos de El este precepto: que quien ama a Dios, ame también a su hermano. 1Jn 4, 20-21
Nadie tiene amor mayor que este de dar uno la vida por sus amigos. Jn 15, 13
No estéis en deuda con nadie, a no ser en el amaros unos a otros, porque quien ama al prójimo ha cumplido la ley, pues el amor es la plenitud de la ley. Rm 13, 8-10
3. Cualidades de la caridad
La caridad es paciente, es benigna; no es envidiosa, no es jactanciosa, no se hincha; no es descortés, no es interesada, no se irrita, no piensa mal, no se alegra de la injusticia, se complace de la verdad; todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera. 1Co 13, 4
Dios ama al que da con alegría. 2Co 9, 7
4. Corrección fraterna
Hermanos, si alguno fuere hallado en falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, cuidando de ti mismo no seas también tentado. Ga 6, 1
Si tu hermano pecare contra ti, ve y corrígele, estando a solas con el. Si te escucha habrás ganado a tu hermano. Mt 18, 15
Si alguno no obedeciere lo que ordenamos [...] no le miréis como enemigo sino corregidle como hermano. 2Ts 3, 14-15
5. Caridad con los enemigos
Bendecid a los que os maldigan y orad por los que os calumnien. Lc 6, 28
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre, que esta en los cielos, que hace salir el sol sobre malos y buenos y llueve sobre justos e injustos. Mt 5, 44
Por el contrario, si tu enemigo tiene hambre dale de comer y si tiene sed dale de beber, que haciendo así amontonáis carbones encendidos sobre su cabeza. No te dejes vencer del mal, antes vence al mal con el bien. Rm 12, 20-21
Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os persiguen y calumnian. Mt 5, 44; Lc 6, 27-28
Si no amáis sino a los que os aman, ¿que premio habéis de tener? Mt 5, 46
Si al tiempo de presentar tu ofrenda en el altar allí te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano. Mt 5, 23-24
6. La limosna
Dad limosna de lo vuestro que os sobra, y con eso todas las cosas estarán limpias en orden a vosotros. Lc 11, 41
Vended lo que poseáis y dad limosna. Lc 12, 33
Si un hermano [...] esta desnudo y necesita alimento diario, ¿de que le servirá que alguno de vosotros le diga: Vete en paz [...], si no le da lo necesario para reparo de su cuerpo? St 2, 15-16
Apartaos de mi, malditos, al fuego eterno [...], porque tuve hambre y no me disteis de comer [...]. Os digo en verdad: siempre que dejasteis de hacerlo con alguno de estos pequeños, dejasteis de hacerlo conmigo. Mt 25, 41-45
7. Otras manifestaciones de esta virtud
Así pues, os exhorto yo, preso en el Señor, a andar de una manera digna de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad, mansedumbre y longanimidad, soportándoos los unos a los otros con caridad. Ef 4, 1
En esto hemos conocido la caridad, en que El dio su vida por nosotros, y nosotros debemos dar nuestra vida por nuestros hermanos. l Jn 3, 16
Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas, y así cumpliréis la ley de Cristo. Ga 6, 2
Por eso, cuanto quisiereis que os hagan a vosotros los hombres, hacedlo vosotros a ellos, porque esta es la ley y los Profetas. Mt 7, 12
Da de tu pan al hambriento, y tus vestiduras al desnudo. Tb 4, 16
No hagáis nada por espíritu de competencia, nada por vanagloria; antes, llevados de la humildad, teneos unos a otros por superiores, no atendiendo cada uno a su propio interés sino al de los otros. Flp 2, 3
Ved cuan bueno y alegre es convivir , juntos los hermanos. Sal 133, 1
Con tres cosas me adorno y me presento, hermosas ante el Señor y ante los hombres: la concordia entre hermanos, la amistad entre los prójimos y la armonía entre mujer y marido. Si 25, 1
Con la medida con que midiereis se os medirá y se os añadirá. Mc 4, 24
No seas perezoso en visitar a los enfermos. Si 7, 35
No vuelvas a tu prójimo mal por mal, cualquiera que sea el que el te haga. Si 10, 6
8. Pecados contra la caridad: el escándalo
¡Ay del mundo por los escándalos! [...]; ¡ay de aquel hombre que causa el escándalo! Mt 18, 7
Al que escandalizare a alguno de estos pequeñitos que creen en mi mucho mejor le fuera que le ataran al cuello una de esas ruedas de molino que mueve un asno y le echaran al mar. Mc 9, 41
Si tu mano te es ocasión de escándalo, cortara: mas te vale entrar manco en la vida, que tener dos manos e ir al infierno. Mc 9, 42
Si lo que yo como escandaliza a mi hermano, no comeré en mi vida carne, por no escandalizar a mi hermano. 1Co 8, 13
Pon cuidado en no causar tropiezo o escándalo al hermano. Rm 14, 13
9. Pecados contra la caridad: la maledicencia
Temo [...] que por desgracia haya quizá entre vosotros [...] discordias, detracciones, chismes [...], y tenga que llorar a muchos. 2Co 12, 20-21
Depuesta toda malicia y todo engaño, y los fingimientos [...] y todas las murmuraciones [...]. 1P 2, 1-2
Dad ya de mano [...] a la maledicencia [...]. No mintáis los unos a los otros. Col 3, 8-9
El que llamare a su hermano raca, merecerá que le condene el concilio; mas quien le llamare fatuo será reo del fuego del infierno. Mt 5, 22
Los chismosos, los infamadores, enemigos de Dios, ultrajadores [...] son dignos de muerte. Rm 1, 29-30, 32
10. Otros pecados y faltas contra esta virtud
El que se venga será víctima de la venganza del Señor, que le pedirá cuenta de sus pecados. Si 28, 1
Quien aborrece a su hermano es homicida, y ya sabéis que todo homicida no tiene en si la vida eterna. 1Jn 3, 15
Pues el que tuviere bienes del mundo y, viendo a su hermano tener necesidad, le cierra sus entrañas, ¿como permanece en el la caridad de Dios? 1Jn 3, 17

Tiene su origen en Dios, fuente de toda caridad

616 El amor que debe mediar entre los cristianos nace de Dios, que es amor (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 228).

617 Mas ninguno, por el mero hecho de amar a su prójimo, piense ya tener caridad, sino que primero debe examinar la fuerza misma de su amor. Pues si alguno ama a los demás, pero no los ama por Dios, no tiene caridad, aunque piense que la tiene. Es caridad verdadera cuando se ama al amigo en Dios y al enemigo en Dios (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 38 sobre los Evang.).

618 Amamos a Dios y al prójimo con la misma caridad. Pero debemos amar a Dios por si mismo, y al prójimo por Dios (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol III, p. 92).

619 El que ama a Dios ama también inevitablemente al prójimo (SAN MAXIMO, Sobre la caridad, 1, 1).

620 Nuestro Rey, a pesar de su condición altísima, por nosotros viene humilde, mas no con las manos vacías; el trae para sus soldados una dádiva espléndida, ya que no solo les otorga copiosas riquezas, sino que les da también una fortaleza invencible en el combate. En efecto, trae consigo el don de la caridad (SAN FULGENCIO DE RUSPE, Sermón 3).

621 Así pues, todo hombre que vive entre los hombres busque a Aquel a quien ama, de modo que no abandone a aquel con quien camina; y preste a este su auxilio de tal manera que bajo ningún motivo se separe de Aquel a quien se dirige (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 38 sobre los Evang.).

622 El Creador del universo, cuando os saco de la nada, deposito en vuestros corazones simientes de caridad (ORÍGENES, Sobre el Cantar de los Cantares, 2, 9).

623 No se trata de saber cuanto amor debemos al hermano y cuanto a Dios: incomparablemente mas a Dios que a nosotros, y a nuestros hermanos tanto como a nosotros; ahora bien, no podemos amarnos mucho a nosotros si no amamos mucho a Dios. Es, pues, con un mismo amor con el que amamos a Dios y al hermano; pero amamos a Dios por si mismo, a nosotros y al prójimo por Dios (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la Santísima Trinidad, 8, 12).

624 Cuanto mas cerca esta de Dios el apóstol, se siente mas universal: se agranda el corazón para que quepan todos y todo en los deseos de poner el universo a los pies de Jesús (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 764).

Quien no ama al prójimo no ama a Dios

625 No se entiende el amor a Dios si no lleva consigo el amor al prójimo. Es "como si soñase que estaba caminando", es solo sueño, no se camina. Quien no ama al prójimo, no ama a Dios (SAN JUAN CLIMACO, Escala del paraíso, 33).

626 Cuando los hombres tienen alguna disensión entre si, no recibe (Dios) ninguna ofrenda de ellos, ni oye sus oraciones, mientras dure la enemistad. Ninguno, pues, puede ser amigo de dos que son enemigos entre si, y por ello Dios no quiere ser amigo de los fieles mientras sean enemigos entre si. Y nosotros no mantenemos la fe en Dios si amamos a sus enemigos y aborrecemos a sus amigos (SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol 1, p. 290).
La caridad es forma, fundamento, raíz y alma de todas las virtudes y buenas acciones. Sin caridad, no existe ninguna otra virtud

627 Ni el don de lenguas, ni el don de la fe, ni otro alguno, dan la vida si falta el amor. Por mas que a un cadáver se le vista de oro y piedras preciosas, cadáver sigue (SANTO TOMÁS, Sobre la Caridad, 1. c., p. 203).

628 La caridad, por tanto, es la fuente y el origen de todo bien, la mejor defensa, el camino que lleva al cielo. El que camina en la caridad no puede errar ni temer, porque ella es guía, protección, camino seguro. Por esto, hermanos, ya que Cristo ha colocado la escalera de la caridad, por la que todo cristiano puede subir al cielo, aferráos a esta pura caridad, practicadla unos con otros y subid por ella cada vez mas arriba (SAN FULGENCIO DE RUSPE, Sermón 3).

629 Así como todas las ramas de un árbol reciben su solidez de la raíz, así también las virtudes, siendo muchas, proceden de la caridad. Y no tiene verdor alguno la rama de las buenas obras si no esta enraizada en la caridad (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang.).

