Padres de la Iglesia

AMMONAS

Carta 1. La salud y el cuerpo

1 Antes que nada, queridísimos hermanos, rezo por la salud espiritual de ustedes. Porque las cosas visibles son temporales, pero las cosas invisibles son eternas (2Co 4, 18). Ahora veo que su cuerpo es espiritual y está lleno de vida 2.

Ahora bien, si el cuerpo tiene vida, Dios le dará herencia 3 y ser considerado como heredero de Dios. Dios le pagar la recompensa de todo su trabajo, porque se preocupó por preservar todo su fruto con vida, para ser contado como heredero de Dios. Ahora me alegro por ustedes y por su cuerpo, pues está lleno de vida. En cambio, aquel cuyo cuerpo está muerto, no ser considerado como heredero de Dios; más aún, Dios lo acusa cuando habla por el profeta, en estos términos: ¡Grita fuerte, no te detengas, alza tu voz como una trompeta! ¡Hazle conocer a mi pueblo sus pecados y a la casa de Jacob sus iniquidades! Me buscan día tras día y desean acercarse a Dios, diciendo: "¿Qué entonces? Hemos ayunado, y no lo viste. Hemos humillado nuestra alma y no te enteraste" (Is 58, 1 - 3).

Esto es lo que Él les responde: Porque en los días de su ayuno se les ha encontrado haciendo su propia voluntad, golpeando a los que están bajo su responsabilidad y maltratando a sus enemigos; ustedes ayunan para pleitear y pelear. ¡No es así como hoy ser oída su voz en lo alto! Este no es el ayuno que yo elegí, dice el Señor; ya puedes inclinar tu cuello como un asno y acostarte sobre el cilicio y las cenizas, pero no llames a esto un ayuno aceptable (Is 58, 3 - 5). Este es un cuerpo muerto 4 ; por eso el Señor no los escucha cuando le rezan a Dios, sino que, al contrario, al contrario, los acusa. Y además, respecto de estos, se dice en el Evangelio: ¡Si la luz que está en ti es tinieblas, cuantas tinieblas habría (Mt 6, 23). El profeta agrega severamente sobre ellos: Toda su justicia es como el lienzo manchado de una mujer (Is 64, 6). Ahora, pues, es un cuerpo muerto.

Pero ustedes, queridísimos hermanos, no tienen nada en común con ese cuerpo muerto, sino que su cuerpo está lleno de vida. Rezo a Dios por ustedes, para que los custodie, que su cuerpo no cambie, sino antes bien que crezca con ustedes y aumente en gracia y alegría, en amor fraterno y amor por los pobres, en buenas costumbres y en todos los frutos de la justicia, hasta que salgan de esta vida y nos recibamos los unos a los otros en esa mansión 5 donde no hay tristeza, ni mal pensamiento, ni enfermedad, ni tribulación, sino gozo y alegrías 6 , gloria y luz eterna, paraíso y fruto que no pasa; y que lleguemos 7 a las moradas de los ángeles y a la asamblea de los primogénitos, cuyos nombres están inscritos en los cielos (Hb 12, 22 - 23), y a todas las promesas de las cuales no podemos hablar ahora.

Les he escrito estas cosas a causa del amor que les tengo, para que se fortalezca su corazón. Hay todavía muchas (otras) cosas que quisiera escribirles. Sin embargo, dale ocasión al sabio, y se hará más sabio (Pr 9, 9). Que Dios los preserve de este mundo malvado, a fin de que estén sanos en el cuerpo, espíritu y alma; que Él les dé la comprensión en todo (2Tm 2, 7), para que estén libres del error de este tiempo.

Pórtense bien en el Señor, mis hermanos muy queridos. Todo cuerpo muerto le sobreviene al hombre a causa del amor de la vanagloria y de los placeres 8.

Carta 2. La fuerza y la alegría del cristiano

9 ¡A los muy queridos en el Señor, un saludo gozoso!.

Si alguien ama al Señor con todo su corazón y con toda su alma (Dt 6, 5; Mt 22, 37), y permanece en el temor con toda su fuerza 10 , el temor le engendrar las l grimas, y las l grimas le traerán la alegría. La alegría engendrar la fuerza y, por ella, el alma dar frutos en todo. Y Dios, viendo que su fruto es tan hermoso, lo recibe como un perfume agradable. En todas estas cosas Dios se regocijar en ella =el alma con sus ángeles 11 ; y le dar un guardián que la custodiar en todos sus caminos (Sal 91, 11) para conducirla al lugar del reposo 12 , de modo que Satán s no domine sobre ella. Porque cuando el diablo ve al guardián, es decir la fuerza que está alrededor del alma, huye y no se atreve a aproximarse al hombre, temiendo la fuerza que está alrededor de él. A causa de esto, muy amados en el Señor, ustedes, a quienes ama mi alma, yo sé que son amigos de Dios. Adquieran, por tanto, esta fuerza para ustedes mismos, de modo que Satán s les tema y puedan obrar sabiamente en todas sus acciones. Así la dulzura de la gracia vendrá sobre ustedes y aumentar su fruto 13 . Porque la dulzura de la gracia espiritual es más dulce que la miel y que el panal de miel (Sal 19, 11), y pocos 14 monjes y vírgenes han conocido esta gran dulzura de la gracia 15 , excepto algunos pocos en ciertos lugares, porque no han recibido la fuerza divina 16 . No han cultivado esa fuerza, y por eso el Señor no se las ha dado; pues a todos los que la cultivan, Dios se las da. Dios no hace acepción de personas (Hch 10, 34), sino que Él la da en todas las generaciones a quienes la cultivan.

Ahora, queridísimos, yo sé que ustedes son amigos de Dios y que, desde el momento en que llegaron a este trabajo =la vida monástica, aman a Dios con todo su corazón, a causa de la sinceridad de sus corazones. Adquieran, entonces, esa fuerza divina, para que pasen toda su vida en la libertad, el gozo y la alegría 17 , para que la obra de Dios 18 les resulte fácil. Y esa fuerza que le es dada al hombre aquí abajo, lo conducir al reposo, hasta que haya sobrepasado todas las potencias del aire (Ef 2, 2). Puesto que hay en el aire potencias que obstaculizan el camino a los hombres y no quieren dejarlos que suban hacia Dios 19 . Por tanto, ahora oremos a Dios insistentemente, para que esas potencias no nos impidan subir hacia Dios, pues en tanto que los justos tienen la fuerza divina con ellos, nadie puede obstaculizarlos. He aquí como cultivarla 20 , hasta que esa fuerza habite en el hombre: que desprecie todos los ultrajes y los honores humanos, que odie todas las ventajas de este mundo que se consideran como preciosas 21 y todos los placeres del cuerpo, que purifique su corazón de todo pensamiento impuro y de toda la sabiduría vacua de este mundo, y que pida (la fuerza) día y noche, con l grimas y ayuno. Y Dios, que es bueno, no tardar en dárselas, y cuando se las haya dado, ustedes pasarán todo el tiempo de su vida en el reposo y la facilidad; encontrarán libertad delante de Dios y Él les conceder todas sus peticiones, como está escrito (Sal 37, 4; Mt 21, 22) 22.

Hay muchas otras cosas que quisiera escribirles, pero esto poco lo he escrito por causa del gran amor que tengo por ustedes. De todo corazón, pórtense bien en el Señor, honorables hermanos, amigos de Dios 23.

Carta 3. La humildad

24 ¡A los hermanos muy honrados en el Señor, un alegre saludo! 25.

Les escribo esta carta como a grandes amigos de Dios, que lo buscan de todo corazón. Es a ellos, en efecto, a quienes Dios escucha cuando oran, los bendice en todo y les concede todas las peticiones de su alma cuando lo invocan. Pero a quienes se aproximan a Él, no de todo corazón, sino dudando y haciendo sus obras para ser glorificados por los hombres (Mt 6, 2), a éstos Dios no les escucha sus peticiones, sino que, antes bien, se irrita contra sus obras, porque está escrito: Dios dispersar los huesos de los que buscan agradar a los hombres (Sal 53, 6) 26.

Ustedes ven cómo se irrita Dios contra las obras de ellos, y no les concede ninguna de sus peticiones; al contrario, les resiste, pues no hacen sus obras con fe sino según el hombre. A causa de esto la fuerza divina no habita en ellos, están enfermos en todas las obras que realizan. A causa de esto no conocen la fuerza de la gracia, ni su facilidad ni su alegría, sino que su alma está entorpecida en todas sus obras como por un fardo. Así son la mayoría de los monjes 27 , no han recibido la fuerza de la gracia que anima el alma, la dispone a la alegría y le da cada día el gozo que hace arder su corazón en Dios 28 . Porque lo que hacen, lo hacen según el hombre; de modo que la gracia no ha venido sobre ellos. En efecto, la fuerza de Dios aborrece a aquel que obra para agradar a los hombres 29.

