2º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Se regocijó el marido con su esposa
Lectura del libro de Isaías. (Is 62, 1-5)
Por amor a Sion no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha. Los pueblos verán tu justicia,
y los reyes tu gloria; te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»; a ti te llamarán «Mi predilecta», y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá un esposo. Como un joven se desposa con una doncella, así te desposan tus constructores. Como se regocija el marido con su esposa, se regocija tu Dios contigo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 96, 1-2a.2b-3.7-8a.9-10a y c)
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiate in omnibus pópulis mirabilia Domini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiate in omnibus pópulis mirabilia Domini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiate in omnibus pópulis mirabilia Domini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiate in omnibus pópulis mirabilia Domini.

Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey: él gobierna a los pueblos rectamente».

Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiate in omnibus pópulis mirabilia Domini.

Segunda Lectura

El mismo y único Espíritu reparte a cada uno en particular como él quiere
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. (1Co 12, 4-11)
Hermanos: Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común. Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu. Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A este se le ha concedido hacer milagros; a aquel, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cf. 2Ts 2, 14
Dios nos llamó por medio del Evangelio para que sea nuestra la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Deus vocávit nos per Evangélium, in acquisitionem glóriæ Dómini nostri Iesu Christi.

Evangelio

Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 2, 1-11)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino».
Jesús le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

3º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Leyeron el libro de la Ley, explicando su sentido
Lectura del libro de Nehemías. (Ne 8, 2-4a.5-6. 8-10)
En aquellos días, el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenían uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley. El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión.
Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas: «Amén, amén». Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra. Los levitas leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura. Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea: «Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis» (y es que todo el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley). Nehemías les dijo: «Id, comed buenos manjares y bebed buen vino, e invitad a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 19, 8.9.10.15)
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Domine, spiritus et vita sunt.

La ley del Señor es perfecta y
es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye a los ignorantes.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Domine, spiritus et vita sunt.

Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Domine, spiritus et vita sunt.

El temor del Señor es puro y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Domine, spiritus et vita sunt.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Domine, spiritus et vita sunt.

Segunda Lectura

Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. (1Co 12, 12-14.27)
Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro, sino muchos.
Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cf. Lc 4, 18
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizare pauperibus misit me Dominus, prædicare captivis remissionem.

Evangelio

Hoy se ha cumplido esta Escritura
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 1-4; Lc 4, 14-21)
Gloria a ti, Señor.
Ilustre Teófilo:
Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor».
Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

4º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Te constituí profeta de las naciones
Lectura del libro de Jeremías. (Jr 1, 4-5. 17-19)
En los días de Josías, el Señor me dirigió la palabra: «Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones. Tú cíñete los lomos: prepárate para decirles todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, o seré yo quien te intimide. Desde ahora te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro y muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá,
frente a los sacerdotes y al pueblo de la tierra. Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor–».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 71, 1-2.3-4a.5-6ab.15ab y 17)
R/. Mi boca contará tu salvación, Señor.
Os meum annuntiábit salutáre tuum, Dómine.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre.
Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído y sálvame.

Mi boca contará tu salvación, Señor.
Os meum annuntiábit salutáre tuum, Dómine.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa.

Mi boca contará tu salvación, Señor.
Os meum annuntiábit salutáre tuum, Dómine.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi confianza,
Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.

Mi boca contará tu salvación, Señor.
Os meum annuntiábit salutáre tuum, Dómine.

Mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación,
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.

Mi boca contará tu salvación, Señor.
Os meum annuntiábit salutáre tuum, Dómine.

Segunda Lectura

Quedan la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 12, 31-13, 13)
Hermanos:
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasa nunca.
Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.
Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus, prædicáre captivis remissiónem.

Evangelio

Jesús, como Elías y Eliseo, no solo es enviado a los judíos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 4, 21-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es este el hijo de José?».
Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo", haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún». Y añadió:
«En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

5º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Aquí estoy, mándame
Lectura del libro de Isaías (Is 6, 1-2a. 3-8)
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro diciendo: «¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije: «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».
Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado». Entonces escuché la voz del Señor, que decía: «¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?». Contesté: «Aquí estoy, mándame».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 138, 1-2a.2bc-3.4-5.7c-8)
R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
In conspéctu angelórum psallam tibi, Dómine.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario.

Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
In conspéctu angelórum psallam tibi, Dómine.

Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
In conspéctu angelórum psallam tibi, Dómine.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
In conspéctu angelórum psallam tibi, Dómine.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
In conspéctu angelórum psallam tibi, Dómine.

Segunda Lectura

Predicamos así, y así lo creísteis vosotros
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 15, 3-8. 11)
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano. Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí:
que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo.
Pues bien; tanto yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 19
Venid en pos de mí –dice el Señor–, y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus, et fáciam vos fieri piscatóres hóminum.

Evangelio

Dejándolo todo, lo siguieron
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 5, 1-11)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca». Respondió Simón y dijo: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: «Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador». Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

6º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor
Lectura del libro de Jeremías. (Jr 17, 5-8)
Esto dice el Señor: «Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor. Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita. Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 1, 1-2.3.4 y 6)
R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

Segunda Lectura

Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. (1Co l5, 12.16-20)
Hermanos:
Si se anuncia que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís estando en vuestros pecados; de modo que incluso los que murieron en Cristo han perecido. Si hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solo en esta vida, somos los más desgraciados de toda la humanidad. Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 6, 17.20-26
Alegraos y saltad de gozo –dice el Señor–, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
Gaudéte et exsultáte: Ecce enim merces vestra multa est in cælo.

Evangelio

Bienaventurados los pobres. Ay de vosotros, los ricos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 6, 17. 20-26)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús bajó del monte con los Doce, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

7º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

El Señor te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender la mano
Lectura del primer libro de Samuel. (Sal 26, 0)
En aquellos días, Saúl emprendió la bajada al desierto de Zif, llevando tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David allí. David y Abisay llegaron de noche junto a la tropa. Saúl dormía, acostado en el cercado, con la lanza hincada en tierra a la cabecera. Abner y la tropa dormían en torno a él. Abisay dijo a David: «Dios pone hoy al enemigo en tu mano. Déjame que lo clave de un golpe con la lanza en la tierra. No tendré que repetir». David respondió: «No acabes con él, pues ¿quién ha extendido su mano contra el ungido del Señor y ha quedado impune?». David cogió la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl, y se marcharon. Nadie los vio, ni se dio cuenta, ni se despertó. Todos dormían, porque el Señor había hecho caer sobre ellos un sueño profundo. David cruzó al otro lado y se puso en pie sobre la cima de la montaña, lejos, manteniendo una gran distancia entre ellos, y gritó: «Aquí está la lanza del rey. Venga por ella uno de sus servidores, Y que el Señor pague a cada uno según su justicia y su fidelidad. Él te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender mi mano contra el ungido del Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 103, 1-2.3-4.8 y 10.12-13)
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Segunda Lectura

Lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. (1Co 15, 45-49)
Hermanos:
El primer hombre, Adán, se convirtió en ser viviente. El último Adán, en espíritu vivificante.
Pero no fue primero lo espiritual, sino primero lo material y después lo espiritual. El primer hombre, que proviene de la tierra, es terrenal; el segundo hombre es del cielo. Como el hombre terrenal, así son los de la tierra; como el celestial, así son los del cielo. Y lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–: que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus, ut diligátis invicem sicut diléxi vos.

