T ordinarioAdvientoNavidad • Cuaresma • S Sta.Pascua

IIIIIIIVV
  Ceniza 
MJVS

  Miércoles de Ceniza

Antífona de entrada

Sb 11, 23-24
Te compadeces de todos, Señor, y no aborreces nada de lo que hiciste; pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan, y los perdonas, porque tú eres nuestro Dios y Señor.

Se omite el acto penitencial, ya que en esta celebración es sustituido por la imposición de la ceniza.

Oración colecta

Concédenos, Señor,
comenzar el combate cristiano con el ayuno santo,
para que, al luchar contra los enemigos espirituales,
seamos fortalecidos con la ayuda de la austeridad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos
Lectura de la profecía de Joel. (Jl 2, 12-18)
Ahora –oráculo del Señor–, convertíos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos; rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor vuestro Dios, un Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del castigo.
¡Quién sabe si cambiará y se arrepentirá dejando tras de sí la bendición, ofrenda y libación para el Señor, vuestro Dios!
Tocad la trompeta en Sion, proclamad un ayuno santo, convocad a la asamblea,
reunid a la gente, santificad a la comunidad, llamad a los ancianos; congregad a los muchachos y a los niños de pecho; salga el esposo de la alcoba y la esposa del tálamo.
Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, servidores del Señor, y digan: Ten compasión de tu pueblo, Señor; no entregues tu heredad al oprobio ni a las burlas de los pueblos.
¿Por qué van a decir las gentes: Dónde está su Dios?
Entonces se encendió el celo de Dios por su tierra y perdonó a su pueblo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 51, 3-4.5.6a.12-13.14.17
R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.
Miserere, Dómine, quia peccavimus

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Misericordia, Señor, hemos pecado.
Miserere, Dómine, quia peccavimus

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.

Misericordia, Señor, hemos pecado.
Miserere, Dómine, quia peccavimus

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Misericordia, Señor, hemos pecado.
Miserere, Dómine, quia peccavimus

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

Misericordia, Señor, hemos pecado.
Miserere, Dómine, quia peccavimus

Segunda Lectura

Reconciliaos con Dios: ahora es tiempo favorable
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios. (2Co 5, 20-2Co 6,2)
Hermanos:
Actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Y como cooperadores suyos, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Pues dice: En el tiempo favorable te escuché, en el día de la salvación te ayudé.
Pues mirad: ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 96, 8a.7d
No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor.
Hódie, nolite obdurare corda vestra, sed vocem Dómini audite

Evangelio

Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 6, 1-6.16-18)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará.
Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Bendición de la Ceniza

Después de la homilía, el celebrante procede a la bendición de la ceniza, y dice la siguiente oración:
Hermanos: Pidamos humildemente a Dios Padre que bendiga con su gracia esta ceniza, que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en señal de penitencia.
Breve oración en silencio.
Tú que no quieres la muerte del pecador, sino su arrepentimiento, escucha, Señor, con bondad nuestras súplicas y bendice esta ceniza que vamos a imponer sobre nuestras cabezas en reconocimiento de que somos polvo y al polvo hemos de volver, a fin de que el ejercicio de la penitencia cuaresmal nos obtenga el perdón de los pecados y una vida nueva a imagen de tu Hijo resucitado. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
En silencio asperge con agua bendita las cenizas.

Imposición de la Ceniza

Convertíos y creed en el Evangelio

Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás.

Mientras se impone la ceniza se canta:
Cambiemos nuestro vestido por la ceniza y el cilicio; ayunemos y oremos delante del Señor, porque nuestro Dios es compasivo y misericordioso para perdonar nuestros pecados.

Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: Perdona, Señor, perdona a tu pueblo, y no cierres la boca de aquéllos que te alaban.
Borra mi culpa, Señor.


Puede cantarse también otro cántico apropiado. Acabada la imposición de la ceniza, el celebrante se lava las manos.

Responsorio

Corrijamos aquello que por ignorancia hemos cometido, no sea que, sorprendidos por el día de la muerte, busquemos, sin poder encontrarlo, el tiempo de hacer penitencia.
Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
Socórrenos, Dios salvador nuestro; por el honor de tu nombre, líbranos, Señor.
Escúchanos, Señor, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.

Oración sobre las ofrendas

Al ofrecer el sacrificio que inaugura solemnemente la Cuaresma,
te pedimos, Señor,
que, mediante las obras de caridad y de penitencia,
dominemos las malas inclinaciones
y, limpios de pecado,
merezcamos celebrar piadosamente la pasión de tu Hijo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Prefacio

Antífona de la comunión

Sal 1, 2-3
El que medita la ley del Señor día y noche da fruto en su sazón.

Oración después de la comunión

Los sacramentos que hemos recibido
nos sean de ayuda, Señor,
para que nuestros ayunos sean gratos a tus ojos
y nos sirvan de medicina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Antes de la despedida el sacerdote, ante el pueblo, extendiendo las manos sobre él, dice esta oración:

Oh, Dios, infunde propicio un espíritu de contrición
sobre los que se inclinan ante tu grandeza,
y merezcan conseguir misericordiosamente la recompensa
prometida a los que se arrepienten.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Jueves de Ceniza

Antífona de entrada

Sal 55, 17-20. 23
Cuando invoqué al Señor, él escuchó mi voz y me salvó de los enemigos.
Encomienda al Señor tus afanes, que él te sustentará.

Oración colecta

Te pedimos, Señor,
que inspires, sostengas y acompañes nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti, como en su fuente, y tienda siempre a ti, como a su fin.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Mira: yo os propongo hoy bendición y maldición
Lectura del libro del Deuteronomio. (Dt 30, 15-20)
Moisés habló al pueblo, diciendo: Mira: hoy pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Pues yo te mando hoy amar al Señor, tu Dios, seguir sus caminos, observar sus preceptos, mandatos y decretos, y así vivirás y crecerás y el Señor, tu Dios, te bendecirá en la tierra donde vas a entrar para poseerla.
Pero, si tu corazón se aparta y no escuchas, si te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y les sirves, yo os declaro hoy que moriréis sin remedio; no duraréis mucho en la tierra adonde tú vas a entrar para tomarla en posesión una vez pasado el Jordán.
Hoy cito como testigos contra vosotros al cielo y a la tierra. Pongo delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que viváis tú y tu descendencia, amando al Señor, tu Dios, escuchando su voz, adhiriéndote a él, pues él es tu vida y tus muchos años en la tierra que juró dar a tus padres, Abrahán, Isaac y Jacob.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 1, 1-2.3.4-6
R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 17
Convertíos –dice el Señor–, porque está cerca el reino de los cielos.
Paeniténtiam ágite, dicit Dóminus; appropinquávit regnum caelórum.

Evangelio

El que pierda su vida por mi causa la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 9, 22-25)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Entonces decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Mira, Señor, propicio
las ofrendas que presentamos en tu altar,
para que nos obtengan el perdón
y proclamen la gloria de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 51, 12
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.

Oración después de la comunión

Te pedimos, Dios todopoderoso,
después de recibir la gracia del don celestial,
que este sea siempre para nosotros
causa de perdón y salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Dios todopoderoso,
que has mostrado a tu pueblo
el camino de la vida eterna,
te pedimos que, a través de él,
nos hagas llegar hasta ti, luz indeficiente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Viernes de Ceniza

Antífona de entrada

Sal 30, 11
Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme.

Oración colecta

Te pedimos, Señor, continuar
las obras de penitencia
que hemos comenzado con tu benevolencia,
para que la práctica que observamos externamente,
vaya acompañada de la sinceridad de corazón.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Este es el ayuno que yo quiero
Lectura del libro de Isaías. (Is 58, 1-9a)
Esto dice el Señor Dios:
Grita a pleno pulmón, no te contengas; alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados.
Consultan mi oráculo a diario, desean conocer mi voluntad.
Como si fuera un pueblo que practica la justicia y no descuida el mandato de su Dios, me piden sentencias justas, quieren acercarse a Dios.
"¿Para qué ayunar, si no haces caso; mortificarnos, si no te enteras?"
En realidad, el día de ayuno hacéis vuestros negocios y apremiáis a vuestros servidores; ayunáis para querellas y litigios, y herís con furibundos puñetazos.
No ayunéis de este modo, si queréis que se oiga vuestra voz en el cielo.
¿Es ese el ayuno que deseo en el día de la penitencia: inclinar la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza?
¿A eso llamáis ayuno, día agradable al Señor?
Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá; pedirás ayuda y te dirá: "Aquí estoy".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 51, 3-4.5-6a.18-19
R/. Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contrítum et humiliátum, Deus, non despícies.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contrítum et humiliátum, Deus, non despícies.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.

Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contrítum et humiliátum, Deus, non despícies.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias.

Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contrítum et humiliátum, Deus, non despícies.

Aclamación antes del Evangelio

Am 5, 14
Buscad el bien, no el mal, y viviréis;
y el Señor estará con vosotros.
Quaerite bonum, et non malum, ut vivátis; et erit Dóminus vobíscum

Evangelio

Cuando les sea arrebatado el esposo, entonces ayunarán
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 9, 14-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercan a Jesús, preguntándole:
¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?
Jesús les dijo: ¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Te ofrecemos, Señor,
el sacrificio de nuestra observancia cuaresmal,
que vuelva más aceptables a ti nuestros corazones
y nos haga más diligentes en la penitencia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 25, 4
Señor, enséñanos tus caminos, instrúyenos en tus sendas.

Oración después de la comunión

Te pedimos, Dios todopoderoso,
que la participación en este sacramento
nos purifique de todo pecado
y nos disponga a recibir los auxilios de tu bondad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Dios de misericordia, que tu pueblo
dé continuamente gracias por tus maravillas
y, teniendo presentes, mientras peregrina, los antiguos preceptos,
merezca llegar a contemplarte eternamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Sábado de Ceniza

Antífona de entrada

Sal 69, 17
Respóndenos, Señor, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasión vuélvete hacia nosotros.

Oración colecta

Dios todopoderoso y eterno,
mira compasivo nuestra debilidad
y, para protegernos,
extiende sobre nosotros tu mano poderosa.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo, brillará tu luz en las tinieblas
Lectura del libro de Isaías. (Is 58, 9b-14)
Esto dice el Señor:
Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado, un manantial de aguas que no engañan.
Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas, volverás a levantar los cimientos de otros tiempos; te llamarán "reparador de brechas", "restaurador de senderos",
para hacer habitable el país.
Si detienes tus pasos el sábado, para no hacer negocios en mi día santo, y llamas al sábado "mi delicia" y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras, evitando viajes, dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos, entonces encontrarás tu delicia en el Señor.
Te conduciré sobre las alturas del país y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.
Ha hablado la boca del Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 87, 1-2.3-4.5-6
R/. Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Doce me, Dómine, viam tuam, et ingrédiar in veritáte tua.

Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti.

Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Doce me, Dómine, viam tuam, et ingrédiar in veritáte tua.

Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Doce me, Dómine, viam tuam, et ingrédiar in veritáte tua.

Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad.
Doce me, Dómine, viam tuam, et ingrédiar in veritáte tua.

Aclamación antes del Evangelio

Ez 33, 11
No me complazco en la muerte del malvado –dice el Señor–, sino en que se convierta y viva.
Nolo mortem ímpii, dicit Dóminus, set ut revertátur a via sua et vivat.

Evangelio

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 5, 27-32)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme.
Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús: ¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Jesús les respondió: No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Recibe, Señor,
este sacrificio de reconciliación y de alabanza;
y haz que, purificados por su eficacia,
podamos ofrecerte el afecto de nuestro corazón
como ofrenda agradable a tus ojos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Mt 9, 13
Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor; que no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.

