Catena Áurea
1 Cap. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24
← Lc 2, 33-35 →
Su padre y su Madre escuchaban con admiración las cosas que de El se decían. Y los bendijo Simeón, y dijo a María, su Madre: "Este niño que ves está destinado para ruina y para resurrección de muchos en Israel y para ser el blanco de la contradicción, lo que será para ti misma una espada que traspasará tu alma, para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones". (vv. 33-35)
Griego
Cada vez que viene a la memoria el conocimiento de las cosas sobrenaturales, se renueva el milagro en el Espíritu y por esto dice: "Su padre y su Madre escuchaban con admiración las cosas que de El se decían".
Orígenes
Tanto por el ángel y por la multitud del ejército celestial, como por los pastores y por el mismo Simeón.
Beda
Llama a José padre del Salvador, no porque fuese su padre verdaderamente (según los fotinianos), sino porque era considerado como padre por todos para conservar el buen nombre de María.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 1
Aunque puede llamarse padre por ser el esposo de María sin comercio carnal ni unión conyugal -puesto que estaba así- aparecía mucho más unido a ella, que de cualquier otra forma. Y por tanto San José podía llamarse padre de Jesucristo porque, aunque no lo había engendrado según la naturaleza, lo había adoptado sin embargo.
Orígenes
El que quiera remontarse más en esta cuestión puede decir que el orden de la genealogía se computa desde David hasta José, para que no apareciese que José se llamaba padre del Salvador no siéndolo, puesto que para observar el orden de sucesión es llamado padre del Señor.
Griego
Una vez celebradas las alabanzas del Señor, Simeón dirigió su bendición sobre los que traían al niño, de donde prosigue: "Y los bendijo Simeón". Dando su bendición a los dos, dirige los anuncios de lo que había de suceder solamente a la Madre, aun cuando por esta bendición común no excluye a San José de la paternidad aparente, y hablando a la Madre, aparte de José, la considera como verdadera Madre del Señor. Por esto dice: "Y dijo a María su Madre", etc.
San Ambrosio
Ve aquí la gracia abundante del Señor difundida sobre todos por medio del nacimiento del Salvador, y cómo la profecía fue negada a los incrédulos y no a los justos. He aquí por qué Simeón profetiza que Jesucristo había venido para ruina y para elevación de muchos.
Orígenes
El que expone sencillamente esto puede decir que Jesucristo había venido para ruina de los infieles y para elevación de los fieles.
San Juan Crisóstomo
Así como la luz, aun cuando ofende a los ojos débiles, no deja de ser luz, así el Salvador continúa siendo Salvador, aun cuando se pierdan muchos, sin que pueda decirse que la pérdida de éstos es obra suya, sino la locura de los malos, por lo que su poder no sólo se manifiesta cuando procura la salvación de los buenos, sino también cuando produce la ruina de los malos. Porque cuanto más brilla el sol, más ofende a los ojos débiles.
San Gregorio Niceno
Observemos, pues, lo escogido de las expresiones de esta distinción. Dice que se ha preparado la salvación de todo el pueblo, pero anuncia la caída y la elevación de muchos. El propósito divino es la salvación y la gloria de todos. Sin embargo la ruina y la elevación de muchos consisten en la intención de cada cual, según sea creyente o incrédulo. Ahora, que los caídos o incrédulos se levanten está conforme con la razón.
Orígenes
Podrá decirse que para que uno haya caído es preciso que antes haya estado de pie, pero ¿quién es el que ha estado de pie, y para cuya ruina haya venido el Señor?
San Gregorio Niceno
Pero en esto se da a conocer que la ruina afecta a lo más malo, porque no merecen igual castigo los que vivieron antes del misterio de la encarnación, que los que vivieron después de la redención y de la predicación. Y especialmente debían ser privados de los beneficios antiguos los que procedían de Israel y pagar con penas más graves que todas las demás naciones, porque no quisieron admitir lo que se les había profetizado, lo que ellos habían adorado, y lo que de ellos había nacido. Por esto se les amenaza de una manera especial con la ruina no sólo de la salud espiritual, sino también con la destrucción de la ciudad y de los habitantes de ella. La elevación se ofrece por el contrario a los que crean, así a los que viven bajo el yugo de la ley, y a quienes se trata de librar de él, como a los que viven sepultados con Jesucristo, y que habrán de resucitar con El.
Orígenes
Debe entenderse en un sentido mucho más elevado lo que se dice de aquellos que claman contra el Creador, diciendo: He aquí el Dios de la ley y de los profetas; vedle cual es: "Yo -dijo- doy la muerte y doy la vida" ( Dt 32, 39). Si por esto es un juez sanguinario y un creador cruel, Jesús, Hijo suyo, lo es también, porque está escrito de El que había de venir para ruina y elevación de muchos.
San Ambrosio
Esto es para distinguir los méritos de los justos y de los impíos, y para darnos, como juez verdadero y justo, el premio o el castigo que merezcan nuestras acciones.
