Vida cotidiana y santidad
en la enseñanza de San Josemaría

CAPÍTULO CUARTO
Notas

1 El nervio central es el sentido de la filiación divina (Á. del Portillo, Presentación a "Es Cristo que pasa", p. 13 de la primera edición, Madrid 1973). Cfr. J. Echevarría, Itinerarios de vida cristiana, Barcelona 20012, p. 11.
2 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, en: Id., Naturaleza, Gracia y Gloria, Pamplona 2000, p. 179. Para varios puntos nos inspiramos en este amplio artículo, publicado originalmente en: "Scripta Theologica" 13 (1981) 513-552.
3 Carta 25-I-1961, 54. Cfr. Es Cristo que pasa, 64 y 126; Camino, 265; Forja, 987; Conversaciones, 102.
4 Es Cristo que pasa, 126.
5 Carta 9-I-1959, 60.
6 Conversaciones, 47.
7 Camino, 274.
8 Ibid.
9 Cfr. Es Cristo que pasa, 10.
10 Cfr. A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei. Vida de Josemaría Escrivá de Balaguer, Madrid 1997-2003, vol. I, pp. 388-392.
11 Ibid., p. 388.
12 Apuntes íntimos, 296 (texto citado en A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. I, p. 388).
13 Ibid., 334 (texto citado en A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. I, p. 389).
14 Instrucción, mayo 1935/septiembre 1950, nota 28.
15 Carta 9-I-1959, 60.
16 Cfr. A. Léonard, Expérience spirituelle, en: AA.VV., Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, 4 (1960) col. 2004-2005. La bibliografía sobre la noción de "experiencia" en la vida espiritual es muy amplia en el siglo xx, sobre todo a partir de la obra de J. Mouroux, L'expérience chrétienne: introduction à une théologie, Paris 1952, 376 pp.
17 ...cognitio Dei experimentalis (San Buenaventura, In III Sent., d. 35, q. 2, c).
18 Alia autem est cognitio divinae bonitatis seu voluntatis affectiva seu experimentalis, dum quis experitur in seipso gustum divinae dulcedinis et complacentiam divinae voluntatis, sicut de Hierotheo dicit Dionysius, II cap. De div. Nom. (Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 97, a. 2, ad 2).
19 Carta 8-XII-1949, 41. El texto completo se encuentra citado en los párrafos siguientes.
20 Ibid.
21 Cfr. J.L. Illanes, Experiencia cristiana y sentido de la filiación divina, en: "PATH" 7/2 (2008) 474. Más adelante citaremos algunos textos en los que se percibe su reflexión sobre la doctrina de san Pablo.
22 Carta 8-XII-1949, 41.
23 Carta 9-I-1959, 60.
24 San Juan de la Cruz, Subida al Monte Carmelo, II, 10, 4.
25 Ibid.
26 Ibid.
27 Ibid. Según San Juan de la Cruz, la esfera sensitiva y sus potencias no pueden esencialmente y propiamente gustar los bienes espirituales, porque no tienen la capacidad proporcionada, ni en esta vida ni en la futura (Cántico espiritual, 40, 5).
28 Cfr. M. Canévet, Sens spirituel, en: AA.VV., Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, 14 (1989) col. 598-617; J. Mouroux, L'expérience chrétienne, cit., cap. 10 (Le sentir spirituel), pp. 281-323.
29 A. Stolz, Teologia della mistica, Brescia 19472, p. 192.
30 Cfr. M. Canévet, Sens spirituel, cit. 604-611.
31 Es Cristo que pasa, 103.
32 El ojo de la carne no puede alcanzar la visión de la esencia (de Dios); por tanto, para que le sea otorgado un descanso congruente a la visión beatífica, verá la Divinidad en sus efectos corporales, en los que aparecerán manifiestamente los indicios de la divina majestad: principalmente, en la carne de Cristo; y después, en los cuerpos de los santos; y luego en todos los otros cuerpos. Por tanto, será preciso que también los otros cuerpos reciban un mayor influjo de la divina bondad: pero no cambiando su naturaleza, sino añadiéndoseles la perfección de una cierta gloria. Y esto será la renovación del mundo; de donde sucederá a la vez que se renovará el mundo y el hombre será glorificado (nto Tomás de Aquino, In IV Sent., d. 48, 2, a. 1, c).
33 Carta 9-I-1959, 60.
34 Escribe "Abba!" sin acento, como hace la Vulgata en Mc 14, 36, Rm 8, 15 y Ga 4, 6 al transcribir el término arameo que el texto griego vierte como Abba. En cambio, cuando cita traducciones al castellano suele escribir Abbá!, con acento, como es usual en numerosas versiones.
35 Un interesante estudio bíblico puede verse en M.Á. Tábet, La oración de Jesús: "Abbá, Padre" (Mc 14, 36), en: AA.VV., El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo (XX Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra), Pamplona 2000, pp. 63-71.
36 J. Jeremias, Kennzeichen der ipsissima vox Jesu, en: A. Wikenhauser (dir.), Synoptische Studien, München 1953, pp. 86-89. Cfr. Id., Neutestamentliche Theologie. I. Die Verkündigung Jesu, Gütersloh 1971. La tesis de Jeremias ha sido aceptada por numerosos exegetas. Cfr. J. Schlosser, Le Dieu de Jésus: étude exégétique, Paris 1987, 281 pp.
37 Es Cristo que pasa, 64.
38 Carta 9-I-1959, 60.
39 Amigos de Dios, 143.
40 Es Cristo que pasa, 66.
41 Cfr. H. Schlier, La lettera ai Romani, Brescia 1982, pp. 417 s.
42 Es Cristo que pasa, 64.
43 Amigos de Dios, 95.
44 Á. del Portillo, Mons. Escrivá de Balaguer, instrumento de Dios (discurso en la Universidad de Navarra, 12-VI-1976), en: AA.VV., Una vida para Dios, Madrid 1992, p. 39.
45 Es Cristo que pasa, 118; cfr. 131.
46 Cfr. CEC, 292.
47 Cfr. Casalini, I misteri della fede. Teologia del Nuovo Testamento, Jerusalem 1991, pp. 212-213. En la misma línea, A. Vanhoye, Lettera ai Galati. Nuova versione, introduzione e commento, en: AA.VV., I Libri Biblici. Nuovo Testamento, vol. 8, Milano 2000, p. 109.
48 Es Cristo que pasa, 133.
49 Ya vimos en la Parte preliminar, sección II.2 a), cómo distingue san Josemaría entre gracia creada habitual (gracia santificante) y gracia increada (el Espíritu Santo), y cómo usa los textos de san Cirilo de Alejandría, excluyendo una causalidad formal o "quasi-formal" del Paráclito en la elevación sobrenatural. Nos parece que lo más conforme con su doctrina espiritual es considerar la elevación sobrenatural, en su conjunto, como una adopción filial. La infusión de la gracia creada, participación en la naturaleza divina, da el "ser formal" (accidental) de la nueva criatura. El Espíritu Santo funda ese nuevo modo de ser sobrenatural con su presencia propia de inhabitación en el alma, es decir con su presencia en cuanto enviado por el Padre y el Hijo que también inhabitan en el cristiano que vive vida sobrenatural.
50 Es Cristo que pasa, 87.
51 H. Schlier, La Lettera ai Romani, cit., p. 419.
52 J. Galot, Adozione divina, en: AA.VV. (L. Borriello, dir.), Dizionario di mistica, Ciudad del Vaticano 2000, p. 55.
53 Nos referimos a J. Bellamy según el cual, en los primeros siglos, el dogma de la filiación divina era tan conocido y, por así decir, tan popular entre los fieles, que los Padres se servían de él como base de argumentación para mostrar otros dogmas, con ocasión de las herejías de Arrio y de Macedonio. Véase sobre todo san Cirilo de Alejandría (PG 75, col. 610, 1086, 1087, 1098, 1122, etc.). Por lo demás, les entusiasmaba resaltar la excelencia y la sublimidad de la adopción sobrenatural. Para ellos era tema de consideraciones elevadas y a la vez prácticas (Adoption surnaturelle, en: AA.VV., Dictionnaire de Théologie Catholique, 1 (1909) col. 426).
54 Cfr. ibid. El autor incluye una extensa serie de referencias patrísticas sobre este punto.
55 San Juan Crisóstomo, Sermones panegyrici in solemnitates D. Iesu Christi, hom. 1, De Sancta Pentecoste, 3-4 (citado en Es Cristo que pasa, 131).
56 Carta 9-I-1959, 60.
57 Forja, 430. La anotación manuscrita de la que procede este punto de Forja, se encuentra en Apuntes íntimos, 864, del 8-XI-1932 (AGP, P01 1991, pp. 507 s.).
58 Cfr. A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. I, cap. VI, especialmente las pp. 335-337 (dificultades relacionadas con su situación de sacerdote de una diócesis –la de Zaragoza– distinta de la de residencia –la de Madrid–, en la que resultaba muy arduo obtener permiso de la autoridad eclesiástica para permanecer en ella), pp. 351-366 (sobre la dura persecución religiosa en España, con incendios de iglesias y numerosos mártires), y pp. 394-404 (sobre la apurada situación material en la que se encontraban su madre y sus hermanos), etc.
59 Apuntes de una meditación, 28-IV-1963 (AGP, P01 XII-1963, pp. 12-13).
60 Via Crucis, I Estación, 1.
61 Apuntes de una meditación, 28-IV-1963 (AGP, P01 XII-1963, pp. 12-13).
62 J.-M.R. Tillard, Comunione, en: J.-Y. Lacoste (dir.), Dizionario critico di Teologia, Roma 2005, p. 320.
63 Via Crucis, XI Estación. La referencia a Ga 2, 19 está implícita en el "me clavo en la Cruz", que corresponde al "estoy crucificado con Cristo".
64 Ibidem, Via Crucis, XIV Estación. También aquí la referencia a Ga 2, 20 está implícita en el "morir... para que Cristo viva en nosotros", que corresponde al "no soy yo quien vive, sino que Cristo vive en mí".