Por tanto, amadísimos, que ama mi alma y cuyos frutos son tenidos en cuenta por Dios, combatan en todas sus obras el espíritu de vanagloria para vencerlo en todo. De modo que todo su cuerpo sea agradable y permanezca viviente junto al Creador, y que ustedes reciban la fuerza de la gracia, que sobrepasa todas estas cosas. Estoy convencido, hermanos, que hacen todo lo que pueden por esto, resistiendo al espíritu de vanagloria y luchando siempre contra él. A causa de ello su cuerpo tiene vida. Pues ese espíritu malvado se presenta ante el hombre en toda obra de justicia que el hombre comienza, quiere corromper su fruto y hacerlo inútil, a fin de no permitir 30 que los hombres hagan la obra de justicia según Dios. En efecto, este espíritu malo combate a quienes quieren ser fieles. Si algunos son alabados por los hombres como fieles o como humildes o como misericordiosos, inmediatamente este espíritu malvado entabla una batalla contra ellos; y ciertamente resulta vencedor, disuelve y destruye sus cuerpos 31 , porque los incita a realizar sus acciones virtuosas con la preocupación de agradar a los hombres y así pierde sus cuerpos 32 . Mientras que los hombres crean que tienen algo, delante de Dios no tienen nada 33 . Por causa de esto Dios no les otorga la fuerza, sino que los deja vacíos, puesto que no ha hallado sus cuerpos dispuestos para ser llenados, y los priva de la muy grande dulzura de la gracia.

Pero ustedes, queridísimos, luchen contra el espíritu de vanagloria y oren siempre, para vencerlo en todo; de forma que la gracia de Dios esté siempre con ustedes. Yo pediré a Dios que, en su bondad, les dé esta fuerza y esta gracia 34 en todo tiempo, pues nada es más excelente que esto 35 . Si ven que el fervor divino se aleja y los abandona, pídanlo de nuevo y volver a ustedes. Pues ese fervor es como un fuego que cambia lo frío en su propia naturaleza. Si ven su corazón repentinamente adormecido en ciertos momentos, pongan su alma ante ustedes, sométanla al examen de un piadoso cuestionamiento y así, necesariamente, ella tendrá nuevamente calor y se inflamar en Dios. Porque también el profeta David, cuando vio su alma agobiada por el dolor habló de la siguiente manera: Derramé mi alma sobre mí mismo (Sal 42, 6), me acordé de los días antiguos, medité sobre todas tus obras, extendí hacia ti mis manos. Mi alma, como tierra reseca, suspiró por ti (Sal 143, 5 - 6). Así obró David cuando experimentó su corazón abrumado y frío, hasta que le devolvió el calor y recibió la dulzura de la gracia divina 36.

Noche y día velaba y suplicaba. Hagan también ustedes esto, amadísimos, y crecerán y Dios les revelar sus grandes misterios.

Que el Señor los conserve irreprochables y sanos de alma, espíritu y cuerpo, hasta que los lleve a su propia morada 37 con sus padres 38 que han luchado bien y han concluido su carrera en Cristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos.

Carta 4. El discernimiento

39 ¡A los queridísimos hermanos en Cristo, un alegre saludo! 40.

Saben que les escribo como a hijos muy queridos, como a hijos de la promesa 41 e hijos del Reino. Por eso me acuerdo de ustedes noche y día, para que Dios los guarde de todo mal y tengan siempre la solicitud por obtener de Dios que les otorgue el discernimiento 42 y la visión de lo alto 43 ; a fin de aprender a discernir en todas las cosas la diferencia entre el bien y el mal. Porque está escrito: El alimento sólido es para los perfectos, para aquellos cuyas facultades están ejercitadas por el hábito de discernir el bien y el mal (Hb 5, 14). Estos han llegado a ser hijos del Reino y son contados en el rango de los hijos 44 , de aquellos a quienes Dios les ha dado la visión de lo alto en todas sus obras, para que nadie los engañe, ni hombre ni demonio 45 . Puesto que el fiel es cautivado por la imagen del bien, y así muchos son engañados, pues todavía no han recibido esa visión de lo alto. Por eso el bienaventurado Pablo, sabiendo que esta es la gran riqueza de los fieles, dijo: Doblo las rodillas noche y día ante el Señor Jesucristo por ustedes, para que les otorgue una revelación con su conocimiento, 46 que Él ilumine los ojos de sus corazones, para que sepan cuál es la anchura y largura, la altura y profundidad, 47 a fin de conocer la caridad de Cristo que supera todo conocimiento, etc. (Ef 3, 14 - 19). Como el bienaventurado Pablo los amaba de todo corazón, él quería que toda la gran riqueza que conocía, es decir la visión de lo alto en Cristo, fuera dada a sus hijos queridos. Sabía, en efecto, que si se les daba, ya no se fatigarían más en ninguna cosa y no temerían nada, sino que la alegría de Dios estaría en ellos noche y día, que la obra de Dios les resultaría dulce en todo, más que la miel y que el panal de miel (Sal 19, 11); y que Dios estaría siempre con ellos para darles revelaciones y enseñarles grandes misterios, de los que no puedo hablar con la lengua.

Ahora, por tanto, mis amadísimos, puesto que ustedes me han sido dados como hijos, pido noche y día, con fe y l grimas, que reciban el carisma de clarividencia 48 , que todavía no han obtenido después que entraron en la vida ascética. Y yo, el humilde, pido también por ustedes, a fin de que lleguen a ese progreso y a esa estatura, que no han alcanzado muchos monjes, sino sólo algunas almas amigas de Dios aquí y allá 49 . Si desean alcanzar esa perfección no tomen la costumbre de recibir a un monje que lo es solamente de nombre 50 y que se cuenta entre los negligentes, sino aléjenlo de ustedes 51 . De lo contrario, no les permitir progresar en Dios y extinguir su fervor. Porque los corazones negligentes no tienen fervor, sino que siguen sus propias voluntades; y si vienen a ustedes, les hablan de las cosas de este mundo y por medio de esa conversación apagan su fervor y no les permiten progresar. Por eso está escrito: No apaguen el Espíritu (1Ts 5, 19); ya que se apaga por las palabras vanas y las distracciones. Cuando vean tales monjes, háganles el bien, pero escapen de ellos y no se relacionen con ellos, ya que son los que no les permiten a los hombres marchará en la vía de la perfección en estos tiempos presentes.

Compórtense bien en el Señor, mis queridísimos, en el Espíritu de bondad.

Carta 5. La paternidad espiritual

52 A los amadísimos en el Señor.

Ustedes saben que el amor de Dios exige el amor del prójimo sin cesar. Ahora bien, el prójimo es aquel que ha sido llamado a la vocación celestial. El servidor de Dios está orando por el prójimo noche y día, como por sí mismo. Y puesto que ustedes también son mi prójimo, los recuerdo noche y día en mis oraciones, para que aumente su fe y adquieran una fuerza más grande 53 . Hago esto por ustedes, porque en Dios ustedes son considerados como hijos. Timoteo fue considerado como hijo por Pablo, y le escribía como sigue: Te recuerdo noche y día en mis oraciones, y deseo verte. Me acuerdo de tus l grimas y me lleno de gozo, porque me acuerdo de la fe sincera que tienes 54 (2Tm 1, 3 - 5).

Ahora, queridísimos, como Pablo hacía con Timoteo, también mi corazón desea verlos, recordando sus gemidos y la pena de su corazón. Pero yo sé que también ustedes desean verme y que ello les es muy provechoso. Pablo, en efecto, decía: Quiero ir a verlos, a fin de darles alguna gracia espiritual que los consolide (Rm 1, 11). Por ende, aunque están muy instruidos por el Espíritu Santo, si voy a visitarlos, los afirmaré mucho con la doctrina del mismo Espíritu, y les daré a conocer asimismo otras cosas que no puedo escribirles por carta.

Compórtense bien en el Señor, en el Espíritu de bondad.

Carta 6. La paternidad espiritual. La oración por sus hijos

55 Noche y día rezo para que la fuerza de Dios crezca en ustedes y les revele los grandes misterios de la divinidad, de los que no puedo hablar con la lengua, porque son grandes; no son de este mundo, y se revelen sólo a quienes tienen el corazón purificado de toda mancha y de toda vanidad de este mundo; a quienes han tomado su cruz y que junto con esto se odian a sí mismos, y han sido obedientes a Dios en todo. En estos habita la divinidad y ella alimenta su alma. En efecto, al igual que los árboles no crecen si no los alcanza la fuerza del agua, del mismo modo el alma no puede crecer si no recibe la alegría celestial. Y entre quienes la reciben, hay algunos a los cuales Dios les revela los misterios celestiales, les muestra su lugar 56 , mientras ellos todavía están en el cuerpo y les concede todas sus peticiones.

