2.I San Basilio Magno y san Gregorio Nacianceno, obispos y doctores de la Iglesia

Primera lectura

En función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 4, 1-7.11-13)
Hermanos:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9.10
Aleluya, aleluya, aleluya
Uno solo es vuestro Padre, el del cielo;
y uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
Unus est Pater vester, cælestis;
et Magister vester unus est, Christus.
Aleluya.

Evangelio

El primero entre vosotros será vuestro servidor
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 23, 8-12)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros no os dejéis llamar «rabbí», porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

3.I Santísimo Nombre de Jesús

Ordinariamente, lecturas de la feria. Por motivos pastorales, se recomiendan las siguientes:

Primera lectura

Le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Filipenses Flp 2, 6-11
Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres.
Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 8, 4-5.6-7.8-9
R/. Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster,
quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él?

R/. Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster,
quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies.

R/. Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster,
quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo,
los peces del mar que trazan sendas por el mar.

R/. Señor, dueño nuestro,
¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Dómine, Dóminus noster,
quam admirábile est nomen tuum in univérsa terra!

Aclamación antes del Evangelio

Mt 1, 21
Aleluya, aleluya, aleluya
Le pondrás por nombre Jesús,
porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Pariet fílium, et vocábis nomen eius Iesum:
ipse enim salvum fáciet pópulum suum a peccátis eórum.
Aleluya

Evangelio

Le dieron el nombre de Jesús
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 21-24)
Gloria a Ti, Señor.
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño; le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor,
de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor»,
y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

7.I San Raimundo de Peñafort, presbítero

Primera lectura

Nos encargó el ministerio de la reconciliación
Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios (2Co 5, 14-20)
Hermanos:
Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.
Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así.
Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros.
En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 104, 1-2.3-4.8-9.13-14.17-18
R/. Bendice, alma mía, al Señor.
Benedic, anima mea, Dóminum.

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios

R/. Bendice, alma mía, al Señor.
Benedic, anima mea, Dóminum.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.

R/. Bendice, alma mía, al Señor.
Benedic, anima mea, Dóminum.

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

R/. Bendice, alma mía, al Señor.
Benedic, anima mea, Dóminum.

La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza

R/. Bendice, alma mía, al Señor.
Benedic, anima mea, Dóminum.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 21, 36
Aleluya, aleluya, aleluya
Estad despiertos en todo tiempo,
pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus,
praedicáre captívis remissiónem.
Aleluya.

Evangelio

Lo mismo vosotros, estad preparados
Lectura del santo Evangelio según San Lucas (Lc 12, 35-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.I San Eulogio de Córdoba, presbítero y mártir

Primera lectura

Deseo partir, pero, por otro lado, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 1, 21-30)
Hermanos:
Para mí la vida es Cristo y el morir una ganancia.
Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger.
Me encuentro en esta alternativa: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros.
Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para vuestro progreso en la alegría y en la fe, de modo que el orgullo que en Cristo Jesús sentís rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.
Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo, de modo que, tanto si voy a veros como si tengo de lejos noticias vuestras, sepa que os mantenéis firmes en el mismo espíritu y que lucháis juntos como un solo hombre por la fidelidad al Evangelio, sin el menor miedo a los adversarios; esto será para ellos signo de perdición, para vosotros de salvación: todo por obra de Dios.
Porque a vosotros se os ha concedido, gracias a Cristo, no solo el don de creer en él, sino también el de sufrir por él, estando como estamos en el mismo combate; ese en que me visteis una vez y que ahora conocéis de oídas.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 32, 3 cd-4.6 y 8b.16bc-17
R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve,
tu que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu: tu el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo;
sálvame por tu misericordia.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Aclamación antes del Evangelio

St 1, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurado el hombre que aguanta la prueba,
porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida.
Beátus vir, qui suffert tentatiónem,
quia, cum probátus fúerit, accípiet corónam vitae.
Aleluya.

Evangelio

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 28-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles:
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma.
No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo.
¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre.
Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo.
Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

13.I San Hilario, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Quien confiesa al Hijo posee también al Padre
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 2, 18-25)
Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a venir un anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta de que es la última hora.
Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros.
Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis.
Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.
¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ese es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre.
En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros.
Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre;
y esta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 110, 1.2.3.4
R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Brille así vuestra luz ante los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre.
Sic lúceat lux vestra coram homínibus,
ut vídeant ópera vestra bona
et gloríficent Patrem vestrum.
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 5, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.
Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

17.I San Antonio, abad

Primera lectura

Tomad las armas de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 6, 10-13.18)
Hermanos:
Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder.
Poneos las armas que Dios da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso,
sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal.
Por eso, tomad las armas de Dios, para poder resistir en el día fatal y, después de actuar a fondo, mantener las posiciones.
Orad en toda ocasión con la ayuda del Espíritu. Tened vigilias en que oréis con constancia por todos los santos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 16, 1-2 y 5.7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 31-32
Aleluya, aleluya, aleluya
Si permanecéis en mi palabra –dice el Señor–,
seréis de verdad discípulos míos, y conoceréis la verdad.
Aleluya.
Simanséritis in sermone meo,
vere discípuli mei éritis et cognoscétis veritátem, dicit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 19, 16-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna?».
Jesús le contestó:
«¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos». Él le preguntó:
«¿Cuáles?».
Jesús le contestó:
«No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama a tu prójimo como a ti mismo».
El joven le dijo:
«Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?».
Jesús le contestó:
«Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego ven y sígueme».
Al oír esto, el joven se fue triste, porque era muy rico.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
«En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos».
Al oírlo, los discípulos dijeron espantados:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, pero Dios lo puede todo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

20.I San Fabián, Papa y mártir

Primera lectura

Pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 5, 1-4)
Queridos hermanos:
A los presbíteros entre vosotros, yo presbítero con ellos, testigo de la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que se va a revelar, os exhorto: pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, mirad por él, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con entrega generosa; no como déspotas con quienes os ha tocado en suerte, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.
Y, cuando aparezca el Pastor supremo, recibiréis la corona inmarcesible de la gloria.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2.4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 21, 15-17)
Gloria a Ti, Señor.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dijo a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

20.I San Sebastián, mártir

Primera lectura

No les tengáis miedo ni os amedrentéis
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 3, 14-17)
Queridos hermanos:
Si tuvierais que sufrir por causa de la justicia, bienaventurados vosotros. No les tengáis miedo ni os amedrentéis.
Más bien, glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atenían contra vuestra buena conducta en Cristo.
Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

St 1, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurado el hombre que aguanta la prueba,
porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida.
Beátus vir, qui suffert tentatiónem,
quia, cum probátus fúerit, accípiet corónam vitae.
Aleluya.

Evangelio

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 28-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición del alma y cuerpo a la «guehena». ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

21.I Santa Inés, virgen y mártir

Primera lectura

Dios ha escogido lo débil del mundo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 26-31)
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así –como está escrito–: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Vende todo lo que tiene y compra el campo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 13, 44-46)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.I San Vicente, diácono y mártir

Primera lectura

Llevamos siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 4, 7-15)
Hermanos:
Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati, qui persecutionem patiuntur propter iustitiam,
quoniam ipsorum est regnum cælorum. Aleluya.
Aleluya.

Evangelio

No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 17-22)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

24.I San Francisco de Sales, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Anunciar a los gentiles la riqueza insondable de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 8-12)
Hermanos:
A mí, el más insignificante de los santos, se me ha dado la gracia de anunciar a los gentiles la riqueza insondable de Cristo; e iluminar la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
Así, mediante la Iglesia, los principados y potestades celestes conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios por la fe en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 37, 3-4.5-6.30-31
R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pida tu corazón.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 9-17)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

24.I Santa María de la Paz

Primera lectura

He aquí la virgen que concebirá
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 7, 10-14)
En aquellos tiempos, el Señor le habló a Ajaz diciendo:
"Pide al Señor, tu Dios, una señal de abajo, en lo profundo o de arriba, en lo alto".
Contestó Ajaz:
"No la pediré. No tentaré al Señor".
Entonces dijo Isaías:
"Oye, pues, casa de David: ¿No satisfechos con cansar a los hombres, queréis cansar también a mi Dios?.
Pues bien, el Señor mismo os dará por eso una señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán el nombre de Enmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Común de la Virgen

Segunda lectura

Común de la Virgen

Aclamación antes del Evangelio

Común de la Virgen

Evangelio

¡Dichosa tú que has creído!
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 39-47)
Gloria a Ti, Señor.
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito:
¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
¡Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor, se cumplirá!
María dijo:
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.I La conversión de san Pablo

Primera Lectura

Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando el nombre de Jesús
Lectura de los Hechos de los Apóstoles (Hch 22, 3-16)  
En aquellos días, dijo Pablo al pueblo:
«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad; me formé a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la ley de nuestros padres;
he servido a Dios con tanto celo como vosotros mostráis hoy.
Yo perseguí a muerte este Camino, encadenando y metiendo en la cárcel a hombres y mujeres, como pueden atestiguar en favor mío el sumo sacerdote y todo el consejo de los ancianos.
Ellos me dieron cartas para los hermanos de Damasco, y me puse en camino con el propósito de traerme encadenados a Jerusalén a los que encontrase allí, para que los castigaran.
Pero yendo de camino, cerca ya de Damasco, hacia mediodía, de repente una gran luz del cielo me envolvió con su resplandor; caí por tierra y oí una voz que me decía:
«Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?».
Yo pregunté: «¿Quién eres, Señor?».
Y me dijo: «Yo soy Jesús el Nazareno a quien tú persigues».
Mis compañeros vieron el resplandor, pero no oyeron la voz que me hablaba.
Yo pregunté:«¿Qué debo hacer, Señor?».
El Señor me respondió: «Levántate, continúa el camino hasta Damasco, y allí te dirán todo lo que está determinado que hagas».
Como yo no veía, cegado por el resplandor de aquella luz, mis compañeros me llevaron de la mano a Damasco.
Un cierto Ananías, hombre piadoso según la ley, recomendado por el testimonio de todos los judíos residentes en la ciudad, vino a verme, se puso a mi lado y me dijo:
«Saúl, hermano, recobra la vista». Inmediatamente recobré la vista y lo vi.
Él me dijo:«El Dios de nuestros padres te ha elegido para que conozcas su voluntad, veas al Justo y escuches la voz de sus labios, porque vas a ser su testigo ante todos los hombres de lo que has visto y oído.
Ahora, ¿qué te detiene? Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando su nombre»».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 117, 1.2
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo os he elegido del mundo –dice el Señor–,
para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
Ego vos elegi de mundo ut eatis et fructum afferatis,
et fructus vester maneat, dicit Dóminus.

Aleluya.

Evangelio

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 16, 15-18)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño.
Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

26.I Santos Timoteo y Tito, Obispos

Primera lectura

Evoco el recuerdo de tu fe sincera
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 1, 1-8) 
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios para anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido:
gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Doy gracias a Dios, a quien sirvo, como mis antepasados, con conciencia limpia, porque te tengo siempre presente en mis oraciones noche y día.
Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría.
Evoco el recuerdo de tu fe sincera, la que arraigó primero en tu abuela Loide y en tu madre Eunice, y estoy seguro que también en ti.
Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos,
pues Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de fortaleza, de amor y de templanza.
Así pues, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor ni de mí, su prisionero;
antes bien, toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
Aleluya, aleluya, aleluya
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus,
praedicáre captívis remissiónem.
Aleluya.

Evangelio

La mies es abundante y los obreros pocos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 10, 1-9)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa».
Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios ha llegado a vosotros»».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

27.I Santa Ángela de Mérici, virgen

Primera lectura

Poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 4, 7-11)
Queridos hermanos:
Sed sensatos y sobrios para la oración. Ante todo, mantened un amor intenso entre vosotros, porque el amor tapa multitud de pecados. Sed hospitalarios unos con otros sin protestar.
Como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido. Si uno habla, que sean sus palabras como palabras de Dios; si uno presta servicio, que lo haga con la fuerza que Dios le concede, para que Dios sea glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 32, 3 cd-4.6-7d y 8a.17 y 21ab
R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Aleluya.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Aleluya.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Yo confío en el Señor.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Aleluya.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas.

A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
Aleluya.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es , Pater, Dómine caeli et terrae,
quia mysteria regni párvulis revelasti
Aleluya.

Evangelio

El que acoge a un niño, me acoge a mí
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 9, 34-37)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los discípulos habían discutido por el camino quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

28.I Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Quise la sabiduría más que a la salud y la belleza
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 7, 7-10.15-16)
Supliqué y me fue dada la prudencia,
invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.
Y a su lado en nada tuve la riqueza.
La preferí a cetros y tronos y a su lado en nada tuve la riqueza.
No la equiparé a la piedra más preciosa,
porque todo el oro ante ella es un poco de arena
y junto a ella la plata es como el barro.
La quise más que a la salud y la belleza
y la preferí a la misma luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Que Dios me conceda hablar con conocimiento
y tener pensamientos dignos de sus dones,
porque él es el mentor de la sabiduría
y el adalid de los sabios.
En sus manos estamos nosotros y nuestras palabras,
toda prudencia y toda inteligencia práctica.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 119, 9.10.11.12.13.14
R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Uno solo es vuestro Padre, el del cielo;
y uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
Unus est Pater vester, cælestis;
et Magister vester unus est, Christus.
Aleluya.

Evangelio

El primero entre vosotros será vuestro servidor
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 23, 8-12)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros no os dejéis llamar «rabbí», porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

31.I San Juan Bosco, presbítero

Primera lectura

Todo lo puro, tenedlo en cuenta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 4, 4-9)
Hermanos:
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.
Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 103, 1-2.8-9.13-14.17-18 (R/. 1)
R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 11-12
Aleluya, aleluya, aleluya
El primero entre vosotros será vuestro servidor –dice el Señor–;
El que se humilla será enaltecido.
Qui maior est vestrum, erit miníster vester, dicit Dóminus;
qui autem se humiliáverit, exaltábitur.
Aleluya.

Evangelio

Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 18, 1-5)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?».
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
«En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

2.II La Presentación del Señor

Primera Lectura

Llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando
Lectura del libro del profeta Malaquías (Ml 3, 1-4)
Esto dice el Señor Dios: «Voy a enviar a mi mensajero para que prepare el camino ante mí.
De repente llegará a su santuario el Señor a quien vosotros andáis buscando; y el mensajero de la alianza en quien os regocijáis, mirad que está llegando, dice el Señor del universo.
¿Quién resistirá el día de su llegada? ¿Quién se mantendrá en pie ante su mirada? Pues es como fuego de fundidor, como lejía de lavandero.
Se sentará como fundidor que refina la plata; refinará a los levitas y los acrisolará como oro y plata, y el Señor recibirá ofrenda y oblación justas.
Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en tiempos pasados, como antaño».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 24, 7. 8.9. 10
R/. El Señor, Dios del universo, él es el Rey de la gloria.
Dominus virtutum ipse est rex gloriæ

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria.

R/. El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria.
Dominus virtutum ipse est rex gloriæ

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, héroe valeroso,
el Señor valeroso en la batalla.

R/. El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria.
Dominus virtutum ipse est rex gloriæ

¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las puertas eternales:
va a entrar el Rey de la gloria.

R/. El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria.
Dominus virtutum ipse est rex gloriæ

¿Quién es ese Rey de la gloria?
El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria.

R/. El Señor, Dios del universo,
él es el Rey de la gloria.
Dominus virtutum ipse est rex gloriæ

Segunda Lectura

Tenía que parecerse en todo a sus hermanos
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 2, 14-18)
Lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre,
para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por miedo a la muerte, pasaban la vida entera como esclavos.
Notad que tiende una mano a los hijos de Abrahán, no a los ángeles. Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expiar los pecados del pueblo.
Pues, por el hecho de haber padecido sufriendo la tentación, puede auxiliar a los que son tentados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 2, 32
Aleluya, aleluya.
Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Lumen ad revelationem gentium, et gloriam plebis tuæ Israel
Aleluya.

Evangelio

Mis ojos han visto a tu Salvador
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 22-40)  
Cuando se cumplieron los días de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo varón primogénito será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción –y a ti misma una espada te traspasará el alma–, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento, alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

3.II San Blas, obispo y mártir

Primera lectura

Nos gloriamos en las tribulaciones
Lectura de la carta del apóstol, san Pablo a los Romanos (Rm 5, 1-5)
Hermanos:
Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 117, 1.2
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 28, 19. 20
Aleluya, aleluya, aleluya
Id y haced discípulos a todos los pueblos –dice el Señor–;
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Euntes docéte omnes gentes, dicit Dóminus;
ego vobiscum sum ómnibus diebus usque ad consummationem saeculi.
Aleluya.

Evangelio

Proclamad el Evangelio a toda la creación
Lectura del santo evangelio según san Marcos (Mc 16, 15-20)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

3.II San Óscar, obispo

Primera lectura

Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 52, 7-10)
Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que proclama la paz,
que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia,
que dice a Sion: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor,
que vuelve a Sion.
Romped a cantar a coro,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la salvación de nuestro Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–,
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Os haré pescadores de hombres
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 14-20)
Gloria a Ti, Señor.
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

5.II Santa Águeda, virgen y mártir

Primera lectura

Dios ha escogido lo débil del mundo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 26-31)
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así –como está escrito–: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 31, 3-4.6 y 8.16 y 17
R/.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Líbrame de mis enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Aclamación antes del Evangelio

1P 4, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros,
porque el Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.
Si exprobrámini in nómine Christi, beati,
quóniam Spíritus Dei super vos requiéscit.
Aleluya.

Evangelio

El que pierda su vida por mi causa la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 9, 23-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, decía Jesús a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?
Pues si uno se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, en la del Padre y en la de los ángeles santos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

6.II San Pablo Miki y compañeros mártires

Primera lectura

Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mi
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (Ga 2, 19-20)
Hermanos:
Yo he muerto a la ley por medio de la ley, con el fin de vivir para Dios.
Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí.
Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

Mt 28, 19. 20
Aleluya, aleluya, aleluya
Id y haced discípulos a todos los pueblos –dice el Señor–;
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Euntes docéte omnes gentes, dicit Dóminus;
ego vobiscum sum ómnibus diebus usque ad consummationem saeculi.
Aleluya.

Evangelio

Id y haced discípulos a todos los pueblos
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 28, 16-20)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

8.II San Jerónimo Emiliani, educador

Primera lectura

Más vale la oración sincera y la limosna hecha con rectitud
Lectura del libro de Tobías (Tb 12, 6-13)
En aquellos días, dijo el ángel a Tobit y a su hijo:
«Alabad a Dios y dadle gracias ante todos los vivientes por los beneficios que os ha concedido; así todos cantarán y alabarán su nombre. Proclamad a todo el mundo las gloriosas acciones de Dios y no descuidéis darle gracias. Es bueno guardar el secreto del rey, pero las gloriosas acciones de Dios hay que manifestarlas en público. Practicad el bien, y no os atrapará el mal.
Más vale la oración sincera y la limosna hecha con rectitud que la riqueza lograda con injusticia. Más vale dar limosna que amontonar oro. La limosna libra de la muerte y purifica del pecado. Los que dan limosna vivirán largos años, mientras que los pecadores y malhechores atenían contra su propia vida.
Os voy a decir toda la verdad, sin ocultaros nada. Os he dicho que es bueno guardar el secreto del rey y manifestar en público las gloriosas acciones de Dios. Pues bien, cuando tú y Sara orabais, era yo quien presentaba el memorial de vuestras oraciones ante la gloria del Señor, y lo mismo cuando enterrabas a los muertos. El día en que te levantaste enseguida de la mesa, sin comer, para dar sepultura a un cadáver, Dios me había enviado para someterte a prueba».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

Vende lo que tienes, dáselo a los pobres, y luego ven y sígueme
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 10, 17-30) 
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó:
«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?». Jesús le contestó:
«¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre».
Él replicó:
«Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud». Jesús se quedó mirándolo, lo amó y le dijo:
«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme». A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
«¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!».
Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió:
«Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios».
Ellos se espantaron y comentaban:
«Entonces, ¿quién puede salvarse?».
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

8.II Santa Josefina Bahkita, virgen

Primera lectura

La soltera se preocupa de los asuntos del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 7, 25-35)
Hermanos:
Acerca de los célibes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer como alguien que, por la misericordia del Señor, es fiel.
Considero que, por la angustia que apremia, es bueno para un hombre quedarse así.
¿Estás unido a una mujer? No busques la separación.
¿Estás libre de mujer? No busques mujer; pero, si te casas, no pecas; y, si una soltera se casa, tampoco peca. Aunque estos tales sufrirán la tribulación de la carne; y yo quiero ahorrársela. Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. También la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, de ser santa en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien; no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 45, 11-12.14-15.16-17
R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
Esta es la virgen sabia, a quien el Señor encontró velando;
al llegar el Señor, entró con él al banquete de bodas.
Hæc est virgo sápiens, quam Dóminus vigilántem invénit;
veniénte Dómino, introívit cum eo ad núptias.
Aleluya.

Evangelio

¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 1-13)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
«¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!».
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco».
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

10.II Santa Escolástica, virgen

Primera lectura

Es fuerte el amor como la muerte
Lectura del libro del Cantar de los Cantares (Ct 8, 6-7)
Grábame como sello en tu corazón,
grábame como sello en tu brazo,
porque es fuerte el amor como la muerte,
es cruel la pasión como el abismo;
sus dardos son dardos de fuego,
llamaradas divinas.
Las aguas caudalosas no podrán
apagar el amor,
ni anegarlo los ríos.
Quien quisiera comprar el amor
con todas las riquezas de su casa,
sería sumamente despreciable.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 148, 1-2.11-13.13-14
R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Reyes del orbe y todos los pueblos,
príncipes y jueces del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Su majestad sobre el cielo y la tierra.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 23
Aleluya, aleluya, aleluya
El que me ama guardará mi palabra –dice el Señor–,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.
Aleluya.

Evangelio

Marta lo recibió. María ha escogido la parte mejor
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 10, 38-42)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

11.II Bienaventurada Virgen María de Lourdes

Primera lectura

Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 66, 10-14)
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis;
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas
y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado,
se manifestará a sus siervos la mano del Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

(Jdt 13, 18-19)
R/. Tú eres el honor de nuestro pueblo.
Tu laus magna géneris nostri.

Hija, que el Dios altísimo te bendiga
entre todas las mujeres de la tierra.
Alabado sea el Señor,
el Dios que creó el cielo y la tierra.

R/. Tú eres el honor de nuestro pueblo.
Tu laus magna géneris nostri.

Tu esperanza permanecerá
en el corazón de los hombres
que recuerdan el poder de Dios por siempre.

R/. Tú eres el honor de nuestro pueblo.
Tu laus magna géneris nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 45
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurada tú, que has creído, Virgen María,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Beáta es, Virgo María, quae credidísti,
quóniam perficiéntur ea quae sunt tibi a Dómino.
Aleluya.

Evangelio

Y la madre de Jesús estaba allí
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 2, 1-11)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dice a los sirvientes:
«Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dice:
«Llenad las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les dice:
«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

14.II San Cirilo, monje, y san Metodio, obispo

Primera Lectura

Sabed que nos dedicamos a los gentiles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 13, 46-49)
En aquellos días, Pablo y Bernabé dijeron a los judíos: «Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles.
Así nos lo ha mandado el Señor:
"Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra"».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 117, 1 .2
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Aleluya

Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Aleluya

Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Aleluya

Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
Aleluya, aleluya.
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizare pauperibus misit me Dominus, praedicare captivis remissionem
Aleluya.

Evangelio

La mies es abundante y los obreros pocos
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 10, 1-9)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa".
Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: "El reino de Dios ha llegado a vosotros"».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

14.II Bienaventurada Virgen María, Madre del Amor hermoso

Primera Lectura

Yo soy la madre del amor. Venid a mí, los que me amáis.
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 24, 23-31)
Yo soy como una vid de fragantes hojas y mis flores son producto de gloria y de riqueza. Yo soy la madre del amor, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza. En mí está toda la gracia del camino y de la verdad, toda esperanza de vida y de virtud. Venid a mí, los que me amáis y alimentaos de mis frutos. Porque mis palabras son más dulces que la miel y mi heredad, mejor que los panales. Los que me coman seguirán teniendo hambre de mí, los que me beban seguirán teniendo sed de mí; los que me escuchan no tendrán de qué avergonzarse y los que se dejan guiar por mí no pecarán. Los que me honran tendrán una vida eterna.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

1S 2, 1.4-5.6-7.8abcd
R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.
Mi corazón se regocija por el Señor, mi poder se exalta por Dios; mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación.
Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.
Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor; los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía.
Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.
El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece.
Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.
Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria.
Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosa es la Virgen María, que conservaba la palabra de Dios, meditándola en su corazón.
Beáta Virgo María, quae conservábat verbum Dei, cónferens in corde suo.
Aleluya.

Evangelio

Conservaba todo esto en su corazón
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 41-51)
Gloria a ti, Señor.
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.
Él les contestó:
-¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

17.II Los siete fundadores de la Orden de los Siervos de la Virgen María

Primera lectura

A los que justificó, los glorificó
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 26-30)
Hermanos:
El Espíritu acude en ayuda de nuestra debilidad, pues nosotros no sabemos pedir como conviene; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escruta los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios.
Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien; a los cuales ha llamado conforme a su designio. Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

Vosotros, los que me habéis seguido, recibiréis cien veces más
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 19, 27-29)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

21.II San Pedro Damián, obispo y doctor de la Iglesia

Primera Lectura

Lucas es el único que está conmigo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 4, 10-17)
Querido hermano:
Demas me ha abandonado, enamorado de este mundo presente, y se marchó a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia; Lucas es el único que está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, pues me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Éfeso.
El manto que dejé en Tróade, en casa de Carpo, tráelo cuando vengas, y también los libros, sobre todo los pergaminos. Alejandro, el herrero, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le dará el pago conforme a sus obras. Guárdate de él también tú, porque se opuso vehementemente a nuestras palabras.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta!
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 16, 1-2 y 5.7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 1-8)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.II La Cátedra del apóstol san Pedro

Primera lectura

Yo, presbítero con ellos, testigo de la pasión de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 5, 1-4)
Queridos hermanos:
A los presbíteros entre vosotros, yo presbítero con ellos, testigo de la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que se va a revelar, os exhorto:
pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, mirad por él, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con entrega generosa; no como déspotas con quienes os ha tocado en suerte, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.
Y, cuando aparezca el Pastor supremo, recibiréis la corona inmarcesible de la gloria.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.3-4.5. 6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 16, 18
Aleluya, aleluya, aleluya
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará.
Tu es Petrus, et super hanc petram aedificábo Ecclésiam meam,
et portae ínferi non praevalébunt advérsus eam.
Aleluya.

Evangelio

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.II San Policarpo, obispo y mártir

Primera lectura

Conozco tus apuros y tu pobreza
Lectura del libro del Apocalipsis (Ap 2, 8-11)
Escribe al ángel de la Iglesia en Esmirna:
«Esto dice el Primero y el Último, el que estuvo muerto y ha vuelto a la vida.
Conozco tu tribulación y tu pobreza – aunque eres rico– y las calumnias de los que se llaman judíos pero que no son sino sinagoga de Satanás.
No tengas miedo de lo que vas a padecer. Mira, el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida.
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 31, 3-4.6 y 8.16 y 17
R/.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Líbrame de mis enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos;
a ti te ensalza el blanco ejército de los mártires, Señor.
Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur;
te gloriósus Apostolórum chorus laudat exércitus.
Aleluya.

