2º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación
Lectura del libro de Isaías (Is 49, 3.5-6)
Me dijo el Señor:
«Tu eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza: «Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 39, 2 y 4ab.7-8a.8b-9.10)
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Entonces yo digo: «Aquí estoy
«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas».

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.

Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Segunda Lectura

A vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo
Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 1-3)
Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: a vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros; a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios.
Verbum caro factum est, et habitávit in nobis. Quotquot recepérunt eum, dedit eis potestátem fílios Dei fíeri.
Aleluya.

Evangelio

Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 1, 29-34)
En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
«Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
Este es aquel de quien yo dije:
“Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel».
Y Juan dio testimonio diciendo:
«He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
“Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

3º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

En Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande
Lectura del libro de Isaías (Is 9, 1-3)
En otro tiempo, humilló el Señor la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, pero luego ha llenado de gloria el camino del mar, el otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló. Acreciste la alegría, aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, el yugo de su carga, el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 26, 1.4.13-14)
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
Dominus illuminatio mea et salus mea.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

El Señor es mi luz y mi salvación.
Dominus illuminatio mea et salus mea.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

El Señor es mi luz y mi salvación.
Dominus illuminatio mea et salus mea.

Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.

El Señor es mi luz y mi salvación.
Dominus illuminatio mea et salus mea.

Segunda Lectura

Decid todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 10-13.17)
Os ruego, hermanos, en nombre de nuestro Señor Jesucristo, que digáis todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros. Estad bien unidos con un mismo pensar y un mismo sentir.
Pues, hermanos, me he enterado por los de Cloe de que hay discordias entre vosotros. Y os digo esto porque cada cual anda diciendo:
«Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo, yo soy de Cefas, yo soy de Cristo».
¿Está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿Fuisteis bautizados en nombre de Pablo?
Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Jesús proclamaba el evangelio del reino, y curaba toda dolencia del pueblo.
Prædicabat Iesus Evangelium regni, et sanabat omnem infirmitatem in populo.
Aleluya.

Evangelio

Se estableció en Cafarnaún, para que se cumpliera lo dicho por Isaías
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 4, 12-23)
Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea.
Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías: «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.
El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

4º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre
Lectura del Profeta Sofonías (So 2, 3; So 3, 12-13)
Buscad al Señor los humildes de la tierra, los que practican su derecho, buscad la justicia, buscad la humildad, quizá podáis resguardaros el día de la ira del Señor. Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor. El resto de Israel no hará más el mal, no mentirá ni habrá engaño en su boca. Pastarán y descansarán, y no habrá quien los inquiete.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 145, 7.8-9a.9bc-10)
R/. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Beáti páuperes spíritu, quóniam ipsórum est regnum cælórum.

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Beáti páuperes spíritu, quóniam ipsórum est regnum cælórum.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Beáti páuperes spíritu, quóniam ipsórum est regnum cælórum.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Beáti páuperes spíritu, quóniam ipsórum est regnum cælórum.

Segunda Lectura

Dios ha escogido lo débil del mundo
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (1Co 1, 26-31)
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así –como está escrito–: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
Gaudéte et exsultáte, quóniam merces vestra copiósa est in caelis.
Aleluya.

Evangelio

Bienaventurados los pobres en el espíritu
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 1-12a)
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

5º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Surgirá tu luz como la aurora
Lectura del libro de Isaías (Is 58, 7-10)
Esto dice el Señor:
«Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, cubre a quien ves desnudo y no te desentiendas de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”.
Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 111, 4-5.6-7.8a y 9)
R/. El justo brilla en las tinieblas como una luz.
Exórtum est in ténebris lumen rectis.

En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.

El justo brilla en las tinieblas como una luz.
Exórtum est in ténebris lumen rectis.

Porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias,
su corazón está firme en el Señor.

El justo brilla en las tinieblas como una luz.
Exórtum est in ténebris lumen rectis.

Su corazón está seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

El justo brilla en las tinieblas como una luz.
Exórtum est in ténebris lumen rectis.

Segunda Lectura

Os anuncié el misterio de Cristo crucificado
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 2, 1-5)
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Ego sum lux mundi, dicit Dóminus; qui séquitur me habébit lumen vitæ.
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 13-16)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

6º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

A nadie obligó a ser impío
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 15, 15-21)
Si quieres, guardarás los mandamientos y permanecerás fiel a su voluntad. Él te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que quieras. Ante los hombres está la vida y la muerte, y a cada uno se le dará lo que prefiera. Porque grande es la sabiduría del Señor, fuerte es su poder y lo ve todo. Sus ojos miran a los que le temen, y conoce todas las obras del hombre. A nadie obligó a ser impío, y a nadie dio permiso para pecar.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 118, 1-2.4-5.17-18.33-34)
R/. Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Beáti qui ámbulant in lege Dómini.

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón.

Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Beáti qui ámbulant in lege Dómini.

Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos.

Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Beáti qui ámbulant in lege Dómini.

Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras;
ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu ley.

Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Beáti qui ámbulant in lege Dómini.

Muéstrame, Señor, el camino de tus decretos,
y lo seguiré puntualmente;
enséñame a cumplir tu ley
y a guardarla de todo corazón.

Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Beáti qui ámbulant in lege Dómini.

Segunda Lectura

Dios predestinó la sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria
Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios (2Co 2, 6-10)
Hermanos: Hablamos de sabiduría entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria. Si no que, como está escrito:
«Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedíctus es, Pater, Dómine cæli et terræ, quia mystéria regni párvulis revelásti.
Aleluya.

Evangelio

Así se dijo a los antiguos; pero yo os digo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 17-37)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado.Y si uno llama a su hermano “imbécil”, tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama “necio”, merece la condena de la “gehenna” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.

Habéis oído que se dijo: “No cometerás adulterio”. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en la “gehenna”. Si tu mano derecha te induce a pecar, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero a la “gehenna”. Se dijo: “El que repudie a su mujer, que le dé acta de repudio”. Pero yo os digo que si uno repudia a su mujer —no hablo de unión ilegítima— la induce a cometer adulterio, y el que se casa con la repudiada comete adulterio.
También habéis oído que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso” y “Cumplirás tus juramentos al Señor”. Pero yo os digo que no juréis en absoluto: ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo cabello. Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del Maligno».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

7º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del libro del Levítico (Lv 9, 1-2. 17-18)
El Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel: “Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 102, 1-2.3-4.8 y 10.12-13)
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Segunda Lectura

Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 3, 16-23)
Hermanos:
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros.
Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito:
«Él caza a los sabios en su astucia».
Y también:
«El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce que son vanos».
Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro.
Todo es vuestro, vosotros de Cristo Y Cristo de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Quien guarda la Palabra de Cristo, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.
Qui servat verbum Christi, vere in hoc cáritas Dei perfécta est.
Aleluya.

