Vida cotidiana y santidad
en la enseñanza de San Josemaría
CAPÍTULO QUINTO
Notas
1 J. Philippe, La liberté intérieure, Paris 2004, 166 pp. Cabe destacar especialmente el ensayo teológico de J. Burggraf, Libertad vivida con la fuerza de la fe, Madrid 2006, 212 pp., obra que cita a san Josemaría y se encuentra en sintonía con su mensaje, al que la autora ha dedicado otros estudios.
2 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría Escrivá, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana (Actas del congreso del centenario del nacimiento san Josemaría), Roma 2002-2004, vol. III, p. 81. Una atinada selección de textos de san Josemaría sobre la libertad se encuentra en el volumen preparado por A. Mardegan, Una libertà da vivere. Brani scelti di Josemaría Escrivá (presentazione di Javier Echevarría), Milano 2004, 257 pp.
3 P. Urbano, El hombre de Villa Tevere, Barcelona 2008, p. 259.
4 Apuntes de la predicación, 10-IV-1974 (AGP, P01 V-1974, p. 86). La idea se repite de diversos modos en sus obras y en su predicación: cfr., p.ej., Conversaciones, 104; Es Cristo que pasa, 131; Amigos de Dios, 24, 171; etc.
5 A. Llano, Libertad y trabajo, en: AA.VV., Trabajo y espíritu. Sobre el sentido del trabajo desde las enseñanzas de Josemaría Escrivá en el contexto del pensamiento contemporáneo, Pamplona 2004, p. 185.
6 Ibid.
7 Entre las homilías publicadas hay dos expresamente dedicadas a la libertad: La libertad, don de Dios (cfr. Amigos de Dios, 23-38) y El respeto cristiano a la persona y a su libertad (cfr. Es Cristo que pasa, 67-72). Pero la presencia del tema en su predicación excede con mucho a estos dos textos.
8 A. García-Moreno, Aspectos de la libertad en Josemaría Escrivá, en: AA.VV., El caminar histórico de la santidad cristiana, Pamplona 2004, p. 395.
9 Especialmente el artículo Las riquezas de la fe (diario “ABC”, Madrid, 2-XI1969) y la entrevista sobre la libertad política de los miembros del Opus Dei publicada en el mismo diario “ABC”, el 24-III-1971.
10 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría Escrivá, cit., p. 81.
11 Amigos de Dios, 25.
12 Ibid.
13 Forja, 144; Conversaciones, 29, 59, 66, 67; Es Cristo que pasa, 17, 99; Amigos de Dios, 26, 31, 169; etc.
14 Instrucción, 8-XII-1941, 59.
15 Amigos de Dios, 32.
16 Es Cristo que pasa, 184.
17 M. Rhonheimer, Transformación del mundo. La actualidad del Opus Dei, Madrid 2006, p. 107.
18 C. Fabro, El temple de un Padre de la Iglesia, en: AA.VV., Santos en el mundo, Madrid 1992, p. 42.
19 Ll. Clavell, La libertad ganada por Cristo en la Cruz. Aproximación teológica a algunas enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá sobre la libertad, en: “Romana” 33 (2001) 247.
20 Á. del Portillo, nota 28 a la Instrucción, mayo-1935/14-IX-1950.
21 J. Echevarría, Memoria del Beato Josemaría Escrivá, Madrid 2000, p. 148.
22 Ll. Clavell, Personas libres, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. III, p. 116.
23 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría, cit. p. 90. Lo mismo se puede decir respecto a los sacerdotes seculares. Sobre la relación entre la secularidad de los laicos y de los sacerdotes seculares puede verse la Parte preliminar, sección I.3.e). Como diremos más adelante, san Josemaría predica una “mentalidad laical”, común a sacerdotes seculares y a laicos, que se caracteriza esencialmente por el amor a la libertad en las cuestiones temporales y su ejercicio práctico en ellas.
24 Ibid., p. 98.
25 Principalmente son los siguientes, en orden alfabético: Ll. Clavell, La libertad ganada por Cristo en la Cruz, cit.; M. Codina, La libertad humana, don de Dios que es Padre. En torno a una homilía del Beato Josemaría Escrivá, en: AA.VV., El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Pamplona 2000, pp. 633-642; R. Crespo, El concepto de libertad en Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, en: AA.VV., Un mensaje siempre actual, Buenos Aires 2002, pp. 259-265; C. Fabro, El primado existencial de la libertad, en: AA.VV., Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer y el Opus Dei, Pamplona 1981, pp. 341-356; A. García-Moreno, Aspectos de la libertad en los escritos de San Josemaría Escrivá, cit., pp. 393-406; M. Heers, La liberté des enfants de Dieu, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. I, pp. 199-219; J. Larrea Holguín, El amor a la libertad en el pensamiento y la conducta del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, en: AA.VV., Un mensaje siempre actual, cit., pp. 617-626; J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del beato Josemaría Escrivá, cit., pp. 81-99. Mencionamos también el artículo de F. Ocáriz, El Espíritu Santo y la libertad de los hijos de Dios, en Id., Naturaleza, Gracia y Gloria, Pamplona 2000, cap. 5, pp. 107-121; aunque el autor no se propone directamente tratar la enseñanza de san Josemaría, ofrece una base teológica para profundizar en ella.
26 En Amigos de Dios, 23-38.
27 Cfr. Amigos de Dios, 299.
28 Remitimos a lo que se dijo en la Parte preliminar, sección I.3.a), sobre la libertad como tema central del pensamiento moderno.
29 Carta 30-IV-1946, 1.
30 Ibid., 2.
31 Conversaciones, 53.
32 Conversaciones, 35.
33 Camino, 435.
34 Amigos de Dios, 32.
35 Cfr. San Agustín, De libero arbitrio, 2, 13, 37.
36 Carta 30-IV-1946, 3.
37 Una comparación crítica de la libertad en las enseñanzas de san Josemaría y en diversos autores del pensamiento moderno puede encontrarse esbozada en el siguiente artículo, que da idea de la complejidad del tema: E. Cases, La libertad en el beato Josemaría, en: AA.VV., El cristiano en el mundo. En el centenario del nacimiento del Beato Josemaría Escrivá (1902-2002), Pamplona 2003, pp. 137-155. Cfr. también, F. Inciarte, Die Bedeutung der Freiheit für den seligen Josemaría Escrivá, en: C. Ortiz (dir.), Josemaría Escrivá. Profile einer Gründergestalt, Köln 2002, pp. 419-432.
38 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría Escrivá, cit., p. 81.
39 Es Cristo que pasa, 184.
40 P.ej., cita la encíclica Libertas en Amigos de Dios, 32 y en Carta 19-III1967, 84. Las referencias a documentos posteriores relacionados con la libertad son numerosas.
41 Remitimos a la Parte preliminar, sección I.3.b).
42 Amigos de Dios, 32.
43 C. Fabro, Un maestro di libertà cristiana: Josemaría Escrivá de Balaguer, en: L’Osservatore Romano", 2-VII-1977. Sobre el pensamiento de este autor, cfr. A. Acerbi, La libertà in Cornelio Fabro, Roma 2002, 277 pp.
44 C. Fabro, El primado existencial de la libertad, cit., p. 350.
45 Conversaciones, 2.
46 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría Escrivá, cit, p. 98.
47 Carta 29-IX-1957, 55. Cfr. P. Donati, Senso e valore della vita quotidiana, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. I, pp. 221-263 (en particular pp. 255 ss.: «...verso una nuova “laicità civile"...»).
48 En el capítulo 7º, apartado 1.5.1, veremos que la “cristiana mentalidad laical" que predica san Josemaría es inseparable del “alma sacerdotal".