Oración después de la comunión

Te pedimos, Señor,
que, alimentados con el don de la vida celestial,
lo que para nosotros es un sacramento en la vida presente
se convierta en auxilio de eternidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Señor, hazte presente bondadosamente a tu pueblo
que ha participado en los santos misterios,
para que no se vean amenazados por peligro alguno
quienes confían en tu protección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
  Semana I 
LMMJVS

  Domingo I Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 91, 15-16
Me invocará y lo escucharé; lo defenderé, lo glorificaré, lo saciaré de largos días.

No se dice Gloria.

Oración colecta

Dios todopoderoso,
por medio de las prácticas anuales
del sacramento cuaresmal
concédenos progresar
en el conocimiento del misterio de Cristo,
y conseguir sus frutos con una conducta digna.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Se dice Credo.

Leccionario


Oración sobre las ofrendas

Haz, Señor, que nuestra vida responda
a estos dones que van a ser ofrecidos
y en los que celebramos el comienzo
de un mismo sacramento admirable.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Las tentaciones del Señor
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. El cual, al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica de nuestra penitencia cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado; de este modo, celebrando con sinceridad el misterio de esta Pascua, podremos pasar un día a la Pascua que no acaba. Por eso, con los ángeles y los santos, te cantamos el himno de alabanza diciendo sin cesar

Antífona de la comunión

Mt 4, 4
No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Sal 91, 4
El Señor te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás.

Oración después de la comunión

Después de recibir el pan del cielo
que alimenta la fe, consolida la esperanza y fortalece el amor,
te rogamos, Señor, que nos hagas sentir hambre de Cristo,
pan vivo y verdadero,
y nos enseñes a vivir constantemente
de toda palabra que sale de tu boca.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Te pedimos, Señor,
que descienda sobre tu pueblo la bendición copiosa,
para que la esperanza brote en la tribulación,
la virtud se afiance en la dificultad
y se obtenga la redención eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Lunes 1ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 123, 2-3
Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia.

Oración colecta

Conviértenos a ti, Dios Salvador nuestro,
e instruye nuestras mentes con la sabiduría del cielo,
para que la celebración de esta Cuaresma
dé fruto en nosotros.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Juzga con justicia a tu prójimo
Lectura del libro del Levítico. (Lv 19, 1-2.11-18)
El Señor habló así a Moisés:
Di a la comunidad de los hijos de Israel:
"Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No robaréis ni defraudaréis ni os engañaréis unos a otros. No juraréis en falso por mi nombre, profanando el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor.
No explotarás a tu prójimo ni le robarás. No dormirá contigo hasta la mañana siguiente el jornal del obrero.
No maldecirás al sordo ni pondrás tropiezo al ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.
No daréis sentencias injustas. No serás parcial ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico. Juzga con justicia a tu prójimo.
No andarás difamando a tu gente, ni declararás en falso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.
No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado.
No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 20, 8.9.10.15
R/. Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt.

El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, Roca mía, Redentor mío.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt.

Aclamación antes del Evangelio

2Co 6, 2b
Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.
Ecce nunc tempus acceptábile, ecce nunc dies salútis.

Evangelio

Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 25, 31-46)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme".
Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?".
Y el rey les dirá: "En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis".
Entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis".
Entonces también estos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?".
Él les replicará: "En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo".
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Acepta, Señor, la ofrenda de nuestra fidelidad,
que, por tu acción, santifique nuestra vida
y nos obtenga el perdón de nuestras culpas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Mt 25, 40. 34
En verdad os digo, cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis, dice el Señor. Venid vosotros, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Oración después de la comunión

Al recibir tu sacramento, Señor,
concédenos experimentar
alivio para el alma y para el cuerpo,
para que, salvados ambos,
nos gloriemos en la plenitud de los auxilios del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Te pedimos, Señor,
que ilumines la mente de tu pueblo con la claridad de tu luz,
para que alcance a ver lo que debe obrar
y lleve a cabo lo que sea recto.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Martes 1ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 90, 1-2
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Oración colecta

Señor, mira a tu familia
y haz que nuestro espíritu brille junto a ti
con el deseo de poseerte,
al mortificarnos mediante la penitencia corporal.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Mi palabra cumplirá mi deseo
Lectura del libro de Isaías. (Is 55, 10-11)
Esto dice el Señor:
Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 35, 4-5.6-7.16-17.18-19
R/. Dios libra a los justos de sus angustias.
Ex ómnibus tribulatiónibus eórum Deus líberat iustos.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

Dios libra a los justos de sus angustias.
Ex ómnibus tribulatiónibus eórum Deus líberat iustos.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

Dios libra a los justos de sus angustias.
Ex ómnibus tribulatiónibus eórum Deus líberat iustos.

Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.

Dios libra a los justos de sus angustias.
Ex ómnibus tribulatiónibus eórum Deus líberat iustos.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.

Dios libra a los justos de sus angustias.
Ex ómnibus tribulatiónibus eórum Deus líberat iustos.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 4b
No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Non in solo pane vivit homo, sed in omni verbo quod procédit de ore Dei.

Evangelio

Vosotros orad así
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 6, 7-15)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
"Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal".
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Dios, creador todopoderoso,
acepta los dones que recibimos de tu abundante generosidad
y convierte en auxilio para la vida eterna
los bienes temporales que nos has dado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 4, 2
Escúchame cuando te invoco, Dios de mi justicia; tú que en el aprieto me diste anchura ten piedad de mí y escucha mi oración.

Oración después de la comunión

Señor, que este sacramento nos ayude
a estimar los bienes del cielo
a la vez que calmamos la tendencia a los de la tierra.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Oh, Dios, que tus fieles, se fortalezcan con tu bendición;
sé para ellos consuelo en la tristeza,
paciencia en la tribulación
y defensa en el peligro.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Miércoles 1ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 25, 6. 2. 22
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Que no triunfen de nosotros nuestros enemigos. Sálvanos, Dios de Israel, de todos nuestros peligros.

Oración colecta

Mira complacido, Señor, el fervor de tu pueblo
que desea entregarse a ti con una vida santa;
y, a los que dominan su cuerpo con la penitencia,
transfórmalos interiormente
mediante el fruto de las buenas obras.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Los ninivitas habían abandonado el mal camino
Lectura de la profecía de Jonás. (Jon 3, 1-10)
El Señor dirigió la palabra a Jonás: Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré.
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla. Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando: Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada.
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.
La noticia llegó a oídos del rey de Nínive, que se levantó de su trono, se despojó del manto real, se cubrió con rudo sayal y se sentó sobre el polvo. Después ordenó proclamar en Nínive este anuncio de parte del rey y de sus ministros: Que hombres y animales, ganado mayor y menor no coman nada; que no pasten ni beban agua. Que hombres y animales se cubran con rudo sayal e invoquen a Dios con ardor. Que cada cual se convierta de su mal camino y abandone la violencia. ¡Quién sabe si Dios cambiará y se compadecerá, se arrepentirá de su violenta ira y no nos destruirá!
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 52, 3-4.12-13.18-19
R/. Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contritum et humiliatum, Deus non despicies

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contritum et humiliatum, Deus non despicies

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contritum et humiliatum, Deus non despicies

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios
es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias.

Un corazón quebrantado y humillado, oh, Dios, tú no lo desprecias.
Cor contritum et humiliatum, Deus non despicies

Aclamación antes del Evangelio

Jl 2, 12-13
Ahora –dice el Señor–, convertíos a mí de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso.
Nunc ergo dicit Dóminus, convertímini ad me in toto corde vestro, quia benignus et misericors sum

Evangelio

A esta generación no se le dará más signo que el signo de Jonás
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 11, 29-32)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús,
y él se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Te presentamos, Señor, estos dones que nos diste
para consagrarlos a tu nombre
y, ya que los has hecho sacramento para nosotros,
transfórmalos en remedio para la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 5, 12
Que se alegren todos los que esperan en ti, Señor: gozarán eternamente y habitarás en ellos.

Oración después de la comunión

Oh, Dios, que no cesas de alimentarnos con tus sacramentos,
concédenos que este banquete al que nos has admitido
nos alcance la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Señor, mira con bondad a tu pueblo
y límpialo de todos sus pecados con tu misericordia;
así no le hará daño adversidad alguna,
si no le domina ninguna maldad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Jueves 1ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 5, 2-3
Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de auxilio, Rey mío y Dios mío.

Oración colecta

Concédenos, Señor,
la gracia de conocer siempre lo que es recto
y practicarlo con diligencia,
para que vivamos siempre según tu voluntad
los que sin ti no podemos ni siquiera existir.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

No tengo más defensor que tú
Lectura del libro de Ester. (Est 14, 1.3-5.12-14)
En aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor.
Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo:
¡Bendito seas, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque me acecha un gran peligro.
Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él.
Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 139, 1-2a.2bc-3.7c-8
R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
In quacúmque die invocávero te, exáudi me, Dómine.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario.

Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
In quacúmque die invocávero te, exáudi me, Dómine.

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
In quacúmque die invocávero te, exáudi me, Dómine.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor.
In quacúmque die invocávero te, exáudi me, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 51, 12a.14a
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro; y devuélveme la alegría de tu salvación.
Cor mundum crea in me, Deus, et redde mihi laetítiam salutáris tui

Evangelio

Todo el que pide recibe
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 7, 7-12)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas.»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Atiende, Señor, los deseos de los que te suplican,
y, al aceptar nuestras ofrendas y plegarias,
convierte hacia ti los corazones de todos nosotros.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Mt 7, 8
Todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

Oración después de la comunión

Señor, Dios nuestro,
haz de estos santos misterios
que nos entregaste como prenda de nuestra salvación,
auxilio en el presente y para el futuro.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Te rogamos, Señor, que la misericordia esperada
descienda sobre los que te suplican,
y concédeles la abundancia de los bienes del cielo,
de modo que sepan bien lo que han de pedir
y obtengan lo que han solicitado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Viernes 1ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 25, 17-18
Señor, sácame de mis tribulaciones. Mira mis trabajos y mis penas y perdona todos mis pecados.

Oración colecta

Señor, concede a tus fieles,
prepararse de modo conveniente a las fiestas de Pascua,
para que, aceptada la penitencia corporal según la costumbre,
sea útil a todos para el bien de las almas.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

¿Acaso quiero yo la muerte del malvado, y no que se convierta de su conducta y viva?
Lectura de la profecía de Ezequiel. (Ez 18, 21-28)
Esto dice el Señor Dios:
Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado –oráculo del Señor Dios– y no que se convierta de su conducta y viva?
Si el inocente se aparta de su inocencia y comete maldades, como las acciones detestables del malvado, ¿acaso podrá vivir? No se tendrán en cuenta sus obras justas. Por el mal que hizo y por el pecado cometido, morirá.
Insistís: No es justo el proceder del Señor. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder? ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 131, 1-2.3-4ab.4c-6.7-8
R/. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Si iniquitátes observáveris, Dómine, Dómine, quis sustinébit?

Aclamación antes del Evangelio

Ez 18, 31
Apartad de vosotros todos vuestros delitos –dice el Señor–, renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.
Proícite a vobis omnes praevaricatiónes vestras, dicit Dóminus, et fácite vobis cor novum et spíritum novum.

Evangelio

Vete primero a reconciliarte con tu hermano
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 5, 20-26)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil" tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "necio", merece la condena de la "gehena" del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Acepta, Señor, estas ofrendas
con las que has querido satisfacerte
y por las que nos devuelves con amor eficaz
la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Ez 33, 11
Por mi vida, oráculo del Señor, que yo no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta y viva.

Oración después de la comunión

La comunión de tu sacramento, Señor, nos restaure
y, purificados del antiguo pecado,
nos conduzca a la unidad del misterio que nos salva.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Mira, Señor, con bondad a tu pueblo,
para que se cumpla en su interior
lo que su observancia manifiesta externamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Sábado 1ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 19, 8
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye a los ignorantes.

