Esd

Esd 1, 1-Esd 6, 22. La Vuelta de los Primeros Cautivos

El libro de Esdras puede dividirse en dos grandes partes: 1) Regreso de la cautividad de Babilonia (Esd 1, 1-Esd, 6, 22). 2) Ministerio de Esdras (Esd 7, 1-Esd 10, 44). En la primera, después de señalar la esplendidez del rey, refiere el autor la constitución de la primera caravana bajo el liderazgo de Zorobabel (Sesbasar), señala las familias que componían este primer contingente de repatriados y cuenta las incidencias que acompañaron y siguieron a la empresa de restaurar el altar de los holocaustos, el templo de Jerusalén y su dedicación.

Esd 1, 1-4. Una coyuntura providencial

Empieza el libro por señalar la fecha del decreto real que abría a los judíos la esperanza de volver a su patria. Su autor pone de relieve que este edicto se publicó "para que se cumpliese la palabra de Yahvé por boca de Jeremías profeta," e indica en líneas generales su contenido.
De Rey Vasallo a Monarca Soberano
Cuando los judíos partieron para el exilio (2R 25, 21), todo el Próximo Oriente, desde las fronteras de Egipto hasta el Indo, se hallaba bajo el dominio de los dos grandes imperios de Babilonia y de la Media. El rey de la Media, Ciaxares, que había contribuido eficazmente a la desaparición del imperio asirio (614-612 a.C.), reinaba en Ecbatana sobre un vasto territorio. Sucedióle su hijo Astiages (583-553), indolente y vicioso, que perdió el imperio en lucha contra un rey vasallo que, a partir del año 550, fue llamado "rey de Persia." En efecto, dentro del gran imperio medo existían algunas tribus sobre las cuales ejercía el rey un dominio indirecto, a través de algunos príncipes dependientes, en más o menos grado, de Ecbatana. Una de tales tribus era la de los Pasargades, a la cual pertenecía la poderosa familia de los Aqueménidas. El primer rey de la misma fue Teispés, hijo del legendario Aquemenes, quien, después de ocupar el territorio de Elam en guerra contra Asurbaní-pal (Jr 25, 25; Jr 49, 35-39; Ez 32, 24), proclamóse rey de Anzán. Le sucedieron Ciro I, Cambises y el gran Ciro, que subió al trono el año 559. El humilde rey de Anzan, como se le califica en la crónica de Nabónides (Pritchard, 305), correspondiente al sexto año del reinado de este monarca (550 a.C.), se convirtió, tres años después, en "rey de Persia," según testimonio de la misma crónica.
El rey medo Astiages quiso castigar la insolencia del rey vasallo, pero fue vencido en Pasargades el año 550 y entregado por sus mismas tropas a Ciro. Diez años más tarde, aprovechando Ciro el momento de reinar en Babilonia el débil y enfermizo Nabónides (555-539) dirigió sus tropas contra aquel imperio, que cayó definitivamente en sus manos con la rendición de la capital a las tropas persas al mando del general babilonio, desertor, Gubaru (Gobrias), el 16 del mes tishri (septiembre-octubre) del año 539. Ciro quedó entonces dueño de un vasto imperio que se extendía desde el Mediterráneo hasta las primeras estribaciones del Himalaya.
Política religiosa de Ciro
Al revés de los soberanos de Babilonia y de Asiría, Ciro adoptó una política de apaciguamiento, tolerancia y respeto hacia los pueblos vencidos. Hombre religioso, reconocía a Ahura Mazda como dios "superior a todos los otros dioses, creador de los cielos y de la tierra, que creó a los hombres, a los que dio su bendición" (Pritchard, 317). Pero cabe a este dios supremo reconocía a otros dioses secundarios que le habían sido propicios en sus conquistas y le habían abierto las puertas de las ciudades en las que eran ellos venerados. De ahí que su habilidad política le llevara a respetar los santuarios de los diversos dioses de los países conquistados; a contribuir a su reconstrucción en caso de haber sido damnificados por la guerra y a embellecerlos en el supuesto de encontrarse en estado de dejadez y abandono. A todos los pueblos se les concedía libertad de culto, presentándose a cada pueblo como servidor y enviado del dios local. De esta manera quiso Ciro probar que era él el bienhechor y padre de todos los pueblos. De su política de tolerancia religiosa existe una prueba en el cilindro de Rassam.
Por estos textos profanos aparece el celo de Ciro por reconstruir los templos y asegurar el culto de los dioses de todos los países de su vasto imperio. Con ello creía él granjearse no solamente el favor de las distintas divinidades, sino de los pueblos que las consideraban como dioses propios suyos. De ahí que el autor del cilindro arriba mencionado considere a Ciro como soberano providencial enviado por Marduk.
También Isaías celebra en términos parecidos la elección de Ciro por parte de Yahvé: "Yo le he suscitado del septentrión, y ya llega, llamado por su nombre, del lado del levante" (Is 41, 25).
"Yo digo a Ciro: Tú eres mi pastor, y él hará lo que yo quiera. Yo digo a Jerusalén que será reedificada y que su templo será reconstruido" (Is 44, 28; Is 45, 1-4). De la manera de comportarse Ciro con los países vencidos se explica satisfactoriamente el hecho de que autorizara oficialmente a los judíos el regreso a su patria y la reconstrucción en Jerusalén del templo dedicado a su dios nacional. No es creíble que, dada su amplitud de miras religiosas para los pueblos paganos, hiciera una excepción para el pueblo judío y su Dios.
El Año Primero de Ciro
Al autor del libro no importan los veinte años que precedieron a la toma de Babilonia, por no tener relación directa con la historia del pueblo de Israel. Sólo con la caída de Babilonia a principios de otoño del año 539 pasaron los israelitas a ser súbditos del soberano persa. De ahí que, para el cronista, "el año primero de Ciro" corresponde al que sigue inmediatamente a la ruina del imperio babilónico, empezando en el mes de Nisán (marzo-abril) del año 538.
Dios tiene en sus manos las riendas de la historia y dispone los acontecimientos como le place (Is 44, 24; Is 48, 1-16; Is 52, 1-11). Como hemos visto en los textos de Isaías (Is 41, 25; Is 44, 28), fue Yahvé quien suscitó a Ciro y el que le empujó a conceder la libertad a los judíos. Al inspirarle que publicara un decreto de libertad en favor de los judíos, quiso Dios que se "cumpliese la palabra de Yahvé por boca de Jeremías." Los profetas hablaban lo que Dios les comunicaba. Los oráculos de los profetas debían realizarse necesariamente, por cuanto era Dios, que se servía de ellos como de meros instrumentos para manifestarse a los hombres.
Profecía de Jeremías
Desde el año 605 había anunciado Jeremías: "Que (Dios) hacía desaparecer de Israel los cantos de alegría, las voces de gozo, el canto del esposo y el canto de la esposa, el ruido de la muela y el resplandor de las antorchas. Toda esta tierra será desierto y desolación y servirán entre los pueblos setenta años" (Esd 25, 10-11). Al cabo de los mismos pedirá Dios cuentas al rey de Babilonia. Entonces, al cumplirse el plazo señalado, "yo os visitaré y cumpliré la promesa de traeros a este lugar" (Esd 29, 10). Según estos textos, el imperio babilónico, fundado por Nabucodonosor, se mantendrá en pie unos setenta años, al término de los cuales dejará de existir, coincidiendo su ocaso con la libertad de los judíos cautivos.
Presenta cierta dificultad esta fecha de los setenta años, por desconocerse el término a quo de la misma. Dos fechas señalan el principio y fin del exilio: 587 y 537 a.C. No parece que Jeremías cuente los años a partir de la primera de las mencionadas fechas, sino a partir del año en que anunció el oráculo. En efecto, en 605 a.C. pronunciaba el oráculo contenido en Esd 25, 11-12, y en aquella fecha habíanse puesto los antecedentes que desembocarían en la deportación definitiva del año 587. Jeremías pronunció su famosa profecía el año cuarto del rey Joaquín, es decir, hacia el 606. Con este cómputo tenemos que entre 606 hasta 537 median sesenta y nueve años. Como de costumbre, los profetas suelen emplear números redondos, ejemplo que siguió Jeremías en nuestro caso. El P. Colunga considera el número setenta como simbólico, significando "el espacio de tiempo de la prueba más grave a que píos sometió a su pueblo" v.363). Según él, desde el año 605 hasta el 586 fue obra de justicia; de 587 al 539, obra de penitencia; del año 538 al 398, obra de misericordia, que se inicia con el decreto de Ciro y se prolonga hasta la era mesiánica. Aunque quepan en el texto tales interpretaciones, no vemos la razón por la cual no deba tomarse el texto en su sentido literal y obvio. El texto masorético no autoriza la sustitución del profeta Jeremías por Isaías, como pretende Batten.
El Decreto de Ciro
Refiere Flavio Josefo que los judíos mostraron a Ciro el texto de la profecía de Isaías en la cual aparecía su nombre, quedando él tan impresionado que promulgó inmediatamente el decreto de libertad. Sea lo que fuere de esta noticia, el proceder de Ciro para con los judíos concuerda perfectamente con sus métodos de gobierno. El edicto real, más que obra de Ciro, debe considerarse como una prueba de que Dios mueve, "despierta" y "excita" el corazón de los reyes de manera que hagan siempre su voluntad (1Cro 5, 26; 2Cro 21, 16; 2Cro 36, 22). El decreto se formuló de viva voz y por escrito.
Disponían los persas de un servicio de correo bien organizado a base de cursores (aggaroi), que corrían velozmente a pie o montados en ágiles corceles todo el imperio, proclamando las órdenes reales o también entregando a los funcionarios públicos y a las particulares cartas, paquetes, etc. Según se desprende de Esd 6, 2-5, una copia del decreto fue depositada en los archivos reales de Ecbatana. Por una hipérbole muy propia de los orientales, se dice que el decreto fue pregonado "por todo su reino," cuando, en realidad, se dirigía únicamente a las autoridades y poblaciones del antiguo reino de Babilonia, en donde radicaban las colonias judías.
Contenido del decreto
Ciro se llama a sí mismo "rey de Persia." Ciro era politeísta; admitía un dios supremo y trascendente, Ahura Mazda, y cabe a él un ejército de dioses de rango inferior que dominaban sobre determinadas regiones y pueblos de su vasto imperio. Estos dioses particulares facilitaron a Ciro la derrota de sus enemigos. El mismo dios de Babilonia, Marduk, cansado y enojado con el rey Nabónides, llamó a Ciro para que ocupara su trono. Entre los pueblos vasallos de Babilonia había el pueblo judío que adoraba a su Dios nacional, Yahvé. También Yahvé había contribuido al triunfo de Ciro; es probable que los judíos de Babilonia se colocaran de lado de los enemigos de Nabónides y apoyaran la acción de Ciro. Por lo mismo, sin menoscabo del dios Ahura Mazda, considera a Yahvé como a Dios suyo, "Dios grande, Dios del cielo y de la tierra." La expresión "dios de los cielos" aparece en Ne 1, 5; Ne 2, 4.20 y en los papiros de la isla Elefantina.
No era propiamente Yahvé, en opinión de Ciro, el dios que le entregó "todos los reinos de la tierra" (Is 45, 1), como dice con evidente hipérbole el texto, pero contribuyó, sin duda, a su engrandecimiento junto con los otros dioses. De ahí que Ciro ensalzara a todos los dioses según convenía a las circunstancias y pueblos a los que se dirigía. Puede suponerse que el rey se valió de algún personaje judío para la redacción del decreto que anunciaba su libertad.
A una orden del Dios de los judíos atribuye la voluntad de que "le edifique casa en Jerusalén, en Judá." Antiguos comentaristas, siguiendo a Flavio Josefo, creen que, habiendo conocido Ciro la profecía de Isaías (Is 44, 28), quiso cumplir su voluntad con el fin de tenerlo propicio en lo venidero. Pero puede el texto entenderse en el sentido de que quiso el soberano mostrarse deferente con los judíos y su Dios, autorizando y contribuyendo a la edificación del templo de Jerusalén, como había hecho con los dioses de los otros pueblos. Así leemos en su cilindro: "A los dioses que estaban (en las ciudades en ruinas) hice que se colocaran en su lugar, construyéndoles una mansión eterna." Convenía a Ciro tener a los judíos propicios en el caso de que Egipto atacara al imperio persa por el sudoeste.
Invitación a todo Israel
Del texto del decreto se colige que Ciro se dirige a todos los judíos. Sabido es que, después de la muerte de Salomón, el pueblo se dividió en dos reinos: el del Norte y el de Judá. Los del Norte fueron deportados a Asiría el año 722 por Sargón II; el año 587, los de Judá fueron conducidos cautivos a Babilonia. Con los triunfos de Ciro, Asiría y Babilonia pasaron a depender de su autoridad. ¿Quiso referirse a todos los judíos, de uno y otro reino? Acaso no estuviera Ciro al corriente de las diferencias que dividían al pueblo de Israel; por lo mismo, las palabras "de todo su pueblo" (micol amo) abarcan a todos los judíos que viven en el imperio persa. Las versiones griegas han restringido el alcance de esta orden, añadiendo: "y que desean partir." No se impone la obligación a los exilados judíos de regresar a su patria. El que se decida a hacerlo contará con el favor de Dios, por cuanto el motivo principal del regreso a la patria era para reedificar el templo de Yahvé. Para Ciro, el Dios de Israel, Yahvé, tiene su morada en Jerusalén.
Solidaridad con los judíos repatriados
"En todo lugar donde habiten restos (nistar) del pueblo de Yahvé," dice el texto. El término hebraico que significa resto es de uso muy común en la literatura profética (Is 51, 7; Is 49, 13), y se aplica a los judíos que por su fidelidad al pacto de la alianza se libran de los castigos con que Dios amenaza a los transgresores del mismo. En nuestro texto se aplica más bien a los sobrevivientes de los que habían sido deportados a Asiría y Babilonia (Is 10, 20-21).
Un viaje a Palestina requería valor y medios económicos. Muchos judíos habíanse enriquecido en Babilonia y gozaban de una posición económica holgada (Jr 29, 5; Ez 3, 24; Ez 8, 1; Ez 14, 1; Ez 33, 31); pero otros vivían penosamente de su trabajo. En general fueron estos últimos los que se aprestaron con más entusiasmo a volver a la patria de sus antepasados. Con el fin de incitarles a emprender el regreso hace el rey un llamamiento a todos los que conviven con los judíos a fin de que les ayuden con plata, oro, utensilios y ganados, cosas necesarias tanto para el largo viaje cuanto para poder rehacer su vida en Judá. Esta colecta en favor de los judíos en vísperas de su partida recuerda en cierta manera el hecho de la huida de Egipto (Ex 12, 35-36). Aquí la situación es distinta; es el rey mismo quien recomienda la caridad en favor de los judíos repatriados. Los vecinos (Esd 1, 6), principalmente los judíos que habitaban en Babilonia (15), mostráronse generosos. Se recomendaba asimismo a todos hicieran donativos voluntarios (nedabah) para la casa de Yahvé. El sentido técnico de la palabra hebrea (Lv 22, 18) se mantiene en Esd 3, 5.
¿Es Auténtico el Decreto de Ciro?
Algunos críticos lo niegan, por las siguientes razones: 1) No se concibe que Ciro diera la orden de edificar el templo de Jerusalén; a lo más, podía autorizar dicha construcción. 2) No es creíble que Ciro entregara dinero para la mencionada obra. 3) Se conserva un doble texto del decreto (Esd 1, 2-4 y Esd 6, 3-5), con notables diferencias. 4) Algunas frases de sabor monoteísta no se explican en boca de Ciro. 5) El decreto fue redactado en hebreo, lo que parece improbable.
A estas dificultades puede responderse: 1) El verbo mandar equivale en el lenguaje semítico a permitir, autorizar (Jc 14, 6; Ml 1, 3-3). Un ejemplo de lo dicho hállase en Esd 5, 9, con la traducción: "¿Quién os ha autorizado la construcción de esta casa?" Tampoco Ciro procede como déspota ordenando a todos los israelitas que regresen a Jerusalén, sino más bien deja a todos en libertad. No quiso el texto hacer un parangón entre la huida de Egipto? la vuelta de los sionistas a su patria. Ciro exhorta a las gentes ciñas a que ayuden a los judíos en esta empresa, que debe redundar en provecho del mismo rey y de su imperio. Ciro se jactaba de haber restituido a muchos dioses en sus ciudades, esperando que con ello se mostrarán propicios. Espera que los favorecidos "pidan todos los días a Bel y Nebo la prolongación de mis días" (Pritchard, 316). Le convenía a Ciro llevar esta política religiosa como presupuesto indispensable para obtener la pacificación de todos los pueblos que integraban su imperio. Aun modernamente se dan casos de que monarcas y jefes de Estado contribuyen económicamente a la ayuda de un culto no estatal por razones políticas 3) Efectivamente, existen dos textos diferentes del decreto, con sensibles diferencias. ¿Cuál de los dos es el auténtico? Contra el primero se oponen dos argumentos: a) no pudo Ciro, politeísta, expresarse con frases que reflejan una mentalidad monoteísta y de formación judía; b) el decreto no pudo ser redactado en hebreo. En cuanto al primero, se responde que Ciro era politeísta, pues, además de Ahura Mazda, reconocía como suyos los dioses de los pueblos sujetos a su dominio, y en el trato con cada uno de ellos se esforzaba para acomodarse al lenguaje que exigían sus creencias. También Yahvé es Dios de Ciro, y atribuye a una inspiración suya la idea de levantarle de nuevo su templo.
Modernamente, Bickermann ha defendido vigorosamente la autenticidad del edicto de Ciro, exponiendo su texto en el sentido de que se trata de una proclamación hecha en hebreo por heraldos públicos, judíos quizá algunos de ellos. De esta manera se explica el matiz hebraico del mismo, porque, aunque emanaba de la cancillería real, su contenido fue dado a conocer por oficiales que pensaban y hablaban hebreo. El texto de Esd 6, 3-5 es un memorándum para uso de los oficiales y funcionarios persas. Pudo el texto original ser redactado en lengua persa o babilónica, pero, en atención a los judíos, fue dado a conocer en su propia lengua.

