Parte Cuarta. PASIÓN Y RESURRECCIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

CAPÍTULO II. EL LUNES Y EL MARTES SANTO

1 Mt 21, 18-22; Mc 11, 12-14, 20-24.
2 Πρωϊ leemos al principio de la narración de Mt. Mc emplea en otro lugar, Mc 1, 35 esta palabra para significar la última «vigilia» de la noche, que era de tres a seis de la mañana.
3 Mt συχήν μίαν.
4 Mc εί άρα (Vg si forte). Delicado matiz.
5 Ei demum serius folium nascitur quam pomum. Fumo, Hist. nat., 16, 26, 49.
6 Lenguaje de rara energía, señaladamente en el texto griego de Mc: μηχέτι έχ σοϋ είς τόν αίώνα ούδείς χαρπόν φάγοι.
7 Méditations sur l'Evangile, última semana, día 20.
8 Cfr. Rm 9, 4-5.
9 Cfr. Mt 21, 26-44; Mt 22, 1-14; Mt 23, 24, 25 y los pasajes paralelos de Mc y de Lc. En la triunfal procesión de la víspera, Jesús había profetizado ya claramente la próxima ruina de Jerusalén y de la nación judía.
10 Mc 11, 14, observa expresamente que excitó su atención.
11 El A. expone ahora lo que con él muchos llaman «la segunda expulsión de los vendedores». La omitimos porque es la misma que sucedió al principio (In 1, 14-22). Cfr. Sinopsis, n.° 29.
12 Mt 21, 16; Mc 11, 18; Lc 19, 47-48. Los tres evangelistas insisten en este hecho con matices interesantes. Mc y Lc se limitan a generalidades. Mt cita un hecho especial.
13 Jn 12, 19.
14 Lc 21, 38.
15 Lc 19, 48.
16 VIRGILIO, AEn., 4, 79 (pendent ex ore); ()violo, Her., 1, 30; HORACIO, Ep., 1,105; etc.
17 Pronombre desdeñoso como en varios lugares.
18 En vez de las palabras: «lograste alabanza», citadas conforme a la traducción de los LXX, y mejor adaptadas a la situación, el texto hebreo, con ligera variante, dice: «Fundaste una fuerza.»
19 Mt 21, 17; Mc 11, 19; Lc 21, 37-38. Los escritos rabínicos nos dicen que en tiempos de Pascua, como muchos peregrinos no podían hallar albergue en Jerusalén, pasaban las noches en la colina de los olivos.
20 Mt εθαύμασα (Vg mirati sunt), «se asombraron».
21 Mt 17, 19, y Lc 17, 6.
22 Mt 21, 21-22; Mc 11, 22-26. El texto de Mt es aquí muy sumario. Citamos las palabras de Jesús según Mc.
23 Los judíos oraban de ordinario en esta actitud. Cfr. Mt 6, 5; etc.
24 La última frase, omitida por los mejores manuscritos griegos, fué añadida, sin duda, posteriormente. Está tomada de Mt 6, 15.
25 A esta promesa de Jesús alude San Pablo cuando escribe, 1Co 13, 2: «Y aunque tuviera toda la fe hasta trasladar las montañas...»
26 Mc y Lc enumeran las tres clases: los príncipes de los sacerdotes, los escribas y los ancianos. Mt por brevedad, omite la mención de los escribas. Se supone comúnmente que no se presentó a Jesús todo el Sanedrín, sino que se contentó con enviarle una delegación oficial.
27 El verbo έπέστησαν usado por Lc, tiene ordinariamente este sentido, y a la vez indica intenciones hostiles.
28 Los tres historiadores emplean aquí el pronombre ταϋτα (Vg haec).
29 Jn 1, 9-28.
30 Jn 3, 2.
31 ‘Έναλόγον según Mt y Mc (Vg unum sermonem, unum verbum). Λόγον simplemente, en el tercer Ev.
32 Jesús lo significa con el nombre de la ceremonia que le daba un carácter particular y resumía su fin y efectos: el bautismo simbólico de donde le venía a Juan su célebre sobrenombre.
33 Cfr. Mt 3, 11-12; Mc 1, 6-8; Lc 3, 15-18, y en especial Jn 1, 25-27, Jn 1, 29-35; Jn 3, 28-35.
34 Lc trae esta variante, que bien podría reproducir el texto primitivo: «Todo el pueblo nos apedreará.» No era, pues, imaginario el miedo de los delegados, ya que entre los judíos la lapidación era el castigo legal de los delitos religiosos, y las turbas no se contenían en ocasiones y lo ejecutaban espontánea y sumariamente. Cfr. Hch 7, 56-59, respecto de San Esteban y Jn 10, 31, respecto del mismo Jesús.