He aquí, pues, cuál es mi oración noche y día: que ustedes lleguen a ese grado y que conozcan la infinita riqueza de Cristo (Ef 3, 8), pues son poco numerosos los que han sido hechos perfectos. Y son aquellos para los cuales han sido preparados los tronos, a fin de que se sienten con Jesús para juzgar a los hombres 57 . Porque en cada generación se encuentran hombres llegados a esa medida, para juzgar cada uno a su generación 58 . Esto es lo que pido incesantemente para ustedes en virtud del amor que les tengo. El bienaventurado Pablo les decía, a los que él amaba: Quiero darles no sólo el evangelio de Cristo, sino también nuestra vida, porque nos han llegado a ser muy queridos (1Ts 2, 8). Les envié a mi hijo, hasta que Dios me conceda a mí también llegar corporalmente hasta ustedes, para que les ayude a progresar aún más. Pues cuando los padres reciben hijos, Dios está en medio de ellos de ambos lados.

Permanezcan en paz y compórtense bien en el Señor.

Carta 7. El carisma de los Padres

59A los amadísimos en el Señor, que tienen parte en el Reino de los cielos. Del mismo modo que ustedes buscan a Dios imitando a su padre 60 , creo que recibirán también las mismas promesas, porque ustedes han sido contados en el número de sus hijos. Pues los hijos heredan la bendición de los padres 61 , imitando su celo. Por eso el bienaventurado Jacob imitando en todo la piedad 62 de sus padres, recibió de ellos la bendición; y cuando fue bendecido por los padres, inmediatamente vio la escala levantada y a los ángeles subiendo y bajando (Gn 22, 1 - 12). Ahora bien, desde el momento en que algunos son bendecidos por sus padres y ven las fuerzas divinas, nada los puede turbar. Porque el bienaventurado Pablo cuando vio esas mismas fuerzas divinas, devino inconmovible 63 y gritó diciendo: "¿Quién me separar del amor de Cristo? 64 ¿La espada, el hambre, la desnudez? Pero ni los ángeles ni los principados ni las potestades, ni altura ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarme del amor de Dios?" 65 (Rm 8, 35 - 39).

Ahora, pues, mis amadísimos, pidamos sin cesar noche y día que las bendiciones de nuestros padres y las mías 66 lleguen a ustedes; y así las fuerzas de los ángeles permanezcan con ustedes 67 , para que transcurran el resto de sus días en toda alegría del corazón. Si, en efecto, alguno llega a ese grado, la alegría de Dios estar siempre con él, y entonces hará todo sin fatiga. Porque está escrito: La luz de los justos nunca se apaga, pero la luz de los impíos se extinguir (Pr 13, 9) 68 . Yo pido asimismo que en todo lugar que yo vaya, también ustedes vengan 69 , y hago esto a causa de la obediencia de ustedes. Cuando el Señor vio la obediencia de sus discípulos 70 , oró al Padre por ellos diciendo: "Que allí donde yo esté, también estén éstos, porque escucharon mis palabras" (Jn 17, 24). Y nuevamente pide que ellos sean preservados del Maligno (Jn 17, 15), hasta que lleguen al lugar del reposo. Yo también rezo y le pido al mismo Señor, que ustedes sean preservados del Maligno hasta su llegada al lugar del reposo de Dios, y que obtengan la bendición. En efecto, Jacob después de la escala vio cara a cara el campo de los ángeles (Gn 28, 12), (después) luchó con el ángel y lo venció (Gn 32, 24 - 29). Dios le hizo esto para bendecirlo aún más.

Que Dios, a quien sirvo desde mi juventud, los bendiga (aún) más 71 , y ustedes, mis amadísimos, pórtense bien.

Carta 8. El carisma que hemos recibido de nuestros padres

72 A los amadísimos en el Señor.

Les escribo como a hijos muy amados, porque los padres carnales aman más a los hijos que se les parecen. Yo también los veo (así), pues ustedes progresan imitándome; y pido a Dios que lo que Él me ha dado, a mí, su Padre 73 , igualmente se los dé a ustedes. Rezo para que 74 les pueda transmitir los otros misterios que no me es posible escribirles por carta. Sean fuertes en la paz de la misericordia del Padre, de modo que el carisma que recibieron sus padres, también lo reciban ustedes 75 . Si desean recibirlo 76 , entréguense al trabajo corporal y al trabajo del corazón, dirijan sus pensamientos hacia el cielo noche y día, pidan de todo corazón el Espíritu de fuego 77 , y se les dar . Porque ese mismo Espíritu estuvo con Elías el Tesbita, con Eliseo y los otros profetas. Pero velen para que no se introduzcan pensamientos de duda en sus corazones, diciendo: "¿Quién puede recibirlo?". No les permitan entrar en ustedes 78 , sino que pidan con recta intención, y recibirán.

Yo mismo, su padre, rezo por ustedes 79 , para que reciban el Espíritu, porque sé que renunciaron a sus vidas para recibirlo 80 . Quien lo cultiva de generación en generación, lo recibir , y este Espíritu habita en los de corazón recto. Yo les aseguro 81 que ustedes buscan a Dios con un corazón recto. Cuando reciban ese Espíritu, Él les revelar todos los misterios celestiales. Porque les revelar muchas cosas que no puedo escribir sobre el papel. Entonces estarán libres de todo temor, una alegría celestial los rodear y se sentirán como si ya hubieran sido llevados al reino (de los cielos), estando todavía en el cuerpo. Ya no tendrán necesidad de orar por ustedes mismos, sino solamente por el prójimo 82 . Porque Moisés, después que recibió el Espíritu oró por el pueblo, diciendo: "Si tú los destruyes, bórrame del libro de los vivos" (Ex 32, 32). ¿Ven esta preocupación que tenían de orar por los otros, cuando habían llegado a ese grado? Muchos otros llegaron también a ese grado y rezaron por los demás.

Sobre todo esto no puedo escribirles ahora, pero ustedes son sabios y comprenderán todo. Cuando los visite les expondré más completamente sobre el Espíritu de fuego 83 , cómo se debe alcanzar, y les mostraré todas las riquezas que ahora no puedo confiar al papel.

Pórtense bien en ese Espíritu de fuego 84 , progresen y afírmense de día en día.

Carta 9. La perseverancia en la vocación monástica

85 Sé que están sufriendo penas en el corazón, porque han caído en la tentación 86 , pero si la soportan con valor, alcanzarán la alegría. Pues si no soportan ninguna tentación, visible u oculta, no podrán progresar más allá de la medida que han alcanzado. Todos los santos, en efecto, cuando pidieron un aumento de fe, se encontraron frente a las tentaciones; porque desde el momento en que recibieron una bendición de Dios, una tentación les fue agregada por los enemigos, que querían privarlos de la bendición con que Dios lo había gratificado. Los demonios, al ver que el alma bendecida hacía progresos, la combatían, en secreto o bien abiertamente. Porque cuando Jacob fue bendecido por su padre, inmediatamente le sobrevino la tentación de Esaú (Gn 27, 41). El diablo, en efecto, excitó su corazón contra Jacob y deseaba borrar su bendición, pero no pudo prevalecer contra el justo, pues está escrito: El Señor no dejar el cetro del pecador sobre el lote de los justos (Sal 125, 3) 87 . Por tanto, Jacob no perdió la bendición que había recibido, sino que ella creció con él de día en día. Esfuércense también ustedes por vencer la tentación, porque quienes reciben una bendición necesariamente deben soportar las tentaciones. Yo mismo, su padre, he soportado grandes tentaciones, en secreto y abiertamente, pero me sometí a la voluntad de Dios, tuve paciencia, supliqué a Dios y Él me salvó 88.

Ahora entonces, también ustedes, mis amadísimos, ya que han recibido la bendición del Señor, reciban igualmente las tentaciones y sopórtenlas 89 hasta que las hayan superado. Obtendrán así un gran progreso y un crecimiento de todas 90 sus virtudes; y se les dar una gran 91 alegría celestial que todavía no conocen. El remedio para superar las tentaciones es no caer en la negligencia y orar a Dios, dándole gracias de todo corazón, teniendo una gran paciencia en todo, de esta forma las tentaciones se alejarán de ustedes. Porque Abrahán 92 fue tentado de ese modo y apareció como más agradable 93 . Por tal motivo está escrito: Las pruebas de los justos son numerosas, pero el Señor los librar de todas (Sal 34, 20). Santiago dice asimismo: Si alguno de ustedes sufre, que ore (St 5, 13). ¡Ven como todos los santos invocan a Dios en las tentaciones!.

