Vida cotidiana y santidad
en la enseñanza de San Josemaría

CAPÍTULO SEXTO
Notas

1 Mencionamos sólo algunos estudios específicos: M. Belda, La pedagogía de la humildad en "Camino", en: AA.VV., El caminar histórico de la santidad cristiana, Pamplona 2004, pp. 285-295; V. Bosch, Para una "Teología de la sinceridad", a través de los escritos del Beato Josemaría Escrivá, en: "Annales Theologici" 16 (2002) 165-183; J.M. Casciaro, Magnanimidad en la vida del beato Josemaría Escrivá de Balaguer, en: AA.VV., El cristiano en el mundo. En el centenario del nacimiento del Beato Josemaría Escrivá (1902-2002), Pamplona 2003, pp. 331-346; R. Corazón, La virtud de la sinceridad en la espiritualidad de San Josemaría Escrivá, en: AA.VV., Tres estudios sobre el pensamiento de San Josemaría Escrivá, Cuadernos de Anuario Filosófico 158, Pamplona 2003, pp. 55-77; C. Echeverría Falla, Libertad y estructura de las virtudes en el Beato Josemaría, en: AA.VV., Hacia una nueva educación más humana. En torno al pensamiento de Josemaría Escrivá, San José de Costa Rica 2002, pp. 55-65; C. Fabro, Virtù umane e soprannaturali nelle omelie di mons. Escrivá. Ascetica e teologia in "Amici di Dio", en: "Studi Cattolici" 265 (1983) 181-185; J.L. Illanes, Trabajo, caridad, justicia, en: AA.VV., Santidad y mundo (Actas del simposio teológico de estudio en torno a las enseñanzas del beato Josemaría Escrivá), Pamplona 1996, pp. 211-248. Remitimos también a un estudio amplio de Teología moral sobre el conjunto de las virtudes cristianas, que cita con frecuencia a san Josemaría: R. García de Haro, La vida cristiana, Pamplona 1992, cap VII (especialmente las pp. 615-670).
2 C. Echevarría Falla, Libertad y estructura de las virtudes en el Beato Josemaría, cit., p. 65.
3 Cfr. AAS 82 (1990) 1450-1455.
4 Cfr. Á. del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, Madrid 1993, 252 pp.; J. Echevarría, Memoria del Beato Josemaría, Madrid 2000, 357 pp. Al testimonio de estos dos testigos de excepción hay que añadir el de otros muchos cuyas declaraciones constituyen la base documental de la Positio super vita et virtutibus de la Causa de Canonización (Roma 1988): texto en archivo de la Congregación para las Causas de los Santos.
5 "Al verlas vivir[las virtudes] se conoce de modo espontáneo e intuitivo que "para mí lo bueno es ser laboriosa y lo malo perezosa"; "lo bueno es ser generosa y lo malo es ser egoísta"" (C. Echevarría Falla, Libertad y estructura de las virtudes en el Beato Josemaría, cit., p. 64).
6 Catecismo mayor de San Pío X, 856 (parte 5ª, cap. 1º, §1º).
7 Cfr. CEC, 1803.
8 Cabría precisar más la relación entre "elegir bien" y "usar bien la libertad". Tendríamos que hablar de la intención del fin y la elección de las acciones, y de la relación entre ambas. "La virtud moral es intención firme y estable de los fines virtuosos (...) y también elección y realización de las acciones que aquí y ahora encarnan esos fines. Las virtudes morales tienen, pues, un acto intencional y un acto electivo" (A. Rodríguez Luño, Ética general, 4ª ed. renovada, Pamplona 2001, p. 218). Cfr. M. Rhonheimer, La prospettiva della morale, Roma 1994, pp. 177-182.
9 A. Rodríguez Luño, La scelta etica. Il rapporto fra libertà e virtù, Milano 1988, p. 156. "La virtud moral no es un automatismo que lleva a hacer siempre lo mismo sin necesidad de elegir. La virtud no suprime la elección, sino que la perfecciona; no nos ahorra la decisión, sino que nos permite elegir bien en las más variadas circunstancias" (Id., Ética general, cit., p. 214). Cfr. también C. Caffarra, Viventi in Cristo, Milano 19812, p. 143.
10 J. Porter, Virtù, en: AA.VV. (J.-Y. Lacoste, dir.), Dizionario critico di Teologia, Roma 2005, p. 1469.
11 A. Rodríguez Luño, La scelta etica. Il rapporto fra libertà e virtù, cit., p. 160.
12 Una buena sistematización puede verse en T. Trigo, Virtud, en: AA.VV. (C. Izquierdo, dir.), Diccionario de Teología, Pamplona 2006, pp. 1023-1033.
13 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 23, a. 3, ad 2.
14 Carta 8-XII-1949, 35.
15 Cfr. A. Rodríguez Luño, Ética general, cit., p. 213. Se suele considerar que la prudencia no es propiamente una virtud moral porque perfecciona el intelecto, pero en cuanto que lo perfecciona en vista del obrar moral, se puede incluir entre las "morales". Su misión no es sólo la de juzgar sino la de dirigir a las demás potencias de modo conforme a las exigencias de las virtudes morales (cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 58, a. 3, ad 1).
16 Cfr. CEC, 1810.
17 Amigos de Dios, 74. Cfr. Amigos de Dios, 91. Otras veces dice que tenemos que ser muy humanos; porque, de otro modo, tampoco podremos ser divinos (Es Cristo que pasa, 166). L. Scheffczyk comenta que este principio "demuestra ciertamente la unión orgánica entre naturaleza y gracia y ha de considerarse una defensa potente contra todo tipo de extrinsecismo en la doctrina de la gracia" (Die Gnade in der Spiritualität von Josemaría Escrivá, en: C. Ortiz (dir.), Josemaría Escrivá. Profile einer Gründergestalt, Köln 2002, p. 71).
18 Amigos de Dios, 75.
19 CEC, 1822.
20 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 24, a. 7, c. La definición se repite varias veces en sus obras (cfr. Summa contra gentiles, IV, cc. 17 y 21; In Ep. ad Rom., c. 5, lect. 1; etc.). San Josemaría la cita en Carta 24-III-1931, 9: más adelante reproducimos el texto.
La Vulgata y la Neo-Vulgata emplean en varios lugares el término "caritas" para traducir el griego "agape" cuyo significado bíblico es de gran riqueza. Designa el Amor entre el Padre y el Hijo en el seno de la Santísima Trinidad, y también el amor con el que Dios nos ama y el amor con el que el cristiano ama a Dios y a sus hermanos (cfr. G. Kittel – G. Friedrich, Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament, vol. I, Stuttgart 1933, pp. 20-55; pueden verse también las consideraciones de Benedicto XVI, en la encíclica Deus caritas est, 25-XII-2005, 2-8). Se trata de tres aplicaciones distintas del término. Concretamente, nuestro amor a Dios no es el Espíritu Santo, sino la caridad que infunde el Espíritu Santo. San Josemaría evita aquí dos planteamientos: 1º) El de considerar que el Espíritu actúa en el alma como "desde fuera"; en este sentido cita en una ocasión el siguiente texto de San Cirilo de Alejandría: "El Espíritu Santo no es un artista que dibuja en nosotros la divina sustancia, como si Él fuera ajeno a ella; no es de esa manera como nos conduce a la semejanza divina, sino que Él mismo, que es Dios y de Dios procede, se imprime en los corazones que lo reciben como el sello sobre la cera y, de este modo, por la comunicación de sí y la semejanza, restablece la naturaleza según la belleza del modelo divino y restituye al hombre a la imagen de Dios" (Thesaurus de sancta et consubstantiali Trinitate, 34; citado en Es Cristo que pasa, 134). 2º) El planteamiento opuesto sería pensar que el Espíritu Santo se une al cristiano como "forma" suya, interpretando el texto anterior de san Cirilo en este sentido. San Josemaría evita esta lectura recordando numerosas veces que el Paráclito habita en el cristiano como en un templo y derrama en el alma el don creado de la caridad (cfr. Es Cristo que pasa, 49). Distingue con precisión entre la caridad creada y la increada (el Espíritu Santo). Su concepción está en la línea de las siguientes palabras de Santo Tomás de Aquino: "El acto de la caridad no lo impulsa el Espíritu Santo moviendo la mente humana de suerte que ésta sea sólo movida y en manera alguna principio de movimiento", sino que "es necesario que para realizar el acto de caridad haya en nosotros una forma habitual sobreañadida a la potencia natural" (S.Th. II-II, q. 23, a. 2, c).
21 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 23, a. 1, c.
22 Es Cristo que pasa, 169.
23 Misal Romano, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, Oración colecta.
24 Santo Tomás de Aquino, In III Sent., d. 27, q. 1, a. 1, c.
25 Carta 2-II-1945, 8.
26 Surco, 739.
27 Amigos de Dios, 6.
28 CEC, 1827.
29 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 24, a. 1, s.c.
30 Es Cristo que pasa, 173.
31 Es Cristo que pasa, 71.
32 Amigos de Dios, 231.
33 Ibid. Cfr. Forja, 100.
34 Cfr. Es Cristo que pasa, 166; Amigos de Dios, 117.
35 "Simpliciter autem et totaliter bonus dicitur aliquis ex hoc quod habet voluntatem bonam, quia per voluntatem homo utitur omnibus aliis potentiis; et ideo bona voluntas facit hominem bonum simpliciter; et propter hoc virtus appetitivae partis secundum quam voluntas fit bona, est quae simpliciter bonum facit habentem" (Santo Tomás de Aquino, De virtutibus in communi, q. 1, a. 9, ad 16). Cfr. Id., In III Ethic., lect. 6, 4).
36 Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 40.
37 Apuntes de la predicación (AGP, P10, 25).
38 Conversaciones, 110.
39 Cfr. CEC, 1822.
40 Cfr. Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 24.
41 Apuntes de la predicación (AGP, P10, 155).
42 Carta 19-III-1967, 84. Sobre el amor natural a Dios, afirma el Aquinate: "Diligere autem Deum super omnia est quiddam connaturale homini (...). Unde homo in statu naturae integrae dilectionem sui ipsius referebat ad amorem Dei sicut ad finem, et similiter dilectionem omnium aliarum rerum. Et ita Deum diligebat plus quam seipsum, et super omnia. Sed in statu naturae corruptae homo ab hoc deficit secundum appetitum voluntatis rationalis, quae propter corruptionem naturae sequitur bonum privatum, nisi sanetur per gratiam Dei. Et ideo dicendum est quod homo in statu naturae integrae non indigebat dono gratiae superadditae naturalibus bonis ad diligendum Deum naturaliter super omnia; licet indigeret auxilio Dei ad hoc eum moventis. Sed in statu naturae corruptae indiget homo etiam ad hoc auxilio gratiae naturam sanantis" (Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 109, a. 3).
43 La caridad "non fundatur principaliter super virtute humana, sed super bonitate divina" (Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 23, a. 3, ad 1).