35 Mt 21, 23-27; Mc 11, 27-33; Lc 20, 1-8.
36 Mt 25, 1-30.
37 Mt 21, 28-32. En varios antiguos manuscritos griegos hay una inversión mencionada ya por Orígenes, San Jerónimo y otros Padres. El hijo que dice «No» está colocado el segundo. Cfr. ZAHN, Das Evangelium des Matthäus, 2.a edic., p. 618, nota.
38 En el griego: έγώχύριε. A la letra: «¡Yo, Señor!» Es decir, como traduce la Vg, «Allá voy al punto».
39 La expresión «camino de la justicia» puede significar ora la santidad personal del Precursor, ora la dirección que daba a los que conseguía convertir. Este último sentido parece que es aquí el mejor.
40 Mt «Escuchad otra parábola». Invitación que se dirige a los delegados del Sanedrin. Lc « comenzó a exponer al pueblo esta parábola». Las dos indicaciones se completan mutuamente.
41 Mt 21, 33-41; Mc 12, 1-9; Lc 20, 9-16.
42 Is 5, 1-7.
43 Y también los jabalíes, Sal 80, 14.
44 LAGRANGE, S. Marc., p. 585. Ύπολήνιον cuba inferior, el locus vinarius de los latinos. La traducción de la Vg torcular, no es enteramente exacta.
45 Cfr. Dt 32, 32; Sal 79, 8-16; Is 51-7; Sal 16, 10; Sal 27, 1-7; Jr 2, 21; Ez 15, 1-6; Ez 19, 10; Os 10, 1; etc.
46 Gn 49, 11; Dt 8, 8; Dt 28, 30, 39; etc.
47 Hch 7, 52.
48 Jr 25, 3-7.
49 Mt 23, 37.
50 Cfr. 1R 19, 2; 1R 22, 24-27; 2R 6, 31; etc.
51 Juego de palabras al modo oriental.
52 Sal 118, 21-23.
53 Is 8, 14-15; Dn 2, 34, 45.
54 Hch 4, 11; Ef 2, 20; 1P 2, 2.
55 Mt 21, 45-46; Mc 12, 12; Lc 20, 19.
56 Indicase esta pausa en el relato de Mt con una breve fórmula de introducción: «Jesús, tomando la palabra, habló de nuevo en parábolas, diciendo...» El plural ένπραβολαϊς engloba así las dos parábolas que preceden.
57 Mt 22, 1-14.
58 Lc 14, 16-24.
59 Entre ellos, el grave Maldonado.
60 Mt 9, 15; Lc 22, 18, 30; Jn 3, 29; 2Co 11, 2; Ef 5, 32; Ap 19, 7; etc.
61 Hch 4, 3; Hch 5, 18, 40; Hch 7, 58; Hch 8, 3; Hch 12, 3; Hch 14, 5-19; Hch 16, 23; Hch 17, 5; Hch 21, 30; Hch 23, 1.
62 Mt 28, 19.
63 Mc 12, 13; Lc 20, 20, describe su maldad con vigorosas pinceladas. «Sin perderle de vista, le enviaron emisarios que fingieron ser justos, con el fin de sorprenderle en lo que dijese.»
64 Mt 22, 15-22; Mc 12, 13-17; Lc 20, 20-26.
65 Παγιδεύσωσιν (Mt); άγρεύσωσιν (Mc); έπιλάβονται (Lc).
66 «El camino de Dios» que enseña con toda verdad es el conjunto de los divinos preceptos, que formaban como el camino de la virtud.
67 El pseudo-Jerónimo, en la Catena D. Thomae in Evang. Matthaei, h. 1.
68 Citamos estas palabras según el texto griego de Mc.
69 Según la lección más acreditada de los textos griegos, cada uno de los evangelistas emplea una palabra diferente para significar el tributo de que se habla. Mt Χήνσον (Vg censum); Mc έπιχεφάιον (Vgtributum); Lc φόρον (la Vg dice también tributum). Se trata probablemente del tributurn capitis o capitación, por oposición a otras especies de impuestos.
70 Hch 5, 37; JOSEFO, 18, 1, 6.
71 Mt Τό νόμισμα τοϋ χήνσου (Vg numisma census). Según Mc y Lc δηνάριον (Vg. denarium). Es probable que nuestro Señor emplease la fórmula general citada por el primer Ev. Conviene mejor a la situación.
72 Δοϋναι, άπόδοτε. Las dos expresiones son correlativas.
