Misas comunes
Lecturas

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Dedicación de una iglesia

Primera lectura

Ap 211M 41R 8Hch 7

Ap 21, 9-14

Sobre los cimientos están los nombres de los doce apóstoles del Cordero
EL ángel me habló diciendo:
«Mira, te mostraré la novia, la esposa del Cordero».
Y me llevó en espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, y tenía la gloria de Dios; su resplandor era semejante a una piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino.
Tenía una muralla grande y elevada, tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel.
Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas , al poniente tres puertas, y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

1M 4, 52-59

Volvieron a consagrar el altar y el pueblo entero celebró una gran fiesta
Lectura del primer libro de los Macabeos
El día veinticinco del mes noveno (es decir diciembre) del año ciento cuarenta y ocho, Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, se levantaron al romper el día y ofrecieron sobre el nuevo altar de los holocaustos que habían construido, un sacrificio conforme a la ley. El altar fue inaugurado con cánticos, cítaras, arpas y platillos, precisamente en el aniversario del día en que los paganos lo habían profanado. El pueblo entero se postró en tierra y adoró y bendijo al Señor, que los había conducido al triunfo. Durante ocho días celebraron la consagración del altar y ofrecieron con alegría holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. Adornaron la fachada del templo con coronas de oro y pequeños escudos, restauraron los pórticos y las salas, y les pusieron puertas. La alegría del pueblo fue grandísima y el ultraje inferido por los paganos quedó borrado. Judas, de acuerdo con sus hermanos y con toda la asamblea de Israel, determinó que cada año, a partir del veinticinco de diciembre, se celebrara durante ocho días, con solemnes festejos, el aniversario de la consagración del altar.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

1R 8, 22-23. 27-30

Tus ojos se hallen abiertos hacia este templo
Lectura del primer libro de los Reyes
En aquellos días, Salomón se puso en pie ante el altar del Señor frente a toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo y dijo:
«Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú arriba en los cielos ni abajo en la tierra, tú que guardas la alianza y la fidelidad a tus siervos que caminan ante ti de todo corazón.
¿Habitará Dios con los hombres en la tierra? Los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos este templo que yo te he erigido!
Inclínate a la plegaria y a la súplica de tu siervo, Señor, Dios mío. Escucha el clamor y la oración que tu siervo entona hoy en tu presencia. Que día y noche tus ojos se hallen abiertos hacia este templo, hacia este lugar del que declaraste: “Allí estará mi Nombre”. Atiende la plegaria que tu servidor entona en este lugar. Escucha la súplica que tu siervo y tu pueblo Israel entonen en este lugar. Escucha tú, hacia el lugar de tu morada, hacia el cielo, escucha y perdona».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Hch 7, 44-50

El Altísimo no habita en edificios construidos por hombres
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, Esteban dijo al pueblo, a los ancianos y a los escribas:
«Nuestros padres tenían en el desierto la Tienda del Testimonio, como mandó el que dijo a Moisés que “la construyera, copiando el modelo que había visto”. Nuestros padres recibieron como herencia esta tienda y la introdujeron, guiados por Josué, en el territorio de los gentiles, a los que Dios expulsó delante de ellos. Así estuvieron las cosas hasta el tiempo de David, que alcanzó el favor de Dios, y le pidió “encontrar” una morada “para” la casa de “Jacob”.
Pero fue Salomón el que le construyó la casa, aunque el Altísimo no habita en edificios construidos por manos humanas, como dice el profeta:
“Mi trono es el cielo; la tierra, el estrado de mis pies. ¿Qué casa me vais a construir –dice el Señor–, o qué lugar para que descanse? ¿No ha hecho mi mano todo esto?”».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Salmo

Qué deseablesEntremos enVamos alegres
8394121

Del salmo 83 (Sal 84)

R/. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor del universo!
Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum!

Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.

¡Qué deseables son tus moradas, Señor del universo!
Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum!

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor del universo,
Rey mío y Dios mío.

¡Qué deseables son tus moradas, Señor del universo!
Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum!

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Fíjate, oh, Dios, escudo nuestro,
mira el rostro de tu Ungido.

¡Qué deseables son tus moradas, Señor del universo!
Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum!

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.

¡Qué deseables son tus moradas, Señor del universo!
Quam dilécta tabernácula tua, Dómine virtútum!
 

Del salmo 94 (Sal 95)

R/. Entremos en la presencia del Señor dándole gracias.
Accedámus in conspectu Dómini cum láudibus

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Entremos en la presencia del Señor dándole gracias.
Accedámus in conspectu Dómini cum láudibus

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Entremos en la presencia del Señor dándole gracias.
Accedámus in conspectu Dómini cum láudibus

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Entremos en la presencia del Señor dándole gracias.
Accedámus in conspectu Dómini cum láudibus  

Del salmo 121 (Sal 122)

R/. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.

Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».

Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.
 

Segunda lectura  

1Co 3Ef 2Hb 12

1Co 3, 9b-13.16-17

Sois templos de Dios.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 3, 9-11.16-17)
Hermanos:
Sois edificio de Dios.
Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, puse el cimiento, mientras que otro levanta el edificio. Mire cada cual cómo construye.
Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ef 2, 19-22

Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 2, 19-22)
Hermanos:
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.
Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.
Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor.
Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Hb 12, 18-19.22-24

Vosotros os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo
Lectura de la carta a los Hebreos
Hermanos:
No os habéis acercado a un fuego tangible y encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando.
Vosotros os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús, y a la aspersión purificadora de una sangre que habla mejor que la de Abel.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Aclamación antes del Evangelio

2Cro 7, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
He elegido y santificado este templo –dice el Señor–
para que mi Nombre esté en él eternamente.
Elégi et sanctificávi locum istum, dicit Dóminus,
ut sit nomen meum ibi in sempitérnum.
Aleluya.