44 Es Cristo que pasa, 119 (remite a pie de página a Dt 6, 6-7). En el mismo párrafo cita otros textos de la Escritura: El justo encuentra en la ley de Yavé su complacencia y a acomodarse a esa ley tiende, durante el día y durante la noche (Sal 1, 2). Por la mañana pienso en ti (cfr. Sal 62, 7); y, por la tarde, se dirige hacia ti mi oración como el incienso (cfr. Sal 140, 2). Toda la jornada puede ser tiempo de oración: de la noche a la mañana y de la mañana a la noche (ibid.). Un Padre de la Iglesia se refiere así a la oración durante el sueño: "Cuando el Espíritu Santo establece su morada en el hombre, éste no puede dejar de orar, porque el Espíritu Santo no deja nunca de rezar en él. Ya sea que duerma o que vele, la oración no abandona nunca su alma. Mientras come o bebe, cuando se encuentra acostado inmerso en el sueño, o, al contrario, en el trabajo, el perfume de la oración se desprende espontáneamente de su alma. Ya no reza solamente en determinados períodos, sino continuamente" (San Isaac de Nínive, Tratados, 35). San Juan Crisóstomo plantea la oración como una plegaria "que no esté limitada a un tiempo concreto o a unas horas determinadas, sino que se prolongue día y noche sin interrupción" (Hom. 6: De precatione). San Jerónimo escribe que "el Apóstol nos manda orar siempre, y para los santos el sueño mismo es oración" (Ep. ad Eustochium, 22, 37). Es posible que san Josemaría se refiriese a estas palabras cuando comentaba: No sabéis qué consuelo he tenido cuando, después de repetir durante años y años que para un alma contemplativa hasta el dormir es oración, me encontré un texto de San Jerónimo que dice lo mismo (Apuntes de una meditación, 26-XI-1967: AGP, P09, p. 82).
45 Conversaciones, 62.
46 Es Cristo que pasa, 46.
47 Conversaciones, 62.
48 Camino, 417.
49 Carta 24-III-1931, 9.
50 Camino, 170. Sobre los precedentes de esta comparación en san Juan de la Cruz, cfr. P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de "Camino", Madrid 2004³, ad loc.
51 Amigos de Dios, 67. Se refiere concretamente al trabajo convertido en oración, pero nos parece evidente que se puede aplicar a todos los quehaceres que se procuran transformar en diálogo con Dios.
52 Es Cristo que pasa, 120.
53 Cfr. CEC, 1121.
54 Surco, 499. Cfr. Forja, 369; etc.
55 Via Crucis, XI Estación.
56 Cfr. Camino, 161, 321, 578, 737, etc.
57 Amigos de Dios, 232.
58 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 25, a. 1, c.
59 Forja, 34.
60 Instrucción, 9-I-1935, 41 (en cursiva en el original).
61 Amigos de Dios, 44.
62 Amigos de Dios, 223.
63 Es Cristo que pasa, 36.
64 Ibid.
65 F. Ocáriz, La filiación divina, realidad central en la vida y en la enseñanza de Mons. Escrivá de Balaguer, en: Id., Naturaleza, Gracia y Gloria, Pamplona 2000, p. 196.
66 Amigos de Dios, 230.
67 Camino, 463.
68 Este tema ha sido admirablemente expuesto por Benedicto XVI en la encíclica Deus Caritas est, 25-XII-2005, 34-35. "La íntima participación personal en las necesidades y sufrimientos del otro se convierte así en un darme a mí mismo: para que el don no humille al otro, no solamente debo darle algo mío, sino a mí mismo; he de ser parte del don como persona" (n. 34). "Quien es capaz de ayudar reconoce que, precisamente de este modo, también él es ayudado" (n. 35).
69 Instrucción, 8-XII-1941, 64.
70 Amigos de Dios, 231.
71 Ya San Agustín salía al paso de esas distorsiones: "El que ama al prójimo debe hacer tanto bien a su cuerpo como a su alma, y esto no consiste sólo en acudir al médico, sino también en cuidar el alimento, la bebida, el vestido, la habitación y proteger el cuerpo contra todo lo que pueda resultar molesto..." (De moribus Ecclesiae catholicae et de moribus manichaeorum, 1, 28, 56).
72 Es Cristo que pasa, 72. Este orden se manifiesta en otros muchos textos. Cfr., p.ej., Camino, 467.
73 Cfr. Amigos de Dios, 236.
74 Es Cristo que pasa, 98.
75 Es Cristo que pasa, 106.
76 Carta 11-III-1940, 7.
77 Es Cristo que pasa, 106.
78 Amigos de Dios, 230.
79 Cfr. Camino, 280; Es Cristo que pasa, 71; Amigos de Dios, 235.
80 Amigos de Dios, 230.
81 Amigos de Dios, 208.
82 Surco, 518.
83 Es Cristo que pasa, 90.
84 Conc. de Trento, Sessio XXII, Doctrina et canones de ss. Missae sacrificio, cap. 2: DS 1743.
85 Camino, 571.
86 Es Cristo que pasa, 166.
87 Cfr. Amigos de Dios, 118.
88 Artículo Las riquezas de la fe, en diario "ABC", Madrid, 2-XI-1969.
89 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 28, a. 4, c.
90 No se ha de concluir, evidentemente, que el apostolado ad fidem –dirigido a los no católicos para que se incorporen a la Iglesia Católica– deba esperar mientras haya católicos que no reciban formación. Sería una simplificación, ya que muchos rehúsan esa formación mientras que hay no católicos deseosos de recibirla. Cuando Pablo y Bernabé predicaban el Evangelio se dirigieron en primer lugar a los judíos, pero cuando éstos se opusieron, hablaron a los paganos. "Era necesario anunciaros a vosotros [los judíos] en primer lugar la palabra de Dios, pero ya que la rechazáis y os juzgáis indignos de la vida eterna, nos volvemos a los gentiles" (Hch 13, 46).
91 En la línea de lo que se ha dicho en la nota anterior, conviene señalar que puede haber cristianos que sean pobres porque no quieren trabajar. A esos se les puede hacer en ocasiones un mayor bien invitándoles a trabajar que dándoles de comer (cfr. 2Ts 3, 10). En cambio hay muchos no cristianos necesitados de ayuda material y sin posibilidad de valerse por sí mismos, a los que la caridad lleva a socorrer materialmente, sin postergarlos por sus ideas o su religión. Esto no se opone a que la caridad incline a preocuparse especialmente de los cristianos, y más aún si padecen necesidad a causa de la fe (porque son perseguidos o marginados por su fe).
92 Es Cristo que pasa, 62.
93 Didaché, XII, 5.
94 Ibid.
95 Conversaciones, 61.
96 Cfr. Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 8. El Magisterio pontificio habla de "opción preferencial por los pobres": cfr., p.ej., Juan Pablo II, Enc. Sollicitudo rei socialis, 30-XII-1987, 42.
97 El término solidaridad tiene connotaciones diversas. Aquí nos basta señalar su acepción más general como el saberse y sentirse "solidarios", es decir, ligados a otros in solidum por una causa común que comporta ciertas obligaciones. Se opone al individualismo y al desinterés por los problemas de los demás.
98 Carta 14-II-1950, 20. Cfr. también, p.ej., Forja, 453 y Es Cristo que pasa, 146.
99 Un modo tradicional parte de considerar que el hecho de compartir la misma naturaleza humana implica una cierta unión entre los hombres. Se habla de "la comunidad humana" o de "la humanidad", no como simple conjunto de todos los hombres, sino como "la familia humana" que se forma por generación y educación desde nuestros primeros padres e implica unos vínculos con todos. Santo Tomás de Aquino, inspirándose en un principio enunciado por Porfirio (s. III-IV), según el cual "por la participación en la misma especie, todos los hombres forman como un solo hombre", comenta: "Así como en una persona hay muchos miembros, así en la naturaleza humana hay muchas personas" (Comp. Theol., c. 196; cfr. In Ep. ad Rom., c. 5, lect. 4). Utiliza este paralelismo sobre todo para explicar la transmisión del pecado original, porque la participación en la misma naturaleza humana crea una solidaridad de todos con Adán. "Todos los hombres nacidos de Adán pueden ser considerados como un solo hombre en cuanto que poseen la misma naturaleza (...) como muchos miembros de un mismo cuerpo" (S.Th. I-II, q. 81, a. 1, c), y san Pablo enseña que, en Adán, de algún modo hemos pecado todos (cfr. Rm 5, 12-19). Las miserias que padecen los demás miembros de la familia humana como consecuencia del primer pecado –como el dolor, la ignorancia, las injusticias, etc.–, han de verse de algún modo como propias y causadas en cierta medida también por los pecados personales. Algo semejante vale para la solidaridad de todos con Cristo, nuevo Adán, Cabeza de la humanidad redimida, porque ha asumido nuestra naturaleza para redimir a todos los que forman con Él el género humano (cfr. Rm 5, 17-21; In III Sent., d. 18, q. 1, a. 6, sol. 1): no hemos sido salvados desde fuera de la naturaleza humana sino desde dentro; gracias a esto podemos ser corredentores con Cristo contribuyendo a reparar las miserias que proceden del pecado.
100 Carta 8-XII-1949, 192-193. En el Opus Dei, estas "visitas a los pobres" (y enfermos) son un medio específico de formación para las personas jóvenes, practicado y establecido por el fundador desde los comienzos de la Obra.
101 Surco, 228.
102 Cuando la Sagrada Escritura habla de los "pobres" se refiere a veces a los que están oprimidos o humillados pero confían en Dios (los "pobres de Yahvé"); en otras ocasiones incluye a todos los hombres, pues a causa del pecado todos somos indigentes.
103 Cfr. capítulo 5º, apartado 3.1.3.
104 Apuntes de la predicación, 19-III-1975 (AGP, P09, pp. 217-218).
105 Á. del Portillo, Carta pastoral, 9-I-1993 (AGP, P17, vol. III, 385-388).
106 Amigos de Dios, 227.
107 Ibid.
108 Amigos de Dios, 231.
109 Es Cristo que pasa, 71.
110 Forja, 565.
111 Apuntes de una meditación, 29-III-1956 (AGP, P01 VIII-1962, p. 16).
112 Ibid.
113 Cfr. Santo Tomás de Aquino, De virtutibus in communi, a. 5, ad 5.
114 Camino, 160.
115 Carta 9-I-1932, 77.
116 Apuntes de la predicación, 15-IX-1971 (AGP, P01 X-1971, p. 43).
117 Es Cristo que pasa, 167 (las palabras caridad oficial están en cursiva en el texto original).
118 Carta 14-II-1974, 23.
119 Es Cristo que pasa, 36.
120 Surco, 192. Cfr. Conversaciones, 62.
121 Surco, 191.
122 Carta 11-III-1940, 54.
123 Carta 16-VII-1933, 13.
124 Carta 9-I-1959, 16.
125 Es Cristo que pasa, 36.
126 Apuntes de la predicación (AGP, P01 IX-1955, p. 58). La palabra "cariño" indica un amor afectuoso, "humano", que no es sólo acto de "pura voluntad" sino de toda la persona: surge del corazón (voluntad, razón y sentimientos, como ya se dijo en el capitulo 5º), lo cual no significa que en él dominen los sentimientos o que responda sólo a ellos, porque entonces tampoco sería verdadero amor "humano". En este capítulo usamos frecuentemente el término porque sirve para transmitir la idea de que la caridad comprende los sentimientos y no es algo "seco", "frío", "formal" u "oficial", etc. Existe también el peligro contrario, de que "cariño" se interprete como algo empalagoso, sentimental y quizá por eso san Josemaría emplea con frecuencia expresiones como "cariño noble y recio".
127 Amigos de Dios, 229.
128 Ibid.
129 Amigos de Dios, 233.
130 Amigos de Dios, 225.
131 Apuntes de la predicación, 1-XI-1964 (AGP, P01 I-1966, p. 12).
132 Carta 14-II-1974, 23.
133 Carta 16-VI-1960, 21.
134 Carta 29-IX-1957, 76.
135 Cfr. Forja, 632.
136 Carta 11-III-1940, 7.
137 Forja, 954.
138 Apuntes de la predicación (AGP, P01 IV-1971, p. 64).
139 Instrucción, 8-XII-1941, 95.
140 Forja, 312.
141 J.M. Barrio, Educar en libertad. Una pedagogía de la confianza, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, vol. V/1, Roma 2003, pp. 96-97.