Evangelio

Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 18-21)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: «No es el siervo más que su amo». Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

4.III San Casimiro

Primera lectura

Corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 3, 8-14)
Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 15, 2-3.3-4.5
R/. El justo habite en tu monte santo, Señor
Iustus requiéscet in monte sancto tuo, Dómine.

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

R/. El justo habite en tu monte santo, Señor
Iustus requiéscet in monte sancto tuo, Dómine.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino.
El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.

R/. El justo habite en tu monte santo, Señor
Iustus requiéscet in monte sancto tuo, Dómine.

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.

R/. El justo habite en tu monte santo, Señor
Iustus requiéscet in monte sancto tuo, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Ya no os llamo siervos; a vosotros os llamo amigos
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 9-17)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

7.III Santas Perpetua y Felicidad, mártires

Primera lectura

Ni muerte ni vida podrán separarnos del amor de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 31-39)
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?; como está escrito:
«Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza».
Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 124, 2-3.4-5.7-8 (R/. 7)
R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati, qui persecutionem patiuntur propter iustitiam
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

No he venido a sembrar paz, sino espada
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 10, 34-39)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

8.III San Juan de Dios, religioso

Primera lectura

Nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 3, 14-18)
Queridos hermanos:
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3.4-5.6-7.8-9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Cada vez que lo hicisteis con mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 31-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».
Y el rey les dirá:
«En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis»».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.III Santa Francisca Romana, religiosa

Primera lectura

La mujer que teme al Señor merece alabanza.
Lectura del libro de los Proverbios (Pr 31, 10-13.19-20.30-31)
Una mujer fuerte, ¿quién la hallará?
Supera en valor a las perlas.
Su marido se fía de ella,
pues no le faltan riquezas.
Le trae ganancias, no pérdidas,
todos los días de su vida.
Busca la lana y el lino
y los trabaja con la destreza de sus manos.
Aplica sus manos al huso,
con sus dedos sostiene la rueca.
Abre sus manos al necesitado
y tiende sus brazos al pobre.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura;
la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo,
que sus obras la alaben en público.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 22, 34-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
««Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente».
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

17.III San Patricio, obispo

Primera lectura

Poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 4, 7-11)
Queridos hermanos:
Sed sensatos y sobrios para la oración. Ante todo, mantened un amor intenso entre vosotros, porque el amor tapa multitud de pecados. Sed hospitalarios unos con otros sin protestar.
Como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, poned al servicio de los demás el carisma que cada uno ha recibido. Si uno habla, que sean sus palabras como palabras de Dios; si uno presta servicio, que lo haga con la fuerza que Dios le concede, para que Dios sea glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–,
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Por tu palabra, echaré las redes
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 5, 1-11)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en tomo a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

18.III San Cirilo de Jerusalén, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 5, 1-5)
Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 19, 8.9.10.11
R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 1-8)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

19.III San José, Esposo de la Santísima Virgen María

Primera lectura

El Señor Dios le dará el trono de David, su padre
Lectura del segundo libro de Samuel ( 2S 17, 4-5.12-14.16)
En aquellos días, vino esta palabra del Señor a Natán:
«Ve y habla a mi siervo David:
«Así dice el Señor: Cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino.
Será él quien construya una casa a mi nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.
Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo.
Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre»».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.4-5.27.29
R/. Su linaje será perpetuo.
Semen eius in aetérnum manébit.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Su linaje será perpetuo.
Semen eius in aetérnum manébit.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades».

R/. Su linaje será perpetuo.
Semen eius in aetérnum manébit.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable.

R/. Su linaje será perpetuo.
Semen eius in aetérnum manébit.

Segunda lectura

Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (Rm 4, 13. 16-18.22)
Hermanos:
No por la ley sino por la justicia de la fe recibieron Abrahán y su descendencia la promesa de que iba a ser heredero del mundo.
Por eso depende de la fe, para que sea según gracia; de este modo, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la que procede de la ley, sino también para la que procede de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros.
Según está escrito:
«Te he constituido padre de muchos pueblos»; la promesa está asegurada ante aquel en quien creyó, el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe.
Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza que llegaría a ser padre de muchos pueblos, de acuerdo con lo que se le había dicho:
«Así será tu descendencia».
Por lo cual le fue contado como justicia.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 84, 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Dichosos los que viven en tu casa, Señor,
alabándote siempre.
Beáti qui hábitat in domo tua, Dómine,
in perpétuum laudábunt te.
Aleluya.

Evangelio

José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 1, 16. 18-21.24.)  
Gloria a Ti, Señor. Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.III Santo Toribio de Mogrovejo, obispo

Primera lectura

Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 1, 13-14; 2Tm 2, 1-3)
Querido hermano:
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús.
Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Así pues, tú, hijo mío, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros.
Toma parte en los padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum Pastor Bonus, dicit Dóminus, et cognósco oves meas, et cognóscunt me meæ.
Aleluya.

Evangelio

La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 9, 35-38)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.III La Anunciación del Señor

Primera Lectura

Mirad: la virgen está encinta
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 7, 10-14; Is 8, 10)
En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:
«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Ajaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios?
Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel, porque con nosotros está Dios».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 7-8.8-9.10.11
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

He proclamado tu justicia ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

No me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

Segunda Lectura

Está escrito en el libro: Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 10, 4-10)
Hermanos:
Es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados.
Por eso, al entrar Cristo en el mundo dice:
«Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, pero me formaste un cuerpo;
no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije: He aquí que vengo –pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí– para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad».
Primero dice: «Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos, ni víctimas expiatorias», que se ofrecen según la ley.
Después añade: «He aquí que vengo para hacer tu voluntad». Niega lo primero, para afirmar lo segundo.
Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 1, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria.
Verbum caro factum est et habitavit in nobis,
et vídimus gloriam eius
Aleluya.

Evangelio

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 26-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios.
También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, «porque para Dios nada hay imposible»».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

2.IV San Francisco de Paula, ermitaño

Primera lectura

Corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús
Lectura del libro de San Pablo a los Filipenses (Flp 10, 8-14)
Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Te alabamos Señor.

Salmo responsorial

Sal 16, 1-2 y 5.7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

Vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 12, 32-34)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

5.IV San Vicente Ferrer, presbítero

Primera lectura

Cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 4, 1-5)
Querido hermano:
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.
Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2. 4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 21, 36
Aleluya, aleluya, aleluya
Estad despiertos en todo tiempo,
pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus,
praedicáre captívis remissiónem.
Aleluya.

Evangelio

Lo mismo vosotros, estad preparados
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 12, 35-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Tened ceñida vuestra cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los hombres que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Bienaventurados aquellos criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo.
Y, si llega a la segunda vigilia o a la tercera y los encuentra así, bienaventurados ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

7.IV San Juan Bautista de la Salle, presbítero

Primera lectura

Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 1, 13-14; 2Tm 2, 1-3)
Querido hermano:
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús.
Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Así pues, tú, hijo mío, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros.
Toma parte en los padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 11-12
Aleluya, aleluya, aleluya
El primero entre vosotros será vuestro servidor –dice el Señor–;
El que se humilla será enaltecido.
Qui maior est vestrum, erit miníster vester, dicit Dóminus;
qui autem se humiliáverit, exaltábitur.
Aleluya.

Evangelio

Sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 18, 1-5)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?».
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
«En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

11.IV San Estanislao, obispo y mártir

Primera lectura

No amaron tanto su vida que temieran la muerte
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 12, 10-12)
Yo, Juan, oí una gran voz en el cielo:
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

2Co 1, 3-4
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito sea el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo,
que nos consuela en cualquier tribulación nuestra.
Benedíctus Pater misericordiárum et Deus tótius consolatiónis,
qui consolátor nos in omni tribulatióne nostra.
Aleluya.

Evangelio

El mundo los ha odiado
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 17, 11-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

13.IV San Martín, Papa y mártir

Primera lectura

Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 2, 8-13; 2Tm 3, 10-12)
Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.
Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.
Es palabra digna de crédito:
Pues si morimos con él, también viviremos con él; si perseveramos, también reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará.
Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Tú me has seguido en la doctrina, la conducta, los propósitos, la fe, la magnanimidad, el amor, la paciencia, las persecuciones y los padecimientos, como aquellos que me sobrevinieron en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones soporté! Y de todas me libró el Señor. Por otra parte, todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos;
a ti te ensalza el blanco ejército de los mártires, Señor.
Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur;
te gloriósus Apostolórum chorus laudat Dómine.
Aleluya.

Evangelio

Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 18-21)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: «No es el siervo más que su amo». Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

21.IV San Anselmo, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 14-19)
Hermanos:
Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 63. 68
Aleluya, aleluya, aleluya
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, Spíritus et vita sunt;
verba vitae aetérnae habes.
Aleluya.

Evangelio

Jesús les enseñaba con autoridad
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 7, 21-29)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Aquel día muchos dirán:
«Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?».
Entonces yo les declararé:
«Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad».
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.IV San Jorge, mártir

Primera lectura

El vencedor heredará esto
Lectura del libro del Apocalipsis (Ap 21, 5-7)
Dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas».
Y dijo:
«Escribe: estas palabras son fieles y verdaderas».
Y me dijo:
«Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para mí hijo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

1P 4, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros,
porque el Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.
Si exprobrámini in nómine Christi, beati,
quóniam Spíritus Dei super vos requiéscit.
Aleluya.

Evangelio

El que pierda su vida por mi causa, la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 9, 23-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, decía Jesús a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?
Pues si uno se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, en la del Padre y en la de los ángeles santos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.IV San Adalberto, obispo y mártir

Primera lectura

Como moribundos que vivimos
Lectura de la segunda carta de san Pablo a los Corintios (2Co 6, 4-10 )
Hermanos:
Nos acreditamos en todo como ministros de Dios con mucha paciencia en tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, ciencia, paciencia y amabilidad; con el Espíritu Santo y con amor sincero; con palabras verdaderas y la fuerza de Dios; con las armas de la justicia, a derecha e izquierda; a través de honra y afrenta, de mala y buena fama; como impostores que dicen la verdad, desconocidos, siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres, pero que enriquecen a muchos, como necesitados, pero poseyéndolo todo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 31, 3-4.6 y 8.16 y 17
R/.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Líbrame de mis enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 17, 19
Aleluya, aleluya, aleluya
Por ellos yo me santifico a mí mismo –dice el Señor–,
para que también ellos sean santificados en la verdad.
Pro eis sanctífico meípsum, dicit Dñominus,
ut sint et ipsi sanctificáti in veritáte.
Aleluya.

Evangelio

El buen pastor da su vida por las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

24.IV San Fidel de Sigmaringa, presbítero y mártir

Primera lectura

Dios me ha nombrado servidor de la Iglesia
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (Col 1, 24-29)
Hermanos:
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios; el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo. Por este motivo lucho denodadamente con su fuerza, que actúa poderosamente en mí.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Este es mi deseo: que estén conmigo donde yo estoy
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 17, 20-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.IV San Marcos, evangelista

Primera Lectura

Os saluda Marcos, mi hijo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 5, 5-14)
Queridos hermanos:
Revestíos todos de humildad en el trato mutuo, porque Dios resiste a los soberbios, mas da su gracia a los humildes.
Así pues, sed humildes bajo la poderosa mano de Dios, para que él os ensalce en su momento.
Descargad en él todo vuestro agobio, porque él cuida de vosotros.
Sed sobrios, velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar.
Resistidle, firmes en la fe, sabiendo que vuestra comunidad fraternal en el mundo entero está pasando por los mismos sufrimientos.
Y el Dios de toda gracia que os ha llamado a su gloria eterna en Cristo Jesús, después de sufrir un poco, él mismo os restablecerá, os afianzará, os robustecerá y os consolidará.
Suyo es el poder por los siglos. Amén.
Os he escrito brevemente por medio de Silvano, al que tengo por hermano fiel, para exhortaros y para daros testimonio de que esta es la verdadera gracia de Dios.
Manteneos firmes en ella.
Os saluda la comunidad que en Babilonia comparte vuestra misma elección, y también Marcos, mi hijo.
Saludaos unos a otros con el beso del amor.
Paz a todos vosotros, los que vivís en Cristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.6-7.16-17
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya

Misericordias tuas, Dómine, in aeternum cantabo

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya

Misericordias tuas, Dómine, in aeternum cantabo

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya

Misericordias tuas, Dómine, in aeternum cantabo

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará,
oh, Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya

Misericordias tuas, Dómine, in aeternum cantabo

Aclamación antes del Evangelio

1Co 1, 23. 24
Aleluya, aleluya, Aleluya
Nosotros predicamos a Cristo crucificado,
fuerza de Dios y sabiduría de Dios
Nos praedicamus Christum crucifixum.
Dei virtutem et Dei sapientiam
Aleluya.

Evangelio

Proclamad el Evangelio a toda la creación
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 16, 15-20)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

26.IV San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Vuestra fe se apoye en el poder de Dios
Lectura de la primera carta de san Pablo a los Corintios (1Co 2, 1-10)
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.Sino que, como está escrito:
«Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu; pues el Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 38, 1-100.101-102.103-104 (R/. 105)
R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.

Aleluya

Soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus mandatos.

R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.

Aleluya

Aparto mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra.
No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido.

R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.

Aleluya

¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus mandatos,
y odio el camino de la mentira.

R/. Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.

Aleluya

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Brille así vuestra luz ante los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre.
Sic lúceat lux vestra coram homínibus,
ut vídeant ópera vestra bona
et gloríficent Patrem vestrum.
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 13-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

28.IV San Pedro Chanel, presbítero y mártir

Primera lectura

Quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los que creen
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 18-25)
Hermanos:
El mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios.
Pues está escrito:
«Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces».
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto? ¿Dónde está el sofista de este tiempo? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y puesto que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen.
Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados – judíos o griegos–, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 117, 1.2
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–,
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Os haré pescadores de hombres
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 14-20)
Gloria a Ti, Señor.
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

28.IV San Luis María Grignon de Monfort

Primera lectura

Quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 18-25)
Hermanos:
El mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios.
Pues está escrito:
«Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces».
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto? ¿Dónde está el sofista de este tiempo? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y puesto que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen.
Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados – judíos o griegos–, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2. 4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
Aleluya, aleluya,aleluya
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus,
praedicáre captívis remissiónem.
Aleluya.

Evangelio

Id y haced discípulos a todos los pueblos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 28, 16-20)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

29.IV Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia

Patrona de Europa

Primera Lectura

La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 1, 5-10; 1Jn 2, 1-2)
Queridos hermanos:
Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 103, 1-2.8-9.13-14.17-18 (R/. 1)
R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es , Pater, Dómine caeli et terrae,
quia mysteria regni párvulis revelasti
Aleluya.

Evangelio

Has escondido estas cosas a los sabios, y las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

30.IV San Pío V, Papa

Primera lectura

Servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 4, 1-5)
Hermanos:
Que la gente solo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, lo que se busca en los administradores es que sean fieles. Para mí lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.
Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 110, 1.2.3.4
R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 21, 15-17)
Gloria a Ti, Señor.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a Simón Pedro:
- «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

1.V San José, obrero

Primera lectura

Llenad la tierra y sometedla
Lectura del libro del Génesis (Gn 1, 26-31; Gn 2, 1-3)  
Dijo Dios:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra».
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.
Dios los bendijo; y les dijo Dios:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».
Y dijo Dios:
«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira».
Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.
Pasó una tarde, pasó una mañana:
el día sexto. Así quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo. Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho.
Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de toda la obra que Dios había hecho cuando creó.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 91, 1.3-4.12-13.14.16 (R/.17)
R/. Haz prósperas las obras de nuestras manos, Señor.

Aleluya

Opus mánuum nostrárum confírma, Dómine.

Antes que naciesen los montes
o fuera engendrado el orbe de la tierra,
desde siempre y por siempre tú eres Dios.

R/. Haz prósperas las obras de nuestras manos, Señor.

Aleluya

Opus mánuum nostrárum confírma, Dómine.

Tú reduces el hombre a polvo,
diciendo: «Retornad, hijos de Adán».
Mil años en tu presencia son un ayer que pasó;
una vela nocturna.

R/. Haz prósperas las obras de nuestras manos, Señor.

Aleluya

Opus mánuum nostrárum confírma, Dómine.

Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.

R/. Haz prósperas las obras de nuestras manos, Señor.

Aleluya

Opus mánuum nostrárum confírma, Dómine.

Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Que tus siervos vean tu acción y sus hijos tu gloria.

R/. Haz prósperas las obras de nuestras manos, Señor.

Aleluya

Opus mánuum nostrárum confírma, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 68, 20
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito el Señor cada día,
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Benedíctus Dóminus die quotídie;
portábit nos Deus salutárium nostrórum.
Aleluya.

Evangelio

¿No es el hijo del carpintero?
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 13, 54-58)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús fue a su ciudad y se puso a enseñar en su sinagoga.
La gente decía admirada:
«¿De dónde saca este esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?».
Y se escandalizaban a causa de él.
Jesús les dijo:
«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta».
Y no hizo allí muchos milagros, por su falta de fe.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

2.V San Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 5, 1-5)
Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 37, 3-4.5-6.30-31
R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pida tu corazón.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati, qui persecutionem patiuntur propter iustitiam,
quoniam ipsorum est regnum cælorum. Aleluya.
Aleluya.

Evangelio

Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 10, 22-25)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra.
En verdad os digo que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.
Un discípulo no es más que su maestro, ni un esclavo más que su amo; ya le basta al discípulo con ser como su maestro y al esclavo como su amo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

3.V San Felipe y Santiago, apóstoles

Primera Lectura

El Señor se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles
Lectura la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 15, 1-8)
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.
Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce;
después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 19, 2-3.4-5 (R/. 1)
R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra,

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 6.9
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida –dice el Señor–;
Felipe, quien me ha visto a mí ha visto al Padre.
Ego sum via, véritas et vita, dicit Dóminus;
Philíppe, qui videt me, videt et Patrem
Aleluya.

Evangelio

Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces?
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 14, 6-14)
En aquel tiempo, dijo Jesús a Tomás:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí».
«Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre.
¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no; creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

10.V San Juan de Ávila, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Sabed que nos dedicamos a los gentiles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 13, 46-49)
En aquellos días, Pablo y Bernabé dijeron a los judíos:
«Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles.
Así nos lo ha mandado el Señor:
«Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra»».
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna.
La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Brille así vuestra luz ante los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre.
Sic lúceat lux vestra coram homínibus,
ut vídeant ópera vestra bona
et gloríficent Patrem vestrum.
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 13-19)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

12.V Santos Nereo y Aquiles, mártires

Primera lectura

Estos son los que vienen de la gran tribulación
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 7, 9-17)
Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente:
«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».
Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo:
«Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén».
Y uno de los ancianos me dijo:
«Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?».
Yo le respondí:
«Señor mío, tú lo sabrás».
Él me respondió:
«Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.
El que se sienta en el trono acampará entre ellos.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 124, 2-3.4-5.7-8 (R/. 7)
R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati, qui persecutionem patiuntur propter iustitiam,
quoniam ipsorum est regnum cælorum. Aleluya.
Aleluya.

Evangelio

No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 17-22)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

12.V San Pancracio, mártir

Primera lectura

Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis (Ap 19, 1. 5-9)
Yo, Juan, oí en el cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía:
«¡Aleluya! La salvación, la gloria y el poder son de nuestro Dios.
Y salió una voz del trono que decía:
«Alabad a nuestro Dios sus siervos todos, los que lo teméis, pequeños y grandes».
Y oí como el rumor de una muchedumbre inmensa, como el rumor de muchas aguas, y como el fragor de fuertes truenos, que decían:
«Aleluya. Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo, alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
Llegó la boda del Cordero, su esposa se ha embellecido, y se le ha concedido vestirse de lino resplandeciente y puro –el lino son las buenas obras de los santos–».
Y me dijo:
«Escribe: «Bienaventurados los invitados al banquete de bodas del Cordero»».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 103, 1-2.8-9.13-14.17-18 (R/. 1)
R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es , Pater, Dómine caeli et terrae,
quia mysteria regni párvulis revelasti
Aleluya.

Evangelio

Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

12.V Beato Álvaro del Portillo

Primera lectura

Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño
Lectura del libro del profeta Ezequiel (Ez 34, 11-16)
Esto dice el Señor:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré.
Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.
Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar –oráculo del Señor Dios–.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4. 5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pascit me, et nihil mihi déerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pascit me, et nihil mihi déerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pascit me, et nihil mihi déerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pascit me, et nihil mihi déerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pascit me, et nihil mihi déerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pascit me, et nihil mihi déerit

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

El buen pastor da su vida por las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

13.V Bienaventurada Virgen María de Fátima

Primera lectura

Un gran signo apareció en el cielo
Lectura del libro del Apocalipsis (Ap 11, 19; Ap 12, 1-6.10)
Gloria a Ti, Señor.
Se abrió en el cielo el santuario de Dios, y apareció en su santuario el arca de su alianza.
Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz.
Y apareció otro signo en el cielo: un gran dragón rojo que tiene siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas, y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra.
Y el dragón se puso en pie ante la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando lo diera a luz.
Y dio a luz un hijo varón, el que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro, y fue arrebatado su hijo junto a Dios y junto a su trono; y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios.
Y oí una gran voz en el cielo que decía:
«Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 45, 11-12.14-15.16-17
R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 28
Aleluya, aleluya, aleluya
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Ave, María, grátia plena, Dóminus tecum.
Aleluya.

Evangelio

Bienaventurado el vientre que te llevó
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 11, 27-28)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

14.V San Matías, apóstol

Primera lectura

Le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 15-17.20-26)
En de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos (había reunidas unas ciento veinte personas) y dijo:
«Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, el que hizo de guía de los que arrestaron a Jesús, pues era de nuestro grupo y le cupo en suerte compartir este ministerio.
Y es que en el libro de los Salmos está escrito: «Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella», y también: «Que su cargo lo ocupe otro».
Es necesario, por tanto, que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús, comenzando en el bautismo de Juan hasta el día en que nos fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su resurrección».
Propusieron dos: José, llamado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezando, dijeron:
«Señor, tú que penetras el corazón de todos, muéstranos a cuál de los dos has elegido para que ocupe el puesto de este ministerio y apostolado, del que ha prevaricado Judas para marcharse a su propio puesto».
Les repartieron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 113, 1-2.3-4.5-6.7-8(R/. 8)
R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre.

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que habita en las alturas
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo.

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo os he elegido del mundo –dice el Señor–,
para que vayáis y deis fruto,
y vuestro fruto permanezca.
Ego vos elégi de mundo,
ut eátis, et fructum afferátis,
et fructus vester máneat, dicit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido.
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 15, 9-17)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento:
que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

15.V San Isidro, labrador

Primera Lectura

El labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia
Lectura de la carta del apóstol Santiago (St 5, 7-8.11.16-17)  
Hermanos,
esperad con paciencia hasta la venida del Señor. Mirad: el labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía.
Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca. Mirad: nosotros proclamamos dichosos a los que tuvieron paciencia. Habéis oído hablar de la paciencia de Job y ya sabéis el final que le concedió el Señor, porque el Señor es compasivo y misericordioso.
Por tanto, confesaos mutuamente los pecados y rezad unos por otros para que os curéis: mucho puede la oración insistente del justo.
Elías era semejante a nosotros en el sufrimiento, y rezó insistentemente para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Volvió a rezar, y el cielo dio la lluvia y la tierra produjo su fruto.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9. 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador.
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 1-7)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

17.V San Pascual Bailón, Religioso

Primera Lectura

Dios ha escogido lo débil del mundo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 26-31)
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos:
no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas;
sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así –como está escrito–:
«el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es , Pater, Dómine caeli et terrae,
quia mysteria regni párvulis revelasti
Aleluya.

Evangelio

Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

18.V San Juan I, Papa y mártir

Primera lectura

Cenaré con él y él conmigo
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 3, 14. 20-22)
Esto dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios:
«Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.
Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
A vosotros os llamo amigos –dice el Señor–,
porque todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer.
Vos dixi amícos, dicit Dóminus,
quia ómnia quae audívi a Patre meo nata feci vobis.
Aleluya.

Evangelio

Preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 22, 24-30)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, se produjo un altercado a propósito de quién de los apóstoles debía ser tenido como el mayor. Pero Jesús les dijo:
«Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve.
Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

18.V Beata Guadalupe Ortiz de Landázuri

Primera lectura

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 6, 3-9)
Moisés dijo al pueblo:
«Escucha, Israel, y esmérate en practicar los mandatos y preceptos que yo te mando, a fin de que te vaya bien y te multipliques, como te prometió el Señor, Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel.
Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 103, 1-2.8-9.13-14.17-18 (R/. 1)
R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9b.5b
Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Manete in dilectione mea, dicit Dominus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 13-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

20.V San Bernardino de Siena, presbítero

Primera lectura

No hay salvación en ningún otro
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 4, 8-12)
En aquellos días, Pedro, lleno de Espíritu Santo, dijo:
«Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre;
quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el Nombre de Jesucristo el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por este Nombre, se presenta este sano ante vosotros.
Él es «la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular»;
no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2. 4.7-8.8-9.10 (R/. 8)
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor; el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Ego sum lux mundi, dicit Dóminus; qui séquitur me, habébit lumen vitae.
Aleluya.

Evangelio

Te seguiré a dondequiera que vayas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 9, 57-62)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo:
«Sígueme».
Él respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

21.V Santos Cristóbal Magallanes, presbítero, y compañeros, mártires

Primera lectura

Estos son los que vienen de la gran tribulación
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 7, 9-17)
Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente:
«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».
Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo:
«Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén».
Y uno de los ancianos me dijo:
«Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?».
Yo le respondí:
«Señor mío, tú lo sabrás».
Él me respondió:
«Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.
Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo.
El que se sienta en el trono acampará entre ellos.
Ya no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati, qui persecutionem patiuntur propter iustitiam,
quoniam ipsorum est regnum cælorum. Aleluya.
Aleluya.

Evangelio

Si el grano de trigo muere, da mucho fruto
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 12, 24-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.V Santa Joaquina Vedruna, religiosa

Primera lectura

La mujer que teme al Señor merece alabanza
Lectura del libro de los Proverbios (Pr 31, 10-13.19-20.30-31)  
Una mujer fuerte, ¿quién la hallará?
Supera en valor a las perlas.
Su marido se fía de ella,
pues no le faltan riquezas.
Le trae ganancias, no pérdidas,
todos los días de su vida.
Busca la lana y el lino
y los trabaja con la destreza de sus manos.
Aplica sus manos al huso,
con sus dedos sostiene la rueca.
Abre sus manos al necesitado
y tiende sus brazos al pobre.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura;
la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo,
que sus obras la alaben en público.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3.4-5.6-7.8-9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 11-12
Aleluya, aleluya, aleluya
El primero entre vosotros será vuestro servidor –dice el Señor–;
El que se humilla será enaltecido.
Qui maior est vestrum, erit miníster vester, dicit Dóminus;
qui autem se humiliáverit, exaltábitur.
Aleluya.

Evangelio

El que acoge a un niño, me acoge a mi.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 6, 27-38)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los discípulos habían discutido por el camino quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
«Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.V Santa Rita de Casia, religiosa

Primera lectura

Todo lo puro, tenedlo en cuenta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 4, 4-9)
Hermanos:
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.
Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 28
Aleluya, aleluya.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados
–dice el Señor–, y yo os aliviaré.
Veníte ad me, omnes qui laborátis et oneráti estis,
et ego refíciam vos, dicit Dominus.
Aleluya.