49 Esto se puede ver, p.ej., en la homilía La libertad, don de Dios. De las 14 notas a pie de página que no son referencias a la Sagrada Escritura, 5 remiten a san Agustín y 4 a santo Tomás. Según Alejandro Llano, la visión de la libertad arraigada en la tradición agustiniana y tomista permite a san Josemaría comprender las insuficiencias de una cultura que absolutiza la libertad y la priva de su fundamento en Dios (Cfr. A. Llano, La libertad radical, en: AA.VV., Acto de homenaje al Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador de la Universidad de Navarra, Pamplona 1992, p. 97).
50 Amigos de Dios, 24.
51 Cfr. Conc. Vaticano I, Const. dogm. Dei Filius, c. 1: DS 3002 y 3005; Jr 18, 6; Rm 9, 21; etc.
52 Amigos de Dios, 25.
53 Es Cristo que pasa, 99.
54 Cfr., p.ej., Amigos de Dios, 24 y 27. La doctrina tradicional puede verse en Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 83.
55 Amigos de Dios, 231.
56 A. Rodríguez Luño, Ética general, 4ª ed. renovada, Pamplona 2001, p. 205.
57 Amigos de Dios, 23. La cita de san Agustín es: Sermo 159, 13.
58 Amigos de Dios, 38. Cfr. Via Crucis, introducción; Es Cristo que pasa, 130.
59 La estrecha relación entre filiación adoptiva y libertad puede verse reflejada en las palabras de Jesús: «los hijos son libres» (Mt 17, 26). Como el contexto es el pago de impuestos, bastantes versiones traducen: “Los hijos están exentos". Sin embargo parece que el Señor está aplicando una afirmación general a una situación particular: puesto que “los hijos son libres (ejvv leuqHroi)", están exentos de pagar impuestos. Para una exposición de Teología bíblica sobre la noción de “libertad de los hijos de Dios", cfr. C. Spicq, Teología moral del Nuevo Testamento, Pamplona 1970, vol. 2, cap. IX.
60 Amigos de Dios, 26.
61 Conversaciones, 22.
62 Sobre el tema de que la gracia santificante hace “más libres" porque hace “más espirituales", véase más abajo el apartado 1.3.a).
63 Ll. Clavell, Personas libres, cit., p. 115. Es obvio que cuando afirma que la filiación divina “permite entender" la libertad, se refiere a que permite entender mejor su plenitud de sentido (que se encuentra en vivir como hijos de Dios). No significa que la libertad humana no se pueda entender con la sola luz de la razón.
64 Amigos de Dios, 26.
65 Recuérdese que la filiación adoptiva es una «propiedad personal» (Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 23, a. 4, c). Cfr. capítulo 4º, apartado 2.2.2.
66 Es Cristo que pasa, 99.
67 Lo mismo puede verse, p.ej., en la homilía Amar al mundo apasionadamente: No podríais realizar ese programa de vivir santamente la vida ordinaria, si no gozarais de toda la libertad que os reconocen –a la vez– la Iglesia y vuestra dignidad de hombres y de mujeres creados a imagen de Dios. La libertad personal es esencial en la vida cristiana (Conversaciones, 117). Esta concatenación de los conceptos de “imagen de Dios", “dignidad" y “libertad" de la persona humana, está presente a lo largo de las homilías La libertad, don de Dios y El respeto cristiano a la persona y a su libertad, y también en otros textos como, p.ej., Conversaciones, 5, 14, 22.
68 Nos referimos a los términos “persona", “naturaleza" y “libertad". Decimos que en la enseñanza de san Josemaría está presupuesta la prioridad del ser persona respecto a la libertad “según nuestra comprensión de esos términos", porque esta comprensión no es la única posible dentro del pensamiento de santo Tomás, marco conceptual de referencia de la enseñanza de san Josemaría.
Por ejemplo, el filósofo Leonardo Polo establece una distinción entre metafísica y antropología fundada en la distinción entre el ser de que trata la metafísica y el ser en el caso del hombre (el ser persona humana); este último implica en el pensamiento de Polo una “libertad trascendental" que da razón de la libertad moral (cfr L. Polo, La libertad trascendental, Pamplona 2005, 151 pp., capítulo 2º; Id., Persona y libertad, Pamplona 2007, 270 pp.). Aquí no recurrimos a este concepto de libertad como trascendental del ser del hombre, sino que, partiendo de la distinción entre “acto de ser" (esse ut actus) y esencia (o naturaleza), en la línea del pensamiento de autores como Étienne Gilson y Cornelio Fabro, diremos que la libertad pertenece esencialmente a la persona humana no por su acto de ser sino por la dimensión espiritual de su esencia o naturaleza. Es posible que la noción de “libertad trascendental" del profesor Polo no sea inconciliable con la de libertad en el pensamientos de esos otros autores, pero no es este el lugar para dilucidarlo. En todo caso, la virtualidad del pensamiento de Polo para exponer la doctrina espiritual de san Josemaría se manifiesta claramente en los diversos estudios que le ha dedicado y que citamos a lo largo del presente capítulo. Según Concepción Naval, su antropología contiene «los elementos conceptuales necesarios para profundizar en la doctrina del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer sobre la libertad como don de Dios» (La confianza: exigencia de la libertad personal, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. III, p. 237; se refiere en particular a la obra de L. Polo, Antropología trascendental, t. I: La persona humana, Pamplona 1999, 245 pp.).
69 Amigos de Dios, 23.
70 Es Cristo que pasa, 184.
71 Ll. Clavell, Personas libres, cit., p. 104.
72 Este tema se puede esclarecer algo recordando la distinción entre persona y naturaleza, distinción que no es un antojo superfluo sino algo imprescindible para hablar del misterio de Jesucristo –una Persona (divina) en dos naturalezas (la divina y la humana)– y para toda la antropología cristiana. El individuo de la especie humana se denomina de un modo singular: “persona", porque no es sólo “algo" sino “alguien" a quien Dios quiere por sí mismo. La persona humana es el hombre singular y concreto en su totalidad real, mientras que la naturaleza es el elemento formal sustancial de la persona (cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 2, a. 2; De unione Verbi Incarnati, a. 3). Cada persona se distingue de las demás no sólo por su materia formada, como se distinguen entre sí los animales de la misma especie, sino por su forma substancial, el alma humana, que es espiritual y subsistente. Pues bien, el acto que hace ser a esa forma espiritual (actus essendi) y a través de ella a toda la naturaleza humana individuada, alma y cuerpo unidos sustancialmente, es el constitutivo de la personalidad en sentido ontológico (no en sentido psicológico). «Supuesta la naturaleza espiritual, ¿cuál es el constitutivo de la personalidad? De acuerdo con santo Tomás, la respuesta es inmediata: el acto de ser, que es la perfección última y actualidad fundante de la naturaleza» (F. Ocáriz, Naturaleza, Gracia y Gloria, cit., p. 47).
Estos son los elementos indispensables para entender lo que queremos decir al afirmar que la libertad pertenece esencialmente a la persona humana por razón de su naturaleza espiritual –o, más exactamente, por la dimensión espiritual de su naturaleza compuesta de cuerpo y alma–, pero no es lo que constituye a la persona en "esta persona (singular)". Esto último, el constitutivo ontológico de la personalidad, no es la naturaleza humana, ni por tanto la libertad que pertenece esencialmente a la naturaleza humana, sino el propio "acto de ser" (actus essendi) de la persona. Cada persona humana es autónoma y esencialmente libre porque su acto de ser es acto de una esencia o naturaleza no sólo material sino también espiritual y por tanto libre. «Es la autonomía ontológica de la persona lo que funda su libertad práctica» (J. Rassam, La Métaphysique de Saint Thomas, Paris 1968, p. 118). La libertad es también un principio originario, pero en el orden de la existencia, en cuanto constitutivo del dominio de los propios actos y, en este sentido, de la personalidad en sentido psicológico, del propio "yo" (cfr. C. Fabro, L’io e l’esistenza e altri brevi scritti (a cura di Ariberto Acerbi), Roma 2006, p. 79).