142 Instrucción, mayo-1935/14-IX-1950, nota 84.
143 Ibid.
144 Ibid. El "primer literato de Castilla" es Miguel de Cervantes.
145 Carta 29-IX-1957, 35.
146 Surco, 399.
147 Apuntes de la predicación, 18-XI-1972 (AGP, P11, p. 21).
148 Surco, 442.
149 Camino, 20.
150 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 21, a. 3, c. "¿No sabéis que tener misericordia significa hacerse uno mismo miserable, condoliéndose del otro?" (San Agustín, De moribus Ecclesiae catholicae et de moribus manichaeorum, 1, 28, 56).
151 Cfr. capítulo 4º, apartado 1.2.3.
152 Carta 29-IX-1957, 35.
153 Aunque la caridad corrige lo que aparta de Dios, en este texto Jesús dice: "si tu hermano peca contra ti...", y no "si peca contra Dios". Un modo de entenderlo es considerar que la corrección se refiere a faltas que se pueden advertir en los demás, no a las que únicamente conoce Dios, como son las intenciones del corazón. La corrección no se ha de hacer juzgando las intenciones, sino los hechos que se manifiestan externamente. Corrijo al que peca "contra mí" porque realiza algo que puedo advertir como falta, pero le corrijo porque aquello no agrada a Dios.
154 Carta 29-IX-1957, 34.
155 Forja, 146.
156 Forja, 566.
157 Forja, 641.
158 Forja, 147.
159 Forja, 146.
160 Apuntes de la predicación, 4-V-1968 (AGP, P02 X-1968, p. 48). Cfr. Surco, 644.
161 Surco, 328. Cfr. Mt 6, 22-23; Mt 7, 3-5.
162 Apuntes de la predicación, 13-IV-1972 (AGP, P01 VI-1972, p. 45).
163 Apuntes de la predicación, 7-IV-1974 (AGP, P01 V-1974, p. 72).
164 Apuntes de la predicación, 18-V-1974 (AGP, P01 X-1974, p. 97).
165 Amigos de Dios, 231.
166 Camino, 838.
167 Es Cristo que pasa, 182.
168 Carta 14-IX-1951, 11. Cfr. Jn 16, 2.
169 Cfr. A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. I, pp. 227 ss.; vol. II, pp. 464 ss.; vol. III, pp. 188 ss. y 572 ss.
170 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 25, a. 4, c.
171 Forja, 529.
172 Camino, 297.
173 Carta 6-V-1945, 22.
174 Ibid.
175 Carta 29-VII-1965, 34.
176 Ibid., 45.
177 Instrucción, 31-V-1936, 67.
178 Ibid., nota 95.
179 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 25, a. 5, c.
180 Ibid.
181 Carta 29-VII-1965, 46.
182 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 25, a. 4, c.
183 Camino, 930.
184 El hombre "no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás" (Conc. Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 24).
185 Camino, 783.
186 Surco, 739.
187 Amigos de Dios, 236.
188 Amigos de Dios, 215. Cfr. Camino, 731.
189 Forja, 117.
190 Es Cristo que pasa, 58.
191 Apuntes de una meditación, 3-III-1963 (AGP, P09, pp. 63-64).
192 Apuntes de la predicación (AGP, P01 III-1970, p. 10).
193 Apuntes de una meditación, 3-III-1963 (AGP, P09, pp. 63-64).
194 No hablamos de casos patológicos. La cita de san Josemaría que se reproduce a continuación comienza prudentemente con las palabras "Casi todos...". Porque no todos los que tienen "problemas personales" –no se refiere a las preocupaciones o desvelos que no faltan nunca en quien ama, sino a los conflictos que manifiestan falta de unidad interior–, los tienen por egoísmo. Hay quienes padecen enfermedades psíquicas que tienen esos efectos y, sin embargo, aman a Dios con todo su corazón y santifican esas difíciles situaciones. San Josemaría no habla aquí de estos casos, sino de conflictos interiores en personas con suficiente salud mental que proceden del "egoísmo de pensar en sí mismos". Ni mucho menos quiere decir que todos los "problemas personales" se resuelvan simplemente con buena voluntad. En ocasiones remite al médico (cfr. Camino, 706).
195 Carta 24-III-1931, 15.
196 Apuntes de la predicación, 9-IV-1974 (AGP, P01 V-1974, p. 134).
197 "Caritas est radix fidei et spei, inquantum dat eis perfectionem virtutis. Sed fides et spes, secundum rationem propriam, praesupponuntur ad caritatem, ut supra dictum est. Et sic caritas sine eis esse non potest" (Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 65, a. 5, ad 2; cfr. S.Th. I-II, q. 62, a. 4, c).
198 Cfr. S.Th. I-II, q. 65, a. 5, ad 1.
199 Es Cristo que pasa, 134. Sobre los términos bíblicos correspondientes a estas tres virtudes, cfr. M. Lubomirski, Vita nuova nella fede, speranza e carità, Roma 2000, pp. 19-185 (estudia con más extensión la fe y la esperanza).
200 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 24, a. 1, ad 2.
201 La afirmación de que "la caridad presupone la fe" se puede entender como referida a la fe muerta o a la fe viva. En el primer caso se está hablando de quien no está en gracia de Dios y significa que para recibir la caridad y comenzar amar a Dios es preciso "antes" (temporalmente) creer en Él. En el segundo caso se aplica a quien está en gracia de Dios y entonces significa que el amor a Dios "presupone" la fe viva, no en sentido temporal sino dentro del mismo acto. Aquí empleamos la afirmación en este segundo sentido.
202 A. Blanco, Alcuni contributi del beato Josemaría alla comprensione dei rapporti tra fede e ragione, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. V/1, p. 259.
203 San Agustín, Sermo de Symbolo, c. 1. Santo Tomás de Aquino recoge esta expresión: cfr., p.ej., S.Th. II-II, q. 2, a. 2, c.
204 Por razones de espacio, no se desarrollan aquí otros aspectos de relieve para la vida espiritual, como los motivos de credibilidad, que hacen que sea razonable creer; el carácter voluntario del acto de fe, que hace que, bajo la acción de la gracia, podamos creer el mismo fundamento de la fe (creemos lo que Dios ha revelado porque creemos a Dios que lo ha revelado): esto no es contrario a la razón pero la supera, y por eso creer implica una entrega voluntaria a Dios. Sobre estos temas, cfr. F. Ocáriz – A. Blanco, Revelación, fe y credibilidad, Madrid 1998, cap. VII; A. Blanco – A. Cirillo, Cultura e Teologia. La Teologia come mediazione specifica tra fede e cultura, Milano 2001, cap. III.
205 Cfr. Amigos de Dios, 190 ss.
206 Amigos de Dios, 193.
207 Amigos de Dios, 196.
208 Ibid.
209 Apuntes de una meditación, 21-XI-1954 (AGP, P09, p. 21).
210 Carta 28-III-1955, 7.
211 J.L. Illanes, Tratado de Teología espiritual, Pamplona 2007, p. 362.
212 Carta 19-III-1967, 43. Cfr. P. Río, Doctrina y unidad de vida a la luz de las enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. V/1 pp. 271-311 (especialmente las pp. 281-292, donde la autora estudia la citada expresión de san Josemaría).
213 Es Cristo que pasa, 10.
214 Carta 28-III-1955, 7.
215 Camino, 961.
216 Apuntes de una meditación, 4-II-1962 (AGP, P01 XII-1968, pp. 79-80).
217 Á. Del Portillo, Discurso conclusivo del Convenio teológico de estudio sobre las enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá (Roma, 12-14 octubre 1993), en: AA.VV., Santidad y mundo, cit., p. 292. Cfr. E. Tolansky, The Dynamic Role of the Intellectual in the Message of Blessed Josemaría, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, vol. V/2, cit., pp. 237-249.
218 Carta 31-V-1943, 8.
219 Carta 9-I-1932, 28.
220 Es Cristo que pasa, 45.
221 Cfr., p.ej., Es Cristo que pasa, 32 y, en general, la homilía En la Epifanía del Señor (en Es Cristo que pasa, 31-38).
222 Cfr. F. Ocáriz, La vocación al Opus Dei como vocación en la Iglesia, en: P. Rodríguez – F. Ocáriz – J.L. Illanes, El Opus Dei en la Iglesia, Madrid 1993, p. 150; G. Moreschini, Vocazione e realtà ecclesiale, en: AA.VV., Vocazione e società, Padova 1970, p. 63.
223 Carta 24-III-1931, 47.
224 Ibid.
225 Ibid.
226 Carta 28-III-1955, 26.
227 Instrucción, 1-IV-1934, 20.
228 Instrucción, 8-XII-1941, 61.
229 Es Cristo que pasa, 77.
230 No os santificaréis si os pasáis la vida esperando la ocasión grande, para ser heroicas –escribe san Josemaría a sus hijas en el Opus Dei–. (...) En cambio, hay una multitud de pequeñeces que requieren heroísmo: algunas, por su continuidad; otras, precisamente por su escaso relieve humano. Por eso emplea el Señor esta fórmula de canonización: quia super pauca fuisti fidelis, super multa te constituam, intra in gaudium domini tui (Mt 25, 21); porque has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho, entra en el gozo de tu señor (Carta 29-VII-1965, 55).
231 Forja, 497.
232 Camino, 588.
233 Carta 24-X-1942, 68.
234 "Por la fe" equivale aquí a "por medio de la fe" o "a través de la fe": cfr. A. Vanhoye, Lettera ai Galati, Milano 2000, p. 98.
235 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. III, q. 68, a. 1, ad 1.
236 Camino, 857.
237 Amigos de Dios, 119; Surco, 127; Via Crucis, IX Estación, punto 4.
238 Forja, 929.
239 Carta 24-III-1931, 55.
240 Apuntes de la predicación (AGP, P04 1974, vol. II, pp. 600-601).
241 Carta 24-III-1931, 16-17.
242 Camino, 581.
243 "Por la fe, Abel ofreció a Dios un sacrificio mejor que el de Caín (...). Por la fe, Abrahán obedeció al ser llamado para ir al lugar que había de recibir en herencia, y salió sin saber a dónde iba. (...) Por la fe, Abrahán, puesto a prueba, ofreció a Isaac (...). Por la fe, Moisés, ya adulto, se negó a ser llamado hijo de la hija del Faraón, y prefirió verse maltratado con el pueblo de Dios que disfrutar el goce terreno del pecado, estimando que el oprobio de Cristo era riqueza mayor que los tesoros de Egipto" (Hb 11, 4 ss.).
244 Camino, 579.
245 Cfr., p.ej., Camino, 664; Surco, 166, 447, 774, 756; Forja, 657, 730, 996; Conversaciones, 16; Es Cristo que pasa, 174; Amigos de Dios, 196, 200, 206.
246 Camino, 279.
247 Ibid.
248 Es Cristo que pasa, 172.
249 Ibid.
250 Carta 24-III-1931, 12.
251 Conversaciones, 67.
252 Cfr. CEC, 1817-1818.
253 No obstante hay que señalar que actualmente asistimos a una recuperación de la importancia de esta virtud gracias también a la encíclica Spe salvi de Benedicto XVI (30-XI-2007).
254 Cfr. Amigos de Dios, 205-221.
255 Apuntes de la predicación, 9-I-1971 (AGP, P01 II-1971, p. 39).
256 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 18, a. 1, c. Indirectamente, san Josemaría lo afirma en Surco, 780.