Evangelio

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 6, 27-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

8º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

No elogies a nadie antes de oírlo hablar
Lectura del libro del Eclesiástico. (Si 27, 4-7)
Cuando se agita la criba, quedan los desechos; así, cuando la persona habla, se descubren sus defectos. El horno prueba las vasijas del alfarero, y la persona es probada en su conversación. El fruto revela el cultivo del árbol, así la palabra revela el corazón de la persona. No elogies a nadie antes de oírlo hablar, porque ahí es donde se prueba una persona.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 92, 2-3.13-14.15-16)
R/. Es bueno darte gracias, Señor.
Bonum est confiteri tibi, Dómine.

Es bueno dar gracias al Señor
y tocar para tu nombre, oh Altísimo;
proclamar por la mañana tu misericordia
y de noche tu fidelidad.

Es bueno darte gracias, Señor.
Bonum est confiteri tibi, Dómine.

El justo crecerá como una palmera,
se alzará como un cedro del Líbano:
plantado en la casa del Señor,
crecerá en los atrios de nuestro Dios.

Es bueno darte gracias, Señor.
Bonum est confiteri tibi, Dómine.

En la vejez seguirá dando fruto
y estará lozano y frondoso,
para proclamar que el Señor es justo,
mi Roca, en quien no existe la maldad.

Es bueno darte gracias, Señor.
Bonum est confiteri tibi, Dómine.

Segunda Lectura

Nos da la victoria por medio de Jesucristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. (1Co 15, 54-58)
Hermanos: Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?». El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley. ¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! De modo que, hermanos míos queridos, manteneos firmes e inconmovibles. Entregaos siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Flp 2, 15d
Brilláis como lumbreras del mundo, manteniendo firme la palabra de la vida.
Lucetis sicut luminaria in mundo, verbum vitae continentes.

Evangelio

De lo que rebosa el corazón habla la boca
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 6, 39-45)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. ¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano. Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Prefacio

La salvación, fruto de la obediencia de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque tu amor al mundo fue tan misericordioso que no sólo nos enviaste como redentor a tu propio Hijo, sino que en todo lo quisiste semejante al hombre, menos en el pecado, para poder así amar en nosotros lo que amabas en él. Con su obediencia has restaurado aquellos dones que por nuestra desobediencia habíamos perdido. Por eso, ahora nosotros, llenos de alegría, te aclamamos con los ángeles y los santos diciendo:

9º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Cuando venga un extranjero, lo escucharás
Lectura del primer libro de los Reyes. (1R 8, 41-43)
En aquellos días, Salomón oró en el templo, diciendo: «Al extranjero, al que no es de tu pueblo Israel y viene de un país lejano a orar en este templo a causa de tu Nombre – porque oirán hablar de tu gran Nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo extendido–, tú lo escucharás en los cielos, lugar de tu morada; harás al extranjero según lo que te pida, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu Nombre y te respeten como tu pueblo Israel, y reconozcan que tu Nombre es invocado en este templo que yo he construido».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 116, 1.2)
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. O bien: Aleluya.
Euntes in mundum universum, praedicate Evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. O bien: Aleluya.
Euntes in mundum universum, praedicate Evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio. O bien: Aleluya.
Euntes in mundum universum, praedicate Evangelium.

Segunda Lectura

Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas. (Ga 1, 1-2. 6-l0)
Pablo, apóstol no de parte de hombres ni por mediación de ningún hombre, sino por Jesucristo y Dios Padre, que lo resucitó de entre los muertos, y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia. Me maravilla que hayáis abandonado tan pronto al que os llamó por la gracia de Cristo, y os hayáis pasado a otro evangelio. No es que haya otro evangelio; lo que pasa es que algunos os están turbando y quieren deformar el Evangelio de Cristo. Pues bien, aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicara un evangelio distinto del que os hemos predicado, ¡sea anatema! Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea anatema! Cuando digo esto, ¿busco la aprobación de los hombres, o la de Dios?, ¿o trato de agradar a los hombres? Si siguiera todavía agradando a los hombres, no sería siervo de Cristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cf. Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito; todo el que cree en él tiene vida eterna.
Sic Deus dilexit mundum, ut Filium suum unigénitum darte; omns qui credit in eum habet vitam aeternam.

Evangelio

Ni en Israel he encontrado tanta fe
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 7, 1-10)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: «Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga». Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir a ti personalmente. Dijo de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve», y va; al otro: "Ven", y viene; y a mi criado: "Haz esto", y lo hace». Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: «Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe».
Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Prefacio

El misterio pascual ha hecho de nosotros el pueblo de Dios
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso, con todos los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:

10º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Mira, tu hijo está vivo
Lectura del primer libro de los Reyes. (1R 17, 17-24)
En aquellos días, cayó enfermo el hijo de la dueña de la casa; su mal fue agravándose hasta el punto de que no le quedaba ya aliento. Entonces la viuda dijo a Elías: «¿Qué hay entre tú y yo, hombre de Dios? ¡Has venido a recordarme mis faltas y a causar la muerte de mi hijo!». Elías respondió: «Entrégame a tu hijo». Lo tomó de su regazo, lo subió a la habitación de arriba donde él vivía, y lo acostó en su lecho. Luego clamó al Señor, diciendo: «Señor, Dios mío, ¿vas a hacer mal a la viuda que me hospeda, causando la muerte de su hijo?». Luego se tendió tres veces sobre el niño, y gritó al Señor: «Señor, Dios mío, que el alma de este niño vuelva a su cuerpo». El Señor escuchó el grito de Elías y el alma del niño volvió a su cuerpo y el niño volvió a la vida. Tomó Elías al niño, lo bajó de la habitación de arriba al interior de la casa y se lo entregó a su madre, diciendo: «Mira, tu hijo está vivo».
La mujer dijo a Elías: «Ahora sé que eres un hombre de Dios, y que la palabra del Señor está de verdad en tu boca».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 29, 2 y 4.5-6.11 y 12a y 13b)
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exaltabo te, Domine, quoniam extraxisti me.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exaltabo te, Domine, quoniam extraxisti me.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exaltabo te, Domine, quoniam extraxisti me.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío,
te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exaltabo te, Domine, quoniam extraxisti me.

Segunda Lectura

Reveló a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas. (Ga 1, 11-19)
Os hago saber, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. Porque habéis oído hablar de mi pasada conducta en el judaísmo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y aventajaba en el judaísmo a muchos de mi edad y de mi raza como defensor muy celoso de las tradiciones de mis antepasados. Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles, no consulté Con hombres ni subí a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que, enseguida, me fui a Arabia, y volví a Damasco. Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para Conocer a Cefas, y permanecí quince días con él. De los otros apóstoles no vi a ninguno, sino a Santiago, el hermano del Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 7, 16
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
Propheta magnus surrexit in nobis, et Deus visitabit plebem suam.

Evangelio

¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 7, 11-17)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se fue a una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba. Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo: «No llores». Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: ¡«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!». El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo: «Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo». Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

11º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

El Señor ha perdonado tu pecado. No morirás
Lectura del libro de Samuel. (1S 12, 7-10.13)
En aquellos días, Natán dijo a David: «Así dice el Señor, Dios de Israel: "Yo te ungí rey de Israel y te libré de la mano de Saúl. Te entregué la casa de tu señor, puse a sus mujeres en tus brazos, y te di la casa de Israel y de Judá. Y, por si fuera poco, te añadiré mucho más. ¿Por qué has despreciado la palabra del Señor, haciendo lo que le desagrada? Hiciste morir a espada a Urías el hitita, y te apropiaste de su mujer como esposa tuya, después de haberlo matado por la espada de los amonitas. Pues bien, la espada no se apartará de tu casa jamás, por haberme despreciado y haber tomado como esposa a la mujer de Urías, el hitita"». David respondió a Natán: «He pecado contra el Señor». Y Natán le dijo: «También el Señor ha perdonado tu pecado. No morirás».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 31, 1-2.5.7.11)
R/. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Remítte, Dómine, culpam peccáti mei.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito
y en cuyo espíritu no hay engaño.

Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Remítte, Dómine, culpam peccáti mei.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Remítte, Dómine, culpam peccáti mei.

Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Remítte, Dómine, culpam peccáti mei.

Alegraos, justos,
y gozad con el Señor;
aclamadlo los de corazón sincero.

Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Remítte, Dómine, culpam peccáti mei.

Segunda Lectura

Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas. (Ga 2, 16.19-21)
Hermanos: Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley. Pues por las obras de la ley no será justificado nadie. Pues yo he muerto a la ley por medio de la ley, con el fin de vivir para Dios.
Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí.
Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí. No anulo la gracia de Dios; pero si la justificación es por me- dio de la ley, Cristo habría muerto en vano.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cf. 1Jn 4, 10
Dios nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Deus prior diléxit nos, et misit Fílium suum propitiatiónem pro peccátis nostris.

Evangelio

Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 7, 36- 50)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él y, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. En esto, una mujer que había en la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino trayendo un frasco de alabastro lleno de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con las lágrimas, se los enjugaba con los cabellos de su cabeza, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo: «Si este fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que lo está tocando, pues es una pecadora». Jesús respondió y le dijo: «Simón, tengo algo que decirte». Él contestó: «Dímelo, Maestro». Jesús le dijo: «Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de ellos le mostrará más amor?». Respondió Simón y dijo: «Supongo que aquel a quien le perdonó más». Le dijo Jesús: «Has juzgado rectamente». Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? He entrado en tu casa y no me has dado agua para los pies; ella, en cambio, me ha regado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de paz; ella, en cambio, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco». Y a ella le dijo: «Han quedado perdonados tus pecados». Los demás convidados empezaron a decir entre ellos: «Quién es este, que hasta perdona pecados?». Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz».

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

12º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Mirarán al que traspasaron
Lectura de la profecía de Zacarías. (Za 12, 10-11; Za 13, 1)
Esto dice el Señor: «Derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de perdón y de oración, y volverán sus ojos hacia mí, al que traspasaron. Le harán duelo como de hijo único, lo llorarán como se llora al primogénito.
Aquel día el duelo de Jerusalén será tan grande como el de Hadad-Rimón, en los llanos de Meguido. Aquel día brotará una fuente para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, remedio de errores e impurezas».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 62, 2.3-4.5-6.8-9)
R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ámina mea, Domine, Deus meus.

Oh, Dios, tú eres mi Dios,
por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca,
agostada, sin agua.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ámina mea, Domine, Deus meus.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ámina mea, Domine, Deus meus.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ámina mea, Domine, Deus meus.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Sitívit in te ámina mea, Domine, Deus meus.

Segunda Lectura

Cuantos habéis sido bautizados os habéis revestido de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas. (Ga 3, 26-29)
Hermanos:
Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos según la promesa.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor–, y yo las conozco, y ellas me siguen.
Oves meæ vocem meam áudiunt, dicit Dóminus, et ego cognósco eas, et sequúntur me.

Evangelio

Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 9, 18-24)
Gloria a ti, Señor.
Una vez que Jesús estaba orando solo, lo acompañaban sus discípulos y les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos contestaron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros dicen que ha resucitado uno de los antiguos profetas». Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro respondió: «El Mesías de Dios». El les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Porque decía: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día». Entonces decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Eliseo se levantó y siguió a Elías
Lectura del primer libro de los Reyes. (1R 19, 16 b. 19-21)
En aquellos días, el Señor dijo a Elías en el monte Horeb: «Unge profeta sucesor tuyo a Eliseo, hijo se Safat, de Abel Mejolá». Partió Elías de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, quien se hallaba arando. Frente a él tenía doce yuntas; él estaba con la duodécima. Pasó Elías a su lado y le echó su manto encima. Entonces Eliseo abandonó los bueyes y echó a correr tras Elías, diciendo: «Déjame ir a despedir a mi padre y a mi madre y te seguiré». Elías le respondió: «Anda y vuélvete, pues ¿qué te he hecho?». Eliseo volvió atrás, tomó la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio. Con el yugo de los bueyes asó la carne y la entregó al pueblo para que comiera. Luego se levantó, siguió a Elías y se puso a su servicio.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 15, 1-2a y 5.7-8.9-10.11)
R/. Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
Tu es, Domine, pars hereditatis meæ.

Protégeme, Dios mío,
que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
Tu es, Domine, pars hereditatis meæ.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
Tu es, Domine, pars hereditatis meæ.

Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me abandonarás en la región de los muertos
ni dejarás a tu fiel ver la corrupción.

Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
Tu es, Domine, pars hereditatis meæ.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

Tú eres, Señor, el lote de mi heredad.
Tu es, Domine, pars hereditatis meæ.

Segunda Lectura

Habéis sido llamados a la libertad
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas. (Ga 5, 1.13-18)
Hermanos: Para la libertad nos ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes, y no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud. Vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad; ahora bien, no utilicéis la libertad como estímulo para la carne; al contrario, sed esclavos unos de otros por amor. Porque toda la ley se cumple en una sola frase, que es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Pero, cuidado, pues mordiéndoos y devorándoos unos a otros acabaréis por destruiros mutuamente. Frente a ello, yo os digo: caminad según el Espíritu y no realizaréis los deseos de la carne; pues la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne; efectivamente, hay entre ellos un antagonismo tal que no hacéis lo que quisierais. Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cf. 1S 3, 9 c; Jn 6, 68 c
Habla, Señor, que tu siervo escucha; tú tienes palabras de vida eterna.
Loquere, Domine, quia audit servus tuus; verba vitæ æternæ habes.

Evangelio

Tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adondequiera que vayas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 9, 51-62)
Gloria a ti, Señor.
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él. Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén. Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?». Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea. Mientras iban de camino, le dijo uno: «Te seguiré adonde quiera que vayas».
Jesús le respondió: «Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo: «Sígueme». El respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre». Le contestó: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios». Otro le dijo: «Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa». Jesús le contestó: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

14º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz
Lectura del libro de Isaías. (Is 66, 10-14)
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis; alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto; mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor: «Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados. Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado, se manifestará a sus siervos la mano del Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 65, 1-3a.4-5.16 y 20)
R/. Aclamad al Señor, tierra entera.
Iubilate Deo, omnis terra.

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios:
«¡Qué temibles son tus obras!».

Aclamad al Señor, tierra entera.
Iubilate Deo, omnis terra.

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor, que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres.

Aclamad al Señor, tierra entera.
Iubilate Deo, omnis terra.

Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él,
que con su poder gobierna eternamente.

Aclamad al Señor, tierra entera.
Iubilate Deo, omnis terra.

Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor.

Aclamad al Señor, tierra entera.
Iubilate Deo, omnis terra.

Segunda Lectura

Llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas. (Ga 6, 14-18)
Hermanos: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es la circuncisión ni la incircuncisión, sino la nueva criatura. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie me moleste, pues yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Cf. Col 3, 15 a.16a
La paz de Cristo reine en vuestro corazón; la Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.
Pax Christi exultet in cordibus vestris; verbum Christi habitet in vobis abundanter.