También está escrito: Dios es fiel, Él no permitir que ustedes sean tentados por encima de sus fuerzas (1Co 10, 13); Dios, por ende, actúa en ustedes a causa de la rectitud de sus corazones. Si Él no los amara, no les enviaría tentaciones, pues está escrito: El Señor corrige al que ama; golpea al hijo que le es grato (Pr 3, 12; Hb 12, 6). Son, pues, los justos quienes se benefician con las tentaciones 94 , puesto que los que no son tentados tampoco son hijos legítimos 95 ; usan el hábito monacal, pero niegan su poder 96 . Antonio, en efecto, nos ha dicho que "nadie puede entrar en el reino de Dios sin haber sido tentado" 97 . Y el bienaventurado Pedro escribe en su carta: En esto ahora se alegrarán, ustedes que han tenido que soportar diversas tentaciones, para que su fe puesta a prueba sea hallada más preciosa que el oro perecedero probado por el fuego (1P 1, 6 - 7). Se dice asimismo que los árboles agitados por los vientos echan mejores raíces y crecen más; así sucede con los justos. En esto, pues, y en todo lo demás, obedezcan a sus maestros para progresar.

Ustedes saben que al comienzo el Espíritu Santo les da la alegría en la obra espiritual, porque ve que sus corazones son puros. Y cuando el Espíritu les ha dado la alegría y la dulzura, entonces se va y los abandona: es su signo. Hace esto con toda alma que busca a Dios, al comienzo. Se va y abandona a todo hombre, para saber si lo buscarán o no. Algunos, cuando Él se va y los abandona, quedan inmóviles 98 , permanecen en el abatimiento 99 y no oran a Dios para que les quite ese peso, y les envíe la alegría y la dulzura que habían conocido. Por su negligencia y su voluntad propia, se hacen extraños a la dulzura 100 de Dios. Por eso llegan a ser carnales; usan el hábito, pero reniegan de su poder (2Tm 3, 5). Estos tales son ciegos en su vida 101 y no conocen la obra de Dios.

Si ellos perciben un peso desacostumbrado y contrario a la alegría precedente, que oren a Dios con l grimas y ayunos; entonces Dios, en su bondad, si ve que sus corazones son rectos, que le rezan de todo corazón y que reniegan de sus voluntades propias, les da una alegría más grande que la anterior y los fortifica aún más. Tal es el signo que realiza con toda alma que busca a Dios.

Después de haber escrito esta carta, me acordé de una palabra que me impulsó a escribirles sobre las tentaciones que se le presentan al alma del hombre, y que hacen descender de los cielos a los abismos del Hades 102 . He aquí porque el profeta clama y dice: Tú has sacado mi alma de las profundidades del Hades (Sal 86, 13).

Cuando el alma sube del Hades, por el tiempo que ella acompaña al Espíritu de Dios, las tentaciones le vienen de todas partes. Pero cuando ha superado las tentaciones, llega a ser clarividente y recibe una nueva belleza. Así, cuando el profeta 103 debía ser llevado (al cielo), llegando al primer cielo 104 , se asombró de su resplandor; al arribar al segundo, se admiró al punto de decir: "Pensé que la luz del primer cielo es obscuridad" 105 , y así para cada cielo de los cielos 106 . El alma de los justos perfectos avanza y progresa hasta subir al cielo de los cielos 107 . Si llega allí, ha superado todas las tentaciones y ahora hay un hombre 108 sobre la tierra que ha llegado a ese grado.

Yo les escribo, mis amadísimos, para que se fortalezcan y aprendan que las tentaciones no causan daño a los fieles sino aprovechamiento y que, sin la venida de las tentaciones al alma, ella no puede subir a la morada de su Creador 109.

Carta 10. La tentación es un signo de progreso

110 El Espíritu sopla donde quiere (Jn 3, 8). Sopla sobre las almas puras y rectas, y si ellas le obedecen, les da, al comienzo 111 , el temor y el fervor. Cuando ha sembrado esto en ellas, les hace odiar todas las cosas de este mundo 112 , ya sea el oro, la plata, los adornos; ya sea padre, madre, esposa o hijo. Y le hace dulce al hombre la obra de Dios, más que la miel y que el panal de miel (Sal 19, 10), ya sea que se trate del trabajo del ayuno, de las vigilias, de la soledad o de la limosna. Todo lo que es de 113 Dios le parece dulce 114 , y Él le enseña todo (Jn 14, 26).

Cuando Él le ha enseñado todo, entonces le concede al hombre 115 ser tentado. A partir de ese momento, todo lo que antes era dulce para él, se le hace pesado. Por eso muchos, cuando son tentados, permanecen en el abatimiento 116 y se hacen carnales. Son aquellos de los que dice el Apóstol: Ustedes comenzaron por el espíritu y ahora terminan por la carne; sufrieron todo aquello en vano (Ga 3, 3 - 4).

Si el hombre resiste a Satán s 117 en la primera tentación, y lo vence, Dios le otorga un fervor estable, tranquilo y sin turbación 118 . Porque el primer fervor es agitado e inestable 119 , mientras que el segundo fervor es mejor. Éste engendra la visión de las cosas espirituales y le hace recorrer un largo camino 120 con una paciencia imperturbable. Al igual que un barco con un buen viento es impulsado fuertemente por sus dos remos y recorre una gran distancia, de modo que los marineros están alegres y descansan, así el segundo fervor concede el reposo ampliamente.

Ahora, pues, hijos míos amadísimos, adquieran el segundo fervor para estar firmes en todo. Porque el fervor divino extirpa todas las pasiones (que provienen) de las seducciones, destruye la vetustez del hombre viejo y hace que el hombre llegue a ser templo de Dios, como está escrito: Yo habitaré y caminaré en ellos (2Co 6, 16).

Si quieren que el fervor que se ha alejado vuelva a ustedes, he aquí lo que el hombre debe hacer: que haga un pacto con Dios 121 y que diga ante él: "Perdóname lo que hice por negligencia, ya no seré más desobediente". Y que el hombre no camine más a su antojo 122 , para satisfacer su voluntad propia corporal o espiritualmente sino que sus pensamientos estén vigilantes delante de Dios noche y día, y que llore a toda hora frente a Dios afligiéndose, reprendiéndose y diciendo: "¿Cómo has sido (tan) negligente hasta el presente y estéril todos los días?". Que se acuerde de todos los suplicios y del reino eterno, reprendiéndose y diciendo: "¡Dios te ha gratificado con todo ese honor y tú eres negligente! ¡Te ha sometido el mundo entero y tú eres negligente!". Cuando alguien se acusa así noche y día y a toda hora, el fervor de Dios vuelve a ese hombre, y el segundo fervor es mejor que el primero.

El bienaventurado David cuando ve llegar el abatimiento 123 dice: "Me acordé de los años eternos, medité y recordé los días de eternidad, medité sobre todas tus obras, medité sobre las obras de tus manos. Levanté mis manos hacia ti. Mi alma tiene sed de ti como tierra reseca" (Sal 77, 6; Sal 142, 5 - 6) 124 . E Isaías también dice: "Cuando hayas gemido de nuevo, entonces serás salvado y volverás a ser como eras" (Is 30, 15)

Carta 11. Discernir la voluntad de Dios. Estabilidad

125 A los queridísimos en el Señor.

Ustedes saben que cuando la vida del hombre cambia y él comienza una nueva vida agradable a Dios y superior a la anterior, también cambia su nombre. Porque, en efecto, cuando nuestros santos padres avanzaban en la perfección su nombre también era cambiado su nombre, y se les añadía un nombre nuevo, escrito sobre las tablas del cielo. Cuando Sara progresó se le dijo: No te llamarás más Sara, sino Sarra (Gn 17, 15), y Abram fue llamado Abraham; Isac, Isaac y Jacob, Israel; Saulo, Pablo; y Simón, Cefas, pues sus vidas fueron cambiadas y llegaron a ser más perfectos que antes. Por esto también ustedes crecieron en Dios, y es necesario que sus nombre sean cambiados a causa de su progreso según Dios. Ahora bien, amadísimos en el Señor, que amo de todo corazón, yo busco el provecho de ustedes como el propio, porque ustedes me han sido dados por hijos según Dios 126.