Evangelio

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 6, 27-38)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.V San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Nosotros tenemos la mente de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 2, 10-16)
Hermanos:
El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios. Pues, ¿quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él? Del mismo modo, lo íntimo de Dios lo conoce solo el Espíritu de Dios.
Pero nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que de Dios recibimos.
Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu. Pues el hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién ha conocido la mente del Señor para poder instruirlo?». Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 119, 9.10.11.12.13.14
R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 63. 68
Aleluya, aleluya, aleluya
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, Spíritus et vita sunt;
verba vitae aetérnae habes.
Aleluya.

Evangelio

Jesús les enseñaba con autoridad
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 7, 21-29)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Aquel día muchos dirán:
«Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?».
Entonces yo les declararé:
«Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad».
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.V San Gregorio VII, Papa

Primera lectura

Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 20, 17-18.28-32.36)
En aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vinieran los presbíteros de la Iglesia. Cuando se presentaron, les dijo:
«Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.
Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados.
Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 110, 1.2.3.4
R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–,
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Tú eres Pedro y te daré las llaves del Reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 16, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.V Santa María Magdalena de Pazzi, virgen

Primera lectura

La soltera se preocupa de los asuntos del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 7, 25-35)
Hermanos:
Acerca de los célibes no tengo precepto del Señor, pero doy mi parecer como alguien que, por la misericordia del Señor, es fiel.
Considero que, por la angustia que apremia, es bueno para un hombre quedarse así.
¿Estás unido a una mujer? No busques la separación.
¿Estás libre de mujer? No busques mujer; pero, si te casas, no pecas; y, si una soltera se casa, tampoco peca. Aunque estos tales sufrirán la tribulación de la carne; y yo quiero ahorrársela. Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.
Quiero que os ahorréis preocupaciones: el no casado se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. También la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, de ser santa en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su marido.
Os digo todo esto para vuestro bien; no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 148, 1-2.11-13.13-14
R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Reyes del orbe y todos los pueblos,
príncipes y jueces del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Su majestad sobre el cielo y la tierra.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 31-32
Aleluya, aleluya, aleluya
Si permanecéis en mi palabra –dice el Señor–,
seréis de verdad discípulos míos, y conoceréis la verdad.
Aleluya.
Simanséritis in sermone meo,
vere discípuli mei éritis et cognoscétis veritátem, dicit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre
Lectura del santo Evangelio según San Marcos (Mc 3, 31-35)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

26.V San Felipe Neri, presbítero

Primera lectura

Todo lo puro, tenedlo en cuenta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 4, 4-9)
Hermanos:
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.
Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9.
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Este es mi deseo: que estén conmigo donde yo estoy
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 17, 20-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

27.V San Agustín de Cantorbery, obispo

Primera lectura

Queríamos entregaros no solo el Evangelio, sino hasta nuestras propias personas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1Ts 2, 2-8)
Hermanos:
Apoyados en nuestro Dios, tuvimos valor para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición.
Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que, en la medida en que Dios nos juzgó aptos para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos: no para contentar a los hombres, sino a Dios, que juzga nuestras intenciones.
Bien sabéis vosotros que nunca hemos actuado ni con palabras de adulación ni por codicia disimulada, Dios es testigo, ni pretendiendo honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado con autoridad; por el contrario, nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.
Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 9, 35-38)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

30.V San Fernando

Primera lectura

Humíllate, y así alcanzarás el favor del Señor
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 3, 17-25)  
Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres,
y te querrán más que al hombre generoso.
Cuanto más grande seas, más debes humillarte,
y así alcanzarás el favor del Señor.
«Muchos son los altivos e ilustres,
pero él revela sus secretos a los mansos».
Porque grande es el poder del Señor
y es glorificado por los humildes.
No pretendas lo que te sobrepasa,
ni investigues lo que te excede.
Pon atención a lo que se te encomienda,
y no seas indiscreto queriendo conocer sus muchas obras.
No necesitas ver con tus ojos las cosas que están escondidas.
No te afanes por lo que supera tus capacidades,
pues ya te han enseñado cosas que te desbordan.
Pues a muchos desvió su presunción,
y las falsas ilusiones extraviaron sus pensamientos.
Si no tienes pupilas, te faltará la luz;
si careces de ciencia, no la proclames.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 131, 1.2.3
R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 11-12
Aleluya, aleluya, aleluya
El primero entre vosotros será vuestro servidor –dice el Señor–;
El que se humilla será enaltecido.
Qui maior est vestrum, erit miníster vester, dicit Dóminus;
qui autem se humiliáverit, exaltábitur.
Aleluya.

Evangelio

Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo
Lectura del santo Evangelio según San Lucas ( Lc 10, 17-20)
Gloria a Ti, Señor.En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron con alegría diciendo:
«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Jesús les dijo:
«Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad os he dado el poder de pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo, y nada os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

31.V La Visitación de la Bienaventurada Virgen María

Primera Lectura

El rey de Israel, el Señor, está en medio de ti
Lectura del libro del profeta Sofonías (So 3, 14-18)  
Alégrate hija de Sion, grita de gozo Israel,
regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén.
El Señor ha revocado tu sentencia,
ha expulsado a tu enemigo.
El rey de Israel, el Señor,
está en medio de ti,
no temas mal alguno.
Aquel día se dirá a Jerusalén:
«¡No temas! ¡Sion, no desfallezcas!».
El Señor tu Dios está en medio de ti,
valiente y salvador;
se alegra y goza contigo,
te renueva con su amor;
exulta y se alegra contigo
como en día de fiesta.
Acabé con tu mal,
con el peso de tu oprobio.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Is 12, 2-3.4. 5-6 (R/. 6)
R/. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.
Magnus in medio tui Sanctus Israel

«Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación.

R/. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.
Magnus in medio tui Sanctus Israel

«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso».

R/. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.
Magnus in medio tui Sanctus Israel

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sion,
porque es grande en medio de ti el Santo de Israel.

R/. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.
Magnus in medio tui Sanctus Israel

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 45
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurada tú, que has creído, Virgen María,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Beata es, Virgo María, quae credidisti
quoniam perficientur ea quae dicta sunt tibi a Dómino
Aleluya.

Evangelio

¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 39-56)
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque
lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
«se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava».
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
«su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación».
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
«derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia»
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

El Inmaculado Corazón de la bienaventurada Virgen María

Normalmente, 1ª lectura y salmo de feria; pueden usarse las de la Virgen. Evangelio propio.

Primera Lectura

Desbordo de gozo en el Señor, y me alegro con mi Dios
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 61, 9-11)
Su estirpe será célebre entre las naciones,
y sus vástagos entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán
que son la estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo en el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha puesto un traje de salvación,
y me ha envuelto con un manto de justicia,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

1S 2, 1.4-5.6-7.8
R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor.
Los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria.

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 2, 19
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurada Virgen María,
que conservaba la palabra de Dios,
meditándola en su corazón.
Beáta Virgo María,
quae conservábat verbum Dei,
cónferens in corde suo.
Aleluya.

Evangelio

Conservaba todo esto en su corazón
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 2, 41-51)
Gloria a ti, Señor.
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo.
Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Tu padre y yo te buscábamos angustiados».
Él les contestó:
«¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre?». Pero ellos no comprendieron lo que les dijo.
Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

1.VI San Justino, mártir

Primera lectura

Quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 18-25)
Hermanos:
El mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios.
Pues está escrito:
«Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces».
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto? ¿Dónde está el sofista de este tiempo? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y puesto que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen.
Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados – judíos o griegos–, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Brille así vuestra luz ante los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre.
Sic lúceat lux vestra coram homínibus
ut videant vestra bona opera
et glorificient Patrem vestrum
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 5, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
–Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo.
No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una luz para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.
–No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

2.VI Santos Marcelino y Pedro, mártires

Primera lectura

Como moribundos que vivimos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 6, 4-10)
Hermanos:
Nos acreditamos en todo como ministros de Dios con mucha paciencia en tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, ciencia, paciencia y amabilidad; con el Espíritu Santo y con amor sincero; con palabras verdaderas y la fuerza de Dios; con las armas de la justicia, a derecha e izquierda; a través de honra y afrenta, de mala y buena fama; como impostores que dicen la verdad, desconocidos, siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres, pero que enriquecen a muchos, como necesitados, pero poseyéndolo todo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 124, 2-3.4-5.7-8 (R/. 7)
R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Aclamación antes del Evangelio

2Co 1, 3-4
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito sea el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo,
que nos consuela en cualquier tribulación nuestra.
Benedíctus Pater misericordiárum et Deus tótius consolatiónis,
qui consolátor nos in omni tribulatióne nostra.
Aleluya.

Evangelio

El mundo los ha odiado.
Lectura del santo Evangelio según San Juan (Jn 17, 11-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

3.VI San Carlos Luanga y compañeros, mártires

Primera lectura

Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres
Lectura del segundo libro de los Macabeos (2M 7, 1-2.9-14)
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley.
Uno de ellos habló en nombre de los demás:
«¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres».
El segundo, estando a punto de morir, dijo:
«Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el Rey del universo nos resucitará para una vida eterna».
Después se burlaron del tercero. Cuando le pidieron que sacara la lengua, lo hizo enseguida y presentó las manos con gran valor. Y habló dignamente:
«Del Cielo las recibí y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios».
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.
Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto.
Y, cuando estaba a punto de morir; dijo:
«Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 124, 2-3.4-5.7-8 (R/. 7)
R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 5, 1-12)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

5.VI San Bonifacio, obispo y mártir

Primera lectura

Anunciaría a Cristo como luz a su pueblo y a los gentiles
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 26, 19-23)
En aquellos días, dijo Pablo:
«Rey Agripa, yo no he sido desobediente a la visión del cielo, sino que he predicado primero a los judíos de Damasco, luego a los de Jerusalén y de toda Judea, y por último a los gentiles, que se arrepientan y se conviertan a Dios, haciendo obras dignas de penitencia.
Por este motivo me prendieron los judíos en el templo y trataron de matarme, pero, con la ayuda de Dios, me he mantenido firme hasta hoy dando testimonio a pequeños y grandes, sin decir cosa fuera de lo que los profetas y el mismo Moisés dijeron que debía suceder: que el Mesías, habiendo padecido y siendo el primero en resucitar de entre los muertos, anunciaría la luz a su pueblo y a los gentiles».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 117, 1.2
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

El buen pastor da su vida por las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

6.VI San Norberto, obispo

Primera lectura

Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño
Lectura del libro del profeta Ezequiel (Ez 34, 11-16)
Esto dice el Señor:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré.
Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.
Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar –oráculo del Señor Dios–.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

Aquel que no renunció o todos sus bienes no puede ser discípulo mío
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 14, 25-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no pudo acabar».
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.VI San Efrén, diácono y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Por encima de todo, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (Col 3, 12-17)
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta.
Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.
Sed también agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 37, 3-4.5-6.30-31
R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pida tu corazón.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Ego sum vitis, vos pálmites, dicit Dóminus;
qui manet in me, et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

De lo que rebosa el corazón habla la boca
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 6, 43-45)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

11.VI San Bernabé

Primera lectura

Era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 11, 21-26;Hch 13, 1-2)
En aquellos días, gran número creyó y se convirtió al Señor. Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía;
al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe.
Y una multitud considerable se adhirió al Señor. Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía.
Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.
En la Iglesia que estaba en Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, llamado Niger; Lucio, el de Cirene Manahén, hermano de leche del tetrarca Herodes, y Saulo.
Un día que estaban celebrando el culto al Señor y ayunaban dijo el Espíritu Santo:
«Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado».
Entonces, después de ayunar y orar, les impusieron las manos y los enviaron.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 98, 1. 2-3.3-4.5-6 (R/. 2)
R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.

R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

Aclamación antes del Evangelio

Mt 28, 19. 20
Aleluya, aleluya, aleluya
Id y haced discípulos a todos los pueblos –dice el Señor–;
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Euntes docéte omnes gentes, dicit Dóminus;
ego vobiscum sum ómnibus diebus usque ad consummationem saeculi.
Aleluya.

Evangelio

Gratis habéis recibido, dad gratis
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 10, 7-13)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis.
No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento.
Cuando entréis en una ciudad o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis.
Al entrar en una casa, saludadla con la paz; si la casa se lo merece, vuestra paz vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

13.VI San Antonio de Padua, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 61, 1-3)
EL Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para curar los corazones desgarrados,
proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad;
para proclamar un año de gracia del Señor,
un día de venganza de nuestro Dios,
para consolar a los afligidos,
para dar a los afligidos de Sion
una diadema en lugar de cenizas,
perfume de fiesta en lugar de duelo,
un vestido de alabanza en lugar de un espíritu abatido.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.4-5.21-22.25.27
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
Aleluya, aleluya, aleluya
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus,
praedicáre captívis remissiónem.
Aleluya.

Evangelio

La mies es abundante y los obreros pocos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 10, 1-9)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa».
Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios ha llegado a vosotros»».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

19.VI San Romualdo, abad

Primera lectura

Corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 3, 8-14)
Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 131, 1.2.3
R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

Aquel que no renunció o todos sus bienes no puede ser discípulo mío
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 14, 25-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no pudo acabar».
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

21.VI San Luis Gonzaga, religioso

Primera lectura

Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 5, 1-5)
Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 16, 1-2.5. 7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditatis meae

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditatis meae

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditatis meae

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditatis meae

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandatum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligatis ínvicem, sicut dilexi vos.
Aleluya.

Evangelio

Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 22, 34-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
««Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente».
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.VI San Paulino de Nola, obispo

Primera lectura

Siendo rico, se hizo pobre por vosotros poro enriqueceros con su pobreza
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 8, 9-15)
Hermanos:
Conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
En este asunto os doy un consejo: ya que vosotros comenzasteis no solo a hacer la colecta, sino también a tomar la iniciativa, os conviene que ahora la concluyáis; de este modo, a la prontitud en el deseo corresponderá la realización según vuestras posibilidades. Porque, si hay buena voluntad, se le agradece lo que uno tiene, no lo que no tiene.
Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En este momento, vuestra abundancia remedia su carencia, para que la abundancia de ellos remedie vuestra carencia; así habrá igualdad.
Como está escrito:
«Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2. 4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

Vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 12, 32-34)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes y dad limosna; haceos bolsas que no se estropeen, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.VI San Juan Fisher, obispo, y santo Tomás Moro, mártires

Primera lectura

Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 4, 12-19)
Queridos hermanos:
No os extrañéis del fuego que ha prendido en vosotros y sirve para probaros, como si ocurriera algo extraño.
Al contrario, estad alegres en la medida que compartís los sufrimientos de Cristo, de modo que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante.
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
Así pues, que ninguno de vosotros tenga que sufrir por ser asesino, ladrón, malhechor o entrometido, pero si es por ser cristiano, que no se avergüence, sino que dé gloria a Dios por este nombre.
Porque ha llegado el momento de que el juicio empiece por la casa de Dios; pero, si nosotros somos los primeros, ¿cuál será el final de los que desprecian el Evangelio de Dios?
Y «si el justo a duras penas se salva, ¿qué será del impío y pecador?»
Así pues, que los que sufren conforme a la voluntad de Dios, haciendo el bien, pongan también sus vidas en manos del Creador, que es fiel.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati, qui persecutionem patiuntur propter iustitiam,
quoniam ipsorum est regnum cælorum. Aleluya.
Aleluya.

Evangelio

No he venido a sembrar paz, sino espada
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 34-39)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

24.VI Natividad de san Juan Bautista. Misa vespertina de la vigilia.

Primera Lectura

Antes de formarte en el vientre, te escogí
Lectura del libro de Jeremías (Jr 1, 4-10)
En los días de Josías, el Señor me dirigió la palabra:
«Antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno, te consagré: te constituí profeta de las naciones».
Yo repuse:
«¡Ay, Señor, Dios mío! Mira que no sé hablar, que solo soy un niño».
El Señor me contestó:
«No digas que eres un niño, pues irás adonde yo te envíe y dirás lo que yo te ordene. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte» –oráculo del Señor–.
El Señor extendió la mano, tocó mi boca y me dijo:
«Voy a poner mis palabras en tu boca. Desde hoy te doy poder sobre pueblos y reinos para arrancar y arrasar, para destruir y demoler, para reedificar y plantar».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 71, 1-2.3-4.5-6.15 y 17 (R/. 6)
R/. En el seno materno tú me sostenías.
De ventre matris meae tu es suscéptor meus.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre.
Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído y sálvame.

R/. En el seno materno tú me sostenías.
De ventre matris meae tu es suscéptor meus.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa

R/. En el seno materno tú me sostenías.
De ventre matris meae tu es suscéptor meus.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.

R/. En el seno materno tú me sostenías.
De ventre matris meae tu es suscéptor meus.

Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.

R/. En el seno materno tú me sostenías.
De ventre matris meae tu es suscéptor meus.

Segunda Lectura

Sobre esta salvación estuvieron explorando e indagando los profetas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 1, 8-12)
Queridos hermanos:
Sin haber visto a Jesucristo lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas.
Sobre esta salvación estuvieron explorando e indagando los profetas que profetizaron sobre la gracia destinada a vosotros tratando de averiguar a quién y a qué momento apuntaba el Espíritu de Cristo que había en ellos cuando atestiguaba por anticipado la pasión del Mesías y su consiguiente glorificación.
Y se les reveló que no era en beneficio propio, sino en el vuestro por lo que administraban estas cosas que ahora os anuncian quienes os proclaman el Evangelio con la fuerza del Espíritu Santo enviado desde el cielo.
Son cosas que los mismos ángeles desean contemplar.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 1, 7; Lc 1, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Este venía para dar testimonio de la luz;
para preparar a Dios un pueblo bien dispuesto.
Hic venit ut testimónium prhíberit de lúmine;
ut paráret Deo plebem perféctam.
Aleluya.

Evangelio

Te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan.
Gloria a ti, Señor.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 5-17)
En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón, cuyo nombre era Isabel.
Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada.
Una vez que Zacarías oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según la costumbre de los sacerdotes, le tocó en suerte a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso.
Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
«No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan Te llenarás de alegría y gozo, y muchos se alegrarán de su nacimiento.
Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos hijos de Israel al Señor, su Dios.
Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, «para convertir los corazones de los padres hacia los hijos», y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto».
Palabra del Señor. Gloria a tí, Señor Jesús.

24.VI Natividad de san Juan Bautista.

Primera Lectura

Te hago luz de las naciones
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 49, 1-6)
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos:
El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mi madre, y pronunció mi nombre.
Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré».
Y yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas».
En realidad el Señor defendía mi causa, mi recompensa la custodiaba Dios.
Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios.
Y mi Dios era mi fuerza:
«Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel.
Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 139, 1-3.13-14.14-15 (R/. 14)
R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Confitébor tibi, quia mirabíliter plasmátus sum.

Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Confitébor tibi, quia mirabíliter plasmátus sum.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente,
porque son admirables tus obras.

R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Confitébor tibi, quia mirabíliter plasmátus sum.

Mi alma lo reconoce agradecida,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra.

R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Confitébor tibi, quia mirabíliter plasmátus sum.

Segunda Lectura

Juan predicó antes de que llegara Cristo
Lectura del libro del los Hechos de los Apóstoles (Hch 13, 22-26)
En aquellos días, dijo Pablo:
«Dios suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio, diciendo:
«Encontré a David», hijo de Jesé, «hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos».
Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús.
Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión antes de que llegara Jesús; y, cuando Juan estaba para concluir el curso de su vida, decía:
«Yo no soy quien pensáis, pero, mirad, viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias de los pies».
Hermanos, hijos del linaje de Abrahán y todos vosotros los que teméis a Dios: a nosotros se nos ha enviado esta palabra de salvación».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 76
Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.
Tu, puer, prophéta Altíssimi vocabéris:
praeíbis ante Dóminum paráre vias eius.
Aleluya.

Evangelio

Juan es su nombre
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 57-66.80)
Gloria a ti, Señor.
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y se alegraban con ella.
A los ocho días vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan».
Y le dijeron:
«Ninguno de tus parientes se llama así».
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre». Y todos se quedaron maravillados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y se comentaban todos estos hechos por toda la montaña de Judea.
Y todos los que los oían reflexionaban diciendo:
«Pues ¿qué será este niño?».
Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

26.VI San Josemaría Escrivá Presbítero

Primera lectura

El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén para que lo cultivara
Lectura del libro del Génesis (Gn 2, 4-9.15)
Cuando el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra, ni había hombre que cultivase el campo.
Sólo un manantial salía del suelo y regaba la superficie del campo.
Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo.
El Señor Dios plantó un jardín en Edén, hacia Oriente, y colocó en él al hombre que había modelado.
El Señor Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además el árbol de la vida en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal.
El Señor Dios tomó al hombre y lo colocó en el jardín de Edén, para que lo guardara y lo cultivara.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 2, 7 (R/. 1)
R/. Alabad al Señor, todas las naciones
Laudáte Dóminum omnes gentes.

Voy a proclamar el decreto del Señor;
él me ha dicho: Tú eres mi Hijo:
yo te he engendrado hoy.

R/. Alabad al Señor, todas las naciones
Laudáte Dóminum omnes gentes.

Pídemelo: te daré en herencia las naciones,
en posesión, los confines de la tierra:
los gobernarás con cetro de hierro,
los quebrarás como jarro de loza.

R/. Alabad al Señor, todas las naciones
Laudáte Dóminum omnes gentes.

Y ahora, reyes, sed sensatos;
escarmentad los que regís la tierra:
servid al Señor con temor,
rendidle homenaje temblando.

R/. Alabad al Señor, todas las naciones
Laudáte Dóminum omnes gentes.

No sea que se irrite,
y vayáis a la ruina,
porque se inflama de pronto su ira.
¡Dichosos los que se refugian en él!

R/. Alabad al Señor, todas las naciones
Laudáte Dóminum omnes gentes.

Segunda lectura

El Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (Rm 8, 14-17)
Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–,
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Desde ahora serás pescador de hombres
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 5, 1-11)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra.
Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Rema mar adentro y echad las redes para pescar.
Simón contestó: Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red.
Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano.
Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: No temas: desde ahora serás pescador de hombres.
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

27.VI San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 4, 1-5)
Querido hermano:
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.
Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.4-5.21-22.25.27
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Brille así vuestra luz ante los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre.
Sic lúceat lux vestra coram homínibus,
ut vídeant ópera vestra bona
et gloríficent Patrem vestrum.
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

28.VI San Ireneo, obispo y mártir

Primera lectura

Uno que sirve al Señor debe ser amable con todos, capaz de corregir con dulzura
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 2, 22-26)
Busca la justicia, la fe, el amor, la paz junto con los que invocan al Señor con corazón limpio.
Rehúye las cuestiones necias y estúpidas, sabiendo que acaban en peleas; y uno que sirve al Señor no debe pelearse, sino ser amable con todos, hábil para enseñar, sufrido, capaz de corregir con dulzura a quienes sostienen doctrinas contrarias, por si Dios les concede la conversión que lleva al conocimiento de la verdad y vuelven en sí, escapando del lazo del diablo, que los tiene cautivos, para hacer su voluntad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 37, 3-4.5-6.30-31
R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditabitur sapientiam

Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pida tu corazón.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditabitur sapientiam

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditabitur sapientiam

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditabitur sapientiam

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Este es mi deseo: que estén conmigo donde yo estoy
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 17, 20-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

29.VI San Pedro y San Pablo, apóstoles. Misa de la vigilia

Primera Lectura

Te doy lo que tengo: en nombre de Jesús, levántate y anda
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 3, 1-10)
En aquellos días, Pedro y Juan subían al templo, a la oración de la hora de nona, cuando vieron traer a cuestas a un lisiado de nacimiento. Solían colocarlo todos los días en la puerta del templo llamada «Hermosa», para que pidiera limosna a los que entraban. Al ver entrar en el templo a Pedro y a Juan, les pidió limosna.
Pedro, con Juan a su lado, se quedó mirándolo y le dijo:
«Míranos».
Clavó los ojos en ellos, esperando que le darían algo. Pero Pedro le dijo:
«No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda».
Y agarrándolo de la mano derecha lo incorporó. Al instante se le fortalecieron los pies y los tobillos, se puso en pie de un salto, echó a andar y entró con ellos en el templo por su pie, dando brincos y alabando a Dios.
Todo el pueblo lo vio andando y alabando a Dios, y, al caer en la cuenta de que era el mismo que pedía limosna sentado en la puerta Hermosa del templo, quedaron estupefactos y desconcertados ante lo que le había sucedido.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 19, 2-3.4-5 (R/. 1)
R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra,

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum

Segunda Lectura

Dios me escogió desde el seno de mi madre
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (Ga 1, 11-20)
Hermanos:
Os hago saber que el Evangelio anunciado por mí no es de origen humano; pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.
Porque habéis oído hablar de mi pasada conducta en el judaismo: con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba, y aventajaba en el judaismo a muchos de mi edad y de mi raza como defensor muy celoso de las tradiciones de mis antepasados.
Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, se dignó revelar a su Hijo en mí para que lo anunciara entre los gentiles, no consulté con hombres ni subí a Jerusalén a ver a los apóstoles anteriores a mí, sino que, enseguida, me fui a Arabia, y volví a Damasco.
Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, y permanecí quince días con él.
De los otros apóstoles no vi a ninguno, sino a Santiago, el hermano del Señor. Dios es testigo de que no miento en lo que os escribo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del evangelio

Jn 21, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero.
Domine, tu omnia nosti, tu scis quia amo te.
Aleluya.

Evangelio

Apaciento mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 21, 15-19)
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dijo a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?»
y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas.
En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras». Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

29.VI San Pedro y San Pablo, apóstoles.

Primera Lectura

Ahora sé realmente que el Señor me ha librado de las manos de Herodes
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 12, 1-11)
En aquellos días, el rey Herodes decidió arrestar a algunos miembros de la Iglesia para maltratarlos. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.
Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener también a Pedro. Eran los días de los Ácimos. Después de prenderlo, lo metió en la cárcel, entregándolo a la custodia de cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua.
Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él. Cuando Herodes iba a conducirlo al tribunal, aquella misma noche, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.
De repente, se presentó el ángel del Señor, y se iluminó la celda. Tocando a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo:
«Date prisa, levántate».
Las cadenas se le cayeron de las manos, y el ángel añadió: «Ponte el cinturón y las sandalias».
Así lo hizo, y el ángel le dijo:
«Envuélvete en el manto y sígueme».
Salió y lo seguía, sin acabar de creerse que era realidad lo que hacía el ángel, pues se figuraba que estaba viendo una visión.
Después de atravesar la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la ciudad, que se abrió solo ante ellos. Salieron y anduvieron una calle y de pronto se marchó el ángel.
Pedro volvió en sí y dijo:
«Ahora sé realmente que el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de toda la expectación del pueblo de los judíos».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terróribus meis erípuit me Dóminus.

Segunda Lectura

Me está reservada la corona de la justicia
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 4, 6-8.17-18)
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He combatido el noble combate, he acabado la carrera, he conservado la fe.
Por lo demás, me está reservada la corona de la justicia, que el Señor, juez justo, me dará en aquel día; y no solo a mí; sino también a todos los que hayan aguardado con amor su manifestación.
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones. Y fui librado de la boca del león.
El Señor me librará de toda obra mala y me salvará llevándome a su reino celestial. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 16, 18
Aleluya, aleluya, aleluya
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia,
y el poder del infierno no la derrotará
Tu es Petrus, et super hanc petram aedificábo Ecclésiam meam,
et portae ínferi non praevalébunt advérsus eam.

