Parte Tercera. LA VIDA PÚBLICA

CAPÍTULO IV. LA PRIMERA PASCUA. MINISTERIO EN JUDEA Y VIAJE POR SAMARIA

1 Tell-Hum está al Oeste y como a una hora de marcha de la desembocadura del Jordán en el lago.
2 Cfr. Mt 4, 13-17.
3 Solamente los corderos, cuya carne era el elemento principal del festín de Pascua, alcanzaban una suma enorme.
4 Hch 2, 7-11.
5 Cfr. EDERSHEIM, The Life of Yesus, t. I, pp. 368-372.
6 Cfr. Mt 17, 23.
7 L. Cl. FILLION, Les miracles, t. 2, pp. 311334.
8 Sal 58, 10. Varios otros pasajes de este cántico se aplican a Nuestro Señor en el N. T. Cfr. Jn 15, 25; Jn 19, 28; Hch 1, 20; Rm 11, 9; Rm 15, 3.
9 Hch 4, 1; Hch 5, 24-26; JOSEFO, Bell. Jud., 2, 17, 2; Hch 6, 5, 3.
10 Ant., 15, 11, 1.
11 El año 70 de nuestra Era. JOSEFO, Ant., 20, 9, 7.
12 El mismo verbo έγείρω se emplea acá y allá en los escritos del N. T. para significar la resurrección de los muertos. Cfr. Jn 12, 1; Hch 3, 15; Hch 4, 10; Hch 13, 30; Rm 4, 24. Por otra parte, los autores clásicos lo emplean también en el sentido de «construir» un edificio.
13 Cfr. Mt 12, 39-40; Mt 16, 13.
14 Cfr. Sal 16, 10; Is 53, 10-12; Lc 24, 26-27, 44-46.
15 Mt 26, 60-61; Mc 14, 58; Lc 15, 29; Cfr. Hch 6, 11-14.
16 Mt 21, 12-13; Mc 11, 15-17; Lc 19, 45-46.
17 Hoy la mayoría de los exegetas disienten del A. e identifican ambas narraciones. El mejor conocimiento del estilo y maneras propias de narrar en cada evangelista inclinan a esta sentencia. Los Sinópticos no podían poner al principio la expulsión de los vende dores, porque ellos, por sistema y plan literario, no mencionan ninguna entrada del Señor al Templo y a la Ciudad de salén hasta que llega la última y definitiva de la Pasión. La expulsión había dejado en la tradición huellas imborrables y había tenido su importancia mesiánica. No podían callarla y la han contado en la primera visita que mencionan. Pero la mencionan sin afirmar que tuviera lugar entonces. Por esto Mt la cuenta el domingo de Ramos y Mc el lunes siguiente. Cfr. Sinopsis de los Cuatro Evangelios, Madrid, 1961, p. 123, n.° 29.
18 No se debió prolongar mucho más allá de la octava de Pascua.
19 En el texto griego tiene mayor realce la antítesis por el empleo del mismo verbo: «Ellos creyeron»; pero él «no creyó».
20 Jn 1, 49-50; Jn 4, 19-29; Jn 6, 61-64; Jn 11, 4, 15; Jn 13, 11; Jn 16, 19; Jn 21, 17.
21 Cfr. 1R 8, 39; 1Cro 28, 9.; Si 16, 17-20; Jr 17, 9-10; etc.
22 El Tal con una ligera modificación, le menciona con el nombre de Nakdimórz.
23 1Co 1, 26-27.
24 Así ha de traducirse aquí la expresión «príncipe de los judíos». Cfr. Jn 7, 50.
25 Quizá en la que el discípulo amado parece que poseyó en Jerusalén, según Jn 19, 27.
26 Jn 7, 50-52; Jn 19, 39-42.
27 Hase preguntado a veces cómo tuvo San Juan conocimiento de las circunstancias de esta conversación. Fácil es la respuesta: acaso por el mismo Jesús, o, posteriormente, por Nicodemo; pero aún es más natural suponer que con los otros discípulos asistió a la escena que tan bien describe.
28 Cfr. Jn 1, 49.
29 El adverbio griego άνωθεν puede tomarse aquí en dos sentidos: «de arriba» (acepción literal), y, por consiguiente, del cielo, o también «de nuevo», como traduce la Vg, denuo. En cualquiera de los dos casos, el pensamiento es el mismo en el fondo, pues la regeneración de que habla Jesús no puede venir sino del cielo, de Dios mismo.