Esd 1, 5. Ofrecimiento de voluntarios

No todos los judíos exilados se aprovecharon de la libertad otorgada por Ciro, sino sólo aquellos a los cuales animó e inspiró Dios. Se señalan en primer lugar los tres grupos o categorías de voluntarios: los jefes de familia, los sacerdotes y los levitas. Se discute si el texto alude a un cuarto grupo, al de los laicos, al decir: "y todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios." Para unos (Fernández), la frase es restrictiva; para otros señala un cuarto grupo (Bertheau, Pelaia). No sirven las razones aducidas por este último en el sentido de que, faltando los laicos, daría a entender el texto que los "laicos" no se prestaron a la invitación de repatriarse, lo que es falso. Al autor sagrado interesa más bien señalar la conducta de los jefes de la nación, eclesiásticos y laicos. Entre estos últimos hallamos a "los cabezas de familia," o de los padres (aboth). Israel dividíase en tribus, la tribu en parentela, y éstas en familias. Los cabezas de familia, de clan o parentela, de las dos tribus meridionales de Judá y Benjamín dieron ejemplo al levantarse y prepararse para, emprender el largo camino hacia la patria. Para el autor, el verdadero Israel está formado por las dos tribus de Judá y de Benjamín (Esd 1, 5; Esd 4, 1 1 Ne 11, 4), siendo sospechoso de sincretismo todo individuo procedente del reino del Norte.

Esd 1, 6-8. Ayuda a los voluntarios

Porque la empresa de estos valientes parecía arriesgada, las gentes vecinas, tanto indígenas como judíos, apresuráronse a colmarles de bienes. El texto hebraico dice literalmente: "fortificaron sus manos" (Jc 9, 24; Is 35, 3; Ne 2, 18), idea que puede traducirse por "los ayudaron," tanto desde el punto de vista moral, animándolos y alabando su decisión, como material, entregándoles todo cuanto necesitaban para el viaje y para rehacer su vida en Jerusalén. El rey mandó que se devolviesen los utensilios sagrados empleados en la liturgia del templo, que Nabucodonosor había sustraído (2R 24, 13-17; 2R 25, 13-15) y colocado parte en su palacio (2Cro 36, 7; Dn 5, 2-3) y otra en el templo de sus dioses (Dn 1, 2). Jeremías predijo la restitución de estos tesoros (Jr 52, 17-23). Encargó al tesorero del templo, Mitrídates (Esd 4, 7), que los entregara a Sesbasar. Mitrídates es nombre persa que puede significar "don de Mitra" o "consagrado a Mitra"; era Mitra el dios persa del sol. El nombre del príncipe de Judá, Sesbasar, es transcrito diversamente, lo que dificulta el conocimiento de su etimología. ¿Corresponde este nombre al de Senasar que se lee en 1Cro 3, 18? Es indudable su origen babilónico; acaso provenga del babilónico shamash-bal-usur = Samash protege al hijo.

Esd 1, 9-11. Utensilios que se devuelven

Hemos traducido por fuentes el término hebraico hagartal, que probablemente querrá designar un balde, cubo o herrada que servía para las múltiples purificaciones en el templo. El texto hebreo, así como el de las versiones, no se ha conservado fielmente en lo que se refiere al número de utensilios. La suma de los mismos en el v.11 no corresponde a la enumeración anterior. ¿Dónde yace el error, en la suma total o en la enumeración parcial? Probablemente en esta última, como prueban las divergencias entre el texto hebreo y el griego. Pero no está probado que el v.11 sea la suma de los objetos enumerados anteriormente. Conocida es la facilidad con que el texto consonántico hebraico se ha prestado a la adulteración de los números. El encargado de llevar todos estos tesoros a Jerusalén fue Sesbasar.
¿Quién Fue Sesbasar?
Hemos hablado de la etimología del nombre; réstanos ahora averiguar su personalidad. Muchos autores, católicos y acatólicos, lo identifican con Zorobabel, de que se hablará en el capítulo siguiente; otros creen que es un personaje distinto. Las razones para la identificación son: 1) Es Sesbasar el encargado de devolver a Jerusalén los tesoros robados al templo; pero Zorobabel va al frente de los repatriados (2, 2). 2) En el año segundo de Darío I (520 a.C.) era Zorobabel peha de Judea (Ag 1, 1); construye él el templo (Esd 3, 8; Esd 5, 2; Za 4, 9). Pero también es llamado peha Sesbasar (Esd 5, 14), y se dice de él que puso los fundamentos del templo (Esd 5, 16). 3) Sesbasar es llamado nasi: príncipe de Judá (Esd 1, 5), título que compete asimismo a Zorobabel por ser hijo de Pedaya, que lo fuera de Jeconías (1Cro 3, 17-19). 4) Era común en la corte babilónica tener dos nombres. Así, nuestro personaje pudo llamarse Sesbasar en el trato con los funcionarios gentiles y Zorobabel al ponerse en contacto con los judíos, a los cuales repugnaba el primer nombre, Teóforo de una divinidad pagana.
No parece que tales razones zanjen la cuestión. En primer lugar, es distinta la misión que recibe Sesbasar de la que se confía a Zorobabel. Que los dos son personajes distintos con misión diferente se deduce de Esd 5, 14-16, en donde se habla de Sesbasar -acaso sea el mismo Zorobabel el que habla- en tercera persona, lo que es incomprensible en el caso de ser él Zorobabel. En segundo lugar, del hecho que fuera Zorobabel peha en tiempos del profeta Ageo (520 a.C.) no se deduce que lo fuera en 537, esto es, en tiempos de la primera caravana de repatriados. Pero aún es probable que Sesbasar fuera el primer gobernador de Judea, siendo reemplazado más tarde por Zorobabel. En Esd 5, 14-16 se habla de Sesbasar, como persona ausente. Fue él el primer alto comisario del poder central, encargado de transportar el material cultual y de reedificar el templo. Al tercer argumento cabe oponer que el título de príncipe (nasi) no prueba que descendiera de familia real. Con el mencionado título se alude al poder político que ejercía Sesbasar (Ez 30, 13; Jr 34, 2). Era Sesbasar príncipe de Judá por nombramiento real, mientras que Zorobabel lo era de nacimiento (Esd 3, 2-8; Esd 4, 23; Esd 5, 2; Ne 12, 1; Ag 1, 1-12; Ag 2, 2-23). No cabe duda que un mismo personaje llevaba a veces dos nombres (Dn 1, 6; 2R 15, 19), pero la dificultad radica en que un príncipe de Judá lleve dos nombres de origen babilónico. Hemos visto el origen etimológico de la palabra Sesbasar; Zorobabel viene de Zerbabili = simiente de Babilonia. ¿Por qué no adoptó un nombre hebraico al contacto con los judíos? De todo lo dicho se desprende que no existen argumentos válidos para identificar a Sesbasar con Zorobabel. En cuanto al testimonio de los antiguos, el autor de Esd 2, 11; Esd 4, 13; 43-46; Esd 5, 1-6.68-73 distingue ambos personajes; Flavio Josefo los identifica.

Esd 2, 1. Regreso a la patria

Con la palabra provincia (medinah) se quiere establecer la distinción entre los judíos de la cautividad y los que habitaban en Palestina. El término medinah corresponde en sentido amplio al de región (Lm 1, 1; Ez 19, 8; 1R 20, 14-17). En sentido estricto da a entender el texto que Judea estaba constituida en provincia autónoma, independiente de Samaría, gobernada por un peha, lo cual no tuvo lugar antes de Darío I (522-486). En el texto hebraico se emplean dos palabras casi sinónimas para designar el destierro: shebi, golah. "El primero se toma en sentido abstracto (Esd 3, 8; Esd 8, 35), es decir, refiriéndose a la situación en que se hallaba Israel, la cautividad; mientras que el segundo puede entenderse, o bien del sitio, o bien de los desterrados (Esd 6, 19-20; Esd 8, 35; Esd 9, 4). Por lo dicho se ve que los repatriados se llamaban bene hammedinah, en cuanto se hallaban ya en Judá, y bene haggolah, en cuanto habían estado en el destierro" (Fernández). El texto hace referencia exclusivamente a los deportados en tiempos de Nabucodonosor. Cada uno tornó a Jerusalén y a Judá, según eran o no sacerdotes. Estos últimos, por razón de sus funciones en el templo, habitaban en la Ciudad Santa y en sus alrededores. Los laicos marcharon cada uno a su ciudad natal. La llegada de los repatriados y su afincamiento en el territorio no fue nada fácil. Algunos encontraron sus casas destruidas, sin aperos de labranza, con los campos abandonados las cuadras vacías; pero otros ni siquiera les fue dado regresar a sus hogares ni ocupar sus campos, por haber pasado a poder de judíos que quedaron en Palestina o que habían pasado a ser propiedad de los paganos que se establecieron en Judea. Con tesón y dinero pudieron los repatriados volver a sus heredades, lo que hicieron los sionistas modernos al establecerse en Palestina amparados por la ley Balfour.

Esd 2, 2a. Jefes de expedición

Esta misma lista aparece, con ligeras variantes, en Ne 7, 7; Esd 5, 8. Zorobabel no es el mismo personaje queSesbasar. En estos dos últimos libros se añade el nombre de Najamani entre Raelayas (Nehemías: Raamías) y Mardoqueo, que en Esdr es llamado Euenius. Con este número doce (once en nuestro texto) se quiere aludir a las doce tribus de Israel, aunque solamente se repatriaran familias de las de Judá y Benjamín (Esd 6, 17; Esd 8, 35). El jefe de la expedición es Zorobabel, a causa de sus cualidades y por ser descendiente del rey Joaquim (Vulgata: Jeconías), en la línea de David (1Cro 3, 17-19). Josué era hijo de Josadac (Esd 5, 2; Ag 1, 1; 1Cro 6, 14) y sobrino de Sarayas, el último sumo sacerdote del templo, muerto en Ribla, en tierras de Harnat, por Nabucodonosor (2R 25; 18-21). De regreso a Jerusalén ejerció las funciones sacerdotales (Esd 3, 2; Esd 5, 2). No parece que el personaje al que se llama Nehemías deba identificarse con el autor del libro que lleva su nombre. El padre de Esdras es llamado Serayas (Esd 7, 1); en la lista de Ne 7, 7, en vez de Seraya, leemos Azaría. Raelayas (Ne 7, 7: Raamías) sólo es conocido por su nombre. Mardoqueo lleva un nombre derivado del dios babilónico Marduk; es distinto del Mardoqueo del libro de Ester.
Lista de Repatriados
En el elenco de los que regresaron del exilio se observa un orden riguroso. Se mencionan en primer término los laicos (Esd 2, 2-35), siguen los sacerdotes (v.36-39), los levitas (v.4o), cantores (v.41-42), porteros (v.42), netineos (v.43-54), hijos de los siervos de Salomón (v.55-58), los de origen israelita dudoso (v.59-63), suma total (v.64-67).

Esd 2, 2b-35. Laicos repatriados

En la larga lista de los laicos repatriados, diecisiete de ellos se citan con el respectivo nombre de familia; otros veintiuno, según el lugar de donde eran oriundos. A los diecisiete primeros se les llama hijos de (bene) Paros, etc., según el nombre de su familia o clan; los veintiuno restantes son conocidos por hombres de (anse) Gibar, etc., según las respectivas localidades de donde eran oriundos. En el primer caso, escribe Gelin, se refiere el autor a familias pertenecientes al proletariado (dalat haares); en el segundo, a los de posición confortable (am haares). Los límites geográficos de las localidades citadas en el v.20-35 se ciñen al reducido territorio comprendido entre Betel y Hai, al norte; Belén y Netofa, al sur; entre Lod y Jericó, al este y oeste respectivamente.
Abren el elenco los hijos de Paros, clan que reaparece en Esd 8, 3; Esd 10, 25; Ne 3, 25; Ne 10, 5. El nombre significa "Pulga" y se ha encontrado en letras fenicias en un sello antiguo (DB 5, 219). En el v.6 hablase de los hijos de Pahat Moab. ¿Debe entenderse como nombre propio o en el sentido de "gobernador" (peha) de Moab? Es probable que algún personaje de esta familia ejerciera durante la dominación asiría el cargo de gobernador de Moab (1Cro 4, 22). Podemos suponer que el personaje que se esconde bajo las palabras pahat moab fuera tan conocido que no necesitaba ser nombrado con su nombre. De sus descendientes se habla en Esd 8, 4; Esd 10, 30; Ne 3, 11; Ne 10, 15. Sus hijos se ramificaron en dos familias, la de Josué y la de Joab (Ne 7, 11). De Elam (1Cro 8, 24) se habla nuevamente en el v.31: "Hijos del otro Elam." Según Batten, es un caso de repetición accidental.
En la lista por localidades ofrece el texto ciertas particularidades. En vez de Gibar parece recomendarse la lectura de gibeon (Ne 7, 25), La ciudad de Gabaón, la actual el-Djib, a unos diez kilómetros al noroeste de Jerusalén. En contra de esta identificación puede invocarse el hecho de que en la lista se empieza con las ciudades del sur terminándose con las del norte. En caso de tratarse de Gabaón, está el versículo desplazado de su lugar de origen. Belén pertenecía a la tribu de Judá (1S 17, 12), a diferencia del otro Belén, en Galilea, que pertenecía a la de Zabulón (Jos 19, 15). El poblado de Netofa no se ha identificado plenamente. Algunos (Kos, Abel) lo emplazan en Jirbet Bedd Faíuh, a unos cuatro kilómetros al sudeste de Belén; otros (Fernández) lo buscan en Umm Tuba, al nordeste de la mencionada ciudad, o en Ramal Raheí, a cuatro kilómetros al sur de Jerusalén (Ubach). De Netofa era Marai, héroe de David (2S 23, 28). Anatot es la patria de Jeremías (Jr 1, 1), a unos cuatro kilómetros al norte de Jerusalén. Era una residencia sacerdotal (Jos 21, 18; 1Cro 6, 60). Azmavet (Bet-Azmavet, Ne 7, 28) se hallaba a tres kilómetros al norte de Anatot (Ne 12, 29), en el lugar conocido actualmente por Hizma. Conocida es la ciudad de Quiriat-Jearim (Jos 9, 17; Jos 15, 9, etc.), que se identifica con el actual Abu Gosh, a catorce kilómetros al oeste de Jerusalén. Quefira (Jos 18, 26) es el actual Jirbet Kefire, a tres kilómetros al norte del anterior. En cuanto a Beerot (Jos 18, 28), se identifica con Tell el-Nasbe (Fernández) o con el Bire, a doce o dieciséis kilómetros, respectivamente, al norte de Jerusalén.
Pertenecía Rama a la tribu de Benjamín (Jos 18, 25), así como Gueba (Jos 18, 24). Famosas son las localidades de Betel (Gn 28, 19) y Hai (Jos 8, 1-28), Beitin y et-Tell, respectivamente, de nuestros días, al norte de Jerusalén. Debe distinguirse el poblado de Nebo (Nob, Beit Nuba, Niba) de la ciudad homónima de la tribu de Rubén (Nm 32, 3; 38). Hemos hablado de la expresión "el otro Elam." Tanto a éste como al que se menciona en el v.7 se asignan mil doscientos cincuenta y cuatro repatriados. Según unos (Pelaia), es nombre de persona; para otros (Fernández), de lugar. Dígase lo mismo de Jarim; en el v.39 reaparece el nombre como perteneciente a familia sacerdotal. Del extremo occidental de Judá se cita Lod (Ne 11, 31-35), la actual Lidda, Ludd, y Ono (1Cro 8, 12; Ne 6, 2), el actual Kefr Ana, entre Lidda y Jafa, a unos ocho kilómetros al noroeste del primero. Por el este se menciona Jericó (Dt 34, 3; Jos 6, 1ss). Senaa debe encontrarse en los alrededores de Jericó (Ne 3, 3), identificándose con Magdalsenna o Sheik Terimi, a unos once kilómetros al norte de la mencionada ciudad. Para Batten trátase de un nombre personal.

Esd 2, 36-39. Lista de sacerdotes

Los sacerdotes de la primera caravana ascendían a cuatro mil doscientos ochenta y nueve, repartidos en cuatro familias. Los de Jedaya, Immer y Jarim representan la segunda, la dieciséis y la tercera de las veinticuatro clases sacerdotales de David (1Cro 24, 7-18). No se especifica si son o no familias sadocitas. Propiamente los sacerdotes "hijos de Jedaya" descendían de la familia de Josué, que ejercía el cargo de sumo sacerdote en tiempos de la vuelta a la patria. Cinco de los descendientes de Jarim habían contraído matrimonio con mujeres extranjeras (Esd 10, 21). Como puede observarse, dieron los sacerdotes ejemplo de valor al presentarse como voluntarios para regresar a la patria.

Esd 2, 40-42. Levitas, cantores y porteros

Trátase de tres familias distintas de levitas: Jesúa, Cadmiel y Odavías (Esd 3, 9; Ne 9, 5). Del primer texto parece deducirse que de Odavías se pasaba a Cadmiel. Gelin traduce: "Los hijos de Josué, a saber, Cadmiel, Binnoni (Esd 5, 26), Odavías." Pocos fueron los levitas que regresaron, porque, "habiendo disminuido su dignidad en la perspectiva deuteronómica y de Ezequiel (Ez 44, 9-14), tuvieron pocos deseos de regresar (8, 15). Puede darse también que fueran pocos los levitas deportados por pertenecer a una clase social pobre (dalat haares), que no interesaba al vencedor en 587 (Gelin, Ubach).
Además de los levitas propiamente dichos, que ayudaban a los sacerdotes en el servicio del templo, existían los cantores, cuyo oficio era acompañar con instrumentos músicos los cantos litúrgicos (Ne 12, 24-30; 1Cro 9, 33-34; 1Cro 15, 16). David los había distribuido en veinticuatro clases bajo la dirección de Asaf, Hernán y Jedutún (1Cro 15, 16-17; 1Cro 25, 1). Constituían los porteros la tercera categoría de los levitas (Ne 10, 24-26; Ne 13, 22; 1Cro 9, 17-26; 2Cro 8, 4). Su oficio consistía en guardar "las puertas de la casa de Yahvé y de la casa de la tienda" (1Cro 9, 23). Recogían las limosnas que se ofrecían para el templo (2R 22, 4). Tres de los mencionados aparecen también juntos en otros textos (Ne 12, 25; 1Cro 9, 17). En Jeremías se habla de "Maasías, hijo de Salum, el guarda del vestíbulo" (Jr 35, 4). Un levita llamado Acub aparece en Ne 8, 7 interpretando la Ley al pueblo. De las palabras del Salmo Sal 84, 11: "Prefiero estar a la puerta de la casa de mi Dios a morar en las tiendas de iniquidad," deduce Batten que este oficio debía ser considerado como una persona humilde.

