Padres de la Iglesia
SAN JUAN CRISÓSTOMO
Catequesis 8
"Del mismo1, a los nuevos iluminados, y sobre el dicho del Apóstol: Si alguno está en Cristo, nueva creación es; lo viejo pasó; mira: todas las cosas son hechas nuevas" 2.
Alegría de la Iglesia por los nuevos bautizados
1. Hoy veo la asamblea más radiante que de costumbre, y a la Iglesia de Dios en el colmo del gozo por sus propios hijos. Porque, lo mismo que una madre amorosa, cuando ve a sus hijos formando corro en su derredor, se llena de gozo, salta de alegría y se deja llevar en alas del contento, así también esta madre espiritual, cuando mira sus propios hijos, se alegra y exulta, pues se ve a sí misma como ubérrimo campo, orgullosa de estas espigas espirituales. Y considera, querido, el exceso de la gracia, pues ya ves, ¡en una sola noche, cuántos hijos alumbró de una vez esta madre espiritual! 3. Y no te maravilles, porque así son los alumbramientos espirituales: no necesitan de tiempo ni de un período de meses.
2. ¡Ea pues, gocémonos también nosotros con ella y participemos de su alegría! Porque, si por un pecador que se convierte hay alegría en el cielo 4, mucho más conviene que nosotros, por tan gran muchedumbre, saltemos de gozo, nos alegremos y glorifiquemos al Dios de bondad por su insondable don. En efecto, la grandeza del don de Dios verdaderamente sobrepasa todo discurso. ¿Qué inteligencia, qué mente, qué razonamiento podrá comprender el exceso de bondad de Dios y la grandeza de los dones inefables con que ha agraciado a la naturaleza humana?
3. Efectivamente, los que ayer y anteayer, esclavos del demonio y sin confianza alguna, estaban bajo la tiranía del diablo y, como cautivos, andaban traídos y llevados de Ceca en Meca, mira, ¡hoy han sido admitidos en el rango de hijos de Dios y, tras desprenderse de la carga de los pecados y ponerse la vestidura real, compiten en resplandor casi con el mismo cielo, y apareciendo con una luz más fulgurante que estas estrellas que vemos, deslumbran la vista de cuantos los miran! Aquellas, efectivamente, brillan únicamente en la noche y nunca podrían brillar en pleno día. Éstos, en cambio, resplandecen por igual de noche y de día, porque son estrellas espirituales y rivalizan con la misma luz del sol, mejor aún, la sobrepasan en gran medida. Efectivamente, si Cristo el Señor se sirvió de esta imagen para mostrar el resplandor de los justos en el siglo futuro, cuando dijo: Entonces los justos resplandecerán como el sol 5, no fue para indicar que brillan solamente tanto, sino porque le era imposible hallar otro ejemplo sensible más brillante que el sol; por eso comparó con esta imagen la condición de los justos.
4. Así pues, abracemos también nosotros hoy a éstos, que pueden brillar más que las estrellas y rivalizan con el fulgor de los rayos del sol, y no nos limitemos a estrecharlos con estas manos corporales, sino también demostrémosles nuestro cariño con nuestro aliento espiritual y exhortémosles a reflexionar en el exceso de la generosidad del Señor y en el fulgor del vestido que han sido considerados dignos de llevar: Porque -dice- todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estéis vestidos 6, y así, que en adelante hagan y obren todo como quien tiene con él conviviendo a Cristo, el Creador de todo y Señor de nuestra naturaleza. Y cuando digo a Cristo, digo también al Padre y también al Espíritu Santo, pues, de hecho, Él mismo pronunciaba esta promesa: Si alguno me ama y guarda mis mandamientos, yo y mi Padre vendremos a él y haremos en él morada 7.
5. Este hombre, en adelante, aunque camine por la tierra, se comportará tal como si viviese en los cielos, con el pensamiento y la imaginación puestos en las cosas de arriba, y sin temor ya a las asechanzas del perverso demonio.