Evangelio

Descansará sobre ellos vuestra paz
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 10, 1-9)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: "El reino de Dios ha llegado a vosotros".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

15º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

El mandamiento está muy cerca de ti para que lo cumplas
Lectura del libro del Deuteronomio. (Dt 30, 10-14)
Moisés habló al pueblo, diciendo: «Escucha la voz del Señor, tu Dios, observando sus preceptos y mandatos, lo que está escrito en el libro de esta ley, y vuelve al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Porque este precepto que yo te mando hoy no excede tus fuerzas, ni es inalcanzable. No está en el cielo, para poder decir: "¿Quién de nosotros subirá al cielo y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?". Ni está más allá del mar, para poder decir: "¿Quién de nosotros cruzará el mar y nos lo traerá y nos lo proclamará, para que lo cumplamos?". El mandamiento está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que lo cumplas».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 68, 14 y 17.30-31.33-34.36ab y 37)
R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum.

Mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí.

Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum.

Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias.

Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum.

Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos.

Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum.

Dios salvará a Sion,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella.

Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Húmiles, quærite Deum, et vivet cor vestrum.

Segunda Lectura

Todo fue creado por él y para él
Lectura de la carta de! apóstol san Pablo a los Colosenses. (Col 1, 15-20)
Cristo Jesús es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles.
Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 63 c-68c
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt; verba vitæ ætérnæ habes.

Evangelio

¿Quién es mi prójimo?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 10, 25-37)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?».
El respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza" y con toda tu mente. Y "a tu prójimo como a ti mismo"».
Él le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida». Pero el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: "Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva".
¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?».
Él dijo: «El que practicó la misericordia con él».
Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

16º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Señor, no pases de largo junto a tu siervo
Lectura del libro del Génesis. (Gn 18, 1-10a)
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo: «Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».
Contestaron: «Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo: «Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».
Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
Después le dijeron: «¿Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó: «Aquí, en la tienda».
Y uno añadió: «Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 14, 2-3ab.3cd-4ab.5)
R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Dómine, quis habitabit in tabernáculo tuo?

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Dómine, quis habitabit in tabernáculo tuo?

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino.
El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Dómine, quis habitabit in tabernáculo tuo?

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.

Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Dómine, quis habitabit in tabernáculo tuo?

Segunda Lectura

El misterio escondido desde siglos, revelado ahora a los santos
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses. (Col 1, 24-28)
Hermanos: Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 8, 15
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.
Beati qui in corde bono et optimo verbum Dei retinent, et fructum afferunt in patientia.

Evangelio

Marta lo recibió a en su casa. María ha escogido la parte mejor
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 10, 38-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

17º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

No se enfade mi Señor si sigo hablando
Lectura del libro del Génesis. (Gn 18, 20-32)
En aquellos días, el Señor dijo: «El clamor contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la queja llegada a mí; y si no, lo sabré».
Los hombres se volvieron de allí y se dirigieron a Sodoma, mientras Abrahán seguía en pie ante el Señor.
Abrahán se acercó y le dijo: «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?».
El Señor contestó: «Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos».
Abrahán respondió: «¡Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza! Y si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?».
Respondió el Señor: «No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco».
Abrahán insistió: «Quizá no se encuentren más que cuarenta».
Él dijo: «En atención a los cuarenta, no lo haré».
Abrahán siguió hablando: «Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?».
Él contestó: «No lo haré, si encuentro allí treinta».
Insistió Abrahán: «Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran allí veinte?».
Respondió el Señor: «En atención a los veinte, no la destruiré».
Abrahán continuó: «Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más: ¿Y si se encuentran diez?».
Contestó el Señor: «En atención a los diez, no la destruiré».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 137, 1-2a.2bc-3.6-7ab.7c-8)
R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
In quacumque die invocavero te, exaudi me, Dómine.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario.

Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
In quacumque die invocavero te, exaudi me, Dómine.

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu
promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
In quacumque die invocavero te, exaudi me, Dómine.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros, me conservas la vida;
extiendes tu mano contra la ira de mi enemigo.

Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
In quacumque die invocavero te, exaudi me, Dómine.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
In quacumque die invocavero te, exaudi me, Dómine.

Segunda Lectura

Os vivificó con él, perdonándoos todos los pecados
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses. (Col 2, 12-14)
Hermanos: Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, por la fe en la fuerza de Dios que lo resucitó de los muertos.
Y a vosotros, que estabais muertos por vuestros pecados y la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó con él.
Canceló la nota de cargo que nos condenaba con sus cláusulas contrarias a nosotros; la quitó de en medio, clavándola en la cruz.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Rm 8, l5 bc
Habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡"Abba", Padre!».
Accepistis Spíritum adoptionis filiorum; in eo clamamus: Abba Pater.

Evangelio

Pedid y se os dará
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 11, 1-13)
Gloria a ti, Señor.
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo: «Cuando oréis, decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación"».
Y les dijo: «Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle"; y, desde dentro, aquel le responde: "No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos"; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, si su hijo le pide un pez, le dará una serpiente en lugar del pez? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que le piden?».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

18º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

¿Qué saca el hombre de todos los trabajos?
Lectura del libro del Eclesiastés. (Qo 1, 2; Qo 2, 21-23)
¡Vanidad de vanidades!, –dice Qohélet–. ¡Vanidad de vanidades; todo es vanidad! Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto, y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado. También esto es vanidad y grave dolencia.
Entonces, ¿qué saca el hombre de todos los trabajos y preocupaciones que lo fatigan bajo el sol? De día su tarea es sufrir y penar; de noche no descansa su mente. También esto es vanidad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 89, 3-4.5-6.12-13.14 y 17)
R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refúgium factus es nobis, a generatióne in generatiónem.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vela nocturna.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refúgium factus es nobis, a generatióne in generatiónem.

Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refúgium factus es nobis, a generatióne in generatiónem.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refúgium factus es nobis, a generatióne in generatiónem.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refúgium factus es nobis, a generatióne in generatiónem.

Segunda Lectura

Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses. (Col 3, 1-5.9-11)
Hermanos: Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.
En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría.
¡No os mintáis unos a otros!: os habéis despojado del hombre viejo, con sus obras, y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo, y en todos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Beáti páuperes spíritu, quoniam ipsórum est regnum cælórum.

Evangelio

¿De quién será lo que has preparado?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 12, 13-21)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia».
Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?».
Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».
Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha". Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente".
Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

19º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios». Con lo que castigaste a los adversarios, nos glorificaste a nosotros. Llamándonos a ti
Lectura del libro de la Sabiduría. (Sb 18, 6-9)
La noche de la liberación les fue preanunciada a nuestros antepasados, para que, sabiendo con certeza en qué promesas creían, tuvieran buen ánimo.
Tu pueblo esperaba la salvación de los justos y la perdición de los enemigos, pues con lo que castigaste a los adversarios, nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti.
Los piadosos hijos de los justos ofrecían sacrificios en secreto y establecieron unánimes esta ley divina: que los fieles compartirían los mismos bienes y peligros, después de haber cantado las alabanzas de los antepasados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 32, 1 y 12.18-19.20 y 22)
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Beátus pópulus, quem elégit Dominus in hereditátem sibi.

Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Beátus pópulus, quem elégit Dominus in hereditátem sibi.

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre.

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Beátus pópulus, quem elégit Dominus in hereditátem sibi.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.

Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Beátus pópulus, quem elégit Dominus in hereditátem sibi.