Oración colecta

Padre eterno,
vuelve hacia ti nuestros corazones,
para que, buscando siempre lo único necesario
y realizando obras de caridad,
nos dediquemos a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Serás el pueblo santo del Señor, tu Dios
Lectura del libro del Deuteronomio. (Dt 26, 16-19)
Moisés habló al pueblo, diciendo:
Hoy el Señor, tu Dios, te manda que cumplas estos mandatos y decretos. Acátalos y cúmplelos con todo tu corazón y con toda tu alma.
Hoy has elegido al Señor para que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz. Y el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo, como te prometió, y observes todos sus preceptos.
Él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y serás el pueblo santo del Señor, tu Dios, como prometió.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 120, 1-2.4-5.7-8
R/. Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Beati qui ambulant in lege Dómini

Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la ley del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón.

Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Beati qui ambulant in lege Dómini

Tú promulgas tus mandatos
para que se observen exactamente.
Ojalá esté firme mi camino,
para cumplir tus decretos.

Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Beati qui ambulant in lege Dómini

Te alabaré con sincero corazón
cuando aprenda tus justos mandamientos.
Quiero guardar tus decretos exactamente,
tú no me abandones.

Dichoso el que camina en la ley del Señor.
Beati qui ambulant in lege Dómini

Aclamación antes del Evangelio

2Co 6, 2b
Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salvación.
Ecce nunc tempus acceptábile, ecce nunc dies salutis

Evangelio

Sed perfectos como vuestro Padre celestial
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 5, 43-48)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo".
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Señor, que estos santos misterios
nos renueven
y nos hagan dignos de su fruto.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Mt 5, 48
Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto, dice el Señor.

Oración después de la comunión

Asiste, Señor, con tu ayuda continua
a los que alimentas con este divino sacramento,
y, a cuantos has iluminado con la sabiduría del cielo,
acompáñalos con el consuelo de la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Conforta, Señor, a tus fieles
con la bendición que imploramos de ti,
para que nunca permitas que nos apartemos de tu voluntad
y siempre podamos agradecer tus beneficios.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
  Semana II 
LMMJVS

  Domingo II Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 27, 8-9
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor. No me escondas tu rostro.

Sal 25, 6. 2. 22
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. Que no triunfen de nosotros nuestros enemigos; sálvanos, Dios de Israel, de todos nuestros peligros.

No se dice Gloria.

Oración colecta

Oh, Dios,
que nos has mandado escuchar a tu Hijo amado,
alimenta nuestro espíritu con tu palabra;
para que, con mirada limpia,
contemplemos gozosos la gloria de tu rostro.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Se dice Credo.

Leccionario


Oración sobre las ofrendas

Te pedimos, Señor,
que esta oblación borre nuestros pecados
y santifique los cuerpos y las almas de tus fieles,
para que celebren dignamente las fiestas pascuales.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

La transfiguración
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Quien, después de anunciar su muerte a los discípulos, les mostró en el monte santo el esplendor de su gloria, para testimoniar, de acuerdo con la Ley y los Profetas, que la pasión es el camino de la resurrección. Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo, así nosotros en la tierra te aclamamos diciendo sin cesar

Antífona de la comunión

Mt 17, 5
Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo.

Oración después de la comunión

Te damos gracias, Señor,
porque, al participar en estos gloriosos misterios,
nos haces recibir, ya en este mundo,
los bienes eternos del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Dirige continuamente, Señor, los corazones de tus fieles
y concede esta gracia a tus siervos,
de modo que, permaneciendo en tu amor y cercanía,
cumplan plenamente tus mandamientos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Lunes 2ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 26, 11-12
Sálvame, Señor, ten misericordia de mí. Mi pie se mantiene en el camino llano; en la asamblea bendeciré al Señor.

Oración colecta

Oh, Dios,
que nos mandaste mortificar nuestro cuerpo
como remedio espiritual,
concédenos abstenernos de todo pecado
y que nuestros corazones
sean capaces de cumplir los mandamientos de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Hemos pecado, hemos cometido crímenes
Lectura de la profecía de Daniel. (Dn 9, 4b-1O)
¡Ay, mi Señor, Dios grande y terrible, que guarda la alianza y es leal con los que lo aman y cumplen sus mandamientos!
Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.
Tú, mi Señor, tienes razón y a nosotros nos abruma la vergüenza, tal como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los de cerca y a los de lejos, en todos los países por donde los dispersaste a causa de los delitos que cometieron contra ti.
Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti.
Pero, mi Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona, aunque nos hemos rebelado contra él. No obedecimos la voz del Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por medio de sus siervos, los profetas.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 80, 8.9.11 y 13
R/. Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.
Dómine, non secúndum peccáta nostra fac nobis.

No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados.

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.
Dómine, non secúndum peccáta nostra fac nobis.

Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre.

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.
Dómine, non secúndum peccáta nostra fac nobis.

Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte.

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.
Dómine, non secúndum peccáta nostra fac nobis.

Nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación.

Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.
Dómine, non secúndum peccáta nostra fac nobis.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 63c.-68c
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt; verba vitae aeternae habes

Evangelio

Perdonad, y seréis perdonados
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 6, 36-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Acoge, Señor, nuestra oración
y libra de las seducciones del mundo
a los que concedes servirte
con los santos misterios del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Lc 6, 36
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso, dice el Señor.

Oración después de la comunión

Señor, que esta comunión nos limpie de pecado
y nos haga partícipes de las alegrías del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Afianza, Señor, el corazón de tus fieles
y fortalécelos con el poder de tu gracia,
para que se entreguen con fervor a la plegaria
y se amen con amor sincero.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Martes 2ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 13, 4-5
Da luz a mis ojos para que no me duerma en la muerte, para que no diga mi enemigo: «Le he podido».

Oración colecta

Señor, vela con amor continuo sobre tu Iglesia,
y, pues sin tu ayuda no puede sostenerse
lo que se cimienta en la debilidad humana,
protégela siempre con tus auxilios en el peligro
y dirígela hacia la salvación.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Aprended a hacer el bien, buscad la justicia
Lectura del libro de Isaías. (Is 1, 10.16-20)
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra.
Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones.
Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien.
Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda.
Venid entonces, y discutiremos –dice el Señor–.
Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como nieve;
aunque sean rojos como la púrpura, quedarán como lana.
Si sabéis obedecer, comeréis de los frutos de la tierra; si rehusáis y os rebeláis, os devorará la espada –ha hablado la boca del Señor–.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 50, 8-9.16bc-17.21 y 23
R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Qui immaculátus est in via, osténdam illi salutáre Dei.

No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños.

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Qui immaculátus est in via, osténdam illi salutáre Dei.

¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Qui immaculátus est in via, osténdam illi salutáre Dei.

Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ese me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
Qui immaculátus est in via, osténdam illi salutáre Dei.

Aclamación antes del Evangelio

Ez 18, 31
Apartad de vosotros todos vuestros delitos –dice el Señor– renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.
Proícite a vobis omnes praevaricationes vestras, dicit Dóminus, et fácite vobis cor novum et spiritum novum

Evangelio

Ellos dicen, pero no hacen
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 23, 1-12)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame "rabbí".
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar "rabbí", porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Santifícanos, Señor,
complacido por estos sacramentos;
purifícanos de nuestros vicios terrenos
y condúcenos hacia los bienes del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 9, 2-3
Proclamando todas tus maravillas, me alegro y exulto contigo, y toco en honor de tu nombre, oh, Altísimo.

Oración después de la comunión

Te rogamos, Señor,
que la participación en tu mesa santa
nos haga crecer en la piedad y
nos obtenga tu ayuda constante.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Muéstrate propicio, Señor, a las súplicas de tus fieles
y cura las debilidades de su espíritu,
para que, una vez perdonados,
se alegren siempre con tu bendición.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Miércoles 2ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 38, 22-25
No me abandones, Señor, Dios mío, no te quedes lejos; ven a socorrerme Señor mío, mi fuerza y salvación.

Oración colecta

Señor, guarda a tu familia
instruida en las buenas obras
y, confortada en sus necesidades temporales,
condúcela propicio hacia los bienes eternos.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Venga, vamos a hablar mal de él
Lectura del libro de Jeremías. (Jr 18, 18-20)
Ellos dijeron: Venga, tramemos un plan contra Jeremías porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos.
Hazme caso, Señor, escucha lo que dicen mis oponentes.
¿Se paga el bien con el mal?, ¡pues me han cavado una fosa!
Recuerda que estuve ante ti, pidiendo clemencia por ellos, para apartar tu cólera.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 32, 5-6.14.15-16
R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

Oigo el cuchicheo de la gente,
y todo me da miedo;
se conjuran contra mí
y traman quitarme la vida.

Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: Tú eres mi Dios.
En tus manos están mis azares:
líbrame de mis enemigos que me persiguen.

Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12b
Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Ego sum lux mundi, dicit Dóminus; qui séquitur me, habébit lumen vitae.

Evangelio

Lo condenarán a muerte
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 20, 17-28)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:
Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará.
Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó: ¿Qué deseas?
Ella contestó: Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Pero Jesús replicó: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?
Contestaron: Podemos.
Él les dijo: Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo: Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Mira con bondad, Señor,
la ofrenda que te presentamos,
y por este santo intercambio
líbranos de las ataduras de nuestros pecados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Mt 20, 28
El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por muchos.

Oración después de la comunión

Señor, Dios nuestro,
te pedimos que se convierta
en causa de salvación eterna
lo que quisiste fuera para nosotros
prenda de inmortalidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Concede a tus siervos, Señor,
la abundancia de tu protección y gracia,
dales salud de alma y cuerpo,
concédeles plenitud de amor fraterno
y haz que sean siempre fieles en su entrega a ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Jueves 2ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 139, 23-24
Oh Dios, ponme a prueba y conoce mis sentimientos; mira si mi camino se desvía y guíame por el camino eterno.

Oración colecta

Oh, Dios, que amas y devuelves la inocencia,
atrae hacia ti los corazones de tus siervos
para que, llenos del fervor de tu Espíritu,
permanezcamos firmes en la fe
y eficaces en las obras.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor
Lectura del libro de Jeremías. (Jr 17, 5-10)
Esto dice el Señor:
Maldito quien confía en el hombre, y busca el apoyo de las criaturas, apartando su corazón del Señor.
Será como cardo en la estepa, que nunca recibe la lluvia; habitará en un árido desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que alarga a la corriente sus raíces; no teme la llegada del estío, su follaje siempre está verde; en año de sequía no se inquieta, ni dejará por eso de dar fruto.
Nada hay más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo conoce?
Yo, el Señor, examino el corazón, sondeo el corazón de los hombres para pagar a cada cual su conducta según el fruto de sus acciones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 8, 15
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.
Beáti qui in corde bono et óptimo verbum Dei rétinent, et fructum áfferunt in patiéntia.

Evangelio

Recibiste bienes, y Lázaro males: ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 16, 19-31)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico.
Y hasta los perros venían y le lamían las llagas.
Sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán.
Murió también el rico y fue enterrado. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritando, dijo: "Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas".
Pero Abrahán le dijo: "Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso ahora él es aquí consolado, mientras que tú eres atormentado.
Y, además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que los que quieran cruzar desde aquí hacia vosotros no puedan hacerlo, ni tampoco pasar de ahí hasta nosotros".
Él dijo: "Te ruego, entonces, padre, que le mandes a casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos: que les dé testimonio de estas cosas, no sea que también ellos vengan a este lugar de tormento".
Abrahán le dice: "Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen".
Pero él le dijo: "No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a ellos, se arrepentirán".
Abrahán le dijo: "Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no se convencerán ni aunque resucite un muerto".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Santifica, Señor, por este sacrificio,
nuestra observancia cuaresmal,
para que las prácticas externas
transformen nuestro espíritu.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 119, 1
Dichoso el que, con vida intachable, camina en la ley del Señor.

