Parte Tercera. LA VIDA PÚBLICA

CAPÍTULO III. BAUTISMO, TENTACIONES Y PRIMEROS DISCIPULOS

1 «En aquellos días», dice vagamente Mc; es decir, en la época en que las turbas acudían de todas partes a Juan Bautista. 2 Lc 3, 23.
3 Adv. Pelag., 3, 2. Otro escrito apócrifo, la Praedicatio Pauli, dice también que Jesús, «el único hombre que jamás pecó, había venido, a pesar suyo, empujado por su madre María», para recibir el bautismo de Juan. Cfr. PSEUDO-CIPRIANO, De rebaptism., 17.
4 Jn 1, 31.
5 Dial. c. Tryph., 88.
6 Jn 1, 20.
7 Cfr. SAN JUSTINO, Dial. c. Tryph., 88; SAN JUAN CRISOSTOMO, Homil., 12, 3, in Matth.; SANTO TOMÁS, Summa theol., p. 3, q. 39, a. 1 y 2; SUÁREZ, Disputationes in III partem D. Thomae, disput., 39, 1-2.
8 PITRA, Analecta sacra, t. 2, pp. 3-5.
9 Indicación dada por el Peregrino de Burdeos.
10 Lc 3, 21. La verdadera traducción de las palabras έν τώ βαπτισθήναι es la de San Ambrosio: cum baptizatus esset omnis popuius. La de la Vg, cum baptizaretur… es menos exacta.
11 De la escena referida por Jn 1, 31-34, parece colegirse que el Precursor estaba entonces a solas con Jesús.
12 Jn 1, 31. Los pintores nos han acostumbrado a la idea, llena de gracia y expresada con sus pinceles en formas encantadoras, pero enteramente falsas, de que Jesús y Juan habrían vivido juntos en sus años juveniles.
13 En este aspecto es significativo el texto de Mt . el verbo διεχώλυεν (Vg prohibebat), en el imperfecto de duración, «impedía», denota esfuerzos prolongados para disuadir a Jesús.
14 Lc 1, 40-45.
15 Hebraísmo, que significa «toda perfección».
16 Lc 7, 29-30.
17 Debemos esta preciosa noticia a San Lucas, que, según hemos dicho ya, se complace en recordar las oraciones del Hombre-Dios.
18 Es la expresión empleada por Mc: «Vió los cielos desgarrados», σχιζομένους. el poeta latino Silio Itálico escribe igualmente, 1, 537: Scisso densa inter nubila codo. Mt y Lc dicen sencillamente que el cielo «se abrió»; locución que se halla también en otros lugares de la Biblia. Ez 1, 1; Ap 1; etc.
19 Este último pormenor se lo debemos a Jn 1, 32.
20 SAN JUSTINO, Dial. c. Tryph., 88; el Diatessaron de TACIANO y otros más añaden un cuarto fenómeno: el de una «gran luz», que habría acompañado a la voz divina.
21 KNABENBAUER, in Evang. sec. Matth., t. 1, p. 147.
22 En su comentario sobre Is 11, 2.
23 Is 11, 2, y Is 61, 1.
24 San Lucas realza vigorosamente la realidad del hecho exterior de esta aparición diciendo que acaeció έν σωματιχώ εϊδετι, «debajo de una forma corporal».
25 Gn 8, 11.
26 Ct 1, 14; Ct 2, 10, 12; Ct 4, 1; Ct 5, 2; Ct 6, 8,
27 Mt 10, 16.
28 Gn 1, 2.
29 Chagiga, 15, a.
30 Ct 2, 12.
31 Bammibdar rabba, 25.
32 Según la redacción de Mc y Lc , Dios se dirige directamente a Jesús: «Tú eres mi Hijo amado...» Según Mt , se dirige a Juan Bautista: «Este es mi hijo amado.. » Trátase de simples variantes que expresan un mismo y único hecho. La que probablemente se empleó fué la forma directa. SAN JUSTINO, Dial. c. Tryph., 88 y 103, CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, Paedag., 16, 25, y algunos manuscritos traen, equivocadamente, la variante «Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy», tomada del Sal 2, 7. La indica SAN AGUSTÍN, De cons. evangelist., 2, 14, para decir que en su tiempo no existía en los manuscritos másantiguos.
33 Th. ZAHN, Das Evangel., des Matthäus h. 1,
34 Ό υίος μου, ό άγαπτός. A la letra: «El hijo de mí, el amado.»
35 Mc 1, 1.
36 Mt 17, 5, y en los pasajes paralelos de Mc y de Lc .
37 Jn 12, 28-30.
38 Jn 12, 28.
39 Mt 4, 1-11; Mc 1, 12-13; Lc 4, 1-13. Cfr. M. STEINER, La tentation de Jésus dans Pinterprétation patristique de St. Justin a Origéne, París, 1962.