Efectivamente, cuando el diablo vea semejante cambio y que los que anteriormente estaban bajo su dominio han sido elevados a tan gran altura y han sido considerados dignos de tanta bondad por parte del Señor, se marchará avergonzado, sin atreverse tan solo a mirar a la cara, porque no soporta los destellos que de allí emanan, antes bien, deslumbrado por la ráfaga de luz que de allí emiten, vuelve la espalda y se va.
6. Vosotros, por el contrario, los nuevos soldados de Cristo, los inscritos hoy en el censo de ciudadanos del cielo, los convidados a este festín espiritual y que estáis a punto de gustar la mesa real: demostrad un celo digno de la grandeza de los dones, y así os ganaréis de lo alto mayor abundancia de gracia. Efectivamente, nuestro Señor, bondadoso como es, en cuanto vea que somos agradecidos por los bienes ya otorgados y que hemos demostrado mucha circunspección en torno a la grandeza de los dones, nos prodigará la gracia y, por poco que contribuyamos nosotros, El por su parte nos honrará con mayores dones.
Pablo, modelo del nuevo bautizado
7. También Pablo, el maestro del universo, que primero perseguía a la Iglesia y, circulando por todas partes, arrastraba a hombres y mujeres 8, y todo lo confundía y perturbaba con las muestras de su inmenso furor, en cuanto gustó de la bondad del Señor y, deslumbrado por la luz inteligible, se desprendió de las tinieblas del error y fue conducido de la mano a la verdad y por medio del bautismo se lavó de todos sus pecados cometidos anteriormente, al instante y sin dejarlo al azar, el que antes todo lo hacía en favor de los judíos y asolaba a la Iglesia, se puso a confundir a los judíos que habitaban en Damasco, proclamando que el crucificado es el Hijo de Dios en persona 9.
8. ¿Has visto alma mejor dispuesta? ¿Ves cómo por medio de los hechos mismos nos muestra que también anteriormente había obrado por ignorancia? ¿Ves cómo por la experiencia misma de los hechos nos enseña a todos nosotros que con toda justicia se le consideró digno de la bondad de lo alto y se le introdujo de la mano en el camino de la verdad? Cuando Dios en su bondad ve, efectivamente, al alma bien dispuesta, pero extraviada por causa de la ignorancia, no la desprecia, ni la deja mucho tiempo sin su ayuda providente, al contrario, da pruebas de que aporta todo cuanto de Él depende, sin descuidar nada de cuanto pueda contribuir a nuestra salvación, con una sola condición: que nosotros mismos nos hagamos dignos de atraer con abundancia la gracia de lo alto, como hizo este bienaventurado Apóstol.
9. Efectivamente, como quiera que todo lo que hacía anteriormente lo hacía por ignorancia y, pensando que con su celo no hacía más que defender la Ley, se convertía en causa de perturbación y desorden para todos, en cuanto aprendió del mismo legislador que iba por camino contrario y que sin darse cuenta se estaba precipitando en los abismos, no lo retardó, no lo difirió, sino que inmediatamente, nada más iluminarle la luz inteligible, se constituyó en heraldo de la verdad, y los primeros que quiso conducir al camino de la piedad fueron aquellos mismos para quienes llevaba las cartas de parte de los sumos sacerdotes, según él mismo decía en su arenga a la muchedumbre judía: Como también el sumo sacerdote me es testigo, y todo el colegio de los ancianos, que habiendo yo recibido de ellos cartas, me dirigía hacia Damasco en busca de los sumos sacerdotes, con la intención de poder traer presos a Jerusalén a cuantos allí estaban 10.
10. ¿Le viste furioso como un león y dando vueltas por todas partes? 11. Míralo de nuevo mudado repentinamente en manso cordero, y al que antes de esto apresaba, arrojaba en las cárceles y acosaba y perseguía a todos los creyentes en Cristo, de repente, míralo descolgado por el muro en una espuerta, por causa de Cristo, para escapar a las asechanzas de los judíos. Míralo en otra ocasión enviado a Cesarea durante la noche y de allí remitido a Tarso, para evitar que la furia de los judíos lo despedazase 12. ¿Ves qué cambio, querido? ¿Ves qué transformación la suya? ¿Ves cómo en cuanto gustó la generosidad de lo alto, él contribuyó largamente con cuanto estaba en su mano, a saber: el celo, el fervor, la fe, el valor, la paciencia, la nobleza de alma, la voluntad impávida? Por esta razón fue también considerado digno de mayor apoyo de arriba, y de ahí que, escribiendo, dijera: Yo he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios, que está conmigo 13.