Me he enterado que la tentación los presiona, y temo que ella provenga de su falta: porque oí decir que quieren dejar su lugar 127 , y me he entristecido, a pesar que hacía mucho tiempo que no me sentía atrapado por la tristeza. Porque sé muy bien que si ahora dejan su lugar, no harán ningún progreso, pues no es la voluntad de Dios. Si hacen esto y parten por su propia decisión, Dios no los ayudar ni saldrá con ustedes, y temo que caeremos en una multitud de males. Si seguimos nuestra voluntad propia, Dios no nos enviar su fuerza, que hace prosperar todos los caminos de los hombres. Si un hombre hace algo pensando que eso agrada a Dios 128 , en tanto que se mezcla su voluntad 129 , Dios no lo ayuda y el corazón del hombre se encuentra triste y sin fuerza en todo lo que emprende. Pues los fieles se equivocan, dejándose cautivar por la ilusión del progreso espiritual. Al principio, Eva no fue engañada sino por el pretexto del bien y del progreso. En efecto, habiendo oído: Ustedes serán como dioses (Gn 3, 5), no discernió la voz del que le hablaba 130 , transgredió el mandamiento de Dios y no solamente no recibió el bien, sino que incluso cayó bajo la maldición.

Salomón dice en los Proverbios: Hay caminos que les parecen buenos a los hombres, y conducen a las profundidades del Hades (Pr 14, 12). Dice esto de quienes no comprenden la voluntad de Dios, sino que siguen su propia voluntad. Los que siguen su voluntad propia 131 y no comprenden la voluntad de Dios 132 , reciben de Satán s, al comienzo, un fervor semejante a la alegría, pero que no es alegría; y luego trae tristeza y vergüenza. En cambio, el que sigue la voluntad de Dios experimenta al principio una gran pena y al final encuentra reposo y alegría. Por tanto, no hagan nada 133 hasta que vaya a verlos para hablar con ustedes.

Hay tres voluntades que acompañan constantemente al hombre, pero pocos monjes las conocen, a excepción de los que han llegado a ser perfectos; de ellos dice el Apóstol: El alimento sólido es para los perfectos, para aquellos que por la práctica 134 tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal (Hb 5, 14). ¿Cuáles son esas tres voluntades? Una es aquella sugerida por el Enemigo; la otra, es la que brota en el corazón del hombre; y la tercera es la que siembra Dios en el hombre. Pero de estas tres, Dios solamente acepta la suya.

Examínense, pues, a sí mismos: ¿cuál de estas tres los empuja a dejar su lugar? No se vayan antes que los visite. Porque yo conozco la voluntad de Dios en este (asunto) 135 mejor que ustedes. Es difícil, en efecto, conocer la voluntad de Dios en todo momento 136 . Pues si el hombre no renuncia a todas sus voluntades y no se somete a sus padres según el Espíritu, no puede comprender la voluntad de Dios. Incluso aunque la comprendiera, le faltaría la fuerza para cumplirla 137.

Es una gran cosa conocer la voluntad de Dios, pero es más grande cumplirla. Jacob tenía esas fuerzas porque obedecía a sus padres. Cuando ellos le dijeron: "Vete a Mesopotamia, junto a Labán" (Gn 27, 43; Gn 28, 2), obedeció con prontitud, aunque no deseaba alejarse de sus padres. Pero como obedeció, heredó la bendición de sus padres 138 . Y yo, su padre, si no hubiera obedecido primero a mis padres espirituales, Dios no me habría revelado su voluntad. En efecto, está escrito: La bendición de los padres afianza la casa de los hijos (Si 3, 11). Y ya que soporté muchos trabajos en el desierto y en la montaña 139 , pidiendo a Dios noche y día, hasta que Dios me reveló su voluntad; ahora también ustedes escuchen a su padre para que obtengan reposo y progreso.

He sabido que ustedes dicen: "Nuestro padre no conoce nuestra pena", y: "Jacob huyó de Esaú"; pero nosotros sabemos que él no huyó sino que fue enviado por sus padres 140 . Imiten, pues, a Jacob y esperen a que su padre los envíe, y los bendiga cuando partan, para que Dios los haga prosperar.

Pórtense bien en el Señor, queridísimos.

Carta 12. La soledad

141 ¡A los amadísimos en el Señor, un alegre saludo! 142.

Mis hermanos muy queridos, ustedes saben, también ustedes, que después de la transgresión de un mandamiento el alma no puede conocer a Dios 143 , si no se aleja de los hombres y de toda distracción. Porque entonces ella podrá ver el ataque de los enemigos que combaten contra ella; pero cuando vea al enemigo que lucha contra ella y triunfe de sus ataques, que le sobrevienen de tiempo en tiempo, el Espíritu de Dios entonces permanecer en ella y toda su pena ser cambiada en alegría y exultación. Si de nuevo es vencida en el combate, entonces le vienen tristezas, disgustos y muchas otras aflicciones varias 144.

Por eso los santos Padres 145 vivieron como solitarios en lugares desiertos: Elías el Tesbita, Juan Bautista y los otros Padres. No crean que fue cuando se hallaban en medio de los hombres que los justos progresaron, junto a ellos, en la virtud 146 , sino que antes habitaron en una gran soledad, para conseguir que la fuerza de Dios habitar en ellos 147 . Después Dios los envió en medio de los hombres, cuando ya poseían las virtudes, para servir a la edificación de los hombres 148 y curar sus enfermedades, pues ellos fueron los médicos de las almas y pudieron curar sus enfermedades 149 . Por esto, pues, arrancados de la soledad, fueron enviados a los hombres; pero no fueron enviados sino cuando todas sus propias enfermedades estuvieron curadas. Es imposible, en efecto, que Dios los mande para servir a la edificación de los hombres si todavía están enfermos. Pero los que salen antes de ser perfectos, salen por su propia voluntad y no por la voluntad de Dios. Y Dios dice de esos tales: "Yo no los envié, pero ellos corrieron" (Jr 23, 21), etc. A causa de esto, no pueden ni custodiarse a sí mismos, ni servir a la edificación de otra alma.

Por el contrario, los que son enviados por Dios no quieren abandonar la soledad 150 , pues saben que es gracias a ella que han adquirido la fuerza divina; pero para no desobedecer a su Creador, salen para servir a la edificación de los otros, imitando al Señor, porque el Padre envió del cielo a su verdadero Hijo para que Él curase todas las debilidades y todas las enfermedades de los hombres 151 . Está escrito: Tomó nuestras debilidades y cargó nuestras enfermedades (Is 53, 4). He aquí por qué todos los santos que van a los hombres para curarlos, imitan al Creador en todo, para llegar a ser dignos de convertirse en hijos adoptivos de Dios y para vivir, también ellos, como el Padre y el Hijo, por los siglos de los siglos 152.

He aquí, amadísimos, que les he mostrado la fuerza 153 de la soledad, cómo ella cura en todos los aspectos 154 y cómo le es grata a Dios 155 . Por eso les escribí que fueran fuertes en lo que emprendieran. Sépanlo, es por la soledad que progresaron los santos y la fuerza divina habitó en ellos, dándoles a conocer los misterios celestiales, y fue así que expulsaron toda la vetustez de este mundo. Quien les escribe también llegó a esa meta por el mismo camino.

Muchos son los monjes de nuestro tiempo que no han sido capaces de perseverar en la soledad, porque no pudieron vencer su voluntad. Por eso viven siempre entre los hombres, no siendo capaces de renunciar, de huir de la compañía de los hombres y de emprender el combate. Abandonando la soledad, se conforman con consolarse con sus prójimos por toda su vida. A causa de esto no alcanzan la dulzura divina ni la fuerza divina habita en ellos. Porque cuando esa fuerza se les presenta, los encuentra buscando su felicidad en el mundo presente y en las pasiones del alma y del cuerpo. Y no puede descender sobre ellos. El amor del dinero, la vanagloria, todas las otras enfermedades y distracciones del alma impiden que la fuerza divina descienda sobre ellos.

La mayoría no han podido progresar en esto, porque han permanecido en medio de los hombres y no han logrado, a causa de esto, vencer todas sus voluntades. No han querido, en efecto, vencerse a sí mismos al extremo de huir de las distracciones causadas por los hombres, sino que permanecen distraídos unos con otros. Por eso no han conocido la dulzura de Dios y no han sido juzgados dignos de que su fuerza habite en ellos, y les dé el carácter celestial. Así, la fuerza de Dios no habita en ellos, pues están acaparados por las cosas de este mundo, entregados a las pasiones del alma, a las glorias humanas y a las voluntades del hombre viejo. Es de esta forma que Dios nos testimonia lo que debe suceder.

Fortifíquense, entonces, en lo que hacen. Porque quienes abandonan la soledad no pueden vencer sus voluntades ni imponerse en el combate que se entabla contra su adversario. A causa de esto no tienen más la fuerza de Dios que habita en ellos. Ella no mora en los que sirven a sus pasiones 156 . Pero ustedes vencieron las pasiones y la fuerza de Dios vendrá por sí misma a ustedes.

Pórtense bien en el Espíritu Santo.