Aleluya.

Evangelio

Tu eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 13-19)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

30.VI Santos Protomártires de la Iglesia Romana

Primera lectura

Ni muerte ni vida podrán separarnos del amor de Dios
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 31-39)
Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no se reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, que murió, más todavía, resucitó y está a la derecha de Dios y que además intercede por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?; como está escrito:
«Por tu causa nos degüellan cada día, nos tratan como a ovejas de matanza».
Pero en todo esto vencemos de sobra gracias a aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 124, 2-3.4-5.7-8 (R/. 7)
R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati, qui persecutionem patiuntur propter iustitiam,
quoniam ipsorum est regnum cælorum. Aleluya.
Aleluya.

Evangelio

Por mi causa os odiarán todos los pueblos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 24, 4-12)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad atentos a que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo:
«Yo soy el Mesías», y engañarán a muchos. Vais a oír hablar de guerras y noticias de guerra. Cuidado, no os alarméis, porque todo esto ha de suceder, pero todavía no es el final. Se levantará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá hambre, epidemias y terremotos en diversos lugares; todo esto será el comienzo de los dolores.
Os entregarán al suplicio y os matarán, y por mi causa os odiarán todos los pueblos.
Entonces muchos se escandalizarán y se traicionarán mutuamente, y se odiarán unos a otros. Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente, y, al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría; pero el que persevere hasta el final se salvará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

3.VII Santo Tomás, Apóstol

Primera Lectura

Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 2, 19-22)
Hermanos:
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.
Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.
Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor.
Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 117, 1.2 (R/. Mc 16, 15)
R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.

Aleluya

Euntes in mundum universum,
praedicate Evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.

Aleluya

Euntes in mundum universum,
predicate Evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.

Aleluya

Euntes in mundum universum,
predicate Evangelium.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 20, 22
Aleluya, Aleluya, aleluya
Porque me has visto, Tomás, has creído –dice el Señor–.
Dichosos los que crean sin haber visto.
Quia vidisti me, Thoma, credidisti, dicit Dominus;
beati qui non viderunt et crediderunt.

Aleluya.

Evangelio

¡Señor mío y Dios mío!
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 20, 24-29)
Gloria a ti, Señor.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

4.VII Santa Isabel de Portugal

Primera lectura

Nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 3, 14-18)
Queridos hermanos:
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. /span>Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3.4-5.6-7.8-9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandatum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligatis ínvicem, sicut dilexi vos.
Aleluya.

Evangelio

Cada vez que lo hicisteis con mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 31-46)  
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».
Y el rey les dirá:
«En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis».
Entonces dirá a los de su izquierda:
«Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis».
Entonces también estos contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?».
Él les replicará:
«En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo».
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

5.VII San Antonio María Zacarías, presbítero

Primera lectura

Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 1, 13-14; 2Tm 2, 1-3)
Querido hermano:
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús.
Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Así pues, tú, hijo mío, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros.
Toma parte en los padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es, Pater, Dómine caeli et terrae, quia mysteria regni párvulis revelasti.
Aleluya.

Evangelio

Dejad que los niños se acerquen a mí
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 10, 13-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

6.VII Santa María Goretti, virgen y mártir

Primera lectura

¡Vuestros cuerpos son miembros de Cristo!
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 6, 13-15.17-20)
Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Y Dios resucitó al Señor y nos resucitara también a nosotros con su poder.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
El que se une al Señor es un espíritu con él.
Huid de la inmoralidad. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros y habéis recibido de Dios?
Y no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a buen precio Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Te alabamos Señor.

Salmo responsorial

Sal 31, 3-4.6 y 8.16 y 17
R/.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Líbrame de mis enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Aclamación antes del Evangelio

St 1, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurado el hombre que aguanta la prueba,
porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida.
Beatus vir, qui suffert tentatiónem,
quia, cum probátus fúerit, accípiet corónam vitae.
Aleluya.

Evangelio

Si el grano de trigo muere, da mucho fruto
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 12, 24-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.VII San Agustín Zhao Rong, presbítero, y compañeros, mártires

Primera lectura

Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 5, 1-5)
Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a Aquél que da el ser, ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe; porque ¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

2Co 1, 3-4
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito sea el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo,
que nos consuela en cualquier tribulación nuestra.
Benedíctus Pater misericordiárum et Deus tótius consolatiónis,
qui consolátor nos in omni tribulatióne nostra.
Aleluya.

Evangelio

A quien me sirva, el Padre lo honrará
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 12, 24-26)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto.
El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

11.VII San Benito, abad.

Primera lectura

Abre tu mente a la prudencia
Lectura del libro de los Proverbios (Pr 2, 1-9)
Hijo mío; si aceptas mis palabras,
si quieres conservar mis consejos,
si prestas oído a la sabiduría
y abres tu mente a la prudencia;
si haces venir a la inteligencia
y llamas junto a ti a la prudencia;
si la procuras igual que el dinero
y la buscas lo mismo que un tesoro,
comprenderás lo que es temer al Señor
y alcanzarás el conocimiento de Dios.
Porque el Señor concede sabiduría,
de su boca brotan saber e inteligencia;
atesora acierto para el hombre recto,
es escudo para el de conducta intachable;
custodia la senda del honrado,
guarda el camino de sus fieles.
Entonces podrás comprender
justicia, derecho y rectitud,
el camino que lleva a la felicidad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9.10-11 (R/. 2)
R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

El ángel del Señor acampa
en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum.

Aleluya.

Evangelio

Vosotros, los que me habéis seguido, recibiréis cien veces más
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 19, 27-29)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

13.VII San Enrique

Primera lectura

Hombre, se te ha hecho saber lo que el Señor quiere de ti
Lectura del profeta Miqueas (Mi 6, 6-8)
Con qué me presentaré al Señor
y me inclinaré ante el Dios excelso?
¿Me presentaré con holocaustos,
con terneros de un año?
¿Le agradarán al Señor mil bueyes,
miríadas de ríos de aceite?
¿Le ofreceré mi primogénito por mi falta,
el fruto de mis entrañas por mi pecado?»
Hombre, se te ha hecho saber lo que es bueno,
lo que el Señor quiere de ti:
tan solo practicar el derecho,
amar la bondad,
y caminar humildemente con tu Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya.
Jn 14, 23:El que me ama guardará mi palabra –dice el Señor–,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.
Aleluya.

Evangelio

No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 7, 21-27)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Aquel día muchos dirán: «Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?».
Entonces yo les declararé: «Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad».
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

14.VII San Camilo de Lelis, presbítero

Primera lectura

Nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 3, 14-18)
Queridos hermanos:
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3-4.5-7.7-8.9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandatum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligatis ínvicem, sicut dilexi vos.
Aleluya.

Evangelio

Ya no os llamo siervos; a vosotros os llamo amigos
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 9-17)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

15.VII San Buenaventura, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 14-19)
Hermanos:
Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 119, 9.10.11.12.13.14
R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Uno solo es vuestro Padre, el del cielo;
y uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
Unus est Pater vester, cælestis;
et Magister vester unus est, Christus.
Aleluya.

Evangelio

El primero entre vosotros será vuestro servidor
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 23, 8-12)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros no os dejéis llamar "rabbí", porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

16.VII Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo

Primera lectura

Goza, Sion, que yo vengo
Lectura del libro del profeta Zacarías (Za 2, 14-17)
Alégrate y goza, Sion,
pues voy a habitar en medio de ti
–oráculo del Señor–.
Aquel día se asociarán al Señor
pueblos sin número;
ellos serán mi pueblo,
y habitaré en medio de ti.
Entonces reconocerás
que el Señor del universo
me ha enviado a ti.
Judá será la herencia del Señor,
su lote en la tierra santa,
y volverá a elegir a Jerusalén.
¡Silencio todo el mundo
ante el Señor que se levanta
de su morada santa!
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Lc 1, 46-47.48-49.50-51.52-53.54-55 (R/. 49)
R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 11, 28
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Beati qui audiunt verbum Dei, et custodiunt.
Aleluya,

Evangelio

Extendiendo su mano hacia los discipulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos»
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 12, 46-50)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.
Uno se lo avisó:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo».
Pero él contestó al que le avisaba:
«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».
Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

20.VII San Apolinar, obispo y mártir

Primera lectura

Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño
Lectura del libro del profeta Ezequiel (Ez 34, 11-16)
Esto dice el Señor:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré.
Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.
Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar –oráculo del Señor Dios–.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4. 5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

El buen pastor da su vida por las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

21.VII San Lorenzo de Brindis, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Predicamos a Jesucristo, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 4, 1-2.5-7)
Hermanos:
Encargados de este ministerio por la misericordia obtenida, no nos acobardamos; al contrario, hemos renunciado a la clandestinidad vergonzante, no actuando con intrigas ni falseando la palabra de Dios; sino que, manifestando la verdad, nos recomendamos a la conciencia de todo el mundo delante de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús.
Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.
Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2. 4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
La semilla es la palabra de Dios, el sembrador es Cristo; quien lo encuentra vive para siempre.
Semen est verbum Dei, sator autem Christus;
omnis qui ínvenit eum, manébit in aetérnum.
Aleluya

Evangelio

Salió el sembrador a sembrar
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 4, 1-10.13-20)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.
Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:
«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Y añadió:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo:
«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, . Y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.VII Santa María Magdalena

Primera lectura

Encontré al amor de mi alma
Lectura del libro del Cantar de los Cantares (Ct 3, 1-4)  
Esto dice la esposa:
«En mi lecho, por la noche, buscaba al amor de mi alma;
lo buscaba, y no lo encontraba.
«Me levantaré y rondaré por la ciudad
por las calles y las plazas,
buscaré al amor de mi alma».
Lo busqué y no lo encontré.
Me encontraron los centinelas
que hacen la ronda por la ciudad.
«¿Habéis visto al amor de mi alma?».
En cuanto los hube pasado,
encontré al amor de mi alma».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 63, 2. 3-4.5-6.8-9 (R/. 2)
R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Sitívit in te ánima mea, Deus meus.

Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua

R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.

R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos

R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.

R/. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios
Sitívit in te ánima mea, Dómine, Deus meus.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
«¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso, la tumba abandonada».
Dic nobis, María, quid vidísti in via?
Sepúlcrum Christi vivéntis, et glóriam vidi resurgéntis.

Aleluya.

Evangelio

Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quien bascas?
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 20, 1-2.11-18)
Gloria a Ti, Señor.
El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.
Ellos le preguntan:
«Mujer, ¿por qué lloras?».
Ella les contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dice:
«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?».
Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:
«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré».
Jesús le dice:
«¡María!».
Ella se vuelve y le dice:
«¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!».
Jesús le dice:
«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: «Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro»».
María la Magdalena fue y anunció a los discípulos:
«He visto al Señor y ha dicho esto».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.VII Santa Brígida, religiosa

Primera Lectura

Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mi
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (Ga 2, 19-20)
Hermanos:
Yo he muerto a la ley por medio de la ley, con el fin de vivir para Dios.
Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí.
Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9.10-11 (R/. 2)
R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

El ángel del Señor acampa
en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9. 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dominus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.

Aleluya.

Evangelio

El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante.
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 1-8)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

24.VII San Sarbelio Makhlûf, presbítero

Primera lectura

Humíllate, y así alcanzarás el favor del Señor
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 3, 17-25)
Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres,
y te querrán más que al hombre generoso.
Cuanto más grande seas, más debes humillarte,
y así alcanzarás el favor del Señor.
«Muchos son los altivos e ilustres,
pero él revela sus secretos a los mansos».
Porque grande es el poder del Señor
y es glorificado por los humildes.
No pretendas lo que te sobrepasa,
ni investigues lo que te excede.
Pon atención a lo que se te encomienda,
y no seas indiscreto queriendo conocer sus muchas obras.
No necesitas ver con tus ojos las cosas que están escondidas.
No te afanes por lo que supera tus capacidades,
pues ya te han enseñado cosas que te desbordan.
Pues a muchos desvió su presunción,
y las falsas ilusiones extraviaron sus pensamientos.
Si no tienes pupilas, te faltará la luz;
si careces de ciencia, no la proclames.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 15, 2-3.3-4.5
R/. El justo habite en tu monte santo, Señor
Iustus requiéscet in monte sancto tuo, Dómine.

El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua.

R/. El justo habite en tu monte santo, Señor
Iustus requiéscet in monte sancto tuo, Dómine.

El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino.
El que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor.

R/. El justo habite en tu monte santo, Señor
Iustus requiéscet in monte sancto tuo, Dómine.

El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.

R/. El justo habite en tu monte santo, Señor
Iustus requiéscet in monte sancto tuo, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum cælorum.

Aleluya.

Evangelio

Vosotros, los que me habéis seguido, recibiréis cien veces más
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 19, 27-29)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.VII Santiago, apóstol

Primera Lectura

El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (Hch 4, 33; Hch 5, 12.27-33; Hch 12, 2)
En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado.
Por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón. Les hicieron comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo:
«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».
Pedro y los apóstoles replicaron:
«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».
Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos. El rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

Salmo responsorial

Sal 67, 2-3.5.7-8
R/. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Confiteántur tibi pópuli, Deus,
confiteántur tibi pópuli omnes.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.

R/. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Confiteántur tibi pópuli, Deus,
confiteántur tibi pópuli omnes.

Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia
y gobiernas las naciones de la tierra.

R/. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Confiteántur tibi pópuli, Deus,
confiteántur tibi pópuli omnes.

La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
todos los confines de la tierra.

R/. ¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Confiteántur tibi pópuli, Deus,
confiteántur tibi pópuli omnes.

Segunda Lectura

Llevamos siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (2Co 4, 7-15)
Hermanos:
Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros. Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito:
«Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
Astro brillante de España, apóstol Santiago,
tu cuerpo descansa en la paz,
tu gloria pervive entre nosotros
Aleluya.

Evangelio

Mi cáliz lo beberéis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 20, 20-28)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.
Él le preguntó:
«¿Qué deseas?».
Ella contestó:
«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».
Pero Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».
Contestaron:
«Podemos».
Él les dijo:
«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos.
Y llamándolos, Jesús les dijo:
«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen.
No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

26.VII San Joaquín y Santa Ana, padres de la bienaventurada Virgen María

Primera lectura

Su nombre vive por generaciones
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 44, 1.10-15)
Hagamos el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según sus generaciones.
Ellos fueron hombres de bien, cuyos méritos no han quedado en el olvido.
En sus descendientes se conserva una rica herencia, su posteridad.
Sus descendientes han sido fieles a la alianza, y, gracias a ellos, también sus hijos.
Su descendencia permanece por siempre, y su gloria no se borrará.
Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre vive por generaciones.
Los pueblos hablarán de su sabiduría, y la asamblea proclamará su alabanza.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 132, 11. 13-14.17-18 (R/. Lc 1, 32)
R/. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.
Dedit illi Dóminus Deus sedem David patris eius.

El Señor ha jurado a David
una promesa que no retractará:
«A uno de tu linaje
pondré sobre tu trono».

R/. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.
Dedit illi Dóminus Deus sedem David patris eius.

Porque el Señor ha elegido a Sion;
ha deseado vivir en ella:
«Esta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo».

R/. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.
Dedit illi Dóminus Deus sedem David patris eius.

«Haré germinar el vigor de David,
enciendo una lámpara para mi Ungido.
A sus enemigos los vestiré de ignominia,
sobre él brillará mi diadema».

R/. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre.
Dedit illi Dóminus Deus sedem David patris eius.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 2, 2
Aleluya, aleluya, aleluya
Aguardaban el consuelo de Israel,
y el Espíritu Santo estaba en ellos.
Exspectábant consolatiónem Israel,
et Spiritus Sanctus erat in eis.

Aleluya.

Evangelio

Muchos profetas y justos desearon ver lo que veis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 13, 16-17)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Bienaventurados vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen.
En verdad os digo que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

29.VII Santa Marta

Primera lectura

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1Jn 4, 7-16
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9.10-11 (R/. 2)
R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

El ángel del Señor acampa
en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy la luz del mundo -dice el Señor-;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Ego sum lux mundi, dicit Dóminus;
qui séquitur me, habébit lumen vitae.

Aleluya.

Evangelio

Creo que tu eres el Cristo, el Hijo de Dios
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 11, 19-27) 
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano.
Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa.
Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

30.VII San Pedro Crisólogo, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Anunciar a los gentiles la riqueza insondable de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 8-12)
Hermanos:
A mí, el más insignificante de los santos, se me ha dado la gracia de anunciar a los gentiles la riqueza insondable de Cristo; e iluminar la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
Así, mediante la Iglesia, los principados y potestades celestes conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios por la fe en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 119, 9.10.11.12.13.14
R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Ego sum vitis, vos pálmites, dicit Dóminus;
qui manet in me, et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

De lo que rebosa el corazón habla la boca
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 6, 43-45)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos:
«No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

31.VII San Ignacio de Loyola, presbítero

Primera lectura

Hacedlo todo para gloria de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 10, 31; 1Co 11, 1)
Hermanos:
Ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para gloria de Dios.
No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven.
Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9.10-11 (R/. 2)
R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

El ángel del Señor acampa
en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum cælorum.

Aleluya.

Evangelio

Aquel que no renunció o todos sus bienes no puede ser discípulo mío
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 14, 25-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no pudo acabar».
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

1.VIII San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la muerte
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 8, 1-4)
Hermanos:
No hay condena alguna para los que están en Cristo Jesús, pues la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que era imposible a la ley, por cuanto que estaba debilitada a causa de la carne, lo ha hecho Dios: enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y en orden al pecado, condenó el pecado en la carne, para que la justa exigencia de la ley se cumpliera en nosotros, los que actuamos no de acuerdo con la carne, sino de acuerdo con el Espíritu.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 119, 9.10.11.12.13.14
R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Abre, Señor, nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
Aperi, Dómine, cor nostrum,
ut intendamus verbis Fílii tui.
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

2.VIII San Eusebio de Vercelli, obispo

Primera lectura

Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 5, 1-5)
Queridos hermanos:
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él.
En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos.
Pues en esto consiste el amor de Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.6-7.16-17
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya.

Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya.

Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya.

Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh, Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya.

Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 1-12)
Gloria a Ti, Señor.En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

2.VIII San Pedro Julián Eymard, presbítero

Primera lectura

Un solo corazón y una sola alma
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 4, 32-35)
El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba..
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9.10-11 (R/. 2)
R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

El ángel del Señor acampa
en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 4a.5b
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mí, y yo en vosotros –dice el Señor–;
el que permanece en mí da fruto abundante.
Manéte in me, et ego in vobis, –dicit Dóminus–; qui manet in me fert fructum multum.
Aleluya

Evangelio

El que permanece en mi y yo en él, ése da fruto abundante
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 1-8)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

4.VIII San Juan María Vianney, presbítero

Primera lectura

Te he constituido centinela de Israel
Lectura del profeta Ezequiel (Ez 3, 16-21)
En aquellos días, el Señor me dirigió esta palabra:
«Hijo de hombre, te he constituido centinela de Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, los amonestarás de parte mía.
Si yo digo al malvado «morirás inexorablemente», y tú no lo habías amonestado ni le habías advertido que se apartara de su perversa conducta para conservar la vida, el malvado morirá por su culpa; pero a ti te pediré cuenta de su vida.
En cambio, si amonestas al malvado y él no se convierte de su maldad y de su perversa conducta, entonces él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida.
Si, al contrario, el justo se desvía de su justicia y obra mal, yo le pondré una trampa y morirá. Como tú no lo has amonestado, él morirá por su pecado, y no se tendrán en cuenta las obras buenas que había hecho; pero a ti te pediré cuenta de su vida.
Pero si tú amonestas al justo para que no peque, y no peca, ciertamente él conservará la vida, porque había sido amonestado, y tú habrás salvado la tuya».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 117, 1. 2
R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.

Aleluya.

Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.

Aleluya.

Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R/. Id al mundo entero
y proclamad el Evangelio.

Aleluya.

Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
Aleluya, aleluya, aleluya
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus,
praedicáre captívis remissiónem.

Aleluya.

Evangelio

Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 9, 35; Mt 10, 1)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

5.VIII Dedicación de la basílica de Santa María

Primera lectura

He aquí la morada de Dios entre los hombres
Lectura del libro del Apocalipsis(Ap 21, 1-5)
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo , de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo.
Y oí una gran voz desde el trono que decía:
«He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el «Dios con ellos» será su Dios».
Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.
Y dijo el que está sentado en el trono.
«Mira, hago nuevas todas las cosas».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

(Jdt 13, 18-19)
R/. Tú eres el honor de nuestro pueblo.
Tu laus magna géneris nostri.

Hija, que el Dios altísimo te bendiga
entre todas las mujeres de la tierra.
Alabado sea el Señor,
el Dios que creó el cielo y la tierra.

R/. Tú eres el honor de nuestro pueblo.
Tu laus magna géneris nostri.

Tu esperanza permanecerá
en el corazón de los hombres
que recuerdan el poder de Dios por siempre.

R/. Tú eres el honor de nuestro pueblo.
Tu laus magna géneris nostri.

Aclamación antes del Evangelio.

Lc 11, 28
Aleluya, aleluya,aleluya
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Beáti qui áudiunt
verbum Dei et custódiunt illud.
Aleluya.

Evangelio

Bienaventurado el vientre que te llevó
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 11, 27-28)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor.Gloria a Ti, Señor Jesús.

6.VIII La Transfiguración del Señor

Primera Lectura

Si no es domingo
Su vestido era blanco como nieve.
Lectura de la profecía de Daniel (Dn 7, 9-10.13-14)
Miré y vi que colocaban unos tronos.
Un anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él.
Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
A él se le dio poder, honor y reino.
Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.
Su poder es un poder eterno, no cesará.
Su reino no acabará.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 97, 1-2.5-6.9 (R/. 1)
R/. El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra
Dóminus regnávit, Altíssimus super omnem terram

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

R/. El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra
Dóminus regnávit, Altíssimus super omnem terram

Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.

R/. El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra
Dóminus regnávit, Altíssimus super omnem terram

Porque tú eres, Señor,
Altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.

R/. El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra
Dóminus regnávit, Altíssimus super omnem terram

Segunda Lectura

Esta voz del cielo es la que oímos.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro (2P 1, 16-19)
Queridos hermanos:
No nos fundábamos en fábulas fantasiosas cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo,
sino en que habíamos sido testigos oculares de su grandeza.
Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la sublime Gloria se le transmitió aquella voz:
«Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido».
Y esta misma voz, transmitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con él en la montaña sagrada.
Así tenemos más confirmada la palabra profética y hacéis muy bien en prestarle atención como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y el lucero amanezca en vuestros corazones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio.

Mt 17, 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Este es mi Hijo, el amado,
en quien me complazco.
Escuchadlo.
Hic est Fílius meus diléctus,
in quo mihi bene complácui: ipsum audíte.

Aleluya.

Evangelio

7.VIII Santos Sixto II, papa, y compañeros, mártires

Primera lectura

Los aceptó como sacrificio de holocausto
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 3, 1-9)
LA vida de los justos está en manos de Dios,
y ningún tormento los alcanzará.
Los insensatos pensaban que habían muerto,
y consideraban su tránsito como una desgracia,
y su salida de entre nosotros, una ruina,
pero ellos están en paz.
Aunque la gente pensaba que cumplían una pena,
su esperanza estaba llena de inmortalidad.
Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes,
porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él.
Los probó como oro en el crisol y
los aceptó como sacrificio de holocausto.
En el día del juicio resplandecerán
y se propagarán como chispas en un rastrojo.
Gobernarán naciones, someterán pueblos
y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
Los que confían en él comprenderán la verdad
y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado,
porque la gracia y la misericordia son para sus devotos
y la protección para sus elegidos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

St 1, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurado el hombre que aguanta la prueba,
porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida.
Beátus vir, qui suffert tentatiónem,
quia, cum probátus fúerit, accípiet corónam vitae.
Aleluya.

Evangelio

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 28-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición del alma y cuerpo a la «guehena». ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

7.VIII San Cayetano, presbítero

Primera lectura

Los que teméis al Señor, confiad, esperad, amad
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 2, 7-11)
Los que teméis al Señor, aguardad su misericordia
y no os desviéis, no sea que caigáis.
Los que teméis al Señor, confiad en él,
y no se retrasará vuestra recompensa.
Los que teméis al Señor, esperad bienes,
gozo eterno y misericordia.
Los que teméis al Señor amadlo,
y vuestros corazones se llenarán de luz.
Fijaos en las generaciones antiguas y ved:
¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?,
o ¿quién perseveró en su temor y fue abandonado?,
o ¿quién lo invocó y fue desatendido?
Porque el Señor es compasivo y misericordioso,
perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia,
y protege a aquellos que lo buscan sinceramente.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3-4.5-7.7-8.9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

No temerá las malas noticias.
Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum.
Aleluya.

Evangelio

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 28-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición del alma y cuerpo a la «guehena». ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

8.VIII Santo Domingo de Guzmán, presbítero

Primera lectura

Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 2, 1-10)
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino que, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor
a todas las naciones.
Eúntes in mundum univérsum,
praedicáte Evangélium.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
El que me sigue no camina en tinieblas –dice el Señor–,
sino que tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur me, non ámbulat in ténebris, sed habébit lumen vitae, dicit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

Te seguiré a dondequiera que vayas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 9, 57-62)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo:
«Sígueme».
Él respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.VIII Santa Teresa Benedicta de la Cruz

Primera lectura

Me desposaré contigo para siempre
Lectura del libro del profeta Oseas (Os 2, 16.17.21-22)

Esto dice el Señor:
«Yo la llevo al desierto, le hablo al corazón. Allí responderá como en los días de su juventud, como el día de su salida de Egipto.
Me desposaré contigo para siempre, me desposaré contigo en justicia y en derecho, en misericordia y en ternura, me desposaré contigo en fidelidad y conocerás al Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 45, 11-12.14-15.16-17
R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
Ven, esposa de Cristo, recibe la corona,
que el Señor te preparó para toda la eternidad.
Veni, sponsa Christi, áccipe corónam,
quam tibi Dóminus praeparávit in aetérnum.
Aleluya.

Evangelio

¡Que llegó el esposo, salid a su encuentro!
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 25, 1-33)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
«El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
«¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!».
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis». Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco». Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

10.VIII San Lorenzo, diácono y mártir

Primera Lectura

Dios ama al que da con alegría
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 9, 6-10)
Hermanos:
El que siembra tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará. Cada uno dé como le dicte su corazón: no a disgusto ni a la fuerza, pues Dios ama «al que da con alegría».
Y Dios tiene poder para colmaros de toda clase de dones, de modo que, teniendo lo suficiente siempre y en todo, os sobre para toda clase de obras buenas.
Como está escrito:
«Repartió abundantemente a los pobres, su justicia permanece eternamente».
El que proporciona «semilla al que siembra y pan para comer» proporcionará y multiplicará vuestra semilla y aumentará los frutos de vuestra justicia.
Palabra de Dios.Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3-4.5-7.7-8.9 (R/. 1)
R/. Dichoso el que se apiada y presta.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso el que se apiada y presta.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso el que se apiada y presta.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.