257 Santo Tomás de Aquino lo explica así: "La caridad hace que el hombre se una a Dios por Él mismo (...). La esperanza y la fe, en cambio, hacen que el hombre se una a Dios como principio del que nos vienen otras cosas. De Dios nos viene el conocimiento de la verdad y el alcanzar la bondad perfecta. Por eso la fe une al hombre con Dios en cuanto es para nosotros principio del conocimiento de la verdad (...); y la esperanza en cuanto es para nosotros principio de perfecta bondad. Por la esperanza nos apoyamos en el auxilio divino para alcanzar la felicidad" (S.Th. II-II, q. 17, a. 6, c; cfr. S.Th. II-II, q. 18, a. 1, c).
258 Amigos de Dios, 208.
259 Carta 11-III-1940, 2. Cfr. Es Cristo que pasa, 65.
260 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 17, a. 8, c.
261 Amigos de Dios, 205.
262 Camino, 668. Cfr. Forja, 1008; Rm 5, 2.
263 Apuntes de la predicación (AGP, P01 I-1969, p. 66).
264 Camino, 758. Hemos comentado esta expresión de san Josemaría en el capítulo 2º, apartado 2.3.4.
265 Camino, 139.
266 San Agustín, Confessiones, 1, 1, 1. San Josemaría cita este texto en la homilía La esperanza del cristiano: cfr. Amigos de Dios, 208.
267 Forja, 1005.
268 Cfr. P. O'Callaghan, La virtù della speranza e l'ascetica cristiana in alcuni scritti del beato Josemaría Escrivá, en: "Romana" 23 (1996) 262-279.
269 Himno Salve Regina.
270 Cfr. Amigos de Dios, 302.
271 No entramos en el debate histórico sobre el llamado "amor puro", en el siglo XVII, entre Bossuet y Fenelon. No nos consta que san Josemaría se refiera nunca a este debate. Desde luego, una concepción del amor a Dios que prescinda de la esperanza teologal de felicidad en la unión con él, es extraña a su pensamiento. Cfr., p.ej., Camino, 668.
272 CEC, 1818.
273 Camino, 661.
274 Surco, 58.
275 Amigos de Dios, 206.
276 Forja, 617.
277 Surco, 795.
278 Amigos de Dios, 208.
279 J. Peña Vial, "Mística ojalatera" y realismo en la santidad de la vida ordinaria, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. IV, p. 133. Sobre la expresión "mística ojalatera", cfr. en este mismo capítulo, apartado 4.2.2.
280 Amigos de Dios, 209.
281 Amigos de Dios, 211.
282 Forja, 914.
283 Amigos de Dios, 173.
284 Cfr. capítulo 3º, apartado 2.3.
285 Camino, 790.
286 Apuntes de la predicación, 29-XII-1959 (AGP, P01 1977, pp. 1324-1326).
287 J.L. Illanes, Existencia cristiana y mundo. Jalones para una reflexión teológica sobre el Opus Dei, Pamplona 2003, p. 241.
288 Camino, 1.
289 Los frutos son siempre de Jesucristo, pero quiere contar con instrumentos. Sin embargo estos a veces no aparecen (son los "otros que han trabajado antes"). Así como la acción de Cristo no se ve y sin embargo es lo principal, así también sucede a veces que los frutos proceden de instrumentos que tampoco se ven, o sea, de los que sembraron, más que de los que recogen.
290 Instrucción, 9-I-1935, 19.
291 Amigos de Dios, 221.
292 Cfr. Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 31.
293 Amigos de Dios, 210.
294 Es Cristo que pasa, 123.
295 Amigos de Dios, 219.
296 Amigos de Dios, 208.
297 Surco, 780. En este texto cita Rm 4, 18 según la Vulgata. La Neo-Vulgata traduce: "contra spem, in spe".
298 Carta 24-X-1942, 58.
299 J. Peña Vial, "Mística ojalatera" y realismo en la santidad de la vida ordinaria, cit., p. 133. La expresión de san Josemaría ha inspirado el testimonio de uno de los primeros miembros del Opus Dei: P. Casciaro, Soñad y os quedaréis cortos, Madrid 19958, 251 pp.
300 Cfr. Santo Tomás de Aquino, Quaestio disputata "De spe", a. 1; S.Th. II-II, q. 17, a. 4, c.
301 "Obiectum enim spei est bonum futurum arduum possibile haberi. Ad hoc ergo quod aliquis speret, requiritur quod obiectum spei proponatur ei ut possibile. Sed obiectum spei est uno modo beatitudo aeterna, et alio modo divinum auxilium, ut ex dictis patet" (Id., S.Th. II-II, q. 17, a. 7).
302 Amigos de Dios, 218.
303 Cfr. CEC, 1817.
304 Es Cristo que pasa, 176.
305 Ibid.
306 Amigos de Dios, 207.
307 Amigos de Dios, 207.
308 Cfr. capítulo 8º, apartado 2.3.
309 Carta 24-III-1931, 55. Sobre el bonum arduum como objeto de la esperanza, cfr. Santo Tomás de Aquino, Quaestio disputata "De spe", a. 1.
310 Amigos de Dios, 219.
311 Amigos de Dios, 215.
312 Ibid.
313 Amigos de Dios, 216.
314 Apuntes de la predicación, 8-XII-1968 (AGP, P01 I-1969, pp. 25-26).
315 Amigos de Dios, 212.
316 Concilio Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 48 (texto citado por san Josemaría en la Carta 19-III-1967, 96).
317 Cfr. M. Belda, La pedagogía de la humildad en "Camino", cit., pp. 285-295. Antes que san Josemaría, diversos autores han señalado la singularidad de la humildad respecto a las demás virtudes humanas.
318 Para un recorrido histórico, cfr. P. Adnès, Humilité, en: AA.VV., Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, 7 (1969) 1136-1187.
319 T. Sciadini, Umiltà, en: AA.VV. (E. Ancilli, dir.), Dizionario enciclopedico di spiritualità, vol. 3, Roma 1990, p. 2580.
320 El texto dice "manso y humilde de corazón". Sin embargo, la tradición no considera la mansedumbre fundamento de todas las virtudes. Sobre la relación entre mansedumbre y humildad, ver más abajo, apartado 4.4.2.
321 H. Daniel-Rops, Préface a "L'Imitation de Notre Seigneur Jésus-Christ" (edición de la Librairie Arthème Fayard), Paris 1961, p. 13.
322 Apuntes de la predicación (AGP, P01 III-1962, p. 7).
323 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 161, aa. 2 y 4.
324 Santa Teresa de Jesús, Castillo interior, VI, 10, 8.
325 Cfr. Es Cristo que pasa, 164. En el capítulo 5º, apartado 2 in principio, al hablar del influjo de intelecto, voluntad y sentimientos en la libertad, hemos explicado brevemente lo que la Biblia designa con el término "corazón".
326 Surco, 259.
327 Es una afirmación clásica. San Josemaría la repite, mencionando a veces a otros autores. P.ej., en la Carta 24-III-1931, 33, cita a san Agustín (Sermo 69, reproducido más abajo); en otra ocasión recuerda la expresión de Cervantes: Ha dicho aquél, que es el primer literato de Castilla, que la humildad es la base y el fundamento de todas las virtudes, y sin ella no hay ninguna que lo sea (Carta 24III-1931, 34). Por otra parte, la etimología de la palabra humildad es significativa: proviene del latín humus, el sustrato orgánico que permite el crecimiento de las plantas.
328 Carta 24-III-1930, 20.
329 Carta 6-V-1945, 31.
330 Cfr. P. Adnès, Humilitè, cit., col. 1136.
331 San Atanasio, Oratio contra Arianos, 1, 41.
332 Amigos de Dios, 86.
333 Carta 6-V-1945, 31.
334 Si este texto se aplica a la vida de quien está en gracia de Dios, como hacemos aquí, significa que cuanto más ahonda un hijo de Dios en la humildad, con la ayuda de las gracias actuales, más se dispone a recibir nueva gracia y crecer así en santidad. También se puede aplicar a quien no está en gracia de Dios, y entonces significa (al menos para lo que tratamos ahora) que puede prepararse a recibir la gracia procurando ser humilde (con una humildad "humana" que es base de la humildad del cristiano), reconociendo sus pecados, etc. Dios no niega su gracia a los humildes, y quien se esfuerza en practicar esta virtud humana tendrá, al recibir la gracia santificante, una buena base para crecer en la vida cristiana.
335 San Agustín, De Sancta virginitate, 51.
336 Id., Sermo 69. Existe una nota autógrafa de san Josemaría en la que copia, en latín, este texto del santo obispo de Hipona (cfr. P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de "Camino", cit., comentario al punto 590).
337 Es fundamento "ut removens prohibens" (Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 161, a. 5, ad 2).
338 Amigos de Dios, 98.
339 Apuntes de la predicación, 7-VI-1975 (AGP, P01 VII-1975, p. 219). San Josemaría señala que toma estas palabras de san José de Calasanz.
340 Carta, 28-I-1975 (AGP, P01 VII-1975, p. 158). Cfr. J.M. Casciaro, Fundamentos bíblicos del lema "ocultarme y desaparecer" de San Josemaría Escrivá, en: AA.VV., Signum et Testimonium, Pamplona 2003, pp. 273-295.
341 Carta 24-III-1930, 20-21.
342 Carta 24-III-1931, 37.
343 Ibid., 29.
344 Es Cristo que pasa, 72.
345 Cfr. Santo Tomás de Aquino, De virtutibus in communi, q. 1, a. 9, ad 16 (texto citado en nota al inicio del capítulo).
346 Camino, 675.
347 Amigos de Dios, 233.
348 R. Corazón, La virtud de la sinceridad en la espiritualidad de San Josemaría Escrivá, cit., p. 63.
349 Carta 6-V-1945, 30-31.
350 Cfr. Camino, 376 ss.; Surco, 555 ss.; Forja, 140, 508; Conversaciones, 119; Es Cristo que pasa, 53, 148; Amigos de Dios, 89-90; etc. Sólo en las obras publicadas hasta la fecha habla más de 40 veces de la virtud de la naturalidad. No nos detenemos a estudiar en qué sentido es "parte" de la humildad. Como es sabido, Santo Tomás de Aquino habla de partes de una virtud en tres sentidos: como partes integrales, subjetivas y potenciales (cfr. S.Th. II-II, q. 48, a. 1, c). Aquí basta decir que la naturalidad posee la esencia de la humildad pero no agota todas sus manifestaciones. Por eso decimos que es "parte".
351 Amigos de Dios, 121. Como se puede ver, en este texto habla de "normalidad" y de "naturalidad"; nos parece que para san Josemaría son términos equivalentes. En otra homilía recogida igualmente en Amigos de Dios (nn. 89-90), se refiere, junto con la naturalidad, a la sencillez. Las menciona, en una ocasión, como dos virtudes distintas y, en otra, como una sola. Parece claro que la sencillez en el trato con los demás se identifica prácticamente con la naturalidad; pero, por otra parte, tiene aspectos que no necesariamente hacen referencia a los demás, y en este sentido es una virtud distinta (cfr. infra, apartado 3.3.3).
352 Conversaciones, 24. La luz de Cristo que había prendido en sus corazones les llevaba a santificar sus actividades, no a abandonarlas ni a cambiarlas, si eran honradas. "No dejamos de frecuentar el foro, el mercado, los baños, las tiendas, las oficinas, las hosterías y ferias; no dejamos de relacionarnos, de convivir con vosotros en este mundo. Con vosotros navegamos, vamos a la milicia, trabajamos la tierra y de su fruto hacemos comercio. Y vendemos al pueblo para vuestro uso los productos de nuestros quehaceres y fatigas" (Tertuliano, Apologeticum, c. 42, 1-3). "Los cristianos –se lee en otro documento del siglo II – no se distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su idioma, ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudades exclusivamente suyas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás. (...) Adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable y, por confesión de todos, sorprendente" (Ep. ad Diognetum, c. V, 1 ss.). Son del mundo si ser mundanos: viven con naturalidad cristiana.