630 A esta renuncia total añade otra de mas quilates, al decir: Aunque yo entregare mi cuerpo a las llamas, no teniendo caridad, nada me aprovecha. Como si dijera: Aunque distribuyera todos mis bienes hasta no reservarme nada de ellos, todo eso es inútil sin la caridad. Y si a esta liberalidad añadiera yo el martirio del fuego, dando mi vida por Cristo, pero sigo siendo impaciente, irascible, envidioso o soberbio, o si la injuria me indigna y hace montar en cólera, si busco mi interés, si soy mal intencionado o peor sufrido, la renuncia y el martirio del hombre exterior no me reportaran ventaja alguna, porque el hombre interior quedara aun cautivo en los vicios pasados (CASIANO, Colaciones 3, 8).

631 La caridad es la forma, el fundamento, la raíz y la madre de todas las demás virtudes (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 24, a. 8).

632 El que reúne todas las demás virtudes y no tiene caridad es como el que transporta el polvo contra el viento (SAN AGUSTÍN, Sermón sobre la humildad y temor de Dios).

633 Aunque es algo muy grande tener una fe recta y una doctrina sana, y aunque sean muy dignas de alabanza la sobriedad, la dulzura y la pureza, todas estas virtudes, sin embargo, no valen nada sin la caridad. Y ninguna conducta es fecunda, por muy excelente que parezca, si no esta engendrada por el amor [...] (SAN LEON MAGNO, Sermón 48).

634 Practiquemos la caridad, sin la cual todas las demás virtudes pierden su brillo (SAN LEON MAGNO, Sermón 72 sobre la Ascensión del Señor).

635 Cuando yo veo almas muy diligentes a entender la oración que tienen y muy encapotadas cuando están en ella (que parecen no osan bullir, ni menear el pensamiento, porque no se les vaya un poquito de gusto y devoción que han tenido), hácese ver cuan poco entienden del camino por donde se alcanza la unión. Y piensan que allí esta todo el negocio. Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor, y que, si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te de nada en perder esa devoción y te compadezcas de ella, y si tiene algún dolor, te duela a ti, y si fuera menester, lo ayunes, porque ella lo coma, no tanto por ella como porque sabes que tu Señor quiere aquello (SANTA TERESA, Las Moradas, 5, 3, 11).

636 La caridad se compara al fundamento y a la raíz, porque de ella se sustentan y alimentan todas las demás virtudes (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 33, a. 8 ad 2).

637 Entrando el rey [...] vio allí a un hombre que no llevaba el traje de boda (cfr. Mt 22, 11).¿Que debemos entender por vestido de bodas sino la caridad?, porque el Señor lo puso de manifiesto cuando vino a celebrar sus bodas con la Iglesia. Entra, pues, a las bodas sin el vestido nupcial quien cree en la Iglesia, pero no tiene caridad (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, volt 111, p. 66).

638 Todo, incluso lo que se estima como verdaderamente útil, debe relegarse a segundo termino ante el bien de la paz y de la caridad (CASIANO, Colaciones, 16, 6).

639 ¿Quien será capaz de explicar debidamente el vinculo que la caridad divina establece? ¿Quien podrá dar cuenta de la grandeza de su hermosura? La caridad nos eleva hasta unas alturas inefables. La caridad nos une a Dios, la caridad cubre la multitud de los pecados, la caridad lo aguanta todo, lo soporta todo con paciencia; nada sórdido ni altanero hay en ella; la caridad no admite divisiones, no promueve discordias, sino que lo hace todo en la concordia; en la caridad hallan su perfección todos los elegidos de Dios y sin ella nada es grato a Dios (SAN CLEMENTE, Carta a los Corintios ).

640 La fuerza de la oración esta en la caridad (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang.).

641 Tu, por tanto, que deseas ser útil a las almas del prójimo, primero acude a Dios de todo corazón y pídele simplemente esto: que se digne infundir en ti aquella caridad que es el compendio de todas las virtudes, ya que ella te hará alcanzar lo que deseas (SAN VICENTE FERRER, Trat. de la vida espiritual, 13).

642 Aunque la castidad sobresalga de modo tan eminente, sin la caridad no tiene ni valor ni mérito. La castidad sin la caridad es una lampara sin aceite (SAN BERNARDO, Trat. sobre las costumbres y ministerio de los obispos, 3, 8).

643 Nada mas precioso, nada mas perfecto y sublime, nada, por decirlo así, mas perenne que la caridad. Porque las profecías cesaran, como también las lenguas; la ciencia se desvanecerá; en cambio, la caridad no terminara jamas (1Co 13, 1). Sin ella, los carismas, aun los mas preciados, la gloria misma del martirio, se disipan como el viento (CASIANO, Colaciones, 11, 12).

644 Todo el que tiene el don de la caridad, percibe además otros dones. Mas el que no tiene el don de la caridad, pierde aun aquellos dones que parecía haber percibido. De aquí que sea necesario, hermanos míos, que en todas vuestras acciones tratéis de conservar la caridad (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).

645 Porque de nada nos serviría una fidelidad meticulosa en todas las cosas si echáramos en olvido lo que es primero y a lo que esta ordenado todo lo demás (CASIANO, Colaciones, 1, 7).

La caridad lo informa todo, le da sentido a todo

646 La caridad me hace entrar en la plenitud de Dios y de todas las cosas. Las cosas no tienen su plenitud sino en la gloria de Dios, porque lo que constituye su fondo, su esencia, el todo de ellas mismas, es lo que en ellas conduce a Dios. La tierra tiene su plenitud en la posesion de Dios, esta llena de su alabanza. Esta plenitud es abrazada por la caridad, que no ama en todas las cosas sino lo que va a la gloria divina, y que de esta suerte se apodera del todo de todas las cosas: por esto la caridad es la plenitud de la ley (J. TISSOT, La vida interior. Herder, Barcelona 1963, pag. 86-87).

647 La obra exterior sin caridad no aprovecha; mas todo cuanto se hace con caridad, por poco y despreciable que sea, todo es fructuoso (Imitación de Cristo, 1, 15, 1).

648 La caridad de Cristo no es solo un buen sentimiento en relación al prójimo; no se para en el gusto por la filantropía. La caridad, infundida por Dios en el alma, transforma desde dentro la inteligencia y la voluntad: fundamenta sobrenaturalmente la amistad y la alegría de obrar el bien (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER Es Cristo que pasa, 71).

649 Debemos, pues, corregir por amor; no con deseos de hacer daño, sino con la cariñosa intención de lograr su enmienda. Si así lo hacemos, cumpliremos muy bien el precepto... ¿Por que le corriges? ¿Porque te apena haber sido ofendido por el? No lo quiera Dios. Si lo haces por amor propio, nada haces. Si es el amor lo que te mueve, obras excelentemente (SAN AGUSTÍN, Sermón 82).

650 (La caridad) es el lustre del alma, la enriquece y la hace aparecer buena y hermosa. El que piensa compadecerse de la miseria de otro, empieza a abandonar el pecado (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, volt VI, p. 48).

651 Con el amor al prójimo purificas tu ojo para ver a Dios (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 17, 8).

652 Si te callas, callase por amor; si gritas, grita por amor; si corriges, hazlo por amor; si perdonas, hazlo también por amor (SAN AGUSTÍN, Coment. 1 Epist. S. Juan, 9).

653 La caridad es la que da unidad y consistencia a todas las virtudes que hacen al hombre perfecto (SAN ALFONSO M.ª DE LIGORIO, Practica del amor a Jesucristo, 1, 1).

Es universal

654 Que no exceptuó a hombre alguno el que mando amar al prójimo, lo demuestra el Señor en la parábola del que se encontró medio muerto, llamando prójimo al que fue misericordioso para con el, para que comprendiésemos que prójimo es todo aquel a quien se debe prestar socorro, si lo necesita. ¿Y quien pone en duda que a nadie debe negarse este auxilio cuando el mismo Señor dice: Haced bien a los que os aborrecen? (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 1, 30).

655 Nuestro corazón se dilata. Del mismo modo que el calor dilata los cuerpos, así también la caridad tiene un poder dilatador, pues se trata de una virtud cálida y ardiente. Esta caridad es la que ebria la boca de Pablo y dilataba su corazón [...1. Nada encontraríamos mas dilatado que el corazón de Pablo, el cual, como un enamorado, estrechaba a todos los creyentes con el fuerte abrazo de su amor, sin que por ello se dividiera o debilitara ese amor, sino que se mantenía integro en cada uno de ellos. Y ello no debe admirarnos, ya que este sentimiento de amor no solo abarcaba a los creyentes, sino que en su corazón tenían también cabida los infieles de todo el mundo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la 2ª carta a los Corintios).

656 Hermanos, os exhortamos vivamente a que tengáis caridad, no solo para con vosotros mismos, sino también para con los de fuera, ya se trate de los paganos, que todavía no creen en Cristo, ya de los que están separados de nosotros, que reconocen a Cristo como cabeza, igual que nosotros, pero están divididos de su cuerpo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 32).

657 Universalidad de la caridad significa, por eso, universalidad del apostolado; traducción en obras y de verdad, por nuestra parte, del gran empeño de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1Tm 2, 4) (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 230).

658 Extiende tu caridad por todas las partes del globo si quieres amar a Dios como es debido, pues los miembros de Cristo están dispersos por el mundo; si no amas la parte estas partido; si no estas en todo el cuerpo, no estas en la cabeza (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 10, 8).

659 El que da limosna no hace, a imitación de Dios, discriminación alguna, en lo que afane a las necesidades corporales, entre buenos y malos, justos o injustos, sino que reparte a todos por igual, en proporción de las necesidades de cada uno, aunque su buena voluntad le inclina a preferir a los que se esfuerzan en practicar la virtud, mas bien que a los malos (SAN MAXIMO, Sobre la caridad, centuria 1, 1).

660 (Hemos de amar a todos), no porque son hermanos, sino para que lo sean; para andar siempre con amor fraterno: hacia el que ya es hermano, y hacia el enemigo para que venga a ser hermano (SAN AGUSTÍN, Coment. 1 Epístola S. Juan, 10, 7).