Evangelio

Lc 19Jn 4Jn 2

Lc 19, 1-10

Hoy ha llegado la salvación a esta casa
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más». Jesús le dijo:
«Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Jn 4, 19-24

Los que quieran dar verdadero culto al Padre lo adorarán en espíritu y en verdad
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, una mujer samaritana dijo a Jesús: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén».
Jesús le dice:
«Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Jn 2, 13-22

Hablaba del templo de su cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 2, 13-22)
Gloria a ti, Señor.
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Santa María Virgen

Primera lectura

Is 61Is 7Is 9Mi 5Za 2

Is 61, 9-11

Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios
Lectura del libro de los Isaías (Is 61, 9-11)
Su estirpe será célebre entre las naciones,
y sus vástagos entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha puesto un traje de salvación,
y me ha envuelto con un manto de justicia,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Is 7, 10-14

He aquí la virgen que concebirá
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 7, 10-14)
En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo:
"Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto".
Contestó Ajaz:
"No la pediré. No tentaré al Señor".
Entonces dijo Isaías:
"Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, queréis cansar también a mi Dios?.
Pues bien, el Señor mismo os dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Enmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Is 9, 1-3. 5-6

Un hijo se nos ha dado
Lectura del profeta Isaías (Is 9, 1-6)
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia, como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, el yugo de su carga,
el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Porque la bota que pisa con estrépito
y la túnica empapada de sangre
serán combustible, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:
lleva a hombros el principado, y es su nombre:
«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,
Padre de eternidad, Príncipe de la paz».
Para dilatar el principado, con una paz sin límites,
sobre el trono de David y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre.
El celo del Señor del universo lo realizará.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

 

Mi 5, 1-4

Dé a luz la que debe dar a luz
Lectura del libro del profeta Miqueas (Mi 5, 1-4)  
Esto dice el Señor:
«Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel; sus orígenes son de antaño, de tiempos inmemoriales. Por eso, los entregará hasta que dé a luz la que debe dar a luz, el resto de sus hermanos volverá junto con los hijos de Israel.
Se mantendrá firme, pastoreará con la fuerza del Señor, con el dominio del nombre del Señor, su Dios; se instalarán, ya que el Señor se hará grande hasta el confín de la tierra. Él mismo será la paz».

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Za 2, 14-17

Goza, Sion, que yo vengo
Lectura del libro del profeta Zacarías (Za 2, 14-17)
Alégrate y goza, Sion,
pues voy a habitar en medio de ti
–oráculo del Señor–.
Aquel día se asociarán al Señor
pueblos sin número;
ellos serán mi pueblo,
y habitaré en medio de ti.
Entonces reconocerás
que el Señor del universo
me ha enviado a ti.
Judá será la herencia del Señor,
su lote en la tierra santa,
y volverá a elegir a Jerusalén.
¡Silencio todo el mundo
ante el Señor que se levanta
de su morada santa!
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Salmo

Mi corazónEscucha, hijaEl Señor loTú eres elHa hecho
144112Jdt 13Lc 1

1S 2, 1.4-5.6-7.8abcd

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.
Exsultávit cor meum in dómino salvatóre meo.

Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.

Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.
Exsultávit cor meum in dómino salvatóre meo.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor.
Los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.

Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.
Exsultávit cor meum in dómino salvatóre meo.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.

Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.
Exsultávit cor meum in dómino salvatóre meo.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria.

Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.
Exsultávit cor meum in dómino salvatóre meo.
 

Sal 45, 11-12.14-15.16-17

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.
 

Sal 113, 1-2.3-4.5-6.7-8 (R/. 8)

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre.

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que habita en las alturas
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo.

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.
 

Jdt 13, 18-19

R/. Tú eres el honor de nuestro pueblo.
Tu laus magna géneris nostri.

Hija, que el Dios altísimo te bendiga
entre todas las mujeres de la tierra.
Alabado sea el Señor,
el Dios que creó el cielo y la tierra.

R/. Tú eres el honor de nuestro pueblo.
Tu laus magna géneris nostri.

Tu esperanza permanecerá
en el corazón de los hombres
que recuerdan el poder de Dios por siempre.

R/. Tú eres el honor de nuestro pueblo.
Tu laus magna géneris nostri.
 

Lc 1, 46-47.48-49.50-51.52-53.54-55 (R/. 49)

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.
 

Segunda lectura  

Ef 1Ga 4Rm 5Rm 8

Ef 1, 3-6. 11-12

Dios nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él hemos heredado también, los que ya estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el Mesías.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ga 4, 4-7

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas
Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡«Abba», Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Rm 5, 12.17-19

Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Hermanos:
Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron. . .
Si por el delito de uno solo la muerte inauguró su reinado a través de uno solo, con cuánta más razón los que reciben a raudales el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo, Jesucristo.
En resumen, lo mismo que por un solo delito resultó condena para todos, así también por un acto de justicia resultó justificación y vida para todos.
Pues, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.   a>

Rm 8, 28-30

Dios predestinó a los que había conocido de antemano
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Hermanos:
Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio.
Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos.
Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 45
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurada tú, que has creído, Virgen María,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Beáta es, Virgo María, quae credidísti,
quóniam perficiéntur ea quae sunt tibi a Dómino.
Aleluya.

Evangelio

Lc 11Lc 2Lc 2Jn 19Jn 2

Lc 11, 27-28

Bienaventurado el vientre que te llevó
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lc 2, 27-35

A ti misma una espada te traspasará el alma
Lectura del santo Evangelio según san Lucas Gloria a ti, Señor.En aquel tiempo, Simeón, impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos "han visto a tu Salvador",
a quien has presentado ante todos los pueblos:
"luz para alumbrar a las naciones"
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción –y a ti misma una espada te traspasará el alma–, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Lc 2, 41-52

Conservaba todo esto en su corazón
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a ti, Señor.
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
Él les contestó:
-¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 19, 25-27

Triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena (Stabat Mater)
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 2, 1-11

Y la madre de Jesús estaba allí
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Mártires

Primera lectura

2Cro 242M 62M 72M 7Ap 12Ap 21Ap 7Sb 3Si 51

2Cro 24, 18-22

Zacarías, a quien matasteis entre el santuario y el altar
En aquellos días, abandonaron el templo del Señor, Dios de sus padres, y sirvieron a los cipos y a los ídolos. Por este pecado la cólera estalló contra Judá y Jerusalén. Les envió profetas para convertirlos al Señor, pero no hicieron caso de sus amonestaciones.
Entonces el Espíritu de Dios vino sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joadá, que, erguido ante el pueblo, les dijo:
«Así dice Dios: "¿Por qué quebrantáis los mandamientos del Señor? ¡No tendréis éxito! Por haber abandonado al Señor, él os abandonará"».
Pero conspiraron contra él y, por mandato del rey, lo apedrearon en el atrio del templo del Señor. El rey Joás, olvidándose del amor que le profesaba Joadá, mató al hijo de este, que murió diciendo:
«¡Que lo vea el Señor y lo demande!».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