40 No se olvida Mc de emplear en este lugar su adverbio familiar: «al punto».
41 A Mc debemos también la noticia de esta circunstancia especial: έχβάλλει (Vg: expulit). A la letra: el Espíritu le «arrojó», es decir, le hizo fuerte presión. Los otros dos sinópticos se expresan con las variantes: άνήχθη (Mt ), y fué «conducido a lo alto» (a un lugar más elevado); ήγετο (Lc ), «era conducido».
42 Hb 4, 15.
43 Hb 2, 18.
44 Flm 1, 2, Flm 1, 7-8.
45 Hb 4, 15.
46 SANTO TOMÁS, Summa theolog., 3.a, q. 41, arts. 1-4; SUÁREZ, 3.a, disput. 39, artículos 1-4.
47 Jn 3, 8.
48 Homil. XIV in Matth., h. 1.
49 Como no hubo testigos que presenciasen este episodio de su vida, debemos su noticia a Jesús mismo, que se la comunicaría, sin duda, a sus apóstoles. No puede ser más segura la fuente.
50 San Lucas dice explícitamente: «No comió nada en aquellos días». La fórmula de San Mateo, «ayunó cuarenta días y cuarenta noches», no es menos explícita.
51 el relato de la tentación que leemos en el segundo Ev es en extremo conciso. Sin mencionar las tres fases de la tentación del Salvador. Mc se ciñe a indicar brevemente cuatro hechos. He aquí la versión de su relato según el texto griego: «(Jesús) pasó cuarenta días y cuarenta noches en el desierto, siendo tentado por Satanás, y estaba con lás fieras, y los ángeles le servían.» Siguiendo a SAN JUSTINO, Dial., c.Tryph., 103, al autor de las Homilías clementinas, 19, 9, a ORÍGENES, Hom. XXIX, in Luc., a SAN AGUSTÍN, De cons. evangel., 2, 16, y algunos otros autores antiguos, se ha deducido a veces de este sumario que la tentación de Jesús se prolongó por espacio de cuarenta días. Mt y Lc no referirían más que la última fase. Mas no parece verosímil esta opinión. Según gráfica expresión, Mc no da, en realidad, más que un torso del episodio, y de tal modo ha abreviado su redacción, que ésta queda oscura. Debe, pues, explicarse por los otros dos, más completos y más claros. Si la última circunstancia: «Los ángeles le servían» sólo se puede aplicar al final del episodio y no al conjunto de los cuarenta días y cuarenta noches, las palabras «tentado por Satanás» tampoco deben aplicarse a ese mismo período. Tal es la opinión de la mayor parte de los comentadores.
52 Aquí seguimos la redacción de Lc , que parece la más natural. Mt , empleando el plural, escribe: «Di que estas piedras se hagan panes.»
53 Siempre han estado divididas las opiniones de los comentadores sobre este particular. Según San Juan Crisóstomo, San Jrónimo, San Agustín y bastantes autores modernos y contemporáneos, el príncipe de los demonios habría experimentado realmente dudas acerca de la mesianidad de Jesús.
54 L. Cl. FILLION, EL'evangile de S. Matthieu. Introd., critiq., et commentaires, p. 82.
55 Cfr. Ef 6, 17; Hb 4, 12.
56 Dt 8, 3. Está hecha literalmente de la traducción de los LXX.
57 Ex 16, 1-36; Jos 5, 12; Sal 78, 23-25.
58 Algunos exegetas han desviado la respuesta de Jesús de su verdadero sentido, explicándola cual si la locución «palabra de Dios» significase aquí no un valimiento material, sino espiritual; por ejemplo, la obediencia a la voluntad divina, la palabra inspirada de los Libros santos, etc.
59 Mt , que escribía principalmente para los judíos, da a la capital teocrática su nombre glorioso de «ciudad santa», frecuentemente empleado en los libros del A. T. y N. T. (cfr. Is 48, 2; Is 52, 1; Dn 3, 28; Tb 13, 9; Ap 11, 2, etc), así como también por Filemón y Josefo.
60 Tomamos este nombre de la Vg, que traduce con mucha exactitud por pinnaculum, la expresión griega correspondiente: τόπτερύγιον. Este diminutivo de πτέρυξ «ala», servia frecuentemente para designar, en sentido figurado, el remate de un edificio, y sobre todo el frontispicio en forma de ala.
61 Τό ίερόν y no ναός.
62 Ant., 15, 11, 5.
63 EUSEBIO DE CESAREA, Hin. Eccl.,2, 29, y 11, 5, cuenta también, aunque sin puntualizar más, que desde el pináculo del Templo fué precipitado más tarde por los judíos Santiago, Obispo de Jerusalén.
