Padres de la Iglesia

SAN JUAN CRISÓSTOMO

Catequesis 10

"Del mismo1. Reproche a los que abandonan la asamblea y se van a las carreras de caballos y a los espectáculos, y qué cuidado conviene tener de los hermanos negligentes. Y también a los nuevos iluminados".

Dolor y reprimenda a los que prefieren los espectáculos a la Iglesia

1. ¡De nuevo las carreras y los espectáculos satánicos, y nuestra asamblea menos numerosa! 2. Por esta razón yo, temeroso de la negligencia que deriva de la relajación y de la despreocupación, me adelanté exhortando y rogando a vuestra caridad que no dilapidaseis la riqueza acumulada a fuerza de ayuno y que no os infligieseis la ruina que deriva de los espectáculos satánicos. ¡Y por lo visto, de nada sirvió mi exhortación! Ahí tenéis, efectivamente, algunos de los que habían escuchado nuestra enseñanza: hoy se dejan arrastrar, abandonan esta audición y han corrido allá, y de un solo envite han arrojado de su mente todo: el recuerdo de la santa Cuaresma, la fiesta salvadora del día de la Resurrección, la tremenda e inefable comunión de los divinos misterios, la continuidad de nuestra enseñanza.
2. Así pues, dime, ¿con qué ánimo voy yo a comenzar la instrucción de costumbre, cuando veo que ningún provecho sacan de lo que yo digo, más aún, cuando veo que cuanto más se alarga mi instrucción, tanto más por decirlo así, aumenta su despreocupación, lo que también acrecienta nuestro dolor y a ellos les agrava la condena? Mejor dicho, no solamente se acrecienta nuestro dolor, sino también nuestro desánimo. Efectivamente, como el labriego, cuando ve que su tierra, después de tantos trabajos y fatigas, no produce nada digno de tales trabajos, sino que imita a la piedra estéril, él se vuelve más remiso a la hora de labrarla, porque ve que se mata inútilmente a trabajar, así también el maestro: cuando ve que, después de su gran desvelo y continua enseñanza, los discípulos se mantienen en la misma pereza, ya no puede proseguir su enseñanza espiritual con la misma disposición de ánimo, por más que, en este caso, la despreocupación de los oyentes no hace que sea menor la recompensa de sus trabajos.
3. En efecto, no todo lo que puede observarse en la tierra ocurre igualmente en la enseñanza espiritual. Allí, por ejemplo, cuando la tierra le defrauda, el labrador se vuelve a casa con las manos vacías, sin poder hallar un mínimo de consuelo para sus penas. Aquí en cambio, ocurre justamente lo contrario: por más que los discípulos persistan en la misma desgana y aunque nadie se aproveche de lo que se ha dicho; el maestro, si ha cumplido todo lo que a él le correspondía hacer, cosechará con abundancia las recompensas de los trabajos, porque Dios, en su bondad, no recorta los salarios de los trabajos por culpa de la incuria de aquellos, antes bien, escuchen o no escuchen, Él ofrece su abundante remuneración.