Oración después de la comunión

Te pedimos, Señor,
que el fruto de este sacrificio
permanezca en nosotros
y se manifieste siempre en nuestras obras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Asiste, Señor, a tus siervos
que imploran el auxilio de tu gracia,
para que obtengan la defensa
y la guía de tu protección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Viernes 2ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 31, 2. 5
A ti, Señor, me acojo, no quede yo nunca defraudado; sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi protector.

Oración colecta

Concédenos, Dios todopoderoso,
llegar a lo que está por venir
con los corazones limpios,
por el santo esfuerzo purificador de la penitencia.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Ahí viene el soñador; vamos a matarlo
Lectura del libro del Génesis. (Gn 37, 3-4.12-13a.17b-28)
Israel amaba a José más que a todos los otros hijos, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas.
Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo.
Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José:
Tus hermanos deben de estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos.
José fue tras sus hermanos y los encontró en Dotán. Ellos lo vieron desde lejos y, antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros: Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños.
Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: No le quitemos la vida.
Y añadió: No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él.
Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica, la túnica con mangas que llevaba puesta, lo cogieron y lo echaron en un pozo. El pozo estaba vacío, sin agua.
Luego se sentaron a comer y, al levantar la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos goma, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos: Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pongamos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra.
Los hermanos aceptaron.
Al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano; y, sacando a José del pozo, lo vendieron a unos ismaelitas por veinte monedas de plata. Estos se llevaron a José a Egipto.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 106, 16-17.18-19.20-21
R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor.
Mementóte mirabílium quae fecit Dóminus.

Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo.

Recordad las maravillas que hizo el Señor.
Mementóte mirabílium quae fecit Dóminus.

Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó.

Recordad las maravillas que hizo el Señor.
Mementóte mirabílium quae fecit Dóminus.

El rey lo mandó desatar,
el Señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones.

Recordad las maravillas que hizo el Señor.
Mementóte mirabílium quae fecit Dóminus.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito; todo el que cree en él tiene vida eterna.
Sic Deus diléxit mundum, ut Filium suum unigénitum daret; omnis qui credit in eum habet vitam aetérnam.

Evangelio

Este es el heredero: venid, lo matamos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 21, 33-43.45-46)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
Escuchad otra parábola: "Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos.
Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: ‘Tendrán respeto a mi hijo’.
Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: ‘Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia’.
Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?".
Le contestan: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo. Y Jesús les dice:
¿No habéis leído nunca en la Escritura: "La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente"?
Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.
Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos.
Y, aunque intentaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Te pedimos, oh Dios,
que tu misericordia
prepare debidamente a tus siervos
y los conduzca a celebrar estos misterios
con una conducta piadosa.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

1Jn 4, 10
Dios nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Oración después de la comunión

Señor, después de recibir
la prenda de la eterna salvación,
haz que la procuremos de tal modo
que podamos llegar a ella.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Te pedimos, Señor, que concedas a tu pueblo
la salud de alma y cuerpo,
para que, haciendo el bien,
merezca ser defendido siempre por tu protección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Sábado 2ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 145, 8-9
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Oración colecta

Señor, Dios nuestro,
que, por medio de los sacramentos,
nos permites, ya en la tierra,
participar de los bienes del cielo,
dirígenos tú mismo en esta vida,
para que nos lleves
hacia esa luz en la que habitas.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Arrojará nuestros pecados a lo hondo del mar
Lectura de la profecía de Miqueas. (Mi 7, 14-15.18-20)
Pastorea a tu pueblo, Señor, con tu cayado, al rebaño de tu heredad, que anda solo en la espesura, en medio del bosque; que se apaciente como antes en Basán y Galaad.
Como cuando saliste de Egipto, les haré ver prodigios.
¿Qué Dios hay como tú, capaz de perdonar el pecado, de pasar por alto la falta del resto de tu heredad?
No conserva para siempre su cólera, pues le gusta la misericordia.
Volverá a compadecerse de nosotros, destrozará nuestras culpas, arrojará nuestros pecados a lo hondo del mar.
Concederás a Jacob tu fidelidad y a Abrahán tu bondad, como antaño prometiste a nuestros padres.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 104, 1-2.3-4.9-10.11-12
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que lo temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

El Señor es compasivo y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 15, 18
Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
Surgam et ibo ad patrem meum et dicam ei: Pater, peccávi in caelum et coram te.

Evangelio

Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 15, 1-3.11-32)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: Ese acoge a los pecadores y come con ellos.
Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna". El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros".
Se levantó y vino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo".
Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado".
Y empezaron a celebrar el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Este le contestó:
"Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud".
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado".
El padre le dijo: "Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Lleguen hasta nosotros, Señor,
por medio de este sacramento,
los frutos de la redención,
para que nos aparten de los excesos humanos
y nos conduzcan hacia los bienes del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Lc 15, 32
Deberías alegrarte, hijo, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado.

Oración después de la comunión

Señor, que la gracia recibida de tu sacramento
llegue a lo más hondo de nuestro corazón
y nos comunique su fuerza divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Estén abiertos, Señor, los oídos de tu misericordia
a los ruegos de los que te suplican,
y, para que les concedas lo que desean,
haz que pidan lo que a ti te agrada.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
  Semana III 
LMMJVS

  Domingo III Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 25, 15-16
Tengo los ojos puestos en el Señor, porque él saca mis pies de la red.
Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido.

Ez 36, 23-26
Cuando, por medio de vosotros, haga ver mi santidad, os reuniré de todos los países; derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará de todas vuestras inmundicias, y os daré un espíritu nuevo, dice el Señor.

No se dice Gloria.

Oración colecta

Oh, Dios, autor de toda misericordia y bondad,
que aceptas el ayuno, la oración y la limosna
como remedio de nuestros pecados,
mira con amor el reconocimiento de nuestra pequeñez
y levanta con tu misericordia
a los que nos sentimos abatidos por nuestra conciencia.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Se dice Credo.

Leccionario


Oración sobre las ofrendas

Señor, por la celebración de este sacrificio
concédenos, en tu bondad,
que, al pedirte el perdón de nuestras ofensas,
nos esforcemos en perdonar las de nuestros hermanos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Evangelio de la samaritana:

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Quien, al pedir agua a la samaritana, ya había infundido en ella la gracia de la fe, y si quiso estar sediento de la fe de aquella mujer fue para encender en ella el fuego del amor divino. Por eso, Señor, te damos gracias y proclamamos tu grandeza cantando con los ángeles

Antífona de la comunión

Cuando se lee el Evangelio de la Samaritana:

Jn 4, 13-14
El que beba del agua que yo le daré, dice el Señor, se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

Cuando se lee otro Evangelio:

Sal 84, 4-5
Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.

Oración después de la comunión

Alimentados ya en la tierra con el pan del cielo,
prenda de eterna salvación,
te suplicamos, Señor,
que se haga realidad en nuestra vida
lo que hemos recibido en este sacramento.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Te pedimos, Señor, que dirijas los corazones de tus fieles
y les concedas benigno la gracia
de permanecer firmes en el amor a ti y al prójimo,
y de cumplir plenamente tus mandamientos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Lunes 3ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 84, 3
Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.

Oración colecta

Señor, purifica y protege a tu Iglesia
con misericordia continua
y, pues sin tu ayuda
no puede mantenerse incólume,
que tu protección la dirija
y la sostenga siempre.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Lecturas de libre elección

Primera Lectura

Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el Sirio.
Lectura del segundo libro de los Reyes (2R 5, 115a)
En aquellos días, Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era hombre notable y muy estimado por su señor, pues por su medio el Señor había concedido la victoria a Siria. Pero, siendo un gran militar, era leproso.
Unas bandas de arameos habían hecho una incursión trayendo de la tierra de Israel a una muchacha, que pasó al servicio de la mujer de Naamán.
Dijo ella a su señora: «Ah, si mi señor pudiera presentarse ante el profeta que hay en Samaría. Él lo curaría de su lepra».
Fue (Naamán) y se lo comunicó a su señor diciendo: «Esto y esto ha dicho la muchacha de la tierra de Israel».
Y el rey de Siria contestó: «Vete, que yo enviaré una carta al rey de Israel». Entonces tomó en su mano diez talentos de plata, seis mil siclos de oro, diez vestidos nuevos
y una carta al rey de Israel que decía: «Al llegarte esta carta, sabrás que te envío a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra».
Cuando el rey de Israel leyó la carta, rasgó sus vestiduras, diciendo: «¿Soy yo Dios para repartir vida y muerte? Pues me encarga nada menos que curar a un hombre de su lepra. Daos cuenta y veréis que está buscando querella contra mí».
Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras y mandó a que le dijeran: «¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel».
Llegó Naamán con sus carros y caballos y se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo.
Envió este un mensajero a decirle: «Ve y lávate siete veces en el Jordán. Tu carne renacerá y quedarás limpio».
Naamán se puso furioso y se marchó diciendo: «Yo me había dicho: “Saldrá seguramente a mi encuentro, se detendrá, invocará el nombre de su Dios, frotará con su mano mi parte enferma y sanaré de la lepra”.
El Abaná y el Farfar, los ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Podría bañarme en ellos y quedar limpio». Dándose la vuelta, se marchó furioso.
Sus servidores se le acercaron para decirle: «Padre mío, si el profeta te hubiese mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si te ha dicho: “Lávate y quedarás limpio”!».
Bajó, pues, y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio.
Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando: «Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 41, 23; 42, 3.4
R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo;
¿cuándo veré el rostro de Dios?
Sitívit ánima mea ad Deum vivum;
quando apparébo ante fáciem Dei?

Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío.

Mi alma tiene sed del Dios vivo;
¿cuándo veré el rostro de Dios?
Sitívit ánima mea ad Deum vivum;
quando apparébo ante fáciem Dei?

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Mi alma tiene sed del Dios vivo;
¿cuándo veré el rostro de Dios?
Sitívit ánima mea ad Deum vivum;
quando apparébo ante fáciem Dei?

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada.

Mi alma tiene sed del Dios vivo;
¿cuándo veré el rostro de Dios?
Sitívit ánima mea ad Deum vivum;
quando apparébo ante fáciem Dei?

Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría,
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío.

Mi alma tiene sed del Dios vivo;
¿cuándo veré el rostro de Dios?
Sitívit ánima mea ad Deum vivum;
quando apparébo ante fáciem Dei?

Aclamación antes del Evangelio

Sal 129, 5.7b
Espero en el Señor, espero en su palabra;
porque de él viene la misericordia,
la redención copiosa.
Spero in Dóminum, spero in verbum eius;
quia apud eum misericórdia et copiósa redémptio.

Evangelio

Jesús, al igual que Elías y Eliseo, no fue enviado solo a los judíos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 4, 24-30)
Gloria a ti, Señor.
Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naámán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Lleva a plenitud, Señor,
las ofrendas de tus siervos,
haciéndolas para nosotros sacramento de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 117, 1. 2
Alabad al Señor todas las naciones, firme es su misericordia con nosotros

Oración después de la comunión

Que la comunión en tu sacramento, Señor,
nos purifique de nuestras culpas
y nos conceda la unidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Señor, protege con tu mano poderosa
a este pueblo suplicante;
dígnate purificarlo y orientarlo
con el consuelo presente,
para que tienda sin cesar hacia los bienes futuros.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Martes 3ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 17, 6. 8
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme.