R/. Dichoso el que se apiada y presta.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

No temerá las malas noticias.
Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.

R/. Dichoso el que se apiada y presta.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso el que se apiada y presta.

Aleluya.

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
El que me sigue no camina en tinieblas –dice el Señor–,
sino que tendrá la luz de la vida
Qui séquitur me, non ámbulat in ténebris,
sed habébit lumen vitae, dicit Dóminus.

Aleluya.

Evangelio

A quien me sirva, el Padre lo honrará
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 12, 24-26)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo:
si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

11.VIII Santa Clara, virgen

Primera lectura

Corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 3, 8-14)
Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 16, 1-2 y 5.7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu,
quoniam ipsorum est regnum caelorum
Aleluya.

Evangelio

Vosotros, los que me habéis seguido, recibiréis cien veces más
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 19, 27-29)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

12.VIII Santa Juana Francisca de Chantal, religiosa

Primera lectura

La mujer que teme al Señor merece alabanza.
Lectura del libro de los Proverbios (Pr 31, 10-13.19-20.30-31)
Una mujer fuerte, ¿quién la hallará?
Supera en valor a las perlas.
Su marido se fía de ella,
pues no le faltan riquezas.
Le trae ganancias, no pérdidas,
todos los días de su vida.
Busca la lana y el lino
y los trabaja con la destreza de sus manos.
Aplica sus manos al huso,
con sus dedos sostiene la rueca.
Abre sus manos al necesitado
y tiende sus brazos al pobre.
Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura;
la que teme al Señor merece alabanza.
Cantadle por el éxito de su trabajo,
que sus obras la alaben en público.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 131, 1.2.3
R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 31-32
Aleluya, aleluya, aleluya
Si permanecéis en mi palabra –dice el Señor–,
seréis de verdad discípulos míos, y conoceréis la verdad.
Aleluya.
Simanséritis in sermone meo,
vere discípuli mei éritis et cognoscétis veritátem, dicit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre
Lectura del santo Evangelio según San Marcos (Mc 3, 31-35)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

13.VIII San Ponciano, Papa, y san Hipólito, presbítero, mártires

Primera lectura

Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 4, 12-19)
Queridos hermanos:
No os extrañéis del fuego que ha prendido en vosotros y sirve para probaros, como si ocurriera algo extraño.
Al contrario, estad alegres en la medida que compartís los sufrimientos de Cristo, de modo que, cuando se revele su gloria, gocéis de alegría desbordante.
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros, porque el Espíritu de la gloria, que es el Espíritu de Dios, reposa sobre vosotros.
Así pues, que ninguno de vosotros tenga que sufrir por ser asesino, ladrón, malhechor o entrometido, pero si es por ser cristiano, que no se avergüence, sino que dé gloria a Dios por este nombre.
Porque ha llegado el momento de que el juicio empiece por la casa de Dios; pero, si nosotros somos los primeros, ¿cuál será el final de los que desprecian el Evangelio de Dios?
Y «si el justo a duras penas se salva, ¿qué será del impío y pecador?»
Así pues, que los que sufren conforme a la voluntad de Dios, haciendo el bien, pongan también sus vidas en manos del Creador, que es fiel.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 124, 2-3.4-5.7-8 (R/. 7)
R/. Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

R/. Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.

R/. Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

R/. Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos.
Te Deum laudámus.
Aleluya.

Evangelio

Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 18-21)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: «No es el siervo más que su amo». Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

14.VIII San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir

Primera lectura

Los aceptó como sacrificio de holocausto
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 3, 1-9)  
La vida de los justos está en manos de Dios,
y ningún tormento los alcanzará.
Los insensatos pensaban que habían muerto,
y consideraban su tránsito como una desgracia,
y su salida de entre nosotros, una ruina,
pero ellos están en paz.
Aunque la gente pensaba que cumplían una pena,
su esperanza estaba llena de inmortalidad.
Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes,
porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él.
Los probó como oro en el crisol y
los aceptó como sacrificio de holocausto.
En el día del juicio resplandecerán
y se propagarán como chispas en un rastrojo.
Gobernarán naciones, someterán pueblos
y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
Los que confían en él comprenderán la verdad
y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado,
porque la gracia y la misericordia son para sus devotos
y la protección para sus elegidos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 31, 3-4.6 y 8.16 y 17
R/.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Líbrame de mis enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Aclamación antes del Evangelio

2Co 1, 3-4
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito sea el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo,
que nos consuela en cualquier tribulación nuestra.
Benedíctus Pater misericordiárum et Deus tótius consolatiónis,
qui consolátor nos in omni tribulatióne nostra.
Aleluya.

Evangelio

Ya no os llamo siervos; a vosotros os llamo amigos
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 9-17)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

15.VIII La Asunción de la Virgen María. Misa vespertina de la vigilia.

Primera Lectura

Llevaron el Arca de Dios y la colocaron en el centro de la tienda que David le había preparado
Lectura del primer libro de las Crónicas (1Cro 15, 3-4.15-16; 1Cro 16, 1-2)
En aquellos días; David congregó en Jerusalén a todo Israel para subir el Arca del Señor al lugar que le había preparado. Reunió también a los hijos de Aarón y a los levitas.
Luego los levitas levantaron el Arca de Dios tal como lo había mandado Moisés por orden del Señor: apoyando los varales sobre sus hombros.
David mandó a los jefes de los levitas emplazar a los cantores de sus familias con instrumentos musicales –arpas, cítaras y platillos– para que los hiciesen resonar, alzando la voz con júbilo.
Llevaron el Arca de Dios y la colocaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión en presencia de Dios. Cuando David acabó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 132, 6-7.9-10.13-14 (R/ 8)
R/. Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder.
Surge, Dómine, in réquiem tuam, tu et arca fortitúdinis tuae!

Oímos que estaba en Efratá,
la encontramos en el Soto de Jaar:
entremos en su morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies.

R/. Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder.
Surge, Dómine, in réquiem tuam, tu et arca fortitúdinis tuae!

Que tus sacerdotes se vistan de justicia,
que tus fieles vitoreen.
Por amor a tu siervo David,
no niegues audiencia a tu Ungido.

R/. Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder.
Surge, Dómine, in réquiem tuam, tu et arca fortitúdinis tuae!

Porque el Señor ha elegido a Sion,
ha deseado vivir en ella:
«Esta es mi mansión por siempre,
aquí viviré, porque la deseo».

R/. Levántate, Señor, ven a tu mansión,
ven con el arca de tu poder.
Surge, Dómine, in réquiem tuam, tu et arca fortitúdinis tuae!

Segunda Lectura

Nos da la victoria por medio de Jesucristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 15, 54-57)
Hermanos:
Cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
«La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?».
El aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley.
¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio.

Lc 11, 28
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios
y la cumplen.
Beáti qui áudiunt
verbum Dei et custódiunt illud.
Aleluya.

Evangelio

Bienaventurado el vientre que te llevó
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 11, 27-28)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

15.VIII La Asunción de la Virgen María.

Primera Lectura

Una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 11, 19; Ap 12, 1-6.10)
Se abrió en el cielo el santuario de Dios, y apareció en su santuario el arca de su alianza.
Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz.
Y apareció otro signo en el cielo: un gran dragón rojo que tiene siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas, y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra.
Y el dragón se puso en pie ante la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando lo diera a luz.
Y dio a luz un hijo varón, el que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro, y fue arrebatado su hijo junto a Dios y junto a su trono; y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios.
Y oí una gran voz en el cielo que decía:
«Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 45, 10. 11.12.16 (R/. 10)
R/. De pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Astitit regina a dextris
tuis ornata auro ex Ophir.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,
de pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.

R/. De pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Astitit regina a dextris
tuis ornata auro ex Ophir.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna.

R/. De pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Astitit regina a dextris
tuis ornata auro ex Ophir.

Prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor

R/. De pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Astitit regina a dextris
tuis ornata auro ex Ophir.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.

R/. De pie a tu derecha está la reina,
enjoyada con oro de Ofir.
Astitit regina a dextris
tuis ornata auro ex Ophir.

Segunda Lectura

Primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 15, 20-27)
Hermanos:
Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto.
Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados.
Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza.
Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte, porque lo ha sometido todo bajo sus pies.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
María ha sido asunta al cielo,
se alegra el ejército de los ángeles.
Assumpta est Maria in caelum:
gaudet exércitus angelorum.

Aleluya.

Evangelio

El Poderoso ha hecho obras grandes en mí: enaltece a los humildes
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 39-56)
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava».
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: «su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación».
Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, «derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia» –como lo había prometido a «nuestros padres»– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

16.VIII San Esteban de Hungría

Primera lectura

Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 6, 3-9)
Moisés dijo al pueblo:
«Escucha, Israel, y esmérate en practicar los mandatos y preceptos que yo te mando, a fin de que te vaya bien y te multipliques, como te prometió el Señor, Dios de tus padres, en la tierra que mana leche y miel.
Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
Estas palabras que yo te mando hoy estarán en tu corazón, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3-4.5-7.7-8.9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 14, 23
Aleluya, aleluya, aleluya
El que me ama guardará mi palabra –dice el Señor–,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.
Aleluya.

Evangelio

Como has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 14-30)  
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus siervos y los dejó al cargo de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno, a cada cual según su capacidad; luego se marchó.
El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos.
En cambio, el que recibió uno fue a hacer un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo viene el señor de aquellos siervos y se pone a ajustar las cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo:
«Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco». Su señor le dijo:
«Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».
Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: «Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos». Su señor le dijo:
«¡Bien, siervo bueno y fiel!; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor».
Se acercó también el que había recibido un talento y dijo: «Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo».
El señor le respondió:
«Eres un siervo negligente y holgazán. ¿Con que sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese siervo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes»».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

19.VIII San Juan Eudes, presbítero

Primera lectura

Comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 14-19)
Hermanos:
Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 131, 1.2.3
R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es , Pater, Dómine caeli et terrae,
quia mysteria regni párvulis revelasti.
Aleluya.

Evangelio

Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

19.VIII San Ezequiel Moreno Díaz, obispo

Primera lectura

Servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 4, 1-5)
Hermanos:
Que la gente solo vea en nosotros servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora, lo que se busca en los administradores es que sean fieles. Para mí lo de menos es que me pidáis cuentas vosotros o un tribunal humano; ni siquiera yo me pido cuentas. La conciencia, es verdad, no me remuerde; pero tampoco por eso quedo absuelto: mi juez es el Señor.
Así, pues, no juzguéis antes de tiempo, dejad que venga el Señor. Él iluminará lo que esconden las tinieblas y pondrá al descubierto los designios del corazón; entonces cada uno recibirá de Dios lo que merece.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

2Co 1, 3-4
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito sea el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo,
que nos consuela en cualquier tribulación nuestra.
Benedíctus Pater misericordiárum et Deus tótius consolatiónis,
qui consolátor nos in omni tribulatióne nostra.
Aleluya.

Evangelio

Ya no os llamo siervos; a vosotros os llamo amigos
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 9-17)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

20.VIII San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 15, 1-6)
Así obra el que teme al Señor,
el que observa la ley alcanza la sabiduría.
Ella le sale al encuentro como una madre
y lo acoge como una joven esposa.
Lo alimenta con pan de inteligencia
y le da a beber agua de sabiduría.
Si se apoya en ella, no vacilará,
si se aferra a ella, no quedará defraudado.
Ella lo ensalzará sobre sus compañeros
y en medio de la asamblea le abrirá la boca.
Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia
y lo revestirá con un vestido de gloria.
Encontrará gozo y corona de júbilo,
y un nombre eterno recibirá en herencia.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 119, 9.10.11.12.13.14
R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9. 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Este es mi deseo: que estén conmigo donde yo estoy
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 17, 20-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

21.VIII San Pío X, Papa

Primera lectura

Queríamos entregaros no solo el Evangelio, sino hasta nuestras propias personas
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1Ts 2, 2-8)
Hermanos:
Apoyados en nuestro Dios, tuvimos valor para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición.
Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que, en la medida en que Dios nos juzgó aptos para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos: no para contentar a los hombres, sino a Dios, que juzga nuestras intenciones.
Bien sabéis vosotros que nunca hemos actuado ni con palabras de adulación ni por codicia disimulada, Dios es testigo, ni pretendiendo honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado con autoridad; por el contrario, nos portamos con delicadeza entre vosotros, como una madre que cuida con cariño de sus hijos.
Os queríamos tanto que deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.4-5.21-22.25.27
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 21, 15-17)
Gloria a Ti, Señor.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dijo a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.VIII Bienaventurada Virgen María Reina

Primera lectura

Un hijo se nos ha dado
Lectura del profeta Isaías (Is 9, 1-6)
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande;
habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló.
Acreciste la alegría, aumentaste el gozo;
se gozan en tu presencia, como gozan al segar,
como se alegran al repartirse el botín.
Porque la vara del opresor, el yugo de su carga,
el bastón de su hombro, los quebrantaste como el día de Madián.
Porque la bota que pisa con estrépito
y la túnica empapada de sangre
serán combustible, pasto del fuego.
Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado:
lleva a hombros el principado, y es su nombre:
«Maravilla de Consejero, Dios fuerte,
Padre de eternidad, Príncipe de la paz».
Para dilatar el principado, con una paz sin límites,
sobre el trono de David y sobre su reino.
Para sostenerlo y consolidarlo
con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre.
El celo del Señor del universo lo realizará.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 113, 1-2.3-4.5-6.7-8 (R/. 8)
R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre.

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que habita en las alturas
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo.

R/. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Aleluya

Collocávit eum Dóminus cum princípibus pópuli sui.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 28. 42
Aleluya, aleluya, aleluya
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo,
bendita tú entre las mujeres.
Ave, Maria, grátia plena;
Dóminus tecum; benedícta tu in muliéribus.

Aleluya.

Evangelio

Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 26-38)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel.
El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios.
También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, «porque para Dios nada hay imposible»».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.VIII Santa Rosa de Lima

Primera lectura

Os he desposado con un solo marido, para presentaros a Cristo como una virgen casta
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 10, 17-18; 11, 1-2)
Hermanos:
El que se gloría, que se gloríe en el Señor, porque no está aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien el Señor recomienda.
¡Ojalá me toleraseis algo de locura!; aunque ya sé que me la toleráis.
Tengo celos de vosotros, los celos de Dios, pues os he desposado con un solo marido, para presentaros a Cristo como una virgen casta.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 148, 1-2.11-13.13-14
R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo todos sus ángeles;
alabadlo todos sus ejércitos.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Reyes del orbe y todos los pueblos,
príncipes y jueces del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los ancianos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Su majestad sobre el cielo y la tierra.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido.

R/. Aleluya

Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

Iúvenes et vírgines, laudate nomen Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9. 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Vende todo lo que tiene y compro el campo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 13, 44-46)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

24.VIII San Bartolomé

Primera lectura

Sobre los cimientos están los nombres de los doce apóstoles del Cordero
Lectura del libro del Apocalipsis (Ap 21, 9-14)
EL ángel me habló diciendo:
«Mira, te mostraré la novia, la esposa del Cordero».
Y me llevó en espíritu a un monte grande y elevado, y me mostró la ciudad santa de Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, y tenía la gloria de Dios; su resplandor era semejante a una piedra muy preciosa, como piedra de jaspe cristalino.
Tenía una muralla grande y elevada, tenía doce puertas y sobre las puertas doce ángeles y nombres grabados que son las doce tribus de Israel.
Al oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas , al poniente tres puertas, y la muralla de la ciudad tenía doce cimientos y sobre ellos los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 145, 10-11.12-13.17-18 (R/. 12)
R/. Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
Sancti tui, Dómine, notam fáciant glóriam regni tui.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.

R/. Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
Sancti tui, Dómine, notam fáciant glóriam regni tui.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.

R/. Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
Sancti tui, Dómine, notam fáciant glóriam regni tui.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
Sancti tui, Dómine, notam fáciant glóriam regni tui.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 1, 49
Aleluya, aleluya, aleluya
Rabí, tú eres el Hijo de Dios,
tú eres el Rey de Israel.
Rabbi, tu es Fílius Dei,
tu es rex Israel.

Aleluya.

Evangelio

Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 1, 45-51)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Felipe encontró a Natanael y le dijo:
«Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret».
Natanael le replicó:
«¿De Nazaret puede salir algo bueno?».
Felipe le contestó:
«Ven y verás».
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.VIII San Luis de Francia

Primera lectura

Parte tu pan con el hambriento
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 58, 6-11)
Esto dice el Señor:
«Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy».
Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3-4.5-7.7-8.9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandatum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligatis ínvicem, sicut dilexi vos.
Aleluya.

Evangelio

Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 22, 34-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
««Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente».
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.VIII San José Calasanz, Presbítero

Primera lectura

El amor no pasa nunca
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 12, 31)  
Hermanos:
Ambicionad los carismas mayores. Y aún os voy a mostrar un camino más excelente.
Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde.
Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada.
Si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría.
El amor es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad.
Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor no pasa nunca.
Las profecías, por el contrario, se acabarán; las lenguas cesarán; el conocimiento se acabará.
Porque conocemos imperfectamente e imperfectamente profetizamos; mas, cuando venga lo perfecto, lo imperfecto se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño. Cuando me hice un hombre, acabé con las cosas de niño.
Ahora vemos como en un espejo, confusamente; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es ahora limitado; entonces conoceré como he sido conocido por Dios.
En una palabra, quedan estas tres: la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9.10-11 (R/. 2)
R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

El ángel del Señor acampa
en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Todos sus santos, temed al Señor,
porque nada les falta a los que lo temen;
los ricos empobrecen y pasan hambre,
los que buscan al Señor no carecen de nada.

R/. Bendigo al Señor en todo momento.

Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Benedícam Dóminum in omni témpore.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9. 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum
Aleluya.

Evangelio

Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 18, 1-5)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?».
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
«En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

26.VIII Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars, virgen

Primera lectura

Parte tu pan con el hambriento
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 58, 6-11)  
Esto dice el Señor:
«Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy».
Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Os doy un mandamiento nuevo –dice el Señor–:
que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus,
ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Cada vez que lo hicisteis con mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 31-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».
Y el rey les dirá:
«En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis»».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

27.VIII Santa Mónica

Primera lectura

Sal que sale, es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 26, 1-4.13-16)
Dichoso el marido de una mujer buena,
el número de sus días se duplicará.
Mujer valerosa es la alegría de su marido,
Él vivirá en paz todos los años de su vida.
Una mujer buena es una herencia valiosa
que toca en suerte a los que temen al Señor:
sean ricos o pobres, su corazón estará contento
y llevarán siempre la alegría en el rostro.
El encanto de la mujer complace a su marido,
y su ciencia lo reconforta.
La mujer silenciosa es un don del Señor,
la mujer bien educada no tiene precio.
La mujer honesta duplica su encanto,
es incalculable el valor de la que sabe controlarse.
Sol que sale por las alturas del Señor
es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 131, 1.2.3
R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Qui séquitur me, non ámbulat in ténebris, sed habébit lumen vitae, dicit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

Me presentaba continuamente en las anclas de tu pensamiento para que tú dijeses al hijo de viuda: «Joven, a ti te digo, levántate» (San Agustín, Confesiones, lib. 6, n. 2)
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 7, 11-17)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, y caminaban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, se compadeció de ella y le dijo:
«No llores».
Y acercándose al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
«¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!».
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos de temor, daban gloria a Dios diciendo:
«Un gran Profeta ha surgido entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
Este hecho se divulgó por toda Judea y por toda la comarca circundante.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

28.VIII San Agustín, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1Jn 4, 7-16
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 119, 9.10.11.12.13.14
R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Uno solo es vuestro Padre, el del cielo;
y uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
Unus est Pater vester, qui in caelis est;
et magíster vester unus est, Christus.

Aleluya.

Evangelio

El primero entre vosotros será vuestro servidor
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 23, 8-12)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros no os dejéis llamar «rabbí», porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

29.VIII Martirio de san Juan Bautista

En esta memoria el Evangelio es obligatorio
La primera lectura con su salmo, ordinariamente, de la feria. Por motivos pastorales, se recomiendan:

Primera lectura

Diles todo lo que yo te mande. No les tengas miedo
Lectura del libro del profeta Jeremías (Jr 1, 17-19)
En aquellos días, me vino esta palabra del Señor:
«Cíñete los lomos: prepárate para decirles todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, o seré yo quien te intimide.
Desde ahora te convierto en plaza fuerte, en columna de hierro y muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y al pueblo de la tierra.
Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte –oráculo del Señor–».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 139, 1-3.13-14.14-15 (R/. 15)
R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Confitébor tibi, quia mirabíliter plasmátus sum.

Señor, tú me sondeas y me conoces.
Me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.

R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Confitébor tibi, quia mirabíliter plasmátus sum.

Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias porque me has plasmado portentosamente,
porque son admirables tus obras.

R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Confitébor tibi, quia mirabíliter plasmátus sum.

Mi alma lo reconoce agradecida,
no desconocías mis huesos.
Cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra.

R/. Te doy gracias porque me has escogido portentosamente.
Confitébor tibi, quia mirabíliter plasmátus sum.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beáti qui persecutiónem patiúntur propter iustítiam,
quóniam ipsórum est regnum caelórum.

Aleluya.

Evangelio

Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 6, 17-29)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado.
El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener a la mujer de su hermano. Herodías aborrecía a Juan y quería matarlo, pero no podía, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo defendía. Al escucharlo quedaba muy perplejo, aunque lo oía con gusto.
La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea.
La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados. El rey le dijo a la joven:
«Pídeme lo que quieras, que te lo daré».
Y le juró:
«Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino»
Ella salió a preguntarle a su madre:
«¿Qué le pido?».
La madre le contestó:
«La cabeza de Juan el Bautista».
Entró ella enseguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:
«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan el Bautista».
El rey se puso muy triste; pero por el juramento y los convidados no quiso desairarla. Enseguida le mandó a uno de su guardia que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.
Al enterarse sus discípulos fueron a recoger el cadáver y lo pusieron en un sepulcro.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

3.IX San Gregorio Magno, Papa y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Predicamos a Jesucristo, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 4, 1-2.5-7)
Hermanos:
Encargados de este ministerio por la misericordia obtenida, no nos acobardamos; al contrario, hemos renunciado a la clandestinidad vergonzante, no actuando con intrigas ni falseando la palabra de Dios; sino que, manifestando la verdad, nos recomendamos a la conciencia de todo el mundo delante de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús.
Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.
Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10 (R/. 3)
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 15
Aleluya, aleluya, aleluya
A vosotros os llamo amigos –dice el Señor–,
porque todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer.
Vos dixi amícos, dicit Dóminus,
quia ómnia quae audívi a Patre meo nata feci vobis.
Aleluya.

Evangelio

Preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 22, 24-30)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, se produjo un altercado a propósito de quién de los apóstoles debía ser tenido como el mayor. Pero Jesús les dijo:
«Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve.
Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

8.IX La Natividad de la Virgen María

Primera Lectura

Dé a luz la que debe dar a luz
Lectura del libro del profeta Miqueas (Mi 5, 1-4)  
Esto dice el Señor:
«Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel; sus orígenes son de antaño, de tiempos inmemoriales. Por eso, los entregará hasta que dé a luz la que debe dar a luz, el resto de sus hermanos volverá junto con los hijos de Israel.
Se mantendrá firme, pastoreará con la fuerza del Señor, con el dominio del nombre del Señor, su Dios; se instalarán, ya que el Señor se hará grande hasta el confín de la tierra. Él mismo será la paz».

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 13, 6 (R/. Sal 61, 10)
R/. Desbordo de gozo con el Señor.
Gaudens gaudébo in Dómino.

Porque yo confío en tu misericordia:
mi alma gozará con tu salvación,

R/. Desbordo de gozo con el Señor.
Gaudens gaudébo in Dómino.

Y cantaré al Señor por el bien que me ha hecho.

R/. Desbordo de gozo con el Señor.
Gaudens gaudébo in Dómino.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
Dichosa eres, santa Virgen María,
y muy digna de toda alabanza:
porque de ti salió el sol de justicia,
Cristo, nuestro Dios.
Felix es, sacra Virgo María, et omni laude digníssima,
quia ex te ortus est sol iustítiae,
Christus Deus noster.

Aleluya.

Evangelio

La criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (forma larga)(Mt 1, 1-16; 18-22)  
Gloria a ti, Señor.
Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zará, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán. Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed engendró a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán. Jorán engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manases, Manasés engendró a Amos, Amos engendró a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Enmanuel,
que significa "«Dios-con-nosotros»
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.IX San Pedro Claver, presbítero

Primera lectura

Parte tu pan con el hambriento
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 58, 6-11)
Esto dice el Señor:
«Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy».
Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus;
qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Cada vez que lo hicisteis con mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 31-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».
Y el rey les dirá:
«En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis»».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

12.IX Dulce Nombre de María

Primera Lectura

Envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas (Ga 4, 4-7)
Hermanos:
Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡«Abba», Padre!». Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Lc 1, 46-47.48-49.50-51.52-53.54-55
R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 45
Aleluya, aleluya aleluya
Bienaventurada tú, que has creído, Virgen María,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Beata es, Virgo María, quae credidisti
quoniam perficientur ea quae dicta sunt tibi a Dómino

Aleluya.

Evangelio

Bienaventurada la que ha creído
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 39-47)
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
«se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador»».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13.IX San Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

En función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 4, 1-7.11-13)
Hermanos:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2. 4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
La semilla es la palabra de Dios.
Semen est verbum Dei.
Aleluya

Evangelio

Salió el sembrador a sembrar
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (forma larga) (Mc 4, 1-10.13-20)  
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se puso a enseñar otra vez junto al mar. Acudió un gentío tan enorme, que tuvo que subirse a una barca y, ya en el mar, se sentó; y el gentío se quedó en tierra junto al mar.
Les enseñaba muchas cosas con parábolas y les decía instruyéndolos:
«Escuchad: salió el sembrador a sembrar; al sembrar, algo cayó al borde del camino, vinieron los pájaros y se lo comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra; como la tierra no era profunda, brotó enseguida; pero en cuanto salió el sol, se abrasó y, por falta de raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; los abrojos crecieron, la ahogaron y no dio grano. El resto cayó en tierra buena; nació, creció y dio grano; y la cosecha fue del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Y añadió:
«El que tenga oídos para oír, que oiga».
Cuando se quedó a solas, los que lo rodeaban y los Doce le preguntaban el sentido de las parábolas.
Él les dijo:
«¿No entendéis esta parábola? ¿Pues cómo vais a conocer todas las demás? El sembrador siembra la palabra. Hay unos que están al borde del camino donde se siembra la palabra; pero en cuanto la escuchan, viene Satanás y se lleva la palabra sembrada en ellos. Hay otros que reciben la semilla como terreno pedregoso; son los que al escuchar la palabra enseguida la acogen con alegría, pero no tienen raíces, son inconstantes, . Y cuando viene una dificultad o persecución por la palabra, enseguida sucumben. Hay otros que reciben la semilla entre abrojos; estos son los que escuchan la palabra, pero los afanes de la vida, la seducción de las riquezas y el deseo de todo lo demás los invaden, ahogan la palabra, y se queda estéril. Los otros son los que reciben la semilla en tierra buena; escuchan la palabra, la aceptan y dan una cosecha del treinta o del sesenta o del ciento por uno».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

14.IX La Exaltación de la Santa Cruz

Primera Lectura

Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida
Lectura del libro de los Números (Nm 21, 4-9)  
En aquellos días, el pueblo se cansó de caminar y habló contra Dios y contra Moisés:
«¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia».
El Señor envió contra el pueblo serpientes abrasadoras, que los mordían, y murieron muchos de Israel.
Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes».
Moisés rezó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió:
«Haz una serpiente abrasadora y colócala en un estandarte: los mordidos de serpientes quedarán sanos al mirarla».
Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a alguien, este miraba a la serpiente de bronce y salvaba la vida.
Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

Salmo responsorial

Sal 78, 1-2.34-35.36-37.38 (R/. 7)
R/. No olvidéis las acciones del Señor.
Ne obliviscámini óperum Dómini.