4. Mas, como quiera que nosotros no miramos únicamente si los salarios y las remuneraciones permanecen íntegros, sino que también nos preocupamos muchísimo de vuestra ganancia y de vuestro provecho, pues consideramos detrimento nuestro vuestra incuria, por esta razón también contamos con que nuestra alegría se vea menoscabada, sobre todo cuando pensamos que esto mismo es causa de mayor condena para cuantos después de esta exhortación persistan en la misma negligencia, sin querer aprovecharse de la continuidad de la enseñanza.
5. Precisamente lo que Cristo decía refiriéndose a los judíos: Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; mas ahora no tienen excusa de su pecado 3, le viene al dedillo a lo que estamos diciendo refiriéndonos a los que en vez de esta concurrencia prefieren los pasatiempos de fuera, las pandillas perniciosas, las carreras de caballos y los espectáculos del diablo. Si no os hubiéramos hecho anticipadamente tanta exhortación instruyéndoos durante todo el tiempo, invitándoos cada día con nuestra constante enseñanza y nuestro estímulo, como a niños pequeños, a seguir el camino de la virtud, mostrándolas la ruina que es la maldad, y excitándoos a rectificar las caídas anteriores; si, repito, no nos hubiéramos adelantado haciendo todo esto, quizá se les pudiera juzgar dignos de perdón.
6. Pero ahora, ¿qué disculpa tendrán? ¿Quién les otorgará perdón cuando, no solamente se perjudican a sí mismos con su gran incuria, sino que también son ocasión de escándalo para los demás, y cuando ni siquiera el anciano toma en consideración sus muchos años, ni su próximo fin, ni la magnitud del peso de los pecados cometidos, sino al contrario, cada día aumenta sus faltas y se convierte con su edad 4 en maestro de negligencia para los jóvenes? Porque, dime, ¿cómo podrá ese tal corregir la negligencia del niño y hacer entrar en razón al joven desordenado, Si él mismo no se ha vuelto juicioso a pesar de su edad y, habiendo de dar cuentas, no sólo de su propia conducta, sino también de la de aquellos otros que le tuvieron de maestro de negligencia, ni aun así se abstiene de esta perversa costumbre?
7. Efectivamente, de la misma manera que quien practica la virtud no sólo espera las recompensas por sus propios trabajos, sino que también recoge como fruto la paga del provecho causado en los demás, por haber llevado a muchos a ser émulos e imitadores de su propia virtud, así también los que practican el mal tienen que someter a juicio cuentas más severas por haber sido también para los demás motivo de negligencia. Pues, ¿qué reprocharemos en adelante a los jóvenes, si los viejos andamos descarriados en tan gran negligencia y no hemos escuchado el aviso del Apóstol, que dice: No seáis tropiezo para los judíos, ni para los griegos, ni para la Iglesia de Dios 5?