661 Ningún pecador, en cuanto tal, es digno de amor; pero todo hombre, en cuanto tal, es amable por Dios (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 1, 1, 27).

662 Si quieres amar a Cristo, extiende tu caridad a toda la tierra, porque los miembros de Cristo están por todo el mundo (SAN AGUSTÍN, Coment. 1 Epist. S. Juan, 10, S).
La caridad tiene un orden, en cuanto a las personas y en cuanto a los bienes

663 El Evangelio se ha expresado sin eufemismos: Quien se irrita contra su hermano será reo de juicio. Porque, si bien según la verdad y la ley de la naturaleza hemos de tener a todo hombre por hermano nuestro, no obstante, el mismo nombre de hermano, en este pasaje, designa en primer lugar a los fieles y a aquellos que comparten nuestra vida y profesión, mas bien que a los paganos (CASIANO, Colaciones, 16, 17).

664 Ojalá que el Señor Jesús ordene en mi también la pequeña parcela de caridad que me ha concedido, para que, preocupándome de todo lo que le concierne, me dedique en primer lugar a hacer bien lo que es mi deber y mi tarea particular (SAN BERNARDO, Sermon.49 sobre el Cantar de los Cantares).

665 Esa dilectio, esa caridad, se llena de matices mas entrañables cuando se refiere a los hermanos en la fe, y especialmente a los que, porque así lo ha establecido Dios, trabajan mas cerca de nosotros: los padres, el marido o la mujer, los hijos y los hermanos, los amigos y los colegas, los vecinos. Si no existiese ese cariño, amor humano noble y limpio, ordenado a Dios y fundado en El, no habría caridad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 230).

666 Entre todos los hombres, hemos de hacer el bien a los que se hallan vinculados con nosotros, porque si uno no cuida de los suyos, particularmente de los de su casa, es un infiel (1Tm 5, 8). Y entre los parientes, los mas allegados a nosotros son el padre y la madre (SANTO TOMÁS, Sobre los mandamientos, 1. c., p. 249).

667 Confieso que con facilidad me entrego totalmente a la caridad de los que me son mas íntimos y familiares... En esta caridad descanso sin preocupación alguna, porque allí siento que está Dios, a quien me entrego seguro y en quien descanso seguro [...] (SAN AGUSTÍN, Carta 73).

668 Es, por muchas razones, una virtud mas noble y de mayores quilates curar los desmayos del alma que las debilidades físicas de nuestros semejantes (CASIANO, Colaciones, 15, 8).

Es el camino para seguir a Dios mas de cerca

669 La caridad es el camino para seguir a Dios mas de cerca (SANTO TOMAS, Coment. sobre la Epístola a los Efesios, 5, 1).

670 En la caridad descubrí el quicio de mi vocación (SANTA TERESA DE LISIEUX, Manuscritos autobiográficos, Lisieux 1957, 227).

671 Teniendo un deseo inmenso del martirio, acudí a las cartas de San Pablo, para tratar de hallar una respuesta. Mis ojos dieron casualmente con los capítulos doce y trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la Iglesia consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una respuesta bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis deseos y darme paz. Continué leyendo sin desanimarme, y encontré esta consoladora exhortación: Aspirad a los dones mas excelentes; yo quiero mostraros un camino todavía mejor. El Apóstol, en efecto, hace notar como los mayores dones sin la caridad no son nada y como esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo seguro. Por fin habla hallado la tranquilidad (SANTA TERESA DE LISIEUX, Manuscritos autobiográficos, 227-229).

672 Piensa que tu, que aun no ves a Dios, merecerás contemplarlo si amas al prójimo, pues amando al prójimo purificas tu mirada para que tus ojos puedan contemplar a Dios (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 17, 7-9).

673 Que cada uno de los fieles se examine, pues, a si mismo, esforzándose en discernir sus mas íntimos afectos; y, si descubre en su conciencia frutos de caridad, tenga por cierto que Dios esta en el y procure hacerse mas y mas capaz de tan gran huésped, perseverando con mas generosidad en las obras de misericordia (SAN LEON MAGNO, Sermón 10 sobre la Cuaresma).

674 Amando al prójimo y preocupándote por el, progresas sin duda en tu camino. Y ¿hacia donde avanzas por este camino sino hacia el Señor tu Dios, hacia aquel a quien debemos amar con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente? Aun no hemos llegado hasta el Señor, pero el prójimo lo tenemos ya con nosotros. Preocúpate, pues, de aquel que tienes a tu lado mientras caminas por este mundo y llegaras a aquel con quien deseas permanecer eternamente (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 17, 7-9).

675 Cuanto más ames mas subirás (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 83).

La humildad, fundamento de la caridad

676 La morada de la caridad es la humildad (SAN AGUSTÍN, Sobre la virginidad, 51).

677 Estas dos virtudes, es decir, la humildad y la caridad, son tan indivisibles y tan inseparables, que quien se establece en una de ellas de la otra forzosamente se adueña, porque así como la humildad es una parte de la caridad, así la caridad es una parte de la humildad. Si nos paramos a mirar las cosas que el Apóstol llamo estériles sin el bien de la caridad, observamos que esas mismas son también infructuosas si falta la verdadera humildad. Y en verdad, ¿que fruto puede dar la ciencia con la soberbia, o la fe con la gloria humana, o la ostentación con la limosna, o el martirio con el orgullo? (SAN AMBROSIO, Epístola a Demetrio, 10).

678 Sufre con paciencia los defectos y la fragilidad de los otros, teniendo siempre ante los ojos tu propia miseria, por la que has de ser tu también compadecido de los demás (J. PECCI –Leon Xlll–, Practica de la humildad, 22).

679 Una de sus primeras manifestaciones se concreta en iniciar al alma en los caminos de la humildad. Cuando sinceramente nos consideramos nada; cuando comprendemos que, sin el auxilio divino, la mas débil y flaca de las criaturas seria mejor que nosotros; cuando nos vemos capaces de todos los errores y de todos los horrores; cuando nos sabemos pecadores aunque peleemos con empeño para apartarnos de tantas infidelidades, ¿, como vamos a pensar mal de los demás? ¿Como se podrá alimentar en el corazón el fanatismo, la intolerancia, la altanería? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 233).

680 Entre soberbios hay siempre contiendas (Pr 13, 10); pues quien tiene un elevado concepto de si mismo y menosprecia al prójimo no puede soportar los fallos de este (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 221).

681 Nada tiene de extraño que la soberbia engendre divisiones y el amor unidad (SAN AGUSTÍN, Sermón 46 sobre los pastores 1).

Es "el distintivo" del cristiano

682 Esta es, pues, la señal del cumplimiento de la ley divina, el amor al prójimo: La señal por la que conocerán que sois discípulos míos será que os améis unos a otros (Jn 13, 35). No dice el resucitar a muertos, ni cualquier otra prueba evidente, sino esta, que os améis unos a otros (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 218).

683 El bienaventurado San Juan Evangelista, al final de sus días, cuando moraba en Efeso y apenas podía ir a la iglesia, sino en brazos de sus discípulos, y no podía decir muchas palabras seguidas en voz alta, no solía hacer otra exhortación que esta: Hijitos, amaos unos a otros. Finalmente, sus discípulos y los hermanos que le escuchaban, aburridos de oírle siempre lo mismo, le preguntaron: Maestro, ¿por que siempre nos dices esto? Y les respondió con una frase digna de Juan: Porque este es el precepto del Señor y su solo cumplimiento es mas que suficiente (SAN JERÓNIMO, Coment. sobre la Epístola a los Calatas, 3, 6).

684 La practica de la caridad es lo que nos caracteriza delante de los demás: " Ved cómo se aman, dicen, dispuestos a morir los unos por los otros ". Porque ellos están mas bien dispuestos a matarse. En cuanto al nombre de hermanos con que nosotros nos llamamos, ellos se forman una idea falsa, ya que entre ellos los nombres de parentesco son únicamente expresiones mentirosas de afecto. Por derecho de la naturaleza, nuestra madre común, también nosotros somos vuestros hermanos..., pero, ¡con cuanta mayor razón son considerados y llamados hermanos los que reconocen a Dios como a único Padre, los que beben del mismo Espíritu de santidad, y los que, salidos del mismo seno de la ignorancia, han quedado maravillados ante la misma luz de la verdad! (TERTULIANO, Apologético, 39).

685 Se preguntan muchos si aman a Cristo, y van buscando señales por las cuales poder descubrir y reconocer si le aman: la señal que no engaña nunca es la caridad fraterna [...]. La caridad fraterna es también la medida del estado de nuestra vida interior, especialmente de nuestra vida de oración (B. BAUR, En la intimidad con Dios, p. 246).

La caridad es lo que mas nos asemeja a Dios

686 Nada emparenta mas al hombre con Dios como la facultad de hacer el bien [...]Que tu voluntad de dar supla lo que falta de riqueza a tu don. Si no tienes nada, ofrece tus lagrimas. Es un gran consuelo para los desgraciados que la piedad brote del corazón, y una compasión sincera endulza el sufrimiento [...] (SAN GREGORIO NACIANCENO Sobre el amor a los pobres, 27).

687 Nada puede hacerte tan imitador de Cristo como la preocupación por los demás. Aunque ayunes, aunque duermas en el suelo, aunque –por así decir– te mates, si no te preocupas del prójimo poca cosa hiciste, aun distas mucho de Su imagen (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre la 1ª Epístola a los Corintios).

La caridad se alimenta en la oración

688 Si mirásemos a nuestro alrededor, encontraríamos quizá razones para pensar que la caridad es una virtud ilusoria. Pero, considerando las cosas con sentido sobrenatural, descubrirás también la raíz de esa esterilidad: la ausencia de un trato intenso y continuo, de tu a Tu, con Nuestro Señor Jesucristo; y el desconocimiento de la obra del Espíritu Santo en el alma, cuyo primer fruto es precisamente la caridad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 236).