Orígenes
Debemos fijarnos y ver que el Salvador no ha venido acaso igualmente para la ruina que para la elevación. Porque cuando yo estaba en pecado, me sirvió de utilidad el caer primeramente y morir para el pecado. Los santos, y también los profetas, cuando contemplaban alguna cosa demasiado augusta, caían con el rostro sobre el suelo, para purificarse mejor de sus pecados con esta caída. Esto es lo primero que el Salvador nos concedió. Eras pecador, pues que caiga lo que había en ti de pecador, para que puedas después resucitar y decir: "Si hemos muerto con El, con El también resucitaremos" ( 2Tim 2, 11).
San Juan Crisóstomo
La resurrección, en verdad, es una vida nueva, porque cuando el lascivo se convierte en casto, el avaro en caritativo, el furioso en manso, entonces se opera la resurrección, el pecado muere y resucita la justicia.
Prosigue: "Y para ser el blanco de la contradicción".
San Basilio
Blanco de la contradicción se llama con propiedad en la sagrada Escritura a la cruz, porque dice ( Núm 21, 9) que Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso en alto como señal.
San Gregorio Niceno
Aquí mezcla la deshonra con la gloria, porque para nosotros los cristianos es verdaderamente como signo de contradicción, puesto que mientras unos lo consideran como ridículo y horrible, otros lo consideran digno de veneración. O acaso se llama signo al mismo Cristo, porque existe sobre la naturaleza y es el autor de los signos milagrosos.
San Basilio
Es pues un signo que indica una cosa admirable y oculta, visto por los sencillos, y comprendido por los que tienen cultivado el entendimiento.
Orígenes
Todo lo que dice la historia respecto de Jesucristo, está contradicho. No por los que creen en El, pues nosotros ciertamente sabemos que son verdaderas todas las cosas que están escritas; pero para los incrédulos todo lo que se ha escrito, respecto del Salvador, es señal de contradicción.
San Gregorio Niceno
Todas estas cosas que se dicen del Salvador, afectan igualmente a su Madre, porque toma también para sí todos sus trabajos y todas sus glorias, y no solamente le anuncia las prosperidades, sino que también los dolores. Porque prosigue: "lo que será para ti misma una espada que traspasará tu alma".
Beda
En ninguna historia se lee que la Santísima Virgen María muriera herida por alguna espada, especialmente cuando, no el alma, sino el cuerpo es quien puede ser atravesado por el hierro. Por tanto, debemos entender que la espada que traspasó su alma fue aquélla de que se dice: "Y la espada en los labios de ellos atravesó su alma" ( Sal 58, 8), esto es, refiriéndose al dolor de la Virgen por la pasión del Señor. La cual, aun cuando aparecía que Jesucristo moría por voluntad propia (como Hijo de Dios) y aun cuando no dudase que habría de vencer a la misma muerte, sin embargo, no pudo ver crucificar al Hijo de sus entrañas sin un sentimiento de dolor.
San Ambrosio
Tal vez manifestó en esto que la prudencia de María no era desconocedora de este divino misterio, puesto que la palabra de Dios es viva y eficaz y más penetrante que cualquier espada de dos filos (Hb 4, 12).
San Agustín, de quaest. novi et veteris Testamenti, cap. 73
Acaso significó en esto que también María (por quien se había realizado el misterio de la encarnación), dudó con cierto estupor en la muerte de Jesús, viendo al Hijo de Dios tan humillado y que descendía hasta la muerte. Y así como la espada cuando toca a un hombre le hace temer, aun cuando no lo hiera, así la duda produjo en ella tristeza, sin matarla, porque no tomó asiento en su alma, sino que la atravesó como una sombra.
San Gregorio Niceno
Pero no declara que ella sola habría de sufrir en la pasión, cuando añade "Para que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones", con lo que expresa el hecho, pero no la causa, porque después de estos sucesos se siguió para muchos el descubrimiento de sus pensamientos. Unos confesaban a Dios en la cruz, otros no dejaban de insultarlo e injuriarlo. O tal vez se dice esto en el sentido de que durante la pasión se manifestó la meditación en el corazón de muchos, que se enmendaron por la resurrección, reemplazando después la duda con la certidumbre. Acaso por revelación debemos entender iluminación, conforme al sentido habitual de la Escritura.
Beda
Mas hasta la consumación de los siglos, la espada de la más dura tribulación no cesará de traspasar el alma de la Iglesia, al ver que, aunque resucitan muchos con Cristo, una vez oída la palabra de Dios, son muchos también los que niegan y persiguen la fe. También cuando se ve que revelados los pensamientos de muchos corazones en que se ha sembrado la buena semilla del Evangelio, la cizaña de los vicios prevalece, o es la única que germina en ellos.
Orígenes
Había en los hombres pensamientos malos, que fueron revelados para que los destruyera el que murió por nosotros. Puesto que es imposible destruirlos durante el tiempo que permanecen ocultos, por lo que, si nosotros pecamos, debemos decir: "no he ocultado mi maldad" ( Sal 31, 5). Si manifestamos nuestros pecados, no solamente a Dios, sino a aquellos que pueden curar las heridas de nuestras almas, se borrarán nuestros pecados.