Oración colecta

Señor, que tu gracia no nos abandone,
para que, entregados plenamente a tu servicio,
sintamos sobre nosotros tu protección continua.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Lecturas de libre elección

Primera Lectura

Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde
Lectura de la profecía de Daniel. (Dn 3, 25. 34-43)
En aquellos días, Azarías, puesto en pie, oró de esta forma; alzó la voz en medio del fuego y dijo: Por el honor de tu nombre,
no nos desampares para siempre, no rompas tu alianza, no apartes de nosotros tu misericordia.
Por Abrahán, tu amigo; por Isaac, tu siervo; por Israel, tu consagrado; a quienes prometiste multiplicar su descendencia como las estrellas del cielo, como la arena de las playas marinas.
Pero ahora, Señor, somos el más pequeño de todos los pueblos; hoy estamos humillados por toda la tierra a causa de nuestros pecados.
En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocausto, ni sacrificios, ni ofrendas, ni incienso; ni un sitio donde ofrecerte primicias, para alcanzar misericordia.
Por eso, acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde, como un holocausto de carneros y toros o una multitud de corderos cebados.
Que este sea hoy nuestro sacrificio, y que sea agradable en tu presencia:
porque los que en ti confían no quedan defraudados.
Ahora te seguimos de todo corazón, te respetamos, y buscamos tu rostro; no nos defraudes, Señor; trátanos según tu piedad, según tu gran misericordia.
Líbranos con tu poder maravilloso y da gloria a tu nombre, Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 25, 4bc-5ab.6-7bc.8-9
R/. Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.

Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.

Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

Recuerda, Señor, tu ternura.
Reminíscere miseratiónum tuárum, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 12, 12-13
Ahora –dice del Señor–, convertíos a mí de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso.
Nunc ergo, dicit Dóminus, convertímini ad me in toto corde vestro, quia benígnus et miséricors sum.

Evangelio

Si cada cual no perdona a su hermano, tampoco el Padre os perdonará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 18, 21-35)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?
Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo".
Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: "Págame lo que me debes".
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: "Ten paciencia conmigo y te lo pagaré".
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: ¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Concédenos, Señor,
que este sacrificio de salvación,
purifique nuestros pecados
y atraiga sobre nosotros la ayuda de tu poder.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 15, 1-2
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo? El que procede honradamente y practica la justicia.

Oración después de la comunión

LA participación en este santo sacramento
nos vivifique, Señor,
expíe nuestros pecados
y nos otorgue tu protección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Oh, Dios, maestro y guía de tu pueblo,
aleja de él los pecados que le afean,
para que te sea siempre agradable
y se sienta seguro con tu auxilio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Miércoles 3ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 119, 133
Asegura mis pasos con tu promesa, que ninguna maldad me domine.

Oración colecta

Señor, instruidos por las prácticas cuaresmales
y alimentados con tu palabra,
concédenos que te sirvamos fielmente
con una santa austeridad de vida
y perseveremos unidos en la plegaria.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Lecturas de libre elección

Primera Lectura

Observad los mandatos y cumplidlos
Lectura del libro del Deuteronomio. (Dt 4, 1.5-9)
Moisés habló al pueblo, diciendo: Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán: "Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación".
Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?
Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?
Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 148, 12-13.15-16.19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sion.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Glorifica al Señor, Jerusalén.
Lauda, Ierúsalem, Dóminum.

Aclamación antes del Evangelio

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt; verba vitae aetérnae habes.

Evangelio

Quien los cumpla y enseñe será grande
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. (Mt 5, 17-19)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Con la ofrenda de estos dones, Señor,
recibe las súplicas de tu pueblo
y defiende de todo peligro
a los que ahora celebramos tus misterios.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 16, 11
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

Oración después de la comunión

Señor, que nos santifique
la comida celestial que hemos recibido,
para que, libres de nuestros errores,
podamos alcanzar las promesas eternas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Concede a tu pueblo, Dios nuestro,
una voluntad agradable a ti,
porque le otorgarás toda clase de bienes
al hacerle conforme a tus mandatos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Jueves 3ª Cuaresma

Antífona de entrada

Yo soy la salvación del pueblo, dice el Señor. Cuando me invoquen en la tribulación, los escucharé y seré para siempre su Señor.

Oración colecta

Invocamos humildemente, Señor, tu grandeza
para que, a medida que se acerca la fiesta de nuestra salvación,
vaya creciendo en intensidad nuestra entrega
para celebrar dignamente el Misterio pascual.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Lecturas de libre elección

Primera Lectura

Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios
Lectura del libro de Jeremías. (Jr 7, 23-28)
Esto dice el Señor: Esta fue la orden que di a mi pueblo: "Escuchad mi voz, Yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Seguid el camino que os señalo, y todo os irá bien".
Pero no escucharon ni hicieron caso. Al contrario, caminaron según sus ideas, según la maldad de su obstinado corazón. Me dieron la espalda y no la cara.
Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy, os envié a mis siervos, los profetas, un día tras otro; pero no me escucharon ni me hicieron caso. Al contrario, endurecieron la cerviz y fueron peores que sus padres.
Ya puedes repetirles este discurso, seguro que no te escucharán; ya puedes gritarles, seguro que no te responderán. Aun así les dirás: "Esta es la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. Ha desaparecido la sinceridad, se la han arrancado de la boca".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 96, 1-2.6-7.8-9
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.
Utinam hódie, vocem Dómini audiátis nolite obdurare corda vestra

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.
Utinam hódie, vocem Dómini audiátis nolite obdurare corda vestra

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.
Utinam hódie, vocem Dómini audiátis nolite obdurare corda vestra

Ojalá escuchéis hoy su voz:
No endurezcáis el corazón como en Meriba,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: No endurezcáis vuestro corazón.
Utinam hódie, vocem Dómini audiátis nolite obdurare corda vestra

Aclamación antes del Evangelio

Ahora –oráculo del Señor– convertíos a mí de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso.
Nunc ergo, dicit Dóminus, convertímini ad me in toto corde vestro, quia benígnus et miséricors sum.

Evangelio

El que no está conmigo está contra mí
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 11, 14-23)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo.
Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios.
Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín.
El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Señor, preserva de toda maldad a tu pueblo,
para que sus ofrendas sean gratas a tus ojos,
y no permitas entregarse a los falsos placeres
a quien prometes alcanzar los premios de tu verdad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 119, 4-5
Tú promulgas tus mandatos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino para cumplir tus decretos.

Oración después de la comunión

Presta benigno tu ayuda, Señor,
a quienes alimentas con tus sacramentos,
para que consigamos tu salvación
en la celebración de estos misterios
y en la vida cotidiana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Confiados en tu misericordia,
imploramos, Señor, tu clemencia,
pues, así como hemos recibido de ti lo que somos,
por tu gracia, procuremos desear el bien
y poner en práctica lo deseado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Viernes 3ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 86, 8.10
No tienes igual entre los dioses, Señor: grande eres tú y haces maravillas, tú eres el único Dios.

Oración colecta

Infunde bondadosamente, Señor,
tu gracia en nuestros corazones,
para que sepamos apartarnos de
los errores humanos
y secundar las inspiraciones
que, por tu generosidad, nos vienen del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Lecturas de libre elección

Primera Lectura

No llamaremos ya "nuestro Dios" a la obra de nuestras manos
Lectura de la profecía de Oseas. (Os 14, 2-10)
Esto dice el Señor: Vuelve, Israel, al Señor tu Dios, porque tropezaste por tu falta. Tomad vuestras promesas con vosotros, y volved al Señor. Decidle: "Tú quitas toda falta, acepta el pacto.
Pagaremos con nuestra confesión: Asiria no nos salvará, no volveremos a montar a caballo, y no llamaremos ya ‘nuestro Dios’ a la obra de nuestras manos.
En ti el huérfano encuentra compasión". "Curaré su deslealtad, los amaré generosamente, porque mi ira se apartó de ellos.
Seré para Israel como el rocío, florecerá como el lirio, echará sus raíces como los cedros del Líbano.
Brotarán sus retoños y será su esplendor como el olivo, y su perfume como el del Líbano.
Regresarán los que habitaban a su sombra, revivirán como el trigo, florecerán como la viña, será su renombre como el del vino del Líbano. Efraín, ¿qué tengo que ver con los ídolos?
Yo soy quien le responde y lo vigila.
Yo soy como un abeto siempre verde, de mí procede tu fruto".
¿Quién será sabio, para comprender estas cosas, inteligente, para conocerlas?
Porque los caminos del Señor son rectos: los justos los transitan, pero los traidores tropiezan en ellos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 81, 6c-8a.8bc-9.10-11ab.14 y 17
R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo; escucha mi voz.
Ego sum Dóminus Deus tuus: audi vocem meam.

Oigo un lenguaje desconocido:
Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré.

Yo soy el Señor, Dios tuyo; escucha mi voz.
Ego sum Dóminus Deus tuus: audi vocem meam.

Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!

Yo soy el Señor, Dios tuyo; escucha mi voz.
Ego sum Dóminus Deus tuus: audi vocem meam.

No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué de la tierra de Egipto.

Yo soy el Señor, Dios tuyo; escucha mi voz.
Ego sum Dóminus Deus tuus: audi vocem meam.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!
Los alimentaría con flor de harina,
los saciaría con miel silvestre.

Yo soy el Señor, Dios tuyo; escucha mi voz.
Ego sum Dóminus Deus tuus: audi vocem meam.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 17
Convertíos –dice el Señor–, porque está cerca el reino de los cielos.
Paeniténtiam ágite, dicit Dóminus; appropinquávit regnum caelórum.

Evangelio

El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y lo amarás
Lectura del santo Evangelio según san Marcos. (Mc 12, 28b-34)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó:
¿Qué mandamiento es el primero de todos? Respondió Jesús: El primero es: "Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser". El segundo es este: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". No hay mandamiento mayor que estos.
El escriba replicó: Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios.
Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Mira, Señor, con bondad
los dones que te dedicamos,
para que sean gratos a tus ojos
y nos alcancen siempre la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Mc 12, 33
Amar a Dios con todo el corazón, y al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los sacrificios.

Oración después de la comunión

La acción de tu poder, Señor,
penetre nuestros cuerpos y almas,
para que poseamos en la plenitud de la salvación
lo que en esta participación hemos recibido.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Señor, mira a los fieles
que imploran tu misericordia,
para que puedan difundir por todas partes
los dones de tu amor
quienes han puesto en ti su confianza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Sábado 3ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 103, 2-3
Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios. Él perdona todas tus culpas.

Oración colecta

Llenos de alegría,
al celebrar un año más la Cuaresma,
te pedimos, Señor,
al unirnos a los sacramentos pascuales,
que gocemos plenamente de su eficacia.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Lecturas de libre elección

Primera Lectura

Quiero misericordia, y no sacrificio
Lectura de la profecía de Oseas. (Os 5, 15c; Os 6, 1-6)
Vamos, volvamos al Señor. Porque él ha desgarrado, y él nos curará; él nos ha golpeado, y él nos vendará.
En dos días nos volverá a la vida y al tercero nos hará resurgir; viviremos en su presencia y comprenderemos.
Procuremos conocer al Señor.
Su manifestación es segura como la aurora.
Vendrá como la lluvia, como la lluvia de primavera que empapa la tierra.
¿Qué haré de ti, Efraín, qué haré de ti, Judá?
Vuestro amor es como nube mañanera, como el rocío que al alba desaparece.
Sobre una roca tallé mis mandamientos; los castigué por medio de los profetas
con las palabras de mi boca.
Mi juicio se manifestará como la luz. Quiero misericordia y no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 52, 3-4.18-19.20-21ab
R/. Quiero misericordia, y no sacrificio.
Misericórdiam vólui, et non sacrifícium.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.

Quiero misericordia, y no sacrificio.
Misericórdiam vólui, et non sacrifícium.

Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
El sacrificio agradable a Dios es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú, oh, Dios, tú no lo desprecias.

Quiero misericordia, y no sacrificio.
Misericórdiam vólui, et non sacrifícium.

Señor, por tu bondad, favorece a Sion,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos.

Quiero misericordia, y no sacrificio.
Misericórdiam vólui, et non sacrifícium.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 96, 8a.17d
No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor.
Hódie, nolíte obduráre corda vestra, sed vocem Dómini audite.