30 SAN AGUSTÍN, Spiritus ei loquitur, et carnem sapit.
31 Is 50, 9-12; Ez 11, 19, 20; Ez 36, 26-28; etc.
32 LIIGHTFOOT, Horae hebr., t. 1, p. 84.
33 Ya los doctores cristianos más antiguos, COMO SAN JUSTINO, Apol., 1, 61; SAN IRENEO, Fragm., 35; SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Cat., 1, 4, reconocían que Jesús se refería aquí al bautismo cristiano. Cfr. el Concilio de Trento, sesión 7, can. 2, de Baptismo.
34 1Co 15, 50.
35 Cfr. 2Co 3, 13.
36 Suponen algunos exegetas que el discurso de Nuestro Señor se termina en estas palabras, y que lo restante es una serie de reflexiones añadidas por el evangelista.
37Los hemos hecho notar en la traducción por medio de párrafos aparte.
38 Nm 21, 4-9.
39 Sal 16, 6.
40 En otros lugares del cuarto Ev, Jn 8, 28, y Jn 12, 32-33, mencionará de nuevo Jesús esta «elevación» misteriosa, con la que, según dice expresamente San Juan, hace alusión al modo de su muerte.
41 Cfr. Jn 1, 10; Jn 6, 33, 51; Jn 7, 7; Jn 12, 31; Jn 17, 14, 25; Jn 15, 18-19; etc.
42 Jn 7, 50-51.
43 Jn 19, 39-41.
44 Jn 3, 22-36.
45 En el texto griego, las palabras 'Iουδαίαν γήν (Vg terram judaeam), designan la campiña, en oposición a la ciudad.
46 Se ha calculado este tiempo de manera que parece plausible, en conformidad con una observación que Jesús hizo a sus discípulos cuando, dejada la Judea, se dirigía a Gailea (Jn 4, 35): «¿No decís vosotros cuatro meses aún, y viene la siega?» Si se toman estas palabras a la letra, como la siega se hace de ordinario en Palestina a fines de abril, dedúcese que el Salvador debió de pronunciarlas hacia el fin de diciembre. Como la Pascua se celebraba en la primera luna de abril, habrían transcurrido, pues, ocho meses, acerca de los cuales los sinópticos guardan silencio, mientras que San Juan se contenta con decir, en pocas líneas, que Jesús se asoció por entonces al ministerio de su Precursor. Sea ello lo que fuere, el imperfecto διέτριβεν (Vg. demorabatur ),«permanecía», significa aquí una estancia prolongada.
47 Entre otros, TERTULIANO, De bapt., 11, San Juan Crisóstomo, San León.
48 Jn 7, 38-39.
49 Mt 28, 15.
50 Acerca de esta cuestión, dr. SUÁREZ. Opera omnia, París, Vives, t. 20, pp. 326-333; KNABENBAUER, Comment, in Evang. sec. Joan., 2.1 edic., pp. 152-153.
51 Mt 4, 17; Mc 1, 15.
52 Jn 1, 28.
53 «Ennon» se deriva del hebreo ’ain, que significa «fuente».
54 Onomasticon, en las Ennon y Salim. Cfr. también SAN JRÓNIMO, Epist., 56, ad Evang. Así modernamente A. FERNÁNDEZ: «Diez Km. al Sur de Beisán», Vida, p. 197.
55 Neve bibl. Forschungen in Palástina, p. 400.
56 Jos 15, 32.
57 Ίουδαίον, en singular, según la lección más acreditada. La Itala, la Vulgata, etc., han leído 'Iουδαϊων, en plural, «judíos».
58 Apóyanse éstos, aunque con escasa probabilidad, en el hecho de que, en el cuarto Ev la palabra «judíos» denota ordinariamente a los jefes religiosos del pueblo.
59 Is 54, 6; Is 62, 5; Ez 16, 1-63; Os 2, 18-19; etc.
60 Mt 9, 15; Mt 25, 1-12; Mc 2, 19.
61 2Co 11, 2; Ef 5, 32; Ap 19, 7; Ap 21, 2, 9.
62 En hebreo se le llamaba shoshben. LIGHTFGOT, Harae hebr., t. 1, p. 998. Función parecida desempeñaba entre los griegos el «paraninfo».
63 Como en las últimas lineas del discurso de Jesús a Nicodemo, también aquí ven algunos exegetas reflexiones añadidas por el evangelista.
64 Hipérbole evidente, como lo eran también, en sentido contrario, las palabras de los discípulos del Precursor : «Todos van a él.» Casi a continuación reconoce Juan Bautista que distaba mucho de ser estéril la predicación de Jesús.
