Domingo I de Cuaresma Ciclo B

Primera Lectura

Pacto de Dios con Noé liberado del diluvio de las aguas
Lectura del libro del Génesis (Gn 9, 8-15)
Dios dijo a Noé y a sus hijos: «Yo establezco mi alianza con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañan, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Establezco, pues, mi alianza con vosotros: el diluvio no volverá a destruir criatura alguna ni habrá otro diluvio que devaste la tierra».
Dios añadió: «Esta es la señal de la alianza que establezco con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las generaciones: pondré mi arco en el cielo, como señal de mi alianza con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco y recordaré mi alianza con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir a los vivientes».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 25, 4-5.6-7.8-9 (R/. 10)
R/. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad
para los que guardan tu alianza.
Universae viae tuae, Domine, misericordia et véritas
custodiéntibus testamentum tuum

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

R/. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad
para los que guardan tu alianza.
Universae viae tuae, Domine, misericordia et véritas
custodiéntibus testamentum tuum

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.

R/. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad
para los que guardan tu alianza.
Universae viae tuae, Domine, misericordia et véritas
custodiéntibus testamentum tuum

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

R/. Tus sendas, Señor, son misericordia y lealtad
para los que guardan tu alianza.
Universae viae tuae, Domine, misericordia et véritas
custodiéntibus testamentum tuum

Segunda Lectura

El bautismo que actualmente os está salvando
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 3, 18-22)
Queridos Hermanos:
Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conduciros a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu; en el espíritu fue a predicar incluso a los espíritus en prisión, a los desobedientes en otro tiempo, cuando la paciencia de Dios aguardaba, en los días de Noé, a que se construyera el arca, para que unos pocos, es decir, ocho personas, se salvaran por medio del agua.
Aquello era también un símbolo del bautismo que actualmente os está salvando, que no es purificación de una mancha física, sino petición a Dios de una buena conciencia, por la resurrección de Jesucristo, el cual fue al cielo, está sentado a la derecha de Dios y tiene a su disposición ángeles, potestades y poderes.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 4
No solo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Non in solo pane vivit homo,
sed in omni verbo quod procedit de ore Dei.

Evangelio

Era tentado por Satanás, y los ángeles lo servían
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 12-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían. Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo II de Cuaresma Ciclo B

Primera Lectura

El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe
Lectura del libro del Génesis (Gn 22, 1-2. 9. 10-13.15-18)
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán.
Le dijo:
«¡Abrahán!».
Él respondió:
«Aquí estoy».
Dios dijo:
«Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré».
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña.
Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo.
Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!».
Él contestó:
«Aquí estoy».
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo:
«Juro por mí mismo; oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 116, 10.15.16-17.18-19 (R/. 114, 9)
R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
Ambulábo coram Dómino, in regione vivórum.

Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!».
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
Ambulábo coram Dómino, in regione vivórum.

Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
Ambulábo coram Dómino, in regione vivórum.

Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.
Ambulábo coram Dómino, in regione vivórum.

Segunda Lectura

Dios no se reservó a su propio Hijo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 31-34)
Hermanos:
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?
El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 9, 35
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre:
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
In splendénti nube, patérna vox audíta est;
Hic est Filius meus diléctus; ipsum audíte.

Evangelio

Este es mi Hijo, el amado
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 9, 2-10)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo III de Cuaresma Ciclo B

Este domingo, sobre todo cuando hay catecúmenos, pueden leerse las del año

Primera Lectura

La ley se dio por medio de Moisés (Jn 1, 17)
Lectura del libro del Exodo (Ex 20, 1-17)
En aquellos días, el Señor pronunció estas palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud.
No tendrás otros dioses frente a mí.
No te fabricarás ídolos, ni figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra.
No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo el pecado de los padres en los hijos, hasta la tercera y la cuarta generación de los que me odian.
Pero tengo misericordia por mil generaciones de los que me aman y guardan mis preceptos.