65 Según Albert Vanhoye, la frase vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (Ga 2, 20) completa la perspectiva [del versículo anterior]. Pablo, que afirma haber padecido la muerte (Ga 2, 19), precisa ahora que vive, pero vive como muerto resucitado: muerto al propio yo, vivo por Cristo. La muerte al propio yo se añade a la muerte a la ley y demuestra que la ruptura con la ley no debe entenderse en el sentido de una emancipación que abriría paso al egoísmo y al libertinaje. Al contrario, se trata de renunciar al propio yo para dejar todo el espacio a la vida de Cristo que es una vida de amor generoso (Lettera ai Galati. Nuova versione, introduzione e commento, cit., p. 71. La cursiva es nuestra). Del mismo modo, para Juan Leal "la aplicación a la mortificación ascética no es extraña al texto [de Ga 2,19] (...). En el bautismo muere todo lo que es pecado, pero las pasiones y concupiscencias que llevan al pecado y nacen de él, van muriendo conforme se progresa en la vida cristiana" (Carta a los Gálatas. Traducción y comentario por Juan Leal, en Aa.Vv., La Sagrada Escritura. Texto y comentario por profesores de la Compañía de Jesús. Nuevo Testamento, vol. II, Madrid 1962, pp. 614-615).
66 Apuntes de una meditación, 28-IV-1963 (AGP, P01 XII-1963, pp. 13-14).
67 Via Crucis, XIV Estación, 2.
68 A. Vanhoye, Lettera ai Galati, cit., p. 72.
69 Ibid.
70 Entre los comentarios clásicos, contemporáneos a san Josemaría, puede verse, p.ej., J. Leal, Carta a los Gálatas. Traducción y comentario, en: AA.VV., La Sagrada Escritura, vol. II, Madrid 1972, pp. 614-616. Entre los más recientes, cfr. R.N. Longenecker, Galatians, en: AA.VV. (D.A. Hubbard -G.W. Barker, eds.), Word Biblical Commentary, vol. 41, Dallas 1990, pp. 92-93.
71 Carta 8-XII-1949, 41.
72 Es Cristo que pasa, 30.
73 Es Cristo que pasa, 100.
74 Carta 11-III-1940, 8.
75 Cfr. San Agustín, Confessiones, 10, 37-40, y passim.
76 Cfr. San Francisco de Asís, Paráfrasis del Padrenuestro, 7-8.
77 Cfr. San Juan de la Cruz, Cántico espiritual, 27, 1.
78 Cfr. Santa Teresa de Lisieux, Historia de un alma, 1, 14; 9, 56; 10, 26; etc.
79 Pueden verse diversos testimonios de santos en D. de Pablo Maroto, Experiencia mística de la paternidad de Dios, en: AA.VV., El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Pamplona 2000, pp. 547-558. Cfr. también J. Sesé, La conciencia de la filiación divina, fuente de vida espiritual, en: ibid., pp. 495-517.
80 Carta 9-I-1959, 60.
81 San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, III, 19, 1.
82 San Cirilo de Alejandría, Thesaurus de sancta et consubstantiali Trinitate, 33.
83 Cfr. San Agustín, Sermo 185, 3.
84 Una síntesis de estas posturas puede verse en A. Aranda, Identità cristiana: i fondamenti, Roma 2007, pp. 220-227.
85 Cfr. también San Ignacio de Antioquía, Ep. ad Smyrnaeos, 1-3; Ep. ad Trallianos, 9.
86 Cfr. A. Grillmeier, Jesus der Christus im Glauben der Kirche, vol. I, Freiburg 1979, pp. 187 ss.; A. Orbe, Cristología gnóstica. Introducción a la soteriología de los siglos II y III, Madrid 1976, vol. I, pp. 380-412.
87 B. Studer, Docetismo, en: AA.VV., Dizionario patristico e di antichità cristiane, vol. I, Casale Monferrato 1983, p. 1001.
88 Cfr. Conversaciones, 113 y 121; Amigos de Dios, 74.
89 Congr. para las Causas de los Santos, Decreto sobre el ejercicio heroico de las virtudes del Siervo de Dios Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador del Opus Dei, 9-IV-1990, §3: AAS 82 (1990) 1451.
90 Apuntes de una meditación, 25-XII-1972 (AGP, P09, p. 188).
91 Es Cristo que pasa, 12.
92 Es Cristo que pasa, 109.
93 Amigos de Dios, 201 (remite al Símbolo Quicumque).
94 K. Adam, Jesus Christus, Augsburg 1934, cap. I.
95 Conferencia Episcopal Alemana, Katholischer Erwachsenenkatechismus. Das Glaubensbekenntnis der Kirche, Kevelaer 1985, p. 216. Cfr. también DS 355, 358, 414.
96 Es Cristo que pasa, 180.
97 Amigos de Dios, 274.
98 Una exposición de Teología dogmática con un planteamiento que facilita la reflexión de Teología espiritual puede verse en: F. Ocáriz – L.F. Mateo-Seco –J.A. Riestra, El misterio de Jesucristo, Pamplona 1991, cap. III (pp. 136 ss.).
99 Amigos de Dios, 178.
100 Unas palabras de San Pedro Crisólogo sugieren la misma idea: Ergo quod Creator in creatura sua, quod Deus invenitur in carne, creaturae honor est, non est Creatoris iniuria (Sermo 148: PL 52, 596).
101 Es Cristo que pasa, 112.
102 Conversaciones, 55.
103 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 24, a. 3, ad 2.
104 En el capítulo 7º se estudiará la santificación del trabajo y de las demás actividades temporales.
105 M.J. Soto Bruna, Elegidos antes de la creación del mundo. Verbo e imagen en la doctrina del Beato J. Escrivá de Balaguer sobre la persona humana, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. III, p. 30.
106 Amigos de Dios, 73.
107 Es Cristo que pasa, 61. En otro momento, contemplando a Jesús que siente hambre y busca alimento en una higuera (cfr. Mt 21, 18), comenta: Tenía hambre. ¡El Hacedor del universo, el Señor de todas las cosas padece hambre! ¡Señor, te agradezco que –por inspiración divina– el escritor sagrado haya dejado ese rastro en este pasaje, con un detalle que me obliga a amarte más, que me anima a desear vivamente la contemplación de tu Humanidad Santísima! Perfectus Deus, perfectus homo (Símbolo Quicumque), perfecto Dios, y perfecto Hombre de carne y hueso, como tú, como yo (Amigos de Dios, 50).
108 Es Cristo que pasa, 121.
109 Es Cristo que pasa, 122. Cfr. 1Tm 2, 4; Tt 2, 13; 2P 1, 1.
110 Es Cristo que pasa, 106. Cfr. Es Cristo que pasa, 122; Amigos de Dios, 256.
111 Es Cristo que pasa, 106.
112 El término "mundo" tiene aquí la acepción negativa de "pecado en el mundo" (cfr. Rm 5, 12). Ya hemos hecho notar otras veces que en san Juan –lo mismo que en otros libros de la Sagrada Escritura– hay también un significado positivo de "mundo" como creación de Dios (cfr. Jn 3, 16).
113 Al término del segundo milenio, la Iglesia ha vuelto de nuevo a ser Iglesia de mártires (Juan Pablo II, Carta ap. Tertio millennio adveniente, 10-XI-1994, 37). En la Carta Novo millennio ineunte, 6-I-2001, vuelve a recordar el gran número de mártires cristianos en el siglo xx, y comenta: la Iglesia ha encontrado siempre, en sus mártires, una semilla de vida. Sanguis martyrum, semen christianorum (Tertuliano, Apol., 50, 13: PL 1, 534). Esta célebre "ley" enunciada por Tertuliano, se ha demostrado siempre verdadera ante la prueba de la historia. ¿No será así también para el siglo y para el milenio que estamos iniciando? (n. 41).
114 Carta 30-IV-1946, 46.
115 Cfr. Casalini, I misteri della fede. Teologia del Nuovo Testamento, cit., pp. 363-364.
116 Cfr. G.F. Hawthorne, Philippians, en: AA.VV., Word Biblical Commentary, vol. 43, Texas 1983, pp. 85-86 y 89.
117 Cfr. J. Gnilka, La lettera ai Filippesi, en: AA.VV., Commento teologico al Nuovo Testamento, vol. X/3, Brescia 1972, pp. 210 y 217-219.
118 En el capítulo 5º, apartado 2.2, se hablará más ampliamente de este tema.
119 Camino, 283.
120 L. Scheffczyk, Die Heilsverwirklichung in der Gnade, en: L. Scheffczyk – A. Ziegenaus, Katholische Dogmatik, vol. VI, Aachen 1998, p. 309.
121 Carta 2-II-1945, 11. Las palabras "como pide nuestra vocación" se refieren a la llamada específica al Opus Dei, pero se pueden aplicar en general a la vocación a la santidad en medio del mundo.
122Señalamos algunos textos, marcando en negrita los que san Josemaría cita con más frecuencia: a) En los sinópticos, cfr. Mt 5, 45; Mt 6, 9.26; Mt 10, 29; Mt 16, 17; Mt 18, 10.14.19; Mt 23, 9;Mc 8, 38; Mc 11, 25; Mc 13, 32; Mc 14, 36; Lc 2, 49; Lc 6, 36; Lc 10, 21-22; Lc 11, 2.13; Lc 12, 30.32; Lc 15, 11 ss.; Lc 22, 29.41; Lc 23, 34.36; Lc 24, 49 etc. b) En san Juan, cfr. Jn 1, 12-13; Jn 3, 3-5.14-15; Jn 8, 28; Jn 11, 52; Jn 12, 32.36; Jn 14, 7.23; 1Jn 2, 29; 1Jn 3, 1-3; 1Jn 4, 7.8.16; 1Jn 5, 1-5; etc. c) En san Pablo los pasajes son muy numerosos; además de los que hablan del ser o de la vida del cristiano "en Cristo", cfr., principalmente, Rm 8, 14-30; Ga 2, 20; Ga 3, 26-27; Ga 4, 4-7;; Ef 1, 4-5.
123 Cfr. J.-H. Nicolas, Les profondeurs de la grâce, Paris 1969, p. 59; I.-H. Dalmais, Divinisation (II. Patristique grecque), en: AA.VV., Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, 3 (1957) col. 1387.
124 Ch. Baumgartner, Grâce, en: AA.VV., Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, 6 (1967) col. 718. Según este autor, la idea se encuentra implícita ya en Ignacio de Antioquía, explícita en Ireneo, y gobierna en particular el pensamiento de Atanasio y de Cirilo de Alejandría (ibid.).