Segunda Lectura

Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios
Lectura de la carta a los Hebreos. (Hb 11, 1-2.8-12/19)
Hermanos: La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve.
Por ella son recordados los antiguos.
Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad, Salió sin saber adónde iba.
Por la fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por la fe también Sara, siendo estéril, obtuvo "vigor para concebir" cuando ya le había pasado la edad, porque consideró fiel al que se lo prometía.
Y así, de un hombre, marcado ya por la muerte, nacieron hijos numerosos, como las estrellas del cielo y como la arena incontable de las playas
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 24, 42 a.44
Estad en vela y preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
Vigiláte et estóte paráti, quia qua nescitis hora Fílius hóminis ventúrus est.

Evangelio

Lo mismo vosotros, estad preparados
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 12, 35-40/32-48)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

«Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

20º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Me has engendrado para pleitear por todo el país
Lectura del libro de Jeremías. (Jr 38, 4-6.8-10)
En aquellos días, los dignatarios dijeron al rey: «Hay que condenar a muerte a ese Jeremías, pues, con semejantes discursos, está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y al resto de la gente. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia».
Respondió el rey Sedecías: «Ahí lo tenéis, en vuestras manos. Nada puedo hacer yo contra vosotros».
Ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. Jeremías se hundió en el lodo del fondo, pues el aljibe no tenía agua.
Ebedmélec abandonó el palacio, fue al rey y le dijo: «Mi rey y señor, esos hombres han tratado injustamente al profeta Jeremías al arrojarlo al aljibe, donde sin duda morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad».
Entonces el rey ordenó a Ebedmélec el cusita: «Toma tres hombres a tu mando y sacad al profeta Jeremías del aljibe antes de que muera».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 40, 2.3: 4.18)
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
Dómine, ad adiuvándum me festína.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mí grito.

Señor, date prisa en socorrerme.
Dómine, ad adiuvándum me festína.

Me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos.

Señor, date prisa en socorrerme.
Dómine, ad adiuvándum me festína.

Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.

Señor, date prisa en socorrerme.
Dómine, ad adiuvándum me festína.

Yo soy pobre y desgraciado,
pero el Señor se cuida de mí;
tú eres mi auxilio y mi liberación:
Dios mío, no tardes.

Señor, date prisa en socorrerme.
Dómine, ad adiuvándum me festína.

Segunda Lectura

Corramos, con constancia, en la carrera que nos toca
Lectura de la carta a los Hebreos. (Hb 12, 1-4)
Hermanos: Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.
Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 27
Mis ovejas escuchan mi voz –dice el Señor–, y yo las conozco, y ellas me siguen.
Oves meae vocem meam áudiunt, dicit Dóminus; et ego cognósco eas, et sequúntur me.

Evangelio

No he venido a traer paz, sino división
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 12, 49-53)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado, ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. Desde ahora estarán divididos cinco en una casa: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra su nuera y la nuera contra la suegra».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

21º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

De todas las naciones traerán a todos vuestros hermanos
Lectura del libro de Isaías. (Is 66, 18-21)
Esto dice el Señor: «Yo, conociendo sus obras y sus pensamientos, vendré para reunir las naciones de toda lengua; vendrán para ver mi gloria.
Les daré una señal, y de entre ellos enviaré supervivientes a las naciones: a Tarsis, Libia y Lidia (tiradores de arco), Túbal y Grecia, a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria.
Ellos anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todas las naciones, como ofrenda al Señor, traerán a todos vuestros hermanos, a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi santa montaña de Jerusalén –dice el Señor–, así como los hijos de Israel traen ofrendas, en vasos purificados, al templo del Señor.
También de entre ellos escogeré sacerdotes y levitas –dice el Señor–».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 116, 1.2)
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Eúntes in mundum universum, prædicate Evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Eúntes in mundum universum, prædicate Evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Eúntes in mundum universum, prædicate Evangelium.

Segunda Lectura

El Señor reprende a los que ama
Lectura de la carta a los Hebreos. (Hb 12, 5-7.11-13)
Hermanos: Habéis olvidado la exhortación paternal que os dieron: «Hijo mío, no rechaces la corrección del Señor, ni te desanimes por su reprensión; porque el Señor reprende a los que ama y castiga a sus hijos preferidos».
Soportáis la prueba para vuestra corrección, porque Dios os trata como a hijos, pues ¿qué padre no corrige a sus hijos? Ninguna corrección resulta agradable, en el momento, sino que duele; pero luego produce fruto apacible de justicia a los ejercitados en ella.
Por eso, fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, y caminad por una senda llana: así el pie cojo, no se retuerce, sino que se cura.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 6 bc
Yo soy el camino y la verdad y la vida –dice el Señor–; nadie va al Padre sino por mí.
Ego sum via, veritas et vita, dicit Dóminus; nemo venit ad Patrem nisi per me.

Evangelio

Vendrán de oriente y occidente, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 13, 22-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús pasaba por ciudades y aldeas enseñando y se encaminaba hacia Jerusalén.
Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?».
Él les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: Señor, ábrenos; pero él os dirá: "No sé quiénes sois".
Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas".
Pero él os dirá: "No sé de dónde sois. Alejaos de mí todos los que obráis la iniquidad".
Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, pero vosotros os veáis arrojados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.
Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

22º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Humíllate, y así alcanzarás el favor del Señor
Lectura del libro del Eclesiástico. (Si 3, 17-20.28-29)
Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres, y te querrán más que al hombre generoso.
Cuanto más grande seas, más debes humillarte, y así alcanzarás el favor del Señor.
«Muchos son los altivos e ilustres, pero él revela sus secretos a los mansos».
Porque grande es el poder del Señor y es glorificado por los humildes.
La desgracia del orgulloso no tiene remedio, pues la planta del mal ha echado en él sus raíces.
Un corazón prudente medita los proverbios, un oído atento es el deseo del sabio.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 67, 4-5ac.6-7ab.10-11)
R/. Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.
Parásti domum in bonitáte tua páuperi, Deus.

Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad a su nombre;
su nombre es el Señor.

Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.
Parásti domum in bonitáte tua páuperi, Deus.

Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece.

Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.
Parásti domum in bonitáte tua páuperi, Deus.

Derramaste en tu heredad, oh, Dios, una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra
que tu bondad, oh, Dios,
preparó para los pobres.

Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres.
Parásti domum in bonitáte tua páuperi, Deus.

Segunda Lectura

Vosotros os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo
Lectura de la carta a los Hebreos. (Hb 12, 18-19.22-24a)
Hermanos: No os habéis acercado a un fuego tangible y encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni al estruendo de las palabras, oído el cual, ellos rogaron que no continuase hablando.
Vosotros, os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a las miríadas de ángeles, a la asamblea festiva de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos; a las almas de los justos que han llegado a la perfección, y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 2-9 ab
Tomad mi yugo sobre vosotros –dice el Señor–, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Tóllite iugum meum super vos, dicit Dóminus, et díscite a me, quia mitis sum et húmilis corde.

Evangelio

El que se enaltece será humillado, y el que se humille será enaltecido
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 14, 1.7-14)
Gloria a ti, Señor.
En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga: "Cédele el puesto a este".
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba".
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

23º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

¿Quién se imaginará lo que el Señor quiere?
Lectura del libro de la Sabiduría. (Sb 9, 13-18)
¿Qué hombre conocerá el designio de Dios?, o ¿quién se imaginará lo que el Señor quiere? Los pensamientos de los mortales son frágiles e inseguros nuestros razonamientos, porque el cuerpo mortal oprime el alma y esta tienda terrena abruma la mente pensativa. Si apenas vislumbramos lo que hay sobre la tierra y con fatiga descubrimos lo que está a nuestro alcance, ¿quién rastreará lo que está en el cielo?, ¿quién conocerá tus designios, si tú no le das sabiduría y le envías tu santo espíritu desde lo alto? Así se enderezaron las sendas de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada y se salvaron por la sabiduría».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 89, 3-4.5-6.12-13.14 y 17)
R/. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refugium factus es nobis, a generatione in generationem.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refugium factus es nobis, a generatione in generationem.