73 Para hacerse cargo de lo que está en juego cabe observar que si, invirtiendo el orden conceptual indicado, nos preguntásemos primero por la libertad y después por la persona humana, correríamos el riesgo de hablar de una libertad impersonal, como un absoluto, sin más límites que los que quiera imponerse a sí misma (p.ej.: "mi libertad acaba donde comienza la de los demás"). Este pensar en una libertad absoluta que convive con otras libertades que la limitan, o que se limitan mutuamente, es un planteamiento que está ausente en pensadores como Leonardo Polo, al que nos acabamos de referir; en cambio, es típico de un sector del pensamiento existencialista que, partiendo de bases idealistas, ha puesto la meta de la libertad en su "emancipación", primero de Dios y luego de todo lo que aparezca como un límite no autónomamente establecido. Se ha desencadenado así un proceso emancipador interminable, presidido por el conflicto dialéctico y sin un punto de referencia que permita encauzar la libertad hacia el bien de la persona. Sobre el tema, cfr. J.M. Barrio, Los límites de la libertad: su compromiso con la realidad, Madrid 1999, 155 pp. Una superación de estos conflictos se puede ver en las obras del mismo Leo-nardo Polo citadas antes, por un camino que parte del pensamiento de santo Tomás y ofrece un posible e interesante desarrollo de la noción de persona como "persona libre".
74 Conversaciones, 34.
75 Amigos de Dios, 32.
76 C. Fabro, Momenti dello spirito, Assisi 1982, p. 204. La cita prosigue: «no el Dios abstracto de los filósofos (el Dios de Aristóteles, el Dios de Platón, el Dios de Epicuro), sino el Dios de Cristo, porque es un hecho histórico que Cristo se ha hecho hombre, que el Verbo se ha hecho carne» (ibid.).
77 «Liber est causa sui» (Santo Tomás de Aquino, S.Th., I, q. 96, a. 4, c, citando la Metafísica de Aristóteles).
78 A. Llano, Libertad y trabajo, cit., p. 188. En la misma línea se ha escrito también, reflexionando sobre las enseñanzas de san Josemaría, que «el que no descubre a Dios en el corazón de su libertad, se ignora a sí mismo» (P. Olivier, La filiation divine: vocation et liberté, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. III, p. 55).
79 «Tenemos una libertad necesitada de amor [es don del amor de Dios] y vertida hacia el amor, que necesariamente nos saca de nosotros mismos y nos vuelca hacia otra persona, en un sentido que exige la libre reciprocidad. Esto vale especialmente ante Dios» (J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría Escrivá, cit., p. 82).
80 L. Flamarique, Realidad histórica, libertad, amor mundi, en: AA.VV., El cristiano en el mundo, cit., p. 110.
81 C. Fabro, El primado existencial de la libertad, cit., p. 346 (la cursiva en el original). «La esencia de la existencia es la realidad de la libertad, así como la esencia de la libertad es la posibilidad de elevarse al Absoluto» (Id., La preghiera nel pensiero moderno, Roma 1979, p. 23).
82 Observa Cornelio Fabro que «en el ámbito existencial, que es el campo de la acción y, por tanto, de la formación del yo y de la persona, el primer principio es la voluntad, cuyo centro dinámico es la libertad. Es bien sabido que el pensamiento moderno ha exaltado la libertad como constitutivo único del hombre y como fundamento de sí misma (…). En realidad, el primado natural de la libertad ni significa que ésta se fundamente a sí misma, como si fuese algo originario en sentido absoluto (…). El verdadero primado de la libertad significa que, por su misma naturaleza, la energía primaria de la voluntad tiende a la formación de la persona…» (ibid., pp. 342 y 344). Leonardo Polo ha evidenciado la fuerza de la concepción de la libertad que tiene san Josemaría, en contraste con la debilidad del intento de autofundarla, es decir, de mantener una absoluta autonomía respecto a Dios. Su idea sobre el don de la libertad, escribe Polo, «se encuadra propiamente en la unidad vital donalmente fundada (...). Ser hijo de Dios implica la desaparición del a priori subjetivo. El planteamiento adecuado de la cuestión de la persona humana, central para la Antropología, arranca del hallazgo del valor donal de la libertad» (L. Polo, El concepto de vida en Mons. Escrivá de Balaguer, en: AA.VV., La personalidad del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, Pamplona 1994, p. 173). La persona humana despliega su libertad respondiendo a la iniciativa divina «que la respalda anticipándose a su misma intimidad» (ibid., p. 193).
83 Apuntes de la predicación, 25-VI-1972 (AGP, P01 VII-1972, p. 9).
84 Ibid.
85 Cfr. Parte preliminar, sección II.1.
86 Es Cristo que pasa, 133.
87 J. Ballesteros, Toda persona es digna. No toda opinión es válida, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. III, p. 72.
88 Amigos de Dios, 35.
89 L. Polo, El hombre como hijo, en: J. Cruz (ed.), Metafísica de la familia, Pamplona 1995, p. 324.
90 Es Cristo que pasa, 129.
91 Amigos de Dios, 26.
92 Amigos de Dios, 24. En este mismo sentido trae a colación varias veces las siguientes palabras del Conc. Vaticano II: «Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que así busque espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a Él, alcance la plena y bienaventurada perfección» (Const. past. Gaudium et spes, 17): cfr. Conversaciones, 104; Amigos de Dios, 36; etc.).
93 Cfr. C. Cardona, Metafísica del bien y del mal, Pamplona 1987, pp. 105 s. El resumen de este aspecto del pensamiento de Cardona lo hemos tomado de Ll. Clavell, Personas libres, cit., p. 107.
94 Cfr. San Agustín, De Genes. ad litt., 8, 6, 12 (texto citado más adelante en nota).
95 Ll. Clavell, Personas libres, cit., p. 106.
96 Amigos de Dios, 36.
97 Amigos de Dios, 24.
98 Es la definición clásica de libre arbitrio como «vis electiva mediorum servato ordine finis» (M. Prümmer, Manuale Theologiae moralis, Friburgo 1935, vol. I, p. 41). Este autor atribuye la definición a Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 83, a. 4; en realidad no se encuentra ahí literalmente, sino que es una interpretación de ese texto del Aquinate.
99 A. Pezoa Bissières, La libertad moral en las enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer: la noción de finalidad, en: AA.VV., La grandezza della vita ordinaria, cit., vol. III, p. 121. “Elegir el último fin" significa que el hombre puede poner su fin en Dios o, rechazándole, en algo diverso (el placer, el poder, etc.), aunque en ningún bien creado encontrará efectivamente la felicidad. Visto desde fuera del sujeto, la libertad presupone una determinación respecto al fin último, que es Dios; pero visto desde la perspectiva del sujeto mismo es autodeterminación respecto al fin, ya que puede proponérselo o no como fin último. «No raramente se ha insistido de modo unilateral en la libertad como capacidad de elegir los medios, dejando de lado el hecho de que, en primer lugar, es el poder de proponerse (…) el fin último» (Ll. Clavell, Metafisica e libertà, Roma 1996, p. 184).