125 Después de distinguir entre la generación del Hijo de la sustancia del Padre y la creación del hombre, enseña que Dios nos ha justificado deificándonos: haciéndonos hijos suyos. Manifestum est ergo, quia homines dixit deos, ex gratia sua deificatos, non de substantia sua natos. (...) Iustificando, filios Dei facit. Dedit enim eis potestatem filios Dei fieri (Io 1, 12). Si filii Dei facti sumus, et dii facti sumus: sed hoc gratiae est adoptantis, non naturae generantis (San Agustín, Enarrationes in Psalmos 49, 2: PL 36, 565). Cfr. Id., Contra Faustum, III, 3, 2: PL 42, 215; Ep. 140 ad Honoratum, 4, 10: PL 33, 541).
126 Cfr. G. Bardy, Divinisation (III. Chez les Pères latins), en: AA.VV., Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, 3 (1957) col. 1395 s.
127 Cfr., principalmente, In III Sent., d. 10, q. 2; S.Th. I, q. 33, a. 3; III, q. 23.
128 S. Hahn, Grace and Conversion in the Writings of Blessed Josemaría, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. V/1, pp. 115-118.
129 Cfr. Conc. de Trento, Sessio V: Decr. de peccato originali: DS 1515.
130 La gratia gratum faciens, en santo Tomás, o lo que después se llamará "gracia santificante", o también "gracia de la justificación".
131 Conc. de Trento, Sessio VI: Decr. de iustificatione: DS 1524; cfr. DS 1515, 1529, 1531.
132 Ch. Baumgartner, Grâce, cit., col. 711. Según G. Biffi el problema venía de antes: [La teología escolástica] a partir del siglo XIV, al poner en el centro de sus indagaciones el concepto de "gracia accidental" [o "gracia creada"], terminó por no dar a la "gracia increada" (la inmanencia de las tres Personas divinas en el justo) toda la atención que se merecía (L'enigma dell'uomo e la realtà battesimale, Torino 2006, p. 58). A continuación, el autor propone recuperar la visión dominante de la escolástica precedente que partía de la inhabitación del Espíritu Santo también para justificar la existencia de una "novedad sobrenatural" inherente a todo bautizado (ibid.). Se refiere a la visión de Alejandro de Hales, de san Buenaventura y de santo Tomás (en este último caso, remite a In II Sent., d. 26. q. 1, a. 1).
133 De hecho, la doctrina sobre la filiación divina adoptiva está poco presente incluso en el Catecismo Romano. Véase lo que dijimos al respecto en la Parte preliminar, sección II.3. En cambio, en el Catecismo de la Iglesia Católica se encuentra de nuevo en primer plano a lo largo de todo el texto.
134 La filiación divina sobrenatural y la gracia santificante son realidades inseparables pero distintas: la filiación divina es una propiedad personal (Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 23, a. 4, c), que eleva a la persona, mientras que la gracia eleva su naturaleza. La distinción metafísica entre persona y naturaleza –necesaria para hablar del misterio de Cristo: una Persona divina en dos naturalezas, la divina y la humana–, es imprescindible también para hablar del cristiano: persona humana elevada a la dignidad de hijo de Dios, con su naturaleza humana elevada por la participación en la naturaleza divina. En el capítulo siguiente, en el contexto de la libertad humana, veremos la idea (que seguimos aquí) de que el constitutivo esencial de la personalidad es el actus essendi (como acto intensivo de ser). Adelantamos que esta comprensión de la metafísica tomista no es la única posible dentro del marco general del tomismo.
135 Una vía para aclarar esta cuestión es considerar el paralelismo entre la creación del hombre (la constitución en su ser natural) y la "re-creación" (la elevación sobrenatural), que lleva a descubrir una cierta correspondencia de la relación entre "forma" y "esse" que se da en los dos casos. Por la creación Dios constituye las cosas en su ser natural mediante una forma natural recibida en la misma cosa creada, y también en la elevación Dios constituye el alma en un nuevo ser (esse gratiae) mediante una forma creada (la gracia) (Santo Tomás de Aquino, In I Sent., q. 1, a. 1, ad 3). En ambos casos forma dat esse (De Veritate, q. 5, a. 8, ad 10), o lo que es lo mismo, esse consequitur formam (S.Th. I, q. 9, a. 2, c). En el caso de la creación, la expresión significa que la forma natural determina el modo de ser, y también que recibe y limita el acto de ser. En el caso de la re-creación sólo significa lo primero: la forma "gracia" determina el modo de ser sobrenatural que es el "ser hijo de Dios". En este sentido se dice que "por la gracia somos hechos hijos de Dios". La filiación divina es el mismo modo de ser sobrenatural de quien recibe la gracia santificante. Sobre este punto pueden verse las interesantes reflexiones de F. Ocáriz, Naturaleza, Gracia y Gloria, cit., pp. 95-100.
136 Según S. Lyonnet, cuando San Pablo habla de la filiación adoptiva divina no toma el término "adopción" de la legislación grecorromana, como afirman otros autores, o al menos no lo toma exclusivamente de ahí, sino del Antiguo Testamento, donde Yaveh adopta como hijo al pueblo de Israel (cfr. Esd 4, 22; Os 11, 1; Is 63, 7-16; Jr 3, 19; Sb 8, 13; etc.), el pueblo de la Alianza (cfr. Quaestiones in Epistolam ad Romanos, II, Roma 1956, p. 19). En el Nuevo Testamento la adopción del cristiano se encuentra en el marco de la Nueva Alianza que implica una nueva participación en la vida divina.
137 Cfr. H. Rondet, Gratia Christi: essai d'histoire du dogme et de théologie dogmatique, Paris 1948, p. 340.
138 Ya hicimos notar en la Parte preliminar, sección II.2.b), que la primera edición castellana de Die Mysterien des Christentums (publicada originalmente en Freiburg i. Br. en 1865), es sólo de 1950.
139 Cfr. E. Mersch, Filii in Filio, en: "Nouvelle revue théologique" 65 (1938) 551-582; 681-702; 809-830.
140 Cfr. S. Dockx, Fils de Dieu par grâce, Paris 1948, 147 pp.
141 En la medida en que se pueda decir que los diccionarios de Teología reflejan los intereses teológicos de una época, es significativo señalar que en el amplio léxico dirigido por K. Rahner (AA.VV., Sacramentum mundi. Theologisches Lexikon für die Praxis, 4 vols., Freiburg 1967-69) no existen las voces "filiación divina", "adopción", "hijos de Dios", ni hemos visto otras que traten de la filiación adoptiva con algún detenimiento. Tampoco se le dedica especial atención dentro de voces como "gracia", "santidad" y "bautismo". Algo semejante sucede en la enciclopedia teológica dirigida por P. Eicher (AA.VV., Neues Handbuch theologischer Grundbegriffe, München 1984-85). El concepto no ocupa en estas obras un puesto de relieve.
En el clásico Dictionnaire de Théologie Catholique (iniciado bajo la dirección de A. Vacant; consta de 18 vols. publicados entre 1908 y 1972) no existe la voz "filiación divina" pero sí la equivalente "adoption surnaturelle", aunque el tema no se trata con la extensión que cabría esperar (cfr. ibid., vol. I (1925) col. 425-437); también hay una breve referencia a la filiación divina en la voz "Grâce" (cfr. ibid., vol. VI/2 (1925) col. 1613-1615). En el Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique (13 vols. publicados entre 1937 y 1994, iniciados bajo la dirección de M. Viller), tampoco hay una voz dedicada a la filiación divina; en este caso, la voz adoption divine está vacía y remite a "Divinisation" y a "Grâce". Dentro de esta última hay un apartado dedicado a la filiación adoptiva (cfr. ibid., 1 (1965) col. 708-726, de Ch. Baumgartner).
Algunos diccionarios recientes, mucho más breves que los señalados, dedican al tema una atención proporcionalmente mayor. Por ejemplo, el Dictionnaire Théologique de L. Bouyer (Paris 1990; voces "Adoption surnaturelle" y "Filiation"); el Dizionario enciclopedico di spiritualità, dirigido por E. Ancilli (3 vols., Roma 1990; voz "Adozione divina"); el Dizionario di Teologia fondamentale, dirigido por R. Latourelle (Assisi 1990; voz "Abbá"). La obra de este género que trata el tema con más amplitud (siempre en términos proporcionales a la extensión total) es el reciente Diccionario de Teología dirigido por C. Izquierdo, Pamplona 2006 (voz "Filiación divina", pp. 415-420, de A. Aranda).
Entre las obras de Teología moral que dan relieve a la filiación adoptiva, señalamos: E. Colom -Á. Rodríguez Luño, Scelti in Cristo per essere santi: elementi di teologia morale fondamentale, Roma 20033, 425 pp.; R. Tremblay – S. Zamboni (dir.), Figli nel Figlio. Una teologia morale fondamentale, Bologna 2008, 429 pp.
142 Beato Columba Marmión, Le Christ dans ses mystères, Maredsous 1919, 495 pp. Cfr. también, del mismo autor, Le Christ, idéal du prêtre, Maredsous 1922, 392 pp.
143 Id., Jesucristo en sus misterios, III, 6 (p. 52 en la edición española de Editorial Litúrgica, Barcelona 1948).
144 Cfr. A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. I, pp. 405 y 415, donde cita Apuntes íntimos, 307 y 562 (del 2-X-1931 y del 14-I-1932, respectivamente).
145 Apuntes íntimos, 560, 13-I-1932; texto citado en P. Rodríguez, Santo Rosario. Edición crítico-histórica, Madrid, 2010, p. 82.
146 P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de "Camino", cit., p. 945.
147 J.L. Illanes, Experiencia cristiana y sentido de la filiación divina, cit., p. 468. Según este autor, el hecho se explica porque en los primeros años treinta y paralelamente a la experiencia que le condujo a la honda percepción de la realidad de la filiación divina y a la vivencia de su sentido, se dio en el Fundador del Opus Dei lo que uno de los estudiosos de su pensamiento, Pedro Rodríguez, ha calificado de "eclosión de la infancia espiritual" (Edición crítico-histórica de "Camino", cit., p. 944) (ibid.).