Exhortación a dar en todo gloria a Dios

8. ¿Ves el consejo que brotó de las entrañas del Apóstol? Porque él estaba lleno de temor y temblor por los que podían ser perjudicados por obra de nuestra negligencia, y porque sabía que no es pequeño el peligro para quienes fomentan la negligencia de los otros. Por esta razón, exhortando también a otros a que en todo tuvieran la preocupación de la virtud, decía: Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios 6. Fíjate bien, te lo ruego, en la exactísima exhortación: Todo cuanto emprendáis y obréis, dice, que tenga esta raíz y esta motivación: tender a la gloria de Dios; y que de ti no proceda obra alguna sin esta motivación. Así pues, ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier otra cosa hacedlo todo para gloria de Dios.
9. ¿Y cómo es posible -dice- eso de comer y beber para gloria de Dios? Cuando sentado a la mesa das gracias al Señor; cuando reconoces al proveedor; cuando no introduces una conversación terrenal, sino que, satisfecha con mucha templanza la necesidad corporal y habiendo evitado la inmoderación y la glotonería, te levantas y das gracias al que proporciona el alimento para nuestra subsistencia, entonces has hecho todo para gloria de Dios. Pues dice: Ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo para gloria de Dios.
10. Contempla cómo en la brevedad de esta sentencia abarcó toda nuestra vida. Efectivamente, cuando dijo: Ya hagáis cualquier otra cosa, en una sola expresión encerró todo nuestro vivir, pues él quería que nosotros practicáramos en todo momento las obras de la virtud sin poner la mira en la gloria humana. Y no sólo eso, sino que, al decir: Ya hagáis cualquier cosa, hacedlo todo para gloria de Dios, también nos quiere dar a entender otra cosa: abstenerse por completo de las obras malas y no hacer nada que no dé gloria a nuestro común Señor de todos. Por tanto, si practicamos la virtud, antes que nada miremos de conseguir la alabanza que únicamente viene de Dios, y no tengamos para nada en cuenta el aplauso que viene de los hombres. Y si somos negligentes, que nos espante y nos baje los humos del pensamiento aquel juicio incorruptible, la llegada de aquel día terrible y el hecho de que nuestras acciones tiendan a la blasfemia contra Dios. En realidad, lo mismo que respecto a los que practican la virtud dice: Yo glorificaré a los que me glorifican 7, así también escucha tú de nuevo al profeta, que dice: ¡Ay de vosotros, pues por causa vuestra mi nombre es blasfemado entre las naciones! 8,
11. ¿Estás viendo cuánta indignación la de esta palabra? Pero, ¿cómo es posible glorificar a Dios? Viviendo para gloria de Dios y haciendo así que nuestra vida alumbre, como decía también en otra ocasión: Alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos 9. Efectivamente, nada como una conducta óptima hace que se glorifique a nuestro Señor.
Por ejemplo, de igual manera que la luz del sol ilumina con sus propios rayos los semblantes de los que la miran, así también la virtud, al atraer a todos los que la miran y hacer que la contemplen, mueve también a los espíritus rectos a que glorifiquen al Señor. Por consiguiente, todo lo que hacemos, hagámoslo de tal manera que a cada uno de los que nos ven podamos moverlos a glorificar a Dios: Ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios.
12. ¿Un ejemplo? Si alguna vez quieres alternar con alguien, no te afanes en cultivar el trato de los potentados y famosos según el mundo, sino el de los atribulados, de los desgraciados, de los prisioneros, de los abandonados por todos y de los que no saben lo que es un solo consuelo. Tú aprecia sobremanera la compañía de éstos, pues por ellos recibirás mucha ganancia, serás más amante de la virtud y obrarás todo para la gloria de Dios. Y si debes hacer visitas, prefiere con mucho los huérfanos, las viudas y los que viven en mucha penuria, a los que están en la plenitud de la gloria y de la fama. Porque es Él mismo quien tiene dicho: Yo soy el padre de los huérfanos y el juez de las viudas 10; y de nuevo: Juzgad en derecho al huérfano, haced justicia a la viuda; venid aquí, y discutamos, dice el Señor 11.
13. Y si quieres simplemente presentarte en la plaza, acuérdate de la exhortación del Apóstol, que dice: Ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No malgastes el tiempo en compañías inútiles y perjudiciales, antes bien, apresura tu carrera hacia la casa de Dios, para que el cuerpo y el alma reciban juntos el máximo provecho. Y si conversamos con algunos, hagámoslo con mucha ecuanimidad y mansedumbre, y no dejemos que se desarrollen conversaciones terrenales y nada útiles, antes bien, hagamos que se converse de cuanto pueda aprovechar a los que escuchan y librarnos a nosotros de todo reproche.