Evangelio

El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no
Lectura del santo Evangelio según san Lucas. (Lc 18, 9-14)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás: Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: "¡Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo".
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador".
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Oh, Dios,
cuya gracia nos permite,
purificados nuestros sentidos,
acercarnos a tus santos misterios,
concédenos rendirte una alabanza adecuada,
al celebrar solemnemente lo que nos has entregado en ellos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Lc 18, 13
El publicano, quedándose atrás, se golpeaba el pecho diciendo: «Oh, Dios, ten compasión de este pecador».

Oración después de la comunión

Concédenos, Dios misericordioso,
celebrar con sincera entrega
las realidades santas que nos alimentan continuamente,
y recibirlas siempre con espíritu de fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Extiende, Señor, sobre tus fieles
tu mano derecha como auxilio celestial,
para que te busquen de todo corazón
y merezcan conseguir todo lo que piden dignamente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
  Semana IV 
LMMJVS

  Domingo IV Cuaresma

Antífona de entrada

Is 66, 10-11
Alégrate, Jerusalén, reuníos todos los que la amáis, regocijaos los que estuvisteis tristes para que exultéis; mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos.

No se dice Gloria.

Oración colecta

Oh, Dios, que, por tu Verbo,
realizas de modo admirable
la reconciliación del género humano,
haz que el pueblo cristiano
se apresure, con fe gozosa y entrega diligente,
a celebrar las próximas fiestas pascuales.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Se dice Credo.

Leccionario


Oración sobre las ofrendas

Señor, al ofrecerte alegres
los dones de la eterna salvación,
te rogamos nos ayudes
a celebrarlos con fe verdadera
y a saber ofrecértelos de modo adecuado
por la salvación del mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Evangelio del ciego:

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. Que se hizo hombre para conducir al género humano, peregrino en tinieblas, al esplendor de la fe; y a los que nacieron esclavos del pecado, los hizo renacer por el bautismo, transformándolos en tus hijos adoptivos. Por eso, Señor, todas tus criaturas, en el cielo y en la tierra, te adoran cantando un cántico nuevo, y también nosotros, con los ángeles, te aclamamos por siempre diciendo

Antífona de la comunión

Cuando se lee el Evangelio del ciego de nacimiento:

Jn 9, 11.38
El Señor untó mis ojos: fui, me lavé, vi y creí en Dios.

Cuando se lee el Evangelio del hijo pródigo:

Lc 15, 32
Deberías alegrarte, hijo, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado.

Cuando se lee otro Evangelio:

Sal 122, 3-4
Jerusalén está fundada como ciudad, bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, a celebrar tu nombre, Señor.

Oración después de la comunión

Oh, Dios,
luz que alumbras a todo hombre
que viene a este mundo,
ilumina nuestros corazones con la claridad de tu gracia,
para que seamos capaces
de pensar siempre, y de amar con sinceridad,
lo que es digno y grato a tu grandeza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Defiende, Señor, a los que te suplican,
fortalece a los débiles,
vivifica siempre con tu luz a los que caminan
en sombras de muerte,
y, libres de todo mal por tu compasión,
concédeles llegar a los bienes definitivos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Lunes 4ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 31, 7-8
Yo confío en el Señor. Que tu misericordia sea mi gozo y mi alegría porque te has fijado en mi aflicción.

Oración colecta

Oh, Dios, que renuevas el mundo
por medio de sacramentos divinos,
concede a tu Iglesia
la ayuda de estos auxilios del cielo
sin que le falten los necesarios de la tierra.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Ya no se oirá ni llanto ni gemido
Lectura del libro de Isaías. (Is 65, 17-21)
Esto dice el Señor: «Mirad: voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra: de las cosas pasadas ni habrá recuerdo ni vendrá pensamiento.
Regocijaos, alegraos por siempre por lo que voy a crear: yo creo a Jerusalén “alegría”, y a su pueblo, “júbilo”.
Me alegraré por Jerusalén y me regocijaré con mi pueblo, ya no se oirá en ella ni llanto ni gemido; ya no habrá allí niño que dure pocos días, ni adulto que no colme sus años, pues será joven quien muera a los cien años, y quien no los alcance se tendrá por maldito.
Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán los frutos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 29
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exsaltábo te, Dómine, quóniam extraxísti me.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exsaltábo te, Dómine, quóniam extraxísti me.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el recuerdo de su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exsaltábo te, Dómine, quóniam extraxísti me.

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Exsaltábo te, Dómine, quóniam extraxísti me.

Aclamación antes del Evangelio

Am 5, 14
Buscad el bien, no el mal, y viviréis; y el Señor estará con vosotros.
Quaérite bonum, et non malum, ut vivátis; et erit Dóminus vobíscum.

Evangelio

Anda, tu hijo vive
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 4, 43-54)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, salió Jesús de Samaria para Galilea. Jesús mismo había atestiguado: «Un profeta no es estimado en su propia patria».
Cuando llegó a Galilea, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verlo, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose.
Jesús le dijo: «Si no veis signos y prodigios, no creéis».
El funcionario insiste: «Señor, baja antes de que se muera mi niño».
Jesús le contesta: «Anda, tu hijo vive».
El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: «Ayer a la hora séptima lo dejó la fiebre».
El padre cayó en la cuenta de que esa era la hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Señor, concédenos recibir el fruto
de estas ofrendas dedicadas a ti,
para que, limpios de la vieja conducta de pecado,
nos renovemos con el anticipo de la vida celestial.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Ez 36, 27
Os infundiré mi espíritu y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos, dice el Señor.

Oración después de la comunión

Te pedimos, Señor, que tus sacramentos,
renovándonos, nos llenen de vida
y, santificándonos, nos conduzcan a los premios eternos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Te pedimos, Señor,
que renueves interior y exteriormente a tu pueblo,
para que aumente su propósito de santificación
sin que lo impidan los placeres corporales.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Martes 4ª Cuaresma

Antífona de entrada

Is 55, 1
Sedientos, acudid por agua, dice el Señor; venid los que no tenéis dinero y bebed con alegría.

Oración colecta

Señor,
que el ejercicio respetable de este tiempo santo
prepare el corazón de tus fieles
para acoger adecuadamente el Misterio pascual
y anunciar a todos los hombres
el mensaje de tu salvación.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Vi agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente
Lectura de la profecía de Ezequiel. (Ez 47, 1-9.12)
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.
De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este –el templo miraba al este–. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.
El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia el este, midió quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta la cintura. Midió otros quinientos metros:
era ya un torrente que no se podía vadear, sino cruzar a nado. Entonces me dijo:
¿Has visto, hijo de hombre?,
Después me condujo por la ribera del torrente.
Al volver vi en ambas riberas del torrente una gran arboleda. Me dijo: Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal, Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente.
En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 47, 2-3.5-6.8-9
R/. El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Dóminus virtútum nobíscum, refúgium nobis Deus Iacob.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Dóminus virtútum nobíscum, refúgium nobis Deus Iacob.

Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Dóminus virtútum nobíscum, refúgium nobis Deus Iacob.

El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra.

El Señor del universo está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Dóminus virtútum nobíscum, refúgium nobis Deus Iacob.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 51, 12a.14a
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro; y devuélveme la alegría de tu salvación.
Cor mundum crea in me, Deus; et redde mihi laetítiam salutaris tui.

Evangelio

Al momento aquel hombre quedó sano
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 5, 1-16)
Gloria a ti, Señor.
Se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: ¿Quieres quedar sano?
El enfermo le contestó: Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado.
Jesús le dice: Levántate, toma tu camilla y echa a andar.
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.
Él les contestó:
El que me ha curado es quien me ha dicho: "Toma tu camilla y echa a andar".
Ellos le preguntaron: ¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor.
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Te ofrecemos, Señor,
estos dones que tú mismo nos diste;
haz que manifiesten la ayuda de tu providencia
sobre nuestra vida mortal
y actúen en nosotros como remedio de inmortalidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Sal 23, 1-2
El Señor me guía, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas.

Oración después de la comunión

Purifica con bondad, Señor, nuestro espíritu
y renuévanos con los sacramentos del cielo,
para que alcancemos también en nuestro cuerpo
los auxilios presentes y futuros.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Concede, Dios misericordioso,
que tu pueblo mantenga siempre su entrega a ti
y que incesantemente obtenga de tu clemencia
lo que le conviene.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Miércoles 4ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 69, 14
Mi oración se dirige a ti, Señor, el día de tu favor; que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude.

Oración colecta

Oh, Dios,
que concedes a los justos el premio de sus méritos,
y a los pecadores, por la penitencia,
les perdonas sus pecados,
ten piedad de nosotros,
para que la humilde confesión de nuestras culpas
nos obtenga tu perdón.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Te he constituido alianza del pueblo para restaurar el país
Lectura del libro de Isaías. (Is 49, 8-15)
Esto dice el Señor:
En tiempo de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades desoladas, para decir a los cautivos: "Salid", a los que están en tinieblas: "Venid a la luz".
Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua.
Convertiré mis montes en caminos, y mis senderos se nivelarán.
Miradlos venir de lejos; miradlos, del Norte y del Poniente, y los otros de la tierra de Sin.
Exulta, cielo; alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su pueblo y se compadece de los desamparados.
Sion decía: Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado.
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 146, 8-9.13cd-14.17-18
R/. El Señor es clemente y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.

El Señor es clemente y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.

El Señor es clemente y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

El Señor es clemente y misericordioso.
Miserátor et miséricors Dóminus.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 11, 25a.26
Yo soy la resurrección y la vida –dice el Señor–; el que cree en mí no morirá para siempre.
Ego sum resurréctio et vita, dicit Dóminus; qui credit in me, non moriétur in aetérnum

Evangelio

Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 5, 17-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo. Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo: En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Te pedimos, Señor,
que la eficacia de este sacrificio
borre nuestra condición antigua con la misericordia
y nos haga crecer en la novedad de la salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Jn 3, 17
Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

Oración después de la comunión

Después de recibir los dones del cielo,
te pedimos, Señor,
que no sean motivo de juicio para nosotros,
pues los instituiste como medicina para tus fieles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Que tus siervos, Señor,
se sientan protegidos por tu amor,
para que, haciendo el bien en este mundo,
logren llegar a ti, suma bondad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Jueves 4ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 105, 3-4
Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.

Oración colecta

Imploramos deseosos, Señor, tu perdón,
para que tus siervos, corregidos por la penitencia
y educados por las buenas obras,
nos mantengamos fieles a tus mandamientos,
para llegar, bien dispuestos, a las fiestas de Pascua.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo
Lectura del libro del Éxodo. (Ex 32, 7-14)
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: Anda, baja de la montaña, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto".
Y el Señor añadió a Moisés: Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: ¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Por qué han de decir los egipcios: "Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra"? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre". Entonces se arrepintió el Señor de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 107, 19-20.21-22.23
R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Meménto nostri, Dómine, in beneplácito pópuli tui.

En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba.

Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Meménto nostri, Dómine, in beneplácito pópuli tui.

Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en la tierra de Cam,
portentos junto al mar Rojo.

Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Meménto nostri, Dómine, in beneplácito pópuli tui.

Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio.

Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Meménto nostri, Dómine, in beneplácito pópuli tui.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito; todo el que cree en él tiene vida eterna.
Sic Deus diléxit mundum, ut Fílium suum unigénitum daret; omnis qui credit in eum habet vitam aetérnam

Evangelio

Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 5, 31-47)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa:
Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Concédenos, Dios todopoderoso,
que la ofrenda de este sacrificio
libre siempre de todo mal nuestra debilidad
y nos llene de fortaleza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Jr 31, 33
Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo, dice el Señor.