100 Es Cristo que pasa, 113.
101 Reflexionando sobre el precepto de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (cfr. Gn 2, 16-17), que Dios señaló a Adán y a Eva, comenta el Obispo de Hipona: «Yo, que he considerado mucho este asunto, no tengo palabras para ponderar cuánto me agrada la sentencia que dice que no era nocivo aquel árbol por su alimento, pues el que hizo todas las cosas sobremanera buenas no instituyó en el paraíso cosa ninguna mala, sino que el mal para el hombre provino de la trasgresión del precepto. Pues convenía al hombre que se le prohibiera alguna cosa, para que, colocado bajo el Señor Dios, pudiera merecer la posesión de su Señor con la virtud de la obediencia. Obediencia que puedo decir con seguridad que es la virtud propia de la criatura racional, que actúa bajo la potestad de Dios; y también que el primero y mayor de todos los vicios es el orgullo, que lleva al hombre a querer usar de su potestad para la ruina, y tiene el nombre de desobediencia» (San Agustín, De Genes. ad litt., 8, 6, 12). Cfr. 1Ts 2, 12.
102 Es Cristo que pasa, 129.
103 Amigos de Dios, 33.
104 Es Cristo que pasa, 61. Remite a Hb 4, 15.
105 Amigos de Dios, 25.
106 Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 62, a. 9, ad 3. Cfr. CEC, 474.
107 Es Cristo que pasa, 17.
108 Ll. Clavell, La libertad ganada por Cristo en la Cruz, cit., p. 254.
109 K. Adam, Jesus Christus, Düsseldorf 19467 (orig. de 1934), p. 246.
110 Amigos de Dios, 26.
111 Amigos de Dios, 25.
112 Ibid.
113 Via Crucis, X Estación.
114 Amigos de Dios, 27.
115 J. Burggraf, Libertad vivida: con la fuerza de la fe, Madrid 20062, p. 8. La autora cita en este tema a san Josemaría, poniendo de relieve el valor de su enseñanza sobre la libertad.
116 Amigos de Dios, 28.
117 Amigos de Dios, 30.
118 Ll. Clavell, La libertad ganada por Cristo en la Cruz, cit., p. 255. Cfr. J. Echevarría, Maestro, Sacerdote, Padre. Perfil humano y sobrenatural del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. I, Roma 2002, p. 80.
119 Amigos de Dios, 31.
120 Ibid..
121 A. Millán Puelles, Amor a la libertad, en: AA.VV., Homenaje a Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, Pamplona 1986, p. 26.
122 Amigos de Dios, 25.
123 Amigos de Dios, 38.
124 Es Cristo que pasa, 42.
125 Carta 24-III-1931, 10. Habla aquí de un “principio de resistencia a la gracia". Esto equivale a un “principio de resistencia al buen uso de la libertad bajo la acción de la gracia". Ahora nos fijamos en la resistencia al buen uso de la libertad; en el apartado siguiente, sobre la relación entre gracia y libertad, veremos que esa resistencia es resistencia a la gracia.
126 Amigos de Dios, 33.
127 Entre los textos de san Josemaría, pueden verse, p.ej., Forja, 11; Es Cristo que pasa, 18 y Amigos de Dios, 33. Sobre la doctrina moral tradicional, cfr. CEC, 1264; Conc. de Trento, Sessio V: Decr. de peccato originali: DS 1515; Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 77, a. 2 c. En el capítulo 8º hablaremos extensamente de este tema (apartado 2.2.1) y de otros aspectos de la lucha cristiana.
128 Amigos de Dios, 34.
129 Ibid.
130 Amigos de Dios, 35.
131 Amigos de Dios, 38.
132 A. Millán Puelles, Amor a la libertad, cit., p. 27.
133 Cfr. H. Schlier, La lettera ai Romani, Brescia 1982, p. 207; A. Vanhoye, Lettera ai Galati, Milano 2000, p. 124; Á. Rodríguez Luño, Introduzione allo studio della morale in san Paolo, en: “Annales Theologici" 21 (2007) 417-450.
134 Carta 6-V-1945, 39.
135 Es Cristo que pasa, 41. Hemos dicho antes que san Josemaría hace una aplicación espiritual de Ga 3, 11, pero el sentido literal no deja de estar presente, como puede verse en la referencia a “la ley que vivía todo judío practicante". En otras ocasiones habla de san José como heredero de las promesas hechas a Abrahán, a Jacob y a Moisés (cfr. ibid., 42) y de las tradiciones de Israel, en cuanto varón que descendía de una estirpe ilustre: la de David y Salomón (Es Cristo que pasa, 40).
136 Es Cristo que pasa, 41.
137 Carta 9-I-1959, 59.
138 Es Cristo que pasa, 75.
139 Amigos de Dios, 33.
140 Es Cristo que pasa, 184. Sobre la noción de ley divina cfr. E. Burkhart, La grandeza del orden divino. Aproximación teológica a la noción de ley, Pamplona 1977, caps. I y II.
141 Carta 19-III-1967, 83. Al final de la primera frase sobre la ley natural incluye la siguiente referencia: Cfr. Pío XII, Enc. Summi Pontificatus, 20-X-1939: AAS 31 (1939) 423.
142 Cfr. Santo Tomás de Aquino, In duo praecepta caritatis et in decem legis praecepta, Prologus; S.Th. I-II, q. 91, a. 2. El Magisterio pontificio remite a esta noción de ley en diversos documentos (cfr., p.ej., Juan Pablo II, Enc. Veritatis splendor, 6-VIII-1993, 12 y 44; CEC, 1955).
143 Conversaciones, 113.
144 Cfr. F. Inciarte, Derecho natural o derecho racional: treinta tesis y una propuesta, en Id., Liberalismo y republicanismo. Ensayos de filosofía política, Pamplona 2001, p. 185. Esto ha sido puesto profundamente de relieve por Juan Pablo II en la encíclica Veritatis splendor, 6-VIII-1993, 46-50, donde impugna tanto las concepciones “fisicistas" de la ley natural como las “idealistas". Ambas tienen consecuencias negativas para la libertad. En el primer caso quedaría determinada por la naturaleza corporal del hombre y las leyes físicas; en el segundo, estas leyes carecerían de significado para la libertad, dejando de lado la unión sustancial de cuerpo y espíritu que es propia de la naturaleza humana. Ninguno de estos extremos se encuentra en san Josemaría.
145 Carta 9-I-1959, 35.
146 Cfr., p.ej., Amigos de Dios, 44, 69, 173, 236.
147 San Agustín, In Ep. Ioannis ad Parthos, VII, 8. En otro lugar escribe que «in recte faciendo ideo nullum est vinculum necessitatis, quia libertas est caritatis» (Id., De natura et gratia, 65, 78: PL 44, 486). No significa que no se tengan deberes morales, sino que quien ama los cumple libremente y se excede por amor.
148 Apuntes de la predicación, 1-I-1965 (AGP, P02 I-1965, p. 16).
149 Es Cristo que pasa, 99.
150 L. Scheffczyk, Die Gnade in der Spiritualität von Josemaría Escrivá, en: C. Ortiz (dir.), Josemaría Escrivá. Profile einer Gründergestalt, cit., p. 64.
151 Ibid., p. 68. Cfr. Amigos de Dios, 23.
152 «El que peca contra Dios conserva el libre albedrío en cuanto a la libertad de coacción, pero lo ha perdido en cuanto a la libertad de culpa» (Santo Tomás de Aquino, De Malo, q. 6, ad 23). San Josemaría cita este texto en Amigos de Dios, 37. Para una exposición más detallada de la distinción anterior puede verse: A. Rodríguez Luño, Ética general, cit., pp. 201-210. Sobre el primer significado, cfr. Santo Tomás de Aquino, In Ep. ad Rom., c. 2, lect. 3.
