2º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Habla, Señor, que tu siervo te escucha
Lectura del primer libro de Samuel (1S 3, 3-10.19)
En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde se encontraba el Arca de Dios.
Entonces el Señor llamó a Samuel. Este respondió:
«Aquí estoy».
Corrió adonde estaba Elí y dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Respondió:
«No te he llamado. Vuelve a acostarte».
Fue y se acostó.
El Señor volvió a llamar a Samuel.
Se levantó Samuel, fue adonde estaba Elí y dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Respondió:
«No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte».
Samuel no conocía aún al Señor, ni se le había manifestado todavía la Palabra del Señor.
El Señor llamó a Samuel, por tercera vez. Se levantó, fue adonde estaba Elí y dijo:
«Aquí estoy, porque me has llamado».
Comprendió entonces Elí que era el Señor el que llamaba a joven. Y dijo a Samuel:
«Ve a acostarte. Y si te llama de nuevo, di:
"Habla, Señor, que tu siervo escucha"». Samuel fue a acostarse en su sitio El Señor se presentó y llamó como las veces anteriores:
«Samuel, Samuel».
Respondió Samuel:
«Habla, que tu siervo escucha.»
Samuel creció. El Señor estaba con él, y no dejó que se frustrara ninguna de sus palabras.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 39, 2.4.7-8.8-9.10 (R/. 8-9)
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, ut fáciam voluntátem tuam.

Segunda Lectura

¡Vuestros cuerpos son miembros de Cristo!
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 6, 13-15.17-20)
Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Y Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros con su poder.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la inmoralidad. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios?
Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

1S 1, 41.17
Aleluya, aleluya, aleluya
Hemos encontrado al Mesías, que es Cristo;
la gracia y la verdad nos han llegado por medio de él.
Invénimus Messíam, qui est Christus.
Grátia et véritas per eum facta est.

Aleluya.

Evangelio

Vieron dónde vivía y se quedaron con él
Lectura del Santo Evangelio según san Juan (Jn 1, 35-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
Él les dijo:
«Venid y veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce:
Pedro)».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

3º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Los ninivitas habían abandonado el mal camino
Lectura del libro del profeta Jonás (Jon 3, 1-5.10)
EL Señor dirigió la palabra a Jonás:
«Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré».
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla. Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando:
«Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada».
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 24, 4-5.6-7.8-9 (R/. 4)
R/. Señor, enséñame tus caminos.
Vias tuas, Dómine, demonstra mihi.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

R/. Señor, enséñame tus caminos.
Vias tuas, Dómine, demonstra mihi.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor

R/. Señor, enséñame tus caminos.
Vias tuas, Dómine, demonstra mihi.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

R/. Señor, enséñame tus caminos.
Vias tuas, Dómine, demonstra mihi.

Segunda Lectura

La representación de este mundo se terminó
Lectura de la primera carta de apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 7, 29-31)
Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 15
Aleluya, aleluya, aleluya
Está cerca el reino de Dios;
convertíos y creed en el Evangelio.
Appropinquavit regnum Dei;
paenitémini et crédite Evangelio.

Aleluya.

Evangelio

Convertíos y creed en el Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 14-20)
Gloria a ti, Señor.
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios.
Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

4º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Suscitaré un profeta y pondré mis palabras en su boca
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 18, 15-20)
Moisés habló al pueblo diciendo:
«El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb el día de la asamblea:
"No quiero volver a escuchar la voz del Señor mi Dios, ni quiero ver más ese gran fuego, para no morir".
El Señor me respondió:
"Está bien lo que han dicho. Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá"»
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 94, 1-2.6-7.7-9 (R/. 7-8)
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»
Utinam hódie vocem Dómini audiátis:
«Nolíte obduráre corda vestra».

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»
Utinam hódie vocem Dómini audiátis:
«Nolíte obduráre corda vestra».

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»
Utinam hódie vocem Dómini audiátis:
«Nolíte obduráre corda vestra».

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras».

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón.»
Utinam hódie vocem Dómini audiátis:
«Nolíte obduráre corda vestra».

Segunda Lectura

La soltera se preocupa de los asuntos del Señor, de ser santa
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 7, 32-35)
Hermanos:
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. También la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, de ser santa en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien; no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló.
Pópulus qui sedébat in ténebris
vidit lucem magnam,
et sedéntibus in regióne umbræ mortis
lux orta est eis.

Aleluya.

Evangelio

Les enseñaba con autoridad
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 21-28)
Gloria a ti, Señor.
En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios».
Jesús lo increpó:
«¡Cállate y sal de él!».
El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen»
Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

5º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Me harto de dar vueltas hasta el alba
Lectura del libro de Job (Jb 7, 1-4.6-7)
Job habló diciendo:
«¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra,
y sus días como los de un jornalero?;
como el esclavo, suspira por la sombra;
como el jornalero, aguarda su salario.
Mi herencia han sido meses baldíos,
me han asignado noches de fatiga.
Al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré?
Se me hace eterna la noche
y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Corren mis días más que la lanzadera,
se van consumiendo faltos de esperanza.
Recuerda que mi vida es un soplo,
que mis ojos no verán más la dicha».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 146, 1-2.3-4.5-6 (R/. 3)
R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Aleluya

Laudáte Dóminum, qui sanat contrítos corde.

Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel.

R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Aleluya

Laudáte Dóminum, qui sanat contrítos corde.

Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.

R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Aleluya

Laudáte Dóminum, qui sanat contrítos corde.

Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados.

R/. Alabad al Señor, que sana los corazones destrozados.

Aleluya

Laudáte Dóminum, qui sanat contrítos corde.

Segunda Lectura

Ay de mí si no anuncio el Evangelio
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 9, 16-19.22-23)
Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo.
No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio. Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.
Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy; me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 8, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Cristo tomó nuestras dolencias
y cargó con nuestras enfermedades
Ipse infirmitates nostras accépit,
et ægrotatiónes nostras portávit.

Aleluya.

Evangelio

Curó a muchos enfermos de diversos males
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 29-39)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a la casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, e inmediatamente le hablaron de ella. Él se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se marchó a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron en su busca y, al encontrarlo, le dijeron:
«Todo el mundo te busca».
Él les responde:
«Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido».
Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

6º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

El leproso vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento
Lectura del libro del Levítico (Lv 13, 1-2.44-46)
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el sacerdote Aarón, o ante uno de sus hijos sacerdotes.
Se trata de un leproso: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza.
El enfermo de lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!". Mientras le dure la afección, seguirá siendo impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 31, 1-2.5.11(R/. 7)
R/. Tú eres mi refugio,
me rodeas de cantos de liberación.
Tu es refúgium meum,
exultatiónibus salútis circumdábis me.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño.

R/. Tú eres mi refugio,
me rodeas de cantos de liberación.
Tu es refúgium meum,
exultatiónibus salútis circumdábis me.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

R/. Tú eres mi refugio,
me rodeas de cantos de liberación.
Tu es refúgium meum,
exultatiónibus salútis circumdábis me.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo los de corazón sincero.

R/. Tú eres mi refugio,
me rodeas de cantos de liberación.
Tu es refúgium meum,
exultatiónibus salútis circumdábis me.

Segunda Lectura

Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 10, 31; 1Co 11, 1)
Hermanos:
Ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios.
No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría para que se salven.
Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes de Evangelio

Lc 7, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
Prophéta magnus surréxit in nobis,
et Deus visitávit plebem suam.

Aleluya.

Evangelio

La lepra se le quitó, y quedó limpio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 40-45)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio.
El lo despidió, encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio».
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

7º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Cancelo tus crímenes por mi cuenta
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 43, 18-19.21-22.24-25)
Esto dice el Señor:
«No recordéis lo de antaño,
no penséis en lo antiguo;
mirad que realizo algo nuevo;
ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino en el desierto,
corrientes en el yermo,
a este pueblo que me he formado
para que proclame mi alabanza.
Pero tú no me invocabas, Jacob,
porque te cansaste de mí, Israel.
Me has agobiado con tus pecados,
me has cansado con tus culpas.
Yo, soy yo quien por mi cuenta
cancelo tus crímenes y olvido tus pecados».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 40, 2-3.4-5.13-14 (R/. 5)
R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Sana ánimam meam, Dómine, quia peccávi tibi.

Dichoso el que cuida del pobre;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.

R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Sana ánimam meam, Dómine, quia peccávi tibi.