Gravedad del escándalo y deber de la corrección fraterna

14. No he removido estas cosas delante de vuestra caridad sin más, sino para que sepáis cuánta precaución se necesita, si en algo queremos preocuparnos por nuestra salvación, y de qué condena tan grande son dignos los que, en vez de esta asamblea de aquí y de esta enseñanza espiritual, prefieren los pasatiempos de fuera, las inútiles y perjudiciales compañías, las carreras de caballos y los satánicos y funestos espectáculos, y desoyen al bienaventurado Pablo cuando dice: No seáis tropiezo para los judíos, ni para los griegos, ni para la Iglesia de Dios 12.
15. Pues bien, ¿qué perdón les queda a estos tales? ¿Qué disculpa, cuando el cristiano que participa de esta enseñanza de aquí y que gusta los terribles e inefables misterios cohabita con el judío y el pagano y disfruta con las mismas cosas con que éstos se deleitan? ¿Cuándo, dime, podremos en adelante reconducir a este descarriado a la verdad, y atraer a la piedad a quien tan desganado está? ¿Cómo no va a convenir que nosotros digamos a estos tales justamente lo que el bienaventurado Pablo decía a los que en Corinto entraban en los templos de los ídolos después de haber recibido la palabra de la piedad? Dice: Si te ve alguno, a ti que tienes ciencia, sentado a la mesa de un templo de ídolos... 13.
16. Nosotros, sin embargo, modificándolo algún tanto, diremos: "Si alguno te ve, a ti que tienes el conocimiento de la piedad, pasándote la jornada entera en esas inútiles y perniciosas compañías, por ser él débil, ¿no va a ser inducida su conciencia a perseguir con más ardor tales cosas?". Efectivamente, lo que aquel bienaventurado Apóstol decía cuando intentaba retener a los que, después de conocer la piedad, atolondradamente se iban a los ídolos y eran causa de escándalo para los demás, esto mismo diremos también nosotros ahora - ¡y muy atinadamente! - a los que corren hacia aquellas inicuas juntas y prefieren los pasatiempos de fuera a esta reunión de aquí.
17. ¿Pero qué sacamos en limpio de tantos y tan graves reproches, cuando los que han de dar cuentas ni escuchan ni están presentes a lo que decimos? Pues bien, ni aun así nuestra exhortación será inútil. Efectivamente, gracias a vuestra comprensión, es posible que ellos se enteren de todo esto con exactitud, y que rehuyan el cebo del diablo y vuelvan al alimento espiritual. Así hacen también los médicos. En efecto, cuando visitan a los enfermos no conversan solamente con ellos sobre los cuidados, sino también con los sanos allí presentes, y dan todas las órdenes a los parientes del enfermo, y después de haber encomendado a éstos el cuidado de todo y de haber dejado todo en orden, es cuando se van. Así también nosotros: incluso si los enfermos están ausentes, no obstante, nosotros os encomendamos a vosotros, los sanos, el cuidado de su curación, y os descubrimos el dolor de nuestra alma, para que en adelante os preocupéis de la salud de vuestros propios miembros, y por medio de las obras cumpláis la exhortación del Apóstol: Ya comáis, ya bebéis, ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios 14.
18. Efectivamente, cuando al salir de aquí tomes como tarea la salvación de tu hermano, y no solamente no lo acuses ni lo critiques, sino que le aconsejes, le confortes y le muestres, de una parte el perjuicio del pasatiempo de fuera, y de otra la ganancia y el provecho de esta enseñanza de aquí, entonces habrás hecho todo para la gloria de Dios, a la vez que te preparaste una doble paga: por haber tomado tan a pecho tu propia salvación y por afanarte en la curación del que es miembro tuyo. Éste es el orgullo de la Iglesia, éste el mandamiento del Salvador: no mirar únicamente por sí mismo, sino también por el prójimo 15.
19. Pues bien, piensa a qué dignidad se eleva el que toma gran interés por la salvación del hermano: en lo que permiten sus fuerzas, el tal imita a Dios. Escucha, en efecto, lo que dice a través del profeta: El que saca lo digno de lo indigno será como mi boca 16. Viene a decir: "El que se esfuerza por salvar al hermano descuidado y arrancarlo de las fauces del león, en cuanto lo permite la fuerza humana, me imita a mí". ¿Qué podría igualar a esto? De todas las buenas obras, ésta es la mayor, ésta la cima de toda virtud.
20. Y con mucha razón, porque, si Cristo derramó su propia sangre por nuestra salvación, y Pablo, refiriéndose a los que dan escándalo y dañan la conciencia de los que miran, dice a voz en grito: Y por tu ciencia se perderá el hermano débil, por el cual Cristo murió 17; Si pues, tu Señor derramó por él su sangre, ¿cómo no iba a ser justo que cada uno de nosotros contribuyera por lo menos exhortando con palabras y abriendo los brazos a los que por su dejadez han caído en los lazos del diablo? Pero yo estoy plenamente convencido de que vosotros haréis esto, llenos como estáis de ternura para con los que son miembros vuestros, y de que con toda solicitud devolveréis a vuestros hermanos a la madre común, pues yo sé que, por la gracia de Dios, sois prudentes y podéis también reprender a los demás 18.