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza;
inclina el oído a las palabras de mi boca:
que voy a abrir mi boca a las sentencias,
para que broten los enigmas del pasado

R/. No olvidéis las acciones del Señor.
Ne obliviscámini óperum Dómini.

Cuando los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia Dios;
se acordaban de que Dios era su roca,
el Dios altísimo su redentor.

R/. No olvidéis las acciones del Señor.
Ne obliviscámini óperum Dómini.

Lo adulaban con sus bocas,
pero sus lenguas mentían:
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza.

R/. No olvidéis las acciones del Señor.
Ne obliviscámini óperum Dómini.

Él, en cambio, sentía lástima,
perdonaba la culpa y no los destruía:
una y otra vez reprimió su cólera,
y no despertaba todo su furor.

R/. No olvidéis las acciones del Señor.
Ne obliviscámini óperum Dómini.

Segunda Lectura

Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó sobre todo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 2, 6-11)
Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres.
Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
Te adoramos, oh, Cristo, y te bendecimos:
porque con tu cruz has redimido el mundo.
Adorámus te, Christe, et benedícimus tibi,
quia per crucem tuam redemísti mundum.

Aleluya.

Evangelio

Tiene que ser elevado el Hijo del hombre
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 3, 13-17)
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

15.IX Bienaventurada Virgen María de los Dolores

Primera lectura

Aprendió a obedecer, y se convirtió en autor de salvación eterna
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Hebreos (Hb 5, 7-9)
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 31, 2-3.3-4.5-6.15-16.20 (R/. 17)
R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí

R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame.

R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

Sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

Pero yo confío en ti, Señor;
te digo: «Tú eres mi Dios».
En tus manos están mis azares:
líbrame de mis enemigos que me persiguen.

R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para los que te temen,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos.

R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
Salvum me fac, Dómine, in misericórdia tua.

Secuencia

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
Dichosa es la bienaventurada Virgen María,
que, sin morir, mereció la palma del martirio
junto a la cruz del Señor.
Félix est beáta Maria Virgo,
quae sine morte méruit martýrii palmam
sub cruce Dómini.

Aleluya.

Evangelio

Triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena (Stabat Mater)
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 19, 25-27) 
Gloria a Ti, Señor.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena.
Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

16.IX San Cornelio y san Cipriano, obispo y mártires

Primera lectura

Llevamos siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 4, 7-15)
Hermanos:
Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

2Co 1, 3-4
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito sea el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo,
que nos consuela en cualquier tribulación nuestra.
Benedíctus Pater misericordiárum et Deus tótius consolatiónis,
qui consolátor nos in omni tribulatióne nostra.
Aleluya.

Evangelio

El mundo los ha odiado
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 17, 11-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, oró Jesús diciendo:
«Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

17.IX San Roberto Belarmino, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Quise la sabiduría más que a la salud y la belleza
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 7, 7-10.15-16)
Supliqué y me fue dada la prudencia,
invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría.
Y su lado en nada tuve la riqueza.
La preferí a cetros y tronos y a su lado en nada tuve la riqueza.
No la equiparé a la piedra más preciosa,
porque todo el oro ante ella es un poco de arena
y junto a ella la plata es como el barro.
La quise más que a la salud y la belleza
y la preferí a la misma luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Que Dios me conceda hablar con conocimiento
y tener pensamientos dignos de sus dones,
porque él es el mentor de la sabiduría
y el adalid de los sabios.
En sus manos estamos nosotros y nuestras palabras,
toda prudencia y toda inteligencia práctica.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 19, 8.9.10.11
R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 63. 68
Aleluya, aleluya, aleluya
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.
Verba tua, Dómine, Spíritus et vita sunt;
verba vitae aetérnae habes.
Aleluya.

Evangelio

Jesús les enseñaba con autoridad
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 7, 21-29)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Aquel día muchos dirán:
«Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre y en tu nombre hemos echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?».
Entonces yo les declararé:
«Nunca os he conocido. Alejaos de mí, los que obráis la iniquidad».
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como sus escribas.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

19.IX San Jenaro, obispo y mártir

Primera lectura

Soportasteis múltiples combates y sufrimientos
Lectura de la carta a los Hebreos (Hb 10, 32-36)
Hermanos:
Recordad aquellos días primeros, en los que, recién iluminados, soportasteis múltiples combates y sufrimientos: unos, expuestos públicamente a oprobios y malos tratos; otros, solidarios de los que eran tratados así. Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes.
No renunciéis, pues, a vuestra valentía, que tendrá una gran recompensa.
Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y alcanzar la promesa.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

St 1, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurado el hombre que aguanta la prueba,
porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida.
Beátus vir, qui suffert tentatiónem,
quia, cum probátus fúerit, accípiet corónam vitae.
Aleluya.

Evangelio

Si el grano de trigo muere, da mucho fruto
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 12, 24-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

20.IX San Andrés Kim Taegon y san Pablo Chong Hasa presbítero, y compañeros mártires

Primera lectura

Los aceptó como sacrificio de holocausto
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 3, 1-9)
LA vida de los justos está en manos de Dios,
y ningún tormento los alcanzará.
Los insensatos pensaban que habían muerto,
y consideraban su tránsito como una desgracia,
y su salida de entre nosotros, una ruina,
pero ellos están en paz.
Aunque la gente pensaba que cumplían una pena,
su esperanza estaba llena de inmortalidad.
Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes,
porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él.
Los probó como oro en el crisol y
los aceptó como sacrificio de holocausto.
En el día del juicio resplandecerán
y se propagarán como chispas en un rastrojo.
Gobernarán naciones, someterán pueblos
y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
Los que confían en él comprenderán la verdad
y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado,
porque la gracia y la misericordia son para sus devotos
y la protección para sus elegidos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

1P 4, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros,
porque el Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.
Si exprobrámini in nómine Christi, beati,
quóniam Spíritus Dei super vos requiéscit.
Aleluya.

Evangelio

El que pierda su vida por mi causa la salvará
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 9, 23-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, decía Jesús a todos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?
Pues si uno se avergüenza de mí y de mis palabras, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en su gloria, en la del Padre y en la de los ángeles santos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

21.IX San Mateo, Apóstol

Primera Lectura

Él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, evangelistas
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 4, 1-7.11-13)
Hermanos:
Yo; el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados.
Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos. A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 19, 2-3.4-5 (R/. 5)
R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos;
a ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, Señor.
Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur;
te gloriósus Apostolórum chorus laudat, Dómine.

Aleluya.

Evangelio

Sígueme. Él se levantó y lo siguió.
Lectura del santo Evangelio según san san Mateo (Mt 9, 9-13)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos.
Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "Misericordia quiero y no sacrificio": que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.IX San Pío de Pietrelcina, presbítero

Primera lectura

Vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (Ga 2, 19-20)
Hermanos:
Yo he muerto a la ley por medio de la ley, con el fin de vivir para Dios.
Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí.
Y mi vida de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 128, 1-2.3.4-5
R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 21, 36
Aleluya, aleluya, aleluya
Estad despiertos en todo tiempo,
pidiendo manteneros en pie ante el Hijo del hombre.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus,
praedicáre captívis remissiónem.

Aleluya.

Evangelio

El que pierda su vida por mí, la encontrará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 24-27)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

26.IX Santos Cosme y Damián, mártires

Primera lectura

Los aceptó como sacrificio de holocausto
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 3, 1-9)
LA vida de los justos está en manos de Dios,
y ningún tormento los alcanzará.
Los insensatos pensaban que habían muerto,
y consideraban su tránsito como una desgracia,
y su salida de entre nosotros, una ruina,
pero ellos están en paz.
Aunque la gente pensaba que cumplían una pena,
su esperanza estaba llena de inmortalidad.
Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes,
porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él.
Los probó como oro en el crisol y
los aceptó como sacrificio de holocausto.
En el día del juicio resplandecerán
y se propagarán como chispas en un rastrojo.
Gobernarán naciones, someterán pueblos
y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
Los que confían en él comprenderán la verdad
y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado,
porque la gracia y la misericordia son para sus devotos
y la protección para sus elegidos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

St 1, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurado el hombre que aguanta la prueba,
porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida.
Beátus vir, qui suffert tentatiónem,
quia, cum probátus fúerit, accípiet corónam vitae.
Aleluya.

Evangelio

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 28-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición del alma y cuerpo a la «guehena». ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

27.IX San Vicente de Paúl, presbítero

Primera lectura

Dios ha escogido lo débil del mundo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 26-31)
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así –como está escrito–: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3-4.5-7.7-8.9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 9, 35-38)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

28.IX San Wenceslao, mártir

Primera lectura

No les tengáis miedo ni os amedrentéis
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 3, 14-17)
Queridos hermanos:
Si tuvierais que sufrir por causa de la justicia, bienaventurados vosotros. No les tengáis miedo ni os amedrentéis.
Más bien, glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atenían contra vuestra buena conducta en Cristo.
Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati, qui persecutionem patiuntur propter iustitiam,
quoniam ipsorum est regnum cælorum. Aleluya.
Aleluya.

Evangelio

No he venido a sembrar paz, sino espada
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 10, 34-39)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a sembrar paz, sino espada. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

28.IX San Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires

Primera lectura

Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres
Lectura del segundo libro de los Macabeos (2M 7, 1-2.9-14)
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley.
Uno de ellos habló en nombre de los demás:
«¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres».
El segundo, estando a punto de morir, dijo:
«Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el Rey del universo nos resucitará para una vida eterna».
Después se burlaron del tercero. Cuando le pidieron que sacara la lengua, lo hizo enseguida y presentó las manos con gran valor. Y habló dignamente:
«Del Cielo las recibí y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios».
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.
Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto.
Y, cuando estaba a punto de morir; dijo:
«Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

El ángel del Señor acampa
en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati, qui persecutionem patiuntur propter iustitiam,
quoniam ipsorum est regnum cælorum. Aleluya.
Aleluya.

Evangelio

Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 18-21)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros.
Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia.
Recordad lo que os dije: «No es el siervo más que su amo». Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra.
Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

29.IX Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

Primera Lectura

Miles y miles lo servían
Lectura de la profecía de Daniel (Dn 7, 9-10.13 14)  
Miré y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él.
Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia. A él se le dio poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. Su poder es un poder eterno, no cesará. Su reino no acabará
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3-4.5-6.7-8 ( R/. 6)
R/. Mi boca contará tu salvación.
Os meum annuntiábit iustítiam tuam.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo derrotado para siempre.
Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
inclina a mí tu oído y sálvame.

R/. Mi boca contará tu salvación.
Os meum annuntiábit iustítiam tuam.

Sé tú mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa

R/. Mi boca contará tu salvación.
Os meum annuntiábit iustítiam tuam.

Porque tú, Señor, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.

R/. Mi boca contará tu salvación.
Os meum annuntiábit iustítiam tuam.

Mi boca contará tu justicia,
y todo el día tu salvación.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas.

R/. Mi boca contará tu salvación.
Os meum annuntiábit iustítiam tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 103, 21
Aleluya, Aleluya, aleluya
Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que cumplís sus deseos.
Benedícite Domino, omnes virtutes eius,
ministri eius, qui fácitis voluntatem eius.

Aleluya.

Evangelio

Veréis a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 1, 47-51)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño».
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?».
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi».
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel».
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores».
Y le añadió:
«En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor.

30.IX San Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 3, 14-17)
Querido hermano:
Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.
Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 119, 9. 10.11.12.13.14
R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Aclamación antes del Evangelio

Hch 16, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Abre, Señor, nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
Aperi, Dómine, cor nostrum,
ut intendámus verbis Fílii tui.

Aleluya.

Evangelio

Lo nuevo y lo antiguo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 13, 47-52)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?».
Ellos le responden:
«Sí».
Él les dijo:
«Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

1.X Santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia

Primera lectura

Yo haré derivar hacía ella, como un río, la paz
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 66, 10-14)
Festejad a Jerusalén, gozad con ella,
todos los que la amáis;
alegraos de su alegría,
los que por ella llevasteis luto;
mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos,
y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella,
como un río, la paz,
como un torrente en crecida,
las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán
como a un niño a quien su madre consuela,
así os consolaré yo,
y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado,
se manifestará a sus siervos la mano del Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 131, 1.2.3
R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a tí, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es, Pater, Dómine caeli et terrae, quia mysteria regni párvulis revelasti.
Aleluya.

Evangelio

Sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 18, 1-5)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?».
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
«En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

2.X Santos Angeles Custodios

Primera lectura

Mi ángel irá por delante
Lectura del libro del Éxodo (Ex 23, 20-23)
Esto dice el Señor:
«Voy a enviarte un ángel por delante, para que te cuide en el camino y te lleve al lugar que he preparado. Hazle caso y obedécele. No te rebeles, porque lleva mi nombre y no perdonará tus rebeliones. Si le obedeces fielmente y haces lo que yo digo, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios serán mis adversarios.
Mi ángel irá por delante y te llevará a las tierras de los amorreos, hititas, perizitas, cananeos, heveos y jebuseos, y yo los exterminaré».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 91, 1-2.3-4.5-6.10-11 (R/ 11)
R/. A sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.
Angelis suis mandábit de te,
ut custódiant te in ómnibus viis tuis.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti».

R/. A sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.
Angelis suis mandábit de te,
ut custódiant te in ómnibus viis tuis.

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su verdad es escudo y armadura

R/. A sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.
Angelis suis mandábit de te,
ut custódiant te in ómnibus viis tuis.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

R/. A sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.
Angelis suis mandábit de te,
ut custódiant te in ómnibus viis tuis.

No se acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.

R/. A sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos.
Angelis suis mandábit de te,
ut custódiant te in ómnibus viis tuis.

Segunda lectura

Aclamación antes del Evangelio

Sal 103, 21
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendecid al Señor,
ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos.
Benedícite, Dómino, omnes virtútes eius,
minístri eius, qui fácitis voluntátem eius.
Aleluya.

Evangelio

Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 18, 1-5.10)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
«¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?».
Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo:
«En verdad os digo que, si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ese es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como este en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

3.X San Francisco de Borja, religioso

Primera lectura

Todo eso que para mí era ganancia, lo consideré pérdida a causa de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 3, 7-14)
Hermanos:
Todo eso que para mí era ganancia, lo consideré pérdida a causa de Cristo. Más aún: todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos. No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2 4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

«–Como está escrito en mi libro– para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Domine, ut faciam, voluntatem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 23, 9. 10
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–,
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 18, 9-14)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:
«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano.
El fariseo, erguido, oraba así en su interior: «¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo».
El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo:
«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».
Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

4.X San Francisco de Asís, religioso

Primera lectura

El mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas (Ga 6, 14-18)
Hermanos:
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.
Pues lo que cuenta no es la circuncisión ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.
La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie me moleste, pues yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 16, 1-2 y 5.7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.
Benedictus es, Pater, Dómine caeli et terrae, quia mysteria regni párvulis revelasti
Aleluya.Aleluya.

Evangelio

Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

5.X Témporas de acción de gracias y de petición

Cuando se celebran solo el día 5 de Octubre

Primera lectura

Dios te da la fuerza para adquirir esa riqueza
Lectura del libro del Deuteronomio (Dt 8, 7-18)
Moisés habló al pueblo, diciendo:
«Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura, tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada, tierra que lleva hierro en sus rocas y de cuyos montes sacarás cobre, entonces comerás hasta saciarte, y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado.
Guárdate de olvidar al Señor, tu Dios, no observando sus preceptos, sus mandatos y sus decretos que yo te mando hoy.
No sea que, cuando comas hasta saciarte, cuando edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas, aumenten tu plata y tu oro, y abundes en todo, se engría tu corazón y olvides al Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con serpientes abrasadoras y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres, para afligirte y probarte, y para hacerte el bien al final.
no pienses:
«Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas».
Acuérdate del Señor, tu Dios: que es él quien te da la fuerza para adquirir esa riqueza, a fin de mantener la alianza que juró a tus padres, como lo hace hoy».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

1Cro 29, 10-11.11-12 (R/ 12)
R/. Tú eres Señor del universo.

Bendito eres, Señor, Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.

R/. Tú eres Señor del universo.

Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra.

R/. Tú eres Señor del universo.

Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria.

R/. Tú eres Señor del universo.

Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.

R/. Tú eres Señor del universo.

Segunda lectura

Os pedimos que os reconciliéis con Dios
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 5, 17-21)
Hermanos:
Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 15
Aleluya, aleluya, aleluya
Está cerca el reino de Dios;
convertíos y creed en el Evangelio
Aleluya.

Evangelio

Todo el que pide recibe
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 7, 7-11)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente?
Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Témporas de acción de gracias y de petición

Cuando se celebran en tres días: Día de acción de gracias

Primera lectura

El dominio del hombre sobre el mundo es don de Dios
Lectura del libro del Génesis (Gn 1, 27-30)  
Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó.
Dios los bendijo; y les dijo Dios:
«Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra».
Y dijo Dios:
«Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira».
Y así fue.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 8, 4-5.6-7.8-9.10 (R/ 7)
R/. Señor, diste al hombre el mando sobre las obras de tus manos.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado.
¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él?

R/. Señor, diste al hombre el mando sobre las obras de tus manos.

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies.

R/. Señor, diste al hombre el mando sobre las obras de tus manos.

Rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del
mar que trazan sendas por el mar.

R/. Señor, diste al hombre el mando sobre las obras de tus manos.

¡Señor, Dios nuestro,
que admirable es tu nombre en toda la tierra!

R/. Señor, diste al hombre el mando sobre las obras de tus manos.

Segunda lectura

Revestíos del amor, que es el vínculo de la unidad perfecta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (Col 3, 15-17-30)  
Hermanos:
Sed agradecidos. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; exhortaos mutuamente.
Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos;
a ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur;
te gloriósus Apostolórum chorus laudat Dómine.
Aleluya.

Evangelio

Se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 17, 11-19)  
Una vez, yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros».
Al verlos, les dijo:
«Id a presentaros a los sacerdotes».
Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Jesús, tomó la palabra y dijo:
«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?».
Y le dijo:
«Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Témporas de acción de gracias y de petición

Día penitencial

Primera lectura

Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos
Lectura de la profecía de Ezequiel (Ez 18, 21-23.30-32  
Esto dice el Señor Dios:
«Si el malvado se convierte de todos los pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado –oráculo del Señor Dios–, y no que se convierta de su conducta y viva? Pues bien, os juzgaré, a cada uno según su proceder, casa de Israel –oráculo del Señor Dios–. Arrepentíos y convertíos de vuestros delitos, y no tropezaréis en vuestra culpa. Apartad de vosotros los delitos que habéis cometido, renovad vuestro corazón y vuestro espíritu. ¿Por qué habríais de morir, casa de Israel?
Yo no me complazco en la muerte de nadie –oráculo del Señor Dios–. Convertíos y viviréis».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 51, 3-4.5-6.12-13.14-17 (R/ 3)
R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado

R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
Contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad en tu presencia.

R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.

R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.

R/. Misericordia, Señor, hemos pecado.

Segunda lectura

Os pedimos que os reconciliéis con Dios
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 5, 17-21)  
Hermanos:
Si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser justicia de Dios en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 15
Aleluya, aleluya, aleluya
Está cerca el reino de Dios;
convertíos y creed en el Evangelio.
Aleluya

Evangelio

Convertíos y creed en el Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos(Mc 1, 1-8.14-15)  
Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío a mi mensajero delante de ti; el cual preparará tu camino; voz del que grita en el desierto: «Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos»»; se presentó Juan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
Acudía a él toda la región de Judea y toda la gente de Jerusalén.
Él los bautizaba en el río Jordán y confesaban sus pecados. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba:
«Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la correa de sus sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo».
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertios y creed en el Evangelio».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Témporas de acción de gracias y de petición

Día de petición por la actividad humana

Primera lectura

Se puso o implorar al Señor, y lloró copiosamente
Lectura del primer libro de Samuel (1S 1, 10-18) 
En aquellos días, Ana se puso a implorar al Señor con el ánimo amargado, y lloró copiosamente. E hizo este voto:
«Señor del universo, si miras la aflicción de tu sierva y te acuerdas de mí y no olvidas a tu sierva, y concedes a tu sierva un retoño varón, lo ofreceré al Señor por todos los días de su vida, y la navaja no pasará por su cabeza».
Mientras insistía implorando ante el Señor, Eli observaba su boca. Ana hablaba para sí en su corazón; solo sus labios se movían, mas su voz no se oía. Eli la creyó borracha.
Entonces le dijo:
«¿Hasta cuándo vas a seguir borracha? Echa el vino que llevas dentro».
Pero Ana tomó la palabra y respondió:
«No, mi señor, yo soy una mujer de espíritu tenaz. No he bebido vino ni licor, solo desahogaba mi alma ante el Señor. No trates a tu sierva como a una perdida, pues he hablado así por mi gran congoja y aflicción».
Eli le dijo:
«Vete en paz y que el Dios de Israel te conceda el favor que le has pedido».
Ella respondió:
«Que tu sierva encuentre gracia a tus ojos».
Luego, la mujer emprendió su camino; comió y su semblante no fue ya el mismo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 28, 1-2 7.8-9 (R/ 2)
R/. Escucha, Señor, mi voz suplicante.

A ti, Señor, te invoco;
Roca mía, no seas sordo a mi voz.
Escucha mi voz suplicante
cuando te pido auxilio,
cuando alzo las manos
hacia tu santuario.

R/. Escucha, Señor, mi voz suplicante.

El Señor es mi fuerza y mi escudo:
en él confía mi corazón;
me socorrió, y mi corazón se alegra
y le canta agradecido.

R/. Escucha, Señor, mi voz suplicante.

El Señor es fuerza para su pueblo,
apoyo y salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice tu heredad,
sé su pastor y llévalos siempre.

R/. Escucha, Señor, mi voz suplicante.

Segunda lectura

No dejamos de orar y de pedir
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses (Col 1, 9-11)  
Hermanos:
No dejamos de orar por vosotros y de pedir que consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual.
De esa manera vuestra conducta será digna del Señor, agradándole en todo; fructificando en toda obra buena, y creciendo en el conocimiento de Dios, fortalecidos plenamente según el poder de su gloria para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 68, 20. 21
Aleluya, aleluya
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva.
Aleluya.

Evangelio

Todo el que pide recibe
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 7, 7-11)  
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

6.X San Bruno, presbítero

Primera lectura

Corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 3, 8-14)
Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya lo haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Solo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacia el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Ego sum lux mundi, dicit Dóminus; qui séquitur me, habébit lumen vitae.
Aleluya.

Evangelio

Te seguiré adondequiera que vayas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 9, 57-62)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo:
«Sígueme».
Él respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

7.X Bienaventurada Virgen María del Rosario

Primera lectura

Perseveraban en la oración, junto con María, la madre de Jesús
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 1, 12-14)
Después de que Jesús fue levantado al cielo, los apóstoles volvieron a Jerusalén, desde el monte que llaman de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron, subieron a la sala superior, donde se alojaban: Pedro y Juan y Santiago y Andrés, Felipe y Tomás . Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo y Simón el Zelotes y Judas el de Santiago.
Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos.Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Lc 1, 46-47.48-49.50-51.52-53.54-55
R/.
El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Beáta Virgo María, quae portásti aetérni Patris Fílium

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Beáta Virgo María, quae portásti aetérni Patris Fílium

Porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Beáta Virgo María, quae portásti aetérni Patris Fílium

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Beáta Virgo María, quae portásti aetérni Patris Fílium

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Beáta Virgo María, quae portásti aetérni Patris Fílium

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Beáta Virgo María, quae portásti aetérni Patris Fílium

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 28. 42
Aleluya, aleluya, aleluya
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo,
bendita tú entre las mujeres.
Ave, María, grátia plena;
Dóminus tecum; benedícta tu in muliéribus.
Aleluya.

Evangelio

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 26-38)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David;
el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, «porque para Dios nada hay imposible»».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

8.X Santa Faustina Kowalska, virgen

Primera lectura

Comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 14-19)
Hermanos:
Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 103, 1-2.8-9.13-14.17-18 (R/. 1)
R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

La misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza.

R/. Bendice alma mía al Señor.
Bénedic anima mea Dómino

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 28
Aleluya, aleluya.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados
–dice el Señor–, y yo os aliviaré.
Veníte ad me, omnes qui laborátis et oneráti estis,
et ego refíciam vos, dicit Dominus.
Aleluya.

Evangelio

Has escondido estas cosas a los sabios, y las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.X San Dionisio obispo, y compañeros mártires

Primera lectura

Como moribundos que vivimos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 6, 4-10)
Hermanos:
Nos acreditamos en todo como ministros de Dios con mucha paciencia en tribulaciones, infortunios, apuros; en golpes, cárceles, motines, fatigas, noches sin dormir y días sin comer; procedemos con limpieza, ciencia, paciencia y amabilidad; con el Espíritu Santo y con amor sincero; con palabras verdaderas y la fuerza de Dios; con las armas de la justicia, a derecha e izquierda; a través de honra y afrenta, de mala y buena fama; como impostores que dicen la verdad, desconocidos, siendo conocidos de sobra, moribundos que vivimos, sentenciados nunca ajusticiados; como afligidos, pero siempre alegres, como pobres, pero que enriquecen a muchos, como necesitados, pero poseyéndolo todo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Ego sum lux mundi, dicit Dóminus; qui séquitur me, habébit lumen vitae.
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 13-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.X San Juan Leonardo, presbítero

Primera lectura

Predicamos a Jesucristo, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 4, 1-2.5-7)
Hermanos:
Encargados de este ministerio por la misericordia obtenida, no nos acobardamos; al contrario, hemos renunciado a la clandestinidad vergonzante, no actuando con intrigas ni falseando la palabra de Dios; sino que, manifestando la verdad, nos recomendamos a la conciencia de todo el mundo delante de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús.
Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.
Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Por tu palabra, echaré las redes
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 5, 1-11)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, la gente se agolpaba en tomo a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
«Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca».
Respondió Simón y dijo:
«Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes».
Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo:
«Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador».
Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Y Jesús dijo a Simón:
«No temas; desde ahora serás pescador de hombres».
Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

10.X Santo Tomás de Villanueva, obispo

Primera Lectura

Lucas es el único que está conmigo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 4, 10-17)
Querido hermano:
Demas me ha abandonado, enamorado de este mundo presente, y se marchó a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia; Lucas es el único que está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, pues me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Éfeso.
El manto que dejé en Tróade, en casa de Carpo, tráelo cuando vengas, y también los libros, sobre todo los pergaminos. Alejandro, el herrero, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le dará el pago conforme a sus obras. Guárdate de él también tú, porque se opuso vehementemente a nuestras palabras.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta!
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

De Pastores

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya.
Mc 1, 17: Venid conmigo, dice el Señor, y os haré pescadores de hombres.
Venite post me, dicit Dóminus, et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Mt 23, 9b,10b: Uno solo es vuestro Padre, el del cielo, y uno solo es vuestro consejero, Cristo.
Unus est Pater vester, qui in caelis est; et magister vester unus est, Christus.
Aleluya.