73 Rm 13, 1-7.
74 Mc emplea un verbo compuesto (έξεθαύμαζον), que refuerza la idea.
75 Mt 16, 1.
76 Mt 22, 23-33; Mc 12, 18-27; Lc 20, 27-40.
77 JOSEFO, Ant., 18 1, 3-4.
78 Dt 25, 5-6.
79 De la palabra latina levir, cuñado.
80 Rt 3, 9-13.
81 Dt 25, 7-10; Rt 4, 1-11.
82 Tb 6, 14.
83 A decir verdad, la habían propuesto algunos rabinos y la habían resuelto diciendo que en tal caso la mujer pertenecería en la otra vida al primero de los dos maridos. Sohar Gen., 24, 96.
84 Este segundo rasgo se aplica a las mujeres que, en los países orientales, cuando es caso de concertar su matrimonio sólo representan un papel pasivo, pues son sus padres quienes eligen o aceptan para ellas su futuro marido.
85 El Tal en el tratado Berachoth, 17, trae una sentencia semejante en excelentes términos: «En el mundo futuro no se come ni se bebe; no se multiplica el género humano por el matrimonio, ni hay contratos de compraventa..., sino que los justos están sentados, tienen coronas en sus cabezas y gozan del esplendor de la divinidad.»
86 Hch 23, 8.
87 Ex 3, 6; pasaje en que se trata de la zarza que ardía.
88 Comment. in Matth., 22, 31-32.
89 Entre otros, Is 26, 19; Dn 12, 2.
90 En tiempos antiguos se explicaba generalmente esta lección del Salvador diciendo, que los saduceos no admitían más que el Pt como parte canónica de la Biblia. Cfr. ORÍGENES, C. Cels., 1, 49; Comment. in Matth., t. 17, 35-36; SAN JERÓNIMO, loc. cit., etc. Pero no parece absolutamente demostrado que así fuese.
91 Gn 26, 14; Gn 28, 13.
92 Ex 3, 6, 15, 16; Ex 4, 5.
93 Sal 16, 8-11; Sal 48, 15-16; Sal 73, 25-28.
94 'Eξεπλήσσοντο otra expresión vigorosa de Mt.
95 Lc 20, 39.
96 Mt 22, 34-40; Mc 12, 28-34. Mc es, con mucho, el más completo. Lc pasa en silencio este hecho porque ha referido antes (Lc 10, 25-28) otro del mismo género.
97 Según Mt: ¿Qué mandamiento «es grande en la ley»? Según Mc a la letra; «¿Cuál es el mandamiento primero de todos?»
98 Ποία: por tanto, quale, mejor que quod, de la Vg.
99 Tratado Makkoth, 24, a. Se había observado que el número de las primeras equivalía al de los días del año común, y el de las segundas a la totalidad de los miembros del cuerpo humano.
100 Debarim Rabba 6, sobre el texto Dt 22, 6.
101 A ellas alude JOSEFO, Ant., 4, 8, 13.
102 En conjunto, el Shemá se compone de tres pasajes del Pt: Dt 6, 4-9; Dt 11, 13-21; Nm 15, 37-41.
103 Dt 6, 5.
104 En este mismo libro insiste frecuentemente Moisés en que todo israelita digno de tal nombre ha de unir a todos sus actos el amor de Dios, y que este amor ha de ser el móvil de toda su conducta. Cfr. Dt 10, 12; Dt 11, 1, 13, 22;Dt 13, 3; Dt 19, 9; Dt 30, 6, 16, 20. Es el primero y más esencial de los deberes religiosos. Pero los judíos οοhabían venido a olvidar esta recomendación.
105 Lv 19, 18.
106 Lc 10, 29-37.
107 Rm 13, 10.
108 Cfr. Lc 10, 27.
109 1S 15, 22; Pr 21, 3; Sal 39, 7-9; Is 1, 11; Os 6, 6, y señaladamente el Sal 49, que desenvuelve magníficamente esta idea.
110 Mt 22, 46; Mc 12, 34b; Lc 20, 40.
111 Mt 22, 41-46; Mc 12, 35-37; Lc 20, 41-44. Mt es aquí el más completo.
112 Es decir, en virtud de una inspiración sobrenatural; circunstancia importante, pues atribuye a la palabra de David la categoría de verdad infalible.
113 Los evangelistas lo citan a su vez según la traducción de los LXX con esta ligera diferencia que leemos en varios manuscritos del segundo Ev: ύποχάτω «debajo», en vez de ύποπόδιον «escabel».
114 Sal 109 (hebr. 110), 1.
115 Hch 2, 34-35; 1Co 15, 25; Hb 1, 13; Hb 5, 6; Hb 7, 17-21; Hb 10, 13; etc. Después, como dice SAN JERÓNIMO, Comment. in Matth., h. 1., los judíos, para salir del embarazo en que este texto les ponía en las discusiones con los cristianos, renunciaron a aplicarlo a David. Según ellos, es Abraham a quien Dios dijo: «Siéntate a mi diestra.» SAN JUSTINO, Dial. c. Tryph., 33-34. TERTULIANO, Contra Marcion., 5, 9, había señalado otro parecido subterfugio de los judíos: el «Señor» en cuestión habría sido el rey Ezequías.