11. Imitad a éste, os lo suplico! También vosotros, los que ahora habéis sido considerados dignos de entrar bajo el yugo de Cristo y habéis gustado la adopción filial, y ya inmediatamente, desde el comienzo, demostrad un fervor y una fe en Cristo tan grandes como para atraer sobre vosotros de arriba una gracia mayor, hacer más resplandeciente el vestido que os han regalado y gozar de más abundante benevolencia de parte del Señor. Efectivamente, si a pesar de no haber hecho todavía ni una sola obra buena, antes bien, estando cargados con tantos pecados, él, imitando su propia bondad, os consideró dignos de tan grandes dones - pues no solamente os libró de los pecados y os justificó con su gracia, sino que también os hizo santos y os dio la adopción filial - , pues se anticipó regalándoos tantos dones, con tal que vosotros os apresuréis, después de tantos dones, a contribuir con cuanto esté en vuestra mano, y junto con la guarda de lo ya recibido, demostréis rigor en la conducta, ¿cómo no vais a ser considerados dignos otra vez de mayor generosidad?
12. El bautismo como nueva creación 2Co 5, 17:
Escuchaste hoy al bienaventurado Pablo, el padrino de boda 14 de la Iglesia, que, escribiendo, decía: De modo que si alguno está en Cristo, nueva creación es 15. Para que no pensemos que lo dicho se refiere a esta creación sensible, señaló esta condición: Si alguno está en Cristo; con ello nos enseña que, si alguno se pasa a la fe en Cristo, nos muestra una nueva creación. Porque, dime, ¿qué provecho puede haber en ver un cielo nuevo y nuevas las demás partes de la creación? ¿Tanto como ganancia en ver a un hombre pasar del vicio a la virtud y del error a la verdad? Pues a esto, efectivamente, llamaba nueva creación aquel bienaventurado, y por eso añadió en seguida: Las cosas viejas pasaron; mira, ¡todas las cosas son hechas nuevas! 16; con ello nos daba a entender más o menos que, después de despojarse como de un vestido viejo de la carga de los pecados por medio de la fe en Cristo, los recién liberados del error e iluminados por el sol de justicia se ponían este nuevo y resplandeciente vestido y túnica de reyes. Por esto decía: Si alguno está en Cristo nueva creación es; las cosas viejas pasaron; mira, ¡todas las cosas son hechas nuevas!
13. Efectivamente, ¿cómo no van a ser nuevas e inimaginables, cuando el que ayer y anteayer estaba entregado a la molicie y a la glotonería de golpe abraza la continencia y la vida frugal? ¿Como no van a ser nuevas e inimaginables todas las cosas, cuando el que antes era un libertino y se consumía en los placeres de la vida presente, de pronto se hace superior a sus pasiones y, como si no estuviese revestido de un cuerpo, así se pone a conquistar la templanza y la castidad?
14. ¿Ves cómo lo ocurrido es realmente nueva creación? En efecto, la gracia de Dios sobrevino, remodeló y transformó las almas, y las convirtió en otras diferentes de las que eran, no cambiando su esencia, sino transformando su voluntad y no dejando que en adelante el tribunal de los ojos de la mente juzgue contrariamente a la realidad 17: como quien quita una legaña de los ojos, les permitió ver con exactitud la fealdad y disformidad del vicio y la mucha belleza y resplandor de la virtud.
15. ¿Ves cómo el Señor cada día obra una nueva creación?