Carta 13. El Espíritu de penitencia y el Espíritu Santo

Queridísimos en el Señor, los saludo en el Espíritu de dulzura, que es pacífico y perfuma las almas de los justos. Este Espíritu viene sólo a las almas totalmente purificadas de su vetustez, porque es santo y no puede entrar en un alma impura (Sb 1, 4 - 5) 157.

Nuestro Señor lo dio a los apóstoles únicamente después que ellos se purificaron. Por eso Él les dijo: "Si me voy, les enviaré el consolador, el Espíritu de verdad, y Él les dar a conocer todas las cosas" (Jn 16, 7.13). Pues este Espíritu, desde Abel y Henoc hasta hoy, se da a las almas de los justos que están totalmente purificadas. Pero el que llega a las otras almas no es ése, sino el Espíritu de penitencia 158 ; arriba a las otras almas para llamarlas a todas y purificarlas de su impureza. Y cuando las ha purificado totalmente, las entrega 159 al Espíritu Santo, para que Él difunda sin cesar sobre ellas un perfume suave, como lo dijo Leví: "¿Quién ha conocido el perfume del Espíritu sino aquellos en los cuales Él habita?" 160 . Son pocos los favorecidos incluso con el Espíritu de penitencia, pero el Espíritu de verdad, de generación en generación, apenas habita en algunas almas solamente.

Al igual que una perla preciosa no se encuentra en todas las casas, sino únicamente, a veces, en los palacios reales 161 , así también este Espíritu no se encuentra sino en las almas de los justos que han llegado a ser perfectos. Desde el instante en que Leví fue gratificado con Él, ofreció una gran acción de gracias a Dios y dijo : "Te canto, Señor, porque me has regalado el Espíritu que tú das a tus siervos" 162 . Y todos los justos a los cuales fue enviado, ofrecieron a Dios grandes acciones de gracias. Porque es la perla de la que habla el evangelio, comprada por aquel que vendió todos sus bienes (Mt 13, 46). Pues el tesoro escondido en un campo, que un hombre encontró y por el que se alegró mucho (Mt 13, 44). A las almas en las que habita, Él les revela grandes misterios; para ellos la noche es como el día. He aquí que les he dado a conocer la acción de ese Espíritu.

Quiero 163 que sepan que desde el día en que los dejé, Dios me hizo prosperar en todas las cosas, hasta que llegué a mi lugar. Y cuando estoy en mi soledad, Él hace mi camino más próspero aún 164 y me ayuda, ya sea secretamente, ya sea abiertamente. Y hubiera deseado que ustedes estuvieran cerca mío a causa de las revelaciones que me fueron dadas 165 , porque cada día concede nuevas (revelaciones) 166.

Deseo, pues, que sepan cuál es la tentación. Ustedes saben que la tentación no le sobreviene al hombre si no ha recibido el Espíritu. Cuando ha recibido el Espíritu, es entregado al diablo para ser tentado. ¿Pero quién lo entrega sino el Espíritu de Dios? Porque es imposible para el diablo tentar a un fiel, si Dios no se lo entrega.

En efecto, nuestro Señor al tomar carne devino un ejemplo para nosotros en todo. Cuando fue 167 bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma (Mt 3, 16), porque el Espíritu lo condujo al desierto 168 para ser tentado (Mt 4, 1), y el diablo no pudo nada contra Él. Pero la fuerza del Espíritu, después de las tentaciones, les agrega a los santos otra grandeza y una fuerza más grande 169.

Es necesario que ustedes conozcan 170 mi tentación, que me ha hecho semejante a nuestro Señor. Cuando Él descendió del cielo, vio un aire diferente, tenebroso, y de nuevo cuando iba a descender al Hades, vio un aire más denso y dijo: "Ahora mi alma está turbada" (Jn 12, 27). Igualmente yo, de modo parecido, soporté recientemente esta tentación que me turbó por todas partes 171 . Sin embargo, yo alabé a Dios, a quien sirvo con todo mi corazón desde mi juventud y a quien obedezco, ya sea en el honor, ya sea en la humillación. Él me sacó de ese aire tenebroso y me restableció en la primera altura. Y pienso que esa tentación es la última 172.

Cuando el bienaventurado José soportó su última tentación en la prisión (Gn 29, 20), fue más afligido que por todas las otras tentaciones. Pero después de la prisión, que es la imagen del Hades, él recibió todos los honores, porque llegó a ser rey (Gn 41, 40). Desde entonces la tentación no lo probó más. Les he dado a conocer en qué tentaciones me encontré y cómo estoy ahora 173.

Después de haber escrito esta carta me acordé de la palabra escrita en Ezequiel, que presenta la imagen de las almas que han llegado a ser perfectas. Él vio un ser viviente sobre el rió Chobar, que tenía cuatro rostros, cuatro pies y cuatro alas. Un rostro de Querubín, uno de hombre, uno de águila y uno de toro (Ez 1, 1 - 10). El rostro de Querubín es el Espíritu de Dios, reposando en un alma y disponiéndola a alabar con una voz dulce y bella 174 . Y cuando Él quiere, desciende y edifica a los hombres, toma entonces el rostro de hombre. Y el de toro, es cuando el alma fiel está en el combate: el Espíritu de Dios la auxilia y le da la fuerza de un toro, para que ella pueda cornear al diablo. Y el de águila, porque el águila vuela más alto que todos los otros pájaros. Y cuando el alma del hombre se eleva en las alturas, el Espíritu Santo viene a ella, enseñándole a permanecer en las alturas y a estar cerca de Dios.

Les he dado a conocer pocas cosas sobre este ser. Pero si oran y los visito, entraré en Betel, que es la casa de Dios (Gn 28, 19), y cumpliré mis votos (Sal 66, 13), los que prometieron mis labios 175 . Entonces les hablaré más claramente 176 sobre este ser 177.

En efecto, Betel quiere decir la casa de Dios (Gn 28, 19). Dios combate, entonces, por la casa sobre la que se invoca su nombre. Y fue Ezequiel quien vio ese ser viviente.

Saluden a todos aquellos que han sido asociados al trabajo y a los sudores de sus padres en la tentación, como Juan lo dice en otro lugar: "Dios es glorificado por el sudor del alma" 178 . Así por la semilla de sudor que siembra, el alma es asociada a Dios. Y aquellos son asociados también a su cosecha, pues está escrito: Si sufrimos con él, viviremos con él (Rm 8, 17), etc. El Señor también dijo a sus discípulos: "Ustedes padecieron conmigo en mis tentaciones, estableceré con ustedes un contrato real, al igual que El Padre me prometió que se sentarían a mi mesa" (Lc 22, 29), etc.

Ven que quienes comparten los trabajos también comparten el reposo, y el que participa en la humillación, igualmente participa en el honor. Está escrito, en efecto, en los Padres: "Un buen hijo hereda el derecho de primogenitura y las bendiciones paternas" 179 . Sucede así con lo que nosotros sembramos. Son los sembrados de Dios y los buenos hijos quienes heredan el derecho de primogenitura y nuestras bendiciones. Cuando esté lejos, en mi lugar, la llegada de los frutos me recordar estos sembrados.

Pero tú, como un buen maestro, exhórtalos con cuidado. ¡Quiera Dios que abandones esta morada 180 dejando una buena cosecha! Porque sabemos que eres un padre bueno y un educador excelente. Sin embargo, te recuerdo que es por causa de esta cosecha que Dios te ha dejado en esta morada.

Pórtate bien en el Señor, en el Espíritu dulce y pacífico que habita las almas de los justos.

Carta 14. La justicia

181 He aquí la carta que les ha escrito su padre; esta es la herencia de los padres justos 182 , que legan en herencia a sus hijos la justicia 183 . Los padres según la carne dejan en herencia a sus hijos el oro y la plata; pero los justos 184 dejan esto a sus hijos: la justicia 185 . Los patriarcas eran muy ricos en oro y plata, y próximos a la muerte, no les dieron ninguna orden, excepto respecto de la justicia, pues ella permanece por siempre.

El oro y la plata son corruptibles (1P 1, 18), pertenecen a la miserable tienda de este tiempo tan breve. Pero la justicia pertenece a la morada de lo alto y le queda al hombre para siempre. Porque la herencia que les dan sus padres es la justicia 186.

Pórtense bien el Señor y en la buena voluntad de la justicia que Dios les da día tras día, hasta su salida de aquí abajo.