Oración después de la comunión

Te pedimos, Señor,
que nos purifiquen los sacramentos que hemos recibido
y que concedas a tus siervos liberarse de todas sus culpas,
para que se gloríen en la plenitud de la ayuda del cielo
los que se ven agobiados por el peso de su conciencia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Oh, Dios, protector de los que en ti esperan,
bendice a tu pueblo,
sálvalo, defiéndelo, prepáralo con tu gracia,
para que, libre de pecado y protegido contra sus enemigos,
persevere siempre en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Viernes 4ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 54, 3-4
Oh, Dios, sálvame por tu nombre, líbrame con tu poder. Oh, Dios, escucha mi súplica, atiende mis palabras.

Oración colecta

Oh, Dios que has preparado el remedio adecuado
para nuestra fragilidad,
concédenos recibir con alegría
la salvación que nos otorgas
y manifestarla en nuestra propia conducta.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Lo condenaremos a muerte ignominiosa
Lectura del libro de la Sabiduría. (Sb 2, 1a.12-22)
Se decían los impíos, razonando equivocadamente: Acechemos al justo, que nos resulta fastidioso: se opone a nuestro modo de actuar, nos reprocha las faltas contra la ley y nos reprende contra la educación recibida; presume de conocer a Dios y se llama a sí mismo hijo de Dios.
Es un reproche contra nuestros criterios, su sola presencia nos resulta insoportable.
Lleva una vida distinta de todos los demás y va por caminos diferentes.
Nos considera moneda falsa y nos esquiva como a impuros.
Proclama dichoso el destino de los justos, y presume de tener por padre a Dios.
Veamos si es verdad lo que dice, comprobando cómo es su muerte.
Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará y lo librará de las manos de sus enemigos.
Lo someteremos a ultrajes y torturas, para conocer su temple y comprobar su resistencia.
Lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues, según dice, Dios lo salvará.
Así discurren, pero se equivocan, pues los ciega su maldad.
Desconocen los misterios de Dios, no esperan el premio de la santidad,
ni creen en la recompensa de una vida intachable.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 35, 17-18.19-20.21 y 23
R/. El Señor está cerca de los atribulados.
Iuxta est Dóminus iis qui contríto sunt corde.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias.

El Señor está cerca de los atribulados.
Iuxta est Dóminus iis qui contríto sunt corde.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor.

El Señor está cerca de los atribulados.
Iuxta est Dóminus iis qui contríto sunt corde.

Él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él.

El Señor está cerca de los atribulados.
Iuxta est Dóminus iis qui contríto sunt corde.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 4, 4b
No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Non in solo pane vivit homo, sed in omni verbo quod procédit de ore Dei.

Evangelio

Intentaban agarrarlo, pero todavía no había llegado su hora
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 7, 1-2.10.25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, recorría Jesús Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las Tiendas.
Una vez que sus hermanos se hubieron marchado a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: ¿No es este el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que este es el Mesías? Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía; a ese vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él y él me ha enviado.
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Dios Todopoderoso,
que este sacrificio nos purifique con su eficacia,
para que lleguemos más limpios a ti.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

Ef 1, 7
En Cristo, por su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme a la riqueza de su gracia.

Oración después de la comunión

Señor, así como pasamos
de lo antiguo a lo nuevo,
haz que, abandonada la vieja condición de pecado,
nos renovemos con un espíritu santificado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Mira, Señor, a tus siervos,
y a los que ponen su confianza en tu misericordia,
protégelos generosamente con tu celestial auxilio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Sábado 4ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 18, 5. 6. 7
Me cercaban olas mortales, me envolvían las redes del abismo; en el peligro invoqué al Señor, desde su templo él escuchó mi voz.

Oración colecta

Te pedimos, Señor,
que tu acción misericordiosa
mueva nuestros corazones,
ya que sin tu ayuda
no podemos complacerte.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Yo, como manso cordero, era llevado al matadero
Lectura del libro de Jeremías. (Jr 11, 18-20)
El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó todas sus intrigas.
Yo, como manso cordero, era llevado al matadero; desconocía los planes que estaban urdiendo contra mí: Talemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra de los vivos, que jamás se pronuncie su nombre.
Señor del universo, que juzgas rectamente, que examinas las entrañas y el corazón,
deja que yo pueda ver cómo te vengas de ellos, pues a ti he confiado mi causa.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 7, 2-3.9bc-10.11-12
R/. Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Dómine Deus meus, in te sperávi.

Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio.

Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Dómine Deus meus, in te sperávi.

Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables, y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas, tú, el Dios justo.

Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Dómine Deus meus, in te sperávi.

Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día.

Señor, Dios mío, a ti me acojo.
Dómine Deus meus, in te sperávi.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 8, 15
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.
Beáti qui in corde bono et óptimo verbum Dei rétinent, et fructum áfferunt in patiéntia.

Evangelio

¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 7, 40-53)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: Este es de verdad el profeta.
Otros decían: Este es el Mesías.
Pero otros decían: ¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?
Y así surgió entre la gente una discordia por su causa.
Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y estos les dijeron: ¿Por qué no lo habéis traído?
Los guardias respondieron: Jamás ha hablado nadie como ese hombre.
Los fariseos les replicaron: ¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos malditos.
Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo:
¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?
Ellos le replicaron: ¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.
Y se volvieron cada uno a su casa.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Te pedimos, Señor,
que seas propicio al recibir nuestras ofrendas
y, compasivo, atraigas hacia ti nuestras voluntades rebeldes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio


Antífona de la comunión

1P 1, 18-19
Hemos sido liberados con una sangre preciosa, como la de un Cordero sin defecto y sin mancha, Cristo.

Oración después de la comunión

Que tus santos misterios nos purifiquen, Señor,
y, por su acción eficaz,
nos vuelvan agradables a tus ojos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Protege, Señor, a tu pueblo
que avanza presuroso hacia las próximas celebraciones
y acompáñalo con la abundancia de tu gracia,
para que, sostenido por las realidades visibles,
se vea aún más estimulado hacia las invisibles.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
  Semana V 
LMMJVS

  Domingo V Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 43, 1-2
Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa contra gente sin piedad; sálvame del hombre traidor y malvado, porque tú eres mi Dios y mi fortaleza.

No se dice Gloria.

Oración colecta

Te pedimos, Señor Dios nuestro,
que, con tu ayuda, avancemos animosamente
hacia aquel mismo amor
que movió a tu Hijo a entregarse a la muerte
por la salvación del mundo.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Se dice Credo.

Leccionario


Oración sobre las ofrendas

Escúchanos, Dios todopoderoso,
y, por la acción de este sacrificio,
purifica a tus siervos,
a quienes has iluminado con las enseñanzas de la fe cristiana.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Evangelio de Lázaro:

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. El cual, hombre mortal como nosotros que lloró a su amigo Lázaro, y Dios y Señor de la vida que lo levantó del sepulcro, hoy extiende su compasión a toda la humanidad y por medio de los sacramentos los restaura a una nueva vida. Por él los mismos ángeles te proclaman con júbilo eterno, y nosotros nos unimos a sus voces cantando humildemente tu alabanza

Antífona de la comunión

Cuando se lee el Evangelio de la resurrección de Lázaro:

Jn 11, 26
El que está vivo y cree en mí no morirá para siempre, dice el Señor.

Cuando se lee el Evangelio de la mujer adúltera:

Jn 8, 10-11
Mujer, ¿ninguno te ha condenado? Ninguno, Señor. Tampoco yo te condeno. En adelante no peques más.

Cuando se lee otro Evangelio:

Jn 12, 24-25
En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto.

Oración después de la comunión

Te pedimos, Dios todopoderoso,
que nos cuentes siempre
entre los miembros de Cristo,
cuyo Cuerpo y Sangre hemos recibido.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre el pueblo

Señor, bendice a tu pueblo
que espera siempre el don de tu misericordia,
y concédele, inspirado por ti,
recibir lo que desea
de tu generosidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Lunes 5ª. Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 56, 2
Misericordia, Dios mío, que me hostigan, me atacan y me acosan todo el día.

Oración colecta

Oh, Dios, por tu gracia inefable
nos sentimos enriquecidos con toda bendición;
haz que pasemos de la corrupción del hombre viejo
a la novedad de vida,
de modo que nos preparemos para la gloria del reino celestial.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Ahora tengo que morir, siendo inocente
Lectura de la profecía de Daniel. (Dn 13, 1-9.15-17. 9-30.33-62)
En aquellos días, la asamblea los creyó y condenó a muerte a Susana. Ella dijo gritando: Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí.
Y el Señor escuchó su voz.
Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo en un muchacho llamado Daniel; y este dio una gran voz: Yo soy inocente de la sangre de esta.
Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron: ¿Qué es lo que estás diciendo?
Él, plantado en medio de ellos, les contestó: Pero ¿estáis locos, hijos de Israel? ¿Conque, sin discutir la causa ni conocer la verdad condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque esos han dado falso testimonio contra ella.
La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron: Ven, siéntate con nosotros e infórmanos, porque Dios mismo te ha dado la ancianidad.
Daniel les dijo: Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar.
Cuando estuvieron separados el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:
¡Envejecido en días y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: "No matarás al inocente ni al justo". Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados.
Él contestó: Debajo de una acacia.
Respondió Daniel: Tu calumnia se vuelve contra ti. Un ángel de Dios ha recibido ya la sentencia divina y te va a partir por medio.
Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo: ¡Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?
Él contestó: Debajo de una encina.
Replicó Daniel: Tu calumnia también se vuelve contra ti. El ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros.
Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él. Se alzaron contra los dos ancianos, a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo. Les aplicaron la ley de Moisés y los ajusticiaron.
Aquel día se salvó una vida inocente.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 24, 1-3a.3b-4.5.6
R/. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
Si ambulávero in valle umbrae mortis, non timébo mala, quóniam tu mecum es.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
Si ambulávero in valle umbrae mortis, non timébo mala, quóniam tu mecum es.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
Si ambulávero in valle umbrae mortis, non timébo mala, quóniam tu mecum es.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
Si ambulávero in valle umbrae mortis, non timébo mala, quóniam tu mecum es.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.
Si ambulávero in valle umbrae mortis, non timébo mala, quóniam tu mecum es.

Aclamación antes del Evangelio

Ez 33, 11
No me complazco en la muerte del malvado -dice el Señor-, sino en que se convierta y viva.
Nolo mortem impii dicit Dóminus, sed ut convertátur et vivat

Evangelio

El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 8, 1-11)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó: «Ninguno, Señor».
Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Te pedimos, Señor,
que, al disponernos a celebrar los santos misterios,
te presentemos, como fruto de la penitencia corporal,
una gozosa pureza de corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Antífona de la comunión

Cuando se lee el Evangelio de la mujer adúltera:

Jn 8, 10-11
Mujer, ¿ninguno te ha condenado? Ninguno, Señor. Tampoco yo te condeno. En adelante no peques más.

Cuando se lee otro Evangelio:

Jn 8, 12
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Oración después de la comunión

Fortalecidos con la gracia de tus sacramentos,
te pedimos, Señor,
ser purificados siempre por ellos de nuestros pecados,
y avanzar presurosos hacia ti en el seguimiento de Cristo.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración sobre el pueblo

Libra, Señor, de sus pecados al pueblo que te suplica,
para que, llevando una vida santa,
no se vea afligido por adversidad alguna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Martes 5ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 27, 14
Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

Oración colecta

Concédenos, Señor,
perseverar en el fiel cumplimiento
de tu voluntad,
para que, en nuestros días,
crezca en santidad y en número
el pueblo dedicado a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirar a la serpiente de bronce
Lectura del libro de los Números. (Nm 21, 4-9)
En aquellos días, desde el monte Hor se encaminaron los hebreos hacia el mar Rojo, rodeando el territorio de Edón.
El pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia.
El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes.
Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla. Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 103, 2-3.16-18.19-21
R/. Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.
Dómine, exáudi oratiónem meam, et clamor meus ad te véniat.