2M 6, 18. 21. 24-31

Por respeto a ti, sufro con paciencia y con gusto
Lectura del segundo libro de los Macabeos
En aquellos días, Eleazar era uno de los principales maestros de la Ley, hombre de edad avanzada y semblante muy digno.
Le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo.
Quienes presidían este impío banquete, viejos amigos de Eleazar, movidos por una compasión ilegítima, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera haciendo como que comía la carne del sacrificio ordenado por el rey.
Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la ley santa dada por Dios, respondió coherentemente, diciendo enseguida:
«¡Enviadme al sepulcro! No es digno de mi edad ese engaño. Van a creer los jóvenes que Eleazar a los noventa años ha apostatado y si miento por un poco de vida que me queda se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no me libraría de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble, por amor a nuestra santa y venerable ley».
Dicho esto, se fue enseguida al suplicio.
Los que lo llevaban, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar, cambiaron en dureza su actitud benévola de poco antes.
Pero él, a punto de morir a causa de los golpes, dijo entre suspiros:
«Bien sabe el Señor, dueño de la ciencia santa, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y que en mi alma los sufro con gusto por temor de él».
De esta manera terminó su vida, dejando no solo a los jóvenes, sino a la mayoría de la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

2M 7, 1.20-23.27b-29

Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres
Lectura del segundo libro de los Macabeos
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley.
Uno de ellos habló en nombre de los demás:
«¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres».
El segundo, estando a punto de morir, dijo:
«Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el Rey del universo nos resucitará para una vida eterna».
Después se burlaron del tercero. Cuando le pidieron que sacara la lengua, lo hizo enseguida y presentó las manos con gran valor. Y habló dignamente:
«Del Cielo las recibí y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios».
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.
Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto,
Y, cuando estaba a punto de morir; dijo:
«Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

2M 7, 1-2.9-14

Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres
Lectura del segundo libro de los Macabeos (2M 7, 1-2.9-14)
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley.
Uno de ellos habló en nombre de los demás:
«¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres».
El segundo, estando a punto de morir, dijo:
«Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el Rey del universo nos resucitará para una vida eterna».
Después se burlaron del tercero. Cuando le pidieron que sacara la lengua, lo hizo enseguida y presentó las manos con gran valor. Y habló dignamente:
«Del Cielo las recibí y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios».
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.
Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto.
Y, cuando estaba a punto de morir; dijo:
«Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ap 12, 10-12

No amaron tanto su vida que temieran la muerte
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 12, 10-12)
Yo, Juan, oí una gran voz en el cielo:
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ap 21, 5-7

El vencedor heredará esto
Lectura del libro del Apocalipsis (Ap 21, 5-7)
Dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas».
Y dijo:
«Escribe: estas palabras son fieles y verdaderas».
Y me dijo:
«Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para mí hijo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Ap 7, 9-17

Estos son los que vienen de la gran tribulación
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 7, 9-17)
Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente:
«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».
Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo:
«Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén».
Y uno de los ancianos me dijo:
«Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?».
Yo le respondí:
«Señor mío, tú lo sabrás».
Él me respondió:
«Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.
El que se sienta en el trono acampará entre ellos.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Sb 3, 1-9

Los aceptó como sacrificio de holocausto
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 3, 1-9)
LA vida de los justos está en manos de Dios,
y ningún tormento los alcanzará.
Los insensatos pensaban que habían muerto,
y consideraban su tránsito como una desgracia,
y su salida de entre nosotros, una ruina,
pero ellos están en paz.
Aunque la gente pensaba que cumplían una pena,
su esperanza estaba llena de inmortalidad.
Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes,
porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él.
Los probó como oro en el crisol y
los aceptó como sacrificio de holocausto.
En el día del juicio resplandecerán
y se propagarán como chispas en un rastrojo.
Gobernarán naciones, someterán pueblos
y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
Los que confían en él comprenderán la verdad
y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado,
porque la gracia y la misericordia son para sus devotos
y la protección para sus elegidos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Si 51, 1-12

Me liberaste, por tu inmensa misericordia y por tu nombre
Lectura del libro del Eclesiástico
Te doy gracias, Señor y Rey,
te alabo, oh Dios mi salvador,
a tu nombre doy gracias.
Porque fuiste mi protector y mi auxilio,
y libraste mi cuerpo de la perdición,
del lazo de una lengua traicionera,
de los labios que urden mentiras;
frente a mis adversarios
fuiste mi auxilio y me liberaste,
por tu inmensa misericordia y por tu nombre,
de las dentelladas de los que iban a devorarme,
de la mano de los que buscaban mi vida,
de las muchas tribulaciones que he sufrido;
de las llamas sofocantes que me envolvían,
de un fuego que yo no había encendido;
de las entrañas del abismo,
de la lengua impura, de la palabra mentirosa,
calumnia de una lengua injusta ante el rey.
Yo estaba a punto de morir,
mi vida tocaba el abismo profundo.
Por todas partes me asediaban y nadie me auxiliaba,
buscaba a alguien que me ayudara y no había nadie.
Entonces me acordé, Señor, de tu misericordia
y de tus obras que son desde siempre,
de que tú sostienes a los que esperan en ti
y los salvas de la mano de los enemigos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Salmo

A tus manosEl SeñorHemos salvadoLos que sembraban
3033123125

Del salmo 30 (Sal 31)

Sal 32, 3 cd-4.6 y 8b.16bc-17
R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tu que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu: tu el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo;
sálvame por tu misericordia.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Del salmo 33 (Sal 34)

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.
 

Del salmo 123 (Sal 124)

Sal 124, 2-3.4-5.7-8 (R/. 7)
R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.
 

