Padres de la Iglesia
ORÍGENES
Comentario al Cantar de los Cantares
LIBRO SEGUNDO (2)
Si no te conoces, tú, buena (o bella) entre las mujeres, sigue las huellas de los rebaños, y apacienta tus cabritos entre las tiendas de los pastores ( 1, 8)
De uno de los siete que la fama celebra entre los griegos como señeros en sabiduría, se ha transmitido, junto con otras, esta admirable sentencia: Conócete a ti mismo 180. Sin embargo, Salomón, que ya en nuestro prólogo mostramos que había precedido a todos ellos en tiempo, en sabiduría y en conocimiento de las cosas, dice lo mismo hablando al alma como a una mujer y con cierto tono amenazador: Si no te conoces a ti misma, oh bella entre las mujeres 181; si no reconoces que las causas de tu belleza están en el hecho de haber sido creada a imagen de Dios 182, por lo cual hay en ti tanto esplendor natural; y si no sabes lo bella que eras desde el principio, por más que ahora aventajes ya a las demás mujeres y entre ellas seas la única en ser llamada bella, con todo, si no te conoces a ti misma, quién eres, pues yo no quiero que tu belleza parezca buena por comparación con las menos bellas, sino que haya en ti correspondencia contigo misma y te pongas al nivel de tu propia dignidad; si no haces todo esto, yo te ordeno que salgas y camines sobre las últimas huellas de los rebaños, y que no apacientes ya ovejas ni corderos, sino cabritos 183, es decir, aquellos que por su depravación y su lascivia estarán a la izquierda del rey que preside en el juicio. Y cuando te haya introducido en mi regia cámara del tesoros y te haya mostrado cuáles son los bienes supremos, si no te conoces a ti misma, te mostraré también cuáles son los supremos males, para que de unos y de otros saques provecho, tanto por miedo a los males como por deseo de los bienes184. Efectivamente, si no te conoces a ti misma y vives ignorándote y sin aplicarte con ardor al conocimiento, es bien seguro que no tendrás tienda propia, sino que andarás merodeando por las tiendas de los pastores, y entonces, entre las tiendas de éste o de aquel pastor, apacentarás los cabritos, animal inquieto y errátil, carne de pecado 185. Ahora bien, esto lo sufrirás hasta que por la fuerza de las cosas y por experiencia propia comprendas lo malo que es para el alma no conocerse a si misma y su propia belleza, por la que aventaja a las demás, no a las vírgenes, sino a las mujeres, es decir, a las que han padecido la corrupción y no permanecieron en la integridad de su virginidad. Esto es lo que, después de todo cuanto había hablado la esposa y siguiendo el plan del drama, dice el esposo a la esposa con cierta gravedad conminatoria, tratando de animarla para que se aplique al conocimiento de si misma
Pero es lógico que ahora, como hicimos con lo demás, apliquemos también esto a Cristo y a la Iglesia, pues Cristo, hablando a su esposa, es decir, a las almas de los creyentes, estableció la cumbre de la salvación y de la dicha en el conocimiento de si mismo. Sin embargo, de qué manera el alma se conoce a si misma, creo que no se puede explicar ni fácil ni brevemente; con todo, intentaremos aclarar algunas cosas, entre las muchas que hay, según nuestras fuerzas
Mi opinión en este caso es que el alma debe abordar el conocimiento de si misma por doble camino: qué es ella misma verdaderamente y de qué manera se comporta; es decir, qué tiene en su substancia y qué en sus sentimientos, de suerte que pueda comprender, por ejemplo, si es de buenos o de malos sentimientos, de rectos o de torcidos propósitos; y en el caso de ser éstos ciertamente rectos, si tiene el mismo empeño para todas las virtudes, tanto de pensamiento como de obra, o bien solamente para las cosas necesarias y que están a mano. Y también si está en situación de progresar de modo que vaya creciendo por la comprensión de las cosas y por el aumento de las virtudes, o bien se ha parado y asentado en el punto al que pudo llegar. Además, si se dedica a cultivarse exclusivamente a sí misma, o bien se esfuerza por aprovechar a otros y aportarles un poco de utilidad, ya con la palabra de la doctrina, ya con los ejemplos de su obrar
En cambio, si reconoce que no es de buen sentimiento ni de recto propósito, en esto mismo podrá comprender si le falta bastante aún y anda lejos del sendero de la virtud, o bien si se encuentra ya en el camino mismo y se esfuerza por caminar con deseo de alcanzar lo que está delante y de olvidar lo que queda atrás 186, pero sin acercarse todavía; o bien si está próxima, ciertamente, pero no ha llegado aún a la perfección. Con todo, en este punto me parece que el alma que se conoce a si misma necesita saber si esos mismos males que obra los realiza por sentimiento y por gusto o bien por cierta fragilidad y como quien obra - según dice aquel - lo que no quiere, y hace lo que aborrece 187; y a su vez, si lo bueno lo realiza con buen sentimiento y recto propósito. Por ejemplo, si refrena su ira para con unos y en cambio le da rienda suelta para con otros, o bien la refrena siempre y no la muestra con ninguno en absoluto. De modo parecido también la tristeza: si en unos casos la espanta y en otros la acepta, o bien la rechaza de plano en todos los casos. Y lo mismo por lo que se refiere al temor y a todos los demás sentimientos que se oponen a las virtudes. Pero el alma que se conoce a si misma tiene todavía necesidad de saber si está muy ávida de gloria, o poco o nada en absoluto. Esto lo puede colegir ella comprobando si se complace en las alabanzas mucho, medianamente o nada en absoluto, y si en las injurias se entristece bastante, poco o nada en absoluto. Pero incluso en el dar y el recibir se refleja el alma que se conoce a si misma: si lo que reparte y ofrece lo reparte y lo ofrece con un sentimiento de comunicación y como quien se complace en que haya igualdad entre los hombre, o bien - como dice aquel - con tristeza y por obligación 188, o cuando menos buscando el agradecimiento de los que reciben o de los que se enteran. Mas también en el recibir: el alma que se conoce a si misma observará si lo que recibe la deja indiferente, o bien se goza en ello como en un bien. Pero el alma que nos ocupa habrá de examinarse a si misma también sobre el alcance de su espíritu, para saber si fácilmente le pone en movimiento el relato de cualquier cosa verosímil y se deja embaucar por la habilidad, la dulzura o la astucia de los discursos, o bien esto lo padece raramente o nunca en absoluto. Pero baste lo que hemos dicho sobre este género de conocimiento. Sin duda el que quiera otras comparaciones parecidas podrá recoger un sin número de ellas, por las cuales el alma probará que se conoce a si misma y que contempla su belleza, la que recibió a imagen de Dios en la creación, con tal que haya podido restaurarla y restablecerla 189. Esto es, pues, lo que enseña nuestro pasaje al alma, bajo la figura de la mujer, para que pueda conocerse a sí misma, y dice: Si no te conoces a ti misma 190, esto es, si no guías tus sentimientos con ayuda de las diversas indicaciones arriba mencionadas y si no eres capaz de discernir cada cosa: lo que debes hacer y lo que debes evitar, lo que te falta y lo que te sobra, lo que debes en mandar y lo que debes conservar; en cambio, si quieres obrar indiferentemente entre las otras almas de la vulgar vida de los hombres (entre las que aquí llama mujeres y entre las cuales tú eres bella por haber recibido ya los besos del Verbo de Dios y haber visto los secretos de su cámara del tesoro); si, repito, no te conoces a ti misma y en cambio quieres obrar indiferentemente como el vulgo común, sal y sigue las huellas de los rebaños 191, es decir: te estarás entre el resto del rebaño si, después de todo lo que se te ha confiado, eres incapaz de obrar algo egregio y de apartarte del trato gregario, por no conocerte a ti misma. Y estarás no sólo en el rebaño, sino en las huellas del rebaño: y es que vendrá a ser el último y postrero de todos 192 el que no comprendió sus preeminencias. Y por eso, en cuanto descuida la ciencia, necesariamente se verá zarandeada por todo viento de doctrina hacia el engaño de los errores 193, de suerte que plantará su tienda ahora junto a aquel pastor, es decir, maestro de la palabra, luego junto al otro; y así en todas partes andará en continuo vaivén apacentando, no ovejas, que son animales simples, sino cabritos - los sentidos lascivos e inquietos, dedicados al pecado - , y frecuentando la compañía de diversos maestros buscados expresamente para esto. Y tal será la pena para la culpa del alma que no se esfuerce en conocerse a sí misma y por seguir al único pastor que dio su vida por sus ovejas 194. Es éste un aspecto por el que el alma debe comprenderse a sí misma en sus sentimientos y en sus acciones. Pero hay otro aspecto más profundo y más difícil, por el que se manda al alma que, con todo, ya es bella entre las mujeres, conocerse a si misma. Si esto logra, puede esperar para sí todos los bienes; si no, que sepa ya que habrá de salir tras las huellas de los rebaños y apacentar los cabritos entre las tiendas de pastores que le son extraños. Ea, pues, comencemos a examinar también, según nuestra capacidad, este aspecto del conocimiento