Porque, dime, ¿qué otro hubiera persuadido a un hombre que con frecuencia consumía toda su vida en los placeres de la vida y que adoraba a las piedras y a la madera 18 por creerlas dioses, a que de repente se lanzase a tal altura de virtud que pudiera, de una parte, despreciar y mofarse de todo aquello y ver piedras en las piedras lo mismo que madera en la madera, y de otra, adorar al creador de todas las cosas y preferir la fe en él a todos los bienes de la vida presente?
16.¿Ves cómo se llama nueva creación a la fe en Cristo y al regreso a la virtud? Por tanto escuchemos todos, os lo suplico, los que fuimos iniciados antes y los que acaban de gustar la generosidad del Señor, la exhortación del Apóstol, que dice: Las cosas viejas pasaron; mira, ¡todas las cosas son hechas nuevas!, y olvidados de todo lo anterior, transformemos nuestra propia vida, como ciudadanos de un nuevo régimen de vida, y con el pensamiento clavado en la dignidad del que mora en nosotros, hablemos y obremos consecuentemente en todo.
El resplandor del nuevo bautizado
17. Efectivamente, si los hombres que reciben cargos mundanos y que muchas veces llevan sobre el vestido que los envuelve la marca de las imágenes imperiales, gracias a la cual aparecen dignos de crédito ante los demás, nunca se permitirían obrar lo que fuese indigno de ese vestido con las insignias imperiales; y si alguna vez lo intentasen ellos, tienen a muchos que se lo impedirían; e incluso si otros quisieran maltratarlos a ellos, el vestido que llevan puesto les aportaría suficiente seguridad para no sufrir nada desagradable, con mucha mayor razón es justo que quienes tienen a Cristo morando, no sobre el vestido, sino sobre el alma, y con Él a su Padre y la presencia del Espíritu Santo, den pruebas de tener gran seguridad, y por su cabal conducta evidencien ante todos su personal condición de portadores de la imagen imperial.
18. Lo mismo, efectivamente, que aquellos, al mostrar sobre el vestido a la altura del pecho las imágenes imperiales, se ponen en evidencia ante todos, así también nosotros, los que de una vez por todas fuimos revestidos de Cristo y considerados dignos de tenerlo morando en nosotros, si de verdad le queremos, mediante una vida perfecta, incluso callando, podremos mostrar a todos la fuerza del que mora en nosotros. Y de la misma manera que ahora el despliegue de vuestro indumento y el brillo de las vestiduras atraen todas las miradas, así también, y para siempre, con tal que lo queráis y conservéis el resplandor de vuestra regia vestimenta, podréis con mucha más exactitud que ahora, por medio de una conducta según Dios y muy cabal, atraeros a todos los que os miran a un mismo celo y a la glorificación del Señor.
19. Por esta razón, indudablemente, decía Cristo: Alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos19. ¿Ves cómo exhorta a que alumbre la luz que hay en nosotros, no a través de los vestidos, sino mediante las obras? En efecto, al decir: Alumbre vuestra luz, añadió: Para que vean vuestras buenas obras. Esta luz no se detiene en los límites de los sentidos corporales, sino que ilumina las almas y las mentes de los que miran, y tras disipar la tiniebla de la maldad, persuade a los que la reciben a que alumbren con luz propia e imiten la virtud.
20. Alumbre -dice- vuestra luz delante de los hombres. Y dijo bien: delante de los hombres. "Vuestra luz -dice- sea tan grande que no solamente os ilumine a vosotros, sino que alumbre también delante de los hombres que necesitan abundancia de ella". Por consiguiente, como esta luz sensible ahuyenta la oscuridad y hace que caminen recto los que han tomado este camino sensible, así también la luz espiritual que proviene de la óptima conducta ilumina a los que tienen la vista de la mente enturbiada por la oscuridad del error y son incapaces de ver con exactitud el camino de la virtud, limpia la legaña de los ojos de sus mentes, los guía hacia el buen camino y hace que en adelante marchen por el camino de la virtud.