Esd 2, 43-54. Los netineos

Descendían los netineos de los prisioneros de guerra que Josué destinó a cortar leña y a sacar el agua para la asamblea y para el altar de Yahvé (Jos 9, 27). Propiamente su institución se remonta a David (Esd 8, 9), que los sometió a las órdenes de los levitas, ayudándoles en los trabajos más humildes de cortar leña, acarrear agua, barrer el santuario, etc. Ya desde Moisés (Nm 31, 47) disponían los levitas de prisioneros como ayudantes. Su mismo nombre en hebreo, Netinnim, y en griego, oí dedomenoi, significa los donados, los oblatos. Estos nombres reciben también en algunas órdenes religiosas los que entran en religión con el fin de ocuparse en trabajos ordinarios y humildes. Tanto el libro de Esdras (Esd 2, 43-58-70; Esd 7, 7-22; Esd 8, 17-20) como el de Nehemías (Ne 3, 26-31; Ne 7, 46-60.73; Ne 10, 29; Ne 11, 3-21) dan mucha publicidad a estos abnegados trabajadores que regresaron del exilio para continuar su tarea al servicio del templo. En los "hijos de Meusim" ven algunos autores a descendientes de los maonitas o míneos, que venció el rey Azarías y puso al servicio del templo (1Cro 4, 41; 2Cro 26, 7). Los Nefasim acaso sean descendientes de la tribu ismaelítica de Nafis (Gn 25, 15-16).

Esd 2, 55-58. Los siervos de Salomón

Con este nombre se designan los descendientes de los amorreos, jéteos, fereceos, de los jeveos y de los jebuseos que habían quedado en Palestina y que los hijos de Israel no habían podido dar al anatema. A todos obligó Salomón a prestación personal (1R 9, 21-22), a la manera como hacían los netineos (Ne 11, 3).

Esd 2, 59-63. De origen y dignidad indefinidos

Algunos laicos no pudieron presentar pruebas de su pertenencia al pueblo judío, a pesar de llevar algunos de ellos nombres israelitas y yahvistas. Tampoco pudieron demostrar su ascendencia sacerdotal algunos que se preciaban de serlo. Por precaución, el gobernador les prohibió comer las cosas santas mientras un sacerdote no consultase los urim y tummim (1S 14, 41; Ex 28, 30; Lv 8, 8; Nm 27, 21; Dt 33, 8), o sea, las suertes que llevaba en su pectoral el sumo sacerdote. Todos ellos procedían de cinco localidades babilónicas no identificadas. Puede darse que estos hombres fueran prosélitos o descendientes de matrimonios mixtos.
De entre los tres grupos pertenecientes al sacerdocio se citan Abaya, Cos, Barzilai. Sabemos que fue Cos el jefe de la séptima clase de los sacerdotes (1Cro 24, 10). Hablase de Barzilai en 2S 17, 27; 2S 19, 32-39, por ser bienhechor y favorito de David. Una hija suya contrajo matrimonio con un sacerdote, del cual se desconoce el nombre. A causa de querer conservar el nombre de tan gran personaje, o porque, habiéndose extinguido la línea del padre, pasó la herencia a las hijas, perdióse el nombre del sacerdote, adoptando sus descendientes el de la madre. Puede darse muy bien que la hija de Barzilai hubiera sido la heredera (Nm 36, 1-13). Con los sacerdotes procedióse con rigor, tomándose todas las precauciones para no autorizar el uso de los privilegios a unos individuos que no podían acreditar sus títulos. El tirsata, o sea el gobernador (Ne 7, 65-70; Ne 8, 9; Ne 10, 2), tomó cartas en el asunto. La solución definitiva de esta cuestión dejóse para un tiempo en que el sacerdote consultase a Dios sirviéndose de las suertes urim y tummim. Después del exilio cayeron en desuso; sin embargo, del texto cabe inferir que existía la esperanza de que entrarían de nuevo en acción una vez reconstruido el templo. Según el Talmud (Yoma 21, 2), faltaron cinco cosas al nuevo templo: el arca de la alianza, el fuego celestial, los urim y tummim, la shekinah o presencia divina y el aceite santo.

Esd 2, 64-67. Suma total

El término hebraico qahal significa la comunidad o congregación que formaban los que se habían ofrecido voluntariamente a regresar a la patria. El término indica un cuerpo organizado, lo cual no es estorbo para extenderlo a esta multitud pronta para partir. En el texto se habla de cantores y cantoras, lo que pone de relieve la existencia de agrupaciones que tenían por misión alegrar con sus cantares los banquetes o acompañar con sus lúgubres acentos las ceremonias funerarias. Algunos exegetas encuentran exagerado el número de camellos con relación a unos pobres exilados. Pero, dado el interés que puso el rey en formar el primer contingente, el interés de la vecindad, persa y judía, por dotar de todo lo necesario a los que partían, se comprende que tenían necesidad de muchos animales de carga. Además, iban en la caravana mujeres y niños, que no podían andar a pie largo trecho. Tampoco parece cierto que los repatriados fueran todos pobres.

Esd 2, 68-70. Ofrendas para el templo

Quería Ciro que los judíos se repatriasen, con la finalidad de reconstruir cuanto antes el templo de Yahvé en Jerusalén. Al llegar allí la primera expedición encontró el templo convertido en un montón de escombros. Impresionados por ello, y antes de pensar en el establecimiento propio, hicieron cuantiosas limosnas, en metálico y en especie. La moneda persa dracma o dárico (Esd 8, 27) equivalía aproximadamente a una libra esterlina. Según cálculos, la suma recaudada monta a medio millón de dólares, "enorme suma, que estas gentes no podían entregar" (Batten). La mencionada cantidad procedía en parte de los donativos de los ricos judíos de Babilonia. También entre los modernos sionistas prevalece el inmigrante de clase modesta; pero, sin embargo, la banca judía mundial provee a los repatriados de lo necesario y les entrega enormes sumas pan la transformación del territorio que debe ser el "Hogar judío." Un vestido sacerdotal completo constaba de unos pantalones, túnica con mangas hasta los pies, cíngulo y turbante para la cabeza.
¿Hubo una Repatriación en Tiempos de Ciro?
Algunos críticos independientes dudan de la autenticidad de las listas de repatriados que acabamos de ver. Sus razones, en síntesis, son: 1) Número excesivo de ellos. 2) No se comprende el cese del sacerdocio antes de la reconstrucción del templo. 3) Hablar de la provincia (hammedinah) de Judea en tiempos de Ciro es anacrónico. 4) El término qahal significa una asamblea o comunidad de hombres ya organizada. 5) Nada dicen los profetas Ageo y Zacarías de una repatriación anterior al año segundo del rey Darío (520 a.C.).
A esto cabe responder: 1) Los repatriados suman, en cifras redondas, unos cincuenta mil, número muy insignificante si tenemos en cuenta el número de deportados en los años 598-597 y 587-586 (2R 24, 13-16; 2R 25, 11-12). Según Van Hoonacker, el número global de deportados en los mencionados años "sobrepasaba con mucho los doscientos mil hombres." 2) No cabe invocar el testimonio de Esd 2, 62; Ne 7, 64, para decir que los sacerdotes no ejercían sus funciones sagradas. Únicamente se deduce de dichos textos que se mantenían alejados provisionalmente del ministerio los que no podían justificar su genealogía sacerdotal. 3) Hemos visto que la palabra medinah puede tener un sentido amplio de región, como aparece en los textos ya mencionados. 4) El vocablo qahal, además de significar comunidad organizada, admite otros más genéricos de "cualquier muchedumbre de hombres" (Gesenius; Jr 31, 8; Jr 44, 15; Ez 16, 40; Ez 23, 46-47; Ez 27, 27; Ez 32, 22-23).
En cuanto a lo de Ageo y Zacarías, cabe decir que no era conveniente recordar a los judíos de tiempos de Darío el intento fallido de restaurar el templo. Pero Ageo alude a una vuelta del destierro, al decir: "A causa de mi casa, que está en ruinas, mientras que vosotros andáis corriendo cada cual hacia su propia casa" (Esd 1, 9), palabras que indican celo en los repatriados para reconstruir sus casas, olvidando la de Yahvé. En cuanto a Zacarías (Esd 6, 9-15), dice Van Hoonacker: "Zacarías afirma en términos explícitos que la gola, los judíos vueltos de Babilonia, están ya establecidos en Judea." En conclusión: la historicidad de las listas de los repatriados en tiempos de Ciro (Esd 2, 2-70; Ne 7, 7-22) va afianzándose cada día más.

Esd 3, 1-7. Restauración del altar y del culto

Dentro del mismo año de haber llegado los primeros repatriados celebróse una reunión "como un solo hombre" en Jerusalén. Suponiendo que salieron de Babilonia a primeros de Nisán y calculando unos tres meses de viaje, se deduce que dispusieron los sionistas de tres meses para establecerse, aunque de manera provisional, en sus respectivas ciudades. Al llegar el séptimo mes, el de tishri (septiembre-octubre), acudieron a Jerusalén. El día 10 de este mes celebrábase el día de la expiación (Lv 23, 27-32) y el 15 la fiesta de los Tabernáculos (Lv 23, 33-36). No convenía que los repatriados olvidaran que la misión primordial que les había confiado el rey era la reconstrucción del templo.
El sacerdote Josué (Esd 2, 2), ayudado por todos sus colegas en el sacerdocio, decidió reconstruir el altar de los holocaustos. Al decir el texto "Zorobabel con sus hermanos" quiere aludir a los jefes de familia, de que se habló en Esd 2, 2. En muchos pasajes bíblicos (Esd 2, 8; Esd 5, 2; Ne 12, 1; Ag 1, 12-14; Ag 2, 3-24) se afirma que Zorobabel era hijo de Saaltiel, lo que parece en contradicción con 1Cro 3, 17-19, que le llama hijo de Pedaya, hermano de Saaltiel, ambos hijos de Jeconías. La dificultad se resuelve, o bien dudando del valor crítico de la lección del libro de las Crónicas, o recurriendo a ley del levirato (Cornely, Schanz, Buzy, Pelaia), según la cual tomó Pelaya por esposa a la viuda de sus hermanos Saaltiel, muerto sin hijos, que tuvo de ella a Zorobabel. En este caso sería Zorobabel hijo natural de Pelaya e hijo legal de Saaltiel.
El altar de los holocaustos era de bronce; estaba en el atrio del templo, donde se sacrificaban las víctimas (Ex 27, 1-8). En el sacrificio de holocaustos se consumía toda la víctima, denotándose con ello la total sumisión del ser humano a Dios (Lv 1, 3). Todos los días, mañana y tarde, era sacrificado un cordero en holocausto (Ex 29, 38-42). En otros lugares es llamado Moisés "hombre de Dios" (Dt 33, 1; Jos 14, 6; 1Cro 23, 14; 2Cro 30, 16).
No aparece claro el sentido que tiene el versículo 3 en el texto original. Fernández traduce: "Y asentaron el altar en su propio sitio" porque se les mostraban hostiles los pueblos de la región." Vaccari "Y lo erigieron sobre sus bases, aunque con el terror que les infundían la población paisana." Gelin: "Se restableció el altar en su lugar tradicional, a pesar del temor que se tenía al pueblo del país." Según la primera traducción, los judíos levantaron el altar para tener propicio a Dios, ya que los pueblos vecinos les eran hostiles. Otros exponen el texto en el sentido de que se apresuraron a edificar el altar por temor a que, tardando más, les pusieran algún estorbo los pueblos vecinos. Calculaban ellos que, una vez levantado, más difícil era demolerlo.
Van Hoonacker justifica el temor de los judíos por haberse levantado el altar sobre un bamah, donde ofrecían sacrificios las gentes de los pueblos de los alrededores. Los judíos, puritanos, no podían sacrificar sobre aquel altar sincretista y aun sacrílego, por lo cual decidieron demolerlo y edificar otro a toda prisa. Con el nuevo altar pudieron reanudarse los sacrificios, conforme mandaba la Ley. La fiesta de los Tabernáculos duraba ocho días, del 15 al 22 del mes de Tishri, durante los cuales vivían en cabañas fabricadas con ramas de árboles (Lv 23, 42). Los sacrificios de los novilunios o neomenias se ofrecían al principio de cada mes (Nm 10, 10). Las ofrendas voluntarias o de devoción (nedabah) no dispensaban de ningún sacrificio preceptuado por la Ley. Algunas ofrendas voluntarias hacíanse obligatorias cuando intervenía algún voto (neder).
Sin embargo, el simple altar no podía satisfacer las aspiraciones religiosas del pueblo, ni agradar a Dios, ni, finalmente, ser del agrado de Ciro, empeñado en que se reconstruyese el templo de Yahvé. A esta empresa se pensó desde los primeros momentos. Se hicieron, en primer lugar, los preparativos que permitieran, dado un determinado momento, empezar y terminar rápidamente la fábrica del templo. ¿Es casualidad que coincidieran estos preparativos con los del templo de Salomón? (1R 5, 6-12; 2Cro 3, 1). No ignoraban los judíos las incidencias de la construcción del templo salomónico. No quisieron los repatriados que faltara al nuevo templo la madera de cedro, tanto más que Palestina era pobre en árboles aptos para la construcción. Más que pura casualidad, debe verse en el texto no una narración artificial inventada por el autor, sino más bien la solicitud de los sionistas por construir un templo digno a Yahvé. Como en tiempos de Salomón, la madera era transportada desde Fenicia al puerto de Jafa. Siendo Fenicia pobre en agricultura, preferían sus obreros el salario en especie. Sidón fue destruida en 676 antes de Jesucristo, pero era nuevamente dueña del mar en tiempo de los persas (Herodoto, Hist. 7, 96-99). La riqueza principal de tiros y sidonios eran los cedros del Líbano (Is 2, 13; Ez 31, 3).

Esd 3, 8-9. Sacerdotes y levitas en acción

En la reunión de Jerusalén (Esd 3, 1) se decidió la reconstrucción del templo. En el mes segundo (lyyar) del año siguiente de su llegada, estaban las cosas listas para dar comienzo a la gran obra. El verbo hebraico correspondiente a empezar (en nuestro texto: dieron principio) carece de complemento. El texto no sugiere que empezara el mes segundo la obra material del templo. Más bien creemos que en este tiempo comenzaron las autoridades civiles y religiosas a ocuparse de todo lo conducente a la obra, que debía empezar a últimos de junio, una vez libre el pueblo de las faenas del campo y con trigo para pagar a los trabajadores. La presencia de Zorobabel no es un argumento decisivo para admitir su identificación con Sesbasar. Como los operarios debían ser muchos, se dispuso que los levitas de más de veinte años vigilaran los trabajos. Desde los últimos años de David no se permitió que los levitas ejercieran sus funciones antes de los veinte años (1Cro 23, 24-27; 2Cro 31, 17). El texto original del v.6 dice: "Se dispusieron Josué y sus hijos y sus hermanos; Cadmiel, y sus hijos, los hijos de Judá, unánimemente a vigilar a los que trabajaban en la casa de Dios. Los hijos de Jenadad, sus hijos y sus hermanos, los levitas." En vez de Judá debe leerse Odavias, conforme a Esd 2, 40.

Esd 3, 10-13. La primera piedra

Fue un acontecimiento histórico el acto de colocar la primera piedra. Sacerdotes y levitas asistieron a la ceremonia revestidos con los hábitos sagrados y tocando instrumentos (2Cro 5, 12-13)· Desde Moisés, el uso de las trompetas era reservado a los sacerdotes (Nm 10, 10). Los descendientes de Asaf son los levitas cantores por antonomasia (1Cro 25, 1-2). En sus cantos se acompañaban con címbalos. De este instrumento se habla en las Crónicas y en los libros de Esdras y Nehemías. Era el címbalo para los levitas hijos de Asaf lo que las trompetas a los sacerdotes. La institución ¿e los levitas cimbalistas, como los arpistas y tocadores de lira, se remonta a David (1Cro 25, 1-6) y a los profetas Gad y Natán (2Cro 29, 25).
Muchos de los repatriados, que no habían contemplado el maravilloso templo de Salomón, lanzaban gritos de entusiasmo al ver convertido en realidad el sueño de sus ideales yahvísticos. Con la reconstrucción del templo volvería a renacer Israel como pueblo independiente y soberano. Los ancianos, laicos y sacerdotes, lloraban de emoción. Su llanto nacía del recuerdo del grandioso templo salomónico convertido en ruinas.
¿Es histórica la narración de Esd 3, 1-13? Algunos exegetas independientes lo negaron en otros tiempos, alegando Esd 5, 2 y los testimonios de Ag 2, 15-18 y Za 4, 9; Za 8, 9. Pero el primer texto no debe aislarse de Esd 3, 7 y Esd 5, 16. Así las cosas, se comprende que la noticia de Esd 5, 2 se armoniza con lo dicho en este capítulo. Sin embargo, parece que la obra empezada bajo Ciro fue interrumpida muy pronto, quedando apenas rastro visible de lo hecho. "¿Qué interés podían tener Ageo y Zacarías en volver los ojos hacia aquel episodio desgraciado, que todos los judíos debían de mirar con pena e indignación, si no es que lo habían ya casi olvidado? Por esto, aquel primer conato de restauración era para ellos como si nunca hubiese existido" (Fernández). ¿Quiénes malograron tan santo empeño?
Los Samaritanos
Llámanse así los descendientes de la mezcla o fusión de los indígenas de Samaría con los colonos procedentes de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Jamat y de Sefarvaím que mandó el rey asirio para que se estableciesen en las tierras de Samaría en lugar de los hijos de Israel (2R 17, 24-41). Más tarde, Asaradón y Asnapar (¿Asurbanipal?) mandaron nuevos colonos (Esd 4, 2-10). Con el emplazamiento de estos extranjeros en tierras de Canaán cayó el país en un caos religioso. Los mismos israelitas, adoradores de Yahvé, dejáronse seducir por los dioses de los advenedizos, de tal manera que, sin abandonar sus creencias yahvistas, servían simultáneamente a sus dioses (2R 17, 33-41). Junto a esta híbrida niezcolanza de razas, escribe Ricciotti, sobrevino un hecho muy lógico según la antigua mentalidad oriental. Partiendo del principio de que cada región tenía su dios local, como si fuera el numen loci, los pueblos extranjeros y alienígenas acabaron por venerar al Dios de Samaría, Yahvé. A este fin se les envió un sacerdote que había sido deportado para que les enseñara el culto del Dios de la región (2R 17, 27). Los samaritanos habían adquirido ciertos privilegios en la región a costa de los israelitas deportados a Babilonia. Al volver éstos y reivindicar el derecho sobre sus casas, sus campos, sus haciendas, e intentar reedificar el templo como punto aglutinante de su nueva personalidad, hirieron la susceptibilidad de los samaritanos.