153 El término que emplea la versión griega del Antiguo Testamento para el concepto de libertad es “eleuthería". En la cultura griega clásica no se refería directamente a la libertad interior de la persona, sino a su estado o situación en la sociedad a libertad en cuanto opuesta a esclavitud. Pero en el Nuevo Testamento “eleuthería" no indica un estado exterior, jurídico, sino la libertad de los hijos de Dios, que no están sometidos a ciertas prescripciones de la Antigua Ley porque han sido liberados por Cristo.
154 Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 17.
155 CEC, 405. Cfr. CEC, 1264; Conc. de Trento, Sessio V: Decr. de peccato originali, 2: DS 1512.
156 CEC, 1990.
157 Esta “nueva naturaleza” no es nueva en el sentido de que “sustituya” a la naturaleza humana o de que se “superponga”, sino en el sentido de que ésta es elevada por la gracia, que la renueva profundamente. La naturaleza humana no es aniquilada ni reemplazada, sino perfeccionada. Del mismo modo, la “libertad nueva” no es otra libertad, sino la misma libertad humana propia de la “nueva naturaleza”.
158 Es Cristo que pasa, 17. Las palabras se refieren, de modo inmediato, a la tendencia del hombre a “defenderse” ante los requerimientos divinos, quedando de ese modo prisionero del propio egoísmo.
159 La gracia santificante «addit spirituale» (Santo Tomás de Aquino, De veritate, q. 27, a. 6, ad 1); por la infusión de la gracia, Dios otorga a la persona humana un «esse spirituale gratuitum» (ibid., q. 27, a. 1, ad 3).
160 Cfr. apartado 1.2.1.
161 Cfr. Conc. de Trento, Sessio V: Decr. de peccato originali, 1: DS 1511; Hb 2, 14-15; CEC, 407.
162 Carta 24-III-1931, 21. De la lucha contra las tentaciones se hablará en el capítulo 8º, apartado 3.
163 Surco, 887.
164 Camino, 738.
165 Cfr. R. García de Haro, La vida cristiana, Pamplona 1992, pp. 248-255. El autor, profesor de Teología moral fallecido en 1994, dedicó varios artículos al estudio de la enseñanza de san Josemaría; en las páginas que acabamos de citar puede verse un planteamiento de la vida moral empapado de la conciencia de la libertad, en sintonía con su mensaje.
166 Es Cristo que pasa, 131.
167 Amigos de Dios, 36.
168 Es Cristo que pasa, 13. «Las gracias actuales designan las intervenciones divinas que están en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación» (CEC, 2000). No son, como la gracia santificante, un don “habitual", una cualidad permanente; son mociones “actuales" del Espíritu Santo para que conozcamos, queramos o realicemos alguna cosa (cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 110, a. 2, c).
169 Es Cristo que pasa, 77.
170 Tradicionalmente se afirma que «la iniciativa divina en la obra de la gracia previene, prepara y suscita la respuesta libre del hombre» (CEC, 2022).
171 Carta 14-II-1974, 22. La oración «dirigat...» era del Domingo XVIII después de Pentecostés. En el actual Misal Romano figura como colecta del sábado de la cuarta semana de Cuaresma.
172 Sobre la noción de “gratia invicta", cfr. San Agustín, De correptione et gra tia, 12, 38; y sobre la “suavitas amoris", cfr. Id., Enarrationes in Psalmos, 13.
173 Cfr. CEC, 2022.
174 Surco, 668.
175 No se mencionan aquí otros muchos aspectos de la relación entre gracia y libertad, que se estudian en Teología dogmática. Baste recordar que, en este tema, la doctrina católica se aleja tanto de la postura pelagiana que tiende a prescindir de la gracia y confiar en las solas fuerzas humanas para alcanzar la salvación, como de la postura luterana según la cual el hombre no puede hacer nada para su salvación, salvo confiar en Dios (cfr. CEC, 406).
176 Cfr. Es Cristo que pasa, 173.
177 Cfr. CEC, 1828.
178 C. Echevarría Falla, Libertad y estructura de las virtudes en el Beato Josemaría, en: AA.VV., Hacia una educación más humana. En torno al pensamiento de Josemaría Escrivá, San José de Costa Rica 2002, p. 65.
179 Amigos de Dios, 34. A continuación de estas palabras, san Josemaría cita una explicación de Santo Tomás que concluye así: «Cuando [el hombre] peca, obra fuera de razón, y entonces se deja conducir por impulso de otro, sujeto en confines ajenos, y por eso el que acepta el pecado es siervo del pecado (Jn 8, 34)» (In Ioann. Ev., c. 8, lect. 4).
180 Amigos de Dios, 37. Cfr. Jn 8, 34.
181 «In via Dei stare retrocedere est» (San Gregorio Magno, Regula pastoralis, p. 3, c. I).
182 A. Llano, Libertad y trabajo, cit., p. 185.
183 A. Millán Puelles, Amor a la libertad, cit., p. 33.
184 «...quanto aliquis plus habet de caritate, plus habet de libertate» (Santo To más de Aquino, In III Sent., d. 29, a. 8, qla. 3, s.c.).
185 Amigos de Dios, 38.
186 Forja, 819.
187 Amigos de Dios, 24.
188 Conversaciones, 34.
189 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría Escrivá, cit., p. 85.
190 Ibid., p. 81.
191 Amigos de Dios, 30.
192 Es Cristo que pasa, 138.
193 Conversaciones, 117. Cfr. CEC, 1734.
194 Ll. Clavell, Personas libres, cit., p. 108.
195 W. Onclin, Mgr. Escrivá de Balaguer: un grand fondateur disparu, en: “La "Libre Belgique", 2 de julio de 1975.
196 Cfr., p.ej., Conversaciones, 14, 26, 28, 38, 60, 65, 66, 77, 78, 84, 98, 100, 118; Es Cristo que pasa, 27, 99, 124, 184; Amigos de Dios, 11, 32.
197 Carta 9-I-1951, 25.
198 J.M. Barrio, Educar en libertad. Una pedagogía de la confianza, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. V/1, p. 97.
199 Camino, 755.
200 Es Cristo que pasa, n. 99.
201 Cfr. supra (nota 63); el artículo se encuentra en las pp. 229-242 del citado vol. III.
202 Surco, n. 850.
203 Forja, n. 214.
204 Apuntes de la predicación (AGP, P10, n. 197).
205 Surco, 145.
206 En otros casos sí la menciona, con aplicaciones concretas que ahora no tratamos: cfr. Conversaciones, 100; Es Cristo que pasa, 79, 129; Amigos de Dios, 35; etc.
207 C. Naval, La confianza: exigencia de la libertad personal, cit., p. 240.
208 Ibid., p. 239.
209 Ibid., p. 240.
210 Amigos de Dios, 159.
211 Sobre los conceptos básicos de este apartado puede verse M. Rhonheimer, La perspectiva de la moral, Madrid 2000, pp. 169-197.
212 Es Cristo que pasa, 164. Sobre el tema, cfr. J.M. Yanguas, Amar “con todo el corazón” (Dt 6, 5). Consideraciones sobre el amor del cristiano en las enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá, en: “Romana” 26 (1998) 144-157; C. Vidal Montecinos, El corazón humano en las enseñanzas de san Josemaría, en: H. Ospina (ed.), Colección Centenario, nº 9, San José de Costa Rica 2003, 45 pp.
213 J.F. Sellés, La verdad del corazón, en: AA.VV., Tres estudios sobre el pensamiento de san Josemaría Escrivá, Cuadernos de Anuario Filosófico, nº 158, Pamplona 2003, p. 27.