21. Para que vean vuestras obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. "Vuestra virtud -dice- , vuestra exactitud en la conducta y el éxito de vuestras buenas obras excite a los que os ven a glorificar al común Señor de todos". Así pues, cada uno de vosotros, os lo suplico, ponga toda su diligencia en vivir con tal exactitud que eleve hasta el Señor la alabanza de todos los que os miran.
22. Por esta razón también aquel bienaventurado imitador de Cristo y maestro de la conducta óptima, que recorría el mundo y todo lo hacía por salvación de los hombres, decía escribiendo: Si alguno está en Cristo, nueva creación es; las cosas viejas pasaron; mira, ¡todas las cosas son hechas nuevas! 20, casi como exhortándonos diciendo: "Te quitaste el viejo vestido y tomaste el nuevo, que tiene un resplandor tan grande que puede rivalizar con los rayos del sol: mira cómo te las arreglas para que puedas conservar con ese mismo brillo la belleza del vestido". Efectivamente, mientras aquel malvado demonio, enemigo de nuestra salvación, vea que este nuestro vestido espiritual sigue resplandeciente, no osará ni siquiera acercarse, pues tanto teme él su resplandor: le ciega el fulgor que de allí salta.
23. Por eso, os lo suplico, ya desde los mismos comienzos, presentad la lucha sin cuartel y mostrad la intensidad del resplandor haciendo por todos los medios que la belleza de este vestido sea más luminosa y más refulgente. Y que de nuestra lengua no salga una sola palabra vana y sin más, antes bien, examinemos primero si tiene alguna utilidad y si puede ofrecer a quienes la oigan alguna edificación, y aun entonces profiramos las palabras con mucho temor, como si a nuestro lado tuviéramos a alguien escribiéndolas, sin olvidar lo dicho por el Señor: Mas yo os digo que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio 21.
24. Por consiguiente, que tampoco se dé entre vosotros conversación de cosas terrenas, inútil y sin provecho, porque hemos escogido para en adelante una vida nueva y diferente, y conviene que obremos en consecuencia con esta vida, para no hacernos indignos de ella.
¿No veis en los cargos terrenales cómo a los que se afanan por formar parte de lo que ellos llaman Senado las leyes humanas les impiden realizar algunas acciones que a los demás se les permiten con toda libertad? Pues de la misma manera lo justo sería que vosotros, los recién iniciados, y nosotros, los que de antes fuimos considerados dignos de esta gracia, inscritos como estamos una vez por todas en el Senado espiritual, no tuviéramos ya parte en las mismas obras que los demás, sino que diéramos pruebas de rigor en la lengua y de limpieza en la mente, y educáramos cada uno de nuestros miembros para que no emprendan obra alguna que no reporte al alma gran provecho.
25. ¿De qué estoy hablando? De que la lengua se ocupe únicamente de himnos, de glorificación, de lectura de las divinas palabras y de conversaciones espirituales, pues dice: Si sale alguna palabra buena, sea para edificación, para que dé gracias a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual estéis sellados 22. ¿Ves? El no hacer lo dicho tiende a contristar al Espíritu Santo. Por esta razón, os lo suplico, pongamos todo nuestro empeño en no obrar nada que contriste al Espíritu Santo, y si hemos de salir, no busquemos afanosos las reuniones perjudiciales, ni los encuentros insensatos y llenos de boberías, sino al contrario, ante todo, que nada nos sea más preferible que las casas de oración y que las reuniones donde se conversa sobre temas espirituales.
26. Y todo cuanto nace de nosotros que vaya impregnado del mayor decoro, pues dice: El atuendo del hombre, su risa y su andar delatan lo que él es 23. En efecto, el semblante externo podría muy bien ser clara imagen de la disposición del alma, pero su belleza la pone de manifiesto muy particularmente el movimiento de los miembros. Y si caminamos por la plaza, sea tal nuestra andadura y dé pruebas de tanta serenidad y aplomo que todos cuantos nos encuentren se vuelvan a contemplarnos. Que el ojo no parezca ser un azogue ni los pies trastrabillen; que la lengua profiera las palabras con sosiego y suavidad, y en fin, que todo nuestro exterior revele la belleza del alma que está dentro, y que en adelante nuestra conducta resulte extraña y cambiada, puesto que nuevo y extraño es lo que hemos comenzado, como muestra el bienaventurado Pablo cuando dice: Si alguno está en Cristo, nueva creación es 24.