65 En griego, έσφράγισεν «puso su sello» (Vg signavit). Figura tomada de la antiquísima costumbre de poner el sello en un documento para autenticarlo y confirmarlo. Cfr. Jn 6, 27; Rm 4, 11; Rm 15, 8, etc.
66 A sus demás representantes, aunque sean profetas o apóstoles, no concede Dios sus dones sino con tasa; no derrama sobre ellos su Espíritu sino parcialmente y con un fin especial. Cfr. 1Co 12, 7-11. Respecto a su Cristo, «plúgole que en Él habitase toda la plenitud (de dones celestiales)». (Col 1, 19.)
67 Cfr. Mc 3, 7; Mc 7, 24; Jn 7, 1; Jn 10, 39-40; Jn 11, 54; etc.
68 Mt 10, 25.
69 JOSEFO, Ant., 10. 5, 1; Vita, 52.
70 Mt 19, 1; Mc 10, 1.
71 En la ortografía de este nombre seguimos la mejor lectura del texto griego: Συγάρ, en vez de Σιγάρ.
72 Esta parece ser la traducción más exacta del adverbio οϋτως (Vg sic)3 «así», que por sí solo es un cuadro vivo. Los antiguos comentadores griegos lo traducían, en efecto, por άπλώς, ώς έτυγε, «sencillamente, sin afectación».
73 VAN DE VELDE, Reise durch Syriem, t. 1, p. 291.
74 Quest. in Gen., 48, 22.
75 Arculf en 700, Saewulf hacia 1102, Maundeville en 1372, etc.
76 Neapolis: de dos palabras griegas que significan «Nueva ciudad». Es el mismo nombre que Nápoles.
77 En su Onomasticon, en la palabra Sychar..
78 NEUBAUER, Géographie du Talmud, pp. 169170. La opinión del A. es razonable y ha sido general hasta que las excavaciones iniciadas el 1913 y terminadas el 19261927 pusieron de relieve las ruinas de la antigua Siquén, con sus muros ciclópeos y sus grandiosas puertas, la oriental y la occidental. Está separada de la actual Naplusa. Es lo que hoy se llama Tell Balata, un pequeño montículo, muy cercano al pozo. Askar queda más retirado. La vieja Siquén estaba todavía habitada en tiempo de Cristo y se llamaba Sychora en arameo, lo que coincide con el Sícar del evangelio. También coincide con el nombre de ciudad, que le da San Juan. Askar no es más que una aldehuela. Cfr. A. FERNÁNDEZ, Geografía, pp. 8688; Vida de J. C., pp. 205-206.
79 LORTET, La Syrie d'aujourd'hui, p. 204.
80 EL. HEIDET, DB 3, 1080.
81 Cfr. Gn 33, 18-20; Gn 48, 2-122.
82 José, antes de morir, había pedido que sus restos mortales fuesen transportados, más tarde a este lugar, y su deseo se cumplió después de la salida de Egipto. Cfr. Gn 50, 24.
83 Gn 12, 6-7.
84 Jos 8, 30.
86 EL. Cl. FILLION, EL'Evangile de S. Jean, pp. 71-72.
87 Acerca de la hostilidad que reinaba entre los dos pueblos, y que aún subsiste entre sus descendientes, dr. JOSEFO, Ant. 15, 2, 2; Dt 21, 6, 1; Bell jud., 12, 3; SCHÜRER, t. 2, pp. 22-23.
88 Gn 26, 19; Lv 14, 5; Jr 2, 13; Za 14, 8, etc.
89 Y también un poco más adelante en el cuarto Ev, Jn 7, 35-37.
90 Los griegos daban a este instrumento el nombre de άντλημα (San Agustín, auritorium). Los discípulos, al alejarse, no se habían cuidado de dejárselo a su Maestro.
91 Ant., 11, 8, 6.
92 Cfr. Ap 7, 16-17.
93 Mt 19, 3.
94 JOSEFO, Ant., 13, 9, 1. Cfr. SCHÜRER, t. 1, pp. 264, 492, 651; t. 2, p. 16, etc.
95 No cuenta actualmente más que 220, según la Guide Officiel, 1956, publicada por la Oficina turística de Jordania.
96 Dt 27, 4.
97 Cfr. DB t. 5, col. 1421-1424.
98 Ml 1, 2.
99 Rm 1, 16; Rm 2, 10; Rm 3, 1; etc.
100 En griego, πνεύματι por oposición a έν σρχί, «en la carne». En el mismo sentido dice San Pablo: «Dios, a quien sirvo en mi espíritu.» Rm 1, 9; Cfr. Ef 6, 18.