689 La diferencia entre la caridad y la devoción es la misma que hay entre el fuego y la llama... Así que la devoción solo añade al fuego de la caridad la llama que la hace pronta, activa y diligente (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 1, 1).

690 Pero vosotros os preguntáis y os decís: ¿Cuando vamos a poder poseer semejante caridad? No desesperes tan pronto: quizás ha nacido ya, pero no ha alcanzado aun su perfección; aliméntala, no sea que se ahogue (SAN AGUSTÍN, Coment. a la 1 Epístola de Juan, 5, 12).

La caridad atrae la misericordia divina

691 Tanto se complace Dios en nuestros actos de bondad para con los demás, que ofrece su misericordia solamente a quienes son misericordiosos (SAN HILARIO, en Catena Aurea, volt 1, p. 248).

692 Vea Dios Todopoderoso nuestra caridad con el prójimo, para que tenga piedad y compasión por nuestros pecados. Recordad las palabras que se nos han dicho: Perdonad y se os perdonara (Lc 6, 37) (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang.).

Es falsa caridad la "compasión" por el prójimo que separa de Dios

693 El que ama con verdad a su prójimo, debe obrar con él de modo que también ame a Dios con todo su corazón (SAN AGUSTÍN, Sobre la doctrina cristiana, 1, 22).

694 Tanto los predicadores del Señor como los fieles, deben estar en la Iglesia de tal manera que compadezcan al prójimo con caridad, pero no se separen de la vía del Señor por falsa compasión (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

695 Debemos tener para el prójimo una separación discreta, de manera que le amemos por lo que es, y le rechacemos en cuanto sea un obstáculo en el camino que nos conduce a Dios (SAN GREGOR;O MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

696 En resumen, debemos amar a nuestros prójimos, debemos tener caridad con todos, tanto parientes como extraños, pero jamas ella nos ha de apartar del amor de Dios (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 37 sobre los Evang.).

Caridad y salvación

697 De una persona caritativa, por miserable que ella sea, podemos afirmar que se pueden concebir grandes esperanzas de que se salvara (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la limosna).

698 Esta es la idea invariable del Señor: que quienes ahora gozan en servir a sus prójimos, sean alimentados después en la mesa sacratísima del Señor con los manjares de la vida eterna (SAN BEDA, en Catena Aurea, volt Vl p. 447).

699 Es de notar que la bienaventuranza se otorga en proporción a la caridad y no en proporción a cualquier otra virtud (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 204).

700 Quien posee la caridad esta muy lejos de todo pecado (SAN POLICARPO, Carta a los Filipenses, 3, 1).

701 El amor conduce a la felicidad. Solo a los que lo tienen se les promete la bienaventuranza eterna. Y sin el todo lo demás resulta insuficiente (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c. 204).

Cualquier detalle de caridad, en cualquiera de sus formas, es largamente recompensado por Dios

702 ¿Como somos nosotros, que cuando Dios nos da queremos recibir, y cuando nos pide no le queremos dar? Porque cuando un pobre pasa hambre es Cristo quien pasa necesidad, como dijo el mismo: Tuve hambre y no me disteis de comer. No apartes, pues, tu mirada de la miseria de los pobres, si quieres esperar confiado el perdón de los pecados. Ahora, hermanos, Cristo pasa hambre, es el quien se digna padecer hambre y sed en la persona de todos los pobres; y lo que reciba aquí en la tierra lo devolverá luego en el cielo (SAN CESAREO DE ARLES, Sermón 25).

703 La tierra produce unos frutos de los que ella no ha de gozar, sino que están destinados a tu provecho. En cambio, los frutos de beneficencia que tu produces los recolectas en provecho propio, ya que la recompensa de las buenas obras revierte en beneficio de los que las hacen (SAN BASILIO MAGNO, Hom. sobre la caridad, 3, 6).

704 Quien da socorros temporales a los que tienen dones espirituales es cooperador también de estos dones espirituales (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

Acercar las almas a Dios, la mejor muestra de caridad

705 Quizá no tenga pan con que socorrer al necesitado; pero quien tiene lengua dispone de un bien mayor que puede distribuir; pues vale mas el reanimar con el alimento de la palabra al alma que ha de vivir para siempre, que saciar con el pan terreno el cuerpo que ha de morir. Por lo tanto, hermanos, no neguéis al prójimo la limosna de vuestra palabra (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 4 sobre los Evang.).

706 El cristiano ha de mostrarse siempre dispuesto a convivir con todos, a dar a todos con su trato la posibilidad de acercarse a Cristo Jesús (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 124).

707 Ansi me acaece que, cuando en la vida de los santos leemos que convirtieron almas, mucha mas devoción me hace y mas ternura y mas envidia que todos los martirios que padecen (por ser esta la inclinación que Dios me ha dado), pareciéndome que precia mas un alma que por nuestra industria y oración la ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podamos hacer (SANTA TERESA, Fundaciones, 1, 7).

708 Todos los hombres son lamparas que pueden encenderse y apagarse. Y las lamparas, cuando son sabias, lucen y dan calor espiritual. Los siervos de Dios son lamparas buenas por el óleo de su misericordia, no por sus fuerzas. Porque aquella gracia gratuita de Dios es el aceite de las lamparas (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 23, 3).

Algunos detalles y muestras de caridad

709 Solo la caridad puede llevar la duda a la mejor parte (SAN AGUSTÍN, Sermón 1).

710 Nunca hables mal de tu hermano, aunque tengas sobrados motivos.-Ve primero al Sagrario, y luego ve al Sacerdote, tu padre, y desahoga también tu pena con el. Y con nadie mas (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 444).

711 Es ciertamente mas fácil enfadarse que tener paciencia, amenazar a un niño mas que persuadirlo; diría incluso que es mas cómodo para nuestra impaciencia y nuestro orgullo castigar a los que nos resisten que corregirlos, soportándolos con firmeza y bondad [...]. Las enfermedades del alma exigen ser tratadas con un cuidado tan grande como las del cuerpo. No hay nada mas peligroso que un remedio dado a despropósito y contratiempo. Un medico prudente espera a que el enfermo este en condiciones de soportar el remedio y para ello acecha el momento favorable (SAN JUAN Bosco, Carta 2395. Epistolario, volt 4 pp. 201-205).

712 Empieza por tener paz en ti mismo, y así podrás dar paz a los demás (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, volt 1, p. 254).

712b Que tu caridad sea amable: no debe faltar nunca en tus labios, con la prudencia y la naturalidad debidas, y aunque llores por dentro, una sonrisa para todos, un servicio sin regateos (SAN JOSEMARIA ESCRIVÁ, Forja, n. 699).

713 La caridad no se practica solo con el dinero. Podéis visitar a un enfermo, hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio, arreglarle la cama, prepararle los remedios, consolarle en sus penas, leerle algún libro piadoso (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la limosna).

714 Es menester endulzar la ira que nuestro hermano haya concebido contra nosotros –aun sin motivo–, como si fuese nuestra (CASIANO, Colaciones, 16, 7).

715 No tengas enemigos.-Ten solamente amigos: amigos... de la derecha –si te hicieron o quisieron hacerte bien– y... de la izquierda –si te han perjudicado o intentaron perjudicarte– (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 838).

716 El saludo es cierta especie de oración (SANTO TOMÁS en Catena Aurea, volt 1, p. 334).

717 Quien ha dicho que no debes airarte contra tu hermano, ha dicho también que no debes menospreciar su tristeza, viendo indiferente su aflicción
(CASIANO, Colaciones, 16, 6).

718 Cuando oigas hablar mal, suspende el juicio, si puedes hacerlo con justicia; si no, excusa la intención del acusado; si ni aun esto pudieres, muestra compasión de el, y muda la conversación, teniendo presente y recordando a los demás que los que no caen en faltas deben esta gracia a Dios solo; procura hacer con suavidad que el maldiciente entre en si, y di alguna otra cosa buena de la persona ofendida, si la sabes (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 29).

719 La caridad es la mejor medicina de todas las enfermedades, pero en particular de esta (de la murmuración) (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 28).

720 Quien lleva vida libre de crímenes y delitos, labra su propio bien; si además pone a salvo su honor practica una obra de misericordia con el prójimo, pues si la buena vida es personalmente necesaria, el buen nombre lo es para los demás (SAN AGUSTÍN, Del bien de la viudez, 12).

721 Un seglar cumple con el deber de hospitalidad abriendo su casa a algún que otro peregrino. El obispo, si no tiene su puerta abierta a todo el que llegue, es un hombre sin corazón (SAN ISIDORO, Trat. de los oficios eclesiásticos, 5, 1617).

722 [...] aprenderemos también a descubrir tantas virtudes en los que nos rodean –nos dan lecciones de trabajo, de abnegación, de alegría...–, y no nos detendremos demasiado en sus defectos; solo cuando resulte imprescindible, para ayudarles con la corrección fraterna (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 20).

723 Ama todavía poco a su prójimo el que no comparte con el, cuando se encuentra en necesidad, aun las cosas que tiene como necesarias (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

724 Muchas veces la paciencia fingida provoca mas ira que los insultos verbales, y un silencio malicioso es peor que las palabras desabridas (CASIANO, Colaciones, 16, 18).

725 No queramos juzgar.-Cada uno ve las cosas desde su punto de vista... y con su entendimiento, bien limitado casi siempre, y oscuros o nebulosos, con tinieblas de apasionamiento sus ojos, muchas veces. Además, lo mismo que la de esos pintores modernistas, es la visión de ciertas personas tan subjetiva y tan enfermiza, que trazan unos rasgos arbitrarios asegurándonos que son nuestro retrato, nuestra conducta...-¡Que poco valen los juicios de los hombres!-No juzguéis sin tamizar vuestro juicio en la oración
(J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 451).

726 Aunque vierais algo malo, no juzguéis al instante a vuestro prójimo, sino mas bien excusadle en vuestro interior. Excusad la intención, si no podéis excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o por desgracia. Si la cosa es tan clara que no podéis disimularla, aun entonces procurad creerlo así, y decid para vuestros adentros: la tentación habrá sido muy fuerte (SAN BERNARDO, Sermón sobre el Cantar de los Cantares, 40).