Si tú los retiras
son como un sueño,
como hierba que se renueva
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refugium factus es nobis, a generatione in generationem.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refugium factus es nobis, a generatione in generationem.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos.
Sí, haga prósperas las obras de nuestras manos.

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Dómine, refugium factus es nobis, a generatione in generationem.

Segunda Lectura

Recóbralo, no como esclavo, sino como un hermano querido
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón. (Flm 1, 9 b-10.12-17)
Querido hermano: Yo, Pablo, anciano, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien engendré en la prisión Te lo envío como a hijo.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en nombre tuyo en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo: así me harás este favor, no a la fuerza, sino con toda libertad.
Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido, que si lo es mucho para mí, cuánto más para ti, humanamente y en el Señor.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 118, 0
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus decretos.
Fáciem tuam illúmina super servum tuum, et doce me iustificationes tuas.

Evangelio

El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 14, 25-33)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: «Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: "Este hombre empezó a construir y no pudo acabar". ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

24º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado
Lectura del libro del Éxodo. (Ex 32, 7-11.13-14)
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: «Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto"».
Y el Señor añadió a Moisés: «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre"». Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 50, 3-4.12-13.17 y 19)
R/. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre.
Surgam et ibo ad patrem meum.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre.
Surgam et ibo ad patrem meum.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre.
Surgam et ibo ad patrem meum.

Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias.

Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre.
Surgam et ibo ad patrem meum.

Segunda Lectura

Cristo vino para salvar a los pecadores
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo. (1Tm 1, 12-17)
Querido hermano: Doy gracias a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me hizo capaz, se fió de mí y me confió este ministerio, a mí, que antes era un blasfemo, un perseguidor y un insolente.
Pero Dios tuvo compasión de mí porque no sabía lo que hacía, pues estaba lejos de la fe; sin embargo, la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí junto con la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús.
Es palabra digna de crédito y merecedora de total aceptación que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero; pero por esto precisamente se compadeció de mí: para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su paciencia y para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en él y tener vida eterna.
Al Rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

2Co 5, 19 ac
Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Deus erat in Christo mundum reconcilians sibi, et posuit in nobis verbum reconciliationis.

Evangelio

Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 15, 1-10/32)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola: «¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: "¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido".
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
O ¿qué mujer que tiene diez monedas, si se le pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas y les dice: "¡Alegraos conmigo!, he encontrado la moneda que se me había perdido".
Os digo que la misma alegría tendrán los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta».

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

25º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Contra los que "compran al indigente por plata"
Lectura de la profecía de Amós. (Am 8, 4-7)
Escuchad esto, los que pisoteáis, al pobre y elimináis a los humildes del país, diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el grano, y el sábado, para abrir los sacos de cereal –reduciendo el peso y aumentando el precio, y modificando las balanzas con engaño– para comprar al indigente por plata y al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano?».
El Señor lo ha jurado por la Gloria de Jacob: «No olvidaré jamás ninguna de sus acciones».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 112, 1-2.4-6.7-8)
R/. Alabad al Señor, que alza al pobre.
Laudáte Dóminum, qui érigit páuperem.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre.

Alabad al Señor, que alza al pobre.
Laudáte Dóminum, qui érigit páuperem.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que habita en las alturas
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Alabad al Señor, que alza al pobre.
Laudáte Dóminum, qui érigit páuperem.

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo.

Alabad al Señor, que alza al pobre.
Laudáte Dóminum, qui érigit páuperem.

Segunda Lectura

Que se hagan oraciones por toda la humanidad a Dios, que quiere que todos los hombres se salven
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (1Tm 2, 1-8)
Querido hermano: Ruego, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto.
Esto es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos; este es un testimonio dado a su debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol –digo la verdad, no miento–, maestro de las naciones en la fe y en la verdad.
Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni divisiones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre,
para enriqueceros con su pobreza.
Iesus Christus egénus factus est, cum esset dives, ut illíus inópia vos divites essetis.

Evangelio

No podéis servir a Dios y al dinero
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 16, 1-13)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto.
Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

26º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Ahora se acabará la orgía de los disolutos
Lectura de la profecía de Amós (Am 6, 1a. 4-7)
Esto dice el Señor omnipotente: «¡Ay de aquellos que se sienten seguros en Sion, confiados en la montaña de Samaría! Se acuestan en lechos de marfil, se arrellanan en sus divanes, comen corderos del rebaño y terneros del establo; tartamudean como insensatos e inventan como David instrumentos musicales; beben el vino en elegantes copas, se ungen con el mejor de los aceites pero no se conmueven para nada por la ruina de la casa de José. Por eso irán al destierro, a la cabeza de los deportados, y se acabará la orgía de los disolutos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 112, 1-2.4-6.7-8)
R/. ¡Alaba, alma mía, al Señor!
Lauda, anima mea, Dóminum.

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos.

¡Alaba, alma mía, al Señor!
Lauda, anima mea, Dóminum.

El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos.

¡Alaba, alma mía, al Señor!
Lauda, anima mea, Dóminum.

Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad.

¡Alaba, alma mía, al Señor!
Lauda, anima mea, Dóminum.

Segunda Lectura

Guarda el mandamiento hasta la manifestación del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo. (1Tm 6, 11-16)
Hombre de Dios, busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.
Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado y que tú profesaste noblemente delante de muchos testigos.
Delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Cristo Jesús, que proclamó tan noble profesión de fe ante Poncio Pilato, te ordeno que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que, en el tiempo apropiado, mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad, que habita una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver.
A él honor y poder eterno. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

2Co 8, 9
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre para enriqueceros con su pobreza.
Iesus Christus egénus factus est, cum esset dives, ut illíus inópia vos divites essetis.

Evangelio

Recibiste bienes, y Lázaro males: ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 16, 19-31)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas".
Pero Abrahán le dijo: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros".
Él dijo: "Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento".
Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen".
Pero él le dijo: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán".
Abrahán le dijo: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto"».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

27º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

El justo por su fe vivirá
Lectura de la profecía de Habacuc. (Ha 1, 2-3; Ha 2, 2-4)
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio sin que me oigas, te gritaré: ¡Violencia!, sin que me salves? ¿Por qué me haces ver crímenes y contemplar opresiones? ¿Por qué pones ante mí destrucción y violencia, y surgen disputas y se alzan contiendas? Me respondió el Señor: Escribe la visión y grábala en tablillas, que se lea de corrido; pues la visión tiene un plazo, pero llegará a su término sin defraudar.
Si se atrasa, espera en ella, pues llegará y no tardará.
Mira, el altanero no triunfará; pero el justo por su fe vivirá.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 94, 1-2.6-7.8-9)
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
Utinam hódie vocem Dómini audiátis: "Nolíte obduráre corda vestra".

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. .

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
Utinam hódie vocem Dómini audiátis: "Nolíte obduráre corda vestra".

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
Utinam hódie vocem Dómini audiátis: "Nolíte obduráre corda vestra".

Ojalá escuchéis hoy su Voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras».

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón».
Utinam hódie vocem Dómini audiátis: "Nolíte obduráre corda vestra".