El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti».

R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Sana ánimam meam, Dómine, quia peccávi tibi.

A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
desde siempre y por siempre. Amén, amén.

R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Sana ánimam meam, Dómine, quia peccávi tibi.

Segunda Lectura

Jesús no fue sí y no, sino que en él solo hubo sí
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 1, 18-22)
¡Dios me es testigo!
La palabra que os dirigimos no es sí y no.
Pues el Hijo de Dios, Jesucristo, que fue anunciado entre vosotros por mí, por Silvano y por Timoteo, no fue sí y no, sino que en él solo hubo sí. Pues todas las promesas de Dios han alcanzado su sí en él. Así, por medio de él, decimos nuestro "Amén" a Dios, para gloria suya a través de nosotros.
Es Dios quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros; y además nos ungió, nos selló y ha puesto su Espíritu como prenda en nuestros corazones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
Aleluya, aleluya, aleluya
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus,
prædicáre captívis remissiónem.

Aleluya.

Evangelio

El Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 2, 1-12)
Gloria a ti, Señor.
Cuando a los pocos días entró Jesús en Cafarnaún, se supo que estaba en casa.
Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta
Y les proponía la palabra.
Y vinieron trayéndole un paralítico llevado entre cuatro como no podían presentárselo por el gentío, levantaron la techumbre encima de donde él estaba, abrieron un boquete y descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dice al paralítico:
«Hijo, tus pecados te son perdonados».
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:
«¿Por qué habla este así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados, sino solo uno, Dios?».
Jesús se dio cuenta enseguida de lo que pensaban y les dijo «¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico "Tus pecados te son perdonados", o decir:
"Levántate, coge la camilla y echa a andar"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados –dice al paralítico–:
"Te digo: levántate, coge tu camilla y vete a tu casa"».
Se levantó, cogió inmediatamente la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo «Nunca hemos visto una cosa igual».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Prefacio

La Iglesia unificada por virtud y a imagen de la Trinidad.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque has querido reunir de nuevo, por la sangre de tu Hijo y la fuerza del Espíritu Santo, a los hijos dispersos por el pecado; de este modo tu Iglesia, unificada por virtud y a imagen de la Trinidad, aparece ante el mundo como cuerpo de Cristo y templo del Espíritu, para alabanza de tu infinita sabiduría. Por eso, unidos a los coros angélicos, te aclamamos llenos de alegría:

8º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Me desposaré contigo para siempre
Lectura de la profecía de Oseas (Os 2, 16-17.21-22)
Esto dice el Señor:
«Yo la llevo al desierto, le hablo al corazón.
Allí responderá como en los días de su juventud,
como el día de su salida de Egipto.
Me desposaré contigo para siempre,
me desposaré contigo
en justicia y en derecho,
en misericordia y en ternura,
me desposaré contigo en fidelidad
y conocerás al Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 102, 1-2.3-4.8 y 10.12-13 (R/. 8)
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dóminus.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dóminus.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dóminus.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dóminus.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen.

R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserator et misericors Dóminus.

Segunda Lectura

Sois carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 3, 1-6)
Hermanos:
¿Necesitamos presentaros o pediros cartas de recomendación?
Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todo el mundo. Es evidente que sois carta de Cristo, redactada por nuestro ministerio, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las tablas de corazones de carne.
Pero esta confianza la tenemos ante Dios por Cristo; no es que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos nada como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, el cual nos capacitó para ser ministros de una alianza nueva: no de la letra, sino del Espíritu; pues la letra mata mientras que el Espíritu da vida.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

St 1, 18
Aleluya, aleluya, aleluya
Por propia iniciativa el Padre nos engendró con la palabra de la verdad,
para que seamos como una primicia de sus criaturas.
Voluntarie genuit nos Pater verbo veritatis,
ut simus initium áliquod creature eius.

Aleluya.

Evangelio

El esposo está con ellos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 2, 18-22)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?».
Jesús les contesta:
«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto –lo nuevo de lo viejo– y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Prefacio

El hombre salvado por un hombre.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque reconocemos como obra de tu poder admirable no sólo haber socorrido nuestra débil naturaleza con la fuerza de tu divinidad, sino haber previsto el remedio en la misma debilidad humana, y de lo que era nuestra ruina haber hecho nuestra salvación, por Cristo, Señor nuestro. Por él, los ángeles te cantan con júbilo eterno, y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza:

9º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Recuerda que fuiste esclavo en la tierra de Egipto
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 5, 12-15)
Esto dice el Señor:
«Observa el día del sábado, para santificarlo, como el Señor, tu Dios, te ha mandado.
Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas, pero el día séptimo es día de descanso, consagrado al Señor, tu Dios. No harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni tu ganado, ni el emigrante que reside en tus ciudades, para que descansen como tú, tu esclavo y tu esclava.
Recuerda que fuiste esclavo en la tierra de Egipto y que el Señor, tu Dios, te sacó de allí con mano fuerte y con brazo extendido. Por eso te manda el Señor, tu Dios, guardar el día del sábado».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 80, 3-4.5-6.6-8.10-11 (R/. 2)
R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Exáltate Deo auditori nostro.

Acompañad, tocad los panderos,
las cítaras templadas y las arpas;
tocad la trompeta por la luna nueva,
por la luna llena, que es nuestra fiesta.

R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Exáltate Deo auditori nostro.

Porque es una ley de Israel,
un precepto del Dios de Jacob,
una norma establecida para José
al salir de Egipto.

R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Exáltate Deo auditori nostro.

Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré.

R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Exáltate Deo auditori nostro.

No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué de la tierra de Egipto.

R/. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.
Exáltate Deo auditori nostro.

Segunda Lectura

La vida de Jesús se manifiesta en nuestros cuerpos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 4, 6-11)
Hermanos:
El Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo. Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 17, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Tu palabra, Señor, es verdad;
santifícanos en la verdad.
Sermo tuus, Dómine, véritas est;
sanctifica nos in veritate.

Aleluya.

Evangelio

El Hijo del hombre es señor también del sábado
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 2, 23-3, 6)
Sucedió que un sábado el Señor atravesaba un sembrado, y sus discípulos, mientras caminaban, iban arrancando espigas.
Los fariseos le preguntan:
«Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no está permitido?». Él les responde:
«¿No habéis leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus hombres se vieron faltos y con hambre, cómo entró en la casa de Dios, en tiempo del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, y se los dio también a quienes estaban con él?».
Y les decía:
«El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado; así que el Hijo del hombre es señor también del sábado».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Prefacio

Las etapas de la historia de la salvación en Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Porque él, con su nacimiento, restauró nuestra naturaleza caída; con su muerte, destruyó nuestro pecado; al resucitar, nos dio nueva vida; y en su ascensión, nos abrió el camino de tu reino. Por eso, con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar:

10º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Pongo hostilidad entre tu descendencia y la descendencia de la mujer
Lectura del libro del Génesis (Gn 3, 9-15)
Cuando Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo:
«¿Dónde estás?».
Él contestó:
«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó:
«¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer:
«¿Qué has hecho?».
La mujer respondió:
«La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú
entre todo el ganado y todas las fieras del campo;
te arrastrarás sobre el vientre
y comerás polvo toda tu vida;
pongo hostilidad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y su descendencia;
esta te aplastará la cabeza
cuando tú la hieras en el talón».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 129, 1-2.3-4.5-6.7-8 (R/. 7)
R/. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa.
Apud Dóminum misericórdia,
et copiósa apud eum redémptio.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

R/. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa.
Apud Dóminum misericórdia,
et copiósa apud eum redémptio.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor.

R/. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa.
Apud Dóminum misericórdia,
et copiósa apud eum redémptio.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora.

R/. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa.
Apud Dóminum misericórdia,
et copiósa apud eum redémptio.

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

R/. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa.
Apud Dóminum misericórdia,
et copiósa apud eum redémptio.

Segunda Lectura

Creemos y por eso hablamos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 4, 13 - 2Co 5, 1)
Hermanos:
Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día.
Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno.
Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un sólido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 12, 31-32
Aleluya, aleluya, aleluya
Ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera
–dice el Señor–.
Y cuando yo sea elevado sobre la tierra,
atraeré a todos hacia mí.
Nunc princeps huius mundi eiciétur foras,
dicit Dóminus;
et ego, si exaltátus fúero a terra,
ómnia traham ad meípsum.

Aleluya.