Esd 4, 1-3. Exigencias de los samaritanos

No se mencionan explícitamente los enemigos de los repatriados, pero no cabe duda que fueron los samaritanos (Ne 4, 2). El autor habla de "Judá y Benjamín," las dos tribus que formaban fundamentalmente el reino de Judá, considerando el templo de Jerusalén como santuario nacional. A los repatriados llama el texto "los hijos de la cautividad." Los samaritanos dirigiéronse a las autoridades civiles y religiosas, pidiendo se les autorizara contribuir a la obra. Alegan ellos que invocan a Yahvé y le ofrecen sacrificios. El texto hebraico, a causa de una corrección debida probablemente a los masoretas, pone en boca de los comisionados las palabras: "Y nosotros no sacrificamos." Además de estas razones de carácter religioso, pretendían ellos otras ventajas políticas. Al colaborar con los repatriados, adquirían un derecho sobre el templo, se les facilitaba su presencia en Jerusalén y acaso se les abría el camino para ejercer sobre los sionistas una especie de control y autoridad. Los jefes de los repatriados no se dejaron engañar, rechazando el ofrecimiento por ser orden de Giro que fueran ellos solos los que edificaran el templo. Las autoridades no aducen las razones decisivas que motivaron su negativa. Fueron éstas de carácter religioso principalmente. ¿Como podían admitir la colaboración de unos sincretistas que "buscaban a Dios" y ofrecían al mismo tiempo sacrificios a los ídolos? ¿No era Yahvé un Dios celoso, que no toleraba competidores? (Ex 20, 5; Ex 34, 14). ¿Cómo podían autorizar esta colaboración sabiendo que con ellos se franqueaba la puerta del santuario a gentes incircuncisas e impuras? (Is 52, 1).

Esd 4, 4-5. Reacción samaritana

La indignación apoderóse de los samaritanos, llamados aquí "pueblo de la tierra" (am haares), no en el sentido sociológico de terratenientes (2R 23, 30-35), en oposición a dalat haares, "los indigentes," sino en el sentido de las gentes que ocupaban el país a la llegada de los repatriados. Con sus manejos impedían a los obreros que trabajaran, retrasando con ello la reconstrucción del templo. Para su causa ganaron la voluntad de algunos funcionarios residentes en Samaría, que paralizaron la obra del templo durante los años 538-530 de Ciro y durante todo el reinado de Cambises (530-522), con unos quince o dieciséis años en total. Seguramente que Ciro se hubiera opuesto a la idea de paralizar las obras, pero sus oficiales destacados en Palestina, ganados por el dinero, se daban maña para impedir que las quejas de los repatriados llegaran a la corte imperial. La historia conservó memoria de este primer fracaso en orden a la reedificación del templo. En contra de lo que sucederá más tarde (Ag 1, 3ss), la primera caravana de repatriados empezó la obra con entusiasmo, pero una oposición sistemática la paralizó en sus comienzos.
El autor, que ha hablado del obstruccionismo samaritano en tiempos de Ciro (Esd 4, 1-5), abandona el orden cronológico para insistir sobre el mismo tema, aduciendo unos hechos acaecidos bajo el reinado de Jerjes (485-465) y Artajerjes, que encontró en un escrito arameo.
En el mencionado documento se hablaba, conforme al orden cronológico (Esd 5, 1-6.18), de la reconstrucción del templo bajo el reinado de Darío (522-485), y, finalmente, de las tentativas de levantar los muros de Jerusalén en tiempos de Jerjes (485-464) y Artajerjes (464-424). Pero el autor invirtió conscientemente el orden con el fin de juntar Esd 4, 6-23 con Esd 4, 1-5 y reunir de esta manera toda la documentación relativa a las intrigas de los samaritanos.
Esta inversión del texto (Esd 5, 1-6.18 después de Esd 4, 6-23) obedece a la semejanza de argumento. De hecho, tanto en la sección 4, 6-23 como en Esd 4, 1-5 se habla de la paralización de las obras por intrigas de los samaritanos, aunque en el primero de los textos se hable de la reconstrucción de los muros en tiempos de Jerjes y en el segundo de la reedificación del templo en tiempos de Ciro. Otras explicaciones han sido propuestas por autores católicos y acatólicos, que, a nuestro parecer, presentan sus dificultades.

Esd 4, 6. Los samaritanos durante el reinado de Asnero

El tema de la oposición de los samaritanos le apasiona tanto al autor, que le obliga a dar un salto histórico. Como en tiempos de Ciro, también en los del rey Asuero se mostraron los samaritanos hostiles a los judíos, escribiendo en contra suya una carta al monarca persa. Era éste Jerjes (485-464), hijo de Darío, llamado Asuero en el texto hebraico (ahashverosh), y del cual se habla largamente en el libro de Ester. Los autores de la carta eran tanto los samaritanos como las personas que se habían afincado después del exilio en tierras de Judá y de Jerusalén. Bajo la capa de patriotismo y adhesión al rey de Persia, escribieron una acusación a fin de conservar los derechos adquiridos sobre las tierras y domicilios, tratando, además, de impedir sucesivas oleadas de repatriados. Los samaritanos debían exponer al monarca el peligro que representaba la reconstrucción de las murallas de la capital del yahvismo.

Esd 4, 7. Carta a Artajerjes

Era Artajerjes el hijo menor de Asuero, al cual sucedió en el trono (464-424) después de haber dado muerte a su hermano mayor, Istaspes, que se lo disputaba. Durante su reinado recibió varias acusaciones de los samaritanos contra los judíos. La primera carta fue escrita por tres personajes conocidos, con la aprobación de todos sus colegas. Se discute si son tres o dos los firmantes de la carta con su nombre. Algunos autores (Ricciotti, Médiebelle) interpretan el término bishlam como equivalente al hebreo beshalom, en paz, de acuerdo, aduciendo en su apoyo la versión griega, árabe y siríaca. Rudolph propone la lectura besahlem, birushalayim, contra Jerusalén, siendo el sentido de la frase: "Escribieron contra Jerusalén a Artajerjes." Bislam figura como primer promotor de la acusación. Mitrídates es un persa establecido en Palestina, ganado por los samaritanos a su causa. Dícese que la carta estaba escrita en arameo. Fueron los árameos tribus nómadas que habitaban los territorios comprendidos entre Arabia y Mesopotamia, que se infiltraban, ya sea en Siria, en TransJordania y Mesopotarnia. A últimos del siglo VIII, su lengua convirtióse en la lengua diplomática y de las relaciones comerciales entre los pueblos del Próximo Oriente (2R 18, 26). En el texto masorético dice la última parte del v.7: traducida al arameo. Falta esta última palabra en e texto griego, por lo cual se ha deducido que faltaba en el original, en el que entró por obra de un copista que quiso indicar que empezaba aquí la sección aramaica. En efecto, a partir del v.8 empieza el texto aramaico, que se prolonga hasta Esd 6, 18. Calla el texto el éxito de la carta. Tampoco se vislumbra en él si la letra fue escrita en arameo y traducida al persa, o viceversa.

Esd 4, 8-10. Los samaritanos a la carga

Quizá la carta antes mencionada (v.7) no surtió efecto, por lo cual los samaritanos ganaron para su causa al gobernador de Samaria, Rehum (v.17), quien, a su vez, mandó otra a Artajerjes, que firmaron las autoridades supremas de la provincia, los funcionarios persas y los jefes de los colonos que habían sido trasladados a Palestina de varias regiones. Considerando los acontecimientos fríamente, se comprende e incluso se justifica esta conducta de los samaritanos. Desde el año 722 fué Samaría capital de una provincia creada por los reyes de Asiría. Después de la muerte de Godolías (587), el territorio de Judá fue sometido a la provincia de Samaría. Al regresar los sionistas a Jerusalén, encontráronse bajo el control de los samaritanos, quienes se esforzaron en mantener sus privilegios sobre Jerusalén y Judá. Ante el conflicto entablado entre samaritanos y sionistas, las autoridades provinciales apoyaron fuertemente los derechos adquiridos desde muchos años por los primeros, haciendo ver al monarca las fatales consecuencias que podían derivarse de un cambio político. La intervención personal del gobernador debía pesar mucho en el palacio del soberano persa. Algunos autores (Fernández, Pelaia, Michaeli, Médiebelle) toman las palabras que significan "los jueces, oficiales y delegados persianos" como nombres propios de dineos, afarsakeos, tarpeleos, afarseos. Hanse hecho muchas conjeturas acerca del lugar de origen de estos personajes -en el supuesto de que lo sean-. Los dineos pueden provenir de la Media o de una región vecina al lago Van. Se identifican los afarsakeos con los habitantes de Partasak o Partuka, tribus medas de las cuales se habla en la inscripción de Asaradón. En cuanto a los tarpeleos, pueden identificarse, o con los tapurai, de que habla Tolomeo, o los tapyroi, de Estrabón. Los afarseos pueden ser acaso los parsuas de los textos de Senaquerib, que habitaban al sur del lago Urmia. Como hemos dicho, con estos nombres se designan hipotéticamente unos colonos de Palestina procedentes de las regiones mencionadas. Pero es muy posible que se trate de nombres de oficio. Los hombres de Erec proceden de la ciudad del mismo nombre mencionada en Gn 10, 10, hoy Warka. Los de Deha pueden identificarse quizá con los de Daai, de los griegos 4 tribus nómadas de Persia. Asnapar es Asurbanipal (668-626), llmado Sardanápolo por los griegos. Con la expresión "otros lugares del lado de acá del río" debe entenderse la región que se extiende desde el Eufrates hasta la frontera de Egipto, abarcando el territorio de la quinta satrapía (Abarnahara), llamada también Transpotamia y Transeufratena.

Esd 4, 11-16. Contenido de la carta

En la carta se exponen fríamente los hechos. Ninguna acusación referente al templo, cuya construcción despertaba menos recelo que la construcción o reparación de las murallas. Una ciudad desmantelada, abierta, no puede hacer frente a un ejército; pero, en el caso de contar con potentes fortificaciones y gruesos muros, puede resistir largo tiempo. Este es el caso de la "ciudad rebelde y mala," que resistió casi dos años a las tropas de Nabucodonosor. ¿Quiere ahora el rey que la historia se repita? Una vez los judíos se crean amparados por las murallas, volverán la espalda al rey e incluso se negarán a pagarle los tributos, impuestos y derechos de peaje por las grandes vías del imperio. Estos tributos en metálico, unidos a los impuestos que pagaban las gentes del país en especie, contribuían a sanear el erario público.
Al fin del v.13 se lee una palabra aramaica, que algunos consideran de origen persa y otros babilónico, traduciéndola por finalmente y en lo sucesivo, respectivamente. El texto original puede interpretarse en el sentido de que en tiempos de Artajerjes hubo una caravana de repatriados cuya misión era la de reconstruir la ciudad. Pero cabe el sentido más genérico de una repatriación a judíos procedentes de Babilonia y de Persia, sin aludir al tiempo en que tuvo lugar. No se conoce una repatriación en tiempos de Artajerjes.
La frase "comer la sal" puede significar que los firmantes eran asalariados del gobierno central, o puede referirse a la existencia de una alianza entre ellos y el soberano persa semejante al pacto de la sal de que se habla en Lv 2, 13; Nm 18, 19; 2Cro 13, 5. E1 contexto nos induce a inclinarnos por el primer significado. A los firmantes de la carta, que viven de un salario, no interesa que otros se adueñen de una situación que podría significar el cese en sus cargos. Las acusaciones lanzadas contra los judíos tienen fundamento histórico. Un repaso de las crónicas de sus antepasados (aramaico: "de tus padres") confirmará las acusaciones. Los escribas reales tenían la misión de consignar los acontecimientos que sucedían. Esta costumbre es conocida en Israel, en donde se habla de los anales de los reyes de Samaría y de Judá.
Insisten los acusadores en decir que fue Jerusalén una ciudad rebelde y que en su recinto se fraguaron muchas revueltas. Es muy probable que con ello hagan referencia al hecho de que los últimos reyes de Judá (Joaquín y Sedecías) buscaran la alianza de Egipto para sacudir el yugo babilónico. La conclusión de la carta es de amenaza, pero sigue lógicamente lo dicho en las premisas. Mientras Jerusaíén carezca de murallas que la protejan, permanecerá fiel al gobierno central y no se volverá contra las autoridades provinciales. Una vez se reedifiquen las murallas, puede el rey temer que de un día a otro pierda no sólo aquella ciudad, sino todos los territorios de la provincia transeufratena, o sea, toda la quinta satrapía.

Esd 4, 17-22. Respuesta del rey

El rey acusa recibo de la carta que le habían enviado desde ternaria. Los destinatarios son Rehum, Simsaí y otras autoridades Personajes de la satrapía transeufratena. La letra impresionó Monarca, que escuchó y meditó su contenido. Escrita en arameo, fue leída en persiano, despacio, acentuando cada palabra disfámate (mefarash). Atendiendo a las sugerencias que le hacían la carta, dio orden el rey de consultar las crónicas referentes a Juda, o, en general, al pueblo de Israel. Se leía allí que en un tiempo fue un reino muy poderoso, que se extendía hasta el Eufrates, y al cual los pueblos dominados pagaban tributos, impuestos y derecho de peaje. Sólo en tiempos de David y Salomón (2S 8, 6) conquistó Israel algunos territorios del lado de acá del Éufrates, pero emplea el texto un lenguaje hiperbólico. En cuanto a estos documentos, que el texto llama "memorias de los padres" cabe decir que, además de los anales de los reyes de Babilonia 1 pudo el rey persa conocer las memorias e historias de los reyes de Judá, trasladadas a Babilonia juntamente con los deportados.
En vista de los datos históricos que confirmaban los temores expresados por el gobernador de Samaría, dispuso el monarca el cese de los trabajos hasta que no disponga otra cosa. Artajerjes no niega de manera definitiva la autorización de construir las murallas de Jerusalén; sólo suspende la orden temporalmente.

Esd 4, 23. Se cumple la orden real

El texto refleja bien la tirantez de relaciones existentes entre Samaría y Jerusalén. Rehum (el gobernador, dice el texto griego), Simsaí y sus colegas marcharon precipitadamente a Jerusalén para hacer cumplir la orden real. Ante la resistencia de los judíos, apelaron a la fuerza y a la violencia. ¿Quién había autorizado la reconstrucción de la ciudad y de las murallas? No lo especifica el texto. Quizá los repatriados, amparándose en el permiso de reconstruir el templo, vieron la necesidad que tenían de protegerlo contra los ataques de los pueblos circunvecinos. De ahí que, andando el tiempo, atreviéronse a emprender esta obra, contando con la anuencia implícita del rey y con la indiferencia de las autoridades provinciales. Sus cálculos fallaron, teniendo que esperar a que el tiempo hiciese factible su legítimo anhelo.

Esd 4, 24. Paralización de las abras del templo

Este verso sigue inmediatamente al v.5 de este mismo capítulo. La razón de su desplazamiento radica en que el autor, enfrascado en el tema de la hostilidad de los samaritanos, intercaló en su texto una narración antisamaritana hallada en un documento aramaico (v.6-23). Con ello pudo hacer resaltar que la enemistad de los samaritanos contra Jerusalén continuaba año tras año y se manifestaba todas cuantas veces intentaban los judíos emprender algo concerniente a su resurgimiento, seguridad y progreso, en perjuicio de los samaritanos. "Como el v.24 era no sólo natural conclusión del relato arameo paralelo a Esd 4, 1-5, sino que al mismo tiempo era oportuna introducción a 5, 1ss, por esto lo conservó, colocándolo inmediatamente antes de la segunda restauración del templo" (Fernández). por algunos años quedaron paralizadas las obras del templo hasta los tiempos de Darío. Entre tanto, los repatriados aprovecharon el tiempo en asegurar e incrementar su patrimonio, mejoras de tierra, construcciones de casas confortables. ¿Ha venido para vosotros, les dirá Ageo, el tiempo de morar en casas artesonadas, mientras está en ruinas esta casa (el templo)? (Ag 1, 4).

Esd 5, 1-2. Los profetas Ageo y Zacarías

Desde el decreto de Ciro (Esd 1, 2-4) hasta la aparición de los profetas Ageo y Zacarías (520) cambiaron las condiciones políticas del imperio persa. Ciro murió en circunstancias misteriosas. El falso Smerdis, valiéndose de una burda estratagema, ocupó el trono de Persia desde la primavera hasta el otoño del año 522, en que fue suplantado por Darío I Istaspe, que reinó desde 521 hasta 485 a.C. Durante este período surgieron acá y allá algunos movimientos de independencia, ciertas actividades separatistas al margen del poder central persiano. Estos primeros síntomas de debilidad del imperio persa debían aprovechar los judíos de Jerusalén para reemprender las obras, suspendidas en sus comienzos a causa de la hostilidad de los samaritanos (Esd 4, 5). Pero, con el correr de los años, fueron apagándose los entusiasmos de los repatriados, que se dedicaron preferentemente a sus intereses particulares. Jefes y pueblo acallaban sus remordimientos con el estribillo: ". No ha venido todavía el tiempo de reedificar la casa de Yahvé" (Ag 1, 2).
Dos profetas despertaron la conciencia nacional adormecida. "Año segundo del rey Darío (520 a.C.), el mes sexto, el día primero del mes, fue la palabra de Yahvé" (Ag 1, 1) a los dirigentes del pueblo reprochándoles su pasividad en la reconstrucción del templo. Dos meses más tarde apareció Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Ido (Za 1, 1), que colaboró con Ageo en promover la rápida reedificación del santuario. El ministerio de ambos profetas fue providencial; aún más, fue Dios mismo "que estuvo sobre ellos," Dictándoles los oráculos que debían dirigir al pueblo. En el texto se llama a Zacarías hijo de Ido, cuando, en realidad, lo era de Baraquías; es frecuente en la Biblia la omisión del padre en las genealogías, dándose el del abuelo.
Según Ag 1, 1, enviaba Dios al profeta "a Zorobabel, hijo de Saaltiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Josadac"; a estas mismas autoridades civiles y religiosas fue enviado Zacarías (Esd 1, 1; Esd 3, 1; Esd 4, 6; Esd 6, 11). No sabemos cuánto tiempo fue menester a los dos enviados de Dios para convencer a los jefes y al pueblo de su obligación para con el templo. Dice el texto que ambos jefes comenzaron a edificar, lo cual no se opone a Esd 3, 8; Esd 4, 1-5. En primer lugar, el verbo edificar se toma muchas veces como sinónimo de reedificar. En segundo lugar, cabe inferir del contexto que los trabajos de construcción empezados en tiempos de Ciro fueron suspendidos al poco tiempo, no quedando después de dieciocho años apenas vestigio alguno. Puede darse también que la oposición de los samaritanos llegó hasta el extremo de derribar lo poco que habían levantado. De ahí que la expresión comenzaron a edificar es tanto como decir que antes muy poca cosa se había hecho. No habiendo sido revocado el decreto de Ciro, se empezaron los trabajos sin previo aviso a las autoridades provinciales. Los dos profetas estuvieron en todas las dificultades al lado de las autoridades, animando a todos a proseguir sin desfallecimiento en los trabajos empezados. Cree Ricciotti que una nueva caravana llegó por entonces de Babilonia y que, gracias a su ayuda en dinero, mano de obra y entusiasmo, siguió la obra adelante.