64 Sal 90, 11-12.
65 Dt 6, 16, según los LXX.
66 Cfr. Ex 17, 2; Sal 77, Sal 18-19.
67 Sabido es que Lc no sigue el mismo orden que Mt en lo tocante a las dos últimas tentaciones. pues da el tercer lugar a la que acabamos de estudiar, y el segundo a la que ocupa el tercer lugar en la narración de Mt . Comúnmente se concede preferencia –y así opinaba ya SAN JUSTO en el siglo II (Dial., c. Tryph., 103)– al orden seguido por el primer Ev, pues representa una graduación más natural y más lógica. Por lo demás, ¿cómo el demonio, después de haber sido arrojado vergonzosamente con las palabras «Vete de aquí, Satanás», habría podido volver a la carga?
68 Έν στιγμή χρόνου, Vg in momento temporis.
69 Comment in Matth., h. 1.
70 Jn 12, 31; Jn 14, 30.
71 2Co 4, 4. Cfr. 2Co 2, 2.
72 Las palabras «detrás de mí» que se leen en varios manuscritos y en algunos Padres griegos no parecen haber pertenecido al texto original. Están tomadas de Mt 16, 23.
73 Como las precedentes, está hecha con cierta libertad.
74 Dt 6, 13.
75 Mt 22, 36-38; Mc 12, 28-34.
76 Lc 4, 13. Es decir, toda especie de tentación.
77 SAN GREGORIO MAGNO, Hom. XVI, in Matth.; Santo Tomás, Summa Theol., part. 3ª, q. 41, art. 4.
78 Cfr. Jn 13, 27.
79 Mt 16, 23; Mc 8, 33.
80 Jn 14, 30.
81El verbo διαχονεϊν (Vg ministrare) suele tener esta significación especial en el N. T. Cfr. 8, 15; 25, 24; 27, 55; Mc 1, 13-31; Lc 4, 39; Lc 12, 37; Lc 17, 8; Hch 6, 2, etc.
82 Jn 14, 30.
83 Jn 1, 19-34.
84 Jn 1, 19, 29, 35, 44.
85 Mt 3, 5; Mc 1, 5.
86 Tratado Sanhedrin, 1, 5. Cfr. Dt 18, 21-22.
87 Mt 3, 7-12.
88 Ml 2, 7. Cfr. Os 4, 6.
89 La lección más autorizada del texto griego coloca el pronombre έγώ delante de la frase, para más acentuarla. Es ya observación antigua que en todo este pasaje repite muchas veces Juan Bautista este pronombre, para dar más fuerza a su testimonio. Cfr. Jn 1, 20, 23, 26, 27, 30, 31 (dos veces), 33, 34.
90 Mt 14, 5-6 (3, 23-24, texto hebreo).
91 Si 48, 1-11.
92 Mt 16, 14; Mt 17, Mt 10-13; Jn 1, 21, ctc.
93 SAN JUSTINO, Dial., c. Tryph., 8.
94 Mt 11, 13-14; Mt 17, 10-13.
95 Lc 1, 17.
96 Όπροψήτης.
97 Jn 6, 14, y Jn 7, 40.
98 Dt 18, 15-18.
99 Cfr. Jn 7, 40, y también Mt 16, 14; Mc 6, 15; Mc 8, 28; Lc 9, 8, 19.
100 Jn 1, 45.
101 Hch 3, 22-23; Hch 7, 37.
102 Son de notar la brevedad y vigor de estas respuestas: «Yo no soy», «no lo soy», «no».
103 Is 40, 3.
104 Siguiendo a Orígenes, han creído algunos ver en esta noticia la indicación de que en este momento llegó al encuentro del Bautista otra diputación, compuesta de fariseos, para interrogarle a su vez. Pero el texto mismo, cuyas diferentes partes están ligadas entre sí (Jn 1, 20-28), como porciones de un todo inseparable, se opone a semejante delegación. Hase dicho que el Sanedrín no habría elegido sus delegados en el partido delos fariseos, pero sin motivo suficiente, pues consta que éstos habían penetrado mucho tiempo hacía en el Gran Consejo, donde, como en todas partes, pesaba mucho su influencia.
Sabemos también por FLAVIO JOSEFO, Ant., 18, 1, 3, que tenían especial competencia en lo tocante a los ritos religiosos. Era, pues, natural que el narrador insertase aquí esta noticia retrospectiva cuando iba a hablar del bautismo inaugurado por Juan. Cierto número de levitas y de sacerdotes estaban afiliados a la secta farisaica.
105 Mt 3, 11; Mc 1, 7-8; Lc 3, 16.
106 En griego, ό έρχόμενος, en participio, uno de los nombres del Mesías entre los
judíos, Cfr. Mt 11, 3, etc. Hemos citado esta respuesta de Juan conforme a la lección del texto que parece la más autorizada. Después de las palabras «Vosotros no conocéis», se lee en la Vg y en otras partes: «Este es el que ha de venir en pos de mí; que ha sido antepuesto a mí; yo no soy digno...»