Evangelio

Satanás está perdido
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 3, 20-35)
Gloria a ti, Señor.
En aquél tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer.
Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí.
Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:
«Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
«¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.
En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres:
los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre».
Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo
Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

11º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Yo exalto al árbol humilde
Lectura del libro del profeta Ezequiel (Ez 17, 22-24)
Esto dice el Señor Dios:
«También yo había escogido una rama de la cima del alto cedro y la había plantado; de las más altas y jóvenes ramas arrancaré una tierna y la plantaré en la cumbre de un monte elevado; la plantaré en una montaña alta de Israel, echará brotes y dará fruto.
Se hará un cedro magnífico.
Aves de todas clases anidarán en él; anidarán al abrigo de sus ramas.
Y reconocerán todos los árboles del campo que yo soy el Señor, que humillo al árbol elevado y exalto al humilde, hago secarse el árbol verde y florecer el árbol seco.
Yo, el Señor, lo he dicho y lo haré».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 92, 2-3.13-14.15-16(R/. 2).
R/. Es bueno darte gracias, Señor.
Bonum est confitéri tibi, Dómine.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad.

R/. Es bueno darte gracias, Señor.
Bonum est confitéri tibi, Dómine.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios.

R/. Es bueno darte gracias, Señor.
Bonum est confitéri tibi, Dómine.

En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad.

R/. Es bueno darte gracias, Señor.
Bonum est confitéri tibi, Dómine.

Segunda Lectura

En destierro o en patria, nos esforzamos en agradar al Señor.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 5, 6-10)
Hermanos:
Siempre llenos de buen ánimo y sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos desterrados lejos del Señor caminamos en fe y no en visión.
Pero estamos de buen ánimo y preferimos ser desterrados de cuerpo y vivir junto al Señor.
Por lo cual, en destierro o en patria, nos esforzamos en agradarlo.
Porque todos tenemos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir cada cual por lo que haya hecho mientras tenía este cuerpo, sea el bien o el mal.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo;
todo el que lo encuentra vive para siempre.
Semen est verbum Dei, sator autem Christus;
omnis qui ínvenit eum, manébit in ætérnum.

Aleluya.

Evangelio

Es la semilla más pequeña, y se hace más alto que las demás hortalizas
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 4, 26-34)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

12º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Aquí se romperá la arrogancia de tus olas
Lectura de libro de Job (Jb 38, 1.8-11)
El Señor habló a Job desde la tormenta:
«¿Quién cerró el mar con una puerta,
cuando escapaba impetuoso de su seno,
cuando le puse nubes por mantillas
y nubes tormentosas por pañales,
cuando le establecí un límite
poniendo puertas y cerrojos,
y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás;
aquí se romperá la arrogancia de tus olas"?».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 106, 1.23-24.25-26.28-29.30-31(R/. 1)
R/. Dad gracias al Señor,
porque es eterna su misericordia.

Aleluya

Confitémini Domino,
quóniam in saéculum misericórdiæ eius.

Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano.

R/. Dad gracias al Señor,
porque es eterna su misericordia.

Aleluya

Confitémini Domino,
quóniam in saéculum misericórdiæ eius.

Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto:
subían al cielo, bajaban al abismo,
se sentían sin fuerzas en el peligro.

R/. Dad gracias al Señor,
porque es eterna su misericordia.

Aleluya

Confitémini Domino,
quóniam in saéculum misericórdiæ eius.

Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar.

R/. Dad gracias al Señor,
porque es eterna su misericordia.

Aleluya

Confitémini Domino,
quóniam in saéculum misericórdiæ eius.

Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres.

R/. Dad gracias al Señor,
porque es eterna su misericordia.

Aleluya

Confitémini Domino,
quóniam in saéculum misericórdiæ eius.

Segunda Lectura

Ha comenzado lo nuevo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 5, 14-17)
Hermanos:
Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.
Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así.
Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
Prophéta magnus surréxit in nobis,
et Deus visitábit plebem suam.

Aleluya.

Evangelio

¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen?
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 4, 35-41)
Gloria a ti, Señor.
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba ; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.
Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen! ».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Por envidia del diablo entró la muerte en el mundo
Lectura de libro de la Sabiduría (Sb 1, 13-15; 2, 23-24)
Dios no ha hecho la muerte,
ni se complace destruyendo a los vivos.
Él todo lo creó para que subsistiera
y las criaturas del mundo son saludables:
no hay en ellas veneno de muerte,
ni el abismo reina en la tierra.
Porque la justicia es inmortal.
Dios creó al hombre incorruptible
y lo hizo a imagen de su propio ser; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo,
y la experimentan los de su bando.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 29, 2.4.5-6.11.12.13(R/. 2)
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exaltabo te, Domine, quoniam extraxisti me.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exaltabo te, Domine, quoniam extraxiste me.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exaltabo te, Domine, quoniam extraxiste me.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exaltabo te, Domine, quoniam extraxiste me.

Segunda Lectura

Vuestra abundancia remedia la falta que tienen los hermanos pobres
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 8, 7-9.13-15)
Hermanos:
Lo mismo que sobresalís en todo –en fe, en la palabra, en conocimiento, en empeño y en el amor que os hemos comunicado–, sobresalid también en esta obra de caridad.
Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos remedie vuestra carencia; así habrá igualdad.
Como está escrito: «Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

2Tm 1, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte,
e hizo brillar la vida por medio del Evangelio.
Salvator noster Iesus Christus destruxit mortem,
et illuminavit vitam per Evangelium.

Aleluya.

Evangelio

Contigo hablo, niña, levántate
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 5, 21-43)
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente;
llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

14º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Son un pueblo rebelde y reconocerán que hubo un profeta en medio de ellos
Lectura del libro del profeta Ezequiel (Ez 2, 2-5)
En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que me decía: «Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus padres me han ofendido hasta el día de hoy. También los hijos tienen dura la cerviz y el corazón obstinado; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor". Te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, reconocerán que hubo un profeta en medio de ellos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 122, 1-2.2.3-4 (R/. 2)
R/. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia.
Oculi nostri ad Dominum,
donec misereatur nostri.

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores.

R/. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia.
Oculi nostri ad Dominum,
donec misereatur nostri.

Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

R/. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia.
Oculi nostri ad Dominum,
donec misereatur nostri.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos

R/. Nuestros ojos están en el Señor,
esperando su misericordia.
Oculi nostri ad Dominum,
donec misereatur nostri.

Segunda Lectura

Me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 12, 7-10)
Hermanos:
Para que no me engría, se me ha dado una espina en la carne: un emisario de Satanás que me abofetea, para que no me engría. Por ello, tres veces le he pedido al Señor que lo apartase de mí y me ha respondido: «Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad».
Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo.
Por eso vivo contento en medio de las debilidades, los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
Aleluya, aleluya, aleluya
El Espíritu del Señor está sobre mí;
me ha enviado a evangelizar a los pobres.
Spiritus Domini super me:
evangelizare pauperibus misit me.

Aleluya.

Evangelio

No desprecian a un profeta más que en su tierra
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 6, 1-6)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga
la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

15º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Ve, profetiza a mi pueblo
Lectura de la profecía de Amós (Am 7, 12-15)
En aquellos días, Amasias, sacerdote de Betel, dijo a Amós:
«Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan, y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el santuario del rey y la casa del reino».
Pero Amós respondió a Amasias:
«Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un cultivador de sicomoros.
Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: "Ve, profetiza a mi pueblo Israel"».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 84, 9ab-10.11-12.13-14(R/. 8)
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam,
et salutáre tuum da nobis.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos».
La salvación está cerca de los que lo temen,
y la gloria habitará en nuestra tierra.

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam,
et salutáre tuum da nobis.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo.

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam,
et salutáre tuum da nobis.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
y sus pasos señalarán el camino.

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam,
et salutáre tuum da nobis.

Segunda Lectura

Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 1, 3-14)
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en Cristo
con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor.
Él nos ha destinado por medio de Jesucristo,
según el beneplácito de su voluntad,
a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él, por su sangre, tenemos la redención,
el perdón de los pecados,
conforme a la riqueza de la gracia
que en su sabiduría y prudencia
ha derrochado sobre nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad:
el plan que había proyectado realizar por Cristo,
en la plenitud de los tiempos:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

EF 1, 17-18
Aleluya, aleluya, aleluya
El Padre de nuestro Señor Jesucristo
ilumine los ojos de nuestro corazón,
para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama
Pater Dómini nostri Iesu Christi
illúminet óculos cordis nostri,
ut scíamus quæ sit spes vocatiónis nostræ.