148 Ibid., p. 469.
149 Apuntes de la predicación, 25-VIII-1968 (AGP, P01 XI-1968, p. 27).
150 Apuntes de la predicación, 20-XII-1974 (AGP, P01 XII-1974, pp. 29-30).
151 Entre los estudios de teología sistemática mencionamos: A. García Suárez, La primera persona trinitaria y la filiación divina adoptiva, en: AA.VV., XVIII Semana española de Teología, Madrid 1961, pp. 69-114; F. Ocáriz, Hijos de Dios en Cristo. Introducción a una teología de la participación sobrenatural, Pamplona 1972, 162 pp.; R. García de Haro, Cristo, fundamento de la moral: los conceptos básicos de la vida moral en la perspectiva cristiana, Barcelona 1990, 190 pp.; A. Aranda, Llamados a ser hijos del Padre. Aproximación teológica a la noción de filiación divina adoptiva, en: AA.VV., El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, cit., pp. 251-272.
152 Cfr. C. Bermúdez Merizalde, Hijos de Dios uno y trino por la gracia. La filiación divina, fundamento y raíz de una espiritualidad, en: "Annales Theologici" 7/2 (1993) 347-368; Id., Hijos de Dios Padre en la vida cotidiana. El sentido de la filiación divina en las enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, en: "Pensamiento y cultura" 1 (2002) 155-167; J. Burggraf, El sentido de la filiación divina, en: AA.VV., Santidad y mundo, Pamplona 1996, pp. 109-127; M.C. Calzona, Filiación divina y cristiana en el mundo, en: AA.VV., La misión del laico en la Iglesia y en el mundo, Pamplona 1987, pp. 299-308; J.L. Illanes, Filiación divina: ontología y vivencia existencial, en: AA.VV., El Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, cit., pp. 537-545; F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit.; F.J. Sesé, La conciencia de la filiación divina, fuente de vida espiritual, en: "Scripta Theologica" 31 (1999) 471-493; J. Stöhr, La vida del cristiano según el espíritu de filiación divina, en: "Scripta Theologica" 24 (1992) 879-893.
En los últimos años han visto la luz también varias obras de espiritualidad sobre este tema: p.ej., F. Fernández Carvajal – P. Beteta, Hijos de Dios: la filiación divina que vivió y predicó el beato Josemaría Escrivá, Madrid 1995, 239 pp.; M. Eguíbar, Vida de infancia espiritual, Madrid 2006, 172 pp.; A. Mardegan, Tra le braccia del Padre: scritti scelti sulla paternità divina, Genova 2000, 186 pp. (antología de textos de san Josemaría, con un interesante estudio preliminar de 44 pp.).
153 Es Cristo que pasa, 64.
154 Es Cristo que pasa, 133.
155 Carta 19-III-1967, 93.
156 Es Cristo que pasa, 103.
157 Es Cristo que pasa, 48. Cfr. Ef 2, 19.
158 Es Cristo que pasa, 160. Cfr. Jn 1, 12-13; 2P 1, 4.
159 Carta 2-II-1945, 8.
160 Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 33, a. 3, c; cfr. S.Th. III, q. 32, a. 3, c.
160 bis S.Th. III, q. 41, a. 3, c.
161 Carta 19-III-1967, 93. El pasaje del Ordo Missae al que alude se encuentra en una de las oraciones del ofertorio del Misal de San Pío V: Deus, qui humanae substantiae dignitatem mirabiliter condidisti et mirabilius reformasti...
162 Santo Tomás de Aquino, In Ioann. Ev., c. 1, lect. 8. El Aquinate afirma con frecuencia que filiatio adoptionis est participata similitudo filiationis naturalis (S.Th. III, q. 23, a. 4, c; cfr. S.Th. I, q. 33, a. 3, c; S.Th. II-II, q. 45, a. 6, c; III, S.Th. II-II, q. 3, a. 5, c y ad 2; S.Th. II-II, q. 24, a. 3, c; In Ep. ad Rom., c. VIII, lect. 6; In Ioann. Ev., c. I, lect. 8; etc.). Sobre la filiación divina como participación de la Filiación subsistente, cfr. F. Ocáriz, Hijos de Dios en Cristo, cit., pp. 93-111.
163 Cfr. Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 22. Mediante la gracia recibida en el Bautismo, el hombre participa en el eterno nacimiento del Hijo a partir del Padre, porque es constituido hijo adoptivo de Dios: hijo en el Hijo (Juan Pablo II, Homilía, 22-III-1980). Son numerosos los textos de Juan Pablo II en los que menciona esta expresión.
164 S. Hahn, Grace and Conversion in the Writings of Blessed Josemaría, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. V/1, p. 117.
165 Cfr., p.ej., Es Cristo que pasa, 65, 112, 118, 183; Amigos de Dios, 2.
166 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 23, a. 1, c.
167 M.J. Scheeben, Los misterios del cristianismo, Barcelona 19572, pp. 406-407.
168 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 184.
169 Es Cristo que pasa, 86. El texto se refiere a la Misa como acción de las tres Personas divinas, pero la afirmación de la "unidad de la acción eficazmente santificadora de las tres Personas" es de validez general y por eso la aplicamos a la adopción sobrenatural.
170 Filiatio proprie convenit hypostasi vel personae, non autem naturae, unde in prima parte dictum est quod filiatio est proprietas personalis (Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 23, a. 4, c; cfr. De Veritate, q. 29, a. 1, ad 1).
171 Carta 9-I-1932, 29.
172 Es Cristo que pasa, 133.
173 Amigos de Dios, 306.
174 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 191.
175 J. Stöhr, La vida del cristiano según el espíritu de filiación divina, cit., p. 884.
176 Que la Santísima Trinidad esté presente en el hombre no significa, obviamente, que el hombre "contenga" a Dios, como si Dios estuviera circunscrito a un lugar. Puede aplicarse a esta presencia sobrenatural lo que afirma santo Tomás en relación con la presencia de inmensidad (presencia de Dios en todas las criaturas): los seres espirituales contienen a las cosas en las que están, como el alma contiene al cuerpo, y por esto Dios está en las cosas como quien las contiene (Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 8, a. 1, ad 2).
177 Cfr. F. Ocáriz, Hijos de Dios en Cristo, cit., p. 132; Id., Naturaleza, Gracia y Gloria, cit., p. 88. Esta expresión indica que el Hijo es enviado por el Padre al alma para que el hombre sea hijo en el Hijo, mediante el envío del Espíritu Santo. Es decir, tanto el Hijo como el Espíritu Santo son enviados al cristiano ("misiones invisibles") para introducirle en la vida de las procesiones divinas como hijo adoptivo, pero hay un "orden" en estas misiones: para que el Hijo sea enviado, es enviado el Espíritu Santo; o bien: por el envío del Espíritu Santo es enviado también el Hijo. San Josemaría refleja esta misteriosa dinámica cuando escribe, p.ej., que el Espíritu Santo, haciéndonos hermanos de Cristo nos conduce hacia Dios Padre (Conversaciones, 67).
178 Amigos de Dios, 145. Cfr. Lc 11, 2; Forja, 71. Un estudio doctrinal del tema, en sintonía espiritual con san Josemaría, es el de A. García Suárez, La primera persona trinitaria y la filiación divina adoptiva, cit., pp. 69-114.
179 Es Cristo que pasa, 66. Cfr. Rm 8, 29.
180 Exiit enim, non quomodo natus, sed quomodo datus (San Agustín, De Trinitate, V, 14, 15: PL 42, 921).
181 Es Cristo que pasa, 134. El texto es de san Cirilo de Alejandría, Thesaurus de sancta et consubstantiali Trinitate, 34 (PG 75, 609). En el capítulo 6º, nota 20 explicamos que estas palabras no significan que el Espíritu Santo se comunica al cristiano como "forma" suya (no se trata de causalidad formal), pero tampoco es una unión extrínseca.
182 Carta 24-III-1931, 9 (citando S.Th. II-II, q. 24, a. 7, c.; en cursiva en el texto de san Josemaría).
183 Es Cristo que pasa, 136 (a continuación remite a Ga 4, 6 y Rm 8, 15).
184 Es Cristo que pasa, 65.
185 Carta 9-I-1932, 29.
186 Es Cristo que pasa, 21.
187 Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 22.
188 Cfr. Santo Tomás de Aquino, In IV Sent., d. 43, q. 1, a. 2, sol. 1.
189 San Cirilo de Jerusalén, Catecheses, 22, 3 (citado en Es Cristo que pasa, n.87).
190 M.J. Scheeben, Los misterios del cristianismo, cit., pp. 406-407.
191 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 186. 192.
192 La denominación del cristiano como "ipse Christus" aparece, p.ej., en Surco, 166; Forja, 74; Es Cristo que pasa, 11, 96, 104, 107, 115, 120, 121, 183, 185; Amigos de Dios, 6; Conversaciones, 58; Homilía Sacerdote para la eternidad, 13-IV-1973, en: Amar a la Iglesia, Madrid 19862, p. 70; Via Crucis, VI Estación y X Estación, punto 5. La "identificación con Cristo" aparece ya en Consideraciones espirituales, Cuenca 1934, donde se lee: (los santos) no serían santos si cada uno de ellos no se hubiera identificado con Cristo (p. 100). La frase pasó después literalmente al n. 947 de Camino. El origen es una anotación del 24-XII-1931, en Apuntes íntimos, n. 503; y la misma expresión –"identificación con Cristo"– se encuentra en otra anotación del día siguiente, 25-XII-1931, en Apuntes íntimos, n. 511 (cfr. P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de "Camino", cit., ad loc.).
193 Cfr. A. Aranda, "El bullir de la sangre de Cristo". Estudio sobre el cristocentrismo del Beato Josemaría Escrivá, Madrid 2000, pp. 227-254; Id., En torno al "alter Christus, ipse Christus", de S. Josemaría Escrivá, en: AA.VV., Dar razón de la esperanza, Pamplona 2004, pp. 763-793.
194 A. Aranda, "El bullir de la sangre de Cristo", cit., p. 283.
195 Ibid.
196 Cfr. R. Gerardi, "Alter Christus": La Chiesa, il cristiano, il sacerdote, en: "Lateranum" 1 (1981) 116.
197 M.J. Scheeben, Los misterios del cristianismo, cit., p. 400.
198 San Cipriano, De idolorum vanitate, XV: PL 4, 603-604 (en lugar de "imitati" algunas versiones traen "secuti", según la edición de Migne).
199 Cornelio a Lapide, Commentaria in Scripturam Sacram, vol. 18, París 1880, col. 226.
200 San Juan Eudes, Jesús doliente, cap. 21, punto 3 (traducción de Le Cœur admirable, en: Œuvres choisies, t. VIII, Paris 1937, 283 pp.).