107 En el griego hay un ύμείς «vosotros», muy acentuado.
108 Jn 11, 1-18. No vamos a entrar aquí en la discusión suscitada por la variante Βηθαβαρά, de la que Orígenes se erigió en campeón poco prudente. Confiesa él mismo que en su tiempo la lección Βηθνία era la más acreditada; sino que, no habiendo podido descubrir, en un viaje que hizo a Palestina hacia el año 215, ninguna localidad del nombre de Betania, en la ribera izquierda del Jordán, mientras que si halló una aldea llamadaBethabara, recibió e hizo que otros recibiesen esta lección, ciertamente errónea y condenada por los mejores críticos.
109 Se debe al P. Federlin, de los Padres Blancos de Santa Ana de Jrusalén.
110 La Palestine, Guide historique et pratique, por varios profesores de Nótre Dame de France, en Jrusalén, 2.a edic., pp. 280-281. Entre las otras localidades con las cuales se ha intentado identificar esta Betania citaremos las ruinas llamadas hoy Betané, que el wadi Abu Muhaa, como a una hora de marcha al S. O. de Es-Salt, en el sitio de la antigua Botnin (Jos 13, 26). Cfr. SAN JERÓNIMO, Onomasticon, 103, 14.
111 Jn 1, 29-34.
112 Cfr. 1S 10, 5-12; 1R 18, 4; 2R 2, 15; 2R 6, 1, etc.
113 Mt 9, 14; Mc 2, 18; Lc 5, 33.
114 Lc 11, 1.
115 el empleo del tiempo presente, βλέπει en griego dramatiza el acto.
116 Jn 3, 26, Cfr. 40-42.
117 Ex 12, 3-28.
118 1Co 5, 7; Jn 19, 31.
119 SAN JRÓNIMO, Epist. LIII, ad Paulin.
120 Is 53, 7.
121 BOSSUET, Elévations sur les mystéres, 24.° día, 2.a elev.
122 Como el hebreo naçah, el verbo griego αϊρω, que de ordinario tiene el sentido de «llevar», significa en este lugar «quitar», expiando por su sacrificio personal.
123 el texto dice en singular: «el pecado», es decir, todos los crímenes de los hombres representados como una masa inmunda y en extremo pesada.
124 H. LECLERCQ, «Cordero», Dict. d'Archéologie chrétienne et de liturgie, 1, 1.a pan. 877-904.
125 1P 1, 20.
126 Ap 5, 6-14; Ap 13, 8; Ap 15, 3-4, etc. * Sobre el sentido de la metáfora «Cordero de Dios», se ha escrito bastante en los últimos tiempos, sobre todo desde que el P. Lagrange introdujo en el campo católico la teoría racionalista de que «Cordero» carecía aquí de sentido sacrificial. el A. tiene plena razón en afirmar que Juan ha profetizado la pasión y el sacrificio salvador del Mesías por medio de esta imagen. Cfr. P. FEDERKIEWIEZ, Ecce Agnus Dei, VerbDom 12 (1932) 41-7. 83-8. 117-20. 156-60. 168-71. A. MEDEBIELLE, DB(S) 3 (1934) 203-9. J. JOUON, EL'Agneau de Dieu, NouvRevThéol 67 (1940) 318-21, E. MAY, Ecce Agnus Dei! A philological and exegetical Approach to John 1, 29. 36. Washington, 1947. J. LEAL, El sentido soteriológico del cordero de Dios en la exégesis católica (Jn1, 29. 36) EstEcl 24 (1950) 147-182. VerbDom 28 (1950) 98-109.
127 La variante «el Elegido de Dios», que se encuentra en algunos raros manuscritos y en otras partes, no tiene suficiente autoridad.
128 Jn 1, 15 y 30.
129 Los verbos «ver, mirar, contemplar» aparecen con frecuencia en la primera parte. Jn 1, 35-51.
130 Έμβλέψας, dice el texto griego; Vg respiciens.
131 Jn 3, 30.
132 A la letra: «Habiendo contemplado» (θεασάμενος).
133 Adoptamos la lección όψεσθε, en futuro, en vez deδετε «ved».
134 Según el sistema en uso de entonces entre los judíos, cada jornada se componía de doce horas, que se contaban desde las seis de la mañana. Suponen algunos comentadores, aunque, a nuestro juicio, sin razón suficiente, que el evangelista abandona aquí el uso común para conformarse con el de los griegos y Rmanos, que era idéntico al nuestro, y según el cual serían entonces las diez de la mañana.