Evangelio

Amad a vuestros enemigos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 38-48)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”.
Pero yo os digo:
No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo:
“Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo:
Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Prefacio

El plan divino de la salvación
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. El cual, compadecido del extravío de los hombres, quiso nacer de la Virgen; sufriendo la cruz, nos libró de eterna muerte y, resucitando, nos dio vida eterna. Por eso, con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

8º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Yo no te olvidaré
Lectura del libro de Isaías (Is 49, 14-15)
Sión decía:
«Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 61, 2-3.6-7.8-9ab)
R/. Descansa sólo en Dios, alma mía.
In Deo tantum quiesce, ánima mea.

Solo en Dios descansa mi alma,
porque de él viene mi salvación;
solo él es mi roca y mi salvación,
mi alcázar: no vacilaré.

Descansa sólo en Dios, alma mía.
In Deo tantum quiesce, ánima mea.

Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza;
sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré.
Descansa solo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza;
solo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré.

Descansa sólo en Dios, alma mía.
In Deo tantum quiesce, ánima mea.

De Dios viene mi salvación y mi gloria,
él es mi roca firme, Dios es mi refugio.
Pueblo suyo, confiad en él,
desahogad ante él vuestro corazón.

Descansa sólo en Dios, alma mía.
In Deo tantum quiesce, ánima mea.

Segunda Lectura

El Señor pondrá al descubierto los designios del corazón
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 4, 1-5)
Hermanos:
Que la gente solo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, lo que se busca en los administradores es que sean fieles. Para mí lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.
Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor.
Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
La palabra de Dios es viva y eficaz; juzga los deseos e intenciones del corazón.
Vivus est sermo Dei et efficax, et discretor cogitationum et intentionum cordis.
Aleluya.

Evangelio

No os agobiéis por el mañana
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 6, 24-34)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos.
Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir.
Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Prefacio

El hombre salvado por un hombre
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque reconocemos como obra de tu poder amirable no sólo haber socorrido nuestra débil naturaleza con la fuerza de tu divinidad, sino haber previsto el remedio en la misma debilidad humana, y de lo que era nuestra ruina haber hecho nuestra salvación, por Cristo, Señor nuestro. Por Él los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:

9º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Mira: yo os propongo bendición y maldición
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 11, 18.26-28.32)
Moisés habló al pueblo diciendo:
«Meted estas palabras mías en vuestro corazón y en vuestra alma, atadlas a la muñeca como un signo y ponedlas de señal en vuestra frente.
Mira: yo os propongo hoy bendición y maldición: la bendición, si escucháis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor, vuestro Dios, y os apartáis del camino que yo os mando hoy, yendo en pos de otros dioses que no conocéis.
Procurad cumplir todos los mandatos y decretos que yo os propongo hoy».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 30, 2-3a.3bc-4.17 y 25)
R/. Señor, sé la roca de mi refugio.
Esto mihi, Dómine, in rupem praesidi.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;
ven aprisa a librarme.

Señor, sé la roca de mi refugio.
Esto mihi, Dómine, in rupem praesidi.

Sé la roca de mí refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.

Señor, sé la roca de mi refugio.
Esto mihi, Dómine, in rupem praesidi.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón
los que esperáis en el Señor.

Señor, sé la roca de mi refugio.
Esto mihi, Dómine, in rupem praesidi.

Segunda Lectura

El hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 3, 21-25.28)
Hermanos:
Ahora, sin la ley se ha manifestado la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas; justicia de Dios por la fe en Jesucristo para todos los que creen.
Pues no hay distinción, ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús.
Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre. Pues sostenemos que el hombre es justificado por la fe, sin obras de la Ley.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos –dice el Señor–; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Ego sum vitis, vos pálmites, dicit Dóminus; qui manet in me, et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 7, 21-27)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?”. Entonces yo les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad”.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Prefacio

El misterio pascual ha hecho de nosotros el pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, nuestro Señor. Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso, con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

10º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Quiero misericordia y no sacrificio
Lectura de la profecía de Oseas (Os 6, 3 b-6)
«Procuremos conocer al Señor.
Su manifestación es segura como la aurora.
Vendrá como la lluvia, como la lluvia de primavera que empapa la tierra».
¿Qué haré de ti, Efraín, qué haré de ti, Judá? Vuestro amor es como nube mañanera, como el rocío que al alba desaparece.
Sobre una roca tallé mis mandamientos; los castigué por medio de los profetas con las palabras de mi boca.
Mi juicio se manifestará como la luz.
Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 49, 1 y 8.12-13.14-15)
R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Qui inmaculátus est in via, osténdam illi salutáre Dei.

El Dios de los dioses, el Señor, habla:
convoca la tierra de oriente a occidente.
«No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí».

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Qui inmaculátus est in via, osténdam illi salutáre Dei.

«Si tuviera hambre, no te lo diría;
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?»

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Qui inmaculátus est in via, osténdam illi salutáre Dei.

«Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza,
cumple tus votos al Altísimo
e invócame el día del peligro:
yo te libraré, y tú me darás gloria».

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Qui inmaculátus est in via, osténdam illi salutáre Dei.

Segunda Lectura

Se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 4, 18-25)
Hermanos:
Abrahán, apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se le había dicho:
«Así será tu descendencia».
Y, aunque se daba cuenta de que su cuerpo estaba ya medio muerto –tenía unos cien años– y de que el seno de Sara era estéril, no vaciló en su fe. Todo lo contrario, ante la promesa divina no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios, pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete; por lo cual le fue contado como justicia. Pero que «le fue contado» no está escrito solo por él; también está escrito por nosotros, a quienes se nos contará: nosotros, los que creemos en el que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizare paupéribus misit me Dóminus, praedicare captívis remissiónem.
Aleluya.

Evangelio

No he venido a llamar a justos sino a pecadores
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 9, 9-13)
En aquel tiempo, Jesús al pasar vio a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

11º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Seréis para mi un reino de sacerdotes y una nación santa
Lectura del libro del Éxodo (Ex 19, 2-6a)
En aquellos días, llegaron los hijos de Israel al desierto del Sinaí y acamparon allí, frente a la montaña.
Moisés subió hacia Dios.
El Señor lo llamó desde la montaña diciendo:
«Así dirás a la casa de Jacob y esto anunciarás a los hijos de Israel: “Vosotros habéis visto lo que he hecho con los egipcios y cómo os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, pues, si de veras me obedecéis y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa”».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 99, 2.3.5)
R/. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Nos pópulus eius et oves páscuæ eius.

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores.

Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Nos pópulus eius et oves páscuæ eius.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño.

Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Nos pópulus eius et oves páscuæ eius.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.

Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.
Nos pópulus eius et oves páscuæ eius.

Segunda Lectura

Si fuimos reconciliados por la muerte del Hijo, ¡con cuánta más razón seremos salvados por su vida!
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 5, 6-11)
Hermanos:
Cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.
¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvados del castigo!.
Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvados por su vida!. Y no solo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Está cerca el reino de Dios; convertíos y creed en el Evangelio
Appropinquávit regnum Dei; pænitémini et crédite Evangélio.
Aleluya.