214 Es Cristo que pasa, 166.
215 CEC, 1705. Cfr. Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 17.
216 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 6, a. 1, c.
217 Id., S.Th. I-II, q. 17, a. 1, ad 2.
218 Cfr., p.ej., Camino, 479. Véase la explicación de este punto en P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de “Camino”, Madrid 2004³, ad loc. Cfr. también Surco, 2; Forja, 870.
219 Apuntes de una meditación, 21-XI-1954 (AGP, P09, p. 19).
220 Carta 19-III-1967, 134.
221 Apuntes de la predicación, 27-IX-1967 (AGP, P03 XII-1967, p. 19). Cfr. también Amigos de Dios, 32.
222 Cfr. Santo Tomás de Aquino, Summa contra gentiles III, c. 109.
223 Amigos de Dios, 27.
224 L. Polo, El concepto de vida en Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 173.
225 Ibid.
226 Es Cristo que pasa, 35.
227 Amigos de Dios, 35.
228 Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 24.
229 L. Polo, Acerca de la plenitud, en: “Nuestro Tiempo” 162 (1967) 632.
230 Carta 30-IV-1946, 1. Cfr. Rm 8, 35.38 y 39. Sobre el “porque me da la gana” como el motivo “más sobrenatural”, cfr. J.B. Torelló, Was ist Berufung?, en E. Burkhart – J.B. Torelló, Berufung und Elternhaus, Wien 1989, pp. 1-13.
231 Cfr. Santo Tomás de Aquino, De malo, q. 6.
232 Apuntes de una meditación, febrero de 1972 (AGP, P09, p. 154).
233 Forja, 396. Cfr. Camino, 293.
234 Amigos de Dios, 26.
235 Santo Tomás de Aquino, In III Sent., d. 35, q. 1, a. 1, sol. 4.
236 Carta 24-III-1931, 36. Después se hablará del influjo de las pasiones.
237 Ibid., 49.
238 Para un estudio de Teología bíblica sobre el sentido de este texto, con el trasfondo de las enseñanzas de san Josemaría, cfr. A. García-Moreno, “Veritas libera-bit vos” (Jn 8, 32), en: AA.VV., El cristiano en el mundo, cit., pp. 113-136.
239 Amigos de Dios, 26.
240 Cfr. Santo Tomás de Aquino, In Ioann. Ev., c. 8, lect. 4.
241 «Así como el efecto de la misión del Hijo fue conducir al Padre, el efecto de la del Espíritu Santo es conducir a los fieles al Hijo. Y el Hijo, como es la misma Sabiduría generada, es la misma verdad: ego sum via, veritas et vita (Jn 14, 6). Por tanto, el efecto de ambas misiones es hacer a los hombres partícipes de la divina sabiduría y conocedores de la verdad: el Hijo nos da la doctrina, por ser el Verbo, y el Espíritu Santo nos hace capaces de recibir tal doctrina» (Santo Tomás de Aquino, In Ioann. Ev., c. 14, lect. 26; cfr. Summa contra gentiles IV, c. 21).
242 Es Cristo que pasa, 135.
243 Es Cristo que pasa, 133.
244 Conversaciones, 2; cfr. Surco, 389.
245 Ll. Clavell, La libertad ganada por Cristo en la Cruz, cit., p. 267. Sobre el tema de la “formación”, explica A. Rodríguez Luño: «Cuando se habla aquí de formación, no se entiende propiamente la comunicación de soluciones concretas prefabricadas e irreformables, cerradas al diálogo constructivo. Formar es más bien promover una sensibilidad hacia las exigencias del bien común, así como estimular un pensamiento que, a la luz de la fe, permita progresar en la comprensión de la realidad y del cambio social» (“Cittadini degni del vangelo” (Fil 1, 27). Saggi di etica politica, c. III: La formazione della coscienza in materia sociale e politica secondo gli insegnamenti di san Josemaría Escrivá, Roma 2005, p. 50).
246 Ll. Clavell, La libertad ganada por Cristo en la Cruz, cit., p. 271. De la formación cristiana se hablará en el capítulo 9º, apartado 4.
247 Carta 31-V-1954, 24.
248 Amigos de Dios, 38.
249 Forja, 396. Cfr. Camino, 293.
250 Amigos de Dios, 29.
251 Apuntes de la predicación, 21-VI-1972 (AGP, P01 VII-1972, p. 13).
252 Ibid.
253 Ibid.
254 Santo Tomás de Aquino, In Ioann. Ev., c. 5, lect. 6. Cfr. Id., De caritate, a. 6 s.c.
255 Cfr. A. Malo Pé, Antropología de la afectividad, Pamplona 2004, 238 pp.; F.R. Quiroga, La madurez afectiva, San José de Costa Rica 2003, 176 pp. (con una bibliografía selecta); D. von Hildebrand, El corazón: un análisis de la afectividad humana y divina, Madrid 1997, 224 pp.; R. Yepes, La persona y su intimidad, Pamplona 2004, 112 pp.; J.L. Lorda, Para una idea cristiana del hombre, Madrid 1999, 139 pp.; L. Polo, La persona humana y su crecimiento, Pamplona 1996, 264 pp. Estas obras, de las que citamos sólo las ediciones recientes en castellano, ofrecen interpretaciones de la afectividad diversas entre sí, dentro de la antropología cristiana, y citan a san Josemaría, excepto la de von Hildebrand.
256 Conversaciones, 114. Cfr. CEC, 365.
257 A. Blanco, Alcuni contributi del beato Josemaría alla comprensione dei rapporti tra fede e ragione, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. V/1, p. 256.
258 Los autores de Teología moral que siguen a Santo Tomás entienden generalmente que los sentimientos influyen directamente en el juicio de la razón y, a través de ella, en la voluntad.
259 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 22, a. 1, c; S.Th. I-II, q. 22, a. 2, c y ad 2.
260 «Los sentimientos o pasiones designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o a no obrar en razón de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo» (CEC, 1763).
261 “Sentimiento” es un estado afectivo producido por alguna impresión; “emoción”, una reacción afectiva producida por sensaciones, recuerdos o ideas; y “afecto”, una inclinación o sentimiento de simpatía hacia algo o alguien. Como se ve, se habla de sentimiento como de algo más permanente, mientras que el término emoción suele designar una realidad momentánea o pasajera.
262 Santo Tomás de Aquino habla de once pasiones: seis que proceden del apetito concupiscible y cinco del irascible (cfr. S.Th. I-II, q. 23, a. 4, c).
263 «En sí mismas, las pasiones no son buenas ni malas. Sólo reciben calificación moral en la medida en que dependen de la razón y de la voluntad. Las pasiones se llaman voluntarias “o porque están ordenadas por la voluntad, o porque la voluntad no se opone a ellas” (Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 24, a. 1)» (CEC, 1767). Las pasiones antecedentes no son ni buenas ni malas en el sentido de que de por sí no constituyen pecado; pero tener pasiones antecedentes que inclinan al mal, es un mal, y tener pasiones que inclinan al bien, es un bien.
264 Camino, 140.
265 Pertenece a la perfección «que el hombre se mueva al bien no sólo con la voluntad, sino también con el apetito sensitivo. Como dice el Salmo 83: “mi corazón y mi carne se regocijan en el Dios vivo”; entendiendo por “corazón” el apetito intelectivo [la voluntad], y por “carne” el apetito sensitivo» (Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 24, a. 3, c).