No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso.
Recuerda el día del sábado para santificarlo.
Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo es día de descanso, consagrado al Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que reside en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra, el mar y lo que hay en ellos; y el séptimo día descansó. Por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.
Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días en la tierra, que el Señor, tu Dios, te va a dar.
No matarás.
No cometerás adulterio.
No robarás.
No darás falso testimonio contra tu prójimo.
No codiciarás los bienes de tu prójimo. No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 19, 8.9.10.11 (R/. Jn 6, 68)
R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Dómine, verba vitae aetérnae habes.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.

R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Dómine, verba vitae aetérnae habes.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.

R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Dómine, verba vitae aetérnae habes.

El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Dómine, verba vitae aetérnae habes.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.

R/. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
Dómine, verba vitae aetérnae habes.

Segunda Lectura

Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres; pero para los llamados es sabiduría de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 22-25)
Hermanos:
Los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados –judíos o griegos–, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo,
que entregó a su Unigénito;
todo el que cree en él tiene vida eterna.
Sic Deus diléxit mundum,
ut Fílium suum unigénitum daret;
omnis qui credit in eum, habet vitam aetérnam.

Evangelio

Destruid este templo, y en tres días lo levantaré
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 2, 13-25)
Gloria a ti, Señor.
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo.
Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo IV de Cuaresma Ciclo B

Este domingo, sobre todo cuando hay catecúmenos, pueden leerse las del año

Primera Lectura

La ira y la misericordia del Señor serán manifestadas en el exilio y en la liberación del pueblo
Lectura del segundo libro de las Crónicas (2Cro 36, 14-16.19-23)
En aquellos días, todos los jefes, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando las aberraciones de los pueblos y profanando el templo del Señor, que él había consagrado en Jerusalén.
El Señor, Dios de sus padres, les enviaba mensajeros a diario porque sentía lástima de su pueblo y de su morada; pero ellos escarnecían a los mensajeros de Dios, se reían de sus palabras y se burlaban de sus profetas, hasta que la ira del Señor se encendió irremediablemente contra su pueblo.
Incendiaron el templo de Dios, derribaron la muralla de Jerusalén, incendiaron todos sus palacios y destrozaron todos los objetos valiosos. Deportó a Babilonia a todos los que habían escapado de la espada. Fueron esclavos suyos y de sus hijos hasta el advenimiento del reino persa. Así se cumplió lo que había dicho Dios por medio de Jeremías: «Hasta que la tierra pague los sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta cumplirse setenta años».
En el año primero de Ciro, rey de Persia, para cumplir lo que había dicho Dios por medio de Jeremías, el Señor movió a Ciro, rey de Persia, a promulgar de palabra y por escrito en todo su reino: «Así dice Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a ese pueblo, puede volver. ¡Que el Señor, su Dios, esté con él!».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 138, 1-2. 3. 4-5. 6 (R/. 6)
R/. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti
Adhaéreat lingua mea fáucibus meis,
si non memínero tui.

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar
con nostalgia de Sion;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.

R/. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti
Adhaéreat lingua mea fáucibus meis,
si non memínero tui.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sion».

R/. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti
Adhaéreat lingua mea fáucibus meis,
si non memínero tui.

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha.

R/. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti
Adhaéreat lingua mea fáucibus meis,
si non memínero tui.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.

R/. Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti
Adhaéreat lingua mea fáucibus meis,
si non memínero tui.

Segunda Lectura

Muertos por los pecados, estáis salvados por pura gracia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 2, 4-10)
Hermanos:
Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo –estáis salvados por pura gracia–; nos ha resucitado con Cristo Jesús, nos ha sentado en el cielo con él, para revelar en los tiempos venideros la inmensa riqueza de su gracia, mediante su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. En efecto, por gracia estáis salvados, mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios. Tampoco viene de las obras, para que nadie pueda presumir.
Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que de antemano dispuso él que practicásemos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo
que entregó a su Hijo único.
Todo el que cree en él tiene vida eterna.
Sic Deus diléxis mundum,
ut Fílium suum unigénitum daret;
omnis qui credit in eum habet vitam aetérnam.