Segunda Lectura

No te avergüences del testimonio de nuestro Señor
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo. (2Tm 1, 6-8.13-14)
Querido hermano: Te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos, pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza. Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero; antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús. Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

1P 1, 25
La palabra del Señor permanece para siempre; esta es la palabra del Evangelio que os ha sido anunciada.
Verbum Dómini manet in ætérnum; hoc est autem verbum quod evangelizátum est in vos.

Evangelio

¡Si tuvierais fe!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 17, 5-10)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor: «Auméntanos la fe».
El Señor dijo: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.
¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: "Enseguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis más bien: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Acaso tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo que se os ha mandado, decid: "Somos siervos inútiles, hemos hecho lo que teníamos que hacer"».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

28º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Volvió Naamán al hombre de Dios y alabó al Señor
Lectura del segundo libro de los Reyes. (2R 5, 14-17)
En aquellos días, el sirio Naamán bajó y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra de Eliseo, el hombre de Dios, Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio de su lepra.
Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando: «Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Recibe, pues, un presente de tu siervo».
Pero Eliseo respondió: «Vive el Señor ante quien sirvo, que no he de aceptar nada». Y le insistió en que aceptase, pero él rehusó.
Naamán dijo entonces: «Que al menos le den a tu siervo tierra del país, la carga de un par de mulos, porque tu servidor no ofrecerá ya holocausto ni sacrificio a otros dioses más que al Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 97, 1.2-3ab.3cd-4)
R/. El Señor revela a las naciones su salvación.
In conspéctu géntium revelávit Dóminus salutáre suum.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

El Señor revela a las naciones su salvación.
In conspéctu géntium revelávit Dóminus salutáre suum.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

El Señor revela a las naciones su salvación.
In conspéctu géntium revelávit Dóminus salutáre suum.

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

El Señor revela a las naciones su salvación.
In conspéctu géntium revelávit Dóminus salutáre suum.

Segunda Lectura

Si perseveramos, también reinaremos con Cristo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo. (2Tm 2, 8-13)
Querido hermano: Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.
Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.
Es palabra digna de crédito: Pues si morimos con él, también viviremos con él; si perseveramos, también reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará.
Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

1Ts 5, 18
Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
In ómnibus grátias ágite: hæc est enim volúntas Dei in Christo Iesu in ómnibus vobis.

Evangelio

¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 17, 11-19)
Gloria a ti, Señor.
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias.
Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

29º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel
Lectura del libro del Éxodo. (Ex 17, 8-13)
En aquellos días, Amalec vino y atacó a Israel en Refidín. Moises dijo a Josue: «Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano».
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.
Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado.
Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 121, 1-2.3-4.5-6.7-8)
R/. Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Adiutórium nostrum in nómine Dómini, qui fecit cælum et terram.

Segunda Lectura

El hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo. (2Tm 3, 14-4, 2)
Querido hermano: Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.
Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Hb 4, 12ad
La palabra de Dios es viva y eficaz; juzga los deseos e intenciones del corazón.
Vivus est sermo Dei et éfficax, et discretor cogitatiónum et intentiónum cordis.

Evangelio

Dios hará justicia a sus elegidos que claman ante él
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 18, 1-8)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer.
«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario".
Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme"».
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

30º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

La oración del humilde atraviesa las nubes
Lectura del libro del Eclesiástico. (Si 35, 12-14.16-19a)
El Señor es juez, y para él no cuenta el prestigio de las personas.
Para él no hay acepción de personas en perjuicio del pobre, sino que escucha la oración del oprimido.
No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda cuando se desahoga en su lamento.
Quien sirve de buena gana, es bien aceptado, y su plegaria sube hasta las nubes.
La oración del humilde atraviesa las nubes, y no se detiene hasta que alcanza su destino.
No desiste hasta que el Altísimo lo atiende, juzga a los justos y les hace justicia.
El Señor no tardará.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 34, 2-3.17-18.19 y 23)
R/. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
Pauper clamávit, et Dóminus exaudívit eum.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
Pauper clamávit, et Dóminus exaudívit eum.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
Pauper clamávit, et Dóminus exaudívit eum.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.

El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
Pauper clamávit, et Dóminus exaudívit eum.

Segunda Lectura

Me está reservada la corona de la justicia
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo. (2Tm 4, 6-8.16-18)
Querido hermano: Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente.
He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta! Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

2Co 5, 19 ac
Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Deus erat in Christo mundum reconcílians sibi, et pósuit in nobis verbum reconciliatiónis.

Evangelio

El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 18, 9-14)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que se confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador".
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

31º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

Te compadeces de todos, porque amas a todos los seres
Lectura del libro de la Sabiduría. (Sb 11, 22-12, 2)
Señor, el mundo entero es ante ti como un grano en la balanza, como gota de rocío mañanero sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si odiaras algo, no lo habrías creado.
¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?, o ¿cómo se conservaría, si tú no lo hubieras llamado? Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amigo de la vida.
Pues tu soplo incorruptible está en todas ellas.
Por eso corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado, para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 144, 1-2.8-9.10-11.13cd-14)
R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedícam nómini tuo in sæculum, Deus meus rex.

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedícam nómini tuo in sæculum, Deus meus rex.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedícam nómini tuo in sæculum, Deus meus rex.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedícam nómini tuo in sæculum, Deus meus rex.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Benedícam nómini tuo in sæculum, Deus meus rex.

Segunda Lectura

El nombre de Cristo será glorificado en vosotros y vosotros en él
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses. (2Ts 1, 11-2, 2)
Hermanos: Oramos continuamente por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn3, 16
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito; todo el que cree en él tiene vida eterna.
Sic Deus diléxi mundum, ut Fílium suum unigénitum daret; omnis qui credit in eum habet vitam ætérnam.

Evangelio

El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 19, 1-10)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

32º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

El Rey del universo nos resucitará para una vida eterna
Lectura del segundo libro de los Macabeos. (2M 7, 1-2.9-14)
En aquellos días, sucedió que arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley.
Uno de ellos habló en nombre de los demás: «Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres».
El segundo, estando a punto de morir, dijo: «Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el Rey del universo nos resucitará para una vida eterna».
Después se burlaron del tercero. Cuando le pidieron que sacara la lengua, lo hizo enseguida y presentó las manos con gran valor.
Y habló dignamente: «Del Cielo las recibí y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios».
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.
Cuando murió este, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba a punto de morir, dijo: «Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 16, 1.5-6.8 y 15)
R/. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Satiábor, cum evigilávero, conspectu tuo, Dómine.

Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño.

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Satiábor, cum evigilávero, conspectu tuo, Dómine.

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Satiábor, cum evigilávero, conspectu tuo, Dómine.

Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Satiábor, cum evigilávero, conspectu tuo, Dómine.

Segunda Lectura

Que el Señor os dé fuerza para toda clase de palabras y obras buenas
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses. (2Ts 2, 16-2Ts 3, 5)
Hermanos: Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y nos ha regalado un consuelo eterno y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y os dé fuerza para toda clase de palabras y obras buenas. Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada, como lo fue entre vosotros, y para que nos veamos libres de la gente perversa y malvada, porque la fe no es de todos.
El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del Maligno.
En cuanto a vosotros, estamos seguros en el Señor de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos mandado.
Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia en Cristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Ap 1, 15 a-16b
Jesucristo es el primogénito de entre los muertos; a él, la gloria y el poder por los siglos de los siglos.
Iesus Christus est primogénitus mortuórum; ipsi glória et impérium in sæcula sæculórum.