Del salmo 125 (Sal 126)

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent
 

Segunda lectura

1Jn 51P 31P 42Co 42Co 42Co 62Tm 2Hb 10Rm 5Rm 8

1Jn 5, 1-5

Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

1P 3, 14-17

No les tengáis miedo ni os amedrentéis
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro
Queridos hermanos:
Si tuvierais que sufrir por causa de la justicia, bienaventurados vosotros. No les tengáis miedo ni os amedrentéis.
Más bien, glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atenían contra vuestra buena conducta en Cristo.
Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

1P 4, 12-19

Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro
Queridos hermanos:
No os extrañéis del fuego que ha prendido en vosotros y sirve para probaros, como si ocurriera algo extraño.
Al contrario, estad alegres en la medida que compartís los sufrimientos de Cristo, de modo que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante.
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
Así pues, que ninguno de vosotros tenga que sufrir por ser asesino, ladrón, malhechor o entrometido, pero si es por ser cristiano, que no se avergüence, sino que dé gloria a Dios por este nombre.
Porque ha llegado el momento de que el juicio empiece por la casa de Dios; pero, si nosotros somos los primeros, ¿cuál será el final de los que desprecian el Evangelio de Dios?
Y «si el justo a duras penas se salva, ¿qué será del impío y pecador?»
Así pues, que los que sufren conforme a la voluntad de Dios, haciendo el bien, pongan también sus vidas en manos del Creador, que es fiel.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

2Co 4, 7-15

Llevamos siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos:
Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

2Co 4, 16-18

Nuestro espíritu se renueva de día en día
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos: No nos acobardamos; pues aunque nuestro cuerpo se va desgastando, nuestro espíritu se renueva de día en día. Nuestros sufrimientos momentáneos y ligeros nos producen una riqueza eterna, una gloria que los sobrepasa con exceso. Nosotros no ponemos la mira en lo que se ve, sino en lo que no se ve, porque lo que se ve es transitorio y lo que no se ve es eterno.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

2Co 6, 4-10

Como moribundos que vivimos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos:
Nos acreditamos en todo como ministros de Dios con mucha paciencia en tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, ciencia, paciencia y amabilidad; con el Espíritu Santo y con amor sincero; con palabras verdaderas y la fuerza de Dios; con las armas de la justicia, a derecha e izquierda; a través de honra y afrenta, de mala y buena fama; como impostores que dicen la verdad, desconocidos, siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres, pero que enriquecen a muchos, como necesitados, pero poseyéndolo todo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

2Tm 2, 8-13; 3, 10-12

Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.
Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.
Es palabra digna de crédito:
Pues si morimos con él, también viviremos con él; si perseveramos, también reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará.
Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Tú me has seguido en la doctrina, la conducta, los propósitos, la fe, la magnanimidad, el amor, la paciencia, las persecuciones y los padecimientos, como aquellos que me sobrevinieron en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones soporté! Y de todas me libró el Señor. Por otra parte, todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Hb 10, 32-36

Soportasteis múltiples combates y sufrimientos
Lectura de la carta a los Hebreos
Hermanos:
Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: unos, expuestos públicamente a oprobios y malos tratos; otros, solidarios de los que eran tratados así. Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes.
No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa.
Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Rm 5, 1-5

Nos gloriamos en las tribulaciones
Lectura de la carta del apóstol, san Pablo a los Romanos
Hermanos:
Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Rm 8, 31-39

Ni muerte ni vida podrán separarnos del amor de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?; como está escrito:
«Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza».
Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beáti qui persecutiónem patiúntur propter iustítiam,
quóniam ipsórum est regnum caelórum.

Aleluya.

Evangelio

Lc 9Mt 10Mt 10Mt 10Jn 12Jn 15Jn 17

Lc 9, 23-26

El que pierda su vida por mi causa la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, decía Jesús a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?
Pues si uno se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, en la del Padre y en la de los ángeles santos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mt 10, 17-22

No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mt 10, 28, 33

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles:
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.
No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo.
¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre.
Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo.
Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mt 10, 34-39

No he venido a sembrar paz, sino espada
Lectura del santo Evangelio según San Mateo
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 12, 24-26

Si el grano de trigo muere, da mucho fruto
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 15, 18-21

Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: «No es el siervo más que su amo». Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 17, 11b-19

El mundo los ha odiado
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Pastores

Primera lectura

1S 16Dt 10Ex 32Ez 34Hch 13Hch 20Hch 26Is 6Is 52

1S 16, 1a. 6-13a

Levántate y úngelo de parte del Señor, pues es éste
Lectura del primer libro de Samuel
Sam 16, 1b. 6-13a
Levántate y úngelo de parte del Señor, pues es éste
Lectura del primer libro de Samuel.
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel:
«Llena tu cuerno de aceite y ponte en camino. Te envío a casa de Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí».
Cuando llegó , vio a Eliab y se dijo:
«Seguro que está su ungido ante el Señor».
Pero el Señor dijo a Samuel:
«No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón».
Jesé llamó a Abinadab y lo presentó a Samuel, pero le dijo: «Tampoco a este lo ha elegido el Señor».
Jesé presentó a Samá. Y Samuel dijo:
«El Señor tampoco ha elegido a este».
Jesé presentó a sus siete hijos ante Samuel. Pero Samuel dijo a Jesé:
«El Señor no ha elegido a estos».
Entonces Samuel preguntó a Jesé:
«¿No hay más muchachos?».
Y le respondió:
«Todavía queda el menor, que está pastoreando el rebaño». Samuel le dijo:
«Manda a buscarlo, porque no nos sentaremos a la mesa mientras no venga».
Jesé mandó a por él y lo hizo venir. Era rubio, de hermosos ojos y buena presencia. El Señor dijo a Samuel:
«Levántate y úngelo de parte del Señor, pues es este». Samuel cogió el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del Señor vino sobre David desde aquel día en adelante.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Dt 10, 8-9

El Señor es su heredad
Lectura del libro del Deuteronomio
Moisés dijo al pueblo:
«El Señor apartó a la tribu de Leví para llevar el Arca de la Alianza del Señor, para estar en presencia del Señor, para servirle y bendecir en su nombre, hasta el día de hoy.
Por eso, Leví no recibió parte en la heredad de sus hermanos, sino que el Señor es su heredad, como le dijo el Señor, tu Dios».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ex 32, 7-14

Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera
Lectura del libro del Éxodo
En aquellos días; el Señor dijo a Moisés:
«Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: “Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto”».
Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: "Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre"».
Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ez 34, 11-16

Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño
Lectura del libro del profeta Ezequiel
Esto dice el Señor:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré.
Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.
Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar –oráculo del Señor Dios–.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Hch 13, 46-49

Sabed que nos dedicamos a los gentiles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, Pablo y Bernabé dijeron a los judíos: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles.
Así nos lo ha mandado el Señor:
«Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra»».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Hch 20, 17-18. 28-32. 36

Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vinieran los presbíteros de la Iglesia. Cuando se presentaron, les dijo:
«Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.
Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados.
Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Hch 26, 19-23

Anunciaría a Cristo como luz a su pueblo y a los gentiles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, dijo Pablo:
«Rey Agripa, yo no he sido desobediente a la visión del cielo, sino que he predicado primero a los judíos de Damasco, luego a los de Jerusalén y de toda Judea, y por último a los gentiles, que se arrepientan y se conviertan a Dios, haciendo obras dignas de penitencia.
Por este motivo me prendieron los judíos en el templo y trataron de matarme, pero, con la ayuda de Dios, me he mantenido firme hasta hoy dando testimonio a pequeños y grandes, sin decir cosa fuera de lo que los profetas y el mismo Moisés dijeron que debía suceder: que el Mesías, habiendo padecido y siendo el primero en resucitar de entre los muertos, anunciaría la luz a su pueblo y a los gentiles».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Is 6, 1-8

¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 6, 1-8)
En el año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto a él estaban los serafines, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos el cuerpo, con dos volaban, y se gritaban uno a otro diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de tu gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije:
«¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».
Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Is 52, 7-10

Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 52, 7-10)
Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que proclama la paz,
que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia,
que dice a Sion: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor,
que vuelve a Sion.
Romped a cantar a coro,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la salvación de nuestro Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Salmo

Tú, SeñorEl SeñorAquí estoyContad laPor tuTú eresId al
15223995105109116

Del salmo 15 (Sal 16)

Sal 16, 1-2 y 5.7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.
 

Del salmo 22 (Sal 23)

Sal 23, 1-3.3-4.5. 6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señorpor años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.
 

Del salmo 39 (Sal 40)

Sal 40, 2.4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.
 

Del salmo 95 (Sal 96)

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.
 

Del salmo 105 (Sal 106)

R/. Por tu pueblo, Señor, acuérdate de nosotros.
Meménto nostri, Dómine, in beneplácitu pópuli tui
En el Horeb se hicieron un becerro, un ídolo fundido, y lo adoraron, cambiando así tu gloria por la imagen de un buey, que come pasto.
Por tu pueblo, Señor, acuérdate de nosotros.
Meménto nostri, Dómine, in beneplácitu pópuli tui
Se olvidaron del Dios que los salvó y que hizo cosas grandes en Egipto; en el país de Cam, muchos portentos, y cerca del Mar Rojo, mil prodigios.
Por tu pueblo, Señor, acuérdate de nosotros.
Meménto nostri, Dómine, in beneplácitu pópuli tui
Por eso hablaba Dios de aniquilarlos; pero Moisés, quien era su elegido, se interpuso, con miras a evitar que en su enojo, el Señor, fuera a destruirlos.
Por tu pueblo, Señor, acuérdate de nosotros.
Meménto nostri, Dómine, in beneplácitu pópuli tui  

Del salmo 109 (Sal 110)

Sal 110, 1.2.3.4
R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.
 

Del salmo 116 (Sal 117)

Sal 117, 1. 2
R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.

Aleluya.

Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.

Aleluya.

Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.

Aleluya.

Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.
 

Segunda lectura

1Co 11Co 41Ts 22Tm 1Col 1Ef 4Rm 12

1Co 1, 18-25

Quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los que creen
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos:
El mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios.
Pues está escrito:
«Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces».
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto? ¿Dónde está el sofista de este tiempo? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y puesto que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen.
Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados – judíos o griegos–, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

1Co 4, 1<-5/a>

Servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos:
Que la gente solo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, lo que se busca en los administradores es que sean fieles. Para mí lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.
Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

1Ts 2, 2b-8

Queríamos entregaros no solo el Evangelio, sino hasta nuestras propias personas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses
Hermanos:
Apoyados en nuestro Dios, tuvimos valor para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición.
Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que, en la medida en que Dios nos juzgó aptos para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos: no para contentar a los hombres, sino a Dios, que juzga nuestras intenciones.
Bien sabéis vosotros que nunca hemos actuado ni con palabras de adulación ni por codicia disimulada, Dios es testigo, ni pretendiendo honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado con autoridad; por el contrario, nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.
Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

2Tm 1, 13-14; 2, 1-3

Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
Querido hermano:
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús.
Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Así pues, tú, hijo mío, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros.
Toma parte en los padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Col 1, 24-29

Dios me ha nombrado servidor de la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses
Hermanos:
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios; el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo. Por este motivo lucho denodadamente con su fuerza, que actúa poderosamente en mí.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ef 4, 1-7.11-13

En función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
Hermanos:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos actúa por medio de todos y está en todos.
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, a Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Rm 12, 3-13

Teniendo dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos
Hermanos:
Por la gracia de Dios que me ha sido dada os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada cual. Pues, así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros cumplen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros. Teniendo dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado, deben ejercerse así: la profecía, de acuerdo con la regla de la fe; el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a la enseñanza; el que exhorta, ocupándose en la exhortación; el que se dedica a distribuir los bienes, hágalo con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace obras de misericordia, con gusto.
Que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya.
Mc 1, 17: Venid conmigo, dice el Señor, y os haré pescadores de hombres.
Venite post me, dicit Dóminus, et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Mt 23, 9b,10b: Uno solo es vuestro Padre, el del cielo, y uno solo es vuestro consejero, Cristo.
Unus est Pater vester, qui in caelis est; et magister vester unus est, Christus.
Aleluya.