Evangelio

El buen pastor da su vida por las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

10.X Santa María Soledad Torres Acosta, virgen

Primera lectura

Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 1Jn 4, 7-16
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Unigénito, para que vivamos por medio de él.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Queridos hermanos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
A Dios nadie lo ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.
En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo para ser Salvador del mundo.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Y nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

De Vírgenes

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya.
Jn 14, 23:El que me ama guardará mi palabra –dice el Señor–,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.
Aleluya.

Evangelio

Venid vosotros, benditos de mi Padre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 31-46)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».
Y el rey les dirá:
«En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis».
Entonces dirá a los de su izquierda:
«Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis».
Entonces también estos contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?».
Él les replicará:
«En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo».
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

11.X San Juan XXIII, papa

Primera lectura

Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño
Lectura del libro del profeta Ezequiel (Ez 34, 11-16)
Esto dice el Señor:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré.
Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.
Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar –oráculo del Señor Dios–.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 21, 15-17)
Gloria a Ti, Señor.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a Simón Pedro:
- «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

12.X Bienaventurada Virgen María del Pilar

Primera Lectura

Llevaron el Arca de Dios y la colocaron en el centro de la tienda que David le había preparado
Lectura del primer libro de las Crónicas (1Cro 15, 3-4.15-16; 1Cro 16, 1-2) 
En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todo Israel para subir el Arca del Señor al lugar que le había preparado. Reunió también a los hijos de Aarón y a los levitas.
Luego los levitas levantaron el Arca de Dios tal como lo había mandado Moisés por orden del Señor: apoyando los varales sobre sus hombros.
David mandó a los jefes de los levitas emplazar a los cantores de sus familias con instrumentos musicales –arpas, cítaras y platillos– para que los hiciesen resonar, alzando la voz con júbilo.
Llevaron el Arca de Dios y la colocaron en el centro de la tienda que David le había preparado. Ofrecieron holocaustos y sacrificios de comunión en presencia de Dios. Cuando David acabó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en nombre del Señor.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 28, 1. 3.4. 5
R/. El Señor me ha coronado,
sobre la columna me ha ensalzado.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

R/. El Señor me ha coronado,
sobre la columna me ha ensalzado.

Si un ejército acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo.

R/. El Señor me ha coronado,
sobre la columna me ha ensalzado.

Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo.

R/. El Señor me ha coronado,
sobre la columna me ha ensalzado.

Él me protegerá en su tienda
el día del peligro;
me esconderá en lo escondido de su morada,
me alzará sobre la roca.

R/. El Señor me ha coronado,
sobre la columna me ha ensalzado.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 40, 3. 4
Aleluya, aleluya.
Afianzó mis pies sobre roca,
me puso en la boca un cántico nuevo.
Aleluya.

Evangelio

Bienaventurado el vientre que te llevó
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 11, 27-28)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: «Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

14.X San Calixto, Papa y mártir

Primera lectura

Pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 5, 1-4)
Queridos hermanos:
A los presbíteros entre vosotros, yo presbítero con ellos, testigo de la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que se va a revelar, os exhorto: pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, mirad por él, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con entrega generosa; no como déspotas con quienes os ha tocado en suerte, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.
Y, cuando aparezca el Pastor supremo, recibiréis la corona inmarcesible de la gloria.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2. 4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
A vosotros os llamo amigos –dice el Señor–,
porque todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer.
Vos dixi amícos, dicit Dóminus,
quia ómnia quae audívi a Patre meo nata feci vobis.

Evangelio

Preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 22, 24-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se produjo un altercado a propósito de quién de los apóstoles debía ser tenido como el mayor. Pero Jesús les dijo:
«Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve.
Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

15.X Santa Teresa de Jesús, virgen y doctora de la Iglesia

Primera Lectura

Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 15, 1-6)
Así obra el que teme al Señor,
el que observa la ley alcanza la sabiduría.
Ella le sale al encuentro como una madre
y lo acoge como una joven esposa.
Lo alimenta con pan de inteligencia
y le da a beber agua de sabiduría.
Si se apoya en ella, no vacilará,
si se aferra a ella, no quedará defraudado.
Ella lo ensalzará sobre sus compañeros
y en medio de la asamblea le abrirá la boca.
Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia
y lo revestirá con un vestido de gloria.
Encontrará gozo y corona de júbilo,
y un nombre eterno recibirá en herencia.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.6-7.8-9.16-17.18-19 (R/ 2a)
R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Narrábo nomen tuum frátribus meis

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Narrábo nomen tuum frátribus meis

El cielo proclama tus maravillas,
Señor, y tu fidelidad en la asamblea de los santos.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Narrábo nomen tuum frátribus meis

Dios es temible en el consejo de los santos,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor del universo, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Narrábo nomen tuum frátribus meis

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh, Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo.

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Narrábo nomen tuum frátribus meis

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

R/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Narrábo nomen tuum frátribus meis

Aclamación antes del Evangelio

Si 39, 10
Aleluya, aleluya.
Las naciones hablarán de su sabiduría,
y la asamblea proclamará su alabanza.
Sapiéntiam eius enarrábunt gentes,
et laudem eius enuntiábit ecclésia.
Aleluya.

Evangelio

Soy manso y humilde de corazón
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
Gloria a tí, Señor.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

16.X Santa Eduvigis, religiosa

Primera lectura

Sal que sale, es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 26, 1-4.13-16)
Dichoso el marido de una mujer buena,
el número de sus días se duplicará.
Mujer valerosa es la alegría de su marido,
Él vivirá en paz todos los años de su vida.
Una mujer buena es una herencia valiosa
que toca en suerte a los que temen al Señor:
sean ricos o pobres, su corazón estará contento
y llevarán siempre la alegría en el rostro.
El encanto de la mujer complace a su marido,
y su ciencia lo reconforta.
La mujer silenciosa es un don del Señor,
la mujer bien educada no tiene precio.
La mujer honesta duplica su encanto,
es incalculable el valor de la que sabe controlarse.
Sol que sale por las alturas del Señor
es la belleza de la mujer buena en su casa bien ordenada.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 128, 1-2.3.4-5
R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Esta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sion,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida.

R/. Dichosos los que temen al Señor.
Beáti omnis qui timet Dóminum.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 31-32
Aleluya, aleluya, aleluya
Si permanecéis en mi palabra –dice el Señor–,
seréis de verdad discípulos míos, y conoceréis la verdad.
Si manséritis in sermone meo, vere discípuli mei éritis, et cognoscétis veritátem, dicit Dóminus.
Aleluya

Evangelio

El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 3, 31-35)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, llegaron la madre de Jesús y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
«Mira, tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan».
Él les pregunta:
«¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?».
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

16.X Santa Margarita María de Alacoque, virgen

Primera lectura

Comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 14-19)
Hermanos:
Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu: robusteceros en lo profundo de su ser; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todo el pueblo de Dios, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano.
Así llegaréis a su plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños
Benedictus es, Pater, Dómine caeli et terrae, quia mysteria regni párvulis revelasti
Aleluya.

Evangelio

Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

17.X San Ignacio de Antioquia, obispo y mártir

Primera lectura

Nosotros somos ciudadanos del cielo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 3, 17-41)
Hermanos, sed imitadores míos y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros.
Porque –como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos– hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas; solo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, en cambio, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

St 1, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurado el hombre que aguanta la prueba,
porque, si sale airoso, recibirá la corona de la vida.
Beatus vir, qui suffert tentatiónem,
quia, cum probátus fúerit, accípiet corónam vitae.
Aleluya.

Evangelio

Si el grano de trigo muere, da mucho fruto
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 12, 24-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

18.X San Lucas, evangelista

Primera Lectura

Lucas es el único que está conmigo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 4, 10-17)
Querido hermano:
Demas me ha abandonado, enamorado de este mundo presente, y se marchó a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia; Lucas es el único que está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, pues me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Éfeso.
El manto que dejé en Tróade, en casa de Carpo, tráelo cuando vengas, y también los libros, sobre todo los pergaminos. Alejandro, el herrero, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le dará el pago conforme a sus obras. Guárdate de él también tú, porque se opuso vehementemente a nuestras palabras.
En mi primera defensa, nadie estuvo a mi lado, sino que todos me abandonaron. ¡No les sea tenido en cuenta!
Mas el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, a través de mí, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todas las naciones.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 145, 10-11.12-13.17-18 (R/ 12)
R/. Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
Sancti tui, Dómine, notam fáciant glóriam regni tui.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas.

R/. Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
Sancti tui, Dómine, notam fáciant glóriam regni tui.

Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.

R/. Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
Sancti tui, Dómine, notam fáciant glóriam regni tui.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

R/. Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
Sancti tui, Dómine, notam fáciant glóriam regni tui.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo os he elegido del mundo –dice el Señor–,
para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
Ego vos elégi de mundo ut eátis et fructum afferátis,
et fructus vester máneat, dícit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

La mies es abundante y los obreros pocos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 10, 1-9)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.
Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa».
Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios ha llegado a vosotros»».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

19.X Santos Juan de Brebeuf e Isaac Jogues presbíteros, y compañeros mártires

Primera lectura

Llevando en el cuerpo la muerte de Jesús
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 4, 7-15)
Hermanos:
Llevamos el tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros.
Atribulados en todo, mas no aplastados; apurados, mas no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, mas no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
Pues, mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros, y la vida en vosotros.
Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

Mt 28, 19. 20
Aleluya, aleluya, aleluya
Id y haced discípulos a todos los pueblos –dice el Señor–;
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Euntes docéte omnes gentes, dicit Dóminus;
ego vobiscum sum ómnibus diebus usque ad consummationem saeculi.
Aleluya.

Evangelio

Id y haced discípulos a todos los pueblos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 28, 16-20)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús. Gloria a ti, Señor Jesús

19.X San Pablo de la Cruz, presbítero

Primera lectura

Quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 18-25)
Hermanos:
El mensaje de la cruz es necedad para los que se pierden; pero para los que se salvan, para nosotros, es fuerza de Dios.
Pues está escrito:
«Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces».
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el docto? ¿Dónde está el sofista de este tiempo? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y puesto que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los que creen.
Pues los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados – judíos o griegos–, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 117, 1.2
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 6
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Beáti, qui esúriunt et sítiunt iustítiam,
quóniam ipsi saturabuntur.
Aleluya.

Evangelio

El que pierda su vida por mí, la encontrará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 24-27)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.X San Juan Pablo II, papa

Primera lectura

Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 52, 7-10)
Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que proclama la paz,
que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia,
que dice a Sion: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor,
que vuelve a Sion.
Romped a cantar a coro,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la salvación de nuestro Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

Apacienta mis corderos, pastorea mis ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 21, 15-17)
Gloria a Ti, Señor.
Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos, después de comer, le dice a Simón Pedro:
- «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez: «¿Me quieres?» y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas».Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.X San Juan de Capistrano, presbítero

Primera lectura

Nos encargó el ministerio de la reconciliación
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 5, 14-20)
Hermanos:
Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.
Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así.
Por tanto, si alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Porque Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y ha puesto en nosotros el mensaje de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo exhortara por medio de nosotros.
En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 16, 1-2 y 5.7-8.11
R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi Dios».
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,
mi suerte está en tu mano.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Bendeciré al Señor que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Tu es, Dómine, pars hereditátis meae.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Ego sum lux mundi, dicit Dóminus; qui séquitur me, habébit lumen vitae.
Aleluya.

Evangelio

Te seguiré adondequiera que vayas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 9, 57-62)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo:
«Sígueme».
Él respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

24.X San Antonio María Claret, obispo

Primera lectura

Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 52, 7-10)
Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que proclama la paz,
que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia,
que dice a Sion: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor,
que vuelve a Sion.
Romped a cantar a coro,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la salvación de nuestro Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Os haré pescadores de hombres
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 1, 14-20)
Gloria a Ti, Señor.
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

28.X San Simón y San Judas

Primera lectura

Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles
Lectura de la carta de San Pablo a los Efesios (Ef 2, 19-22)
Hermanos:
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.
Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 19, 2-3.4-5 (R/ 5)
R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos;
a ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, Señor.
Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur;
te gloriósus Apostolórum chorus laudat, Dómine.

Evangelio

Escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles
Lectura del santo Evangelio según Lucas (Lc 6, 12-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

1.XI Todos los Santos

Primera Lectura

Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas los naciones, razas, pueblos y lenguas
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 7, 2-4.9-14)
Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles:
«No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios».
Oí también el número de los sellados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel.
Después de esto vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente:
«¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!».
Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo:
«Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén».
Y uno de los ancianos me dijo:
«Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?».
Yo le respondí:
«Señor mío, tú lo sabrás».
Él me respondió:
«Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 24, 1-2.3-4.5-6 (R/ 6)
R/. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.
Haec est generátio quaeréntium fáciem tuam, Dómine.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.

R/. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.
Haec est generátio quaeréntium fáciem tuam, Dómine.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos.

R/. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.
Haec est generátio quaeréntium fáciem tuam, Dómine.

Ese recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Esta es la generación que busca al Señor,
que busca tu rostro, Dios de Jacob,

R/. Esta es la generación que busca tu rostro, Señor.
Haec est generátio quaeréntium fáciem tuam, Dómine.

Segunda Lectura

Veremos a Dios tal cual es.
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 3, 1-3)
Queridos hermanos:
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios; pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 28
Aleluya, aleluya.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados
–dice el Señor–, y yo os aliviaré.
Veníte ad me, omnes qui laborátis et oneráti estis,
et ego refíciam vos, dicit Dominus.
Aleluya.

Evangelio

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 1-12)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos,
porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

2.XI Conmemoración de todos los fieles difuntos

De difuntos

I

Primera Lectura

Andemos en una vida nueva
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos (Rm 6, 3-9)
Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores, y nosotros libres de la esclavitud al pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 130
R/. Desde el abismo clamo a ti, Señor.
De profundis clamo ad te, Domine

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Desde el abismo clamo a ti, Señor.
De profundis clamo ad te, Domine

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Desde el abismo clamo a ti, Señor.
De profundis clamo ad te, Domine

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Desde el abismo clamo a ti, Señor.
De profundis clamo ad te, Domine

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;

Desde el abismo clamo a ti, Señor.
De profundis clamo ad te, Domine

Y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Desde el abismo clamo a ti, Señor.
De profundis clamo ad te, Domine

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 40
Ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que cree en mí tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día, dice el Señor.
Haec est volúntas Patris mei, ut omnis qui credit in me hábeat vitam aetérnam, et ego resucitábo eum in novísimo díe, dicit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 14, 1-6)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino". Tomás le dice: "Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?" Jesús le responde: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

II

Primera Lectura

¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros, ¿cómo no nos dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? ¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la derecha de Dios, y que intercede por nosotros? ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 116, 5-6; 116, 10-11.15-16a y c
R/. Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos.
Ambulabo coram Dómino in regione vivéntium

El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó

Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos.
Ambulabo coram Dómino in regione vivéntium

Tenía fe, aun cuando dije:
"¡Qué desgraciado soy!"
Yo decía en mi apuro:
"Los hombres son unos mentirosos"

Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos.
Ambulabo coram Dómino in regione vivéntium

Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
rompiste mis cadenas

Caminaré en presencia del Señor
en el país de los vivos.
Ambulabo coram Dómino in regione vivéntium

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 40
Ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que cree en mí tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día, dice el Señor.
Haec est volúntas Patris mei, ut omnis qui credit in me hábeat vitam aetérnam, et ego resucitábo eum in novísimo díe, dicit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

Padre, quiero que donde yo esté, también ellos estén conmigo
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 17, 24-26)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús levantando los ojos al cielo, oró: "Padre, este es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como yo estoy en ellos".
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

III

Primera Lectura

En la vida y en la muerte somos del Señor
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 14, 7-9.10b-10)
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos. Todos compareceremos ante el tribunal de Dios, porque está escrito: "Por mi vida, dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, a mí me alabará toda lengua". Por eso, cada uno dará cuenta a Dios de sí mismo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 103, 8 y 10.13-14.15-16.17-18
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es quien salva a los justos.

Miserator et misericors Dominus

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la ira, y rico en clmencia:
no nos trata como merecen nuestros pecados
no nos paga según nuestras culpas

El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es quien salva a los justos.

Miserator et misericors Dominus

Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternua por los que lo temen;
porque é conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro

El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es quien salva a los justos.

Miserator et misericors Dominus

Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo
que el viento lo roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla

El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es quien salva a los justos.

Miserator et misericors Dominus

Pero la misericordia del Señor
dura desde siempre y por siempre,
para aquellos que lo temen;
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan su alianza
y recitan y cumplen sus mandatos

El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es quien salva a los justos.

Miserator et misericors Dominus

Aclamación antes del Evangelio

Jn 6, 40
Ésta es la voluntad de mi Padre, que todo el que cree en mí tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día, dice el Señor.
Haec est volúntas Patris mei, ut omnis qui credit in me hábeat vitam aetérnam, et ego resucitábo eum in novísimo díe, dicit Dóminus.
Aleluya.

Evangelio

Venid vosotros, benditos de mi Padre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 31-46)
Gloria a ti, Señor.
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria
y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: «Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis,
estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
Entonces los justos le contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?;
¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?;
¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».
Y el rey les dirá: «En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis».
Entonces dirá a los de su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber,
fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis».
Entonces también estos contestarán: «Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?».
Él les replicará: «En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo».
Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

3.XI San Martin de Porres, religioso

Primera lectura

Todo lo puro, tenedlo en cuenta
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (Flp 4, 4-9)
Hermanos:
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta.
Lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis, visteis en mí, ponedlo por obra.
Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 131, 1. 2.3
R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya.
Os doy un mandamiento nuevo -dice el Señor-: que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus, ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 22, 34-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?».
Él le dijo:
««Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente».
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
«Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

4.XI San Carlos Borromeo, obispo

Primera lectura

Teniendo dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (Rm 12, 3-13)
Hermanos:
Por la gracia de Dios que me ha sido dada os digo a todos y a cada uno de vosotros: No os estiméis en más de lo que conviene, sino estimaos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada cual. Pues, así como en un solo cuerpo tenemos muchos miembros, y no todos los miembros cumplen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo cuerpo en Cristo, pero cada cual existe en relación con los otros miembros. Teniendo dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado, deben ejercerse así: la profecía, de acuerdo con la regla de la fe; el servicio, dedicándose a servir; el que enseña, aplicándose a la enseñanza; el que exhorta, ocupándose en la exhortación; el que se dedica a distribuir los bienes, hágalo con generosidad; el que preside, con solicitud; el que hace obras de misericordia, con gusto.
Que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno.
Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor.
Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.4-5.21-22.25.27
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas, et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

El buen pastor da su vida por las ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

5.XI Santa Ángela de la Cruz Guerrero González, virgen

Primera lectura

Parte tu pan con el hambriento
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 58, 6-11)  
Esto dice el Señor:
«Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy».
Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3.4-5.6-7.8-9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 16, 24
Aleluya, aleluya, aleluya
Si alguno quiere venir en pos de mí,
que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Aleluya.

Evangelio

El que pierda su vida por mí, la encontrará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 24-27)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

6.XI Santos Pedro Poveda Castroverde e Inocencio de la Inmaculada Canoura Arnau, presbíteros, y compañeros, mártires

Primera lectura

No amaron tanto su vida que temieran la muerte
Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan (Ap 12, 10-12)
Yo, Juan, oí una gran voz en el cielo:
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos, y los que moráis en sus tiendas.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

Jn 12, 25
Aleluya, aleluya
El que se aborrece a sí mismo en este mundo,
se guardará para la vida eterna.
Qui odit ánimam suam in hoc mundo, in vitam aetérnam custódit eam.
Aleluya.

Evangelio

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 28-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición del alma y cuerpo a la «guehena». ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.XI La Dedicación de la Basílica de Letrán

Primera Lectura

Vi agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente (Ant. Vidi Aquam)
Lectura del libro del profeta Ezequiel (Ez 47, 1-2.8-9.12) 
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo.
Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar.
Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho.
Me dijo:
"Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.
A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales".
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 46, 2-3.5-6.8-9
R/. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Flúminis rivi laetíficant civitátem Dei
sancta tabernácula Altíssimi.

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar.

R/. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Flúminis rivi laetíficant civitátem Dei
sancta tabernácula Altíssimi.

Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.

R/. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Flúminis rivi laetíficant civitátem Dei
sancta tabernácula Altíssimi.

El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra

R/. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Flúminis rivi laetíficant civitátem Dei
sancta tabernácula Altíssimi.

Segunda Lectura

En domingo

Sois templos de Dios.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 3, 9-11.16-17)
Hermanos:
Sois edificio de Dios.
Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, puse el cimiento, mientras que otro levanta el edificio. Mire cada cual cómo construye.
Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

2Cro 7, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
He elegido y santificado este templo –dice el Señor–
para que mi Nombre esté en él eternamente.
Elégi et sanctificávi locum istum, dicit Dóminus,
ut sit nomen meum ibi in sempitérnum.
Aleluya.

Evangelio

Hablaba del templo de su cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 2, 13-22)
Gloria a ti, Señor.
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito:
«El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

10.XI San León Magno, Papa y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Se llenará de espíritu de inteligencia
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 39, 6-10)
SI el Señor, el Grande, lo quiere,
se llenará de espíritu de inteligencia;
derramará como lluvia sabias palabras
y en la oración dará gracias al Señor.
Enderezará sus planes y su ciencia,
y meditará los misterios ocultos.
Mostrará la instrucción recibida
y se gloriará en la ley de la alianza del Señor.
Muchos elogiarán su inteligencia
y jamás será olvidada;
no desaparecerá su recuerdo
y su nombre vivirá por generaciones.
Las naciones hablarán de su sabiduría,
y la asamblea proclamará su alabanza.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 37, 3-4.5-6.30-31
R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pida tu corazón.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

11.XI San Martín de Tours, obispo

Primera lectura

El Señor me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 61, 1-3)
EL Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para curar los corazones desgarrados,
proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad;
para proclamar un año de gracia del Señor,
un día de venganza de nuestro Dios,
para consolar a los afligidos,
para dar a los afligidos de Sion
una diadema en lugar de cenizas,
perfume de fiesta en lugar de duelo,
un vestido de alabanza en lugar de un espíritu abatido.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.4-5.21-22.25.27
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya.
Os doy un mandamiento nuevo -dice el Señor-: que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus, ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Cada vez que lo hicisteis con mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 31-40)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones.
Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras.
Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha:
«Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme».
Entonces los justos le contestarán:
«Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?».
Y el rey les dirá:
«En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis»».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

12.XI San Josafat, obispo y mártir

Primera lectura

Él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, evangelistas
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 4, 1-7.11-13)
Hermanos:
Yo; el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados.
Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzándoos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos.
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo.
Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros evangelistas, a otros, pastores y doctores, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al Hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 1, 1-2.3.4 y 6
R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.

R/. Su gozo es la ley del Señor.
In lege Dómini volúntas eius.

Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor.

Beátus vir qui pósuit Dóminum spem suam.

O bien

El justo crecerá como una palmera
en los atrios de nuestro Dios.

Iustus ut palma florébit in átriis Dei nostri.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9. 5
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus; qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

Este es mi deseo: que estén conmigo donde yo estoy
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 17, 20-26)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró diciendo:
«Padre santo, no solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, este es mi deseo: que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, y yo en ellos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

15.XI San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia
Lectura del libro del Eclesiástico (Si 15, 1-6)
Así obra el que teme al Señor,
el que observa la ley alcanza la sabiduría.
Ella le sale al encuentro como una madre
y lo acoge como una joven esposa.
Lo alimenta con pan de inteligencia
y le da a beber agua de sabiduría.
Si se apoya en ella, no vacilará,
si se aferra a ella, no quedará defraudado.
Ella lo ensalzará sobre sus compañeros
y en medio de la asamblea le abrirá la boca.
Lo llenará del espíritu de sabiduría y de inteligencia
y lo revestirá con un vestido de gloria.
Encontrará gozo y corona de júbilo,
y un nombre eterno recibirá en herencia.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 119, 9.10.11.12.13.14
R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?
Cumpliendo tus palabras.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Bendito eres, Señor,
enséñame tus decretos.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mis labios van enumerando
todos los mandamientos de tu boca.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas.

R/. Enséñame, Señor, tus decretos.
Doce me, Dómine, iustificatiónes tuas.

Aclamación antes del Evangelio

Hch 16, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Abre, Señor, nuestro corazón,
para que aceptemos las palabras de tu Hijo.
Aperi, Dómine, cor nostrum,
ut intendamus verbis Fílii tui.
Aleluya.

Evangelio

Lo nuevo y lo antiguo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 13, 47-52)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
¿Habéis entendido todo esto?».
Ellos le responden:
«Sí».
Él les dijo:
«Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

16.XI Santa Margarita de Escocia

Primera lectura

Parte tu pan con el hambriento
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 58, 6-11)
Esto dice el Señor:
«Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: «Aquí estoy».
Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3.4-5.6-7.8-9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya.
Os doy un mandamiento nuevo -dice el Señor-: que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus, ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Ya no os llamo siervos; a vosotros os llamo amigos
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 9-17)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

16.XI Santa Gertrudis, virgen

Primera lectura

Comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 14-19)
Hermanos:
Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior; que Cristo habite por la fe en vuestros corazones; que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; de modo que así, con todos los santos, logréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo el amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dominus pastor meus, nihil mihi deerit

Aclamación antes del Evangelio

Jn 15, 9.
Aleluya, aleluya, aleluya
Permaneced en mi amor –dice el Señor–;
el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.
Manete in dilectione mea, dicit Dóminus; qui manet in me et ego in eo, hic fert fructum multum.
Aleluya.

Evangelio

El que permanece en mi y yo en él, ése da fruto abundante
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 1-8)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

17.XI Santa Isabel de Hungría, religiosa

Primera lectura

Nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 3, 14-18)
Queridos hermanos:
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
El que odia a su hermano es un homicida. Y sabéis que ningún homicida lleva permanentemente en sí vida eterna. En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Pero si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9 (R/. 5)
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
El afligido invocó al Señor,
él lo escuchó y lo salvó de sus angustias

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

El ángel del Señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él.

R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya.
Os doy un mandamiento nuevo -dice el Señor-: que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus, ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 6, 27-38)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

18.XI Dedicación de la Basílica de los Apóstoles San Pedro y San Pablo

Primera Lectura

Así llegamos a Roma
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 28, 11-16.30-31)
Al cabo de tres meses, zarpamos en un barco que había invernado en la isla de Malta. Era de Alejandría y llevaba por mascarón los Dióscuros. Arribamos a Siracusa y nos detuvimos tres días; desde allí, costeando, llegamos a Regio. Al día siguiente, se levantó viento sur, y llegamos a Puteoli en dos días. Allí encontramos a algunos hermanos, los cuales nos rogaron que pasásemos siete días con ellos.
Y así llegamos a Roma.
Los hermanos de Roma, que habían oído hablar de nuestras peripecias, salieron a recibirnos al Foro Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y se sintió animado. Una vez en Roma, le permitieron a Pablo vivir por su cuenta en una casa, con el soldado que lo vigilaba.
Permaneció allí un bienio completo en una casa alquilada, recibiendo a todos los que acudían a verlo, predicándoles el reino de Dios y enseñando lo que se refiere al Señor Jesucristo con toda libertad, sin estorbos
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 98, 1. 2-3.3-4.5-6 (R/ 2)
R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor.