135 Por ejemplo, SAN EPIFANIO, Haer.,51, 14-15, y TEODORETO en su comentario, h. 1.
136 Esto es lo que aparece de la lectura πρώτος, «primero», que es la más acreditada. Por lo demás, el sentido queda casi el mismo con la variante πρώτον, «primeramente» (Vg primurn).
137 En griego tiene también; έμβλέψας
138 La mejor lectura del texto original es aquí 'Iωάννου o Ίωάνου y no Ίωνά. Por lo demás, se trata de un mismo nombre con tres formas distintas.
139 Cfr. 1Co 1, 12; 1Co 3, 22; 1Co 15, 5; Ga 2, 9, 14. Kepha es equivalente al hebreo keph, «piedra, roca».
140 Jn 21, 2.
141 Posible es que Felipe aludiese a todas las profecías mesiánicas del Pt.
142 Mt 13, 58; Mc 6, 9; Lc 4, 29.
143 Entre otros, San Juan Crisóstomo y Teofilacto.
144 GODET, Commenraire sur el'Evangile de S. jean, 2.a edic., t. 2, pp. 187-188; Th. ZAHN, Das Evangelium des 7ohannes, p. 139.
145 Unas veinticinco veces, y siempre en labios de Jesús. Esta fórmula se repite también con mucha frecuencia en los Evangelios sinópticos, pero con un solo Amen.
146 * Jesús pasa en este viaje por Betel, donde Jacob tuvo la famosa visión de la escala (Gn 28, 12). Con FILLION están hoy la mayoría de los exegetas. Aunque los antiguos tomen a la letra las idas y venidas de los ángeles y busquen hechos concretos en donde intervienen los ángeles en la vida de Jesús, como en el huerto, en la resurrección, en la ascensión, los modernos ven más bien un lenguaje figurado para anunciar los milagros de que iban a ser testigos los apótoles. Cfr. 1. FRITSCH, VerbDom 20 (1959) 94-5. Natanael parece que debe identificarse con el apóstol San Bartolomé. Juan le da siempre el nombre de Natanael y lo pone al lado de Felipe. Los Sinópticos no le dan más nombre que el de Bartolomé y también lo ponen al lado de Felipe. Bartolomé sería nombre patronímico –Bar Tolmay– y Natanael el nombre propio, equivalente a Teodoro, Don de Dios. Cfr. U. HOLZMEISTER, Nnthanael fuitne idem ac S. Bartholmaeus apostolus? Bibl 21 (1940) 28-39.
147 Según un cálculo, que parece exacto, unas 80 veces (30 en el primer Ev, 13 en el segundo, 25 en el tercero, 12 en el cuarto).
148 * Según otra opinión relativamente reciente, Caná de Gailea no sería sino Kana el Djelil o Khirbet Kana, al Norte y a 13 kilómetros de Nazaret. Cfr. A. FERNÁNDEZ, Vida de C., 72.a, Madrid, 1954, pp. 159-161.
149 Jn 21, 2.
150 Cfr. SAN EPIFANIO, Haer., 57; San Aousríbi, Tractat. 19, in Joan.; en sus discursos, y principalmente en sus parábolas, hace Jesús muchas alusiones a las solemnidades nupciales.
151 La presencia de varios servidores en la casa era evidentemente extraordinaria y transitoria.
152 Gn 29, 27; Jdt 4, 10-18; Tb 8, 20 según los LXX.
153 el texto griego lo dice expresamente: ύστερήσαντος οϊνου. La traducción latina, deficiente vino, tiene el mismo sentido.
154 Jn 11, 3.
155 Hom21, 2, in Dan., SANTO TOMÁS, Summa, p. 3, q. 27, art. 4, decía sobre este punto: In verbis illis Chryso domus excessit. Cfr. también SAN IRENEO, Adv. haer., 3, 13.
156 Mt 15, 28: «Oh mujer, grande es tu fe»; Lc 13, 12: «Mujer, libre eres de tu enfermedad»; Jn 4, 21; etc.
157 Hablábase así aun a las reinas. Cfr. DION CASIO, Hist., 51, 12, 5; ESQUILO, Agam., 1607; etc.
158 En griego: τί έμοί χαί σοί; sobreentendido: χοινόν ο πράγμα. En la Vg Quid mihi et tibi est?; se sobreentiende rei o negotii.
159 Jos 22, 24; Jdt 11, 12; 2S 16, 10; 2S 19, 22; 1R 17, 18; 2R 3, 13; 2Cro 35, 21; Mt 8, 29; Mt 27, 19; Mc 1, 24; Lc 8, 28; etc.
160 Más de treinta veces.
161 Cfr. Jn 7, 30; Jn 8, 20; Jn 12, 23-27; Jn 13, 1; Jn 17, 17.
162 Cfr. Jn 7, 3, pasaje que tiene con éste semejanza general.
163 Palabra griega que significa «medida» y designaba en aquella época la mayor medida de capacidad que había para líquidos.