201 Cfr. Beato Columba Marmión, Jesucristo vida del alma, Barcelona 1955, p. 39.
202 R. Plus, Cristo en nosotros, Barcelona 19414, p. 2 (orig. francés: Le Christ en nous, Toulouse 1922). Una edición de 1931 de esta obra, se encontraba en la biblioteca que usaba san Josemaría, contigua a su dormitorio, en Roma.
203 Juan Pablo II, Discurso, 1-V-1988; cfr. Id., Homilía, 2-VII-1980; Discurso, 13-III-1982; Homilía, 21-VI-1987.
204 Hay una cierta analogía entre la elevación sobrenatural de la persona humana y el misterio de la Encarnación del Verbo. Este misterio, en efecto, es la asunción (assumptio) de una naturaleza humana por la segunda Persona de la Santísima Trinidad. Al ser asumida, esa naturaleza humana es divinizada, introducida en la Santísima Trinidad como naturaleza humana del Hijo, y se transforma en instrumento unido a la Persona del Verbo para obrar nuestra salvación. Algo análogo se cumple en el misterio de la elevación sobrenatural del hombre. Santo Tomás no tiene inconveniente en describirlo con el mismo término, assumptio: "Assumptio quae fit per gratiam adoptionis, terminatur ad quandam participationem divinae naturae" (Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 3, a. 4, ad 3; cfr. Comp. Theol., II, 4). Ciertamente no utiliza la palabra en el mismo sentido, porque la persona humana no es asumida en la elevación como lo es la naturaleza humana de Cristo, unida hipostáticamente a la naturaleza divina. Pero se puede decir que hay en el cristiano una impronta de este supremo misterio que permite decir que es "otro Cristo". "La Encarnación del Hijo de Dios (...) considerada como asunción de la Naturaleza Humana de Cristo por la Persona divina, podemos contemplarla como la cumbre única y trascendente de la elevación sobrenatural de lo humano" (F. Ocáriz, Naturaleza, Gracia y Gloria, cit., p. 82).
205 K. Koch, Kontemplativ mitten in der Welt. Die Wiederentdeckung des Taufpriestertums beim seligen Josefmaría Escrivá, en: C. Ortiz (dir.), Josemaría Escrivá. Profile einer Gründergestalt, Köln 2002, pp. 318-319.
206 Es Cristo que pasa, 104.
207 Véase, p.ej., el siguiente texto de R. Plus: "Mais "autre Christ", le baptisé peut et doit l'être par bien mieux que cela: par une identification avec Lui qui devrait tendre à devenir la plus intime possible" (Dieu en nous, Toulouse 1919, p. 54). Este autor cita en su apoyo a F. Prat que, comentando Ga 2, 20, habla de "identité mystique" del cristiano con Cristo (Plus no indica dónde; seguramente se refiere a la obra La Teologia di San Paolo, Torino 1961, vol. II, p. 289).
208 Es Cristo que pasa, 103.
209 Cfr. G. Kittel – G. Friedrich, Grande Lessico del Nuovo Testamento, Brescia 1965, vol. I, col. 574-581; G. Bouwman, L'imitazione di Cristo nella Bibbia, Roma 1968, p. 91.
210 Amigos de Dios, 299. Un interesante y sintético comentario de la enseñanza de san Josemaría sobre la noción de imitación de Cristo como identificación con Él puede verse en P. Olivier, La filiation divine: vocation et liberté, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. III, pp. 45-48 ("Filiation divine et imitation du Christ").
211 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 187. Las últimas palabras están tomadas de Michael Schmaus (citaremos el texto más abajo).
212 Carta 9-I-1932, 86. Cfr. Es Cristo que pasa, 120.
213 Es Cristo que pasa, 104. Cfr. Forja, 74.
214 Santo Tomás de Aquino, In III Sent., d. 27, q. 1, a. 1, c.
215 Cfr. ibid.; S.Th. I-II, q. 28, a. 1, c; q. 77, a. 4, ad 4; In VIII Ethic., lect. 1, 6; etc.
216 Es Cristo que pasa, 135.
217 Es Cristo que pasa, 58.
218 Es Cristo que pasa, 106.
219 M. Schmaus, Teología dogmática, vol. V, Madrid 1959, p. 68. Como base de esta afirmación, el autor remite a San Agustín, Enarrationes in Psalmos, 17, 51 y 90, sermo II, 1 (según la numeración de Migne: PL 36, 154 y PL 37, 1159, respectivamente).
220 Cabe recordar que en este tema se han dado algunos errores. P.ej., la siguiente proposición atribuida a Eckhart y condenada por Juan XXII en 1329: "Nosotros nos transformamos totalmente en Dios y nos convertimos en Él. De modo semejante a como en el sacramento el pan se convierte en cuerpo de Cristo; de tal manera me convierto yo en Él, que Él mismo me hace ser una sola cosa suya, no cosa semejante: por el Dios vivo es verdad que allí no hay distinción alguna" (DS 960). No está claro que la proposición, procedente de la predicación de Eckhart en alemán, según parece, refleje realmente su pensamiento, mucho más matizado en sus obras en latín (cfr. el documentado artículo de F. Vernet, Eckhart, en: Aa.Vv, Dictionnaire de Théologie Catholique, 4/2 (1924) col. 2057-2081). En todo caso es erróneo afirmar que no hay distinción alguna entre el cristiano y Cristo.
En el siglo xx, el Magisterio ha tenido que salir al paso de otros errores en este ámbito, como el "pancristismo" que disuelve el ser del cristiano en el de Cristo (cfr. Pío XII, sobre la obra de K. Pelz, Der Christ als Christus: AAS 32 (1940) 502 y AAS 33 (1941) 24). Sobre otras confusiones, cfr. Pío XII, Enc. Mystici Corporis, 29VI-1943: AAS 35 (1943) 234 (DS 3816).
221 De hecho, San Hilario comenta el texto "Yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros", refiriéndolo a la Eucaristía: "Él está en el Padre por su naturaleza divina, mientras que nosotros estamos en Él por su nacimiento humano y Él está en nosotros por la celebración del sacramento [la Eucaristía]. "El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por Mí". Él vive, pues, por el Padre, y de la misma manera que Él vive por el Padre, nosotros vivimos por su carne (...). Cristo, por su carne, habita en nosotros, seres carnales, para que por Él nosotros lleguemos a vivir de modo semejante a como Él vive por el Padre" (De Trinitate, 8,13-16).
222 Jesucristo en cuanto hombre, o por su Humanidad, sólo está sustancialmente presente en el Cielo y en la Eucaristía, no en todas partes, como lo está por su Divinidad. Es clásica la fórmula: "Christus secundum humanitatem in coelo est; secundum divinitatem, ubique" (Hugo de San Víctor, De Sacramentis, lib. II, part. I, c. 13; cfr. Pedro Lombardo, Sent. lib. IV, d. 10, 2). Ya en el Conc. II de Nicea (año 787) la Iglesia rechazó como herética la teoría de que la Humanidad de Cristo no está circunscrita: "Si alguno no admite que Cristo, nuestro Dios, está circunscrito según su Humanidad, sea anatema" (sesión VIII: DS 606). El error de que la Humanidad del Señor está sustancialmente presente en todas partes ha sido designado con el nombre de "ubicuidad" de la Humanidad de Cristo (cfr. A. Michel, Ubiquisme, en: AA.VV., Dictionnaire de Théologie Catholique, 15/2 (1950) col. 2042). En este artículo el autor se refiere sobre todo al error luterano del "ubiquismo" (col. 2034 ss.), sobre la presencia eucarística, que también trata en la voz Hypostatique (Union) del vol. VII, col. 542-549. Hace ver que en el fondo de estas ideas hay un error acerca de la "communicatio idiomatum" en Cristo, que lleva a atribuir a la naturaleza humana lo que es propio de la naturaleza divina, en gran parte por no distinguir bien entre naturaleza y persona.
223 A. Deissmann constató que la expresión aparece 164 veces en las epístolas paulinas (en todas excepto en la Carta a Tito): cfr. Die neutestamentliche Formel "In Christo Iesu", Marburg 1892. La fórmula no siempre tiene un sentido místico, es decir, referido al misterio de la unión del cristiano con Cristo, pero sí en la mayor parte de los casos. Sobre los sentidos de la expresión, cfr. A. Wikenhauser, Die Christusmystik des Apostels Paulus, 2ª ed., Freiburg 1956.
224 Se citan estos textos a modo de ejemplos, sin pretensión de exhaustividad. Como señala Fitzmyer, san Pablo emplea principalmente cuatro preposiciones para indicar distintos aspectos del influjo de Cristo en el cristiano: "dia", "eis", "syn" y "en". La primera ("dia" = por, a través de) generalmente expresa la mediación de Cristo en frases cuyo sujeto es el Padre, como p.ej. 1Ts 4, 14; 5, 9 y Rm 1, 5. La segunda ("eis" = en, con idea de movimiento e inserción) se encuentra sobre todo en el contexto de la fe y del bautismo en Cristo, e indica el comienzo de la condición del cristiano "en Cristo" (cfr. 1Co 10, 2): a partir de su estado original "en Adán" (cfr. 1Co 15, 22) y "en la carne" (Rm 7, 5), el creyente es introducido formalmente "en Cristo" por la fe y el bautismo: eis Christon significa así el movimiento de incorporación a Cristo. La tercera preposición ("syn" = con) significa o bien la identificación del cristiano con los actos redentores de la vida de Cristo (sufrir con Él; ser crucificado con Él; morir con Él; ser sepultado con Él; resucitar con Él; ser glorificado con Él; reinar con Él), o bien la asociación del cristiano a Cristo en la gloria futura, su destino de estar "con Cristo", "con el Señor" (cfr. 1Ts 4, 17; Rm 6, 8 y 8, 32; 2Co 4, 14). Por último, la preposición "en" (= en) ha sido interpretada en el sentido de encontrarse en un "espacio", de modo que "en Christo" viene a significar la inmersión del cristiano en el ámbito o en la atmósfera espiritual, por así decir, de Cristo glorioso y del Espíritu Santo. El uso más frecuente de la expresión "en Cristo" es el que indica la estrecha unión entre Cristo y el cristiano: una inclusión o incorporación que significa una cierta simbiosis o comunidad de vida (cfr. 2Co 5, 17); esta unión vital se expresa también con la fórmula "Cristo en mí" (cfr. Ga 2, 20; 2Co 13, 5; Rm 8, 10; Col 1, 27; Ef 3, 17) (cfr. J.A. Fitzmyer, Teología de San Pablo, Madrid 1975, pp. 175-178).