La palabra divina dice a través del profeta: Haced brillar para vosotros la luz de la ciencia 195. Ahora bien, entre los dones espirituales, uno es el don mayor, el que otorga el Espíritu Santo: la palabra de ciencia 196, cuyo objetivo principal es el que en el Evangelio de Mateo se describe así: Nadie conoció al Hijo sino el Padre, ni al Padre lo conoció alguien, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiera revelarlo 197; en el de Lucas, así: Nadie sabe quién sea el Hijo, sino el Padre; y nadie sabe quién sea el Padre, sino el Hijo y a quien el Hijo quisiere revelarlo 198; en cambio, en el de Juan, está escrito: Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre 199; y en el Salmo XLV, se dice: Sosegaos, y conoced que yo soy Dios 200. Por consiguiente, el deber primordial de la ciencia es conocer la Trinidad; en segundo lugar, empero, conocer lo que ha creado, según lo que decía aquel: Pues él mismo me dio la verdadera ciencia de cuanto existe, de la substancia del mundo, de las propiedades de los elementos, del principio, del fin y del medio de los tiempos etc. 201. Por otra parte, además de estos conocimientos, el alma tendrá también cierto conocimiento de si misma, por medio del cual debe saber cuál es su substancia: si es corpórea o incorpórea, y si es simple o está compuesta de dos o de tres o incluso de varios elementos. Pero también, conforme a los problemas planteados por algunos, si ha sido creada o nadie en absoluto la ha creado; y, si ha sido creada, cómo ha sido creada: si, como algunos piensan, el semen corporal contiene ya su substancia y entonces su origen se transmite juntamente con el del cuerpo, o bien proviene de fuera ya perfecta y es introducida en el cuerpo preparado y formado ya en las entrañas de las mujer. Y si es así, entonces debe saber si viene recién creada, y en ese caso será creada tan pronto como aparece formado el cuerpo, hasta el punto de que pueda creerse que la causa de su creación fue la necesidad de animar el cuerpo; o bien, si fue creada mucho tiempo antes y se piensa que por alguna causa vino para asumir el cuerpo; y si se cree que se rebaja a éste por alguna causa, deber de la ciencia es también tratar de saber cuál pueda ser esa causa 202
Pero, además, debe investigarse si el alma se reviste del cuerpo una sola vez por todas y luego, cuando lo deja, no vuelve jamás a buscarlo, o bien, tras haberlo tomado y depuesto una vez, vuelve a tomarlo, y si, tomado por segunda vez, lo conserva siempre o se desprende nuevamente de él en algún momento. Y como quiera que, según la autoridad de las Escrituras, es inminente la consumación del mundo y entonces esta condición corruptible se transformará en incorruptible 203, no parece dudoso que, en la condición de la vida presente, el alma no puede venir al cuerpo segunda y tercera vez. Efectivamente, si se acepta esto, la consecuencia necesaria será que, al ir sucediéndose esos regresos al cuerpo, el mundo no conocerá un fin
Todavía debe el alma investigar más para conocerse: si existe algún orden o si hay algunos espíritus de su misma substancia, o si hay otros, no de la misma substancia, sino diferentes de ella, es decir, si existen también otros seres racionales como lo es ella, y otros carentes de razón; y si es su substancia la misma que la de los ángeles, pues se cree que lo racional no difiere en absoluto de lo racional. Y también: supuesto que no es tal por substancia, sino que lo es por gracia, si lo ha merecido, o bien, si no puede en modo alguno hacerse semejante a los ángeles, a no ser que esto se deba a una cualidad o a una semejanza de su naturaleza: y es que, al parecer, se puede recuperar lo que se ha perdido, pero no se puede conseguir lo que el Creador no haya otorgado desde el principio 204. Pero el alma, para conocerse a sí misma debe todavía seguir investigando si la virtud puede venir a ella y puede desaparecer; o bien, si es inmutable y, una vez adquirida, ya no se pierde jamás. Pero, ¿qué necesidad hay de traer a colación más instrumentos que hagan posible al alma conocerse a sí misma para evitar que, por su descuido en conocerse perfectamente, reciba la orden de salir siguiendo las huellas de los rebaños y apacentar los cabritos, y esto, no junto a su propia tienda, sino entre las tiendas de los pastores, siendo así que quien tenga voluntad de proseguir esta investigación podrá tomar de lo que ya hemos dicho abundantísimas ocasiones para, según sus posibilidades, ejercitarse en la palabra de la ciencia 205?
Sin duda alguna, todo esto se lo puede decir el Verbo de Dios al alma que, ciertamente va progresando, pero que no ha subido aún a la cima de la perfección. Esta alma, por el hecho de estar progresando, es llamada bella, sin embargo, para que pueda también llegar a la perfección, necesita de esta advertencia: si recorriendo cada uno de los interrogantes que hemos propuesto no se conoce a si misma y no ejercita vigilante en la palabra de Dios y en la ley divina, le tocará andar cosechando sobre cada punto opiniones bien diversas e ir a la zaga de hombres que no han hablado palabra notable ni que proceda del Espíritu Santo. Esto es, en efecto, lo que significa salir siguiendo las huellas de los rebaños, y lo mismo seguir la doctrina de quienes, ellos mismos, han permanecido siendo pecadores y no han podido ofrecer remedio alguno a los que pecan. Quien sigue a éstos, ciertamente parecerá que apacienta a los cabritos rondando alrededor de las tiendas de los pastores, es decir, de las diversas escuelas de los filósofos. Mira, pues, atentamente y más de lleno lo terrible que es cuanto se simboliza bajo esta figura. Sal -dice- siguiendo las huellas de los rebaños 206. Es como si hablara al alma que ya está dentro y apostada en el interior de los misterios pero que, por haber descuidado el conocerse a si misma y preguntarse quién es y qué y cómo debe obrar, o qué no debe obrar, se oye decir: Sal, como si por culpa de esta su desidia la enviara fuera el que preside. Así es un peligro tremendo para el alma el descuidar la ciencia y el conocimiento de si misma. Sin embargo, puesto que hemos expuesto un doble modo para conocerse el alma a sí misma, quizá le parezca a alguien que, según el primer modo, el alma que descuida examinar sus costumbres y acciones, indagar sus progresos y sondear sus pecados, es de razón que le diga: Sal, dando la impresión de arrojar fuera a la que estaba dentro. Pero en cambio, si la cosa ocurre según la otra versión, por la que dijimos que el alma debe conocer su naturaleza y su substancia, así como su condición presente, pasada y futura, entonces créase que el asunto es grave 207. En efecto, ¿qué alma encontraremos fácilmente de esta categoría, tan perfecta y tan poderosa que le resulten claras la razón y la comprensión de todos estos problemas? A esto podemos responder que la palabra que tenemos entre manos no va dirigida a todas las almas; el esposo no habla aquí a las doncellas ni a las demás mujeres ni a las ochenta concubinas ni a las sesenta reinas, sino a la única que entre todas las mujeres es llamada bella y perfecta 208. Por donde se pone de manifiesto que todo esto va dicho a cada una de las almas predilectas a las que Dios, junto con la gracia, dio mucha capacidad de sentir y de comprender, pero que, sin embargo, descuidan partes de las ciencias y no hacen el menor esfuerzo por conocerse a si mismas. Por eso las conmina a ellas la palabra divina: porque mucho se les exige a quienes mucho se da 209; y porque el humilde será digno de misericordia y de perdón, mientras los poderosos serán poderosamente castigados 210. Por consiguiente, oh alma que eres entre todas la más bella y la más sobresaliente, por ejemplo, en doctrina, si tú también te descuidas a ti misma y te empeñas en seguir ignorándote, ¿cómo podrán ser instruidos los que desean ser edificados, y cómo ser confundidos y refutados los contradictores? Por eso es justo que con cierto tono conminatorio se le diga: Sal siguiendo las huellas de los rebaños y apacienta tus cabritos entre las tiendas de los pastores 211
También se puede aducir para esto mismo aquello que escribe Moisés: si una mujer israelita comete adulterio, sea lapidada; pero si es hija de sacerdote, entonces quemada 212. Así, pues, parecerá justa la amenaza contra aquellos que, a pesar de su capacidad para la ciencia y el conocimiento, sin embargo, por desidia los descuidan: contra estos es justísima la indignación del esposo, pues sabe que la negligencia de uno sólo redunda en perjuicio de muchos 213. Una alma de esta índole, efectivamente, parecerá semejante a aquel que, habiendo recibido un denario, lo enterró para evitar que el amo del dinero sacase de él alguna ganancia 214; o bien, a aquel de quien se dice que Dios lo mató porque era un malvado, a saber, Onán, el cual, habiendo recibido el semen de la ciencia natural, lo desparramaba en tierra por mirar con malos ojos a la posteridad 215. También, si verdaderamente van dirigidas a la Iglesia, como ya dijimos arriba, estas palabras de conminación, por pastores habremos de entender los príncipes de este mundo 216, o bien los ángeles bajo cuyo cuidado están los restantes pueblos 217, ya sea porque la suerte lo dispuso, ya por algunas causas más particulares 218. Pero en cambio, si dicha amenaza se refiere a toda alma que descuida el conocerse a si misma, entonces por pastores debemos entender los sabios y maestros de este mundo, que enseñan la sabiduría de este mundo 219. En resumen, debe entenderse que el alma, sobre todo la que es buena y bella en los sentimientos y de talento despierto, necesita conocerse a si misma y empeñarse en tal conocimiento ejercitándose en la doctrina y aplicándose a las cosas divinas, y dejándose guiar en esto por el espíritu de Dios y por el espíritu de adopción 220. Ahora bien, si esta alma se despreocupa de si misma y abandona sus ocupaciones divinas, entonces por fuerza habrá de aplicarse a las aficiones mundanas y a la sabiduría de este siglo, y ser guiada nuevamente, por el espíritu de este mundo, en el temor. Es lo que señala el Apóstol cuando dice: Y nosotros hemos recibido, no el espíritu del mundo, sino el Espíritu que viene de Dios 221; y otra vez: Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para recaer en el temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! 222. Todo esto es cuanto se nos pudo ocurrir sobre el pasaje presente; ahora pasemos ya a los que siguen
A mi caballería, entre los carros del Faraón te he comparado, oh tú, que me eres tan cercana 223 ( 1, 9)
El sentido literal parece manifestar lo siguiente: Como en Egipto entonces, dice el esposo, cuando el Faraón, persiguiendo al pueblo de Israel, avanzaba con carros y caballería, y mi caballería (es decir, de mi esposo, el Señor) sobrepujaba con mucho a los carros del Faraón y era superior, puesto que los venció y hundió en el mar 224, así tú también esposa mía, que me eres tan cercana, sobresales por encima de todas las mujeres, hecha semejante a mi caballería que, comparada con los carros del Faraón, es ciertamente más poderosa y magnifica. Este me parece ser el orden del discurso y creo que en tal dirección apuntan las palabras