164 Mc 7, 3-4.
165 A la letra: «cuando se está embriagado». Pero llano es que no se necesita tomar esta expresión a la letra en la presente circunstancia.
166 I. Importancia del texto y actualidad.
1.- E1 tema de las bodas de Caná es siempre de perenne actualidad. Los estudios se suceden unos detrás de otros. Prueba de la importancia del tema y de su dificultad. Los trabajos más importantes hasta 1952 pueden verse en EstEcl 26 (1952) 147-48. Posteriormente merecen citarse A. FERNÁNDEZ, Vida de J. C., pp. 150-59; F. SPADAFORA, Maria alle nozze di Cana, RivBibl 2 (1954) 220-47; C. CHARLIER, Les nocesde Cana, BiblVieChrét dic 1953-jariv 1954, pp. 81-86; J. MIcHL, Bemerkungen zu Joh 2, 4, Bibl 36 (1955) 492-509; E. TESTA, La mediazione di Maria a Cana, StudBiblFranc, LibAnn 5 (1955) 130-90; J. M. DÍAZ, ¿Intervino eficazmente N. Señora en el primer milagro obrado por Jesús para mostrar su gloria? Cathed 9 (1956) 381-90; C. P. CEROKE, Jesus and Mary at Cana, TheolStud 17 (1956).1-38; The Problem of Ambiguity in John 2, 4 CathBiblQuart 21 (1959) 316-340; A. PERETO, A Cana di Gailea, Mar 19 (1957) 235-40; M. PEINADOR, La respuesta de Jesús a su Madre en las bodas de Caná, EphMar 8 (1958) 61-104; D. SQILLACI, La Madonna alle nozze di Cana, PALCI 37 (1958) 183-86; V. ANZATON Gesú e Maria alle nozze di Cana, RivBibl 6 (1958) 135-46; D. G. MAESO, CultBibl I I (1954) 352-64; J. Cortés, Mar 20 (1958) 153-89; S. BARTINA, Nos ad nostra, illi autern sua, mulier, Mar 21 (1959) 281-4; J. LEAL, Evangelio de S. Juan, Madrid, 1964, p. 832.
2.- Los textos verdaderamente difíciles no es fácil que logren una exposición igualmente uniforme. el ángulo de vista en que se coloca el estudioso, las diversas valoraciones psicológicas impiden la plena uniformidad. La respuesta del Señor a la Virgen en Caná no es fácil y, tal vez nunca logrará una exposición que se imponga a todos. San Agustín decía: «Procul dubio, fratres, latet ibi aliquid» (In Jo, ML 35, 14-51). Aun hoy día se encuentran en los aa. las exposiciones más curiosas y dispares. Sin embargo, dentro de las discrepancias, que las habrá siempre en este texto, las opiniones van centrándose y convergiendo hacia algunos cauces determinados. Cada día se va viendo más claro el volumen teológico y mariano de la narración y van desapareciendo todas aquellas explicaciones que dejaban mal a Jesús o a su Madre.

II. Puntos de convergencia.
1.- Hoy día son pocos los que tropiezan en el apelativo «mujer». Todos convienen en que este título es honorífico y digno, como el de Señora. Algunos con un contenido teológico profundo y una alusión a la mujer del Génesis (Gaechter, Braun).
2.- Hoy día son muy pocos los que dicen que Jesús reprendió a su Madre y quiso darle una lección. No había motivo para la reprensión. La lección más que para la Madre era para nosotros (Toledo). La explicación de Boismard (Du Baptéme a Cana, París, 1956): «¿Por qué te preocupas? No conoces los planes del Padre» está fuera de coro en nuestros días.
3.- Aunque Boismard la defiende también, hoy día está desacreditada la interrogación que defendieron Knabenbauer y Durand con el viejo Taciano: « ¿Por ventura no ha venido mi hora?» Ni la gramática, ni el contexto, ni la crítica textual admiten esta interrogación.
Cfr. V. ANZALONE. El sentido afirmativo de la interrogación no concuerda con la partícula οϋπω ni con el sentido negativo de la primera sentencia «¿Qué a mí y a ti?» el papel de la Virgen y el fondo teológico de la narración queda obscurecido.
4. –Existe también un acuerdo bastante general en el sentido de negación y dificultad que expresa la primera frase: «¿Qué a mi y a ti?» Todos los casos que se citan del A. T. y N. T. favorecen esta explicación.