Evangelio

Llamó a sus doce discípulos y los envió
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 9, 36-38; 10, 1-8)
En aquel tiempo, al ver Jesús a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

12º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Libera la vida del pobre de las manos de gente perversa
Lectura del libro de Jeremías (Jr 20, 10-13)
Dijo Jeremías:
«Oía la acusación de la gente: “Pavor-en-torno, delatadlo, vamos a delatarlo”.
Mis amigos acechaban mi traspié: “A ver si, engañado, lo sometemos y podemos vengarnos de él”.
Pero el Señor es mi fuerte defensor: me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso, con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado y sondeas las entrañas y el corazón, ¡que yo vea tu venganza sobre ellos, pues te he encomendado mi causa!.
Cantad al Señor, alabad al Señor, que libera la vida del pobre de las manos de gente perversa».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 68, 8.10.14 y 17.33-35)
R/. Señor, que me escuche tu gran bondad.
In multitúdine misericórdiæ tuæ, exaúdi me, Domine.

Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre.
Porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí.

Señor, que me escuche tu gran bondad.
In multitúdine misericórdiæ tuæ, exaúdi me, Domine.

Pero mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.

Señor, que me escuche tu gran bondad.
In multitúdine misericórdiæ tuæ, exaúdi me, Domine.

Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.
Alábenlo el cielo y la tierra,
las aguas y cuanto bulle en ellas.

Señor, que me escuche tu gran bondad.
In multitúdine misericórdiæ tuæ, exaúdi me, Domine.

Segunda Lectura

No hay proporción entre el delito y el don
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 5, 12-15)
Hermanos:
Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron.
Pues, hasta que llegó la ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputaba porque no había ley.
Pese a todo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una trasgresión como la de Adán, que era figura del que tenía que venir.
Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por el delito de uno solo murieron todos, con mayor razón la gracia de Dios y el don otorgado en virtud de un hombre, Jesucristo, se han desbordado sobre todos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Espíritu de la verdad dará testimonio de mí –dice el Señor–; y vosotros daréis testimonio.
Spíritus veritátis testimónium perhibébit de me, dicit Dominus; et vos testimónium perhibébitis.
Aleluya.

Evangelio

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 26-33)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea.
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la “gehenna”.
¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Es un hombre santo de Dios; se retirará aquí
Lectura del segundo libro de los Reyes (2R 4, 8-11.14-16a)
Pasó Eliseo un día por Sunén.
Vivía allí una mujer principal que le insistió en que se quedase a comer; y, desde entonces, se detenía allí a comer cada vez que pasaba.
Ella dijo a su marido:
«Estoy segura de que es un hombre santo de Dios el que viene siempre a vernos. Construyamos en la terraza una pequeña habitación y pongámosle arriba una cama, una mesa, una silla y una lámpara, para que cuando venga pueda retirarse».
Llegó el día en que Eliseo se acercó por allí y se retiró a la habitación de arriba, donde se acostó.
Entonces se preguntó Eliseo:
«¿Qué podemos hacer por ella?».
Respondió Guejazí, su criado:
«Por desgracia no tiene hijos y su marido es ya anciano».
Eliseo ordenó que la llamase. La llamó y ella se detuvo a la entrada.
Eliseo le dijo:
«El año próximo, por esta época, tú estarás abrazando un hijo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 88, 2-3.16-17.18-19)
R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Misericordias Domini in æternum cantabo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Misericordias Domini in æternum cantabo.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh, Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Misericordias Domini in æternum cantabo.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Misericordias Domini in æternum cantabo.

Segunda Lectura

Sepultados con él por el bautismo, andemos en una vida nueva
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 6, 3-4.8-11)
Hermanos:
Cuantos fuimos bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados en su muerte.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva.
Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.
Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Vosotros sois un linaje elegido, un sacerdocio real, una nación santa; anunciad las proezas del que os llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.
Vos genus electum, regale sacerdotium, gens sancta; virtutes anuntiate eius quæ de tenebris vos vocavit in admirabile lumen suum.
Aleluya.

Evangelio

El que no carga con la cruz no es digno de mí. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 37-42)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo.
El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

14º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Mira a tu rey que viene a ti pobre
Lectura de la profecía de Zacarías (Za 9, 9-10)
Esto dice el Señor:
«¡Salta de gozo, Sión; alégrate, Jerusalén! Mira que viene tu rey, justo y triunfador, pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna. Suprimirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; romperá el arco guerrero y proclamará la paz a los pueblos. Su dominio irá de mar a mar, desde el Río hasta los extremos del país».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 144, 1-2.8-9.10-11.13cd-14)
R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedicam nomini tuo in sæculum, Deus meus rex.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedicam nomini tuo in sæculum, Deus meus rex.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedicam nomini tuo in sæculum, Deus meus rex.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedicam nomini tuo in sæculum, Deus meus rex.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedicam nomini tuo in sæculum, Deus meus rex.

Segunda Lectura

Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 9.11-13)
Hermanos:
Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros; en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
Así pues, hermanos, somos deudores, pero no de la carne para vivir según la carne. Pues si vivís según la carne, moriréis; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es, Pater, Domine cæli et terræ, quia mysteria regni parvulis revelasti.
Aleluya.

Evangelio

Soy manso y humilde de corazón
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 13, 1-23)
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.
Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

15º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

La lluvia hace germinar la tierra
Lectura del libro de Isaías (Is 55, 10-11)
Esto dice el Señor:
«Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 64, 10.11.12-13.14)
R/. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Semen cécidit in terram bonam, et fecit fructum.

Tú cuidas la tierra, la riegas
y la enriqueces sin medida;
la acequia de Dios va llena de agua,
preparas los trigales.

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Semen cécidit in terram bonam, et fecit fructum.

Así preparas la tierra.
Riegas los surcos,
igualas los terrones,
tu llovizna los deja mullidos,
bendices sus brotes.

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Semen cécidit in terram bonam, et fecit fructum.

Coronas el año con tus bienes,
tus carriles rezuman abundancia;
rezuman los pastos del páramo,
y las colinas se orlan de alegría.

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Semen cécidit in terram bonam, et fecit fructum.

Las praderas se cubren de rebaños,
y los valles se visten de mieses,
que aclaman y cantan.

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Semen cécidit in terram bonam, et fecit fructum.

Segunda Lectura

La creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 18-23)
Hermanos:
Considero que los sufrimientos de ahora no se pueden comparar con la gloria que un día se nos manifestará. Porque la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios; en efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por aquel que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy toda la creación está gimiendo y sufre dolores de parto. Y no solo eso, sino que también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo; todo el que lo encuentra vive para siempre.
Semen est verbum Dei, sator autem Christus; omnis qui ínvenit eum, manébit in ætérnum.
Aleluya.