Notas carta 1

1 Se conserva solamente en sirio (nro. 1), georgiano (nro. 13, inédita), árabe (con el nro. 15) y armenio (con el nro. 2).
2 El texto siríaco trae cuerpo, en tanto que el georgiano, el árabe y el armenio leen fruto. La lectura cuerpo es la "lectio difficilior", que D. Outtier y D. Regnault prefieren. Debe entenderse como "la renovación del mismo cuerpo por el Espíritu Santo, anticipación de la condición de resucitado"; Lettres, p. 17, nota 1.
3 Antonio, Epístola 5, 4.
4 Lo que sigue, hasta el final del párrafo, falta en la versión siríaca.
5 El siríaco lee: "Dios nos reciba a cada uno en esa mansión".
6 Antonio, Epístola 4, 12.
7 Sirio: "Y que Él nos reciba".
8 Georgiano, árabe y armenio traen: "Y de los placeres del cuerpo".

Notas carta 2

9 Se conserva en sirio (nro. 2), georgiano (con el nro. 1), griego (con el nro. 2) y árabe (con el nro. 9).
10 Sirio y árabe: "Y con toda su fuerza adquiere el temor".
11 Cf. Lc 15, 10; Antonio, Epístola 3, 1.
12 El sirio dice: "Hasta que se haya introducido en el lugar de la vida". El comienzo de esta carta se conserva en copto, en una colección de Apotegmas: Annales du Musée Guimet, t. 25, p. 25 (Lettres, p. 19, nota 2).
13 Sirio: "La dulzura de Dios, en la medida que le sea posible, producir fuerza en ustedes". Griego: "Para que la dulzura de la gracia progrese y aumente su fruto".
14 Griego: "La mayoría".
15 Sirio: "Dulzura de la divinidad"; árabe: "Dulzura del amor divino".
16 Griego: "Porque no han recibido la fuerza celestial".
17 Sirio: "Para que puedan trabajar en todo tiempo con facilidad y alegría". El griego omite "gozo y alegría".
18 Sirio: "Toda la obra de Dios".
19 Cf. Atanasio de Alejandría, Vida de Antonio 65.
20 Sirio: "El efecto de la obra divina"; georgiano: "Sus obras".
21 "Que se consideran como preciosas", omiten siríaco y árabe.
22 El griego sigue con la carta 3, que es la 4 del siríaco.
23 "Honorables hermanos, amigos de Dios", es la lección del georgiano; sirio: "En toda obra de amor de Dios".

Notas carta 3

24 Esta epístola se puede leer en las versiones siria (nro. 3), georgiana (nro. 2), griega (nro. 6), árabe (nro. 10).
25 Este saludo falta en el sirio y árabe. En el griego solamente se lee: "Salud".
26 En la Epístola de san Arseno (nro. 68) se encuentra la misma cita bíblica (todo el versículo); cf. Lettres, p. 112.
27 Sirio y árabe añaden: "De nuestra época".
28 Sirio: "La dulzura que hace ardiente por Dios el corazón".
29 Griego: "Hace sus obras por respeto humano".
30 Sirio agrega: "En la medida que puede".
31 Sirio: "¿Pero cómo destruye (sus cuerpos) y los somete de modo que pierdan su propio modo de vida y su virtud? Cuando los incita...".
32 Sirio: "Cuando piensan que poseen algo por el hombre".
33 Desde "delante", falta esta frase en el sirio.
34 En vez de fuerza y gracia, el sirio trae "alegría".
35 Este trozo desde "Pero ustedes" hasta "excelente", falta en el griego.
36 Desde "Si ven que...", la traducción corresponde a la epístola 2, 3 del texto griego. Esta versión no trae la cita del Sal 143, 6; y termina diciendo: "Así inflamó su corazón de nuevo y recibió la dulzura del santísimo Espíritu". Lo que sigue después no se halla en el griego.
37 Sirio agrega: "En el reino".
38 El sirio concluye de la siguiente forma: "Que han terminado bien su vida para siempre. Amén".

Notas carta 4

39 Nro. 4 en sirio y georgiano, nro. 3 en el griego y nro. 11 en el árabe.
40 En el sirio falta este saludo.
41 Cf. G 4, 28.
42 Cf. el Apotegma, de la serie alfabética, Pastor 52; PG 65, 333.
43 El sirio trae: "Y la iluminación de los ojos".
44 Sirio: "Hijos de adopción"; cf. Rm 8, 15.
45 "Ni hombre ni demonio", no se lee en el georgiano y tampoco en el griego.
46 Griego: "Para conocerlo".
47 Sirio: "Para que conozcan las riquezas de la herencia de los santos".
48 Sirio: "Que esta discreción se instale definitivamente en ustedes".
49 Griego: "Poco numerosas bendecidas por Dios".
50 Griego: "De mencionar entre ustedes el nombre de un monje...".
51 Sirio: "De la comunidad".

Notas carta 5

52 Se conserva en sirio (nro. 5), georgiano (nro. 5) y árabe (nro. 12).
53 Cf. la carta 2 de Ammonas.
54 Sirio: "Libre de acepción de personas".

Notas carta 6

55 Se conserva solamente en sirio (nro. 6), georgiano (nro. 6) y árabe (nro. 13).
56 En el sentido de mansiones celestiales.
57 Sirio: "Para quienes son las grandes promesas del Hijo; ellos reciben las gracias y ayudan a los hombres".
58 Sirio: "Y cada uno de éstos es un ejemplo para su generación, de modo que aquel que es considerado perfecto sea un ejemplo para los hombres".

Notas carta 7

59 Se conserva en sirio (nro. 7), georgiano (nro. 7) y árabe (nro. 14).
60 Sirio: "A sus padres en la fe".
61 Sirio: "Los hijos reciben la bendición de los padres...".
62 Sirio: "La piedad de Dios".
63 Sirio: "Fue hecho incapaz de pasión".
64 Cf. Vida de Antonio 8 y 35.
65 Georgiano: "Del amor de Cristo"; árabe: "Del amor de Dios en nuestro Señor Jesucristo". Se adopta la lectura del sirio.
66 Sirio: "Las bendiciones de mis padres...".
67 Sirio: "Los ejércitos de los ángeles se alegrarán por ustedes en todas las cosas".
68 El texto siríaco omite la segunda parte de la cita de Proverbios ("pero la luz de los impíos...").
69 Sirio: "Yo pido que también ustedes puedan llegar a la mansión de la vida".
70 Sirio: "Hacia Él".
71 De aquí hasta el final, falta en el siríaco.

Notas carta 8

72 Se conserva en sirio (nro. 8); georgiano, con el nro. 8 - 9; parcialmente en griego con el nro. 4; y en árabe con el nro. 8.
73 Sirio: "A nuestros bienaventurados padres".
74 Sirio agrega: "Que pueda visitarlos de modo que...".
75 Seguimos la lectura del siríaco. El georgiano es bastante diferente: "Sean fuertes en la paz de ese gran fuego del que se revistió su padre, a fin de revestirse de él también ustedes".
76 Georgiano: "Revestirlo". Aquí comienza el texto griego (párrafo 8 de la carta IV), que trae: "Si quieren adquirir la gracia espiritual...".
77 El sirio trae "Espíritu Santo".
78 Griego (carta 4, 9): "No se dejen dominar por esos pensamientos...".
79 El griego omite "por ustedes"; mientras que el georgiano trae: "Rezo siempre por ustedes".
80 El sirio literalmente dice: "Renunciaron a sus almas...". La frase falta en el griego y en el georgiano.
81 Literalmente: "Yo les doy testimonio...".
82 Lo que sigue falta en el griego que coloca aquí la conclusión de la carta: "Gloria al Dios bueno, que favorece con semejantes misterios a quienes los sirven con sinceridad; a Él la gloria eterna. Amén".
83 Sirio: "Espíritu de alegría".
84 "De vida", trae el sirio.

Notas carta 9

85 Ha llegado hasta nosotros en sirio (con el nro. 9 - 10a), en georgiano (con el nro. 8 - 9) y en griego (con el nro. 4).
86 Sirio: "En una gran tentación".
87 Sirio: "El cetro del pecador no permanecer en la porción del justo" (Sal 125, 3).
88 Sirio: "Esperé, recé, me mostré fuerte y mi Señor me libró". Georgiano: "Soporté la voluntad de Dios en la esperanza y la oración, y Él me salvó".
89 "Sopórtenlas", falta en el sirio.
90 "Todas", falta en la versión siríaca.
91 "Gran" también falta en el sirio.
92 El griego añade: "Y Jacob y Job y muchos otros fueron tentados...".
93 Sirio: "Y el atleta apareció como vencedor".
94 Griego: "Es, pues, a los justos que les sobreviene una apariencia de tentaciones".
95 El sirio lee: "No son elegidos (o: autenticados)"; y el georgiano: "No son firmes en la fe".
96 Dynamin ("virtutem"). Cf. 2Tm 3, 5. Esta misma cita es utilizada por san Antonio en sus Cartas 3, 3; 5, 4; 6, 3 (Lettres, p. 33, nota 1).
97 Apotegma Antonio 5; PG 65, 77.
98 Literal: "pesados".
99 El sirio y el griego añaden: "Sin movimiento".
100 Georgiano: "Al amor".
101 Sirio: "Son ciegos en sus ojos".
102 El sirio dice: "De la tentación del alma del hombre que ha progresado, y que desciende del grado de la perfección espiritual...".
103 El georgiano y el griego agregan: "Elías".
104 Sirio: "Primer grado" (u: orden).
105 Cita de la obra apócrifa llamada Ascensión de Isaías, 8, 21. El sirio añade: "En comparación con este" (=el segundo cielo).
106 El sirio lee: "Hasta el grado supremo de la perfección".
107 El sirio lee nuevamente: "Hasta el grado supremo de la perfección". Lo que sigue, hasta el final de la frase, falta en el texto griego.
108 "Hombres", trae el sirio.
109 Sirio: "A la mansión de la vida".