727 Hemos de portarnos como hijos de Dios con los hijos de Dios: el nuestro ha de ser un amor sacrificado, diario, hecho de mil detalles de comprensión, de sacrificio silencioso, de entrega que no se nota (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 36).

728 Pues no solo es malo injuriar a las claras, sino hacerlo a lo disimulado y encubierto. Nuestro Juez, en su examen imparcial, escudriñara no tanto las modalidades exteriores de la injuria, cuanto lo esencial de ella (CASIANO, Colaciones, 16, 18).

729 ¡Que insensatez también creernos a veces muy pacientes porque no respondemos verbalmente a las provocaciones que se nos hacen! Y, no obstante, por un silencio lacerante, un movimiento, un gesto sombrío, una sonrisa maliciosa, nos burlamos de nuestros hermanos tácitamente y les excitamos mucho mas a la ira con esa mascara impasible de lo que podrían hacerlo furiosas invectivas (CASIANO, Colaciones 16, 18).

730 Los peores son, sin duda alguna, los que de boca aman y con el corazón destrozan (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad l.c., p.220).

731 Si entre los que te rodear hay alguno que te parece despreciable, obraras sabia y prudentemente si en vez de publicar y censurar sus defectos te fijas en las buenas cualidades naturales y sobrenaturales de que Dios le ha dotado, y que le hacen digno de respeto y honor (J. PECCI –León XIII–, Practica de la humildad, 37).

732 La caridad no se demuestra solamente con la limosna, sino sobre todo con el hecho de comunicar a los demás las enseñanzas divinas y prodigarles cuidados corporales (SAN MAXIMO, Sobre la caridad, centuria 1, 1).

733 El fruto de la caridad consiste en la beneficencia sincera y de corazón para con el prójimo, en la liberalidad y la paciencia, y también en el recto uso de las cosas (SAN MAXIMO, Sobre la caridad, centuria 1, 1).

Estar dispuestos siempre al perdón con prontitud y generosidad

734 Nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos al perdon (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 19).

735 Señor, ¿ cuantas veces deberé perdonar a mi hermano ? (Mt 18, 21). No encerró el Señor el perdón en un numero determinado, sino que dio a entender que hay que perdonar con prontitud y siempre (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 6).

736 Sentirse turbado o afligido por las palabras del hermano, proviene bien de que uno no se encuentra en buena disposición, o bien de que tiene rencores al hermano en cuestión (SAN DOROTEO ABAD, Sobre la acusación de si mismo, 7).

737 Y perdónanos nuestras deudas...El bien que pedimos a Dios con contrición, concedámoslo al prójimo desde el primer instante de nuestra conversión (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia, 10, 11).

738 Tu estas seguro, has pesado bien los pros y los contrae, estas seguro de que es el quien ha pecado contra ti y no tu contra el. "Sí-dices-, estoy seguro". Que tu conciencia descanse tranquila en esta certeza. No vayas a buscar a tu hermano que ha pecado contra ti, para pedirle perdón; te basta con estar presto a perdonar de corazón. Si estas dispuesto a perdonar, ya has perdonado. Te queda todavía pedir a Dios por tu hermano (SAN AGUSTÍN, Sermón 211, Sobre la caridad fraterna).

Ahogar el mal en abundancia de bien

739 Hemos de comprender a todos, hemos de convivir con todos, hemos de disculpar a todos, hemos de perdonar a todos. No diremos que lo injusto es justo, que la ofensa a Dios no es ofensa a Dios, que lo malo es bueno. Pero, ante el mal, no contestaremos con otro mal, sino con la doctrina clara y con la acción buena: ahogando el mal en abundancia de bien (cfr. Rom 12, 21) (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 182).

Caridad en los detalles de la vida ordinaria

740 Esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria (CONC VAT. II, Const. Gaudium et spes, 38).

740b El deber de la fraternidad, con todas las almas, hará que ejercites el apostolado de las cosas pequeñas, sin que lo noten: con afán de servicio, de modo que el camino se les muestre amable (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Surco, n. 737).

741 Las palabras de la lección sagrada (parábola del mal rico y del pobre Lázaro) deben enseñarnos a cumplir los preceptos de la caridad. Todos los días, si lo buscamos, hallamos a Lázaro y, aunque no lo busquemos, le tenemos a la vista... No perdáis el tiempo de la misericordia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang.).

741b Que sepas, a diario y con generosidad, fastidiarte alegre y discretamente para servir y para hacer agradable la vida a los demás.
-Este modo de proceder es verdadera caridad de Jesucristo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Forja, n. 150).

Medios para fomentar la caridad

742 [...] y crece la caridad con ser comunicada (SANTA TERESA, Vida, 7, 8).

742b No pocas veces nos acaece pasar largos años al lado de almas bellísimas sin que echemos de ver su hermosura. Mas es preciso verlas tal como son para amarlas sincera y profundamente; entonces nos aprovecharíamos de sus cualidades y ellas sacarían provecho de las nuestras.
De la misma manera, si miráramos con espíritu de fe a las personas que naturalmente nos son agradables, muchas veces descubriríamos en ellas virtudes sobrenaturales que elevarían no poco nuestro natural afecto y lo harían más puro. Adivinaríamos asimismo los obstáculos con que tropiezan para alcanzar la perfección, y nos sería fácil darles, en toda caridad, un consejo, o recibirlo de ellas, para caminar más ligeros por las vías del Señor (R. GARRIGOU-LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, vol. II, p. 734).

743 Dios es caridad, y el que permanece en la caridad permanece en Dios y Dios en el (1Jn 4, 16). Y Dios difunde su caridad en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado (cfr. Rm 5, 5). Por consiguiente, el primero y mas imprescindible don es la caridad, con la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo por El. Pero, a fin de que la caridad crezca en el alma como una buena semilla y fructifique, todo fiel debe escuchar de buena gana la palabra de Dios y poner por obra su voluntad con la ayuda de la gracia. Participar frecuentemente en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía, y en las funciones sagradas. Aplicarse asiduamente a la oración, a la abnegación de si mismo, al solicito servicio de los hermanos y al ejercicio de todas las virtudes. Pues la caridad, como vinculo de perfección y plenitud de la ley (cfr. Col 3, 14; Rm 3, 10), rige todos los medios de santificación, los informa y los conduce a su fin. De ahí que la caridad para con Dios y para con el prójimo sea el signo distintivo del verdadero discípulo de Cristo (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 42).

La virginidad, estimulo de la caridad

744 No es fecunda la virginidad tan solo por las obras exteriores a que pueden dedicarse por completo y con facilidad quienes la abrazan; lo es también por las formas mas perfectas de caridad hacia el prójimo, cuales son las ardientes oraciones y los graves sufrimientos voluntarios y generosamente soportados por tal finalidad (PÍO XII, Sacra virginitas, 25-3-1954).

745 La santidad de la Iglesia también se fomenta de una manera especial con los múltiples consejos que el Señor propone en el Evangelio para que los observen sus discípulos. Entre ellos destaca el precioso don de la divina gracia, concedido a algunos por el Padre (cfr. Mt 19, 11; 1Co 7, 7), para que se consagren a solo Dios con un corazón que en la virginidad o en el celibato se mantiene mas fácilmente indiviso (cfr. 1Co 7, 32-34). Esta perfecta continencia por el reino de los cielos siempre ha sido tenida en la mas alta estima por la Iglesia, como señal y estimulo de la caridad y como un manantial extraordinario de espiritual fecundidad en el mundo (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 42).

Caridad con nuestros enemigos, con quienes no nos aprecian o no se comportan correctamente con nosotros

746 Si se ha de amar también a los enemigos –me refiero a los que nos colocan entre sus enemigos: yo no me siento enemigo de nadie ni de nada–, habrá que amar con mas razón a los que solamente están lejos, a los que nos caen menos simpáticos, a los que, por su lengua, por su cultura o por su educación, parecen lo opuesto a ti o a mi (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 230).

747 ¿Que razón tienes para no amar? ¿Que el otro respondió a tus favores con injurias? ¿Que quiso derramar tu sangre en agradecimiento de tus beneficios? Pero, si amas por Cristo, esas son razones que te han de mover a amar mas aun. Porque lo que destruye las amistades del mundo, eso es lo que afianza la caridad de Cristo. ¡Como? Primero, porque ese ingrato es para ti causa de un premio mayor. Segundo, porque ese precisamente necesita de mas ayuda y de mas intenso cuidado (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 60, 3).

748 Nuestros enemigos se hacen mal a si mismos y nos prestan a nosotros un servicio, ya que nos ayudan a conseguir la corona de la gloria eterna, mientras que provocan sobre ellos la ira de Dios, y por esto debemos compadecerlos y amarlos en vez de odiarlos y aborrecerlos. Mas aun, debemos orar por ellos y no dejarnos vencer del mal, sino vencer el mal con el bien (SAN ANTONIO MARIA ZACARIAS, Serm6n a sus hermanos de religi6n).

749 No dejéis de hacer el bien a todas horas. Era tanto como decirles: no dejéis de practicar la caridad, incluso con los negligentes y que acaso menosprecian lo que acabo de escribiros. Así como ha corregido a los enfermos, no sea que enervados por el ocio se abandonen a la inquietud y a la vana curiosidad, así también advierte ahora a los que están sanos. Y les dice que no deben rehusar sus deberes de caridad a quienes no quieran convertirse a la sana doctrina [...]. No quiere que cesen de hacerles el bien y sostenerles, ya consolando, ya reprendiendo según las circunstancias, haciéndoles objeto de la benevolencia y caridad acostumbradas (CASIANO, Instituciones, 10, 15).

750 Lo se. Hay personas que vienen todos los días, se hincan de rodillas, golpean el suelo con sus frentes, y hasta a veces inundan su cara de lagrimas, y en esta actitud tan humilde, en esta emoción tan viva, dicen: " Señor, véngame, mata a mi enemigo ". ¡ Bien! Ruega para que mate a tu enemigo y al mismo tiempo salve a tu hermano; que muera el odio y que salve el alma. Ruega para que Dios te vengue; perezca el que te perseguía para dejar lugar a que te sea devuelto tu hermano en la caridad (SAN AGUSTÍN, Sermón 211, Sobre la caridad fraterna).