Frescor perenne del bautismo

21. Pero en el poco tiempo que nos queda quiero dirigir mi palabra a los nuevos iluminados. Y llamo nuevos iluminados, no sólo a los recién agraciados con el don espiritual, sino también a los de hace un año, e incluso de mucho más tiempo. Si quisieran, también ellos podrían gozar continuamente de este nombre. Efectivamente, la novedad ésta no conoce edad, ni está sujeta a enfermedad, ni es presa del desaliento, ni se marchita con el tiempo, ni cede a nada, y nada la vence, si no es, únicamente, el pecado: su gravosa vejez es el pecado.
22. Y para que aprendas que éste es lo más pesado, escucha al profeta que dice: Como carga pesada han cargado sobre mí 19. Ahora bien, no sólo es pesada, sino también fétida, pues añade: Hedieron y se pudrieron mis llagas 20. ¿Ves cómo el pecado no sólo es pesado, sino también maloliente? Y de dónde se engendra, apréndelo también por lo que se añade, pues dice: A causa de mi locura 21. Así pues, la locura es causa de todos nuestros males. Por consiguiente es posible que uno que por la edad es viejo sea joven y nuevo iluminado, según la plena lozanía de la gracia, y en cambio otro, joven según el cuerpo, esté hecho un viejo por el caudal de pecados. Porque allí donde el pecado logra entrar, en seguida multiplica las manchas y las arrugas 22
23. Por esta razón yo os invito a todos vosotros, a los que recientemente habéis recibido el bautismo y a los que obtuvisteis este don anteriormente: a estos últimos, a que por la confesión 23, las lágrimas y una exacta penitencia, os limpiéis la mancha contraída; y a los primeros, a que conservéis la frescura de vuestro esplendor y vigiléis cuidadosamente la belleza del alma, para que no reciba la más mínima gota que pueda formar una mancha. ¿No veis a los que estrenan vestido flamante con qué cuidado caminan por la plaza para evitar que les salpique el barro y ensucie su bello vestido? Y sin embargo, de ello ningún daño le sobrevendría al alma, pues se trata de un vestido que la polilla corroe y que se gasta con el tiempo, y que, si se mancha, también se limpia fácilmente con agua. En cambio, si alguna vez ocurre - ¡y ojalá nunca suceda! - que la mancha cae sobre el alma, bien a través de la lengua, bien por medio de los pensamientos concebidos en la mente, inmediatamente sobreviene un grave daño, una pesada carga, un terrible hedor.
24. Ésta es la razón por la que yo, temeroso también de las asechanzas del enemigo, no ceso en mi exhortación a que conservéis intacta la vestidura nupcial, de modo que siempre podáis entrar con ella a estas nupcias espirituales. Que es un matrimonio espiritual lo que aquí se está celebrando, velo tú mismo: como en los matrimonios humanos de acá la boda se prolonga durante siete días, así también nosotros prolongamos en otros tantos días vuestra boda espiritual y os ponemos la mesa mística, llena de infinitos bienes. ¿Y qué digo siete días? Si queréis ser sobrios y estar vigilantes, estas bodas se prolongan para vosotros durante todo el tiempo, con esta única condición: que conservéis intacto el esplendor de vuestro vestido nupcial.
25. De esta manera, en efecto, atraeréis al esposo a un mayor amor, y vosotros mismos, a medida que avanza el tiempo, apareceréis más brillantes y esplendorosos, pues la gracia aumentará más y más con la práctica de las buenas obras.
Ojalá todos nosotros demos pruebas de una vigilancia digna del don ya recibido y sigamos haciéndonos dignos de la bondad de lo alto, por la gracia y las misericordias de su Hijo unigénito y Señor nuestro Jesucristo, por el cual se dé al Padre, junto con el Espíritu Santo, la gloria, la fuerza, el honor, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén.

Notas

1 Esta Catequesis se tuvo probablemente también en la misma semana de Pascua del 390, el miércoles (cf. nota 1 de la Catequesis precedente).
2 La inmediatez del estilo revela la espontaneidad de san Juan Crisóstomo, cuya Catequesis refleja situaciones concretas, en este caso la despreocupación del público.
3 Jn 15, 22
4 Literalmente "a los jóvenes en edad (cf. SCHWYZER, II, p. 84ss.).
5 1Co 10, 32.
6 1Co 10, 31.
7Cf. 1S 2, 30.
8 Cf. Is 52, 5, asumido en Rm 2, 24.
9 Mt 5, 1 6.
10 Sal 68, 6.
11 Is 1, 17 - 18
12 1Co 10, 32.
13 1Co 8, 10
14 1Co 10, 31
15 Probable alusión a 1Co 13, 5.
16 Cf. Jr 15, 19.
17 1Co 8, 1 1.
18 Cf. Rm 15, 14
19 Sal 38, 5.
20 Sal 38, 6.
21 Ibid.
22 Cf. Ef 5, 27.
23 Así traduzco exomologesis, aunque sin darle el contenido técnico y sacramental pleno que no tardará en adquirir