Evangelio

Dios envió a su Hijo paro que el mundo se salve por él
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 3, 14-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo V de Cuaresma Ciclo B

Este domingo, sobre todo cuando hay catecúmenos, pueden leerse las del año

Primera Lectura

Haré una alianza nueva y no recordaré los pecados
Lectura del libro del profeta Jeremías (Jr 31, 31-34)
Ya llegan días –oráculo del Señor– en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor–.
Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días –oráculo del Señor–: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo: «Conoced al Señor», pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor –oráculo del Señor–, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 51, 3-4.12-13.14-15 (R/. 12)
R/. Oh Dios, crea en mi un corazón puro.
Cor mundum crea in me, Deus.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

R/. Oh Dios, crea en mi un corazón puro.
Cor mundum crea in me, Deus.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

R/. Oh Dios, crea en mi un corazón puro.
Cor mundum crea in me, Deus.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.

R/. Oh Dios, crea en mi un corazón puro.
Cor mundum crea in me, Deus.

Segunda Lectura

Aprendió a obedecer; y se convirtió en autor de salvación eterna
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 5, 7-9)
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial.
Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 12, 26
El que quiera servirme, que me siga -dice el Señor-,
y donde esté yo, allí también estará mi servidor.
Si quis mihi minístrat, me sequátur, dicit Dóminus;
et ubi sum ego illic et miníster meus erit.

Evangelio

Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 12, 20-33)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«Señor, queremos ver a Jesús».
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.
El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna.
El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».
Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo de Ramos Ciclo B

Evangelio procesión

Bendito el que viene en nombre del Señor
Lectura del santo evangelio según san Marcos (Mc 11, 1-10)
Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monte de los Olivos, mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Id a la aldea de enfrente y, en cuanto entréis, encontraréis un pollino atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis, contestadle: "El Señor lo necesita, y lo devolverá pronto"».
Fueron y encontraron el pollino en la calle atado a una puerta; y lo soltaron. Algunos de los presentes les preguntaron: «¿Qué hacéis desatando el pollino?».
Ellos les contestaron como había dicho Jesús; y se lo permitieron. Llevaron el pollino, le echaron encima los mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio

Pasión de nuestro Señor Jesucristo
Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (Mc 14, 1-15, 47)
Gloria a ti, Señor.

Cronista: Apenas se hizo de día, los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el Sanedrín en pleno, hicieron una reunión. Llevaron atado a Jesús y lo entregaron a Pilato.
Pilato le preguntó:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».
C. Él respondió:
+ «Tú lo dices».
C. Y los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilato le preguntó de nuevo:
S. «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan».
C. Jesús no contestó más; de modo que Pilato estaba extrañado. Por la fiesta solía soltarles un preso, el que le pidieran. Estaba en la cárcel un tal Barrabás, con los rebeldes que habían cometido un homicidio en la revuelta. La muchedumbre que se había reunido comenzó a pedirle lo que era costumbre. Pilato les preguntó:
S. «¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».
C. Pues sabía que los sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes soliviantaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó:
S. «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?».
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «Crucifícalo».
C. Pilato les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho?».
C. Ellos gritaron más fuerte:
S. «Crucifícalo».
C. Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.
Le ponen una corona de espinas, que habían trenzado
C. Los soldados se lo llevaron al interior del palacio –al pretorio– y convocaron a toda la compañía. Lo visten de púrpura, le ponen una corona de espinas, que habían trenzado, y comenzaron a hacerle el saludo:
S. «¡Salve, rey de los judíos!».
C. Le golpearon la cabeza con una caña, le escupieron; y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa y lo sacan para crucificarlo.
Conducen a Jesús al Gólgota
C. Pasaba uno que volvía del campo, Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo; y lo obligan a llevar la cruz. Y conducen a Jesús al Gólgota (que quiere decir lugar de «la Calavera»),
«Fue contado entre los enemigos»
C. y le ofrecían vino con mirra; pero él no lo aceptó. Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno. Era la hora tercia cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: «El rey de los judíos». Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda
A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar
C. Los que pasaban lo injuriaban, meneando la cabeza y diciendo:
S. «Tú que destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo bajando de la cruz».
C. De igual modo, también los sumos sacerdotes comentaban entre ellos, burlándose:
S. «A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos».
C. También los otros crucificados lo insultaban.
Jesús, dando un fuerte grito, expiró
C. Al llegar la hora sexta toda la región quedó en tinieblas hasta la hora nona. Y a la hora nona, Jesús clamó con voz potente:
+ «Eloí Eloí, lemá sabaqtaní?».
C. (Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).
C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían:
S. «Mira, llama a Elías».
C. Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber diciendo:
S. «Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo».
C. Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
C. El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo:
S. «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Vigilia Pascual Ciclo B