353 Cfr. Parte preliminar, apartado I.1.
354 Conversaciones, 24.
355 Carta 24-III-1930, 8.
356 Apuntes de una meditación, 9-I-1959 (AGP, P18, p. 90).
357 Camino, 379.
358 Cfr. Es Cristo que pasa, 21, 111-112; Amigos de Dios, 121.
359 Camino, 380. Cfr. Camino, 842.
360 Camino, 641. En este punto de Camino y, en general, en la enseñanza de san Josemaría, la "discreción" se sitúa "en el horizonte de la vida de cristianos corrientes, de ciudadanos iguales a los demás, que se esfuerzan por santificar su trabajo y testimoniar de manera inequívoca su fe católica, pero sin "publicidad" y tratando de vivir secularmente una "vida escondida con Cristo en Dios" (cfr. Col 3, 3)" (P. Rodríguez, "Camino". Edición crítico-histórica, cit., comentario al punto 641). Más adelante, san Josemaría decidió prescindir de la palabra "discreción" para que no fuera malentendida (cfr. ibidem).
361 Amigos de Dios, 94.
362 Carta 6-V-1945, 32. El conocimiento propio es "condición" de la humildad mientras no va unido a la aceptación de lo que se es. Cuando incluye esa aceptación es ya humildad verdadera.
363 Forja, 342.
364 Amigos de Dios, 94.
365 Carta 24-III-1931, 4. Cfr. Camino, 599; Es Cristo que pasa, 133.
366 Carta 6-V-1945, 32. Cfr. Amigos de Dios, 108.
367 Camino, 604.
368 Camino, 612.
369 Amigos de Dios, 106.
370 Carta 24-XII-1951, 42.
371 Carta 31-V-1954, 13.
372 Carta 24-XII-1951, 42.
373 Conversaciones, 40.
374 Carta 24-III-1930, 20.
375 Carta 9-I-1932, 66.
376 Ibid., 64.
377 Carta 14-IX-1951, 49.
378 Cfr. apartado 3.2.1.
379 Carta 8-XII-1949, 195.
380 Carta 9-I-1932, 66. En Conversaciones, 30, el fundador responde a quienes han sugerido maliciosamente que, con la excusa de la humildad colectiva, pretende encubrir secretos. Esa calumnia –así la califica– tiene su origen en la dificultad que encuentran algunos para comprender que los fieles del Opus Dei son fieles corrientes y que su incorporación a la Obra no cambia su condición en la Iglesia y en la sociedad civil, diversamente de lo que sucede en el caso de los religiosos. Por eso no se presentan oficialmente con el título de miembros de la Obra, ni utilizan distintivos particulares, ni tampoco la Obra publica datos y estadísticas acerca de su vida profesional, familiar o social. No hay en esto secreto sino adecuación a la realidad de las cosas, humildad: respeto a lo que representa la vinculación al Opus Dei. En su propio ambiente, con los colegas de profesión o en el círculo familiar y de amistades –es decir, allí donde puede tener relevancia para los demás el propio modo de vivir coherentemente la fe cristiana–, los fieles del Opus Dei manifiestan con naturalidad su vinculación a la Obra (cfr. también Conversaciones, 34 y 41).
381 Carta 24-III-1931, 34.
382 Carta 11-III-1940, 60.
383 Apuntes de la predicación, 8-IV-1971 (AGP, P01 V-1971, pp. 43-44).
384 Cfr. V. Bosch, Para una "Teología de la sinceridad", a través de los escritos del Beato Josemaría Escrivá, cit.; R. Corazón, La virtud de la sinceridad en la espiritualidad de San Josemaría Escrivá, cit.
385 Apuntes de la predicación, 8-IV-1974 (AGP, P01 V-1974, pp. 130-131).
386 Carta 24-III-1931, 34. Con "perseverar" se refiere aquí a la perseverancia en la entrega a Dios en el Opus Dei, pero se extiende, en general, a la perseverancia en el amor a Dios, que siempre es dinámica, es decir, implica un crecimiento constante en la caridad.
387 R. Corazón, La virtud de la sinceridad en la espiritualidad de San Josemaría Escrivá, cit., p. 59.
388 Ibid., p. 56.
389 Cfr., p.ej., Forja, 710; Conversaciones, 93.
390 Cfr. Amigos de Dios, 141.
391 Surco, 325. Cfr. Forja, 328.
392 Forja, 127. En el capítulo 9º, apartado 4, se hablará de la dirección espiritual como medio de santificación.
393 R. Corazón, La virtud de la sinceridad en la espiritualidad de San Josemaría Escrivá, cit., p. 63.
394 Ibid., p. 65.
395 Forja, 875. El texto de la Escritura es Jr 18, 6. Cfr. Si 33, 13.
396 Santo Tomás de Aquino trata la docilidad como parte de la prudencia (cfr. S.Th. II-II, q. 49, a. 3); aquí la consideramos parte de la humildad. La diferencia tiene su origen en la concepción de la humildad, que santo Tomás presenta dentro de la templanza que perfecciona la facultad concupiscible (cfr. S.Th. II-II, q. 161, a. 4), mientras que para nosotros radica en todas las facultades del alma. Esta diversa concepción de la humildad afecta también a la colocación de otras virtudes.
397 Es Cristo que pasa, 130.
398 Es Cristo que pasa, 135.
399 Cfr. Camino, 56; Forja, 427; etc.
400 Es Cristo que pasa, 65. Cfr. Camino, 868, 887, 893.
401 Conversaciones, 110. Cfr. Conversaciones, 112; Es Cristo que pasa, 18.
402 Es Cristo que pasa, 180.
403 Amigos de Dios, 160.
404 Cfr. Es Cristo que pasa, 20.
405 Cfr. Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
406 Cfr. Amigos de Dios, 102; Camino, 581; Surco, 434; Es Cristo que pasa, 18.
407 Es Cristo que pasa, 34.
408 Es Cristo que pasa, 24.
409 Es Cristo que pasa, 125.
410 Es Cristo que pasa, 52.
411 Amigos de Dios, 90.
412 Es Cristo que pasa, 87. Al decir que el Paráclito es caridad, se refiere a que es la caridad infinita (increada), no la caridad que derrama en el cristiano.
413 Surco, 566.
414 G. Tanzella-Nitti, "Perfectus Deus, perfectus homo". Riflessioni sull'esemplarità del mistero dell'Incarnazione del Verbo nell'insegnamento del Beato Josemaría Escrivá, en: "Romana" 25 (1997) 370 s.
415 Amigos de Dios, 75.
416 Es Cristo que pasa, 174.
417 Aparece 25 veces sólo en las obras editadas; el mayor número en Surco y en Amigos de Dios.
418 Cfr. DS 76.
419 Cfr. Forja, 290; Amigos de Dios, 176, 201. De la perfección humana de Jesucristo forman parte también las dotes intelectuales y físicas que poseía de modo excelente, pero la perfección humana es principalmente perfección moral.
420 Es Cristo que pasa, 109.
421 Amigos de Dios, 73.
422 Es Cristo que pasa, 125.
423 Amigos de Dios, 93.
424 Amigos de Dios, 72.
425 Amigos de Dios, 74.
426 El valor divino de lo humano es el significativo título de un conocido libro de Jesús Urteaga (1921-2009), publicado en 1948, que ha visto numerosas ediciones en diversos idiomas. Se trata de una de las primeras obras que intentaron transmitir la enseñanza de san Josemaría sobre la vida cristiana.
427 CEC, 1804. Siendo tradicional esta definición del Catecismo, representa también en parte una cierta novedad al referirse a las "virtudes humanas" que en el cristiano están elevadas por la gracia. Este planteamiento se encuentra ya en las enseñanzas de san Josemaría.
428 Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 64, a. 4, c.
429 Conversaciones, 62.
430 Amigos de Dios, 74; cfr. Amigos de Dios, 91.
431 G. Tanzella-Nitti, "Perfectus Deus, perfectus homo". Riflessioni..., cit., p. 372.
432 Amigos de Dios, 74-75. C. Fabro comenta, refiriéndose a este texto, que "esta página vale un tratado de ascética y mística" (Virtù umane e soprannaturali nelle omelie di mons. Escrivá, cit., p. 184).
433 Surco, 652.
434 Amigos de Dios, 75.
435 Amigos de Dios, 91.
436 Conversaciones, 62.
437 Es Cristo que pasa, 107.
438 San Agustín, De moribus Ecclesiae, lib. I, c. 15, 25. Enseguida citaremos más ampliamente este texto al hablar de la conexión entre las virtudes.
439 San Gregorio Magno, Moralia in Iob, lib. 10, 7.
440 Carta 15-X-1948, 30.
441 Es Cristo que pasa, 50.
442 G. Tanzella-Nitti, "Perfectus Deus, perfectus homo". Riflessioni..., cit., p. 372.
443 CEC, 1827.
444 Cfr., p.ej., Amigos de Dios, 72. Es la división que emplea el Catecismo de la Iglesia Católica: cfr. 1805 y 1834. Las cuatro virtudes se mencionan, conectadas, en Sb 8, 7. Como es sabido, la división se encuentra en Platón (República, lib. IV, 427 e; 433 b-c; etc.) y la adoptan varios Padres de la Iglesia.
445 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 48, a. 1, c.
446 Cfr. Amigos de Dios, 73-93.
447 Cfr., p.ej., Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 65. Magistralmente lo explica San Agustín: "La inseparabilidad de las virtudes ha sido propuesta por todos los filósofos que proclaman las virtudes necesarias para la vida (...). El motivo por el cual piensan que, si uno posee una virtud, las posee todas y, si le falta una, no posee ninguna, es que la prudencia no puede ser ni débil, ni injusta, ni intemperante: pues si tuviese alguno de tales defectos, no sería prudente. Y si la prudencia es tal cuando es fuerte, justa y templada, donde ella está, consigo estarán las demás. Del mismo modo, la fortaleza no puede ser ni imprudente, ni intemperante, ni injusta; asimismo la templanza debe ser prudente, fuerte y justa; así como la justicia no es tal si no es al mismo tiempo prudente, fuerte y templada. De modo que, cuando existe una de esas virtudes, allí están igualmente también las otras; y cuando las otras faltan, aquella no es auténtica, aunque por algún motivo pueda parecerlo" (Epistula 167, 2, 4-5).
448 San Agustín considera incluso que la "cuádruple división [de las virtudes] no expresa más que varios afectos de un mismo amor, y es por eso que no dudo en definir estas cuatro virtudes como distintas funciones del amor (...). La templanza es el amor que totalmente se entrega [con alma y cuerpo] a la cosa amada; la fortaleza es el amor que todo lo soporta con facilidad por aquello que ama; la justicia es el amor únicamente esclavo de su amado, por lo que es un recto señorío; la prudencia es amor que elige con sagacidad los medios más adecuados y rechaza los contrarios" (De moribus Ecclesiae, I, 15, 25). También hay una conexión entre las virtudes morales por razón de la prudencia (cfr. Santo Tomás de Aquino, De virtutibus in communi, a. 12), pero es un tema que aquí no necesitamos detallar porque cuando la misma prudencia está informada por la caridad, la conexión tiene un nuevo fundamento, que es el propio de la vida espiritual.
449 Amigos de Dios, 85.
450 Amigos de Dios, 164. Una síntesis de la concepción tradicional de la prudencia puede verse en CEC, 1806. Entre los estudios sobre esta virtud, san Josemaría conocía probablemente el de J. Pieper, Traktat über die Klugheit, München 1949 (trad. cast.: La prudencia, Madrid 1957, 155 pp.).