Evangelio

Salió el sembrador a sembrar
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 1, 1-23)
Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al mar. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó y toda la gente se quedó de pie en la orilla.
Les habló muchas cosas en parábolas:
«Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, una parte cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y como la tierra no era profunda brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otra cayó entre abrojos, que crecieron y la ahogaron. Otra cayó en tierra buena y dio fruto: una, ciento; otra, sesenta; otra, treinta.
El que tenga oídos, que oiga».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

16º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Concedes el arrepentimiento a los pecadores
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 12, 13.16-19)
Fuera de ti no hay otro Dios que cuide de todo, a quien tengas que demostrar que no juzgas injustamente.
Porque tú fuerza es el principio de la justicia y tu señorío sobre todo te hace ser indulgente con todos.
Despliegas tu fuerza ante el que no cree en tu poder perfecto y confundes la osadía de los que lo conocen.
Pero tú, dueño del poder, juzgas con moderación y nos gobiernas con mucha indulgencia, porque haces uso de tu poder cuando quieres.
Actuando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano y diste a tus hijos una buena esperanza, pues concedes el arrepentimiento a los pecadores.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 85, 5-6.9-10.15-16a)
R/. Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Tu, Dómine, suávis et mitis es.

Tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Tu, Dómine, suávis et mitis es.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios».

Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Tu, Dómine, suávis et mitis es.

Pero tú, Señor,
Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Tu, Dómine, suávis et mitis es.

Segunda Lectura

El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 26-27)
Hermanos:
El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables.
Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es, Pater, Dómine cæli et terræ, quia mystéria regni párvulis revelásti.
Aleluya.

Evangelio

Dejadlos crecer juntos hasta la siega
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 13, 24-43)
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña.
Entonces fueron los criados a decirle al amo:
“Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”.
Él les dijo:
“Un enemigo lo ha hecho”.
Los criados le preguntan:
«¿Quieres que vayamos a arrancarla?”.
Pero él les respondió:
“No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

17º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Pediste para ti inteligencia
Lectura del primer libro de los Reyes (1R 3, 5.7-12)
En aquellos días, el Señor se apareció de noche en sueños a Salomón y le dijo:
«Pídeme lo que deseas que te dé».
Salomón respondió:
«Señor mi Dios: Tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David mi padre, pero yo soy un muchacho joven y no sé por dónde empezar o terminar. Tu siervo está en medio de tu pueblo, el que tú te elegiste, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede, pues, a tu siervo, un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal.
Pues, cierto, ¿quién podrá hacer justicia a este pueblo tuyo tan inmenso?».
Agradó al Señor esta súplica de Salomón.
Entonces le dijo Dios:
«Por haberme pedido esto y no una vida larga o riquezas para ti, por no haberme pedido la vida de tus enemigos sino inteligencia para atender a la justicia, yo obraré según tu palabra: te concedo, pues, un corazón sabio e inteligente, como no ha habido antes de ti ni surgirá otro igual después de ti».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 118, 57 y 72.76-77.127-128.129-130)
R/. ¡Cuánto amo tu ley, Señor!
Quómodo diléxi legem tuam, Dómine!

Mi porción es el Señor;
he resuelto guardar tus palabras.
Más estimo yo la ley de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.

¡Cuánto amo tu ley, Señor!
Quómodo diléxi legem tuam, Dómine!

Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo;
cuando me alcance tu compasión,
viviré, y tu ley será mi delicia.

¡Cuánto amo tu ley, Señor!
Quómodo diléxi legem tuam, Dómine!

Yo amo tus mandatos
más que el oro purísimo;
por eso aprecio tus decretos
y detesto el camino de la mentira.

¡Cuánto amo tu ley, Señor!
Quómodo diléxi legem tuam, Dómine!

Tus preceptos son admirables,
por eso los guarda mi alma;
la explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes.

¡Cuánto amo tu ley, Señor!
Quómodo diléxi legem tuam, Dómine!

Segunda Lectura

Nos predestinó a reproducir la imagen de su Hijo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 28-30)
Hermanos:
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es, Pater, Dómine cæli et terræ, quia mystéria regni párvulis revelásti.
Aleluya.

Evangelio

Vende todo lo que tiene y compra el campo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 13, 44-52)
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

18º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Venid y comed
Lectura del profeta Isaías (Is 55, 1-3)
Esto dice el Señor:
«Oíd, sedientos todos, acudid por agua; venid, también los que no tenéis dinero: comprad trigo y comed, venid y comprad, sin dinero y de balde, vino y leche. ¿Por qué gastar dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad vuestro oído, venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza perpetua, las misericordias firmes hechas a David».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 144, 9-9.15-16.17-18)
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Aperis tu manum tuam, Dómine, et sátias nos.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.

Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Aperis tu manum tuam, Dómine, et sátias nos.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.

Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Aperis tu manum tuam, Dómine, et sátias nos.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Aperis tu manum tuam, Dómine, et sátias nos.

Segunda Lectura

Ninguna criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 35.37-39)
Hermanos:
¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?
Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado.
Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Non in solo pane vivit homo, sed in omni verbo quod procédit de ore Dei.
Aleluya.

Evangelio

Comieron todos y se saciaron
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 14, 13-21)
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan Bautista se marchó de allí en barca, a solas, a un lugar desierto. Cuando la gente lo supo, lo siguió por tierra desde los poblados.
Al desembarcar vio Jesús una multitud, se compadeció de ella y curó a los enfermos.
Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
«Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren comida».
Jesús les replicó:
«No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer».
Ellos le replicaron:
«Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces».
Les dijo:
«Traédmelos».
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente.
Comieron todos y se saciaron y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

19º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Permanece de pie en el monte ante el Señor
Lectura del primer libro de los Reyes (1R 19, 9.11-13b)
En aquellos días, cuando Elías llegó hasta el Horeb, el monte de Dios, se introdujo en la cueva y pasó la noche.
Le llegó la palabra del Señor, que le dijo:
«Sal y permanece de pie en el monte ante el Señor».
Entonces pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba las rocas ante el Señor, aunque en el huracán no estaba el Señor.
Después del huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor.
Después del terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor.
Después del fuego, el susurro de una brisa suave.
Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 84, 9ab-10.11-12.13-14)
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra.

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino.

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam, et salutáre tuum da nobis.

Segunda Lectura

Desearía ser un proscrito por el bien de mis hermanos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 9, 1-5)
Hermanos:
Digo la verdad en Cristo, no miento –mi conciencia me atestigua que es así, en el Espíritu Santo–: siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón; pues desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne: ellos son israelitas y a ellos pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Espero en el Señor, espero en su palabra.
Spero in Dóminum, spero in verbum eius.
Aleluya.