Pueden verse en A. FERNÁNDEZ, Vida de J. C. , pp. 154-155. En el N. T. se encuentra la expresión en labios de los endemoniados, cuando se dirigen a Jesús. Entre los árabes se conserva la frase «ma liulak», ¿qué tengo yo que ver contigo? el Señor expresa aquí alguna dificultad en lo que le pide su Madre, alguna manera de negar, alguna forma de discrepancia. Esto hoy no extraña, porque se ha relacionado esta respuesta con las otras dos respuestas que tiene en los Sinópticos a su Madre (Lc 2, 49; Mt 12, 48). Jesús como Mesías y enviado del Padre ha mostrado siempre cierta independencia de su Madre y de sus hermanos, según la carne.
5. –Hoy todos reconocen que la negativa o dificultad, que expone Jesús, no fué absoluta, pues él hizo el milagro y la Madre entendió que lo iba a hacer.
6.- Hoy es también muy universal decir que la Virgen pedía un milagro. La intervención de la Virgen en la narración del Evangelista y la respuesta del Hijo sólo se explican bien en la hipótesis del milagro.
7.- Hoy es muy frecuente subrayar la importancia que Jn le ha querido dar a «la Madre de Jesús» en el primer milagro que ha obrado el Señor. «La Madre de Jesús» es la primera que aparece en la narración. Jn no le da nunca el nombre propio de «María», sino el título de «Madre de Jesús». Dos veces aquí en Caná y tres en el Calvario. Jesús y sus discípulos son invitados a causa de «la Madre». Dada la cercanía de Caná y de Nazaret, es posible que María estuviera en Caná desde hacía dos meses, desde que Jesús se marchó al Jordán. Es probable que fuera pariente del esposo y que hubiera ido a Caná, como fue a Ain Karim, para ayudar. De hecho la vemos muy enterada de las provisiones, que conoce a los criados y los trata con familiaridad, que interviene activamente. Tal vez faltaba la madre del esposo. María se da cuenta de que falta el vino, ella piensa primero en el remedio, lo propone a su Hijo con diligencia. Luego eficaz hasta el final, prepara a los criados. Esta importancia de la Madre de Jesús está en el texto de la narración. Las narraciones de Jn están todas muy seleccionadas y llenas de un profundo sentido espiritual y teológico. Esta narración se ha escrito con un propósito directamente cristológico: «Este fué el primer milagro de Jesús y con él mostró su gloria y creyeron en él sus discípulos» (Jn 2, 11). La gloria que Jesús muestra tiene un sentido ontológico y divino. La fe de los discípulos tiene por objeto esa misma gloria de Jesús, que se va abriendo gradualmente ante sus ojos. Si al milagro se debe la gloria de Jesús y la fe de los discípulos y el milagro se debe a «la Madre de Jesús», es difícil que Jn no haya pretendido también decirnos que la gloria y la fe se deben a la Madre de Jesús. Jn no habla más que dos veces de la Madre de Jesús. Una aquí en Caná; otra en el Calvario para decir que Jesús la ha hecho Madre de su Iglesia. Juan ha vivido con María en la misma casa, escribe cuando María ha subido a los cielos, cuando es venerada por los fieles, cuando empieza su culto de «Madre de Jesús» y se componen los primeros himnos y alabanzas en su honor. En el marco general del Ev y en el particular de la narración entra este propósito espiritual y mariológico.

III. Puntos de divergencia.
Hoy día existen dos sentencias radicalmente distintas en lo, que se refiere a explicar la hora de Jesús.
1.- La sentencia más universal y extendida la refiere a los milagros. La dificultad que Jesús muestra a su Madre es que «todavía no ha llegado la hora de hacer el primer milagro». Así Lagrange, FILLION, Dorado, Fernández, Bover, etc., etc., para no nombrar más que a algunos nuestros. Esta explicación es fluida y sencilla: «Deja de suplicarme, no me hagas esa petición» (Fernández), porque todavía no ha llegado mi hora de los milagros (p. 156). Esta explicación es ciertamente la más corriente. Para referir la hora de Jesús a los milagros hay un fundamento: el contexto. La Virgen pide un milagro. También setrae como motivo que un banquete de bodas no es lo más indicado para hacer su primer milagro el Mesías. La influencia de María queda de relieve, porque el milagro se hace o adelantando la hora o haciendo una excepción en la regla general.
Esta sentencia tiene sus dificultades: a) la hora de los milagros no está en el texto. Este expresamente habla de «mi hora», que en el 4 Ev tiene un sentido concreto. La hora de la Pasión y Glorificación de Jesús (Jn 7, 30; Jn 8, 20; Jn 13, 1; Jn 17, 1). b) el texto dice, que la hora no ha llegado todavía. Si se refiere a la hora de los milagros, no es verdad, pues de hecho ha llegado en Caná. Jesús hace el milagro. Jesús sabe que ha llegado. Si la hora se ha adelantado, por la petición de María, de hecho el Padre había determinado la hora de los milagros, previendo esa petición. La providencia del Padre tuvo presente la intercesión de la Virgen. Contando con ella, la hora había llegado. Por eso Jesús hace el milagro y la Madre así lo ha entendido. c) Si referimos la hora a los milagros, la Virgen se ha adelantado a los planes de Dios. Entre su petición y lo que el Padre ha determinado no hay perfecta identidad. Pide el milagro fuera del tiempo fijado para ellos.