Aleluya.

Evangelio

Los fue enviando
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 6, 7-13)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y decía:
«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos» Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

16º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Reuniré el resto de mis ovejas y les pondré pastores
Lectura del libro del profeta Jeremías (Jr 23, 1-6)
¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño! –oráculo del Señor–.
Por tanto, esto dice el Señor; Dios de Israel a los pastores que pastorean a mi pueblo:
«Vosotros dispersasteis mis ovejas y las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cuentas por la maldad de vuestras acciones –oráculo del Señor–.
Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las apacienten, y ya no temerán ni se espantarán. Ninguna se perderá –oráculo del Señor–».
Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que daré a David un vástago legítimo: reinará como monarca prudente, con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá,
Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 22, 1-3.3-4.5.6 (R/. 1)
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Segunda Lectura

Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 2, 13-18)
Hermanos:
Ahora, gracias a Cristo Jesús, los que un tiempo estabais lejos estáis cerca por la sangre de Cristo.
Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba la enemistad.
Él ha abolido la ley con sus mandamientos y decretos, para crear, de los dos, en sí mismo, un único hombre nuevo, haciendo las paces. Reconcilió con Dios a los dos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, a la hostilidad. Vino a anunciar la paz: paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre por medio de él en un mismo Espíritu.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor–,
y yo las conozco, y ellas me siguen.
Oves meæ vocem meam áudiunt, dicit Dóminus;
et ego cognósco eas, et sequúntur me.

Aleluya.

Evangelio

Andaban como ovejas que no tienen pastor
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 6, 30-34)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

17º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Comerán y sobrará
Lectura del segundo libro de los Reyes (2R 4, 42-44)
En aquellos días, acaeció que un hombre de Baal Salisá vino trayendo al hombre de Dios primicias de pan, veinte panes de cebada y grano fresco en espiga. Dijo Eliseo:
«Dáselo a la gente y que coman».
Su servidor respondió:
«¿Cómo voy a poner esto delante de cien hombres?».
Y él mandó:
«Dáselo a la gente y que coman, porque así dice el Señor "Comerán y sobrará"».
Y lo puso ante ellos, comieron y aún sobró, conforme a la palabra del Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 144, 10-11.15-16.17-18 (R/. 16)
R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Aperis tu manum tuam, Dómine, et sátias nos.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.

R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Aperis tu manum tuam, Dómine, et sátias nos.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.

R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Aperis tu manum tuam, Dómine, et sátias nos.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.
Aperis tu manum tuam, Dómine, et sátias nos.

Segunda Lectura

Un solo cuerpo, un Señor; una fe, un bautismo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 4, 1-6)
Hermanos:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 7, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
Prophéta magnus surréxit in nobis,
et Deus visitávit plebem suam.

Aleluya.

Evangelio

Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 6, 1-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda» Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

18º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Haré llover pan del cielo para vosotros
Lectura del libro del Éxodo (Ex 16, 2-4. 12-15)
En aquellos días, la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:
«¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad».
El Señor dijo a Moisés:
«Mira, haré llover pan del cielo para vosotros:
que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi instrucción o no.
He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles:
"Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro"».
Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío apareció en la superficie del desierto un polvo fino, como escamas, parecido a la escarcha sobre la tierra. Al verlo, los hijos de Israel se dijeron:
«¿Qué es esto?».
Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:
«Es el pan que el Señor os da de comer».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 77, 1 3 y 4.23-24. 25 y 54 (R/. 24)
R/. El Señor les dio pan del cielo
Panem cæli dedit eis Dóminus.

Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder

R/. El Señor les dio pan del cielo
Panem cæli dedit eis Dóminus.

Pero dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio pan del cielo.

R/. El Señor les dio pan del cielo.
Panem cæli dedit eis Dóminus.

El hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Los hizo entrar por las santas fronteras,
hasta el monte que su diestra había adquirido.

R/. El Señor les dio pan del cielo.
Panem cæli dedit eis Dóminus.

Segunda Lectura

Revestíos de la nueva condición humana creada a Imagen de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 4, 17.20-24)
Hermanos:
Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya, como es el caso de los gentiles, en la vaciedad de sus ideas.
Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que lo habéis oído a él y habéis sido adoctrinados en él, conforme a la verdad que hay en Jesús. Despojaos del hombre viejo y de su anterior modo de vida, corrompido por sus apetencias seductoras; renovaos en la mente y en el espíritu y revestíos de la nueva condición humana creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 4
Aleluya, aleluya, aleluya
No solo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Non in solo pane vivit homo,
sed in omni verbo quod procédit de ore Dei.

Aleluya.

Evangelio

El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 6, 24-35)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo:
me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo de hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?» Respondió Jesús:
«La obra de Dios es esta:
que creáis en el que él ha enviado» Le replicaron:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito:
"Pan del cielo les dio a comer"». Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron:
«Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

19º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Con la fuerza de aquella comida, caminó hasta el monte de Dios
Lectura del primer libro de los Reyes (1R 19, 4-8)
En aquellos días, Elías anduvo por el desierto una jornada de camino, hasta que, sentándose bajo una retama, imploró la muerte diciendo: «¡Ya es demasiado, Señor! ¡Toma mi vida, pues no soy mejor que mis padres!».
Se recostó y quedó dormido bajo la retama, pero un ángel lo tocó y dijo:
«Levántate y come».
Miró alrededor y a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y volvió a recostarse. El ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y de nuevo dijo:
«Levántate y come, pues el camino que te queda es muy largo».
Elías se levantó, comió, bebió y, con la fuerza de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 33, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 9)
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen
y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

Segunda Lectura

Vivid en el amor como Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 4, 30; Ef 5, 2)
Hermanos:
No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios con que él os ha sellado para el día de la liberación final.
Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.
Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 51
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo –dice el Señor–
el que coma de este pan vivirá para siempre.
Ego sum panis vivus, qui de cælo descéndi, dicit Dóminus;
si quis manducáverit ex hoc pane, vivet in ætérnum,

Aleluya.

Evangelio

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 6, 41-51)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los judíos murmuraban de Jesús porque había dicho:
«Yo soy el pan bajado del cielo», decían:
«¿No es este Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«No critiquéis. Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado.
Y yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en los profetas:
"Serán todos discípulos de Dios"
Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.
No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios:
ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo el que cree tiene vida eterna.
Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

20º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Comed de mi pan, bebed el vino que he mezclado
Lectura del libro de los Proverbios (Pr 9, 1-6)
La sabiduría se ha hecho una casa,
ha labrado siete columnas;
ha sacrificado víctimas,
ha mezclado el vino
y ha preparado la mesa.
Ha enviado a sus criados a anunciar
en los puntos que dominan la ciudad:
«Vengan aquí los inexpertos»;
y a los faltos de juicio les dice:
«Venid a comer de mi pan,
a beber el vino que he mezclado;
dejad la inexperiencia y viviréis,
seguid el camino de la inteligencia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 33, 2-3.10-11.12-13.14-15 (R/. 9)
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

Venid, hijos, escuchadme:
os instruiré en el temor del Señor.
¿Hay alguien que ame la vida
y desee días de prosperidad?

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

Guarda tu lengua del mal,
tus labios de la falsedad;
apártate del mal, obra el bien,
busca la paz y corre tras ella.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustáte et vidéte quóniam suávis est Dóminus.

Segunda Lectura

Daos cuenta de lo que el Señor quiere
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 5, 15-20)
Hermanos:
Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos.
Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere.
No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu.
Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados cantad y tocad con toda el alma para el Señor.
Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 56
Aleluya, aleluya, aleluya
El que come mi carne
y bebe mi sangre –dice el Señor–
habita en mí y yo en él
Qui mandúcat meam carnem et bibit meum sánguinem,
in me manet, et ego in eo,
dicit Dóminus.

Aleluya.