Evangelio

Mándame ir a ti sobre el agua
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 14, 22-33)
Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar.
Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:
«¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

20º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

A los extranjeros los traeré a mi monte santo
Lectura del libro de Isaías (Is 56, 1. 6-7)
Esto dice el Señor:
«Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación está por llegar, y mi justicia se va a manifestar. A los extranjeros que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que observan el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza, los traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración; sus holocaustos y sacrificios serán aceptables sobre mi altar; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 66, 2-3.5.6 y 8)
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Confiteántur tibi pópuli, Deus, confiteántur tibi pópuli omnes.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Confiteántur tibi pópuli, Deus, confiteántur tibi pópuli omnes.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Confiteántur tibi pópuli, Deus, confiteántur tibi pópuli omnes.

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Confiteántur tibi pópuli, Deus, confiteántur tibi pópuli omnes.

Segunda Lectura

Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 11, 13-15. 29-32)
Hermanos:
A vosotros, gentiles, os digo: siendo como soy apóstol de los gentiles, haré honor a mi ministerio, por ver si doy celos a los de mi raza y salvo a algunos de ellos. Pues si su rechazo es reconciliación del mundo, ¿qué no será su reintegración sino volver desde la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
En efecto, así como vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios, pero ahora habéis obtenido misericordia por la desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido ahora con ocasión de la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que también ellos alcancen ahora misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Jesús proclamaba el evangelio del reino, y curaba toda dolencia en el pueblo.
Prædicábat Iesus Evangélium regni, et sanábat omnem infirmitátem in pópulo.
Aleluya.

Evangelio

Mujer, qué grande es tu fe
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 15, 21-28)
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
«Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».
Él no le respondió nada.
Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
«Atiéndela, que viene detrás gritando».
Él les contestó:
«Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».
Ella se acercó y se postró ante él diciendo:
«Señor, ayúdame».
Él le contestó:
«No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».
Pero ella repuso:
«Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».
Jesús le respondió:
«Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

21º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Pongo sobre sus hombros la llave del palacio de David
Lectura del libro de Isaías (Is 22, 19-23)
Esto dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio:
«Te echaré de tu puesto, te destituirán de tu cargo. Aquel día llamaré a mi siervo, a Eliaquín, hijo de Esquías, le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén y para el pueblo de Judá. Pongo sobre sus hombros la llave del palacio de David: abrirá y nadie cerrará; cerrará y nadie abrirá. Lo clavaré como una estaca en un lugar seguro, será un trono de gloria para la estirpe de su padre».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 137, 1-2a.2bc-3.6 y 8bc)
R/. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Dómine, misericordia tua in sæculum: ópera manuum tuarum ne remittas.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario.

Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Dómine, misericordia tua in sæculum: ópera manuum tuarum ne remittas.

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Dómine, misericordia tua in sæculum: ópera manuum tuarum ne remittas.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Dómine, misericordia tua in sæculum: ópera manuum tuarum ne remittas.

Segunda Lectura

De él, por él y para él existe todo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 11, 33-36)
¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!.
En efecto, ¿quién conoció la mente del Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le ha dado primero para tener derecho a la recompensa?
Porque de él, por él y para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo ecclesiam meam, et portæ inferi non prævalebunt adversus eam.
Aleluya.

Evangelio

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 13-20)
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

22º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

La palabra del Señor me ha servido de oprobio
Lectura del libro de Jeremías (Jr 20, 7-9)
Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; has sido más fuerte que yo y me has podido. He sido a diario el hazmerreír, todo el mundo se burlaba de mí. Cuando hablo, tengo que gritar, proclamar violencia y destrucción. La palabra del Señor me ha servido de oprobio y desprecio a diario.
Pensé en olvidarme del asunto y dije:
«No lo recordaré; no volveré a hablar en su nombre»; pero había en mis entrañas como fuego, algo ardiente encerrado en mis huesos. Yo intentaba sofocarlo, y no podía.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 62, 2.3-4.5-6.8-9)
R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Oh, Dios, tú eres mi Dios,
por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Segunda Lectura

Presentad vuestros cuerpos como sacrificio vivo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 12, 1-2)
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios; este es vuestro culto espiritual.Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.
Pater Dómini nostri Iesu Christi illúminet óculos cordis nostri, ut sciámus quæ sit spes vocationis nostræ.
Aleluya.

Evangelio

Si alguno quiere venir en pos de mí que se niegue a sí mismo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 21-27)
En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
«Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte».
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

23º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Si no hablas al malvado, te pediré cuenta de su sangre
Lectura de la profecía de Ezequiel (Ez 33, 7-9)
Esto dice el Señor:
«A ti, hijo de hombre, te he puesto de centinela en la casa de Israel; cuando escuches una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte.
Si yo digo al malvado:
“Malvado eres reo de muerte”, pero tú no hablas para advertir al malvado que cambie de conducta, él es un malvado y morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre.
Pero si tú adviertes al malvado que cambie de conducta, y no lo hace, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado la vida».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 94, 1-2.6-7.8-9)
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Utinam hódie vocem Dómini auditáis: "Nolíte obduráre corda vestra"

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Utiman hódie vocem Dómini auditáis: "Nolíte obduráre corda vestra"

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Utiman hódie vocem Dómini auditáis: "Nolíte obduráre corda vestra"

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras».

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Utiman hódie vocem Dómini auditáis: "Nolíte obduráre corda vestra"

Segunda Lectura

La plenitud de la ley es el amor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 13, 8-10)
Hermanos:
A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; porque el que ama ha cumplido el resto de la ley.
De hecho, el «no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás», y cualquiera de los otros mandamientos, se resume en esto: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». El amor no hace mal a su prójimo; por eso la plenitud de la ley es el amor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Deus erat in Christo mundum reconcílians sibi, et pósuit in nobis verbum reconciliatiónis.
Aleluya.

Evangelio

Si te hace caso, has salvado a tu hermano
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 18, 15-20)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

24º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Perdona la ofensa a tu prójimo y, cuando reces, tus pecados te serán perdonados
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 27, 30; 28, 1-7)
El vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de sus pecados.
Perdona la ofensa a tu prójimo y, cuando reces, tus pecados te serán perdonados.
Si un ser humano alimenta la ira contra otro, ¿cómo puede esperar la curación del Señor?
Si no se compadece de su semejante, ¿cómo pide perdón por sus propios pecados?
Si él, simple mortal, guarda rencor, ¿quién perdonará sus pecados?
Piensa en tu final y deja de odiar, acuérdate de la corrupción y de la muerte y sé fiel a los mandamientos.
Acuérdate de los mandamientos y no guardes rencor a tu prójimo; acuérdate de la alianza del Altísimo y pasa por alto la ofensa.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 102, 1-2.3-4.9-10.11-12)
R/. El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Miserátor et miséricors Dóminus, longánimis et multæ misericórdiæ.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Miserátor et miséricors Dóminus, longánimis et multæ misericórdiæ.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Miserátor et miséricors Dóminus, longánimis et multæ misericórdiæ.

No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Miserátor et miséricors Dóminus, longánimis et multæ misericórdiæ.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Miserátor et miséricors Dóminus, longánimis et multæ misericórdiæ.