266 R. Alvira, Hacer Cristo al mundo, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. V/1, p. 41.
267 Camino, 548.
268 Forja, 519.
269 Cfr. Surco, 411.
270 Cfr. Surco, 750.
271 Es Cristo que pasa, 108. Cfr. Es Cristo que pasa, 146.
272 Cfr. CEC, 1762.
273 Apuntes de la predicación (AGP, P10, 18).
274 Cfr. CEC, 1767.
275 Carta 24-X-1965, 28.
276 Surco, 166.
277 Forja, 750.
278 Apuntes de una meditación, junio de 1972 (AGP, P09, p. 181). Por el contexto, se ve que san Josemaría emplea aquí el término “sensualidad” como equivalente a “sensibilidad”, para designar en general las tendencias de los apetitos sensibles.
279 Camino, 706.
280 Camino, 723.
281 Aunque los términos “temperamento” y “carácter” sean muy próximos en el lenguaje común, no se identifican. Por temperamento entendemos aquí un conjunto de inclinaciones íntimas que brotan de la constitución psicosomática del individuo. El temperamento (o como quiera llamarse a esa base psicosomática) no cambia, mientras que el carácter se puede corregir y mejorar.
282 Camino, 20.
283 Surco, 417; cfr. Surco, 440.
284 Camino, 947.
285 Camino, 4. Este punto, como todos los de Camino, se dirige tanto a varones como a mujeres. Las palabras “esto vir” (cfr. 1S 18, 17; 2S 10, 12; 1R 2, 2; etc.) hacen referencia a la virtud de la fortaleza, como explica P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de “Camino”, cit., ad loc.
286Apuntes de una meditación, 2-X-1962 (AGP, P09, p. 60).
287 Es Cristo que pasa, 107.
288 C. Ortiz de Landázuri, La reinvención innovadora del carácter en “Camino”, “Surco” y “Forja”, en: AA.VV., Tres estudios sobre el pensamiento de san Josemaría Escrivá, cit., pp. 79-115.
289 Santo Tomás de Aquino, In III Sent., d. 29, a. 8, qla. 3, s.c.
290 Apuntes de una meditación, 26-XI-1967 (AGP, P09, p. 79). Cfr. Amigos de Dios, 297-299.
291 P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de “Camino”, cit., p. 220.
292 Ibid., p. 239.
293 Cfr. Camino, 4.
294 Cfr. Amigos de Dios, 94.
295 Cfr. B. Castilla, Consideraciones sobre la antropología “varón-mujer” en las enseñanzas del Beato Josemaría, en: “Romana” 11 (1995) 434-447.
296 Conversaciones, 87.
297 Ibid.
298 Ibid.
299 Camino, 652.
300 Forja, 676.
301 Es Cristo que pasa, 26.
302 Forja, 690.
303 Conversaciones, 87.
304 Apuntes de la predicación (AGP, P02 VIII-1974, p. 36).
305 Camino, 982.
306 Aunque ya se ha dicho, recordemos que no tendría sentido hablar de una “libertad de” respecto a la ley moral natural, que precisamente indica el bien de la persona y es constitutiva de su naturaleza y de su libertad.
307 Apuntes de la predicación, 25-VI-1972 (AGP, P01 VII-1972, p. 9).
308 Es Cristo que pasa, 184.
309 Cfr. Es Cristo que pasa, 67-72.
310 Cfr. Pío XI, Enc. Non abbiamo bisogno, 29-VI-1931, parte III, §7: AAS 23 (1931) 301 s. El concepto se encuentra de modo explícito ya en León XIII, Enc. Libertas praestantissimum, 20-VI-1888, en: Acta Leonis, vol. VIII, p. 237 s.
311 Amigos de Dios, 32.
312 Conversaciones, 44.
313 Es Cristo que pasa, 99.
314 Amigos de Dios, 32.
315 Carta 9-I-1932, 66.
316 Lo de “injusta” está sobreentendido en las palabras citadas. Evidentemente san Josemaría no excluye que haya casos de justa coacción, como sucede cuando la autoridad pública recluye a un delincuente.
317 Conc. Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 10.
318 Carta 31-V-1954, 19.
319 Á. Rodríguez Luño, Relativismo, verdad y fe, en: “Romana” 42 (2006) 153.
320 Carta 11-III-1940, 65.
321 Conversaciones, 104.
322 Carta 8-VIII-1956, 38. Sobre la dimensión educativa de la libertad en san Josemaría, cfr. J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría Escrivá, cit., pp. 85-89.
323 A.M. González, El trabajo filosófico a la luz del Beato Josemaría, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. IV, Roma 2003, p. 178. Son interesantes las consideraciones de la autora acerca de cómo la fe cristiana fundamenta doctrinalmente el pluralismo en lo opinable: «La fe no es una filosofía, sino un don (...). Ese don nos proporciona un criterio que en cierto modo nos libera de conceder valor absoluto a nuestros logros humanos, también nuestros logros teóricos. (...) La fe nos libera, no del amor a la verdad, pero sí del peligro de identificar la verdad con nuestras propias teorías, con nuestro propio y personal itinerario. (...) La fe nos capacita para ejercitarnos en un desprendimiento peculiar, sin el cual todo pluralismo es ficticio, un desprendimiento que se manifiesta, entre otras cosas, en la prontitud para recibir cualquier género de crítica. A partir de aquí, los inconvenientes para vivir el pluralismo son ya únicamente morales: la propia falta de humildad, el amor a la propia excelencia» (ibid.).
324 Carta 25-I-1961, 41.
325 Conversaciones, 9.
326 Ibid.
327 Conversaciones, 59.
328 Conversaciones, 98.
329 Se puede ver en la enseñanza de san Josemaría un precedente de la doctrina que se encuentra en la base del siguiente canon del Código de Derecho Canónico de 1983: «Los fieles laicos tienen derecho a que se les reconozca en los asuntos terrenos aquella libertad que compete a todos los ciudadanos; sin embargo, al usar de esa libertad, han de cuidar de que sus acciones estén inspiradas por el espíritu evangélico, y han de prestar atención a la doctrina propuesta por el magisterio de la Iglesia, evitando a la vez presentar como doctrina de la Iglesia su propio criterio, en materias opinables» (CIC, can. 227).
330 Conversaciones, 30.
331 Carta 11-III-1940, 27. Pueden verse al respecto algunos hechos biográficos que ilustran esta enseñanza, en P. Urbano, El hombre de Villa Tevere, cit., pp. 259 282.
332 Cfr. F. Inciarte, Die Bedeutung der Freiheit für den seligen Josemaría Escrivá, en: C. Ortiz (dir.), Josemaría Escrivá. Profile einer Gründergestalt, Köln 2002, pp. 419-432. El interés de este excelente artículo deriva también de las referencias que hace el autor a las circunstancias históricas en las que san Josemaría hubo de defender la libertad política de los fieles laicos (sobre todo las de España, entre 1940 y 1975). Aquí nos centramos en la doctrina sobre la libertad; no podemos detenernos a comentar ese cuadro histórico. Un testimonio significativo es el de M. Aznar, Amigo de la libertad, en: R. Serrano (ed.), Así le vieron: testimonios sobre monseñor Escrivá de Balaguer, Rialp, Madrid 1992, pp. 25-31.
333 Á. Rodríguez Luño, “Cittadini degni del vangelo” (Fil 1, 27), cit., p. 36 s.
334 Ibid., p. 45.
335 A. García-Moreno, Aspectos de la libertad en Josemaría Escrivá, cit., p. 397. El autor remite a Conversaciones, 12 y 48.
336 Conversaciones, 118.
337 Carta 9-I-1932, 1.
338 G.J. Zanotti, La libertad en el orden temporal según el pensamiento de Escrivá de Balaguer, en: AA.VV., Un mensaje siempre actual, cit., p. 65.