751 Hay una cosa decisiva que pone a prueba la caridad: amar a aquel mismo que nos es contrario (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 2 sobre los Evang.).

Caridad y amor humano

752 Estas seis cosas, entre otras muchas, se encierran en la palabra amor: amar, aconsejar, socorrer, sufrir, perdonar y edificar (Fr. LUIS DE GRANADA, Sobre las virtudes teologales, 1. c., p. 401).

753 Con frecuencia, los cristianos no hemos sabido corresponder a ese don; a veces lo hemos rebajado, como si se limitase a una limosna, sin alma, fría; o lo hemos reducido a una conducta de beneficencia mas o menos formularla. Expresaba bien esta aberración la resignada queja de una enferma: a mi me tratan con caridad, pero mi madre me cuidaba con cariño. El amor que nace del Corazón de Cristo no puede dar lugar a esa clase de distinciones (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 229).

754 "La caridad es benigna", no solo sabe "ver" al "otro", sino que se abre a el, lo busca, va a su encuentro. El amor da con generosidad [...]. Y cuan frecuentemente, sin embargo, nos cerramos en el caparazón de nuestro "yo", no sabemos, no queremos, no tratamos de abrirnos al "otro", de darle algo de nuestro propio "yo", sobrepasando los limites de nuestro egocentrismo o quizá del egoísmo, y esforzándonos para convertirnos en hombre, mujer, "para los demás", a ejemplo de Cristo (JUAN PABLO II, Hom. 3-11-1980).

Todos tenemos necesidad de ayuda

755 A menudo restringimos la caridad a su vertiente activa: a las obras que realizamos en servicio del prójimo. Pero también es caridad ese modo de contar con los demás que consiste en aceptar su ayuda, en proporcionarles la ventaja de ser acreedores a nuestra gratitud. Con frecuencia la razón de nuestra hosquedad ante los favores ajenos radica en el egoísmo de no perder cierta preeminencia: esa preeminencia de quien jamas esta en deuda. Pero el no deber nada es situación que solo se conserva al precio de tampoco recibir nada: y semejante penuria es un precio demasiado alto para tan menguada satisfacción. (J. M. PEROSANZ La hora sexta, pp. 173-174).

756 El alma sola, sin maestro, que tiene virtud, es como el carbón encendido que esta solo: antes se ira enfriando que encendiendo... Y el que cae ciego, solo no se levantara; y si se levantare solo, encaminara por donde no conviene (SAN JUAN DE LA CRUZ, Avisos y sentencias, 7 y 11 ).

757 " Frater qui adjuvatur a fratre quasi civitas firma "-El hermano ayudado por su hermano es tan fuerte como una ciudad amurallada.-Piensa un rato y decídete a vivir la fraternidad que siempre te recomiendo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 460).

Corazón grande para dar

758 En el alma bien dispuesta hay siempre un vivo, firme y decidido propósito de perdonar, sufrir, ayudar y una actitud que mueve siempre a realizar actos de caridad. Si en el alma ha arraigado este deseo de amar y este ideal de amar desinteresadamente, tendrá con ello la prueba mas convincente de que sus comuniones, confesiones, meditaciones y toda su vida de oración están en orden y son sinceras y fecundas (B. BAUR, En la intimidad con Dios, p. 247).

759 Dios, en este mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los necesitados, como dijo el mismo: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis. El mismo Dios que se digna dar en el cielo quiere recibir en la tierra (SAN CESAREO DE ARLES, Sermón 25).

760 Deberías estar agradecido, contento y feliz por el honor que se te ha concedido, al no ser tu quien ha de importunar a la puerta de los demás, sino los demás quienes acuden a la tuya. Y en cambio te retraes y te haces casi inaccesible, rehuyes el encuentro con los demás, para no verte obligado a soltar ni una pequeña dádiva. Solo sabes decir: " No tengo nada que dar, soy pobre ". En verdad eres pobre y privado de todo bien; pobre en amor, pobre en humanidad, pobre en confianza en Dios, pobre en esperanza eterna (SAN BASILIO MAGNO, Hom. sobre la caridad).

761 Si todavía no te sientes en disposición de morir por tu hermano, disponte al menos a darle algo de lo que tienes. Que la caridad comience ya a conmover tus entrañas (SAN AGUSTÍN, Sobre la l Epístola de S. Juan, 5, 12).

762 [...] y queriendo no ser exteriormente vencidos, quedamos heridos en lo interior; al defender exteriormente cosas de poca importancia perdemos en el interior cosas muy grandes, porque amando lo temporal perdemos el amor verdadero. Todo aquel que nos arrebata cualquier cosa nuestra, es nuestro enemigo; pero si empezamos a tenerle odio, dentro esta lo que perdemos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 27 sobre los Evang.).

763 Poniendo sobre ellos sus manos, quedaban curados. Para curar no hay tiempo ni lugar determinados. En todos los lugares y tiempos se ha de aplicar la medicina (SAN AMBROSIO, Trat. sobre la virginidad, 8).

764 Le buscaban las turbas. ¿Y por que? Porque, imponiéndoles las manos, las curaba, y daba salud en cualquier tiempo y lugar que se lo pedían, enseñándonos así a prodigar la medicina al enfermo que la pide (SAN AMBROSIO, Trat. sobre la virginidad, 42).

765 [...] hemos de pedir al Señor que nos conceda un corazón bueno, capaz de compadecerse de las penas de las criaturas, capaz de comprender que, para remediar los tormentos que acompañan y no pocas veces angustian las almas en este mundo, el verdadero bálsamo es el amor, la caridad: todos los demás consuelos apenas sirven para distraer un momento, y dejar mas tarde amargura y desesperación (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 167).

Evitar las singularidades indebidas al vivir la caridad fraterna

766 No ames a una persona mas que a otra, que erraras, porque aquel es digno de mas amor, que Dios ama mas, y no sabes tu a cual Dios ama mas (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cautelas, 6, 1. c., p. 1272).

767 Nunca anheles ser amado de manera singular. Puesto que el amor depende de la voluntad, y la voluntad esta inclinada hacia el bien por naturaleza, ser amado, y ser amado como bueno, es una misma cosa; ahora bien, el afán de ser estimado por encima de los demás es inconciliable con una sincera humildad (J. PECCI –León XIII–, Practica de la humildad, 26).

768 Que en esta casa que son pocas todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar; y guárdense de estas particularidades por amor del Señor, por santas que sean, que aun entre hermanos acaece ponzoña; ningún provecho en ello veo; y si son deudos es muy peor (SANTA TERESA, C. de perfección 4, 7).

Procurar hacer bien lo que nos parece que los demás hacen mal

769 Procurad adquirir las virtudes que creéis que faltan en vuestros hermanos, y ya no veréis sus defectos porque no los tendréis vosotros (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 30).

770 Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los demás. No buscan lo que hay que corregir, sino en que pueden morder. Y, al no poderse excusar a si mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás (SAN AGUSTÍN, Sermón 19).

771 De esta suerte, nos esforzamos inútilmente en excusar nuestra negligencia. Y en lugar de atribuir la agitación que nos aqueja a nuestra impaciencia, pretendemos buscar la causa en la imperfección de nuestros hermanos. Pero es un hecho incuestionable que, atribuyendo a los demás la responsabilidad de nuestros defectos, no llegaremos nunca, por ese medio, al final de nuestra carrera, que es la paciencia y la perfección (CASIANO, Instituciones, 8, 16).

772 Siempre sientan mucho cualquier falta [...], y encomendarla mucho a Dios y procurar hacer vos con gran perfección la virtud contraria de la falta que os parece que hay en la otra (SANTA TERESA, C. de perfección 7, 7).

Omisiones en la caridad

773 El que tiene, pues, talento, procure no ser perro mudo; quien tiene abundancia de bienes, no descuide la caridad; el que experiencia de mundo, dirija a su prójimo; el que es elocuente, interceda ante el rico por el pobre; porque a cada uno se le contara como talento lo que hiciere, aunque haya sido por el más pequeño (SAN GREGORIO MAGNO, en Catena Aurea, volt III p. 236).

774 ¿Tienes dinero? Pues no seas tardo en socorrer con el a los que lo necesitan. ¿Puedes defender los derechos de alguien? Pues no digas entonces que no tienes dinero... ¿Puedes ayudar con tu trabajo? Hazlo. ¿Eres medico? Cuida de los enfermos... ¿Puedes ayudar con tu consejo? Mejor todavía, ya que librara a tu hermano no del hambre, sino del peligro de la muerte... Si ves a un amigo dominado por la avaricia, compadécete de el, y si se ahoga apaga su fuego. ¿Que no te hace caso? Haz lo que puedas, no seas perezoso (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre los Hchos de los Apóstoles).

775 No era atormentado (el mal rico) por sus riquezas, sino porque no había sido compasivo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt VI, p. 250).

Caridad con las almas del Purgatorio

776 Durante el tiempo que media entre la muerte del hombre y la resurrección final, las almas quedan retenidas en lugares recónditos, según es digna cada una de reposo o de castigo, conforme a lo que hubiere merecido cuando vivía en la carne. Y no se puede negar que las almas de los difuntos reciben alivio por la piedad de sus parientes vivos, cuando por ellas se ofrece el sacrificio del Mediador o cuando se hacen limosnas en la Iglesia (SAN AGUSTÍN, Enquiridio 109-110).

Cualidades del verdadero amor al prójimo

777 El amor al prójimo ha de ser:
- Verdadero, como el que nos tenemos a nosotros mismos
- Ordenado
- Efectivo
- Constante
- Limpio y santo
(SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., pp. 219-221).