Pero veamos ahora si por ventura, siguiendo la interpretación mística, las almas que se hallan bajo el Faraón espiritual 225 y bajo los espíritus del mal 226 puede decirse que sean los carros del Faraón y sus cuadrigas, que él mismo guía y conduce para perseguir al pueblo de Dios y oprimir a Israel. Porque lo cierto es que las tentaciones y tribulaciones que los demonios suscitan a los santos, las suscitan valiéndose de algunas almas apropiadas y convenientes para eso. Subidos a ellas, como si fueran carros, hostigan y atacan, ora a la Iglesia de Dios, ora a cada uno de los fieles. Respecto de la caballería del Señor, sobre cuál sea esta su caballería, realmente en el Éxodo, donde son derrotados y hundidos en el mar los carros del Faraón, no hallamos nada escrito, a no ser únicamente que el Señor anegó en el Mar Rojo los carros del Faraón y todo su ejército 227. Sin embargo, en el libro cuarto de los Reyes 228 encontramos que Eliseo dice a su criado, asustado por la llegada de los enemigos, que habían venido con carros y caballería: No temas, porque hay más con nosotros que con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Señor, abre los ojos de este criado, para que vea. Y el Señor abrió sus ojos, y vio: el monte estaba lleno de gente a caballo, y carros de fuego habían descendido y rodeaban a Eliseo 229. Pero también en el profeta Habacuc leemos con toda claridad y evidencia acerca de la caballería del Señor, que monta en sus caballos; éstas son, pues, las palabras de la Escritura: ¿Acaso, Señor, te aíras contra los ríos y te enfureces contra los ríos, o lanzas tu ímpetu contra el mar? Porque montas en tus caballos y tu caballería es la salvación 230. Hay, pues, los caballos del Señor, en los que monta él mismo, y su caballería. Estos yo creo que no son otros que las almas que aceptan el freno de su disciplina y llevan el yugo de su dulzura, y que se dejan guiar por el espíritu de Dios: y en esto tienen su salvación
En el Apocalipsis de Juan, leemos que se le apareció un caballo y, sentado sobre él, uno que es fiel y veraz y que juzga con justicia, cuyo nombre es el Verbo de Dios. Dice, pues: Y vi el cielo abierto; y había un caballo blanco, y el que estaba sentado sobre él era llamado fiel y veraz y que juzga y pelea con justicia. Y sus ojos eran como llama de fuego, y en su cabeza, muchas diademas, con un nombre escrito que nadie más que él conocía. Y vestía un manto empapado en sangre, y su nombre era Verbo de Dios. Y su ejército estaba en el cielo, y le seguían en caballos blancos, vestidos de lino blanco y puro 231. Pero necesitamos que la gracia de Dios nos abra la significación de todo esto para que podamos entender qué nos indican estas visiones, quién pueda ser el caballo blanco, y quién el que está sentado sobre él, cuyo nombre es Verbo de Dios. Pues bien, quizás alguno diga que el caballo blanco es el cuerpo que el Señor tomó y que fue como vehículo del que en el principio estaba en Dios, Dios Verbo 232. Otro en cambio dirá que es el alma que tomó el primogénito de toda criatura 233, y de la que decía: Tengo poder para entregarla y tengo poder para tomarla de nuevo 234. Otro pensará que los dos a la vez, el cuerpo y el alma, como si el caballo se dijera que es blanco cuando no hay pecado. Pero todavía habrá un cuarto que dirá que el caballo blanco es la Iglesia - que también es llamada cuerpo suyo 235 - en cuanto que no tiene mancha ni arruga, y él la santificó para sí en el baño del agua 236. Pues bien, de acuerdo con estos puntos habrá que interpretar también cada uno de los que siguen: la milicia del cielo, el ejército del Verbo de Dios y cómo cada uno de los que siguen al Verbo de Dios montan caballos blancos y visten lino blanco y puro. Por esto Cristo compara y asemeja su Iglesia a este caballo blanco, por el que es transportado él mismo que se llama Verbo de Dios, o bien a esta caballería celeste que le sigue montada sobre caballos también blancos
Entre los carros el Faraón 237: podemos entenderlo en el sentido siguiente: cuanto esta caballería del Señor vence y sobrepuja a la caballería y carros del Faraón, tanto sobrepujas y vences tú, que eres bella entre las mujeres, a todas las demás almas que llevan todavía el yugo del Faraón y soportan a sus jinetes; o bien, que esta caballería mía, que por el baño del agua se tornó limpia, pura y blanca 238 y mereció llevar como jinete al Verbo de Dios, fue tomada de entre los carros del Faraón. De allí, efectivamente, proceden todos los creyentes, pues Cristo vino a este mundo para salvar a los pecadores 239. Por eso el sentido de este versículo puede aplicarse de esta manera: A mi caballería, que antes estuvo entre los carros del Faraón y que ahora me sigue en caballos blancos, purificada en el baño del agua, yo te comparo, a ti, que me eres tan cercana. Dichosas, pues, las almas que curvaron su espalda para recibir encima como jinete al Verbo de Dios y soportan su freno, de modo que pueda él llevarlos a donde quiera y los guíe con las riendas de sus mandamientos: porque ya no andan por propia voluntad, sino que en todo las lleva y las trae la voluntad del jinete. Y como quiera que la Iglesia está formada por la unión de muchas almas y el ejemplo de vida lo recibe de Cristo, quizá se pueda pensar que dicho ejemplo no lo ha recibido de la misma divinidad del Verbo de Dios, que ciertamente está muy por encima de todos los actos y sentimientos que deben darse como ejemplo a los hombres, sino que la misma alma que él asumió y en que reside la perfección misma 240 es la que se propone como ejemplo y a la que aquí describe: tú que me eres tan cercana 241; y ella es también a la que debe asemejarse la Iglesia, que está formada por la unión de muchas almas, es decir, de aquellos que anteriormente estuvieron bajo el yugo y entre los carros del Faraón y que son llamados: caballería del Señor. Ahora bien, de estas dos interpretaciones, tú que lees comprobarás cuál es la que mejor conviene al versículo propuesto
Qué hermosas se han vuelto tus mejillas, como de tórtola; tu cerviz, como collar ( 1, 10)
El orden del presente drama parece tener su lógica: después que el esposo se ha servido de una severa conminación a la esposa, asegurándole que, si no se conocía a si misma, habría de salir siguiendo las huellas de los rebaños y apacentar, no ovejas sino cabritos, ella, ante el rigor de la advertencia, se ruborizó, pero al esparcirse el rubor vergonzoso por su cara, había embellecido sus mejillas, destacando su hermosura mucho más que antes; y no solamente las mejillas, que también su cerviz se vio tan hermoseada que parecía engalanada con collares. La belleza de las mejillas se compara a las tórtolas, porque por esta ave se indica a la vez la franqueza del rostro y la diligencia. Tal es la interpretación literal del drama
Pero vayamos al grano. El apóstol Pablo, escribiendo a la Iglesia de Corinto, dice así: Pues tampoco el cuerpo es un solo miembro, sino muchos. Y si el pie dijera: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no va a ser del cuerpo? Y si la oreja dijese: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no va a ser del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas Dios puso cada miembro en el cuerpo como quiso 242. Y después de haber disertado mucho sobre esto, dice al final: Pues vosotros sois el cuerpo de Cristo y sus miembros, cada uno por su parte 243. Y escribiendo a los Efesios dice también: Sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres estén sujetas a sus maridos, como al Señor: porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia, y él es el Salvador del cuerpo. Así que, como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, como también Cristo amó a su Iglesia y se entrego a si mismo por ella, para santificarla limpiándola en el baño del agua, por la palabra, y presentársela gloriosa a si mismo, una Iglesia que no tuviese mancha ni arruga ni nada parecido, sino que fuese santa e inmaculada 244. Y un poco más abajo, dice: Porque nadie aborrecido jamás a su propia carne, antes bien la sustenta y regala, como también Cristo a su Iglesia, pues somos miembros de su cuerpo etc. 245
Por estas palabras se nos enseña que la esposa de Cristo, que es la Iglesia, es también su cuerpo y sus miembros. Por consiguiente, si oyes nombrar los miembros de la esposa, entiende por ello los miembros de la Iglesia. Entre ellos, como hay unos que se llaman ojos, indudablemente por la luz de la inteligencia y de la ciencia, y otros oídos, porque oyen la palabra de la doctrina, y otros manos, por las buenas obras y los servicios religiosos, así también hay otros, y se llaman las mejillas. Ahora bien, se llaman mejillas las partes del rostro en que se reconoce la dignidad y la modestia del alma: indudablemente, por ese apelativo se señala de entre los miembros de la Iglesia a aquellos que cultivan la dignidad de la castidad y del pudor. Por tanto, a través de ellos se dice a todo el cuerpo de la Iglesia: Qué hermosas se han vuelto tus mejillas 246. Y observa que no dijo: Qué hermosas son tus mejillas, sino: Qué hermosas se han vuelto tus mejillas, para hacer ver que antes no habían sido tan hermosas, pero que después de recibir los besos del esposo, y después que éste, que anteriormente hablaba por medio de los profetas, se hizo presente y limpió para si a la Iglesia con el baño del agua e hizo que no tuviera mancha ni arruga 247 y le dio facultad para conocerle a él, entonces sus mejillas se volvieron hermosas. Entonces, efectivamente, la castidad, el pudor y la virginidad, que antes faltaban, se fueron esparciendo por las mejillas de la Iglesia con magnifico esplendor. Con todo, este aspecto de las mejillas, es decir, del pudor y de la castidad, se compara a las tórtolas. Se cuenta que la naturaleza de las tórtolas es tal, que ni el macho se acerca más que a una sola hembra ni la hembra soporta más que a un solo macho, de modo que, si ocurre que el uno muere y el otro sobrevive, en éste muere a la vez que el cónyuge todo deseo de unión. Por tanto, la comparación de la tórtola se adapta convenientemente a la Iglesia, bien porque después de Cristo no conoce unión con ningún otro marido, bien porque en ella anda revoloteando, como si fuera de tórtolas, una gran abundancia de pudor y de castidad. En este mismo sentido debemos interpretar también la cerviz de la esposa