Notas carta 10

110 Se conserva en sirio (nro. 10b), georgiano (nro. 12), griego (nro. 8), armenio (nro. 1) y etíope (nro. 1). Los traductores franceses (Lettres, p. 12), le dan a esta epístola el nro. 10b, en el texto siríaco, pues la carta anterior (que sería así la IX y XI) abarca la primera parte de la presente (párrafos 1, completo, y 2, hasta la cita del evangelio de Jn, exclusive).
111 "Al comienzo": agrega el sirio.
112 El sirio suena algo más radical: "El entero mundo".
113 Sirio: "Todo lo que se hace para Dios"; georgiano: "Toda voluntad de Dios".
114 Pasaje citado en copto, bajo el nombre de Antonio, por Besa; CSCO 157, p. 100 y CSCO 158, pp. 96 - 97 (Lettres, p. 35, nota 1).
115 "Al hombre", añade el siríaco.
116 Sirio: "Pesadez"; cf. carta 9, 4 - 5.
117 No leo "Satán s" en el sirio.
118 Sirio: "Pacífico, sabio (racional) y paciente"; georgiano: "Tranquilo y una paciencia sin turbación"; etíope: "Firme, constante y sin turbación"; armenio: "Firme y una paciencia sin turbación".
119 Sirio: "Sin sabiduría".
120 Sirio: "Entabla un gran combate".
121 Sirio: "Y grite con dolor de corazón".
122 El georgiano trae: "En el reposo del cuerpo", en vez de "a su antojo".
123 Sirio: "La pesadez".
124 El siríaco omite el adjetivo "reseca" (o árida).

Notas carta 11

125 Se conserva en sirio (nro. 11), georgiano (nro. 10), griego (nro. 5) y árabe (nro. 20).
126 En el sirio y en el árabe falta esta primera parte del párrafo.
127 Cf. el apotegma Ammonas 1.
128 Sirio: "Que eso es de Dios"; griego: "Si un hombre hace alguna cosa por sí mismo"; árabe: "Que es la voluntad del Señor".
129 Esta frase la omiten el griego y el árabe.
130 Sirio y árabe: "Lo que se le decía".
131 Esta frase no está ni en el griego ni en el georgiano ni en el árabe.
132 Esto no aparece en el georgiano y en el árabe.
133 El sirio añade: "Por voluntad propia".
134 El sirio lee: A causa de su conciencia.
135 Sirio: "Sobre ustedes".
136 "En todo momento", no se lee en el sirio.
137 Griego: "Cuando la hubiera comprendido, entonces pedir a Dios la fuerza para poder hacerla".
138 "De sus padres", falta en el griego.
139 Cf. apotegma Ammonas 9; Vida de Antonio 11, 12, 14, 41, etc.: "la asociación" desierto - montaña (Lettres, p. 38, nota 2).
140 El texto griego es bastante confuso en esta parte.

Notas carta 12

141 Se conserva en sirio (nro. 12), georgiano (nro. 3), griego (nro. 1), árabe (nro. 18), armenio (nro. 3) y etíope (nro. 2).
142 Este saludo falta en el griego.
143 El griego agrega: "Como corresponde" (o: es necesario). Otras versiones añaden: "Fácilmente".
144 El griego trae un texto un tanto diverso: "Durante esas luchas, le infligirán aflicciones y tristezas con muchos otros disgustos variados, pero que no se asuste, porque no prevalecerán contra aquella que vive en la soledad".
145 Griego: "Nuestros santos padres"; georgiano y etíope agregan: "Los primeros santos padres".
146 La traducción sigue el texto griego, la versión siríaca parece un poco más oscura: "No consideren que eran justos por realizar las obras de justicia habitando en medio de los hombres...".
147 "Si quieres que la fuerza de Dios venga sobre ti, ama el ayuno y huye de los hombres"; carta de Arseno, 32 (Lettres, p. 41, nota 1).
148 El texto siríaco dice: "Para ser los dispensadores de Dios"; se sigue la lectura del georgiano, del griego y del armenio.
149 Cf. Vida de Antonio 87: Antonio "médico de todo Egipto" (Lettres, p. 41, nota 2).
150 Cf. Vida de Antonio, 85.
151 Cf. las cartas de san Antonio: 3, 2; 4, 2 - 3; 5, 2; 6, 2.
152 Desde "imitando al Señor" hasta el final de este párrafo, el texto falta en el georgiano, en el griego, en el armenio y en el etíope.
153 Georgiano y armenio: "El fruto"; etíope: "Los frutos".
154 Lectura del siríaco, que falta en georgiano, griego, armenio y etíope.
155 Lo que sigue, hasta el final del párrafo, no se encuentra en el georgiano, griego, armenio y etíope.
156 Tal el texto de las versiones georgiana, griega, armenia y etíope. El sirio lee: "Porque quienes abandonan la stez"), el sirio trae: "De los que están completamente purificados de sus pasiones".

Notas carta 13

157 Cf. cartas de san Antonio, VII.
158 También san Antonio en sus cartas (1, 2 y 4) habla de un espíritu de penitencia o de conversión (Lettres, p. 45, nota 2).
159 Es la lección del georgiano; el griego y el árabe leen: "transmite"; el sirio: "conduce" (o: guía).
160 Cita no identificada.
161 El griego dice solamente: "Del mismo modo que una perla de gran precio...".
162 Cita no identificada.
163 Este párrafo falta por completo en la versión griega.
164 Sigo texto siríaco.
165 Georgiano: "Que sepan cuantas revelaciones hay"; árabe: "Para que les dé a conocer todo lo que me ha revelado el Espíritu Santo en todo tiempo".
166 Georgiano: "Pues de día en día tendrán una alegría aún más grande"; el árabe omite esta frase.
167 Esta primera parte, hasta aquí, falta en el georgiano.
168 El sirio añade: "Y lo entregó a Satán s...".
169 "Y una fuerza más grande", falta en el siríaco.
170 Es la lectura del georgiano; falta en el siríaco. El árabe trae: "Hijos amadísimos, desearía que estuviesen cerca mío para que conocieran...".
171 El texto griego omite desde "es necesario" hasta aquí.
172 Toda esta última parte es diferente en el griego: "En todas las cosas alabemos, pues, a Dios y démosle gracias, sea en el honor, sea en la humillación, porque Él nos ha sacado de ese aire tenebroso y nos ha restablecido en nuestra primera altura". Después lo que sigue, no existe en la versión griega editada por F. Nau.
173 Georgiano: "He aquí que les he dado a conocer la magnitud de las tentaciones que soportado".
174 La trad. francesa de esta parte parece seguir la versión georgiana; el texto siríaco es bastante diverso: "Una cara de Querubín era de león, una de hombre, una de águila y una de toro (Ez 1, 1 - 10). Ahora bien, ¿la cara de león de Querubín, qué es? En efecto, cuando el Espíritu de Dios reposa sobre el alma de un hombre, le da la fuerza de Dios, la anima fuertemente y le enseña un canto con voz dulce y bella".
175 El sirio dice: "Entrarán en Betel y allí cumpliremos nuestros votos, y ofreceremos nuestros sacrificios de paz, que prometieron nuestros labios".
176 Es la lectura del georgiano. El sirio trae: "En la medida que nos sea posible les daremos la explicación...".
177 Aquí parece terminar el georgiano, que solamente añade el saludo: "Sean fuertes en Cristo y pórtense bien".
178 Cita no identificada.
179 Cita no identificada.
180 El sirio dice: "Este mundo".

Notas carta 14

181 Se conserva únicamente en sirio (nro. 14) y árabe (nro. 19).
182 El árabe trae "espirituales".
183 Árabe: "La bendición".
184 Árabe: "Padres espirituales".
185 Árabe: "La bendición".
186 Árabe: "La bendición".