Señor, escucha mi oración,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el día de la desgracia.
Inclina tu oído hacia mí;
cuando te invoco,
escúchame enseguida.

Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.
Dómine, exáudi oratiónem meam, et clamor meus ad te véniat.

Los gentiles temerán tu nombre;
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sion,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones.

Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.
Dómine, exáudi oratiónem meam, et clamor meus ad te véniat.

Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte.

Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti.
Dómine, exáudi oratiónem meam, et clamor meus ad te véniat.

Aclamación antes del Evangelio

La semilla es la palabra de Dios, y el sembrador es Cristo; todo el que lo encuentra vive para siempre.
Semen est verbum Dei, sator autem Christus; omnis qui ínvenit eum, manébit in aetérnum.

Evangelio

Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que Yo soy
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 8, 21-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros.
Y los judíos comentaban: ¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: "Donde yo voy no podéis venir vosotros"?
Y él les dijo: Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que Yo soy, moriréis en vuestros pecados.
Ellos le decían: ¿Quién eres tú?
Jesús les contestó: Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él.
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre.
Y entonces dijo Jesús: Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que "Yo soy", y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Te ofrecemos, Señor,
el sacrificio de reconciliación,
para que, compasivo, perdones nuestros delitos
y guíes tú mismo nuestros corazones vacilantes.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Antífona de la comunión

Jn 12, 32
Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí, dice el Señor.

Oración después de la comunión

Concédenos, Dios todopoderoso,
que, participando asiduamente en tus sacramentos,
merezcamos alcanzar los dones del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Oh, Dios, que prefieres compadecerte
de quienes confían en ti antes que enojarte,
concede a tus fieles
llorar justamente los pecados cometidos
y merecer así la gracia de tu consuelo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Miércoles 5ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 18, 49
Señor, me librarás de mis enemigos, me levantarás sobre los que resisten y me salvarás del hombre cruel.

Oración colecta

Ilumina, Dios misericordioso,
el corazón de tus hijos,
santificado por la penitencia,
y, al infundirles el piadoso deseo de servirte,
escucha compasivo a los que te suplican.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Envió un ángel a salvar a sus siervos
Lectura de la profecía de Daniel. (Dn 3, 14-20.91-92.95)
En aquellos días, el rey Nabucodonosor dijo: ¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago, que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido? Mirad: si al oír tocar la trompa, la flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos, estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero, si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué dios os librará de mis manos?
Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al rey Nabucodonosor: A eso no tenemos por qué responderte. Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido.
Entonces Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el horno encendido.
Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó, se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros: ¿No eran tres los hombres que atamos y echamos al horno? Le respondieron: Así es, majestad.
Preguntó: Entonces, ¿cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir daño alguno? Y el cuarto parece un ser divino.
Nabucodonosor, entonces, dijo: Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y adorar a otros dioses fuera del suyo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Dn 3, 52.53-54.55-56
R/. ¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábilis et superexaltátus in saécula.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso.

¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábilis et superexaltátus in saécula.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria.

¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábilis et superexaltátus in saécula.

Bendito eres sobre el trono de tu reino.

¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábilis et superexaltátus in saécula.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos.

¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábilis et superexaltátus in saécula.

Bendito eres en la bóveda del cielo.

¡A ti gloria y alabanza por los siglos!
Et laudábilis et superexaltátus in saécula.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 8, 15
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia.
Beáti qui in corde bono et óptimo verbum Dei rétinent, et fructum áfferunt in patiéntia.

Evangelio

Si el Hijo os hace libres, sois realmente libres
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 8, 31-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le replicaron: Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: "Seréis libres"?
Jesús les contestó: En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre.
Ellos replicaron: Nuestro padre es Abrahán.
Jesús les dijo: Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.
Le replicaron: Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios.
Jesús les contestó: Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Señor, te consagramos las ofrendas
que nos has concedido presentar en honor de tu nombre,
para que se conviertan en remedio de nuestra debilidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Antífona de la comunión

Col 1, 13-14
Dios nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

Oración después de la comunión

Señor,
el sacramento que acabamos de recibir
sea medicina del cielo,
para que elimine las culpas de nuestros corazones
y nos asegure tu constante protección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Atiende, Dios todopoderoso,
las súplicas de tu pueblo,
y concede, compasivo, tu inagotable misericordia
a quienes esperan confiadamente en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Jueves 5ª Cuaresma

Antífona de entrada

Hb 9, 15
Cristo es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte, y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.

Oración colecta

Escucha nuestras súplicas, Señor,
y protege con amor a los que han puesto su esperanza
en tu misericordia,
para que, limpios de la mancha de los pecados,
perseveren en una vida santa
y lleguen de este modo a heredar tus promesas.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Serás padre de muchedumbre de pueblos
Lectura del libro del Génesis. (Gn 17, 3-9)
En aquellos días, Abrán cayó rostro en tierra y Dios le habló así:
Por mi parte, esta es mi alianza contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos.
Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré fecundo sobremanera: sacaré pueblos de ti, y reyes nacerán de ti.
Mantendré mi alianza contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como alianza perpetua. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios.
El Señor añadió a Abrahán: Por tu parte, guarda mi alianza, tú y tus descendientes en sucesivas generaciones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 106, 4-5.6-7.8-9
R/. El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Memor fuit Dóminus in saéculum testaménti sui.

Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.

El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Memor fuit Dóminus in saéculum testaménti sui.

¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.

El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Memor fuit Dóminus in saéculum testaménti sui.

Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac.

El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Memor fuit Dóminus in saéculum testaménti sui.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 96, 8a.7d
No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor.
Hódie, nolíte obduráre corda vestra, sed vocem Dómini audíte.

Evangelio

Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 8, 51-59)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no verá la muerte para siempre.
Los judíos le dijeron: Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?
Jesús contestó: Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría.
Los judíos le dijeron: No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy.
Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Complacido, Señor, con las ofrendas presentes,
haz que favorezcan nuestra conversión
y la salvación de todo el mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Antífona de la comunión

Rm 8, 32
Dios no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros: con él nos lo ha dado todo.

Oración después de la comunión

Saciados con los dones de la salvación,
invocamos, Señor, tu misericordia,
para que este sacramento,
con el que nos alimentas en nuestra vida temporal,
nos haga partícipes de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Sé propicio, Señor, a tu pueblo
para que, rechazando día tras día lo que te desagrada,
encuentre su alegría
en el cumplimiento fiel de tus mandatos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Viernes 5ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 31, 10.16.18
Piedad, Señor, que estoy en peligro, líbrame de mis enemigos que me persiguen; Señor, no quede yo defraudado tras haber acudido a ti.

Oración colecta

Perdona las culpas de tu pueblo, Señor,
y que tu bondad nos libre de las ataduras del pecado,
que hemos cometido a causa de nuestra debilidad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oh, Dios, que en este tiempo
otorgas con bondad a tu Iglesia
imitar devotamente a santa María
en la contemplación de la pasión de Cristo,
concédenos, por la intercesión de la Virgen,
adherirnos cada día más firmemente a tu Hijo unigénito
y llegar finalmente a la plenitud de su gracia.
Él, que vive y reina contigo.

Primera Lectura

El Señor es mi fuerte defensor
Lectura del libro de Jeremías. (Jr 20, 10-13)
Oía la acusación de la gente: "Pavor-en-torno",
delatadlo, vamos a delatarlo.
Mis amigos acechaban mi traspié: A ver si, engañado, lo sometemos y podemos vengarnos de él.
Pero el Señor es mi fuerte defensor: me persiguen, pero tropiezan impotentes.
Acabarán avergonzados de su fracaso, con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor del universo, que examinas al honrado y sondeas las entrañas y el corazón,
¡que yo vea tu venganza sobre ellos, pues te he encomendado mi causa!
Cantad al Señor, alabad al Señor, que libera la vida del pobre de las manos de gente perversa.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Sal 19, 2-3a.3bc-4.5-6.7
R/. En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
Señor, mi roca, mí alcázar, mi libertador.

En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me

Dios mío, peña mía, refugio mío,
escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
Invoco al Señor de mi alabanza
y quedo libre de mis enemigos.

En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me

Me cercaban olas mortales,
torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo;
me alcanzaban los lazos de la muerte.

En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me

En el peligro invoqué al Señor,
grité a mi Dios:
desde su templo él escuchó mi voz,
y mi grito llegó a sus oídos.

En el peligro invoqué al Señor, y él me escuchó.
In tribulatione mea invocávi Dóminum, et exaudívit me

Aclamación antes del Evangelio

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, spíritus et vita sunt; verba vitae aetérnae habes.

Evangelio

Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 10, 31-42)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó: Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?
Los judíos le contestaron: No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.
Jesús les replicó: ¿No está escrito en vuestra ley: "Yo os digo: sois dioses"? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: "¡Blasfemas!" Porque he dicho: "Soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían: Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad.
Y muchos creyeron en él allí.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Concédenos, Dios misericordioso,
servir siempre a tu altar con dignidad
y alcanzar la salvación por la participación constante en él.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Antífona de la comunión

1P 2, 24
Jesús llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia; con sus heridas somos curados.

Oración después de la comunión

Que nos acompañe, Señor,
la continua protección del sacramento recibido
y aleje siempre de nosotros todo mal.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Dios todopoderoso, concede a tus siervos,
deseosos de la gracia de tu protección,
que, libres de todo mal, te sirvan con ánimo sereno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

  Sábado 5ª Cuaresma

Antífona de entrada

Sal 22, 20.7
Señor, no te quedes lejos, defiéndeme; porque soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo.

Oración colecta

Oh, Dios, que has hecho a todos los renacidos en Cristo
pueblo escogido y sacerdocio real,
concédenos querer y realizar cuanto nos mandas,
para que el pueblo, llamado a la vida eterna,
tenga una misma fe en el corazón
y una misma santidad en los actos.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Primera Lectura

Los haré una sola nación
Lectura de la profecía de Ezequiel. (Ez 37, 21-28)
Esto dice el Señor Dios:
Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los haré una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos.
No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitaban y en los cuales pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.
Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial

Jr 31, 10.11-12ab.13
R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Dóminus custódiet nos sicut pastor gregem suum.

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño.

El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Dóminus custódiet nos sicut pastor gregem suum.

Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sion,
afluirán hacia los bienes del Señor.

El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Dóminus custódiet nos sicut pastor gregem suum.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas.

El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
Dóminus custódiet nos sicut pastor gregem suum.

Aclamación antes del Evangelio

Ez 18, 31
Apartad de vosotros todos vuestros delitos –dice el Señor–, renovad vuestro corazón y vuestro espíritu.
Proícite a vobis omnes praevaricatiónes vestras, dicit Dóminus, et fácite vobis cor novum et spíritum novum.

Evangelio

Para reunir a los hijos de Dios dispersos
Lectura del santo Evangelio según san Juan. (Jn 11, 45-57)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:
¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación.
Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:
Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera.
Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos.
Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.
Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: ¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?
Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Oración sobre las ofrendas

Acepta, Señor, las ofrendas de nuestro ayuno
para que nos purifiquen,
nos hagan dignos de tu gracia
y nos conduzcan a los bienes eternos prometidos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio

Antífona de la comunión

Jn 11, 52
Cristo fue entregado para reunir a los hijos de Dios dispersos.

Oración después de la comunión

Señor, pedimos humildemente a tu majestad
que, así como nos fortaleces con el alimento
del santísimo Cuerpo y Sangre de tu Hijo,
nos hagas participar de su naturaleza divina.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo

Ten piedad, Señor, de tu Iglesia suplicante
y atiende, compasivo,
los corazones que se humillan ante ti;
no permitas que los redimidos
por la muerte de tu Unigénito
se dejen seducir por el pecado,
ni sean víctimas de la adversidad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.