Evangelio

Mt 9Mt 23Mt 28Mc 1Mc 16Lc 5Lc 22Jn 10Jn 21

Mt 9, 35-38

La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mt 23, 8-12

El primero entre vosotros será vuestro servidor
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros no os dejéis llamar «rabbí», porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mt 28, 16-20

Id y haced discípulos a todos los pueblos
Lectura del santo evangelio según san Mateo
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mc 1, 14-20

Os haré pescadores de hombres
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
Gloria a Ti, Señor.
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mc 16, 15-20

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño.
Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Lc 5, 1-11

Por tu palabra, echaré las redes
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en tomo a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lc 22, 24-30

Preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, se produjo un altercado a propósito de quién de los apóstoles debía ser tenido como el mayor. Pero Jesús les dijo:
«Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve.
Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 10, 11-16

El buen pastor da su vida por las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 21, 15-17

Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dijo a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Doctores de la Iglesia

Primera lectura

Hch 2Hch 13

Hch 2, 14a.22-24.32-36

Dios lo ha constituido Señor y Mesías
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
El día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y con toda solemnidad declaró:
«Israelitas, escuchad estas palabras: a Jesús el Nazareno, varón acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y signos que Dios realizó por medio de él, como vosotros mismos sabéis, a este, entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto, lo matasteis, clavándolo a una cruz por manos de hombres inicuos. Pero Dios lo resucitó, librándolo de los dolores de la muerte, por cuanto no era posible que esta lo retuviera bajo su dominio.
A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Exaltado, pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.
Pues David no subió al cielo, y, sin embargo, él mismo dice: "Oráculo del Señor a mi Señor:
'Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies'".
Por lo tanto, con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Hch 13, 26-33

Dios ha cumplido su promesa resucitando a Jesús
Lectura de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, cuando llegó Pablo a Antioquía de Pisidia, decía en la sinagoga:
«Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación. En efecto, los habitantes de Jerusalén y sus autoridades no reconocieron a Jesús ni entendieron las palabras de los profetas que se leen los sábados, pero las cumplieron al condenarlo. Y, aunque no encontraron nada que mereciera la muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y, cuando cumplieron todo lo que estaba escrito de él, lo bajaron del madero y lo enterraron. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Durante muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo. También nosotros os anunciamos la Buena Noticia de que la promesa que Dios hizo a nuestros padres, nos la ha cumplido a nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús. Así está escrito en el salmo segundo:
"Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy"».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Salmo

La bocaEnséñame
36118

Del salmo 36 (Sal 37)

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pida tu corazón.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.
 

Del salmo 118 (Sal 119)

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.
 

Segunda lectura

2Tm 4Ef 4

2Tm 4, 1-5

Cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo
Querido hermano:
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.
Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ef 4, 1-7.11-13

En función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
Hermanos:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos actúa por medio de todos y está en todos.
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, a Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Brille así vuestra luz ante los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre.
Sic lúceat lux vestra coram homínibus,
ut vídeant ópera vestra bona
et gloríficent Patrem vestrum.
Aleluya.

Evangelio

Mc 4Mt 23

Mc 4, 1-10.13-20

Salió el sembrador a sembrar
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.
Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:
«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Y añadió:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo:
«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, . Y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mt 23, 8-12

El primero entre vosotros será vuestro servidor
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros no os dejéis llamar «rabbí», porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Vírgenes

Primera lectura

Ap 19Ap 21Ct 8Os 2

Ap 19, 1.5-9

Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis
Yo, Juan, oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía:
«¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios.
Y salió una voz del trono que decía:
«Alabad a nuestro Dios sus siervos todos, los que lo teméis, pequeños y grandes».
Y oí como el rumor de una muchedumbre inmensa, como el rumor de muchas aguas, y como el fragor de fuertes truenos, que decían:
«Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido, y se le ha concedido vestirse de lino resplandeciente y puro –el lino son las buenas obras de los santos–».
Y me dijo:
«Escribe: «Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero»».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ap 21, 1-5

He aquí la morada de Dios entre los hombres
Lectura del libro del Apocalipsis
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo , de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.
Y oí una gran voz desde el trono que decía:
«He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el «Dios con ellos» será su Dios».
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.
Y dijo el que está sentado en el trono.
«Mira, hago nuevas todas las cosas».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ct 8, 6-7

Es fuerte el amor como la muerte
Lectura del libro del Cantar de los Cantares
Grábame como sello en tu corazón,
grábame como sello en tu brazo,
porque es fuerte el amor como la muerte,
es cruel la pasión como el abismo;
sus dardos son dardos de fuego,
llamaradas divinas.
Las aguas caudalosas no podrán
apagar el amor,
ni anegarlo los ríos.
Quien quisiera comprar el amor
con todas las riquezas de su casa,
sería sumamente despreciable.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Os 2, 16.17. 21-22

Me desposaré contigo para siempre
Lectura del libro del Eclesiástico (Os 2, 16.17.21-22)

Esto dice el Señor:
«Yo la llevo al desierto, le hablo al corazón. Allí responderá como en los días de su juventud, como el día de su salida de Egipto.
Me desposaré contigo para siempre, me desposaré contigo en justicia y en derecho, en misericordia y en ternura, me desposaré contigo en fidelidad y conocerás al Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

 

Salmo

Escucha, hijaJóvenes
44148

Del salmo 44 (Sal 45)

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.
 

Del salmo 148 (Sal 148)

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Reyes del orbe y todos los pueblos,
príncipes y jueces del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Su majestad sobre el cielo y la tierra.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.
 

Segunda lectura

1Co 72Co 10

1Co 7, 25-35

La soltera se preocupa de los asuntos del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos:
Acerca de los célibes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer como alguien que, por la misericordia del Señor, es fiel.
Considero que, por la angustia que apremia, es bueno para un hombre quedarse así.
¿Estás unido a una mujer? No busques la separación.
¿Estás libre de mujer? No busques mujer; pero, si te casas, no pecas; y, si una soltera se casa, tampoco peca. Aunque estos tales sufrirán la tribulación de la carne; y yo quiero ahorrársela. Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. También la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, de ser santa en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien; no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

2Co 10, 17-18; 11, 1-2

Os he desposado con un solo marido, para presentaros a Cristo como una virgen casta
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios
Hermanos:
El que se gloría, que se gloríe en el Señor, porque no está aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien el Señor recomienda.
¡Ojalá me toleraseis algo de locura!; aunque ya sé que me la toleráis.
Tengo celos de vosotros, los celos de Dios, pues os he desposado con un solo marido, para presentaros a Cristo como una virgen casta.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 23
Aleluya, aleluya, aleluya
El que me ama guardará mi palabra –dice el Señor–,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.
Aleluya.