Esd 5, 3-5. Inspección del gobernador

No fueron los samaritanos los que dieron la cara en esta circunstancia, aunque fuesen acaso ellos los instigadores. En los documentos neobabilónicos de este tiempo se menciona a un cierto Ushtaní como gobernador de los territorios de la provincia transeufratena. Aunque así fuera, no existe dificultad, por cuanto puede admitirse que Ushtaní ejercía la autoridad suprema del territorio y que Tatnaí era el peha o representante suyo en Judea. Schneider identifica a Tatnaí con Tattanu, que en el año 502 era sátrapa de Transpotamia.
Tatnaí dirigióse a Jerusalén e inquirió las razones que tenían los judíos para comenzar las obras del templo. Finge el gobernador desconocer el edicto de Ciro; acaso suponía que, muerto aque monarca, cesaban automáticamente los privilegios y concesiones que había otorgado. Sin embargo, se muestra muy comedido y ecuánime en sus intervenciones, autorizando la continuación de las obras mientras exponga el caso a la consideración de Darío. Pregunta el gobernador: "¿Quién os ha dado autorización para levantar esta casa y levantar estos muros?" La última palabra es traducción del término aramaico ussharna. Según Jouon (B 22 [1941] 38-40)" el misterioso vocablo debe traducirse por andamiaje, maderamen. Michaéli, apoyándose en el testimonio de los asiriológos, traduce la palabra por santuario. De todas maneras, no se habla de las murallas de la ciudad, sino del templo y sus muros.
El texto masorético del v.4 dice: "Entonces nosotros les respondimos (dándoles) los nombres."; muchos autores siguen el texto griego, que emplea la tercera persona del plural: "Entonces les respondieron." Siguiendo la lección de Esd 6, 4 y ajustándose al contexto, otros autores suprimen todo el verso (Pelaia, Gelin). Es de notar que el v.5 habla de los ancianos, que en adelante dejarán a Zorobabel en la penumbra. Encontraron ellos gracia a los ojos de Tatnaí.

Esd 5, 6-17. Carta a Darío

Por su carta se revela Tatnaí ser hombre sereno y objetivo, que expone desapasionadamente los hechos, sometiéndolos al criterio de Darío. La palabra del v.6 Afarsak, que hemos traducido por "los persas," es interpretada por algunos como nombre de un pueblo desconocido (Esd 4, 9) o como función oficial. El gobernador desea al rey Skelama kola. Pero el texto griego relaciona la palabra kola con la siguiente: "Que el rey conozca enteramente que hemos ido." Por las palabras provincia de Judá debe entenderse la región de Judea, no la provincia en sentido técnico persiano. Sabido es que en tiempos de Darío creóse la provincia de Judea (iehud), con plenos poderes, separada de la de Samaría y regida por un peha o gobernador. Al referirse al templo y emplear Tatnaí la expresión "Dios grande," se acomoda al modo de hablar de los judíos, mostrándose respetuoso con sus creencias. La construcción del templo se hace con material noble, en piedra tallada (literalmente: "piedras que se hacen rodar:" eben gelal). No convienen los exegetas en el sentido de la expresión "colocan las maderas en los muros," que explican, o 1) por el empleo de madera en el interior del muro; 2) por las viguetas transversales, formando pisos, 3) por el andamiaje que se sujetaba al muro por medio de tablones. Schneider lo interpreta del revestimiento de los muros internos con madera (Dn 5, 5; Ag 1, 4; 1R 6, 15). Como hemos dicho, en adelante desaparece Zorobabel de la escena -aunque ocupen él y Josué el primer lugar-, para ser suplantado por los ancianos.
Los judíos respondieron que el templo fue construido por Salomón (1R 6, 1). A la posteridad pasó con la fama de haber sido gran rey. "Los siervos del Dios del cielo y de la tierra," al reconstruir el templo, tratan de poner de nuevo el gran centro religioso de Jerusalén en condiciones de poder celebrar allí los actos de culto a su Dios, Yahvé. Propiamente la autorización de reconstruir el templo la han recibido, dicen los judíos, de Dios, creador de todo, Señor de los reyes, el Dios no solamente de Canaán, sino de todo el reino, al que los mismos persas rinden o al menos autorizan el culto.
Reconocen los judíos que no fueron propiamente los soberanos de Babilonia los que destruyeron un templo tan antiguo, sino el mismo Dios, que se sirvió de los hombres para castigar la rebeldía de su pueblo al pacto de la alianza (2R 25, 8-35). Ahora, con la expresa autorización de Ciro, reedifican la casa del gran Dios. Los judíos suspendieron temporalmente las obras, pero la orden del rey no fue nunca revocada. Por lo cual dicen astutamente y con fundamento real los ancianos que "desde entonces está reconstruyéndose y no se ha terminado." Las circunstancias que enumeran los ancianos prueban claramente cuál era la voluntad de Ciro. ¿Qué monarca se desprende de los tesoros de oro y plata para devolverlos al templo que otros habían expoliado? De ahí que, continuando ellos la obra del templo, demuestran su adhesión inquebrantable al trono de Persia. Los que impiden tal obra se oponen a las órdenes del rey. La expresión "Ciro rey de Babilonia" se encuentra en diversos textos cuneiformes 2 y es empleada por Artajerjes (Ne 13, 6). Ninguna dificultad surge de la comparación del principio y fin del v.15, ya que la frase en boca de Ciro no podía significar que depositara Sesbasar los tesoros en un templo que no existía. No se indica el lugar provisional donde fueron colocados. Sesbasar puso los fundamentos de la obra del templo (Esd 3, 8; Esd 4, 1-5). Correctamente invita el gobernador a Darío a que se cerciore de la existencia del derecho invocado por los judíos. Los documentos reales, el archivo de la corona, eran conservados en un departamento de la mansión real. Sin embargo, exista o no tal documento, lo que cuenta definitivamente es la voluntad de Darío, que puede confirmar o abrogar edictos dados por sus antecesores o proceder según su antojo. La palabra Babilonia no estaba acaso en el texto original.

Esd 6, 1-2. Hallazgo en Ecbatana

Algunos autores cambian el orden de los términos archivo y tesoro, traduciendo: "En la casa de los tesoros, en donde se depositaban los libros," alegando que se guardaban los libros en el mismo lugar que los tesoros; pero éstos no se colocaban en las bibliotecas. Se discute en qué sentido debe entenderse la palabra Babilonia. Algunos (Gelin, Kittel) la interpretan en el sentido de reino de Babilonia. Pero puede ser que, siguiendo el rey la indicación del gobernador Tatnaí, diera orden de que se registraran los archivos de Babilonia y, al no encontrarse allí el documento, se buscara en otras villas reales, encontrándose en Ahmeta. Según datos de Jenofonte, solía Ciro habitar en medio de su imperio, pero cambiaba de ciudad. Durante los siete meses de invierno vivía en Babilonia; en los tres meses de primavera residía en Susa, desde donde marchaba a Ecbatana, hoy Hamadan, para veranear allí.
Ahmeta es el nombre aramaico de Ecbatana. En las tres capitales del imperio mencionadas existían archivos reales, donde se guardaba la relación de los hechos más salientes de la historia. De la circunstancia de hallarse en Ecbatana el memorial de Ciro se concluye que fue promulgado durante el verano del año 538. Según la crónica de Nabónides (Pritchard, 316), no se hallaba en Babilonia el 4 de Nisán, presidiendo su hijo Gambises las ceremonias (529-522).
El rey invernaba en Babilonia, veraneaba en Ecbatana y pasaba en Susa la primavera. El memorial estaba escrito en un rollo de pergamino o piel, de uso, desde muy antiguo, en Persia (Diodoro, BibL Hist. 2, 32). El término Dikronah, memorial, "es un documento que guarda el recuerdo de un acto oficial" (Michaelí). No se reproduce el texto completo del decreto.

Esd 6, 3-5. Extracto del decreto

El extracto del decreto de Ciro se hace teniendo en cuenta la petición del gobernador. Por lo mismo, se indica la fecha en que Ciro dio la orden de reedificar el templo. Quería el monarca que se ofrecieran allí sacrificios cruentos e incruentos. El texto masorético: "y sean erigidos sus fundamentos (ussohi)" debe cambiarse por: "sus sacrificios ígneos (esshohi)" o cruentos. No quiere indicar Ciro el lugar donde debe emplazarse el futuro templo, sino hacer hincapié en que deben celebrarse sacrificios para tener propicio al Dios de los judíos. Este Dios tenía su asiento en Jerusalén; era necesario, pues, que se le rindiera culto en el mismo lugar que Dios había escogido. Se añade una noticia incompleta y acaso desfigurada de las medidas del nuevo templo. Se indican la altura y la anchura, pero nada se dice de su longitud. Comparando las medidas señaladas por Ciro con las del templo de Salomón, aparece que éste debía ser superado por el nuevo. El santuario salomónico contaba 6o codos de largo, 20 de ancho y 30 de altura (1R 6, 2). Si el nuevo tenía 6o codos de alto y 6o de ancho, ¿cuánto medía su longitud? No lo dice el texto, pero es de suponer que superase a las otras dos medidas. Pero estas proporciones colosales del nuevo templo contradicen al testimonio de Ageo (Ag 2, 3) y de Zacarías (Za 4, 10), que hablan de un templo de proporciones menores que el de Salomón. Es evidente que los números dados aquí no corresponden a la realidad ni eran los que escribió el autor sagrado. La altura resultaría extraordinaria; el ancho del templo sería tres veces mayor que el de Salomón.
El codo, como unidad de medida, era doble: el vulgar, equivalente a c.45 metros, y el que se empleó en la construcción del templo, c.52. Las particularidades sobre la manera como debía precederse en la construcción se explican por la forma administrativa del decreto. Sobre el empleo de hiladas de piedra y de madera en las Consrucciones antiguas véase 1R 6, 36; 1R 7, 12· La misma construcción se observa en un muro del siglo XIV antes de Cristo en la antigua Ugarit (Rash Shamra).

Esd 6, 6-10. Órdenes concretas

Indicados sumariamente los puntos claves del edicto de Giro, pasa Darío a dar órdenes concretas. Exige en primer lugar que se deje en paz a los judíos para que prosigan la obra del templo. Tienen los sionistas derechos adquiridos y no deben inmiscuirse en este negocio las autoridades locales y regionales, poniendo cortapisas a la amplia concesión de Ciro. Se citan los nombres del gobernador, Tatnaí, de Setar-Boznaí, ambos nombres asirios. La palabra Afarsac debe probablemente traducirse por persas (5, 6). La orden, pues, se dirige a los funcionarios persas de la satrapía Abarnahara o transeufratena. A las disposiciones antiguas añade Darío muestras evidentes de simpatía hacia la causa judía. Lejos de obstaculizar la construcción del templo, impone a las autoridades provinciales la obligación de entregar a los ancianos de los judíos el dinero recaudado en concepto de tributos de la provincia de Abarnahara. Debió de sospechar el rey que tenían los judíos necesidad de dinero para esta empresa y acaso había llegado a sus oídos la noticia de haberse paralizado las obras por falta de fondos. Ciro habíase mostrado espléndido; los amigos de los judíos habían entregado sumas considerables (Esd 1, 3-4); los judíos que quedaron en Babilonia habíanse solidarizado con sus hermanos repatriados, pero en aquellas circunstancias en que comenzaba una vida nueva para Israel no había nunca dinero suficiente. Confirma la historia la religiosidad de Darío y su generosidad hacia los lugares sagrados. En Egipto reparó muchos templos, mostrándose tan religioso, que dioses y diosas le reconocieron como a hijo suyo. Restauró el templo de Pta en Menfis, construyó el santuario en el oasis de Kargah. Uzahor, en la descripción e Sais, dice: "Todo esto hizo Darío, porque sabía que tal era la me-r manera de dar nueva vida a lo que estaba cayendo en ruinas, con el fin de mantener el honor de todos los dioses, sus templos, sus rentas y la perduración de su culto con sus fiestas" (Fernández) Sus donativos a los judíos tenían como finalidad obtener dé ellos la segundad de que en sus sacrificios se acordarían de Darío y de sus hijos. Entre los persas existía el deber de rogar por el rey con ocasión de los sacrificios. Los judíos de la Elefantina prometieron al gobernador persa de Judá, Bagoas, ofrecer sacrificios por él, asegurándole que, si hace reconstruir su templo, alcanzará con ello delante de Dios un mérito más grande que el ofrecimiento de holocaustos "por un valor de mil talentos de plata."
Aspira Darío a obtener la bendición de Yahvé, como de todos los otros dioses, por impulsar y ayudar la construcción de templos y contribuir a los gastos que importaban los sacrificios (Pritchard 492). El tecnicismo cultual empleado en el texto explícase por disponer el rey de funcionarios judíos encargados de los negocios referentes a su pueblo. Se mencionan tres clases de sacrificios: cruentos (animales), ofrendas (cereales, sal) y libaciones (vino y aceite). La expresión "sacrificio de grato olor" debe tomarse en sentido general, y no en el particular de ofrendas de incienso y perfume (Lv 1, 9; Lv 2, 9).

Esd 6, 11-12. Severos castigos

Dos penas impone el rey a los transgresores. Por la primera, los contraventores serán empalados en una viga de su misma casa. El mismo Darío empaló a tres mil babilonios. No era corriente este castigo entre los hebreos; únicamente los cadáveres eran colgados de un palo para que sirvieran de escarmiento (Dt 21, 22; Jos 10, 29; Est 5, 14; Est 6, 4; Est 7, 10; Est 8, 7). El segundo castigo consistía en destruir la casa del culpable y convertirla en estercolero o lugar de inmundicias (newalu, 2R 10, 27; Dn 2, 5). La expresión "que el Dios que hace residir su nombre" es de sabor deuteronómico (Dt 12, 11; Dt 14, 23; 1R 9, 3; Jr 7, 12). Su presencia en el texto sugiere la idea de que el redactor del libro da al texto cierto colorido judaico. La maldición encaja bien con la idiosincrasia de Darío, que en la inscripción de Behistun invoca la maldición de Ahura Mazda contra aquel que se atreva a destruirla.

Esd 6, 13-15. Efectividad del decreto

Aunque las apariencias pudieran hacer creer otra cosa, es cierto que Dios rige los acontecimientos de la historia universal para la consecución de sus fines inefables. De esta manera vemos que el exilio fue una medicina saludable para Israel, que reconoció sus pecados y se volvió a su Dios. Como consecuencia, Yahvé depone su actitud airada y perdona a su pueblo. En prueba de su amistad y benevolencia hizo surgir monarcas adictos a la causa de Israel, permitiendo y facilitando el regreso a la patria y un nuevo resurgimiento del pueblo judío. Las autoridades provinciales recibieron con satisfacción la orden de Darío, escudándose en ella para frenar toda actividad hostil de parte de los samaritanos. El favor real animó a los judíos, tanto por la ayuda económica que les prometió como por la seguridad que les garantizaba con su decreto. En estas circunstancias pudieron los profetas Ageo y Zacarías urgir el deber que incumbía a todos de trabajar en la obra del templo. Por un conjunto de circunstancias favorables, la obra terminóse el día tercero del mes de Adar (febrero-marzo) del año 515. El libro 3 de Esdras (Esd 7, 5) y Flavio Josefo señalan el término de la obra el 23 del duodécimo mes, del mes de Adar. Kugler prefiere la data del 23, por razón de que en aquel año el día 3 caía en sábado y el 23 en viernes. Pero es posible, dice Médiebelle, que el término de una obra tan importante prevaleciera al reposo sabático, sobre todo si la obra terminó a primeras horas del sábado, al caer el sol en la tarde del viernes. Los trabajos duraron cuatro años y medio. Todos los pormenores concurren a demostrar que no pudo competir este nuevo templo con el de Salomón, en cuya construcción invirtiéronse siete años. Sin embargo, se procuró conseguir una reproducción del edificio anterior bastante perfecta, como se desprende de la letra de Aristeas. Ezequiel contempla la nueva construcción desde el punto de vista escatológico. Este nuevo templo fue santificado por la presencia de Jesucristo, que sacó de él, a latigazos, a los que lo habían convertido en cueva de ladrones. De este segundo templo escribió Ageo: "La gloria de esta postrera casa será más grande que la de la primera, dice Yahvé Sebaot, y en este lugar daré yo la paz, dice Yahvé Sebaot" (Esd 2, 10).

Esd 6, 16-18. Dedicación del templo

Terminadas las obras, procedióse a la dedicación del templo, conforme se hizo en tiempos de Salomón (1R 8, 1ss; 2Cro 5, 1-7). Con ello, aquella obra se destinaba exclusivamente al culto religioso, declarándose lugar sagrado. No se dice cuánto duró la fiesta. La pequeña comunidad formada por los repatriados celebró el acontecimiento con todo entusiasmo. Sacerdotes, levitas y laicos regocijáronse en este día. Para esta celebración se inmolaron un número reducido de víctimas, que contrasta con el gran número de los tiempos de Salomón (1R 8, 62-63). Los holocaustos se ofrecieron a Dios en reconocimiento de su dominio universal y para darle gracias por los beneficios recibidos; los sacrificios por el pecado eran expiatorios, conducentes a purificar al pueblo de sus pecados (Lv 4, 1-35; Nm 15, 1-41). Aunque los repatriados fuesen pocos y pertenecientes en su inmensa mayoría a las tribus de Judá y de Benjamín, ofreciéronse doce machos cabríos, según el número de las tribus de Israel (Esd 8, 35). Aquel pequeño grupo representaba a todo Israel, que en cierta manera había contribuido a aquella obra (Esd 1, 4; Esd 7, 16; Esd 8, 33). Al edificio material siguió la reorganización del culto en el templo. En tiempos de David (1Cro 23, 6-24; 1Cro 24, 1-19) se organizaron las veinticuatro clases sacerdotales. Pero el texto invoca el "libro de Moisés," a saber, Nm 3, 6-13; Nm 8, 6-15, en donde se habla de los sacerdotes y levitas y de sus respectivos oficios.
Con el v.18 acaba el texto aramaico. ¿Por qué no termina con el decreto de Darío? Porque el autor del libro reproduce una fuente o documento escrito en arameo, empezando con el v.19 su trabajo personal.

