464 El ayuno fortifica el espíritu, mortificando la carne y su sensualidad; eleva el alma a Dios; abate la concupiscencia, dando fuerzas para vencer y amortiguar sus pasiones, y dispone el corazón para que no busque otra cosa distinta de agradar a Dios en todo (SAN FRANCISCO DE SALES, Sermón sobre el ayuno).
465 El ayuno purifica el alma, eleva el espíritu, sujeta la carne al espíritu, da al corazón contrición y humildad, disipa las tinieblas de la concupiscencia, aplaca los ardores del placer y enciende la luz de la castidad (SAN AGUSTÍN, Sermón 73).
466 El cristiano tiene libertad para ayunar en cualquier tiempo, no por superstición, sino por virtud. ¿De qué modo, sin embargo, pueden guardar los cristianos la castidad si no cuidan la continencia en estas cosas? ¿Cómo pueden estudiar las Escrituras y buscar la ciencia y la sabiduría? ¿No es, acaso, gracias a la continencia del vientre y de la boca, regulando la comida y la bebida por la abstinencia y el ayuno? Esta es la razón del ayuno cristiano. Hay también otra razón de carácter religioso, muy alabada desde el tiempo de los Apóstoles: " Bienaventurado quien ayuna para ayudar a los pobres ". Este ayuno es verdadero, digno y grato a los ojos de Dios (ORIGENES, Homilía 10).
467 Tres cosas hay, hermanos, por las que se mantiene la fe, se conserva firme la devoción, persevera la virtud. Estas tres cosas son la oración, el ayuno y la misericordia. Lo que pide la oración, lo alcanza el ayuno y lo recibe la misericordia. Oración, misericordia y ayuno: tres cosas que son una sola, que se vivifican una a otra (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón 43).
468 El ayuno no da fruto si no es regado por la misericordia, se seca sin este riego; lo que es la lluvia para la tierra, esto es la misericordia para el ayuno (SAN PEDRO CRISÓLOGO, Sermón, 43).
469 Todos los que han querido rogar por alguna necesidad, han unido siempre el ayuno (la penitencia) a la oración, porque el ayuno es el soporte de la oración (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1, p. 377).
470 La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social. Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con las posibilidades de nuestro tiempo y de los diversos países y condiciones de los fieles [...]. Sin embargo, téngase como sagrado el ayuno pascual; ha de celebrarse en todas partes el viernes de la pasión y muerte del Señor y ano extenderse, según las circunstancias, al sábado santo, para que de este modo se llegue al gozo del domingo de Resurrección con elevación y apertura de espíritu (CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum concilium, 110).
471 Decía (un santo varón a quien él conoció) que el monje debería darse al ayuno como si tuviera que vivir cien años. Que debería frenar las pasiones de su alma, olvidar las injurias, ahuyentar la tristeza y menospreciar el dolor y la desazón, como si tuviera que morir cada día (CASIANO, Instituciones, 5, 41).
472 (Cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu cara...). Aquí se habla de la costumbre que existía en Palestina de ungirse la cabeza los días de fiesta, y mandó el Señor que cuando ayunemos nos manifestemos contentos y alegres (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, val 1, p. 380).
473 Los ayunos agradables a Dios son: no hagas mal y sirve al Señor con corazón limpio; guarda sus mandamientos siguiendo sus preceptos y no permitas que ninguna concupiscencia del mal penetre en tu corazón [...]. Si esto haces, tu ayuno será grato en la presencia de Dios (Pastor de Hermas).
474 Ayunen los ojos de toda mirada curiosa... Ayunen los oídos, no atendiendo a las palabras vanas y a cuanto no sea necesario para la salud del alma... Ayune la lengua de la difamación y la murmuración, de las palabras vanas, inútiles... Ayune la mano de estar ociosa y de todas las obras que no sean mandadas. Pero ayune mucho más el alma misma de los vicios y pecados, y de imponer la propia voluntad y juicio. Pues, sin este ayuno, todos los demás son reprobados por Dios (SAN BERNARDO, Sermón en el comienzo del ayuno).
475 Ha de consistir mucho más en la privación de nuestros vicios que en la de los alimentos (SAN LEÓN MAGNO, Sermón 6 sobre la Cuaresma, 1).
476 El ayuno significa un dominio sobre nosotros mismos; significa ser exigentes en las relaciones con nosotros mismos; estar prontos a renunciar a las cosas, y no sólo a los manjares, sino también a goces y placeres diversos (JUAN PABLO II, Hom. 28-11-1979).
477 El ayuno riguroso es penitencia gratísima a Dios.-Pero, entre unos y otros, hemos abierto la mano. No importa –al contrario– que tú, con la aprobación de tu Director, lo practiques frecuentemente (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 231).
477b Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia (cfr. C/C can. 919). Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1387).
477c Quien vaya a recibir la santísima eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción del agua y de las medicinas (Código de Derecho Canónico, can. 919, & 1).