116 Por ejemplo, el Sal 2; Is 9; Dn 3.
117 Jn 7, 46.
118 Comment in Matth., h. 1.
119 Mt 23, 1-39; Mc 12, 38-40; Lc 20, 45-47.
120 Lc 11, 37-52.
121 Así los versículos Mt 23, 1-3,7-10,16-22,24,28,32-33 nada tienen que les corresponda en el cap. 11 de Lc (Lc 11). Además, lo que en el primer Ev corresponde a Lc 11, 39-52, está puesto en el orden siguiente, que tampoco es el mismo: Mt 23, 46, 43, 52, 42, 39, 41, 44, 47, 48, 49-51. Además, en el texto de Mt se hallan acá y acullá nuevos. pensamientos. Sólo dos pasajes del discurso, tal como nos lo ha transmitido Mt son comunes en los tres sinópticos: Mt 23, 6-7; Mc 12, 38-39; Lc 20, 46; y Mt 23, 14; Mc 12, 40; Lc 20, 47.
122 Mt 23, 1; Lc 20, 45. La de Mc 12, 38, es más vaga.
123 Mt 23, 2-12, 13-32, 33-39.
124 Mt 23, 16, 36. Cfr. también Mt 5, 21-48; Mt 15, 1-20; Mt 16, 11-12.
125 Rm 2, 21-23. En este pasaje San Pablo se dirige a todos los judíos; pero a quienes principalmente reprende es a los doctores, que tan mal habían formado el espíritu del pueblo. El famoso Diógenes decía también: «Los oradores (retóricos) están llenos de celo para decir lo que es justo, mas no para hacerlo.» Cfr. DIÓGEN. LAERT., Vitae et placit. clarorum phil. Lib. 6, 28.
126 Lc 11, 46.
127 Mt 11, 29.
128 Ga 4, 4.
129 Por este motivo les dieron los latinos el nombre de vestis talaris. Cfr. HORACIO, Sat., 1, 2, 99: ad talos stola demissa.
130 Este nombre está calcado en la palabra griega φυλαχτήρια, «preservativos», que los judíos helenistas habían elegido, quizá de intento, para expresar que este ornamento sagrado era un símbolo visible, que había de recordar a todo israelita la obligación de observar fielmente los preceptos divinos; pero acaso también se le ha de conservar, al menos en parte, su ordinaria significación de amuleto, a causa de las ideas supersticiosas que los judíos, así antiguos como modernos, asociaban a su empleo.
131 En número de cuatro: Ex 12, 2-10; Ex 11-17; Dt 6, 4-9; Dt 11, 13-22.
132 Bab. Berachoth, 27, 2.
133 El nombre de «padre» (en hebreo, 'ab; en arameo, abba) era también, entre los judíos, título honorífico reservado a los grandes y santos personajes de la antigüedad. Cfr. 2R 2, 12; 2R 6, 21; 2R 13, 14; Si 44, 1;Lc 16, 24, 30, y para la literatura rabínica, DALMAN, Die Worte Jesu, t. 1, pp. 278-279. Al título de χαθηγητής que la Vg traduce por magister, «maestro», corresponde mejor la significación de «guía»; no sabemos a qué título arameo corresponde.
134 Calcado en el griego ούαί, «¡ay!»
135 Ant., 17, 2, 41.
136 La expresión metafórica «devorar», tan enérgica, se emplea en este mismo sentido por los escritores de Grecia y Roma.
137 Cfr. Ex 22, 22; Dt 10, 18; Dt 14, 29; Dt 16, 11, 14; Dt 24, 17; etc.
138 Is 1, 23; Is 10, 2; Jr 7, 6; Za 7, 10, etc.
139 Sicut scabies Israelí. Bab. Niddoth, 13, 2.
140 Por ejemplo, de HORACIO, Sat., 1, 4, 142-143: Ne veluti te Judaei cogemus in hanc concedere turbam.
141 Mt 5, 33-37.
142 MARCIAL, Epigram., 1, 97.
143 Lc 11, 42.
144 Se lee en el Tal tratado Maaseroth, 1, 1; «Todo lo que se come, y que se conserva, y que crece en el suelo, está sometido a diezmo.»
145 Los botánicos la llaman Anethum graveolens y Cuminum sativum. Una y otra pertenecen a la familia de las umbelíferas.
146 La comparación es tanto más grave cuanto el camello estaba incluido en la lista de los animales impuros. Sobre el uso actual, al menos en parte, del «colare culicem» entre los judíos contemporáneos, -cfr. L. Cl. FILLION, L'Evangile selon S. Matthieu, pp. 446-447.