Indudablemente por ella debemos entender las almas que aceptan el yugo de Cristo, que dice: Tomad sobre vosotros mi yugo, porque mi yugo es suave 248. Por tanto, a su obediencia se la llama su cerviz. Por eso su cerviz se torna hermosa como un collar, y con razón. Efectivamente, a la que antes hiciera fea la desobediencia del pecado, ahora la hace hermosa y magnifica la obediencia de la fe. Por eso tu cerviz se ha vuelto hermosa como un collar: de hecho, en ambas expresiones se sobreentiende: se ha vuelto hermosa. Por collar, entiende aquí el conjunto de joyas engarzadas en cadena, que se suelen colgar de la cerviz, de donde arrancan y descienden a lo largo del cuello los demás aderezos. Por eso comparó la cerviz de la esposa al adorno mismo que se suele poner en la cerviz y el cuello249. Así lo hemos entendido. Dijimos que la cerviz significa sujeción y obediencia, porque la esposa toma sobre si, digamos, el yugo de Cristo, y presta obediencia a su fe. Por eso el adorno de su cerviz, o sea, de su obediencia, es Cristo. El fue, en efecto, el primero que se hizo obediente hasta la muertes y, como por la desobediencia de uno solo - es decir, de Adán - todos fueron constituidos pecadores, así por la obediencia de uno - esto es, Cristo - todos serán constituidos justos 250. Por eso, el adorno y el collar de la cerviz de la Iglesia es la obediencia de Cristo. Y no sólo eso: también la cerviz de la Iglesia, esto es, su obediencia, se hace semejante a la obediencia de Cristo, y ésta es el collar de la cerviz. Por consiguiente, grande es en esto la alabanza para la esposa, grande la gloria para la Iglesia, donde imitar su obediencia es igual que imitar la obediencia de Cristo, que es objeto de imitación por parte de la Iglesia. Esta misma especie de collar se menciona también en el Génesis como entregado por el patriarca Judá a su nuera Tamar, cuando se unió con ella creyéndola meretriz 251. Este misterio no resulta evidente para todos 252, por lo que se interpreta así: Cristo ha dado a la Iglesia, que él había reunido sacándola de la prostitución de múltiples doctrinas, estas prendas de la perfección futura, y le ha impuesto sobre la cerviz este collar de obediencia
Imitaciones de oro haremos para ti, con realces de plata, mientras el rey esté en su lecho ( 1, 11 - 12)
Dijimos arriba que este libro, compuesto a modo de drama, va desarrollando su trama por el cambio de personajes, y así parece que ahora estas palabras las dicen a la esposa los amigos y compañeros del esposo, los cuales, según la interpretación mística y según ya dijimos arriba, pueden interpretarse como ángeles o también como profetas o patriarcas. Efectivamente, no sólo cuando el Señor, tras su bautismo, de manos de Juan, fue tentado por el diablo en el desierto, los ángeles se le acercaron y le sirvieron 253, sino que ya le habían servido siempre, antes de su venida y presencia corporal. Porque ya la ley se dice que fue ordenada por los ángeles en mano del mediador 254. Y el Apóstol, escribiendo a los Hebreos, dice: Porque si la palabra dicha por los ángeles fue firme... 255. Por eso se les puso junto a la esposa, niña aún, como tutores y procuradores, con la ley por pedagogo 256, hasta que llegase la plenitud de los tiempos y enviase Dios a su Hijo, hecho de mujer, hecho bajo la ley 257, y entonces a la que estaba bajo tutores, procuradores y pedagogos - la ley - la condujera a recibir los besos del Verbo mismo de Dios, es decir, su doctrina y sus palabras. Por este motivo, antes que llegase el momento de todo esto, la esposa había sido honrada en muchas ocasiones por el servicio de los ángeles, que entonces se aparecían a los hombres y hablaban lo que la realidad y el tiempo exigían 258
No vayas a pensar que yo hablo de esposa o de Iglesia a partir de la venida del Salvador en la carne, sino desde el comienzo del género humano y desde la misma creación del mundo; es más, para remontarme de la mano de Pablo hasta el origen del misterio, antes incluso de la creación del mundo. Porque así dice Pablo: Según nos escogió en Cristo antes de la formación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en el amor, predestinándonos para ser adoptados hijos 259. Y en los Salmos se escribe: Acuérdate, Señor, de tu congregación, la que adquiriste desde el comienzo 260. En efecto, los primeros fundamentos de la congregación de la Iglesia se pusieron inmediatamente después del comienzo, lo que hace decir a Pablo que la Iglesia se edifica sobre el fundamento, no sólo de los apóstoles, sino también de los profetas 261. Entre los profetas, sin embargo, se enumera también a Adán, por haber profetizado el gran misterio referido a Cristo y a la Iglesia, cuando dijo: Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne 262. Es, pues, evidente que Pablo se refiere a esta frase al decir: Este misterio, grande es: mas yo lo digo con respecto a Cristo y a la Iglesia 263. Pero incluso cuando el mismo Apóstol dice: Así como Cristo amó a su Iglesia y se entrego a si mismo por ella, santificándola en el baño del agua 264, no indica en absoluto que la Iglesia no existiese antes, pues, ¿cómo hubiera podido amar a la que no existía? En realidad existía en todos los santos que habían vivido desde el comienzo del mundo. Vino, pues a ella, porque le amaba, y así también él participó de lo mismo 265, y se entregó a sí mismo por ellos 266. Ellos eran, efectivamente, la Iglesia que él amó para acrecentarla en número, honrarla con las virtudes y trasladarla de la tierra al cielo por el amor perfecto. Por este motivo, ya desde el comienzo la sirvieron los profetas y la sirvieron los ángeles. ¿Pues qué otra cosa ocurrió cuando tres hombres se aparecieron a Abrahán que estaba sentado junto a la encina de Mambré 267?, aunque esa aparición de ángeles manifestaba algo más que un servicio angélico: allí se revelaba, efectivamente, el misterio de la Trinidad 268. Esto mismo sucedía en el Éxodo cuando se dice que el ángel del Señor se apareció a Moisés entre llamas de fuego en la zarza, pues a reglón seguido se escribe que en el ángel había hablado el Señor y Dios, y a este Dios se le designa como el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob 269. Algunos herejes 270, al leer esto, dijeron que el Dios de la ley de los profetas es muy inferior a Jesucristo y al Espíritu Santo, y han llevado su impiedad a tal punto que, efectivamente, ponen la plenitud en Cristo y en el Espíritu Santo, y en cambio la imperfección y la debilidad en el Dios de la ley. Pero de esto, para otra ocasión. Ahora nuestro propósito es mostrar cómo los santos ángeles, que antes de la venida de Cristo cuidaban de la tutela de la esposa, niña todavía, son los amigos y compañeros del esposo, que parecen decirle a ella: Imitaciones de oro te haremos, con realces de plata, mientras el rey esté en su lecho 271. Así pues, indican que ellos no harán para la esposa objetos de oro (porque ni oro tenían que fuese digno de ser ofrecido a la esposa), sino que en vez de oro prometen hacer imitaciones de oro, y no una imitación, sino muchas. Lo mismo afirman también sobre la plata, solo que, como si tuvieran cierta cantidad de plata, aunque pequeña, prometen que le harán, no imitaciones, sino realces de plata, visto que no disponían de tanta cantidad de plata como para producir con ella una obra compacta y sólida, pero sí para hacer solamente realces, intercalando pequeños dibujos, como punteados, en el trabajo de imitación de oro que le harían. Estos son los adornos que hacen a la esposa los amigos del esposo, de que hablamos más arriba
Pero ¿qué secretos encierra en ellos? ¿Qué alcance tiene la misma novedad de la expresión? Oremos al Padre del esposo y Verbo omnipotente para que él mismo nos abra las puertas de este arcano y podamos ser iluminados no sólo para entender esto, sino también para darlo a conocer y explicarlo de acuerdo con la capacidad de los que lo leyeren, con un lenguaje espiritual moderado. En muchas ocasiones hemos demostrado que el oro es símbolo de la naturaleza invisible e incorpórea, mientras que la plata simboliza la facultad de la palabra y de la razón, según lo que dice el Señor por el profeta: Os di plata y oro, pero vosotros hicisteis Baales de plata y de oro 272, con lo cual quiere dar a entender que les dice: Os he dado el sentido y la razón con que pudierais percibir que yo soy Dios, y honrarme; pero vosotros habéis trastocado el sentido y la razón que hay en vosotros, para honrar a los demonios. Pero se dice también: Las palabras del Señor, palabras limpias, plata refinada en el fuego, 273; y en otro lugar se recuerda: Plata escogida es la lengua del justo 274. Y a buen seguro, los Querubines se dicen de oro 275, porque realmente significan plenitud de la ciencia de Dios. Y se manda también que en la tienda del testimonio se ponga un candelabro de oro macizo 276, el cual yo creo que es figura de la ley natural, en que está contenida la ley del conocimiento. Más, ¿para qué andar acumulando muchos testimonios, cuando todo el que quiera saber tiene a mano numerosos pasajes de la Escrituras en que se indica que el oro dice relación con el sentido y la razón; la plata, en cambio, con la palabra y el lenguaje? Ahora, pues, démonos prisa en examinar de qué manera, según lo que anunciamos de antemano, los amigos del esposo dicen que harán para la esposa imitaciones de oro con realces de plata. Pues bien, en vista de que la ley que fue ordenada por los ángeles en la mano de un mediador 277 contenía la sombra de los bienes venideros 278, pero no la imagen misma de las cosas 279, y que todo lo que acontecía a aquellos de quienes se habla en la ley les acontecía en figura 280 y no en la realidad 281, mi opinión es que todo esto fueron imitaciones de oro, que no oro verdadero. La razón es que debe entenderse el oro verdadero en relación con las realidades incorpóreas, invisibles y espirituales; en cambio, por imitación de oro, en que no está la realidad misma, sino la sombra de la realidad, deben entenderse estas cosas corpóreas y visibles 282. Por ejemplo, imitación de oro fue aquella tienda de la que dice el Apóstol: Porque no entró Jesús en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el mismo cielo 283. Por consiguiente, las cosas que hay en el cielo, invisibles e incorpóreas, son las verdaderas; en cambio, éstas que hay en la tierra, visibles