451 Amigos de Dios, 83.
452 Amigos de Dios, 180. El contexto de esta frase es la virtud de la castidad: la prudencia enseña a no ponerse en peligro de pecado, y así custodia el amor a Dios. Pero la frase tiene una aplicación más general, porque la prudencia indica en cada situación concreta la "medida" de las demás virtudes, haciendo posible que sean informadas por la caridad. De este modo "custodia el Amor".
453 Amigos de Dios, 85.
454 Amigos de Dios, 88.
455 Carta 24-XII-1951, 4.
456 San Agustín, De moribus Ecclesiae, I, 15, 25.
457 Camino, Introducción; cfr. Camino, 33, 384; Surco, 595; Forja, 450, 713, 840; etc.
458 Conversaciones, 93.
459 Amigos de Dios, 87.
460 Amigos de Dios, 86. Remite a Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 47, a. 8.
461 Amigos de Dios, 87.
462 Amigos de Dios, 86.
463 Ibid.
464 Instrucción, 31-V-1936, 43.
465 Amigos de Dios, 88.
466 Amigos de Dios, 86.
467 Ibid.
468 Es Cristo que pasa, 60.
469 J. Peña Vial, "Mística ojalatera" y realismo en la santidad de la vida ordinaria, cit., p. 121.
470 Carta 9-I-1932, 4.
471 Conversaciones, 116; cfr. Conversaciones, 88.
472 Camino, 837.
473 Carta 24-III-1931, 22.
474 J. Peña Vial, "Mística ojalatera" y realismo en la santidad de la vida ordinaria, cit., p. 130.
475 Apuntes de una meditación, 27-III-1975 (AGP, P09, p. 230).
476 No nos detenemos en disquisiciones sobre otros usos del término orden. Puede verse, Santo Tomás de Aquino, In I Sent., d. 20, q. 1, a. 3, sol. 1; S.Th. IIII, q. 26, a. 1.
477 Camino, 79.
478 Conversaciones, 88.
479 Ibid.
480 Hablaremos del "plan de vida" en el capítulo 9º, apartados 5.1. y 5.3.
481 Camino, 3.
482 Forja, 806. La "perseverancia" es aquí la perseverancia en el amor a Dios, en el camino de la propia vocación a la santidad.
483 Cfr. Amigos de Dios, 83; Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 58, a. 1, c.; CEC, 1807.
484 Por radicar las dos virtudes en la voluntad, la relación entre ambas es particularmente estrecha. En la Sagrada Escritura la santidad es llamada "justicia" (cfr. Mc 6, 20; etc.); "santo" es el "justo", el que está "ajustado" con Dios y con los demás, lo que sólo es posible por la caridad que nos permite obrar de un modo divino, como hijos de Dios.
485 Amigos de Dios, 172.
486 Amigos de Dios, 83.
487 Amigos de Dios
488 Amigos de Dios, 172.
489 Carta 8-XII-1949, 187. Cfr. Camino, 440.
490 Amigos de Dios, 83.
491 V. Ferrero Muñoz, La plenitud de la justicia, en: AA.VV., Trabajo y espíritu. Sobre el sentido del trabajo desde las enseñanzas de Josemaría Escrivá en el contexto del pensamiento contemporáneo, Pamplona 2004, p. 367.
492 Amigos de Dios, 173.
493 Ibid.
494 Cfr. Amigos de Dios, 172.
495 Cfr. Es Cristo que pasa, 167.
496 Camino, 407.
497 Forja, 697. Cfr. Conversaciones, 117.
498 Carta 24-III-1931, 12.
499 Camino, 999.
500 Á. del Portillo, Carta pastoral, 19-III-1992 (AGP, P17, vol. III, 348).
501 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 104, a. 2, ad 3.
502 Carta 19-III-1967, 41. Cfr. Es Cristo que pasa, 17.
503 Surco, 374.
504 Es Cristo que pasa, 17. Estas palabras no están en contraste con la expresión obedecer ciegamente al superior (Camino, 941) sino que sirven para entenderla. "Obedecer ciegamente" no significa "sin inteligencia", sino con una confianza total en que Dios nos guía por medio de las personas que tienen la misión de dirigirnos en la vida espiritual (presupuesta la evidencia de que el mandato que se recibe no sea ofensa a Dios).
505 Carta 6-V-1945, 39.
506 Surco, 374.
507 Surco, 375.
508 Carta 31-V-1954, 22.
509 Cfr. H. Balz – G. Schneider, Dizionario Esegetico del Nuovo Testamento, cit., vol. II, col. 1719.
510 San Agustín, De Genes. ad litt., 8, 6, 12.
511 "Virtus moralis habet rationem virtutis in quantum participat virtutem intelectualem" (Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 47, a. 5, ad 1; cfr. S.Th. I-II, q. 55, a. 4, ad 3).
512 Apuntes de la predicación (AGP, P01 XI-1966, p. 12).
513 Es Cristo que pasa, 173. El texto se refiere a la obediencia a Dios, pero en este caso presenta la actitud de la Virgen también como ejemplo de la virtud humana de la obediencia.
514 I. de Celaya, Libertad y obediencia en la formación sacerdotal, en AA.VV. (L.F. Mateo-Seco, dir.), La formación de los sacerdotes en las circunstancias actuales: XI Simposio internacional de teología de la Universidad de Navarra, Pamplona 1990, p. 703.
515 Ibid., pp. 703-704.
516 Es Cristo que pasa, 17.
517 Apuntes de la predicación (AGP, P01 XII-1966, p. 12).
518 "Hay dos posibles impedimentos para que la voluntad humana se someta a la rectitud de la razón. El primero es que la atracción por algo deleitable la aleje de lo que muestra la recta razón: y esto se evita por la templanza. El segundo es que la voluntad se aparte de lo que indica la recta razón porque resulte difícil. Para quitar este obstáculo es necesaria la fortaleza, por la cual se resiste a las dificultades" (Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 123, a. 1, c).
519 CEC, 1808.
520 Amigos de Dios, 77. Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 123, a. 3, c.
521 Cfr. Concilio Vaticano II, Const. past. Gaudium et spes, 14; CEC, 405.
522 Es Cristo que pasa, 76.
523 Cfr. Amigos de Dios, 222-237.
524 Amigos de Dios, 232.
525 Amigos de Dios, 71.
526 Camino, 11.
527 Cfr. P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de "Camino", cit., ad loc.
528 Camino, 316.
529 Carta 9-I-1959, 59.
530 Cfr., p.ej., Es Cristo que pasa, 2.
531 Apuntes de la predicación (AGP, P01 1973, p. 443).
532 Surco, 149. Cfr. Camino, 994.
533 Cfr. Surco, 66; Es Cristo que pasa, 80; Amigos de Dios, 17, 131, 213; etc.
534 Camino, 728. Cfr. Amigos de Dios, 218.
535 Amigos de Dios, 246. Remite a 2R 22, 2.
536 Cfr. Camino, 508, 610; Surco, 92, 137, 920; Forja, 527, 1055; etc.
537 Cfr., p.ej., Camino, 19.
538 Camino, 508.
539 Carta 24-III-1931, 47. Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 136, a. 4, c.
540 Cfr. Amigos de Dios, 78.
541 Ibid.
542 Surco, 668.
543 Apuntes de la predicación (AGP, P10, 227).
544 Cfr. Camino, 8; Surco, 112, 773, 860, 932; Forja, 115, 169, 343, 423, 467, 536, 642, 772, etc.
545 Amigos de Dios, 79.
546 Cfr. Camino, 8; Forja, 642.
547 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 157, aa. 1-2.
548 Es Cristo que pasa, 136.
549 Camino, 10. Cfr. Amigos de Dios, 79.
550 Sobre el sentido del "heredar"-"poseer" la tierra, en el Nuevo Testamento, cfr. H. Balz – G. Schneider, Dizionario Esegetico del Nuovo Testamento, Brescia 2004, vol. II, col. 49-52.
551 Cfr. Es Cristo que pasa, 185-186.
552 Es Cristo que pasa, 185.
553 Camino, 934.
554 Surco, 366.
555 Cfr. Camino, 924, 983, 997.
556 Camino, 983.
557 Amigos de Dios, 80.
558 Es Cristo que pasa, 167.
559 J. Ballesteros, Toda persona es digna. No toda opinión es válida, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. III, p. 73.
560 Camino, 430.
561 Camino, 817.
562 Surco, 526; cfr. Surco, 858.
563 Apuntes de una meditación, 19-III-1975 (AGP, P09, p. 216).
564 Amigos de Dios, 84.
565 Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.
566 Amigos de Dios, 84. "La templanza cría al alma..." es otro modo de remitir al término griego "sophrosyne", que significa "buena crianza": el señorío y la sobria moderación que distingue a quien ha recibido una esmerada educación. El término aparece en 2Tm 1, 7 y Tt 2, 2, pero la Neo-Vulgata lo traduce por sobriedad, en el primer caso, y por prudencia en el segundo, virtudes que sin duda están implicadas de distinto modo en la "sophrosyne" pero sin identificarse totalmente con ella (cfr. J. Pieper, Zucht und Maß, München 1949, pp. 10-12). En san Josemaría la noción está en plena sintonía con la del Catecismo de la Iglesia Católica: "La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados" (CEC, 1809).
567 Cfr. CEC, 2341.
568 Amigos de Dios, 84.
569 Es Cristo que pasa, 24. Cfr. CEC, 2331.
570 Quizá se pueda señalar una ligera diferencia de matiz entre los dos términos. Al hablar de castidad se tiende a pensar en las manifestaciones externas de la virtud, mientras que la pureza evoca más bien la interioridad, el corazón, como parece sugerir la oración litúrgica que pide: "ut tibi casto corpore serviamus, et mundo corde placeamus" (Misal Romano, Missae ad diversa, Collecta: esta oración se encontraba también entre los textos de preparación para la Santa Misa; san Josemaría la recitaba a diario). También el Catecismo de la Iglesia Católica apunta en esta dirección (cfr. CEC, 2520 s.). No obstante, después de examinar los escritos de san Josemaría, tendemos a pensar que los usa prácticamente como sinónimos.
571 Cfr. Amigos de Dios, 177-179, 184; CEC, 2337.
572 Es Cristo que pasa, 5.
573 Amigos de Dios, 185.
574 Cfr. Amigos de Dios, 184-185.
575 Es Cristo que pasa, 25. La referencia a Santo Tomás de Aquino en el texto publicado es bastante amplia: S.Th. I-II, q. 31 y II-II, q. 141
576 Cfr. Amigos de Dios, 175-189.
577 Es una idea que pertenece al patrimonio común de la antropología cristiana: cfr., p.ej., Juan Pablo II, Ex. ap. Familiaris consortio, 22-XI-1981, 11; CEC, 2332 y 2361.
578 Cfr. Amigos de Dios, 179.
579 Forja, 15.
580 Amigos de Dios, 179.
581 Ibid.
582 Apuntes de la predicación, 9-XI-1959 (AGP, P01 V-1978, pp. 20-21).
583 Camino, 119.
584 Amigos de Dios, 175. A continuación cita el comentario de un Padre de la Iglesia a esa bienaventuranza: "Guardan un corazón sano los que poseen una conciencia completamente limpia o los que aman la castidad. Ninguna virtud es tan necesaria como ésta para ver a Dios" (San Juan Crisóstomo, In Matthaeum homiliae, 15, 4).
585 Cfr. Amigos de Dios, 177. La imagen de las alas tiene tras de sí una antigua tradición: cfr. San Agustín, Sermo 68, 12.
586 Camino, 130.
587 Clemente de Alejandría, Stromata, 55, 1.
588 CEC, 2332.
589 Camino, 129.
590 Ciertamente también puede promover la moralidad pública quien no viva la castidad, pero lo hará "a pesar de no vivirla". Aquí hablamos de que la castidad impulsa positivamente a crear un ambiente moral sano que facilite el desarrollo de la persona humana. Juan Pablo II habla de promover una auténtica "ecología humana" (Enc. Centesimus annus, 1-V-1991, 38; cfr. CEC, 2344).