225 San Ignacio de Antioquía, Ep. ad Ephesios, 9, 2.
226 Orígenes, Comm. in Ev. Ioann., I, 6.
227 San Cirilo de Jerusalén, Catecheses, 21 [Mystagogica 3], 1.
228 San Gregorio de Nisa, De perfecta christiani forma. Este texto figura actualmente en la Liturgia de las Horas bajo el título "Christianus alter Christus" (feria segunda de la XII semana del tiempo ordinario, Ad Officium lectionis).
229 Recogida en PG 43, 439 ss. La homilía se atribuyó por error a san Epifanio de Salamina. Suele datarse en el s. iv (cfr. J. Quasten, Patrología, vol. II, Madrid 1962, p. 413).
230 Hom. Sancto et magno Sabbato: PG 43, 462.
231 San Cirilo de Alejandría, In Ev. Ioann., 10, 2.
232 San Agustín, Sermo 25, 7. In Epistolam Ioannis ad Parthos, 1, 2 (PL 35, 1979).
233 "Ergo gratulemur et agamus gratias, non solum nos christianos factos esse, sed Christum (...). Admiramini, gaudete, Christus facti sumus" (Id., In Ioann. Ev., 21, 8: PL 35, 1568).
234 "Tamquam agnus immaculatus fuso sanguine suo redimens nos, concorporans nos sibi, faciens nos membra sua, ut in illo et nos Christus essemus" (Id., Enarr. in Psalmos, 26, 2, 2: PL 36, 200).
235 "Ideo subiunxit, et ego in ipsis; tamquam diceret, quoniam ego sum et in ipsis. Aliter enim est in nobis tamquam in templo suo; aliter autem quia et nos ipse sumus, cum secundum id quod ut caput nostrum esset, homo factus est, corpus eius sumus" (Id., In Ioann. Ev., 111, 6: PL 35, 1925).
236 Sobre la filiación divina y la configuración con Cristo en la vida espiritual según el pensamiento de santo Tomás, pueden verse las excelentes páginas de J.-P. Torrell, Tommaso d'Aquino, maestro spirituale, Roma 1998, pp. 146-176.
237 Nicolás Cabasilas, De vita in Christo, lib. 1. El texto en griego y en francés (La vie en Christ) se encuentra en: "Sources chrétiennes", 361, Paris 1989. En castellano fue publicado por Ediciones Rialp (La vida en Cristo, Madrid 1952²), en una colección de libros de espiritualidad ("Patmos") que san Josemaría utilizaba habitualmente.
238 Cfr. Santa Teresa de Jesús, Vida, c. 18, 2.14; San Juan de la Cruz, Llama de amor viva, 1 (entre otros muchos textos, en ambos casos).
239 "Un chrétien c'est le Christ vivant sur la terre" (en: M. Dupuy, Vivre pour Dieu en Jésus-Christ (textes de Mr. Olier), Paris 1995, p. 140.
240 San Juan Eudes, Tratado sobre el Reino de Jesús, 3, 4 (orig.: Le Royaume de Jésus [1637], en: Œuvres choisies, t. I [La vie et le royaume de Jésus dans les âmes chrétiennes], Paris 1931, 613 pp.).
241 E. Mersch, Le Corps Mystique du Christ, Paris 19362, vol. II, pp. 376-377.
242 M. Schmaus, Teología dogmática, vol. V, Madrid 1959, pp. 67-68.
243Cfr. Es Cristo que pasa, 102-116.
244 Es Cristo que pasa, 103, 104, 106, 107, 112.
245 Donde "se contiene verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero" (Conc. de Trento, Sessio XIII: Canones de ss. Eucharistiae sacramento, can. 1: DS 1651).
246 Cfr. Carta 19-III-1967, 93 (texto citado más arriba).
247 Cfr. ibid., 58.
248 Cfr. Carta 24-III-1931, 9 (texto citado más arriba; es cita de S.Th. II-II, q. 24, a. 7, c).
249 CEC, 300.
250 Cfr. Sal 138; Santo Tomás de Aquino, In Ioann. Ev., I, 5.
251 Cfr. San Agustín, Super Gen. ad litt., c. 8; Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 7, a. 13, c.
252 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 38, a. 1, S.Th. I, q. 43, a. 5, c.
253 Una exposición más detallada puede encontrarse en J. López Díaz, La identificación con Cristo según Santo Tomás, en: "Excerpta e dissertationibus in Sacra Theologia" (Universidad de Navarra) 44 (2003) 104-127. Cfr. también: F. Ocáriz, Naturaleza, Gracia y Gloria, cit., pp. 95-106.
254 "De plenitudine eius nos omnes accepimus" (Jn 1,16). Santo Tomás comenta este versículo del prólogo de San Juan fijándose en tres diversos significados de la preposición "de": eficiencia, consustancialidad y parcialidad. En primer lugar señala que recibir la gracia "de" Cristo (de su plenitud) significa que Él es causa eficiente de la gracia ("la gracia proviene "de" Cristo como la luz proviene "del" sol", dice santo Tomás en su comentario); en segundo lugar, significa que hay una consustancialidad entre Cristo y nosotros (así como cuando se dice que el Hijo es "del Padre" se afirma que es "de la sustancia del Padre", consustancial a Él, así nosotros al recibir la gracia "de Cristo" somos consustanciales con Él porque recibimos al Espíritu Santo, gracia increada, que es uno y el mismo en Cristo y en nosotros); en tercer lugar, recibir la gracia de la plenitud de Cristo significa que la gracia creada se encuentra en nosotros de modo parcial y limitado, mientras que en Cristo se halla total y plenamente (cfr. In Ioann Ev., c. I, lect. 10). En este comentario, junto con la afirmación de que la Humanidad de Cristo es causa "instrumental", se encuentran todos los elementos necesarios para poder afirmar una presencia virtual permanente de Cristo en el cristiano en gracia, como diremos a continuación.
255 Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 8, a. 1, ad 1. Cfr. San Juan Damasceno, De Fide Orthodoxa, lib. 3, c. 19.
256 Sobre el sentido en que se dice que es infinita la gracia del alma humana de Cristo, cfr. J.A. Riestra, Cristo y la plenitud del Cuerpo Místico, Pamplona 1985, 219 pp.
257 Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 19, a. 1, c.
258 Por tanto, el término "virtual" no se emplea aquí en el sentido en que se habla, p.ej., de "realidad virtual" en el ámbito de la informática donde se toma "virtual" como equivalente a "simulado", "imaginario", etc.
259 Sobre el tema en la doctrina de santo Tomás, cfr. J. Larrú, Cristo en la acción humana, según los comentarios al Nuevo Testamento de Santo Tomás de Aquino, Roma 2004, 515 pp. (especialmente el cap. I: "Cristo en el horizonte de la acción humana como un motus").
260 Cfr. F. Ocáriz, Naturaleza, Gracia y Gloria, cit., cap. IV.
261 Santo Tomás de Aquino, In III Sent., d. 13, q. 2, a. 1, ad 2. El mismo término, traductio, que santo Tomás emplea para referirse a la participación de la gracia de Cristo, lo utiliza para la transmisión de la naturaleza humana de padres a hijos (cfr. Id., In II Sent., d. 20, q. 2, a. 3, ad 3).
262 Id., In III Sent., d. 13, q. 2, a. 1, ad 2.
263 Id., S.Th. I, q. 8, a. 1, c.
264 Id., S.Th. III, q. 48, a. 6, arg. 2.
265 Ibid., ad 2.
266 Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 22. Cfr. Juan Pablo II, Enc. Redemptor hominis, 4-III-1979, 8; Santo Tomás de Aquino, Comp. Theol., I, c. 196; In Ioann. Ev., c. 14, lect. 5.
267 Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 48, a. 6, ad 2. Cfr. ibid., q. 68, a. 1, ad 1.
268 Pío XII, Enc. Mystici Corporis, 29-VI-1943: AAS 35 (1943) 192, 197, 230: DS 3813.
269 Juan Pablo II, Discurso, 24-V-1989, 4.
270 Carta 29-VII-1965, 4.
271 Conversaciones, 14.
272 San Josemaría omite estas últimas palabras en la cita probablemente porque la idea está ya presente en las primeras.
273 Cfr. Santo Tomás de Aquino, Quodlibet. II, q. 2, a. 3; C. Fabro, La nozione metafisica di partecipazione, Torino 1950, pp. 317 ss.; Id., Elementi per una dottrina tomistica della partecipazione, en: "Divinitas" 11 (1967) 559-586.
274 "Es importante dejar constancia de que en un momento histórico en el que social y jurídicamente no era aceptada la igualdad entre el hombre y la mujer, san Josemaría vio con clarividencia que esto era un error" (A. Aparisi Miralles, El feminismo de la complementariedad en el pensamiento de san Josemaría Escrivá, en: AA.VV., Trabajo y espíritu. IV Simposio internacional "Fe y cultura contemporánea", Pamplona 2004, p. 357).
275 Conversaciones, 14. Este texto es de 1968 pero las ideas se encuentran desde mucho antes en la predicación de san Josemaría.
276 Posteriormente esta doctrina ha sido expuesta en documentos magisteriales. En orden cronológico son: Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. In-ter insigniores (sobre la cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial), 15-X-1976; Juan Pablo II, Carta ap. Mulieris dignitatem, 15-VIII-1988, 26-27; CEC 1577; Juan Pablo II, Carta ap. Ordinatio sacerdotalis, 22-V-1994; Congregación para la Doctrina de la Fe, Respuesta acerca de la doctrina de la Carta apostólica Ordinatio sacerdotalis, 28-X-1995.
277 "Character sacramentalis est quaedam participatio sacerdotii Christi in fidelibus eius" (Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 63, a. 5, c). El carácter bautismal, siendo una realidad diversa de la gracia santificante –"aliter est in anima gratia, et aliter character" (ibid., ad 1)– atestigua que el cristiano ha sido hecho hijo de Dios y partícipe de la naturaleza divina por la gracia en el Bautismo. Aunque después perdiera la gracia, queda siempre la impronta indeleble del carácter sacramental que le capacita para ser mediador entre Dios y los hombres y le recuerda y en cierto modo le pide, como al hijo pródigo (cfr. Lc 15, 11 ss.), que vuelva a la casa del Padre para vivir en comunión con Dios. El carácter bautismal permanece sin la gracia santificante pero la evoca o añora y tiende a ella o la "reclama".