Evangelio

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 6, 51-58)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

21º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Serviremos al Señor, ¡porque él es nuestro Dios!
Lectura del libro de Josué (Jos 24, 1-2. 15-17.18)
En aquellos días, Josué reunió todas las tribus de Israel en Siquén y llamó a los ancianos de Israel, a los jefes, a los jueces y a los magistrados. Y se presentaron ante Dios.
Josué dijo a todo el pueblo:
«Si os resulta duro servir al Señor, elegid hoy a quién queréis servir: si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país habitáis; que yo y mi casa serviremos al Señor».
El pueblo respondió:
«¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para ir a servir a otros dioses! Porque el Señor nuestro Dios es quien nos sacó, a nosotros y a nuestros padres, de Egipto, de la casa de la esclavitud; y quien hizo ante nuestros ojos aquellos grandes prodigios y nos guardó en todo nuestro peregrinar y entre todos los pueblos por los que atravesamos.
También nosotros serviremos al Señor, ¡porque él es nuestro Dios!».
Palabra del Señor. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 33, 2-3.16-17.18-19.20-21.22-23 (R/. 9)
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustate et videte quoniam suavis est Dóminus.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustate et videte quoniam suavis est Dóminus.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustate et videte quoniam suavis est Dóminus.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustate et videte quoniam suavis est Dóminus.

Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustate et videte quoniam suavis est Dóminus.

La maldad da muerte al malvado,
los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Gustate et videte quoniam suavis est Dóminus.

Segunda Lectura

Es éste un gran misterio; y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 5, 21-32)
Hermanos:
Sed sumisos unos a otros en el temor de Cristo: las mujeres, a sus maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia: Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para presentársela gloriosa, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
«Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne».
Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 63.68
Aleluya, aleluya, aleluya
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt;
verba vitæ æternæ habes.

Aleluya.

Evangelio

¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 6, 60-69)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, muchos de los discípulos de Jesús dijeron:
«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?».
Sabiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
«¿Esto os escandaliza?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y, con todo, hay algunos de entre vosotros que no creen».
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar.
Y dijo:
«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede».
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
«¿También vosotros queréis marcharos?».
Simón Pedro le contestó:
«Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

22º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

No añadáis nada a lo que yo os mando... observaréis los preceptos del Señor
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 4, 1-2.6-8)
«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
No añadáis nada a lo que yo os mando ni suprimáis nada; observaréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán: "Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación".
Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?
Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 14, 2-3.3-.5 (R/. 1)
R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Dómine quis habitábit in tabernáculo tuo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Dómine quis habitábit in tabernáculo tuo?

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino.
El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor

R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Dómine quis habitábit in tabernáculo tuo?

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.

R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Dómine quis habitábit in tabernáculo tuo?

Segunda Lectura

Poned en práctica la palabra
Lectura de la carta del apóstol Santiago (St 1, 17-18. 21-22. 27)
Mis queridos Hermanos:
Todo buen regalo y todo don perfecto viene de arriba, procede del Padre de las luces, en el cual no hay ni alteración ni sombra de mutación.
Por propia iniciativa nos engendró con la palabra de la verdad, para que seamos como una primicia de sus criaturas. Acoged con docilidad esa palabra, que ha sido injertada en vosotros y es capaz de salvar vuestras vidas.
Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos.
La religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre es esta: atender a huérfanos y viudas en su aflicción y mantenerse incontaminado del mundo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

St 1, 18
Aleluya, aleluya, aleluya
Por propia iniciativa el Padre nos engendró con la palabra de la verdad,
para que seamos como una primicia de sus criaturas.
Voluntárie génuit nos Pater verbo veritátis,
ut simus inítium áliquod creaturæ eius.

Aleluya.

Evangelio

Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 7, 1-8.14-15.21-23)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).
Y los fariseos y los escribas le preguntaron:
«¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras?».
Él les contestó:
«Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito:
"Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está lejos de mí.
El culto que me dan está vacío,
porque la doctrina que enseñan
son preceptos humanos".
Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».
Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:
«Escuchad y entended todos:
nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

23º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Los oídos de los sordos se abrirán, y cantará la lengua del mudo
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 35, 4-7)
Decid a los inquietos:
«Sed fuertes, no temáis.
¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite,
la retribución de Dios.
Viene en persona y os salvará».
Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,
los oídos de los sordos se abrirán;
entonces saltará el cojo como un ciervo
y cantará la lengua del mudo,
porque han brotado aguas en el desierto
y corrientes en la estepa.
El páramo se convertirá en estanque,
el suelo sediento en manantial».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 145, 6-7.8-9.9-10 (R/. 1)
R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Aleluya

Lauda, ánima mea, Dóminum.

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.

R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Aleluya

Lauda, ánima mea, Dóminum.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.

R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Aleluya

Lauda, ánima mea, Dóminum.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad.

R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Aleluya

Lauda, ánima mea, Dóminum.

Segunda Lectura

¿Acaso no eligió Dios a los pobres como herederos del Reino?
Lectura de la carta del apóstol Santiago (St 2, 1-5)
Hermanos míos, no mezcléis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas.
Suponed que en vuestra asamblea entra un hombre con sortija de oro y traje lujoso, y entra también un pobre con traje mugriento; si vosotros atendéis al que lleva el traje de lujo y le decís: «Tú siéntate aquí cómodamente», y al pobre le decís: «Tú quédate ahí de pie» o «siéntate en el suelo, a mis pies», ¿no estáis haciendo discriminaciones entre vosotros y convirtiéndoos en jueces de criterios inicuos?
Escuchad, mis queridos hermanos: ¿acaso no eligió Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que lo aman?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 23
Aleluya, aleluya, aleluya
Jesús proclamaba el evangelio del reino,
y curaba toda dolencia del pueblo.
Praedicábat Iesus Evangélium regni,
et sanábat omnem infirmitatem in pópulo.

Aleluya.

Evangelio

Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 7, 31-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano.
Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y mirando al cielo, suspiró y le dijo:
«Effetá» (esto es, «ábrete»).
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente.
Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

24º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Ofrecí la espalda a los que me golpeaban
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 50, 5-9)
El Señor Dios me abrió el oído;
yo no resistí ni me eché atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban,
las mejillas a los que mesaban mi barba;
no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.
El Señor Dios me ayuda,
por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.
Mi defensor está cerca,
¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos,
¿quién me acusará?
Que se acerque.
Mirad, el Señor Dios me ayuda,
¿quién me condenará?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 114, 1-2.3-4.5-6.8-9 (R/. 9)
R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.

Aleluya

Ambulabo coram Dómino in regione vivorum.

Amo al Señor, porque escucha
mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí
el día que lo invoco.

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.

Aleluya

Ambulabo coram Dómino in regione vivorum.

Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
«Señor, salva mi vida».

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.

Aleluya

Ambulabo coram Dómino in regione vivorum.

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó.

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.

Aleluya

Ambulabo coram Dómino in regione vivorum.

Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos.

Aleluya

Ambulabo coram Dómino in regione vivorum.

Segunda Lectura

La fe, si no tiene obras, está muerta
Lectura de la carta del apóstol Santiago (St 2, 14-18)
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos; decir que tiene fe si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe?
Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: «Id en paz, abrigaos y saciaos», pero no les da lo necesario para el cuerpo: ¿de qué sirve?
Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro. Pero alguno dirá:
«Tú tienes fe y yo tengo obras; muéstrame esa fe tuya sin las obras, y yo con mis obras te mostraré la fe».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Ga 6, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del Señor,
por la cual el mundo está crucificado para mí,
y yo para el mundo.
Mihi absit gloriari nisi in cruce Domini nostri Jesu Christi,
per quem mihi mundum crucifixus est,
et ego mundo.

Aleluya.

Evangelio

Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 8, 27-35)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».
Tomando la palabra Pedro le dijo:
«Tú eres el Mesías».
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

25º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Lo condenaremos a muerte ignominiosa
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 2, 12.17-20)
Se decían los impíos:
«Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso:
se opone a nuestro modo de actuar,
nos reprocha las faltas contra la ley
y nos reprende contra la educación recibida.
Veamos si es verdad lo que dice,
comprobando cómo es su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará
y lo librará de las manos de sus enemigos.
Lo someteremos a ultrajes y torturas,
para conocer su temple y comprobar su resistencia.
Lo condenaremos a muerte ignominiosa,
pues, según dice, Dios lo salvará».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 53, 3-4.5.6 y 8 (R/. 6)
R/. El Señor sostiene mi vida.
Dóminus suscéptor est animæ meæ.

Oh, Dios, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
Oh, Dios, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras.

R/. El Señor sostiene mi vida.
Dóminus suscéptor est animæ meæ.

Porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me persiguen a muerte,
sin tener presente a Dios.

R/. El Señor sostiene mi vida.
Dóminus suscéptor est animæ meæ.

Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario,
dando gracias a tu nombre, que es bueno.

R/. El Señor sostiene mi vida.
Dóminus suscéptor est animæ meæ.

Segunda Lectura

El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz
Lectura de la carta del apóstol Santiago (St 3, 16-St 4, 3)
Queridos Hermanos:
Donde hay envidia y rivalidad, hay turbulencia y todo tipo de malas acciones.
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar intachable, y además es apacible, comprensiva, conciliadora, llena de misericordia y buenos frutos, imparcial y sincera. El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz.
¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esos deseos de placer que pugnan dentro de vosotros? Ambicionáis y no tenéis, asesináis y envidiáis y no podéis conseguir nada, lucháis y os hacéis la guerra, y no obtenéis porque no pedís.
Pedís y no recibís, porque pedís mal, con la intención de satisfacer vuestras pasiones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

2Ts 2, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Dios nos llamó por medio del Evangelio
para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo
Deus vocábit nos per evangelium,
in acquisitionem gloriæ Dómini nostri Iesu Christi.

Aleluya.

Evangelio

El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 9, 30-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
«El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
«¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
«El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

26º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo profetizara!
Lectura del libro de los Números (Nm 11, 25-29)
En aquellos días, el Señor bajó en la Nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. En cuanto se posó sobre ellos el espíritu se pusieron a profetizar. Pero no volvieron a hacerlo.
Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque eran de los designados, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento.
Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
«Eldad y Medad están profetizando en el campamento». Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino «Señor mío, Moisés, prohíbeselo».
Moisés le respondió:
«¿Es que estás tú celoso por mí? ¡Ojalá todo el pueblo de Señor recibiera el espíritu del Señor y profetizara!».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 18, 8.10.12-13.14 (R/. 9)
R/. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón.
Iustítiæ Dómini rectæ,
lætificántes corda.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.

R/. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón.
Iustítiæ Dómini rectæ,
lætificántes corda.

El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

R/. Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón.
Iustítiæ Dómini rectæ,
lætificántes corda.

También tu siervo es instruido por ellos
y guardarlos comporta una gran recompensa.
¿Quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta

R/. Los mandatos del Señor son rectos y
alegran el corazón.
Iustítiæ Dómini rectæ,
lætificántes corda.

Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré limpio e inocente
del gran pecado.

R/. Los mandatos del Señor son rectos y
alegran el corazón.
Iustítiæ Dómini rectæ,
lætificántes corda.

Segunda Lectura

Vuestra riqueza está podrida
Lectura de la carta del apóstol Santiago (St 5, 1-6)
Atención, ahora, los ricos: llorad a gritos por las desgracias que se os vienen encima.
Vuestra riqueza está podrida y vuestros trajes se han apolillado. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y su herrumbre se convertirá en testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego.
¡Habéis acumulado riquezas... en los últimos días!
Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos, el que vosotros habéis retenido, está gritando, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor del universo.
Habéis vivido con lujo sobre la tierra y os habéis dado a la gran vida, habéis cebado vuestros corazones para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, el cual no os ofrece resistencia.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 17, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Tu palabra, Señor, es verdad;
santifícanos en la verdad.
Sermo tuus, Dómine, véritas est;
sanctífica nos in veritáte.

Aleluya.

Evangelio

El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te induce a pecar, córtatela
Lectura del santo evangelio según san Marcos (Mc 9, 38-43.45.47-48)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros».
Jesús respondió:
«No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».
Y el que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo en verdad os digo que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos a la “gehenna”, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te induce a pecar, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies a la “gehenna”.
Y si tu ojo te induce a pecar, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos a la “gehenna”, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

27º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Y serán los dos una sola carne
Lectura del libro del Génesis (Gn 2, 18-24)
El Señor Dios se dijo:
«No es bueno que el hombre esté solo; voy a hacerle a alguien como él, que le ayude».
Entonces el Señor Dios modeló de la tierra todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo, y se los presentó a Adán, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que Adán le pusiera.
Así Adán puso nombre a todos los ganados, a los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontró ninguno como él, que le ayudase.
Entonces el Señor Dios hizo caer un letargo sobre Adán, que se durmió; le sacó una costilla, y le cerró el sitio con carne.
Y el Señor Dios formó, de la costilla que había sacado de Adán, una mujer, y se la presentó a Adán.
Adán dijo:
«¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será “mujer”, porque ha salido del varón».
Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 127, 1-2.3.4-5.6 (R/. 5)
R/. Que el Señor nos bendiga
todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus
ómnibus diébus vitæ nostræ.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien.

R/. Que el Señor nos bendiga
todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus
ómnibus diébus vitæ nostræ.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.

R/. Que el Señor nos bendiga
todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus
ómnibus diébus vitæ nostræ.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.

R/. Que el Señor nos bendiga
todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus
ómnibus diébus vitæ nostræ.

Que veas a los hijos de tus hijos.
¡Paz a Israel!

R/. Que el Señor nos bendiga
todos los días de nuestra vida.
Benedícat nobis Dóminus
ómnibus diébus vitæ nostræ.

Segunda Lectura

El santificador y los santificados proceden todos del mismo
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 2, 9-11)
Hermanos:
Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Pues, por la gracia de Dios, gustó la muerte por todos. Convenía que aquel, para quien y por quien existe todo, llevara muchos hijos a la gloria perfeccionando mediante el sufrimiento al jefe que iba a guiarlos a la salvación.
El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 4, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
Si diligamus ínvicem, Deus in nobis manet,
et cáritas eius in nobis perfécta est.

Aleluya.

Evangelio

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 10, 2-16)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla». Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

28º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Al lado de la sabiduría en nada tuve la riqueza
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 7, 7-11)
Supliqué y me fue dada la prudencia,
invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a cetros y tronos
y a su lado en nada tuve la riqueza.
No la equiparé a la piedra más preciosa,
porque todo el oro ante ella es un poco de arena
y junto a ella la plata es como el barro.
La quise más que a la salud y la belleza
y la preferí a la misma luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Con ella me vinieron todos los bienes juntos,
tiene en sus manos riquezas incontables.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 89, 12-13.14-15.16-17 (R/. 14)
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor,
y estaremos alegres.
Reple nos misericórdia tua, Dómine,
et exsultábimus.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.

R/. Sácianos de tu misericordia, Señor,
y estaremos alegres.
Reple nos misericórdia tua, Dómine,
et exsultábimus.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Danos alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.

R/. Sácianos de tu misericordia, Señor,
y estaremos alegres.
Reple nos misericórdia tua, Dómine,
et exsultábimus.

Que tus siervos vean tu acción
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos.

R/. Sácianos de tu misericordia, Señor,
y estaremos alegres.
Reple nos misericórdia tua, Dómine,
et exsultábimus.

Segunda Lectura

La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 4, 12-13)
Hermanos:
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón.
Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beáti páuperes spíritu,
quóniam ipsórum est regnum cælórum.

Aleluya.

Evangelio

Vende lo que tienes y sígueme
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 10, 17-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Jesús le contestó:
«¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos:
no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
Él replicó:
«Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud». Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo:
«Una cosa te falta:
anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme». A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
«¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».
Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:
«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».
Ellos se espantaron y comentaban:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

29º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Al entregar su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 53, 10-11)
EL Señor quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiación:
verá su descendencia, prolongará sus años,
lo que el Señor quiere prosperará por su mano.
Por los trabajos de su alma verá la luz,
el justo se saciará de conocimiento.
Mi siervo justificará a muchos,
porque cargó con los crímenes de ellos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 32, 4-5.18-19.20 y 22 (R/. 22)
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Fiat misericórdia tua, Dómine, super nos,
quemádmodum sperávimus in te.

La Palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Fiat misericórdia tua, Dómine, super nos,
quemádmodum sperávimus in te.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Fiat misericórdia tua, Dómine, super nos,
quemádmodum sperávimus in te.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
Fiat misericórdia tua, Dómine, super nos,
quemádmodum sperávimus in te.

Segunda Lectura

Comparezcamos confiados ante el trono de la gracia
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 4, 14-16)
Hermanos:
Ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe.
No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 10, 45
Aleluya, aleluya, aleluya
El Hijo del hombre ha venido a servir
y dar su vida en rescate por muchos
Fílius hóminis venit ut ministráret,
et daret ánimam suam redemptiónem pro multis.

Aleluya.