y corporales, se dice que son imágenes de las verdaderas, pero no las verdaderas. Pues bien, éstas son las que se llaman imitaciones de oro, y entre ellas están: el arca de la alianza, el propiciatorio, los querubines, el altar del incienso, la mesa y los panes de la proposición; pero también el velo, las columnas, las trancas de las puertas, el altar de los holocaustos, el templo mismo y todo cuanto está escrito en la ley. Todas estas cosas eran imitaciones de oro. Más aún, el mismo oro visible, por ser visible, no era oro verdadero, sino imitación del oro verdadero, invisible. Estas, pues, son las imitaciones de oro que hicieron para la esposa - la Iglesia - los amigos del esposo, es decir, los ángeles y los profetas, que cumplieron su servicio en la ley y en los demás misterios. Creo que Pablo, por entenderlo así, decía: En el culto a los ángeles, en lo que ve, vanamente hinchado por su propio sentido carnal 284. Por eso la religión y el culto judíos son en su totalidad imitaciones de oro. Ahora bien, cuando uno se convierte al Señor y le arrancan el velo 285, entonces ve el oro verdadero: de este oro, los amigos del esposo, antes que él se presentase y se diera a conocer, hicieron imitaciones para la esposa, con el fin de que, incitada y estimulada por estas imitaciones, ansiase el oro verdadero. Esto es, efectivamente, lo que Pablo indica al decir: Y estas cosas acontecían en figura y fueron escritas por atención a nosotros, en quienes ha llegado el fin de los tiempos 286. Pero este fin de que habla Pablo no debes entenderlo en sentido temporal, porque el fin temporal alcanzará a muchos, en atención a los cuales no se escribieron estas cosas, ya que tampoco las entenderían de este modo. Por fin de los tiempos entiende más bien la perfección de las cosas, perfección que habían alcanzado Pablo y otros que se le parecen, y por ellos se escribieron estas cosas. Pues bien, hemos dicho en digresión todo esto, porque queríamos poner de manifiesto de qué manera los amigos del esposo dicen a la esposa que le harán imitaciones de oro con realces de plata, a saber: por medio de cuanto transmitieron por escrito en la ley y en los profetas, en figuras, imágenes, semejanzas y parábolas. Ahora bien, entre todo esto, existen también algunos pequeños realces de plata 287, es decir, indicios del sentido espiritual de la palabra y de la interpretación racional, aunque bastante raros y exiguos. Efectivamente, antes de la venida del Señor, apenas si algún profeta desveló en alguna ocasión una pizca del discurso oculto: por ejemplo, Isaías, cuando dice: La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y la casa de Judá, plantel amado 288; y de nuevo en otro lugar: Las muchas aguas son la muchedumbre de las gentes 289. Y Ezequiel, al nombrar a las dos hermanas Oholá y Oholibá, hace la distinción: una es Samaría; la otra, Judea 290. Y si queda aún alguna otra cosa aclarada por la interpretación de los propios profetas, todas ellas son realces de plata. Pero cuando vino el Salvador y Señor nuestro Jesucristo dando a conocer todo con la palabra de su poder 291, en su Pasión se dio ya un indicio de que todo cuanto se mantenía escondido y era secreto sería sacado a la luz y se haría manifiesto, por cuanto el velo del templo con que se ocultaba el santo de los santos y los misterios se rasgó de arriba a bajo 292, anunciando así que a la vista de todos quedaba lo que se había tenido escondido dentro. Así, pues, todo cuanto se nos había servido por medio de los ángeles y los profetas fue imitación de oro con pequeños y exiguos realces de plata. En cambio, lo que nos fue entregado personalmente por obra de nuestro Señor Jesucristo se fijó en oro verdadero y plata maciza
Evidentemente no se promete que las imitaciones de oro que hacen los amigos del esposo durarán para siempre, al contrario, ellos mismos se fijan un tiempo al decir: mientras el rey esté en su lecho (Ct 1, 12) 293. En efecto, cuando el rey, acostado, haya dormido como un león y como un cachorrillo de león, y luego el Padre lo haya despertado 294 y él resucite de entre los muertos, los que entonces se configuren con su resurrección ya no permanecerán en la imitación del oro, es decir, en el culto de las realidades corpóreas, sino que recibirán por ellas oro verdadero, al creer y esperar, no las cosas que se ven, sino las que no se ven 295, no las cosas de la tierra, sino las del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha del Padre 296, y dirán: Y si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no le conocemos así 297. Por este motivo no se servirán ya de pequeños realces de plata, sino de plata disponible a manos llenas. Efectivamente, escucharán 298 que en aquella imitación del oro, la piedra que se dice que seguía y daba de beber al pueblo, es Cristo; el mar es el bautismo; la nube, el Espíritu Santo; el maná, el Verbo de Dios; el cordero pascual, el Salvador; la sangre del cordero, la pasión de Cristo, y el velo que está en el santo de los santos y oculta las cosas divinas y secretas, su carne 299. Y otros incontables misterios irán manifestándose gracias a la resurrección, explicados, no ya con un pequeño realce, como antes, sino con amplísima exposición. Sin embargo, para que todavía resulte más clara la expresión: mientras el rey esté en su lecho 300, citaremos de la segunda profecía de Balaán lo que en ella se contiene referente a Cristo; dice así: Nacerá una estrella de Jacob y un hombre saldrá de su descendencia y dominará sobre muchos pueblos; será ensalzado como Gog su reino y crecerá su reino. Dios lo sacará de Egipto, como gloria de unicornio, y devorará a las gentes sus enemigas, desmeollará sus huesos, y las asaeteará con su flechas. Echando, reposará como un león, y como cachorro de león. ¿Quién lo despertará? 301. Considera, pues, con mayor atención todo esto y mira cómo se recuerda que toda imitación de oro perdura hasta el tiempo postrero, es decir, mientras el rey descansa. Después será ensalzado como Gog - esto es, sobre los tejados - su reino, a saber, cuando sea trasladado de la tierra a las moradas del cielo. Pero todo esto lo hemos tratado ya con más amplitud, según Dios nos dio a entender, en el comentario al libro de los Números. Indaguemos si realmente también a los santos padres y a los profetas, que suministraron la palabra antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo, les fue otorgada la gracia de esa perfección que es de oro verdadero, o bien ellos solamente comprendieron que estas cosas ocurrirían, y sólo en espíritu previeron que vendrían 302; y también si cuando el Señor dijo de Abrahán que había deseado ver su día, que lo había visto y se había regocijado 303, lo dijo sólo porque Abrahán previó en espíritu que esto sucedería. Pero este planteamiento quizá lo confirme aún mejor aquel pasaje que dice: Muchos justos desearon ver lo que vosotros estáis viendo, y no lo vieron; y oír lo que estéis oyendo, y no lo oyeron 304. Con todo, ni siquiera a ellos pudo faltarles la perfección que procede de la fe, pues, efectivamente, lo que nosotros creemos que ya está realizado ellos creían con mayor expectación que habría de realizarse. Por eso, de la misma manera que desde la venida de Cristo la fe de lo acontecido condujo a los creyentes a la cima de la perfección, así también a aquellos los condujo a la cima de la perfección la fe de lo que habría de acontecer 305. Si referimos la interpretación a cada alma en particular, aparecerá que, mientras el alma es todavía niña e imperfecta y está puesta bajo tutela de tutores y curadores 306, bien sean los doctores de la Iglesia, bien los ángeles de los que se dicen que son custodios de los niños y están siempre viendo la faz del Padre que está en los cielos 307, para ella sólo se hacen imitaciones de oro, ya que no se alimenta con los fuertes y sólidos manjares del Verbo de Dios, sino que es educada a base de semejanzas, como si dijéramos que es instruida a base de parábolas y ejemplos, en razón de los cuales se dice que Cristo crecía en edad, en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres 308. Por eso se educa en estas imitaciones y se hacen para ella pequeños realces de plata. Efectivamente, de cuando en cuando se abre para los educandos algunos pequeños y raros resquicios de los más secretos misterios, para hacerles concebir el deseo de revelaciones más importantes: porque no se puede desear nada que se desconoce por completo. Por consiguiente, de la misma manera que a los principiantes y que están en los rudimentos no se les puede revelar todo de golpe, así tampoco se les debe ocultar por completo los misterios espirituales, sino que, como dice la palabra divina, se deben hacer para ellos realces de plata y se deben prender en sus almas algunas chispas de comprensión espiritual, para que de alguna manera vayan tomando el gusto a la dulzura que deben desear, no sea que, como dijimos, si la ignoran por completo, no la deseen en absoluto. Sin embargo, en cuanto al hecho de que llamemos niña al alma, que nadie lo tome como si dijéramos que es niña según la substancia: llamamos niña al alma que carece de instrucción y en la que es débil la capacidad de comprender y mínima la experiencia
Conviene, en consecuencia, que esto se dé mientras el rey está en su lecho 309, es decir, mientras dicha alma va progresando hasta el punto de comprender al rey y tenerlo descansando dentro de ella misma. Porque así dice este rey: Pondré mi morada en ellos y andaré entre ellos 310; en realidad, entre aquellos que presentan al Verbo de Dios una tal anchura de corazón, que incluso pueda decirse que él se pasea por ellos, es decir, por espacios de compresión más amplia y de conocimiento más dilatado. Por eso se dice que descansa así en el alma, en aquella indudablemente de la que el mismo Señor dice por medio del profeta: ¿Sobre quién descansaré, si no es en el humilde y manso y que tiembla ante mi palabra? 311 Por eso este rey, que es el Verbo de Dios, tiene su lecho en el alma que ha llegado ya a la perfección, con tal, sin embargo, que en ella no haya pecado alguno y, en cambio, esté llena de santidad y llena de piedad, de fe, de amor, de paz y de todas las virtudes: entonces, efectivamente, place al rey acostarse y tener en ella su yacija. A esta alma se dirigía el Señor cuando decía: Yo y mi Padre vendremos y comeremos con él y haremos morada en él 312. Ahora bien, ¿por qué no iba Cristo a descansar allí donde come con el Padre y donde hace su morada? ¡Dichosa la amplitud de aquella alma y dichoso el camino pavimentado de aquella mente donde el Padre y el Hijo y sin duda el Espíritu Santo descansan, comen y hacen morada! ¿Con qué medios y con qué recursos crees que se mantiene a tales convidados? Allí la paz es el primer manjar; la humildad se sirve a la vez que la paciencia; también la mansedumbre y la apacibilidad, y la suma de toda suavidad: la pureza de corazón. Sin embargo, en este banquete el puesto principal lo ocupa el amor. Y así es como en esta tercera interpretación hemos podido referir también a cada alma aquello que dijo: Imitaciones de oro te haremos, con realces de plata, mientras el rey esté en su lecho 313