278 Homilía Sacerdote para la eternidad, 13-IV-1973, cit., p. 73.
279 Surco, 499; Forja, 369; etc.
280 Cfr. infra, apartado 3.1.2.
281 Cfr. A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. III, p. 772.
282 Vid. las obras citadas al final del apartado 2.1. ("Fuentes y contexto teológico") de este capítulo.
283 Es Cristo que pasa, 64.
284 Carta 25-I-1961, 54.
285 Apuntes de la predicación, 6-VII-1974 (AGP, P04 1974, vol. II, p. 164).
286 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 199.
287 Conversaciones, 102.
288 Amigos de Dios, 26.
289 Forja, 468.
290 Es Cristo que pasa, 31.
291 Como hace notar santo Tomás, es corriente emplear en Teología el término "sentir" para designar la certeza de la percepción intelectual (que por esto se llama también "sentencia"), por analogía con los sentidos corporales, que perciben con certeza su objeto sensible propio (cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 54, a. 5, ad 1).
292 L. Polo, Acerca de la plenitud, en: "Nuestro Tiempo" 162 (1967) 642.
293 Es Cristo que pasa, 10. Por el contexto de estas palabras se ve que san Josemaría está hablando de la piedad de los hijos de Dios para con su Padre. No limita la virtud de la piedad a las manifestaciones de amor y de honra a los padres de esta tierra y a la patria, como hace santo Tomás, que reserva a la virtud de la "religión" el culto a Dios como Creador (cfr. S.Th. II-II, q. 101, a. 1, c); sólo cuando ese culto se dirige, bajo la acción del Espíritu Santo, a Dios como Padre, lo incluye en la "piedad", entendida como don del Espíritu Santo: "exhibere cultum Deo ut Creatori, quod facit religio, est excellentius quam exhibere cultum patri carnali, quod facit pietas quae est virtus. Sed exhibere cultum Deo ut Patri est adhuc excellentius quam exhibere cultum Deo ut Creatori et Domino. Unde religio est potior pietate virtute, sed pietas secundum quod est donum, est potior religione" (cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 121, a. 1, ad 2). Diversos autores tomistas amplían la noción de "virtud de la piedad". Para ellos, su primera acepción es la del culto a Dios como Padre (cfr. D.M. Prümmer, Manuale Theologiae moralis, Barcelona 1945, vol. II, 569). Para san Josemaría, la virtud de la piedad no tiene por objeto solamente el culto exterior sino, más en general, el trato filial con Dios.
294 Cfr. B. Neunheuser, Pietà, en: AA.VV. (E. Ancilli, dir.), Dizionario enciclopedico di spiritualità, vol. 2, Roma 1990, pp. 1954-1955. El autor de este artículo pone de relieve la extensión de la "piedad", pero no presta atención a su relación con la filiación.
295 Conversaciones, 102.
296 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 121, a. 1, c. Lo estudiaremos en el capítulo 6º, apartado 5.1.
297 Cfr. Carta 9-I-1959, 60 (texto citado al inicio de este capítulo).
298 Amigos de Dios, 92.
299 Consagración al Espíritu Santo, Solemnidad de Pentecostés, 30-V-1971 (AGP, P01 XII-1983, p. 10).
300 "Este espíritu de filiación divina, tan propio de la Obra, es el don de piedad, concedido por el Espíritu Santo" (Á. del Portillo, nota 3 a Instrucción, 19-III1934, 1).
301 Según Santo Tomás, el don de piedad diviniza los actos que proceden de la voluntad: cfr. S.Th. I-II, q. 68, a. 4, c.
302 Santo Tomás relaciona la filiación divina también con el don de sabiduría: "Conformari Deo quadam filiatione divina adoptiva pertinet ad donum sapientiae" (S.Th. I-II, q. 69, a. 4 c). Cfr. C. González Ayesta, El don de la sabiduría según Santo Tomás. Divinización, filiación y connaturalidad, Pamplona 1998, pp. 173-178.
303 En el capítulo 6º, apartado 5, se hablará de los siete dones del Espíritu Santo.
304 Amigos de Dios, 146.
305 Ibid.
306 Consagración al Espíritu Santo, cit.
307 Amigos de Dios, 26.
308 Cfr. apartados 1.2.1 y 1.2.2.
309 Cfr. Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 31. Cfr. 1Co 10, 31.
310 Carta 2-II-1945, 1.
311 Ibid. San Josemaría suele decir que el "eje" o el "quicio" de la vida espiritual es la santificación del trabajo profesional, como estudiaremos en el capítulo 7º; y también afirma, como ya sabemos, que el "fundamento" es el sentido de la filiación divina. Al aplicar ahora estos dos términos a la "mentalidad laical" y al "alma sacerdotal", respectivamente, está indicando, en nuestra opinión, que la primera –la "mentalidad laical"– es esencial a la santificación en medio del mundo y, en particular, a la santificación del trabajo profesional, que es el "eje"; y que la segunda –el alma sacerdotal– es esencial para quien busca la santidad apoyándose en el fundap>mento de la filiación divina. Es decir, no es que la "mentalidad laical" y el "alma sacerdotal" sean otro "quicio" y otro "fundamento" distintos a los de la santificación del trabajo y el sentido de la filiación divina, sino que pertenecen esencialmente a ellos.
312 Monseñor Álvaro del Portillo ha visto reflejada la unión de estos dos rasgos en el mismo sello del Opus Dei, la Cruz inscrita en una circunferencia que representa el mundo: En las enseñanzas de san Josemaría, escribe, "estos dos rasgos se encuentran inseparablemente unidos, como la Cruz en las entrañas del mundo. La Cruz nos recuerda que hemos de identificarnos con Cristo para corredimir con Él: por tanto, que el alma de un hijo de Dios, sacerdote o laico, ha de ser, necesariamente, un alma sacerdotal. Y el mundo es para nosotros el "lugar" de esa identificación: la vida profesional, familiar y social, que todos, laicos y sacerdotes conjuntamente, tratamos de santificar, a través del ejercicio mismo de las actividades temporales o del sacerdocio ministerial, con mentalidad plenamente laical, sin confundir lo humano y lo divino pero sin separarlos, como no hay en Cristo confusión ni separación, sino íntima unión, entre su naturaleza humana y la divina" (Carta pastoral, 9-I-1993: AGP, P17, vol. III, 372).
313 Carta 2-II-1945, 12. En este texto san Josemaría no menciona expresamente el alma sacerdotal, pero está implícita cuando habla de "ser mediadores en Cristo Jesús".
314 Á. del Portillo, Carta pastoral, 9-I-1993 (AGP, P17, 375). Cfr. M. Busca, L'anima sacerdotale del cristiano, Milano 2010, pp. 67 s. Según este autor, "los "sentimientos de Jesús" a los que se refiere san Pablo, y el alma sacerdotal que nos recuerda el fundador del Opus Dei indican sustancialmente la misma realidad, significándola en el primer caso como más presente en nuestro Redentor, y en el segundo como presente en el alma del cristiano" (ibid., p. 68).
315 Apuntes de la predicación: citado por Á. del Portillo, Carta pastoral, 9-I-1993 (AGP, P17, vol. III, 377).
316 Carta 19-III-1954, 7.
317 Á. Rodríguez Luño, "Cittadini degni del vangelo" (Flp 1, 27). Saggi di etica politica, Roma 2005, p. 42 (dentro del capítulo tercero, titulado: La formazione della coscienza in materia sociale e politica secondo gli insegnamenti di san Josemaría Escrivá).
318 Cfr. Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 36.
319 Más en general, la Iglesia reconoce y protege también la libertad de los fieles para ejercer el apostolado. Cfr. CIC, can. 225 y 227).
320 Carta 29-IX-1957, 55. Cfr. P. Donati, Senso e valore della vita quotidiana, cit., pp. 221-263 (en particular pp. 255 ss.: "...verso una nuova "laicità civile"...").
321 Cfr. Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 36 y 56.
322 Carta 9-I-1959, 31.
323 A. Cattaneo, "Anima sacerdotale e mentalità laicale": il rilievo ecclesiologico di un'espressione del Beato Josemaría Escrivá, en "Romana" 34 (2002), p. 179. Cfr. M. Busca, L'anima sacerdotale del cristiano, cit., p. 69.
324 "Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas" (CIC, c. 747). En los escritos de san Josemaría, hay "reflexiones teológico-morales sobre la acción de los cristianos en el terreno social y político, pero no encontramos en ellos lo que comúnmente se entiende por "ideas u opiniones políticas". Este hecho corresponde a una línea de conducta reflexivamente asumida y constantemente respetada" (A. Rodríguez Luño, "Cittadini degni del vangelo" (Flp 1, 27), cit., p. 36 s.).
325 Carta 2-II-1945, 1. Volveremos a tratar de la unión entre "alma sacerdotal" y "mentalidad laical" en el capítulo 7º, apartado 1.5.1. Entonces haremos más hincapié en que la "mentalidad laical" del cristiano necesita del "alma sacerdotal", mientras que ahora nos hemos fijado sobre todo en que el "alma sacerdotal" de un fiel llamado a santificarse en medio del mundo reclama la "mentalidad laical".
326 Véase, por ejemplo, A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. I, cap. IV, pp. 208-216. En general, la compenetración mutua entre "alma sacerdotal" y "mentalidad laical" en la personalidad de san Josemaría está certeramente descrita e ilustrada con sucesos de su vida en el libro de P. Urbano, El hombre de Villa Tevere, Barcelona 2008, 538 pp.
327 Cfr. R. Herrando Prat de la Riba, Los años de seminario de Josemaría Escrivá en Zaragoza (1920-1925), Madrid 2002, pp. 321-374 (Apéndice documental). Algunos testimonios pueden verse también en A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. I, pp. 213-216.