Evangelio

El Hijo del hombre ha venido a dar su vida en rescate por muchos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 10, 35-45)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, llamando a los Doce, les dijo:
«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

30º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Guiaré entre consuelos a los ciegos y los cojos
Lectura del libro de Jeremías (Jr 31, 7-9)
Esto dice el Señor:
«Gritad de alegría por Jacob,
regocijaos por la flor de los pueblos;
proclamad, alabad y decid:
“¡El Señor ha salvado a su pueblo,
ha salvado al resto de Israel!”.
Los traeré del país del norte,
los reuniré de los confines de la tierra.
Entre ellos habrá ciegos y cojos,
lo mismo preñadas que paridas:
volverá una enorme multitud.
Vendrán todos llorando
y yo los guiaré entre consuelos;
los llevaré a torrentes de agua,
por camino llano, sin tropiezos.
Seré un padre para Israel,
Efraín será mi primogénito».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 125, 1-2-2-3.4-5.6 (R/. 3)
R/. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Magnificábit Dóminus fácere nobíscum;
facti sumus lætántes.

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Magnificábit Dóminus fácere nobíscum;
facti sumus lætántes.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Magnificábit Dóminus fácere nobíscum;
facti sumus lætántes.

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Magnificábit Dóminus fácere nobíscum;
facti sumus lætántes.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.
Magnificábit Dóminus fácere nobíscum;
facti sumus lætántes.

Segunda Lectura

Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 5, 1-6)
Todo sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto a debilidad.
A causa de ella, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor sino el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.
Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»; o, como dice en otro pasaje: «Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

2Tm 1, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Nuestro Salvador, Cristo Jesús, destruyó la muerte,
e hizo brillar la vida por medio del Evangelio.
Salvátor noster Iesus Christus destrúxit mortem,
et illuminávit vitam per Evangélium.

Aleluya.

Evangelio

"Rabbuní", haz que recobre la vista
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 10, 46-52)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».
Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más:
«Hijo de David, ten compasión de mí».
Jesús se detuvo y dijo:
«Llamadlo».
Llamaron al ciego, diciéndole:
«Ánimo, levántate, que te llama».
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
«¿Qué quieres que te haga?».
El ciego le contestó:
«“Rabbuní”, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Anda, tu fe te ha salvado».
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

31º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Escucha, Israel: Amarás al Señor con todo tu corazón
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 6, 2-6)
Moisés habló al pueblo diciendo:
«Teme al Señor, tu Dios, tú, tus hijos y nietos, y observa todos sus mandatos y preceptos, que yo te mando, todos los días de tu vida, a fin de que se prolonguen tus días. Escucha pues, Israel, y esmérate en practicarlos, a fin de que te vaya bien y te multipliques, como te prometió el Señor, Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel.
Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 18, 2-3.3-4.47 y 51 (R/. 2)
R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Diligam te, Domine, fortitúdo mea.

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Diligam te, Domine, fortitúdo mea.

Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Diligam te, Domine, fortitúdo mea.

Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
sea ensalzado mi Dios y Salvador:
Tú diste gran victoria a tu rey,
tuviste misericordia de tu ungido.

R/. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.
Diligam te, Domine, fortitúdo mea.

Segunda Lectura

Como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 7, 23-28)
Hermanos:
Ha habido multitud de sacerdotes de la anterior Alianza, porque la muerte les impedía permanecer; en cambio, Jesús, como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de él, pues vive siempre para interceder a favor de ellos.
Y tal convenía que fuese nuestro sumo sacerdote: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y encumbrado sobre el cielo.
El no necesita ofrecer sacrificios cada día como los sumos sacerdotes, que ofrecían primero por los propios pecados, después por los del pueblo, porque lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.
En efecto, la ley hace sumos sacerdotes a hombres llenos de debilidades. En cambio, la palabra del juramento, posterior a la ley, consagra al Hijo, perfecto para siempre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 23
Aleluya, aleluya, aleluya
El que me ama guardará mi palabra -dice el Señor-,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermonem meum servábit, dicit Dominus;
et Pater meus díliget eum, et ad eum veniemus.

Aleluya.

Evangelio

Amarás al Señor, tu Dios. Amarás a tu prójimo
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 12, 28b-34)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
«¿Qué mandamiento es el primero de todos?».
Respondió Jesús:
«El primero es:
“Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor:
amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos».
El escriba replicó:
«Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo:
«No estás lejos del reino de Dios».
nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

32º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

La viuda preparó con su harina una pequeña torta y se la llevó a Elías
Lectura del primer libro de los Reyes (1R 17, 10-16)
En aquellos días, se alzó el profeta Elías y fue a Sarepta. Traspasaba la puerta de la ciudad en el momento en el que una mujer viuda recogía por allí leña.
Elías la llamó y le dijo:
«Tráeme un poco de agua en el jarro, por favor, y beberé».
Cuando ella fue a traérsela, él volvió a gritarle:
«Tráeme, por favor, en tu mano un trozo de pan».
Ella respondió:
«Vive el Señor, tu Dios, que no me queda pan cocido; solo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la alcuza. Estoy recogiendo un par de palos, entraré y prepararé el pan para mí y mi hijo, lo comeremos y luego moriremos».
Pero Elías le dijo:
«No temas. Entra y haz como has dicho, pero antes prepárame con la harina una pequeña torta y tráemela. Para ti y tu hijo la harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel:
“La orza de harina no se vaciará
la alcuza de aceite no se agotará
hasta el día en que el Señor conceda
lluvias sobre la tierra”».
Ella se fue y obró según la palabra de Elías, y comieron él, ella y su familia.
Por mucho tiempo la orza de harina no se vació ni la alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 145, 6-7. 8-9. 9-10 (R/. 1)
R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Aleluya

Lauda ánima mea, Dóminum.

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.

R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Aleluya

Lauda ánima mea, Dóminum.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.

R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Aleluya

Lauda ánima mea, Dóminum.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad.

R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Aleluya

Lauda ánima mea, Dóminum.

Segunda Lectura

Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 9, 24-28)
Cristo entró no en un santuario construido por hombres, imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.
Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena. Si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde la fundación del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de los tiempos, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.
Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez; y después de la muerte, el juicio.
De la misma manera, Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos.
La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para salvar a los que lo esperan.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spíritu,
quoniam ipsorum est regnum cælorum.

Aleluya.

Evangelio

Esta viuda pobre ha echado más que nadie
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 12, 41-44)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante. Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

33º Domingo del tiempo ordinario (B)

Primera Lectura

Entonces se salvará tu pueblo
Lectura del libro del profeta Daniel (Dn 12, 1-3)
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que se ocupa de los hijos de tu pueblo; serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los que se encuentran inscritos en el libro.
Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán: unos para vida eterna, otros para vergüenza e ignominia perpetua.
Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 15, 5-8.9-10.11 (R/. 1)
R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Conserva me Deus, quoniam speravi in te.

El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Conserva me Deus, quoniam speravi in te.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Conserva me Deus, quoniam speravi in te.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Conserva me Deus, quoniam speravi in te.

Segunda Lectura

Con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 10, 11-14.18)
Todo sacerdote ejerce su ministerio diariamente ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.
Pero Cristo, después de haber ofrecido por los pecados un único sacrificio, está sentado para siempre jamás a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.
Con una sola ofrenda ha perfeccionado definitivamente a los que van siendo santificados.
Ahora bien, donde hay perdón, no hay ya ofrenda por los pecados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 21, 36
Aleluya, aleluya, aleluya
Estad despiertos en todo tiempo,
pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre.
Vigilate, omni témpore orantes,
ut possitis stare ante Filium hóminis.

Aleluya.

Evangelio

Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 13, 24-32)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellan caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Solemnidad de la Santísima Trinidad (B)

Primera Lectura

El Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 4, 32-34.39-40)
Moisés habló al pueblo diciendo:
«Pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra; pregunta desde un extremo al otro del cielo, ¿sucedió jamás algo tan grande como esto o se oyó cosa semejante? ¿Escuchó algún pueblo, como tú has escuchado, la voz de Dios, hablando desde el fuego, y ha sobrevivido? ¿Intentó jamás algún dios venir a escogerse una nación entre las otras mediante pruebas, signos, prodigios y guerra y con mano fuerte y brazo poderoso, con terribles portentos, como todo lo que hizo el Señor, vuestro Dios, con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Así pues, reconoce hoy, y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Observa los mandatos y preceptos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y se prolonguen tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 32, 4-5.6 y 9.18-19.20 y 22 (R/. 12)
R/. Dichoso el pueblo
que el Señor se escogió como heredad.
Beátus populus,
quem elégit Dóminus in hereditátem sibi.

La Palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra.

R/. Dichoso el pueblo
que el Señor se escogió como heredad.
Beátus populus,
quem elégit Dóminus in hereditátem sibi.

La Palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos.
Porque él lo dijo, y existió;
él lo mandó y todo fue creado.

R/. Dichoso el pueblo
que el Señor se escogió como heredad.
Beátus populus,
quem elégit Dóminus in hereditátem sibi.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

R/. Dichoso el pueblo
que el Señor se escogió como heredad.
Beátus populus,
quem elégit Dóminus in hereditátem sibi.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

Dichoso el pueblo
que el Señor se escogió como heredad.
Beátus populus,
quem elégit Dóminus in hereditátem sibi.

Segunda Lectura

Habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!»
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 14-17)
Hermanos:
Cuantos se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!».
Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios; y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Ap 1, 8
Aleluya, aleluya, aleluya
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo;
al Dios que es, al que era y al que ha de venir.
Glória Patri, et Filio, et Spiritui Sancto,
Deo qui est, et qui erat, et qui venturus est.

Aleluya.

Evangelio

Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 28, 16-20)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo (B)

Primera Lectura

Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros
Lectura del libro del Exodo (Ex 24, 3-8)
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todas las palabras del Señor y todos sus decretos; y el pueblo contestó con voz unánime:
«Cumpliremos todas las palabras que ha dicho el Señor». Moisés escribió todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes de los hijos de Israel ofrecer al Señor holocaustos e inmolar novillos como sacrificios de comunión. Tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después tomó el documento de la alianza y se lo leyó en voz alta al pueblo, el cual respondió:
«Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos».
Entonces Moisés tomó la sangre y roció al pueblo, diciendo:
«Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 115, 12-13.15 y 16.17-18 (R/. 13 )
R/. Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.

Aleluya

Cálicem salutáris accípiam,
et nomen Dómini invocábo.

¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.

R/. Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.

Aleluya

Cálicem salutáris accípiam,
et nomen Dómini invocábo.

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

R/. Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.

Aleluya

Cálicem salutáris accípiam,
et nomen Dómini invocábo.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando el nombre del Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

R/. Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.

Aleluya

Cálicem salutáris accípiam,
et nomen Dómini invocábo.

Segunda Lectura

La Sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia.
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 9, 11-15)
Hermanos:
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su «tienda» es más grande y más perfecta: no hecha por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.
No lleva sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, santifican con su aspersión a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, ¡cuánto más la sangre de Cristo que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que demos culto al Dios vivo!
Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Secuencia

He aquí el pan de los ángeles,
hecho viático nuestro;
verdadero pan de los hijos,
no lo echemos a los perros.
Figuras lo representaron:
Isaac fue sacrificado;
el cordero pascual, inmolado;
el maná nutrió a nuestros padres.
Buen Pastor, Pan verdadero,
¡oh, Jesús!, ten piedad.
Apaciéntanos y protégenos;
haz que veamos los bienes
en la tierra de los vivientes.
Tú, que todo lo sabes y puedes,
que nos apacientas aquí siendo aún mortales,
haznos allí tus comensales,
coherederos y compañeros
de los santos ciudadanos.
Amén.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 51
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo -dice el Señor-;
el que coma de este pan vivirá para siempre.
Ego sum panis vivus, qui de cælo descéndi, dicit Dóminus;
si quis manducáverit ex hoc pane vivet in ætérnum.

Aleluya.

Evangelio

Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre.
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 14, 12-16. 22-26)
Gloria a ti, Señor.
El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?».
Él envió a dos discípulos diciéndoles:
«Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa adonde entre, decidle al dueño:
“El Maestro pregunta:
¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?”.
Os enseñará una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí».
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».
Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.
Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».
Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Sagrado Corazón de Jesús (B)

Primera Lectura

Mi corazón está perturbado
Lectura del libro del profeta Oseas (Os 11, 1.3-4.8-9)

Esto dice el Señor:
«Cuando Israel era joven lo amé
y de Egipto llamé a mi hijo.
Era yo quien había criado a Efraín;
tomándolo en mis brazos;
y no reconocieron que yo los cuidaba.
Con lazos humanos los atraje,
con vínculos de amor.
Fui para ellos como quien alza
un niño hasta sus mejillas.
Me incliné hacia él
para darle de comer.
Mi corazón está perturbado,
se conmueven mis entrañas.
No actuaré en el ardor de mi cólera,
no volveré a destruir a Efraín,
porque yo soy Dios,
y no hombre;
santo en medio de vosotros,
y no me dejo llevar por la ira».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Is 12, 2-3.4.5-6 (R/. 3)
R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Hauriétis aquas in gáudio de fóntibus Salvatóris.

«Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Hauriétis aquas in gáudio de fóntibus Salvatóris

«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso».

R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Hauriétis aquas in gáudio de fóntibus Salvatóris

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sion,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.

R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Hauriétis aquas in gáudio de fóntibus Salvatóris

Segunda Lectura

Comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 8-12.14-19)
Hermanos:
A mí, el más insignificante de los santos, se me ha dado la gracia de anunciar a los gentiles la riqueza insondable de Cristo; e iluminar la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
Así, mediante la Iglesia, los principados y potestades celestes conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios por la fe en él.
Por eso doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento.
Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 29 
Aleluya, aleluya, aleluya
Tomad mi yugo sobre vosotros -dice el Señor-,
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Tóllite iugum meum super vos,
et díscite a me, quia mitis sum et húmilis corde,

Aleluya.

Evangelio

Le traspasó el costado, y salió sangre y agua.
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 19, 31-37)
Gloria a ti, Señor.
Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran.
Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote (B)

Primera lectura

Haré una alianza nueva y no recordaré los pecados
Lectura del libro de Jeremías (Jr 31, 31-34) 
Ya llegan días –oráculo del Señor– en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva.
No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor–.
Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días –oráculo del Señor–:
Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo: «Conoced al Señor», pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor –oráculo del Señor–, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 110, 1.2.3 (R/. 4)
R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Aclamación antes del Evangelio

Hb 5, 8-9
Aleluya, aleluya, aleluya
Siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer.
Y, llevado a la consumación,
se convirtió, para todos los que lo obedecen,
en autor de salvación eterna.
Aleluya.

Evangelio

Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre
Lectura del santo Evangelio según san Marcos. (Mc 14, 12. 22-25)
Gloria a ti, Señor.
El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, mientras comían, Jesús tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: «Tomad, esto es mi cuerpo».
Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron. Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Solemnidad de nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo (B)

Primera Lectura

Su poder es un poder eterno
Lectura del libro del profeta Daniel (Dn 7, 13-14)
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna
vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su poder es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 92, 1.1-2.5 (R/. 1)
R/. El Señor reina, vestido de majestad.
Dóminus regnávit, decorem indutus est.

El Señor reina, vestido de majestad;
el Señor, vestido y ceñido de poder.

R/. El Señor reina, vestido de majestad.
Dóminus regnávit, decorem indutus est.

Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.

R/. El Señor reina, vestido de majestad.
Dóminus regnávit, decorem indutus est.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.

R/. El Señor reina, vestido de majestad.
Dóminus regnávit, decorem indutus est.

Segunda Lectura

El príncipe de los reyes de la tierra nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 1, 5-8)
Jesucristo es el testigo fiel,
el primogénito de entre los muertos,
el príncipe de los reyes de la tierra.
Al que nos ama,
y nos ha librado de nuestros pecados con su sangre,
y nos ha hecho reino y sacerdotes para Dios, su Padre.
A él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Mirad: viene entre las nubes. Todo ojo lo verá, también los que lo traspasaron. Por él se lamentarán todos los pueblos de la tierra.
Sí, amén.
Dice el Señor Dios:
«Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y ha de venir
el todopoderoso».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 11, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David!
Benedíctus qui venit in nómine Dómini!
Benedíctum quod venit regnum patris nostri David!

Aleluya.

Evangelio

Tú lo dices: soy rey
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 18, 33-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:
«¿Eres tú el rey de los judíos?».
Jesús le contestó:
«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».
Pilato replicó:
«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
Jesús le contestó:
«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo:
«Entonces, ¿tú eres rey?».
Jesús le contestó:
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.