Esd 6, 19-22. Celebración de la pascua

Durante los ocho días que duraba la pascua, el reposo era obligatorio los días primero y último, y se comía el pan ácimo (Ex 12, 15-2). La ceremonia principal consistía en la inmolación del cordero pascual, que se comía en familia, según un detallado ceremonial (Ex 12, 1-14). Esta nueva pascua significaba el restablecimiento definitivo de Israel. Los hijos de la cautividad se conformaron a las prescripciones antiguas. A ellos juntáronse los israelitas que no habían sido deportados y que se separaron de los cultos idolátricos de los pueblos paganos que poblaban la tierra. Tras un largo paréntesis histórico, los nuevos tiempos enlazábanse con los de Moisés. La pascua celebróse el día 14 de Nisán (Ex 13, 6; Lv 23, 5), a saber, el 23 de abril (Kugler) o el 21 (Parker-Dubberstein) del año 515. La reconstrucción del templo despertó la fe dormida de los judíos que habían quedado en el país. Se trata de israelitas y no de prosélitos, como prueba la comparación de nuestro texto con Esd 9, 1-2; Esd 10, 10; Esd 2, 10-11; Ne 9, 2; Ne 10, 29. La constancia y fe de los repatriados no podía menos de influir en el ánimo de los judíos, que se dejaron seducir por prácticas religiosas de otros pueblos.
Nadie que no estuviera puro podía tomar parte en la fiesta (Ex 12, 2-5; Nm 9, 3), sino que debía esperar a celebrarla un mes más tarde (Nm 9, 11). Según 2Cro 30, 3, bajo Ezequías celebróse la pascua "en el mes segundo, pues no había podido celebrarla antes la otra vez por no haberse santificado muchos sacerdotes." En esta ocasión podía celebrarse la pascua en su día, ya que los sacerdotes y levitas estaban purificados, pudiendo, por lo tanto, ejercer las funciones que les señalaba la Ley. Nuestro texto es algo confuso en relación a las personas que se purificaron, pues mientras al final del verso da a entender que solamente se purificaron los levitas a fin de inmolar la pascua para el pueblo, para sus hermanos los sacerdotes y para sí mismos (2Cro 30, 17-19; 2Cro 35, 11), al principio señala que se purificaron "los sacerdotes y los levitas." Esta purificación hacíase con sacrificios por el pecado y por el delito o con purificaciones lústrales. La purificación era tanto más necesaria en cuanto que, después del exilio, el cordero pascual era inmolado por los levitas en el atrio del templo, en vez de hacerlo el jefe de familia, como en otros tiempos (Ex 12, 3-7; Dt 16, 2). En la celebración de la pascua en tiempos de Ezequías inmolaban los levitas el cordero pascual "por los que no habían tenido el cuidado de santificarse para Yahvé" (2Cro 30, 17); bajo Josías, los levitas Desollaban las víctimas para los sacerdotes y para ellos mismos, no teniendo los cantores y porteros que abandonar sus oficios (2Cro 35, 11-15). Los sacerdotes esparcían la sangre al pie del altar (Lv 17, 3-6; 2Cro 30, 16; 2Cro 35, 11). El sacrificio del cordero pascual revestía en carácter expiatorio para todos los que habían estado en el exilio. Al final del capítulo se hace hincapié en la alegría que reinó en "la fiesta de los panes ácimos durante siete días." Esta fiesta, que en un principio era distinta de la pascua, pero unida a ella estrechamente, duraba una semana (Ex 12, 15-20; Lv 23, 6-9; Nm 28:,17) celebrándose con grande alegría (2Cro 30, 21). En el texto masorético se lee: "disponiendo al rey de Asiría," en vez del rey de Persia O bien es llamado así por ejercer su dominio sobre Asiría, como Artajerjes es llamado rey de Babilonia (Ne 13, 5) y Darío rey de la misma ciudad (Esd 5, 13). En la fiesta de la pascua, los judíos tuvieron presente al rey Darío, que tan favorablemente habíase portado con ellos.

Esd 7, 1-Esd 10, 44. Reformas de Esdras

En esta segunda parte del libro ocupa Esdras el puesto central. Señala el texto su ascendencia sacerdotal, su viaje a Jerusalén, llevando una carta de recomendación; algunos detalles sobre los acompañantes y nuevos repatriados. Los dos últimos capítulos del libro tratan de los matrimonios mixtos.

Esd 7, 1-5. Genealogía de Esdras

Con datos concretos se prueba la ascendencia sacerdotal de Esdras = Ezrayah, nombre que significa "al que Yahvé ayuda." Otros personajes llevaron este nombre (Ne 12, 1;). Únicamente con este requisito podía ejercer Esdras las funciones sacerdotales en el templo (Esd 2, 62). Serayas es el último sumo pontífice del reino de Judá, muerto por Nabucodonosor en Ribla (2R 25, 18-21). Su pontificado fue retransmitido a Esdras a través de su hijo primogénito Josadac, padre de Josué (Esd 5, 2). Entre Serayas y Esdras hanse omitido algunos nombres. Serayas, escribe Fernández, fue padre de Josadac, que fue llevado al destierro (1Cro 6, 10); y sus hijos, que le sucedieron en el sumo pontificado, se hallan citados en Ne 12, 10-11, de donde cabe concluir que Esdras descendía de Serayas por uno de sus hijos menores. Queriendo el autor sagrado demostrar que Esdras procedía de la línea de sumos sacerdotes, y entre sus progenitores el primer sumo sacerdote era Serayas, nombró a éste, saltando a los demás intermedios, que no le interesaban. Este método de omitir algunos nombres en las listas genealógicas es muy común en la Biblia. El género literario genealógico expresa más bien un sistema teológico-jurídico que una encuesta biológica. Parece que las genealogías sacerdotales se hicieron remontar hasta Aarón entre la época de Esdras y de las Crónicas (Gelin). Entre Serayas y Esdras median unos ciento treinta y ocho años, siendo evidente que la palabra hijo tiene aquí un sentido muy amplio· De Azarías apenas se sabe nada. Releías era sumo sacerdote durante el reinado de Josías; en su tiempo fue encontrado el libro de la Ley (2R 22, 4; 2Cro 34, 9). Entre Sadoc y Ajitub ha omitido el autor el nombre de Merajot (1Cro 9, 11). Fue Amarías sumo sacerdote en tiempos de Josafat, rey de Judá. Abisúa fue hijo de Finés (1Cro 5, 30-31), y éste de Eleazar (Ex 6, 25). A la muerte de los hijos de Aarón (Nadab y Abiú), Eleazar sobrevivió, sucediendo a padre en el sacerdocio (Nm 20, 26-28). Fue Aarón hermano de Moisés; recibió para él y para su descendencia la dignidad del sumo sacerdocio (Ex c.28-29), de manera que el primogénito fuera sumo sacerdote, y los otros, simples sacerdotes (Nm 3, 10). Tal dignidad se retransmitió a través de sus dos hijos Eleazar e Itamar, más del primero que del segundo (1Cro 24, 3-6). Es de notar que el texto original no contiene ningún verbo hasta el v.6; tanta es la atención y admiración del autor por su personaje, que incluso olvida las reglas de la gramática, llevado por el afán de poner de relieve la ascendencia sacerdotal de Esdras. En el v.1 se habla de que la llegada de Esdras fue "reinando Artajerjes." Ahora bien, como diremos más tarde, tres son los monarcas persas con este nombre: Artajerjes I Longímano (464-424), Artajerjes II Mnemone (405-358), Artajerjes III Oco (358-337). Desde el año 515 (Esd 6, 19) hasta el séptimo de Artajerjes (458) existe un espacio de cincuenta y ocho años.

Esd 7, 6-10. En ruta hacia Jerusalén

El autor sagrado ha utilizado tres fuentes de información en" estos capítulos: el archivo donde se guardaba la genealogía sacerdotal de Esdras (1Cro 6, 29-40), un memorial de Esdras y la carta de Artajerjes. Además de sacerdote, era Esdras un escriba versado en la Ley de Moisés. Por el nombre de escriba (sofer) pueden entenderse aquellos funcionarios que conocían el arte de escribir (Sal 45, 2) y que prestaban sus servicios preferentemente en la corte real (2S 8, 17; 2R 12, 11). Del tiempo de la cautividad llámase sofer al hombre dedicado al estudio e interpretación de la Ley (Si c.38-39). Parece que Esdras, a ejemplo de los colegios sacerdotales babilónicos, formó junto al templo un colegio de soferim cuya misión era reunir las tradiciones escritas y orales, ordenarlas y codificarlas con vistas a una futura reforma.
Su contacto permanente con la legislación mosaica hizo de él un escriba especializado o, como dice el texto, versadísimo en la Ley de Moisés. El término hebraico mahir significa pronto, rápido, ágil tanto para escribir la Ley como para interpretarla. Hasta su tiempo no existía una codificación o colección escrita de toda la legislación mosaica, que se conocía a través de la tradición oral o por algunas colecciones escritas incompletas. Sus muchos años de permanencia en el palacio y su trabajo en el departamento de negocios hebraicos le familiarizaron con la Ley de Moisés, ahondando en su espíritu y desentrañando su verdadero sentido. De ahí que puede llamarse escriba muy versado y ágil en la interpretación de una ley que tantas veces había transcrito y meditado profundamente. El v.10 dice que estaba Esdras dedicado a escudriñar (darash) la Ley de Moisés con el fin de conocerla perfectamente. En los v.14 y 25 se puntualiza que esta Ley "está entre sus manos" (v.14), que la conoce al dedillo; "según la sabiduría de tu Dios, que está en tu mano" (v.25). Esta ciencia y sabiduría de la Ley la había asimilado él, llevándola totalmente a la práctica. A toda ella faltaba un complemento, a saber, comunicar a otros esta ciencia y moverlos a practicarla mediante su ejemplo.
Debía ser Esdras un hombre íntegro, fiel y hábil para granjearse la estima de sus superiores y súbditos. La afección que el rey sentía por él le impelía a concederle todo cuanto pedía. Dios había recompensado la conducta intachable de su siervo haciendo que encontrara gracia a los ojos del rey; de donde se decía que "la mano de Dios estaba sobre él" (Esd 7, 10-28; Esd 8, 18). Aprovechó Esdras aquella coyuntura favorable para obtener una autorización para regresar a Jerusalén él y otros que quisieron acompañarle. De seguro habría oído él que la vida de los repatriados en Palestina no correspondía al ideal señalado por la Ley de Moisés.
¿Cuándo Partió Esdras Para Jerusalén?
Dice el texto (v.7) que fue el año séptimo de Artajerjes. Tres son los monarcas persas con este nombre: Artajerjes I Longímano (464-424), Artajerjes II Mnemone (405-358) y Artajerjes III Oco (358-337). Se excluye que Esdras regresara en tiempos de este último; quedan en litigio los dos primeros. Según datos del texto, la misión de Esdras tuvo lugar el año 458, coincidiendo con el año séptimo de Artajerjes Longímano; Nehemías llegó el año 20 del mismo monarca, es decir, el año 445. La sentencia de Van Hoonacker, que defendieron después otros autores, hace coincidir la fecha de la misión de Esdras con el año 398, séptimo del reinado de Artajerjes II Mnemone. Las razones que se aducen en su apoyo kan sido indicadas en la introducción; en caso de aceptarse, el orden de los capítulos sería el siguiente: Esd c.1-6; Ne c.1-7; Esd c.10-13; Esd c.7-10 y Ne c.8-9. En el supuesto de que la misión de Esdras precedió a la de Nehemías, ¿cómo se explica que este último silencie completamente la obra del sacerdote escriba? Además, al llegar Esdras a Jerusalén, halló que la ciudad había sido reconstruida, lo que supone la acción anterior de Nehemías. Por estas y otras razones considera Van Hoonacker que la llegada de Esdras es posterior a la de Nehemías.
El autor del libro, dicen, ha sacrificado el orden cronológico de los hechos al respeto que sentía por Esdras sacerdote, que ostentaba una dignidad superior a la del laico Nehemías. Una y otra hipótesis presentan soluciones aceptables y dificultades.
Con Esdras llegaron sacerdotes, levitas, cantores, porteros y netineos (Esd 2, 36-63). Esta noticia está relacionada con lo dicho en el capítulo anterior acerca de la dedicación del templo. La caravana partió de Babilonia el día primero del mes de Nisán (marzo-abril) y, tras un viaje de ciento ocho días, llegó a Jerusalén el primero del mes de Ab (julio-agosto). El día primero del primer mes los expedicionarios concentráronse en las orillas del río Ahavá (Esd 8, 15-21.31). Allí esperó Esdras la concentración de nuevos levitas (Esd 8, 15-20). Túvose un día de oración y ayuno (Esd 8, 21-23), partiendo definitivamente hacia el día 12 del primer mes (Esd 8, 31). Dios protegió a la caravana de enemigos y bandoleros, llegando felizmente a su destino (Esd 8, 31).

Carta de Artajerjes

Esd 7, 11-12. Encabezamiento

El autor antepone a la carta real una corta introducción. A Esse le llama sacerdote y escriba (Ne 8, 9; Ne 12, 26), aunque en el contexto se insista más en esto último. De nuevo se le califica de muy versado en los mandamientos y leyes de Yahvé. El verso, en e1 texto original, va en hebreo, a pesar de que la carta del rey (v.12-26) é escrita en arameo. Es digno de notarse la repetición de la Palabra escriba en el v.11. Artajerjes se llama "rey de reyes," como hacían también los soberanos asirios y neo-babilónicos (Ez 26, 7; Dn 2, 37), por su dominio sobre un vastísimo imperio. Los persa daban a su dios Ahura Mazda el título de dios del cielo.

Esd 7, 13-16. Misión de Esdras

El rey no fuerza a nadie; deja a todos en libertad de quedarse o de partir para Jerusalén. Se menciona a los laicos, sacerdotes y levitas. Disponía el monarca de un consejo de siete consejeros (Est 1, 14; Tb 12, 15; Dn 4, 14), llamados "los ojos y los oídos del rey," que gozaban de su máxima confianza y a los que se sometía el estudio de los negocios importantes. Componíase en un principio de aristócratas persas (Heródoto, 3, 71; Heródoto, 76, 83-84), al que entraron más tarde nobles medos (Est 1, 14). Refiere el mismo Heródoto (Esd 3, 70) y Ctesias (Pers. 14ss) que "siete príncipes entre los persas" se conjuraron contra el falso Smerdis, siendo Darío uno de ellos.
Habían llegado a palacio noticias alarmantes sobre abusos en la vida religiosa de los repatriados, contaminados tal vez al contacto de los "pueblos de la tierra." La expresión "que está en tus manos," refiriéndose a la Ley, puede significar que Esdras debe examinar la situación religiosa existente de acuerdo con lo preceptuado en la Ley de Moisés, que él conocía a fondo. No parece que aquí se aluda a un ejemplar escrito que Esdras llevara consigo.
Con ocasión de la primera repatriación mandó Ciro que se entregaran a Sesbasar los objetos de oro y plata que había sustraído Nabucodonosor del templo de Jerusalén (Esd 1, 7). Artajerjes contribuye generosamente al esplendor de la casa del Dios de los cielos, que tiene su morada en aquella ciudad. Da, además, facultad para que se hagan colectas en Babilonia y se acepten las ofrendas voluntarias. No cabe en el texto la distinción entre las ofrendas de los paganos y las que hicieron los judíos; fueron estos últimos los que más contribuyeron con sus donativos al esplendor del templo.

Esd 7, 17-20. Destino de las limosnas

Tenían fe los monarcas persas en la eficacia de los sacrificios cruentos, incruentos y libaciones. De ahí que se indique a Esdras la obligación de destinar el dinero a la compra de lo necesario para asegurarlos. Es posible que entre los abusos existía el de limitar el número de sacrificios e incluso descuidarlos, alegando la carencia de dinero para la adquisición de víctimas. Si algo resta, puede Esdras, con el consejo de sus colegas, disponer libremente de ello. Los utensilios que se destinan para la casa de Yahvé no pueden utilizarse en usos profanos; necesariamente deberán colocarse "delante del Dios de Jerusalén," o sea, del Dios de Israel, que ha escogido Jerusalén por morada. Lo que haga falta, añade el dadivoso rey, lo proporcionará el tesoro real (Esd 6, 8).

Esd 7, 21-24. Ordenes a los tesoreros reales

La provincia de Abarnahara tenía rentas propias y era independiente de la administración central (Esd 4, 10; Esd 3, 2). Las gentes pagaban impuestos y tributos al gobernador, quien retransmitía lo recaudado al poder central. En adelante, parte de las cantidades recaudadas serán entregadas a Esdras. En concreto, Esdras recibirá hasta cien talentos de plata (cerca de un millón de pesetas), cien coros de trigo (unos treinta y seis mil litros), cien batos (unos cuatro mil litros) de vino, otros tantos de aceite y sal a discreción.
A estos donativos se añadía la exención de tributos, gabelas, Derechos de peaje a todos los funcionarios del templo. En la inscripción de Gadata y otras aparece la costumbre de eximir a los sacerdotes de los impuestos. Darío, en la mencionada inscripción, reprende a su sátrapa Gadata por haber exigido impuestos a los Jardineros del bosque sagrado de un templo de Apolo. Antíoco III eximió perpetuamente de impuestos a los sacerdotes, levitas y cantores del templo. El descuido tocante al culto podía desencadenar la ira de los dioses sobre el imperio, el monarca y sus hijos.

Esd 7, 25-26. Ultimas disposiciones

Los poderes otorgados a Esdras son extraordinarios, pero se limitan a los judíos que viven en Judá y Jerusalén (v.14). Debía establecer jueces (sofetim) y magistrados (dayyanim) que le ayudaran en su misión. La Ley de Moisés debía ser la norma de todos los judíos. Los que se negaran someterse a ella, o serán condenados a muerte o expulsados de la comunidad judaica, a multa o prisión. Existiendo entre Dios y su pueblo el pacto de la alianza, era lógico que no podía Yahvé quedar satisfecho mientras su pueblo no ajustara su conducta a las prescripciones de la alianza. Todos los judíos, que conozcan o no la Ley, por el hecho de serlo, deben vivir conforme a ella. Para que no tengan excusa, Esdras y sus ayudantes les instruirán en la misma. Los que se negaran a practicarla serán castigados, o con la muerte, o con la expulsión de la comunidad judaica, siendo considerado el delincuente como excomulgado, con multa o prisión. Con pena de muerte se castigaba la idolatría (Ex 22, 19; Lv 20, 2; Dt 13, 6-10), el adulterio (Lv 20, 10; Dt 22, 22-24). La expulsión de la comunidad judaica practicóse en tiempos de Nehemías (Ne 13, 3-28). La figura de Esdras no está aislada en la historia. En muchos rasgos se parece a la del sacerdote egipcio Udja-Horesnet, que vivió en un tiempo en Elam y que fue enviado por Darío I en misión oficial a Egipto para que, según reza una inscripción en su estatua, "reorganizara los muros de la casa de vida." En ésta fueron escritos y conservados los libros de contenido religioso. En tiempos posteriores conserváronse en los templos. Semejante instalación pudo haber creado Esdras en Jerusalén (Schneider).