Evangelio

Mt 19Mt 25Lc 10

Mt 19, 3-12

Por el reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba:
«¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?».
Él les respondió:
«¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne”? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
Ellos insistieron:
«¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla?». Él les contestó:
«Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer –no hablo de unión ilegítima– y se casa con otra, comete adulterio».
Los discípulos le replicaron:
«Si esa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse».
Pero él les dijo:
«No todos entienden esto, solo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos ellos mismos por el reino de los cielos. El que pueda entender, entienda».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Mt 25, 1-13

¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
«¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!».
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco».
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lc 10, 38-42

Marta lo recibió. María ha escogido la parte mejor
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 10, 38-42)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.
Santos

Primera lectura

1R 19Ap 19Ap 3Ap 21Dt 10Est 4Gn 12Hch 4Lv 19Si 2Si 26So 2

1R 19, 16b.19-21

Eliseo se levantó y siguió a Elías
Lectura del primer libro de los Reyes
En aquellos días, el Señor dijo a Elías en el monte Horeb: «Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo se Safat, de Abel Mejolá».
Partió Elías de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien se hallaba arando. Frente a él tenía doce yuntas; él estaba con la duodécima. Pasó Elías a su lado y le echó su manto encima.
Entonces Eliseo abandonó los bueyes y echó a correr tras Elías, diciendo:
«Déjame ir a despedir a mi padre y a mi madre y te seguiré».
Elías le respondió:
«Anda y vuélvete, pues ¿qué te he hecho?».
Eliseo volvió atrás, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio. Con el yugo de los bueyes asó la carne y la entregó al pueblo para que comiera. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ap 19, 1.5-9

Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan
Yo, Juan, oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía:
«¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios.
Y salió una voz del trono que decía:
«Alabad a nuestro Dios sus siervos todos, los que lo teméis, pequeños y grandes».
Y oí como el rumor de una muchedumbre inmensa, como el rumor de muchas aguas, y como el fragor de fuertes truenos, que decían:
«Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido, y se le ha concedido vestirse de lino resplandeciente y puro –el lino son las buenas obras de los santos–».
Y me dijo:
«Escribe: "Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero"».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ap 3, 14b.20-22

El vencedor heredará esto
Lectura del libro del Apocalipsis
Dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas».
Y dijo:
«Escribe: estas palabras son fieles y verdaderas».
Y me dijo:
«Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para mí hijo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ap 21, 5-7

El vencedor heredará esto
Lectura del libro del Apocalipsis
Dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas».
Y dijo:
«Escribe: estas palabras son fieles y verdaderas».
Y me dijo:
«Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para mí hijo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Dt 10, 8-9

El Señor es su heredad
Lectura del libro del Deuteronomio
Moisés dijo al pueblo:
«El Señor apartó a la tribu de Leví para llevar el Arca de la Alianza del Señor, para estar en presencia del Señor, para servirle y bendecir en su nombre, hasta el día de hoy.
Por eso, Leví no recibió parte en la heredad de sus hermanos, sino que el Señor es su heredad, como le dijo el Señor, tu Dios».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Est 4, 17b-17g.171

No poner la gloria de los hombres por encima de la gloria de Dios
Lectura del libro de Ester
En aquellos días, Mardoqueo dijo:
«Bendito seas, Dios de Abrahán y Dios de Isaac y Dios de Jacob.
¡Señor, Señor, rey omnipotente! El mundo entero está sometido a tu poder. Cuando te propones salvar a Israel, no hay quien pueda volverse contra ti.
Porque tú creaste el cielo y la tierra y las maravillas que existen bajo el cielo. Eres Señor de todo, y nadie puede oponerse a ti, Señor.
Tú sabes, Señor, que por la salvación de Israel yo me habría postrado gustosamente a los pies de Amán; no lo hice por no poner la gloria de los hombres por encima de la gloria de Dios. ¡Y nunca me postraré sino delante de ti, Señor, Dios mío! Escucha mi oración y ten misericordia de tu heredad; convierte nuestro duelo en alegría, para que, conservando la vida, alabemos tu nombre, Señor. No cierres los labios de los que te alaban».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Gn 12, 1-4a

Sal de tu tierra, de tu patria
Lectura del libro del Génesis
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán:
«Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré.
Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición.
Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra».
Abrán marchó, como le había dicho el Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Hch 4, 32-35

Un solo corazón y una sola alma
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba..
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Lv 19, 1-2.17-18

Amarás a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del libro del Levítico
El Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
"Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo.
No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado.
No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Yo soy el Señor"».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Si 2, 7-13

Los que teméis al Señor, confiad, esperad, amad
Lectura del libro del Eclesiástico
Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia
y no os desviéis, no sea que caigáis.
Los que teméis al Señor, confiad en él,
y no se retrasará vuestra recompensa.
Los que teméis al Señor, esperad bienes,
gozo eterno y misericordia.
Los que teméis al Señor amadlo,
y vuestros corazones se llenarán de luz.
Fijaos en las generaciones antiguas y ved:
¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?,
o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?,
o ¿quién lo invocó y fue desatendido?
Porque el Señor es compasivo y misericordioso,
perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia,
y protege a aquellos que lo buscan sinceramente.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Si 26, 1-4.16-21

Sal que sale, es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 26, 1-4.13-16)
Dichoso el marido de una mujer buena,
el número de sus días se duplicará.
Mujer valerosa es la alegría de su marido,
Él vivirá en paz todos los años de su vida.
Una mujer buena es una herencia valiosa
que toca en suerte a los que temen al Señor:
sean ricos o pobres, su corazón estará contento
y llevarán siempre la alegría en el rostro.
El encanto de la mujer complace a su marido,
y su ciencia lo reconforta.
La mujer silenciosa es un don del Señor,
la mujer bien educada no tiene precio.
La mujer honesta duplica su encanto,
es incalculable el valor de la que sabe controlarse.
Sol que sale por las alturas del Señor
es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