778 Ahora comprendo que la caridad perfecta consiste en soportar los defectos de los demás, no admirarse de sus debilidades, edificarse de los pequeños actos de virtud que practican; pero sobre todo comprendo que la caridad no debe estar encerrada en el fondo del corazón: Nadie, dice Jesús, enciende una lampara para ponerla debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa (Mt 5, 15). Creo que esta lampara representa la caridad, la cual debe alumbrar, alegrar, no solamente a los que mas quiero, sino a todos los que estén en la casa, sin exceptuar a nadie (SANTA TERESA DE LISIEUX, Manuscritos autobiográficos).

779 Os doy el mandato nuevo: que os améis mutuamente, no con un amor que degrada, ni con el amor con que se aman los seres humanos por ser humanos, sino con el amor con que se aman porque están deificados y son hijos del Altísimo, de manera que son hermanos de su Hijo único y se aman entre si con el mismo amor con que Cristo los ha amado (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 65, 1-3).

780 La caridad es aquella buena disposición del animo que nada antepone al conocimiento de Dios (SAN MAXIMO, Sobre la caridad).

Unión en la caridad

781 ¿Poder de la caridad?-Vuestra mutua flaqueza es también apoyo que os sostiene derechos en el cumplimiento del deber si vivís vuestra fraternidad bendita: como mutuamente se sostienen, apoyándose, los naipes (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 462).

782 Porque seria cosa terrible ser al contrario, y muy recio de sufrir pocas y mal avenidas (SANTA TERESA, C. de perfección, 7, 9).

783 Pues que todos los fieles juntos y cada uno en particular constituyen un solo y mismo templo de Dios, necesario es que este sea perfecto en cada uno como debe ser perfecto en el conjunto; porque, aunque la belleza no sea igual en todos los miembros, ni los méritos tampoco iguales en tan gran variedad de partes, el vinculo de la caridad, sin embargo, produce la comunión en la belleza. Aquellos a quienes une un santo amor, aunque no participen de los mismos dones de la gracia, gozan, sin embargo, mutuamente de sus bienes, y lo que ellos aman no les puede ser extraño, porque crecen en sus propias riquezas quienes se alegran del provecho ajeno (SAN LEON, Sermón 48, 1 sobre la Cuaresma).

784 He notado, y es muy natural, que las hermanas mas santas son mas queridas (SANTA TERESA DE LISIEUX, Manuscrito a la Madre M. a de Gonzaga, 10, 13).

785 El es el único, nosotros somos muchos; El es el único y nosotros en El somos uno solo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 122).

786 La casa y la ciudad, una vez divididas, se destruyen prontamente; y lo mismo un reino, que es lo mas fuerte que existe, siendo la unión de los súbditos la que afirma los reinos y las casas (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 48).

787 Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos por mantener la unidad del Espíritu, con el vinculo de la paz. De esta manera demuestra que es imposible mantener la unión y la paz si los hermanos no se toleran mutuamente y si no conservan el vinculo de la unión fraterna mediante la virtud de la paciencia (SAN CIPRIANO, Trat. sobre la paciencia, 13).

788 No hay amistad verdadera sino entre aquellos que Tu aúnas entre si por medio de la caridad (SAN AGUSTÍN, Confesiones, 4, 4).

789 Aquel pobre apóstol que no tenla nada que dar al que le pedía limosna, distribuyo tan abundantemente la gracia de Dios que dio no solo el vigor a las piernas del cojo, sino también la salud del alma a aquella ingente multitud de creyentes, a los cuales habla encontrado sin fuerzas y que ahora podían ya andar ligeros siguiendo a Cristo (SAN LEON MAGNO, Sermón 95 sobre las bienaventuranzas).

790 No hay pecado que no pueda borrar la limosna, que es remedio contra toda llaga. Pero la limosna no se hace solo con dinero, sino también con otras obras, como cuando alguien protege a otro, o un medico cura, o un sabio aconseja (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt Vl, pp. 96-97).

Dar cada uno lo que pueda dar

791 También puede ocurrir que no tenga pan que dar de limosna al indigente; pero quien tiene lengua, tiene algo mas que poder dar, pues alimentar con el sustento de la palabra al alma, que ha de vivir para siempre, es mas que saciar con pan terreno el estomago del cuerpo, que ha de morir (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 6 sobre los Evang.).

792 El fuerte sea protector del débil, el débil respete al fuerte; el rico de al pobre, el pobre de gracias a Dios por haberle deparado quien remedie su necesidad. El sabio manifieste su sabiduría no con palabras, sino con buenas obras; el humilde no de testimonio de si mismo, sino deje que sean los demás quienes lo hagan. El que es casto en su cuerpo no se gloríe de ello, sabiendo que es otro quien le otorga el don de la continencia (SAN CLEMENTE, Carta a los Corintios, 36).

793 Es menester amar al prójimo y quererle bien, querer su bien, sobre todo su bien eterno: por esto no permanecemos indiferentes, ni nos encogemos de hombros ante alguien que esta en peligro, que no haya tomado el camino justo o que no sea como debería y como podría ser; también por esto, por ejemplo, nos guardamos bien de " dejarlo correr " cuando vemos que alguien, en el circulo de nuestros familiares o conocidos, esta a punto de romper, o quizá ha roto ya el orden y la armonía de la caridad. En esta, como en tantas ocasiones semejantes, es precisamente la palabra de Cristo la que nos obliga a no " dejarlo correr ". Pues El, en efecto, nos dice: ... Ve y corrígelo a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Y su mandato tiene la profundidad de las cosas sencillas, la fresca inmediatez de los programas concretos. (S. CANALS, Ascética meditada, p. 166).

" Llevando unos las cargas de los otros "

794 Aceptar a los demás como son y ayudarles a mejorar
¡Que difícil parece a veces la tarea de superar las barreras, que impiden la convivencia humana! Y, sin embargo, los cristianos estamos llamados a realizar ese gran milagro de la fraternidad: conseguir, con la gracia de Dios, que los hombres se traten cristianamente, llevando los unos las cargas de los otros (Ga 6, 2), viviendo el mandamiento del Amor, que es vinculo de la perfección y resumen de la ley (cfr. Col 3, 14 y Rm 13, 10) (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 157).

795 Las ocasiones de contrariedad jamas nos faltaran mientras estemos en contacto con los hombres. Las hace inevitables el constante roce con ellos. Que no sean parte estas ocasiones para evitar su compañía. Si les dejamos, tal proceder es ilusorio, pues al abandonarles no nos sustraemos a las causas de la tristeza, porque no las evadimos sino, antes bien, las cambiamos (CASIANO, Instituciones, 9, 7).

796 Los que están cercanos se sostienen recíprocamente, y gracias a ellos surge el edificio de la caridad. Pablo nos advierte: Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas y cumplid así la ley de Cristo (Ga 6, 2) [...]. Si yo, pues, no hago el esfuerzo de soportar tu carácter, y si tu no te preocupas de soportarme con el mío, ¿como podrá levantarse entre nosotros el edificio de la caridad, pues el amor mutuo no nos une en la paciencia? En un edificio, ya lo hemos dicho, cada piedra sostiene y es sostenida (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. sobre Ezequiel).

797 El que se encuentra en oración tolera fácilmente al hermano molesto, y permanece en paz. Y también el afecto profundo que se tiene por el hace que se le toleren por amor y con toda paciencia sus incomodidades (SAN DOROTEO ABAD, Sobre la acusación de si mismo, 7).

798 Mas así lo ordeno Dios, para que aprendamos a llevar las cargas unos de otros. Porque no hay ninguno sin defecto, ninguno sin carga; ninguno es suficiente para si, ninguno es cumplidamente sabio para si (Imitación de Cristo, 1, 16, 4).

La caridad, primicia del cielo

799 Aquí la caridad es ya un comienzo de la vida eterna, y la vida eterna consistirá en un acto ininterrumpido de caridad (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 1-2, q. 114, a. 4).

800 Todos estamos llamados a hacer lo mismo. Jesús ha venido sobre todo para enseñarnos el amor. El amor constituye el contenido del mandamiento mayor que nos ha dejado. Si aprendemos a cumplirlo, obtendremos nuestra finalidad: la vida eterna. Efectivamente, el amor, como enseña el Apóstol, no pasa jamas (1Co 13, 8). Mientras otros carismas e incluso las virtudes esenciales en la vida del cristiano acaban junto con la vida terrena y pasan de este modo, el amor no pasa, no tiene nunca fin. Constituye precisamente el fundamento esencial y el contenido de la vida eterna. Y por esto lo mas grande es la caridad (1Co 13, 13) (JUAN PABLO II, Hom. 3-II-80).

801 Aunque estemos separados en cuanto al lugar, permanecemos unidos por la caridad, y ni la misma muerte será capaz de desunirnos. Porque, aunque muera mi cuerpo, mi espíritu vivirá y no echara en olvido a su pueblo. Vosotros sois mis conciudadanos, mis padres, mis hermanos, mis hijos, mis miembros, mi cuerpo y mi luz, una luz mas agradable que esta luz material. Porque, para mi, ninguna luz es mejor que la de vuestra caridad. La luz material me es útil en la vida presente, pero vuestra caridad es la que va preparando mi corona para el futuro (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. antes del exilio).

802 Aunque subido al cielo, con su carne resucitada, sin embargo, como compartiendo las pruebas de su cuerpo que sufre todavía en la tierra, dice: Saulo, Saulo, ¿ por que me persigues? Nadie podía escucharlo, y sin embargo el gritaba desde el cielo que estaba perseguido. Nosotros hemos de concluir con gran confianza que si por la caridad esta con nosotros en la tierra, por la misma caridad nosotros estamos con el en el cielo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 122).

Algunas razones para ser mas generoso

803 Observa de que manera pide cosas sencillas de hacer, porque no dijo estaba en la cárcel y no me sacasteis, estaba enfermo y no me curasteis [...], sino, no me visitasteis y no vinisteis a mi casa. Además, cuando tiene hambre, no pide una mesa espléndida, sino la comida necesaria [...]. Observa además: 1) la facilidad en dar lo que se pide (pues era pan); 2) la miseria del que pedía (pues era pobre); 3) la compasión hacia la misma naturaleza (pues era hombre); 4) el deseo de alcanzar lo que pedía (pues a cambio prometía el reino); 5) la dignidad del que recibía (pues era Dios por medio de los pobres); 6) la superabundancia del honor (porque se digno recibir de mano de los hombres); 7) era justo dar (pues recibía de nosotros lo que es suyo); pero los hombres muchas veces están ciegos ante estas cosas por la avaricia (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt 111, p. 246).