27. Y para que aprendas que es nuevo e inimaginable lo que nos han dado, los que antes de esto éramos más despreciables que el barro y, por así decirlo, nos arrastrábamos por tierra, de repente nos tornamos más resplandecientes que el oro y cambiamos la tierra por el cielo. Y ésta es la razón de por qué son espirituales todos los dones que se nos han hecho. Efectivamente, espiritual es nuestro vestido, espiritual nuestra comida y espiritual nuestra bebida. La consecuencia es que en adelante, también nuestras obras y todas nuestras acciones deberían ser espirituales. Éstas son efectivamente fruto del Espíritu, como dice también Pablo: Mas el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, entereza de ánimo, agrado, bondad, fe, mansedumbre, templanza: contra tales cosas no hay ley 25, dice. Con razón habló así, pues quienes se esfuerzan por lograr la virtud están por encima de la ley, y no sujetos a ella, pues dice: La ley no está puesta para el justo 26.
28. Luego, después de explicarnos el fruto del Espíritu, añadió: Y los que son de Cristo crucificaron su carne con sus pasiones y concupiscencias (Ga 5, 24) 27, como quien dice: la incapacitaron para obrar el mal, la redujeron a objeto inerte, la vencieron de tal modo que podía estar por encima de las pasiones y apetitos. Esto es, efectivamente, lo que Pablo quería significar cuando dijo: crucificaron. Lo mismo que el que está clavado en la cruz y horadado con aquellos clavos, molido por los dolores y, por así decirlo, traspasado de parte a parte, nunca podría ser perturbado por el apetito carnal, al contrario, tiene desterrados toda pasión y todo apetito, porque el dolor no deja sitio alguno para las pasiones, así también los que se han consagrado a Cristo: de tal modo se han clavado a él y se han reído de las necesidades corporales que es como si se hubiesen crucificado a sí mismos con sus pasiones y apetitos 28.
29. Así pues, nosotros, los que ya somos de Cristo, nos hemos revestido de Él y hemos sido considerados dignos de su comida y de su bebida espirituales, regulemos nuestras propias vidas como corresponde a quienes nada tienen en común con las realidades de la vida presente. En efecto, nos hemos empadronado en otra ciudad, en la Jerusalén de arriba. Por eso, os lo suplico, presentemos obras dignas de aquella ciudadanía, para que, bien porque por ellas practicamos la virtud, bien porque por ellas invitamos a los demás a glorificar al Señor, podamos atraernos abundante benevolencia de lo alto. Porque, cuando nuestro Señor es glorificado, Él por su parte también derrama con gran abundancia entre nosotros sus propios dones, como quien ha aceptado nuestros buenos sentimientos y sabe que no deposita sus propios beneficios en manos desagradecidas e injustas.
30. Sé que hice largo el sermón. Perdonadme, sin embargo, el gran cariño que os tengo fue extendiendo y alargando nuestra instrucción. Y es que, al ver vuestra riqueza espiritual, y porque conozco la furia del perverso demonio y que ahora sobre todo es cuando necesitáis el apoyo y la vigilancia, por eso os exhorté a que cada día permanezcáis sobrios, estéis despiertos y demostréis vuestra continua vela y vigilancia en torno de vuestro tesoro espiritual, para que el enemigo de nuestra salvación no pueda encontrar ni un solo resquicio.
31. Así pues, los pactos que hicisteis con el Señor y que escribisteis, no con tinta ni en papel, sino con la fe y la confesión 29, guardadlos firmes e inconmovibles. Y esforzaos por permanecer durante todo el tiempo de vuestra vida con el mismo resplandor. Porque es posible, efectivamente, con tal de querer nosotros contribuir continuamente con nuestra parte, no sólo mantener el mismo resplandor, sino también hacer que sea más rutilante el ámbito de estos nuestros vestidos espirituales, puesto que el mismo Pablo, después de la gracia del bautismo, cuanto más avanzaba el tiempo, tanto más brillante y refulgente se mostraba, pues la gracia florecía en él.