Segunda Lectura

Ya vivamos, ya muramos, somos del Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 14, 7-9)
Hermanos:
Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; así que, ya vivamos ya muramos, somos del Señor. Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–: que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus, ut diligátis ínvicem, sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

No te digo que perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 18, 21-35)
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó:
«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta:
«No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”.
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda.
Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo:
“Págame lo que me debes”.
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
“Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”.
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido.
Entonces el señor lo llamó y le dijo:
¡siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste ¿no debías tener tú también compasión de un compañero, como yo tuve compasión de ti?”.
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

25º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Mis planes no son vuestros planes
Lectura del libro de Isaías (Is 55, 6-9)
Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca.
Que el malvado abandone su camino, y el malhechor sus planes; que se convierta al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Porque mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos -oráculo del Señor-.
Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los vuestros, y mis planes de vuestros planes.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 144, 2-3.8-9.17-18)
R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Prope est Dóminus invocántibus eum.

Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza.

Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Prope est Dóminus invocántibus eum.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.

Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Prope est Dóminus invocántibus eum.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

Cerca está el Señor de los que lo invocan.
Prope est Dóminus invocántibus eum.

Segunda Lectura

Para mí la vida es Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 1, 20-24.27)
Hermanos:
Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo y el morir una ganancia. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger.
Me encuentro en esta alternativa: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros.
Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Abre, Señor, nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
Aperi, Dómine, cor nostrum, ut intendámus verbis Fílli tui.
Aleluya.

Evangelio

¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 20, 1-16)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido». Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo:
“Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”.
Le respondieron:
“Nadie nos ha contratado”.
Él les dijo:
“Id también vosotros a mi viña”.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz:
“Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno.
Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo:
“Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos:
“Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

26º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Cuando el malvado se convierte de la maldad, salva su propia vida
Lectura de la profecía de Ezequiel (Ez 18, 25-28)
Esto dice el Señor:
«Insistís: “No es justo el proceder del Señor”. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió.
Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida.
Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 24, 4bc-5.6-7.8-9)
R/. Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.

Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.

Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

Segunda Lectura

Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 2, 1-11)
Hermanos:
Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir.
No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor–, y yo las conozco, y ellas me siguen.
Oves meæ vocem áudiunt, dícit Dóminus; et ego cognósco eas, et sequúntur me.
Aleluya.

Evangelio

Se arrepintió y fue. Los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 21, 28-32)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo:
“Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”.
Él le contestó:
“No quiero”.
Pero después se arrepintió y fue.
Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó:
“Voy, señor”.
Pero no fue.
¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?».
Contestaron: «El primero».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

27º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

La viña del Señor del universo es la casa de Israel
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 5, 1-7)
Voy a cantar a mi amigo el canto de mi amado por su viña. Mi amigo tenía una viña en un fértil collado. La entrecavó, quitó las piedras y plantó buenas cepas; construyó en medio una torre y cavó un lagar. Esperaba que diese uvas, pero dio agrazones.
Ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más podía hacer yo por mi viña que no hubiera hecho? ¿Por qué, cuando yo esperaba que diera uvas, dio agrazones? Pues os hago saber lo que haré con mi viña: quitar su valla y que sirva de leña, derruir su tapia y que sea pisoteada.
La convertiré en un erial: no la podarán ni la escardarán, allí crecerán zarzas y cardos, prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella.
La viña del Señor del universo es la casa de Israel y los hombres de Judá su plantel preferido.
Esperaba de ellos derecho, y ahí tenéis: sangre derramada; esperaba justicia, y ahí tenéis: lamentos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 79, 9 y 12.13-14.15-16.19-20)
R/. La viña del Señor es la casa de Israel.
Vínea Dómini, domus Israel est.

Sacaste una vid de Egipto,
expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste.
Extendió sus sarmientos hasta el mar,
y sus brotes hasta el Gran Río.

La viña del Señor es la casa de Israel.
Vínea Dómini, domus Israel est.

¿Por qué has derribado su cerca
para que la saqueen los viandantes,
la pisoteen los jabalíes
y se la coman las alimañas?

La viña del Señor es la casa de Israel.
Vínea Dómini, domus Israel est.

Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó
y al hijo del hombre que tú has fortalecido.

La viña del Señor es la casa de Israel.
Vínea Dómini, domus Israel est.

No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre.
Señor, Dios del universo, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.

La viña del Señor es la casa de Israel.
Vínea Dómini, domus Israel est.

Segunda Lectura

Ponedlo por obra, y el Dios de la paz estará con vosotros
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 4, 6-9)
Hermanos:
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.
Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo os he elegido del mundo –dice el Señor– para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
Ego vos elégi de mundo ut eátis et fructum afferátis, et fructus vester máneat, dícit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

Arrendará la viña a otros labradores
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 21, 33-43)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cayó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo.
Por último, les mandó a su hijo diciéndose:
“Tendrán respeto a mi hijo”.
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron:
“Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia”. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?».
Le contestan:
«Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo».
Y Jesús les dice:
«No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente” Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

28º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Preparará el Señor un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros
Lectura del libro de Isaías (Is 25, 6-10)
Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados.
Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre todas las naciones. Aniquilará la muerte para siempre.
Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el oprobio de su pueblo -lo ha dicho el Señor-.
Aquel día se dirá:
«Aquí está nuestro Dios. Esperábamos en él y nos ha salvado. Este es el Señor en quien esperamos. Celebremos y gocemos con su salvación, porque reposará sobre este monte la mano del Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 22, 1-3a.3b-4.5.6)
R/. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in longitúdinem diérum.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in logitúdinem diérum.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in logitúdinem diérum.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in logitúdinem diérum.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
Inhabitábo in domo Dómini in logitúdinem diérum.

Segunda Lectura

Todo lo puedo en aquel que me conforta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 4, 12-14.19-20)
Hermanos:
Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy avezado en todo y para todo: a la hartura y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
En todo caso, hicisteis bien en compartir mis tribulaciones. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón, para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.
Pater Dómini nostri Iesu Christi illúminet óculos cordis nostri; ut sciámus quæ sit spes vocatiónis nostræ.
Aleluya.

Evangelio

A todos los que encontréis, llamadlos a la boda
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 22, 1-14)
En aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir.
Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”.
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

29º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Yo he tomado de la mano a Ciro, para doblegar ante él las naciones
Lectura del libro de Isaías (Is 45, 1.4-6)
Esto dice el Señor a su Ungido, a Ciro:
«Yo lo he tomado de la mano, para doblegar ante él las naciones y desarmar a los reyes, para abrir ante él las puertas, para que los portales no se cierren. Por mi siervo Jacob, por mi escogido Israel, te llamé por tu nombre, te di un título de honor, aunque no me conocías. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay dios. Te pongo el cinturón, aunque no me conoces, para que sepan de Oriente a Occidente que no hay otro fuera de mí.Yo soy el Señor y no hay otro».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 95, 1 y 3.4-5.7-8.9-10a y c)
R/. Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Afférte Dómino glóriam et poténtiam.

Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Afférte Dómino glóriam et poténtiam.

Porque es grande el Señor,
y muy digno de alabanza,
más temible que todos los dioses.
Pues los dioses de los gentiles no son nada,
mientras que el Señor ha hecho el cielo.

Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Afférte Dómino glóriam et poténtiam.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
entrad en sus atrios trayéndole ofrendas

Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Afférte Dómino glóriam et poténtiam.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él gobierna a los pueblos rectamente».

Aclamad la gloria y el poder del Señor.
Afférte Dómino glóriam et poténtiam.

Segunda Lectura

Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1Ts 1, 1-5)
Pablo, Silvano y Timoteo a la Iglesia de los Tesalonicenses, en Dios Padre y en el Señor Jesucristo.
A vosotros, gracia y paz.
En todo momento damos gracias a Dios por todos vosotros y os tenemos presentes en nuestras oraciones, pues sin cesar recordamos ante Dios, nuestro Padre, la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la firmeza de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor.
Bien sabemos, hermanos amados de Dios, que él os ha elegido, pues cuando os anuncié nuestro evangelio, no fue solo de palabra, sino también con la fuerza del Espíritu Santo y con plena convicción.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Brilláis como lumbreras del mundo, manteniendo firme la palabra de la vida.
Lucétis sicut luminária in mundo, verbum vitæ continéntes.
Aleluya.

Evangelio

Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 22, 15-21)
En aquel tiempo, se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta.
Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron:
«Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?».
Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús:
«Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto».
Le presentaron un denario.
Él les preguntó:
«De quién son esta imagen y esta inscripción?».
Le respondieron:
«Del César».
Entonces les replicó:
«Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

30º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Si explotáis a viudas y a huérfanos, se encenderá mi ira contra vosotros
Lectura del libro del Éxodo (Ex 22, 21-27)
Esto dice el Señor:
«No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos. Si los explotas y gritan a mí, yo escucharé su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 17, 2-3a.3bc-4.47 y 51ab)
R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Díligam te, Dómine, fortitudo mea.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Díligam te, Dómine, fortitudo mea.

Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Díligam te, Dómine, fortitudo mea.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu ungido.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Díligam te, Dómine, fortitudo mea.

Segunda Lectura

Os convertisteis, abandonando los ídolos, para servir a Dios y vivir aguardando la vuelta de su Hijo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1Ts 1, 5c-10)
Hermanos:
Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo.
Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
No solo ha resonado la palabra del Señor en Macedonia y en Acaya desde vuestra comunidad, sino que además vuestra fe en Dios se ha difundido por doquier, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
El que me ama guardará mi palabra –dice el Señor–, y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, dicit Dóminus; et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.
Aleluya.

Evangelio

Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 22, 34-40)
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es el principal y primero.
El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

31º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Os habéis separado del camino recto y habéis hecho que muchos tropiecen en la ley
Lectura del libro del profeta Malaquías (Ml 1, 14;Ml 2, 2b. 8-10)
Yo soy un gran rey, dice el Señor del universo, y todas las naciones temen mi nombre. Esto es lo que os mando, sacerdotes:
Si no escucháis y no ponéis todo vuestro corazón en glorificar mi nombre, dice el Señor del universo, os enviaré la maldición. Os habéis separado del camino recto y habéis hecho que muchos tropiecen en la ley, invalidando la alianza de Leví, dice el Señor del universo.
Pues yo también os voy a hacer despreciables y viles para todo el pueblo, ya que vuestra boca no ha guardado el camino recto y habéis sido parciales en la aplicación de la ley.
¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos creó el mismo Dios? ¿Por qué entonces nos traicionamos unos a otros profanando la alianza de nuestros padres?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 130, 1.2.3)

R/.
Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Segunda Lectura

Deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1Ts 2, 7b-9.13)
Hermanos:
Nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos. Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.
Recordad, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas; trabajando día y noche para no ser gravosos a nadie, proclamamos entre vosotros el Evangelio de Dios.
Por tanto, también nosotros damos gracias a Dios sin cesar, porque, al recibir la palabra de Dios que os predicamos, la acogisteis no como palabra humana, sino, cual es en verdad, como palabra de Dios que permanece operante en vosotros los creyentes.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Uno solo es vuestro Padre, el del cielo; y uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
Unus est Pater vester, caelestis; et Magíster vester unus est, Christus.
Aleluya.

Evangelio

Ellos dicen, pero no hacen
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 23, 1-12)
En aquel tiempo, habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías. El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

32º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Quienes buscan la sabiduría la encuentran
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 6, 12-16)
Radiante e inmarcesible es la sabiduría,
la ven con facilidad los que la aman
y quienes la buscan la encuentran.
Se adelanta en manifestarse a los que la desean.
Quien madruga por ella no se cansa,
pues la encuentra sentada a su puerta.
Meditar sobre ella es prudencia consumada
y el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones.
Pues ella misma va de un lado a otro
buscando a los que son dignos de ella;
los aborda benigna por los caminos
y les sale al encuentro en cada pensamiento.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 62, 2.3-4.5-6.7-8)
R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Segunda Lectura

Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1Ts 4, 13-18)
No queremos que ignoréis, hermanos, la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los que no tienen esperanza.
Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual modo Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Estad en vela y preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
Vigilate et estóte paráti, quia, qua nescítis hora Fílius hóminis ventúrus est.
Aleluya.

Evangelio

¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 1-13)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Se parecerá el reino de los cielos a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes. Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
“¡Qué llega el esposo, salid a su encuentro!”.
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
“Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas".
Pero las prudentes contestaron:
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis".
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo:
"Señor, señor, ábrenos".
Pero él respondió:
"En verdad os digo que no os conozco".
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

33º Domingo del tiempo ordinario (A)

Primera Lectura

Trabaja con la destreza de sus manos
Lectura del libro de los Proverbios (Pr 31, 10-13.19-20.30-31)
Una mujer fuerte, ¿quién la hallará? Supera en valor a las perlas.
Su marido se fía de ella, pues no le faltan riquezas.
Le trae ganancias, no pérdidas, todos los días de su vida.
Busca la lana y el lino y los trabaja con la destreza de sus manos.
Aplica sus manos al huso, con sus dedos sostiene la rueca.
Abre sus manos al necesitado y tiende sus brazos al pobre.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura; la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en público.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 127, 1-2.3.4-5)
R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnes qui timent Dóminum.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.

Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnes qui timent Dóminum.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.

Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnes qui timent Dóminum.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.

Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnes qui timent Dóminum.