804 Considerad que los pobres necesitados se dirigen a nosotros y nos suplican una limosna, cuando han de ser con el tiempo nuestros intercesores (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 40 sobre los Evang.).

805 El, aun siendo Dios y Señor, no se avergüenza de llamarse Padre nuestro, y nosotros ¿nos cerraremos a los que son de nuestra misma condición? (SAN GREGORIO NACIANCENO, Disertación 14).

Lo que hacemos por los demás, por Cristo lo hacemos

806 Pase hambre por ti, y ahora la padezco otra vez. Tuve sed por ti en la Cruz y ahora me abrasa en los labios de mis pobres, para que, por aquella o por esta sed, traerte a mi y por tu bien hacerte caritativo. Por los mil beneficios de que te he colmado, ¡dame algo! [...]. NO te digo: arréglame mi vida y sácame de la miseria, entrégame tus bienes, aun cuando yo me vea pobre por tu amor. Solo te imploro pan y vestido y un poco de alivio para mi hambre. Estoy preso. NO te ruego que me libres. Solo quiero que, por tu propio bien, me hagas una visita. Con eso me bastara y por eso te regalare el cielo. Yo te libre a ti de una prisión mil veces mas dura. Pero me contento con que me vengas a ver de cuando en cuando. Pudiera, es verdad, darte tu corona sin nada de esto, pero quiero estarte agradecido y que vengas después de recibir tu premio confiadamente. Por eso, yo, que puedo alimentarme por mi mismo, prefiero dar vueltas a tu alrededor, pidiendo, y extender mi mano a tu puerta. Mi amor llego a tanto que quiero que tu me alimentes. Por eso prefiero, como amigo, tu mesa; de eso me glorío y te muestro ante todo el mundo como mi bienhechor (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. 15 sobre la Epístola a los Romanos).

807 ¿Por que, pues, sois perezosos para dar, cuando lo que dais al que yace en tierra lo dais al que tiene su trono en el Cielo? (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 40sobrelosEvang.).

Las virtudes naturales, también consecuencia de la caridad

808 [...] las virtudes naturales [...] no son solamente un medio para la lucha ascética, para el ejercicio de las virtudes sobrenaturales, sino que son para el alma en gracia, al mismo tiempo, una consecuencia de la caridad (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 30).

El amor lo puede todo

809 Pío X, en 1906, precisamente en Roma, había beatificado a las dieciséis Carmelitas de Compiègne, mártires durante la revolución francesa. Durante el proceso se escucho la sentencia: "a muerte por fanatismo". Y una, en su simplicidad, ha preguntado: "Señor Juez, por favor, ¿que quiere decir fanatismo?", y el juez: "vuestra boba pertenencia a la religión". "Oh, hermanas –ha dicho entonces la monja–, habéis oído, nos condenan por nuestra adhesión a la fe. ¡Que felicidad morir por Jesucristo!" Han sido obligadas a salir de la prisión, las han hecho subir a la carroza fatal, y durante el camino han cantado himnos religiosos; llegadas al palco de la guillotina, una tras otra se han arrodillado ante la Priora y han renovado su voto de obediencia. Después han entonado el "Veni Creator"; el canto se ha ido haciendo poco a poco cada vez mas débil, a medida que las cabezas de las pobres monjas caían una a una bajo la guillotina. Quedo en ultimo lugar la Priora, Sor Teresa de San Agustín, cuyas ultimas palabras fueron estas: "El amor saldrá siempre victorioso, el amor lo puede todo". He aquí la palabra justa, no es la violencia sino el amor el que lo puede todo (JUAN PABLO I, Angelus, 24-IX-1978).

810 El demonio ha invadido la tierra con el odio: haced que reviva con fuerza el amor. Muchos son todavía malos, porque hasta ahora no fueron bastante amados (Pío XII, Aloc. 8-XII-1953).

Caridad y desprendimiento

811 ¿Como podré enemistarse con su hermano quien no reivindica nada como propio? De este modo corta la raíz primera de los conflictos, que nacen habitualmente de pequeñeces (CASIANO, Colaciones, 16, 6).

812 El que tiene verdadera y perfecta caridad, no se busca a si en cosa alguna, mas en toda cosa desea que Dios sea glorificado. No tiene envidia de ninguno, porque no ama ningún bien propio, ni se quiere gozar en si; mas desea sobre todas las cosas gozar de Dios. A nadie atribuye ningún bien, mas refiérelo del todo a Dios, del cual, como de fuente, manan todas las cosas, en el cual, finalmente, todos los santos descansan con perfecto gozo. ¡Oh, quien tuviese una centella de verdadera caridad! Por cierto que sentirla que todas las cosas están llenas de vanidad (Imitación de Cristo, 1, 15, 3).

813 La vocación del cristiano se realiza sustancialmente, además de en la vida de gracia, en el testimonio de amor y de solidaridad, que requiere obviamente una apertura a los demás, acogidos como tales, y apremia a salir de si mismos, de los propios miedos y defensas, de la tranquilidad del bienestar propio, para comunicar y al mismo tiempo construir un tejido de relaciones reciprocas, orientadas al bien espiritual, moral y social de todos (JUAN PABLO II, Hom. 10-XI-1980).

La paz, consecuencia de la caridad

814 La paz es obra de la justicia indirectamente, o sea, en tanto que esta aparta los obstáculos que se oponen a aquella; pero es directamente obra de la caridad, que por su misma naturaleza es pacificadora (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, 2-2, q. 29, a. 3).

814b La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión:
"La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos" (S. AGUSTÍN, ep. Io. 10, 4) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1829).

Eficacia de la caridad

815 Nuestro Rey, que es el Altísimo, ha venido a nosotros en la humildad, pero no ha podido venir con las manos vacías. Ha traído a sus soldados el mayor de los dones. No se ha contentado con colmarlos de riquezas. Los ha dotado de una fuerza invencible para el combate. Les ha concedido el don de la caridad (SAN FULGENCIO, Sermón 3).

816 Esteban tenía por armas la caridad y con ella vencía en todas partes. Por amor de Dios no se cruzo de brazos ante los enfurecidos judíos; por amor del prójimo intercedía por quienes lo lapidaban; por amor argüía a los que estaban en el error, para que se corrigiesen [...]. Apoyado en la fuerza de la caridad, venció la violenta crueldad de Saulo, y mereció tener por compañero en el cielo al que en la tierra tuvo como perseguidor (SAN FULGENCIO, Sermón 3).

El respeto a los demás, especial muestra de caridad

817 (ver también n. 946-950).
La caridad cristiana no se limita a socorrer al necesitado de bienes económicos; se dirige, antes que nada, a respetar y comprender a cada individuo en cuanto tal, en su intrínseca dignidad de hombre y de hijo del Creador. Por eso, los atentados a la persona –a su reputacion, a su honor– denotan, en quien los comete, que no profesa o que no practica algunas verdades de nuestra fe cristiana, y en cualquier caso la carencia de un autentico amor de Dios (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 72).

818 El Señor, pues, quiso arrancar hasta los defectos mas pequeños, y por ello nos manda que nos respetemos mutuamente (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 285).

819 Nuestro amor no se confunde con una postura sentimental, tampoco con la simple camaradería, ni con el poco claro afán de ayudar a los otros para demostrarnos a nosotros mismos que somos superiores. Es convivir con el prójimo, venerar –insisto– la imagen de Dios que hay en cada hombre, procurando que también el la contemple, para que sepa dirigirse a Cristo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 230).

Dar con alegría

820 Debes demostrar que das con alegría y gusto; para esto no hace falta que este esperando una hora el que se dirige a ti, porque cuando el pobre espera, casi se arrepiente de haber pedido. Un vaso de agua ofrecido con alegría y rapidez agrada mas que una garrafa de vino dada con poco agrado y a disgusto (SAN BERNARDINO DE SIENA, Oû il est traité de l'aumône et à qui il convient de la dispenser, " La Vie Spirituelle ", nov. 1922, pp. 239-241).

Constancia en la ayuda a los demás

821 Imitad en esto a los buenos médicos. Cuando ven que el mal no cede al primer remedio aplican otro, y tras este, otro; y unas veces cortan y otras vendan (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 29).

822 Aquel que puede hacerme temer en el ultimo ida no me permite abandonarte; si te abandonara en tu error, el me increparía diciéndome: No recogéis a las ovejas descarriadas ni buscáis a las perdidas. ¿Acaso piensas que te temeré mas a ti que a el? Pues todos tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo. Iré, por tanto, tras la oveja descarriada, buscare a la perdida. Lo haré tanto si lo deseas como si no lo deseas [...]. Mientras el Señor, el único a quien temo, me de fuerzas haré cuanto este en mi mano (SAN AGUSTÍN, Sermón 46, sobre los pastores).

822b A los moribundos se han de prestar todas las atenciones necesarias para ayudarles a vivir sus últimos momentos con dignidad y paz. Deben ser ayudados por la oración de sus parientes, los cuales cuidarán que los enfermos reciban a tiempo los sacramentos que preparan para el encuentro con el Dios vivo (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2299).

Santa María, Maestra de caridad

823 Maestra de caridad. Recordad aquella escena de la presentación de Jesús en el templo. El anciano Simeón aseguro a María, su Madre: mira, este niño esta destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel y para ser el blanco de la contradicción; lo que será para ti misma una espada que traspasara tu alma [...] (Lc 2, 34-35). La inmensa caridad de María por la humanidad hace que se cumpla, también en Ella, la afirmación de Cristo: nadie tiene amor mas grande que el que da su vida por sus amigos (Jn 15, 13) (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 287).

823b Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe y de la caridad. Por eso es "miembro supereminente y del todo singular de la Iglesia" (LG 53), incluso constituye "la figura" [typus] de la Iglesia (LG 63) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 967).