Evangelio

Jesús el Nazareno, el crucificado, ha resucitado
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 16, 1-7)
Gloria a ti, Señor.
Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: «¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?». Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida y eso que era muy grande.
Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas. Él les dijo: «No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? Ha resucitado. No está aquí. Mirad el sitio donde lo pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: "Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo"».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo II de Pascua Ciclo B

Primera Lectura

Un solo corazón y una sola alma
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 4, 32-35)
El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 118, 2-4.16-18.22-24 (R/. 1)
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Aleluya

Confitémini Dómino quóniam bonus,
quóniam in saéculum misericórdia eius.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los que temen al Señor:
eterna es su misericordia.

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Aleluya

Confitémini Dómino quóniam bonus,
quóniam in saéculum misericórdia eius.

«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa».
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Aleluya

Confitémini Dómino quóniam bonus,
quóniam in saéculum misericórdia eius.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Aleluya

Confitémini Dómino quóniam bonus,
quóniam in saéculum misericórdia eius.

Segunda Lectura

Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 5, 1-6)
Queridos Hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Este es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo. No sólo en el agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Secuencia (opcional)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua».
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 20, 29
Aleluya, aleluya, aleluya
Porque me has visto, Tomás, has creído -dice el Señor-;
bienaventurados los que crean sin haber visto.
Quia vidísti me, Thoma, credidísti, dicit Dóminus:
beáti qui non vidérunt et credidérunt.

Aleluya.

Evangelio

A los ocho días llegó Jesús
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 20, 19-31)
Gloria a ti, Señor.
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo III de Pascua Ciclo B

Primera Lectura

Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 3, 13-15.17-19)
En aquellos días, Pedro dijo al pueblo:
«El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.
Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello. Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 4, 2.4.7.9 (R/. 7)
R/. Haz brillar sobre nosotros, Señor,
la luz de tu rostro.

Aleluya

Leva in signum super nos lumen
vultus tui, Domine.

Escúchame cuando te invoco, Dios de mi justicia;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

R/. Haz brillar sobre nosotros, Señor,
la luz de tu rostro.

Aleluya

Leva in signum super nos lumen
vultus tui, Domine.

Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

R/. Haz brillar sobre nosotros, Señor,
la luz de tu rostro.

Aleluya

Leva in signum super nos lumen
vultus tui, Domine.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?».

R/. Haz brillar sobre nosotros, Señor,
la luz de tu rostro.

Aleluya

Leva in signum super nos lumen
vultus tui, Domine.

En paz me acuesto y enseguida me duermo,
porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo.

R/. Haz brillar sobre nosotros, Señor,
la luz de tu rostro.

Aleluya

Leva in signum super nos lumen
vultus tui, Domine.

Segunda Lectura

Él es víctima de propiciación por nuestros pecados y también por los del mundo entero
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 2, 1-5)
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis.
Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo lo conozco», y no guarda sus mandamientos.
Y es un mentiroso, y la verdad no está en él.
Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 24, 32
Aleluya, aleluya, aleluya
Señor Jesús, explícanos las Escrituras;
haz que arda nuestro corazón mientras nos hablas.
Dómine Iesu, áperi nobis Scriptúras;
fac cor nostrum ardens dum lóqueris nobis.

Aleluya.

Evangelio

Así está escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 24, 35-48)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies:
soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros:
que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito:
el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo IV de Pascua Ciclo B

Primera Lectura

No hay salvación en ningún otro
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 4, 8-12)
En aquellos días, lleno de Espíritu Santo, Pedro dijo: «Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros Él es "la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular"; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 118, 1.8-9.21-23.26.28-29 (R/. 22)
R/. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.

Aleluya

Lápidem, quem reprobavérunt aedificántes,
hic factus est in caput ánguli.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.

R/. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.

Aleluya

Lápidem, quem reprobavérunt aedificántes,
hic factus est in caput ánguli.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

R/. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.