147 Lc 11, Cfr.
148 Mc 7, 4.39-41.
149 En la Vg se lee esta variante: «Dentro de vosotros estáis llenos de rapiña y de impureza.»
150 Lc 11, 44. Pero en este pasaje el concepto está menos desarrollado y presentado en otra forma.
151 Cfr. Nm 19, 16; Maasar scheni, 5, 1; etc.
152 Lc 11, 47-48.
153 Cfr. Mt 3, 7; Mt 12, 34.
154 Mt 10, 16.
155 Mt 10, 17-23.
156 Lc 11, 49-51.
157 Acerca de la dificultad de interpretación que ofrecen las palabras «Zacarías, hijo de Baraquías», consúltense los principales comentarios del Ev de Mt, in h. I. «Entre el templo y el altar», es decir, entre el santuario propiamente dicho (τοϋ ναοϋ) y el altar de los holocaustos, en el atrio de los sacerdotes.
158 Lc nos ha conservado este grave y conmovedor apóstrofe (Lc 13, 34-45), pero en lugar menos propio que éste del primer Ev. Con dificultad se entiende que fuera pronunciado lejos de Jerusalén.
159 El sustantivo griego όρνις tiene aquí esta significación especial.
160 Imágenes semejantes pueden verse en Dt 32, 11; Sal 90, 4, Is 31, 5; etc.
161 Mt 21, 9; Mc 11, 10; Lc 19, 38; Jn 12, 13.
162 Rm 11.
163 Mc 12, 41-44; Lc 21, 1-4.
164 En hebreo, she faroth. Cfr. la Mishna, Schekalim, 6, 5; Joma, 55, 2; LIGHTFOOT, Decas chorogr. in Marc., c. 3, párrafo 4.
165 Mc έθεώρει «contemplaba»; Lc ναβλέψας «habiendo mirado atentamente hacia lo alto». Supónese, pues, que, al principio, el Salvador tenía la cabeza inclinada.
166 En la narración de Mc las palabras μ ία, «una», y πτωχή, «pobre», son opuestas a «muchos ricos». Lc emplea el adjetivo πενιχρά (Vg pauperculam), «muy pobre».
167 El lepton era la más pequeña de las monedas griegas. Valía la octava parte de un as. Las dos piezas ofrecidas por la viuda correspondían, por tanto, a un cuarto de as (quadrans), como añade Mc para sus lectores romanos.
168 En el tratado rabínico Vajjikra Rabba, 3, podemos leer que a un sacerdote que había rechazado desdeñosamente la ofrenda de un puñado de harina que llevaba una pobre mujer, Dios le dió a conocer, por medio de un sueño, que aquella humilde ofrenda tenía tanto valor como si la donante misma se hubiera ofrecido en sacrificio.
169 Jn 12, 20-36.
170 Mc 11, 11.
171 ‘Έλληνες (Vg Graeci)
172 Έλληνισταί Cfr. Hch 6, 1; Hch 9, 29; Hch 11, 20.
173 Acerca de esta significación especial del verbo ίδεϊν cfr. Lc 13, 20; Lc 9, 9; Lc 23, 8; Hch 28, 20.
174 Cfr. Mt 15, 24.
175 Los comentadores gustan de notar aquí que Felipe y Andrés eran los únicos miembros del colegio apostólico que llevaban nombres griegos.
176 En estos Helenos, deseosos de ofrecer sus homenajes al Salvador, vieron algunos a los enviados de Abgar, rey de Edesa, en Siria, conforme a una nota de EUSEBIO DE CESAREA (Hist. eccl., 1, 13), según la cual este príncipe habría invitado a Jesús a que fijase su residencia en sus Estados, prometiéndole que le resarciría con un recibimiento honrosísimo de las persecuciones que había padecido de parte de sus compatriotas. Pero esa historia de las relaciones de Abgar con Nuestro Señor nada tiene que ver aquí, pues según el relato evangélico, los Helenos habían ido a Jerusalén, no para ver a Jesús, sino para asistir a las solemnidades de la Pascua. Respecto a las dos cartas apócrifas que se atribuyen al Salvador y a Abgar, cfr. FABRICIUS, Codex apocryph. Novi Testamenti, t. 2, pp. 388-390
177 Comparación análoga emplea San Pablo, 1Co 15, 36-38, 42-44.
178 Mt 10, 39; Mt 16, 25; Mc 8, 35; Lc 9, 24, 17, 33.
179 Tenemos de ella varios ejemplos: Lc 19, 41; Jn 1, 32, 38.
180 Mt 3, 17; Mt 17, 5, y en los pasajes paralelos.
181 Asimismo, sólo San Pablo entendió las palabras que le dirigió Cristo, que le había derribado en el camino de Damasco. Sus compañeros no percibieron más que sonidos confusos. Cfr. Hch 9, 4, 7; Hch 22, 9.