328 A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. I, p. 213.
329 Se trataba de Ricardo Fernández Vallespín: cfr. ibid., p. 538.
330 San Agustín, In Ioann. Ev., 26,4-6.
331 Cfr. Alonso Rodríguez, Ejercicio de perfección y virtudes cristianas, Madrid 19548, parte I, tratado 1º.
332 Carta 25-I-1961, 54.
333 Carta 24-III-1931, 7. Cfr. Mt 7, 24-25.
334 Es Cristo que pasa, 64.
335 Es Cristo que pasa, 65.
336 Surco, 61.
337 San León Magno, Sermo 1 in Nativitate Domini, 3.
338 De hecho, Benedicto XVI ha propuesto este planteamiento a todos los cristianos: "Nuestra gran dignidad consiste en que no sólo somos imagen, sino hijos de Dios. Y esto es una invitación a vivir nuestra filiación, a tomar cada vez mayor conciencia de que somos hijos adoptivos en la gran familia de Dios. Es una invitación a transformar este don objetivo en una realidad subjetiva, decisiva para nuestro pensar, para nuestro actuar, para nuestro ser" (Discurso, 15-XI-2006).
339 Carta 11-III-1940, 2.
340 Apuntes de la predicación (AGP, P01 VI-1969, p. 13).
341 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 206.
342 Es Cristo que pasa, 65.
343 Amigos de Dios, 145.
344 Amigos de Dios, 150. Cfr. Forja, 331.
345 Es Cristo que pasa, 65.
346 Ibidem.
347 Es Cristo que pasa, 135.
348 Cfr. Es Cristo que pasa, 7; Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 21, a. 3, c.
349 Es Cristo que pasa, 135.
350 Camino, 766.
351 Es Cristo que pasa, 103.
352 Es Cristo que pasa, 106.
353 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 187.
354 Amigos de Dios, 252.
355 Es Cristo que pasa, 120.
356 Es Cristo que pasa, 121.
357 Amigos de Dios, 246.
358 Es Cristo que pasa, 168.
359 Un ejemplo admirable de esta actitud es la vida de María Ignacia García Escobar, una de las primeras mujeres del Opus Dei, incorporada a la Obra en 1932 cuando se encontraba gravemente enferma: cfr. J.M. Cejas, La paz y la alegría: María Ignacia García Escobar en los comienzos del Opus Dei, 1896-1933, Madrid 2001, 234 pp.
360 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 210.
361 Cfr. apartado 1.2.1.
362 Cfr. CEC, 299 y CEC, 1029; Sal 15, 5; Col 1, 12 y Col 3, 24; Tt 3, 7; 1P 1, 4.
363 Es Cristo que pasa, 183.
364 Carta 11-III-1940, 2. Cfr. Es Cristo que pasa, 183; Conversaciones, 114. En el capítulo 7º se tratará con amplitud la santificación de las realidades terrenas; aquí se pretende sólo mostrar que el fundamento de esa santificación es el sentido de la filiación divina.
365 Es Cristo que pasa, 106.
366 Es Cristo que pasa, 102.
367 Camino, 533.
368 Forja, 830.
369 En la Carta 19-III-1967, 66, san Josemaría incluye una cita del Conc. de Vienne (DS 901), que contiene esta idea. La comparación es antigua: cfr. San Ambrosio, Expositio Evangelii secundum Lucam, 2, 85-89: PL 15, 1583-1586. Ha sido propuesta de nuevo en el Conc. Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, 5. Cfr. también CEC, 766 y 1067.
369bis Pablo VI, Discurso, 21-XI-1964.
369ter Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 53.
370 Camino, 518.
371 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 195.
372 San Cipriano, De catholicae Ecclesiae unitate, 6 (citado en la homilía El fin sobrenatural de la Iglesia, 28-V-1972, en Amar a la Iglesia, cit., p. 57).
373 Conversaciones, 113. Cfr. Es Cristo que pasa, 139.
374 Secuencia Lauda Sion: expresión citada en Es Cristo que pasa, 152.
375 J. Echevarría, Eucaristía y vida cristiana, Madrid 20052, pp. 31-32.
376 Carta 9-I-1932, 1. Seremos lo que el Señor espera: buenos hijos de la Iglesia y del Papa (Apuntes de la predicación, 9-I-1972 (AGP, P01 II-1972, p. 51); etc.
377 Apuntes de la predicación, 11-V-1965 (AGP, P01 I-1976, p. 113).
378 Apuntes de la predicación, 28-V-1964 (AGP, P01 VII-1964, p. 47).
379 Cfr. CEC, 198.
380 Conc. Vaticano I, Const. dogm. Pastor aeternus: DS 3059. El texto recoge palabras del Concilio de Florencia: DS 1307.
381 Apuntes de la predicación, 21-XI-1958 (AGP, P01 II-1988, p. 44); 30-XI1964 (AGP, P02 XII-1964, p. 33); etc.
382 Como ha afirmado el Concilio Vaticano II, los ministros sagrados reciben una "paternidad en Cristo" (Decr. Prebyterorum Ordinis, 16), como pastores de la Iglesia. Sobre el Obispo como padre, cfr. Juan Pablo II, Ex. ap. Pastores gregis, 16-X-2003, 7, 10, 33, 37, 42, etc.
383 Carta 28-III-1955, 29.
384 Carta 16-VI-1960, 27.
385 Carta 6-V-1945, 23.
386 J. Echevarría, Homilía, 24-IV-1994, en: "Romana" 18 (1994) 131.
387 Camino, 507; Forja, 624; etc.
388 Es Cristo que pasa, 171.
389 Cfr. Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 63.
390 Es Cristo que pasa, 38. Cfr. Es Cristo que pasa, 178.
391 Es Cristo que pasa, 38.
392 Amigos de Dios, 293.
393 Camino, 506.
394 Es Cristo que pasa, 11.
395 Cfr. capítulo 3º, apartado 4.2.
396 Cfr., p.ej., la homilía Madre de Dios, Madre nuestra, en Amigos de Dios, 274-293.
397 Amigos de Dios, 281. En este texto se ve cómo san Josemaría usa el término "identificación" con flexibilidad. De todas formas, aunque la "identificación con María" de que habla aquí no tenga el mismo sentido que la "identificación con Cristo", tampoco se reduce a una imitación exterior, precisamente porque Ella interviene como Madre en la infusión de la vida sobrenatural.
398 Camino, 560; Forja, 624; Amigos de Dios, 174; etc.
399 San Agustín escribe que "ambos (María y José) merecieron ser llamados padres de Cristo; no sólo aquella madre, sino también aquel padre como esposo que era de su madre, ambos por medio de la mente, no de la carne" (De nuptiis et concupiscentia, I, 11, 12). Juan Pablo II expone este misterio en la Ex. ap. Redemptoris custos, 15-VIII-1989 (cfr. especialmente, 7-8 y 19).
400 Es Cristo que pasa, 39. Cfr. L.M. Herrán, La devoción a San José en la vida y enseñanzas de Mons. Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, en: "Estudios josefinos" 68 (1980) 147-189; I. Soler, San José en los escritos y en la vida de San Josemaría. Hacia una teología de la vida ordinaria, en: "Estudios josefinos" 118 (2005) 259-284.
401 Apuntes de la predicación, V-1974 (AGP, P04 1974, vol. I, p. 65).
402 Apuntes de una meditación, 25-XII-1973 (AGP, P09, p. 205).
403 Apuntes de una meditación, 19-III-1971 (AGP, P09, p. 133).
404 Carta 2-II-1945, 8.
405 Cfr. S. Lyonnet, Quaestiones in Epistolam ad Romanos, cit., p. 19.
406 A. Vanhoye, Lettera ai Galati. Nuova versione, introduzione e commento, cit., p. 108.
407 Amigos de Dios, 34.
408 En el capítulo siguiente nos detendremos más en esta relación entre vida sobrenatural y libertad cristiana.
409 H. Schlier, La lettera ai Romani, cit., p. 417.
410 Carta 24-III-1931, 9.
411 Carta 2-II-1945, 8.
412 Surco, 739.
413 Amigos de Dios, 146.
414 Amigos de Dios, 142. El texto es de una homilía en el Domingo in albis, después de Resurrección, en el que la liturgia eucarística comienza con el texto de 1P 2, 2. Por eso se refiere a la "invitación de la Iglesia".
415 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, cit., p. 219.
416 Santo Rosario, "Al lector".
417 Amigos de Dios, 148. Cfr. Camino, 93.
418 Es Cristo que pasa, 65.
419 Conversaciones, 114.
420 Es Cristo que pasa, 17.
421 Cfr. Es Cristo que pasa, 75.
422 Es Cristo que pasa, 64.
423 Ibid.
424 Amigos de Dios, 136.
425 Cfr., p.ej., Camino, 124; Forja, 119, 424, 643; Conversaciones, 115; Es Cristo que pasa, 78, 80, 169; Amigos de Dios, 185.
426 Cfr. Forja, 534; Es Cristo que pasa, 13; Amigos de Dios, 255; etc.
427 Cfr. Es Cristo que pasa, 135.
428 Incluimos a continuación una síntesis de la explicación sobre el contenido de esta sección que hemos dado en el lugar correspondiente del capítulo 1º (volumen I): Los textos de san Josemaría contienen con mucha frecuencia aplicaciones prácticas de la doctrina que enseña. Sin embargo, pocas veces nos hemos detenido a comentarlas, ya que nuestro intento es explicar teológicamente el espíritu. Por este motivo nos ha parecido conveniente incluir al final de cada capítulo un apartado con "algunas aplicaciones prácticas". Nos limitaremos a mencionar unos pocos ejemplos de los muchos que podrían ponerse.
429 Es Cristo que pasa, 133.
430 Carta 24-III-1931, 4-6.
431 Es Cristo que pasa, 104.
432 Carta 8-VIII-1956, 40.
433 Ibid.
434 Instrucción, mayo-1935/14-IX-1950, nota 28.
435 Camino, 860.
436 Amigos de Dios, 146.
437 Es Cristo que pasa, 10.
438 Carta 24-III-1931, 7.
439 Instrucción, mayo-1935/14-IX-1950, nota 28.
440 Es Cristo que pasa, 64.
441 Cfr. ibid., 186; Amigos de Dios, 190; etc.
442 Carta 14-II-1944, 18.
443 Carta 31-V-1954, 30.
444 Ibid.
445 Apuntes de una meditación, 14-IV-1960 (AGP, P01 II-1965, p. 11).
446 Forja, 2.
447 Surco, 61.
448 Apuntes de la predicación (AGP, P10, 202).
449 Apuntes de la predicación (AGP, P10, 294).
450 Via Crucis, IX Estación, punto 4.
451 Apuntes de la predicación (AGP, P10, 296).
452 Surco, 60.