Segunda Lectura

Que el día del Señor no os sorprenda como un ladrón
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1Ts 5, 1-6)
En lo referente al tiempo y a las circunstancias, hermanos, no necesitáis que os escriba, pues vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: «paz y seguridad», entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar.
Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os sorprenda como un ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no nos entreguemos al sueño como los demás, sino estemos en vela y vivamos sobriamente.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Permaneced en mí, y yo en vosotros –dice el Señor–; el que permanece en mí da fruto abundante.
Manéte in me, et ego in vobis, dicit Dóminus; qui manet in me fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu Señor
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 25, 14-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
"Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco".
Su señor le dijo:
"Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Santísima Trinidad (A)

Primera Lectura

Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso
Lectura del libro del Exodo (Ex 34, 4 b-6.8-9)
En aquellos días, Moisés madrugó y subió a la montaña del Sinaí, como le había mandado el Señor, llevando en la mano las dos tablas de piedra.
El Señor bajó en la nube y se quedó con él allí, y Moisés pronunció el nombre del Señor.
El Señor pasó ante él proclamando:
«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad».
Moisés al momento se inclinó y se postró en tierra.
Y le dijo:
«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque es un pueblo de dura cerviz; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Dn 3, 52-56)
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos.
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saéculis.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso.

¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saéculis.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria.
Bendito eres sobre el trono de tu reino.

¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saéculis.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos.
Bendito eres en la bóveda del cielo.

¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábile et superexaltátum in ómnibus saéculis.

Segunda Lectura

La gracia de Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 13, 11-13)
Hermanos, alegraos, trabajad por vuestra perfección, animaos; tened un mismo sentir y vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros.
Saludaos mutuamente con el beso santo. Os saludan todos los santos.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con todos vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo; al Dios que es, al que era y al que ha de venir.
Glória Patri, et Filio, et Spiritui Sancto, Deo qui est, et qui erat, et qui venturus est.
Aleluya

Evangelio

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 3, 16-18)
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Santísimo Cuerpo y Sangre de N. S. Jesucristo (A)

Primera Lectura

Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 8, 2-3.14b-16a)
Moisés habló al pueblo diciendo:
«Recuerda todo el camino que el Señor, tu Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto, para afligirte, para probarte y conocer lo que hay en tu corazón: si observas sus preceptos o no. Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres, para hacerte reconocer que no solo de pan vive el hombre, sino que vive de todo cuanto sale de la boca de Dios. No olvides al Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con serpientes abrasadoras y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 147, 12-13.14.15.19.20)
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Segunda Lectura

El pan es uno; nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 10, 16-17)
Hermanos: El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo? Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan.Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Secuencia

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo –dice el Señor–; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Ego sum panis vivus, qui de cælo descéndi, dicit Dóminus; si quis manducáverit ex hoc pane vivet in ætérnum.
Aleluya.

Evangelio

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 6, 51-58)
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí: «Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Sagrado Corazón de Jesús (A)

Primera Lectura

El Señor se enamoró de vosotros y os eligió
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 7, 6-11)
Moisés habló al pueblo diciendo:
«Tú eres un pueblo santo para el Señor, tu Dios; el Señor, tu Dios, te eligió para que seas, entre todos los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.
Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió, no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, pues sois el pueblo más pequeño, sino que, por puro amor a vosotros y por mantener el juramento que había hecho a vuestros padres, os sacó el Señor de Egipto con mano fuerte y os rescató de la casa de esclavitud, del poder del faraón, rey de Egipto.
Reconoce, pues, que el Señor, tu Dios, es Dios; él es el Dios fiel que mantiene su alianza y su favor con los que lo aman y observan sus preceptos, por mil generaciones. Pero castiga en su propia persona a quien lo odia, acabando con él. No se hace esperar; a quien lo odia, lo castiga en su propia persona. Observa, pues, el precepto, los mandatos y decretos que te mando hoy que cumplas».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 102, 1-2. 3-4.6-7.8 y 10)
R/. La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen.
Misericórdia Dómini ab ætérno super timéntes eum.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen.
Misericórdia Dómini ab ætérno super timéntes eum.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.

La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen.
Misericórdia Dómini ab ætérno super timéntes eum.

El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen.
Misericórdia Dómini ab ætérno super timéntes eum.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

La misericordia del Señor dura por siempre para aquellos que lo temen.
Misericórdia Dómini ab ætérno super timéntes eum.

Segunda Lectura

Dios nos amó
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 4, 7-16)
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios Y conoce a Dios.
Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca.
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.
Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él.
Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tomad mi yugo sobre vosotros –dice el Señor–, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Tóllite iugum meum super vos, et díscite a me, quia mitis sum et húmilis corde
Aleluya.

Evangelio

Soy manso y humilde de corazón
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote

Primera lectura

El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe
Lectura del libro del Génesis (Gn 22, 9-18)
En aquellos días, llegaron Abrahán e Isaac al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán alargó la mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo. Pero el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!».
Él contestó:
«Aquí estoy».
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán levantó los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo. Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve», por lo que se dice aún hoy «En el monte el Señor es visto».
El ángel del Señor llamó a Abrahán por segunda vez desde el cielo y le dijo:
«Juro por mí mismo, oráculo del Señor: por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa.
Tus descendientes conquistarán las puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra se bendecirán con tu descendencia, porque has escuchado mi voz».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 40, 7-8.8-9.10-11.17.10-11 (R/. 8.9)
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.
No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean tu salvación.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Flp 2, 8-9
Aleluya, aleluya, aleluya
Cristo se ha hecho por nosotros obediente
hasta la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo
y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre.
Christus factus est pro nobis oboédiens usque ad mortem, mortem autem crucis. Propter quod et Deus exaltávit illum et dedit illi nomen, quod est super omne nomen.
Aleluya.

Evangelio

Mi alma está triste hasta la muerte
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 26, 36-42)
Gloria a ti, Señor.
Jesús fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo:
«Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
«Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos.
Dijo a Pedro:
«¿No habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y oraba diciendo:
«Padre mío, si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Cristo Rey (A)

Primera Lectura

A vosotros, mi rebaño, yo voy a juzgar entre oveja y oveja
Lectura de la profecía de Ezequiel (Ez 34, 11-12.15-17)
Esto dice el Señor Dios:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar -oráculo del Señor Dios-. Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
En cuanto a vosotros, mi rebaño, esto dice el Señor Dios:
«Yo voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 22, 1-2a.2b-3.5.6)
R/. El señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar.

El señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

El señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

El señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

El señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Segunda Lectura

Entregará el reino a Dios Padre, y así Dios será todo en todos
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 15, 20-26a.28)
Hermanos: Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.
Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección.
Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies.
El último enemigo en ser destruido será la muerte.
cuando le haya sometido todo, entonces también el mismo Hijo se someterá al que se lo había sometido todo.
Así Dios será todo en todos.Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David!
Benedíctus qui venit in nómine Dómini! Benedíctum quod venit regnum patris nostri David!
Aleluya.

Evangelio

Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 31-46)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
"Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme".
Entonces los justos le contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?".
Y el rey les dirá:
"En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis".
Entonces dirá a los de su izquierda:
"Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis".
Entonces también estos contestarán:
"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?".
Él les replicará:
"En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo".
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.