2.- Por esta razón otros autores modernos no se contentan con la sentencia común. Boismard dice que los trabajos más recientes se orientan en otro sentido. La hora de Jesús no es la de los milagros, sino la de su Pasión y Glorificación (p. 134, p. cit.) Esta fué la sentencia de San Agustín, que han revalorizado modernamente Gaechter y Braun, sobre todo. Esta sentencia tiene dos ideas claves: a) la hora que no ha llegado es la de Jesús, la de su Pasión v Glorificación, que van siempre unidas en el 4 Ev (Jn 7, 30; Jn 8, 20; Jn 13, 1; Jn 17, 1). b) La dificultad o desacuerdo que expresa la primera parte de la respuesta, se refiere a la independencia humana de Jesús. (La misma que muestra en Lc 2, 49; Mt 12, 48.) Esto lo reconocen aun aa. que refieren la hora a los milagros, como FILLION, Dorado yBover. Esta primera parte tiene una forma negativa: entre Jesús Mesías y su Madre, como Madre humana, no hay relación de subordinación. Como Mesías está al margen de su Madre humana. Pero en el fondo hay una afirmación: la de su subordinación al Padre. Jesús como Mesías sólo depende del Padre, que lo ha enviado y le ha trazado el camino de su vocación. Esta sentencia tiene estas ventajas: a) Se atiene al texto de la respuesta de Jesús. La hora no ha llegado. La hora es la de Jesús, «la mía». No hay oposición entre lo que Jesús dice y lo que hace, entre lo que Jesús dice y lo que entiende su Madre, entre lo que pide la Madre y lo que el Padre ha determinado ab aeterno. La Madre pide el milagro, cuando ya había llegado la hora de los milagros. No se recarga la dificultad y la oposición que existía entre Jesús y su Madre. Jesús haciendo el milagro y la Virgen avisando a los criados, demuestran que la dificultad no provenía de la hora señalada para hacer el milagro. b) La dificultad que muestra Jesús es la que muestra en toda su vida. Su independencia mesiánica respecto de todos los principios naturales y su entrega absoluta, toral, a la voluntad del Padre. Lección que repite siempre Jesús y la repite más para nosotros, que para su Madre. 3.- Algunos autores como Braun ahondan más en la respuesta y encuentran un fondo mariológico más profundo. María es la muJr victoriosa del Génesis, asociada a la obra del Mesías. Este tiene dos horas: la del Padre, que dura desde la encarnación hasta la muerte en el Calvario. Hora de pasión y de humillación. Y otra la suya, que empieza con la muerte y la resurrección. En Caná Jesús, como Mesías redentor, vive todavía la hora del Padre, que no es hora de glorificación, aunque tenga sus excepciones. Es hora de redención La hora de la gloria no ha llegado todavía. Su hora. Ahora Jesús está entregado al Padre, es independiente de la Madre. ¿Qué pasará en las relaciones del Hijo con la Madre, cuando llegue la hora suya? el texto de Caná lo calla. Pero si se relaciona con Jn 19, 26-28, se adivina lo que va a pasar. La hora de Jesús será también la hora de la Madre. Lo que ha hecho María en Caná, será lo que ha de hacer en la historia de la Iglesia y de las almas. Será la madre de los redimidos, la que procure el vino nuevo de la vida nueva. Conclusión. Esta sentencia abre perspectivas maravillosas a la actividad soteriológica de María. Coincide con la historia real de la Madre de Jesús, en su Iglesia. Su presencia entre los cristianos sigue siendo la presencia de Caná. No es lo más importante el milagro material del agua que se cambia en vino. Es la gloria de Jesús y la fe de los cristianos lo que directamente busca y logra María. Desde la Anunciación venía ella observando y esperando. Sabía quién era Jesús y sabía su misión. Los años escondidos de Nazaret habían escondido el poder y la misión de Jesús. Ella observaba y esperaba. Ahora había oído el testimonio de Juan, el bautismo, veía a Jesús rodeado de discípulos. «Ha llegado su hora.» La hora de su revelación a Israel. La falta de vino le ofrece la ocasión. Nunca le había pedido en Nazaret que multiplicara el pan. Ahora ha llegado la hora del Padre. Y Jesús, en la petición de la Madre, usando de su ciencia experimental y humana, ve la voluntad del Padre. Hace el milagro, significando que lo hace por motivos sobrenaturales y mesiánicos.