32. Por consiguiente, esforcémonos también nosotros por examinar cada día con cuidado este nuestro radiante vestido, no sea que coja alguna mancha o arruga 30; pero hagamos un examen constante hasta de las faltas que se tienen por pequeñas, para que así podamos evitar los grandes pecados. Efectivamente, si comenzamos por desdeñar algunos fallos como insignificantes, y seguimos andando por este camino, en breve tiempo llegaremos a las grandes caídas. Por esta razón os exhorto también a que siempre traigáis en la mente el recuerdo de estos pactos y constantemente rehuyáis el contagio de todo aquello a que renunciasteis, quiero decir, de las pompas del diablo y de todos los demás artificios del Maligno, y a que guardéis íntegros los pactos con Cristo, para que, sacando continuo provecho de estos festines espirituales y fortalecidos con esta comida 31, os hagáis invulnerables a las asechanzas del diablo.
33. Y con la perfección de vuestra conducta, os atraeréis de parte del Espíritu una gracia tan grande como para hacer que también vosotros seáis inexpugnables, que la Iglesia de Dios salte de gozo y se alegre por vuestro progreso, que el Señor de todas las cosas sea glorificado, y todos nosotros seamos considerados dignos del reino de los cielos, por la gracia, las misericordias y la bondad del mismo Hijo unigénito y Señor nuestro Jesucristo, por el que se dé al Padre, junto con el Espíritu Santo, la gloria, la fuerza y el honor, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.
Notas
1 Según WENGER (Introd. p. 41ss.), el grupo constituido por esta octava Catequesis y por las cuatro Catequesis postbautismales siguientes habría sido compuesto por la misma época, o sea, en la semana de Pascua del año 390, Y podría distribuírselas así: la octava, el domingo o el lunes (Id. pp. 182 - 199); la novena, el martes (Id. pp. 200 - 214); la décima, el miércoles (Id. pp. 215 - 228); la undécima, el viernes (Id. pp. 229 - 246), Y la duodécima, el sábado (Id. pp. 247 - 260).
2 2Co 5, 17: la cita en el título probablemente remonta al mismo Crisóstomo.
3 Al estar reservado el bautismo para la noche pascual, se comprende fácilmente que fuera grande el número de neófitos.
4 Cf. Lc 15, 7.
5 Mt 13, 43.
6 Ga 3, 27.
7 Cf. Jn 14, 23 y la nota 21 de la quinta Catequesis
8 Cf. Hch 8, 3.
9 Cf. Hch 9, 22
10 Cf. Hch 22, 5.
11 Cf. 1P 5, 8.
12 Cf. Hch 9, 25 - 30.
131Co 15, 10.
14 Nymphayogós - término frecuente en san Juan Crisóstomo - era el que conducía a la esposa en el cortejo nupcial; del correspondiente latino derivó en castellano antiguo "paraninfo".
15 2Co 5, 17
16 Ibid.
17 Sobre la dificultad de estas expresiones, véase WENGER, nota 2, p. 190.
18 Esto es, a los ídolos, fabricados generalmente con esos materiales.
19 Mt 5, 16.
20 2Co 5, 17.
21 Mc 12, 36.
22 Ef 4, 29 - 30.
23 Si 19, 27.
24 2Co 5, 17.
25 Ga 5, 22 - 23.
26 1Tm 1, 9.
27 Ga 5, 24.
28 Nótese la original valoración positiva del dolor en la más dramática forma de la crucifixión y su consideración como medio indispensable para dominar las pasiones y ser dueños de si mismos
29 La fe señala las disposiciones internas; la confesión, la exteriorización de esas disposiciones, según explicó en la Catequesis. 5, 19 (cf. WENGER, op. cit. nota 2 de la p. 198).
30 Probable alusión a Ef 5, 27.
31 Festines y comida: clara alusión a la Eucaristía