Aleluya

Lápidem, quem reprobavérunt aedificántes,
hic factus est in caput ánguli.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

R/. La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.

Aleluya

Lápidem, quem reprobavérunt aedificántes,
hic factus est in caput ánguli.

Segunda Lectura

Veremos a Dios tal cual es
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 3, 1-2)
Queridos Hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor -dice el Señor-,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus,
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.

Aleluya.

Evangelio

El buen Pastor da su vida por las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-18)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor.
Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo V de Pascua Ciclo B

Primera Lectura

Les contó cómo había visto al Señor en el camino
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 9, 26-31)
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo porque no se fiaban de que fuera discípulo.
Entonces Bernabé, tomándolo consigo, lo presentó a los apóstoles y él les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había actuado valientemente en el nombre de Jesús.
Saulo se quedó con ellos y se movía con libertad en Jerusalén, actuando valientemente en el nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los helenistas, que se propusieron matarlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
La Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba construyendo y progresaba en el temor del Señor, y se multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 22, 26-27.28.30.31-32 (R/. 26)
R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea

Aleluya

Apud te, Dómine, laus mea in ecclésia magna

Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan.
¡Viva su corazón por siempre!

R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea

Aleluya

Apud te, Dómine, laus mea in ecclésia magna

Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán los que duermen en la tierra,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo.

R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea

Aleluya

Apud te, Dómine, laus mea in ecclésia magna

Mi descendencia lo servirá;
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
«Todo lo que hizo el Señor».

R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea

Aleluya

Apud te, Dómine, laus mea in ecclésia magna

Segunda Lectura

Este es su mandamiento: que creamos y que nos amemos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 3, 18-24)
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestro corazón ante él, en caso de que nos condene nuestro corazón, pues Dios es mayor que nuestro corazón y lo conoce todo.
Queridos, si el corazón no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada
Y este es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó.
Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 4. 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mí, y yo en vosotros -dice el Señor-;
el que permanece en mí da fruto abundante.
Manéte in me, et ego in vobis, dicit Dóminus;
qui manet in me fert fructrum multum.

Aleluya.

Evangelio

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 1-8)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo VI de Pascua Ciclo B

Primera Lectura

El don del Espíritu Santo ha sido derramado también sobre los gentiles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 10, 25-26.34-35.44-48)
Cuando iba a entrar Pedro, Cornelio le salió al encuentro y, postrándose, le quiso rendir homenaje. Pero Pedro lo levantó, diciéndole:
«Levántate, que soy un hombre como tú».
Pedro tomó la palabra y dijo:
«Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea».
Todavía estaba hablando Pedro, cuando bajó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban la palabra, y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles, porque los oían hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios.
Entonces Pedro añadió:
«¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?».
Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo.
Entonces le rogaron que se quedara unos días con ellos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 98, 1-2.3.3-4 (R/. 2)
R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

Aleluya

In conspéctu géntium revelávit Dóminus salutáre suum.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

Aleluya

In conspéctu géntium revelávit Dóminus salutáre suum.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

Aleluya

In conspéctu géntium revelávit Dóminus salutáre suum.

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

Aleluya

In conspéctu géntium revelávit Dóminus salutáre suum.

Segunda Lectura

Dios es amor
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 4, 7-10)
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 23
Aleluya, aleluya, aleluya
El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, dicit Dóminus;
et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.

Aleluya.

Evangelio

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 9-17)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento:
que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor:
a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando:
que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  La Ascensión del Señor Ciclo B

Primera Lectura

A la vista de ellos, fue elevado al cielo
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 1-11)
En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo.
Se les presentó él mismo después de su pasión, dando es numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa de Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizo con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y "hasta el confín de la tierra"».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos a cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y lleva do al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 47, 2-3. 6-7. 8-9 (R/. 6)
R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

Aleluya

Ascendit Deus in iubilo,
in Dominus in voce tubae

Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor altísimo es terrible,
emperador de toda la tierra.

R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

Aleluya

Ascendit Deus in iubilo,
in Dominus in voce tubae

Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey, tocad.

R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

Aleluya

Ascendit Deus in iubilo,
in Dominus in voce tubae

Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.

R/. Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas.