Evangelio

No es Dios de muertos, sino de vivos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 20, 27.34-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dirigiéndose a los saduceos, que dicen que no hay resurrección, les dijo: «En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

33º Domingo del tiempo ordinario (C)

Primera Lectura

A vosotros os iluminará un sol de justicia
Lectura de la profecía de Malaquías. (Ml 3, 19-20a)
He aquí que llega el día, ardiente como un horno, en el que todos los orgullosos y malhechores serán como paja; los consumirá el día que está llegando, dice el Señor del universo, y no les dejará ni copa ni raíz.
Pero a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 97, 5-6.7-9a.9bc)
R/. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Venit Dóminus iudicáre pópulos in æquitáte.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.

El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Venit Dóminus iudicáre pópulos in æquitáte.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos,
aclamen los montes.

El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Venit Dóminus iudicáre pópulos in æquitáte.

Al Señor, que llega
para regir la tierra.

El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Venit Dóminus iudicáre pópulos in æquitáte.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Venit Dóminus iudicáre pópulos in æquitáte.

Segunda Lectura

Si alguno no quiere trabajar, que no coma
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses. (2Ts 3, 7-12)
Hermanos: Ya sabéis vosotros cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar, no comimos de balde el pan de nadie, sino que con cansancio y fatiga, día y noche, trabajamos a fin de no ser una carga para ninguno de vosotros.
No porque no tuviéramos derecho, sino para daros en nosotros un modelo que imitar.
Además, cuando estábamos entre vosotros, os mandábamos que si alguno no quiere trabajar, que no coma.
Porque nos hemos enterado de que algunos viven desordenadamente, sin trabajar, antes bien metiéndose en todo.
A esos les mandamos y exhortamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con sosiego para comer su propio pan.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 21, 28 bc
Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
Respícite et leváte cápita vestra, quóniam appropínquat redémptio vestra.

Evangelio

Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 21, 5-19)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida».
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».
Él dijo: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: "Yo soy", o bien: "Está llegando el tiempo"; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces les decía: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes.
Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Santísima Trinidad (C)

Primera Lectura

Antes de que la tierra existiera, la Sabiduría fue engendrada
Lectura del libro de los Proverbios. (Pr 8, 22-31)
Esto dice la Sabiduría de Dios: «El Señor me creó al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera.
Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas.
Aún no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba las nubes en la altura, y fijaba las fuentes abismales; cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 8, 4-5.6-7a.7b-9)
R/. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus nóster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él?

¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus nóster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies.

¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus nóster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar
que trazan sendas por el mar.

¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus nóster, quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Segunda Lectura

A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado por el Espíritu
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. (Rm 5, 1-5)
Hermanos:
Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Ap 1, 8
Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo; al Dios que es, al que era y al que ha de venir.
Glória Patri, et Filio, et Spiritui Sancto, Deo qui est, et qui erat, et qui venturus est.

Evangelio

Lo que tiene el Padre es mío. El Espíritu recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 16, 12-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Santísimo Cuerpo y Sangre de N. S. Jesucristo (C)

Primera Lectura

Ofreció pan y vino
Lectura del libro del Génesis. (Gn 14, 18-20)
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino, y le bendijo diciendo: «Bendito sea Abrán por el Dios altísimo,
creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos».
Y Abrán le dio el diezmo de todo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 109, 1.2.3.4)
R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Tu es sacerdos in æternum secundum ordinem Melchisedech.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Tu es sacerdos in æternum secundum ordinem Melchisedech.

Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Tu es sacerdos in æternum secundum ordinem Melchisedech.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora».

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Tu es sacerdos in æternum secundum ordinem Melchisedech.

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec».

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Tu es sacerdos in æternum secundum ordinem Melchisedech.

Segunda Lectura

Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios. (1Co 11, 23-26)
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía».
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía».
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Secuencia

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo -dice el Señor-; el que coma de este pan vivirá para siempre.
Ego sum panis vivus, qui de cælo descéndi, dicit Dóminus; si quis manducáverit ex hoc pane vivet in ætérnum.

Evangelio

Comieron todos y se saciaron
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 9, 11b-17)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús hablaba a la gente del reino y sanaba a los que tenían necesidad de curación. El día comenzaba a declinar.
Entonces, acercándose los Doce, le dijeron: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado».
Él les contestó: «Dadles vosotros de comer».
Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para toda esta gente».
Porque eran unos cinco mil hombres.
Entonces dijo a sus discípulos: «Haced que se sienten en grupos de unos cincuenta cada uno».
Lo hicieron así y dispusieron que se sentaran todos. Entonces, tomando él los cinco panes y los dos peces y alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron lo que les había sobrado: doce cestos de trozos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Sagrado Corazón de Jesús (C)

Primera Lectura

Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar
Lectura de la profecía de Ezequiel. (Ez 34, 11-16)
Esto dice el Señor Dios: «Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré.
Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.
Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar -oráculo del Señor Dios-.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

(Sal 22, 1-3a.3b.4.5.6)
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Segunda Lectura

Dios nos demostró su amor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos. (Rm 5, 5b-11)
Hermanos: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvados del castigo!
Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvados por su vida!
Y no solo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 29ab - Jn 10, 14
Tomad mi yugo sobre vosotros -dice el Señor-, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón.
Yo soy el Buen Pastor -dice el Señor-, que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen.
Tóllite iugum meum super vos, et díscite a me, quia mitis sum et húmilis corde.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus, et cognósco oves meas, et cognóscunt me meae.

Evangelio

¡Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 15, 3-7)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos y a los escribas esta parábola:
«Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?
Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos, y les dice: "Alegraos conmigo!, he encontrado la oveja que se me había perdido".
Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote

Primera lectura

Santo, santo, santo es el Señor del universo
Lectura del libro de Isaías (Is 6, 1-4. 8)
En el año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto a él estaban los serafines, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos el cuerpo, con dos volaban, y se gritaban uno a otro diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 23, 2-3.5.6 ( R/. 1)
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

En verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Ez 36, 25. 26
Aleluya, aleluya, aleluya
Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará;
y os daré un corazón nuevo,
y os infundiré un espíritu nuevo.
Effundam super vos aquam mundam,
et mundabimini ab omnibus inquinamentis vestris,
et dabo vobis spiritum novum, dicit Dominus.
Aleluya.

Evangelio

Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 17, 1-2. 9. 14-26)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a todos los que le has dado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.
No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno;
yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo:
que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Cristo Rey Ciclo C

Primera Lectura

Ellos ungieron a David como rey de Israel
Lectura del segundo libro de Samuel. (2S 5, 1-3)
En aquellos días, todas las tribus de Israel se presentaron ante David en Hebron y le dijeron: «Hueso tuyo y carne tuya somos. Desde hace tiempo, cuando Saúl reinaba sobre nosotros, eras tú el que dirigía las salidas y entradas de Israel. Por su parte, el Señor te ha dicho: “Tú pastorearás a mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”».
Los ancianos de Israel vinieron a ver al rey en Hebrón. El rey hizo una alianza con ellos en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos le ungieron como rey de Israel.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 121, 0
R/. Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.

Vamos alegres a la casa del Señor.
In domum Dómini lætántes íbimus.

Segunda Lectura

Nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses. (Col 1, 12-20)
Hermanos: Demos gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
Él es imagen del Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque en él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles.
Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades; todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él y para él quiso reconciliar todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 11, 9-10
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David!
Benedíctus qui venit in nómine Dómini! Benedíctum quod venit regnum patris nostri David!

Evangelio

Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 23, 35-43)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los magistrados hacían muecas a Jesús diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos».
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.