Mi nardo exhaló su olor (o bien: el olor de él) ( 1, 12)
En la representación del drama, parece darse a entender que, después de aquellas palabras, la esposa entró donde estaba el esposo y lo ungió con sus perfumes, pero de una forma maravillosa: como si el nardo, que antes, mientras estaba en la esposa, no había dado olor, hubiera exhalado su fragancia en seguida que tocó el cuerpo del esposo, tanto que pareció que éste no recibía del nardo el olor, sino al revés, que el nardo lo recibía del propio esposo. Pero si leemos según la variante que aparece en otros ejemplares: Mi nardo exhaló el olor de él, entonces descubrimos algo todavía más divino, a saber, que este perfume de nardo con que fue ungido el esposo tomó no sólo su olor natural de nardo, sino también el olor del propio esposo, y este olor es el que hizo percibir a la esposa, de modo que ésta recibió en el perfume con que le ungió y gracias a él la fragancia del esposo. Parece como si la esposa dijera: Mi nardo, con el que ungí a mi esposo, al retornar hacia mí, me trajo el olor del esposo y, como si su propio olor natural quedase superado por la fragancia del esposo, me trajo esta misma fragancia. Esta es la explicación del drama en su sentido literal; pasemos ahora ya a su interpretación espiritual
Representemos aquí a la esposa - Iglesia en la persona de María, de la que oportunamente se dice que trae consigo una libra de perfumes de nardo puro muy caro, unge los pies de Jesús y los enjuga con sus propios cabellos 314, y así gracias a su cabellera, recibe y recupera para sí el perfume, impregnado ahora de la calidad y virtud del cuerpo de Jesús; al atraer hacia ella, no tanto el olor del nardo, gracias al perfume, como el olor del mismo Verbo de Dios, gracias a sus propios cabellos con los que le enjugaba los pies, puso también sobre su cabeza la fragancia no tanto del nardo, como de Cristo, y podía decir: Mi nardo, derramado en el cuerpo de Cristo, devuelve el olor de éste. Seguidamente mira cómo se narra esto: María tomó una libra de perfume de nardo puro, muy caro, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con su cabellera; y toda la casa - añade - se llenó del olor del perfume (Jn 12, 3) 315. Esto indica ciertamente que el olor de la doctrina que procede de Cristo y la fragancia del Espíritu Santo llenaron toda la casa de este mundo y la casa de toda la Iglesia. O bien, cuando menos llenaron toda la casa del alma que tomó parte en el olor de Cristo ofreciendo primero el don de su fe, como perfume de nardo, y luego recibiendo por esto la gracia del Espíritu Santo y la fragancia de la doctrina espiritual. Por eso, ¿qué más da que en el Cantar de los Cantares sea la esposa la que unge con perfume al esposo, y en el Evangelio unja la discípula al Maestro y María a Cristo, pues ella espera, como dijimos, que desde ese perfume vuelva a ella el olor del Verbo y la fragancia de Cristo, y por eso mismo puede decir: Somos buen olor de Cristo para Dios? 316 Y como quiera que este perfume estaba lleno de fe y de preciosos sentimientos, por eso Jesús atestiguó a su favor diciendo: Ha hecho una buena obra conmigo 317. Y también en el Cantar de los Cantares, después de bastantes versículos; se aceptan los brotes de la esposa como aquí se acepta la acción de María: Tus brotes, un paraíso con fruto de árboles frutales, alheña con nardos, nardo y azatrán 318. Por tanto aquí se aceptan los brotes y los dones de la esposa. Por cierto, también hemos observado que en estas palabras que acabamos de mencionar el nardo aparece primero en plural, y después en singular; creo que la expresión se atiene al criterio siguiente: el comerciante del reino de los cielos primero negocia con muchas perlas, hasta que topa con una que es preciosa 319. Y quizá lo que dice: Tus brotes, un paraíso con fruto de árboles frutales, indica que aquellos frutos, con muchos nardos, que producíamos gracias a las instrucciones y a la doctrina de los profetas, mientras que, con la doctrina del mismo Señor nuestro Jesucristo, nuestros brotes y dones no producen muchos nardos, sino uno sólo 320
Pero volvamos ahora a la esposa, que dice: Mi nardo exhaló su olor 321, y a ver si también en este pasaje que nos ocupa podemos entender que, si alguna vez somos capaces de hacer una exposición integra y ajustada sobre la divinidad de Cristo, y de refrendar con afirmaciones apropiadas su poder y su majestad, entonces acaso pueda con razón decir la Iglesia aquella, o bien el alma, que así podrá exponer abiertamente su gloria: Mi nardo exhaló su olor 322. Y no debe extrañar si Cristo, lo mismo que es manantial y de él fluyen ríos de agua viva, y lo mismo que es pan y da la vida eterna 323, así también es nardo que exhala su olor y perfume que hace cristianos a los que unge con él, como dice el Salmo: No toquéis a mis cristos 324. Y quizá, según lo que dijo el Apóstol, en quienes tienen los sentidos ejercitados en discernir el bien y el mal 325, Cristo se convierte en objeto total y singular para cada uno de los sentidos del alma 326, y por eso se llama: verdadera luz 327, para que los ojos del alma tengan con qué ser iluminados; palabra 328, para que los oídos tengan qué oír; también pan de vida 329, para que tenga qué gustar el gusto del alma. Pues bien, por eso, así mismo, se le llama perfume o nardo: para que el olfato del alma tenga la fragancia del Verbo. Y por lo mismo se dice también de él que es palpable, que se le puede tocar con la mano, y que es el Verbo hecho carne 330: para que la mano interior del alma pueda palpar la palabra de la vida. Todas estas cosas vienen a ser el único y mismo Verbo de Dios, quien, trocado en cada una de ellas por los afectos de la oración, no deja un solo sentido del alma privado de su gracia 331
Bolsita de áloe bien atada 332 es mi amado (o mi sobrino 333), para mi: Entre mis pechos permanecerá (o posará) ( 1, 13)
Por lo que parece, son todavía palabras de la esposa, que habla a las doncellas. Primero había dicho, efectivamente, que su nardo había dado su olor al esposo y que, gracias al perfume con que le había ungido, ella había recibido la fragancia de su olor. Pero ahora dice: mi amado exhala gota de áloe para mí, es decir, no esparcido ni - si se prefiere - desparramado, sino atado y estrechamente apretado, para que el olor del mismo perfume se hiciera más denso y penetrante y este olor tal cual, dice, permanece y se queda entre mis pechos y hace su descanso y su mansión en el lugar de mi pecho. Sin embargo, en cuanto al hecho de que la esposa ha llamado ahora por primera vez al esposo sobrino (amado) y que a lo largo de casi todo el libro se utiliza frecuentemente este apelativo, me parece que lo propio es que en primer lugar busquemos la causa de tal denominación y expliquemos de dónde y por qué se dice sobrino. Sobrino se llama al hijo de un hermano. Indaguemos, pues, en primer lugar, quién es el hermano de la esposa del que éste es hijo. Podemos decir que la esposa es ciertamente la Iglesia que proviene de los gentiles; su hermano es en realidad el pueblo primero, y hermano, claro está, mayor 334. Y como quiera que Cristo según la carne nace de aquel pueblo 335, por eso la Iglesia de los gentiles le llama hijo del hermano. Por lo que hace a la expresión: Bolsita de áloe bien atada es mi sobrino para mi 336, indica el misterio del nacimiento corporal de Cristo. Efectivamente, el cuerpo parece en cierto modo que sea una especie de ligadura y vínculo del alma, y, en Cristo, esa atadura mantiene amarrada la gota de áloe de su poder y bondad divinas 337. Pero, si todo eso lo referimos a cada una de las almas, entonces por bolsita de áloe bien atada entendemos la cohesión y compacidad del contenido de las doctrinas y la trabazón de los pensamientos divinos: efectivamente, los principios de la fe están fuertemente ligados entre sí y amarrados por los lazos de la verdad. Así mismo la ley dice que es puro el vaso que está atado, pero impuro el que estuviere suelto, no atado. Y de esto era figura el hecho de que Cristo, en quien nunca hubo suciedad alguna de pecado, fuera llamado bolsita de áloe bien atada. Y por eso el alma no debe tocar nada que esté suelto y que no esté sostenido por la razón y trabado por la verdad de las doctrinas, para no convertirse en inmunda, porque efectivamente, el que toque algo inmundo, inmundo será, según la ley 338, ya que a él lo habrá tocado un sentimiento irracional y ajeno a la sabiduría de Dios, y lo convertirá en inmundo