Esd 7, 27-28. Acción de gracias

Con el v.27 empieza de nuevo el texto hebraico. Esdras habla en primera persona del plural y llama a Yahvé "el Dios de nuestros padres." Le alaba no tanto por haber recibido donativos cuantiosos cuanto por haber dispuesto el corazón del rey en favor del pueblo judío. Al conceder el monarca autorización para que Israel viviera según sus propias leyes, ponía los fundamentos del nuevo pueblo judío. El decreto real era la carta de fundación del judaismo. Más tarde, Antíoco el Grande concedió "a todo el pueblo poder vivir según sus leyes antiguas". Esto mismo concedieron los romanos, con la limitación de que los jueces judíos no podían condenar a pena de muerte (Jn 18, 31).
¿Es Auténtico el Decreto de Artajerjes?
Existen autores (Batten, Kuenen, Torrey, Holscher, etc.) que lo niegan. No es posible, dicen, que proceda de Artajerjes un decreto que chorrea judaísmo por sus cuatro costados. Efectivamente, quien redactó el decreto conocía bien la terminología hebraica y la Ley de Moisés; estaba enterado de las diversas clases de sacrificios y se expresa como podía hacerlo un legislador judío cualquiera. Además, parece improbable que el rey de Persia se mostrase tan generoso para con Esdras y le otorgara una autoridad comparable a la de un gobernador. Sin embargo, las razones no son de peso decisivo para dudar de la autenticidad sustancial del decreto. Es muy probable que éste fuese redactado por un escriba judío, y aun cabe aventurar la hipótesis de que fuera Esdras el que lo dictó. Artajerjes se muestra generoso; pero hemos visto que sus dádivas tendían exclusivamente al esplendor del templo, para tener a Dios propicio, A Esdras le da un poder casi absoluto sobre sus súbditos judíos; los gentiles, las gentes de la tierra, dependían directamente y en todo de las autoridades civiles persas. Con su decreto conseguía Artajerjes tener sometido a un pueblo que reclamaba vivir conforme a sus propias leyes, dentro, naturalmente, del inmenso imperio persa (Ne 8, 9). Con estas concesiones tenía el rey la seguridad de que tanto Israel como su Dios no constituirían en adelante impedimento alguno para la pacífica dominación persa en Judea y Jerusalén. No vemos, pues, mayor dificultad en que el decreto, al menos en su esencia, sea auténtico.

Esd 8, 1-14. Familias repatriadas

En el texto se emplea la primera persona, lo cual sugiere que utiliza el cronista los apuntes o recuerdos personales de Esdras, que inserta total o parcialmente en su libro. Entre las familias de repatriados se mencionan en primer lugar dos de ellas unidas con la familia sacerdotal de Aarón. Gersón desciende de él a través de Finés (Ex 6, 25); Daniel, por Itamar, cuarto hijo de Aarón (Ex 6, 23; Nm 26, 60; 1Cro 5, 29). Es muy interesante que suba con Esdras una familia descendiente de Itamar. Los de Itamar habían sido englobados en la desgracia de su antepasado Abiatar (1R 2, 27), prestando sus servicios en santuarios provinciales. En tiempos del cronista representan en Jerusalén a ocho clases sacerdotales, mientras que los descendientes de Eleazar (sadocitas) representan a dieciséis (1Cro 24, 4). También los sumos sacerdotes posteriores al exilio descendían de la familia de Finés (Esd 3, 2; 1Cro 5, 29-41; 1M 2, 54).
La tercera familia representa la casa de David (1Cro 3, 22), en donde se señala a Jatús como hijo de Secanías. La casi totalidad de nombres que se mencionan en esta lista figuran en la de los tiempos de Zorobabel (Esd 2, 2-20), de lo cual se deduce que parte de los miembros de las familias repatriadas se quedaron en Babilonia, de donde regresaron con Esdras. De la familia de Adonicam, 666 se enrolaron en la caravana conducida por Zorobabel (Esd 2, 13)· En el texto hebreo del v.10 falta el nombre de Baní, que figura en Esd 8, 36 y en la versión griega.
La suma de los repatriados es de 1.504. Pero, si a este numere añadimos el de los sacerdotes, levitas y netineos (Esd 8, 18-20), se llega a la cifra de 1.800, sin contar las mujeres y los niños. Una intensa muchedumbre enfervorizada regresaba a Palestina con el fin a inyectar nueva vida al judaísmo, que, influenciado por las gentes del país, llevaba una vida religiosa lánguida.

Esd 8, 15-20. Concentración de repatriados

De diversas regiones del imperio persa, principalmente de Babilonia y su provincia, respondieron al llamamiento de acompañar a Esdras. El lugar de concentración fue un sitio cercano al río que corre junto a Ahavá. Para algunos, Ahavá es el nombre del río en cuyas orillas se concentraron los repatriados, basando su opinión en los v.21 y 31; otros consideran Ahavá como nombre de región; otros, en fin, ven en él una ciudad o uno de tantos canales que riegan las tierras de los alrededores de Babilonia. No distaría mucho de esta ciudad la región, pueblo, canal o río de nombre Ahavá, sobre "cuya identificación es inútil perderse en conjeturas, ninguna de las cuales puede apoyarse sobre base suficientemente sólida" (Fernández). La concentración tuvo lugar del día primero al tercero del primer mes. Habiendo pasado revista a todas las familias y después de haberlas individualizado, comprobó Esdras con profunda pena la falta de levitas. Mandó entonces una comisión de once personas con el encargo de presentarse a Ido, jefe de una colonia levítica de la localidad de Casifía, y retransmitirle su mensaje sobre el asunto de los levitas. Nueve de estos mensajeros eran cabezas de familia; los restantes son llamados mebinim, los inteligentes, los "que hacen comprender" (Ne 8, 7-9; 1Cro 25, 8), los instructores, hombres encargados de explicar la Ley, Algunos autores se basan en este término para admitir una clase especial de maestros, distintos de los sacerdotes y levitas, encargados de explicar la Ley a los judíos de Babilonia.
No se ha identificado Casifía. Existía allí una colonia judía Importante formada preferentemente por levitas y netineos. Acaso había allí un lugar alto, un templo, en el cual prestaban los levitas s servicios. Los judíos de Egipto tenían sus templos; puede también darse que los exilados de Babilonia hubiesen edificado Guarios a Yahvé. Aquel lugar debía de ser muy conocido a causa en su carácter religioso, por lo cual Esdras, ante la carencia de levitas, pensó inmediatamente que podría encontrarlos en Casifia. Probablemente era Ido jefe de los levitas, con los cuales convivían los netineos. Los enviados presentáronse a Ido, le expusieron lo que les había dictado Esdras. Pedían ellos "servidores" para la casa de Dios. El resultado fue que pocos levitas, treinta y ocho en total y doscientos veinte netineos, se unieron a la expedición. El texto atribuye a una intervención divina el feliz éxito de la embajada ya que anteriormente rehusaron ellos ir a Palestina, prefiriendo la vida cómoda de Babilonia a los riesgos de un futuro incierto en Palestina. El v.18, tal como se presenta en el texto hebraico, puede sugerir que se habla de dos individuos, a saber, de un personaje anónimo, del cual se dice que era "hombre inteligente" (ishsekel) de los hijos de Majlí, hijo de Leví, hijo de Israel, y de Serebía! Unos autores opinan que el nombre del primer personaje cayó en el anonimato por obra de los copistas; otros piensan que no existe más personaje que Serebía, del cual se dice que era hombre inteligente, en cuyo caso suprimen la partícula waw que antecede inmediatamente al nombre: Y Serebía. Finalmente, una tercera hipótesis une las dos palabras hebraicas ish shekel = hombre inteligente, formando el nombre propio Ishsekel.
Sabemos que los netineos se remontan a los tiempos de Josué (Jos 9, 21-23; 2S 21, 1-9). Supone Michaéli que la frase del v.20: "Que Daviól y los jefes habían puesto al servicio de los levitas," es, probablemente, una adición posterior para explicar el término netinírn = donados, que David puso al servicio de los levitas. El carácter tardío de esta frase aparece sobre todo por el empleo de un pronombre relativo, el único que figura en los libros de Esdras y Nehemías, y que es de uso tardío (she).

Esd 8, 21-23. Preparación espiritual

La fe en la Providencia divina se refleja en toda la conducta de Esdras. Los hebreos acudían al ayuno cuando querían implorar la ayuda divina en un trance difícil (Dn 3, 38; Tb 12, 8; Est 4, 15) La protección divina era en esta ocasión tanto más necesaria cuanto que había rechazado Esdras la escolta que le había ofrecido el rey. Esdras habíale dicho que confiaba más en Dios que en los hombres. Ahora bien, en caso de un asalto de parte de los bandoleros de desierto, podía Artajerjes dudar del poderío de Yahvé al abandonar a los "que le buscan" en manos del enemigo. En cambio, ante la noticia de un viaje sin incidentes desagradables, reafirmaría su fe en el Dios de los judíos. En el v.21 se habla del "río Ahavá," lo cual no empecé que existiera un pueblo o una región con este mismo nombre.

Esd 8, 24-30. Los encargados del tesoro

Doce sacerdotes y doce levitas compartieron con Esdras la responsabilidad de trasladar a Jerusalén los tesoros que el rey, sus consejeros y jefes y todos los israelitas habían entregado para el templo de Jerusalén. Los tesoros se pesaron escrupulosamente. El talento de plata equivale a 8.600 francos oro; el de oro, a 132.000; el dárico, a 37. Batten pone en duda esta fabulosa cantidad, atribuyéndola a la fantasía popular; quizá las cantidades fueron aumentadas posteriormente (Schneider). Esdras hace hincapié en el carácter sagrado de los tesoros. De los sacerdotes dice Esdras: "Vosotros sois santidad de Yahvé" (qodesh layahweh), es decir, consagrados a Yahvé. Son santos porque sus funciones tienen por objeto el culto del Dios tres veces santo. Esta condición suya exige que su conducta moral se ajuste a su dignidad, cuidando de que todo cuanto ha sido entregado con vistas al templo sea custodiado escrupulosamente y llegue al lugar sagrado. Su responsabilidad durará hasta que entreguen los tesoros a las autoridades religiosas de Jerusalén. El peso en este segundo control debía corresponder al que tenían en el momento de recibirlos de manos de Esdras.

Esd 8, 31-34. Viaje a Jerusalén

En las riberas del Ahavá permanecieron doce días, dedicándolos a hacer el censo de las familias, a la busca de levitas y al peso y entrega de los tesoros a los veinticuatro escogidos entre los sacerdotes y levitas. El día 12 de Nisán, la muchedumbre de los repatriados se puso en marcha, llevando consigo ganado mayor y menor, bestias de carga, camellos, asnos. Penetraron en Palestina, llegando a Jerusalén el día primero del mes Ab, mes quinto, hacia el 15 de julio. Según el calendario sacerdotal, el día 13 del primer mes era el primer día de la semana, muy apropiado para emprender la marcha, llegando a Jerusalén en un viernes. Parece que los datos del libro de Esdras concuerdan con este calendario sacerdotal, que se ha puesto en evidencia en los descubrimientos de Qumrán1.
El rey tenía interés por el feliz éxito de la misión de Esdras. Las autoridades de Abarnahara habían tomado medidas para que no ocurriera nada desagradable a la caravana. Desde el lugar de origen, en un punto cercano a Babilonia, hasta Jerusalén, emplearon unos ciento ochenta días. Teniendo en cuenta la distancia de unos 1.400 a 1.500 kilómetros entre ambas ciudades, se calcula una marcha de unos quince kilómetros diarios. Pero Esdras, considerando más tarde el camino recorrido, la multitud que se movía y el viaje sin ningún incidente serio, comprende que todo salió a pedir de boca porque Dios les acompañó y protegió durante el trayecto. Después de un breve descanso, los encargados del tesoro lo consignaron a las autoridades religiosas de Jerusalén. De Merimot se habla en Ne 4, 3-41. En el momento de regresar a Jerusalén tuvo dificultades la familia a causa de no poder probar su origen sacerdotal (Ne 7, 63), aunque, según 1Cro 24, 10, remontaba a la época de David.

Esd 8, 35-36. Sacrificios en acción de gracias

Fueron "los hijos de la cautividad" quienes ofrecieron sacrificios en acción de gracias y por expiación de sus pecados. Aunque la mayoría de los repatriados descendía del reino de Judá, sin embargo, se consideran ellos los auténticos representantes de las doce tribus de Israel (Esd 6, 17). De ahí que ofrezcan doce novillos en holocausto (Lv 1, 1-9; 2Cro 29, 24); otras víctimas (8 X 12 = 96) en sacrificios latréuticos, y doce machos cabríos (Lv 4, 1-5, 3) en expiación de los pecados. La frase "sátrapas del rey" es considerada corno adición posterior de un amanuense inexperto. La palabra correspondiente a gobernador (peha) es de origen babilónico. La yuxtaposición de estas dos palabras sugiere que se trata de una explicación del uno por el otro; pero en Ester (Est 3, 12; Est 8, 9) y Daniel (Dn 3, 2-27) aparecen también juntas. Parece que la palabra peha se usó en la época persa para designar a los gobernadores subalternos, dependientes de los sátrapas (Michaelí).

Esd 9, 1- Esd 10, 44. Los Matrimonios Mixtos

Esd 9, 1-2. Grave Acusación

Al poco de llegar Esdras a Jerusalén enteróse del clima religioso y moral de los judíos que habitaban en la ciudad y alrededores. No será aventurado decir que la mayoría de los deportados eran varones que buscaron mujeres entre las hijas del país. Con gran dolor supo Esdras que todos, autoridades y pueblo, habían contraído matrimonio con mujeres extranjeras. Esta mezcla de la "raza santa" con la de las gentes de la tierra constituía un grave pecado (Dt 7, 3; Ex 23, 32; Ex 34, 11-16; Ne 13, 25). En Dt 7, 3 había dicho Dios: "No contraigas matrimonio con ellas, no des tus hijas a sus hijos, ni tomes su hija para tus hijos, para que no te arrastren a la idolatría." En el mencionado texto se citan "los jéteos, guergueseos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos, jebuseos," de los que deben apartarse los hijos de Israel. Israel debe vivir separado de los pueblos gentiles (Esd 6, 21; Esd 10, 11; Ne 9, 2; Ne 10, 28). Israel pertenece a Yahvé; le pertenecía, y, por tanto, debía ser santo. "Sed santos para mí, porque yo, Yahvé, soy santo, y os he separado de las gentes para que seáis míos" (Lv 20, 26).
Inútil buscar una indicación concreta temporal en las palabras "después de todo esto." ¿Cuánto tiempo transcurrió entre los sucesos narrados anteriormente y el hecho que se refiere en este capítulo? No es posible fijarlo. Algunos hacen estos cálculos: entre el día 4 del mes quinto y la escena que aquí se narra, que sucedió cinco días antes del 20 del mes noveno (Esd 10, 9), transcurren más de cuatro meses. Lo más lógico es considerar las mencionadas palabras como fórmula general de transición.
Esdras examinó detenidamente la situación religiosa y moral del pueblo. Como el mal estaba muy enraizado y los culpables eran muchos y de categoría, comprendió que debía proceder con prudencia, informándose de los abusos, identificando los culpables ganándose adeptos para su causa y estudiando las reformas que debían llevarse a cabo. El mal había sido provocado por el contacto con las gentes del país, envueltos en sus abominaciones idolátricas (toeboth). La prohibición de tomar mujeres extranjeras aparece, además del citado texto de Dt 7, 3, en Ex 23, 32; Ex 34, 11-16. El ejemplo de Salomón causó impresión en Israel: sus mujeres extranjeras torcieron su corazón, arrastrándole hacia los dioses ajenos (1R 11, 3-13). Esta defección dolorosa debía servir de lección a Israel; ella sola justificaba el rigor de la ley referente a los matrimonios con mujeres extranjeras (Ne 13, 25). El motivo de esta prohibición es religioso (Esd 9, 1-11), pero se invoca también la pureza de la raza (9, 2). A la lista estereotipada de pueblos (Ex 23, 23; Dt 7, 2; Dt 20, 17; Gn 15, 19-21; Ex 3, 8.17, 33-2) se añaden los egipcios; quizá debe leerse "edomitas" en lugar de amorreos (Ml 1, 2-5; Lm 4, 21). De vuelta del exilio se emplea la frase "los pueblos del país" (Ag 2, 4; Za 7, 5; Dn 9, 6); pero el sentido que tenía antes cambia en Esdras y Nehemías, en los cuales (Esd 3, 3; Esd 9, 1-2.11; Esd 10, 2-11; Ne 9, 30) designa a los habitantes de Palestina que no son los judíos que obstruyen la obra de la restauración, dificultan la observancia del sábado y con los cuales se celebran matrimonios mixtos. Se oponen al "pueblo de Judá en Esd 4, 4, al pueblo de Israel en Esd 9, 1. Es un cambio completo del sentido de la frase con relación al uso anterior al exilio, y se explica todavía por el sentido fundamental de la expresión. La comunidad de los repatriados no es el "pueblo del país," porque no se rige por el estatuto político que había reconocido a los samaritanos, amonitas, moabitas; éstos son "los pueblos del" o "de los países." De esta manera se prepara la tercera significación de la época rabínica: "pueblo del país" son los que ignoran la Ley o no la practican.