Aleluya

Ascendit Deus in iubilo,
in Dominus in voce tubae

Segunda Lectura

Lo sentó a su derecha en el cielo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 1, 17-23)
Hermanos:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este mundo, sino en el futuro.
Y «todo lo puso bajo sus pies», y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 28, 19.20
Aleluya, aleluya, aleluya
Id y haced discípulos a todos los pueblos -dice el Señor-;
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Euntes ergo docete omnes gentes -dicit Dóminus-,
Et ecce ego vobiscum sum omnibus diebus usque ad consummationem saeculi

Aleluya

Evangelio

Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios
Conclusión del santo Evangelio según san Marcos (Mc 16, 15-20)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo VII de Pascua Ciclo B

Primera Lectura

Es necesario que se asocie a nosotros como testigo de su resurrección
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (Hch 1, 15-17. 20. 20-26)
En aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos (había reunidas unas ciento veinte personas) dijo:
«Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, el que hizo de guía de los que arrestaron a Jesús, pues era de nuestro grupo y le cupo en suerte compartir este ministerio.
Y es que en el libro de los Salmos está escrito: "Que su cargo lo ocupe otro".
Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección».
Propusieron dos: José, llamado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezando, dijeron:
«Señor, tú que penetras el corazón de todos, muéstranos a cuál de los dos has elegido para que ocupe el puesto de este ministerio y apostolado, del que ha prevaricado Judas para marcharse a su propio puesto».
Les repartieron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 103, 1-2. 11-12. 19-20 (R/. 19)
R/. El Señor puso en el cielo su trono.

Aleluya

Dóminus in coelo parávit sedem suam.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

R/. El Señor puso en el cielo su trono.

Aleluya

Dóminus in coelo parávit sedem suam.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

R/. El Señor puso en el cielo su trono.

Aleluya

Dóminus in coelo parávit sedem suam.

El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes

R/. El Señor puso en el cielo su trono.

Aleluya

Dóminus in coelo parávit sedem suam.

Segunda Lectura

Quien permanece en el amor permanece en Dios, y Dios en él
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 4, 11-16).
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanecen él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 18 .28
Aleluya, aleluya, aleluya
No os dejaré huérfanos -dice el Señor-;
me voy y vuelvo a vuestro lado, y se alegrará vuestro corazón.
Non vos reliquam orphanos, dicit Dóminus,
vado et venio ad vos, et gaudébit cor vestrum.

Aleluya.

Evangelio

Que sean uno, como nosotros
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 17, 11-19)
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

  Domingo de Pentecostés, Misa del día Ciclo B

Primera Lectura

Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 2, 1-11)
Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse.
Residían entonces en Jerusalén judíos devotos venidos de todos los pueblos que hay bajo el cielo. Al oírse este ruido, acudió la multitud y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Estaban todos estupefactos y admirados, diciendo:
«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos, elamitas y habitantes de Mesopotamia, de Judea y Capadócia, del Ponto y Asia, de Frigia y Panfilia, de Egipto y de la zona de Libia que limita con Cirene; hay ciudadanos romanos forasteros, tanto judíos como prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 103, 1; 24.29-30.31.34 (R/. 30)
R/. Envía tu Espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra.

Aleluya

Emitte spiritum tuum, Dómine,
et rénova fáciem terrae

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas.

R/. Envía tu Espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra.

Aleluya

Emitte spiritum tuum, Dómine,
et rénova fáciem terrae

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu espíritu, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra.

R/. Envía tu Espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra.

Aleluya

Emitte spiritum tuum, Dómine,
et rénova fáciem terrae

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras;
que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor.

R/. Envía tu Espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra.

Aleluya

Emitte spiritum tuum, Dómine,
et rénova fáciem terrae

Segunda Lectura

Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 12, 3-7. 12-13) 
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», sino por el Espíritu Santo.
Y hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación de Espíritu para el bien común.
Pues, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos. son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
Veni, Sancte Spíritus, reple tuórum corda fidélium,
et tui amóris in eis ignem accénde.

Aleluya.

Evangelio

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo
Lectura del Santo Evangelio según San Juan (Jn 20, 19-23) 
Gloria a ti, Señor.
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.