Pero mira también si acaso podemos entender que el Hijo de Dios, encarnado, es llamado gota de áloe 339 como si con ello se expresara algo pequeño y exiguo, en el sentido de lo que dice Daniel acerca de él: que era una piedrecita desprendida del monte sin intervención de mano alguna y que luego se convirtió en una gran montaña 340; o como en el libro de los doce profetas se dice que será la gota la que congregará al pueblo; efectivamente, así está escrito en los profetas: Y ocurrirá que de la gota de este pueblo será congregado Jacob 341. Y es que convenía que el que venía a reunir no sólo a Jacob sino también a todos los gentiles, que, como dice el profeta, fueron considerados como la gota de una herrada 342, anonadándose de su forma divina 343, él mismo se hiciera gota para así venir y congregar la gota de los gentiles y además la gota del resto de Jacob. Por otra parte, en el Salmo XLIV se dice al amado, al que también se aplica el Salmo: Mirra, gota de áloe y casia exhalan tus vestidos 344. Efectivamente, de los vestidos del Verbo de Dios, que son la doctrina de la sabiduría, proceden: la mirra, como signo de la muerte aceptada en favor del género humano; la gota de áloe, despojada - según dijimos arriba - de la forma de la divinidad, como dignación de asumir la forma servil; y la casia, porque esta clase de hierba, dicen, se nutre y robustece en agua constante, y por eso indica la redención del género humano otorgada por medio de las aguas del bautismo. Así pues, la esposa, cual si hablara en un drama nupcial, dice que su amado, bolsita de áloe bien atada, ha posado entre sus dos pechos: como ya indicamos arriba, por pechos se entiende la parte principal del corazón en que la Iglesia tiene a Cristo, y el alma al Verbo de Dios, bien atado y sujeto con las ligaduras de su deseo, pues solamente podrá recibir el olor de la fragancia y suavidad del Verbo de Dios quien le tenga bien sujeto en su corazón con todo su afecto y con todo su amor
Racimo de alheña es mi amado para mi, en las viñas de Engadí (1, 14)
Por lo que atañe a la interpretación literal, hay alguna ambigüedad en la expresión: Racimo de alheña es mi amado para mi; efectivamente, la uva florida también se dice alheña, y la alheña, por su parte, es un arbusto que produce un fruto florido semejante a la uva florida 345. Sin embargo, la frase parece más bien referirse al fruto de la vid, puesto que se menciona a las viñas de Engadí. Ahora bien, Engadí es una campiña de Judea, abundante no tanto en viñas como en bálsamos. Tal es, pues, el sentido literal de cuanto la esposa dice a las doncellas, entendido como sigue: Primero: Mi nardo me ha traído el olor de mi esposo; luego: Bolsita de áloe bien atada se ha hecho para mí mi amado, que posa entre mis pechos; y en tercer lugar: Racimo de alheña de las viñas de Engadí, que supera a cuanto de suave existe entre los olores y las flores. Todo ello para hacer que las doncellas, al oírlo, se sientan más y más impulsadas al amor y deseo del esposo. En cuanto a la razón de enumerar separadamente y por orden: Primero su nardo, luego la bolsita de áloe y por último el racimo de alheña, es porque mediante esa gradación quiere dar a entender ciertos progresos del amor. Pero veamos ya cuál es el sentido espiritual. Si suponemos que el llamado racimo se refiere al fruto de la vid, entonces lo interpretamos en el sentido de que de la misma manera que el Verbo de Dios se dice sabiduría, virtud, tesoro de ciencia y otras muchas cosas, así también se dice vid verdadera 346. En este caso, de la misma manera que el Verbo a aquellos para quienes se hace sabiduría y ciencia no los convierte en sabios y ricos en ciencia y virtudes repentinamente, sino siguiendo cierto progreso gradual, adecuado a la aplicación, a la intención y a la fe de los que participan de él en la sabiduría, en la ciencia o en la virtud, así también en aquellos en quienes se hace vid verdadera no les produce repentinamente racimos maduros y dulces, ni en un instante se les convierte en delicioso vino que alegra el corazón del hombre 347, sino que antes produce para ellos solamente el delicado aroma de la flor, para que la gracia de su propia fragancia se introduzca en los comienzos del alma de modo que luego pueda ésta soportar la crudeza de las tribulaciones y pruebas que por causa del Verbo de Dios se suscitan contra los creyentes 348. Y así, finalmente, les ofrece la dulzura de su madurez, hasta que los lleve al lagar donde se derrama la sangre de la uva, la sangre de la Nueva Alianza, para ser bebida el día de la fiesta en la planta superior, donde está preparada una gran mesa 349. Así pues, es necesario que a través de cada uno de estos grados de progreso vayan caminando aquellos que, iniciados por medio del sacramento de la vid y del racimo de alheña, son llevados a la perfección y se empeñan en beber el cáliz de la Nueva Alianza recibido de Jesús
Pero si hemos de entender por alheña el arbusto de su especie, cuyo fruto y cuya flor dícese que posee no tanto suavidad de olor como fuerza para calentar y animar, entonces indudablemente se interpreta como fuerza del esposo que hace a las almas entrar en calor respecto de su fe y de su amor a él, la misma que inflamaba a aquellos que decían: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros, mientras nos explicaba las Escrituras? 350. O bien se dice que este racimo florido proviene de las viñas de Engadí, y por otra parte Engadí se traduce: el ojo de mi prueba; pues bien, si alguien logra comprender cómo, sobre la tierra, la vida del hombre es prueba 351 y comprende cómo en Dios se libra de la tentación y reconoce la naturaleza de su prueba hasta el punto de poder decirse de él: En todo esto no pecó con sus labios delante de Dios 352, para éste, el Verbo de Dios se hace racimo de alheña de las viñas de Engadí. Debe, sin embargo, notarse que las palabras de la esposa están referidas de tal manera que el nardo, la bolsita de áloe bien atada y el racimo de alheña le pertenecen a ella sola, como es natural en quien ha alcanzado ya estos progresos. Efectivamente, solamente es perfecta el alma que tiene su sentido del olfato tan puro y limpio que puede percibir la fragancia del nardo, de la gota de áloe y de la alheña, que proceden del Verbo de Dios, y penetrarse de la gracia del olor divino
Notas
180 Esta famosa sentencia, esculpida en el frontón del templo de Apolo, en Delfos, la atribuye la leyenda al sabio Quilón
181 Ct 1, 8
182 Gn 1, 27
183 Mt 25, 33
184 Ct 1, 4
185 En Orígenes, el cabrito siempre es símbolo negativo, en contraposición del simbolismo positivo de la oveja
186 Cf. Flp 3, 12 - 14
187 Rm 7, 15
188 Col 9, 7
189 El hombre fue creado a imagen de Dios (precisamente por Logos); el pecado ha empañado profundamente esta imagen, y el hombre debe ir restaurándola gradualmente mediante la purificación y la ascesis
190 Ct 1, 8
191 Ct 1, 8
192 Mt 19, 30
193 Ef 4, 14
194 Jn 10, 11
195 Os 10, 12
196 1Co 12, 8
197 Mt 11, 27
198 Lc 10, 22
199 Jn 10, 15
200 Sal 46, 11
201 Sb 7, 17 s. El griego Orígenes considera el proceso de perfeccionamiento interior de manera algo intelectualista, sobre todo como crecimiento continuo en el conocimiento de los misterios del mundo y, luego, de Dios también
202 Este pasaje y el que sigue reflejan las disputas que desde hacía siglos bullían en las escuelas de la filosofía griega acerca de la naturaleza y del origen del alma. Orígenes acusó fuertemente esta problemática: en la línea platónica, él propende a considerar al alma como preexistente al cuerpo e introducida en él como consecuencia de un pecado inicial
203 1Co 15, 53
204 Es decir: el alma, al final del proceso de perfeccionamiento interior, retornará a su condición primera de semejanza con Dios en que fue creada; cf. también supra, n. 189
205 1Co 12, 8
206 Ct 1, 8
207 Es decir, que es mucho más difícil conocer la naturaleza del alma que los principios del comportamiento moral. Por eso aquí Orígenes reserva en seguida este conocimiento, más difícil, para el alma que ya ha progresado en la perfección
208 Ct 6, 8 s
209 Lc 12, 48
210 Sb 6, 6
211 Ct 1, 8
212 Lv 20, 10; 21, 9
213 1Co 12, 26
214 Mt 25, 18
215 Gn 38, 9
216 1Co 2, 6
217 Dt 32, 8 - 9
218 Cf. supra, n. 151. La causa de las desigualdades entre hombre y hombre y entre pueblo y pueblo Orígenes la hace recaer, no en la suerte, sino en las consecuencias del comportamiento de cada una de las almas en la fase inicial, después de su creación y antes de ser incorporadas al mundo terrestre. El Logos decretó el castigo y la incorporación de tal manera que ambos constituyesen el punto de partida para la purificación y la redención. Ver también supra, n. 121
219 1Co 3, 19
220 1Co 2, 12; Rm 8, 15
221 1Co 2, 12
222 Rm 8, 15
223 La expresión quiere simplemente señalar a la amada. Pero Orígenes, en su interpretación, se basa más veces justamente en el concepto de proximidad: por eso hemos traducido fielmente
224 Ex 14, 7 ss
225 Es decir, el diablo
226 Ef 6, 12
227 Ex 14, 27
228 Otro ejemplo típico de interpretación de la Escritura por medio de la Escritura: en el pasaje del Éxodo no se habla de la caballería divina. pero el concepto se toma de otros pasajes del A. T
229 2R 6, 14 ss
230 Ha 3, 8
231 Ap 19, 11 ss
232 Jn 1, 1
233 Col 1, 5
234 Jn 10, 18. Orígenes, al tratar de la encarnación, insiste varias veces específicamente sobre el alma asumida por Cristo, a la que atribuye un significado particular, precisamente en relación con los hombres: ver además infra. n. 241
235 Col 1, 24
236 Ef 5, 27. 26. Ante todas estas interpretaciones alternativas, no debemos tanto pensar en otras tantas exégesis como en diversas interpretaciones propuestas por el mismo Orígenes
237 Ct 1, 9
238 Ef 5, 26
239 1Tm 1, 15
240 Orígenes propone varias veces al alma asumida por Cristo como modelo de perfección en el que todo cristiano debe inspirarse
241 Ct 1, 9
242 1Co 12, 14 ss
243 1Co 12, 27
244 Ef 5, 21 - 27
245 Ef 5, 29 s
246 Ct 1, 10
247 Ef 5, 26 s
248 Mt 11, 29 s
249 Flp 2, 8
250 Rm 5, 19
251 Gn 38, 11 ss
252 El episodio de Judá y Tamar, nada edificante en su sentido literal, se interpretaba por lo común en sentido tipológico, como figuración de la unión de Cristo con la Iglesia ( = meretriz en cuanto que provenía de la condición pecadora)
253 Mt 4, 11
254 Ga 3, 19
255 Hb 2, 2
256 Ga 4, 2; 3, 25
257 Ga 4, 4
258 Orígenes se está refiriendo a las múltiples apariciones de ángeles de que se habla en el Génesis y en otros libros del A.T. Ellos también, junto con la ley y los profetas, han desempeñado la acción propedéutica que fue preparando la venida de Cristo, según el concepto de revelación progresiva a que aludíamos en la Introducción
259 Ef 1, 4 ss
260 Sal 74, 2
261 Ef 2, 20. Sobre el concepto de Iglesia en Orígenes, cf. n. 10 de la Introducción
262 Gn 2, 24
263 Ef 5, 32
264 Ef 5, 25 s
265 Hb 2, 14
266 Ga 2, 20
267 Gn 18, 1 s
268 Este pasaje - desde aunque hasta aquí - es con toda seguridad una interpolación de Rufino: la interpretación trinitaria de los tres hombres que se aparecen a Abrahán junto a la encina de Mambré no es anterior a finales del s. IV. Orígenes, en otras partes, refiere las apariciones al Logos acompañado por dos ángeles.