Esd 9, 3-5. Muestras de dolor

Una vez examinado el estado religioso de los repatriados, que forman la golah (Ne 10, 6; Ne 8, 16), percatóse de la magnitud que el abuso de los matrimonios mixtos había alcanzado, con los consiguientes efectos religiosos. Su alma sacerdotal sintióse transida de dolor, y así la expuso públicamente. No cabe hablar de un acto de debilidad senil, sino más bien de una manifestación previamente calculada. Desgarró Esdras la túnica y el manto, las dos prendas principales del vestido judío (Gn 37, 29-34; Lv 10, 6; Jos 7, 6; Am 8, 10; Mt 26, 65). Al decir que se arrancó cabellos de su cabeza, acaso quiere aludir al hecho de raparse la cabeza, como solía hacerse en señal de pena o dolor (Jr 7, 29; Mi 1, 16). Lo mismo solía hacerse con la barba, signo de distinción y virilidad (2S 19, 24; Jr 41, 5). Muchos judíos contemplaron las muestras de dolor de Esdras; unos siguieron su camino, otros se unieron a su empresa. No dice el texto cuándo empezaron estas muestras externas de dolor, pero asegura que duraron hasta las tres de la tarde (la hora nona), en que se ofrecía el sacrificio vespertino (Ex 29, 38-41). Fue entonces cuando Esdras, con la túnica y el manto rasgados, oró en voz alta al Señor, consiguiendo con ello impresionar a gran muchedumbre de gentes, que derramaron lágrimas (Esd 10, 1). No indica el texto que Esdras rasgara los vestidos por segunda vez.

Esd 9, 6-7. Israel ha pecado

Con dos expresiones hiperbólicas (Sal 38, 4; Sal 36, 6) confiesa que Israel ha amontonado pecados sobre pecados. Esta apostasía de Israel no tenía justificación alguna, por lo cual, avergonzado (Esd 10, 1-6; 1R 8, 23), no se atreve a levantar la cabeza delante de Dios ofendido. Pero estas prevaricaciones no quedarán impunes. Por el pacto de la alianza se compromete Dios a velar por la prosperidad e independencia de Israel; si éste prevarica, Dios se desentiende de él y le castiga entregándole en manos de los enemigos. Aun en la actualidad, parte del pueblo judío vivía en el exilio, bajo el dominio de los reyes de Persia. Cuando cese el pecado y vuelva Israel a su Dios, se acabará el estado ignominioso actual y se reanudarán plenamente las relaciones amistosas entre Yahvé y su pueblo.

Esd 9, 8-9. El Dios de misericordia

Dios castigó a Israel entregándole en manos del enemigo. Sin embargo, Dios, de repente, ablanda el corazón de los reyes de Persia para que traten con benignidad a su pueblo, autorizándole incluso el regreso a la patria. De ahí que, por un acto de misericordia de Yahvé, un resto (peleta), una porción escogida se ha salvado del naufragio general. Este resto será la simiente de la cual surgirá el nuevo Israel.
Permitió Dios que su pueblo fuera probado en el crisol de la cautividad y que la vergüenza cubriera su rostro, pero no permitió la ruina total. La nueva comunidad instalada en Palestina ha sido purificada por la prueba, pero a ella está vinculada la promesa de un futuro glorioso (Is 1, 9; Is 7, 3; Is 10, 21-22). El texto hebraico usa la siguiente imagen: "Y dándonos una estaca de tienda (yetad) en su lugar santo" (v.8). Con una imagen sacada de la vida nómada dice que Dios ha concedido al resto de los exilados el privilegio de fijar su tienda, o lo que es lo mismo, de establecerse de nuevo en Jerusalén. Pero esta tienda puede arrancarse y ser transportada a lejanas tierras en el caso de que los repatriados imiten la conducta de sus antepasados. Con la expresión "hacer brillar nuestros ojos" se expresa la nueva inyección de vida, de fuerza y energía (1S 14, 27). No goza Israel de completa independencia política, pero dentro de la esclavitud se le conceden privilegios inauditos, que sólo se explican por la acción de Dios en el corazón de los reyes de Persia. Ciro permitió a los cautivos regresar a su patria (Esd 1, 2-4); Darío atajaba las intrigas de los samaritanos y contribuía con fondos del peculio real a la reconstrucción del templo (Esd 6, 6-12); Artajerjes (Esd 7, 12-26) hizo otro tanto. Dios ha conservado la vida de los repatriados para que éstos reedifiquen el templo, "dándonos un refugio seguro en Judá y en Jerusalén." El término refugio es una traducción de la palabra hebraica gader. Ordinariamente significa muralla, muro de protección de un campo, viña, ciudad (Nm 22, 24; Pr 24, 31; Ez 42, 7-10; Is 5, 5). Los que admiten la prioridad de la llegada de Nehemías a Jerusalén toman el término en el sentido obvio de la muralla que levantó Nehemías en torno a la Ciudad Santa; los partidarios del orden Esdr as-Nehemías interpretan gader en sentido traslaticio de refugio, abrigo, protección (Ez 13, 5; Ez 22, 30; Os 2, 8). Este último sentido recomienda el contexto al hablar de un refugio en Judá, ya que no cabe la idea de una muralla protectora del territorio de Judea.

Esd 9, 10-15. Nuevas transgresiones

La oración de Esdras se parece algo a un sermón. De ahí que no debe extrañarnos que alegue el Deuteronomio y los profetas. Estos, aunque no condenaron explícitamente los matrimonios mixtos, señalan la contaminación de la tierra por los ídolos (Jr 12, 6). En la época de Esdras denuncia Malaquías (Esd 2, 10-12) estas uniones (Gelin). Esdras no se inspira en el espíritu cultual y formalista del código sacerdotal, sino en las palabras de los profetas, de los cuales el mayor de todos fue Moisés. Ninguna oposición entre la Ley y los Profetas: Moisés fue un legislador porque fue profeta. No cita un texto determinado, pero resume las enseñanzas contenidas en Ex 34, 16; Lv 18, 25-27; Dt 7, 1-3; Dt 23, 6; 2R 17, 23; 2R 21, 10; 2R 24, 2. El mayor pecado que puede cometer Israel es la idolatría, crimen que se caracteriza por las palabras niddah = mancha (Lv 18, 25), to ebah = abominación, turna = impureza. Israel debe cumplir los mandamientos de Dios, que señalaron los profetas, incluyendo en primer lugar el de servir a Dios con exclusión de los ídolos. Teniendo una experiencia de muchos años, sabiendo que el alejamiento de los mandamientos de Dios acarrea los males que sufre el pueblo, ¿querrán los repatriados, los que forman parte del resto de Israel, excitar de nuevo la ira de Yahvé y atraer sobre sí nuevos castigos? Los matrimonios mixtos, ¿no constituyen el primer peldaño que conduce necesariamente a la idolatría?
Estamos en un momento definitivo, viene a decir Esdras, momento en que se juega la supervivencia de Israel como pueblo de Yahvé. Si los escogidos, el resto (Is 11, 11; Is 28, 5; Jr 31, 7; Jr 50, 20); si los que han sido salvados (peleta; Esd 9, 8.13-15) delinquen, no quejará ni resto ni escape. Al término de la oración pone Esdras de relieve la justicia de Dios, que equivale a su voluntad salvífica y que le inclina a la misericordia, como demostró al reservarse el resto "En la salvación de unos pocos pueden considerarse dos aspectos misericordioso, en cuanto que éstos fueron realmente salvados justiciero, en cuanto que sólo éstos se salvaron, mientras que todos los otros perecieron" (Fernández). No quiere Dios que Israel, a pesar de sus graves pecados, desaparezca de la faz de la tierra. Pero exige que el pueblo pecador se arrepienta y confiese sus pecados, abandonando las sendas del mal para andar por los caminos que señalan los mandamientos de Yahvé. Esdras se incluye entre los pecadores por formar parte del pueblo judío, aunque individualmente llevara una vida perfecta.

Esd 10, 1-4. Oración provechosa

A medida que prolongaba Esdras su oración, fue congregándose una gran multitud, que se contagió por las lágrimas del gran celador de la Ley, prorrumpiendo todos en llanto. El lugar de la oración era público; de boca en boca corrió la noticia de la profunda desolación de Esdras. Entre los curiosos que acudieron cita el texto a Secanías, quien, impresionado por la actitud de Esdras y teniendo en cuenta el perdón que tenía Dios prometido a los que de verdad se arrepintiesen (Dt 30, 1-10), le asegura que existen fundadas esperanzas de arreglo. Si hay penitencia, hay esperanza. Reconoce Secanías que el pecado existe; que los matrimonios mixtos están prohibidos por la Ley (Ex 34, 16; Dt 7, 1-3), y, por lo mismo, quienes han contravenido esta Ley, han delinquido. ¿Cómo reconciliarse con Dios? Con una medida radical: echar a todas las mujeres extranjeras y a los nacidos de ellas. No es partidario de una solución media, sino radical: romper desde el primer momento con todo aquello que esté contra la Ley. "Propuesta drástica, que tronchaba muchas vidas, deshacía muchos hogares y echaba a la aventura a muchas gentes, pero necesaria para el renacimiento religioso y moral del nuevo pueblo: a grandes males, grandes remedios" (Pelaia). Secanías, portavoz en esta ocasión del pueblo, se pone incondicionalmente a las órdenes de Esdras; lo que éste diga se hará. La conducta de Secanías es tanto más admirable cuanto que, descendiente de Elam e hijo de Jejiel, pertenecía a una familia que se había contagiado con los matrimonios mixtos (Esd 10, 27). Pospone sus intereses personales al cumplimiento escrupuloso de la Ley.

Esd 10, 5-8. Primeras medidas

La buena disposición manifestada por Secanías debía consolidarse con el juramento de todos los jefes de los sacerdotes, levitas y pueblo, porque fácilmente podían desvanecerse los buenos deseos concebidos en un momento de entusiasmo. Tomado el juramento, retiróse Esdras a una de las dependencias del templo, que llevaba el nombre de Jojanán, hijo de Elíasib, por haber morado él mucho tiempo allí, donde pasó la noche. Fue tanta la emoción que le produjo la defección del pueblo, que no pudo tomar bocado. No menos debía contribuir a esta inapetencia la idea del triunfo conseguido y la buena voluntad del pueblo, que se aventuró a tomar trascendentales decisiones para mantenerse fiel a la Ley.
¿Quién era Jojanán, hijo de Elíasib? Algunos niegan que se trate del sumo sacerdote Jojanán, el cual, según Ne 12, 10-11; Ne 12, 22-23, era hijo del sumo sacerdote Joyada y nieto de Elíasib, que ejerció el pontificado en Jerusalén el año 410, como consta del testimonio de un papiro de Elefantina 1. Fernández anota que Esdras fuese a la cámara de Jojanán y que allí no comió pan ni bebió agua. "Si en dicho aposento se hallaba el mismo Jojanán, y Esdras fue allá para tratar con él del asunto de los matrimonios, ¿es posible que el autor sagrado, ni entonces ni después, dijera una palabra del sumo sacerdote? Cierto, tal proceder no deja de ser extraño. Tal dificultad se desvanece por completo si Jojanán indica no la presencia del sumo pontífice, sino únicamente el aposento que de él había tomado el nombre" (211). "El aposento mencionado en Esd 10, 6 era conocido con el nombre de Jojanán, hijo de Elíasib, y por este nombre lo designa el autor, que escribía bastante tiempo después de Esdras" (ibid., 209).
Los partidarios del orden Nehemías-Esdras identifican a este Jpjanán con el sumo sacerdote, hijo de Joyada. Según Ne 3, 1, en tiempo de la primera misión de Nehemías (año 445 a.C.) era sumo sacerdote Elíasib. A él sucedió Joyada, que ejerció el cargo del año 432 hasta 415. De este año empiezan las funciones de Jojanán como sumo sacerdote. Los partidarios de esta tesis hacen coincidir la actividad de Jojanán con la de Esdras, que ellos suponen empezó el año 398, el séptimo de Artajerjes II.
Aprovechando el entusiasmo del momento, convocó Esdras una asamblea general para plantear el problema de los matrimonios mixtos. El poder de que gozaba y su reconocido celo sacerdotal eran garantía del éxito de la convocatoria. A los reacios se les confiscaban los bienes en favor del templo (Lv 27, 28; Nm 18, 14; Ez 44, 29) y se les borraba de la comunidad de Israel, con todas sus consecuencias (Ex 12, 15; Jn 9, 22; Jn 12, 42; Jn 16, 2). Siendo muy reducida el área geográfica de la nueva comunidad de repatriados, eran suficiente tres días para que todos pudiesen asistir a la asamblea.

Esd 10, 9-17. Asamblea en Jerusalén

La casi totalidad de los repatriados pertenecía a las tribus de Judá y Benjamín, que moraban en la capital y pueblos de los alrededores (Esd 2, 20-35). Esta proximidad facilitó la concentración dentro del plazo señalado. El mes noveno era el de Kisleu, correspondiente a noviembre-diciembre. El día 20 coincide aproximadamente con el 5 de diciembre. Hacía cuatro meses que Esdras encontrábase en Jerusalén (Esd 7, 8). Por este tiempo empiezan las grandes lluvias, que a menudo duran días enteros, siguiendo, por consiguiente, una baja notable de la temperatura. Por razones atmosféricas, y mucho más por la gravedad del asunto que se iba a ventilar, el público, congregado quizá en la puerta de las Aguas (Ne 3, 26; Ne 8, 1), estaba temblando. Algunos dudan de que el autor sagrado asociara una causa moral con otra física; por lo cual, siguiendo la sugerencia de Jouon, cambian el texto de la manera siguiente: "Y todo el pueblo estaba temblando. a causa del granizo (baradh en lugar de haddabar = asunto) y de las lluvias." Hipótesis ingeniosa, pero no necesaria. Una vez reunidos, Esdras se levantó a hablar. De sus palabras da un resumen el autor sagrado. Empieza por denunciar el hecho de que muchos son los que se han unido en matrimonio con mujeres extranjeras, lo cual es una prevaricación más en la larga cadena de las que cometió Israel. Pero existe una posibilidad de justificarse, confesando el pecado ante Yahvé y reparándolo (Jos 7, 19; 1R 6, 5; Jr 13, 16; Ml 2, 2). Se imponía, por consiguiente, la necesidad de quitar aquella abominación de Israel, lo que equivalía a la obligatoriedad de despedir a las mujeres extranjeras. El pueblo manifiesta su conformidad con las propuestas de Esdras (2S 15, 23; 1R 8, 55; 2Cro 15, 14; 2Cro 20, 19). El mismo Esdras se percató de que las condiciones climatológicas no permitían permanecer al descubierto y de que las negociaciones serían largas. Por lo mismo creóse una comisión de jefes encargada de tramitar los asuntos y de llamar a cada uno de los culpables a medida que se ventilaba su caso. Al culpable acompañarían los ancianos de cada ciudad y sus jueces a fin de discutir con la autoridad central el expediente y asegurar de esta manera un veredicto justo e imparcial. El v.15 se interpreta de varias maneras. Puede el texto significar que Jonatán y sus compañeros se encargaron de llevar adelante la propuesta. Se obtiene este sentido tomando la partícula hebraica ak en sentido aseverativo (Gn 26, 9), siendo el sentido: "Sólo Jonatán y Jojzías insistieron sobre este punto, y Mesulam y Sabtaí los apoyaron" (Médiebelle). Sin embargo, la mayoría de los exegetas modernos dan a la mencionada partícula un sentido adversativo, viendo en el texto una oposición por parte de cuatro individuos. ¿En qué discrepaban los de la oposición? Puede entenderse el texto en el sentido de que no aprobaban la solución propuesta por Esdras sobre la formación de un tribunal, por creer que este proceder sería demasiado lento. Puede también interpretarse el texto en el sentido de que se opusieron a la idea de expulsar a las mujeres extranjeras. La frase siguiente induce a creer que los disidentes eran judíos que habían quedado en Palestina y de que habían sido influidos por las gentes del país. Al frente de la comisión fue colocado Esdras. El texto puede traducirse: "Esdras el sacerdote escogió" (wayyabdel 1o, 3 Esd 9, 16; LXX), o: "Se escogió a Esdras el sacerdote." Puesto que Esdras dio la orden, lógico que escoja sus colaboradores; conocía él la Ley (7, 6) y estaba investido de plenos poderes (Esd 7, 25). Las reuniones empezaron el primer día del mes décimo, el de Tebet (diciembre-enero), y se acabaron el primero de Nisán (marzo-abril); tres meses se necesitaron para estudiar el asunto de los matrimonios.

Esd 10, 18-22. Los sacerdotes culpables

Diecisiete habían pecado. Josué había regresado del exilio en la primera expedición, junto con Zorobabel (Esd 2, 2; Esd 5, 2). Josadac fue llevado a la cautividad de Babilonia (1Cro 5, 40-44). El acto de dar la mano equivale a comprometerse, obligarse a despedir a sus mujeres (2R 10, 15; Ez 17, 18). Conforme a Lv 5, 15, ofrecen un carnero para expiar su pecado.

Esd 10, 23-24. Elenco de los levitas pecadores

Seis fueron propiamente los levitas que incurrieron en el pecado, pudiéndose enumerar también entre ellos un cantor y tres porteros. Quelaya, probablemente, es el mismo que asistió a Esdras en el momento de leer la Ley al pueblo (Ne 8, 7; Ne 10, 11).

Esd 10, 25-44. Los códicos

Son ochenta y seis. Comparando el número de los culpables con los datos de Esd 9, 1-2, se vislumbra que no hay proporción entre el número exiguo de delincuentes y la gran masa de que se habla en el texto mencionado (Esd 9, 1-2). El redactor que encontró las listas en los archivos no ha reproducido quizá el nombre de todos los pecadores. De muchos de los que se mencionan tenemos noticia en otras partes del libro (Esd 2, 3-35; Esd 8, 3-14) y en el de Nehemías.
El v.44 tiene sus dificultades. En el original hebraico se dice: "Hubo entre ellas mujeres que habían parido." Hemos seguido la traducción de Esd 9, 36 por ajustarse más al contexto. Comentando esta firmeza por parte del pueblo, dice Flavio Josefo: "Pusieron la observancia de la Ley por encima de los objetos más queridos." La reforma de Esolras representa una resolución con enormes repercusiones en Israel y entre las "gentes del país." De no haber contado Esdras con el apoyo decidido del soberano persa, difícil hubiera sido conseguir la implantación de una ley tan revolucionaria. Los judíos, y más concretamente el resto, se pusieron a las órdenes de Esdras, ya por el temor de las sanciones (Esd 10, 4), ya por celo religioso. Sentíanse ellos orgullosos de pertenecer al pueblo elegido y tenían conciencia de ser el plantel y la simiente de donde brotaría ufano el árbol frondoso del judaísmo. Digna de admiración es la prudencia y energía de Esdras en esta gigantesca obra de reforma. Supo él aprovechar las buenas disposiciones de un grupo selecto para ganar la voluntad de todos (Médiebelle). Puso Esdras las bases del nuevo Israel, que iba a consolidarse todavía más por obra de Nehemías.