Puede también referirse a la acción del Espíritu divino que obra en el creyente. El «Espíritu de verdad» que Cristo promete, cfr. F. M. BRAUN, In spiritu et veritate, RevThom 52 (1952) 485-507. Jesús admite el culto externo, pero pone un alma, que es el mismo Espíritu Divino.
101 Cfr. Hb 10, 1.
102 Sal 39, 7-8; Sal 49, 7-23; Sal 50, 18-19; Is 1, 11-20; Is 29, 13; Am 5, 20-26; Jl 2, 23; etc.
103 ZAHN, Das Evang. des Iohannes, 2.° edic., p. 248. Según otros –aunque menos propiamente–, «el que vuelve», o «el que convierte o cambia».
104 Dt 18, 17-18.
105 Ya hemos dicho antes que Sicar se identifica probablemente con Siquén la antigua hoy descubierta y que en arameo se llamaba Svchora.
106 Kiddusin, 70, 1. Cfr. Pirké Aboth, 1, 5; Erubin, 53, b; Joma., 66, b.
107 En más de una ocasión, en los días más ocupados de su ministerio, le veremos tan dedicado al servicio de Dios y de las almas, que no tendrá tiempo de tomar su alimento. Cfr. Mc 3, 20; etc.
108 En sus comentarios, in h. l.
109 Sal 125, 5-6. Locución proverbial, que también se halla en la literatura clásica. Cfr. HESÍODO, Theog., 599; ARISTÓFANES, Equit., 39.
110 Fué ésta la única ocasión en que Nuestro Señor predicó la buena nueva en Samaria. Pronto prohibirá también a sus discípulos evangelizar esta provincia (Mt 10, 5). Pero antes de volverse al cielo levantará su prohibición (Hch 1, 8), y el diácono Felipe y después los mismos apóstoles irán a hacer numerosas conversiones (Hch 8, 4-25).
111 Mt 14, 3-5; Mc 6, 17-20; Lc 3, 19-20. El relato de Mc es el más completo de los tres. Lc se contenta con un simple sumario; pero el lugar en que coloca el incidente es más conforme con la cronología. Mt y Mc no cuentan, la prisión de Juan sino con ocasión de su martirio.
112 Lc 3, 19.
113 2Co 11, 32.
114 No debe confundirse este príncipe con su hermanastro, el tetrarca de Iturea, que llevaba también el nombre de Flmipo y que Lc mencionó más arriba, 3, 1. JOSEFO (Ant., 17, 1, 2, etc.) le llama simplemente Herodes, por su nombre de familia; Lc le designa con su nombre personal, Flmipo. No hay, pues contradicción entre ambos escritores. Verdad es que causa extrañeza el ver a dos hermanos de un mismo nombre; pero el caso no es inverosímil, como ya dijimos al hablar de la Santísima Virgen. Otros dos hijos del rey Herodes, Antipater y Antipas, llevaban casi idénticos nombres, y fácil era distinguir a los dos Flmipos, que por otra parte, no eran hijos de la misma madre.
115 Esta guerra fué también en parte causada por un litigio de fronteras. Cfr. JOSEFO, Ant., 18, 5, 1.
116 Lv 18, 10, 16; Lv 20, 21; JOSEFO, Ant., 18, 5, 4.
117 A. RÉVILLE, Jésus de Nazareth, t. 1, p. 452.
118 Esto indica el empleo del imperfecto en las redacciones de Mt y Mc: έλεγεν (Vg dicebat), «decía». En la de Lc, el participio έλεγχόμενος (Vg cuna corriperetur), puede interpretarse de la misma manera.
119 1R 21, 17-24.
120 Lc 3, 20.
121 Bell. Jud., 7, 6, 12.
122 G. A. Smrrx, Historical Geography of Palestine, pp. 569-570; el P. ABEL, Une croisiére autour de la mer Morte, 1910, pp. 3240.
123 JOSEFO, Bell. Jud., 1, 8, 5.
124 CHAUVET E ISAMBERT, Syrie, Palestine, p. 507.
125 Ant., 18, 5, 2.
126 Los imperfectos empleados en el sagrado texto indican muy bien esta sacrílega porfía.
127 El verbo griego ένείχεν parece que está bien interpretado en la Vg: insidiabatur ei. Otros le dan el sentido de «Odiar», o de «irritarse contra».
128 Hch 24, 24-26.