182 En hebreo, Sar ha' olam. Este mismo nombre volverá a aparecer en el discurso de despedida de Nuestro Señor, Jn 14, 30, y Jn 16, 11. Expresiones semejantes emplea San Pablo. 2Co 4, 4; Ef 1, 2; Ef 6, 12.
183 En el texto griego, la lección πάντας «todos», parece de mayor autoridad que πάντα; (Vg omnia), «todas las cosas».
184 Jn 3, 14; Jn 8, 28.
185 Tractat, in Ps., 54, n. 12.
186 Entre otros, Sal 89, 29,36,37; Sal 109, 4; Is 9, 6; Dn 7, 14; etc. Cfr. también en la teología judaica de aquellos tiempos los Oráculos Sibilinos, 3, 49, 50; los Sal de Salomón, 17, 4; Henoch, 62, 14.
187 Jn 1, 4; Jn 3, 19; Jn 8, 12; Jn 9, 5.
188 Jn 12, 36.
189 Jn 12, 37-50.
190 Caps. 9-11.
191 Jn 12, 37-43.
192 Jn 6, 36-38; Jn 10, 25-26; etc.
193 Is 53, 1. Cfr. Rm 10, 16.
194 Is 6, 9-10. Este texto está citado exactamente, pero con alguna libertad, sin seguir del todo ni al texto hebreo ni al de los LXX.
195 Mt 13, 14-15.
196 Jn 3, 1-4; Jn 19, 38-39; etc.
197 Jn 9, 22.
198 Jn 12, 44-50.
199 Jn 12, 36.
200 Mt 24, 1-3; Mc 13, 1-4; Lc 21, 5-7. La exposición de Mc es la más completa de las tres. Sobre este discurso, que algunos modernos aplican íntegro a la ruina de Jerusalén, conviene ver los artículos de A. FFUILLET que citamos en nuestra Sinopsis, n.° 263 y DES 6, 1343-1354, así como los de M. BRUNEC, VerbDom 1952-1953; F. SPADAFORA, L'escatologia in S. Paolo, Roma, 1957; Gesù e la fine de Gerusalemme, Rovigo, 1950; B. RIGAU, La seconde venue de Yésus. La venue du Messie, Recherches bibliques, 6, 1962, pp. 173-216; A. STROBEL, Untersuchungen zum eschatologischen Verzögerungsproblem (Supplementsto N T., 2), Leiden-Kóln, 1961; CH. PERROT, Essai sur discours eschatologique: RScR 47 (1959) 481-514.
201 Mt 23, 38.
202 Cfr. 2M 3, 2-7.
203 JOSEFO, Ant., 15, 11, 3; Bell. jud., 5, 5, 4.
204 Hist., 5, 8, 1.
205 Ant., 15, 11, 39; Bell. jud., 5, 5, 1-2.
206 Bell. jud. , 7, 1, 1.
207 Mt 4, 18-22; Mc 1, 16-20; Lc 5, 1-11.
208 Mt 24, 3; Mc 13, 3-4; Lc 21, 7. La palabra griega que hemos traducido por «venida» (Vg adventus) es παρουσία, es decir, «presencia», pero presencia durable, continua. Mt es el único evangelista que la usa, y sólo en esta ocasión (Mt 24, 3, 27, 37, 39); pero aparece con bastante frecuencia en las epístolas apostólicas, con significación muy semejante, para denotar la segunda venida de Cristo. Cfr. 1Co 15, 23; 1Ts 2, 19; 1Ts 3, 13; 1Ts 4, 14; 1Ts 5, 23; 2Ts 2, 1, 8; St 5, 7; 2P 1, 16; 2P 3, 12; 1Jn 2, 28.
209 Mt 24, 4 25, 46; Mc 13, 5-37; Lc 21, 8-36. Todo lo que leemos en el cap. 25 de Mt se omite por Mc y Lc. En cuanto al contenido del cap. 24, hay considerable semejanza entre los tres Ev, particularmente entre los dos primeros, pues Lc difiere en algunos pormenores, así de Mt como de Mc (cfr. en particular Lc 21, 24-26, 34-36). Este es el único discurso de Cristo que Mc introdujo en su Ev, pues principalmente atiende a la narración de los hechos; pero esta serie de vaticinios tenía importancia tan extraordinaria que no era posible omitirlos, fuera de que este discurso era parte integrante de la catequesis apostólica. ¿Alargó Mt la instrucción, incluyendo en ella sentencias que el Salvador había pronunciado en otras circunstancias? Así lo suponen algunos comentadores; pero, si así lo hizo, no puede ser más que en pocos pasajes, que no es posible determinar con certeza. Por otra parte, el mismo Mt omite aquí noticias que conocemos por los otros dos historiadores. Indicaremos algunas de ellas.