269 Ex 3, 2 ss
270 Evidentemente se trata de los gnósticos, cf. n. I de la Introducción
271 Ct 1, 11 - 12
272 Os 2, 8
273 Sal 12, 7
274 Pr 10, 20
275 Ex 25, 18
276 Ex 25, 31
277 Ga 3, 19
278 Hb 10, 1
279 Aquí y en algún otro punto, Orígenes distingue la sombra de que habla Hb 10, 1, de la imagen, y considera a ésta superior a aquella; pero con frecuencia los dos conceptos coinciden prácticamente
280 1Co 10, 11
281 El pasaje está entendido en el sentido de que las prescripciones de la ley tenían ciertamente un valor real, incluso tomadas a la letra, pero sobre todo eran prefiguraciones de las realidades traídas por el N.T. y en tal sentido, su más auténtica realidad era espiritual
282 En todo el texto que sigue, es evidente la mentalidad platonizante de Orígenes, quien sistemáticamente interpreta todo pormenor de la ley relacionándolo con una realidad ideal de la que sólo son pálido reflejo aquellas prescripciones literales y aquellos objetos materiales
283 Hb 9, 24
284 Col 2, 18: Dar excesiva importancia a los elementos materiales - prácticos, ascéticos y culturales - es dársela a las potestades celestes que los dominan.
285 2Co 3, 16
286 1Co 10, 11
287 En comparación con los objetos que no son de oro, sino imitaciones de oro, la plata es superior, puesto que es auténtica: por eso es símbolo de un conocimiento real, aunque limitado, de los misterios respecto de los cuales la letra de la ley sólo era símbolo y prefiguración (= imitaciones de oro)
288 Is 5, 7
289 Ap 17, 15; Is 8, 7. En realidad, Isaías sólo habla de aguas; en cambio, la referencia de las aguas a los pueblos es del Apocalipsis, libro del N.T. Orígenes ha hecho una contaminatio de los dos pasajes
290 Ez 23, 4
291 Hb 1, 3
292 Mt 27, 51
293 Ct 1, 12
294 En 49 - 9
295 Rm 8, 25; 2Co 4, 18
296 Col 3, 2. 1
297 2Co 5, 15. Orígenes entiende este pasaje paulino en concordancia con su idea del valor propedéutico de la encarnación de Cristo (cf. n. 89 del lib. 1): cuando el cristiano es simple, principiante, conoce a Cristo solamente según la carne por él asumida; pero, a medida que progresa, va poco a poco dejando al encarnado para adherirse al Logos divino
298 En las líneas que siguen, Orígenes enumera las principales tipologías veterotestamentarias propuestas ya en el N.T. como muestras del conocimiento de los misterios divinos reservado a los perfectos
299 1Co 10, 1 ss.; Jn 6, 31 ss.; 1, 29; Ap 7, 14; Hb 10, 20
300 Ct 1, 12
301 Nm 24, 17. 7 - 9; Gn 49, 9
302 1P 1, 10. 12
303 Jn 8, 56
304 Mt 13, 17
305 Orígenes, al que hemos visto con tanta frecuencia resaltar la superioridad de la economía del N.T. ( = realidad) respecto de la economía del A.T. ( = símbolo), aquí parece preocupado por evitar el resaltarla demasiado, para no dar la impresión de acercarse a la postura gnóstica, que llega, como ya hemos visto (n. I de la Introducción) hasta el rechazo completo del A.T
306 Ga 4, 2
307 Mt 18, 10
308 Lc 2, 52
309 Ct 1, 12
310 Lv 26, 11 s
311 Is 66, 23
312 Jn 14, 23
313 Ct 1, 11 - 12
314 Jn 12, 3
315 Jn 12, 3
316 2Co 2, 15
317 Mc 14, 6
318 Ct 4, 13 s
319 Mt 13, 45 ss
320 Ct 4, 13; cf. n. 95 del lib. 1
321 Ct 1, 12
322 Ct 1, 12
323 Jn 4, 14; Jn 6, 35; Jn 7, 38
324 Sal 105, 15. Es decir, a mis ungidos (christós=ungido): como Cristo encarnado fue ungido ( = santificado) por el Espíritu Santo, así también lo serán quienes le hayan imitado hasta el nivel más alto
325 Hb 5, 14
326 SENTIDOS ESPIRITUALES: Tenemos aquí una aplicación de la doctrina de los sentidos espirituales, sobre los cuales cf. n. 4 del Prólogo y los lugares allí señalados
327 1Jn 2, 8
328 Jn 1, 1
329 Jn 6, 35
330 1Jn 1, 1; Jn 1, 14
331 En su acción pedagógica dirigida a recuperar todas las almas, el Logos se hace todo para todos, es decir, se presenta a cada alma en la forma que sabe que es la más apta para que esa alma saque el máximo provecho
332 El texto hebreo trae aquí simplemente bolsita de mirra, pero Orígenes se aprovecha del apódesmos del texto griego para destacar en el comentario la idea de conexión, de estrecha ligazón (Vulg.: fasciculus): de ahí nuestra traducción
333 El griego trae adelphidós= sobrino; pero esta palabra, sinónimo de erastés en el lenguaje amoroso, indicaba también al amado, al amante, por lo que es obvio que la palabra está usada con este sentido en el Cantar. Sin embargo, justamente aquí, lo primero que Orígenes hace es apoyar su comentario en el parentesco que liga entre si a los dos enamorados, y por eso en la traducción nos hemos visto obligados a tener también presente el significado de sobrino
334 Se considera hermano mayor a los hebreos en razón de las prerrogativas que les hacían destinatarios directos de las promesas divinas
335 Rm 9, 5
336 Ct 1, 13
337 El concepto de cuerpo como atadura, cárcel del alma, es típicamente platónico. Aquí Orígenes lo interpreta en sentido netamente cristiano, eliminando toda connotación negativa: en Cristo, el cuerpo tiene amarrada a la divinidad para que así le sea posible obrar en el mundo y redimir a los hombres
338 Lv 11, 24. 31 ss.: 5, 2
339 El término stakté tiene el significado general de "gota" y el específico de bálsamo de áloe o de mirra (cf. Ex 30, 34: gota de mirra)
340 Dn 2, 34 s
341 Mi 2, 12. Ek tes stagónos= "de la gota" (LXX); la reflexión de Orígenes se centra en este aspecto: pequeño como una simple gota (de cualquier liquido), en la línea de la pequeñez de la piedra desprendida del monte
342 Is 40, 15: ver n. anterior
343 Flp 2, 6 s
344 Sal 45, 9. A diferencia de Ex 30, 34, aquí se distingue smyrna= mirra, de stakté= gota de áloe
345 La precisión de Orígenes al determinar el significado de la planta depende de la interpretación espiritual subsiguiente, la cual se sirve de ambas acepciones del término
346 Jn 15, 1
347 Sal 106, 15
348 Debajo de toda esta explicación debemos ver, como en filigrana, los datos siguientes: nuestra alheña responde al griego kypros: Orígenes relaciona esta palabra con kyprismós = floración (especialmente del olivo), de ahí la insistencia en las ideas de flor - florido
349 Gn 49, 11; Mt 26, 28 - 29; Mc 14, 15. 24; Lc 22, 1.12 ss
350 Lc 24, 32
351 Jb 7, 1
352 Jb 2, 10