591 Camino, 124.
592 Amigos de Dios, 177.
593 Es Cristo que pasa, 25.
594 Camino, 118, 119, 129 y 131.
595 Camino, 119; cfr. Camino, 280.
596 Es Cristo que pasa, 25.
597 Amigos de Dios, 177.
598 Es Cristo que pasa, 5.
599 Es Cristo que pasa, 24-25. El Magisterio pontificio contemporáneo a san Josemaría dedicó importantes documentos al matrimonio y a la familia en los que se trata con amplitud la castidad conyugal, desde la encíclica Casti connubii de Pío XI (31-XII1930) a la Humanae vitae de Pablo VI (25-VI-1968), pasando por la Constitución Gaudium et spes, parte II, cap I, del Conc. Vaticano II. San Josemaría hace eco en su predicación a este cuerpo de doctrina, desde la perspectiva de la santificación de la vida familiar que le sitúa por encima de planteamientos minimalistas. La doctrina moral acerca de lo que es lícito e ilícito en las relaciones conyugales está claramente afirmada, pero de un modo sobrio. El acento está puesto en el ideal de convertir todo en oración. Lo veremos en el capítulo 7º, apartado 3.1.1.
600 Carta 8-XII-1949, 35. La expresión tradicional "corazón indiviso", aplicada al celibato, se inspira en 1Co 7, 34. Sobre el celibato, cfr. Volumen I, Parte preliminar, III.2.a).2 (pp. 221-224).
601 Cfr. Camino, 164.
602 Amigos de Dios, 183.
603 Cfr. Camino, 161.
604 Cfr. Camino, 134.
605 Amigos de Dios, 185.
606 San Juan Crisóstomo, In Matthaeum homiliae, 15, 1.
607 Amigos de Dios, 114. Es un modo común de referirse al sentido más radical de esta virtud. Juan Pablo II, p.ej., habla de la pobreza de espíritu como un "desprendimiento y desapego coherente de sí mismo" (Homilía, 1-XI-2000, 3).
608 Conversaciones, 111.
609 Cfr., p.ej., Camino, 631, 632, 636.
610 Conversaciones, 110.
611 Ibid.
612 Ibid.
613 Amigos de Dios, 118.
614 Conversaciones, 110.
615 Ibid.
616 Instrucción, 31-V-1936, nota 137. Un claro precedente se encuentra en San Alfonso María de Ligorio, Breve pratica per la perfezione raccolta dalle dottrine di S. Teresa, en: Opere di S. Alfonso Maria de Liguori, Torino 1845-1880, p. 462; La vera sposa di Gesù Cristo, en: Opere Ascetiche di S. Alfonso M. de Liguori, Roma 1933 ss., vol. XIV, pp. 323-343.
617 Amigos de Dios, 122.
618 Cfr. Amigos de Dios, 45-46, 50-52.
619 Amigos de Dios, 125.
620 Ibid.
621 Amigos de Dios, 117.
622 Camino, 194.
623 Cfr. Camino, 636.
624 Conversaciones, 111.
625 Cfr. Camino, 631. En esta línea se puede recordar aquí que Juan Pablo II habló del "enfriamiento religioso causado por el consumismo" (Carta ap. Novo millennio ineunte, 6-I-2001, 46). La facilidad para consumir bienes, en bastantes países, ha arrastrado a muchos a no practicar la virtud de la pobreza, llevando a un enfriamiento de la caridad.
626 Conversaciones, 110. Este texto se ha citado antes con más amplitud.
627 Apuntes de la predicación (AGP, P10, 180).
628 Cfr. J.L. Illanes, La vida ordinaria entre la irrelevancia y el heroísmo, en: AA.VV., La grandezza della vita quotidiana, cit., vol. IV, p. 36.
629 Cfr. Benedicto XIV, De servorum Dei beatificatione et beatorum canonizatione, Prati 1839-1842, III, 21, 7.
630 San Agustín, De civitate Dei, lib. X, 21.
631 Benedicto XIV, De servorum Dei beatificatione et beatorum canonizatione, cit., III, 22, 1.
632 Cfr. Benedicto XV, Decreto de las virtudes heroicas del venerable Antonio M. Gianelli: AAS 12 (1920) 172. Cfr. Pío XII, Homilía 5-IV-1948: AAS 40 (1948) 149].
633 Benedicto XV, Decreto de las virtudes heroicas..., cit., p. 173.
634 Es Cristo que pasa, 82.
635 Carta 24-III-1930, 19.
636 El tema de la lucha cristiana queda para el capítulo 8º. Aquí lo mencionamos sólo porque es exigencia de la perfección de la caridad y es lo que hace que esa perfección se llame "heroísmo".
637 Amigos de Dios, 3.
638 Es Cristo que pasa, 9.
639 Carta 24-III-1930, 19.
640 Es Cristo que pasa, 50. Cfr. Surco, 500; Conversaciones, 116.
641 Carta 8-VIII-1956, 40.
642 Amigos de Dios, 134.
643 Carta 29-VII-1965, 55. San Josemaría menciona varias veces la figura de Tartarín de Tarascón para exponer esta idea (cfr. Es Cristo que pasa, 36; Amigos de Dios, 8; etc.). Se trata de un personaje de las novelas de A. Daudet, una de las cuales, de 1872, lleva ese nombre.
644 Es Cristo que pasa, 36.
645 Carta 24-III-1930, 19.
646 Camino, 813. Cfr. Forja, 85.
647 Camino, 204.
648 J. Orlandis, Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer, Maestro de vida cristiana, Pamplona 1976, pp. 26-27.
649 Camino, 509. Cfr. Es Cristo que pasa, 172.
650 Cfr. Camino, 277; Es Cristo que pasa, 58; Santo Tomás de Aquino, Super Symbolum Apostolorum, c. 6 ("En la Cruz hallamos el ejemplo de todas las virtudes...").
651 "Sobre él reposará el Espíritu del Señor, espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia, de piedad y de temor del Señor" (Is 11, 2, según la Vulgata). Siguiendo el texto masorético, la Neo-Vulgata trae solamente seis (falta el de piedad). El texto hebreo de Is 11, 2 repite, entre los seis dones que menciona, el del temor en el v. 3, pero la versión griega de los LXX tradujo esta segunda referencia al temor con un término diferente: "De ahí derivan los siete dones de la devoción católica" (R. Brown – J. Fitzmyer – R. Murphy, Nuovo Grande Commentario Biblico, Brescia 1997, p. 310). Fiel a una antiquísima tradición que arranca de los Padres, el Catecismo de la Iglesia Católica mantiene los siete dones (cfr. CEC, 1831 y 1845). En general, el Magisterio pontificio posterior a la publicación de la Neo-Vulgata continúa refiriéndose al sacrum septenarium: véanse, p.ej., los siete Discursos de Juan Pablo II, del 9-IV al 11-VI-1989.
652 "Los frutos del Espíritu son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, castidad" (Ga 5, 22-23, según la Vulgata). También en este caso la Neo-Vulgata trae un número menor, siguiendo el texto griego: solamente menciona nueve (en lugar de "paz, paciencia" figura sólo "paz"; y en lugar de "modestia, continencia, castidad", sólo "continencia"). Como sucede con los dones, esta diferencia entre las dos versiones no significa que el número tradicional de los frutos haya quedado sin fundamento. El Catecismo de la Iglesia Católica continúa mencionando los doce y remite a la Vulgata (cfr. CEC, 1832). Por lo demás, las diferencias no tienen mucho relieve, si se considera lo que dice santo Tomás, citando a san Agustín, respecto al número de los frutos: san Pablo no hace una enumeración completa (hay otros muchos); señala sólo algunos para mostrar el género de conducta de los que "viven según el Espíritu Santo" (cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 70, a. 3, ad 4).
653 Amigos de Dios, 92.
654 Un interesante resumen de este debate puede verse en C. González Ayesta, El don de sabiduría según Santo Tomás, Pamplona 1998, capítulo I, pp. 15-65 ("Discusiones sobre los Dones del Espíritu Santo en la Teología del siglo XX"). Santo Tomás de Aquino expone su visión principalmente en In III Sent., d. 34, q. 1, a. 2, c (donde divide los dones en dos grupos, correspondientes a la "vida contemplativa" y a la "vida activa"); S.Th. I-II, qq. 68 y 70 (sobre los dones y los frutos en general); S.Th. II-II, qq. 8, 9, 19, 45, 52, 121, 139 (sobre cada uno de los dones en correspondencia con las siete virtudes principales: las tres teologales y las cuatro cardinales). Diversos estudios señalan una evolución del pensamiento del Aquinate en cuanto a la relación entre virtudes y dones (que evidentemente afecta a la comprensión de los dones mismos). En san Josemaría no se encuentra este tema. Tomamos la doctrina de santo Tomás como marco conceptual básico de nuestra exposición, sirviéndonos también del estudio de M.M. Philipon, Los dones del Espíritu Santo, Madrid 1983, 407 pp. (orig.: Les dons du Saint-Esprit, Paris 1964). En cuanto al Magisterio de la Iglesia, nos parece que la encíclica de León XIII, Divinum illud munus (9-V-1897), sobre el Espíritu Santo, es un claro punto de referencia de la enseñanza de san Josemaría, que cita este documento varias veces en sus escritos.
655 CEC, 1831.
656 Cfr. León XIII, Enc. Divinum illud munus, 9-V-1897: Acta Leonis XIII, vol. XVII, 141.
657 Amigos de Dios, 306.
658 Cfr. A. Gardeil, Dons du Saint-Esprit, en: AA.VV., Dictionnaire de Théologie Catholique, 4 (1920) col. 1738 s.; M.-M. Labourdette, Dons du Saint-Esprit, en: AA.VV., Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, 3 (1957) col. 1616-1631.
659 Santo Tomás de Aquino, In III Sent., d. 34, q. 1, a. 3.
660 Ibid. Cfr. S.Th. I-II, q. 68, a. 1.
661 M.M. Philipon, Los dones del Espíritu Santo, cit., p. 154. Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 68, a. 4, c.; CEC, 1831. Cuando Philipon dice "máxima perfección" entendemos que se trata de una "perfección divina", o sea, de un modo divino de obrar, no simplemente de la "máxima perfección humana", porque eso es propio de las mismas virtudes.
662 Artículo La Virgen del Pilar, en: AA.VV., Libro de Aragón, Zaragoza 1976, p. 11.
663 Amigos de Dios, 297.
664 Es Cristo que pasa, 174.
665 C. Fabro, La nozione metafisica di partecipazione, Torino 1950, p. 306.
666 Apuntes de una meditación, 26-XI-1967 (AGP, P09, p. 87).
667 Juan Pablo II refleja la tradición sobre la primacía de este don cuando afirma que es "el primero y el mayor de los dones" (Discurso, 9-IV-1989, 1).
668 Consagración al Espíritu Santo, con fecha del 30 de mayo de 1971, Solemnidad de Pentecostés, día en el que el fundador quiso consagrar el Opus Dei al Espíritu Santo. Es el texto en el que trata más directamente de los dones y frutos. Sobre la historia y el significado de esta consagración, cfr. A. Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, cit., vol. III, pp. 610 ss.
669 Apuntes de una meditación, junio de 1972 (AGP, P09, p. 176).
670 Es Cristo que pasa, 133. Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 45, a. 2, ad 1. "Sapientia" viene de "sapere": saborear, gustar. Cfr. la antiquísima oración litúrgica: "Deus, qui corda fidelium Sancti Spiritus illustratione docuisti, da nobis eodem spiritu recta sapere et de eius semper consolatione gaudere".