210 Mt 24, 3: συντέλεια (Vg consummatio). Cfr. 13, 40-49.
211 dos palabras έσχατος λγος, «última palabra», o «última cosa». Por tanto, discurso relativo a los últimos acontecimientos de la historia del pueblo judío y de la historia del mundo.
212 Porque su forma exterior es la del Apocalipsis.
213 Mt 24, 4-35; Mc 13, 5-31; Lc 21, 8-33.
214 Mt 24, 36 25, 30; Mc 13, 32-37; Lc 21, 34-36.
215 Mt 24, 4-8; Mc 13, 5-8; Lc 21, 8-11.
216 Hist., 3, 2, 1. El mismo TÁCITO, Annales, 13, 37, habla de una peste que arrebató sólo en Roma 30.000 personas en pocos meses. El autor del libro de los Hechos, 11, 28, y JOSEFO, Ant., 20, 2, 3, mencionan el hambre que en el reinado de Claudio asoló todo el mundo romano. Los temblores de tierra fueron muy frecuentes en el Imperio, entre los años 60 y 70. Cfr. TÁCITO, Annal., 14, 16; SÉNECA, Quaest. natur., 6, 1; JOSEFO, Bell. jud., 4, 4, 5.
217 Hch 8, 9.
218 Ant., 20, 5, 1.
219 Bell. jud. , 2, 13, 4.
220 Ώδίνων. Nombre idéntico daban los antiguos rabinos a las duras pruebas que habían de preceder inmediatamente a la aparición del Mesías. Cfr. el libro de los Jubileos, 23, 18-19; Henoch, 99, 4-7; 100, 1, 9; el Apocalipsis de Baruch, 27-29.
221 Mt 24, 9-14; Mc 13, 9-13; Lc 21, 12-19.
222 Mt 10, 17-22.
223 Annal., 15, 44: Igitur primo correpti (Christiani) qui fatebantur; deinde, indicio eorum, multitudo ingens.
224 Hch 20, 30; Rm 16, 17-18; Ga 1,7-9; Col 2, 17-18; 1Tm 1, 6, 7, 20; 1Tm 6, 3-5, 20-21; 2Tm 2, 18; 2Tm 3, 6-8; 2P 2, 1-22; 1Jn 2, 18, 22-23, 26; 1Jn 4, 1-3; 2Jn 1, 7; etc.
225 Loc. cit.
226 Hch 28, 22. Los judíos de Roma dijeron a San Pablo en la entrevista que con él tuvieron: «Todo lo que nosotros sabemos de esa secta es que en todas partes se oponen a ella.» Cfr. TERTULIANO, Apol., 2.
227 En el texto de Lc significase la protección divina con una imagen muy expresiva: «No perecerá un solo cabello de vuestra cabeza.» (Lc 21, 18. Cfr. Lc 12, 7 y Mt 12, 30.)
228 Mt 24, 15-22; Mc 13, 14-20; Lc 21, 20-24.
229 Dn 2, 11 (Cfr. Dn 9, 2; Dn 11, 31). En hebreo, shiqqutz meschomen. Según los LXX y el griego de Mt: τό βδέλυγμα τής έρηώσεως (Vg abominatio desolationis).
230 1M 1, 49-64; 2M 6, 2-9.
231 El texto griego de Mt dice έν τόπω άγίω, sin artículo, «en lugar santo». El de Mc es aún más vago en apariencia: «(La abominación...) que está en donde no debe.» Lc omite este detalle.
232 JOSEFO, Ant., 12, 7, 7; Bell. jud., 4, 6, 3.
233 Esta misma advertencia se halla en el texto de Mc. Lc la omitió.
234 Cuenta EUSEBIO, Hist. eccl., 3, 5, 3, que los cristianos de Jerusalén y de Judea, obedeciendo a esta recomendación y advertidos también por alguna profecía particular, en cuanto se aproximaron los ejércitos romanos se retiraron a Perea, a la ciudad de Pella, y allí hallaron su salvación.
235 TÁCITO, Hist., 5, 13, 4, indica la cifra de 600.000 muertos.
236 JOSEFO, Bell. jud., 6, 9, 3, etc. Lc. añade aquí (21, 23-25) algunas líneas notables: «Pues este país se hallará en grandes angustias, y la ira (de Dios) descargará sobre este pueblo (los judíos). Parte morirán a filo de espada, parte serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será hollada por los gentiles.»