339 Ibid., p. 67.
340 Cfr. A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei. Vida de Josemaría Escrivá de Balaguer, Madrid 1997-2003, vol. III, pp. 518-544.
341 Carta 9-I-1959, 35.
342 Artículo Las riquezas de la fe, cit. Cfr. Conversaciones, 11, 77.
343 Artículo Las riquezas de la fe, cit.
344 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría, cit., p. 90.
345 Carta 24-X-1965, 52.
346 Conversaciones, 67.
347 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría, cit., p. 96.
348 Conversaciones, 67.
349 Artículo Las riquezas de la fe, cit.
350 Ibid. Transcribimos más ampliamente el pasaje: La conciencia de la limitación de los juicios humanos nos lleva a reconocer la libertad como condición de la convivencia. Pero no es todo, e incluso no es lo más importante: la raíz del respeto a la libertad está en el amor (...) porque cada persona tiene un precio infinito, y un destino eterno en Dios: por cada una de ellas ha muerto Jesucristo.
351 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría, cit., p. 98.
352 Cfr. Conc. Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 2 y 7.
353 Conc. Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 1.
354 Ibid.
355 Conc. Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 5. El Estado debe «facilitar las condiciones propicias que favorezcan la vida religiosa» (Dignitatis humanae, 6).
356 Conversaciones, 73.
357 M. Rhonheimer, Verdad y política en una sociedad cristiana. Josemaría Escrivá y el amor a la libertad: presentación en perspectiva histórico-teológica, en: Id., Transformación del mundo, cit., p. 143. «Indudablemente Josemaría Escrivá fue un pionero del redescubrimiento de este espíritu de profundo respeto a la libertad, caracterizado por el rechazo de toda forma de coerción de las conciencias» (Ibid., p. 142).
358 C. Orrego Sánchez, La libertad religiosa y la continuidad doctrinal del Concilio Vaticano II. El testimonio cualificado del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, en: AA.VV., Un mensaje siempre actual, cit. p. 460.
359 Conversaciones, 44.
360 Carta 9-I-1959, 31.
361 Cfr. Conc. Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 5 y 6 (textos citados más arriba).
362 Carta 19-III-1967, 39.
363 «Todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo que se refiere a Dios y a su Iglesia, y, una vez conocida, a abrazarla y practicarla» (Conc. Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 1).
364 Carta 9-I-1959, 31.
365 Ibid., 38.
366 Cfr. Conc. Vaticano II, Decl. Dignitatis humanae, 6 y 13.
367 C. Orrego Sánchez, La libertad religiosa y la continuidad doctrinal del Concilio Vaticano II, cit., p. 464 (el autor remite en este punto a Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte, 6-I-2001, 51).
368 Surco, 302.
369 Surco, 311.
370 Es Cristo que pasa, 185.
371 Cfr. Congr. para la Doctrina de la Fe, Instr. Libertatis nuntius, 6-VIII-1984, e Instr. Libertatis conscientia, 22-III-1986. «La Teología de la liberación reaccionaba contra una religiosidad burguesa e individual, promoviendo la acción de los cristianos [en el terreno social, político y económico]. (…) Esto llevó a ver a la Iglesia como instrumento de reconstrucción de la sociedad secular y no como medio de salvación. La salvación –el crecimiento del Reino de Dios– se realizaba por medio de esa reconstrucción de la sociedad secular (…). La Teología de la liberación ponía la Iglesia al servicio del Reino que alcanzaría su plenitud con la libertad de los oprimidos» (M. de Salis, Concittadini dei santi e familiari di Dio. Studio storico-teologico sulla santità della Chiesa, Roma 2009, p. 226). El autor señala que la Teología de la liberación ponía el acento en la misión de los cristianos de contribuir a la instauración de la justicia social y, en general, al progreso temporal, pero lo hacía confundiendo esa meta, fruto del esfuerzo humano, con la salvación, don sobrenatural de Dios (cfr. ibid., p. 227).
372 Apuntes de la predicación, 29-VII-1974 (AGP, P04 1974, vol. II, p. 427). Cfr. Camino, 208.
373 Es Cristo que pasa, 167.
374 Camino, 387.
375 M. Rhonheimer, Transformación del mundo, cit., p. 108.
376 Ibid., p. 120, nota 47.
377 Cfr. P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de “Camino”, cit., ad loc.
378 Carta 16-VII-1933, 7.
379 Carta 6-V-1945, 34.
380 Pablo VI, Enc. Humanae vitae, 25-VII-1968, 29. Texto citado nuevamente por Juan Pablo II, Enc. Veritatis splendor, 6-VIII-1993, 95.
381 J. Ballesteros, Toda persona es digna. No toda opinión es válida, cit., pp. 75-76.
382 Ibid., p. 77.
383 J.J. Sanguineti, La libertad en el centro del mensaje del Beato Josemaría Escrivá, cit., pp. 93-94.
384 Carta 19-III-1967, 39.
385 Carta 24-X-1965, 62.
386 Carta 24-X-1942, 9.
387 Cfr. M. Seckler, “Compelle intrare”, en: AA.VV., Lexikon für Theologie und Kirche, 3ª ed. (1994), vol. 2, col. 1285 ss.
388 Carta 24-X-1942, 9.
389 Amigos de Dios, 37.
390 Camino, 390.
391 Camino, 391.
392 Amigos de Dios, 38.
393 C. Echevarría Falla, Libertad y estructura de las virtudes en el Beato Josemaría, cit., p. 65.
394 Amigos de Dios, 29.
395 Misal Romano. Vigilia pascual. Renovación de los compromisos bautismales.
396 CEC, 1740.
397 Carta 31-V-1954, 24.
398 San Agustín, In Ioann. Ev. 41, 10 (pasaje citado por Juan Pablo II, Enc. Veritatis splendor, 6-VIII-1993, 13).
399 Misal Romano, Vigilia pascual. Renovación de los compromisos bautismales.
400 Cfr. A. Vanhoye, Lettera ai Galati, cit., p. 123.
401 Carta 14-II-1974, 8.
402 Estudiaremos estos medios en el capítulo 9º.
403 Apuntes de la predicación, 25-VI-1972 (AGP, P01 VII-1972, pp. 10-11).
404 Ibid.
405 Ibid.
406 Apuntes de la predicación, 25-VI-1972 (AGP, P01 VII-1972, p. 8).
407 Apuntes de la predicación (AGP, P10, 19). La imagen se encuentra ya en San Agustín: «La carga de Cristo es tan leve que levanta (...) Que esta carga sea para ti cual es el peso de las alas para las aves; si lo tienen se levantan, si lo pierden quedarán en tierra» (Sermo 68, 12).
408 Sobre el contenido de esta sección remitimos a la explicación que hemos dado en el lugar correspondiente del capítulo 1º y que hemos vuelto a señalar en el 4º, que abre este volumen.
409 Camino, 19. Recuérdese lo que dijimos en la Parte preliminar, sección I.4, acerca de este punto de Camino. Al hablar de “jefe” o de “caudillo”, san Josemaría no está pensando en la política, y menos aún en un líder concreto. Está pensando en la actividad apostólica. Su imagen del líder, que se inspira en la figura de Jesucristo, trasciende absolutamente la de cualquier dirigente político.
410 Carta 30-IV-1946, 2.
411 Carta 11-III-1940, 47.
412 Carta 19-III-1967, 134.
413 Á. del Portillo, Carta pastoral, 19-III-1992 (AGP, P17, vol. III, 321). La cita final procede de apuntes de la predicación, 2-X-1972.
414 Carta 6-V-1945, 37.
415 Carta 31-V-1954, 22.
416 Ibid.
417 Forja, 659.