So 2, 3; 3, 12-13

Dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre
Lectura del libro del profeta Sofonías
Buscad al Señor los humildes de la tierra,
los que practican su derecho,
buscad la justicia, buscad la humildad,
quizá podáis resguardaros
el día de la ira del Señor.
Dejaré en ti un resto,
un pueblo humilde y pobre
que buscará refugio en el nombre del Señor.
El resto de Israel no hará más el mal,
no mentirá ni habrá engaño en su boca.
Pastarán y descansarán,
y no habrá quien los inquiete.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Salmo

Dichoso quienTú, SeñorEl SeñorBendigamos alComo unDichosos losDichosos losDame, Señor
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Del salmo 1 (Sal 1)

R/. Dichoso quien ama la ley de Dios.
Beátus vir qui amat legem Dómini
Dichoso aquel que no se guía por mundanos criterios, que no anda en malos pasos ni se burla del bueno; que ama la ley de Dios y se goza en cumplir sus mandamientos.
Dichoso quien ama la ley de Dios.
Beátus vir qui amat legem Dómini
Es como un árbol plantado junto al río, que da fruto a su tiempo y nunca se marchita. En todo tendrá éxito.
Dichoso quien ama la ley de Dios.
Beátus vir qui amat legem Dómini
En cambio los malvados serán como la paja barrida por el viento. Porque el Señor protege el camino del justo y al malo sus caminos acaban por perderlo.
Dichoso quien ama la ley de Dios.
Beátus vir qui amat legem Dómini  

Del salmo 15 (Sal 16)

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.
 

Del salmo 22 (Sal 23)

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señorpor años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.
 

Del salmo 33 (Sal 34)

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

El ángel del Señor acampa
en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.
 

Del salmo 102 (Sal 103)

R/. Como un padre amoroso con su hijo, así es tierno el Señor con quien lo ama.
Bénedic, ánima mea, Dómino
Bendice al Señor, alma mía, y todo lo que soy, su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no eches al olvido sus favores.
Como un padre amoroso con su hijo, así es tierno el Señor con quien lo ama.
Bénedic, ánima mea, Dómino
El Señor es clemente y bondadoso, lento al enojo, pronto a la indulgencia; no nos trata según nuestros pecados ni según nuestras culpas merecieran.
Como un padre amoroso con su hijo, así es tierno el Señor con quien lo ama.
Bénedic, ánima mea, Dómino
Como desde la tierra al cielo, así de grande es su amor para sus fieles; aleja de nosotros nuestras faltas, cuanto dista el oriente del poniente.
Como un padre amoroso con su hijo, así es tierno el Señor con quien lo ama.
Bénedic, ánima mea, Dómino
Como un padre amoroso con su hijo así es tierno el Señor con quien lo quiere; con los hombres que cumplen con su alianza y sus leyes recitan y obedecen.
Como un padre amoroso con su hijo, así es tierno el Señor con quien lo ama.
Bénedic, ánima mea, Dómino  

Del salmo 111 (Sal 112)

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.
 

Del salmo 127 (Sal 128)

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.
 

Del salmo 130 (Sal 131)

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.
 

Segunda lectura


1Jn 31Jn 41Jn 5Ef 3Ef 6Flp 3Flp 4Rm 8

1Jn 3, 14-18

Nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
Queridos hermanos:
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

1Jn 4, 7-16

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

1Jn 5, 1-5

Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ef 3, 14-19

Comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
Hermanos:
Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Ef 6, 10-13.18

Tomad las armas de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios
Hermanos:
Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder.
Poneos las armas que Dios da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso,
sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal.
Por eso, tomad las armas de Dios, para poder resistir en el día fatal y, después de actuar a fondo, mantener las posiciones.
Orad en toda ocasión con la ayuda del Espíritu. Tened vigilias en que oréis con constancia por todos los santos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Flp 3, 8-14

Corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses
Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Flp 4, 4-9

Todo lo puro, tenedlo en cuenta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 4, 4-9)
Hermanos:
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.
Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Rm 8, 26-30

A los que justificó, los glorificó
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 26-30)
Hermanos:
El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.  

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 23: Aleluya, aleluya, aleluya
El que me ama guardará mi palabra –dice el Señor–,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.
Aleluya. Mt 5, 3: Aleluya, aleluya, aleluya
Dichosos lo pobres en el espíritu, porque de ellos es el renio de los cielos.
Beáti páuperes spíritu, quóniam ipsorum est regnum caelorum.
Actividad caritativa: Jn 13, 34: Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya. Educadores: Mt 23, 11.12b: Aleluya, aleluya, aleluya
El primero entre vosotros será vuestro servidor –dice el Señor–;
El que se humilla será enaltecido.
Qui maior est vestrum, erit miníster vester, dicit Dóminus;
qui autem se humiliáverit, exaltábitur.
Aleluya.

Evangelio

Mt 25Mc 3Mc 10Lc 6Lc 9Lc 10Lc 12Lc 14Lc 18Jn 15Jn 15Jn 17

Mt 25, 1-13

¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
«¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!».
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco».
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mc 3, 31-35

El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre
Lectura del santo Evangelio según San Marcos
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Mc 10, 13-16

Dejad que los niños se acerquen a mí
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lc 6, 27-38

El que acoge a un niño, me acoge a mi.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los discípulos habían discutido por el camino quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lc 9, 57-62

Te seguiré a dondequiera que vayas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo:
«Sígueme».
Él respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lc 10, 38-42

Marta lo recibió. María ha escogido la parte mejor
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lc 12, 35-40

Lo mismo vosotros, estad preparados
Lectura del santo Evangelio según San Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lc 14, 25-33

Aquel que no renunció o todos sus bienes no puede ser discípulo mío
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no pudo acabar».
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Lc 18, 9-14

El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano.
El fariseo, erguido, oraba así en su interior: «¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo».
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 15, 1-8

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 15, 9-17

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Jn 17, 20-26

Este es mi deseo: que estén conmigo donde yo estoy
Lectura del santo Evangelio según san Juan
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.