R/. El Señor revela a las naciones su justicia.
In conspectu gentium revelavit Dóminus iustitiam suam

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos;
a ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, Señor.
Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur;
te gloriósus Apostolórum chorus laudat Dómine.
Aleluya.

Evangelio

Mándame ir a ti sobre el agua
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 14, 22-33)
Gloria a ti, Señor.
Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente.
Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.
Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma.
Jesús les dijo enseguida:
«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».
Pedro le contestó:
«Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».
Él le dijo:
«Ven».
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:
«Señor, sálvame».
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».
En cuanto subieron a la barca amainó el viento.
Los de la barca se postraron ante él diciendo:
«Realmente eres Hijo de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

21.XI Presentación de la bienaventurada Virgen María

Primera lectura

Goza, Sion, que yo vengo
Lectura del libro del profeta Zacarías (Za 2, 14-17)
Alégrate y goza, Sion,
pues voy a habitar en medio de ti
–oráculo del Señor–.
Aquel día se asociarán al Señor
pueblos sin número;
ellos serán mi pueblo,
y habitaré en medio de ti.
Entonces reconocerás
que el Señor del universo
me ha enviado a ti.
Judá será la herencia del Señor,
su lote en la tierra santa,
y volverá a elegir a Jerusalén.
¡Silencio todo el mundo
ante el Señor que se levanta
de su morada santa!
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Lc 1, 46-47.48-49.50-51.52-53.54-55
R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

R/. El Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo.

Bienaventurada eres Virgen María,
que llevaste en tu seno al Hijo del Padre eterno.

Fecit mihi magna qui potens est,
et sanctum nomen eius.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 11, 28
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
Beáti qui áudiunt
verbum Dei et custódiunt illud.
Aleluya.

Evangelio

Extendiendo su mano hacia los discipulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos»
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 12, 46-50)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.
Uno se lo avisó:
«Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren hablar contigo».
Pero él contestó al que le avisaba:
«¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?».
Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo:
«Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

22.XI Santa Cecilia, virgen y mártir

Primera lectura

Me desposaré contigo para siempre
Lectura del libro del profeta Oseas (Os 2, 16. 17.21-22)
Esto dice el Señor:
«Yo la llevo al desierto, le hablo al corazón.
Allí responderá como en los días de su juventud,
como el día de su salida de Egipto.
Me desposaré contigo para siempre,
me desposaré contigo
en justicia y en derecho,
en misericordia y en ternura,
me desposaré contigo en fidelidad
y conocerás al Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 45, 11-12.14-15.16-17
R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Escucha, hija, mira: inclina el oído,
olvida tu pueblo y la casa paterna;
prendado está el rey de tu belleza:
póstrate ante él, que él es tu señor.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Ya entra la princesa, bellísima,
vestida de perlas y brocado;
la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,
la siguen sus compañeras.

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Las traen entre alegría y algazara,
van entrando en el palacio real.
«A cambio de tus padres tendrás hijos,
que nombrarás príncipes por toda la tierra».

R/. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

¡Que llega el esposo, salid al encuentro de Cristo, el Señor!

Audi, fília, et vide, et inclína aurem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
Esta es la virgen sabia, a quien el Señor encontró velando; al llegar el Señor, entró con él al banquete de bodas.
Haec est virgo sápiens, quam Dóminus vigilántem invénit;
veniénte Dómino, introívit cum eo ad núptias.
Aleluya.

Evangelio

¡Ya viene el esposo! ¡Salid a su encuentro!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 1-13)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
«¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!».
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.XI San Clemente I, Papa y mártir

Primera lectura

Pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (1P 5, 1-4)
Queridos hermanos:
A los presbíteros entre vosotros, yo presbítero con ellos, testigo de la pasión de Cristo y partícipe de la gloria que se va a revelar, os exhorto: pastoread el rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, mirad por él, no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con entrega generosa; no como déspotas con quienes os ha tocado en suerte, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño.
Y, cuando aparezca el Pastor supremo, recibiréis la corona inmarcesible de la gloria.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor. Te alabamos Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.6-7.16-17
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya.

Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya.

Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya.

Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh, Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya.

Misericórdias tuas, Dómine, in aetérnum cantábo.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».
Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.XI San Columbano, Abad

Primera lectura

Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 52, 7-10)
Qué hermosos son sobre los montes
los pies del mensajero que proclama la paz,
que anuncia la buena noticia,
que pregona la justicia,
que dice a Sion: «¡Tu Dios reina!».
Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro,
porque ven cara a cara al Señor,
que vuelve a Sion.
Romped a cantar a coro,
ruinas de Jerusalén,
porque el Señor ha consolado a su pueblo,
ha rescatado a Jerusalén.
Ha descubierto el Señor su santo brazo
a los ojos de todas las naciones,
y verán los confines de la tierra
la salvación de nuestro Dios.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 96, 1-2.2-3.7-8.10
R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor;
aclamad la gloria del nombre del Señor.

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey:
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente».

R/. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Annuntiáte in ómnibus pópulis mirabília Dómini.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 8, 12
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–;
el que me sigue tendrá la luz de la vida.
Ego sum lux mundi, dicit Dóminus; qui séquitur me, habébit lumen vitae.
Aleluya.

Evangelio

Te seguiré a dondequiera que vayas
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 9, 57-62)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mientras Jesús y sus discípulos iban de camino, le dijo uno:
«Te seguiré adondequiera que vayas».
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro le dijo:
«Sígueme».
Él respondió:
«Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre».
Le contestó:
«Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios».
Otro le dijo:
«Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa».
Jesús le contestó:
«Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

24.XI San Andrés Dung-Lac, presbítero y compañeros mártires

Primera lectura

Los aceptó como sacrificio de holocausto
Lectura del libro de la Sabiduría (Sb 3, 1-9)
LA vida de los justos está en manos de Dios,
y ningún tormento los alcanzará.
Los insensatos pensaban que habían muerto,
y consideraban su tránsito como una desgracia,
y su salida de entre nosotros, una ruina,
pero ellos están en paz.
Aunque la gente pensaba que cumplían una pena,
su esperanza estaba llena de inmortalidad.
Sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes bienes,
porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de él.
Los probó como oro en el crisol y
los aceptó como sacrificio de holocausto.
En el día del juicio resplandecerán
y se propagarán como chispas en un rastrojo.
Gobernarán naciones, someterán pueblos
y el Señor reinará sobre ellos eternamente.
Los que confían en él comprenderán la verdad
y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado,
porque la gracia y la misericordia son para sus devotos
y la protección para sus elegidos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 126, 1-2.2-3.4-5.6
R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos».
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Recoge, Señor, a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas.

R/. Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.
Qui seminant in lacrimis, in exultatione metent

Aclamación antes del Evangelio

1P 4, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Si os ultrajan por el nombre de Cristo, bienaventurados vosotros,
porque el Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.
Si exprobrámini in nómine Christi, beati,
quóniam Spíritus Dei super vos requiéscit.
Aleluya.

Evangelio

No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 17-22)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

25.XI Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir

Primera lectura

El vencedor heredará esto
Lectura del libro del Apocalipsis (Ap 21, 5-7)
Dijo el que está sentado en el trono:
«Mira, hago nuevas todas las cosas».
Y dijo:
«Escribe: estas palabras son fieles y verdaderas».
Y me dijo:
«Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente. El vencedor heredará esto: yo seré Dios para él, y él será para mí hijo».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 124, 2-3.4-5.7-8 (R/ 7)
R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

R/.Hemos salvado la vida como un pájaro,
de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos;
a ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, Señor
Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur;
te gloriósus Apostolórum chorus laudat Dómine.
Aleluya.

Evangelio

No tengáis miedo a los que matan el cuerpo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 28-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición del alma y cuerpo a la «guehena». ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.
A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

30.XI San Andrés

Primera lectura

La fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo
Lectura de la carta de San Pablo a los Romanos (Rm 10, 9-18)
Hermanos:
Si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación.
Pues dice la Escritura:
«Nadie que crea en él quedará confundido».
En efecto, no hay distinción entre judío y griego, porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo». Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?; ¿cómo oirán hablar de él sin nadie que anuncie? y ¿cómo anunciarán si no los envían? Según está escrito:
«¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!».
Pero no todos han prestado oídos al Evangelio. Pues Isaías afirma: «Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?».
Así, pues, la fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo.
Pero digo yo: ¿Es que no lo han oído? Todo lo contrario:
«A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los confines del orbe sus palabras».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 19, 2-3.4-5 (R/ 5)
R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje.

R/. A toda la tierra alcanza su pregón.
In omnem terram exívit sonus eórum.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron
Lectura del santo Evangelio según Mateo (Mt 4, 18-22)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, paseando Jesús junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, su hermano, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre, y los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

3.XII San Francisco Javier, presbítero

Primera lectura

¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio!
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 9, 16-19.22-23)
Hermanos:
El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo.
No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio.
Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio.
Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles.
Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo para todos, para ganar, sea como sea, a algunos.
Y todo lo hago por causa del Evangelio, para participar yo también de sus bienes.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 117, 1.2
R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Alabad al Señor todas las naciones,
aclamadlo todos los pueblos.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.

R/. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Euntes in mundum universum, praedicate evangelium.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 28, 19. 20
Aleluya, aleluya, aleluya
Id y haced discípulos a todos los pueblos –dice el Señor–;
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Euntes docéte omnes gentes, dicit Dóminus;
ego vobiscum sum ómnibus diebus usque ad consummationem saeculi.
Aleluya.

Evangelio

Id al mundo entero y proclamad el Evangelio
Lectura del santo Evangelio según san Marcos (Mc 16, 15-20)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

4.XII San Juan Damasceno, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 1, 13-14; 2, 1-3)
Querido hermano:
Ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús.
Vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Así pues, tú, hijo mío, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otros.
Toma parte en los padecimientos como buen soldado de Cristo Jesús.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 19, 8.9.10.11
R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye a los ignorantes.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

El temor del Señor es puro
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila.

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Iudícia Dópmini vera, iusta ómnia simul.

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida

Verba tua, Dómine Spíritus et vita sunt.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya.
Jn 14, 23:El que me ama guardará mi palabra –dice el Señor–,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.
Si quis díligit me, sermónem meum servábit, et Pater meus díliget eum, et ad eum veniémus.
Aleluya.

Evangelio

El buen pastor da la vida por sus ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

6.XII San Nicolás, obispo

Primera lectura

¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 6, 1-8)
En el año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Junto a él estaban los serafines, cada uno con seis alas: con dos alas se cubrían el rostro, con dos el cuerpo, con dos volaban, y se gritaban uno a otro diciendo:
«¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de tu gloria!».
Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije:
«¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo».
Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
«Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».
Entonces escuché la voz del Señor, que decía:
«¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?».
Contesté:
«Aquí estoy, mándame».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2. 4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 4, 18
Aleluya, aleluya,aleluya
El Señor me ha enviado a evangelizar a los pobres,
a proclamar a los cautivos la libertad.
Evangelizáre paupéribus misit me Dóminus, praedicáre captívis remissiónem.
Aleluya.

Evangelio

La mies es abundante y los obreros pocos
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 10, 1-9)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa».
Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa.
Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decidles: «El reino de Dios ha llegado a vosotros»».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

7.XII San Ambrosio, obispo y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Anunciar a los gentiles la riqueza insondable de Cristo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 3, 8-12)
Hermanos:
A mí, el más insignificante de los santos, se me ha dado la gracia de anunciar a los gentiles la riqueza insondable de Cristo; e iluminar la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo.
Así, mediante la Iglesia, los principados y potestades celestes conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios por la fe en él.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 89, 2-3.6-7.16-17
R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya

Misericordias tuas, Dómine, in aeternum cantabo

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya

Misericordias tuas, Dómine, in aeternum cantabo

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya

Misericordias tuas, Dómine, in aeternum cantabo

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará,
oh, Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Aleluya

Misericordias tuas, Dómine, in aeternum cantabo

Aclamación antes del Evangelio

Jn 10, 14
Aleluya, aleluya, aleluya
Yo soy el Buen Pastor –dice el Señor–,
que conozco a mis ovejas,
y las mías me conocen.
Ego sum pastor bonus, dicit Dóminus;
et cognósco oves meas,
et cognóscunt me meae.
Aleluya.

Evangelio

El buen pastor da su vida por sus ovejas
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 10, 11-16)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el Buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

8.XII INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Primera Lectura

Pongo hostilidad entre tu descendencia y la descendencia de la mujer
Lectura del libro del Génesis (Gn 3, 9-15.20)
Después de comer Adán del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo:
«¿Dónde estás?».
Él contestó:
«Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí».
El Señor Dios le replicó:
«¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?».
Adán respondió:
«La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí».
El Señor Dios dijo a la mujer:
«¿Qué has hecho?».
La mujer respondió:
«La serpiente me sedujo y comí».
El Señor Dios dijo a la serpiente:
«Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo;
te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida;
pongo hostilidad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y su descendencia;
esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 98, 1. 2-3.3-4 (R/ 1)
R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Cantáte Dómino cánticum novum,
quia mirabília fecit.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Cantáte Dómino cánticum novum,
quia mirabília fecit.

El Señor da a conocer su salvación,
revela a las naciones su justicia.
Se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Cantáte Dómino cánticum novum,
quia mirabília fecit.

Los confines de la tierra han contemplado
la salvación de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad.

R/. Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas.
Cantáte Dómino cánticum novum,
quia mirabília fecit.

Segunda Lectura

Dios nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (Ef 1, 3-6.11-12)
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos,
para alabanza de la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él hemos heredado también, los que ya estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el Mesías.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 28. 42
Aleluya, aleluya, aleluya
Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo,
bendita tú entre las mujeres
Ave, María, grátia plena; Dóminus tecum;
benedícta tu in muliéribus.
Aleluya.

Evangelio

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 26-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David;
el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, «porque para Dios nada hay imposible»».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró.
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

9.XII San Juan Diego Cuauhtlatoatzin

Primera lectura

Dios ha escogido lo débil del mundo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 1, 26-31)
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar lo poderoso.
Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor.
A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual se ha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención.
Y así –como está escrito–: «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 132, 1. 2.3
R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre;
como un niño saciado
así está mi alma dentro de mí.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Espere Israel en el Señor
ahora y por siempre.

R/. Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Custódi ánimam meam in pace apud te, Dómine.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 11, 25
Aleluya, aleluya, aleluya
Bendito seas, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has revelado los misterios del reino a los pequeños
Benedictus es, Pater, Dómine caeli et terrae, quia mysteria regni párvulis revelasti
Aleluya.

Evangelio

Has escondido estas cosas a los sabios, y se las has revelado a los pequeños
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 11, 25-30)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
«Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien.
Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.+

11.XII San Dámaso, Papa

Primera lectura

Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 20, 17-18.28-32.36)
En aquellos días, Pablo, desde Mileto, envió recado a Éfeso para que vinieran los presbíteros de la Iglesia. Cuando se presentaron, les dijo:
«Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Yo sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso de entre vosotros mismos surgirán algunos que hablarán cosas perversas para arrastrar a los discípulos en pos de sí. Por eso, estad alerta: acordaos de que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular.
Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que tiene poder para construiros y haceros partícipes de la herencia con todos los santificados.
Cuando terminó de hablar, se puso de rodillas y oró con todos ellos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 110, 1.2.3.4
R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Desde Sion extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora».

R/. Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.
Tu es sacérdos in aetérnum
secúndum órdinem Melchísedech.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya.
A vosotros os llamo amigos –dice el Señor–,
porque todo lo que he oído a mi Padre
os lo he dado a conocer.
Vos dixi amícos, dicit Dóminus,
quia ómnia quae audívi a Patre meo nata feci vobis.

Evangelio

Ya no os llamo siervos; a vosotros os llamo amigos
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 15, 9- 17)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor.
Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado.
Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.
No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca.
De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

12.XII Bienaventurada Virgen María de Guadalupe

Primera lectura

Mirad: la virgen está encinta
Lectura del libro del profeta Isaías (Is 7, 10-14 - Is 8, 10)
En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo:
«Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».
Respondió Ajaz:
«No lo pido, no quiero tentar al Señor».
Entonces dijo Isaías:
«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo.
Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel, porque con nosotros está Dios».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

1S 2, 1.4-5.6-7.8
R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor.
Los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria.

R/. Mi corazón se regocija en el Señor, mi salvador.
Exsultávit cor meum in Dómino Salvatóre meo.

Aclamación antes del Evangelio

Lc 1, 46
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurada tú, que has creído, Virgen María,
porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
Beáta es, Virgo María, quae credidísti,
quóniam perficiéntur ea quae sunt tibi a Dómino.
Aleluya.

Evangelio

Bienaventurada la que ha creído
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 1, 39-47)
Gloria a ti, Señor.
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
«se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador»».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13.XII Santa Lucía, virgen y mártir

Primera lectura

Os he desposado con un solo marido, para presentaros a Cristo como una virgen casta
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2Co 10, 17 - 2Co 11, 2)
Hermanos:
El que se gloría, que se gloríe en el Señor, porque no está aprobado el que se recomienda a sí mismo, sino aquel a quien el Señor recomienda.
¡Ojalá me toleraseis algo de locura!; aunque ya sé que me la toleráis.
Tengo celos de vosotros, los celos de Dios, pues os he desposado con un solo marido, para presentaros a Cristo como una virgen casta.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 31, 3-4.6 y 8.16 y 17
R/.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Líbrame de mis enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Esta es la virgen sabia, a quien el Señor encontró velando; al llegar el Señor, entró con él al banquete de bodas.
Haec est virgo sápiens, quam Dóminus vigilántem invénit;
veniénte Dómino, introívit cum eo ad núptias.
Aleluya.

Evangelio

¡Ya viene el esposo! ¡Salid a su encuentro!
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 25, 1-13)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco eran prudentes.
Las necias, al tomar las lámparas, no se proveyeron de aceite; en cambio, las prudentes se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.
El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó una voz:
«¡Que llega el esposo, salid a su encuentro!».
Entonces se despertaron todas aquellas vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas.
Y las necias dijeron a las prudentes:
«Dadnos de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas».
Pero las prudentes contestaron:
«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis».
Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras vírgenes, diciendo: «Señor, señor, ábrenos».
Pero él respondió:
«En verdad os digo que no os conozco».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

14.XII San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Enseñamos una sabiduría divina, misteriosa
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (1Co 2, 1-10)
Yo mismo, hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y este crucificado.
También yo me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Sabiduría, sí, hablamos entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido, pues, si la hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Sino que, como está escrito: «Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman».
Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 37, 3-4.5-6.30-31
R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Confía en el Señor y haz el bien:
habitarás tu tierra y reposarás en ella en fidelidad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pida tu corazón.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Encomienda tu camino al Señor,
confía en él, y él actuará:
hará tu justicia como el amanecer,
tu derecho como el mediodía.

R/. La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

La boca del justo expone la sabiduría,
su lengua explica el derecho;
porque lleva en el corazón la ley de su Dios,
y sus pasos no vacilan.

La boca del justo expone la sabiduría.
Os iusti meditábitur sapiéntiam.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 3
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Beati pauperes spiritu, quoniam ipsorum est regnum caelorum.
Aleluya.

Evangelio

Aquel que no renunció o todos sus bienes no puede ser discípulo mío
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 14, 25-33)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
«Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
«Este hombre empezó a construir y no pudo acabar».
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

21.XII San Pedro Canisio, presbítero y doctor de la Iglesia

Primera lectura

Cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 4, 1-5)
Querido hermano:
Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.
Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus propios deseos y de lo que les gusta oír; y, apartando el oído de la verdad, se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta los padecimientos, cumple tu tarea de evangelizador, desempeña tu ministerio.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 40, 2. 4.7-8.8-9.10
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito.
Me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios;
entonces yo digo: «Aquí estoy».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

«–Como está escrito en mi libro–
para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas».

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

He proclamado tu justicia
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios,
Señor, tú lo sabes.

R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Ecce vénio, Dómine, fácere voluntátem tuam.

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 16
Aleluya, aleluya, aleluya
Brille así vuestra luz ante los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den gloria a vuestro Padre.
Sic lúceat lux vestra coram homínibus,
ut vídeant ópera vestra bona et gloríficent Patrem vestrum.
Aleluya.

Evangelio

Vosotros sois la luz del mundo
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 5, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?
No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.
Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.
Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.
No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.
El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

23.XII San Juan de Kety, presbítero

Primera lectura

Si la fe no tiene obras, está muerta por dentro
Lectura de la carta del apóstol Santiago (St 2, 14-17)
De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe?
Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: «Id en paz, abrigaos y saciaos», pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?
Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 112, 1-2.3.4-5.6-7.8-9 (R/. 1)
R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad dura por siempre.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos,
porque jamás vacilará.
El recuerdo del justo será perpetuo.
No temerá las malas noticias.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Su corazón está firme en el Señor.
Su corazón está seguro, sin temor,
hasta que vea derrotados a sus enemigos.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad dura por siempre
y alzará la frente con dignidad.

R/. Dichoso quien teme al Señor.

Aleluya

Iucúndus homo qui miserétur et cómmodat.

Aclamación antes del Evangelio

Jn 13, 34
Aleluya, aleluya.
Os doy un mandamiento nuevo -dice el Señor-: que os améis unos a otros, como yo os he amado.
Mandátum novum do vobis, dicit Dóminus, ut diligátis ínvicem sicut diléxi vos.
Aleluya.

Evangelio

Sed misericordiosos como vuestro Podre es misericordioso
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (Lc 6, 27-38)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo.
Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

26.XII San Esteban, protomártir

Primera Lectura

Veo los cielos abiertos
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 6, 8-10; Hch 7, 54-59)
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.
Oyendo sus palabras se recomían en sus corazones y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijando la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
«Veo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos dejaron sus capas a los pies de un joven llamado Saulo y se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
«Señor Jesús, recibe mi espíritu».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 31, 3-4.6 y 8.16 y 17
R/.A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Líbrame de mis enemigos que me persiguen.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
In manus tuas, Dómine, comméndo spíritum meum.

Aclamación antes del Evangelio

Sal 118, 26. 27
Aleluya, aleluya, aleluya
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
El Señor es Dios, él nos ilumina.
Benedíctus qui venit in nómine Dómini;
Deus Dóminus, et illúxit nobis.
Aleluya.

Evangelio

No seréis vosotros los que habléis, sino el Espíritu de vuestro Padre
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 10, 17-22)
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

27.XII San Juan, apóstol y evangelista

Primera Lectura

Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos
Comienzo de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 1, 1-4)
Queridos hermanos:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida; pues la Vida se hizo visible,
y nosotros hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó.
Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis en comunión con nosotros y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestro gozo sea completo.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 97, 1-2.5-6.11-12R/ 12
R/. Alegraos, justos, con el Señor.
Laetámini, iusti, in Dómino.

El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.

R/. Alegraos, justos, con el Señor.
Laetámini, iusti, in Dómino.

Los montes se derriten como cera ante el Señor,
ante el Señor de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
todos los pueblos contemplan su gloria.

R/. Alegraos, justos, con el Señor.
Laetámini, iusti, in Dómino.

Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre.

R/. Alegraos, justos, con el Señor.
Laetámini, iusti, in Dómino.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos;
a ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles, Señor.
Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur;
te gloriósus Apostolórum chorus laudat Dómine.
Aleluya.

Evangelio

El otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro
Lectura del santo Evangelio según san Juan (Jn 20, 1-8)
Gloria a ti, Señor.
El primer día de la semana, María la Magdalena echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

28.XII Santos Inocentes

Primera Lectura

La sangre de Jesús nos limpia de todo pecado
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1Jn 1, 5 - 1Jn 2, 2)
Queridos hermanos:
Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.
Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.
Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.
Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 124, 2-3.4-5.7-8 (R/ 7)
R/.Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

R/. Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas impetuosas.

R/. Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

La trampa se rompió, y escapamos.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra

R/. Hemos salvado la vida,
como un pájaro de la trampa del cazador.
Anima nostra sicut passer
erépta est de láqueo venántium.

Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya, aleluya
A ti, oh, Dios, te alabamos, a ti, Señor, te reconocemos;
a ti te ensalza el blanco ejército de los mártires, Señor.
Te Deum laudámus, te Dóminum confitémur;
Te mártyrum candidátus laudat exércitus.
Aleluya.

Evangelio

Herodes mató a todos los niños en Belén
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 2, 13-18)
Gloria a ti, Señor.
Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:
«De Egipto llamé a mi hijo».
Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos.
Entonces se cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos y rehúsa el consuelo, porque ya no viven».
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

29.XII Santo Tomás Becket, obispo y mártir

Primera lectura

Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (2Tm 2, 8-13 - 2Tm 3, 10-12)
Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.
Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús.
Es palabra digna de crédito:
Pues si morimos con él, también viviremos con él; si perseveramos, también reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará.br Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Tú me has seguido en la doctrina, la conducta, los propósitos, la fe, la magnanimidad, el amor, la paciencia, las persecuciones y los padecimientos, como aquellos que me sobrevinieron en Antioquía, Iconio y Listra. ¡Qué persecuciones soporté! Y de todas me libró el Señor. Por otra parte, todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús serán perseguidos.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 34, 2-3.4-5.6-7.8-9
R/. El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor;
que los humildes lo escuchen y se alegren.
El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus
Proclamad conmigo la gradeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias.
El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus
Contempladlo y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias.
El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus
El ángel del Señor
acampa en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor;
dichoso el que se acoge a él.
El Señor me libró de todas mis ansias.
Ex ómnibus terroribus meis erípuit me, Dóminus

Aclamación antes del Evangelio

Mt 5, 6
Aleluya, aleluya, aleluya
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Beáti, qui esúriunt et sítiunt iustítiam,
quóniam ipsi saturabuntur.
Aleluya.

Evangelio

El que pierda su vida por mí, la encontrará
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 24-27)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga.
Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará.
¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.

31.XII San Silvestre I, Papa

Primera lectura

Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño
Lectura del libro del profeta Ezequiel (Ez 34, 11-16)
Esto dice el Señor:
«Yo mismo buscaré mi rebaño y lo cuidaré.
Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había dispersado un día de oscuros nubarrones.
Sacaré a mis ovejas de en medio de los pueblos, las reuniré de entre las naciones, las llevaré a su tierra, las apacentaré en los montes de Israel, en los valles y en todos los poblados del país. Las apacentaré en pastos escogidos, tendrán sus majadas en los montes más altos de Israel; se recostarán en pródigas dehesas y pacerán pingües pastos en los montes de Israel.
Yo mismo apacentaré mis ovejas y las haré reposar –oráculo del Señor Dios–.
Buscaré la oveja perdida, recogeré a la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia».
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial

Sal 23, 1-3.4.5.6
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida;
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
Dóminus pascit me, et nihil mihi déerit.

Aclamación antes del Evangelio

Mc 1, 17
Aleluya, aleluya, aleluya
Venid en pos de mí –dice el Señor–
y os haré pescadores de hombres.
Veníte post me, dicit Dóminus,
et fáciam vos fíeri piscatóres hóminum.
Aleluya.

Evangelio

Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos
Lectura del santo Evangelio según san Mateo (Mt 16, 13-19)
Gloria a Ti, Señor.
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo Jesús preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?». Ellos contestaron:
«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió:
«¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Palabra del Señor. Gloria a Ti, Señor Jesús.