237 Mt 24, 23-27; Mc 13, 21-23. Lc ha citado anteriormente palabras semejantes de Nuestro Señor (Lc 17, 20-23).
238 Mt 24, 5; Mc 13, 5-6; Lc 21, 8.
239 Mt 24, 29-31; Mc 13, 24; Lc 21, 25-28.
240 Cfr. en particular Is 13, 10; Is 14, 18-19; Is 34, 4; Ez 32, 7; Jl 2, 10, 28; Ag 2, 21-23; etc.
241 2P 3, 5-7.br> 242 Entre otros SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catech., 15, 22; SAN JUAN CRISÓSTOMO, Homil., 72, in Matth. Igualmente San Jerónimo, San Agustín y quizá Orígenes.
243 La Iglesia la adoptó en su liturgia: Hoc signum crucis erit in coelo, cum Dominus ad judicandum venerit.
244 Tal es la significación del verbo χόψνται (Vg plangent), que forma una paranomasia con όψονται «verán». Is 53, 1-12, y Za 12, 10-14, señalan en particular los remordimientos de los judíos.
245 Dn 7, 13-14.
246 1Co 15, 51-52; 1Ts 4, 15-17.
247 La generación judía de entonces, en cuanto que la profecía concierne a la ruina de Jerusalén; todo el género humano, en cuanto que se refiere al fin del mundo. Jesús recapitula aquí todo lo que había dicho respecto de estos dos grandes acontecimientos.
248 Mt 24, 32-35; Mc 13, 28-31; Lc 21, 29-33.
249 Mt 21, 18-22, y paralelos; Lc 13, 6-9.
250 Cfr. Ct 2, 11-13.
251 Mc 13, 32; Mt 24, 36, cita asimismo estas palabras de Cristo, pero omitiendo las palabras ούδέ ό υίός, al menos según la mayoría de los antiguos documentos.
252 Ef 3, 10; 1P 1, 12.
253 Mt 11, 27; Jn 1, 18; Jn 5, 20; Jn 16, 15; etc.
254 Hch 1, 7.
255 Mt 24, 37-39. Lc citó ya antes estas palabras, que Jesús pudo pronunciar varias veces (Lc 13, 26-27).
256 Mt 24, 40-41. Cfr. Lc 17, 35.
257 Mc 13, 33.
258 Mt 24, 42 25, 30; Mc 13, 34-37; Lc 21, 34-36. Citaremos aparte el texto de Lc que se separa notablemente de los otros.
259 Mt 24, 43-44.
260 Lc 12, 42-46.
261 A la letra, en griego: «le descuartizará», o bien «le dividirá en dos». Los amos tenían derecho de vida o muerte sobre sus esclavos.
262 Mt 24, 45-51. Mc se contenta con un brevísimo resumen (Mc 13, 34-36), que ofrece algunas variantes.
263 Mt 7, 12; Mt 13, 42-50; Mt 22, 12.
264 Mc 13, 37.
265 Lc 21, 34-36.
266 O simplemente de las diez «jóvenes», pues la idea de la virginidad no está de relieve en el relato del Salvador; el concepto principal se refiere a otro punto, a la necesidad de la vigilancia.
267 Mt 24, 45
268 Mt 25, 1-5.
269 Mt 25, 6-13.
270 No se habla de la desposada en la parábola, porque ella no representa aquí papel importante. Las palabras χαί τής νύμφης «y de la esposa», añadidas en diversos manuscritos griegos y en varías antiguas versiones (entre otras laVg) después de νυμφίου, son consideradas por los mejores críticos como adición errónea.
271 Mt 25, 14-15.
272 Mt 25, 16-18.
273 Mt 25, 19-30.
274 La expresión «Entra en el gozo de tu señor», indica una dicha extrema, cual es la de participar de la alegría del mismo señor.
275 El texto griego emplea este verbo (βαλεϊν).
276 Eran en general de 1 por 100 al mes, de 12 por 100 al año.
277 Con ocasión de los pasajes de Mt 8, 12, y Mt 13, 42, explicamos ya la expresión «tinieblas exteriores» y el proverbio «Se dará al que tiene …»
278 Mt 25, 19. En griego: μετά πολύν χρόνον (Vg post multum temporis).
279 Cfr. Mt 24, 8: «Todas estas cosas son el principio de los padecimientos»; Mt 24, 14: «Este Evangelio del reino será predicado en todo el mundo...»; etc.
280 Lc 19, 14-28.
281 Mt 25, 31-46.
282 Mt 24, 30-31.
283 Mt 25, 31-33.
284 Mt 16, 28.
285 Cfr. Gn 48, 17; Sal 109, 1; etc.
286 VIRGILIO, Aeneid., 6, 540-543.
287 Mt 25, 34-40.
288 Kληρονομήσατε (Vg possidete).
289 Mt 22, 37-40.
290Mt 25, 41-45.
291 Méditations sur l'Evangile, última semana, días 93 y 97.