671 Apuntes de una meditación, 29-X-1967 (AGP, P18, p. 330). Cfr. Conversaciones, 116 y 121.
672 Es Cristo que pasa, 133.
673 Cfr. ibid.
674 Cfr. Amigos de Dios, 315.
675 Surco, 607.
676 Es Cristo que pasa, 174.
677 Ibid.
678 Es Cristo que pasa, 10. Remitimos a lo que se dijo sobre esto en el capítulo 4º, apartado 3.1.
679 Consagración al Espíritu Santo.
680 Amigos de Dios, 92. Sobre la relación entre el don de piedad y la filiación divina, puede verse Juan Pablo II, Discurso, 28-V-1989.
681 Es Cristo que pasa, 185.
682 Forja, 739. Como se puede ver, llama "beatería" a las manifestaciones externas de piedad en una persona que no cumple sus deberes profesionales, etc. Es una falsa piedad, una apariencia de intimidad con Dios, la deformación de una vida que es "beata" o feliz por la verdadera intimidad con Dios.
683 Carta 6-V-1945, 25.
684 Cfr. capítulo 7º, apartado 1.5.1.
685 Carta 25-I-1961, 54.
686 Lo decimos sólo a modo de hipótesis, ya que no se deduce inmediatamente de los textos de san Josemaría que citaremos, sino de su lectura en el conjunto del espíritu de santificación en medio del mundo que transmite.
687 Cfr. J. López Díaz, Virtudes humanas y contemplación cristiana, en: AA.VV. L. Touze, dir.), La contemplazione cristiana: esperienza e dottrina, Roma 2007, pp. 527 s.
688 Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 68, a. 4, c.
689 Consagración al Espíritu Santo. Se designa también "don de inteligencia".
690 Es Cristo que pasa, 174.
691 Consagración al Espíritu Santo.
692 Ibid.
693 Surco, 283.
694 Consagración al Espíritu Santo.
695 Cfr. Camino, 728.
696 Carta 19-III-1967, 133.
697 Consagración al Espíritu Santo.
698 Camino, 435.
699 Forja, 260.
700 L. Scheffczyk, Die Gnade in der Spiritualität von Josemaría Escrivá, cit., pp. 75-76.
701 Consagración al Espíritu Santo. Cfr. Ga 5, 22-23 (según la Vulgata, como decíamos más arriba). Cfr. los mismos doce frutos en CEC, 1832.
702 Amigos de Dios, 92.
703 Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I-II, q. 70, a. 3, ad 4 (citando a san Agustín).
704 Surco, 94.
705 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 29, a. 3, c.
706 Refiriéndose específicamente a los sacerdotes, el Conc. Vaticano II asocia la unidad de vida a la caridad señalando que "en el mismo ejercicio de la caridad pastoral encontrarán el vínculo de la perfección sacerdotal que reduce a unidad su vida y su actividad" (Decr. Presbyterorum ordinis, 14). El mismo principio se puede aplicar a todo fiel.
707 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 28, a. 4, c.
708 Ibid.
709 A. Vanhoye, Lettera ai Galati, cit., p. 138.
710 Forja, 332.
711 Cfr. Forja, 105; Camino, 308.
712 Surco, 61.
713 Amigos de Dios, 108.
714 Instrucción, mayo-1935/14-IX-1950, 69.
715 Ibid.
716 Camino, 662.
717 Apuntes de una meditación, 25-XII-1973 (AGP, P09, p. 206).
718 Carta 16-VII-1933, 12.
719 Amigos de Dios, 92. "La tristeza es un vicio causado por el desordenado amor de sí mismo, que no es un vicio especial, sino la raíz general de todos ellos" (Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 28, a. 4, ad 1).
720 Camino, 260.
721 Cfr. Forja, 252.
722 Amigos de Dios, 92.
723 San Agustín, De civitate Dei, XIX, 13, 1.
724 Santo Tomás de Aquino, S.Th. II-II, q. 29, a. 4, c.
725 Camino, 759. Cfr. Lc 2, 14 [Vg].
726 Camino, 300. Cfr. Mt 6, 24.
727 Es Cristo que pasa, 73.
728 Cfr., p.ej., Camino, 758; Surco, 8, 78; Forja, 174, 900; Es Cristo que pasa, 9; etc.
729 Forja, 174.
730 Camino, 768.
731 Surco, 59.
732 Carta 16-VII-1933, 3.
733 L. Scheffczyk, Die Gnade in der Spiritualität von Josemaría Escrivá, cit., p. 77.
734 Es Cristo que pasa, 122.
735 Es Cristo que pasa, 124.
736 Sobre el contenido de esta sección remitimos a la explicación que hemos dado en el lugar correspondiente del capítulo 1º y que hemos vuelto a señalar en el 4º, que abre este volumen.
737 Carta 8-VIII-1956, 37.
738 Camino, 57.
739 Apuntes íntimos, 864 (8-XI-1932) (cit. en P. Rodríguez, Edición crítico-histórica de "Camino", cit., comentario al punto 57).
740 Ibid. Cfr. Forja, 430.
741 Forja, 282.
742 Forja, 958.
743 Apuntes de la predicación (AGP, P01 III-1970, pp. 7-8).
744 Ibid., p. 11.
745 Carta 24-III-1931, 50.
746 Amigos de Dios, 194.
747 San Agustín, Soliloquia II, c. 1.
748 Es Cristo que pasa, 18.
749 Surco, 628. Con la expresión "varones de deseos" alude a Dn 9, 23: "vir desideriorum es tu".
750 Forja, 591.
751 Apuntes de una meditación, junio de 1972 (AGP, P09, p. 176).
752 El adjetivo "esponsal" no figura en el diccionario de la lengua castellana, pero se encuentra frecuentemente en las obras sobre la vida espiritual. El término castellano equivalente sería "nupcial" o "matrimonial".
753 Una síntesis del tema, en general, puede verse en: P. Adnès, Mariage spirituel, en: AA.VV., Dictionnaire de spiritualité ascétique et mystique, 10 (1980) col. 388-408 (con bibliografía); T. Álvarez, Matrimonio spirituale, en: AA.VV. (E. Ancilli, dir.), Dizionario enciclopedico di spiritualità, v. II, Roma 1990, pp. 1542-1547.
754 Cfr. Camino, 496; Surco, 801; Forja, 227, 461, 555, 584, 833; Conversaciones, 23; Es Cristo que pasa, 34, 73, 136, 145, 171, 176; Amigos de Dios, 274, 316; Homilía Lealtad a la Iglesia, passim; etc. De la Iglesia como esposa de Cristo, en la enseñanza de san Josemaría, hemos hablado en el capítulo 3º, apartado 1.4. La Santísima Virgen es "esposa" en el mismo sentido, porque ha concebido al Hijo por obra del Espíritu Santo y porque a través de su mediación los cristianos somos engendrados a la vida sobrenatural (cfr. capítulo 3º, apartado 4).
755 Forja, 461. Habitualmente dice "mi madre la Iglesia" o "nuestra madre la Iglesia" u otras expresiones filiales: cfr. Camino, 518, 750; Surco, 49, 275, 354, 369, 409, 920; Forja, 461, 471, 583; etc.
756 Apuntes tomados de la predicación, 12-XI-1956 (AGP, P02 XI-1956, p. 9); lo mismo, p.ej., en AGP, P02 V-1957, p. 13 y en AGP, P02 XI-1957, p. 11. La encíclica Sacra virginitas, 7, cita, por ejemplo, a san Atanasio: "A las que hacen profesión de esta virtud [la virginidad], la Iglesia católica acostumbra llamarlas esposas de Cristo" (Apologia ad Constantium, 33).
757 En los textos escritos procedentes de la predicación oral hemos encontrado sólo dos veces en las que se refiere al alma como esposa de Cristo. Es posible que haya alguna más en las grabaciones completas de los encuentros con personas.
758 Cfr. F. Capucci, Josemaría Escrivá, santo. L'iter della causa di canonizzazione, Milano 2009, p. 20.
759 En el capítulo 4º hemos citado numerosos textos en este sentido.
760 Sobre el tema remitimos a L. Touze, L'avenir du célibat sacerdotal et sa logique sacramentelle, Paris 2009, 281 pp.
761 Santo Tomás de Aquino, In IV Sent., d. 6, q. 1, a. 2, sc.
762 Sobre los usos de la analogía y de la metáfora, cfr. R. Díaz Dorronsoro, Los nombres de Dios, de Jesucristo y de la Iglesia: el recurso a la metáfora y a la analogía, Valencia 2009, pp. 17-66.
763 Conversaciones, 92. Otros ejemplos: Camino, 824; Forja, 435; Es Cristo que pasa, 166; Amigos de Dios, 184.
764 Es Cristo que pasa, 104.
765 R. Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior, Buenos Aires 19444 (edición de Desclée), parte III, c. 1, p. 552 (dentro de la sección "Fundamentos teológicos de la terminología de los escritores de espiritualidad"). El autor hace esta consideración después de haber distinguido entre "analogía propia" (la que se emplea al decir que el cristiano es hijo de Dios) y "metáfora" (la que se usa al afirmar que el cristiano es "esposo de Dios"). Cfr. Santo Tomás de Aquino, S.Th. I, q. 1, a. 9, ad 3.
766 Es Cristo que pasa, 142.
767 Forja, 503.
768 Usamos la expresión "vida consagrada" en el sentido que tiene en Juan Pablo II, Ex. ap. Vita consecrata, 25-III-1996, 10, para designar el estado de vida de los que se consagran a Dios por la profesión de los votos de pobreza, castidad y obediencia.
769 Cfr. Sacra Congr. pro Cultu Divino, Ordo consecrationis virginum, 30-V-1970; CIC, c. 604; CEC, 923-924; San Ambrosio, Exhort. virg., 31; De virginibus III, 3, 9; Pseudo Ambrosio, Laps. virg., 5, 20. Una breve síntesis del tema en los Padres puede verse en C. Tibiletti, Vergini - verginità - velatio, en: AA.VV., Dizionario patristico e di antichità cristiane, Casale Monferrato 1983, col. 3560.
770 CIC, c. 607. Las fuentes de este canon son: Conc. Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, 44; Decr. Perfectae caritatis, 1, 12 (cfr. Codex iuris canonici auctoritate Ioannis Pauli PP. II promulgatus: fontium annotationes, Città del Vaticano 1989, ad loc.).
771 En época reciente, Juan Pablo II ha hecho un uso amplio de esta metáfora, extendiéndola a cualquier fiel: cfr. Ex. ap. Mulieris dignitatem, 15-VIII-1998, 25.
772 Apuntes de la predicación, X-1972 (AGP, P04 1972, vol. II, p. 830).
773 Piénsese, por ejemplo, en el testimonio de santa Teresa de Lisieux que se siente hija pequeña de Dios. No obstante, Jean Galot, después de un recorrido histórico sobre lo que ha representado el misterio de la adopción filial en la época patrística, se pregunta: "¿Esta perspectiva filial ha sido suficientemente mantenida y desarrollada sucesivamente en la tradición mística?" (tradición –hacemos notar– representada mayoritariamente por religiosos). Su respuesta es negativa, al constatar que "la figura del Padre no parece haber recibido toda la atención que merece; no ha sido reconocida en todo su valor la función paterna. Esperamos que la experiencia de la filiación divina ponga mayormente en evidencia el rostro de Aquél que Cristo nos ha enseñado a llamar "Padre"" [J. Galot, Adozione divina, en: AA.VV. (L. Borriello, dir.), Dizionario di mistica, Ciudad del Vaticano 2000, p. 55].
774 Camino, 291.